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El hecho de que creamos en algo, ¿significa que existe? Y el hecho de que no creamos en algo, ¿significa que no existe? No. La verdad se basa en pruebas. Pero ¿qué tipo de pruebas nos convencen de que algo existe? Creemos en muchas cosas que no vemos: el aire, el viento, los átomos, la gravedad, el tiempo... También creemos en cosas que no podemos oír: galaxias, microorganismos, silbatos para perros... Y creemos en cosas que no podemos sentir, como nuestro cerebro o la rotación de la Tierra. Pero ¿por qué? ¿Por qué sabemos que existen? Por los efectos, efectos que podemos ver, oír, sentir y medir. Y por el testimonio de los que conocen los hechos. Pruebas. La fe se basa en pruebas. Hoy día, muchas personas no creen que Dios exista. Su falta de fe puede afectarnos. De hecho, nuestra fe está bajo ataque. Esta serie de discursos nos recordará por qué tenemos fe y nos ayudará a fortalecerla. Veremos por qué tenemos fe en la existencia de Dios, en su Palabra, en sus normas morales y en su amor. Primero, ¿por qué es importante tener fe en que Dios existe? Vamos a buscar Efesios 2. Y fíjense en cómo describe el apóstol Pablo a los cristianos de Éfeso antes de que conocieran al Dios verdadero. Efesios 2:1 dice: “Además, Dios les dio vida a ustedes, aunque estaban muertos debido a las ofensas y pecados”. En el versículo 12 continúa: “En aquel tiempo estaban sin Cristo, separados del estado de Israel, ajenos a los pactos de la promesa. No tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo”. Lo mismo pasaba con nosotros. Pero la fe en la existencia de un Creador le ha dado sentido a nuestra vida. Y ahora sabemos las respuestas a preguntas como ¿por qué existe el universo? ¿Qué pasará en el futuro? Es cierto que hay personas que evitan esas preguntas porque piensan que las respuestas son inalcanzables. Incluso algunos aseguran que no hay propósito, que la vida no tiene un objetivo definido. Pero ¿adónde los lleva eso? A no tener una guía confiable. En cambio, veamos lo que el Salmo 111:10 dice sobre los resultados de tener fe. Salmo 111:10 dice: “El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría. Todos los que obedecen sus órdenes demuestran ser muy perspicaces. Su alabanza dura para siempre”. Para pensar con claridad y tomar buenas decisiones en la vida, primero tenemos que sentir por el Creador admiración y profundo respeto. Y, como indica el siguiente versículo, eso nos hace personas más felices. Por eso tenemos que proteger nuestra fe, porque es la base de nuestra amistad con Dios, la base de nuestra esperanza, la base de nuestro futuro. Así que vamos a recordar por qué podemos tener fe en la existencia de Dios. Volvamos al capítulo de la Biblia que define la fe, Hebreos 11. Hebreos 11:1 nos dice que la fe es “la prueba convincente de que existen realidades que no se ven”. Ahora bien, ¿cuál sería un ejemplo de eso? Leamos juntos Hebreos 11:3. Dice: “Por la fe, percibimos que los sistemas fueron puestos en orden por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve ha llegado a existir a partir de cosas invisibles”. “Sistemas”. ¿Cuáles podrían ser algunos de estos sistemas? ¿Podría ser el sistema solar? ¿O el sistema galáctico del que es parte? ¿O los ciclos que tienen lugar dentro del sistema solar? Pensemos en la atmósfera de la Tierra, que nos protege de los rayos dañinos del Sol pero al mismo tiempo permite que nos lleguen la luz y el calor que necesitamos. ¿Se imaginan lo que nos pasaría si no fuera por la protección que nos da la atmósfera? Nos quemaríamos en segundos. Además de protegernos de la radiación, la atmósfera, junto con el campo magnético de la Tierra, también absorbe muchos de los objetos que se mueven por el espacio. La fe nos ayuda a percibir que estos “sistemas” fueron diseñados por un Creador. O pensemos en los increíbles ciclos de la Tierra. Imaginen lo que pasaría si el aire de una ciudad no se renovara, si el suministro de agua se cortara y además se bloqueara el sistema de alcantarillado, ¿cómo sería la calidad de vida en esa ciudad? Pues nuestro planeta es un sistema cerrado. El aire y el agua limpios no nos llegan desde el espacio exterior, y los desperdicios no se lanzan al espacio. Así que ¿cómo se mantiene la Tierra limpia y habitable? El ciclo del agua, los del oxígeno y del carbono, el ciclo del nitrógeno... todos están diseñados con precisión para sostener la vida. Claro, eso no quiere decir que no debamos cuidar de nuestro planeta. ¡Qué sistemas tan impresionantes! También podríamos hablar de la posición perfecta de la Tierra en el sistema solar o de la inclinación del planeta, de su órbita, de su velocidad de rotación, de su peculiar luna o de nuestro sistema solar perfectamente colocado en la Vía Láctea. ¿Son todas estas ubicaciones tan precisas y estas elegantes medidas fruto del azar, o de un diseño intencionado? Veamos en el siguiente video, otro ejemplo de cómo el orden que vemos en la creación demuestra que existe un Creador inteligente. Nuestro cuerpo está compuesto por millones de millones de células. Y cada una de ellas es una maravilla del diseño y tiene una organización impresionante. En el interior de la célula ocurren procesos biológicos que provocan señales que se envían a proteínas específicas para que formen una especie de carriles llamados microtúbulos. Después, unas diminutas máquinas moleculares llamadas quinesinas transportan componentes a las diferentes partes de la célula, y lo hacen “caminando” sobre los carriles. Desde las microscópicas proteínas hasta las gigantescas galaxias, nuestro universo está lleno de ejemplos de organización y de un elegante diseño. ¿Cómo puede usted fortalecer su fe en la existencia de Dios? Veamos tres cosas que podemos hacer. Vamos a buscar en la Biblia Romanos 1. Cuando analizamos ejemplos como estos, del poder y la sabiduría de Dios, puede que nos preguntemos: “¿Cómo puede alguien negar la existencia de un diseñador inteligente y amoroso?”. Romanos 1:18 indica que los que hacen eso niegan la verdad, los hechos. ¿Por qué? Veamos lo que dice Romanos 1:19: “Pues lo que puede conocerse de Dios lo tienen claramente a la vista [claramente a la vista], ya que Dios se lo ha mostrado con claridad”. Y el versículo 20 dice: “Porque sus cualidades invisibles —su poder eterno y divinidad— se ven claramente desde la creación del mundo, pues se perciben por las cosas creadas, de modo que ellos [o sea, los que niegan la verdad] no tienen excusa”. La existencia de Dios y sus cualidades ya eran evidentes en la creación cuando el ser humano llegó a existir. Y las pruebas se han hecho cada vez más claras con el paso del tiempo y con los avances de la tecnología, que nos permiten descubrir lo que Dios ha hecho. Esa es la primera manera de fortalecer nuestra fe en la existencia de Dios: estudiando y meditando, meditando en las pruebas. Algo que puede ayudarnos a hacerlo es toda la información que se ha publicado sobre la creación en jw.org, donde podemos encontrar folletos, la serie “¿Lo diseñó alguien?” y entrevistas a científicos. La segunda manera de fortalecer la fe es pidiéndole a Dios que nos dé más fe. En Lucas 11:13, Jesús dijo que Dios les dará su espíritu santo a quienes se lo pidan. Y una parte del fruto del espíritu es la fe. Tercero, fortalecemos nuestra fe ayudando a otros a tener fe. ¿Cómo? Enseñándoles las pruebas en las que se basa la verdad. Padres, ayuden a sus hijos con paciencia a tener fe. Si tienen dudas, hablen con ellos pronto, con cariño, y no eviten sus preguntas. No se molesten con ellos. Alégrense de que pregunten, eso demuestra que quieren entender las cosas. Acepten el desafío. Enséñenles las pruebas, búsquenlas juntos, cuando se sienten, cuando anden, cuando se acuesten y cuando se levanten. En el siguiente video, fíjense en qué es lo que fortalece la fe de un hermano que es científico. Como profesor de diseño mecánico, cuando veo la naturaleza me fijo en su diseño. En diseño mecánico, se estudian no solo los componentes individuales de una máquina, sino cómo interactúan entre ellos. Desde esta óptica, la visión humana es un magnífico ejemplo de diseño. En un solo ojo, la córnea, el iris y el cristalino interactúan para enfocar la imagen que se produce en la retina, que tiene unas células que detectan la luz llamadas fotorreceptores. Los fotorreceptores, es decir, los conos y los bastones, envían señales al cerebro a través del nervio óptico. El cerebro las procesa, y así percibimos una imagen. Ahora imagínese cómo aumenta la complejidad de este proceso cuando interactúan los dos ojos. Es increíble la cantidad de información que procesan constantemente los más de 130 millones de receptores de la retina y que se transmite al cerebro a través de 1,2 millones de fibras nerviosas. Para mí, la enorme complejidad de la perfecta interacción entre todos estos componentes demuestra que hay un Diseñador. Algunos lo niegan. Sugieren que el ojo evolucionó a partir de una mancha sensible a la luz de alguna criatura ancestral que fue cambiando al azar. A mí me parece que esa explicación es poco realista. Plantea que no hay ni planificación ni objetivo. Quieren que aceptemos que un sistema complejo se puede desarrollar sin nadie que lo dirija, cuando en la naturaleza las cosas tienden al desorden. Pero esto es aún más impresionante: el diseño del ojo, del nervio óptico y del cerebro, y de cómo funcionan e interactúan, está completamente registrado en el ADN. De hecho, el ADN contiene todas las instrucciones necesarias para formar un cuerpo humano entero. Aunque la ciencia solo acepta las pruebas físicas, muchos científicos han llegado a la conclusión de que la complejidad que se ve en la naturaleza prueba que fue diseñada. Yo estoy convencido de que el increíble diseño de la naturaleza demuestra que Dios existe. ¿Cómo nos beneficia tener fe en la existencia de Dios? Tener auténtica fe en el inteligente y amoroso Diseñador del universo le da propósito a nuestra vida. Esa fe nos motiva a obedecer las justas normas de Jehová, normas que nos benefician. Y el futuro no nos da miedo, porque la fe nos da esperanza. Y no tememos a la muerte, porque nuestra esperanza viene de la Fuente de la vida. ¡Cuánto nos alegra que Jehová nos haya dado tantas pruebas de su existencia! Ahora bien, ¿existen aspectos de la personalidad de Jehová que no se pueden comprender del todo estudiando solo la creación? Sí, y por eso tenemos que estudiar su Palabra inspirada. ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe en la Palabra de Dios? Por favor, presten atención al hermano Mark Noumair, ayudante del Comité de Enseñanza, que presentará el siguiente discurso de esta serie, “Por qué tenemos fe en... la Palabra de Dios”.
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David Schafer: Por qué tenemos fe en la existencia de Dios
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2021-09-13T16:55:46.379Z
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¿Está pasando por problemas económicos inesperados? ¿Está sufriendo su hijo presión de grupo o enfrentándose a los peligros de internet? ¿Le han diagnosticado una enfermedad grave? La vida en este sistema puede ser un mar de problemas. Podemos sentirnos solos, desanimados y sin saber a quién acudir. Por eso, ahora más que nunca, tenemos que fortalecer nuestra fe en la Palabra de Dios. Cuando estudiamos la Biblia y nos guiamos por ella, nuestra fe en Dios crece y algo impresionante sucede. Veamos lo que es en 1 Tesalonicenses 2:13, 1 Tesalonicenses 2:13: “Por eso nosotros también le damos constantemente gracias a Dios, porque, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios —que oyeron por medio de nosotros—, no la aceptaron como palabra de hombres, sino como lo que de verdad es, como palabra de Dios, la cual también está actuando en ustedes, los creyentes”. ¿Cómo influye en nosotros la Palabra de Dios? Ya nos ha transformado en siervos fieles de nuestro Dios, Jehová. Pero también nos da las fuerzas para aguantar cuando pasamos por problemas. Es importante que hablemos de esto, porque vivimos en un mundo en el que muchos siembran dudas sobre la Biblia. Dicen que está anticuada y que es inexacta. Pero no dejaremos que los puntos de vista equivocados de este mundo debiliten nuestra fe en la Biblia. En este discurso analizaremos tres cosas que nos ayudarán a confiar en la Biblia y a amarla todavía más: sus profecías, lo que dice sobre la Tierra y su supervivencia a pesar de los ataques. Hablemos del primer punto: las profecías. El ser humano es incapaz de predecir lo que pasará en el futuro. Solo el Todopoderoso puede. Por ejemplo, la historia seglar dice que, en el año 539 antes de nuestra era, un hombre llamado Ciro conquistó Babilonia y permitió que miles de judíos volvieran a Jerusalén para restaurar la adoración verdadera. La Biblia también habla de estos sucesos, pero con una diferencia muy importante. Los historiadores escribieron sobre esto después de que pasara. Pero la Biblia lo predijo antes de que ocurriera, de hecho, unos 200 años antes. Vamos a examinar esta profecía con más detalle. Vamos a buscar Isaías 44. Isaías 44 y leeremos los versículos 27 y 28. Mientras lo leemos, vamos a fijarnos en cuántas veces se habla de acciones futuras: “Soy el que les dice a las aguas profundas ‘Evapórense. Secaré todos sus ríos’; soy el que dice de Ciro ‘Él es mi pastor y cumplirá por completo mi voluntad’, el que dice de Jerusalén ‘Será reconstruida’, y del templo ‘Tus cimientos serán colocados’”. Aquí Jehová no está tratando de adivinar lo que pasaría en el futuro. Él decidió lo que sucedería y se encargó de que ocurriera. ¿Cómo pudo predecir la Biblia estos detalles con 200 años de antelación? Solo hay una explicación. Vayamos al capítulo 46 de Isaías y leamos el versículo 10: “Desde el principio, yo predigo el final y, desde mucho tiempo atrás, cosas que todavía no se han hecho. Yo digo: ‘Mi decisión se mantendrá, y haré cualquier cosa que yo desee’”. El cumplimiento de profecías como esta fortalece nuestra confianza en la Palabra de Dios. Otra razón por la que tenemos fe en la Biblia es por lo que dice sobre la Tierra. Veamos un ejemplo en Job 26:7. Job 26:7: “Él extiende el cielo del norte sobre el vacío, suspende la tierra sobre la nada”. Esto se afirmó hace unos 3.500 años. Lo que Job dijo le habría parecido absurdo al filósofo griego Aristóteles. Él enseñaba que, si los objetos no están apoyados sobre algo, se caen. No fue hasta 1687 que Isaac Newton explicó que la Tierra se mantiene en órbita gracias a una fuerza invisible, como si estuviera suspendida sobre la nada. ¿Cómo pudo estar esta verdad en la Biblia hace más de 3.000 años? La respuesta: porque es la Palabra de Dios, y Dios no puede mentir. El tercer punto del que vamos a hablar es la supervivencia de la Biblia. Aunque los escritos originales de la Biblia desaparecieron, tenemos copias exactas que han sobrevivido al paso del tiempo y a los intentos de muchas personas por destruirlas o por cambiar su mensaje. Isaías 40:8 dice: “La palabra de nuestro Dios permanece para siempre”. La Biblia no ha permanecido como una simple pieza de museo, es su mensaje lo que permanece. Ese mensaje inspirado se ha traducido a más de 3.000 idiomas. Eso es una prueba irrefutable de su origen divino. En el siguiente video, veremos más pruebas de que la Biblia es la Palabra de Dios. Por favor, presten atención. La Biblia es un libro de hechos. Habla de personas reales y sucesos e historias reales en lugares reales. La arqueología ha confirmado la existencia de al menos 53 personas mencionadas en las Escrituras Hebreas. Un ejemplo es el faraón egipcio Sisac. La Biblia dice que este faraón invadió Judá exactamente en el quinto año del rey Rehoboam de Judá. Durante mucho tiempo, el único lugar donde se hablaba de esta invasión era en la Biblia, hasta que se descubrió un relieve en una pared del templo de Karnak, en Egipto, en el que se veía a Sisac y a unos cautivos. El relieve también incluye nombres de ciudades israelitas conquistadas, muchas de las cuales corresponden a lugares de la Biblia. También menciona el “campo de Abrán”. Esta es la referencia más antigua que hay en los registros egipcios a este patriarca de la Biblia, Abrahán. Esto fortalece nuestra confianza y nuestra fe en que la Biblia es la Palabra de Dios. La Biblia se escribió en materiales perecederos, como el papiro y el pergamino. Aunque no hay originales disponibles, la cantidad de copias antiguas que existen es impresionante, unos 11.000 manuscritos hebreos y griegos, muchos más de los que existen de cualquier otra obra de la literatura antigua. Al comparar los manuscritos más antiguos y relevantes entre sí, los expertos pueden identificar las inexactitudes y errores que se hayan podido introducir. Pero la gran mayoría de las diferencias no cambian el significado. Un ejemplo es el de Lucas 4:17, que dice que Jesús “abrió” el rollo de Isaías. Algunos manuscritos dicen que él “desenrolló” el rollo. Pero ¿verdad que el significado es el mismo? El mensaje de Dios se mantiene intacto aunque se haya traducido a diferentes idiomas. Los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citaron de las Escrituras Hebreas, pero a menudo usando el texto de la Septuaginta griega. A veces, parafraseaban estas citas usando palabras diferentes, pero el mensaje seguía siendo el mismo. Y gran parte de lo que dijo Jesús, probablemente en el hebreo de su tiempo, se escribió en griego. Aun así, su mensaje es claro. Hoy día, la Palabra de Dios se puede leer, al menos en parte, en más de 3.000 idiomas. En la historia de la Biblia se da una interesante paradoja: muchas personas estuvieron dispuestas a morir para preservar la Biblia y para hacerla accesible a todo el mundo. Mientras que otras estuvieron dispuestas a matar para acabar con ella e impedir que se leyera. ¿Por qué? Por su contenido. La Palabra de Dios está viva y actúa con poder. La Biblia cambia la vida de la gente: algunos lo aceptan, pero otros se oponen, a veces con violencia. Por ejemplo, en el año 303 de nuestra era, el emperador romano Diocleciano ordenó que se quemaran las Santas Escrituras. Según parece, Félix, el obispo de Tibiuca, dijo: “Antes preferiría que me quemaran a mí vivo, que no las Escrituras divinas”. Lo pagó con su vida. Hoy día, algunos todavía intentan destruir el mensaje de Dios, “pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”. ¿Verdad que fortalece la fe ver tantas pruebas de que la Biblia es la Palabra de Dios? ¿Cómo podemos fortalecer aún más esa fe? Puede ayudarnos realizar proyectos de estudio concretos. Un proyecto fascinante podría ser estudiar la profecía de Génesis 3:15. Tal vez se la sepa de memoria, ¿pero alguna vez se ha sentado a hacer una línea de tiempo con los textos clave que muestran cómo Dios fue poco a poco dando más información sobre su significado y a quiénes implicaba? Cuando apartamos tiempo para estudiar y meditar en cómo se conectan las ideas a lo largo de la Biblia, se fortalece nuestra fe en la Palabra de Dios. ¿Tiene dudas sobre algún tema? Póngalas por escrito. Y use las herramientas de investigación, la Biblia de estudio, JW Library® y la BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower®, para profundizar. Vale la pena. Y, si usted es padre, ayude a sus hijos a conocer y a amar al Autor de la Biblia. Nos queda muy poco para estar en el nuevo mundo. Ahora es el momento de fortalecer nuestra confianza en la Biblia. Si tenemos una fe fuerte en la Palabra de Dios, nos sentiremos igual que nuestro hermano Ruslán, de Turkmenistán, que se enfrenta a una segunda condena de cárcel por su fe. Él declaró: “Estoy totalmente convencido de que Jehová me va a recompensar. [...] Cuando tienes una esperanza firme, eres inmensamente feliz; cuando eres feliz, eres fuerte y aguantas. Y una persona fuerte no se puede doblegar”. Y usted tampoco se doblegará si tiene una fe fuerte en la Palabra de Dios. El hermano Samuel Herd, del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie, “Por qué tenemos fe en... las normas morales de Dios”.
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Mark Noumair: Por qué tenemos fe en la Palabra de Dios
2021Convention
2021-09-13T16:55:15.953Z
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Este mundo puede debilitar nuestro deseo de hacer lo que está bien. Hasta un cristiano maduro puede sentirse tentado a hacer lo que está mal. Por favor, busquen Romanos 7:21-23. Está claro que Pablo era un cristiano maduro. Pero fíjense en lo que dijo sobre sí mismo en Romanos 7:21-23: “Me doy cuenta de que existe esta ley en mi caso: cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está conmigo. Al hombre que soy por dentro de veras le agrada la ley de Dios, pero en mi cuerpo veo otra ley que lucha contra la ley de mi mente y que me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo”. Igual que Pablo, puede que nos demos cuenta de que tenemos una lucha en nuestro interior, una lucha contra la ley del pecado. Pero, igual que Pablo, sabemos que para agradar a Jehová tenemos que vivir de acuerdo con sus normas. Veamos lo que dice 1 Corintios 6:9, 10. ¿Cuáles son algunas de las normas morales de Jehová? Fíjense en esta lista de cosas inmorales en las que no queremos caer. 1 Corintios 6:9, 10 dice: “¿O es que no saben que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No se engañen. Las personas que son sexualmente inmorales, los idólatras, los adúlteros, los hombres que se someten a actos homosexuales, los hombres que practican la homosexualidad, los ladrones, los codiciosos, los borrachos, los injuriadores y los extorsionadores no heredarán el Reino de Dios”. Tenemos que estar convencidos de que las normas morales de Jehová son correctas y beneficiosas. ¿Por qué podemos tener fe en sus normas? Para saberlo, busquen Isaías 48:17. Ahí verán que podemos tener fe en las normas de Dios porque siempre siempre nos benefician. Isaías 48:17 dice: “Esto es lo que dice Jehová, tu Recomprador, el Santo de Israel: ‘Yo, Jehová, soy tu Dios, el que te enseña por tu propio bien, el que te guía por el camino en que debes andar’”. ¿Vieron el punto? Jehová nos está enseñando por nuestro propio bien. Podemos confiar en sus normas sobre lo bueno y lo malo. No cambian y producen buenos resultados independientemente de las circunstancias y de la cultura. Piense en las normas de Dios sobre el matrimonio. Jehová creó el matrimonio como una unión permanente. Una unión de amor entre un hombre y una mujer. Dios le dio a Adán una esposa, Eva, no dos ni tres ni cuatro, solo una. Les dijo: “Reprodúzcanse, sean muchos y llenen [...] la tierra”. Leamos 1 Corintios 6:18. Este texto deja claro que el sexo fuera del matrimonio está prohibido por Jehová. 1 Corintios 6:18 dice: “¡Huyan de la inmoralidad sexual! Cualquier otro pecado que alguien cometa está fuera de su cuerpo, pero el que practica la inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo”. Cuando los miembros de la familia siguen las normas de Jehová, la familia se siente segura y feliz. En el siguiente video, vean cómo una pareja se benefició de seguir las normas morales de Dios. Nos conocimos en una fiesta cuando estábamos en el ejército. Estaba en la pista de baile y cuando vi a Frenchie pensé: “Tengo que hablar con esa chica ahora mismo”. Estuvimos sonriéndonos toda la noche, y nos gustamos. Fue un flechazo. Al poco tiempo nos fuimos a vivir juntos. Los meses iban pasando, y todo iba muy bien. Pero entonces me enteré de que estaba embarazada. Y él me dejó. Me quedé en shock. No debería haber sido así, pero eso es lo que pasó. La verdad es que tenía miedo. Pensé: “¿Y ahora qué voy a hacer?”. Me sentí fracasada. Y pensaba: “¿Cómo dejé que me pasara esto?”. Sabía que debía apoyarla y quería hacerlo. Pero no sabía cómo. Oramos juntos por primera vez como pareja. Eso fue un viernes por la noche. Y el sábado por la mañana llamaron a la puerta. Empezamos un curso de la Biblia. Estudiamos un capítulo que hablaba de la vida de familia y del matrimonio. Y en aquel momento me di cuenta de que quería que Jehová aprobara nuestra relación. Aprendimos que Jehová quiere que el matrimonio sea una unión permanente. El miedo que tenía antes, de que las discusiones o desacuerdos acabaran en un divorcio, desapareció. Empezamos a ver cómo podrían ayudarnos en nuestra vida diaria los consejos de Jehová. Por ejemplo, aprendí lo que debía hacer para respetar a mi esposa y cuidarla. Nos convertimos en un equipo, nos complementamos. Y eso fue gracias a que Jehová nos enseñó a hacerlo. Aunque no fue fácil al principio, tomamos la decisión de dedicar nuestra vida a Jehová, y nos bautizamos juntos. Llevamos 25 años casados, y todas las inseguridades que sentía han desaparecido. Me concentro en todas las bendiciones que hemos recibido por tener a Jehová en nuestra vida. Nada puede hacerte más feliz que eso. Puedes hacer las cosas a tu manera, pero nunca tendrás la alegría ni la paz ni la seguridad que da hacer las cosas a la manera de Jehová. Gracias a que conocieron a Jehová y tienen fe en sus normas, han podido mantener una relación estable y llevan nada menos que 25 años casados. ¿Y nosotros? ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe en las normas morales de Dios? Pensando en los beneficios de obedecer las normas de Jehová y en las consecuencias de desobedecerlas. Por ejemplo, Deuteronomio 32:29 nos anima a ser sabios, reflexionar, pensar en cómo acabaremos. En otras palabras, a pensar en los beneficios de obedecer las normas de Dios. Por otro lado, las consecuencias de desobedecer las normas de Dios pueden ser graves. Gálatas 6:8 dice: “El que siembra pensando en su carne cosechará de su carne la corrupción”. El mundo del entretenimiento a menudo pasa por alto este hecho. Pero nuestra fe en las normas de Dios aumentará si experimentamos los beneficios de seguirlas en nuestra vida. Obedecer sus normas morales nos protege físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Las normas de Jehová nos hacen sabios y nos evitan tener que aprender de experiencias dolorosas. Un ejemplo. Ve una señal en la carretera que dice: “Zona escolar, velocidad: 25 km/h”. ¿Qué pasaría si no obedece esa señal de tráfico? Supongamos que va a 80 km/h, y atropella a un niño. ¿La consecuencia de no obedecer esa norma? Una experiencia muy muy dolorosa. Las normas morales de Jehová nos evitan sufrimiento. Vamos a concluir leyendo algunos versículos del Salmo 19. Por favor, búsquenlo. Este salmo habla de las normas de Jehová, sus leyes y sus recordatorios. Leamos primero el versículo 7: “La ley de Jehová es perfecta, renueva las fuerzas. Los recordatorios de Jehová son confiables, hacen sabio al inexperto”. No queremos ser ingenuos o inexpertos, queremos ser sabios. Ahora lean conmigo los versículos 8 y 9: “Las órdenes de Jehová son justas, llenan de alegría el corazón. Los mandamientos de Jehová son limpios, iluminan los ojos. El temor de Jehová es puro, dura para siempre. Las sentencias de Jehová son verdaderas, totalmente justas”. Si obedecemos las normas de Dios, tendremos su aprobación, tendremos la conciencia limpia y una buena amistad con él. Y, finalmente, el versículo 11: “Con ellas se le ha dado advertencia a tu siervo; para quien las obedece hay una gran recompensa”. Dice que nos espera “una gran recompensa”. Tengan fe en las normas morales de Dios, obedézcanlas y háganse sabios. Los protegerán física, emocional y espiritualmente. Tendrán una conciencia limpia y la aprobación de Jehová. Y en el futuro vida eterna. El hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, “Por qué tenemos fe en... el amor de Dios”.
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Samuel Herd: Por qué tenemos fe en las normas morales de Dios
2021Convention
2021-09-13T16:54:52.214Z
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Muchas personas creen en Dios. ¿En qué sentido? Creen que tiene que existir un Dios, un Creador. La lógica les hace llegar a esta conclusión. ¿Por qué? Porque entienden que las cosas tuvieron que ser creadas. Si el Creador no existiera, no existiría la creación. ¿Por qué? Porque nada viene de la nada. Esa es la razón por la que también sabemos que Dios siempre ha existido. Si hubiera habido un tiempo en el que él no hubiera existido, ahora no existiría nada. El hecho de que exista la creación demuestra que tiene que haber un Creador. También demuestra que Dios siempre ha existido, aunque con nuestra mente humana imperfecta se nos haga muy difícil entender esto. Nosotros somos parte de su creación. Pero ¿es suficiente con creer en un Creador solo porque, sin él, no existiría la creación? No. ¿Es suficiente para un niño creer que tiene un padre simplemente porque sin un padre no existiría? No, un niño debería amar a su padre. Y un padre normalmente ama y cuida a sus hijos. El Creador, nuestro Padre, no solo se preocupa por la creación, sino que también nos ama y nos cuida individualmente. Él lo ama a usted. Jehová se preocupa por usted. Y usted, ¿lo ama? ¿Ama a Dios de verdad? No es algo automático. El apóstol Pablo dijo en 2 Timoteo 3:4 que, en los últimos días, la mayoría de las personas amarían los placeres en vez de amar a Dios. A veces podemos sentir que no valemos nada, y esos sentimientos pueden apagar nuestro entusiasmo al servir a Jehová, el amor que tenemos por él, e incluso hacer que dejemos de servirle. Por eso, tenemos que desarrollar y profundizar nuestra fe y nuestro amor por Jehová. Jehová ama a la humanidad. ¿Qué pruebas tenemos de eso? Vemos el amor de Jehová en la naturaleza. Él creó una gran variedad de árboles, plantas y flores para que disfrutáramos. No solo creó las cosas que necesitamos para sobrevivir, sino que también creó cosas que nos llenan de admiración y de amor por él. Él nos da todos los regalos buenos. El hombre no es capaz de crear ni un solo animal, ni una fruta, ni una flor. Las cosas que Dios creó nos permiten estar vivos y disfrutar de la vida mientras dure. Pero Jehová, nuestro Padre celestial, nos ama tanto que entregó a su Hijo primogénito —a quien llegamos a conocer como Jesucristo— como rescate por los pecados de seres humanos imperfectos, por quienes lo amamos, para que podamos vivir y disfrutar del amor de Dios para siempre. Aunque los primeros seres humanos se rebelaron contra Dios, él sabía que habría muchos otros que elegirían servirle por amor. Por favor, busquen conmigo Juan 6. El hecho de que esté escuchando este programa demuestra no solo que usted ama a Jehová y a Jesús, sino que también demuestra que ellos lo aman a usted personalmente. En Juan 6:44, Jesús dice: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo traiga”. La Biblia enseña que Jehová nos ha dado libertad de elección. Cada uno tiene que decidir si le servirá o no. Con cariño, Jehová trae a la verdad a todos los que tienen la actitud correcta. Para ello, utiliza el mensaje de la Biblia y su espíritu santo. ¿De qué manera nos trae Jehová a la verdad? El verbo griego que se traduce “traer” también puede referirse a la acción de arrastrar una red con peces. ¿Significa eso que Jehová nos arrastra y que nos obliga a servirle? No, Jehová nos dio libertad de elección, así que no nos obliga a amarlo. Un comentarista explicó que es como si la puerta de nuestro corazón no pudiera abrirse desde afuera, solamente por dentro. Jehová se fija en los miles de millones de corazones que hay en el mundo y busca a aquellos que quieren acercarse a él. Cuando encuentra a esas personas, las trae a la verdad con cariño. ¿Es usted una de ellas? Seguro que sí. Jehová les ofrece la oportunidad de ser sus amigos a quienes tienen un corazón dispuesto. Lo hace de dos maneras: mediante el mensaje de buenas noticias de la Biblia y mediante su espíritu santo. Cuando Jehová ve que el corazón de una persona es receptivo a la verdad de la Biblia, usa su espíritu para ayudarla a entender y a poner en práctica esa verdad en su vida. Sin su ayuda, nunca habríamos podido convertirnos en auténticos seguidores de Jesús y en siervos leales de Jehová. Jehová atrae a las personas porque ve algo bueno en su corazón y se preocupa por cada una de ellas. ¿Verdad que saber que Jehová se interesa por sus siervos individualmente nos motiva a abrirle la puerta de nuestro corazón de par en par? Vamos a ver en el siguiente video lo que hizo que un hermano llamado Carlos se diera cuenta de que Jehová es el amoroso Padre que siempre quiso tener. Cuando llegué a pasar momentos complicados en mi infancia, Jehová era como mi padre. En él me refugiaba. La primera imagen que tengo de mi papá fue cuando lo fui a visitar al reclusorio donde él estaba. Muchas veces le pedí a Jehová que mi papá volviera a casa. Un día, mi mamá me dijo: “Hoy llega tu papá”. Fui a la escuela y, cuando regresé, él estaba ahí. Yo pensaba que él ya se iba a quedar para siempre. Poco después, escuché llorar a mi mamá y a mi abuelita. Y me empezaron a explicar que otra vez había entrado mi papá al reclusorio. A partir de ese momento, le agarré odio, rencor, a mi papá, coraje. También a Jehová. Empecé a drogarme, a llevar una vida inmoral, violenta. Un día, unas hermanas me dieron una revista. Al momento de estar hojeándola, leí la experiencia de Dustin. Empecé a recordar momentos de mi infancia cuando yo me refugiaba en Jehová y sentía lo mismo que él. Decía: “Ahí está Jehová. No me deja”. Dustin no dudó del amor de Jehová y murió fiel a su Padre. Desde ahí, le hice esa noche una oración a Jehová. Le dije que me perdonara, porque él no tenía la culpa. Esa noche en realidad sentí que me desahogaba... esa carga que sentía... Me sentí tranquilo. Yo sentí el amor de Jehová a cada minuto, porque me lo demostraba con los hermanos, que no me juzgaban por lo que había hecho. Por más problemas que tenga uno, o por mucho que se haya alejado uno de Jehová, él nunca se aleja de nosotros. Jehová ha ayudado con cariño a muchos de nuestros hermanos por el amor que les tiene. Usted también puede contar con el apoyo de Jehová, pues él también le tiene mucho cariño a usted. ¿Se fijó en cómo Jehová le demostró su amor a Carlos? Utilizó a sus siervos para cuidarlo con cariño. Por favor, busquen conmigo el Salmo 119. Jehová nunca se olvidó de Carlos, aunque este joven se alejó de él por un tiempo. Esto nos recuerda las palabras del Salmo 119:176: “Me he descarriado como una oveja perdida. Ven en busca de tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos”. Parece ser que el Salmo 119 fue escrito por el joven príncipe Ezequías. Ezequías le derramó su corazón a Jehová, y Jehová le respondió. Hermanos, por favor, derrámenle su corazón a Jehová y fíjense en cómo él responde sus oraciones. Vamos a buscar Efesios 3. Jehová puede y quiere formar parte de su vida, para ayudarlo. Fíjese en lo que dice Efesios 3:20: “A aquel que mediante su poder —que está actuando en nosotros— puede hacer infinitamente más que todo lo que pedimos o imaginamos”. Esta expresión, “su poder —que está actuando en nosotros—”, ¿verdad que nos anima mucho y fortalece nuestra fe? Su poder, que está actuando en nosotros, no solo puede hacer todo lo que le pedimos, sino que puede hacer infinitamente más que todo lo que podemos imaginar. “Él se acercará a ustedes”, dice Santiago 4:8. Sea que haya escrito el Salmo 119 o no, Ezequías fortaleció su fe en Jehová y confió en él. Lo hizo aunque estaba rodeado de falsos adoradores de Jehová y de que quizás se burlaban de él miembros de la corte real. Jehová bendijo a Ezequías. Y, si usted confía en Jehová, él también lo bendecirá. Con el apoyo de Dios usted también podrá aguantar durante las pruebas y mantenerse íntegro. Ponga en práctica los principios bíblicos, y verá cómo seguir los consejos de Jehová siempre da buenos resultados. Una fe fuerte en el amor de Dios nos ayuda a ver más allá de nuestras imperfecciones o de malas experiencias que hayamos tenido en el pasado. Nos ayudará a vernos como nos ve Jehová, como miembros valiosos de su pueblo. Todos formamos parte de la familia de Jehová. Leamos juntos las palabras tan animadoras que encontramos en el Salmo 119:32. La fe en el amor de Dios nos da la confianza que necesitamos para no rendirnos. Salmo 119:32 dice: “Seguiré con empeño el camino de tus mandamientos, porque tú haces que en mi corazón haya espacio para eso”. La nota dice: “O quizás ‘que mi corazón tenga confianza’ ”. Podremos aguantar cualquier prueba. ¿Hay algo que pueda separarnos del amor que Jehová nos tiene? ¿Recuerdan lo que nos dice Romanos 8? Nada puede separarnos del amor de Dios. Vamos a leerlo. Romanos 8:35-39: “¿Quién va a separarnos del amor del Cristo? ¿Las dificultades? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Así está escrito: ‘A causa de ti nos están matando todo el tiempo. Nos consideran ovejas destinadas al matadero’. Pero, gracias al que nos amó, salimos completamente victoriosos de todas estas cosas. Porque estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras, ni poderes, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. Pero hay cosas que pueden disminuir o acabar con nuestro amor por Jehová, así que tenemos que tener cuidado. En esta serie de discursos, hemos analizado por qué tenemos fe en la existencia de Dios, en su Palabra, en sus normas morales y en su amor. Aunque el mundo que nos rodea va perdiendo la esperanza, nosotros estamos decididos a ser cada vez más poderosos gracias a la fe. Romanos 4:20 dice sobre Abrahán: “Pero, a causa de la promesa de Dios, no dudó por falta de fe. Más bien, se hizo poderoso por su fe, de modo que le dio gloria a Dios”. De forma parecida, Jehová también nos ha hecho promesas a nosotros y, a medida que las va cumpliendo, nos hacemos más y más poderosos gracias a la fe, y le damos gloria a nuestro Dios, Jehová.
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Gerrit Lösch: Por qué tenemos fe en el amor de Dios
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Dependemos de potentes máquinas hechas por el hombre para transportar artículos necesarios. Por ejemplo, un potente tren de carga puede subir por colinas empinadas para entregar su mercancía a tiempo. Un potente buque de carga puede surcar los océanos para llevar su mercancía. Pero las cosas que el hombre puede hacer tienen un límite. Cuando se trata de las cosas más necesarias, como la paz, la seguridad y la felicidad duraderas, los humanos prometen lo que no tienen el poder para cumplir. Las instituciones políticas, religiosas y financieras no han demostrado ser confiables. Con tantas promesas incumplidas, no nos sorprende que haya tanta gente que vea el futuro con desconfianza. En contraste con esos fracasos, las promesas de Jehová nunca fallan. Y, cuando confiamos en sus promesas, nos hacemos poderosos. Él siempre cumple con su palabra. Jehová promete ayudarnos cuando tengamos problemas, sin importar lo difíciles que sean. Pensemos en el ejemplo de Jesús. Ningún ser humano se ha enfrentado a pruebas tan difíciles como las que él tuvo. Sin embargo, Jesús tuvo una fe que lo hizo poderoso y lo ayudó a aguantar. Él sabía de lo que hablaba cuando animó a sus seguidores a tener fe y a no dudar. Por ejemplo, en una ocasión mientras caminaba con sus discípulos cerca de Betania, Jesús se valió de una higuera para enseñarles una importante lección sobre la necesidad de tener fe en Dios. El relato de Mateo 21 dice que la higuera no tenía higos, solo tenía hojas. En los versículos 19 y 20, Jesús le dijo al árbol: “ ‘Que nunca más vuelvas a dar fruto’. Al instante la higuera se secó”. Los discípulos se quedaron asombrados y le preguntaron a Jesús: “¿Cómo es posible que la higuera se secara de golpe?”. Mientras leemos la respuesta de Jesús en los versículos 21 y 22, recuerden que él está tratando de enseñarles una lección importante a sus discípulos. Así que veamos lo que aprendemos sobre la fe en los versículos 21 y 22: “Jesús les respondió: ‘Les aseguro que, si tienen fe y no dudan, no solo harán lo que yo le hice a la higuera, sino que también le dirán a esta montaña “Levántate y lánzate al mar” y así pasará. Y todo lo que pidan al orar, si tienen fe, lo recibirán’ ”. Esa fue una importante lección sobre la fe, teniendo en cuenta las pruebas por las que los discípulos estaban a punto de pasar. Pero ¿pueden encontrar otras lecciones en este ejemplo? Podemos aprender otra lección importante sobre la fe de lo que ocurrió con la higuera. La nación de Israel, igual que la higuera, no era lo que aparentaba ser. Aunque la nación había hecho un pacto con Dios, demostró que no tenía fe y que no producía buen fruto, incluso rechazaron al Hijo de Dios. Así que, al hacer que la higuera improductiva se marchitara, Jesús demostró lo que les sucedería a los que no tuvieran fe. Para que nosotros también podamos beneficiarnos de esta lección, tenemos que tener fe y no dudar. En este discurso hablaremos de cuatro situaciones que demuestran cómo la oración, el estudio y la meditación nos ayudan a confiar totalmente en las promesas de Jehová. En cada situación analizaremos cuál es el desafío, qué ayuda nos ha prometido Jehová y por qué podemos tener fe en esa promesa. Hablemos de la primera situación: cuando nos enfrentamos a tentaciones. ¿Cuál es el desafío? El desafío es evitar caer en la tentación. Hay muchas cosas que nos pueden tentar a hacer algo malo y a demostrar falta de fe. Podemos vernos tentados por deseos inmorales que violan las leyes y los principios de Dios. Podríamos vernos tentados a dejar a un lado las cosas espirituales por tener cosas materiales. O podríamos vernos tentados a ser orgullosos y querer ser mejores que los demás. No permitamos nunca que eso suceda. Lo cierto es que hay muchas cosas que pueden tentarnos a demostrar falta de fe y de confianza en Jehová. Así que ese es el desafío, ahora veamos la promesa. La encontramos en la Palabra de Dios. La promesa tiene dos partes. Leámosla en 1 Corintios 10:13. Mientras lo leemos, fíjense en la promesa. Versículo 13. “No se les ha presentado ninguna tentación que no sea común a todas las personas. Pero Dios es fiel y no dejará que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que, cuando venga la tentación, también les dará la salida para que puedan aguantarla”. ¿Cuál es la promesa? Primero, Jehová no dejará que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar. Y, segundo, Jehová nos ayudará. Como acabamos de leer en este texto, él nos dará la salida ante cualquier tentación si confiamos en él. Tengamos fe y no dudemos. Hasta aquí, hemos hablado del desafío y de la promesa. Ahora analicemos por qué tenemos fe en esa promesa. La razón por la que tenemos fe es esta: Jehová nos conoce mejor que nosotros mismos. Y su Palabra dice que podemos mantenernos fieles. En Deuteronomio 30:11, Jehová les dijo a los israelitas que lo que les estaba pidiendo no era demasiado difícil ni estaba fuera de su alcance. Así que, con razón, esperaba que ellos demostraran fe y obedecieran. Y él no espera menos de sus siervos hoy día. Veamos algunas cosas que podemos hacer y que nos ayudarán a vencer las tentaciones. Veamos primero cuáles son, y luego analizaremos más a fondo dos de ellas. Primero, pedirle a Jehová a menudo que nos dé fuerzas. Segundo, estudiar y meditar, para mantener nuestra mente centrada en las promesas de Jehová. Tercero, conocer nuestras debilidades. Y, cuarto, evitar las situaciones en las que se nos puedan presentar tentaciones. Analicemos más a fondo los pasos tres y cuatro. Tenemos que saber cuáles son nuestras debilidades y cómo evitar situaciones que puedan ser una tentación para nosotros. Pensemos en el ejemplo de una cadena. ¿Verdad que una cadena es tan fuerte como lo es su eslabón más débil? Por ahí es por donde se romperá primero. Como una cadena, tenemos debilidades que otros quizás no vean, pero nosotros sí debemos saber cuáles son. Asegúrese de conocerse a sí mismo y de saber cuáles son sus puntos débiles. Así sabrá de qué cosas protegerse. En otras palabras, sabrá cuál es su eslabón más débil. Si nos conocemos bien, podremos estar firmes en la fe. Una hermana dijo que, cuando se le presenta una tentación la rechaza de inmediato, que lo que puede meterte en problemas es quedarte pensando en que quizá no sea tan malo. Así que conozcamos nuestras debilidades y protejámonos de ellas. El otro paso importante es evitar situaciones en las que surjan tentaciones. Aléjese de las personas que hacen que hablar y comportase mal parezca bueno. Evite las situaciones en las que sabe que se enfrentará a tentaciones. Rodéese de amigos que lo animen a hacer lo que está bien. Proverbios 22:3 dice que “el prudente ve el peligro y se esconde, pero los inexpertos siguen adelante y sufren las consecuencias”. Somos prudentes cuando confiamos en este consejo inspirado y evitamos las tentaciones. En resumen, en el caso de las tentaciones, vimos el desafío, la promesa y por qué tener fe en esa promesa. Después vimos qué cosas pueden ayudarnos, como orarle a Jehová a menudo, estudiar la Biblia y meditar en ella. Pues con las siguientes tres situaciones seguiremos el mismo patrón. La siguiente situación en la que tenemos que confiar en las promesas de Jehová es cuando nos enfrentamos a la oposición. ¿Cuál es el desafío? No ceder ante la presión. Todos nos preguntamos a veces cómo nos enfrentaríamos a problemas que pudiéramos tener en el futuro. Ese tipo de pensamientos pueden ser buenos, siempre y cuando recordemos que Jehová estará ahí para ayudarnos si hacemos su voluntad. Y esa es su promesa, que él nos dará su espíritu santo para que podamos aguantar. Jesús fue alguien que confió en esa promesa. Además, les dijo a sus seguidores que mantuvieran la calma y mostraran confianza. Veamos lo que dijo en Lucas 12:11, 12. Mientras leemos las palabras de Jesús, recuerde que los escribas y fariseos lo estaban presionando con muchas preguntas en un intento de usar sus propias palabras en su contra. Por supuesto, fracasaron. Y Jesús aquí nos asegura que, igual que él, nosotros también podremos hacer frente a la persecución si tenemos fe y no dudamos. En Lucas 12:11, 12, Jesús dijo: “Cuando los lleven ante asambleas públicas, funcionarios de gobierno y autoridades, no se angustien pensando en cómo o qué hablarán en su defensa, o en lo que dirán, porque el espíritu santo les enseñará en ese preciso momento lo que deben decir”. ¿Cómo podemos beneficiarnos de esta promesa cuando nos enfrentemos a la oposición? Obedeciendo con cuidado estas palabras de Jesús: “No se angustien”, o sea, mantengan la calma, “el espíritu santo les enseñará”, demuestren confianza. Jesús fue el mayor ejemplo de alguien que vivió de acuerdo con esas palabras. Podemos imitarlo, pero necesitamos fe. Otra vez vimos el desafío y la promesa. Ahora veamos por qué tenemos fe en esa promesa. La razón es esta: Jehová es más poderoso, infinitamente más poderoso, que cualquier enemigo. Veamos tres cosas que podemos hacer que nos ayudarán a enfrentarnos a la oposición y la persecución. Primero, orar con frecuencia y, cuando lo hagamos, expresémosle nuestros temores a Jehová y pidámosle que nos dé su paz. El escritor del libro de Lamentaciones animó a los siervos de Dios a derramar su corazón como agua. Como cuando derramamos hasta la última gota de agua de un gran balde, no nos guardemos nada cuando le oremos a nuestro Padre celestial, especialmente cuando estamos afrontando oposición o persecución. Derrámele su corazón a Jehová. Él ha prometido que lo va a ayudar. Tengamos fe en el poder de Jehová para ayudarnos y confiemos en su promesa. Como dijo Jesús: “No se angustien”. Una fe fuerte nos ayudará a evitar la angustia. Segundo, también nos ayudará a afrontar la oposición estudiar la Biblia y meditar en ella. Leer la Biblia todos los días fortalecerá nuestra convicción de que Jehová nos ama y de que nunca nos abandonará. Cuando la lea, fíjese en las bonitas cualidades de Dios. Perciba el amor de Jehová por usted en las cosas que él dice y hace. Al meditar en las palabras y las acciones de Jehová, piense en el tiempo que lleva sirviéndole. Seguro que podrá recordar muchísimas cosas que Jehová ha hecho por usted desde que empezó a servirle. Leer la Biblia y meditar en ella nos acerca a Jehová, la fuente de nuestras fuerzas. Cuanto más confiemos en Jehová, más fuerte será nuestra amistad con él y más fuerte será nuestra fe en él. La tercera cosa, relacionada con lo anterior, que nos ayudará a afrontar la oposición es reflexionar en cómo Jehová nos ayudó a afrontar pruebas en el pasado. Y eso es exactamente lo que hizo David. En el Salmo 18:6, dijo: “En mi angustia llamé a Jehová, a gritos seguí pidiéndole ayuda a mi Dios. Desde su templo oyó mi voz, mis gritos de auxilio llegaron a sus oídos”. ¿Se acordó David de que Jehová lo había ayudado? Por supuesto. “Oyó mi voz”, dijo David, y “mis gritos de auxilio llegaron a sus oídos”. David no solo recordaba lo que había pasado, tenía fe en que Jehová lo había escuchado. Seguía beneficiándose de las bendiciones pasadas porque nunca olvidó lo que Jehová había hecho por él. Si en alguna ocasión percibe que Jehová lo ayuda y está seguro de ello, nunca lo olvide. Así demostrará su agradecimiento. Experiencias como esas nos fortalecerán para cuando vengan pruebas en el futuro. Hasta ahora hemos visto que necesitamos fe para enfrentarnos a las tentaciones y a la oposición. Sigamos el mismo patrón que dijimos antes con la tercera situación: cuando sufrimos enfermedades. ¿Cuál es el desafío? El desafío que afrontamos cuando estamos muy enfermos es no dudar de que Jehová nos cuidará. Tenemos que seguir recordándonos que Jehová nos ama y que nunca nos abandonará. Recuerde la promesa: Jehová sostendrá a sus siervos fieles que están enfermos. Esa promesa no es una ilusión que usted se hace por lo que ha leído en la Biblia. No, se trata de una afirmación muy clara que encontramos en Salmo 41:3. Busquemos Salmo 41:3. ¿Promete Jehová curarnos? Veamos lo que dice: “Jehová lo sostendrá cuando esté enfermo en cama; le cambiarás por completo la cama durante su enfermedad”. ¿Usó aquí Jehová la palabra curar? No, usó sostener. Jehová nos “sostendrá”. La curación vendrá en el futuro. Pero podemos confiar en su promesa de que sostendrá a sus siervos. ¿Por qué tenemos fe en esa promesa? Porque sabemos que Jehová siente compasión por los que tienen mala salud o pasan por otras dificultades. En el versículo 1 de ese mismo salmo, Jehová nos asegura que rescatará al desfavorecido. Jehová expresa con cariño algo parecido en Isaías 57:15. Ahí él dice: “Yo vivo en el lugar alto y santo, pero también con los aplastados y los de espíritu humilde, para revivir el espíritu de los humildes y para revivir el corazón de los aplastados”. “Yo vivo en el lugar [...] santo”, dice Dios, “pero también con los aplastados y los de espíritu humilde”. Jehová se preocupa mucho por nosotros, ¿no es cierto? Como es compasivo, está cerca de sus siervos que están enfermos. Aunque debemos tener fe en que Jehová nos sostendrá, especialmente cuando estamos pasando por una enfermedad grave, ¿qué tenemos que hacer nosotros para aguantar? Podemos hacer tres cosas para beneficiarnos del apoyo amoroso de Jehová. Primero, pídale a menudo a Jehová que le dé sabiduría práctica para lidiar con su enfermedad. Santiago 1:6 dice: “Siga pidiendo con fe, sin dudar nada”. Y Jesús también dijo que tuviéramos fe y no dudáramos. Cuando a una hermana le diagnosticaron una enfermedad grave, se dio cuenta de que tenía que hacer algo. Ella dijo: “Cuando me diagnosticaron cáncer de pulmón y de colon, fue como si me hubieran sentenciado a muerte. Pero, al llegar a casa, pensé: ‘Bueno, no es lo que esperaba, pero tengo que encontrar la manera de hacerle frente’ ”. ¿Qué hizo entonces? Orar, pero no de cualquier manera. Ella dice: “No le pido a Dios que me cure. Le pido que me ayude a ser fuerte y a sobrellevar mi enfermedad”. ¡Qué buen ejemplo! Esta hermana entiende lo que dice el Salmo 41:3, ¿verdad? Si tenemos una enfermedad incurable, tengamos fe en que nos curaremos en el nuevo mundo. Mientras tanto, también tengamos fe en la promesa de Jehová de sostenernos durante las pruebas y las enfermedades. Cambiará nuestra cama, como dice el salmo. O sea, Jehová se asegurará de que no perdamos la esperanza, aunque estemos enfermos. Más bien, nos ayudará a aguantar con fe y confianza. Muchos han comprobado que lo que más les consuela es la oración y leer textos animadores de la Palabra de Dios. Cuando hacemos esto, Jehová nos da fuerzas y nos ayuda a tener paz mental. Esto nos lleva a la segunda cosa que podemos hacer para beneficiarnos de la promesa de Jehová y de su apoyo. Es esta: estudiar y meditar en las promesas de Jehová para fortalecer nuestra convicción de que en el nuevo mundo habrá salud perfecta. Esto sucederá. Pasará lo que dice Isaías 33:24: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. Pero, para meditar en estas maravillosas promesas, tenemos que sacar tiempo para leerlas. Así que saque tiempo para leer algo de la Biblia todos los días. Dedique tiempo a estudiar los Salmos y todo lo que Jesús hizo cuando estuvo en la Tierra. En esos pasajes, encontrará ejemplos reales no solo de aguante, sino de cómo mostró Dios compasión a los enfermos. Hoy día, también podemos encontrar ejemplos de compasión entre nosotros. De hecho, la tercera cosa que pueden hacer los que están enfermos es beneficiarse de la compañía de sus queridos hermanos tanto como les sea posible. Después de estar viviendo durante una pandemia, entendemos mejor lo importante que es esto, ¿verdad? Una hermana que ha tenido que luchar con una enfermedad grave dice: “No se aísle. Permita que sus amigos lo ayuden. A veces se sentirá solo, pero no se aísle”. Son consejos sabios, y están basados en la Biblia. Recuerde siempre que el amor que vemos en el pueblo de Jehová es solo un reflejo del amor que él nos tiene a nosotros. Después de todo, él nos dio la capacidad de amar a otros, y cuando lo hacemos estamos demostrando el amor de Dios. Así que tenga fe en que Jehová puede sostenerlo. Tenga fe en que las Escrituras le consolarán y en que sus familiares y amigos lo apoyarán. Tenga fe en las promesas de Jehová. Y tenga siempre presente que la vida vale la pena aunque esté pasando por una enfermedad grave. En todas las situaciones que hemos analizado hasta ahora, hemos visto que la fe es una cualidad imprescindible. Cuando somos tentados, cuando nos enfrentamos a oposición y cuando tenemos una enfermedad grave, necesitamos fe. También la necesitamos cuando tenemos problemas económicos. Está claro que necesitamos ciertas cosas para sobrevivir y para continuar en nuestro servicio a Jehová. La pregunta es ¿cómo reaccionamos cuando conseguir las cosas necesarias se pone difícil? Comida, ropa, casa, transporte, etc. Cuando conseguir estas cosas es difícil, podemos sentir ansiedad. Es un hecho, sucede. Y evitar esa ansiedad es un desafío que tenemos que afrontar. Si esa es nuestra situación, ¿qué debemos recordar? La promesa de Jehová. Jehová nos promete que, si ponemos el Reino en primer lugar, él nos dará las cosas que necesitamos. Debemos tener fe en esa promesa, una fe muy fuerte. Jesús nos ayudó a ver esta promesa con claridad. El Hijo de Dios sabía que, en este sistema, los problemas económicos afectarían al pueblo de Dios, y por eso incluyó algunas ideas sobre este desafío en su famoso Sermón del Monte. Pero también habló de la promesa que Jehová nos hace. Vamos a leer juntos Mateo 6:33. Mateo 6:33. Jesús vino a la Tierra como humano. Recordemos eso mientras leemos este texto. Él se crio en una familia humilde. Puede ser que conseguir las cosas necesarias no siempre fuera fácil. Pero confiaban en Jehová y tenían lo necesario para servirle. Así que lo que dijo Jesús aquí, en Mateo 6:33, lo dijo como un humano que entendía las dificultades a las que nos enfrentamos. Y ese es el contexto en el que Jesús animó a quienes lo escuchaban a dejar de angustiarse y a confiar en que Jehová los ayudaría. Y mencionó la promesa del versículo 33: “Por lo tanto, sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”. La convicción de Jesús al decir “recibirán esas cosas” provenía de su confianza en las promesas de Dios. Jehová no puede mentir, y su Hijo tampoco miente. Si nosotros ponemos el Reino en primer lugar, veremos cómo se cumple esta promesa en nuestra vida. Hay muchas razones para tener fe en esas palabras. Piénselo: Jehová les da a las plantas y a las aves lo que necesitan para vivir. Con más razón hará lo mismo por sus siervos. Sabemos que esto es cierto no solo porque lo dice la Biblia, sino porque lo vemos en nuestra propia vida. En Mateo 6:26-29, justo antes de decirles a sus discípulos que pusieran primero el Reino, Jesús les pidió que observaran con atención las aves del cielo. ¿Por qué? ¿Qué quería que vieran sus discípulos? Quería que vieran cómo nuestro Padre cuida a esos animalitos, cómo está pendiente de que tengan con qué alimentarse. Tienen lo que necesitan. Las aves no están todo el día preocupadas. Así que no nos preocupemos. Jesús hizo la pregunta “¿No valen ustedes más que ellas?”. Esto nos recuerda que debemos confiar en la promesa de Jehová y en que él quiere y puede cumplirla. El Sermón del Monte nos enseña que la felicidad y la seguridad verdaderas no dependen de las cosas materiales. Lo que importa es nuestra amistad con Jehová. Eso es lo que nos enseñó Jesús. Pero, en la práctica, ¿cómo evitamos angustiarnos cuando tenemos problemas económicos? Recuerde orar con frecuencia. Cuando tenemos problemas que nos agobian, podríamos pasar por alto cosas que normalmente tendríamos en cuenta. Siga orando y tenga fe en la promesa de Jehová. Él escucha nuestras oraciones. Cuando le ore, no le pida tener seguridad económica, sino las cosas necesarias, el pan de cada día, como dijo Jesús. Además, recuerde estudiar la Biblia y meditar en ella todos los días. Esto es algo que podríamos pasarlo por alto cuando nos sentimos agobiados. No permita que le pase eso. Jehová verá su esfuerzo y lo bendecirá por confiar en él. Estudiar y meditar fortalecerá su convicción de que Jehová lo cuidará. Él promete hacerlo. Tampoco olvide cómo lo ayudó en el pasado. Reflexione en lo que Jehová hizo por su pueblo en el pasado y piense en lo que ha hecho por usted. Él no ha cambiado. Meditar en eso fortalecerá su fe y su convicción de que Jehová seguirá ayudándolo en tiempos difíciles. Vivimos en un mundo sin fe y escéptico, ¿verdad que sí? Necesitamos fe y, cuando la tenemos, debemos mantenerla fuerte. Cuando tenemos fe en las promesas de Jehová y no dudamos, podemos enfrentarnos a cualquier problema. Él nos ayudará cuando se nos tiente, cuando suframos oposición, cuando pasemos por una enfermedad grave y cuando tengamos problemas económicos. En estos últimos días tan críticos, todos y cada uno de nosotros debemos fortalecer nuestra fe. Seamos como los apóstoles, que quisieron tener una fe más fuerte. Ellos le expresaron ese deseo a Jesús. Veámoslo en Lucas 17:5. Lucas 17:5. Búsquenlo, por favor. Y también leeremos lo que Jesús les respondió en el versículo 6. Después de la advertencia de Jesús sobre los que hacen tropezar, el versículo 5 dice: “Los apóstoles le pidieron al Señor: ‘Danos más fe’. El Señor les dijo: ‘Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, le ordenarían a este moral “¡Arráncate de raíz y plántate en el mar!”, y este les obedecería’ ”. En otras palabras, tengan fe y no duden. Eso les dijo. Ahora, sería muy raro que alguna vez en su vida usted tuviera que pedirle a un árbol que se arranque de raíz y se plante en el mar. ¿Qué quería enseñar Jesús? Lo siguiente: somos poderosos gracias a la fe. Hasta los desafíos que parecen insuperables se pueden vencer gracias a la fe en el poder de Dios. La fe nos ayuda a rechazar cualquier tentación que se nos presente; la fe nos ayuda a vencer cualquier oposición que surja contra nosotros; la fe nos ayuda a aguantar cualquier enfermedad que podamos pasar, y la fe nos ayudará a confiar en que Jehová nos apoyará cuando tengamos problemas económicos, o sea, a arrancar el árbol de raíz y plantarlo en el mar. En cada una de estas cuatro situaciones, vimos que la oración, el estudio y la meditación nos ayudarán a seguir cerca de Jehová, quien nos dará más fe. Pídasela cada día. Imite los ejemplos de fe que encontramos en la Palabra de Dios, así como los de siervos de Jehová de hoy día. Siga confiando en Jehová. Él cumple todas sus promesas y bendecirá sus esfuerzos por tener fe y no dudar.
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Kenneth Cook: Tengamos fe y no dudemos
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En cada discurso de esta serie, los oradores nos hablarán no solo de lo bonita que es la creación, sino de lo que nos enseña acerca de Jehová. Mediante la creación, Jehová nos muestra claramente cómo es él. Por favor, busquemos Nehemías 9:6. Este texto menciona a los ángeles. Veamos cómo la creación fortalece su fe. Nehemías 9:6: “Solo tú eres Jehová. Tú hiciste los cielos, sí, el cielo de los cielos y todo su ejército. Hiciste la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú los mantienes a todos vivos. Y el ejército de los cielos se inclina ante ti”. Este texto alaba a Jehová por ser el Creador. ¿Se fijaron en la expresión “el cielo de los cielos”? ¿Eso qué es? Bueno, se refiere a toda la extensión de los cielos físicos, es decir, la atmósfera, el espacio exterior y todo lo que hay más allá, los cielos más elevados, todo el universo. Eso es “el cielo de los cielos”. Cuando miramos al cielo, ¿qué vemos?, ¿qué sentimos? ¿Se fijaron en que al principio del versículo dice “los cielos y todo su ejército”? Ese ejército se refiere a todo lo que hay en el universo: los planetas, las estrellas, las galaxias... ¿Pero notaron que al final menciona a otro “ejército de los cielos”? En este caso se refiere a los santos ángeles. Y, cuando estos ángeles miran y ven todo lo que Jehová ha creado, se sienten impulsados a inclinarse ante él, a adorarlo. Observar la creación puede hacer que nosotros queramos hacer lo mismo que ellos. En cada discurso de esta serie, analizaremos algunas creaciones de Jehová. Meditar en ellas fortalecerá nuestra fe en sus promesas. Vamos a ver un video sobre las estrellas. Nuestro sol está considerado como una estrella de tamaño promedio. Sin embargo, la cantidad de energía que nos llega de él a la Tierra es miles de veces el total de energía que utiliza el planeta. En una noche oscura, podemos ver a simple vista unas 3.000 estrellas. Muchas de ellas forman una banda difusa llamada la Vía Láctea. Nuestro sol es solo una de las 200 a 400 mil millones de estrellas que conforman la Vía Láctea. Los astrónomos creen que esta galaxia se agrupa junto a otras 100.000 galaxias en una estructura inmensa llamada supercúmulo. Se estima que hay unos dos billones de galaxias. Entre todas forman el universo físico conocido. La cantidad de estrellas y las distancias que hay entre ellas son inimaginables. Además, la inmensa energía que desprenden es casi imposible de comprender, para nosotros, no para Jehová. Y, después, veremos cómo estas fortalecen nuestra fe en la resurrección. ¡Qué video tan bonito acabamos de ver sobre las estrellas! ¿Verdad que son impresionantes? Pero ¿qué aprendemos de ellas? Las estrellas nos enseñan una lección importantísima e inolvidable sobre Jehová. Los invito a leer Isaías 40:26. En el universo hay un sinfín de estrellas, y su belleza nos deslumbra. ¿Qué nos enseñan sobre el Creador? En este versículo, Jehová nos dice que nos fijemos en las estrellas. Vamos a leerlo: “Levanten la vista al cielo y vean. ¿Quién ha creado estas cosas [las estrellas]? Es aquel que las hace salir como un ejército, contándolas una por una; a todas las llama por su nombre. Su energía dinámica es tan inmensa y su poder tan impresionante que ninguna de ellas falta”. Como vimos en el video, se calcula que hay, más o menos, unos dos billones de galaxias, y cada una cuenta con miles de millones de estrellas. Hagan la cuenta: ¿cuántos nombres de objetos inanimados es capaz de recordar Jehová?, ¿cuántos nombres se sabe de memoria? Pero ¿vieron el final del versículo? Dice que “ninguna de ellas falta”. Se calcula que hay cientos de millones de billones de estrellas. Voy a preguntarles algo: ¿recordará Jehová cómo se llama usted? ¿Y sus seres queridos? Recuerden lo que leímos en el versículo: para Jehová, ninguna estrella falta. ¿Y si murió alguien a quien queremos? ¿Se acordará Jehová de él? Mi texto favorito para cuando muere un siervo de Jehová es Romanos 14:7-9. El versículo 8 dice: “Tanto si vivimos como si morimos, le pertenecemos a Jehová”. La muerte no cambia lo que somos para Jehová. Él sigue viéndonos como sus siervos. Ahora bien, también podría pasar otra cosa. Puede que tengamos familiares que, cuando murieron, no conocían o no servían a Jehová. ¿Qué hay de ellos? Piensen en esto: si Jehová tuvo la capacidad, el poder, para crear esas inmensas estrellas y galaxias, ¿no creen que podrá, igualmente, volver a crear a todos los que están en su memoria? Busquemos Juan 5:28, 29. Vamos a comprobar que esto es así: que tanto los que sirvieron a Jehová antes de morir como los que no lo hicieron, todos, tienen la esperanza de la resurrección, de volver a vivir. Juan 5:28, 29: “No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán: los que hayan hecho cosas buenas, para una resurrección de vida, y los que hayan hecho cosas malas, para una resurrección de juicio”. Así que todos ellos podrán volver a vivir y tendrán la oportunidad de amar a Jehová. Él hará posible este milagro. Al final del video, en la pantalla, aparecía una cita de la Biblia: Salmo 147:4, 5. Ahí dice que Jehová “cuenta el número de las estrellas”, los miles de billones que hay, y también que “las llama a todas por su nombre”. ¡Eso es impresionante! Pero aprendemos otra lección en el libro de Job. Vayamos a Job 14:13, 15. A veces, las estrellas se mueren. Y, sin duda, Jehová se da cuenta. Seguro que también recuerda su nombre. Sin embargo, él no se siente motivado a resucitarlas, a devolverles la vida para que puedan brillar otra vez en el cielo nocturno. Pero ¿qué hay de nosotros? Los seres humanos fuimos creados a la imagen de Jehová y de su Hijo, Jesucristo. En Job 14:13, Job dice: “¡Ojalá me escondieras en la Tumba y me ocultaras hasta que pase tu furia! [Y noten] ¡Ojalá me fijaras un plazo para acordarte de mí!”. Es obvio que el versículo 14 habla de la resurrección. Así que ¿murió Job para siempre igual que una estrella? No. A diferencia de las estrellas, Jehová ansía, desea, devolverles la vida a los seres humanos para que podamos volver a ver ese brillo en sus ojos. Y ahora el versículo 15: “Tú [Jehová] llamarás y yo te responderé [desde la Tumba]. Ansiarás volver a ver la obra de tus manos”. Jehová tiene la memoria para resucitar a las personas, tiene el poder para resucitarlas y tiene el deseo de devolverles la vida a quienes han muerto. Hermanos, ¡observen las estrellas! Ellas fortalecerán su fe en la resurrección. Y, ahora, Patrick LaFranca, ayudante del Comité de Personal, presentará la siguiente parte de esta serie: “Observar la creación fortalece la fe. Los océanos”.
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Kenneth Flodin: Observar la creación fortalece la fe. Las estrellas
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¿Ha estado alguna vez en la playa, respirando la brisa marina, viendo cómo las olas rompen contra las rocas y se van rápidamente después de mojar la arena? A muchos les gusta pasar horas en la playa. La belleza y la inmensidad del océano nos llenan de asombro. Por otra parte, muchos tienen miedo de los terribles daños que puede causar. Como otras fuerzas de la naturaleza, el océano es a veces como un gigante que lo arrasa todo a su paso. ¿Hay algo que los seres humanos podamos hacer para detener el muro de agua de un tsunami? La fuerza de las olas puede ser impresionante. Pueden levantar rocas de unos 3.000 kilos (7.000 libras) a una altura de 6 metros (20 pies). ¿Podrá Jehová devolver el equilibrio al océano y a las demás fuerzas de la naturaleza? En el siguiente video, veremos que los océanos demuestran claramente que Jehová es sabio y poderoso. Millones de metros cúbicos de agua circulan constantemente por el planeta. Cerca de los polos, las masas de agua más fría, más salada y más densa se hunden y generan una corriente de agua casi 100 veces mayor que la del río Amazonas. Esto provoca un ciclo de circulación de agua que puede tardar 1.000 años en completarse: una cinta transportadora oceánica. Este enorme sistema de circulación distribuye calor, lo que contribuye a estabilizar el clima. Y, además, transporta grandes cantidades de nutrientes por todo el mundo, lo que permite que la vida en el planeta sea abundante. Jehová es el Creador de procesos como este y los entiende a la perfección. Como vimos en el video, los océanos son esenciales para la vida en la Tierra. Tristemente, por culpa de la codicia humana, están muy contaminados. El calentamiento global ha elevado el nivel del mar, lo que amenaza las zonas costeras. Al ver que las fuerzas de la naturaleza han perdido su equilibrio, los expertos temen que la vida en la Tierra pronto deje de ser viable. Hermanos, si Jehová tuvo el poder y la sabiduría para crear los océanos, podemos estar seguros de que podrá hacer que vuelvan a funcionar correctamente y de que nunca más nos hagan daño. Aunque los océanos parezcan incontrolables, el poder de Jehová es inmensamente superior. Vamos a ver cómo el Salmo 93:4 describe el poder que tiene. Salmo 93:4: “Jehová es majestuoso en las alturas, está por encima del estruendo de muchas aguas, es más poderoso que las olas del mar al romper”. Aunque el gran océano pueda levantar sus olas hasta el cielo, su poder no se puede comparar con el de nuestro majestuoso Dios. Jehová tiene el poder y la capacidad de controlar perfectamente los océanos. Por eso, podemos estar seguros de que es capaz de proteger a su pueblo sin ningún problema. En Jeremías 5:22, Jehová le recuerda a su pueblo el gran poder que tiene. Leámoslo. Jeremías 5:22: “ ‘¿No me temen?’, dice Jehová. ‘¿No deberían temblar ante mí? Fui yo quien puso la arena como límite para el mar, una norma permanente que este no puede traspasar. Aunque sus olas se agitan, no pueden prevalecer; aunque rugen, no pueden pasar más allá’ ”. Así es, el Dios todopoderoso “puso la arena como límite para el mar”. Cuando las olas golpean fuertemente la arena, esta absorbe la fuerza del impacto del agua. Si Jehová puede impedir que las olas traspasen el límite que les ha impuesto, ¿no podrá también proteger a su pueblo de los ataques violentos de la gente de este mundo, que es como un mar agitado? Jehová demostró su capacidad de controlar las poderosas aguas cuando protegió a los israelitas abriendo el mar Rojo para que pudieran cruzar. La profundidad media de ese mar es de unos 480 metros (1.600 pies). Según ciertos cálculos, el lugar por donde cruzaron los israelitas tenía una profundidad de unos 15 metros (50 pies). ¿Se imaginan ustedes caminando por ese pasillo, con un muro de agua a cada lado de semejante altura? Y, luego, Jehová usó aquellos muros de agua para ahogar a sus enemigos, los egipcios. ¡Qué impresionante! Jehová liberó a su pueblo y derrotó al ejército egipcio usando aquella enorme masa de agua. Jehová también le dio a su Hijo, Jesús, el poder para controlar el mar y el viento. ¿Recuerdan el relato que encontramos en Marcos 4:37-39? Cuando Jesús y sus discípulos cruzaban el mar de Galilea en una barca, una fuerte tempestad de viento agitó el mar y amenazó con hundir la barca. ¿Qué hizo Jesús? “Reprendió al viento y le dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’ ”. Y así calmó al viento y al mar. En aquella ocasión, Jesús demostró lo que hará en la Tierra durante su Reinado de Mil Años. Él controlará las fuerzas de la naturaleza y no habrá razones para tenerle miedo al océano. En los últimos años, el clima ha causado cada vez más problemas y más graves. Lo que antes se consideraba extremo —grandes inundaciones, sequías y enormes tormentas de nieve— ahora es la nueva normalidad. Muchos expertos creen que esto es culpa del daño que los seres humanos hemos hecho al clima y a los océanos. Sin duda, el hombre está destruyendo nuestro planeta. Pero hay buenas noticias. Durante el Milenio, mediante su Reino, nuestro sabio Creador reparará todo el daño que se le ha hecho a la Tierra. Todas las cosas funcionarán tal y como Jehová quería. Además, aprenderemos a cuidar como es debido del hermoso planeta que Jehová nos dio. Y, mientras lo hacemos, todo volverá a estar en perfecto equilibrio, incluso el clima y los océanos. Algunos creen que el ser humano acabará destruyendo el planeta. Pero Jehová nos hace una bonita promesa que nos consuela en el Salmo 104:5. Salmo 104:5: “Él ha establecido la tierra sobre sus cimientos; nunca jamás se la moverá de su lugar”. “Nunca jamás”. Hermanos, el hermoso y profundo océano existirá para siempre. El Creador se asegurará de que sea así. Observar los océanos y meditar en lo que vemos fortalecerá nuestra fe en que pronto disfrutaremos sin miedo de la creación de Jehová para siempre. El hermano James Mantz, ayudante del Comité de Redacción, presentará la siguiente parte de esta serie: “Observar la creación fortalece la fe. Los bosques”.
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Patrick LaFranca: Observar la creación fortalece la fe. Los océanos
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Bienvenidos a todos. La última parte de la asamblea regional “Poderosos gracias a la fe” va a empezar. Mientras ven el siguiente video musical, piensen en cómo nos ayuda tener una fe fuerte a vencer cualquier prueba. Disfruten del video. Hemos llegado a la parte final de esta asamblea regional. En esta sesión, veremos cómo las profecías bíblicas fortalecen nuestra fe, y se hablará de los emocionantes acontecimientos que nos esperan. Antes, cantemos una canción que expresa nuestra decisión de demostrar fe. Es la canción 126, Siempre fuertes, fieles y firmes. Repito, la canción 126. Ya vimos que el profeta Daniel demostró tener fe cuando era joven. Pero ¿qué pruebas le esperaban, y cómo lo fortalecería Jehová? Veámoslo ahora, en la segunda parte de la historia Daniel, un hombre de fe. ¡Aquí están! ¡Por Nebo! ¡Istar! ¡Y Marduk, el más grande de los dioses! ¡Sí! ¡Sí! Llamen a los sabios. ¡Llamen a los sabios! No sé lo que es eso. —El rey...— —No parece que sea un presagio.— No hay nada de esto en los libros, ¿verdad? ¿Están aquí todos los sabios? Los mejores del reino. Necesito hablar con el rey, por favor. Mi señor, su madre está aquí. Oh, rey, vive eternamente. En tu reino hay un hombre que tiene el espíritu de dioses santos. Él te dirá la interpretación. ¿Y quién es? Daniel. ¿Daniel? ¿Quién es Daniel? ¿Eres tú Daniel? Sí, mi señor. He oído que tú eres capaz de dar interpretaciones. Pues bien, si eres capaz de leer la escritura y revelarme su interpretación, haré que te vistan de púrpura, que te pongan un collar de oro en el cuello y que seas el tercer gobernante en el reino. Quédate con tus regalos. Dales tus premios a otros. Aun así, le leeré la escritura al rey. El Dios Altísimo le dio a Nabucodonosor el reino, la grandeza, la honra y la majestad. Pero, cuando su corazón se volvió arrogante, se le quitó el trono de su reino y se le quitó su dignidad. Pero tú, Belsasar, no humillaste tu corazón aunque sabías todo esto. Al contrario, desafiaste al Señor de los cielos. Hiciste que te trajeran los recipientes de su casa. Y luego tú y tus nobles, tus concubinas y tus otras esposas bebieron vino de ellos. Y alabaste a dioses de plata y oro, dioses que no ven nada ni oyen nada ni saben nada. Pero no le diste gloria al Dios que tiene tu aliento en sus manos, y todos tus caminos. La mano la ha enviado él. Esta es la interpretación de las palabras: MENÉ: Dios ha numerado los días de tu reino y le ha puesto final. TEQUEL: tú fuiste pesado en la balanza y eres deficiente. PERÉS: se dividió tu reino y se le dio a los medos y a los persas. Rey Darío, este es Daniel, un judío cautivo de los babilonios. ¿Interpretaste tú la escritura de los dioses? No. No fui yo, oh, rey. Fue mi Dios, el Dios de Israel. Nos convendría tener un sátrapa que comprenda a los cautivos. Reconozco que ser sátrapa no es una posición tan alta como la que Belsasar te dio. Mi señor, Daniel rechazó los regalos y honores que Belsasar le ofreció. Un hombre que no se deja comprar. No serás uno de los sátrapas, serás su supervisor. Tura, anuncia su nombramiento en todo el reino. Quiero que los que están robando del tesoro sepan que tendrán que rendir cuentas. Daniel, vas a hacer un buen trabajo. Solo con la ayuda de Jehová. ¿Por qué cobran tantos impuestos por las tierras? ¿Otra revuelta? Esta vez es mucho peor. Vengo de cobrarle los impuestos a un administrador. ¿Te pagó? Sí, pero se niega a pagarnos “nuestra parte”. Yo tuve el mismo problema. Dicen que lo que estamos haciendo es extorsión. ¿Qué ha cambiado? Daniel. ¿Le han ofrecido algo, para que sea más razonable? No acepta ni un siclo de plata. Daniel dice que lo que ya le pagan es suficiente. No sean tan ingenuos. Es una fachada para ganarse al rey. No le durará. Darío se va a cansar de él muy pronto. Mi señor, parece que hay una discrepancia en las cuentas del tesoro. Tienes que ser valiente para decir eso aquí. Sé que son malas noticias. Lo analizaremos bien. Daniel, el tiempo que llevas aquí te ha hecho muy sabio. ¿Cuántos años han pasado? Más de 70 años. Cuéntame más. Háblame de los sueños que le interpretaste a Nabucodonosor. Las interpretaciones vienen de mi Dios, Jehová. Él fue el que me reveló los sueños. ¿De verdad llevo más de 70 años en Babilonia? ¡La profecía de Jeremías! “Cuando se hayan cumplido 70 años, les pediré cuentas al rey de Babilonia y a esa nación por su error”. ¿Qué significará esto para el pueblo de Dios? “Cuando se cumplan 70 años en Babilonia, yo dirigiré mi atención a ustedes y [entonces] cumpliré mi promesa trayéndolos de vuelta a este lugar”. ¡Judá! Tengo que orar a Jehová y confesar el pecado de mi pueblo. Oh, Jehová, escucha. Oh, Jehová, perdona. ¡Oh, Jehová, presta atención y actúa! No tardes, oh, Dios mío, por causa de ti mismo. Daniel, he venido a ayudarte a comprender y entender. Cuando empezaste a suplicar, se emitió un mensaje y he venido a informártelo. Sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa se han fijado 70 semanas para poner fin a la ofensa, para acabar con el pecado. Daniel, Azarel y Ana están aquí. Hola, Daniel. ¡Cuánto me alegro de verlos! Éfer, ven, siéntate conmigo. Tengo buenas noticias. ¿Qué noticias? Jehová nos dijo hace mucho que volveríamos a Judá. Volví a leer la profecía de Jeremías. Esto es lo que dice Jehová: “Cuando se cumplan 70 años en Babilonia, yo [...] cumpliré mi promesa trayéndolos de vuelta a este lugar”. Setenta años. Eso quiere decir que el pueblo regresará pronto. ¿Cómo estás tan seguro? Jehová envió a un ángel que me lo dijo. ¿Un ángel? Me dijo que la ciudad y el templo serán reconstruidos. Y por fin vendrá el Mesías. Tú vas a ver el templo reconstruido. ¿Y no será peligroso? Jehová está deseando darle a su pueblo cosas buenas. Él le dijo a Isaías que no tendremos hijos para que sufran, porque son la descendencia compuesta por los que Jehová ha bendecido. —Y si Jehová lo dice...— —Se hará realidad.— Pero la tierra está desolada. Nos harán falta constructores buenos para la reconstrucción. Entonces, ¿vas a regresar a Judá? Espero que sí. Sería bueno que se les diera mantenimiento a los caminos. Si no, la situación empeorará cuando llegue la temporada de lluvias. Tura, encárgate de eso. ¿Cómo es que sabes tantas cosas? Yo no tengo el mérito de eso, señor. Yo no... Tenemos muchos hombres importantes que nos dan la información que necesitamos. Daniel, ¿qué pasa con el sátrapa de Susa? ¿Hay que reemplazarlo? Mis hombres lo han estado investigando. Ese sátrapa ha estado robando dinero del palacio. —Eso... ¡es imposible!— —¿No es tu sobrino, Otanes?— Lo es. Y te garantizo que es un hombre honrado. Debe haber un error. ¿Cómo puede Daniel conocerlo mejor que yo? Hablaré con él y resolveré esto. Los medos y los persas no somos tan intolerantes como... estos judíos. Lo solucionaremos. Muy bien. Háganlo pronto. Eso es todo. Señor, siento interrumpirle. Tiene visita. Lo único que hacen los judíos es orar. No podría servir al rey como lo hago sin la ayuda de Dios. ¿Servir al rey? ¿Intimidando a los sátrapas? Hice lo que tenía que hacer. Un extranjero no tiene derecho a decirnos lo que tenemos que hacer. Hago lo que hago por el rey. Ya oímos lo que hiciste por el rey Nabucodonosor. Hiciste que se volviera loco. —Eso fue un mensaje de Jehová.— —Llámalo como quieras,— pero... no te metas en nuestros asuntos. Si piensas que es fácil quitar a un sátrapa, imagínate lo fácil que es deshacerse de un viejo judío como tú. Es un honor estar ante ti. ¿Saben por qué los mandé llamar? No, mi señor. El sátrapa que Daniel sugirió reemplazar, ¿qué pasó con él? Sí, nosotros investigamos bien el asunto. ¿Fue negligente? No. ¿Incumplió sus deberes? No, señor. ¿Envió al tesoro todos los impuestos que cobró? No falta ni un solo siclo de oro ni un solo litro de cerveza. Eso no es lo que dijo Daniel. Daniel sirvió a los reyes de Babilonia bien, pero... Es muy viejo. Otanes quiere decir que es muy mayor para confiar en su criterio. Sus ideas están anticuadas. Además, es un judío. Somos tolerantes con todos los pueblos. Por supuesto. —Claro que lo somos.— —Daniel, estábamos hablando de ti.— Tenías razón. Hubo una revuelta en Susa. Quieren un nuevo sátrapa. Uno que no les robe. —Pero señor, seguro...— —¡Basta!— Yo envié a mis propios inspectores, en los que confío. Daniel, tú destacas sobre estos hombres. Imagina lo que lograría si fueras mi primer ministro. Quizás podamos hablar con el rey. No servirá de nada. Daniel lo está manipulando. Necesitamos acusar a Daniel de algo que Darío no pueda pasar por alto. Pero nadie ha podido acusarlo de nada. Por ahora. Reúne un equipo que investigue nuestras leyes, seguro que ha violado alguna. Tú, pregunta a los mercaderes, inspectores, funcionarios..., a cualquiera que pueda acusarle de algo. Háganle saber al que lo acuse que recibirá una buena recompensa. Tenemos los registros babilonios Busquemos algún escándalo en el que Daniel pueda estar implicado. No hay nada en los registros. ¿Encontraste algo? No falta ni un siclo de plata. De hecho, cuando Daniel investiga un asunto, la corrupción desaparece. Sigue investigando. Nadie habla mal de él. Todo el mundo lo quiere. El rey confía en él. Normalmente, nadie les hace caso a los comerciantes extranjeros cuando les roban. Pero Daniel los defiende, investiga lo que pasa y obliga a los ladrones a devolverles lo que les robaron. Hasta sus amigos están limpios. Nabucodonosor prohibió que se hablara en contra de su Dios. Supuestamente, ese Jehová los salvó del horno cuando se negaron a adorar un dios babilonio. ¿Los judíos no adoran a otros dioses? Eso parece. Acabas de solucionar el problema. Katu, Otanes, ¿qué es lo que quieren? Oh, rey Darío, vive eternamente. Esta Babilonia de la que tú eres rey es poderosa, pero su gente es muy variada. Hay babilonios, egipcios, griegos y otros. Sí, Otanes, ya lo sé. Eres el rey legítimo, pero un extranjero recién llegado. La gente debe adaptarse, si no, el reino podría volverse inestable. ¿Qué sugieren? Todos los funcionarios reales, prefectos, sátrapas, altos funcionarios y gobernadores se han puesto de acuerdo en que se emita un decreto real y una prohibición. Que durante 30 días el que le haga una petición a un dios o a un hombre en vez de a ti, oh, rey, debe ser arrojado al foso de los leones. Tenemos que impedir que la gente se rebele. Recuerda lo que pasó en Susa. Ahora, oh, rey, emite el decreto y fírmalo para que no se pueda cambiar, de acuerdo con la ley de los medos y los persas. Que no se puede anular. Nuestro imperio está experimentando el mayor periodo de paz y prosperidad de su historia. Los recientes actos de rebeldía ocurridos en Susa, así como otros actos similares llevados a cabo por grupos radicales, amenazan nuestro estilo de vida, un estilo de vida que no sacrificaremos bajo ningún concepto. En honor a la gloriosa libertad que garantiza el imperio y como recordatorio de su soberanía, yo, Darío el medo, emito el siguiente decreto: Durante 30 días cualquiera que le haga una petición a un dios o a un hombre en vez de al rey, debe ser arrojado al foso de los leones. ¿No irás a casa a orar, verdad? Azarel, ya me conocen, y mis enemigos también. Oro con la ventana abierta tres veces al día, todos los días. Si cediera, aunque fuera un poco, ¿qué pensarían? Que dejaste de orar por completo. O peor aún, que cambié mi adoración a Jehová por mi vida. Conozco a Jehová y, si confío en él, me premiará. No sé cómo lo hará, pero lo hará. Pídanle a Jehová que yo no pierda la fe, que todos la mantengamos, sin importar lo que pase. Tengo algo para ti. La cena está lista. “Jehová es mi luz y mi salvación. ¿A quién le tendré miedo?”. “Óyeme, oh, Jehová, cuando grito por ayuda; concédeme tu favor y respóndeme. [...] Tu rostro, oh, Jehová, trataré de encontrar. [...] Tú eres quien me ayuda; no me abandones, no me dejes, mi Dios de salvación”. Oh, rey, vive eternamente. ¿No es cierto que firmaste una prohibición que dice que durante 30 días cualquiera que le haga una petición a un dios o a un hombre... En vez de a ti, oh, rey. ... será arrojado al foso de los leones? Sí, así quedó establecido de acuerdo con la ley de los medos y los persas. ¿Cuál es el problema? Daniel, uno de los desterrados de Judá, no te ha obedecido, oh, rey, ni tampoco ha obedecido la prohibición que firmaste. Ora todos los días, tres veces. ¿Daniel? No puede ser cierto. ¿Están seguros? Ni siquiera lo ha negado. ¿Alguien lo vio? Todos nosotros lo vimos, señor. Somos testigos. Pero ya es viejo. ¿Sabe lo que hace? Es un alto funcionario. Seguro que sabe lo que significa obedecer al rey. Váyanse. ¿Arrestamos a Daniel? Yo me encargaré de él. Daniel debe ser castigado, para que sirva de ejemplo. Lo quitaré de su cargo, y abandonará la ciudad mañana por la mañana. Mi señor... Todos sabrán que la ley hay que obedecerla. Pero la ley dice claramente que el culpable debe ser echado al foso de los leones, mi señor. Ya sé lo que pretenden. ¿Es que no tienen vergüenza? La ley de los medos y los persas dice que no se puede cambiar ningún decreto o prohibición que el rey haya emitido. Solo queremos que el rey reciba la honra que se merece. Llévenlo al foso. Tu Dios, a quien sirves con constancia, te rescatará. ¡Quiten la piedra! ¿Daniel? Daniel. Oh, rey, vive eternamente. ¡Está vivo! ¡Súbanlo! Mi Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones, y no me hicieron ningún daño, pues se me ha considerado inocente ante él. Y tampoco te he hecho nada malo a ti, oh, rey. Armenia ahora es mía. Daniel no supo aprovecharse de ella. Sus caballos son perfectos para nuestra caballería. Yo también me quedaré algunos. Está bien, quédate tú con Armenia. Yo me quedaré con Bactriana y sus piedras preciosas. ¿No es demasiado pronto para que se dividan el reino de Daniel? ¡Miren en el cuarto de atrás! ¿Qué significa todo esto? ¡Quedan arrestados por delitos contra el rey Darío! A quien el rey mandó arrestar fue a Daniel, no a nosotros. Daniel fue arrestado y echado al foso. Y fue liberado esta mañana, sin un solo rasguño. ¡No puede ser! Puede que los leones no tuvieran hambre. O que estén enfermos. ¿Enfermos? ¿Sin hambre? Échenlos al foso con sus familias, que prueben sus teorías. ¡Nooo! —¡No hagas esto, yo te serví!— —¡Nooo!— —¡No, por favor!— —¡Nooo!— Doy la orden de que la gente de todo rincón de mi reino debe temblar de temor ante el Dios de Daniel. Porque él es el Dios vivo y permanece para siempre. Su reino nunca será destruido. “Él rescata, salva y realiza milagros y cosas impresionantes en los cielos y en la tierra, porque ha rescatado a Daniel de las garras de los leones”. ¿Darío escribió eso? Se lo ha enviado a todo el mundo. Estábamos muy preocupados. ¿Te asustaste? Tuve mucho miedo. Pero Jehová nos ayuda cuando tenemos miedo. A ellos les da miedo ir a Jerusalén. ¡Éfer! No lo hemos decidido todavía. ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer? El rey dice que todos podemos ir. Me encantaría ir..., pero creo que ya es demasiado tarde para mí. Entonces, yo tampoco quiero irme. Oh, no, no, no llores. Si te vas, verás una ciudad mucho mejor que la que yo dejé. Verás cómo se cumplen las profecías. Y podrás ver una ciudad llena de gente que adora a Jehová y un nuevo templo, el edificio más hermoso de toda la Tierra. ¿Viste al vecino de al lado? No, no lo vi en todo el día. El otro día vi a Elí. Mantente cerca de Jehová. Él te va a bendecir. “Una cosa le he pedido a Jehová [...]: que pueda vivir en la casa de Jehová todos los días de mi vida para contemplar la bondad de Jehová y recrearme mirando su templo”. Daniel, necesitas descansar. Daniel, eres un hombre muy valioso. He sido enviado a ti. No tengas miedo, Daniel. Tus palabras han sido oídas desde el primer día en que te decidiste de corazón a entender y a humillarte delante de tu Dios. He venido a hacer que entiendas lo que le ocurrirá a tu pueblo en la parte final de los días. No me queda aliento. Y no tengo fuerzas. No tengas miedo, hombre muy valioso. Ten paz. Sé fuerte. Sé fuerte. Habla, mi señor, porque me has fortalecido. Te informaré de las cosas anotadas en los escritos de la verdad: “¡Mira! Surgirán tres reyes más en Persia, y el cuarto acumulará mayores riquezas que todos los demás”. Mi señor, ¿cuál será el resultado de estas cosas? Feliz el que se mantiene a la expectativa. Sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte. Si comemos eso, desobedeceremos a nuestro Dios. ¿Temes a tu Dios? Le temo. Las interpretaciones vienen de mi Dios, Jehová. Yo sé que él me revelará tu sueño. Jehová está deseando darle a su pueblo cosas buenas. Conozco a Jehová y, si confío en él, me premiará. No sé cómo lo hará, pero lo hará. ¡Qué historia tan animadora! Igual que Daniel, nosotros le pedimos a Jehová que nos ayude y nos proteja. La siguiente canción habla de nuestra confianza en Dios. La canción se titula ¡Jehová será tu Salvador! Cantemos la canción 150. Canción 150.
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Domingo tarde (parte 1) | Asamblea regional del 2021 “Poderosos gracias a la fe”
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¿Qué haríamos si no hubiera bosques? Los bosques contribuyen a que tengamos agua dulce. También purifican el aire y convierten el dióxido de carbono en el oxígeno que necesitamos para vivir. Está claro: los bosques son esenciales para la vida. Pero los científicos advierten que pronto podríamos perder este valioso recurso. Y, por eso, mucha gente se pregunta si a Dios le importa lo que está pasando con los bosques. Quizás nos preguntemos: “¿Impedirá la destrucción de los bosques que Jehová cumpla su promesa de convertir la Tierra en un paraíso?”. La respuesta a esta pregunta es: ¡desde luego que no! ¡Imposible! Sin duda, Jehová lo tiene todo bajo control. Veamos el siguiente video. Fortalecerá nuestra fe en quien diseñó los bosques. Los árboles pueden llegar a hacerse muy fuertes y aguantar grandes temporales. Ahora bien, si no se descompusieran al morir, los árboles y las hojas se amontonarían, y los nutrientes quedarían atrapados en su interior. Pero sí se descomponen, ¿cómo? La mayoría de los animales no pueden comer madera ni hojas secas, pero los hongos sí. Descomponen los tejidos vegetales muertos, y así los ablandan. Los escarabajos y las termitas perforan la madera, lo que permite que los hongos se esparzan en su interior y la ablanden aún más. Así otros insectos pueden unirse al festín. Las lombrices oxigenan el terreno y entierran nutrientes que serán utilizados por otras plantas. A los organismos descomponedores se les ha llamado los héroes anónimos del mundo natural. Reciclan la materia orgánica para que otros seres vivos la puedan reutilizar. Mediante este proceso, Jehová hizo posible que disfrutáramos de la exuberante belleza de nuestro planeta, generación tras generación. ¡Qué impresionante! ¿Volverá a ver los bosques con los mismos ojos? ¿Cómo nos beneficia a nosotros y a nuestro futuro el proceso de descomposición y reciclaje de la materia orgánica? Los escarabajos, las termitas, las lombrices... —esos héroes anónimos del mundo natural— seguirán haciendo su trabajo por toda la eternidad. Piensen en esto: si Jehová fue tan sabio como para crear los bosques con la capacidad de regenerarse, ¿no creen que también sabrá cómo reparar el daño que los seres humanos le han hecho a la Tierra? Jehová no nos ha dicho todo lo que tiene pensado hacer para limpiar la Tierra, pero podemos estar seguros de que cumplirá su promesa y hará “nuevas todas las cosas”. Por favor, busquemos el Salmo 37:10, 11, 29. En estos versículos, Dios hace una promesa relacionada con los seres humanos y la Tierra. Salmo 37:10, 11, 29 dice: “Solo un poco más, y los malvados ya no existirán; mirarás adonde estaban, y ya no estarán allí. Pero los mansos heredarán la tierra y disfrutarán plenamente de abundante paz. [...] Los justos heredarán la tierra y vivirán en ella para siempre”. ¡Qué animador! Las personas justas y mansas vivirán en la Tierra para siempre. Y, claro, la Tierra será un paraíso. Pero, miren, hacen falta por lo menos dos cosas para que se cumpla la promesa de Jehová. Él ya hizo la primera cuando creó los bosques, tal como vimos en el video. Jehová los diseñó con la sorprendente capacidad de regenerarse por sí mismos. Es verdad que el hombre ha maltratado los bosques durante largo tiempo, pero Jehová los hizo con un sistema de regeneración que les permita revertir el daño que les ha hecho el hombre. ¿Verdad que pensar en el diseño de los bosques fortalece nuestra fe en que Jehová traerá un paraíso? La segunda cosa que hace falta para que la Tierra sea un paraíso se menciona en el versículo 10 del Salmo 37, que acabamos de leer. Ahí dice: “Y los malvados ya no existirán”. Jehová no solo reparará el daño que ha causado el ser humano, sino que también eliminará la raíz del problema. La gente codiciosa que sobreexplota estos recursos naturales desaparecerá. Por eso, no hay razones para tener miedo de que el ser humano siga destruyendo la Tierra hasta llegar al punto en que no haya vuelta atrás. Jehová sabe todo lo que ocurre. Por favor, vayamos a Apocalipsis, capítulo 11, y leamos el versículo 18. Este versículo nos asegura que a Jehová le importa lo que le pasa al planeta. ¡Al fin y al cabo es suyo! Y también nos confirma que les va a pedir cuentas a los seres humanos por lo que están haciendo. Apocalipsis 11:18 dice lo siguiente: “Pero las naciones se llenaron de ira, y entonces vino tu propia ira y vino el tiempo fijado para que los muertos sean juzgados y para recompensar a tus esclavos, los profetas, así como a los santos y a los que temen tu nombre —tanto a los pequeños como a los grandes—, y para destruir a los que están destruyendo la tierra”. ¿Vieron? Jehová no permitirá que la gente malvada destruya su hermosa creación. ¡No! ¡Nada impedirá que Jehová cumpla su propósito para la Tierra! Lo que hemos aprendido de los bosques fortalece nuestra fe en que Jehová cumplirá todo lo que tiene pensado hacer. Job, un hombre de fe, expresó esa misma convicción. Vamos a verlo en la Biblia. Como muestra Job 42:2, él se sintió impulsado a decir sobre Jehová: “Ahora sé que puedes hacer cualquier cosa y que nada de lo que tienes en mente es imposible para ti”. ¿Y qué tiene Jehová en mente? Por ejemplo, transformar la Tierra en un paraíso y llenarla de bosques frondosos y exuberantes. Gracias a ellos, tendremos suficiente agua dulce, respiraremos aire puro y el dióxido de carbono seguirá transformándose en oxígeno. En el video que acabamos de ver, se citaban las palabras del Salmo 96:12: “Que [...] todos los árboles del bosque griten de alegría”. Tan solo con existir, los bosques alaban al Creador. Y nosotros también podemos alabar a Jehová con gritos de alegría. Por lo tanto, queridos hermanos, observemos la creación para fortalecer nuestra fe. Porque, si lo hacemos, podremos vivir para siempre y disfrutar de los maravillosos y esenciales bosques que alabarán a nuestro Creador, Jehová, por toda la eternidad. El hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción, presentará la siguiente parte de esta serie: “Observar la creación fortalece la fe. El viento y el agua”.
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James Mantz: Observar la creación fortalece la fe. Los bosques
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Piensen en lo que va a suceder muy pronto, como la gran tribulación y el Armagedón. ¿No creen que es necesario que fortalezcamos nuestra fe ahora? De hecho, en Ezequiel, capítulo 38 —y pueden poner una marca allí—, los versículos 14 y 15 dicen que los enemigos de la adoración pura atacarán al pueblo de Dios e intentarán destruirlo. El versículo 14 dice que Gog —que sabemos que es una coalición de naciones— vendrá contra el pueblo de Dios. Y el versículo 18 dice que ese día Jehová desatará su “gran furia” contra sus enemigos. Ahora bien, ¿confiaremos usted y yo en la promesa de Jehová de que salvará a su pueblo? Nuestra fe se fortalecerá si analizamos otra creación de Jehová: el impresionante poder del viento y el agua. Espero que disfruten de ver el siguiente video. El granizo... aunque está hecho de hielo es muy diferente a la nieve. Normalmente, el granizo se forma en climas templados. Cuando grandes tormentas eléctricas generan corrientes ascendentes de aire muy poderosas, esas corrientes pueden elevar partículas de polvo o de hielo a la parte superior de las nubes. Allí, el agua que las rodea se congela. Cada vez que esto sucede, se añaden nuevas capas de hielo a las partículas, hasta que se convierten en bolas de granizo y, por el peso, caen. Las tormentas de granizo pueden ser muy destructivas. En una ocasión, una de estas tormentas arrojó piedras de granizo que pesaban más de un kilo (dos libras). Jehová ha usado el granizo para demostrar su poder y defender a su pueblo, como en el caso de la séptima plaga de Egipto. Cuando Josué peleó contra los amorreos, Jehová provocó una gran granizada. Murieron más amorreos por el granizo que por la batalla. El granizo también se menciona entre los elementos que Jehová usará en el futuro contra quienes ataquen a su pueblo. Como vimos, el viento y el agua en forma de granizo tienen mucha fuerza y pueden ser muy destructivos. Una ¡Despertad! en inglés de hace muchos años dijo que algunas personas han resultado heridas o incluso han muerto por el granizo. Fueron golpeadas por piedras de más de medio kilo (o libra y media) y de 12 centímetros (o 5 pulgadas) de diámetro. Eran más grandes que esta pelota. ¡Y hay registros de piedras de granizo aún más grandes! Ahora bien, Jehová ha usado el viento y el agua para defender a su pueblo. Al fin y al cabo, él creó esas fuerzas naturales y las puede controlar a la perfección. Vayamos al Salmo 147 y leámoslo juntos. Los versículos 17 y 18 nos confirman que Jehová es el Creador de estas fuerzas naturales. Leamos esos versículos: “Arroja su granizo como pedazos de pan. ¿Quién puede soportar su frío? A una orden suya, este se derrite. Hace soplar su viento, y las aguas fluyen”. ¿Notaron de quién son esas fuerzas naturales? En el 17 dice “su granizo” y en el 18 dice “su viento”. Así que son de Jehová y los puede controlar. Ya lo demostró en el pasado. ¿Recuerdan los ejemplos del video? Uno es cuando los israelitas lucharon contra los amorreos, como dice Josué, capítulo 10. El versículo 11 dice que, mientras los amorreos huían, Jehová les lanzó “grandes piedras de granizo” desde el cielo, y murieron. “De hecho, murió más gente por el granizo que por la espada de los israelitas”. Saber que Jehová puede controlar las fuerzas de la naturaleza fortalece nuestra fe. Esto nos convence de que él podrá usar estos poderosos elementos en el futuro para defender a su pueblo en el Armagedón. El video citaba parte de un texto que destaca este punto. Si les parece, vamos a leerlo juntos. Job 38, y leamos los versículos 22 y 23: “¿Has entrado en los depósitos de la nieve o has visto los depósitos del granizo, que yo he reservado para el tiempo de angustia, para el día de batalla y de guerra?”. ¿Vieron que dice que Jehová tiene depósitos de granizo reservados “para el día de batalla”? Y el Salmo 135:7 dice que tiene almacenes de viento. En estos versículos, Jehová dice que tiene algunas cosas reservadas para usarlas de manera especial. ¿Cómo puede fortalecer nuestra fe saber que Jehová tiene estos almacenes? Cuando los enemigos de Dios nos ataquen en la gran tribulación, no importa lo fuertes o peligrosos que parezcan, es imposible que sobrevivan a la furia de Jehová. Por favor, volvamos a Ezequiel 38, y fijémonos en el versículo 22. Aquí se mencionan cosas que Jehová va a utilizar contra sus enemigos. Además de la peste, el fuego y el azufre, noten qué otras cosas va a utilizar. Como en la mitad, dice: “Haré que caiga una lluvia torrencial, [y además] granizo”. Para destruir a las personas malas, Jehová usará el agua. Y puede que también use granizo, aunque no sabemos de qué tamaño. Llegado ese momento, ¿habrá razones para tener miedo? ¡Claro que no! 2 Pedro 2:9 nos asegura: “Jehová sabe rescatar de las pruebas a las personas que le tienen devoción”. Para que no suframos ningún daño, Jehová tendrá bajo control las fuerzas naturales. Lo que hemos aprendido de la fuerza del viento y del agua debería hacernos poderosos gracias a la fe. Esto debería convencernos de que Jehová no solo nos va a proteger en el futuro, sino de que ya lo está haciendo ahora. Por ejemplo, no hay razones para tener miedo de las prohibiciones y las amenazas de los gobiernos. El que controla los almacenes del viento y el granizo es nuestro ayudante. Según Hebreos 13:6, no debemos tener miedo. No lo tengamos ahora, ni lo tengamos en el futuro cuando Jehová use las fuerzas naturales para destruir a nuestros enemigos. Veamos lo que nos asegura Jehová en Ezequiel 38:23: “Yo sin falta me engrandeceré, me santificaré y me daré a conocer ante los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová”. ¡Qué momento tan emocionante! Los enemigos de Dios sabrán que es Jehová, el Altísimo, el que los está destruyendo. Si pensamos en nuestro maravilloso futuro y meditamos en la creación, estaremos completamente convencidos de que la victoria es de Jehová. Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará la siguiente parte de esta serie: “Observar la creación fortalece la fe. Los animales marinos”.
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Leonard Myers: Observar la creación fortalece la fe. El viento y el agua
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¿Le resulta difícil conseguir lo necesario para usted o su familia? Muchas personas no tienen las cosas más básicas, como comida, agua potable o una vivienda digna. Y eso hace que algunos se pregunten si de verdad Dios se preocupa por la gente. Pero el pueblo de Jehová es diferente. Nosotros sabemos que Jehová se preocupa por toda su creación. Pero también sabemos que nuestra fe se pone a prueba cuando surgen problemas. Entonces, ¿cómo podemos fortalecer nuestra fe y así estar fuertes para soportar los problemas? ¿Qué piensan? Una manera de hacerlo es analizando cómo Jehová cuida de todos los animales. ¿Cómo nos ayuda eso? Estudiar los animales nos convencerá aún más de que Jehová también nos cuidará. Veamos un ejemplo de esto en el siguiente video y fijémonos en cómo Jehová alimenta a un gigantesco animal marino. El animal más grande que existe es también el animal más grande que haya existido jamás: la ballena azul. Las ballenas azules pueden llegar a medir más de 30 metros (98 pies) de largo y pesar hasta 180 toneladas. Tan solo su corazón puede pesar cientos de kilos. ¿Cómo encuentra una criatura de semejante tamaño suficiente comida? La ballena azul viaja largas distancias buscando kril, que son unos crustáceos muy pequeñitos. Cuando una ballena encuentra un banco de kril, se abalanza sobre él abriendo su gigantesca boca. Puede engullir cientos de kilos de kril en cada bocanada y comer varias toneladas al día. Las ballenas azules comen muchísimo. Aun así, Jehová les da lo que necesitan. Y también nos dará a nosotros lo que nos haga falta. Hermanos, ¿no es impresionante ver cómo Jehová cuida todos los animales, incluso los animales marinos? La Biblia lo describe muy bien en el Salmo 104:27, 28: “Todos ellos esperan que les des su alimento al debido tiempo. Ellos juntan lo que les das. Cuando abres tu mano, se sacian de cosas buenas”. Meditar en cómo Jehová alimenta a los animales fortalece nuestra fe. Por ejemplo, ¿recuerdan el tamaño de la ballena azul? (Lo vimos en el video). Ahora imagínese que le dan la tarea de alimentar a una sola de estas ballenas. Solo tiene que asegurarse de que coma bien todos los días. ¿Se lo imagina? ¿Por dónde empezaría? Tendría que contratar mucha gente, tendría que ver cómo conseguir la comida, cómo llevar la comida donde está la ballena y, claro, también saber por dónde está la ballena. Tendría que dedicarse solo a eso. Y eso solo para una ballena. ¡Y hay miles de ellas! Pero Jehová se encarga de alimentarlas todos los días, sin que nos demos ni cuenta. Como vimos en el versículo 27, todas ellas esperan que Jehová les dé su alimento. Pero eso no significa que la ballena flote panza arriba esperando que la comida le caiga en la boca. ¡No! Tiene que nadar, buscarla y, cuando la encuentra, ir tras ella. Pero es Jehová el que se la da. En el 28 dice que lo que Jehová les da ellas lo juntan. Pero no nos imaginamos a la ballena pensando: “¿En serio? ¿Peso 180 toneladas y me vas a dar para comer esos crustáceos tan pequeños? ¿No podrías darme un par de atunes grandes todos los días y ya está?”. No, ellas juntan lo que Jehová les da. Y el versículo 28 dice que ellas se sacian de lo que Jehová les proporciona. ¿Qué aprendemos? ¿Recuerdan la idea que se mencionaba en el video? Si Jehová les da a ellas lo que necesitan, también nos lo dará a nosotros. Meditar en la creación fortalece nuestra fe y nos ayuda a confiar en que Jehová nos cuidará. Veamos cuatro lecciones que aprendemos de la manera en cómo Jehová cuida de su creación. La primera lección es que, si Jehová tiene el deseo de cuidar a los animales y darles lo que necesitan, ¿no tendrá también el deseo de cuidar de usted y su familia? Recuerden lo que Jesús dijo en Mateo 6:26. Allí, él dijo que Jehová cuida de su creación, incluso de las aves más pequeñas, y añadió: “¿[...] Acaso no valen ustedes más que ellas?”. Si Jehová se siente impulsado a cuidar de los animales, puede estar seguro de que también se siente impulsado a cuidar de usted y su familia. La segunda lección es que no debemos preocuparnos excesivamente por el futuro. Más bien, pidámosle con fe a Jehová que nos dé lo que necesitamos. Busquemos Mateo 6:31, 32. “Así que nunca se angustien y digan: ‘¿Qué vamos a comer?’, o ‘¿Qué vamos a beber?’, o ‘¿Qué vamos a ponernos?’. Porque es la gente de las naciones la que busca todas estas cosas con tanto empeño. Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas”. ¿Vieron que Jehová sabe exactamente lo que necesitamos? Pues ha prometido que nos lo dará. Y, si Jehová tiene la capacidad de alimentar una ballena azul de 180 toneladas, ¿no tendrá también la capacidad de alimentarlo a usted y a su familia? ¡Por supuesto! Así que hagamos lo que podamos y confiemos en que Jehová hará el resto. Y, como decía el salmo que leímos, esperemos nosotros también con confianza que Jehová nos sacie de cosas buenas. La tercera lección es que Jehová nunca nos va a abandonar cuando tengamos problemas. Leamos en Hebreos 13 la parte final del versículo 5. Jehová dice: “Nunca te dejaré y jamás te abandonaré”. Jehová nunca nos abandonará, ni siquiera en los momentos más difíciles. ¿Cómo nos ayuda saber esto? Bueno, nos ayuda a tomar buenas decisiones; decisiones sobre el empleo, la familia y el servicio a Jehová. Todos conocemos bien las palabras de Jesús en Mateo 6:33: “Sigan buscando primero el Reino [...], y entonces recibirán también todas esas cosas”. Por último, la cuarta lección: Jehová promete que satisfará de sobra nuestras necesidades en el nuevo mundo. Pensemos en la bonita promesa que nos hace en Isaías 65:22. Ahí dice: “Los días de mi pueblo serán como los días de un árbol”. Los científicos dicen que la ballena azul vive unos 80 o 90 años. Y Jehová sigue alimentándola, no deja de hacerlo durante toda su vida. Eso nos da la confianza de que para Jehová no es nada difícil cumplir su promesa y cuidarnos por toda la eternidad. Hermanos, la Biblia y la creación son prueba irrefutable de que Jehová siempre nos cuida. Son prueba de que nos cuida ahora, de que nos cuidará cuando tengamos problemas y de que nos seguirá cuidando por toda la eternidad. Por eso, hermanos, ¡fortalezcamos nuestra fe! ¡Fortalezcamos nuestra confianza en Jehová! ¡Seamos poderosos gracias a la fe! Necesitamos fe ahora, y la necesitaremos aún más para enfrentarnos a lo que vendrá. Ahora, Ron Curzan, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el discurso final de esta serie: “Observar la creación fortalece la fe. El cuerpo humano”.
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Robert Luccioni: Observar la creación fortalece la fe. Los animales marinos
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¿Está cansado de estar cansado? ¿Le enferma estar enfermo? Muchos de nosotros sentimos el peso de vivir en este viejo sistema. Pero ¿qué podemos hacer? Bueno, todos intentamos cuidarnos y buscar ayuda. Quizás vamos al médico, o hacemos dieta, ejercicio y descansamos más. Pero, hagamos lo que hagamos, estamos infectados con el pecado. Y por culpa del pecado nos enfermamos y envejecemos. Nos hacen mil promesas, pero ¿son ciertas? No hay píldora, tratamiento, dieta ni programa de ejercicios que nos cure completamente, que nos quite las enfermedades. No hay nada que nos dé lo que queremos y necesitamos: salud perfecta. Pero sí hay una promesa registrada en la Palabra de Dios que merece toda nuestra confianza. Podemos leerla en Isaías 33. Fijémonos en las tranquilizadoras palabras que nos dice Jehová mediante el profeta Isaías, en el capítulo 33, versículo 24. Ahí dice: “Y ningún habitante [nadie] dirá: ‘Estoy enfermo’. La gente que viva en esta tierra será perdonada por su pecado”. Dios quitará el pecado en el nuevo mundo. ¿Cree que eso es verdad? ¿Realmente podemos confiar en esta promesa de Jehová? Sí, esto no es una promesa vacía que nos hace cualquiera. Es una promesa de nuestro Creador, Jehová. Él sí puede garantizarlo. Pero ¿qué podemos hacer ya para fortalecer nuestra fe en estas promesas? Como destaca esta serie de discursos, debemos detenernos y observar la creación de Jehová. ¡Hagamos eso otra vez! Veamos cómo el cuerpo humano tiene la sorprendente capacidad de regenerarse. Disfrutemos del siguiente video. Nuestros huesos son impresionantes. Soportan el peso de nuestro cuerpo, protegen nuestros órganos y almacenan la mayoría del calcio del cuerpo, un mineral que es esencial para nuestra salud. Aunque no pesan mucho, los huesos son muy fuertes. Los pies de un atleta, al saltar, pueden soportar fuerzas de una intensidad varias veces superior a su propio peso. Los huesos se pueden comprimir y tienen cierta flexibilidad, pero algunas veces se rompen. Un hueso fracturado puede sanar bien si se coloca correctamente. La zona donde está la fractura se inflama. Entonces, el cuerpo envía células a esa zona que generan tejido blando entre las partes rotas. El tejido blando se reemplaza por tejido más duro. Y poco a poco el tejido se va convirtiendo en hueso, hasta que este queda sanado por completo. En los niños, las fracturas pueden sanar sin dejar rastro. Jehová le dio a cada uno de los huesos de nuestro cuerpo la increíble habilidad de sanarse. ¡Qué video tan interesante! Aprendimos mucho de lo que ocurre en nuestro cuerpo. Todos sabemos que, cuando nos cortamos o nos rompemos un hueso, nuestro cuerpo se cura solo, lo damos por sentado. El rey David estaba muy impresionado por cómo está creado el cuerpo humano y por cómo funciona. Y eso que él no tenía el conocimiento que hay ahora ni la tecnología moderna, como la máquina de rayos X o el microscopio. Pero él observaba la creación de Jehová y se daba cuenta de que estamos hechos de forma impresionante. Veamos lo que dijo en el Salmo 139:14. Y seguro que ustedes piensan lo mismo. Dice: “Te alabo porque estoy hecho de forma maravillosa, impresionante. Tus obras son maravillosas, y eso lo sé muy bien”. Ahora bien, ¿por qué tenía David una fe fuerte en Jehová y en sus promesas? Es decir, ¿qué lo ayudó a fortalecer la fe? ¿Se fijaron en que dijo “eso lo sé muy bien”? El rey David se tomó el tiempo para pensar, para meditar, para observar la creación. Eso fue lo que lo ayudó a tener una fe más fuerte. Así es, buscó el tiempo. No permitió que lo que ocurría a su alrededor le impidiera observar la creación. Eso fue lo que lo inspiró. Eso fue lo que lo motivó a darle la alabanza a Jehová. Y nosotros debemos imitarlo. Es cierto que no tenemos la vida y la salud perfectas que Jehová quería que tuviéramos. Aun así, la manera como estamos hechos es impresionante. Jehová quiere que sigamos viviendo, eso es evidente. Y, como mostró el video, el cuerpo es tan maravilloso que se repara constantemente a sí mismo sin que seamos conscientes de ello. Pero eso conlleva un riesgo. Pudiéramos estar tan ocupados que no paráramos, que no nos detuviéramos a pensar, a reflexionar: “¿Por qué Jehová hizo esto? ¿Por qué nos hizo tal como somos?”. Es verdad que estamos ocupados pensando en cómo cuidar a la familia, nuestra salud, pagar las cuentas... Pero, como David, tenemos que parar, pausar... Tenemos que meditar en lo que Jehová ha hecho. Como a David, la creación puede motivarnos a alabar a Jehová. Aprovechemos cualquier oportunidad para observarla. Y piensen en esto: si Jehová creó nuestro cuerpo con la capacidad de sanarse a sí mismo, como vimos antes, sin duda puede curar todas las enfermedades. Puede revertir el envejecimiento y puede hacer que en el nuevo mundo nadie se enferme. Cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró que podía curar “todo tipo de enfermedades y todo tipo de dolencias” gracias al poder que le dio Jehová. “Todo tipo” es cualquier enfermedad. Curó a los ciegos, a los cojos, a los epilépticos, a los leprosos y hasta les devolvió la vida a los muertos. De verdad, hermanos, ¿no es impresionante pensar en eso? ¡Qué emocionante debió ser ver aquello! Pero lo que hizo Jesús fue una muestra a pequeña escala de lo que pronto hará en el nuevo mundo a gran escala bajo el Reino de Dios, durante los mil años. Por fin veremos el cumplimiento de la profecía de Isaías que decía que nadie dirá “Estoy enfermo”. ¿Por qué? Porque nuestro Rey, Jesús, usará su poder para que tengamos salud perfecta por toda la eternidad. Las promesas de Jehová nos llenan de esperanza, nos llenan de confianza. Sabemos que, cualquier enfermedad, cualquier cosa que estemos sufriendo ahora, es temporal. Sabemos que pronto tendremos salud perfecta para siempre. Hoy hemos analizado desde creaciones tan impresionantes como el universo hasta nuestro cuerpo, que funciona de manera maravillosa. Jehová dejó su huella en todas las cosas que creó. Las pruebas están ahí, están a la vista de todos. Entonces, ¿qué podemos hacer para fortalecer nuestra fe y confianza en las promesas de Jehová? Veamos lo que dice Romanos 1:20. Vamos a leerlo. Romanos 1:20. Dice: “Porque sus cualidades invisibles —su poder eterno y divinidad— se ven claramente desde la creación del mundo, [y fíjense ahora] pues se perciben por las cosas creadas, de modo que ellos no tienen excusa”. ¿Notaron que ahí dice “se perciben”? Según la nota de la Biblia de estudio en inglés, percibir implica más que ver con los ojos. Significa “comprender o entender algo usando la mente”. Una traducción de la Biblia dice que las cualidades de Dios se pueden ver usando “la razón”. ¡Interesante! Así que, al observar la creación, hagamos como David y apartemos tiempo para pausar y meditar. Pensemos en lo que podemos aprender de lo que estamos viendo, en lo que nos enseña sobre nuestro Creador. ¿Y qué ocurre cuando percibimos el poder, la sabiduría, la justicia y el amor de Jehová? Que eso fortalece nuestra fe ahora y nos da confianza para el futuro. Hermanos, dejémonos impresionar por las impresionantes obras de Jehová. Así, sentiremos el deseo de seguir sirviendo a nuestro impresionante Creador.
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Ronald Curzan: Observar la creación fortalece la fe. El cuerpo humano
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Jehová es un Dios que hace milagros. ¿Qué es un milagro? ¿Cómo lo describiría usted? Bueno, vamos a dar una definición sencilla. Un milagro es una obra poderosa que no se puede explicar en términos humanos. Siempre que Jehová hace un milagro tiene un propósito. Y uno de ellos puede ser fortalecer la fe de sus siervos. Ese es el título de este discurso, “Las obras poderosas de Jehová fortalecen nuestra fe”. Nos encanta meditar en los milagros de la Biblia. ¿Verdad que fortalecen mucho nuestra fe? Por eso, en este discurso, vamos a hablar de algunos de ellos. ¿Qué tal este? Jehová libera a los israelitas de Egipto. Llegan al mar Rojo y parece que están atrapados, con el mar delante y el faraón y su ejército detrás. Pero Jehová hace que las aguas del mar se abran, y los israelitas cruzan sobre suelo seco. Cuando los egipcios los siguen, Jehová hace que las aguas vuelvan a su lugar, y lo más selecto de los hombres de Egipto se ahoga. Sabemos cómo afectó este milagro a los egipcios, pero ¿qué efecto tuvo en los israelitas? Vamos a verlo. Éxodo 14:31. Les doy un momento, para que lo busquen. Éxodo 14:31. Dice: “Israel también vio el gran poder que Jehová usó contra los egipcios. De modo que el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner su fe en Jehová”. Así que ese milagro fortaleció la fe de los israelitas. Pero ellos no fueron los únicos que quedaron impresionados. Avancemos 40 años. Dos espías entran en Jericó y van a la casa de Rahab la prostituta. Y ella les dice: “Hemos oído cómo Jehová secó las aguas del mar Rojo [...]. Cuando lo oímos, nos acobardamos [...], porque Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo”. Con solo oír hablar de ese milagro, Rahab tuvo fe. Otro milagro fortaleció la fe de una persona que puede que le sorprenda: la reina de Saba. ¿Y cuál fue la obra poderosa que impresionó a esta reina? Una gran sabiduría. Había oído hablar de la sabiduría de Salomón, y no pudo resistir la curiosidad. Tenía que ver si lo que había escuchado era cierto. Y eso implicaba un viaje de casi 2.000 kilómetros de su país a Jerusalén. Pero aquel largo viaje valió la pena. Al final de la visita, la reina de Saba le dijo a Salomón: “Alabado sea Jehová tu Dios, que te vio con agrado y te sentó en el trono de Israel”. Ella le dio honra a Jehová por lo que vio. No sabemos si ella llegó a ser adoradora de Jehová, pero Jesús dijo que aquella reina se levantará y condenará a los judíos que ni siquiera quisieron cruzar la calle para escuchar al Hijo de Dios. Esos fueron solo dos ejemplos. Y, como saben, hay muchos más en la Biblia. El apóstol Pablo mencionó algunos en Hebreos 11:32-34. Les doy un momento. Versículos 32 a 34. Voy a leer primero el 32. Hebreos 11:32. ¿Lo tienen?: “¿Y qué más diré? Porque me faltaría tiempo para hablarles de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David, así como de Samuel y los demás profetas”. Ahora, mientras leemos los versículos 33 y 34, quiero que ustedes, niños, se fijen en los sucesos que se describen y traten de adivinar quiénes los vivieron. ¿A qué personaje corresponde cada milagro? Leemos el versículo 33: “Por medio de la fe derrotaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron la boca de leones, apagaron la fuerza del fuego, escaparon del filo de la espada, pasaron de estar débiles a ser fuertes, fueron poderosos en la guerra e hicieron huir a ejércitos invasores”. Volvamos atrás y veamos si podemos identificar a los personajes de cada uno de estos milagros. Por ejemplo, “derrotaron reinos”. ¿Pensaron en alguien? Hablemos de Gedeón. Nos gusta Gedeón, nos recuerda a nosotros. La verdad es que él no se veía muy capaz. Cuando un ángel fue a decirle que Jehová tenía un trabajo para él, contestó: “Mi clan es el menos importante de Manasés y yo soy el más insignificante de la casa de mi padre”. Y dijo algo más, algo que tiene mucho que ver con el tema del que estamos hablando. Le dijo al ángel: “Si Jehová está con nosotros, [...] ¿dónde están todas esas cosas maravillosas que nos contaron nuestros padres?”. Eso, ¿dónde estaban esas obras poderosas? Antes de arriesgar el cuello, Gedeón quería una prueba de que contaba con la bendición de Jehová. ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que hizo el ángel? Hizo una obra poderosa, y eso fortaleció la fe de Gedeón. Más tarde, la confianza de Gedeón se vio reforzada por otros tres milagros: dos relacionados con un vellón, y otro, con un sueño que Dios le hizo tener. Entonces, con esas obras poderosas en mente y con la ayuda de Jehová, Gedeón hizo lo imposible. Con 300 hombres, derrotó a un ejército de 135.000. Bueno, ¿y qué aprendemos? ¿Cuál es la lección? Con Jehová de nuestro lado, siempre seremos mayoría. Volvamos al versículo 33. Niños, a ver si adivinan quién es el siguiente. Versículo 33: “Cerraron la boca de leones”. ¿Cómo? Pues con la ayuda de Jehová, como lo hizo Gedeón al vencer a los madianitas. Fue Jehová. ¿Y cuándo pasó esto? Ya lo saben, cuando arrojaron a Daniel al foso de los leones. Cuando sentenciaron a muerte a Daniel, él no sabía con seguridad si Jehová lo rescataría. Lo que sí sabía era que Jehová haría lo correcto. Estaba seguro de eso porque Jehová siempre había estado a su lado. De hecho, ya lo habían condenado a muerte una vez. Pero, un momento, pensemos en ello. ¿Daniel ya había sido condenado a muerte antes? ¿Cuándo fue eso? Fue cuando el rey de Babilonia tuvo un sueño y decretó que, si Daniel, o cualquier otro sabio de Babilonia, no le contaba el sueño y cuál era su significado, serían condenados a muerte. Hacía falta un milagro. Jehová le reveló a Daniel la información que necesitaba, y así le salvó la vida. Eso fue en Babilonia, ahora estamos en Persia. Y Daniel se enfrenta a la muerte otra vez, en el foso de los leones. Y otra vez Jehová está ahí para rescatarlo. Les cerró temporalmente la boca a los leones. Podemos imaginarnos cómo se sintió Daniel. Pero ¿qué hay de nosotros? ¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección? Hoy en día, Satanás anda como un león rugiente tratando de devorar a alguien. Puede que nunca sepamos cuántas veces Jehová le ha cerrado la boca a ese león, cuántas veces ha protegido a su pueblo, en conjunto, de Satanás. Por ejemplo, cuando predicamos de casa en casa. Es peligroso estar ahí afuera. Y probablemente no tengamos ni idea de lo ocupados que están los ángeles protegiéndonos. ¿Y qué pasa si alguien pierde la vida mientras está predicando o en una reunión? Eso ha ocurrido. Sus seres queridos pueden estar seguros de dos cosas. Primero, eso no significa que no tuviera la aprobación de Jehová. Y, segundo, la pérdida es solo temporal. Satanás no puede causarnos daños permanentes. Y un día Jehová cerrará la boca de ese león para siempre. Volvamos a Hebreos 11. Ahora vamos a leer el versículo 34. Estoy seguro de que los niños adivinarán el siguiente. Versículo 34: “Apagaron la fuerza del fuego”. Claro, Sadrac, Mesac y Abednego. Ellos eran funcionarios de la corte de Babilonia. Un día, Nabucodonosor hizo una gran imagen de oro y ordenó a todo el mundo que la adorara. El que no lo hiciera sería echado en un gran horno de fuego. Era el momento de recordar las obras poderosas que Jehová ya había hecho. Y estos tres hombres ya habían visto un milagro, probablemente cuando eran adolescentes. ¿Recuerdan cuál fue? Cuando llegaron a Babilonia, los llevaron al palacio para instruirlos. Tenían que comer cualquier cosa que les pusieran. Pero algunos de esos alimentos estaban prohibidos por la ley de Moisés. Sadrac, Mesac y Abednego se negaron a comerlos. Y pidieron que, en vez de eso, se les diera verduras y agua. Para algunos de ustedes, niños, seguro que eso de comer solo verduras todos los días sería una verdadera prueba. Pero pensemos en los resultados de esta dieta. Después de solo 10 días, los 3 jóvenes tenían mejor aspecto que los que siguieron la dieta del rey. Ahora bien, si alguna vez han hecho una dieta, saben que es imposible que se vean los resultados en tan solo 10 días. Jehová tuvo que haber intervenido. Ahora se enfrentaban a la muerte. Conocían a su Dios. Sabían lo que era capaz de hacer. Le dijeron al rey que, si era la voluntad de Dios, él los rescataría, pero que, aunque no lo hiciera, ellos no adorarían la imagen de oro. Sabían que el hecho de que Jehová no hiciera un milagro no significaba que no los aprobaba. Ya saben lo que pasó. Los arrojaron en el horno de fuego. Pero Dios envió a su ángel para protegerlos. Y, cuando salieron del horno, ni siquiera su ropa olía a humo. Además, su lealtad fue un gran testimonio. Cuando el rey vio que estaban sanos y salvos, alabó a Jehová y dijo: “Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, [...] no existe otro dios que pueda librar como este”. ¡Qué testimonio!, ¿verdad? Bueno, eso fue lo que sucedió. ¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección? Hoy día, muchos hermanos se enfrentan al fuego de la persecución, como en Rusia, por ejemplo. Muchos hermanos han recibido largas condenas de prisión porque no se inclinan ante el Gobierno. Jehová no ha evitado que esto ocurra, como tampoco evitó que a Sadrac, Mesac y Abednego los arrojaran en el horno. Pero sí los ayuda. ¿Se han fijado en ellos cuando se los están llevando a prisión? Están sonriendo, están tranquilos, están en paz. Conocen a su Dios y, cuando salgan, ni siquiera olerán a humo. Su fe estará intacta. Y su buena conducta es un testimonio para los guardias y para aquellos que están al tanto de lo que está pasando. Hablemos de otro de los ejemplos del versículo 34: “Escaparon del filo de la espada”. Me hace pensar en Eliseo. En los días del profeta Eliseo, el rey de Siria fue a pelear contra Israel y se reunió con sus hombres para planear en secreto una estrategia. Pero Jehová le iba revelando a Eliseo lo que los sirios iban planeando. Y Eliseo se lo contaba al rey de Israel. Los sirios se pusieron furiosos, y el rey envió un ejército a capturar a Eliseo. ¡Qué desagradecidos! ¿Por qué decimos eso? Porque en el capítulo anterior se cuenta que Eliseo había curado de lepra a Naamán, un jefe del ejército sirio. Y ahora un ejército de soldados sirios quiere atrapar a Eliseo. Esperamos que Naamán no estuviera con ellos. Finalmente, los sirios encontraron la ciudad donde estaba Eliseo y la rodearon. El sirviente de Eliseo se moría de miedo, pero Eliseo no. En 2 Reyes 6:16, 17 se explica por qué. Son palabras muy animadoras que fortalecen la fe. Leamos 2 Reyes 6:16, 17. Aquí tenemos a Eliseo hablando con su sirviente: “ ‘¡No tengas miedo! Son más los que están con nosotros que los que están con ellos’. Entonces Eliseo se puso a orar y dijo: ‘Oh, Jehová, te ruego que le abras los ojos para que vea’. Inmediatamente, Jehová le abrió los ojos al sirviente, y este pudo ver... ¡La región montañosa estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo!”. Bueno, está claro que aquello fue un milagro, un suceso muy fortalecedor. ¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección? Bueno, algún día nos enfrentaremos a enemigos como aquellos sirios. ¿Y qué nos ayudará a mantener la calma, a ser valientes? Miraremos al cielo y con los ojos de la fe veremos a miríadas de ángeles a nuestro alrededor. Sabemos que Jehová hará lo correcto, lo que esté de acuerdo con su voluntad. Puede que piense: “A mí me gustaría ver un milagro. Eso sí que fortalecería mi fe”. Vemos milagros todos los días. ¿Qué es un milagro? Una obra poderosa que no se puede explicar en términos humanos. Un ejemplo de eso es la oración. ¿No es algo increíble? ¿Se puede explicar? Jehová puede escuchar millones de oraciones en cualquier idioma a la vez. ¡Eso es un milagro! ¿Y cómo fortalece la fe la oración? Cuando oramos sobre un problema que solamente le hemos contado a Jehová y él nos contesta, nuestra fe se fortalece. Es una obra poderosa. ¿Y qué hay de esas experiencias que hemos oído en las que alguien desesperadamente le pide a Dios: “Por favor, si existes, envíame a alguien que me hable de ti”? Y 10 minutos después un Testigo toca a la puerta. ¿Casualidad o milagro? Otro milagro: nuestra hermandad cristiana. ¿No es impresionante? ¿Cómo se explica? Antiguos enemigos ahora son amigos. Si va a cualquier Salón del Reino del mundo, allí estarán sus hermanos, encantados de verlo. Se sentirá como en casa. Ya sabe lo que creen y lo que se va a estudiar en la reunión. Verá y sentirá el amor. Cuando ha habido genocidios, ¿cuántas veces hemos leído de hermanos que arriesgan sus vidas para esconder a hermanos de otra tribu? ¿Saben? Cuando pienso en el amor de la hermandad, siempre me viene a la mente la experiencia que contó Jack Johansson en su biografía. El hermano Johansson era misionero en Malaui, en una época en la que en el país había disturbios políticos y muchísimos episodios de violencia. Él y un hermano africano joven fueron a otra parte del país para ver si los hermanos estaban bien. Pero, por el camino, se encontraron con un soldado que no los trató bien. Le dijo al hermano africano: “Tengo que matar al hombre blanco”. Hablaba en serio. Y, cuando le apuntó con el rifle, el hermano africano enseguida se puso entre el soldado y el hermano Johansson y dijo: “¡Dispárame a mí! ¡Dispárame a mí!”. Al soldado le impresionó tanto el amor del hermano africano, que bajó su rifle. Experiencias como esa nos hacen sentir orgullosos de estar en la organización de Jehová. ¿Y por qué quiere Jehová que estemos en su organización? Hay un detalle interesante en Isaías 43:10. Búsquenlo, por favor. Al escuchar Isaías 43:10 quizás piense: “Ya sé. Ahí Jehová dice: ‘Ustedes son mis testigos’ ”, y es verdad. Pero vamos a fijarnos en otra parte del versículo. Isaías 43:10: “Ustedes son mis testigos —afirma Jehová—, sí, mi siervo, a quien he elegido”. Y fíjense en esto: “Para que ustedes me conozcan, tengan fe en mí”. Para poder tener fe en Jehová, tenemos que conocerlo. Tenemos que aprender sobre sus obras poderosas, las del pasado y las del presente. Y, cuando estudiamos lo que hizo por su pueblo en el pasado, vemos que Jehová siempre cumple sus promesas. Él nos ha prometido un nuevo mundo justo. Y, si lo ha prometido, lo va a cumplir. Y mientras tanto, mediante la oración y su organización, podemos experimentar los milagros que Jehová está haciendo ahora, en nuestros días. Cuanto más aprendamos de Jehová, más lo amaremos. Cuanto más lo amemos, más querremos hablar con otros sobre él. Y, cuanto más prediquemos, más fuerte será nuestra fe. Y seremos poderosos gracias a la fe.
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David Splane: Las obras poderosas de Jehová fortalecen nuestra fe
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Los seres humanos fuimos diseñados con la capacidad de imitar lo que vemos y escuchamos. Por ejemplo, aprendemos a hablar imitando lo que dicen nuestros padres y cómo lo dicen. Y, al crecer, copiamos las actitudes y la conducta de las personas con las que nos relacionamos. Está claro, el ejemplo de los demás tiene una poderosa influencia en nosotros. Hoy, más que nunca, tenemos que copiar el ejemplo de personas de fe. ¿Por qué? Porque vivimos en una época en la que nuestra fe se pondrá a prueba de muchas formas. Veamos lo que tenemos que hacer. Por favor, busquen conmigo la carta de Judas. Vamos a leerlo juntos. Judas 20. Dice: “Pero ustedes, amados, edifíquense sobre su santísima fe y oren con espíritu santo”. Para entender este versículo, piensen en lo que haría el dueño de una casa si se enterara de que viene una gran tormenta. Seguramente haría lo necesario para reforzar o asegurar su casa, desde arreglar las grietas en los cimientos hasta reforzar las puertas, las paredes y las ventanas. De manera similar, nosotros tenemos que hacer lo necesario para reforzar o fortalecer nuestra fe. Así, cuando vengan problemas o pruebas, estaremos protegidos y podremos afrontarlos. Como leímos en el versículo, Judas dijo que debemos seguir edificándonos sobre nuestra “santísima fe”. La “santísima fe” se refiere a las enseñanzas cristianas. Cuando estudiamos la Palabra de Dios y le oramos a Jehová, aprendemos del ejemplo de distintos personajes de la Biblia, y eso fortalece nuestra fe. Hay muchas cosas que podemos aprender de los siervos de Jehová del pasado. En cada discurso de esta serie, vamos a analizar qué tenemos que hacer para imitar la fe de algunos siervos leales de Jehová y para no parecernos a quienes no tuvieron fe. Comencemos analizando el ejemplo de Abel. Él fue uno de los primeros humanos —de hecho, el cuarto— que vivió en la Tierra. La Biblia dice que él era un hombre justo. Y demostró a lo largo de su vida que seguía las normas de Jehová. Pero su familia no era como él. Todos sabemos quiénes eran sus padres, Adán y Eva. Los dos se rebelaron contra Jehová. ¿Y su hermano mayor, Caín? No era muy buen ejemplo que digamos. De hecho, la Biblia dice que las acciones de Caín eran malvadas. Piensen en esto... Piensen en Adán, Eva, Caín... Ninguno de ellos tenía fe en Jehová. ¿Se imaginan cómo era para el fiel Abel vivir con esa familia? Habría tensión, hostilidad, resentimiento, no hablarían de cosas espirituales... ¿Creen que la fe de Abel se puso a prueba? Claro que sí. Hoy día, la conducta de quienes deciden no servir a Jehová también puede poner a prueba nuestra fe. Ahora los invito a ver el siguiente video. Mientras lo ven, noten cómo se pone a prueba la fe de la hermana. Llegué a la ciudad durante la temporada de lluvias. Estuvo lloviendo día y noche durante un mes entero. Solo había tres publicadores allí. La primera hermana a la que conocí era mi nueva compañera de precursorado. Cuando empecé a predicar, me daba la sensación de estar hablando un idioma diferente. La gente no quería saber nada de la Biblia, y a algunos les daba miedo escuchar ideas nuevas. Cuando unos agentes se dieron cuenta de que les habíamos dado tratados a algunas personas, empezaron a vigilarnos y nos siguieron durante tres meses. Aquello me abrumaba mucho y me hacía sentir ansiedad. Tenía pocas personas a las que revisitar y pocas oportunidades para hablar de Jehová. Me sentía perdida. No sabía qué hacer ni adónde ir. Muchas veces pensaba: “Padre, ¿por qué me enviaste aquí?”. Me sentía muy triste, como si hubiera pasado de estar en la cima de una montaña al fondo de un valle profundo. ¿Se dieron cuenta de cómo se sentía la hermana mientras se adaptaba a su nueva vida? Preocupada, perdida, abrumada... Quizás ustedes también se han sentido así cuando su fe se ha puesto a prueba. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de fe de Abel tanto a usted como a mí? Veamos lo que hizo. Vayamos, por favor, a la Carta a los Hebreos. Y vamos a leer aquí, en Hebreos 11:4. Dice: “Por la fe, Abel le ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que el de Caín. Por medio de esa fe recibió testimonio de que era justo, pues Dios aprobó sus ofrendas. Y, aunque murió, todavía habla por medio de su fe”. Abel fortaleció su fe en Jehová aunque las personas a su alrededor no lo hicieran. Analicemos tres pasos que él dio. El primero: dedicó tiempo a pensar en asuntos espirituales. Por ejemplo, sin duda percibió el amor y la sabiduría de Jehová en la creación. Él era pastor. Así que sabía que las ovejas necesitan a alguien que las guíe y las proteja. Por eso, seguro que se dio cuenta de que nosotros también necesitamos guía y protección de alguien mucho más sabio y poderoso, de Jehová. El segundo paso que dio: Abel le oró a Jehová y actuó. Es cierto que no sabía muchas cosas; tenía poca experiencia. Aun así, actuó con fe. Seguramente Abel le pidió a Jehová que aceptara su sacrificio, y Jehová aprobó su ofrenda. Abel demostró que tenía una fe muy fuerte. ¿Y notaron que en el versículo 4 dice que su ejemplo todavía nos “habla” hoy en día? Puede que a veces sintamos que nos falta conocimiento o experiencia para actuar con fe, como Abel. Pero, tranquilos, eso no tiene por qué ser un obstáculo. Oremos a Jehová y usemos el conocimiento que tengamos, aunque sea poco. Actuemos con fe. Jehová nos ayudará. El tercer paso que dio: cuando Abel pasó por pruebas, se mantuvo leal. No dejó que la conducta de su familia debilitara su fe. Y nosotros tampoco deberíamos permitirlo. Hermanos, no dejemos que las palabras o acciones de otra persona hagan que nos sintamos avergonzados de ser testigos de Jehová. Así que prepárese. Identifíquese rápidamente como testigo de Jehová. Eso reforzará y fortalecerá su fe. Ahora bien, también podemos aprender algo del mal ejemplo de Caín. En Génesis 4:6, 7, Jehová corrige a Caín por su mala actitud y le dice que cambie y haga lo que está bien. Pero, como sus padres, que no tenían fe, Caín pensó que sabía lo que era mejor para él. Al final, acabó matando a su hermano. Puede que, en algunas ocasiones, como somos imperfectos, no tomemos las mejores decisiones o que incluso desarrollemos una mala actitud. ¿Cómo actuaríamos si Jehová nos lo hiciera ver? ¿Cuál sería nuestra reacción? No imitemos a Caín y su falta de fe. No pensemos que solo nosotros sabemos lo que nos conviene. Más bien, veamos ese consejo como un toquecito en el hombro de parte de Jehová para advertirnos. Cambiemos nuestra forma de pensar y eso fortalecerá nuestra fe, y seguiremos siendo amigos de Jehová. Veamos de nuevo a la hermana de antes. En el siguiente video podremos ver cómo imita la fe de Abel. Estudié en la Biblia cómo cuidó Jehová de sus siervos en el pasado. Leí algo que Jehová le dijo a Jacob durante toda su vida: “Yo estoy contigo y te protegeré adondequiera que vayas”. Me imaginé a Jehová diciéndome a mí lo mismo: “No te preocupes, que yo siempre estaré ahí para ayudarte”. Le supliqué a Jehová que me ayudara a ser razonable, a sentir paz y a tener valor para salir a predicar. Un día, Jehová me ayudó a encontrar a una muy buena estudiante de la Biblia. Fue un regalo de Jehová maravilloso y totalmente inesperado. Nuestro grupito se conecta a las reuniones por internet. Gracias a eso, puedo recibir el alimento espiritual que necesito. También nos juntamos para comer y pasar un buen rato. Las experiencias que aparecen en JW Broadcasting® hacen que no me sienta sola. Al final de cada programa, siempre sonrío y les digo adiós a los hermanos con la mano. Me siento muy feliz. ¿Notaron qué hizo la hermana para fortalecer su fe? Copió el ejemplo de Abel y siguió los mismos pasos que él. El primer paso: meditó en asuntos espirituales. Estudió lo que dice la Biblia sobre cómo Jehová cuidó a sus siervos del pasado y luego puso en práctica en su vida lo que aprendió. El segundo paso: le oró a Jehová y actuó según el conocimiento que tenía. Le pidió que la ayudara a ser equilibrada, a sentir paz y a tener valor para salir a predicar. Después, actuó con fe. Y, aunque siguió encontrando retos en la predicación, dio un tercer paso: se mantuvo leal a pesar de las pruebas. Siguió predicando y consiguió un curso bíblico. Además, fortaleció su fe asistiendo a las reuniones y también pasando tiempo con los hermanos de la congregación. ¿Y qué ocurrió? Jehová recompensó sus esfuerzos. Si nosotros seguimos estos pasos, Jehová también nos recompensará a nosotros. Él nos ha dado la asombrosa capacidad de imitar el ejemplo de otras personas. Usémosla para imitar a Abel. Si reforzamos y fortalecemos nuestra fe, no habrá ninguna tormenta que nos pueda derribar. El hermano Gary Breaux, ayudante del Comité de Servicio, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Enoc, no a Lamec”.
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William Turner: Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Abel, no a Caín
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En cualquier momento, nuestra fe podría verse sometida a prueba si alguien nos ataca con violencia. Hermanos, esto fue precisamente lo que le sucedió a Enoc. La Biblia dice que, antes del Diluvio, la gente no respetaba a Dios y que a menudo reaccionaba de forma muy violenta. Pero también dice que Enoc, un hombre de fe, decidió andar con el Dios verdadero. Cuando vio que su vida corría peligro, confió en que Jehová lo ayudaría. Por otra parte, Lamec, descendiente de Caín —un asesino—, prefirió confiar en sí mismo para defenderse. Eso lo llevó a matar a un hombre, supuestamente en defensa propia. Tanto Enoc como Lamec, el asesino, vivían en un mundo lleno de violencia, pero cada uno tenía un plan de acción ante la violencia totalmente diferente. A medida que nos acerquemos al fin de este sistema, la gente estará cada vez más desesperada y se volverá más y más violenta. En el siguiente video, fijémonos en cómo un solo acto de violencia puede poner a prueba nuestra fe en Jehová de repente. Mi hijo se libró de milagro de los pandilleros... otra vez. Somos los únicos que no tenemos un arma. Yo no quiero tener una pistola. Pero, si no la tengo, ¿cómo voy a proteger a mi familia? Como vivimos en un mundo tan violento, a todos podría pasarnos lo mismo que le pasó al hermano, aunque nuestro vecindario parezca seguro. Si ese es el caso, ¿cómo podríamos imitar la fe de Enoc? Bueno, él tenía muy clara una verdad sencilla pero fundamental: Jehová odia la violencia. Por eso, si queremos andar con Dios, como Enoc, la violencia no debe ser una opción para nosotros. ¿Qué nos puede ayudar? No deberíamos siquiera imaginar que nos vengamos. Pensar en actos violentos puede hacer que actuemos con violencia, sin tener en cuenta las consecuencias. Aprendamos a reconocer situaciones que podrían ponernos en riesgo y evitemos el peligro. Ese es el consejo que nos da Proverbios 22:3: “El prudente ve el peligro y se esconde, pero los inexpertos siguen adelante y sufren las consecuencias”. Así que este texto nos anima a escondernos si vemos peligro. ¡Anticipémonos! ¡Estemos alerta! ¡No bajemos la guardia! Y evitemos situaciones que podrían terminar en violencia. Evitemos las diversiones violentas. ¿Por qué? Muchas veces, se presenta a los personajes defendiéndose de forma violenta si los amenazan. Además, en este tipo de diversiones se promueve el uso de todo tipo de armas u objetos para matar o vencer a los oponentes. Es cierto que los cristianos tomamos medidas para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias, pero siempre lo hacemos en el marco de los principios bíblicos. Veamos tres textos bíblicos que nos ayudarán a tomar decisiones sobre la seguridad de nuestra familia. En el Salmo 51:14, David oró: “Sálvame de la culpa de derramar sangre”. Él no quería ser culpable de asesinato. Si nuestro plan es usar un arma para defendernos, podríamos matar a alguien o morir nosotros. Cuando un cristiano toma decisiones sobre cómo defender a su familia o defender su hogar, hará todo lo que esté en sus manos para no ser culpable de derramar sangre, para que nadie muera por su culpa. En Mateo 26:52, Jesús advirtió que “los que usan la espada morirán a espada”. Si alguien saca un arma en una discusión o en una pelea, la situación empeora rápidamente y muchas veces acaba en tragedia. De hecho, planear usar un arma podría hacer que Jehová nos quite su espíritu santo. Y estar alejados de Jehová es lo último que desearíamos en una situación peligrosa. El tercer texto, Eclesiastés 9:18, dice claramente: “La sabiduría es mejor que las armas”. En otras palabras, ir armado no es ser sabio. Lo más prudente es confiar en Jehová, no en las armas. La Palabra de Dios nos enseña que siempre debemos tratar a los demás con respeto, consideración y amabilidad. Comportarnos de forma pacífica ayudará a calmar la situación y evitará que se vuelva más peligrosa. ¿No es cierto que una pelea a menudo comienza con una discusión acalorada? Muchas veces, mantener la calma puede hacer que la persona que esté enojada se tranquilice y no se ponga agresiva. Hay algo más a tener en cuenta. En la Carta de Judas, se explica que Enoc profetizaba y que les dio una advertencia a sus enemigos. Eso significa que Enoc les predicó. Que la gente sepa que somos testigos de Jehová y que les demostramos compasión a quienes les predicamos será la mejor manera de protegernos. ¿Cómo recompensó Jehová a Enoc por haber puesto fe en él? Veamos la respuesta en Hebreos 11:5: “Por la fe, Enoc fue trasladado para que no viera la muerte, y nadie pudo encontrarlo porque Dios lo había trasladado. Y, antes de ser trasladado, recibió el testimonio de que le había agradado a Dios”. La recompensa de Enoc fue saber “que le había agradado a Dios”. De alguna manera, Jehová le dejó claro que estaba contento con él, que contaba con su aprobación. ¡Qué animador es saber que, si nos encontramos en una situación peligrosa y no vemos forma de escapar, como Enoc, nosotros también podemos aguantar esa prueba de fe de una manera que le agrade a Dios! Veamos la segunda parte del video. Hebreos 11:1: “La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera”. Yo tengo fe en las promesas de Dios. Pero, si necesito un arma para proteger a mi familia, ¿no lo entenderá Jehová? No, yo no podría hacer eso. No soy el primer siervo de Dios que se enfrenta a la violencia en este mundo. Hebreos 11:5: “Recibió el testimonio de que le había agradado a Dios”. Enoc vivió entre gente extremadamente violenta, pero él anduvo con Dios. Yo puedo imitar su fe. Fijémonos en cómo el hermano imita el ejemplo de fe de Enoc. ¿Se fijaron en el plan de acción del hermano en caso de que lo agredieran? Su fe en las promesas de Jehová lo ayudó a confiar en Dios en vez de defenderse con un arma. Se dio cuenta de que no era el primero en vivir en un mundo lleno de violencia y tomó la firme decisión de imitar el ejemplo de fe de Enoc. Así que, antes de encontrarnos en una situación de violencia, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestro plan de acción le agradará a nuestro Padre, Jehová? Imitemos a Enoc de estas cuatro formas. Fortalezcamos nuestra fe y confianza en Jehová ahora, antes de que nos veamos envueltos en una situación peligrosa. No pensemos en cosas violentas. Por ejemplo, no permitamos que las películas o los videojuegos violentos, que promueve el Diablo, nos enseñen a nosotros o a nuestros hijos a reaccionar de forma violenta cuando alguien nos amenace. Rechacemos de plano la idea de conseguir un arma para defendernos. Y, por último, prediquemos con valor, tal como hizo Enoc. Si hacemos esto, cuando nos encontremos en medio de una situación de violencia, tendremos bien claro nuestro plan de acción. Así imitaremos a Enoc y le agradaremos a Jehová. El hermano John Ekrann, ayudante del Comité de Coordinadores, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Noé, no a la gente de su tiempo”.
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Gary Breaux: Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Enoc, no a Lamec
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Jesús comparó nuestros días con los días de Noé. De hecho, él sabía lo terrible que fue la situación en los días de Noé porque lo vio desde el cielo. Veamos cómo describe la Biblia aquellos días. Lo encontramos en Génesis 6:5: “Así que Jehová vio que la maldad del hombre crecía en la tierra y que los pensamientos de su corazón estaban inclinados solo hacia el mal todo el tiempo”. La maldad en la Tierra aumentó cuando unos ángeles malvados abandonaron el cielo y adoptaron forma humana para casarse con mujeres en la Tierra. Y de esas uniones antinaturales, nacieron los nefilim, unos gigantes. Padres, ¿se imaginan cómo debió ser criar una familia en esa situación? ¿Cómo habrá sido para Noé y para su esposa? Seguro que no les cuesta mucho imaginárselo. Solo hay que mirar alrededor. La situación en la que vivimos hoy en día es igual o peor que la que vivió Noé y su familia. Igual que le sucedió a Noé, seguramente la fe de ustedes también se pondrá a prueba al criar a sus hijos en este mundo malvado. Padres, recibirán presión en el trabajo, de sus familiares o de otras personas. No permitan que eso les haga anteponer las cosas materiales a la relación de su familia con Jehová. Ustedes podrán ser fieles. Imiten a Noé, no a la gente de su tiempo. Veamos en el siguiente video cómo se pone a prueba la fe de un padre. Otro día sin parar: mi hija se va a predicar, yo me voy a trabajar, y esta noche tenemos la adoración en familia. Chao, papá. Que te vaya bien, cariño. ¡Atención, todo el mundo! Tengo que decirles algo. A partir del lunes, todos harán horas extras. ¿Qué? ¿Horas extras otra vez? Ya está, eso era todo. Vuelvan al trabajo. Ganaré más dinero, pero ¿cómo voy a hacerlo y a la vez cuidar de Regina? Bienvenido al canal 17, su canal de noticias. Papá, ¿no íbamos a estudiar hoy? ... la crisis económica está afectando a millones... Quizá más tarde, cariño. La violencia y los saqueos continúan a pesar de los toques de queda en ciudades de todo el mundo. Quería hacerlo, pero estaba agotado, otra vez. El hermano sabía que tenían la adoración en familia, pero estaba desanimado por las presiones de la vida y el trabajo extra. Eso puso a prueba su fe. ¿Imitaría a Noé, o a la gente de su tiempo? Aquella gente no tenía fe, no hicieron nada para salvar a su familia. Jesús dijo que estaban tan distraídos con las cosas del día a día —comiendo, bebiendo, casándose...— que “no hicieron caso hasta que vino el Diluvio y los barrió a todos”. En cambio, Noé sí hizo caso. Por fe, actuó para salvar a su familia. Vean lo bien que se habla de la fe de Noé en Hebreos 11:7: “Por la fe, Noé, después de recibir una advertencia divina de cosas que todavía no se habían visto, demostró temor de Dios y construyó un arca para salvar a los de su casa. Por medio de esa fe condenó al mundo y se convirtió en heredero de la justicia que se obtiene por la fe”. La obediencia de Noé salvó a su familia. Seguro que para Noé no siempre fue fácil explicarles a sus hijos por qué ellos tenían que construir un arca si nadie más lo estaba haciendo. Quizás tuvo que explicarles por qué aquello era lo más importante. Cuando eran niños ya estaban los nefilim, y para Noé y su esposa debió ser muy difícil impedir que escucharan todas las historias que se contaban sobre esos gigantes. Imaginen las conversaciones que Noé y su esposa tendrían con sus hijos. Aquellos ángeles malvados y los hijos que tuvieron, los nefilim, eran famosos y todo el mundo los admiraba por sus capacidades sobrehumanas. Incluso hoy a la gente le fascinan las historias y las películas de personas con superpoderes. Pero ellos no merecían que nadie los admirara, ni los ángeles malvados ni sus hijos, los poderosos nefilim. Noé no quería que sus hijos los admiraran ni los copiaran. Así que les enseñó que a Jehová le dolía lo que sucedía, que no soportaba la violencia y la rebeldía. Sabía que sus hijos tenían que aprender a amar a Jehová y a imitarlo. Padres, dediquen tiempo a enseñarles a sus hijos a odiar lo que Jehová odia y a amar lo que Jehová ama. Jehová odia la mentira, las trampas, el acoso, el egoísmo y la codicia. En cambio, Dios ama la honestidad, la paz, el amor, la generosidad y el autocontrol. Como todo buen padre, Noé quería que su familia tuviera un lugar cómodo donde vivir y buena comida. ¡Piensen en las casas que podrían haberse construido él y sus hijos! ¡Eran constructores expertos! Pero esa no era una prioridad en la vida de Noé. Su objetivo en la vida era más que construir casas, comer y beber. Noé les enseñó a sus hijos poniéndoles un buen ejemplo y se centró en salvar a su familia del Diluvio. Seguro que a veces se sentía cansado o abrumado por la enorme, inmensa, tarea de construir un arca. Pero Noé no dejó que las actividades del día a día lo distrajeran de servir a Jehová. Más bien, se aseguró de que, pasara lo que pasara en su vida, la construcción del arca siguiera adelante. ¿Recuerdan al hermano del video? Estaba cansado, agotado por tanto trabajo. Todos nos sentimos identificados con él. ¡La vida en este sistema es muy dura! Padres, sabemos que se esfuerzan por que su familia tenga una buena rutina espiritual. Valoramos muchísimo el esfuerzo que están haciendo todos ustedes. Claro, a veces podrían sentirse tentados a decir “Estudiamos luego” o “Mejor dejémoslo para la semana que viene”. Pero ¿ven el peligro? Podríamos empezar posponiendo el estudio de familia una semana, después dos, después tres y así indefinidamente. Jehová se encargó de que Noé y su familia tuvieran todo lo necesario para vivir. Así que puede estar seguro de que Jehová cuidará de usted y su familia. Él lo bendecirá por su obediencia. En el siguiente video, veremos cómo nuestro hermano imita la fe de Noé. La violencia y los saqueos continúan... Este mundo es un desastre. Está pasando todo lo que Jesús predijo. Mi hija es tan buena. Es tan espiritual como lo era su madre, pero ¿seguirá siéndolo si no la ayudo? ... buscan protegerse de los disturbios, que se extienden por todo el país. Operación Diseño. Estreno, esta noche a las 8:30 ... aumentan después del gran terremoto de magnitud 8,1 que sacudió la ciudad... Líderes de todo el mundo están lanzando un mensaje conjunto a través de las redes sociales en el que expresan seguridad y confianza. Uno de ellos publicó: “Por fin estamos viendo una cooperación internacional que nos da la esperanza de un futuro seguro. Tenemos una oportunidad única para poner fin al conflicto armado”. Los disturbios se extienden por todo el país. Lamentablemente, nuestra comunidad se está viendo afectada por un aumento de la violencia con armas de fuego. Si estos tiempos son como los de Noé, tengo que demostrar una fe como la suya. Vamos a estudiar juntos. Okey. Tengo que demostrar mi fe en Jehová y esforzarme mucho para salvar a mi familia. ¿Notaron cómo demostró fe el hermano del video? Empezó a preguntarse: “¿Qué le podría ocurrir a mi hija si, poco a poco, se alejara de Jehová y empezara a imitar a la gente de este mundo?”. Lo que se imaginó le dio miedo. Así que inmediatamente apagó la televisión y empezó la adoración en familia con su hija. Noé sabía que construir el arca salvaría a su familia del Diluvio, pero solo si estaban todos juntos adentro. No quería que sus hijos imitaran el estilo de vida de la gente de su tiempo. Noé hizo todo lo que pudo por enseñarles a sus hijos a amar a Jehová, tanto con lo que dijo como con lo que hizo. Padres, si imitan a Noé, podrán salvarse ustedes y salvar a su familia Ahora, el hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio, presentará la siguiente parte de esta serie de discursos: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Moisés, no al faraón”.
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John Ekrann: Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Noé, no a la gente de su tiempo
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Durante casi 40 años, Moisés tuvo una vida cómoda y llena de lujos porque la hija del faraón lo había adoptado. Él disfrutó de ventajas que los demás no tenían; tenía dinero y la mejor educación. ¿Dejó Moisés que esto le afectara, que influyera en su punto de vista o en su actitud? Podemos responder estas preguntas por lo que ocurrió cuando Moisés tenía 80 años de edad. Se relata en Éxodo, capítulo 5. En este relato, Moisés y el faraón están hablando, y se menciona que el faraón le dijo a Moisés: “¿Quién es ese Jehová para que yo tenga que obedecerle? No conozco a ese Jehová en absoluto”. Y, en eso, el faraón no se equivocaba: ni conocía a Jehová ni sabía nada de él. Y por eso no tenía fe en él. Era un hombre sin fe. ¡Cuánto orgullo tenía! Le faltó el respeto a Jehová. Sin duda, sus palabras reflejaban la creencia egipcia de que el faraón era un dios. Pero ¿qué podemos decir de Moisés? ¿Dejó que la cultura egipcia influyera negativamente en él? No. Él era muy diferente al faraón. Moisés era un hombre humilde, un hombre de fe. Cuando tenía 40 años, tomó una decisión, una decisión que reflejó lo profunda que era su fe y que cambió su vida para siempre. ¿Por qué deberíamos usted y yo —todos nosotros— analizar el ejemplo de Moisés? Porque, al igual que Moisés, todos pasamos por situaciones en las que hay que tomar decisiones, decisiones que demostrarán cómo es nuestra fe. Por ejemplo, en el siguiente video, veremos cómo un anciano se enfrenta a una situación que pone a prueba su fe. Danny va a ocuparse de mi negocio mientras estemos fuera. Solo tiene que encargarse de un par de trabajos sencillos. Estoy seguro de que puede hacerlo. Tenemos la asamblea. Hice planes para que podamos ir todos juntos. Pero algunas cosas no las ves venir. Hola. Danny estaba muy nervioso. Había problemas con mis dos clientes más importantes. Eran malas noticias. No puedo perder a estos clientes. Durante unos minutos, analizaremos lo que la Biblia dice sobre la fe de Moisés. También veremos cuatro maneras en las que podemos imitarlo. Vayamos, por favor, a Hebreos, capítulo 11. Comenzaremos a leer en el versículo 24. Hebreos 11:24: “Por la fe, Moisés, cuando ya era adulto, se negó a ser llamado hijo de la hija del faraón. Escogió ser maltratado con el pueblo de Dios en vez de disfrutar de los placeres temporales del pecado”. ¿Qué es lo primero que podemos imitar de Moisés? Él rechazó la actitud orgullosa y egoísta de la cultura egipcia de aquel tiempo. Escogió ser maltratado con los israelitas, que eran esclavos de los egipcios, en vez de formar parte de una cultura que no respetaba a Jehová. ¿Por qué tomó esa decisión? Al principio del versículo 24, dice que Moisés era un hombre de fe. Y fue su fe lo que lo impulsó a tomar estas decisiones, no su cultura ni la gente que lo rodeaba, sino su fe. Y este es el segundo punto. Sigamos leyendo en el versículo 26: “Porque consideraba que la deshonra del Cristo era una riqueza mucho mayor que los tesoros de Egipto, pues él tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”. Jehová le encargó algo a Moisés, una tarea, una comisión. Y él vio eso como algo de mucho más valor que cualquier cosa que le pudiera ofrecer Egipto. Les dio la espalda a las comodidades de ese país y eligió ponerse del lado de Jehová y hacer todo lo que él le pedía. El tercer punto: tenía una clara visión espiritual, “tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”. Moisés veía mucho más allá de Egipto. Veía el cumplimiento de las maravillosas promesas que Jehová le había hecho a Abrahán y sus descendientes. Se habla un poco más de su visión espiritual en el versículo 27: “Por la fe, abandonó Egipto sin miedo a la furia del rey, porque se mantuvo firme [y fíjense] como si estuviera viendo al que es invisible”. Es verdad que Moisés podía ver al faraón. Pero, con su clara visión espiritual, también podía ver a Jehová. Moisés tenía una fuerte amistad con Jehová. ¿La tiene usted? Para que dos personas sean amigas íntimas, es necesario que entre ellas haya muy buena comunicación. Si oramos regularmente a Jehová y de corazón y tenemos un buen estudio de la Biblia, tendremos una comunicación fluida con Jehová. Nosotros le hablaremos y él nos responderá. A medida que conozcamos mejor a Jehová, nuestra fe será más y más fuerte. Y esa fe se reflejará en nuestras decisiones. Es decir, nuestras palabras y nuestras acciones demostrarán que somos personas de fe. Y eso nos lleva al cuarto punto. Al principio del versículo 27, decía: “Por la fe, [Moisés] abandonó Egipto”. Su fe era tan fuerte que se percibía en sus palabras y en sus acciones. Sin duda, Moisés era un hombre de acción, porque dice que se fue de Egipto. Pero también era un hombre que expresaba sus convicciones. ¿Recuerdan cuando Moisés y los israelitas estaban en la orilla del mar Rojo? Por detrás tenían al faraón y su ejército, y por delante tenían el mar Rojo. Parecía que no había escapatoria. ¿Qué dijo Moisés para fortalecer al pueblo? “No tengan miedo. Manténganse firmes y vean cómo los salva hoy Jehová”. Aquellas palabras debieron fortalecer mucho a los israelitas. De igual manera, nosotros podemos fortalecer a los demás. Lo hacemos cuando predicamos o cuando estamos con la familia o con los amigos... Expresemos nuestra fe con palabras. También demostrémosla con hechos, con nuestras acciones. Si lo hacemos, seremos una bendición para otros. Claro, es importante que seamos humildes, igual que Moisés. Obedezcamos siempre las instrucciones y los consejos que nos da Jehová mediante su Palabra y su organización. Pero ¿qué pasó con el anciano que conocimos antes? Si les parece, veamos cómo el hermano imita el ejemplo de Moisés al tomar una decisión. Okey. Busca las piezas y yo te vuelvo a llamar. Esto llevará días. ¿Nos vamos sin ti? ¿Y tú vas a otra asamblea? Sí, y avisaré a John de que no puedo ser acomodador. Pero ¿qué me perderé si voy a otra? Hebreos 11:26 dice que Moisés “consideraba que la deshonra del Cristo era una riqueza mucho mayor que los tesoros de Egipto, pues él tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”. ¿Qué valor tiene ser príncipe de Egipto en comparación con...? ¿Cariño? Cariño, ¿qué piensas? ¿Danny? Te voy a decir lo que puedes hacer ahora, y ya veremos qué pasa cuando yo regrese. ¿Vieron lo que hizo el hermano? Con la decisión que tomó, demostró que era un hombre espiritual. Él usó los ojos de la fe. Se imaginó las bendiciones que disfrutarían él y su familia si asistían juntos a la asamblea regional. Su decisión demostró que era un hombre de fe. En resumen, ¿cómo imitamos la fe de Moisés? Rechazando la actitud egoísta y orgullosa del mundo. También, tomando decisiones guiadas por nuestra fe, y no por nuestra cultura o por lo que diga la gente que nos rodea. Teniendo una clara visión espiritual. Y demostrando nuestra fe con palabras y acciones. Si hacemos todo esto, podemos estar seguros de que Jehová nos cuidará y nos salvará, igual que hizo con su siervo Moisés. El hermano Robert Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará el último discurso de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a los discípulos de Jesús, no a los fariseos”.
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Seth Hyatt: Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a Moisés, no al faraón
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Jesús los llamó “serpientes, crías de víboras”. ¿De quiénes estaba hablando? De los fariseos. ¿Y ellos quiénes eran? Una importante secta religiosa judía del siglo primero. ¿Por qué Jesús tenía esa opinión de ellos? Porque, aunque aquellos líderes tenían conocimiento de Dios y se enorgullecían de seguir al pie de la letra la Ley de Moisés, no hacían lo que Moisés había mandado: escuchar a la persona que Jehová enviaría con el fin de salvar a su pueblo. Ese Salvador es Jesucristo. Pero, cuando los fariseos vieron que curaba milagrosamente a los cojos, a los ciegos y hasta resucitaba a los muertos, no se alegraron por aquellos milagros ni alabaron a Dios por lo que estaba haciendo mediante Cristo. Los fariseos eran hombres sin fe, y se negaron a creer en el Hijo de Dios y a obedecerlo. Y, aún más, persiguieron a los discípulos de Jesús, porque ellos sí ponían fe en Jesucristo. Jesús los desenmascaró delante de todo el mundo y los llamó “serpientes” porque, con la influencia que tenían, habían destruido la fe que algunos habían puesto en él. De hecho, los fariseos tenían tanta influencia en la gente que algunas personas importantes no se atrevían a decir que tenían fe en Jesús por miedo a que les quitaran su posición en la sinagoga y a perder el respeto de la comunidad. ¿Podría ese mismo miedo impedir que alguien dé el paso de servir a Jehová y hacerse discípulo de Jesús? ¿Podría frenarlo el temor al rechazo o a la burla de parte de vecinos, familiares o amigos? Si es así, ¿cómo puede imitar la fe de los discípulos de Jesús? Ellos no solo conocían a Dios, sino que confiaban en él y lo veían como un padre y un amigo. Como prueba de eso, fueron derecho al templo de Jerusalén y, delante de todo el mundo, hablaron con valor acerca del Hijo de Dios. Fueron poderosos gracias a la fe. Cuando los del tribunal supremo judío se enteraron, se pusieron furiosos —muchos eran fariseos— y les ordenaron a los discípulos que dejaran de hablar de Jesús. ¿Qué hicieron ellos? ¿Se acobardaron? No. Podemos leer lo que ocurrió en Hechos 5:29. Ahí dice: “Pedro y los otros apóstoles respondieron: ‘Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres’ ”. Los discípulos no dejaron que la presión y las amenazas de aquellos líderes los detuvieran. Tenían claras sus prioridades. Sabían que a veces no podrían obedecer a los hombres y a Dios al mismo tiempo. Como vemos, no siempre tenemos que obedecer lo que los gobernantes nos mandan. Por ejemplo, cuando nos exigen algo que Dios prohíbe. O, como en este caso, cuando nos prohíben algo que Dios nos pide que hagamos. Aunque los gobiernos nos prohíban predicar, no podemos dejar de realizar la tarea que Jehová nos ha encargado. De hecho, los apóstoles nos pusieron el modelo. Ellos establecieron el precedente de lo que deben hacer los cristianos verdaderos: obedecer a Dios por encima de todo. Los discípulos eran amigos de Jehová porque tenían fe y, por eso, ahora están vivos en el cielo y son reyes y sacerdotes junto a Jesucristo. ¿Y qué les pasó a aquellos fariseos sin fe y sedientos de poder? Bueno, Jesús les dijo en su cara lo que les iba a ocurrir. Lo podemos leer en Mateo 23:33. Les dijo: “Serpientes, crías de víboras, ¿cómo escaparán del juicio de la Gehena?”. El “juicio de la Gehena” significaba que, si ellos no cambiaban, serían destruidos para siempre. Si queremos imitar la fe de los discípulos de Jesús, tenemos que hacer lo que él les dijo. Vamos a leerlo en Mateo 6:33: “Sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”. Así que, para los discípulos de Cristo, el Reino debe ser lo primero en su vida. Si eso es así, Jesús nos promete que Jehová se encargará de las necesidades materiales y espirituales que tengamos. Los cristianos buscamos primero el Reino cuando les predicamos a tantas personas como sea posible. Igual que los discípulos de Jesús, necesitamos mucho valor para predicar cuando nuestros vecinos, amigos o familiares se oponen. Pero no debemos temer a nadie que trate de impedirnos servir a Jehová. Claro, Jesús nos dijo que predicáramos con valor, pero que también lo hiciéramos con cautela. Podemos verlo en Mateo 10:16: “Miren que los estoy enviando como a ovejas en medio de lobos. Así que sean cautelosos como serpientes, pero también inocentes como palomas”. En realidad, la mayoría de las serpientes prefiere huir en vez de atacar. Así que cauteloso aquí significa ser “prudente”, “sensato” y “astuto”. Y a la paloma se la conoce como a “la oveja del mundo de las aves” porque es dócil y delicada. Así que ser inocente significa ser sincero, intachable y con buenos motivos. Lo que Jesús quiso decir fue que, cuando sus discípulos afrontaran persecución, tendrían que ser ambas cosas, tanto cautelosos como inocentes. Así evitarían los peligros que pudieran surgir mientras predican. Por ejemplo, imagínese que alguien en el trabajo o en la escuela o algún familiar le hace comentarios sarcásticos o se burla de usted por ser testigo de Jehová. En vez de hacer lo mismo que él y criticar sus creencias siendo sarcástico, demuestre que sus comentarios no le roban la paz ni le quitan la alegría del rostro. Eso es ser prudente e intachable, cauteloso pero inocente. Todos tenemos que esforzarnos por imitar la fe de los discípulos de Jesús. Bueno, ¿qué aprendimos en estos discursos? Dos cosas. Primera: debemos rechazar la conducta de los que no tuvieron fe, como Caín, Lamec, los del tiempo de Noé, el faraón y los fariseos. Segunda: tenemos que imitar a los siervos de Jehová que tuvieron fe, como Abel, Enoc, Noé, Moisés y los discípulos de Jesús. Si lo hacemos, todos seremos amigos de Jehová y viviremos para siempre.
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Robert Ciranko: Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe. Imitemos a los discípulos de Jesús, no a los fariseos
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El programa de esta asamblea contiene más de 100 producciones de audio y video, incluida la que acabamos de ver. Estos videos se hacen en diferentes lugares del mundo. Tenemos la oportunidad de apoyar este trabajo y otros aspectos de la obra del Reino. Para su comodidad, ahora pueden hacer donaciones por internet, en donate.jw.org. Como vimos, el profeta Daniel mantuvo su fe a pesar de las pruebas y la vejez. ¿Cómo podemos imitarlo? ¿Y cómo nos pueden ayudar las visiones proféticas de Daniel? Por favor, presten atención al hermano Lett, del Cuerpo Gobernante, que contestará estas preguntas en el último discurso, titulado “Podemos ser poderosos gracias a la fe”. Un edificio que esté construido con hormigón armado puede aguantar fuertes terremotos. Un árbol con raíces fuertes y profundas puede permanecer de pie aunque tenga que soportar muchas tormentas. Un atleta, después de un riguroso entrenamiento, puede acabar con éxito un decatlón, una competencia de atletismo de 10 pruebas. Bueno, tal como un edificio, un árbol o un atleta pueden ser poderosos, los siervos de Jehová también podemos ser poderosos gracias a la fe. En este discurso hablaremos de cómo la fe —que viene del espíritu santo, la fuerza más poderosa del universo— puede fortalecernos para superar cualquier —y repito, cualquier— prueba, problema o tentación que se nos presente. Y, aunque no nos sintamos poderosos física o emocionalmente, la fe nos hace poderosos en sentido espiritual. Y el poder espiritual es mucho más valioso que el físico o el emocional. Si somos fuertes espiritualmente, seremos como Abrahán. Busquemos juntos Romanos 4 y veamos qué dice sobre Abrahán, desde el versículo 18: “Aunque no había esperanza, se basó en la esperanza y tuvo fe en que sería padre de muchas naciones, tal como se había dicho: ‘Así de numerosa será tu descendencia’. Y, aunque su fe no se debilitó, sí se daba cuenta de que su cuerpo ya estaba como muerto (pues él tenía unos 100 años) y de que la matriz de Sara también estaba muerta. Pero, a causa de la promesa de Dios, no dudó por falta de fe”. “Más bien”, noten, “se hizo poderoso por su fe, de modo que le dio gloria a Dios y estuvo plenamente convencido de que Dios [Jehová] podía hacer lo que le había prometido”. Aunque Abrahán tenía casi 100 años, y probablemente a veces se sintiera débil física y emocionalmente, su fe lo hizo poderoso. De hecho, su fe lo hizo tan poderoso que estaba segurísimo de que se cumpliría la promesa tan extraordinaria de que Sara, su esposa, con 90 años, daría a luz un hijo. Estaba totalmente convencido. Y, aunque aquello parecía imposible desde un punto de vista humano, él no tenía la más mínima duda. De la misma manera, si tenemos una fe fuerte, estaremos seguros de que todas las promesas de Jehová se cumplirán, sin importar lo extraordinarias que parezcan. No vamos a tener ni la más mínima duda. Teniendo presente el ejemplo de Abrahán, piense en un siervo de Jehová muy mayor y con enfermedades crónicas. Podría parecer débil, pero esa apariencia externa puede ser muy engañosa. Si ese hermano tiene el poder de la fe, es realmente fuerte, como lo fue Abrahán. Esta maravillosa asamblea se preparó para fortalecer nuestra fe, para que sea tan fuerte, tan poderosa, que podamos aguantar cualquier prueba, problema o tentación que se nos presente. Y no habrá nada que impida que seamos leales a Dios. Vamos a repasar ahora cómo cada día de esta asamblea y la emocionante historia de Daniel han fortalecido nuestra fe. Hablemos primero del viernes. El texto temático estaba tomado de Lucas 17:5: “Danos más fe”. Esas fueron las sinceras palabras de los apóstoles de Jesús al darse cuenta de que necesitaban más fe, y con humildad se la estaban pidiendo. ¿No nos pasa a nosotros lo mismo? Sabemos que necesitamos más fe, y humildemente le pedimos a Jehová que nos la dé. Pero la pregunta es ¿contestará Jehová nuestras súplicas y nos dará fe? ¡Claro que sí! El viernes vimos algunas de las maneras en las que Jehová nos contesta cuando somos humildes y le pedimos fe. Como aprendimos el viernes, Jehová nos da fe principalmente por medio de dos libros: la Biblia y el libro de la creación. La primera serie de discursos nos mostró que la Biblia nos ayuda a tener fe en la existencia de Dios, en la propia Biblia —la Palabra de Dios—, en las normas morales de Dios y, por supuesto, a tener fe en el amor de Dios. Hablando de la primera parte, ¿cómo nos ayuda la Biblia a tener fe en la existencia de Dios? Pues, por ejemplo, en sus páginas encontramos argumentos con una lógica aplastante, como el de Hebreos 3:4. ¿Recuerdan qué dice? Dice: “Claro, toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios”. Ninguna persona que esté en sus cabales creería que una casa bonita se diseñó y se construyó sola. Con mucha más razón, nadie en su sano juicio debería aceptar la idea de que todas las cosas bonitas que vemos en la naturaleza se diseñaron y se construyeron solas, o que son el resultado de la casualidad. Donde hay diseño, hay siempre un diseñador. Vamos a poner un ejemplo. ¿Cuántas veces tendría que arrojar pintura negra de una lata en una pared blanca hasta conseguir un mapa perfecto de la ciudad de Nueva York, hasta que cada gota de pintura se esparza perfectamente y dibuje sus calles, autopistas, túneles, puentes, pasos elevados y monumentos, y cada cosa con su nombre? ¡Podría hacer eso millones de veces! Y jamás conseguiría un mapa perfecto de la ciudad de Nueva York. ¿Y qué le parece esto? Supongamos que sigue intentándolo durante 100.000 millones de años, y, al final, le sale el mapa de una ciudad. Pero no, no es la ciudad de Nueva York, es Warwick, Nueva York. Ahora tiene que empezar de nuevo si quiere conseguir la ciudad de Nueva York. Claro, esto es solo una broma. Pero piense en esto: una célula del cuerpo humano tiene un diseño mucho más complejo, mucho más detallado que el mapa de una ciudad. El cuerpo de una persona está compuesto de unos 100 billones de estas impresionantes células, que trabajan perfectamente coordinadas. En la segunda parte, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en la Palabra de Dios. ¿Cómo lo hace? Todos los consejos que encontramos en ella funcionan. No hay consejos mejores. Cómo criar a los hijos, cómo tener un matrimonio feliz y así por el estilo. Piénselo, los seres humanos no somos tan inteligentes como para dar consejos que sean infalibles. Los consejos humanos tienen que ser revisados y actualizados constantemente. Pero, aunque la Biblia se escribió hace miles de años, nunca ha necesitado ningún cambio. Sus consejos siguen siendo los mejores. Tiene que venir de una fuente superior al ser humano. En el tercer discurso, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en las normas de Dios. Nos dice cuáles son, nos anima a obedecerlas, y, al hacerlo, nos protegemos física, emocional y espiritualmente. Somos felices, tenemos una buena conciencia y nos va bien en la vida. Así no nos veremos obligados a aprender a base de malas experiencias. Un refrán dice que “la experiencia es la mejor maestra”. ¡Totalmente falso! La experiencia te enseña a base de golpes. Jehová es el mejor maestro. Nuestro Dios, Jehová, hace “sabio al inexperto”, según Salmo 19:7. En el cuarto discurso, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en el amor de Dios. Lo hace principalmente explicándonos que Dios entregó a su Hijo primogénito para que muriera por nosotros y tuviéramos vida eterna. Pensémoslo, cuando la gente da algo, ¿qué es lo que suele dar? Algo que les sobra o lo que no vayan a necesitar. Pero Jehová dio lo más valioso que tenía, y eso le causó mucho dolor. La evolución dice que los humanos descendemos de los simios. ¿Cómo podemos sentirnos felices y amados pensando que nuestro padre fue un simio? Pero nuestro auténtico Padre, Jehová, es la personificación del amor. En la tarde del viernes, vimos la segunda serie de discursos, que abrió el libro de la creación. Adentrarnos en este libro puede fortalecer nuestra fe. Hablemos del primer discurso, que era sobre las estrellas. Isaías 40:26 dice que Jehová creó las estrellas y que “a todas las llama por su nombre”. Párese a pensar en esto: ¿cuánto tiempo le tomaría a usted nombrar solamente las estrellas de la Vía Láctea si dijera un nombre por segundo? José, Pablo, Raquel, Sara... Bueno, los científicos calculan que hay cerca de 400.000 millones de estrellas tan solo en la Vía Láctea. Si dijera una por segundo, tardaría 400.000 millones de segundos. ¿Y cuánto es eso? ¡12.684 años! Más del doble del tiempo que ha pasado desde la creación de Adán. Y después puede empezar con la siguiente galaxia. Y los científicos calculan que debe haber dos billones de galaxias en el universo. Eso es igual a cinco veces la cantidad de estrellas que hay en la Vía Láctea. Pensar en estos números puede dar dolor de cabeza. Pero Jehová las creó, las mantiene y llama a cada una por su nombre. En el discurso se explicó que, si Jehová puede hacer eso, no tendrá ningún problema en recordar y volver a crear a todos los que están durmiendo en las tumbas. El segundo discurso se centró en la página del libro de la creación que habla de los océanos. ¡Qué poderosos son! Pero el que los hizo es muchísimo más poderoso. No hay duda de que nuestro poderoso Dios puede protegernos ahora y hasta el final de la gran tribulación. El tercer discurso analizó la página que habla de los bosques, y se nos explicó que los bosques tienen la impresionante capacidad de repararse y renovarse a sí mismos. Y el asunto es que aquel que tuvo la sabiduría para crear estos bosques sin duda sabe cómo reparar todo el daño que el hombre le ha causado al planeta Tierra. El cuarto discurso se centró en el viento y el agua. Y vimos que Jehová, en el pasado, usó el viento y el agua —especialmente en forma de granizo— para vencer a sus enemigos y salvar a su pueblo. Y los volverá a utilizar en el Armagedón. El quinto discurso nos enseñó el fascinante mundo de los animales marinos, y vimos el animal más grande que existe en la Tierra: la ballena azul. ¡Y menudo apetito tiene esta ballena! Según el video, puede comer toneladas de alimento al día. Pero Jehová la alimenta. Y, si puede hacer eso, ¿acaso no puede alimentarnos y cuidarnos si seguimos buscando primero el Reino? Ahora tenemos más fe en que puede hacerlo y lo hará. El último discurso habló del increíble cuerpo humano. Como se explicó, tiene la asombrosa capacidad de curarse y autorrepararse cuando sufre daños. Piense en esto, si su auto se estropea o se araña, ¿se arregla solo? No creo. ¿Qué pasaría si, cada vez que nos arañamos, nos golpeamos o nos hacemos daño, nuestro cuerpo no se curara? En poco tiempo nuestro aspecto sería lamentable. Pero Jehová, que hizo el cuerpo con esa gran capacidad, podrá curar todas las enfermedades, rejuvenecernos y evitar que nos enfermemos en el nuevo mundo. Y él ha prometido que lo hará. La tercera serie de discursos volvió a hablar del libro que más fortalece nuestra fe, la Biblia. Se habló de algunas personas que llegaron a tener una gran fe y de lo que hicieron para conseguirla. Y, aunque estaban rodeados de personas sin fe, ellos lograron tenerla. Seguro que fortaleció nuestra fe analizar el ejemplo de Abel, Enoc, Noé, Moisés y los discípulos de Jesús. Estamos más decididos que nunca a imitar a estos siervos fieles y no a aquella gente sin fe. Y sabemos que nos irá muy bien, porque tenemos el mismo Padre y ayudante, que nos dará espíritu santo, como lo hizo con ellos. Las tres series de discursos del viernes nos mostraron claramente que Jehová nos responde cuando le pedimos más fe por medio de dos libros: la Biblia y el libro de la creación. Una pregunta sobre la historia de Daniel: ¿cómo le dio Jehová a Daniel la fe que le había pedido en oración? Una manera fue mediante su Palabra escrita. ¿Recuerdan que, en la historia, Daniel leía a menudo de un rollo que le había regalado su padre? ¿Se acuerdan de ese rollo? Aquel rollo contenía lo que hoy conocemos como el Salmo 27. Cuando sus enemigos trataron de desacreditarlo, Daniel meditó en el Salmo 27:11, 12, que dice en parte: “No me entregues a mis adversarios, porque testigos falsos se han levantado contra mí y me amenazan con violencia”. Cuando lo amenazaron de muerte, vimos a Daniel meditar en el Salmo 27:7-9, que dice en parte: “Tú eres quien me ayuda; no me abandones, no me dejes, mi Dios de salvación”. Seguro que esos versículos fortalecieron muchísimo la fe de Daniel. Claro, no podemos asegurar que Daniel estuviera pensando en esos versículos específicos, pero la Biblia sí muestra que las Escrituras ayudaron a Daniel a fortalecer su fe. Y sabemos que Daniel era un buen estudiante de las profecías bíblicas. Él dijo de sí mismo en Daniel 9:2: “Yo, Daniel, deduje por los libros [o sea, los libros sagrados] el número de años”. Y luego habla sobre la desolación y la restauración de Jerusalén, y de que pasarían 70 años. Bueno, la pregunta es ¿nos dará Jehová más fe cuando se la pidamos? Desde luego que sí. Una ayuda importante que ya nos ha dado son las profecías que encontramos en la Biblia. Tan solo las profecías de Daniel han ayudado a millones de personas a tener una fe muy fuerte. Por ejemplo, las profecías que se han cumplido sobre el rey del norte y el rey del sur nos han fortalecido mucho. A continuación veremos un video sobre este tema, que apareció en el programa de mayo de JW Broadcasting®, presentado por el hermano Cook. A Daniel se le dio una profecía acerca de dos reyes rivales: “el rey del norte” y “el rey del sur”. ¿Cómo se ha cumplido hasta ahora? A finales del siglo 19, el Imperio alemán se convirtió en el rey del norte. Alemania reunió “fuerzas y valor para ir contra el rey del sur con un gran ejército”. De hecho, su fuerza naval llegó a ser la segunda más grande del mundo. ¿Quién llegó a ser el rey del sur? La alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Este rey luchó en la Primera Guerra Mundial “con un ejército inmensamente grande y poderoso”. Arrasó y humilló al rey del norte. Pero ese no fue el final del rey del norte. Durante la Segunda Guerra Mundial, descargó “su furia contra el pacto santo”. También quitó “el sacrificio constante”, es decir, intentó frenar la predicación. ¿Cómo lo hizo? Prohibiéndola, metiendo en prisión a muchos cristianos ungidos y a sus compañeros, y matando a cientos de ellos. Después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética se convirtió en el rey del norte. Este rey colaboró con el rey del sur para crear “la cosa repugnante y devastadora”: la Organización de las Naciones Unidas. A principios del siglo 20, la Unión Soviética trató de acabar con las religiones en los territorios que controlaba. Así se cumplió la profecía que decía que no mostraría “respeto por el Dios de sus padres”. De esta manera, el rey del norte no le dio gloria al Dios de los cielos, sino “al dios de las fortalezas”. Tal como se profetizó, el rey del norte utilizó su fuerza militar y se envolvió “en un conflicto” contra el rey del sur, la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta potencia compitió con la Unión Soviética para controlar el mundo y apoyó guerras y conflictos políticos por toda la Tierra. Después de la caída de la Unión Soviética en 1991, no estaba claro quién sería el rey del norte. Durante un tiempo, el pueblo de Jehová pudo predicar y adorar a Dios en paz. Pero, en los últimos años, Rusia y sus aliados se han enfrentado de nuevo al rey del sur. Los dos reyes se han acusado mutuamente de ataques cibernéticos para perjudicar sus economías y sistemas políticos. Pero los ataques del rey del norte han ido más allá. Como se predijo, ha invadido “la Tierra Hermosa”, es decir, ha comenzado a oponerse a nuestras actividades espirituales. Hoy día, el gobierno ruso sigue atacando al pueblo de Dios. Los cristianos sabemos que vamos a sufrir persecución, pero también sabemos que no durará para siempre. Nuestro rey, Jesucristo, es más poderoso que cualquier gobierno humano. Muy pronto, destruirá al rey del norte, al rey del sur y a todos sus enemigos, y liberará a los siervos leales de Jehová. ¡Qué video tan impactante! ¿Se fortaleció su fe al ver la exactitud del cumplimiento de estas profecías? Estamos seguros de que sí. Y estamos completamente convencidos de que el resto de esa profecía, incluida nuestra salvación, se va a cumplir. Pronto, Cristo defenderá al pueblo de Dios y pondrá fin a este sistema malvado. Sigamos estudiando a fondo estas y otras profecías. Si lo hacemos, la fe que tenemos en nuestro sabio, todopoderoso y amoroso Padre seguro que será más fuerte. Hablemos ahora del programa del sábado, que tuvo como texto temático Judas 3: “Luchen con todas sus fuerzas por la fe”. En la serie de discursos “Luchan con éxito por la fe”, vimos que muchos que no están casados y muchos que están casados con alguien que no sirve a Jehová están venciendo en su lucha por la fe. Deseamos felicitarlos y decirles que los queremos. El discurso de bautismo animó a los nuevos discípulos a seguir fortaleciendo su fe. Les damos una calurosa bienvenida a todos los recién bautizados. Jehová los ama mucho, el Cuerpo Gobernante los ama mucho, sus hermanos también los aman mucho, y estamos muy felices de que ahora formen parte de la familia unida de incansables luchadores por la fe. Las dos series de discursos de la tarde nos ayudaron a ver que podemos demostrar nuestra fe dando de nuestro tiempo, energías y cosas materiales para apoyar la obra del Reino y ayudar a otros. Y se habló de cosas específicas que podemos hacer. Por ejemplo, aprender un nuevo idioma, mudarnos adonde se necesite ayuda, solicitar ir a la Escuela para Evangelizadores, colaborar en un proyecto de construcción o apartar algo para la obra del Reino. El discurso “Luchen con todas sus fuerzas por la fe” nos recordó que, como sucede en todas las luchas, en nuestra lucha tenemos enemigos. Por ejemplo, tenemos que rechazar las mentiras de los apóstatas y los cuentos falsos de otros opositores que pretenden sembrar dudas y debilitar nuestra fe. Satanás es muy hábil usando insinuaciones, medias verdades y mentiras. Por eso, no nos sorprende que los medios de comunicación, a menudo manipulados por apóstatas, líderes religiosos y otros opositores, también se valgan con frecuencia de insinuaciones, medias verdades y mentiras para atacar a la organización de Jehová. Piensen en esto: la fe es parte del fruto del espíritu, es algo que Jehová nos da para fortalecernos, mientras que las dudas son una herramienta que el Diablo utiliza para debilitarnos. ¿Recuerdan lo que le dijo Satanás a Eva? “¿De veras les dijo Dios que no pueden comer de todos los árboles del jardín?”. “¿De verdad les dijo eso?”. ¿Por qué lo preguntó así? Para sembrar dudas y acabar con su fe; y lo consiguió. Y, en nuestro caso, si no tenemos cuidado, las dudas pueden acabar con nuestra fe. Pero una fe fuerte impide que entren dudas en nuestra mente y corazón. Sigamos hablando un poquito más de los apóstatas. Supongamos que un apóstata toca a su puerta y le dice: “Me gustaría entrar en su casa, sentarme con usted y enseñarle algunas ideas apóstatas”. No lo escucharíamos ni un minuto, le diríamos que se fuera por donde vino. Pero ¿y si ese mismo apóstata tratara de entrar en su casa a través de la televisión o la computadora? Pues, hermanos, deberíamos rechazarlo con la misma contundencia. Segunda de Juan 10 dice que “si alguien viene a ustedes y no trae estas enseñanzas, no lo reciban en sus casas”. Que no entren ni por la puerta ni por la televisión o la computadora. Es triste que algunos se engañen a sí mismos pensando: “Si escucho a este apóstata en la televisión o en internet, o leo su libro, veré lo equivocado que está y tendré una fe más fuerte. Y, si alguien usa sus argumentos en la predicación, estaré preparado para responder. ¡Qué forma de pensar tan insensata! Sería como si pensáramos: “Si pruebo comida apestosa y podrida de la basura, eso me ayudará a reconocer cualquier comida en mal estado”. Pues no sería muy sabio, ¿verdad? En vez de envenenar nuestra mente con ideas apóstatas, escuchamos a Dios todos los días leyendo la Biblia, así fortalecemos nuestra fe. Y, por cierto, ¿cómo luchó Daniel con todas sus fuerzas por la fe? Algo que hizo fue no ceder ante la presión. ¿Se imaginan la presión a la que tuvo que enfrentarse cuando le ofrecieron los manjares y el vino del rey? ¿Cómo fue capaz de rechazarlos? La respuesta la podemos encontrar en Daniel 1:8. Ahí dice: “Pero Daniel decidió en su corazón que no iba a contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía. Así que le pidió permiso al funcionario principal de la corte para no consumir esas cosas que lo contaminarían”. ¿Se fijaron? Daniel ya había decidido “en su corazón” lo que iba a hacer. Y lo hizo porque estaba convencido de que cualquier cosa que Jehová le pidiera era por su bien. Igual que Daniel, tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas por la fe. ¿Lo están presionando ahora —en la escuela, en el trabajo o incluso en casa— para que ceda? Si es así, por favor, no se rinda y no ceda. Medite en el ejemplo de Daniel y luche por su fe. Decídase a obedecer a Jehová, porque obedecerlo siempre es lo mejor, y, si lo hace, nunca se arrepentirá. A Daniel también lo presionaron con amenazas. ¿Se imaginan cómo se sintió Daniel cuando se enteró de que su siguiente oración podría costarle la vida? ¿Qué lo ayudó a mantenerse fiel? Vamos a buscar Daniel 6:10 para encontrar la respuesta. Daniel 6:10: “Pero, tan pronto como Daniel se enteró de que el decreto se había firmado, fue a su casa, que tenía las ventanas de la habitación de la azotea abiertas hacia Jerusalén. Y siguió arrodillándose, orando y alabando a su Dios tres veces al día, tal como siempre había hecho hasta ese momento”. Él sabía que eso era lo correcto y no dudó en hacerlo. Daniel era constante en su adoración. Daniel 6:16 dice que el profeta servía “con constancia” a su Dios. La Atalaya explicó que la palabra original que se traduce como constancia básicamente significa “moverse en círculo”, que da la idea de continuidad. Daniel nunca interrumpió su adoración a Jehová, tal como la línea de un círculo no se interrumpe, no tiene fin. Por favor, presten atención a la siguiente escenificación, en la que un hermano se enfrenta a un posible arresto. Pero pensar en el ejemplo de Daniel lo ayuda a seguir sirviendo a Jehová con constancia en medio de esas circunstancias tan difíciles. En muchas partes de la ciudad, la situación es caótica. El ejército está arrestando a todo aquel que no apoye al nuevo gobierno. ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a ir hoy a la reunión? Quería hacer lo que fuera mejor para mi esposa y mi hija. Pero ya habían arrestado a algunos de los ancianos. ¿Y si me arrestaban a mí? ¿Qué sería de mi familia? ¿No irás a casa a orar, verdad? Oro con la ventana abierta tres veces al día, todos los días. Si cediera, aunque fuera un poco, ¿qué pensarían? Conozco a Jehová y, si confío en él, me premiará. No sé cómo lo hará, pero lo hará. Pídanle a Jehová que yo no pierda la fe, que todos la mantengamos, sin importar lo que pase. La Biblia es clara. Tenemos que seguir reuniéndonos, en grupos pequeños si es necesario. Pidámosle a Jehová que pase lo que pase nos dé fuerzas para aguantar. Nuestro querido Padre, Jehová, por favor... Al final me arrestaron. Te extrañamos mucho, pero estamos muy orgullosas de ti. Sabemos que pase lo que pase en el juicio mantendrás tu fe, y nosotras también. ¿Te asustaste? Tuve mucho miedo. Pero Jehová nos ayuda cuando tenemos miedo. Sabía que yo estaría bien y que Jehová cuidaría a mi familia. Tal como le ocurrió al hermano del video, a nosotros nos perseguirán. Segunda a Timoteo 3:12 dice: “Todos los que desean vivir con devoción a Dios en unión con Cristo Jesús también serán perseguidos”. No dice “puede ser”, “quién sabe”, “a lo mejor”; “serán perseguidos”, garantizado. Pero, como el hermano del video, cuando nos persigan, meditemos en el ejemplo de Daniel y luchemos por nuestra fe, y oremos con la confianza de que nuestro Dios es mucho más poderoso que nuestros enemigos. Seamos como el joven David cuando fue a pelear contra Goliat. Él vio el cuadro completo, ¿verdad? Él podía ver lo grande que era Goliat, pero, en el cuadro completo, también podía ver lo diminuto que era Goliat comparado con su todopoderoso Dios, Jehová. Daniel también pudo ver de una manera especial el poder de Jehová cuando lo arrojaron al foso de los leones. Jehová envió a un ángel para cerrarles la boca a aquellos leones. Y, piénselo, está claro que aquellos leones estaban muy hambrientos, porque, poco después, cuando echaron a otros al foso, los devoraron antes de tocar el suelo. Tenían mucha hambre, y Daniel debió haberles parecido un aperitivo sabroso. Pero, por mucho que lo intentaran, aquellos leones no pudieron abrir la boca para comerse a Daniel. Daniel también nos puso un buen ejemplo al no perder la esperanza a pesar de la vejez y la debilidad física. ¿Se imaginan cómo se sintió Daniel, que tenía ya casi 100 años, cuando vio a muchos judíos volver a su amada tierra pero él no podía ir con ellos? ¿Qué ayudó a Daniel a mantener viva la esperanza? Vayamos a Daniel 10, por favor, y veamos una cosa que lo ayudó. En Daniel 10:18, 19, Daniel dice: “El que parecía un hombre volvió a tocarme y me fortaleció. Entonces dijo: ‘No tengas miedo, hombre muy valioso. Ten paz. Sé fuerte, sí, sé fuerte’. Al hablar conmigo, me sentí más fuerte y dije: ‘Habla, mi señor, porque me has fortalecido’ ”. Mediante un ángel, Jehová le aseguró a Daniel que era valioso y que seguía siendo útil para él. Daniel se dejó animar por Jehová. Y, después, Jehová le reveló la emocionante profecía del rey del norte y del rey del sur, que Daniel escribió para nuestro beneficio. Aunque era mayor y estaba débil, este valioso hombre seguía siendo muy útil para Jehová. Por favor, vean la siguiente escenificación, en la que un hermano mayor que se siente inútil medita en cómo el ángel animó a Daniel. ¡Qué rápido se pasa la vida! Fui precursor, prediqué en otro idioma, estuve en la obra de circuito... y hubo un tiempo en el que era yo el que animaba a los mayores. ¡Extraño mucho aquellos tiempos! Y ahora soy yo el que está en un hogar para mayores. A veces pienso que ya no tengo nada que ofrecer. Daniel, eres un hombre muy valioso. He sido enviado a ti. No tengas miedo, Daniel. Tus palabras han sido oídas desde el primer día en que te decidiste de corazón a entender. No me queda aliento. Y no tengo fuerzas. No tengas miedo, hombre muy valioso. Ten paz. Sé fuerte. Sé fuerte. Feliz el que se mantiene a la expectativa. Sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte. Hola, vine a ver cómo está. ¿Tienes un minuto? Me gustaría enseñarte algo. Sí, claro. Jehová sí se acuerda de mí, y yo todavía tengo mucho que ofrecer. ¡Qué video tan conmovedor! ¿No es cierto? Y usted, ¿no puede hacer todo lo que le gustaría por culpa de los achaques de la edad? Entonces, piense en el ejemplo de Daniel y deje que Jehová lo anime. Y recuerde, las cosas que hizo en el pasado todavía son muy valiosas para Jehová. Nunca las olvidará. Y todo lo que haga ahora por él, aunque parezca poco, también es muy valioso para Dios. Los animamos a todos, sean jóvenes o mayores, a imitar a Daniel y a no dejar de luchar con todas sus fuerzas por la fe. Hablemos ahora del programa de hoy, el texto temático está sacado de Mateo 21:21: “Si tienen fe [...] pasará”. Por la mañana fortaleció mucho nuestra fe escuchar la serie de discursos “Imitemos a las mujeres de fe”. En cada uno de los discursos, se habló del ejemplo de una mujer de fe que se enfrentó a desafíos enormes como montañas. Sara tuvo que dejar una vida cómoda para empezar a vivir como una nómada. Y, durante muchos años, no pudo tener hijos. Rahab tuvo que actuar con decisión y arriesgar su vida para proteger a los espías israelitas y ponerse del lado del pueblo de Dios. Además, tuvo que dejar la vida inmoral que llevaba. Ana continuó sirviendo a Jehová a pesar de que durante muchos años fue estéril y Peniná se burlaba de ella. A la niña israelita prisionera, una banda de saqueadores sirios la separó por la fuerza de su familia, pero ella nunca dejó de hablar con valor a otros sobre Jehová. María aceptó una misión difícil, la de dar a luz, cuidar y educar al Hijo de Dios. La mujer fenicia fue valiente y le pidió a Jesús con insistencia que ayudara a su hija, que estaba poseída por un demonio. Y consiguió que la ayudara. Marta tuvo que pasar por la triste pérdida de su hermano, pero siguió creyendo en que Jesús tenía el poder de resucitarlo. Las hermanas Ishii y Toom, de las que se habló en el último discurso, son ejemplos de fe de tiempos modernos. Las dos se negaron con valor a renunciar a su fe aunque eso les costó estar en prisión muchos años. Y todo por ser testigos de Jehová. Todas y cada una de estas mujeres se enfrentaron a obstáculos como montañas, pero Jehová las recompensó por su fe. Ellas tenían fe en que Jehová las ayudaría, y Jehová no las decepcionó nunca. Y nosotros, ¿qué cosas buenas podemos esperar de Jehová si tenemos una fe fuerte? Pues, hablemos de algunas de las cosas que esperamos que ocurran dentro de poco. Por ejemplo, la parte final del sueño de la imagen de Nabucodonosor, que se describe en Daniel 2, se cumplirá. Las cuatro partes superiores de la imagen de Nabucodonosor son cuatro potencias mundiales que llegaron y se fueron, tal como se profetizó. Hoy día, la potencia mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña —simbolizada por los pies de hierro y barro— es la que domina. Y está cada vez más claro que esta última potencia mundial es una mezcla de hierro y barro que no se mantiene unida. Y tal como el hierro mezclado con barro es más débil que el hierro sólido, la potencia de Estados Unidos y Gran Bretaña es más débil que el Imperio romano, del que salió, que era de hierro. La capacidad de Estados Unidos y Gran Bretaña de actuar con la fuerza del hierro se debilita por culpa del barro; personas que se alzan contra los gobiernos para reclamar sus derechos mediante revueltas, campañas por los derechos civiles y movimientos independentistas. Ya se profetizó en Daniel 2:42: “El reino será en parte fuerte y en parte frágil”. Y, hoy día, este hecho está más claro que nunca. Pero, aunque esta potencia mundial está debilitada, no va a acabar sencillamente autodestruyéndose. Busquemos Daniel 2 y veamos cuál será su final. Es un texto muy conocido, Daniel 2:44: “En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido ni pasará a manos de ningún otro pueblo. [...] Hará añicos y pondrá fin a todos esos reinos, y será el único que permanecerá para siempre, tal como viste que pasaba cuando se cortó una piedra de la montaña, aunque no con manos humanas [sino las de Jehová], y la piedra hizo añicos el hierro, el cobre, el barro, la plata y el oro. El Gran Dios le ha revelado al rey lo que sucederá en el futuro. El sueño es verdadero y su interpretación es digna de confianza”. Este pasaje describe cómo el Reino de Dios, representado por la piedra, hará añicos a todos los gobiernos humanos en el Armagedón. Y es interesante que Daniel 2:34 diga que la piedra —el Reino de Dios— golpeará la imagen —los gobiernos humanos— en los pies de hierro y barro. Esto deja claro que el Armagedón vendrá mientras aún domine la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña, la última potencia mundial humana. Igual que Daniel, nosotros tenemos fe en lo que dice el versículo 45: “El sueño es verdadero y su interpretación es digna de confianza”. No hay ninguna duda, el Reino de Dios destruirá a todos los gobiernos en el Armagedón mientras aún exista la potencia de Estados Unidos y Gran Bretaña. Tal como la parte final del sueño de la imagen se cumplirá dentro de poco, también se cumplirá la parte final de la visión de Daniel que está en el capítulo 7. En ese capítulo, Daniel describe cuatro bestias salvajes que simbolizan cuatro potencias mundiales de la antigüedad. Es apropiado que se las describa como bestias salvajes, porque no gobernaron con bondad, sino con dureza, como si fueran bestias. Esas cuatro potencias mundiales son Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma; son las mismas cuatro potencias mundiales representadas por los cuatro metales de la parte superior de la imagen de Nabucodonosor. Pero en el versículo 8 Daniel describe un cuerno que salió de la cabeza de la cuarta bestia —Roma—, y ese cuerno tenía ojos, ese cuerno tenía boca, y esa boca hablaba con arrogancia. Pues, este cuerno arrogante simboliza la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña; de nuevo, la última potencia. ¿Y qué se predijo que pasaría a continuación? Busquemos Daniel 7 para ver qué pasa después. Daniel 7, y leeremos a partir del versículo 26: “Pero el Tribunal se sentó y le quitaron su dominio [es decir, al cuerno] para acabar con él y destruirlo completamente. Y el reino, el dominio y la grandeza de los reinos que hay bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que forman los santos del Supremo. Su reino es un reino eterno y todos los gobiernos les servirán y los obedecerán”. A este cuerno arrogante se le quita su dominio y, además, es destruido y reemplazado por el Reino de Dios. Tal como se describe en la visión, el Reino de Dios destruirá a todos los gobiernos humanos mientras Estados Unidos y Gran Bretaña sigan siendo la potencia mundial, y por fin gobernará toda la Tierra. ¡Qué emocionante va a ser ver el cumplimiento de todo esto dentro de muy poco! Piénselo, hasta ahora el resto de la profecía se ha cumplido. Así que confiamos plenamente, tenemos fe, en que la parte final también va a cumplirse. Ahora bien, hay muchas otras profecías en el libro de Daniel, que no tenemos tiempo de ver ahora, que se han cumplido al pie de la letra. Y el cumplimiento de tantas profecías nos convence por completo de que estamos muy adentrados “en el tiempo del fin”. Muy pronto seremos testigos del cumplimiento de Daniel 12:1, donde dice que “Miguel, el gran príncipe”, se levantará, y habrá un tiempo de gran angustia. Pero el pueblo de Dios se salvará, “todo el que esté anotado en el libro”. En el video que vimos al principio de este discurso aparecía Miguel —Jesucristo glorificado— viniendo desde el cielo con sus ángeles para salvar al pueblo de Jehová y destruir este sistema malvado. Pero, si se fijaron bien en el video, habrán visto que los malos estaban disparando sus armas hacia arriba, contra Miguel. Es como para reírse, ¿no es cierto? Porque hasta las armas más poderosas del hombre son como pistolas de juguete comparadas con el enorme poder de Miguel. De hecho, en el video, a Miguel se le ve avanzando sin ninguna protección, sin coraza ni escudo. ¡No le hacen falta! Solo lleva una espada, un arma de ataque. A veces, en nuestras ilustraciones se le dibuja con arco y flecha, de nuevo, solo con un arma de ataque. Pero las armas de Jesucristo son poderosas, mucho más poderosas de lo necesario para cumplir la misión de rescatar al pueblo de Jehová y borrar del mapa al malvado sistema de Satanás. Y, después del Armagedón, comenzará el glorioso Reinado de Mil Años de Cristo. Durante ese periodo maravilloso, veremos el cumplimiento del último versículo del libro de Daniel. Leámoslo, el último versículo de este libro. Daniel 12:13. Esto es lo que se le dijo a Daniel: “En cuanto a ti, sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte”. Daniel le sirvió a Jehová fielmente hasta el final de su vida. Siguió adelante “hasta el fin”, y ahora está descansando. Pero pronto se levantará, cuando resucite durante el Reinado Milenario de Cristo para recibir su parte en el nuevo mundo. Una pregunta: ¿tenía fe Daniel en la promesa que Jehová le hizo mediante el ángel? Por supuesto que sí. Él ya había demostrado su fe durante décadas, mantuvo su pureza negándose a comer alimentos prohibidos. Nunca dejó de orar, incluso cuando hacerlo podía costarle la vida. Nunca dejó de fortalecer su fe estudiando la Biblia. Estamos seguros de que Daniel confiaba totalmente en la promesa que Jehová le hizo mediante el ángel de que se levantaría en la resurrección y recibiría su parte en el nuevo mundo. La cuestión es ¿cómo podemos nosotros tener una fe tan fuerte como la de Daniel? Manteniendo nuestra pureza moral y espiritual al no dejar que nada contamine nuestra fe. Orando constantemente con la total confianza de que Jehová contestará nuestras oraciones. Y escuchando a Jehová al estudiar con regularidad su Palabra. Jehová quiere que tengamos fe en que él nos recompensará. Hebreos 11:6 dice que “el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe [que de verdad está ahí] y que recompensa a los que lo buscan con empeño”. ¿Recuerdan a los dos hermanos que vimos anteriormente, el que era padre y el que estaba enfermo? El padre terminó entre rejas y el hermano enfermo no se curó milagrosamente. ¿Fue inútil su fe? Por supuesto que no. ¿Los recompensará Jehová? Por supuesto que sí. Si usted está pasando por algo parecido, ¿lo recompensará Jehová? Por supuesto que sí. Por favor, vean el siguiente video en el que escucharán la canción que luego cantaremos para concluir esta asamblea. Les gustará mucho. ♪♪ No digas “Tengo miedo”. No digas “¿Qué pasará?”. Dios te puede proteger, no tienes que temer, estás al lado de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Tantos ejemplos fieles, tantas vidas de lealtad. Por su fe y amor, aguante y valor, muy pronto se levantarán. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Si tienes fe, eres poderoso, le haces frente al “león”. Puede rugir, mas Dios está detrás de ti, brindándote su protección. Dios cumplirá muy pronto lo que nos prometió. Ya ves el final, muy poco queda ya para la victoria de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Si tienes fe. ♪♪ ¡Qué video tan emocionante! Ya tenemos muchas ganas de cantar juntos esa canción al final del programa. Queridos hermanos, queridos niños y amigos que nos escuchan, no hay duda de que ahora mismo nos enfrentamos a poderosos enemigos. Para empezar, tenemos un poderoso enemigo en nuestro interior, el pecado heredado. Y tenemos que luchar constantemente contra él si queremos hacer lo correcto. En segundo lugar, tenemos a nuestros grandes enemigos, Satanás y sus demonios. A Satanás se le describe como un león rugiente, una serpiente astuta, un dragón feroz, un sigiloso pajarero y con otras descripciones negativas. Efesios 6:12 dice que “tenemos una lucha” —según la nota “una lucha cuerpo a cuerpo”— “contra las fuerzas espirituales malvadas en los lugares celestiales”. Como explican nuestras publicaciones, puede haber decenas de miles de estos poderosos y malvados espíritus en la región invisible, que no dejan de luchar contra nosotros. En tercer lugar, está este mundo malvado que nos rodea, que quiere atraparnos y presionarnos para hacer lo que Jehová odia. Y, pensando en proporciones, en este mundo, por cada 900 personas hay un solo testigo de Jehová, solo uno. Pero, aunque estos tres enemigos son poderosos, nuestra fe —que viene del espíritu santo, una fuerza invencible— nos hace más poderosos, como grupo y como individuos, que estos tres enemigos juntos. Muy pronto nos atacará otro poderoso enemigo. Este intimidante adversario es una coalición de naciones llamada Gog en Ezequiel 38. Ese capítulo dice que Gog vendrá con “un ejército enorme, una gran fuerza militar”. “Como nubes que cubren el país”, vendrán contra el pueblo de Dios. Este escenario puede parecer aterrador. Pero, queridos hermanos, gracias a la fe, ustedes serán más fuertes que Gog, y lo seguirán siendo hasta que Jehová intervenga milagrosamente en el Armagedón. En realidad, el Armagedón es una operación de rescate. Dios intervendrá y eliminará a Gog para siempre, lo barrerá con “la escoba del exterminio”. En el pasado, la fe ayudó al pueblo de Dios a superar hasta los desafíos más difíciles. Y esa fe, que viene del espíritu santo, nos ayudará a hacer lo mismo. A lo largo de los siglos, igual que hoy, siervos de Dios como Daniel han sido poderosos, no por sus propias fuerzas, sino gracias a la fe. Así que, queridos hermanos, queridos niños, amigos que nos escuchan, sigan pidiendo más fe. ¡Nunca dejen de fortalecerla! Y no tengan ninguna duda de que, si tienen fe, fortalecen su fe y demuestran fe, muy pronto verán el cumplimiento de todas y cada una de las promesas de Jehová. Gracias, hermano Lett. Tu discurso y el resto de la asamblea nos han fortalecido la fe y nos han preparado para el futuro. Seguro que les gustará saber que la primera y la segunda parte de la historia Daniel, un hombre de fe ya se pueden descargar en jw.org y en la aplicación JW Library®. Esta asamblea es una prueba más de que Jehová y su Hijo, Jesucristo, nos dan abundante alimento espiritual a pesar de la complicada situación mundial. ¡Cuánto nos alegramos de que nos cuiden tanto! En nombre del Cuerpo Gobernante y de todos los hermanos que servimos en Betel y en las oficinas de Traducción por todo el mundo, muchas gracias por ver el programa de la asamblea regional del 2021. Los queremos. Que su amor y su fe sigan siendo fuertes, y su esperanza se mantenga viva. Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting®. Para terminar, vamos a cantar una canción que habla del poder que tiene la fe en nuestra vida. Por favor, cantemos juntos la canción Si tienes fe. Ya la escuchamos durante el último discurso. Después de la canción, pueden hacer una oración para dar gracias a Jehová. Ahora cantemos todos junto con el coro de la Watchtower la canción Si tienes fe.
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Domingo tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2021 “Poderosos gracias a la fe”
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¿Tiene usted un auto, una motocicleta o algún otro vehículo? Si es así, sabrá que conlleva una gran responsabilidad. De entrada, cuesta bastante dinero comprar un vehículo, y luego hay que seguir gastando dinero para mantenerlo en funcionamiento. Además de eso, tener un vehículo conlleva otra responsabilidad muy seria: la responsabilidad de mantenerlo para que sea seguro, es decir, que no se rompa, que no cause accidentes y, más importante aún, que no cause muertes. Para ello, hay que tener un programa de mantenimiento. No esperaríamos a que se le caiga una pieza al vehículo o a que de pronto se quede parado. Tenemos que ser previsores y tener una lista de control para asegurarnos de que todo funciona bien. De manera parecida, espiritualmente hablando, cada uno de nosotros debe tener su propio programa de mantenimiento. ¿De qué tipo de mantenimiento estamos hablando? Abramos nuestras biblias y busquemos 2 Corintios 13:5. 2 Corintios 13:5. Ahí dice: “Sigan examinándose para saber si están firmes en la fe. Sigan comprobando lo que ustedes mismos son. ¿O no se dan cuenta de que Jesucristo está en unión con ustedes? Claro, a menos que estén desaprobados”. Fíjense en que al principio del versículo dice “sigan examinándose”, “sigan comprobando”. ¿Qué quiere decir eso? La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice lo siguiente: “Un diccionario bíblico señala que la palabra que Pablo usa para examinar significa ‘esforzarse por descubrir la naturaleza o el carácter de algo’. Ellos podían descubrir la naturaleza de su propio estado espiritual comparando su conducta diaria, sus actitudes y sus decisiones con las verdades sagradas que habían aprendido. Este autoexamen los ayudaría a comprobar si eran verdaderos cristianos. Para comprobar, Pablo usa una palabra que podría referirse a examinar algo para ver si es auténtico, como se hace con los metales. ¿Se dan cuenta de lo que nos quiere decir este versículo? Los cristianos tenemos que examinarnos continuamente para saber si estamos en la fe. Pero ¿qué significa “fe” en este contexto? No solo se refiere a nuestra fe en Dios, sino a todas las enseñanzas cristianas que encontramos en su Palabra, la Biblia. Según lo que acabamos de ver, “examinar” y “comprobar” en realidad significa observarnos a nosotros mismos para ver si estamos viviendo de acuerdo con lo que nos dice la Biblia. Ese es un programa de mantenimiento muy importante. Para darle mantenimiento a un vehículo es útil una lista de control, pero ¿hay una lista de control que podamos usar para examinarnos y comprobar si estamos en la fe? Sí, la hay. Es una lista con tres puntos. Primero, debemos hacernos preguntas profundas sobre nuestra amistad con Jehová. Ese es el primer punto: preguntas que nos ayuden a ver qué hay en nuestro corazón. Recordemos, tenemos que responderlas con honradez. La respuesta a esas preguntas tiene que ser lo que de verdad veamos en nosotros mismos. Y, cuando la tengamos, debemos pedirle a Jehová que nos ayude a hacer los cambios necesarios. De ese modo nos mantendremos espiritualmente fuertes y tendremos una amistad estrecha con nuestro Padre celestial. Pues, con esto en mente, volvamos al ejemplo que pusimos al principio, el de un vehículo, un auto o una motocicleta. Si tuviera que comparar nuestra fe o nuestras creencias y nuestra conducta con un vehículo y su mantenimiento, ¿qué partes del vehículo utilizaría? Bueno, quizás lo primero que le venga a la mente sea el motor. Tiene que asegurarse de que el motor funciona bien, porque eso es lo que hace que el vehículo se mueva. Así que deberíamos preguntarnos “¿Qué es lo que nos mueve y nos motiva a servir a Jehová de la manera correcta?”. La respuesta está en las Escrituras. Vamos a buscar juntos 1 Timoteo 4:8. 1 Timoteo 4:8. A ver si encuentran con qué podemos comparar el motor de un auto. Dice: “Porque el ejercicio físico tiene algún beneficio, pero la devoción a Dios es beneficiosa para todas las cosas, pues ofrece una promesa para la vida presente y la vida futura”. ¿Lo vieron? ¿Qué es lo que dice la Biblia que es tan importante? La devoción a Dios. Pero tenemos que entender qué es la devoción a Dios. De hecho, también tenemos que entender por qué la Traducción del Nuevo Mundo usa esta expresión. Muchas otras Biblias simplemente la traducen como “piedad”, “la piedad es provechosa”, o “una vida dedicada a Dios”, o “la religión”. Y otra incluso dice “entrenarse en la sumisión a Dios”. Pero la Traducción del Nuevo Mundo transmite muy bien el sentido del original, porque se puede entrenar o programar a un robot para que haga cierto trabajo, pero no se le puede programar para que tenga devoción a Dios. ¿Por qué no? Porque la devoción a Dios implica lo que sentimos por Jehová. Significa que le somos leales porque le estamos muy agradecidos y porque lo amamos. Esta expresión nos ayuda a entender que lo que de verdad importa es por qué hacemos las cosas, y no qué cosas hacemos. Volvamos a la comparación que estamos usando, la del vehículo. Queremos revisar el motor. ¿Qué haría para comprobar que funciona bien? Seguramente revisaría a menudo la temperatura, porque si el motor se sobrecalienta, tenemos un problema. O quizás revisaría el aceite, para ver si tiene suficiente. O miraría la fecha en la que cambió el aceite por última vez. O pondría el motor en marcha y escucharía con cuidado, para ver si está sonando bien o no. Quiere averiguar si el motor está haciendo algún ruido extraño. Este es el tipo de cosas que revisaríamos de la lista para saber si el motor de nuestro auto funciona bien. Claro, nada de esto tiene que ver con la devoción a Dios, ¿verdad? Pero ¿qué sí encontraríamos en nuestra lista de control para saber en qué estado se encuentra nuestra devoción a Dios? Volvamos a la Biblia. Vamos a buscar juntos el libro de los Salmos. Leeremos el Salmo 40:8. Salmo 40:8. Aquí dice: “Hacer tu voluntad, oh, Dios mío, es un placer para mí, y tu ley está en lo más hondo de mi ser”. Este texto nos ayuda a examinar nuestra devoción a Dios. ¿Cómo? Bueno, tenemos que preguntarnos: “¿Sirvo a Jehová porque es un verdadero placer para mí o lo hago por obligación? ¿Es algo que hago por pura rutina, algo que sencillamente hago cada día, pero que en realidad no siento un gran deseo de hacer?”. Bueno, y si nos damos cuenta de que nuestra devoción a Dios no es como debería ser, que estamos haciendo las cosas por pura rutina y no por amor a Jehová, tenemos que hacer algo. Nuestra reacción debería ser como si escucháramos un ruido extraño en el motor o viéramos que se está sobrecalentando. Y eso es exactamente lo que Jesús les dijo en el siglo primero a los hermanos de la congregación de Éfeso. Por favor, busquen conmigo el libro de Apocalipsis, capítulo 2. Recordarán que en esta parte del libro de Apocalipsis encontramos una serie de mensajes que Jesús les da a algunas congregaciones. La primera congregación que se menciona es la de Éfeso. En el capítulo 2 de Apocalipsis, si nos fijamos en los versículos 2 y 3, ¿qué encontramos? Jesús le dice a la congregación: “Conozco tus hechos, tu duro trabajo y tu aguante”. Y eso suena bien, ¿verdad? También les dice que no están tolerando a hombres malos. Y en el versículo 3 les dice que han perseverado y que no se han cansado. ¿Qué conclusión sacamos de estos dos versículos? Que en el siglo primero nuestros hermanos de la congregación de Éfeso estaban ocupados sirviendo a Jehová. Estaban activos, no se habían rendido. Pero ¿qué les dice Jesús en el versículo 4? Les dice: “Pero tengo algo contra ti: que has perdido el amor que tenías al principio”. ¿Vemos el punto? Esto muestra claramente que a Jehová y a Jesús no solo les interesa qué hacemos, sino también por qué lo hacemos. Sí, nuestro servicio a nuestro Dios Jehová debe demostrar que lo amamos y que le somos leales, tal como Jesús ama a su Padre y es leal a él. Esto es muy importante. El apóstol Pablo también habló de esto. Busquen conmigo 1 Corintios 13, 1 Corintios 13, y veamos lo que Pablo dijo bajo inspiración en el versículo 3: “Si doy todo lo que tengo para alimentar a otros o si entrego mi cuerpo para poder sentirme orgulloso pero no tengo amor, no me sirve de nada”. La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice lo siguiente: “Hablando hipotéticamente, Pablo dice que, si diera todo lo que tiene para alimentar a otros o si muriera como mártir por la verdad pero lo hiciera por orgullo y no por amor, eso no le serviría de nada”. Esto da mucho que pensar. Hablando de esta expresión, “devoción a Dios”, un experto da una definición muy interesante de la palabra original. Dice que es estar conscientes de que todo lo que hacemos influye en nuestra amistad con Dios. Así que, si revisamos nuestra devoción a Dios y vemos que no está funcionando del todo como debería hacerlo, quizás necesita mantenimiento. ¿Pero de qué tipo de mantenimiento estamos hablando? Bueno, algo que podemos hacer es pensar en Jehová más a menudo todos los días, para que él sea parte de nuestra vida. Además, meditar en lo que Jehová ha hecho por nosotros hace que nuestro amor y gratitud hacia él crezcan, y eso nos motiva a hacer lo que Jehová quiere que hagamos por amor y con un corazón lleno de agradecimiento. Y, por supuesto, orar a Jehová con frecuencia fortalece nuestra amistad con él. Bien, ¿qué hemos aprendido hasta ahora? Que tal como el motor de un vehículo necesita mantenimiento y tenemos que estar pendientes de que funcione correctamente, nosotros tenemos que hacernos preguntas, preguntas sinceras, preguntas que nos ayuden a ver cómo está nuestra devoción a Dios. ¿Estamos sirviendo a Jehová simplemente por rutina, por un sentido del deber? ¿Lo hacemos por obligación, o porque nuestro corazón rebosa de amor por Jehová y de agradecimiento? Si ese amor y ese agradecimiento aumentan, nuestra devoción a Dios estará en buen estado, estará bien mantenida. Esta es la primera de las comparaciones que vamos a hacer entre el programa de mantenimiento de un vehículo y nuestra espiritualidad. Pongamos otra comparación. Otra parte muy importante de un vehículo son los frenos. Sabemos que los frenos son absolutamente necesarios, ¿verdad?, porque alguien podría de repente cruzar por delante o podría haber un vehículo que quizás viene demasiado rápido y tenemos que esquivarlo... y necesitamos usar los frenos. Pensando en nuestra adoración a Jehová y en nuestra amistad con él, ¿a qué creen que podemos comparar los frenos de un vehículo? Bueno, la Biblia nos da una pista. Está en el Salmo 111. Allí encontramos la respuesta. Busquemos juntos el Salmo 111 y leamos el versículo 10: “El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría. Todos los que obedecen sus órdenes demuestran ser muy perspicaces. Su alabanza dura para siempre”. ¿Les viene a la mente a qué podemos comparar los frenos de un vehículo? ¿Qué es lo que nos frena para que no hagamos algo que a Jehová no le gusta? Es el temor de Jehová. Tal como los frenos de un vehículo necesitan mantenimiento, nosotros tenemos que revisar cómo están nuestro amor por Jehová y el temor que le tenemos. Bueno, ¿y a qué nos referimos al decir el temor de Jehová? ¿Significa temblar de miedo pensando todo el tiempo que nos va a castigar? No. Quizás podemos compararlo a un chef que tiene un cuchillo bien afilado. Si usa el cuchillo con destreza, puede hacer con él cosas increíbles, pero si lo usa mal podría hacerse daño. De forma parecida, si nuestra amistad con Jehová es fuerte, no tenemos por qué estar temblando de miedo, por así decirlo. Al contrario, debemos recordar siempre que Jehová está a nuestro lado. El temor de Jehová es un temor sano. Significa no querer hacer nada que le desagrade. El temor de Jehová es importante porque, si se interpone una tentación en nuestro camino, frenaremos a tiempo para no hacer algo que está mal. ¿Qué les parece si hablamos un poco de lo que hay que hacer para revisar los frenos? ¿Qué podemos hacer para saber si los frenos están bien o no? Bueno, los mecánicos dicen que, si al pisar el freno notamos que el volante comienza a temblar, eso puede ser una señal de que algo anda mal. ¿O qué pasa si cuando pisamos el freno notamos que el vehículo comienza a irse hacia un lado? Esa es otra mala señal. O, si pisamos el freno y resulta que está muy flojo y tenemos que pisarlo varias veces para que funcione... De nuevo, hay un problema. Y, como pasa con el motor, si escuchamos ruidos extraños al frenar, esa tampoco es una buena señal. ¿Y qué hay del temor a Jehová? ¿Qué podemos hacer para comprobar en qué estado se encuentra nuestro temor a Dios? Sabemos que Satanás y su mundo nos lanzan cosas constantemente: tentaciones, malos pensamientos y cosas así. Es como cuando uno va conduciendo y de repente se le cruza por delante una persona o un animal... Ahí es cuando necesitamos los frenos. Pero ¿cómo los usamos? ¿Cómo nos ayuda el temor a Dios? Vamos a buscar 2 Corintios para ver una idea interesante que se les comunicó a los hermanos de Corinto. Leeremos 2 Corintios 10:5. Para ponernos en el contexto, en este capítulo Pablo está hablando de enseñanzas falsas. Pero el principio que se menciona en este versículo también se puede aplicar a cómo reaccionamos ante los pensamientos malos e inmorales, o ante todo aquello que no esté de acuerdo con la voluntad de Jehová. Así que vamos a ver cuál es este principio, 2 Corintios 10:5: “Y es que estamos derrumbando razonamientos y toda barrera que se alza contra el conocimiento de Dios. Estamos haciendo prisionero todo pensamiento para que sea obediente al Cristo”. ¿Vieron el punto? No importa lo que se nos presente, sea un pensamiento inmoral o la tentación de hacer algo malo o una situación en la que pudiéramos dejar de ser neutrales en asuntos políticos, ¿qué debemos hacer? Debemos reaccionar rápido. Es como cuando pisamos el freno. Tenemos que derrumbar todos los pensamientos malos que nos vengan a la mente. Por eso es tan importante que comprobemos nuestro temor a Dios, preguntándonos: “¿Cómo suelo reaccionar cuando se me presenta cualquier tipo de tentación? ¿Reacciono rápidamente? ¿Me funcionan bien los frenos? ¿O me está fallando el temor a Dios?”. Una pregunta interesante. Vamos a poner otro ejemplo: imagínese que se encuentra en su auto un montón de arañas venenosas. No puede dejarlas ahí. Así que busca a alguien que lo ayude a deshacerse de las arañas. Pero, después de pagarle por el trabajo, viene y le dice: “Ya quité la mayoría, pero puede que quede alguna”. No se quedaría muy contento, ¿verdad? Porque usted lo que quiere es que no quede ninguna araña en el auto. Pero ¿qué es lo que nos dice el versículo 5? Dice que tenemos que eliminar todas las cosas que estén en contra de la voluntad de Jehová. Y es que, aunque hayamos eliminado la mayoría de esas cosas, puede que todavía queden unas cuantas que no tengamos bajo control. También podríamos comparar esto a conducir en la dirección contraria. Bueno, ¿y qué tenemos que hacer si nos damos cuenta de que vamos por la autopista en dirección contraria? Parar, dar la vuelta y conducir en la dirección correcta. Eso es exactamente lo que tenemos que hacer si vemos que no funciona bien nuestro temor a Dios. Si nos damos cuenta de que estamos siendo un poquito lentos al reaccionar cuando se nos presentan tentaciones inmorales o cualquier otra cosa, entonces tenemos que desarrollar más temor de Dios. Así el temor de Jehová nos ayudará a resistir las tentaciones. ¿Y qué nos puede ayudar a fortalecer nuestro temor a Jehová? De nuevo la Biblia nos da la respuesta, esta vez en el libro de Proverbios. Proverbios 8:13. Y verán que aquí tenemos una definición y la fórmula de cómo hacerlo. Proverbios 8:13: “Temer a Jehová significa odiar lo malo”. ¿Qué es lo que nos ayudará a fortalecer nuestro temor a Jehová? Tenemos que odiar lo que es malo. Permítanme que les haga una pregunta: ¿pueden pensar en alguna comida que odien? Pues a mí se me ocurren un par de cosas que no me gustan nada, las odio. Si alguien intentara tentarnos con esa comida, ¿cederíamos fácilmente? Claro que no, porque la odiamos, ¿verdad? Por eso, qué importante es que desarrollemos auténtico odio hacia lo malo. Tenemos que asegurarnos de sentir odio por las cosas que Jehová odia, y rechazarlas, igual que él. No permitamos que poco a poco vaya cambiando nuestra manera de ver lo que Jehová dice que está mal. Volvamos de nuevo a Proverbios 8:13. Ahí dice: “Temer a Jehová significa odiar lo malo”. Y luego añade: “Odio la soberbia, el orgullo, el mal camino y las palabras perversas”. Así que es necesario que eliminemos de nuestro corazón cualquier tipo de orgullo que pueda dañar nuestra amistad con Jehová. Es muy importante. Es una manera de odiar lo que Jehová odia. Pensemos un momento en esto. Al revisar cómo es nuestro temor a Jehová, si es fuerte o débil, tenemos que preguntarnos: “¿De qué tipo de cosas me siento orgulloso?”. Algo de lo que digamos en nuestro interior: “Sí, me siento muy orgulloso de esto”. Recordemos lo que pasó con Absalón. Él estaba orgulloso de su pelo. Pero al final fue su pelo lo que acabó con él. Terminó muriendo porque se le enredó el pelo en las ramas de un árbol. Nosotros no queremos ser como Absalón. No permitamos que el orgullo acabe causándonos problemas serios. Esto ha sido interesante, ¿verdad?, esta segunda comparación entre el mantenimiento de un auto y el mantenimiento de nuestro temor a Dios. Igual que los frenos, el temor a Dios nos ayuda a detenernos antes de hacer algo que a Jehová no le gusta. Claro, si nos ponemos a buscar comparaciones entre el mantenimiento de un vehículo y el mantenimiento de nuestra espiritualidad, se nos podrían ocurrir muchísimos ejemplos, y muy buenos. Probablemente ustedes ya están pensando: “Pues yo usaría este ejemplo, o este otro”. Pero solo tenemos tiempo para una comparación más, y es posible que esta no se les haya ocurrido. ¿Cuál es? La bocina. En algunas partes del mundo, los conductores dicen que la bocina es tan importante como los frenos. ¿Por qué? Porque es necesaria para que otros sepan que vamos por la carretera. Si hay otro vehículo que quiere cambiar de carril y no queremos que choque contra nosotros, tocamos la bocina. O, si hay una persona que está distraída y se pone a cruzar la calle, tocamos la bocina. Si la usamos correctamente, puede salvar vidas. ¿A qué aspecto de nuestra espiritualidad podemos comparar la bocina de un vehículo? Vamos a leer juntos 1 Timoteo 4:16. Fíjense en cuál es la comparación: “Presta constante atención a tu conducta y a tu enseñanza. No dejes de hacer estas cosas, pues así te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan”. Así que podríamos decir que tal como en un vehículo la bocina es importante, el sonido de las buenas noticias que queremos que todo el mundo escuche, es decir, enseñar a otros y hablarles de lo cerca que está el día de Jehová, puede salvar vidas. Si quisiéramos revisar una bocina, ¿qué deberíamos mirar, o más importante aún, escuchar? Bueno, podríamos empezar tocando la bocina, y si no suena sabemos que hay un problema. Por otro lado, si el sonido es tan bajito que nadie lo oye, también tenemos un problema. ¿Y qué hay de nosotros? ¿Tenemos que analizar cómo estamos predicando las buenas noticias? Sí. Y es necesario que pensemos en todas las facetas de la predicación. Por ejemplo, ¿qué hay de la predicación informal? ¿Les ha pasado que al ver una oportunidad piensan: “Sí, tengo que hablar con esa persona”, y no les sale nada? La bocina no está funcionando. O a lo mejor sí aprovechamos la oportunidad para hablar, pero nuestro mensaje no es claro, y la persona no entiende lo que estamos diciendo. En cualquiera de estos dos casos, está claro que le falta mantenimiento a nuestra bocina simbólica. ¿Qué podemos hacer? Bueno, podríamos orarle a Jehová para pedirle que nos dé valor. Que nos dé valor para hablar con otras personas, ya sea informalmente, por teléfono o de cualquier otro modo. Y, si vemos que tenemos que ser más claros o coherentes cuando les presentamos a otros el mensaje, es importante que practiquemos antes de hacerlo, que tengamos sesiones de ensayo para ver lo que vamos a decir. Si lo hacemos, estaremos preparados para dar un mensaje claro a los que nos escuchen. ¿No les parece que esto ha sido muy interesante? ¿Lo repasamos? Vimos varias comparaciones con las partes de un vehículo. Podríamos decir que el motor es comparable a nuestra devoción a Dios. La devoción a Dios debe salir del corazón. Y los frenos del vehículo son como el temor de Jehová. Si odiamos lo que es malo, como Jehová, eso será un freno que nos detenga. Y también hablamos de tener una bocina que transmita correctamente el sonido del mensaje. Y no olvidemos pedirle a Jehová que nos ayude a transmitir a las personas el mensaje de las buenas noticias con claridad. Estoy seguro de que, como ya mencionamos antes, se les ocurren muchas otras comparaciones. Pero el punto es que un buen conductor no solo conduce su auto, su motocicleta o el vehículo que sea. Un buen conductor también revisa su vehículo para que esté en buen estado y sea seguro. De la misma manera, nosotros, como dice 2 Corintios 13:5, tenemos que seguir examinándonos. Tenemos que seguir comprobando si estamos firmes en la fe. En otras palabras, comprobar si somos cristianos de verdad, si de verdad estamos viviendo de acuerdo con lo que creemos y con lo que predicamos. Pero vamos a recordar una advertencia que da la Biblia. Vamos a buscar juntos 1 Corintios 10:12, y veamos cuál es esa advertencia: “El que piensa que está de pie, que tenga cuidado de no caer”. Y es que pensar que todo está bien, que no tenemos problemas... Pensar que a nosotros no nos hace falta examinarnos y comprobar si estamos en la verdad, eso es un problema, tal como la falta de mantenimiento de un vehículo puede hacer no solo que este se dañe, sino también provocar muertes. Por eso es tan importante que sigamos examinándonos para saber si estamos en la fe, o en la verdad. Así que si nos revisamos a menudo y nos preguntamos: “¿Cómo está mi devoción a Dios? ¿Cómo está mi temor a Dios? ¿Estoy odiando lo que es malo? ¿Cómo está sonando mi mensaje al predicar?”. Si notamos alguna debilidad, ¿qué debemos hacer? Leamos de nuevo el texto temático de este discurso, 2 Corintios 13:5: “Sigan examinándose [...]. Sigan comprobando lo que ustedes mismos son”. Pero, si avanzamos un poco y leemos el versículo 11, veremos lo que tenemos que hacer si nos damos cuenta de que algo va mal. El versículo 11 dice: “Por último, hermanos, sigan alegrándose, corrigiéndose”. “Corrigiéndose”. Si vamos ahora al versículo 9, veremos que al final del versículo se usa este mismo verbo. La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice: “Esta palabra se refiere a hacer que algo vuelva a su estado original”. Por ejemplo, en Mateo 4:21 se usa esta palabra para hablar de reparar redes. Cuando las redes de pesca tienen agujeros, hay que remendarlas o repararlas. En Gálatas 6:1, se usa el mismo verbo para hablar de la necesidad de ayudar a alguien que da un paso en falso a cambiar de actitud. Este término a veces se usa en textos médicos cuando se habla de recolocar un hueso, una extremidad o una articulación. ¿Cuál es el punto? Que, si hacemos la revisión con la lista de control y vemos que de algún modo nuestra devoción a Dios no es tan fuerte como debería, que estamos haciendo las cosas por rutina y nuestro amor por Jehová ya no es el que era, o nos damos cuenta de que nuestro temor a Jehová ya no nos frena de hacer lo que está mal, o si vemos que no estamos dando un testimonio completo de las buenas noticias, tenemos que hacer algo. ¿Qué debemos hacer? Bueno, como dice aquí, primero tenemos que identificar cuál es el problema, y luego debemos corregir o reparar lo que no esté funcionando bien. Así que, queridos hermanos, recordemos siempre que no importa cuánto tiempo llevemos en la verdad o qué privilegios de servicio tengamos, debemos seguir revisando cómo estamos. Debemos seguir examinándonos y comprobar si estamos firmes en la fe.
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Geoffrey Jackson: “Sigan examinándose para saber si están firmes en la fe”
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¡Imposible! ¡Eso no va a pasar ni en un millón de años! ¿Alguna vez ha pensado de alguien que no se haría Testigo nunca? Quizás pensara eso porque tenemos una visión limitada de las cosas. Pero ¿cómo ve Jehová a esa persona?, ¿cómo ve él a todos los seres humanos, incluso a los que no tienen fe? Podemos encontrar la respuesta en 1 Timoteo 2:4. Ahí dice: “Su voluntad es que toda clase de personas se salven y lleguen a tener un conocimiento exacto de la verdad”. Así que ¿qué es lo que desea Jehová? Quiere que todos escuchen el mensaje, puedan cambiar y se salven. Puede que eso nos parezca imposible, pero sabemos que “para Dios todo es posible”. Él puede tocar el corazón de cualquiera y motivarlo a actuar. Aunque es verdad que “la fe no es posesión de todos”, millones de personas por todo el mundo sí tienen fe. Y cualquiera que lo desee puede obtenerla. Sabemos que la Biblia tiene muchos ejemplos de hombres y mujeres que no tenían fe pero la adquirieron. Y lo mismo ocurre hoy. No es imposible. Esta serie de discursos nos ayudará a recordar el hecho de que las personas que no tienen fe pueden obtenerla si las vemos como las ve Jehová y les damos la oportunidad de escuchar la Palabra de Dios y hacer cambios. En esta serie, hablaremos de cuatro grupos de personas: los ninivitas, los hermanos carnales de Jesús, las personas importantes y las que no son religiosas. En cada uno de los discursos de esta serie, veremos qué ayudó a los que no tenían fe a adquirirla y qué podemos aprender nosotros. Primero, veamos el ejemplo de los ninivitas. Recordarán que ellos vivían en la capital del Imperio asirio, la ciudad de Nínive, fundada por Nemrod, conocida como “la ciudad que derrama sangre”. Con la fama que tenía la ciudad, nos podemos imaginar cómo era la gente de allí. Adoraban a dioses de la guerra. La guerra era su religión. Eran agresivos, muy violentos. Incluso disfrutaban torturando a quienes hacían prisioneros. Tenían muy mala reputación entre todas las naciones vecinas, incluido el pueblo de Dios. Por eso, Jehová les envió a su profeta Jonás para que les anunciara su destrucción. Veamos el siguiente video e imaginemos cómo se sintió Jonás al entrar en Nínive, caminar por sus calles y observar a las personas mientras pensaba en lo que les iba a decir. ¿Cómo veía Jonás a los ninivitas? Bueno, en ese momento no los veía como Jehová. Les tenía miedo, quizás por lo que pudieran pensar de él o por lo que pudieran hacerle cuando escucharan su mensaje. Jonás era humano, tenía sentimientos como los nuestros. Los humanos tendemos a juzgar a las personas basándonos en lo que vemos y en lo que oímos. Si usted hubiera estado allí y Jehová le hubiera dado la misión de Jonás, ¿cómo habría reaccionado? ¿Habría pensado en la crueldad y la maldad de los ninivitas, y habría dicho: “Seguro que cambian”? ¿O habría dicho: “Es imposible, eso no va a pasar, ni en un millón de años”? Pues así se sintió Jonás. Pero Jehová corrigió el punto de vista que tenía sobre la misión y sobre los ninivitas. Él aceptó la corrección que Jehová le dio y decidió ir a proclamar su mensaje a los ninivitas. Y captó la atención de ellos, pero es posible que pensara: “Hasta aquí llegué”. Pero ¿cómo reaccionaron? Leamos Jonás 3:5. Dice: “Y los hombres de Nínive tuvieron fe en Dios”. Esto sorprendió al mismo Jonás. El rey mandó que se anunciara lo que todos los habitantes tenían que hacer para demostrar su fe. Versículo 8: “Que se cubran de tela de saco, tanto hombres como animales. Que supliquen a Dios con todas sus fuerzas y dejen su mal camino y la violencia que practican. ¿Quién sabe? Tal vez el Dios verdadero reconsidere lo que piensa hacer y su furia ardiente se calme, y así no muramos”. ¿Qué ayudó a los ninivitas a cambiar, a adquirir fe? Fue el hecho de que Jonás llevó a cabo su misión, predicó con valor el mensaje de Dios. Se les dio la oportunidad de cambiar y, para sorpresa de Jonás, lo hicieron. Jonás también tuvo que cambiar. Tuvo que cambiar el punto de vista que tenía sobre su misión y la gente, y ver a las personas desde el punto de vista de Jehová. Las personas pueden cambiar. Jehová puede tocar sus corazones. Jonás tuvo que examinarse y pensar en cuál era su comisión. Él no era el juez, ese no era su papel. Él era el mensajero. Tener el punto de vista de Jehová lo cambia todo: cómo vemos a los demás, cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo vemos nuestras asignaciones... Nuestro papel es llevar el mensaje de Jehová. No somos jueces. El Juez es Jehová, y decidió que los ninivitas merecían su misericordia y no ser destruidos. ¿Por qué? Veámoslo en Jonás 3:10. Dice: “Cuando el Dios verdadero vio lo que hicieron y cómo habían dejado su mal camino, reconsideró su decisión de mandarles la calamidad que había anunciado, y no la mandó”. En el siguiente video, veamos los cambios que hicieron los ninivitas y cuál fue el resultado. ¿Eres Jonás? Ajá. Gracias. Estos ninivitas eran muy diferentes a los que vimos en el primer video, ¿verdad? Los cambios que hicieron en su interior se reflejaron en su exterior. Cambió su manera de ver a los demás y su manera de tratarlos. Cambió hasta su aspecto. Pasaron de tener caras serias y tristes a tener caras sonrientes y felices. Estaban agradecidos a Jonás por el mensaje que les dio y a Jehová por su misericordia. ¿Cuál es la lección para nosotros? La misma lección que aprendió Jonás: tenemos que mostrar compasión, igual que Jehová. Implica más que darse cuenta de que alguien necesita ayuda. Significa tener el deseo de ayudarlo y sacar el tiempo para hacerlo, actuar. ¿Cómo podemos imitar la compasión de Jehová hoy día? Pasando del sentimiento a la acción. Y lo hacemos al predicar. Predicando a todas las personas, dándoles la oportunidad de cambiar. Y no juzgándolas, sino viéndolas como posibles ovejas, como futuros hermanos o hermanas. Como los ninivitas, muchos hoy tienen creencias falsas y malas actitudes desde la niñez. Puede ser difícil que cambien, pero no es imposible. ¿Qué puede ayudarlos a cambiar? Hebreos 4:12 dice que “la palabra de Dios” puede ayudar. “La palabra de Dios está viva y actúa con poder”. Muchos de nosotros hemos cambiado gracias al poder de la Biblia. Antes de aprender la verdad, algunos de nosotros no teníamos fe o éramos violentos o inmorales. Pero como dijo el apóstol Pablo: “Algunos de ustedes eran eso”. En el pasado muchos cambiaron, y hoy día muchos otros también. Con la ayuda de la Palabra de Dios y del espíritu santo, podemos ayudarlos a cambiar. No leemos los corazones, pero sabemos que Jehová sí, y él puede tocar y motivar el corazón de cualquiera. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Podemos recordar lo que dice Romanos 10:16. Nuestra misión es ser mensajeros. Versículo 16: “Sin embargo, no todos hicieron caso a las buenas noticias, pues Isaías dice: ‘Jehová, ¿quién ha puesto su fe en nuestro mensaje?’. De modo que la fe sigue al mensaje que se oye, y el mensaje [...] llega por medio de la palabra acerca de Cristo”. “La fe sigue al mensaje que se oye”. ¿Qué motivó a los ninivitas a cambiar? Fue el mensaje de advertencia que Jonás les dio. Oramos para que muchas personas pongan su fe en Dios al escuchar el mensaje que les llevamos. Así que seamos como Jonás, demostremos compasión y valor al predicar las buenas noticias a todos. Y, quién sabe, la fe podría seguir al mensaje que se oye. Recuerden: no es imposible, los que no tienen fe pueden obtenerla. El hermano Mark Sanderson, del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Los hermanos carnales de Jesús”.
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Ronald Curzan: Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Los ninivitas
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¿Tiene familiares que actualmente no están sirviendo a Jehová? La mayoría de nosotros los tenemos, y no somos los únicos. El propio Jesús también tuvo familiares que no eran creyentes. De hecho, aunque los hermanos de Jesús sabían que él estaba haciendo milagros, la Biblia dice que ellos no tenían fe en que él fuera el Mesías. Qué triste, ¿verdad? ¿Se lo imaginan? Incluso cuando Jesús fue ejecutado, parece ser que sus hermanos no estaban allí. ¿Recuerdan el relato en el que Jesús estaba en el madero y miró a uno de sus discípulos para pedirle básicamente que se encargara de cuidar a su madre? Sus hermanos no estaban allí para apoyarlo. Pero ¿qué pasó poco después de que Jesús fue resucitado? Pasó algo increíble, porque algunos de sus hermanos estaban junto con su madre y otros discípulos orando intensamente. ¿Se imaginan cómo se sintió Jesús, lo contento que tuvo que haberse puesto al ver que sus hermanos ahora tenían fe? Quizás a usted le haya pasado algo así. Quizá alguno de sus familiares, su cónyuge, uno de sus hijos o uno de sus hermanos ahora está sirviendo a Jehová. ¡Qué alegría, qué sentimiento tan maravilloso! Nada se puede comparar a eso. ¿Y qué fue lo que ayudó a los hermanos de Jesús a pasar de no tener fe a poner su fe en él? ¿Y qué podemos aprender nosotros de ese ejemplo? Respondamos la primera pregunta. ¿Qué fue lo que ayudó a los hermanos de Jesús a adquirir fe? Bueno, lo más importante es que Jesús fue paciente con sus familiares. Eso llama mucho la atención, porque miren cómo trataron ellos a Jesús. Busquen conmigo Marcos 3:21. Ahí dice: “Cuando su familia se enteró de lo que estaba pasando, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: ‘Se ha vuelto loco’ ”. Jesús no se ofendió, aunque su familia trató de llevárselo, aunque le dijeron que estaba loco. ¿Le han dicho sus familiares a usted algo parecido? Jesús no se ofendió, fue paciente. De hecho, miren lo que hizo Jesús después de su resurrección. Vayamos a 1 Corintios 15:7. Dice: “Después se le apareció a Santiago; luego a todos los apóstoles”. Este es solo un pequeño detalle, pero ¿se fijaron en lo que dice? Dice que Jesús “se le apareció a Santiago”. La verdad es que no sabemos qué le dijo Jesús a Santiago cuando se le apareció. Pero lo cierto es que el hecho de que se le apareciera a su medio hermano fue un detalle por parte de Jesús. Seguro que Santiago agradeció muchísimo esa atención especial que le dio su hermano. ¿Por qué lo decimos? Bueno, sabemos que Santiago‏ llegó a ser un anciano respetado en la congregación de Jerusalén. Quizás recuerden que Hechos 15 dice que los apóstoles y los ancianos se reunieron en Jerusalén para hablar del asunto de la circuncisión, y parece ser que Santiago era el que estaba presidiendo aquella reunión. Bueno, ¿qué había pasado? Santiago pasó de ser una persona sin fe a ser un pilar en la congregación. Santiago y otro de sus hermanos, Judas, tuvieron el privilegio de escribir cartas que llegaron a formar parte de la Biblia. En el siguiente video, por favor, fíjense en qué fue lo que ayudó a uno de los miembros de una familia a tener fe. La primera que aprendió la verdad en casa fue mi madre. Lo cierto es que a mí nunca me interesó mucho la verdad. Donde yo crecí, los estudios son muy importantes. La gente quiere ganar dinero y tener una vida llena de lujos. Y esa fue la vida que yo escogí: estudiar, ir a la universidad... para tener lo que otros tenían. Aunque sabían que a mí no me interesaba la verdad, mi madre y mi hermano no me dieron por perdido. Todos los años, en enero, cuando salía de la universidad para visitarlos, mi madre aprovechaba para darme el folleto Examinando las Escrituras diariamente. Se aseguraba de que tuviera una Biblia y el folleto Examinando de cada año. Aunque yo no iba a las reuniones, ella quería que al menos tuviera las publicaciones. Además de eso, mi hermano menor, al que estaba muy unido, decidió tomarse la verdad en serio. Cuando volví de la universidad, vi que a mi hermano le estaban dando clases de la Biblia. Me sorprendió verlo estudiándola y preparándose para las clases. A él le importaba lo que dice la Biblia y le encantaba lo que estaba aprendiendo. Y entonces entendí que la Biblia puede cambiarte la vida. Un texto que me viene a la mente es el de Oseas 11:4. Aquí dice que Jehová nos atrae “con las cuerdas del amor” y la bondad. Eso fue lo que Jehová hizo conmigo. Así que tomé la decisión de asistir a todas las reuniones. Empecé a estudiar la Biblia en el 2007 y me bauticé al año siguiente, en el 2008. Mi familia siempre estuvo ahí, nunca se dieron por vencidos. Animo a los padres a hacer lo mismo con sus hijos. Tienen que seguir animándolos y no perder nunca la esperanza de que Jehová los traiga a su organización al ver que tienen un buen corazón. Queridos hermanos, ¿verdad que queremos que ocurra lo mismo con nuestros familiares? ¿Qué podemos hacer para ayudarlos a tener fe? Hablemos brevemente de tres cosas. La primera: sea paciente con su familia. Queremos imitar el ejemplo de nuestro maravilloso Dios, Jehová. ¿Recuerdan que la nación de Israel le falló a Jehová muchas veces? En Jeremías 44, la Biblia dice que Jehová envió a sus profetas “una y otra vez”. Él fue muy paciente con su pueblo. Y nosotros tenemos que serlo con nuestra familia. No los demos por perdidos. La segunda: tengamos tacto. Busquemos maneras de despertar su interés por la verdad. Es cierto que Jesús describió el mensaje de la verdad como “agua” que puede “dar vida eterna”. Pero ¿alguna vez ha tratado de beber agua de una boca de incendios? Eso es algo muy difícil de hacer. No queremos ahogar a nuestros familiares bombardeándolos con demasiada información, como si les disparáramos agua a presión. Al contrario, queremos que la verdad refresque a nuestros familiares. Que ellos se sientan ahogados o refrescados dependerá de la manera en la que les hablemos de la verdad. Tengamos tacto y hablémosles con cariño. A lo mejor así despertamos su interés. Y ahora el tercer punto: debemos mostrarle empatía a nuestra familia y dejar que nuestra conducta hable por nosotros. Cuando aprendemos la verdad, puede que a nuestros familiares les preocupe cómo afectará eso a nuestra relación con ellos. En vez de pensar en todas las cosas diferentes que podríamos decir, es importante que recordemos que lo que hacemos dirá mucho más que las palabras que utilicemos. Hay un refrán que dice: “Predicar con el ejemplo es el mejor argumento”. Y es cierto. Una hermana llamada Pauline se dio cuenta de que, en vez de hablarle todo el día a su esposo de la verdad, tenía que ponerle un buen ejemplo. Cuando el esposo vio el buen efecto que estaba teniendo la Biblia en su esposa y en sus hijos, empezó a estar más dispuesto a escuchar el mensaje de las buenas noticias. Nunca se sabe, queridos hermanos, el buen efecto que puede tener nuestra conducta, nuestro ejemplo, en la familia. Hace dos años estuve en California en una asamblea regional y una hermana se acercó a mí con sus dos hermanos. Su madre, que era Testigo, le enseñó la verdad cuando ella era pequeña. Pero luego ella se alejó de la congregación durante más de 30 años. Vio uno de nuestros programas, y eso la motivó a volver. Después fue a hablar con su hermano, que también llevaba más de 30 años alejado de la verdad, y él también decidió volver. Y luego los dos fueron a ver a su otro hermano, que también llevaba 30 años alejado, y él también decidió volver. Y ahí estaban los tres, frente a mí. Y la hermana me dijo: “Creo que mi madre va a tener que resucitar dos veces. Todos habíamos dejado la verdad cuando ella murió. Cuando nos vea a los tres en el nuevo mundo, le va a dar un ataque y va a tener que resucitar de nuevo”. ¿Cuál es el punto? Que el buen ejemplo de su madre los ayudó incluso muchos años después de que ella muriera. Queridos hermanos, Jehová puede usarlos a ustedes para ayudar a su familia. Es posible que ellos ahora no tengan fe, pero, con su ayuda, pueden llegar a obtenerla. Funcionó en el caso de Jesús, y puede funcionar en el suyo. Ahora, el hermano Ralph Walls, ayudante del Comité de Personal, presentará el discurso “Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Las personas importantes de este mundo”.
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Mark Sanderson: Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Los hermanos carnales de Jesús
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Hace unos años, un hermano de una zona rural de México, vestido con su modesta ropa de campesino, tocó a la puerta de una gran mansión. Un hombre en bata de seda abrió la puerta y le preguntó qué quería. El Testigo dijo: “Si llegara una mula a su puerta cargada con dos bolsas de oro, ¿las aceptaría?”. Molesto, el hombre respondió: “No entiendo lo que me está diciendo. Yo soy un ingeniero famoso”. El Testigo le preguntó: “¿Qué sabe usted de las profecías?”. El hombre admitió que no sabía nada de ellas. El Testigo dijo: “De eso quiero hablar con usted. Yo soy la mula que llega a su puerta, y las dos bolsas de oro son estas revistas, La Atalaya y ¡Despertad!”. El hombre quedó impresionado por la presentación de este hermano y se quedó con las revistas. ¿Llegó a hacerse Testigo este hombre? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que nuestro humilde hermano le dio la oportunidad a aquel hombre de que Jehová tocara su corazón. En el siglo primero, muchos judíos importantes no se atrevieron a seguir a Jesús por miedo a que los marginaran. Juan 12:42 dice: “Muchos gobernantes de los judíos pusieron su fe en él; pero no lo reconocían abiertamente por miedo a los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga”. Sin embargo, algunos aguantaron la presión social y se pusieron de parte de Jesús. La Biblia habla de José de Arimatea, un miembro respetado del Consejo que “se armó de valor, se presentó delante de Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús”. Y el libro de Hechos dice que “la palabra de Dios siguió extendiéndose [...]. Y un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe”. Alguien que fue una persona importante de este mundo fue Saulo de Tarso, que luego llegó a ser el apóstol Pablo. Él era fariseo y perseguía a los cristianos de origen judío. Fíjense en lo que reconoció: “Perseguí a muerte a los miembros de este Camino, atando y metiendo en prisión a hombres y mujeres”. Pero cambió, y fue un predicador entusiasta y un apóstol. También hoy día algunos que tenían una posición social alta en este mundo se han hecho creyentes. ¿Qué ayudó a Saulo a obtener fe? Dejemos que Pablo responda. Por favor, busquen Hechos 22:6-8. Dice: “Pero, durante el viaje, cuando ya me acercaba a Damasco a eso del mediodía, una gran luz del cielo me envolvió de repente. Entonces caí al suelo y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’. Yo le contesté: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y me dijo: ‘Soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues’ ”. Jesús se le apareció de manera milagrosa a Saulo y le dijo quién era. ¡Fue algo impactante! Después de aquello, Saulo cambió por completo sus valores y sus prioridades en la vida. Y luego lo que escribió bajo inspiración muestra que había cambiado completamente su punto de vista. Vamos a leerlo. Está en Filipenses 3:7, 8: “Pero las cosas que para mí eran ganancia, ahora las considero pérdida a causa del Cristo. Es más, considero también que todas las cosas son pérdida debido al incalculable valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por él he aceptado la pérdida de todas las cosas y las veo como un montón de basura, para ganar a Cristo”. ¿Qué fue lo que motivó a Pablo a cambiar tanto? Jehová se valió de un suceso impactante para tocar su corazón. Hoy día, los acontecimientos mundiales, una tragedia o algún cambio de circunstancias —aunque Jehová no sea el causante— pueden hacer que una persona importante se replantee su vida y escuche las buenas noticias. Puede que esa persona se dé cuenta de que el estatus social no es la solución a los problemas de la vida. En el siguiente video, vean cómo los cambios de circunstancias pueden influir en una persona. Cuando era adolescente, trabajaba en un astillero como soldador. Era muy duro, y además en verano hacía mucho calor. Así que pensé: “No, no voy a hacer esto durante 30 o 40 años. Tengo que buscar algo mejor”. En aquel tiempo, para mí el éxito era tener un buen trabajo, un montón de dinero y comodidades. Así que decidí ir a la universidad, y estudié 4 años para ser contable. En mi trabajo, cada traslado significaba un ascenso. Así que fui de África a Bélgica, de Bélgica a Escocia, de Escocia volví a Estados Unidos y luego fui a Singapur. Y eso sí que fue un ascenso. Tenía autos caros, un chofer y mucho dinero en el banco. Y, cada vez que conseguía un ascenso, mi esposa y yo decíamos: “Ahora, ahora sí vamos a ser felices. Por fin vamos a disfrutar de todo esto”. Pero la alegría nos duraba muy poco. Sencillamente, se iba. Sentíamos un vacío que cada vez se iba haciendo más y más grande. Estábamos confundidos. No sabíamos dónde encontrar la felicidad que estábamos buscando. Resulta que mi hija tenía una tienda en la que vendía ropita y mueblecitos para los bebés. Y la tenía con su esposo. Así que contrataron a una muchacha para que les ayudara con la tienda y con sus hijos. Cuando la chica no tenía mucho trabajo, sacaba su biblia y se ponía a leerla. Y le preguntaron a la chica: “¿Tú conoces a alguien que pueda darles clases a los nenes?”. Dijo: “Sí, creo que conozco a las personas adecuadas, la pareja perfecta”. Así que quedaron en empezar las clases de la Biblia la semana siguiente. Y mi hija me llamó y me dijo: “Papá, ¿puedes estar en la clase? No conozco a esta gente. Tú solo tienes que asegurarte de que va todo bien”. Así que fui a aquella clase y me senté a escuchar. ¡Me quedé impresionado! Y, cuando terminó la clase, les pregunté: “¿Podrían darme clases a mí?”. En el mundo, es cierto que puedes subir, pero luego rápidamente empiezas a ir cuesta abajo, y ya te quedas ahí, abajo del todo. En cambio, la verdad te da felicidad constante. No hay nada igual. Es una satisfacción completa. Sabes que estás haciendo lo que está bien. Cambió por completo nuestra vida y nuestra actitud. Ahora estamos muy muy satisfechos y felices. Hermanos, se espera que les prediquemos con valor a las personas importantes de este mundo. Es normal que, a veces, este tipo de personas nos intimiden, y no nos atrevamos a predicarles. Pero decidámonos a imitar a Jesús. ¿De qué manera? Veamos lo que dice Isaías 11:3 sobre él: “Y él se complacerá en el temor de Jehová. No juzgará por las apariencias ni reprenderá simplemente por lo que oiga”. ¿Lo vieron? Igual que Jesús, que no juzga por las apariencias, nosotros tampoco deberíamos prejuzgar a las personas por su aspecto, por la casa que tengan, su fama o su posición. También debemos imitar la actitud que tenía el apóstol Pablo cuando ya era cristiano. Miren lo que él dijo en Romanos 1. Y nos vamos a centrar en el versículo 16. Romanos 1:16. Vamos a leer la primera parte de este versículo. Dice: “Porque no me avergüenzo de las buenas noticias”. Y a continuación, bajo inspiración, Pablo explica el poder de las buenas noticias: “En realidad, [las buenas noticias] son el poder de Dios para salvar a todo el que tiene fe, primero al judío y también al griego”. Así que decidámonos a predicar con valor a todos, y démosle a Jehová la oportunidad de tocar el corazón de los que escuchen. El hermano Anthony Morris, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie: “Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Las personas que no son religiosas”.
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Ralph Walls: Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Las personas importantes de este mundo
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Me gustaría que, por un momento, usara su imaginación. Imagine que está teniendo una conversación con una persona a la que respeta y que tiene cierta autoridad. Y, mientras está hablando con esta persona, en un momento dado de la conversación ella le dice: “Recuerde. Quiero que recuerde esto”. Pues eso es lo que Jehová nos dice en esta serie de discursos. Cuando alguien dice “recuerde”, la mayoría de la gente se detiene, se concentra y presta más atención. ¿Y qué es lo que Jehová quiere que recordemos con estos discursos? Que muchas personas que no son religiosas pueden obtener fe. Todos los años personas que antes eran ateas o agnósticas aceptan la verdad. Así que la lección para nosotros es esta: no nos retraigamos de predicarles a los que no son religiosos. No deberíamos juzgarlos ni dar por hecho que nunca van a aceptar la verdad porque son ateos o agnósticos, o porque son materialistas. Nosotros no queremos juzgarlos. Al contrario, queremos que Jehová nos use para ayudar a las personas que no son religiosas. Veamos lo que escribió Pablo en Romanos 10 y fijémonos en cómo algunos cambian sus creencias al escuchar la verdad y las enseñanzas de Jehová. Y la única manera de que obtengan fe es haciendo lo que dice aquí. Así que leamos cuidadosamente Romanos 10:13-15: “Porque ‘todo el que invoque el nombre de Jehová será salvado’. Sin embargo, ¿cómo lo invocarán si no han puesto su fe en él? ¿Y cómo pondrán su fe en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo oirán sin alguien que predique? ¿Y cómo predicarán si no han sido enviados? Tal como está escrito: ‘¡Qué hermosos son los pies de los que declaran buenas noticias de cosas buenas!’ ”. Qué bonito, ¿verdad? Así es como una persona obtiene fe, contestando estas preguntas, preguntas muy importantes que todos debemos recordar a la hora de predicarles a las personas que no son religiosas. Necesitan a alguien que les lleve las buenas noticias y que lo haga de tal manera que llegue a su corazón. ¡Y eso es muy importante! No es solo lo que decimos, sino cómo lo decimos. Eso es lo que importa. Alguien tiene que llevarles las buenas noticias para que puedan obtener fe. Así que surge la pregunta ¿cómo podemos hablar de las buenas noticias para que las personas que no son religiosas estén más dispuestas a escucharnos? Buena pregunta. Para ayudar a los que no son religiosos a adquirir fe, tenemos que tener en cuenta lo que dijo el apóstol Pablo en 1 Corintios. Busquemos 1 Corintios 9:22: “Con los débiles me hice débil para ganarme a los débiles. He llegado a ser de todo con gente de todo tipo para salvar por todos los medios posibles a algunos”. Qué bonito, ¿verdad? Qué ejemplo tan bueno nos dejó el apóstol Pablo al adaptarse a los que lo escuchaban. Les hablaba de una manera a los judíos, haciendo referencia a las Escrituras Hebreas, y de otra manera a los griegos, que no sabían nada de Jehová. Así que la idea, hermanos, es hablar de temas que les interesen a estas personas. Me gustaría leerles algunos puntos de La Atalaya de julio de 2019. En las páginas 22 y 23, hay algunos puntos que queremos recordar cuando les predicamos a las personas que no son religiosas. Muy muy buenos consejos. Podríamos hablar de la naturaleza. A muchas personas, incluso a los ateos y a los agnósticos, les encanta la naturaleza. Así que podríamos usar ese tema para comenzar la conversación. Podríamos decir algo así como: “Quizás sepa que muchos inventos son el resultado de copiar cosas que existen en la naturaleza. Por ejemplo, quienes diseñan micrófonos estudian el oído y quienes diseñan cámaras estudian el ojo. ¿Qué le viene a la mente cuando piensa en la naturaleza? ¿Le parece que es una fuerza maravillosa, una persona o alguna otra cosa?”. Y escuche atentamente cuando haga preguntas así. Y luego podría añadir: “Cuando los ingenieros estudian el diseño del ojo y del oído, quizás nos preguntemos de quién están aprendiendo. Me pareció muy interesante lo que dijo un poeta de la antigüedad”. Y esto es una buena idea, porque el poeta es el salmista. Leeremos el Salmo 94:9, 10, pero podemos decir poeta de la antigüedad. Y este texto dice: “El que hizo el oído, ¿acaso no puede oír? El que formó el ojo, ¿acaso no puede ver? ¡Es él quien le da conocimiento a la gente!”. Qué bonito, ¿verdad? Buenas preguntas para conversar con personas que no son religiosas. Y también tenemos en el sitio de internet jw.org la sección “Opiniones sobre el origen de la vida”. Ahí hay videos que podrían ayudarlos. También debemos demostrar compasión, empatía y tratar de llegarles al corazón. Me gustaría repasar con ustedes algunos puntos que debemos recordar a la hora de hablar con personas que no son religiosas. Seamos positivos. Recordemos que todos los años se hacen Testigos personas que no eran religiosas. El siguiente punto: seamos amables y tengamos tacto, porque las personas nos escucharán no solo por lo que decimos, sino por cómo lo decimos. Si quiere llegar al corazón, hable desde el corazón. Sea amable y hable con tacto. Imitemos la manera que tenía Jesús de enseñar. Siempre lo hacía con amor y compasión. Otro consejo: seamos comprensivos y escuchemos. Es muy importante saber escuchar. A veces, y esto lo hacemos todos, hablamos demasiado. Hacemos una pregunta, damos dos segundos para que nos contesten y enseguida volvemos a hablar. Pero hay que escuchar. Hoy día la gente no está acostumbrada a escuchar a los demás. No seamos así. Seamos comprensivos y escuchemos. Dejemos que se expresen. Esforcémonos por mostrar empatía y amor. Si seguimos estos consejos, Jehová bendecirá nuestros esfuerzos. En el siguiente video, veamos lo que motivó a un joven que no era religioso a aceptar la verdad. Mi familia era católica no practicante, así que en casa nunca me animaron a creer en Dios. Mis profesores eran las personas en las que más confiaba en el mundo. Por eso, cuando me enseñaron la teoría de la evolución, no solamente me la creí, sino que me encantó. Cuando tenía 19 años, un amigo de la infancia que se había hecho testigo de Jehová empezó a visitarme. Me encantaba conversar con él, pero cuando me hablaba de Dios le decía: “Por favor, deja de hablarme de Dios, porque yo no creo en él”. Él nunca tiró la toalla. Un día me preguntó: “¿Por qué no quieres hablar conmigo de Dios ni siquiera un rato?”. Su pregunta me hizo pensar. Siempre había rechazado sus argumentos sin siquiera escucharlos. No quería darle la impresión de que yo era una persona orgullosa y testaruda. Así que pensé: “¿Qué tal si le dejo explicarse?”. Él usó el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? Fue como si me quitaran una venda de los ojos. En ese momento, empecé a conocer a Jehová. Por fin entendí que mi vida tenía un propósito. Lamento no haber conocido a Dios durante los primeros 20 años de mi vida. Mi amistad con Jehová es, sin duda, lo más valioso que tengo. Estoy decidido a hablarle de él a todo el mundo, especialmente a aquellos que no tienen fe, para que también lleguen a conocer las maravillosas cualidades de nuestro Creador. Sí, personas que no eran religiosas están aceptando la verdad. Pueden obtener fe. Y hay muchas experiencias que lo demuestran. Así que recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Hemos hablado de los ninivitas, de los hermanos carnales de Jesús, de judíos importantes... Todos ellos hicieron grandes cambios. Y hoy día, tal como en el pasado, está sucediendo lo que dice 1 Timoteo 2. El versículo 4 habla sobre la voluntad de Jehová: “Su voluntad es que toda clase de personas se salven y lleguen a tener un conocimiento exacto de la verdad”. Eso es lo que Jehová desea. Le dedicamos nuestra vida a Jehová para hacer su voluntad. Y año tras año toda clase de personas ponen su fe en él. Los animamos a predicar con valor pero con tacto a sus familiares, a las personas importantes de este mundo y a las personas que no son religiosas. Esforcémonos por predicar a todos, y Jehová lo hará crecer. Él bendecirá nuestros esfuerzos. Y recuerde: Jehová puede tocar el corazón de cualquier persona y hacer que llegue a tener fe.
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Anthony Morris: Recuerde: los que no tienen fe pueden obtenerla. Las personas que no son religiosas
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¿Cuál diría que es su mayor deseo en la vida? Si le hubieran hecho esa pregunta al escritor del Salmo 146, probablemente habría contestado con las siguientes palabras: “¡Alaben a Jah! Que todo mi ser alabe a Jehová. Toda mi vida alabaré a Jehová”. ¿Verdad que nosotros deseamos lo mismo, alabar a Jehová para siempre y enseñar a otros qué deben hacer para adorarlo? Estos sentimientos están muy bien expresados en la canción Servirte me hace feliz. En el siguiente video, fíjense en lo que dice parte de la letra de esta canción. Jehová, Padre amado, me nace de dentro un latir; yo te quiero cantar que servirte me hace feliz. Me encanta ayudar a la gente a saber más de ti. Hablar de tu nombre, no hay nada mejor para mí. ¡Qué bonito es sentir cada día que aumenta mi fe! Dedicarte mi vida entera es lo que soñé. Menos mal que solo la recité y no intenté cantarla. Es cierto que nuestra fe aumenta cada día que alabamos a Jehová. Pero ¿qué hay de los que no lo conocen o no tienen fe en él? Cuando les damos clases de la Biblia, queremos ayudarlos, con la Palabra de Dios, a saber cómo adorar a Jehová con una fe fuerte. ¿Cómo se hace eso? La fe se basa en pruebas. Para tener fe, primero hay que adquirir un conocimiento exacto de las verdades de la Biblia, que servirá como base para desarrollar fe. Y podemos empezar con las palabras de Jesús en Juan 17:3, que conocemos muy bien. En una oración a Jehová, él dijo: “Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo”. ¿Qué quiso decir Jesús? Bueno, que para obtener vida eterna las personas deben tener su propia amistad con Jehová, y para ello deben aprender la verdad sobre Dios y sobre Cristo. ¿Y eso qué implica para los que somos maestros de la Biblia? Tres cosas. Primero: debemos aclarar cualquier confusión que tenga la gente sobre la identidad de Dios y la de Cristo. Y podemos usar dos textos, el de Jeremías 10:10 y el de Mateo 16:16. Jeremías 10:10 y Mateo 16:16. Jeremías 10:10 dice: “Pero Jehová es el verdadero Dios. Él es el Dios vivo”. Y, en Mateo 16:16, leemos: “Simón Pedro le contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’ ”. Así que Jehová es el Dios vivo, y Jesús es el Hijo del Dios vivo. No puede estar más claro, ¿verdad? Pero saber estas verdades básicas no es suficiente. El segundo punto es ayudar a los estudiantes a desarrollar una fe fuerte en Jehová. Como vimos en el primer discurso de esta asamblea, tener fe implica llegar a conocer a Jehová y verlo como alguien real, confiar en él, tener una amistad inquebrantable con él. Para eso hay que saber qué es lo que a Jehová le gusta y lo que no, y conocer sus valores y sus normas. Entonces el estudiante podrá hacer lo que dijo el Hijo de Dios en Juan 14:1: “Demuestren fe en Dios”. Pero Jesús añadió: “Demuestren fe en mí también”. Así que, tercero, debemos ayudar a los estudiantes a desarrollar una fe fuerte en Jesús. ¿Y qué es lo más importante que deben creer sobre Jesús? Veamos la respuesta que da el apóstol Pablo en Efesios 1:7: “Por medio de él conseguimos la liberación por rescate mediante su sangre, sí, el perdón de nuestras ofensas, según las riquezas de la bondad inmerecida de Dios”. Cuando una persona aprende que Jesús dio su vida por ella personalmente, entonces puede empezar a tener fe en el poder del rescate, que hace posible el perdón de nuestros pecados, nos da la esperanza de vida eterna bajo el Reino de Cristo y además es la mayor prueba del amor que Dios nos tiene. Es necesario que las personas acepten toda la verdad sobre Jehová y Jesucristo. Pero eso no es suficiente, porque la Biblia dice, en Romanos 10:10, que “con el corazón se demuestra la fe”. No basta con que una persona crea en la verdad de la Biblia, también tiene que valorarla. Solo así se sentirá motivada a actuar de acuerdo con la verdad. De lo contrario, podría rechazar las pruebas de que lo que está aprendiendo es la verdad y seguir aferrado a creencias falsas y haciendo lo que está mal. Así que tenemos que hacer todo lo posible por llegar al corazón de nuestros estudiantes. ¿Le parece que eso es muy difícil? Bueno, ahora tenemos una nueva herramienta, que nos ayudará a edificar la fe de otros: el manual de estudio ¡Disfrute de la vida para siempre! Curso interactivo de la Biblia. Contiene textos clave, razonamientos claros, preguntas eficaces, ilustraciones y videos, que ayudarán al maestro a llegar al corazón del estudiante, para que exprese lo que de verdad siente. Si tiene el libro, en papel o en la aplicación JW Library® en su teléfono o su tablet, por favor, vaya a la sección 1. Verá que las lecciones de esa sección ayudan a desarrollar fe en Jehová progresivamente. En la lección 4, el estudiante aprende quién es el Dios verdadero y que su nombre es Jehová. La lección 5 ayuda a tener fe en que Jehová es el Autor de la Biblia. La lección 6 enseña que Jehová es el Creador del universo y la Fuente de la vida. La lección 7 habla de cómo es Jehová, explica que es alguien real con bonitas cualidades. Y las lecciones 8 y 9 le enseñan al estudiante cómo acercarse a Dios y ser su amigo. Pero a algunas personas se les hace difícil pensar que pueden ser amigos de alguien a quien no pueden ver, y mucho menos de Dios. Busque la lección 8, “Usted puede ser amigo de Jehová”. Y en el siguiente video fíjese en cómo la maestra usa esta lección del libro para ayudar a su estudiante a tener fe en que Jehová desea ser su amigo. Están estudiando la información que encontramos en el punto 6, “Lo que Jehová hace por sus amigos”. Muy bien. Ahora el punto 6: “Lo que Jehová hace por sus amigos”. Cassie, ¿podrías darle al enlace para ver el video Jehová vino a rescatarme? Cuando tenía 14 años, empezaron a afectarme emocionalmente cosas que me habían sucedido en el pasado. Me sentí como si tuviera la culpa de todo lo que me había ocurrido. Descubrí en la Biblia que Dios quiere tomarme de la mano, darme fuerzas y ayudarme de verdad. Eso me pareció algo increíble. Ella menciona un pasaje de la Biblia en el que Jehová nos toma de la mano. ¿Podrías leerlo? Es Isaías 41:10, 13. Por favor. “No tengas miedo, porque estoy contigo. No te angusties, porque yo soy tu Dios. Yo te daré fuerzas. Sí, yo te ayudaré. Con mi mano derecha de justicia, de veras te sostendré”. Versículo 13: “Porque yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu mano derecha; soy el que te dice: ‘No tengas miedo. Yo te ayudaré’ ”. Cassie, según estos versículos ¿qué promete hacer Jehová por todos sus amigos? Ayudarnos cuando tenemos miedo. Eso es. Vamos a fijarnos en los detalles. “Yo te daré fuerzas”... “Yo te ayudaré”... “De veras te sostendré”. ¿Esto lo dice un amigo que puede ayudarte, o que quiere ayudarte? Nunca había visto a Dios, a Jehová, así. ¿Crees que Jehová puede ser un buen amigo? Claro. ¿Por qué? En el versículo 10, Jehová te ofrece su mano, ¿cuál de las dos? La derecha. Y, en el versículo 13, él toma tu mano, ¿cuál? La derecha. No entiendo... Cassie, ven. ¿Está Jehová a tu lado, dándote la mano? ¿O está...? Enfrente. Exacto. Agarra con su mano derecha tu mano derecha. Está frente a ti para sacarte del hoyo. Cassie, ¿de qué hoyo te sacó a ti Jehová? De una vida vacía. Ese es el resultado de la amistad con Jehová. Y se hace más fuerte cuanto más hablamos con él. ¿Lo vemos en la siguiente lección? ¡Qué buen ejemplo de cómo usar el libro Disfrute de la vida para edificar la fe en Jehová! Cassie, la estudiante, parecía estar angustiada, pero la maestra la trató con mucha paciencia y cariño. ¿Y se fijaron en que la hermana no habló demasiado? Ella usó muy bien el video, el texto y las preguntas para que su estudiante expresara sus sentimientos. Y la ayudó a visualizar lo que Jehová promete hacer por ella. Este manual también ayuda a las personas a desarrollar fe en Jesús. Busque la sección 2. Las lecciones de esta sección ayudan a desarrollar fe en Jesús progresivamente. En la lección 15, el estudiante aprende quién es Jesús y por qué es tan importante conocerlo. La 16 muestra qué hizo Jesús en la Tierra y qué tiene que ver eso con nosotros. La lección 17 explica cómo es Jesús y cómo podemos imitar sus cualidades. Si saltamos a las lecciones 27 y 28, veremos cómo la muerte de Jesús demuestra cuánto nos quieren él y su Padre. Pero muchas personas no entienden el rescate de Jesús o no lo ven como un regalo que Dios les hace a ellos. El apóstol Pablo sí lo veía así. Estaba convencido. Busque la lección 27, titulada “¿En qué sentido nos salva la muerte de Jesús?”, y vaya al punto 5, “El rescate es un regalo de Jehová para usted”. Aquí nos dice que leamos el texto de Gálatas 2:20, que dice: “Estoy clavado al madero con Cristo. Ya no soy yo el que vive, sino que es Cristo el que vive en unión conmigo. Así es, la vida que ahora vivo en este cuerpo la vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mí”. Debemos recordar estas palabras cuando hacemos la pregunta de repaso de esta lección. En el siguiente video, veremos cómo el maestro usa la sección “Descubra algo más” para llegar al corazón de su estudiante, que tiene dudas. Notarán que están analizando la última pregunta de repaso. Okey, Luis, la última pregunta de repaso es ¿cómo te beneficia a ti la muerte de Jesús? Supongo que debería decir que se me perdonan los pecados, pero Dios no va a perdonarme a mí. ¿Por qué piensas eso? No lo pienso, lo sé. Lo hice mejor en los negocios que en mi familia. Es la verdad. Luis, ve hacia abajo, a la sección “Descubra algo más”, y toca donde la pregunta “¿Perdona Jehová hasta los pecados graves?”. Ya está. ¿Puedes leer el segundo párrafo, por favor? Claro. “Hay quienes han cometido graves pecados y se preguntan si Dios los perdonará algún día. Afortunadamente, la Biblia asegura: ‘La sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado’. Así es, Jehová perdona con gusto hasta los pecados graves, siempre que nos arrepintamos de corazón”. La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. Mediante el rescate, Jehová perdona nuestros pecados, incluso los graves, y nos atrae hacia él. Pero, Ron, es que no es justo que te perdonen porque sí. No es porque sí. —¿Ves la referencia a Isaías 1:18? —La veo. ¿Lo puedes leer? “ ‘Vengan y arreglemos las cosas entre nosotros’, dice Jehová. ‘Aunque los pecados de ustedes sean como [...] escarlata, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la tela carmesí, se volverán como la lana’ ”. Así que Jehová perdona nuestros pecados si “arreglamos las cosas”. ¿Qué crees tú, Luis, que significa eso? Hacer lo correcto. Y lo intento. Eso está bien. Pero implica algo más. Estar arrepentido, y lo estoy. Y eso es una buena señal, Luis. Además, deja que Jehová te ayude a hacer algo que para muchos de nosotros es lo más difícil. Tienes que perdonarte a ti mismo. Jesús murió por mí. Ron, creo que necesito tiempo para procesar esto. Te entiendo. Vamos a terminar con una oración y pidámosle a Jehová que fortalezca tu fe en el rescate y en que él te puede perdonar. Y, cuando tú ores, puedes pedir lo mismo. Gracias. Okey. Oremos. Nuestro padre, Jehová... Luis no estaba convencido de que la muerte de Jesús le beneficiara a él. Si no aceptaba esa verdad en su corazón, no tendría la fe suficiente para ser discípulo de Jesús. El hermano conocía bien la sección “Descubra algo más” y decidió analizar con Luis un artículo de La Atalaya que podría ayudarlo. En otras ocasiones, el maestro puede pedirle al estudiante que lea algún artículo por su cuenta o que vea un video de la sección “Descubra algo más” y que lo comente en la siguiente clase. En el video, Ron le iba a pedir a Jehová que ayudara a Luis a tener fe en el rescate y en que él podía perdonarlo. ¡Qué manera tan buena de ayudar a un estudiante a acercarse a Jehová y a desarrollar fe en la Palabra de Dios! El espíritu de Dios solo produce fe en quienes aman la verdad y odian la mentira. Usemos el manual Disfrute de la vida para enseñarles la verdad a nuestros estudiantes y ayudarlos a desarrollar fe en Jehová y Jesús. Además, pidámosle a Jehová que nos ayude a llegar a su corazón.
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Robert Ciranko: Edifique la fe de otros con el libro Disfrute de la vida
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La Palabra inspirada de Jehová Dios hace esta declaración tan importante. Se encuentra en Tito 2:11. Dice así: “Porque la bondad inmerecida de Dios se ha manifestado al traer salvación a toda clase de personas”. Así es, “a toda clase de personas”. Esto se cumplió en el siglo primero. Y hoy también se está cumpliendo como nunca antes. Pertenecemos a una hermandad mundial compuesta por toda clase de personas. Aprendimos la verdad de la Biblia. Y tomamos una decisión: servir a Jehová. En esta serie de discursos, hablaremos de tres clases de personas. Primero, los que están casados con personas que, de momento, no sirven a Jehová. Segundo, los que se han criado en hogares en los que solo uno de los padres era Testigo. Y, tercero, los que no están casados. Muchos hermanos y hermanas se encuentran en una de estas situaciones, y están luchando con éxito con todas sus fuerzas por la fe, como dice Judas 3. Y todos ellos son muy valiosos para la congregación. Cuando hablemos de cada uno de esos grupos durante esta serie de discursos, trate de pensar en los hermanos que tienen esas mismas circunstancias en su congregación. Pregúntese: “¿Cómo les puedo demostrar yo a estos hermanos y hermanas que los valoro y que aprecio su esfuerzo? Y, por otro lado, si soy yo el que se encuentra en una de estas situaciones que mencionamos, ¿qué me puede ayudar a tener éxito al luchar con todas mis fuerzas por la fe?”. En este discurso hablaremos de los hermanos que están casados con alguien que no sirve a Jehová. Un ejemplo muy conocido es el de una cristiana del siglo primero llamada Eunice, que era la madre de Timoteo. Se habla de ella en Hechos 16:1. El versículo comenta que Timoteo “era hijo de una mujer judía creyente”, pero que “su padre era griego”. Ahí se dice que Eunice era una mujer creyente, pero no se dice que el padre de Timoteo también fuera creyente. El caso es que el padre de Timoteo no era cristiano. Sin embargo, tanto su madre, Eunice, como su abuela Loida le enseñaron a Timoteo los santos escritos, es decir, la verdad de la Palabra de Dios. Por supuesto, las circunstancias varían. No todos los que están casados con personas no creyentes o que no sirven a Jehová tienen la misma situación. Algunos están casados con alguien que se opone a la verdad. A veces, el cónyuge no está interesado. En otros casos, puede que sean tolerantes e incluso apoyen a su esposo o esposa, pero que no estén dando los pasos necesarios para poder bautizarse. También puede que algunos de ellos sí estén bautizados, pero se hayan alejado de Jehová. Quizás ya no asistan a todas las reuniones, ni salgan a predicar ni participen en la adoración en familia. Y, por último, aunque es triste decirlo, algunos de ellos están expulsados. Pero nosotros nunca los damos por perdidos. Siempre hay esperanza. Deseamos que quienes han sido expulsados recapaciten y se arrepientan, y regresen a Jehová. ¿Creen que hay algo que los publicadores de la congregación podamos hacer para demostrar que valoramos a los hermanos que están casados con alguien que por el momento no sirve a Jehová? ¡Sí, por supuesto! Y no solo eso, sino que en Filipenses 3:17 el apóstol Pablo nos anima a aprender de su buen ejemplo y a imitarlos. Filipenses 3:17 dice: “Hermanos, todos unidos imítenme a mí [dijo el apóstol] y [noten lo que añadió] fíjense en los que viven de acuerdo con el ejemplo que les pusimos nosotros”. ¿Vieron? El apóstol Pablo nos dice que nos fijemos en su ejemplo, pero también en el buen ejemplo de otros de la congregación. Entre esos buenos ejemplos están los hermanos que están casados con personas que no sirven a Jehová. Se esfuerzan mucho por mantener una amistad estrecha con Jehová. Han aprendido a ser disciplinados para seguir un buen horario de actividades espirituales. Y muchos se han vuelto expertos en compaginar las responsabilidades familiares con las espirituales. No es nada fácil, pero lo están logrando. Entonces, ¿cómo debemos ver y tratar a estos hermanos? Hacemos lo que nos dice Filipenses 2:4: no buscamos solo nuestros propios intereses, “sino también los de los demás”. Eso significa que nos preocupamos por ellos, por saber cómo están. Siempre los tratamos con respeto y nunca los pasamos por alto. Reconocemos que estos hermanos tienen mucho que ofrecer, porque también adoran a Jehová. ¿No es una maravilla? Somos una gran familia y nos pertenecemos unos a otros. Todos tomamos en cuenta a los hermanos que están casados con alguien que no sirve a Jehová y, tal como nos animaba el texto, estamos pendientes de sus necesidades. Lo hacemos porque los queremos y porque vemos sus buenas cualidades. Así pues, ¿qué podemos hacer? Cuando sea posible, tratemos de hacer cosas con estos hermanos. Pero ¿hay algo más que podamos hacer? Podemos mostrar interés por sus cónyuges y tratar de ayudarlos en sentido espiritual. Por ejemplo, si las circunstancias lo permiten, invitémoslos a los dos a una comida o a pasar un rato con nosotros. Sabemos que ser amigables y tener conversaciones animadoras puede tener un efecto muy positivo en alguien. Mientras ve el siguiente video, piense en casos específicos de hermanos de su congregación que tengan estas circunstancias y en lo que puede hacer para demostrarles que los valora. Mi esposo estaba muy opuesto a la verdad. Una noche se puso un cuchillo en el estómago y me dijo: “Tienes que elegir: tu religión o yo”. Mi esposo nos apoyaba bastante. Se despedía de nosotros cuando íbamos a las reuniones, pero no tenía ningún interés en la verdad. Yo sentía mucha envidia cuando iba a las asambleas y veía que las familias se sentaban juntas. Como estaba muy ocupado en el trabajo y cuidando de su madre, mi esposo empezó a faltar a las reuniones. Algunos hermanos de la congregación, con buenas intenciones, hablaron con él del asunto. Pero la manera en que lo hicieron hizo que él se desanimara, y dejó de leer la Biblia y nuestras publicaciones. Tengo que confesar que hubo momentos en los que yo también quise alejarme de la verdad. Cuando aprendí la verdad, estaba muy entusiasmada. No dejaba de bombardear a mi esposo con información. Le preocupaba que me fuera a volver una fanática. Él pensaba que me había metido en una religión extraña, y estaba muy preocupado por la familia. Una familia de la congregación nos invitaba a menudo a comer y a hacer cosas juntos. Creo que a mi esposo le gustaban esos detalles. Me esforzaba en mi manera de hablar y de comportarme por demostrarle que le quería. Creo que él empezó a interesarse en la verdad cuando nos vio a mis hijos y a mí poner en práctica lo que aprendíamos. Las palabras “protege tu corazón” me llamaron la atención. Me esforcé mucho para que Jehová siempre estuviera en el corazón de mis hijos y en el mío. Cuando salía a predicar con ellos, los animaba a fijarse en diferentes detalles de la creación. Y tenía la costumbre de enseñarles de la Biblia antes de que mi esposo regresara del trabajo. Me esforzaba por imaginarme en el Paraíso con mi esposo. Eso fortaleció mi decisión de nunca dejar la verdad. Cuando me iba a las reuniones, le dejaba notitas cariñosas a mi esposo. Estaba convencida de que un día él regresaría a la verdad, y regresó. Yo no dejé a Jehová, y Jehová nunca me abandonó a mí. Mi esposo nunca se hizo testigo de Jehová. Sin embargo, mis cinco hijos sí están en la verdad. Y eso es una gran bendición para mí. Me siento muy feliz y agradecida por poder servir a Jehová con mi familia, incluido mi esposo. ¿Qué aprendimos en este video? Aprendimos que los hermanos que están casados con personas que no sirven a Jehová pueden tener un efecto muy positivo en ellas si demuestran cualidades cristianas. Pero ¿qué puede ayudarlos a seguir luchando por la fe? La sabiduría y las fuerzas que solo Jehová puede darles. Recuerden, su poder es infinito. Y está claro que a Dios le hace feliz actuar a favor de quienes confían en él. Además, Jehová los ama, no lo olviden. Y él escucha las oraciones sinceras de los que quieren hacer las cosas como él manda. Así que el amor de Dios, la oración y el espíritu santo les darán las fuerzas y la sabiduría que necesitan para mantener una buena rutina espiritual que sea equilibrada y cumplir con la responsabilidad de atender las necesidades de su familia. Las hermanas que aparecían en el video aprovecharon todo el alimento espiritual que tenían disponible para fortalecer su fe. Y Jehová las ayudó a demostrar cualidades cristianas, como el tacto y la paciencia. Todos sabemos muy bien que a veces no mostramos tanto tacto como deberíamos. Tener tacto y ser paciente no es nada fácil, especialmente cuando estás cansado y tu pareja dice o hace algo que te duele o te hace sentir mal. Ahora bien, no importa cuál sea su situación. ¡Jehová le dará las fuerzas que necesita para seguir poniendo un buen ejemplo! Pero recuerde pedirle que ayude a su esposo o esposa a aceptar la verdad. En 1 Pedro 3:1, 2, encontramos este consejo tan sabio y tan práctico. 1 Pedro 3:1, 2 dice: “Del mismo modo, esposas, estén en sujeción a sus esposos para que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin una palabra gracias a la conducta de sus esposas, por haber sido ellos testigos oculares de su conducta casta y su profundo respeto”. ¿No es maravilloso? ¡Los hechos demuestran que este consejo de Pedro funciona! Muchos hermanos que lo han puesto en práctica han ayudado a su esposo o su esposa a aceptar la verdad. Si lo piensa bien, es impresionante: el profundo respeto y la buena conducta pueden lograr que alguien acepte la verdad. Sin que hagan falta palabras. Claro, al hacer cosas buenas por su pareja, seguro que surgirán oportunidades para hablar de la verdad y ayudarla en sentido espiritual, eso si las circunstancias lo permiten y lo ve apropiado. Así que siga poniéndole un buen ejemplo y orando para que algún día desee servir a Jehová. Hermanos, confíen en las palabras que Pablo escribió en 1 Corintios 7:16, y recuerden tener siempre una actitud amable y positiva en su matrimonio. 1 Corintios 7:16 plantea dos preguntas, pero en un tono positivo. El capítulo 7, versículo 16, dice: “Pues, esposa, ¿cómo sabes si salvarás o no a tu esposo? O, esposo, ¿cómo sabes si salvarás o no a tu esposa?”. Así es, este texto nos ayuda a seguir siendo positivos y a no perder la esperanza de que nuestro cónyuge acepte la verdad. Hay muchos ejemplos de personas que con el tiempo aceptaron la verdad porque vieron que su esposo o su esposa ponían en práctica lo que Dios dice. Por eso, deseamos de todo corazón que, tarde o temprano, los que todavía no sirven a Jehová acepten la verdad y sirvan felices a Dios. Hermanos, sigan los consejos de la Biblia, es la Palabra de Dios. ¡No duden de que Jehová los ayudará! De esta manera, podrán seguir luchando con éxito por la fe y honrar el nombre de Jehová. El hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso: “Luchan con éxito por la fe. Los que solo cuentan con uno de sus padres”.
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William Malenfant: Luchan con éxito por la fe. Los que están casados con no creyentes
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En el Salmo 68:5, a Jehová se le llama “Padre de huérfanos”. “De huérfanos”. ¿Y tú? ¿Eres huérfano? ¿O tal vez hay algún niño o algún joven que también sea huérfano en su congregación? Claro, quizás se pregunte: “¿A quiénes nos referimos cuando hablamos de ‘huérfanos’?”. Bueno, en este discurso, por huérfanos nos referimos a jóvenes que solo cuentan con uno de sus padres en sentido espiritual, que solo tienen un padre en la verdad. Y sus circunstancias familiares pueden variar mucho. Por ejemplo, hay familias monoparentales, familias en las que uno de los padres no sirve a Jehová —y tal vez ese padre o esa madre se oponga a la verdad— e incluso familias en las que solo uno de los padres sirve activamente a Jehová porque el otro se ha enfriado en sentido espiritual. Cuando yo tenía como cinco años, mi madre conoció la verdad de la Biblia. Viví unos años en un hogar dividido en sentido religioso. Pero, con el tiempo, mi madre se quedó sola. Tuvimos que adaptarnos a las nuevas circunstancias. A muchos betelitas les ha pasado lo mismo. Y también a precursores, superintendentes de circuito, voluntarios de construcción o misioneros. Muchos de nosotros hemos pasado por situaciones parecidas. Pero, fíjense, qué interesante. Jehová quiso incluir en su Palabra, la Biblia, el ejemplo de un joven que creció o se crio en un hogar dividido en sentido religioso: Timoteo. La Biblia explica que la madre de este joven, de Timoteo, era “una mujer judía creyente”. Pero su padre era griego. Así que solo uno de sus padres era siervo de Jehová. Todos sabemos, por lo que dice la Biblia, que su madre, Eunice, y su abuela Loida lo ayudaron mucho; las dos contribuyeron a que se convirtiera en un cristiano maduro. Pero hubo otras personas que también lo ayudaron, que contribuyeron a su progreso espiritual. Y es por eso que este tema, en realidad, nos aplica a todos. Todos nosotros podemos imitar a Jehová. Si en nuestra congregación hay huérfanos de este tipo, debemos prestarles atención. Veámoslos como “Timoteos” de nuestros días. ¿Cómo podemos hacerlo? Imitando al apóstol Pablo. ¿Y qué hizo él? Situémonos a finales del año 49 o a principios del 50. El apóstol Pablo está en su segundo viaje misional y visita la ciudad de Listra. Cuando él llega allí, ve a un joven, a Timoteo. Pero no solo ve a este joven, sino que se fija en lo que hace, en su conducta. Se da cuenta de su potencial. Así que toma la iniciativa y capacita a Timoteo para que desarrolle todo el potencial que tiene. Qué buen ejemplo, ¿no creen? Seguro que en nuestra congregación también hay huérfanos. Pues hagamos lo mismo que Pablo. Fijémonos en ellos y ayudémoslos. En cierta ocasión en la que Pablo le escribió a Timoteo, también hizo algo muy bonito que podemos imitar. Corría el año 65 de nuestra era y Pablo estaba preso en Roma. Pero las cosas no iban nada bien; no iban a liberarlo. De hecho, su muerte era inminente. Solo tuvo tiempo de escribir una última carta. ¿Y a quién la escribió? A Timoteo, a su querido “hijo en la fe”. ¿Y quieren saber qué fue eso tan bonito que le dijo Pablo en su última carta? Vamos a leerlo juntos. 2 Timoteo 1:5: “Porque me acuerdo de tu fe sin hipocresía, que tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que estoy seguro de que tú también tienes”. ¿Se dieron cuenta de lo que hizo Pablo? En pocas palabras, felicitó a Timoteo y expresó su confianza en él. Pero también elogió a su madre, Eunice, y a su abuela Loida por tener una “fe sin hipocresía”. Estas cristianas no servían a Jehová de manera hipócrita. Su fe era genuina. ¿No les parece que fueron una bendición para Timoteo? Y, nosotros, ¿podemos hacer lo mismo? Por supuesto. Podemos felicitar de corazón a estos jóvenes que solo cuentan con uno de sus padres. Claro, no solo a ellos, sino también a sus padres. Elogiemos todo el trabajo que están haciendo. Invitémoslos a estar con nosotros en actividades espirituales y en nuestro tiempo libre. Cuando era pequeño, mi abuela venía a buscarme todos los sábados por la mañana y salíamos a predicar. Nunca me preguntaba si ella vendría o no, ni con quién saldría a predicar aquel día. El hermano que dirigía el estudio del libro siempre hacía lo mismo: siempre nos incluía a mi abuela y a mí en su grupo, con él y con su esposa. ¡Qué recuerdos tan bonitos! Presten atención al siguiente video. Algunos hermanos que crecieron en un hogar donde solo uno de los padres era Testigo nos explican qué los animó a luchar con éxito por la fe. Fue como una pesadilla. Nuestra familia vivía la verdad con mucho entusiasmo. Un día, mientras estábamos jugando, mamá vino y nos dijo que abandonaba a Jehová y a papá. El día que le dije adiós a mi madre fue el peor día de mi vida. Mis padres se hicieron inactivos cuando yo tenía unos cuatro años. Mi padre nunca estaba en casa. Cuando mi madre empezó a aprender la verdad, mi padre le prohibió estudiar la Biblia. Cuando íbamos a las reuniones, él nos sacaba a la fuerza. Y maltrataba a mi madre verbal y físicamente. El divorcio de mis padres fue muy duro. Para mi madre fue muy difícil criar sola a dos niños. A veces tenía dos o tres trabajos. Y servir a Jehová quedó en segundo plano. Después del divorcio, mi madre se deprimió mucho. Ella hizo todo lo que pudo, pero Jehová no tenía la intención de que una madre asumiera el papel de madre y padre a la vez. Mis hermanas y yo decidimos que no íbamos a cometer en la vida los mismos errores que cometió nuestra madre. Sabíamos que podíamos elegir qué tipo de vida llevar. Así que le dediqué mi vida a Jehová y me bauticé a los 15 años. Todo cambió cuando dejamos de tener la oposición de mi padre. Ya podíamos ir a predicar y a las reuniones sin problemas. Ya no teníamos que esconder las publicaciones para que no las rompiera. Cuando tenía unos 15 años, mi madre nos llevó a una reunión. Pero ella ya había decidido que esa sería su última reunión. Esa noche se habló de las necesidades de la congregación. Lo que se dijo fue justo lo que mi madre necesitaba. Jehová la ayudó a sentirse motivada. A partir de entonces, mi madre fue una mujer nueva. Mis hermanas y yo siempre hemos sido un equipo. Servimos juntas como precursoras y nos mudamos a Camboya porque se necesitaba ayuda. Las dos viven allí y están en el servicio de tiempo completo especial con sus esposos. Y mi esposo y yo llevamos 11 años sirviendo en la sucursal de Myanmar. Mi madre me puso un ejemplo increíble en la vida. Yo veía que ella siempre ponía su amistad con Jehová por encima de todo lo demás. Su ejemplo fue lo que me ayudó a ponerme metas espirituales y a alcanzarlas. Empecé el precursorado el año en que estaba acabando mis estudios. Llevo casi 20 años sirviendo a tiempo completo, la mayor parte del tiempo en el Betel de Brooklyn y en Warwick, con mi esposa. Mi madre influyó mucho en que me pusiera metas espirituales. Mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de asistir a la primera clase de la Escuela para Evangelizadores. Y actualmente estamos en la obra de circuito. Las cosas malas que te pasan en la vida no tienen que determinar quién eres. Primera de Pedro 5:10 dice que Dios mismo terminará nuestro entrenamiento. Puede que a veces sea difícil, pero con la ayuda de Jehová nos irá bien. Recuerdo lo que dijo David en Salmo 27:10. Dice: “Hasta si mi padre” o “mi madre me abandonaran, Jehová se haría cargo de mí”. Y eso fue exactamente lo que me pasó a mí. Jehová no nos juzga por nuestra crianza o nuestro pasado. Él ve nuestro potencial. Así que depende de nosotros. Con Jehová podemos ser quien queramos ser. ¡Qué comentarios tan animadores hicieron los hermanos! Joven, si solo uno de tus padres está en la verdad, ¿qué opinión tienes de ti mismo? ¿Te ves como te ve Jehová? ¿Como alguien único que tiene potencial? No pienses que eres inferior a otros por las circunstancias que tienes. ¿Te sentiste identificado con lo que contaron los hermanos del video? Tus circunstancias familiares no tienen por qué definir quién eres. En realidad, no tienen por qué ser un obstáculo en tu servicio a Jehová. Y, no solo eso, tus circunstancias particulares en la vida te permiten tener un punto de vista diferente. Y Jehová puede usarte para ayudar a los demás. ¡Qué bueno! Así que imita a Timoteo. Aunque era relativamente joven, él era un hombre espiritual, y se le confiaron importantes responsabilidades. El apóstol Pablo dijo de Timoteo que no tenía a nadie más con una actitud como la de él. Timoteo se preocupaba por los demás. Y tú también puedes hacerlo. ¡Esfuérzate! ¡Hazte precursor! ¿Quieres ser betelita? ¿Misionero? ¿Voluntario de construcción? ¿O superintendente de circuito? Si eres un hermano, puedes esforzarte por llenar los requisitos para ser siervo ministerial y, después, anciano. Hay muchas oportunidades, infinitas. Deja que Jehová te use, no te arrepentirás. Pero hay algo más que debes hacer: seguir demostrándole a tu padre Testigo que agradeces lo que hace por ti. Yo le estoy muy agradecido a mi madre por todo lo que hizo, porque me puso un excelente ejemplo de fe a pesar de que vivimos circunstancias difíciles. Hermanos, nunca demos por sentadas la fe y la lealtad de nuestros padres cristianos. Bueno, para terminar, queremos asegurarles a quienes solo tienen uno de sus padres en la verdad que pueden luchar con éxito por la fe, igual que hizo Timoteo. Confiamos plenamente en ustedes. Le pedimos a Jehová que los siga bendiciendo y que los ayude a servirle para siempre. Ahora, Joel Dellinger, ayudante del Comité de Servicio, presentará la última parte de esta serie de discursos: “Luchan con éxito por la fe. Los solteros”.
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Seth Hyatt: Luchan con éxito por la fe. Los que solo cuentan con uno de sus padres
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En esta serie, se nos ha recordado que Jehová ama y les da poder a los que le sirven con lealtad. En este último discurso nos centraremos en los hermanos y hermanas que no están casados. Y responderemos tres preguntas. Primera, ¿por qué decimos que todos los cristianos, casados y solteros, tienen un papel importante en la congregación? Segunda, ¿cómo podemos demostrar que valoramos y apoyamos a los hermanos que no están casados? Y tercera, si usted es soltero, ¿qué puede ayudarlo a seguir luchando con éxito por la fe? Para empezar, analicemos qué piensa Jehová tanto de los que están casados como de los que están solteros. Algo que nos encanta de Jehová es que es un Dios imparcial. Él acepta a todas las personas que desean servirle, sin importar su nacionalidad o su color de piel. La imparcialidad que muestra Jehová también implica que él trata de la misma manera tanto a los solteros como a los casados, no favorece a ningún grupo. Casarse o quedarse soltero es una decisión personal. De hecho, la Biblia no dice en ningún lugar que Jehová nos valore más si estamos casados o si estamos solteros. Por ejemplo, en Mateo 19:12, Jesús dijo que algunos de sus seguidores decidirían quedarse solteros “por el Reino de los cielos”. Y luego añadió: “Quien pueda cumplir con esto, que lo haga”. Pensemos en estas palabras un momento. Si un cristiano —sea joven o mayor— decide quedarse soltero por el Reino, Jehová y Jesús respetan esa decisión y valoran las razones que motivaron al hermano a tomarla. Otros cristianos no están casados por las circunstancias de la vida. Por ejemplo, algunos de ellos son demasiado jóvenes para casarse. Otros hermanos son viudos o están divorciados. Igual que Jehová, el apóstol Pablo tenía un punto de vista imparcial sobre los solteros y los casados. Y, como Jesús, tampoco les dijo a los cristianos si tenían que casarse o quedarse solteros. Una revista La Atalaya del 2012, que hablaba de la primera carta de Pablo a los corintios, decía lo siguiente: “Ambos estados [el matrimonio y la soltería] pueden considerarse un regalo de Dios [...]. Jehová no ve [...] [la soltería] como una fuente de dolor y vergüenza”. La verdad es que estar soltero tiene ciertas ventajas. Un cristiano soltero quizás no tenga tantas responsabilidades familiares como uno que está casado y tenga más tiempo y energías para servir a Jehová. Claro, los hermanos solteros no creen que por esa razón sean mejores que los hermanos casados. Así que lo que opina Jehová, su punto de vista, está claro. Tanto solteros como casados, todos, tenemos un papel importante en la congregación. Ahora respondamos la segunda pregunta: ¿cómo podemos los casados demostrar que valoramos y apoyamos a los hermanos que no están casados? Veámoslo. Por favor, abran sus biblias en 1 Corintios 12, y leamos el versículo 25. El contexto de este versículo indica que Pablo estaba destacando que, en la congregación, todos nos necesitamos. Dependemos unos de otros. Igual que necesitamos todas las partes del cuerpo —los ojos, las manos, los pies—, todos los cristianos, solteros y casados, somos valiosos y necesarios. Entonces, ¿qué podemos hacer para demostrarles a estos hermanos que los valoramos? Leamos el versículo 25: “De modo que no hubiera divisiones en el cuerpo, [y ahora viene la clave, noten,] y sus miembros tuvieran la misma preocupación unos por otros”. La nota de estudio de la Biblia en inglés explica que la palabra griega para “preocupación” indica una profunda inquietud y destaca lo intensa que debe ser esa preocupación por los demás. La lección es clara. Hermanos casados, demostramos que valoramos a los hermanos y hermanas solteros cuando nos preocupamos por ellos, por su bienestar, tanto en sentido físico como espiritual. No los ignoramos. No los consideramos inferiores. Y tampoco los tratamos como si no tuviéramos nada en común con ellos. En cuanto a esto, Pablo nos puso un ejemplo muy bueno que todos debemos imitar. Él estaba muy interesado en el bienestar y el progreso espiritual de Timoteo. Aunque este joven era soltero, Pablo vio su potencial e invirtió tiempo en capacitarlo y animarlo. Y, entonces, ¿cuál fue el resultado? Que un joven soltero y sin experiencia se convirtió en un excelente superintendente. Y, aunque los dos con el tiempo dejaron de viajar juntos, Pablo siguió mostrando un interés sincero por el bienestar de Timoteo. Y lo sabemos porque Pablo le escribió a Timoteo dos cartas que Jehová hizo que se conservaran para nuestro beneficio. Hermanos, ¿se imaginan cómo debió sentirse Timoteo cuando recibió una carta de su viejo amigo Pablo? Escuchen unas líneas de la primera carta que Pablo le escribió y, mientras lo escuchan, pónganse en los zapatos —o en las sandalias— de Timoteo: “A Timoteo, un verdadero hijo en la fe: Que tengas bondad inmerecida, misericordia y paz de parte de Dios el Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor”. Un poco más adelante, Timoteo leyó estas líneas: “Timoteo, hijo mío, te doy esta instrucción de acuerdo con las profecías que se hicieron acerca de ti, para que por estas sigas peleando la noble batalla”. Y luego lo anima a hacer lo siguiente: “No descuides el don que tienes y que recibiste mediante una profecía cuando el grupo de ancianos te impuso las manos”. ¿No creen que esas palabras animaron a Timoteo e hicieron que se sintiera valorado? ¡Sin duda! En la misma carta, Pablo expresó que estaba preocupado porque Timoteo se enfermaba con frecuencia. No hay duda de que la preocupación de Pablo, tanto por su salud física como espiritual, le llegó al corazón a Timoteo y lo animó a progresar en su servicio a Jehová. Y el ejemplo de Pablo también nos llega al corazón a nosotros. Quizás eso haga que nos preguntemos: “¿Puedo hacer más por los solteros? ¿Puedo estar más pendiente de sus necesidades ya que se están esforzando tanto por servir a Jehová? ¿Tengo una opinión equivocada de los solteros? ¿Pienso que son inferiores, incompletos o que les falta algo? ¿O demuestro que los valoro?”. Timoteo fue un superintendente viajante excelente. Pablo no lo vio como alguien inferior. Al contrario, aunque Timoteo era soltero, Pablo lo escogió para que tuviera responsabilidades importantes y lo capacitó para que pudiera cumplirlas bien. Seguro que hoy en día a nosotros también se nos ocurren muchas maneras prácticas de demostrarles a nuestros hermanos de la congregación que no están casados que de verdad nos preocupamos por ellos. Un artículo de estudio de La Atalaya de agosto de 2020 nos recordaba lo siguiente —lo leo—: “Debemos recordar que algunos cristianos son solteros por decisión personal. A otros les gustaría casarse, pero no han encontrado a la persona adecuada. Otros tal vez han enviudado. Sea cual sea el caso, no debemos preguntarles por qué no están casados ni ofrecerles ayuda para encontrar pareja”. ¡Qué interesante! Si meditamos en lo que dice la Biblia sobre lo que opina Jehová de la soltería, no haremos ninguna de estas cosas. No les preguntaremos a los solteros cuándo se van a casar y, claro, tampoco se nos ocurrirá buscarles pareja si ellos no nos han pedido ayuda. En vez de eso, los felicitaremos por el buen ejemplo que le ponen a toda la congregación y les haremos saber que los queremos y los valoramos. En el video que verán a continuación, noten lo que aprende un anciano sobre las dificultades que afrontan los solteros. Hermanos, parece mentira. Esta es nuestra última reunión. ¡Guau! Tenemos muchos puntos en la agenda. ¿Empezamos? El primer punto de la reunión es... Esta es la última visita de nuestro superintendente, porque ahora se va a otro circuito. Rick ha sido muy buen superintendente. Es maduro espiritualmente, experimentado... y ha tenido mucha paciencia con nosotros. Tom, por favor. Bueno, la verdad es que los hermanos de la congregación... Rick es soltero. Y, lamentablemente, en demasiadas ocasiones hicimos que ese regalo de Dios se convirtiera en un desafío para él, desde la primera visita. Hola, Jeff. Sí, tengo un minuto. Ah, eso... es mi lavadora. Hace mucho ruido. Yo daba por sentado que al estar soltero Rick tendría mucho tiempo libre. Lo que no sabía es todo lo que tiene que hacer él solo. Pero había más cosas que no sabía. —Hasta luego. —Adiós. ¡Eh, mira! Entre esos dos hay algo. Me encantaría conocer a tu estudiante. Parece que está progresando. —Muchas gracias. Nos vemos. —Chao. Hacen muy buena pareja. No sé a qué estás esperando. ¿Para qué? ¡Vamos! Un superintendente de circuito, una precursora... Seguro que estás buscando una buena esposa. Bueno... Ese tipo de bromas no estaban bien. Y pasaba en cada visita. Y luego estaban los que, ¿cómo lo diría?, “querían ayudarle”. ¡Mira! Tienes que conocerlas. Así que las invité a comer el sábado. Rick no había pedido ese tipo de ayuda. Y lo único que hacían era ponerle a él, y a un montón de hermanas, en una situación incómoda. Y eso le pasaba semana tras semana. A veces cometimos el error de fijarnos solo en que estaba soltero y no en que era una persona espiritual que le daba a Jehová lo mejor. Te extrañaremos. Pero no tanto como algunas hermanas solteras. No quiero volver a cometer ese error con ningún soltero, sea hermano o hermana. —Rick. —Jeff. Gracias. Aprendí mucho de ti. Espero que Jehová te bendiga estés donde estés. Sí. Gracias, Rick. Respondamos ahora la tercera pregunta. Si usted es soltero, ¿qué puede ayudarlo a ser poderoso gracias a la fe? Veámoslo. Algo que lo ayudará a fortalecer su fe, es ponerse metas espirituales y alcanzarlas. Romanos 4:20 dice lo siguiente sobre Abrahán: “A causa de la promesa de Dios, no dudó por falta de fe”. Hermanos solteros, los animamos a meditar con frecuencia en las promesas de Dios, igual que hizo Abrahán. Si piensan a menudo en todas las promesas de Jehová que se cumplieron en el pasado y en las que se están cumpliendo en el presente, tendrán la seguridad de que también cumplirá cada una de las promesas que nos ha hecho para el futuro. Hacer eso fortalece la fe. Como Jesús, Pablo y Timoteo, hablen de las promesas de Jehová con otras personas. Prediquen con entusiasmo las buenas noticias. Y, por favor, no piensen que ustedes no tienen mucho que ofrecer, porque eso los podría llevar a aislarse de los demás hermanos de la congregación. Al contrario, ustedes aportan muchísimo, porque son hermanos y hermanas que nos ponen un excelente ejemplo de fe. Los animamos a esforzarse por buscar la compañía de hermanos espiritualmente maduros en la congregación, sean solteros o casados. Como Timoteo, reflexionen sobre estas cosas, dedíquense de lleno a alcanzar metas espirituales. ¿Para qué? Para que todos vean claramente su progreso. Recuerden: los necesitamos y los queremos. Seguro que esta serie de discursos nos ha fortalecido la fe. ¿Qué hemos aprendido? Por favor, abran sus biblias en Hebreos, capítulo 11. Desde el versículo 4, si se fijan y echan un vistazo, verán que aparecen muchos nombres conocidos de hombres y mujeres de fe. Está Abel, Enoc, Noé, Abrahán y Sara, Rahab, Gedeón, David y muchos más. Todos estos hombres y mujeres tuvieron vidas muy diferentes, es cierto. Pero todos tuvieron algo en común. Fíjense en lo que dice Hebreos 11:34. En la mitad del versículo dice que “pasaron de estar débiles a ser fuertes”. ¡Sí! Se hicieron poderosos gracias a su fe. Y lo mismo sigue pasando hoy. Ocurre en todas las congregaciones del pueblo de Jehová en el mundo. Seamos jóvenes o mayores, hombres o mujeres, y tengamos las circunstancias que tengamos, todos podemos hacernos poderosos gracias a la fe. Por eso, queridos hermanos, no tengan ninguna duda de que los amamos y los valoramos, y deseamos que Jehová bendiga los esfuerzos que hacen por seguir luchando con éxito por la fe.
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Joel Dellinger: Luchan con éxito por la fe. Los solteros
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Todos estamos muy contentos por ustedes, candidatos al bautismo. Este es un día muy especial para ustedes. A partir de hoy, al igual que millones de sus hermanos, tendrán una relación muy especial con Jehová. Por favor, imaginen que están en un estadio gigantesco y que allí están ocho millones y medio de hermanos, todos juntos, aplaudiendo porque están muy felices de que ustedes se hayan puesto de parte de Jehová. Algunos de ustedes son jóvenes que se han criado en la verdad, y ahora están sentados con su familia. Otros quizás conocieron la verdad años atrás y hace poco que volvieron a Jehová. Otros tal vez aprendieron la verdad recientemente y, aun en estas circunstancias, con la pandemia y las reuniones por Zoom, han llegado al punto de dedicar su vida a Jehová. Sea cual sea su caso, estamos muy felices de que tomara la decisión de bautizarse. El título de este discurso para ustedes, candidatos, es “Los que demuestren tener fe recibirán vida eterna”. Dos palabras clave: “demuestren” y “fe”. La fe es la confianza que tienen en Jehová y sus promesas. Y demostrar tener fe es vivir para hacer la voluntad de Dios. Ya han demostrado fe al esforzarse por cumplir con los requisitos para el bautismo. Podemos comparar la fe a hacer una fogata. Para encender el fuego, primero tenemos que conseguir pequeños trozos de madera. Y luego tenemos que ir echándole pedazos de madera más grandes para mantener el fuego encendido. Con su bautismo, el fuego de su fe está empezando a arder. No siempre es fácil encender un fuego. La madera puede estar mojada, el viento puede apagar las llamas... Puede que para usted no haya sido fácil encender el fuego de la fe. Ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo para encenderlo. Y ahora tiene que mantener ese fuego vivo. ¿Por qué? Bueno, porque nuestra fe puede debilitarse si no nos esforzamos por mantenerla fuerte. En una ocasión, Jesús les dijo a algunos de sus discípulos que tenían poca fe. Vamos a verlo en Mateo 17:20: “Él les respondió: ‘Por la poca fe que tienen. Les aseguro que, si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña “Muévete para allá”, y se moverá; nada les será imposible’ ”. Jesús les estaba diciendo que tenían que fortalecer su fe. Una vez que encendemos un fuego, las llamas pueden ser muy intensas. Pero, si no lo alimentamos con leña, ¿qué sucede? Que se irá apagando, y pronto se convertirá en cenizas. Así que, para mantener el fuego de nuestra fe encendido, hay que alimentarlo. El fuego de nuestra fe necesita constante atención para que siga ardiendo. Vamos a contestar tres preguntas. 1) ¿Qué pueden hacer para alimentar el fuego de su fe? 2) ¿Cómo pueden demostrar fe? 3) ¿Cómo los recompensará Jehová por su fe? Pero, antes de contestar esas preguntas, hablemos con dos Testigos bautizados que han dado pasos para fortalecer su fe. Vamos a empezar con Jouni Palmu. El hermano Palmu y su esposa, Heli, sirven en el Betel de Finlandia. Y él lleva 60 años sirviendo a Jehová con lealtad. Y me gustaría que se fijaran en lo que ayudó al hermano Palmu a enfrentarse a una prueba de fe cuando empezó el precursorado. Hermano Palmu, ¿recuerdas algún momento en el que tuvieras poca fe? Sí, recuerdo uno. Cuando tenía 17 años, me mudé para servir como precursor auxiliar en un grupo aislado, muy lejos de mi casa. Allí había un grupo de personas muy religiosas que estaban convencidas de que los Testigos estaban equivocados y de que me habían engañado por completo. Me hacían preguntas sobre la Biblia que nunca antes me habían hecho en mi territorio anterior. Aquella gente era muy convincente con sus argumentos, y me sentí confundido y perdido. Y pensaba: “¿Habrá otras preguntas que no sepa responder?”. Y esto empezó poco a poco a preocuparme y a poner a prueba mi fe. Así que eras joven, estabas en un lugar aislado y con muchas dudas. ¿Qué hiciste para fortalecer tu fe? No tenía ni los volúmenes de las revistas ni la Watchtower Library ni ninguna otra herramienta de investigación. Así que escribí una carta a mis hermanos carnales, que para ese entonces estaban en la cárcel por negarse a realizar el servicio militar. Sabía que ellos tenían todas nuestras publicaciones y que estudiaban la Biblia todos los días, como si fueran eruditos. Ellos vieron que necesitaba ayuda, así que me escribieron una carta con las respuestas a todas mis preguntas. Me sentí muy feliz y le di las gracias a Jehová. Aquello de verdad fortaleció mi fe. Jehová usó a tus hermanos para ayudarte. ¿Y cómo te benefició fortalecer tu fe? Aquella experiencia fue decisiva, marcó el resto de mi vida espiritual. Entendí lo importante que es el conocimiento exacto y empecé a hacerme mi propia biblioteca. Todavía conservo aquellas publicaciones, y son para mí algo muy especial. Esta experiencia ocurrió hace 56 años, y desde entonces nunca he vuelto a tener dudas como esas. Jehová nos ha dado todas las respuestas que necesitamos. Y, es más, aunque ahora no tengamos las respuestas a algunas de nuestras preguntas, tengo fe en que Jehová las contestará a su debido tiempo. Gracias, hermano Palmu. Tu experiencia nos ayuda a valorar las respuestas que da la Biblia a las grandes preguntas de la vida. Hablemos ahora con Frankie Brown. El hermano Brown y su esposa, Karen, sirven en el Betel de Estados Unidos. Me gustaría que se fijaran en lo que ayudó al hermano Brown a tomar la decisión de dedicar su vida a Jehová. Hermano Brown, ¿recuerdas algún momento en el que tuvieras poca fe? Hasta los 12 años, estuve viviendo con mi abuela, que estudiaba con los testigos de Jehová. Así fue como conocí la verdad. Y estudiaba la Biblia, pero no era regular. A los 17, como muchos otros jóvenes, tenía que decidir qué iba a hacer con mi vida después de la escuela. Muchos daban por sentado que iría a la universidad para estudiar una carrera. Pero, por lo que había estudiado en la Biblia, sabía que tenía que tomar otra decisión: servir a Jehová. Fue una decisión difícil para mí. A veces, no tenía ni idea de lo que quería hacer. No tenía experiencia y no sabía qué consejos seguir: los de la Biblia, o los de mi familia y los de mis amigos. No debió ser fácil tomar esa decisión a esa edad. ¿Qué hiciste para fortalecer tu fe? Me di cuenta de que necesitaba conocer mejor a Jehová y lo que implicaba servirle. Así que volví a recibir clases de la Biblia y a asistir a las reuniones. Y empecé a tener un estudio personal. Uno de mis proyectos fue el Salmo 119. Este precioso salmo me ayudó a ver a Jehová como el Padre cariñoso que nunca tuve. También me ayudó a ver lo sabio que es vivir de acuerdo con las normas de la Biblia. Por ejemplo, Salmo 119:99 dice: “Soy más perspicaz que todos mis maestros porque reflexiono en tus recordatorios”. Lo que quería decir el salmista es que Jehová era su orientador. Además, me ayudó mucho el buen ejemplo de hermanos y hermanas de mi congregación. Ellos ya habían tomado la decisión de servir a Jehová. Y se notaba que tenían una vida realmente feliz y con propósito. Y eso me convenció a mí de que servir a Jehová era la mejor manera de usar mi vida. Le doy muchísimas gracias a Jehová por haber tenido la ayuda de estos hermanos en el momento en el que necesitaba más fe. Está muy claro que estudiar la Biblia y el apoyo de los hermanos te ayudó mucho. ¿Y cómo crees que te ha beneficiado fortalecer tu fe? Me bauticé, me hice precursor y, unos años más tarde, me invitaron a Betel. Desde que era joven, mi amistad con Jehová me ha dado seguridad y estabilidad en la vida. Cuando miro atrás y pienso en la decisión de dedicar mi vida a Jehová, no lo dudo, es la mejor decisión que he tomado. Seamos jóvenes o mayores, Jehová nunca nos dejará cuando más lo necesitemos. Gracias, hermano Brown, tomaste una buena decisión. Volvamos a las tres preguntas, y empecemos con la primera: ¿qué pueden hacer para alimentar el fuego de su fe? La Biblia es el principal combustible para mantener encendido ese fuego. Para alimentar el fuego de la fe, hay que hacer dos cosas: leer la Palabra de Dios y meditar en ella. Leer la Palabra de Dios es como añadir leña al fuego, y la meditación es como avivar las llamas. Vamos a analizarlas por separado. Primero, veamos el ejemplo del salmista en Salmo 1:1-3: “Feliz el hombre que no anda según los consejos de los malvados, que no se detiene en el camino de los pecadores, que no se sienta en el asiento de los burlones, sino que disfruta con la ley de Jehová; día y noche lee su ley y medita en ella. Será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, un árbol que da fruto a su tiempo y cuyas hojas no se marchitan. Todo lo que él haga tendrá éxito”. Queremos ser como el hombre de este salmo, que “disfruta con la ley de Jehová”. Cuando disfrutamos, cuando nos gusta leer la Palabra de Dios, ya no nos sentimos obligados a leerla, sino que estamos deseando leerla. “Día y noche lee su ley”. Jehová quiere que leamos su Palabra a menudo. Cuando oramos, nosotros le hablamos a Jehová, pero, cuando leemos la Biblia, es él quien nos habla a nosotros. Me gustaría que se fijaran en la forma tan bonita en la que Isaías describe cómo nos habla nuestro Dios, Jehová, en Isaías 30:21: “Y, en caso de que te desvíes a la derecha o a la izquierda, oirás con tus propios oídos estas palabras detrás de ti: ‘Este es el camino. Anda en él’ ”. ¿Y por qué escuchamos la voz de Jehová detrás de nosotros, y no delante? Por un lado, las palabras de Jehová en la Biblia se escribieron hace muchos años, y podríamos decir que están detrás de nosotros, en el pasado. Pero hay otra manera de visualizar lo que dice el texto. Imaginen que están en un grupo con niños pequeños caminando hacia algún lugar. ¿Dónde suelen ir los niños? Delante de nosotros, corriendo, aunque no tengan ni idea de adónde van. ¿Y qué tienen que hacer los padres, que van por detrás? Tienen que llamarlos y decirles: “No, no, no, por ahí no, vamos a ir por aquí, a la izquierda”. Y los niños vuelven y siguen corriendo por la dirección correcta. Seguro que queremos escuchar con atención la voz de Jehová detrás de nosotros ayudándonos a tomar buenas decisiones. Incluya la lectura de la Biblia en su rutina diaria. Una sugerencia: podría usar el Programa de lectura de la Biblia que hay en jw.org. Para encontrarlo, escriba “programa de lectura de la Biblia” en el buscador, arriba a la derecha. Si lee tan solo de tres a cinco capítulos cada día, podrá leer la Biblia completa en un año. Pero no basta con solo leer la Biblia, también tenemos que meditar en lo que leemos. ¿Por qué es importante que meditemos en lo que leemos en la Biblia? Porque saber lo que hay que hacer es una cosa, y hacerlo es otra. La meditación es el proceso de convertir el conocimiento, o sea, lo que sabemos, en decisiones sabias y en acciones. La Biblia a menudo relaciona la meditación con el corazón. ¿Y por qué? Porque la meditación convierte el conocimiento, o sea, lo que sabemos, en sentimientos. Y son esos sentimientos los que motivan nuestras acciones y decisiones. Podríamos comparar la meditación a un puente. A este lado del río está saber lo que debemos hacer y a este otro lado está hacerlo. La meditación es el puente que une el lado del conocimiento con el de la acción. Si nos damos cuenta de que muchas veces sabemos lo que tenemos que hacer pero no lo hacemos, la meditación es el puente que nos ayudará a pasar de un lado al otro, a pasar del conocimiento a la acción. ¿Cómo pueden meditar en la Palabra de Dios? Bueno, después de leer una parte de la Biblia o de una de nuestras publicaciones, dediquen un rato a pensar profundamente en lo que leyeron. Pregúntense: “¿Qué puedo aprender sobre Jehová en este relato? ¿Qué es lo que me hace sentir por Jehová? ¿Cómo puedo poner esto en práctica? ¿O cómo puedo usarlo para ayudar a otros?”. Bueno, repasemos la primera pregunta. ¿Qué pueden hacer para alimentar el fuego de su fe? Leer y meditar en la Palabra de Dios todos los días. Veamos la segunda pregunta: ¿cómo pueden demostrar fe? Jesús nos enseñó que no bastaba solo con creer en él. Vamos a leer Juan 3:16 para ver la importancia que le dio Jesús a demostrar que tenemos fe. Juan 3:16: “Porque Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que nadie que demuestre tener fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna”. Entonces, ¿cómo podemos demostrar que tenemos fe? Una nota de la Biblia de estudio en inglés dice que demostrar tener fe incluye la idea de “demostrar lo que se cree firmemente, o la fe, obedeciendo a Dios”. Abrahán nos dejó un gran ejemplo de lo que es demostrar fe, obedeciendo. Veamos la descripción tan bonita que se hace de la fe de Abrahán en Santiago 2:21-23: “¿No fue declarado justo por sus obras nuestro padre Abrahán después de ofrecer a su hijo Isaac en el altar? Ya ves que su fe actuó junto con sus obras y que su fe fue perfeccionada por sus obras. Así se cumplió el pasaje de las Escrituras que dice: ‘Abrahán puso su fe en Jehová y fue considerado justo’. Y él fue llamado amigo de Jehová”. Cuando leemos la historia de Abrahán y meditamos en ella, podemos sentir las mismas emociones que él sintió cuando Jehová le pidió que sacrificara a Isaac, el único hijo que él y Sara tenían. ¿Cómo pudo Abrahán tomar una decisión tan difícil? Mucho antes de eso, Abrahán ya había tomado la decisión de servir a Jehová y obedecerlo en todo. Aquella decisión que había tomado de obedecer a Jehová siempre ayudó a Abrahán a saber lo que debía hacer en otras situaciones en el futuro. No estaba todo el tiempo pensando: “¿Debería hacer lo que Jehová me pide o no?”. Hasta en algo tan difícil como tener que sacrificar a su hijo, Abrahán no dudó, sino que actuó de inmediato para hacer lo que Jehová le había pedido. Cuando se bauticen hoy, ustedes le demostrarán a todo el mundo que han dedicado su vida a Jehová para servirle y hacer su voluntad el resto de su vida. Ahora analicemos tres textos para ver cómo pueden demostrar su fe con acciones. Después de leer cada texto, veremos cómo se relaciona con la promesa que hicieron y cómo pueden demostrar su fe con acciones. El primer texto es Hebreos 10:25: “Sin dejar de reunirnos, como algunos tienen por costumbre. Más bien, animémonos unos a otros, sobre todo al ver que el día se acerca”. Al dedicarse, prometieron: “Asistiré a todas las reuniones y a todas las asambleas”. ¿Qué sería demostrar la fe con acciones? Supongamos que necesitan un trabajo, pero rechazan cierta oferta porque implicaría faltar a menudo a las reuniones. No tienen que preguntarse: “¿Debería ir a las reuniones o no?”. Esa decisión ya la tomaron cuando le dedicaron su vida a Jehová. El segundo texto, Romanos 10:10: “Porque con el corazón se demuestra la fe que lleva a la justicia, pero con la boca se hace la declaración pública que lleva a la salvación”. Al dedicarse, prometieron: “Le hablaré a todo el mundo de Jehová”. ¿Cómo demuestran su fe? Bueno, acostándose temprano para poder salir a predicar al día siguiente, siendo precursores auxiliares cuando puedan, poniendo la predicación en primer lugar al planificar las actividades del día o participando en distintas facetas del ministerio, como la predicación telefónica o por carta. Y el tercer texto, Marcos 11:24: “Por eso les digo: todas las cosas que pidan en sus oraciones, pídanlas con fe y denlas por recibidas, y las tendrán”. ¿Qué prometieron al dedicarse? “Siempre oraré para pedirle a Jehová su guía”. ¿Cómo demuestran su fe? Cuando se sienten tentados a jugar un videojuego violento, no caen en la tentación, y juegan con otro diferente. Cuando se enfrentan a una enfermedad seria, le piden a Jehová que les dé calma y sabiduría. Cuando sienten que se están enojando con alguien, le piden a Jehová autocontrol. Ahora bien, podríamos leer otros textos y hablar de muchos otros ejemplos de cómo se puede demostrar la fe con acciones. El punto es... ustedes, candidatos al bautismo, le dedicaron su vida a Jehová para hacer su voluntad. Esa decisión única de dedicarse a Jehová y vivir de acuerdo con sus normas influirá en todas las decisiones que tomen en su vida a partir de ahora. Recordemos la segunda pregunta: ¿cómo pueden demostrar que tienen fe? Demuestran que tienen fe obedeciendo a Dios. Y ahora la tercera pregunta: ¿cómo los recompensará Jehová por su fe? Jehová ama a sus siervos fieles. Él quiere lo mejor para nosotros. Él quiere que seamos felices. Jehová ve todo lo que hacen para demostrar su fe mediante sus acciones y su obediencia a él. Algunas personas piensan que Dios, o Jehová, está todo el tiempo vigilándolas para ver las cosas malas que hacen, como si llevara una lista o un registro con todos los errores que comete la gente. Pero Jehová no hace eso, él se fija en las cosas buenas que hacemos y se alegra cuando las ve. Para ilustrar esto, pensemos en lo que pasa cuando tomamos fotos hoy día. Todos tenemos teléfonos, cámaras... Hacemos muchas fotos. No sé si le habrá pasado alguna vez que le hace una foto a un amigo y resulta que sale haciendo un gesto extraño o justo cuando estaba comiendo algo. Si le enseña esa foto a su amigo, ¿qué cree que le dirá? “¿Puedes borrar esa foto?”. Esa no es la foto que su amigo quiere que le enseñe a otras personas, y usted tampoco quiere enseñársela a nadie. Me gustaría que se imaginaran que Jehová tiene un álbum digital con fotos de ustedes. ¿Qué fotos creen que tendría en ese álbum? ¿Aquellas en las que cometimos errores serios? ¿Aquellas en las que salimos metiendo la pata? No. Si estamos arrepentidos, gracias al rescate, esas fotos se borran. Ya no están. Jehová solo pone en su álbum las fotos bonitas, las de los momentos en los que él se sintió orgulloso de ustedes porque demostraron su fe con acciones. Jehová quiere recompensarlos por su fe. En Hebreos 11:6, podemos ver lo que Jehová piensa de sus siervos, porque promete recompensarlos. Hebreos 11:6: “Además, sin fe es imposible agradarle a Dios, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a los que lo buscan con empeño”. Hebreos 11 contiene una lista de muchos ejemplos de fe, pero, en el versículo 6, Pablo la interrumpe para recordarnos que Jehová “recompensa a los que lo buscan con empeño”. Cuando dedicamos tiempo y esfuerzo a hacer una fogata, ¿qué recompensa recibimos? Recibimos el calor y la luz del fuego. Nos mantiene calientes a nosotros y a los demás. Y el fuego emite una luz hermosa que es muy agradable en una noche oscura. Y el crujir de la madera ardiendo nos hace sentir seguros y felices. ¿Qué recompensa les dará Jehová a sus siervos fieles por el fuego de su fe? Pues, al final, nos recompensará con vida eterna. Durante su ministerio, Jesús prometió en muchas ocasiones que sus seguidores fieles recibirían vida eterna. Gracias a Jehová, podemos disfrutar de los beneficios de una fogata. Y él también nos recompensa con muchas bendiciones cuando alimentamos y mantenemos vivo el fuego de la fe. Piense en las recompensas que Jehová nos da ahora. El regalo de su Palabra, la Biblia, es la mejor guía para la vida. Ilumina nuestro camino en un mundo de oscuridad espiritual. La predicación, la labor que más satisfacción nos da. La recompensa del espíritu santo, un poderoso ayudante cuando pasamos por pruebas. Recuerden: no estarán solos nunca. Y la recompensa de nuestros amorosos hermanos y hermanas de todo el mundo, una fuente de calor y consuelo. Para concluir, repasemos las tres preguntas. 1) ¿Qué pueden hacer para alimentar el fuego de su fe? Leer la Biblia y meditar en ella todos los días. 2) ¿Cómo pueden demostrar fe? La demuestran obedeciendo a Dios. 3) ¿Cómo los recompensará Jehová por su fe? Con vida eterna. Por favor, no olviden este día, recuérdenlo, anótenlo. Cada vez que escuchen un discurso de bautismo, aprovechen para reflexionar en su propio bautismo y en las muchas bendiciones que han recibido por haber tomado la decisión de dedicar su vida a Jehová. Jehová quiere que sean felices y que disfruten de la vida. Ustedes están en la mente y el corazón de los más de ocho millones y medio de hermanos que están viendo este programa y que quieren que sean felices. Pero tengan claro que la felicidad no es algo que puedan comprar u obtener por ustedes mismos, ni conseguir amándose a ustedes mismos. Al igual que una fogata produce luz y calor, la felicidad es el resultado de la fe y del amor a los demás y a Jehová. Podríamos decir que la felicidad es el calor y la luz del fuego del amor. El mundo les dirá: “Persigue tus sueños. Puedes ser lo que tú desees”. Pero es mucho mejor dejar que Jehová sueñe por ustedes. Su vida sirviendo a Jehová puede ser muchísimo mejor que cualquier otra que hayan podido soñar. Por favor, de ahora en adelante, no dejen nunca de alimentar y demostrar su fe.
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John Ekrann: Discurso de bautismo: Los que demuestren tener fe recibirán vida eterna
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Hermanos, ¿creen que se puede ver la fe? Vayamos, por favor, a Marcos, capítulo 2, y notemos lo que dice la Biblia sobre esto. En este relato, Jesús está enseñando en una casa llena de gente en Capernaúm. Y Marcos 2:2-5 dice lo siguiente: “Así que muchos se juntaron allí, tantos que no cabía ni uno más, ni siquiera a la entrada. Y él se puso a predicarles el mensaje. Entonces le trajeron a un paralítico, al que cargaban entre cuatro hombres. Pero, como había allí una multitud, no pudieron entrar con él hasta donde estaba Jesús. Así que quitaron parte del techo justo encima de él, hicieron una abertura y bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados quedan perdonados’ ”. Así que sí. Sí se puede ver la fe. Se ve por las cosas que hacemos. Igual que otras cosas invisibles, la fe se percibe por los efectos que produce. De hecho, Santiago 2:26 dice que “la fe sin obras está muerta”. Entonces, la pregunta es: “¿Pueden otros ver mi fe? ¿Qué efecto está produciendo mi fe en mí?”. Vayamos, por favor, a 1 Corintios 16. Un efecto que produce la fe en los cristianos es que los motiva a hacer más en el servicio a Jehová. Notemos cómo expresó esto el apóstol Pablo en 1 Corintios 16:9: “Porque se me ha abierto una puerta grande para trabajar más, pero hay muchos enemigos”. Pablo aprovechó las oportunidades que tuvo para demostrar su fe. ¿Le ha abierto Jehová una puerta para trabajar más a usted? En esta serie de discursos, vamos a hablar de cinco oportunidades que podemos aprovechar para trabajar más en el servicio a Jehová y hacer discípulos. Podemos esforzarnos para aprender un nuevo idioma, mudarnos adonde se necesite ayuda, solicitar ir a la Escuela para Evangelizadores, colaborar con una obra de construcción teocrática o apartar algo para apoyar económicamente la obra del Reino. Ahora bien, ¿por qué hace falta fe para aprovechar estas oportunidades? ¿Y qué bendiciones recibimos cuando lo hacemos? Primero, ¿por qué hace falta fe para aprender un nuevo idioma con el fin de hacer discípulos? Vayamos, por favor, a Zacarías 8. Necesitamos fe para darnos cuenta de que lo que está ocurriendo hoy cumple profecías bíblicas. Y la necesitamos para actuar de acuerdo con el propósito de Dios que se indica en esas profecías. Veámoslo en la Biblia. Zacarías 8:22 dice: “Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén y a suplicar el favor de Jehová”. Y el versículo 23 dice: “Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos: ‘En esos días, 10 hombres de todos los idiomas de las naciones se agarrarán, sí, se agarrarán con firmeza de la túnica de un judío y dirán: “Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes” ’ ”. Los “10 hombres”: son las personas que reconocen que para tener la aprobación de Jehová hay que relacionarse con quienes ya la tienen. El judío: se refiere al mismo grupo que el “ustedes”. ¿Y quiénes son? Obviamente no son quienes se niegan a usar el nombre de Dios ni quienes lo han quitado por completo de sus traducciones de la Biblia. No. Se refiere a quienes adoran a Dios y usan su nombre: Jehová. Son los cristianos ungidos por espíritu, “el Israel de Dios” que menciona Gálatas 6:16. Y, como el número 10 puede representar un grupo completo en la Tierra, los “10 hombres” representan a todos los hombres y mujeres que esperan vivir para siempre en la Tierra. Pero notemos que el texto dice que no solo vienen personas de todas las naciones, sino de “todos los idiomas de las naciones”, para aprender las normas de Jehová Dios. Ahora bien, ¿cómo escucharán la voz del “judío” en su propio idioma? Esa podría ser su puerta para trabajar más para Jehová. Quizás algunos duden en aprender otro idioma y no se atrevan porque requiere mucho tiempo y energía. Otros sienten que no son capaces de hacerlo. Y, aunque es cierto que antes de tomar cualquier decisión tenemos que calcular los gastos, lo que realmente se necesita es fe. ¿Acaso no puede el Dios que capacitó a Bezalel, que detuvo el Sol para Josué y que le dio fuerza a Sansón también darle a usted la capacidad, el tiempo y las energías para ayudar a quienes suplican el favor de Jehová? Recuerden lo que dice Mateo 17:20: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, [...] nada les será imposible”. Y, como menciona Filipenses 2:13, el espíritu santo puede darnos incluso “el deseo” de predicarles a quienes hablan otro idioma. ¿Lo está motivando el espíritu santo ahora? No olvidemos que Jehová también nos da muchas ayudas para aprender otro idioma mediante su organización. En jw.org podemos leer, escuchar audios y ver videos en más idiomas que en ningún otro sitio web. Tenemos la aplicación JW Language y los cursos de idiomas que organizan las sucursales. Recordemos: si la fe nos motiva a hacer sacrificios para servir a Jehová, él no solo nos ayudará a tener éxito, sino que recompensará nuestros esfuerzos con muchas bendiciones. Por ejemplo, una pareja de unos 60 años invitaba a las personas chinas a asistir a las reuniones y muchos aceptaban. Por eso, decidieron aprender chino y, en 10 años, habían estudiado la Biblia con 112 personas de habla china. Pero claro, con tantos idiomas que hay, ¿cómo sé yo cuál tengo que estudiar? Zacarías 8:22. ¿Quién está suplicando el favor de Jehová en su zona? Lo puede saber preguntándoles a los ancianos o al superintendente de circuito. En el siguiente video, veamos cómo actúa una pareja cuando se entera de la necesidad que hay donde viven. ¡Oh! No me lo esperaba. Gracias. La necesitarás. Cuando Gabriel se fue a un lugar donde se necesitaba ayuda, pensamos que quizás habíamos desaprovechado nuestra oportunidad de hacer más por Jehová. ¿Por qué no empezamos ahora? Nunca es demasiado tarde. Sí, podríamos preguntarle al superintendente de circuito en su próxima visita, pero me preocupa que nos sugiera... ... aprender un nuevo idioma. Pueden apoyar el grupo nuevo. Siempre habíamos pensado que aprender otro idioma no era para nosotros. Pero el hermano Lindstrom nos leyó Zacarías 8:23 y nos ayudó a ver que podíamos poner nuestro granito de arena para que personas de “todos los idiomas de las naciones” aprendan de Jehová. Al principio, fue difícil. Pero, con la ayuda de Jehová, poco a poco fuimos mejorando. ¡Sí, muy bien! ¡Increíble! Aunque aprender el idioma nos costó mucho, encariñarnos con los hermanos no nos costó nada. Ah... Ah... Eh... Yo no... Yo... no entiendo. Tú repetir de nuevo. Ah... Entren. Okey. Gracias. Es cierto, nunca es demasiado tarde. Y estamos muy contentos de habernos decidido a hacer más por Jehová. ¿Se fijaron en cómo demostraron fe Elliott y Corrine, y en cómo los bendijo Jehová? Hablaron con el superintendente y él les dijo que había necesidad en un grupo de otro idioma en su circuito. Después les leyó Zacarías 8:23. Más tarde, ellos leyeron el texto otra vez y oraron juntos sobre el tema. Y luego se vieron los efectos que produjo su fe. Se esforzaron mucho por aprender el idioma. También fueron humildes y valientes, y usaron en las reuniones y la predicación lo que habían aprendido. Así pudieron ayudar a quienes suplicaban el favor de Jehová. Hermanos, así es como se hace. ¿Es fácil? No. Pero si dedicamos la energía y el tiempo necesarios a aprender un idioma para hacer más por Jehová, podemos estar seguros de que él hará que seamos felices en nuestro ministerio. Un matrimonio de Gran Bretaña dijo: “El ministerio en el campo de habla extranjera ha sido una de las experiencias más emocionantes que hemos tenido en los cuarenta años de servicio del Reino”. ¿Y por qué lo hicieron? Porque las personas que están buscando a Jehová necesitan aprender en su propio idioma lo que él quiere que hagan para salvarse. Durante una reunión en vietnamita, un hombre se levantó y, con lágrimas en los ojos, dijo: “Gracias. Gracias por el empeño que ponen en aprender mi complicada lengua. Estoy sumamente agradecido por las muchas cosas maravillosas de la Biblia que estoy aprendiendo a mi edad”. Después de asistir a una asamblea de circuito en su lengua materna —el albanés—, un hombre de unos 70 años, de Nueva York, dijo: “¡Este es el mejor día de mi vida!”. Hizo planes ese mismo día para estudiar la Biblia con un precursor que había aprendido su idioma, y tan solo unos años después fue nombrado siervo ministerial. Estas son las bendiciones que recibimos por demostrar fe. La fe se ve por las cosas que hacemos. ¿Tendrá usted fe para entrar por esta puerta? El hermano Samuel Herd, del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Entre con fe por la puerta para trabajar más. Múdese adonde se necesite ayuda”.
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David Schafer: Entre con fe por la puerta para trabajar más. Aprenda un nuevo idioma
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Mudarse a un lugar donde se necesite ayuda para predicar puede darnos un poco de miedo. Antes de mudarnos, es imposible saber cómo será todo cuando vivamos allí. Sin embargo, la Biblia puede darnos la sabiduría que necesitamos para enfrentarnos a cualquier dificultad que surja. Tengamos fe en lo que nos dice. La fe nos puede impulsar a aprovechar las oportunidades de servir más a Jehová. Por favor, busquen Hebreos 11:8-10. Veremos que Abrán estuvo dispuesto a dejar una vida cómoda y cerca de sus parientes para mudarse a otro país cuando tenía más de 70 años. Eso fue una impresionante demostración de fe. Leamos Hebreos 11:8-10: “Por la fe, Abrahán obedeció cuando fue llamado, y salió hacia un lugar que iba a recibir como herencia. Salió aunque no sabía adónde iba. Por la fe vivió como extranjero en la tierra de la promesa, como si estuviera en tierra extranjera. Vivió en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, que eran herederos de la misma promesa que él. Porque él esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, de la que Dios es diseñador y constructor”. Él no sabía adónde lo mandaba Jehová. Pero fue. Como tenía fe, sabía que la vida de verdad no estaba en el lugar de donde venía, ni tampoco en el lugar adonde iba. Él esperaba que se cumplieran las promesas de Jehová. ¿Se enfrentaron Abrahán y Sara a dificultades en su nueva vida? ¡Claro que sí! A veces les ocurrieron cosas que no esperaban. Pero ¿los ayudó Jehová? Busquemos Génesis 20:3-7. Para proteger su vida, Abrahán dijo que Sara era su hermana. Por eso, al verla, el rey de Guerar pensó que podía tomarla como esposa. Aquellos momentos fueron muy difíciles para Abrahán y Sara. ¿Cómo los ayudó Jehová? Leámoslo en Génesis 20:3-7: “Dios se le apareció a Abimélec de noche en un sueño y le dijo: ‘Puedes darte por muerto debido a la mujer que has mandado traer, pues ella está casada y le pertenece a otro hombre’. Sin embargo, Abimélec no había tocado a Sara. Por eso preguntó: ‘Jehová, ¿destruirás a una nación que en realidad es inocente? ¿No me dijo él “Ella es mi hermana”? ¿Y no me dijo ella también “Él es mi hermano”? Yo estaba obrando de buena fe y sin mala intención’. Entonces el Dios verdadero le dijo en el sueño: ‘Yo sé que has obrado de buena fe. Por eso impedí que pecaras contra mí y no te permití tocarla. Y ahora devuélvele la mujer a su esposo, porque él es profeta. Él orará por ti y tú seguirás viviendo. Pero, si no se la devuelves, te aseguro que tú y todos los tuyos morirán’ ”. Hermanos, Jehová también estará con nosotros si tenemos fe y buscamos nuevas maneras de servirle. Afrontaremos cualquier problema que surja y disfrutaremos de bendiciones por servirle de esta manera. Es cierto que no sabemos todos los problemas que nos podemos encontrar, pero podemos ir haciendo planes, buscar un sitio donde mudarnos y hacer los cambios que hacen falta en nuestra vida. ¿Recuerdan lo que dijo Jesús en Lucas 14:28? Él explicó que, si alguien quiere “construir una torre”, primero tiene que “calcular los gastos y ver si tiene suficiente para terminarla”. Eso sí es práctico. Y nosotros podemos hacer lo mismo si estamos pensando en mudarnos a un lugar donde hace falta ayuda. Si queremos probar lo que se siente, podemos participar en una campaña de predicación organizada por la sucursal o ir a un territorio donde rara vez se predica. ¿Le permiten sus circunstancias mudarse adonde se necesite ayuda? Si le gustaría servir en otro país, busque información y háblelo con los ancianos de su congregación. Usted puede escribir una carta para que ellos la envíen a la sucursal del país adonde quiere ir. Claro, quizás no pueda mudarse a otro país. ¿Qué otras opciones tiene? A través de los ancianos, puede escribir a su sucursal para pedir información sobre qué congregaciones de su país necesitan ayuda. Y el superintendente de circuito puede decirle a qué congregaciones cercanas puede ayudar. En el siguiente video, veremos cómo un hermano superó el miedo que le daba mudarse a un sitio donde hacía falta ayuda. Si me hubieran dicho hace unos años que me mudaría a un lugar donde se necesitaran más publicadores, no me lo habría creído. Todo empezó cuando se anunció una campaña especial de predicación. Mi amigo Samuel me animó a que llenara una solicitud, igual que él. Bueno, ¿qué dices? No sé... No, pero pásatelo bien. Sé que te encantaría, por eso te traje una solicitud también. ¡Piénsatelo! Okey. Sabía que podía hacer más. Pero estaba cómodo con la vida que llevaba. Me gusta hacer las cosas a mi manera. La verdad es que me asustaba lo desconocido. Tenía que ser sincero conmigo mismo. Cuando leí en Hebreos 11:8 sobre la fe de Abrahán, fue como si las palabras cobraran vida. “Salió aunque no sabía adónde iba”. ¿Quién puede dirigir mi vida mejor que Jehová? Una puerta se abrió delante de mí. Solo tenía que entrar por ella. Y lo que me ocurrió cambió mi vida. Bien hecho. Los resultados de la campaña fueron increíbles, y la experiencia me sacó de mi zona de confort. Ahora Gabriel va a probar un poco. Vamos, pruébalo, Gabriel. Come, come. Está bueno, sí, muy bueno. Empecé a ver el ministerio desde otro punto de vista, y quería hacer más. Así que calculé los gastos y pedí ayuda a los ancianos de la congregación para escribir a la sucursal. Recibí la respuesta con algunas opciones, oré sobre el asunto y busqué información antes de elegir. Todavía no sabía cómo iba a ser mi nueva vida, pero no me importaba. Fue muy difícil decir adiós a los amigos, pero estaba listo para cualquier cosa que Jehová me tuviera preparada. ¿Notaron la fe que demostró Gabriel y las recompensas que recibió? La verdad es que el joven no había salido de su zona de confort. Pero otro hermano lo invitó a ir con él a una campaña especial de predicación. Al principio, tenía miedo de aceptar la invitación. Pero luego leyó la historia de Abrahán. ¿Y a qué conclusión llegó? Pensó: “¿Quién puede dirigir mi vida mejor que Jehová?”. Le encantó participar en aquella campaña especial. Era justo lo que necesitaba. Y lo último que sabemos de él es que se muda a una congregación donde hace falta ayuda. Ahora bien, puede ser que tengamos que hacer sacrificios y nos encontremos con dificultades que no esperábamos. Pero tendremos muchas bendiciones y nos sentiremos más cerca de Jehová. Hermanos, no debemos preocuparnos por las cosas buenas que podríamos perdernos temporalmente. Jehová sabe lo que necesitamos en cada momento, y no duden de que nos lo dará a su debido tiempo. Lucas 12:31 dice: “Sigan buscando el Reino [de Dios] y entonces recibirán todas [...] [las] cosas” que necesitan. Esté soltero, casado o tenga hijos, ¿ha pensado en mudarse adonde se necesite ayuda? ¡Pues piénselo! El hermano Mark Noumair, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Entre con fe por la puerta para trabajar más. Solicite ir a la Escuela para Evangelizadores del Reino”.
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Samuel F. Herd: Entre con fe por la puerta para trabajar más. Múdese adonde se necesite ayuda
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Proverbios 10:22 dice: “La bendición de Jehová es lo que enriquece, y con ella él no trae ningún dolor”. Jehová bendice a las personas que ama dándoles su aprobación, su guía, y cuidándolas en sentido espiritual. Y si entramos con fe por la puerta para trabajar más, le damos motivos a Jehová para que nos bendiga aún más. Una de esas puertas es la Escuela para Evangelizadores del Reino. ¿En qué piensa cuando escucha hablar de esta escuela? “Bueno, es una gran escuela para quienes tienen las circunstancias ideales para poder ir”. O: “Es que soy demasiado joven”. “No, ya estoy muy viejo”. “Ya estoy donde hace falta ayuda, aquí me necesitan”. “Después de la escuela podrían mandarme a cualquier lado y eso no me convence mucho”. Tranquilos, es normal sentirse así. Pero debemos tener cuidado para que esos sentimientos no se conviertan en un obstáculo que nos impida recibir las bendiciones de Jehová. Pensemos en el ejemplo de Timoteo. Él entró por una puerta para trabajar más por el Reino, y Jehová lo bendijo muchísimo. Timoteo recibió directamente de Pablo la invitación de servir en una nueva asignación. A primera vista, estos hombres no se parecían en nada. Imagíneselos. Pablo tenía más años y más experiencia. Timoteo era más joven, tenía alrededor de 20 años. Pablo hablaba con valor, no se cansaba de predicar ni se desanimaba ante la oposición. Por otro lado, la Biblia indica que el joven Timoteo quizás era tímido, indeciso y también algo inseguro. Teniendo esto en cuenta, ¿qué obstáculos pudo haber tenido Timoteo en su mente que le pudieran haber impedido aceptar aquella invitación? Abran su Biblia en 2 Timoteo 3, y vamos a leer los versículos 10 y 11 para averiguarlo. 2 Timoteo 3:10, 11. Pablo le escribió esto a Timoteo muchos años después, pero hay algo que podemos aprender. Versículo 10: “Pero tú has seguido con cuidado mi enseñanza, mi manera de vivir, mi propósito en la vida, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi aguante, y conoces la persecución y los sufrimientos que experimenté, como los que soporté en Antioquía, Iconio y [notemos] Listra”. ¿Y de dónde era Timoteo? De Listra. Seguro que había visto cómo los enemigos de Pablo lo hicieron sufrir mucho en Listra. ¡Si hasta le dieron una paliza! ¿Se imaginan las dudas que tendría Timoteo cuando Pablo le tendió la mano y le pidió que lo acompañara en sus viajes? Quizás incluso veía sus cicatrices cuando Pablo le decía: “Ven conmigo”. Quizás pensara: “Si me voy con él, no va a ser fácil. ¿Sufriré yo también? ¿Me pasará lo mismo?”. Hablemos ahora de otro posible obstáculo en la mente de Timoteo. Este joven ya estaba apoyando la congregación de Listra, que se había formado hacía poco tiempo, y los hermanos hablaban muy bien de él. ¿Y ahora Pablo le pedía que lo dejara todo, incluso a su familia y a sus amigos? Él podría haber pensado: “¡Me necesitan! ¡Mi mamá me necesita, mi abuela me necesita! Ya acompañaré a Pablo de aquí a unos años cuando tenga más experiencia”. Otro posible obstáculo en la mente de Timoteo que lo podría haber frenado era no saber adónde lo llevaría su nueva asignación. Listra era un pueblo pequeño, rural, metido en un valle. Él conocía a la gente, la zona, la comida, el idioma, la cultura... Sabía que irse con Pablo era lanzarse a lo desconocido. Seguro que se preguntó: “¿Estoy listo para esto? Mi estómago ya está mal y ahora se va a poner peor tan solo de pensar que tengo que irme con Pablo”. ¿Se identifica usted con Timoteo? Sin duda, antes de decirle que sí a Pablo, tendría preocupaciones, y con razón. Pero Timoteo era un hombre de fe. ¿Y cómo lo ayudó esa fe? Volvamos a las palabras de Pablo en 2 Timoteo 3, pero esta vez leamos la parte b del versículo 11. 2 Timoteo 3:11b: “Aguanté toda esa persecución, [y noten esto] y el Señor me rescató en todos los casos”. Timoteo vio con sus propios ojos cómo Jehová rescataba y fortalecía a Pablo. Así que ¡sí! Timoteo entró con fe por la puerta para trabajar más y sirvió junto a Pablo por muchos años. Piense en todas las bendiciones que recibió por haber aceptado la invitación del apóstol. Observó cómo Pablo superaba cada prueba sin perder nunca la paz interior. Timoteo no se fijó en los inconvenientes o en el sufrimiento de Pablo, sino que vio cómo la alegría de servir a Jehová lo sostenía. Presenció cómo Jehová lo ayudaba en cada paso del camino. Como todos sabemos, con la ayuda de Jehová, Timoteo superó sus dudas y su timidez, desarrolló todo su potencial y llegó a ser un predicador entusiasta y un anciano excelente. En el siguiente video, veamos qué ayudó a Gabriel a tomar la decisión de solicitar ir a la Escuela para Evangelizadores del Reino. En la asamblea, mi amigo Anton me preguntó si iba a ir a la reunión de la Escuela para Evangelizadores del Reino. Hola, Gabriel. Hola, Anton. ¿Vienes? Ah... ¿Adónde? A la reunión para la Escuela. Ah..., no... No había pensado ir. Pero, bueno, iré. Pues vamos. Y luego podríamos ir a... Fui, pero no me entusiasmaba la idea. Pensé: “Yo ya tengo una asignación, y me encanta”. No entendía del todo que ir a la escuela podría ser una experiencia magnífica. Le hice algunas preguntas al superintendente de circuito. Y entonces pensé: “Gabriel, esto es para ti. Todo lo que tienes que hacer es llenar una solicitud por internet”. Pero eso fue hace meses. ¿Y qué te retiene? Creo que Jehová me trajo aquí, y nunca he sido tan feliz. Pero ahora se me abre otra puerta y... vuelvo a tener miedo. No importa lo que hayas conseguido, el miedo a lo desconocido puede paralizarte. A veces necesitas saber que Jehová te está guiando y que te va a ayudar. ¿Recuerdas lo que dice Filipenses 4:13? Léelo, y piensa en lo lejos que has llegado gracias a Jehová. “Tengo fuerzas para todo gracias a aquel que me da poder”. Jehová lo tiene todo bajo control. ¿De qué tenía tanto miedo? Llevo demasiadas cosas. Bueno, es que la escuela son dos meses. Ustedes dos son igualitos, siempre quieren llevárselo todo. ¿Saben? Voy a regalarles esto. Ya ha tenido muchas aventuras, pero todavía está bien para viajar. —¿En serio? —Sí, claro. Quién sabe, quizá la necesiten pronto. ¿Demostró fe Gabriel? ¡Claro que sí! Es cierto que le daba miedo lo desconocido. Pero Filipenses 4:13 le llegó al corazón, le dio el empujón que necesitaba. Ese texto lo ayudó a confiar en Jehová, a demostrar fe y a hacer la solicitud para la escuela. Si usted también decide entrar por esa puerta, recibirá capacitación especializada y le será más útil a Jehová y a su organización. Recuerde, no es un salto al vacío, en el que uno no sabe lo que va a pasar. Es una decisión informada que tiene las bendiciones de Jehová garantizadas. ¿Confiará en que Jehová lo ayudará en cada paso del camino? Si lo hace, igual que Timoteo, comprobará personalmente que “la bendición de Jehová es lo que enriquece”. El hermano Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Entre con fe por la puerta para trabajar más. Colabore con una obra de construcción teocrática”.
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Mark Noumair: Entre con fe por la puerta para trabajar más. Solicite ir a la Escuela para Evangelizadores del Reino
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¿Le gustaría colaborar en una obra de construcción teocrática? Tal vez ha escuchado que se están construyendo y renovando sucursales, y que se necesitan más Salones del Reino y oficinas remotas de traducción. Por eso, quizás usted se pregunte si podría participar. Esa es una meta buenísima. Como hemos visto en esta serie de discursos, hace falta fe para trabajar más para Jehová. De igual modo, también hace falta fe para colaborar en una obra de construcción teocrática. ¿Por qué lo decimos? Bueno, normalmente nos preocupan dos cosas. 1) Quizás no tengamos experiencia. Tal vez no sepamos nada de construcción, diseño, ingeniería o compraventa de propiedades, y por eso pensemos que no estamos preparados para ayudar al Departamento Local de Diseño y Construcción o LDC. 2) Puede ser que nos preocupe que, al principio, normalmente solo se invita a colaborar de forma temporal. Por eso, quizás nos inquiete dejar nuestro trabajo o a nuestros familiares para colaborar por un tiempo. Bueno, si usted se siente así, sin duda, el ejemplo de Nehemías fortalecerá su fe. Vayamos por favor a Nehemías 1:2, 3: “En ese tiempo, Hananí —uno de mis hermanos— llegó con otros hombres de Judá, y les pregunté por el resto de los judíos que habían salido del cautiverio y también por Jerusalén. Ellos respondieron: ‘Los que quedan allí en la provincia y sobrevivieron al cautiverio están en una situación terrible y humillante. Las murallas de Jerusalén están destrozadas, y sus puertas fueron quemadas’ ”. Aquí Nehemías se entera de que hay un problema. ¿Qué creen que hizo? ¿Acaso dijo algo como “Bueno, ya lo resolverán los hermanos que saben del tema”? Veámoslo en Nehemías 2:5. Nehemías dijo lo siguiente: “Si al rey le parece bien y si este siervo tuyo tiene tu favor, envíame a Judá, a la ciudad donde están enterrados mis antepasados, para que pueda reconstruirla”. Nehemías sintió el deseo de actuar, quería ayudar. Cuando se presentó la oportunidad, demostró que tenía fe, tomó la iniciativa. ¿Pero necesitó fe Nehemías para dar este paso? Pues claro que sí. ¿Y por qué lo decimos? En primer lugar, ¿qué trabajo tenía Nehemías? ¿Era el encargado de los proyectos de construcción del rey? ¿Era el arquitecto principal, el ingeniero o el urbanista? No, no era nada de eso. En realidad, era el copero del rey. ¿Se lo imaginan diciendo: “Yo no tengo idea de cómo construir murallas, ni siquiera sabría por dónde empezar. Me parece que es mejor que lo haga otro”? No. En vez de eso, se dio cuenta de que había una necesidad, vio que podía ayudar y actuó. Nehemías no permitió que su falta de experiencia en construcción le hiciera echarse para atrás. Demostró fe. ¿Y qué podemos decir de que aquello fuera una asignación temporal? Bueno, Nehemías estuvo dispuesto a dejar su prestigioso trabajo como copero del rey. Claro, podría haberse preguntado si su sustituto acabaría quedándose con su puesto de trabajo o si podría recuperarlo cuando volviera de reconstruir las murallas de Jerusalén. Pero Nehemías confió en que Jehová le mostraría amor leal y se acordaría de él. Vamos a ver lo que dijo en Nehemías 1:5. “Dije: ‘Oh, Jehová, Dios de los cielos, el Dios grande e imponente que cumple su pacto y les muestra amor leal a los que lo aman y obedecen sus mandamientos’ ”. ¿Ven? Nehemías tenía fe en que Jehová le mostraría amor leal y en que se encargaría de todo. ¿Y qué resultado tuvo la fe de Nehemías? Bueno, aunque al principio Nehemías no era constructor, Jehová usó a este hombre para lograr algo increíble. La verdad es que Nehemías tuvo un papel importantísimo en la reconstrucción de las murallas de Jerusalén. ¿Qué aprendemos? Que es necesario que tengamos fe si queremos participar en obras de construcción teocráticas. Lo más importante es tener una amistad con Jehová muy fuerte. Los hermanos y hermanas que se ofrezcan deben estar dispuestos a trabajar. Los trabajos y las técnicas de construcción se pueden aprender. Una fe fuerte nos dará la confianza de que, si nos invitan a la construcción, Jehová nos ayudará a cumplir con nuestro trabajo y a desarrollar las habilidades que necesitamos. Y la fe también nos ayudará a confiar en que Jehová nos cuidará cuando termine nuestra asignación. En el siguiente video, veamos de dónde saca el valor Sara para aceptar la invitación de ayudar en una obra de construcción. Hola, cariño. Ya estamos aquí. Cuando recibí la invitación para colaborar en una obra de construcción durante unas semanas, me alegré muchísimo. Pero después, al darme cuenta de lo que tenía que hacer, me puse muy nerviosa. Estuve durante semanas orándole a Jehová para que me diera valor para hablar con mi jefa. ¡Okey, Sara, puedes pasar! ¿Sí? En primer lugar, quería darle las gracias por su tiempo y por reunirse conmigo... Empecé a explicarle que quería participar como voluntaria en una obra de construcción. Me gustaría pedirle algunas semanas... ¿Tiempo libre? ¿Ahora? ¿Cuando más ocupados estamos? Bueno, sí, pero... Es tu decisión. Pero que te quede muy claro que no te guardaré el puesto. De repente empecé a ver aquella oportunidad maravillosa como algo arriesgado. ¿Me iba a complicar la vida? Leí el relato del pueblo de Israel en los días de Nehemías. Con su buena actitud demostraron que tenían fe. Y las murallas de Jerusalén fueron reconstruidas por un pueblo que puso todo su corazón en las obras. No quería perder la oportunidad de servir a Jehová colaborando en esa construcción. —Aquí está mi carta de renuncia. —Sara... Tuve que tener fe en que Jehová bendeciría mi decisión. No estoy segura de lo que me deparará el futuro cuando regrese. Lo que sí tengo claro es que Jehová me cuidará. Así que, por ahora, me voy a concentrar en poner mi corazón en la obra. ¿Se identificó usted con Sara cuando fue a hablar con su jefa o cuando no sabía muy bien qué decisión tomar? ¿Qué hizo para solucionar sus dudas? Bueno, ella analizó el ejemplo de Nehemías y de otros, y eso le dio el valor para actuar. Gracias a eso, disfrutó de muchas bendiciones. Muchos hermanos han tomado la misma decisión que ella. Por ejemplo, un matrimonio tuvo que dejar su vivienda y renunciar a su trabajo para ayudar en un proyecto. Pero ellos reconocen que, cuando se estaban acabando los seis meses de su asignación, comenzaron a ponerse nerviosos. Aun así, estaban seguros de que Jehová los ayudaría. Y él los ayudó. Cuando regresaron, llamaron a su anterior jefe, y él les ofreció el trabajo que tenían antes, pero con mejores condiciones. Además, una semana después de haber vuelto consiguieron una nueva vivienda. A otro hermano lo invitó el Departamento Local de Diseño y Construcción a ayudar por algunos meses en un proyecto. En aquella época, trabajaba a tiempo completo en una gran empresa que le ofrecía muchas ventajas, un buen sueldo, un automóvil y una casa. Cuando pidió permiso para faltar al trabajo, le dijeron que no era posible. Pero el hermano decidió aceptar igualmente la invitación del LDC, así que lo despidieron del trabajo. Entonces, ¿qué iba a hacer cuando se terminara su asignación? Bueno, buscó un trabajo de tiempo parcial que le ha permitido seguir en el servicio de tiempo completo. Y ahora él es precursor regular junto a su esposa y colabora como voluntario a distancia en la construcción de una sucursal. Y hay muchísimas experiencias parecidas a estas. Jehová predijo que, durante los últimos días, “una gran muchedumbre” lo adoraría de la forma que él quiere. Y el cumplimiento de esa profecía ha hecho que se necesiten urgentemente más Salones del Reino, de Asambleas, sucursales y oficinas remotas de traducción. Claro, todos sabemos que, por culpa de esta pandemia, hay menos proyectos de construcción teocráticos en este momento. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo que hacer, tanto ahora como en el futuro. Si su salud y sus circunstancias se lo permiten, ¡ofrézcase para trabajar! Puede hacerlo llenando las solicitudes A-19 y DC-50. Si lo necesita, los ancianos pueden ayudarlo a llenarlas en jw.org. ¿Tiene usted la meta de colaborar en una obra de construcción teocrática? Pues no dude de que también será poderoso gracias a la fe. ¡Dé el paso! Sentirá el apoyo de Jehová y recibirá muchísimas bendiciones. El hermano Gajus Glockentin, ayudante del Comité de Publicación, presentará el discurso final de esta serie: “Entre con fe por la puerta para trabajar más. Aparte algo para la obra del Reino”.
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Robert Luccioni: Entre con fe por la puerta para trabajar más. Colabore con una obra de construcción teocrática
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No hay ninguna organización que se pueda comparar con la organización de Jehová. Todo lo que nos da y todo lo que hace por nosotros es gratis. Además, Jehová nos invita a compartir lo que tenemos, pero no nos dice cuánto tenemos que contribuir, es nuestra decisión. Ahora bien, ¿por qué necesitamos fe para contribuir? Principalmente por dos razones. Primera: podríamos tener miedo a ser generosos por si no nos queda suficiente para nuestros gastos. Bueno, es normal sentirse así. Y es que la vida es impredecible, no sabemos lo que va a pasar mañana ni lo que podríamos necesitar en el futuro. Y ahora la razón número dos: podríamos pensar que lo que damos es muy poquito, que es insignificante. Quizás tengamos muy pocos recursos porque vivimos en un país pobre. O tal vez nos cueste mucho cubrir nuestros gastos por otras razones. Lo cierto es que nuestro punto de vista sobre las donaciones depende de nuestra relación con Jehová. Nuestra manera de ver a Jehová, nuestra amistad con él, deben reflejarse en todo lo que hacemos. ¿Y qué requiere esto? Fe. Por eso, analicemos brevemente cómo pueden impedir estas dos preocupaciones que seamos generosos y cómo la fe nos puede ayudar. La primera era el miedo a no tener suficiente para cubrir nuestras necesidades. Por favor, hermanos, busquen 1 Corintios 16. Aquí, el apóstol Pablo mencionó un principio que debemos tomar en cuenta al hacer donaciones. Este es el texto temático del discurso. 1 Corintios 16:2: “El primer día de cada semana, cada uno de ustedes debe apartar algo según sus posibilidades para que no se hagan colectas cuando yo llegue”. El apóstol Pablo animó a los cristianos a pensar con antelación qué dar. Es decir, les dijo que analizaran sus circunstancias y entonces decidieran cuánto podrían donar. Pablo estaba convencido de que, si lo hacían así, nunca les faltaría lo necesario. Como Jehová lo había ayudado a él, sabía que a ellos no les faltaría nada. Estaba totalmente seguro. Si aquellos cristianos tenían un corazón generoso, Jehová también sería generoso con ellos. ¿Vemos por qué hacer planes con antelación demuestra nuestra fe? Cuando los hacemos, ponemos a prueba a Jehová en el buen sentido. Cuando Jehová ve que tenemos las prioridades correctas en la vida, nos protege y nos recompensa. ¿Verdad que les gustaría sentir que Jehová los cuida así? Queridos hermanos, ustedes demuestran esta clase de fe. Muchos de ustedes deciden apartar algo de dinero y, así, cuando van al salón, pueden contribuir. Otros analizan sus gastos y sus ingresos y deciden cuánto donar regularmente por internet. Algunos de ustedes, por sus circunstancias, quizás no puedan donar tanto como hacían antes, pero aun así buscan la manera de contribuir. Jehová promete cuidarlos. ¿Confían en que esto es así? Si lo hacemos, nuestra fe nos impulsará a dar con generosidad. Veamos la segunda preocupación que podría impedirnos ser generosos. Quizás estamos analizando nuestras circunstancias y ahora vemos que lo que podemos dar es tan poquito que parece que no sirve para nada. ¿Todavía tienen la Biblia en 1 Corintios 16:2? ¿Recuerdan lo que decía? Vamos a leerlo otra vez. 1 Corintios 16:2: “El primer día de cada semana, cada uno de ustedes debe apartar algo según sus posibilidades”. ¿Se fijaron en que Pablo no fijó una cantidad mínima? En otra ocasión, habló de los hermanos de Macedonia, que eran cristianos muy pobres. Aun así, rogaban tener el honor de dar. Ellos dieron con alegría, y más de lo que podían dar. ¿Por qué? Porque era para Jehová. Su situación no era fácil, por eso tal vez no pudieron dar mucho de manera individual. Pero sabían que hacer donaciones era una manera de demostrar que amaban a Jehová. Hermanos, muchos de ustedes son como los cristianos de Macedonia. No tienen muchas cosas, pero vemos la fe que demuestran todos ustedes. Son generosos a pesar de sus circunstancias. No importa si lo que dan es muy poco. Están imitando la generosidad de Jehová. Han comprobado por ustedes mismos lo que dijo una hermana en una carta. Ella escribió: “Durante todos estos años solo he podido dejar pequeños donativos en el Salón del Reino”. Y agregó: “Jehová me ha devuelto mucho más de lo que yo he contribuido”. Hasta los niños pueden aprender a apartar algo para Jehová. Por ejemplo, de vez en cuando, aquí en Warwick recibimos cartas y dibujos de algunos niños que quieren darle algo a Jehová. Ahí nos cuentan cuánto agradecen lo que hace la organización, en especial los videos. Sus regalos nos conmueven y no podemos ni imaginarnos lo contento que se pone Jehová. Jehová nos ama por dar lo mejor que tenemos. Él valora hasta nuestras donaciones más pequeñas, esas también son importantes y necesarias. Y Jehová se fija en ellas. Se fija en que hemos demostrado fe. En el siguiente video, veamos qué motivó a un matrimonio a ser más generoso. Cuando un desastre azotó el norte del país, enseguida nos ofrecimos como voluntarios para ayudar. Ver por lo que estaban pasando los hermanos nos rompió el corazón. Pero nos conmovió ver la generosidad de los hermanos de la zona. Eran como los macedonios. Aunque no tenían mucho, ofrecieron de todo corazón lo poco que tenían. Cuando volvimos a casa, Madeline y yo nos decidimos a ser igual de generosos. Estábamos tan agradecidos que lo primero que hicimos fue revisar la cantidad de dinero que estábamos contribuyendo a la obra mundial. ¿Qué te parece esta cantidad? ¿Te parece bien? Sí. Demos gracias a Jehová. Buscamos maneras de ser generosos con los que teníamos cerca. Nos dimos cuenta de que podíamos dar más. Así que lo hicimos sin dudarlo. Luego, invitaron a nuestra congregación a participar en una campaña especial de predicación. ... por llegar al mayor número de personas con las buenas noticias. ¿Crees que nosotros podríamos esforzarnos un poquito más? Me encantaría. Ayudar a los demás estaba a nuestro alcance. Y eso es exactamente lo que hicimos. ¿Demasiadas cosas? No, claro que no. ¿Notaron cómo la fe impulsó a este matrimonio a querer dar más? Por ejemplo, confiaron en la promesa de Jehová de que los cuidaría cuando lo necesitaran. ¿Y qué hicieron? Se sentaron y analizaron sus circunstancias económicas. Después oraron y decidieron cuánto iban a dar. Como dice el título del discurso, apartaron algo para Jehová. Pero hicieron algo más. Compartieron lo que tenían con los hermanos; les dieron alimentos y los invitaron a comer. Se dieron cuenta de lo bonito que es que Jehová nos use para cuidar a los demás. Hermanos, vivimos en la época más emocionante de la historia, y nunca más tendremos oportunidades parecidas para demostrar nuestra fe. El apóstol Pablo las comparó a una puerta grande que se abre. Y ahora pregúntese: ¿se le ha abierto quizás a usted una puerta para aprender otro idioma? ¿O más bien su puerta lo lleva a mudarse adonde se necesita ayuda? ¿Le recordó tal vez esta serie de discursos que tiene la puerta abierta para asistir a la Escuela para Evangelizadores del Reino? ¿O lo animó a entrar por la puerta para colaborar en una obra de construcción teocrática? Y quizás este discurso nos ha recordado a todos que podemos ser generosos y que tenemos el honor de apoyar la obra del Reino haciendo donaciones, aunque sean pequeñas. ¿Quiere hacer más por Jehová y por el Reino? ¿Qué puerta se le ha abierto a usted? No se sienta mal si tiene dudas, es normal. Pero, por favor, no posponga su decisión innecesariamente. No piense que las puertas siempre estarán abiertas. Nadie sabe cómo será su vida el día de mañana. En otras palabras, la puerta que está abierta hoy para recibir maravillosas bendiciones puede estar cerrada mañana. ¡Así que sea valiente! ¡Entre con fe por la puerta para trabajar más! Y sentirá lo mismo que muchos hermanos y hermanas que ya han dado el paso: nunca se arrepentirá. Demostremos que tenemos fe haciendo todo lo que podamos por Jehová, nuestro amigo y nuestro Dios. Si lo hacemos, tendremos una vida feliz ahora y eterna felicidad en el futuro.
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Gajus Glockentin: Entre con fe por la puerta para trabajar más. Aparte algo para la obra del Reino
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“Luchen con todas sus fuerzas por la fe”. Esas son palabras de Judas el medio hermano de Jesús. Y es importante que las analicemos en su contexto. Vamos a hacerlo. Por favor, busquen Judas 3 y dejen la Biblia abierta porque vamos a analizar otro versículo de Judas. Eso nos ayudará a entender lo que Judas quería decir. Judas 3 dice: “Amados, estaba haciendo todo lo posible por escribirles acerca de la salvación que tenemos en común. Pero me pareció necesario escribirles para rogarles que luchen con todas sus fuerzas por la fe”. El propio Judas había estado luchando “con todas sus fuerzas por la fe”. Piensen en esto: solo tres años antes, su hermano carnal Santiago murió apedreado por orden del sumo sacerdote Ananías. Eso fue un ataque directo al pueblo de Dios. Y debió haber sido muy doloroso para Judas y otros cristianos. Pero miren qué interesante: Judas no está advirtiendo a sus hermanos sobre el sumo sacerdote Ananías o la persecución. Él está hablando de otra cosa, de otro tipo de ataque, uno más sutil. Leamos el versículo 4 para ver por qué escribió esta carta. Fíjense en las primeras palabras: “La razón es”, o sea, “por esto es que les estoy escribiendo, hermanos”. “La razón es que entre ustedes se han metido disimuladamente algunos [...] que hace mucho tiempo fueron señalados por las Escrituras para su condena”. Así que Judas estaba hablando de falsos hermanos, que eran un verdadero peligro para las congregaciones, en cierto modo, un peligro mayor que la persecución directa. ¿Y se fijaron en qué dijo sobre esos falsos hermanos? Que se habían “metido disimuladamente”. Ocurrió en aquellos días, y también ocurre ahora. Hermanos, esto es un asunto muy serio del que queremos hablar hoy. Piensen en esto: ¿desapareció la congregación cristiana por culpa de la persecución en los siglos segundo y tercero? No. Fue por culpa de falsos hermanos y enseñanzas apóstatas. Así que el Diablo puede usar ataques directos. Puede usar la persecución para tratar de machacar la estructura de la congregación cristiana. Pero, a veces, trata de corromper la congregación desde adentro. Este es un ataque sutil. Sea cual sea el método que use, tenemos que luchar. Nuestra fe está en juego. Y vale la pena luchar por ella. Es un regalo de Jehová. Tenemos que protegerla. Es parte del fruto del espíritu. Luchemos con todas nuestras fuerzas por la fe. En este discurso no hablaremos de la persecución, sino de dos métodos sutiles que Satanás usa para debilitar nuestra fe: la apostasía y comentarios negativos en los medios de comunicación sobre los Testigos. Hablemos primero de la apostasía. Podríamos llamarla veneno espiritual. Pensemos en el veneno, ¿cómo podemos evitar ser envenenados? Primero, tenemos que saber reconocer el veneno y después evitarlo. El mismo principio aplica a las enseñanzas que pueden destruir nuestra fe. Pero no siempre es fácil. Es verdad que la mayoría de los hermanos no hablarían con los apóstatas a propósito, pero podría ocurrir sin darnos cuenta. A veces recibimos cartas de hermanos que están preocupados por algo que vieron en una página web, una acusación, un rumor sobre nosotros o la organización... Y el problema es que no tienen ni idea de que son los apóstatas los que están detrás. Y es que los apóstatas no se anuncian diciendo: “Usted se encuentra en una página apóstata”. A menudo se hacen pasar por Testigos sinceros que tienen dudas o preguntas. Y hay otros que, aunque no son apóstatas, pueden causar tanto daño como ellos con sus comentarios negativos y sus críticas. Hermanos, tenemos que tener cuidado, esto es serio. Supongamos que, por curiosidad, usted entra en un chat o un foro de personas que dicen que son testigos de Jehová —a lo mejor lo son, pero no lo sabe, no los conoce—, y alguien empieza a hacer preguntas. “¿Vieron el último programa de JW Broadcasting? ¿De verdad creen que fue animador?”. O “¿creen que los hermanos que escriben los artículos de La Atalaya saben lo que es el mundo real? ¿Se darán cuenta de lo difícil que es la vida aquí afuera?”. Y luego otros responden con comentarios negativos también. Usted no sabe si estas personas son apóstatas, o solo son hermanos que están muy mal espiritualmente, pero ¿importa eso? ¿Cómo le hacen sentir? Cuando sale del chat, ¿se siente animado?, ¿con ganas de ampliar su ministerio?, ¿más convencido que nunca de que Jehová tiene una organización a la que usted ama y de la que se siente agradecido y orgulloso de pertenecer? ¿O más bien se queda triste, inquieto o incómodo? Alguien podría decir: “Tengo que participar en ese chat para ayudar a esas personas”. Pero es que no deberían estar ahí. Aunque no sean apóstatas, no se están haciendo ningún bien. Quedarse en ese foro para “ayudar” a alguien sería como tomarle de la mano mientras se bebe el veneno y, además, beber un poquito para que no beba solo. Tenemos que seguir el consejo que encontramos en Romanos 16:17. Pensemos en el chat imaginario que acabamos de describir mientras leemos Romanos 16:17. Piensen en todos los comentarios negativos que hay en ese chat —no sabemos quién los dice—, y ahora leamos Romanos 16:17. Dice: “Hermanos, ahora les ruego con firmeza que vigilen a los que crean divisiones y obstáculos que van en contra de las enseñanzas que [...] han aprendido, y que los eviten”. Pensemos en el chat. ¿Crea divisiones? Sí. ¿Podría ser un obstáculo para la fe? Podría. ¿Va en contra de lo que hemos aprendido? No tenemos ni que contestar esa pregunta. Sea a propósito o no, esos comentarios podrían debilitar nuestra fe. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué dice Pablo al final del versículo 17? Dice que los evitemos. Ahora me gustaría decirles algo a los que participan en estos chats o foros. Tal vez se valgan de ellos solo para desahogarse, por decirlo así. Quizás están pasando algunas cositas en la congregación que no entienden... o decisiones de los ancianos con las que no están de acuerdo... Así que escriben lo que piensan en el foro para desahogarse, y así se sienten mejor. Pero ¿qué hay de los que lean sus comentarios? ¿Cómo les afectarán? ¿No se sentiría fatal si por culpa de sus comentarios negativos alguien dejara la verdad? Yo sé que usted no quiere que eso ocurra. Así que, por favor, por favor, tenga cuidado con lo que diga. Bueno, alguien podría decir: “Las advertencias sobre los apóstatas son para los que están débiles, pero eso a mí no me afecta. Yo estoy fuerte espiritualmente”. Eso es como si un levantador de pesas pensara que puede beber veneno y que no le pasará nada porque él es grande y fuerte. No somos tan fuertes, tan espirituales ni tan inteligentes como para que no nos afecte el veneno de las ideas apóstatas. ¿Cuándo podríamos sentirnos presionados a leer algo escrito por los apóstatas? Piense en esta situación: usted tiene una estudiante de la Biblia, y el esposo le envía a ella un enlace a una página apóstata, y le dice: “Lee esto para que veas dónde te estás metiendo”. Su estudiante está preocupada y le pide que lo lea para saber qué piensa. Pues no debería hacerlo, porque Pablo dice “evítenlos”. Así que no deberíamos leer información apóstata o buscar en las redes sociales para ver qué dicen de nosotros. ¿Qué podría decirle a su estudiante? Podría decirle algo así: “Puedo entender que esto te preocupe bastante y es normal que quieras saber dónde te estás metiendo. Una sugerencia. No tenemos nada que esconder, así que cuando vayas a las reuniones presta atención a lo que dicen los hermanos. Fíjate en cómo nos tratamos unos a otros. Averigua cómo se financia nuestra organización. Conoce a los ancianos y a sus esposas. Saluda al superintendente de circuito y a su esposa. Visita la central mundial o la sucursal, yo voy contigo, yo te ayudo. Quiero que conozcas a fondo nuestra organización. Si lo haces, seguro que te darás cuenta de que lo que dicen sobre nosotros es mentira”. Quizás se les ocurra algo mejor, esta es solo una idea. Solo unas gotas de veneno en una bebida son suficientes para hacer mucho daño. Los apóstatas a menudo mezclan algunas verdades con mentiras. ¿Recuerdan a Elifaz, uno de los supuestos amigos de Job? Algo de lo que dijo era verdad. Busquemos Job 5:13. Les doy un momento. A ver si lo que voy a leer les suena familiar. “Él atrapa a los sabios en su propia astucia para arruinar los planes de los maquinadores”. “Atrapa a los sabios en su propia astucia”. ¿Les suena familiar? ¡Claro! El apóstol Pablo dijo lo mismo en 1 Corintios 3:19. De hecho, la referencia marginal, la letra pequeñita que vemos aquí, nos lleva a 1 Corintios 3:19. Es posible que Pablo estuviera citando a Elifaz. Así que eso era cierto, pero ¿qué pensaba Jehová de todos los argumentos de Elifaz? Vamos a leer Job 42:7 para ver la opinión de Jehová. Job 42:7: “Cuando Jehová terminó de hablar con Job, Jehová le dijo a Elifaz el temanita: ‘Estoy furioso contigo y con tus dos amigos, porque ustedes no han dicho la verdad sobre mí como lo ha hecho mi siervo Job’ ”. Algunas verdades mezcladas con mentiras. Además, parte de lo que dijo Elifaz estaba inspirado por demonios. ¿Cómo lo sabemos? Él lo reconoció. Vayamos a Job 4:15-17. Les doy un momento, es muy interesante. Job 4:15-17. Elifaz dice: “Un espíritu pasó por delante de mi rostro; el vello de mi cuerpo se erizó. Entonces el espíritu se detuvo, pero no reconocí su apariencia”. Parémonos aquí por unos segundos. “No reconocí su apariencia”. Así que él no sabía con quién estaba hablando, tal como alguien en un chat o en un foro quizás no sepa con quién está hablando. Continuamos leyendo: “Había una silueta frente a mis ojos; y, tras un silencio, oí una voz: ‘¿Acaso puede el hombre mortal ser más justo que Dios? ¿Puede el hombre ser más puro que su Creador?’ ”. ¿Debería sorprendernos que un demonio se involucrara en la conversación entre Job y sus falsos amigos? Pues no. Aquello no era un asunto cualquiera. Era algo importantísimo. Satanás había desafiado a Jehová delante de todos los ángeles diciendo que ningún hombre sería íntegro bajo prueba. Aquel demonio estaba usando a Elifaz para desmoralizar a Job y debilitar su fe. Job tenía que luchar por su fe, y eso es lo que hizo. En algunos lugares, hay un mayor número de apóstatas que en otros. Si usted vive en una zona en la que hay muchos apóstatas, es posible que las personas de su territorio los escuchen y quieran hablar de sus ideas con usted. En ese caso, ¿qué debería hacer? No se ponga a discutir con los apóstatas. No lea sus comentarios. Pídales a los ancianos o a otros hermanos experimentados ideas sobre cómo responder a los amos de casa. ¿De verdad son tan venenosas las enseñanzas apóstatas? Vamos a verlo. Prestemos atención al siguiente video. A los cuarenta y tantos años, estaba divorciada, tenía tres niños en casa, tenía tres trabajos, y además me había alejado de la congregación. Tenía un conocido que me decía que yo estaba en una secta y que debía leer cierta información que él me iba a dar. Cuando tenía como 30 años, un compañero de trabajo me vio intentando entrar en jw.org, y se dio cuenta de que era Testigo. Entonces me contó que conocía a alguien de otro país que podía demostrarme que los Testigos no tenían la verdad. Eso me dio curiosidad, y poco a poco empecé a leer información apóstata. Me crie en la verdad, y tomé la decisión de dedicar mi vida a Jehová a los 16 años. Pero empecé a juntarme con personas que ya no estaban en la verdad y con gente que sabía algunas cosas de Jehová y de su organización. Y así fue como la apostasía empezó a afectarme. Al leer aquella información, podía ver que no era cierta. Pero, cuando te estás alejando de la verdad, buscas una razón para no creer. Empecé a llenar mi mente de diferentes filosofías, diferentes ideas, y hasta empecé a estudiar diferentes religiones. Y me convencí a mí mismo de que solo era algo intelectual. Pero empezó a cambiar mi modo de ver las cosas. Los ancianos intentaron ayudarme, pero yo me puse a rebatirles con mucha agresividad, hasta les dije que la historia del arca de Noé era un cuento, que no era más que un mito. Las ideas apóstatas que estaba leyendo empezaron a calar cada vez más hondo en mi corazón. Dejé de leer nuestras publicaciones, dejé de asistir a las reuniones, y al final abandoné mi rutina espiritual. Decidí tratar de encontrar la verdad en otra parte. Me puse a buscar un grupo que creyera en lo que yo sabía que la Biblia enseñaba, pero no encontré ninguno. Un domingo por la mañana, pasé por delante del Salón del Reino y me dije a mí misma: “¡Ja!, ahí están, esperando a que llegue Armagedón”. Pero, en cuanto ese pensamiento se me vino a la mente, me dije: “Al menos ellos se sienten bien consigo mismos, ¿puedes decir tú lo mismo?”. La respuesta era “No”, me sentía fatal. Los ancianos, usando muy bien las Escrituras y razonando conmigo, me ayudaron a ver que me había dejado llevar, que me había dejado atrapar, por filosofías humanas, por razonamientos falsos y vacíos. Hice una oración en la que le supliqué a Jehová que me mostrara cómo encontrar la verdad. Y me quitó esa sensación de vacío que tenía, un vacío espiritual. Me di cuenta de que la amistad con Jehová es lo más valioso que uno puede tener en la vida. Tenía que volver. Empecé a estudiar la Biblia con la actitud correcta. Quería que influyera en mi mente y en mi corazón, y que me ayudara a cambiar mi conducta. A medida que iba estudiando, notaba cómo Jehová me bendecía. Jehová me ayudó a recuperar mi amistad con él. Empecé a usar el nombre de Jehová y a hablar de él con otras personas. Eso me hacía muy feliz. Comencé a tener muy buenos resultados en la predicación. Es un gran honor poder ayudar a alguien a amar a Jehová. Me hacía muy feliz estar de nuevo bajo las alas de Jehová y estar en paz conmigo misma. ¡Cuánto nos ama Jehová! Él quiere ayudarnos. ¿Y qué mejor ayuda podríamos tener? No hay nadie mejor en el universo. Ahora hablemos del segundo desafío al que nos enfrentamos: los comentarios negativos sobre nosotros en los medios. Hay un principio que podemos seguir, Proverbios 14:15. Dice: “El ingenuo se cree todo lo que le dicen, pero el prudente mide bien todos sus pasos”. Algunas personas se creen todo lo que leen en los periódicos o ven en la televisión. Y usted, ¿debería hacerlo? Piense en esto: está predicando de casa en casa y le sale una persona que le dice: “Ustedes, los Testigos, son malas personas. Dejan morir a sus hijos, no creen en la medicina”. Y usted le pregunta: “¿Conoce a algún testigo de Jehová personalmente?”. “No”. “Entonces, ¿de dónde sacó la idea de que dejamos morir a nuestros hijos y de que no creemos en la medicina?”. Y la persona dice: “Lo sé de buena fuente. Lo leí en el periódico”. Claro, y si está en el periódico tiene que ser verdad, ¿no? No necesariamente. Recuerde que los periodistas tienen fechas límite para entregar sus artículos, y puede que no tengan tiempo ni ganas de corroborar los hechos. O puede que el redactor escriba un artículo sin prejuicios, pero luego el editor lo cambie. Quizás al editor no le gustan los testigos de Jehová o haya escuchado mentiras sobre nosotros. Qué triste que tantas personas en el mundo se crean todo lo que leen. Hermanos, no hagamos lo mismo; no seamos ingenuos, comprobemos bien la información. A veces, hay programas en la televisión que hablan sobre los Testigos. Algunos de ellos son razonables y justos, pero muchos, por no decir la mayoría, no lo son. Y, cuando no lo son, a menudo es porque los productores ya tienen una opinión negativa sobre los Testigos, y solo buscan información que apoye sus prejuicios. Y ¿a quiénes acuden? A apóstatas y líderes religiosos. Y ellos les dicen a qué personas entrevistar. Y ya sabemos lo que dirán esas personas. En el último momento, puede que entrevisten a algún hermano para que el programa parezca imparcial, pero el programa no estaba pensado para serlo. Estaba preparado para ser parcial y dar una imagen negativa de los testigos de Jehová. Por otro lado, algunos medios de comunicación son muy cuidadosos con lo que publican y quieren que todas las partes implicadas estén representadas. Y, si hablan bien de los Testigos, habrá consecuencias. Si un periódico publica algo positivo sobre nosotros, las Iglesias se van a quejar: “Tenemos feligreses molestos. Están suscritos a su periódico y no les gusta leer cosas positivas sobre los testigos de Jehová”. ¿El mensaje? “Si lo vuelven a hacer, van a perder lectores”. Ahora bien, a través de la historia, siempre ha habido informes negativos sobre el pueblo de Jehová, no es algo nuevo. Piensen en los días de la reina Ester. El malvado Hamán le da un informe negativo al rey Asuero. “Los judíos no obedecen nuestras leyes, son una amenaza para la sociedad”. ¿Comprobó Asuero si aquello era cierto? ¿Pidió pruebas? No. Asuero fue ingenuo, se dejó llevar por lo que le dijo Hamán. Bueno, hoy día hay muchas personas como Hamán. Y usan las mismas tácticas. De hecho, consiguen engañar a algunas autoridades. Estas se creen las calumnias de los apóstatas. Si tan solo se molestaran en contrastar la información. Sabrían que les están mintiendo, pero es que no comprueban los hechos. Hermanos, esto también es triste, que las autoridades se dejen llevar por las mentiras. Ustedes no se dejen llevar. ¿Alguna vez han escuchado hablar de los juicios mediáticos? Suele pasar esto: alguien es acusado de un delito, el caso sale en todos los medios de comunicación, y los medios presentan los hechos de tal modo que todo el mundo que los oye cree que la persona es culpable. Para evitar que los denuncien por difamación o calumnia, los periodistas escogen con mucho cuidado sus palabras. Y hay que entender qué es lo que están diciendo. Este texto nos ayudará, Job 12:11. Es impresionante la cantidad de principios que estamos sacando de Job en este discurso. Job 12:11. Aquí está hablando Job y dice: “¿Acaso el oído no prueba las palabras como la lengua saborea la comida?”. “¿Acaso el oído no prueba las palabras?”. ¿Qué quiere decir eso? Que, si nos enteramos de que los apóstatas van a salir en un programa de televisión, ¿deberíamos verlo para ver si lo que dicen es cierto? No. Básicamente significa comprobar cuál es la fuente de esas palabras. Si los que hablan son apóstatas, ¿por qué deberíamos creer lo que dicen? Pongamos un ejemplo: se encuentran un frasco con una etiqueta que dice “veneno”. ¿Necesitan abrirlo y probar un poquito para ver si de verdad es veneno? La etiqueta dice que es veneno. Volvamos al texto de Job. ¿De qué otra manera podemos probar las palabras? Lo hacemos fijándonos en lo que de verdad significan las palabras. Dijimos que los medios de comunicación y los periodistas escogen muy bien las palabras para evitar denuncias. Supongamos que una noticia dice que alguien ha sido acusado de un delito o que está siendo investigado. Bueno, tenemos dos palabras: acusado e investigado. Eso no quiere decir que sea culpable. O supongamos que alguien es condenado y va a la cárcel. Bueno, podemos decir eso de los hermanos de Corea, fueron condenados y encarcelados. ¿Y por qué? Por negarse a matar a otros. ¿Hicieron algo malo? Y, si un tribunal declara culpable a alguien, como le pasó a Jesús, eso no significa que para Dios sea culpable. Así que, hermanos, tenemos que reflexionar en estas cosas. Puede que leamos que una persona o una organización es demandada, pero se llega a un acuerdo fuera del tribunal. ¿Significa eso que la parte demandada es culpable? No necesariamente. Y, en algunos países, a menudo los casos son juzgados por un jurado. ¿Y quiénes están el jurado? Ciudadanos normales, sin conocimientos de leyes. Pero no solo eso. Estos ciudadanos no siempre tienen acceso a todas las pruebas, porque el juez y los abogados deciden qué datos darle al jurado. Así que es poco probable que se sepa toda la verdad en el juicio. De hecho, es posible que ninguna de las partes quiera que se sepa toda la verdad. A veces, los abogados omiten a propósito información que pudiera perjudicar a sus clientes. Además, los miembros del jurado tienen prejuicios, como todo el mundo, y hay quienes no son capaces de dejarlos a un lado. Voy a contarles una historia real. Hace un tiempo, un abogado me habló de un caso que tuvo. Se trataba de un doctor acusado de negligencia médica. Y había un jurado. En el juicio, se demostró claramente que el doctor era culpable. Pero el jurado decidió que el paciente no recibiera ni un centavo. El abogado, confundido, les preguntó a dos miembros del jurado después del juicio: “Por favor, ¿podrían decirme qué parte del testimonio no creyeron?”. Le contestaron: “Bueno, es que no lo tuvimos en cuenta. El doctor era tan atractivo que no queríamos que pagara nada”. Con personas así juzgando, no sorprende que muchos abogados prefieran resolver los casos fuera de los tribunales. Pero alguien podría decir: “Yo no creo en los acuerdos fuera del tribunal, yo creo en la justicia”. Así que surge la pregunta ¿está mal llegar a un acuerdo para no ir a juicio? ¿Qué dice la Biblia? Veamos lo que dijo Jesús sobre esto. Busquemos Mateo 5:25, 26. Es interesante que Jesús hablara de este tema junto con otras cosas importantes que enseñó. Mateo 5:25, 26: “Si un adversario te lleva a juicio, trata de resolver las cosas cuanto antes, mientras aún van de camino al tribunal, no sea que tu adversario te entregue al juez, el juez te entregue al guardia del tribunal y tú acabes en prisión. Te aseguro que de ningún modo saldrás de allí hasta que hayas pagado la última monedita”. Esto es interesante. Pensemos en la Ley de Moisés. ¿Decía la Ley que se podía meter a alguien en la cárcel si no podía pagar una deuda? No decía eso. Para pagar la deuda tenía que trabajar. O un familiar tendría que hacerlo. Así que, cuando Jesús habla aquí de una prisión y de un juez, está claro que se refiere a lo que haría un juez no judío. Por lo que no esperaríamos que fuera un juez justo. ¿Y qué podría llevarlo a condenar a nuestro hermano? Bueno, quizás la otra parte lo haya sobornado. O quizás tuviera prejuicios contra él por su raza o por su religión. Fíjense en que Jesús no dijo que resolviera el asunto antes del juicio solo si era culpable. Así que, hermanos, no seamos ingenuos. No se crean todo lo que leen. Solo porque sea un artículo del periódico no significa que sea cierto. Y el que lo escribió tiene su opinión, y puede estar equivocado. Y los productores de televisión tienen sus propios intereses, prejuicios y puntos de vista. Así que, hermanos, ¿qué podemos decir, entonces, para concluir? Nuestra fe está siendo atacada. Tenemos que luchar. Y Jehová nos da lo que necesitamos para poder luchar. Algo que él nos da es la amistad de nuestros hermanos. Satanás tratará de alejarnos de ellos, tratará de debilitar nuestra fe. Intentará influenciarnos con malas compañías sin darnos cuenta. Pero Jehová nos da amigos en la congregación, personas a las que conocemos, a las que amamos. Personas que de verdad quieren lo mejor para nosotros. Recordemos el principio que encontramos en Proverbios 13:20: “El que anda con los sabios se hará sabio, pero el que se junta con los insensatos acabará mal”. Usted conoce a los hermanos de su congregación, sabe que son sabios, sabe que quieren lo mejor para usted. Pero, en un foro de internet, probablemente no sepa si está andando con personas sabias, por lo menos al principio. Así que tenga cuidado, y si la conversación se vuelve negativa sálgase. Satanás está detrás de las enseñanzas engañosas de los apóstatas. Él es el “padre de la mentira”. Y los que mienten están haciendo exactamente lo que hace su padre. Los apóstatas no tienen nada que ofrecernos, hermanos. Lo único que ofrecen es odio. Solo ofrecen críticas y comentarios negativos. Pero qué bien nos sentimos cuando estamos con quienes aman a Jehová. Él nos da muy buenos amigos, compañías edificantes. Además, nos da la verdad de su Palabra, y un conocimiento exacto de la verdad es la mejor defensa contra la apostasía. Lea la Biblia todos los días y medite en ella. Preste atención a las palabras. Fíjese en lo que quieren decir. Sea como los bereanos mencionados en Hechos 17:10, 11. Vamos a leerlo. Hechos 17:10, 11: “Esa misma noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Cuando llegaron, fueron a la sinagoga de los judíos. Pero estos judíos eran más nobles que los de Tesalónica, porque aceptaron la palabra con muchísimo interés, y todos los días examinaban con cuidado las Escrituras [todos los días examinaban con cuidado las Escrituras] para ver si estas cosas eran tal como les decían”. Pablo compara a los bereanos con los tesalonicenses. ¿Qué sabemos de los tesalonicenses? En aquellos días no existía YouTube, pero parece que los tesalonicenses escucharon el rumor de que “el día de Jehová” había llegado. ¿Quién esparció ese rumor? ¿Un apóstata? Puede ser. O también puede ser que alguien lo escuchara y lo repitiera sin comprobar si era cierto. ¿Alguna vez ha hecho eso? ¿Repetir algo que le contaron sin saber si era cierto? Creo que todos debemos reconocer que hemos hecho eso alguna vez. Pero ¿cómo reaccionaron los tesalonicenses? Se asustaron. Perdieron el buen juicio fácilmente. No queremos que eso nos pase a nosotros. Cuando escuchemos algo, comprobémoslo. No lo repitamos, no nos lo creamos, comprobémoslo. Colosenses 2:6, 7, el último texto que vamos a leer en este discurso. Aquí Pablo explica cómo podemos evitar perder el juicio fácilmente. Leamos este último texto, Colosenses 2:6, 7: “Por lo tanto, tal como han aceptado a Cristo Jesús el Señor, sigan andando en unión con él [si hacemos eso, estaríamos andando con alguien sabio], siendo arraigados en él, edificados sobre él [y noten lo que dice ahora] y estabilizados en la fe, como se les enseñó”. Si estamos estables en la fe, no nos dejaremos llevar por las acusaciones falsas de los apóstatas ni de los medios. En tiempos de guerra, a menudo se esparcen rumores falsos. Hermanos, estamos en guerra. Y tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas por la fe. Nuestra vida está en juego.
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David Splane: “Luchen con todas sus fuerzas por la fe”
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A lo largo de la vida conocemos a personas que jamás olvidaremos, tanto buenas como malas. Pero las personas de las que más nos gusta acordarnos son las más importantes para nosotros y las más queridas. Y a Jehová le pasa lo mismo que a nosotros. Él recuerda a todos los seres humanos que han vivido —justos e injustos— y resucitará a millones de ellos. Pero lo que más le gusta a Jehová es recordar a quienes tuvieron una fe fuerte y fueron sus amigos, entre ellos muchas mujeres fieles. La Biblia está llena de relatos de mujeres que tuvieron una fe fuerte. En esta serie, analizaremos el ejemplo de varias mujeres fieles que tuvieron diferentes circunstancias. Veremos por qué necesitaron fe, cómo la demostraron y cómo podemos todos imitar su ejemplo de fe. Comenzaremos hablando de Sara, una fiel sierva de Dios. Sara necesitó fe, ¿por qué? Bueno, porque, al igual que su esposo, Abrahán, Sara aceptó llevar una vida nómada —con todo lo que eso conlleva— porque Jehová se lo pidió. Hebreos 11:8 dice de Abrahán: “Por la fe, Abrahán obedeció cuando [...] salió hacia un lugar que iba a recibir como herencia. Salió aunque no sabía adónde iba”. Aunque aquí habla de Abrahán, lo mismo puede decirse de Sara. Ella también obedeció el mandato que Jehová le había dado a su esposo y lo acompañó cuando se fueron de la próspera ciudad de Ur. Sin duda, tuvo que dejar atrás a sus parientes y también muchas comodidades. En Génesis 12:1, leemos que Jehová le dijo a Abrahán: “Sal de tu país [y] deja a tus parientes”. Mudarse nunca es fácil. De hecho, mudarse es una de las cosas más estresantes que una persona puede hacer, sobre todo si esto implica irse lejos de familiares o de amigos. No hay duda de que Sara necesitaba fe, y la demostró. Ella ayudó a su esposo a cumplir la orden de Jehová. Y eso significó que tendría que llevar una vida completamente diferente. Con su obediencia, demostró que tenía una fe fuerte en Jehová. Veamos ahora a qué retos debió enfrentarse Sara cuando aceptó llevar aquella nueva vida. Cuando vivíamos en Ur, teníamos todo tipo de comodidades. Pero Jehová nos dio una comisión que jamás habríamos imaginado, una comisión que nos obligó a dejar atrás la vida que amábamos. Pero, en vez de mirar atrás, Abrahán y yo nos concentramos en lo que teníamos por delante. Jehová ya nos había ayudado mucho, y sabíamos que estaría con nosotros en cada paso del camino. Y lo estuvo. Hizo cosas por nosotros que no habríamos podido imaginar nunca. Jehová no solo nos ayudó, sino que cumplió todo lo que nos había prometido. Como acabamos de ver, ¿qué cosas hizo Sara que demostraron su fe? Se concentró en lo que tenían por delante. También meditó en lo que Jehová ya había hecho por ellos. Ella y Abrahán ya habían visto la ayuda de Jehová en sus vidas. ¡Eran sus amigos! Y Jehová confiaba en ellos; sabía que le obedecerían porque ya lo habían hecho en el pasado. Como era una mujer de fe, Sara confiaba en que Jehová estaría con ellos y los ayudaría en su nueva vida. Así que estuvo dispuesta a dejar las comodidades que tenía vivir en Ur. Y la fe que demostró en Dios fue recompensada. Con el tiempo, recibió una bendición que nunca se hubiera imaginado. Gracias a la fe que demostró, Sara tuvo un hijo, Isaac. Pero ¿por qué fue tan especial aquella bendición? Lo sabemos por lo que dice Hebreos 11:11, 12. Vamos a leer esos versículos. En Hebreos 11 se menciona a muchos siervos fieles de Dios, y también se menciona a Sara junto con Abrahán. Al leer estos versículos, fijémonos en la importancia que se le da a la fe: “Por la fe, Sara también recibió poder para concebir descendencia, a pesar de que ya se le había pasado la edad, porque consideró fiel al que le hizo la promesa. Por esa razón, de un solo hombre que ya estaba como muerto nacieron muchos hijos, tan numerosos como las estrellas del cielo e incontables como los granos de arena a la orilla del mar”. Entonces, ¿qué extraordinaria bendición recibió Sara por haber demostrado fe? Dice que “recibió poder para concebir descendencia, a pesar de que ya se le había pasado la edad”. Pero ¿de qué manera en concreto demostró fe? Como dice el versículo, “consideró fiel al que le hizo la promesa”. Sara confiaba en la promesa de Jehová a Abrahán de que sería padre de muchos hijos. Abrahán necesitó fe, pero Sara también. Y, gracias a que los dos tenían una fe tan fuerte, como dice el versículo 12, “nacieron muchos hijos”. Pero alguien podría decir: “¿No dice la Biblia que Sara se rio cuando se enteró de que iba a tener un hijo?”. Es cierto, pero ¿se rio porque le faltara fe? Claro que no. Acabamos de leer que Sara consideró fiel a Jehová, es decir, confió en él. Entonces ¿por qué se rio? Bueno, pensar en que iba a tener un hijo a su edad era tan extraño que, cuando Jehová se lo dijo, no pudo evitar reírse para sus adentros. Así que, aunque Sara era imperfecta, sin duda, era una mujer de mucha fe. Años más tarde, la fe de Sara en la promesa de Jehová relacionada con Isaac la motivó a defender a su hijo, que tenía 5 años, del acoso de Ismael, que tenía 19. Ismael era una verdadera amenaza para el pequeño Isaac. Y, gracias a su fe, Sara recordó que él no solo era su hijo, sino que tendría un papel clave en el propósito de Jehová. Por eso, reunió valor y habló con Abrahán para defenderlo. Tener una fe fuerte nos ayuda a hacer muchas cosas. Veamos ahora un video y fijémonos en cómo un matrimonio demuestra una fe como la de Abrahán y Sara. Decir adiós nunca es fácil. Y, aunque estábamos entusiasmados con la nueva asignación del LDC, nos iba a llevar más lejos de lo que jamás habíamos estado. No solo tuvimos que adaptarnos a una nueva rutina, sino que toda nuestra vida cambió. Cada vez que nos mudábamos para colaborar en una construcción, pensábamos en Sara. Ella se concentraba en las cosas buenas que tenía por delante y no en lo que dejaba atrás. Y eso es lo que intentábamos hacer nosotros. Jehová ha sido muy bueno con nosotros. No siempre sabíamos cuál sería nuestro siguiente destino, lo que sí sabíamos es que Jehová estaría con nosotros en cada paso del camino. Como acabamos de ver en el video, podemos fortalecer nuestra fe meditando en las cosas buenas que Jehová hizo por su pueblo en el pasado y en las que hace por su pueblo hoy en día. Tómese tiempo para meditar en cómo Jehová lo ha ayudado a usted cuando ha hecho sacrificios por servirle. Tal como dijo la hermana del video, Sara “se concentraba en las cosas buenas que tenía por delante y no en lo que dejaba atrás”. Nosotros también demostramos una fe como la de Sara cuando apoyamos las decisiones que toma la organización de Jehová hoy en día. Imitemos la fe de Sara y sigamos todas las instrucciones de Jehová. Cuando obedecemos las instrucciones que se nos dan, como dice Hebreos 13:17, los hermanos podrán cumplir con sus responsabilidades “felices y no con suspiros”. En cuanto a las hermanas, ellas también pueden imitar la actitud de Sara en su matrimonio. Las esposas cristianas respetan a sus esposos y los apoyan en su servicio a Jehová. El apóstol Pedro escribió que una actitud así “es de gran valor a los ojos de Dios”. Hoy en día, las hermanas demuestran una actitud como la de Sara de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, muchas hermanas demuestran su fe apoyando a sus esposos en la obra de circuito. Muchas otras colaboran en obras de construcción teocráticas o asisten a la Escuela para Evangelizadores del Reino, aunque tengan que dejar atrás a su familia. Y muchas hermanas que actualmente sirven en Betel están muy lejos de sus familias. Y, no solo hablamos de las casadas, sino también de las solteras. Tanto ellas como muchas otras hermanas muestran una fe como la de Sara, pues confían en que Jehová las va a cuidar y se ofrecen para trabajar más para él. Estamos seguros de que Jehová ve estos actos de fe. Hebreos 13:16 dice que a Jehová “le agradan mucho” los sacrificios que hacen estas hermanas. Así que sigamos su ejemplo e imitemos la fe que demuestran. El hermano James Mantz, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe. Rahab”.
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Kenneth Cook: Imitemos a las mujeres de fe. Sara
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2021-09-13T16:37:57.695Z
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Dos israelitas entran a escondidas en la ciudad de Jericó. ¡Son espías! Se esconden en un sitio donde creen que nadie los va a encontrar. Es la casa de una prostituta, Rahab. Pero poco se imagina Rahab que aquella visita le cambiará la vida. Luego, alguien reconoce a los espías y enseguida se lo dice al rey. Y, entonces, él manda a unos hombres para que los arresten. Mientras los hombres del rey golpean la puerta, Rahab tiene que tomar una decisión de vida o muerte, una decisión que cambiará por completo su vida y la vida de todos los miembros de su familia. ¿Se pondrá de parte del pueblo de Jehová, o se pondrá de parte del rey de Jericó? Póngase en el lugar de Rahab. Imagínese los desafíos a los que se tuvo que enfrentar y vea qué la ayudó a tomar una decisión que le salvó la vida. Jericó tenía los días contados. La gente tenía miedo. Cuando los hombres israelitas vinieron a mi casa, no tuve mucho tiempo para pensar. Pero sabía lo que estaba en juego. Desde que era niña había escuchado las historias. Jehová no era como los otros dioses. Él había secado las aguas del mar Rojo y le había dado la victoria a su pueblo sobre los amorreos. Sabía que, si ayudaba a aquellos hombres, Jehová me ayudaría a mí. Por primera vez en mi vida, estaba del lado de Jehová, estaba con su pueblo. Y Jehová me estaba recompensando por mi fe. Seguramente, aquellos espías eran los primeros israelitas que conocía Rahab. Pero estaba convencida de que, si ayudaba a aquellos dos hombres, Jehová también la ayudaría a ella. ¿Por qué estaba tan convencida? Por favor, abran su Biblia en Hebreos 11:31. Aquí encontraremos la respuesta a la pregunta, es una palabra muy corta. Hebreos 11:31 dice: “Por la fe, Rahab la prostituta no murió con los que fueron desobedientes, pues recibió a los espías de manera pacífica”. Rahab se puso de parte de Jehová. Ella había oído que había liberado a su pueblo en el mar Rojo y que los había ayudado a vencer a los reyes de alrededor. Todo eso hizo que tuviera una fe muy fuerte en Jehová. En el capítulo 2 de Josué, encontramos el relato de lo que pasó con Rahab y los espías. Rahab ya había escondido a los espías en el techo cuando llegaron los hombres del rey. Y, después de mandarlos a otro lado, subió otra vez al techo para hablar con los espías. Entonces, les explicó por qué tenía tanta fe. Les dijo a aquellos israelitas que estaba segura de que Jehová es el Dios verdadero y que no dudaba que les daría la victoria, que conquistarían Jericó. Y fue después cuando Rahab les pidió a los espías que la protegieran, bueno, a ella y a su familia. Eso demuestra que Rahab no los ayudó para recibir algo a cambio. Más bien, estaba convencida de que Jehová es el Dios verdadero, el Todopoderoso. Así que su fe era genuina. Esa fe le dio el valor que necesitaba para esconder y proteger a los espías, y también la ayudó a obedecer las extrañas instrucciones que le dieron. Ahora, en el siguiente video, noten cómo una joven estudiante de la Biblia muestra una fe como la que demostró Rahab. No tenía ninguna duda, había encontrado la verdad. Entonces, ¿por qué estaba tan preocupada? Sabía que a mi madre le encantaban las navidades. Pero había aprendido lo que piensa Jehová. Y a él no le gustan. Algunos de los cambios que tuve que hacer en mi vida fueron fáciles. Pero necesitaba la ayuda de Jehová para lo que estaba a punto de hacer. Quiero muchísimo a mi madre. Cuando le dije que no volvería a celebrar las navidades, noté que se puso muy triste. Pero sé que hice lo correcto y le pedí a Jehová que la ayudara a entenderlo. Estas navidades serán únicas, como esta cámara de 36 megapíxeles por solo $399 o esta televisión de 65” 4K UHD por solo $849. ¡Dese prisa! Reconozco que me sorprendió que mi madre me dijera que quería saber más. ¡Qué contenta me puse! Gracias a Jehová, había encontrado la verdad, y ahora mi familia también podría encontrarla. Igual que Rahab, esta estudiante de la Biblia se había dado cuenta de que Jehová es el Dios verdadero y estaba completamente convencida de que había encontrado la verdad. Pero ahora tenía que demostrar esa fe. ¿Y cuál fue el resultado? Que Jehová la bendijo cuando ella se puso de su parte. Todos nosotros debemos preguntarnos: “¿Me he puesto con firmeza del lado de Jehová?”. Quizás usted piense que no sabe suficiente de la Biblia para tomar una decisión. Aun así, imite a Rahab y actúe sin dudar. Aunque Rahab sabía pocas cosas sobre Jehová, fueron suficientes para que su fe la motivara a actuar sin demora, a obedecer rápidamente. Pero Rahab no solo tuvo que proteger a los espías y obedecer sus instrucciones. Santiago 2:25 menciona que Rahab fue “declarada justa por sus obras”. ¿Recuerdan? Ella era prostituta, y ese trabajo no está en armonía con las normas justas de Jehová. Es verdad que los cananeos no veían mal la prostitución. Sin embargo, si Rahab quería que Jehová la aceptara como parte de su pueblo, tenía que dejar atrás su estilo de vida inmoral. Lo mismo ocurre hoy. Todos los que desean agradar a Jehová deben dejar atrás las conductas y los estilos de vida que le ofenden. Eso incluye la inmoralidad sexual, la idolatría, el robo, la borrachera y otras costumbres que no están de acuerdo con lo que dice la Biblia. Seguro que Rahab y su familia se sintieron muy contentos y agradecidos porque su fe los había salvado. Pero esa no fue la única bendición que ella recibió de Jehová. Gracias a su fe, también tuvo el honor de ser antepasada del Mesías, de Jesucristo. Así pues, hermanos y amigos, imitemos todos la fe de Rahab. Permitamos que esa fe nos motive a actuar. Dejemos atrás la conducta inmoral y las tradiciones falsas. Pongámonos del lado de Jehová y del lado de la adoración pura. Continuemos aprendiendo sobre Jehová, acerquémonos más a él. Él es nuestro Padre y nos quiere mucho. Si tenemos una fe como la de Rahab, tendremos la aprobación y la bendición de Dios para siempre. El hermano Ken Flodin, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe. Ana”.
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James Mantz: Imitemos a las mujeres de fe. Rahab
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2021-09-13T16:37:32.537Z
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En el tercer discurso que escuchamos en esta asamblea, el hermano Noumair preguntó: “¿Está pasando por problemas económicos?”; “¿está sufriendo su hijo presión de grupo?” —y también podríamos decir bullying—, “¿le han diagnosticado una enfermedad grave?”. Pero a esta lista podemos añadirle más dificultades. ¿Lo tratan con desprecio sus compañeros de trabajo? ¿Se lleva mal con alguien porque sus personalidades chocan? ¿Se burlan de usted sus familiares? Si estamos pasando por alguna de estas pruebas, tal vez nos venga a la mente una idea que mencionó Pablo: “Si tengo que luchar o dar golpes, no ‘peleo dándole golpes al aire’ ”. Bueno, ¿cómo podemos luchar contra los problemas de este sistema? Busquemos 1 Samuel 1. Ana tenía dos grandes problemas. Y esos problemas eran como... ¡pum! ¡pum! ¡Dos derechazos!, pensados para dejarla noqueada. El primero lo encontramos en 1 Samuel 1:2: “[Elcaná] tenía dos esposas. Una se llamaba Ana, y la otra, Peniná”. Era polígamo. Y Peniná odiaba, detestaba a Ana. ¿Y cuál era el segundo problema? Sigue diciendo: “Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno”. Ana era estéril. Y, en esa cultura, eso era una causa de vergüenza muy grande para una mujer. ¿De verdad era Peniná tan mala, tan retorcida con Ana? Leamos el versículo 6: “Y la otra esposa, su rival, siempre se burlaba de ella para hacerla sentir mal [¡lo hacía a propósito!] porque Jehová no le había dado hijos”. Y mire el final del versículo 7. Su rival se burlaba tanto de ella “que Ana acababa llorando y no comía nada”. Mientras ve la siguiente presentación, imagínese cuánto sufría Ana, y vea cómo su fe le dio un giro a su vida. No podía comer ni dormir. Sentía que mis sueños y mi esperanza se desvanecían. Pero, aunque nadie me entendiera, yo sabía que Jehová sí lo haría. Por eso le conté todo. Yo sabía que Jehová es un “Dios de justicia” y que arreglaría las cosas a su manera y en su debido momento. Jehová contestó mi oración de una manera increíble. Nunca olvidé de quién recibí esta bendición tan maravillosa. “No hay roca como nuestro Dios”. ¿Vio la cara de sufrimiento de Ana en la primera imagen? Y en la siguiente la vemos tranquila, calmada, y la escuchamos expresar su fe, su confianza en Jehová. Pero ¿cómo pasa Ana de la desesperación a la calma? Versículos 10 y 11. Ella demostró su fe de varias maneras. Y nosotros podemos hacer lo mismo cuando... ¡pum! ¡pum! ...nos enfrentemos a los golpes y frustraciones de la vida. Versículo 10: “Ana, profundamente angustiada, se puso a orarle a Jehová y no podía dejar de llorar”. Estaba “profundamente angustiada”, pero se puso a orar. “Y no podía dejar de llorar”, pero le oró a Jehová. Si está pasando por algún problema y se siente muy angustiado, busque un lugar tranquilo —aunque solo sea en su mente— y ábrale su corazón a Jehová. Ahora bien, hermanos, Ana mostró fe de otra manera. Leímos que hizo una oración. Y, aunque es verdad que pidió una bendición, también le prometió a Jehová que le daría algo a cambio. Versículo 11: “Y le hizo este voto: ‘¡Oh, Jehová de los ejércitos! Mira lo mucho que estoy sufriendo. Si te acuerdas de esta sierva tuya, si no te olvidas de mí y me das un hijo varón, yo te lo entregaré, Jehová, para que te sirva toda la vida. Y nunca se le cortará el pelo’ ”. ¿Vieron? Ana estuvo dispuesta a dar a su hijo para que sirviera a Jehová todos los días de su vida como nazareo. Ella fue, sin duda, un excelente ejemplo de fe. ¿Qué otra cosa debió ayudar a Ana a tener una fe fuerte? Pensar en el ejemplo de otras mujeres fieles del pasado que tuvieron circunstancias parecidas. ¿Se acuerda de Raquel? ¿Y de su hermana Lea? Las dos estaban casadas con Jacob e, igual que Ana, Raquel no tenía hijos. Por eso había algunos problemitas entre ellas. Pues seguramente Ana podía recordar ese ejemplo y meditar en cómo Jehová había bendecido la fe de Raquel. Eso fortalecería su fe. Veamos de qué otra manera demostró fe Ana. Aunque se sentía muy deprimida, tan deprimida que siempre “acababa llorando y no comía nada”, mantuvo su rutina espiritual. El versículo 7 dice que Ana iba fielmente al tabernáculo “año tras año”. Y, del 13 al 16, se explica que el sumo sacerdote la juzgó mal. Pero ella continuó con su rutina espiritual. ¿Recuerdan lo que mencionamos al principio? Los golpes que nos da la vida a nosotros son diferentes a los de Ana. Pero podemos tener la misma fe fuerte que ella demostró. Veamos en el siguiente video lo que le ocurre a una hermana. Ella demuestra una fe como la de Ana, aunque su prueba es distinta. Por el tono de voz de la doctora, sabía que no iba a darme buenas noticias. La verdad es que no esperaba que mi salud hubiera empeorado tan rápido. Intenté actuar como si no pasara nada, como si yo estuviera bien..., pero no lo estaba. Orar a Jehová y saber que él me escuchaba y me entendía... eso me ayudó a aguantar. Nadie sabía por lo que estaba pasando, ni siquiera mis amigos. Me sentía como Ana: totalmente incomprendida. Pero ella tenía fe en que Jehová la ayudaría con su situación. Y la ayudó, como también me ayudó a mí. Es más, me recordó que no tenía que hacer frente a esta enfermedad yo sola. ¿De dónde sacó fuerzas la hermana? Del ejemplo de fe de Ana. Y eso que sus circunstancias eran diferentes. No importa qué pruebas afrontemos o qué problemas tengamos, todos podemos imitar el ejemplo de fe de Ana. Aunque hay varias formas de hacerlo, veamos algunas. 1 Pedro 5:9. Satanás trata de golpearnos, de dejarnos noqueados. Pero no estamos solos, hay hermanos que pasan por lo mismo que nosotros. 1 Pedro 5:9: “Pero pónganse en contra de él, firmes en la fe, [y ahora fíjense] sabiendo que toda la hermandad está pasando por los mismos sufrimientos”. ¿Por qué no medita en cómo ayudó Jehová a sus siervos fieles en el pasado y en cómo lo hace ahora? Veamos ahora otra manera de imitar a Ana. 1 Samuel 1:12 dice que Ana le oró “a Jehová un buen rato”. Orarle a Dios también nos puede ayudar a nosotros. Seamos específicos, sinceros y persistentes. Colosenses 4 nos anima a perseverar en la oración. Cuando le contemos algo a Jehová, dejémoslo en sus manos. Confiemos en que nos va a ayudar. ¿Recuerda que Ana estaba “profundamente angustiada” y que “no podía dejar de llorar”? Pero, después, una vez que le contó a Jehová cómo se sentía... Versículo 18: “Entonces se fue y comió, y la tristeza desapareció de su cara”. Después Jehová contestó su oración. Y Ana no se olvidó de eso. Volvió a orarle a Jehová y le hizo una oración preciosa. Se encuentra en 1 Samuel 2. Y ahora el último punto. Igual que Ana, siga manteniendo una buena rutina espiritual, aunque esté desanimado. Si permitimos que la angustia nos paralice, nos convertiremos en un saco de boxeo para Satanás, el Diablo. Así que mueva rápido los pies, esté activo en su servicio a Jehová. Como Pablo, dirija bien sus golpes, no le dé “golpes al aire”. Pelee contra Satanás y sus tácticas. Si hacemos todo esto, nuestra amistad con Jehová será cada vez más fuerte. Y, además, Jehová recompensará nuestra fe como hizo con la fiel Ana. Ahora, el hermano Harold Corkern, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe. La niña israelita prisionera”.
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Kenneth Flodin: Imitemos a las mujeres de fe. Ana
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2021-09-13T16:34:38.870Z
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En el siglo 10 antes de nuestra era, la nación de Siria atacó muchas veces a Israel. Esclavizó a muchos prisioneros de los que se llevó, incluso a los niños. Noten cómo describe la Biblia uno de sus ataques en 2 Reyes 5. En 2 Reyes 5:1, se nos dice que Naamán era el jefe del ejército del rey de Siria. Era un poderoso guerrero. Pero estaba muy enfermo de lepra. Leamos el 2: “En uno de sus ataques a la tierra de Israel, los sirios se llevaron prisionera a una niña, que se convirtió en sierva de la esposa de Naamán”. ¿Cómo se sentiría esa niña cuando la arrancaron de sus padres? Aterrorizada. Se la llevaron a un país extraño, lleno de gente que le daba miedo y que además adoraba muchos dioses falsos. En medio de estas circunstancias tan difíciles, ¿cómo demostró esta joven israelita que tenía una fe fuerte? Veamos la respuesta a esta pregunta a continuación. Recuerdo el día en que los soldados me llevaron prisionera. Nunca me había sentido tan sola. Mi familia, mis amigos... todo mi mundo había desaparecido. Pero todavía tenía a Jehová. El amo de la casa estaba muy enfermo. Él sufría mucho. Eliseo podía ayudarlo. Yo había escuchado que él hacía milagros. Incluso había resucitado a una persona. Sabía que Eliseo podía curarlo, y Jehová me dio el valor para hablar. Aunque estaba lejos de sus padres, esta niña demostró que tenía una fe fuerte. ¿Cómo la consiguió? Bueno, sin duda, sus padres le enseñaron a amar a Jehová y a confiar en él. Pero, a su corta edad, seguro que también había oído cosas que fortalecieron su fe. Por ejemplo, es probable que hubiera escuchado de los milagros de Eliseo. Gracias al espíritu de Jehová, este profeta había hecho muchos milagros, incluso había resucitado a un niño. Esta niña quizás pensó: “Si Jehová pudo resucitar a una persona, sin duda, también puede curar a mi amo de su grave enfermedad”. ¿A qué la impulsaron su fe y confianza en Jehová? A hablar con valor. Noten lo que le dijo a su ama en 2 Reyes 5:3: “Ella le dijo a su ama: ‘¡Ojalá mi señor fuera a ver al profeta en Samaria! Él lo curaría de la lepra’ ”. ¡Qué valiente! Y, como ella habló, Naamán fue a Israel. Allí buscó al profeta Eliseo. Fue humilde, siguió las instrucciones y se curó por completo de la lepra. Pero también ocurrió otra cosa importante: Naamán llegó a conocer al Dios verdadero. Y fíjense en lo que dijo. Está en 2 Reyes 5:15: “Ahora sé que no hay Dios en ninguna otra parte de la tierra excepto en Israel”. Además, prometió que no volvería a servir a ningún otro Dios que no fuera Jehová. ¡Qué contentos debieron sentirse todos cuando él volvió a casa! No solo se había curado de la lepra, sino que estaba alegre y feliz por servir a Jehová. Bueno, experiencias tan buenas como esta no solo ocurrieron en tiempos bíblicos. Veamos un ejemplo de ello en el siguiente video. Fijémonos en cómo demuestra fe fuerte una hermana que pasa por circunstancias muy difíciles. Me alejaron de mi hogar, de mi esposo, de mi familia espiritual. Me encarcelaron por mi fe. Era como estar en otro mundo. No era fácil ser valiente. Pedí muchas veces que me dieran una Biblia, y la respuesta era siempre no. Pero la Palabra de Dios ya estaba en mi corazón. Así que hice lo que más me gustaba: hablar del Reino de Dios. Al principio, muchos eran muy fríos conmigo cuando les predicaba. Pero el amor sincero y el calor de la Palabra de Dios empezó a derretir sus corazones. A veces, para hablar de mi fe necesitaba más valor del que pensaba que tenía, pero no más valor del que Jehová podía darme. No es fácil ver a las personas que hay tras las rejas y los uniformes. Pero la voluntad de Dios es que “toda clase de personas” lo conozcan. Así que les hablaba de mi Dios, Jehová. Sabía que, aunque estaba en prisión, Jehová me daría el valor para ayudar a otros. Y ahora me gustaría dirigirte las siguientes palabras a ti, joven. Tú también puedes tener una fe fuerte como la de la muchacha israelita y hablarles a otros acerca de Jehová. ¿Recuerdas las palabras de Romanos 10:13, 14? Es muy importante que las personas lleguen a conocer a Jehová. Pero ¿cómo pueden conocerlo y salvarse sin alguien que les predique? Tú también puedes ser valiente y fiel al predicar las buenas noticias. ¿Cómo? Estudiando las verdades de la Biblia y cultivando una fe fuerte en tu corazón. Así, podrás hacer lo mismo que hizo la hermana del video. ¿Recuerdas lo que dijo? “La palabra de Dios [...] estaba en mi corazón”. Por eso, aunque ella estaba en prisión y tenía muchísimos problemas, hizo lo que más le gustaba hacer: hablar del Reino de Dios. Otra cosa que puedes hacer es pedirle a Jehová más valor y fe. ¿Recuerdas qué más dijo la hermana? “A veces, para hablar de mi fe necesitaba más valor del que pensaba que tenía, pero no más valor del que Jehová podía darme”. Querido joven, ¡sé valiente! No tengas miedo de defender la verdad y de hablar de Jehová con otros: con tus compañeros de clase, con tus familiares no Testigos y con tus maestros. Eso puede darte buenos resultados. Por ejemplo, una maestra de aquí, de Estados Unidos, buscaba la respuesta a preguntas sobre el sentido de la vida, aunque no las encontraba. Pero, luego, una alumna de 12 años de su escuela le hizo a ella tres preguntas. La primera: “¿Sabía usted que soy testigo de Jehová?”. “Sí”. “¿Le gustaría saber más sobre los testigos de Jehová?”. “Sí”. Tercera pregunta: “¿Dónde vive usted?”. La hermanita de 12 años empezó a darle clases a su maestra, a ella le encantó lo que estaba aprendiendo, progresó muy bien y finalmente se bautizó. Esa hermana, la que era maestra, le ha servido a Jehová fielmente por muchas décadas. De hecho, lleva 40 años formando parte de la familia Betel de Estados Unidos. Así que, cuando hablamos con valor y demostramos fe, recibimos bendiciones. Recuerde que, en el caso de la niña israelita, si ella no hubiera hablado, Naamán nunca habría ido a Israel. Pero, gracias a ella, Naamán se curó y empezó a servir a Jehová. Hermanos, imitemos la fe fuerte que demostró aquella niña israelita prisionera, y Jehová nos dará a todos el valor que necesitamos para demostrar una fe fuerte incluso en las circunstancias más difíciles y angustiosas. El hermano Geoffrey Jackson presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe. María la madre de Jesús”.
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Harold Corkern: Imitemos a las mujeres de fe. La niña israelita prisionera
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Jehová le encargó a la joven María una tarea muy difícil. Era una asignación única, para la que necesitaba mucha fe. Tenía que cuidar y criar al Hijo unigénito de Dios, Jesucristo. ¡Qué gran honor se le concedió a María! Aun así, requirió mucha fe de su parte. No solo porque aquella era una gran responsabilidad que tendría que cumplir por muchos años. Sino porque, incluso antes de aceptar la asignación, ya tendría muchas preocupaciones. Por ejemplo, estaría preocupada por la reacción de sus amigos, sus vecinos, sus familiares y por supuesto su prometido, José. Al fin y al cabo, el ángel no le dijo: “No te preocupes, María, tranquila, yo le voy a decir esto a todos los implicados, para que nadie se moleste”. Sin duda, fue una tarea muy difícil y abrumadora para María. ¿Se imaginan cómo reaccionó a esa petición de Jehová? Lo que veremos a continuación nos ayudará a hacernos una idea. Estaba comprometida para casarme con José. Creía que íbamos a tener una vida sencilla y tranquila, pero de repente todo cambió. Yo sé que Dios a veces nos pide hacer cosas que son difíciles. Pero esto parecía imposible. No creíamos que pudiéramos lograrlo. Pero sabía que estaba segura en las manos de Jehová. Si nos manteníamos leales a él y cuidábamos de su querido Hijo lo mejor que pudiéramos, él siempre sería leal con nosotros y nos daría lo que necesitáramos. Como vimos, María solo quería tener una vida normal, tranquila, sencilla. Y, de repente, todos sus planes cambiaron. Seguro que en aquel momento esta joven pensó que no podría cumplir con su asignación, pero ¿cuál fue su reacción? Por favor, busquen conmigo en sus biblias Lucas 1:38. Vamos a ver cómo reaccionó María. Dijo: “ ‘¡Aquí está la esclava de Jehová! Que me suceda tal como has dicho’. Con eso, el ángel la dejó y se fue”. Así es, aceptó esta asignación difícil con humildad y fe absoluta. Tenía la seguridad de que Jehová estaría con ella y de que la ayudaría. Pero, ¿por qué tenía María una fe tan fuerte? Bueno, encontramos una pista si seguimos leyendo en el mismo capítulo, pero en el versículo 46. Lucas 1:46. Pero no voy a leer el versículo, sino la nota de estudio que está en la Biblia en inglés. Ahí dice: “Las palabras de alabanza de María que se encuentran en los versículos 46 a 55 contienen más de 20 referencias o alusiones a las Escrituras Hebreas [...]. Sus palabras demuestran su espiritualidad y su conocimiento de las Escrituras, así como su actitud agradecida. También revelan su profunda fe, ya que habló de Jehová como el que humilla al arrogante y poderoso y el que ayuda al humilde y pobre que quiere servirle”. Así es. María tenía fe porque tenía conocimiento de la Palabra de Dios, o de las Santas Escrituras que había en ese momento. Pero todo parece indicar que María no tenía copias de las Escrituras en su casa, así que seguramente debió memorizarlas cuando las leían en voz alta en la sinagoga. ¿No es impresionante? María guardó en su corazón todas estas citas de las Escrituras Hebreas. Por eso, cuando de forma espontánea se puso a alabar a Jehová, todas estas expresiones salieron porque ella las había guardado en su corazón. Está claro, la fe de María estaba fundamentada en la Palabra de Dios, y por eso Jehová pensó que era la adecuada para recibir esa asignación. Pero ¿y nosotros? ¿Cómo podemos imitar la fe tan fuerte que tenía María? Nosotros no tenemos asignaciones como la suya, pero también necesitamos una fe fuerte. Veremos un ejemplo de eso en el siguiente video. Cuando me lo dijeron, pensé: “Tiene que ser un error”. ¿Yo? ¿Encargado de un departamento en una asamblea internacional? Pensé que era demasiado para mí, pero recordé que había pensado lo mismo hace años cuando me pidieron que colaborara con un Comité de Socorro, y también cuando formé parte de un Comité de Enlace con los Hospitales. La verdad es que siempre me he sentido así cuando Jehová me ha dado una asignación. Pero he aprendido que él siempre está ahí para ayudarme. Así que, cada vez que Jehová me pide hacer algo que parece difícil, me recuerdo a mí mismo que tengo que orar, ser leal y tener fe, fe en que él me ayudará. ¿Cómo se sintió al ver a este hermano joven? Quizás se sintió identificado con sus palabras. “Cuando me lo dijeron pensé: ‘Tiene que ser un error’ ”. Seguro que algunos también nos hemos sentido así alguna vez. ¿Pero qué ayudó a este hermano? Recordó que en el pasado Jehová lo había ayudado cuando pasó por circunstancias parecidas. ¿Vieron que él se puso a pensar en cuando colaboraba con un Comité de Socorro? Y él estaba allí, tan joven, y todos los demás hermanos mirándolo, esperando que les diera instrucciones. ¡Eso intimida a cualquiera! ¿Y qué hay de cuando tuvo que hacer una presentación porque servía en el Comité de Enlace con los Hospitales? Él está ahí esperando solo en el pasillo..., y después viene esa chica y lo invita a entrar, aunque no parecía muy amigable que digamos. Y la verdad es que los médicos tampoco lo parecían. Asignaciones como esas pueden asustarnos un poco. Pero ¿qué mencionó el hermano? Dijo que lo que lo ayudó fue “orar, ser leal y tener fe”. Así, como María, nosotros también podemos tener una fe fuerte que le agrade a Jehová. Tenemos que ser personas humildes y confiar completamente en Jehová. Esa confianza debe ser como la que menciona el libro de los Salmos. Abran sus biblias en el Salmo 56:3, 4: “Cuando tengo miedo, pongo mi confianza en ti. En Dios —alabo su palabra—, en Dios pongo mi confianza; no tengo miedo. ¿Qué puede hacerme un simple hombre?”. Así es, igual que el salmista e igual que María, podemos confiar por completo en Jehová. Por lo tanto, demostremos una fe fuerte cuando recibamos asignaciones difíciles. Confiemos en Jehová, porque sabemos que él nos bendecirá como hizo con María. El siguiente discurso de esta serie será presentado por el hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción. El título del discurso es “Imitemos a las mujeres de fe. La mujer fenicia”.
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Geoffrey Jackson: Imitemos a las mujeres de fe. María la madre de Jesús
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Después de la Pascua del año 32, Jesús y sus discípulos estaban en Fenicia de Siria, al norte de la frontera de Israel. Incluso en esta zona fuera de Israel, Jesús no pasaba desapercibido. Por favor, abran su Biblia en Mateo 15, y pueden poner una marca allí. Mateo 15, desde el versículo 22. Una mujer griega, nacida en Fenicia, buscó a Jesús y le rogó que curara a su hija. Aquí dice que la niña estaba “cruelmente poseída por un demonio”. El versículo 23 dice que Jesús “no le contestó ni una sola palabra”. Después de un rato, sus discípulos le dijeron: “Dile que se vaya, porque no deja de gritar detrás de nosotros”. La madre era insistente. Y, en el versículo 24, Jesús explica por qué la estaba ignorando. Dijo: “Solo se me envió a las ovejas perdidas de la nación de Israel”. ¿Qué haría la mujer? ¿Se desanimaría por la respuesta de Jesús? ¿Perdería la fe? A continuación, veamos cómo la mujer fenicia demostró una fe extraordinaria. No, yo no era judía, pero me di cuenta de que aquel hombre, Jesús, no era un hombre común y corriente. Había oído de su poder para ayudar a otros, y mi hija estaba sufriendo. No aceptaría un no por respuesta, no podía. Ese hombre venía de Dios. Era el único que podía ayudarme. Yo tenía fe en Jesús. Cuando él se dio cuenta de la fe que tenía, me dijo: “Que se te cumpla lo que deseas”. ¡Y sucedió! Mi preciosa hija estaba sana y sonriendo de nuevo. Gracias a su fe, esta mujer se atrevió a acercarse a Jesús aunque sabía que los judíos tenían muchos prejuicios. Recuerden, ella era de origen griego y Jesús era judío. Pero, como acabamos de ver, ella había oído que Jesús tenía el poder para ayudar a otros, y se dio cuenta de que era un hombre de Dios. Notemos que en el 22 ella se dirige a Jesús como “Señor, Hijo de David”. Es decir, reconoció públicamente que él era el Mesías. Y, aunque al principio Jesús la ignoró y luego le explicó la razón, ella no se dio por vencida. Sigamos con el relato, en el versículo 25, para ver lo fuerte que era su fe. “La mujer vino, se inclinó ante él y le suplicó: ‘¡Señor, ayúdame!’ ”. Seguro que aquella súplica sincera conmovió a Jesús. Pero parece que Jesús quería probar su fe. Así que hizo lo mismo que haría un padre con su hijo. Quiso asegurarse de cuánto deseaba realmente lo que le acababa de pedir. Por eso le dijo lo que leemos en el versículo 26: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. A los griegos y los romanos les gustaba tener perros en casa como mascotas, y los niños jugaban con ellos. Así que la expresión que utilizó Jesús aquí, cuando dijo “perritos”, quizás le hizo pensar a la mujer en algo tierno y cariñoso. Al llamar “hijos” a los israelitas y “perritos” a los no judíos, Jesús seguramente quiso indicar un orden de prioridades. En cualquier casa donde hubiera hijos y perros, se alimentaría primero a los hijos. Así que quiso decir que se ocuparía de los judíos que lo merecieran antes de atender a los no judíos. En vez de ofenderse, la mujer entendió aquella comparación y dijo con humildad lo que dice el 27: “Cierto, Señor [...], pero la verdad es que los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus dueños”. ¡Qué respuesta tan bonita! ¿Y en qué resultó la fe tan grande de esta mujer? Versículo 28: “Entonces Jesús le respondió: ‘Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se te cumpla lo que deseas’. Y en ese momento su hija quedó sana”. Su fe se vio recompensada cuando Jesús curó a su hija. ¡Qué gran ejemplo de fe nos puso esta mujer! En el siguiente video, veamos cómo un joven que está empezando a hacerse amigo de Jehová necesita tener una fe fuerte como la de la mujer fenicia. Nunca imaginé que ocurriría. Por fin encontré lo que estaba buscando: ser amigo de Dios. Pero un día un compañero de trabajo me envió un artículo que supuestamente contaba lo que me habían ocultado los Testigos. Me sentí tentado a leerlo, pero entonces recordé el día en el que conocí a los testigos de Jehová. Me encantaba todo lo que me estaban enseñando de la Biblia: que el nombre de Dios es Jehová, que el Reino es un gobierno real y tantas otras cosas... ¿Por qué iba a querer saber lo que dicen de los testigos de Jehová sus enemigos? Pero mis amigos no veían las cosas como yo. Yo veía que los Testigos de verdad se aman unos a otros. Son una verdadera hermandad. Pero no era solo por las personas. Vi que esta era la verdad. No necesitaba saber lo que cuentan los enemigos de los testigos de Jehová. Yo había comprobado por mí mismo que adoran al Dios verdadero, Jehová. ¿Vieron cómo este joven reconoció que Jehová tiene una organización y puso fe en ella? Eso lo protegió para que las mentiras de nuestros enemigos no lo engañaran. ¿Verdad que su fe era como la de la mujer fenicia? Ella también reconoció que Jesús es el representante de Jehová y puso fe en él. Ahora surge la siguiente pregunta: “¿Cómo puedo yo tener una fe fuerte como la de la mujer fenicia?”. Igual que ella, tenemos que reconocer quiénes son los representantes de Jehová y colaborar con ellos. Jesús identificó a esos representantes en Mateo 24:45. Predijo que, en nuestros días, usaría al “esclavo fiel y prudente” para darnos el “alimento al tiempo debido”. ¿Por qué podemos tener una fe fuerte en que el Cuerpo Gobernante es “el esclavo fiel y prudente”? Analicemos tres razones. Primera: está claro que el espíritu santo guía a estos hermanos. Por ejemplo, ayuda al Cuerpo Gobernante a entender verdades bíblicas que antes no se entendían. Estos hermanos se sienten como Pablo, que en 1 Corintios 2:13 dijo: “Nosotros también hablamos de estas cosas, pero no usamos palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino [...] por el espíritu”. Segunda: vemos prueba de que los ángeles los apoyan. El Cuerpo Gobernante supervisa en todo el mundo la obra de predicar, en la que participan más de ocho millones de evangelizadores. El progreso de la predicación y de la obra de hacer discípulos, a pesar de la hostilidad en algunos países, solo es posible gracias al apoyo de una fuerza sobrehumana. La tercera es que el Cuerpo Gobernante confía en la Biblia. Algunas religiones cambian sus enseñanzas para adaptarlas a las creencias y opiniones de sus miembros. Pero nuestros queridos hermanos del Cuerpo Gobernante basan sus decisiones en la Palabra de Dios, y no en las ideas populares de este mundo. Así que estamos convencidos de que Jehová dirige al Cuerpo Gobernante mediante Jesucristo. Por eso tenemos que ser leales a estos hermanos fieles y a la organización de Jehová, pese a las mentiras que nuestros enemigos digan sobre ellos. ¿Qué ocurrirá si hacemos esto? Pensemos en el ejemplo de la mujer fenicia. ¿Fue recompensada por su gran fe? Sí, cuando Jesús curó a su amada hija. De igual manera, si usted demuestra una fe fuerte y sigue la guía de nuestro Líder, Jesús, él lo conducirá a la vida eterna. El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso: “Imitemos a las mujeres de fe. Marta”.
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Leonard Myers: Imitemos a las mujeres de fe. La mujer fenicia
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“Marta, Marta”. Marta era una mujer muy trabajadora y hospitalaria. La Biblia dice que “Jesús amaba a Marta, a su hermana [María] y a [su hermano] Lázaro”. Cuando Lázaro se enfermó, seguro que Marta hizo todo lo que pudo para que él se sintiera mejor. Estaba tan preocupada por la salud de su hermano que ella y su hermana María mandaron a decirle a Jesús lo que leemos en Juan 11:3. Ahí dice: “Señor, mira, tu querido amigo está enfermo”. Marta sabía que su hermano estaba muy grave. Seguro que se sentía desesperada al ver a Lázaro cada vez peor, hasta que murió. ¿Qué haría ahora esta fiel mujer? ¿Se dejaría llevar por la tristeza? ¿Permitiría que la desesperación la invadiera y debilitara su fe? A continuación, piense en Marta. Trate de imaginar el dolor que sintió cuando su hermano murió. Ni siquiera recuerdo lo que sucedió los primeros días después de la muerte de mi hermano. Mi hermana, María, y yo nunca habíamos sentido un vacío tan grande. Yo sabía que si el Señor hubiera estado allí mi hermano no habría muerto. Pero, a pesar de las lágrimas y del dolor, no tenía ninguna duda de que la resurrección era real; de que algún día, algún día, él volvería a vivir. ¿Quién se iba a imaginar que aquello sucedería aquel mismo día, delante de nuestros ojos? Lloramos de felicidad y le dimos gracias a nuestro amoroso Padre celestial, Jehová. La empatía nos ayuda a sentir el dolor y la tristeza que sintió Marta cuando Lázaro murió. La Biblia explica que Jesús fue al pueblo donde vivía esta familia, Betania. Pero, cuando llegó allí, Lázaro ya había muerto. De hecho, ya habían pasado cuatro días desde que murió. Cuando Jesús se encontró con Marta, ella expresó su fe en Jesús, en que podía haber curado a Lázaro, y creía que él aún podía hacer algo por su hermano. La Biblia muestra que ella también creía en la resurrección que habrá en el futuro. Seguro que Marta estaba pensando en todos los milagros que Jesús había hecho y en toda la gente a la que había curado. Y no tenía ninguna duda de que Jesús era el Cristo y que tenía el poder de hacer milagros. Leamos juntos lo que dice la Biblia sobre la fe que tenía Marta en la resurrección y de su confianza en Jesús. Lo encontramos en Juan 11:21-26. Dice lo siguiente: “Marta entonces le dijo a Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto’ ”. Con estas palabras, Marta no le estaba echando la culpa a Jesús, estaba haciendo un comentario. Después siguió diciendo: “ ‘Pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará’. Jesús le dijo: ‘Tu hermano se levantará’. Marta le respondió: ‘Yo sé que se levantará en la resurrección, en el último día’. Jesús le dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y nadie que esté vivo y demuestre fe en mí morirá jamás. ¿Crees tú esto?’ ”. En el versículo 27, leemos unas de las palabras más importantes que dijo Marta en toda su vida. Fíjense: “Ella le dijo: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo’ ”. ¡Cuánto debió valorar Jesús la fe que demostró su amiga Marta! Y, sin duda, Jesús también valora muchísimo la fe que nosotros demostramos en sus promesas. Ahora, en el siguiente video, veamos cómo la fe de una hermana le da consuelo. Cuando mi hijo murió, sentí como si una parte de mí también hubiera muerto. Intenté mantenerme ocupada, pero nada parecía tener sentido. En los peores momentos, las palabras de Jehová me consolaban. No pasa ni un solo día en el que no piense en Brandon. Pero no solo me vienen recuerdos, sino que cada vez pienso más en lo maravilloso que será verlo de nuevo en el nuevo mundo. ¿Verdad que nos entristece ver el dolor de la hermana al perder a su hijo y también ver el dolor de cualquiera en la congregación cuando pierde a un ser querido? En el video, vimos cómo la hermana imitó la fe de Marta al confiar completamente en Jehová y también al acudir a él en oración. Como Marta, podemos fortalecer nuestra fe en la resurrección. Lo hacemos al analizar con cuidado todo lo que dice la Biblia sobre el tema. Pensemos en todas las pruebas que demuestran que Jesús resucitó. La Biblia dice claramente que, después de su muerte y resurrección, Jesús “se les presentó” a sus discípulos. También se le apareció a Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo. En su primera carta a los corintios, Pablo menciona que hubo “más de 500 hermanos” que vieron a Jesús resucitado. Y, para demostrar que no eran solo rumores, Pablo dijo que la mayoría de aquellos hermanos todavía estaban vivos para cuando escribió la carta. Así es, eran testigos oculares que podían confirmar que Jesús fue resucitado de entre los muertos. Y pensemos en la bonita promesa bíblica que se nos hace. La encontramos en Apocalipsis 21:3, 4. Ahí dice que llegará el día en que “la muerte ya no existirá”. Pensemos en estas palabras. ¿Quién es el que dice aquí en Apocalipsis 21:3,4 que la muerte ya no existirá? Nada más y nada menos que Jesucristo, ya resucitado. Es bueno que imitemos a Marta y tengamos una fe fuerte cuando perdamos a un ser querido. No, no es nada fácil. Duele mucho. Pero podemos lograrlo, porque sabemos que esta vida no es todo lo que hay. Los cristianos verdaderos debemos tener fe en la resurrección, fe en que los muertos volverán a vivir, y fe en que la muerte será eliminada en el nuevo mundo. Jehová y su Hijo recompensaron la fe de Marta, María y Lázaro. Y nos recompensarán a nosotros si tenemos una fe fuerte como la que tuvo Marta. El hermano Gerrit Lösch, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el discurso final de esta serie, “Imitemos a las mujeres de fe. Ejemplos de la actualidad”.
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William Malenfant: Imitemos a las mujeres de fe. Marta
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A lo largo de los años, muchas hermanas han demostrado una fe extraordinaria. La hermana Matsue Ishii fue una de ellas. Nació en Japón en 1909. Y, aunque creció en una familia budista, tenía mucho interés en aprender de la Biblia. En 1918, la gripe española azotó la zona donde vivía, y vio muchos ataúdes con cadáveres. Su hermana mayor y ella también se contagiaron de la gripe, y una semana después su hermana murió. Ella se preguntaba: “¿Por qué muere la gente? ¿Qué les pasa cuando mueren?”. En 1928, cuando Matsue tenía 19 años, su padre concertó su matrimonio con Jizo Ishii, un budista acérrimo. Matsue conoció la verdad en Osaka gracias al libro El Arpa de Dios. El libro se lo dio un hermano que vivía cerca de ella en una casa que pertenecía a la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia. Matsue se bautizó en marzo de 1929, y su esposo, Jizo, se bautizó poco tiempo después. En junio de 1939, cuando Matsue tenía 30 años, ella y su esposo fueron arrestados y fueron separados el uno del otro. Aquello fue una prueba de fe para ella. Matsue comentó que estuvo a punto de morir después de pasar casi un año confinada y aislada. La liberaron a finales del año 1944 y se reencontró con Jizo cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Tanto ella como su esposo se habían mantenido leales a Jehová. Ahora hablemos de otro ejemplo muy animador. Situémonos justo después de la Segunda Guerra Mundial, pero muy lejos de Japón, en Estonia, al noreste de Europa. Ella Toom conoció la verdad en abril de 1945 y se bautizó en agosto de 1946, cuando tenía 20 años. El Gobierno comunista la arrestó el 27 de diciembre de 1950, y fue condenada y encarcelada. Después de un tiempo, la mandaron al infame campo de trabajos forzados de Vorkutá, en Rusia, más allá del círculo polar ártico. Y luego a otro campo de prisioneros a 400 kilómetros, o 250 millas, al sureste de Moscú. Las hermanas de aquel campo no dejaron sus actividades espirituales. Hacían copias en miniatura de La Atalaya, las metían en barras de jabón y volvían a sellar el jabón. Eso requería mucha fe. Ella no tuvo que cumplir los 13 años de condena, ya que fue liberada el 4 de mayo de 1956, después de cinco años y medio. Al año siguiente, se casó con el hermano Lembit Toom. Sin embargo, el Gobierno siguió haciendo redadas y arrestando a los Testigos hasta que nuestra obra se legalizó en Estonia en 1991. A continuación, veamos algunos otros detalles de las vidas de estas dos mujeres de fe: Matsue Ishii y Ella Toom. Me habían mantenido incomunicada en prisión por casi un año en una celda pequeña, sucia e infestada de insectos. Cinco años y medio después de mi arresto, me pusieron en libertad. Si realmente confiamos en Jehová, lo amamos de verdad y le suplicamos que nos ayude, no nos abandonará, tal como no me abandonó a mí. Me detuvieron y me llevaron a la comisaría para interrogarme. Uno de los interrogadores me pidió que firmara un documento en el que declaraba que dejaría de predicar. Le dije: “Preferiría vivir en la cárcel y mantener intacta mi relación con Dios a estar libre y perder su aprobación”. Siempre he estado decidida a seguir el consejo de la Biblia: “Confía en Jehová y haz el bien”. He aprendido que, si hacemos esto, Jehová nos concederá los deseos de nuestro corazón. ¿Cómo demostraron fe la hermana Ishii y la hermana Toom? Por favor, busquemos el Salmo 37. La hermana Ishii tenía fe en que Jehová nunca la abandonaría, en armonía con el Salmo 37:25, que dice: “Fui joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto a un justo abandonado ni a sus hijos buscando pan”. Su fe la ayudó a aguantar cuando se puso a prueba su lealtad a Jehová. El 21 de junio de 1939 arrestaron a nuestra hermana, la llevaron a la estación de policía y la metieron en una celda oscura que tenía el techo cubierto de hollín. Poco después, la transfirieron a otro lugar y la incomunicaron totalmente. También arrestaron a su esposo, y no pudo verlo sino hasta después de la guerra. “Casi me muero en esa celda”, dijo ella. Pero también tuvo que pasar por otra prueba. Cuando la interrogaron, los oficiales le dijeron que Junzo Akashi, que en aquel entonces era el superintendente de la sucursal de Japón, había abandonado la verdad. La hermana Ishii contestó: “Akashi es solo un hombre imperfecto [...]. Él ya no es mi hermano”. Y la hermana Ishii se mantuvo leal. De igual forma, la hermana Toom, de Estonia, se negó a transigir o a abandonar su fe. Para poder aguantar las pruebas, ella oraba y meditaba en principios bíblicos como el que se encuentra en el Salmo 119:97, 98. Vamos a leerlo juntos: “¡Cuánto amo tu ley! Reflexiono en ella todo el día. Tu mandamiento me hace más sabio que mis enemigos porque siempre está conmigo”. En el año 1949, los comunistas arrestaron a Ella Toom y se la llevaron para interrogarla. Ella cuenta: “Me obligaron a quitarme toda la ropa mientras unos policías jóvenes miraban boquiabiertos. Me sentí humillada, pero le oré a Jehová, y eso me trajo paz y tranquilidad de corazón. Luego me pusieron en una celda tan pequeña que no podía ni acostarme, y solo me sacaban para los interrogatorios. Los policías me decían: ‘No te estamos pidiendo que niegues la existencia de Dios. Solo deja tu tonta predicación. Puedes tener un futuro prometedor’. Y después venía la amenaza: ‘¿Quieres vivir, o prefieres morir con tu Dios en los campos de Siberia?’ ”. Ella continúa: “Por tres días no me permitieron dormir entre un interrogatorio y otro, pero logré soportarlo gracias a que meditaba en los principios bíblicos. Por último, uno de los interrogadores me pidió que firmara un documento en el que declaraba que dejaría de predicar. ‘He pensado mucho en este asunto —le dije—, y preferiría vivir en la cárcel y mantener intacta mi relación con Dios a estar libre y perder su aprobación’ ”. Ante eso, el hombre le gritó a Ella: “¡Tonta! ¡A todos ustedes los vamos a arrestar y mandar a Siberia!”. Pero, para su sorpresa, la liberaron a medianoche. Aun así, tiempo después la volvieron a arrestar. En el siguiente video, notemos cómo un hermano demuestra una fe como la de las hermanas Ishii y Toom. Al ver que el mundo iba de mal en peor, me puse a estudiar la Biblia más profundamente. Quería ser valiente, como lo fueron muchos hermanos en el pasado. “Los que siguieron fieles no tenían aptitudes especiales ni se destacaban. Ciertamente todos debemos confiar siempre en Jehová con todo el corazón”. Me aprendí textos bíblicos de memoria. Sabía que eso fortalecería mi fe y me prepararía para lo que estaba a punto de pasar. Debido a las nuevas restricciones impuestas a los testigos de Jehová, esta semana las autoridades están llevando a cabo una nueva ola de arrestos. Todo esto solo 14 días después de que el Tribunal Supremo... “Confía en Jehová y haz el bien; vive en la tierra y actúa con fidelidad. Haz de Jehová tu mayor deleite, y él te concederá los deseos de tu corazón”. Aunque tuvimos que ser más discretos, nunca dejamos de predicar. Tuvimos que enfrentarnos a muchas dificultades, pero, como teníamos la Palabra de Dios en el corazón, pudimos ser fieles hasta el final. ¿Cómo podemos imitar los ejemplos que vimos en esta serie de discursos? ¿Cómo puede imitar a Sara? Fortalezca su fe meditando en todas las cosas buenas que Jehová ha hecho por su pueblo y por usted. ¿Cómo puede imitar a Rahab? Póngase de parte de la adoración verdadera sin dudarlo, aunque todavía no sepa muchas cosas sobre Jehová. ¿Cómo puede imitar a Ana? Fortalezca su fe fijándose en cómo responde Jehová a sus oraciones. ¿Cómo puede imitar a la niña israelita prisionera? Joven, demuestra tu fe predicándoles a tus compañeros de clase, a tus maestros y a tus familiares no Testigos. También puede imitar a María la madre de Jesús. ¿Cómo? Fortaleciendo su fe y confiando en Jehová. Examine con cuidado la Biblia y medite en ella. ¿Cómo puede imitar a la mujer fenicia? Reconozca a quienes Jehová está usando para hacer su voluntad y colabore con ellos. ¿Cómo puede imitar a María la hermana de Lázaro? Fortalezca su fe leyendo la Biblia y meditando en las maravillosas promesas de Jehová. La Biblia dice: “María [...] se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando lo que él decía”. ¿Y cómo puede imitar a las hermanas Ishii y Toom? Deje que el poder de la Palabra de Dios lo ayude a aguantar lealmente. Cuando meditamos en todos los ejemplos de la gran “nube de testigos” que nos rodea, podemos correr “con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”, como nos anima a hacer Hebreos 12:1. Igual que Jehová recuerda a estas mujeres de fe, también puede recordarnos a nosotros, incluirnos en su libro, que se menciona en Malaquías 3:16, y bendecirnos por toda la eternidad.
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Gerrit Lösch: Imitemos a las mujeres de fe. Ejemplos de la actualidad
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¿Alguna vez ha recibido un e-mail de una fuente desconocida diciéndole que tiene buenas noticias? “¡Acaba de ganar un premio! Haga clic en el enlace para recibirlo”. O una llamada telefónica de alguien que le dice que tiene muy buenas noticias. “Acaba de ganar algo muy caro. Pero es ahora o nunca. Lo único que tiene que hacer es dar sus datos personales”. Lamentablemente, estas noticias tan emocionantes no suelen ser ciertas, ¿verdad? Esto demuestra que, independientemente de la forma en la que nos lleguen, muchas de las noticias que recibimos hoy día son falsas, engañosas y a menudo decepcionantes. Y es que el mundo está saturado de malas noticias. Muchas veces ver las noticias nos deja alterados, tristes, o hasta asustados. Por eso, no es raro que muchas personas al recibir buenas noticias desconfíen de ellas, porque piensan que, si algo es demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea. Es cierto que la Biblia dice que debemos tener cuidado y no creernos cualquier noticia. Pero la Biblia también dice que hay noticias, buenas noticias, en las que podemos confiar. Por favor, busquen conmigo en la Biblia el libro de Marcos. Marcos 1:14, 15 dice: “Después de que arrestaron a Juan, Jesús fue a Galilea a predicar las buenas noticias de Dios. Decía: ‘El tiempo fijado se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas noticias’ ”. “Tengan fe en las buenas noticias”. Ese es el título de este discurso. Para entender mejor las palabras de Jesús, tenemos que responder tres preguntas: primero, ¿qué son las buenas noticias? Segundo, ¿por qué podemos tener fe en ellas? Y, tercero, ¿cómo podemos desarrollar esa fe? Conocer las respuestas nos ayudará a tener fe en las buenas noticias y a tener una vida con verdadero propósito. Analicemos la primera pregunta: ¿a qué buenas noticias se estaba refiriendo Jesús? Volvamos a la Biblia, esta vez al evangelio de Lucas. Lucas 8:1: “Poco después, él fue de ciudad en ciudad y de aldea en aldea predicando y anunciando las buenas noticias del Reino de Dios. Con él iban los Doce”. ¿Cuáles son las buenas noticias que Jesús predicó? El versículo dice: “Las buenas noticias del Reino de Dios”. Así que un aspecto importante de las buenas noticias es lo que tiene que ver con el Reino de Dios. Este Reino es un gobierno real en el cielo, con un rey celestial y súbditos en la Tierra. Jesús dedicó su vida como adulto en la Tierra a predicar y anunciar que el Reino de Dios es la única solución a los problemas de la humanidad. ¿Y cómo lo hizo? Con las herramientas más sencillas: su boca y sus pies. Él caminó sin parar de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, cientos de kilómetros por caminos de tierra, a veces sin comer, para llevarles el mensaje a las personas. Incluso preparó a sus discípulos para que ellos llevaran estas buenas noticias a otras ciudades y aldeas a las que él no llegaría. Quizás se pregunte: “¿Por qué deberían estas buenas noticias que Jesús predicó hace más de 2.000 años interesarnos a nosotros hoy?”. Porque el mensaje de esas buenas noticias incluye la promesa de bendecir en el futuro a los seres humanos obedientes que vivan bajo el Reino de Dios. Esto debería interesarnos a todos. Nos afecta a usted y a mí. Y las bendiciones del Reino cambiarán por completo nuestra vida. Veamos algunos ejemplos. El primero tiene que ver con nuestra salud. Por favor, busquen conmigo el libro de Isaías. Isaías 33, y leeremos la primera parte del versículo 24. Isaías 33:24: “Y ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. Es una frase muy sencilla, pero ¿alguna vez ha pensado en lo que implica? Nunca tener que volver a decir o escuchar a alguien decir “estoy enfermo”, “no me encuentro bien”, “creo que tengo algo malo”. Piense en los millones de personas que se han enfermado durante la pandemia, en los millones de personas con discapacidades y en todas las enfermedades que hay: las enfermedades comunes, las enfermedades raras, las que pueden ser mortales, crónicas, degenerativas... y aquellas en las que parece que estás bien por fuera pero por dentro cada día es una lucha. Bajo el Reino de Dios, todo eso: todas las discapacidades, todas las enfermedades, todos los problemas de salud... dejarán de hacer sufrir a la humanidad; eso será cosa del pasado. Y para que se haga una idea de lo maravillosa que será la vida cuando se cumpla esta promesa, aunque usted ahora mismo no tenga ninguna enfermedad, piense en cómo sería su vida si no existiera el dolor. Ahora sentimos dolor si estamos mucho tiempo de pie, si estamos mucho tiempo sentados, si caminamos mucho, si dormimos demasiado... Saber que no habrá dolor y que cada día que pase nos sentiremos cada vez mejor... ¿no es una buena noticia? Eso es exactamente lo que experimentaremos cuando se cumpla la promesa “ningún habitante dirá estoy enfermo”. Veamos ahora otra promesa. Todos los cabezas de familia queremos cuidar de los nuestros y cubrir sus necesidades. Pero a menudo es difícil conseguirlo. ¿Cuántas veces ha estado preocupado por conseguir o mantener un empleo? Pues piense en cómo se sentirá cuando estas palabras sean una realidad. Seguimos en Isaías, esta vez en el capítulo 65, versículos 21 y 22: “Construirán casas y vivirán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán casas para que otros vivan en ellas ni plantarán para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los días de un árbol, y mis escogidos disfrutarán al máximo del fruto de su trabajo”. ¿Cuál es la promesa? Nadie estará sin techo ni desempleado. Y en ninguna parte de estos versículos encontramos las palabras hipoteca o alquiler. Cuando el Reino gobierne la Tierra, todos tendremos la satisfacción de ser dueños de nuestra propia casa. ¿Se imagina la satisfacción que sentirá cuando pueda vivir en una casa construida por usted mismo y de trabajar con sus propias manos para cuidar a su familia? Será una maravilla, ¿verdad? Y, si vamos a plantar nuestras propias viñas, es porque habremos recibido otra bendición: alimento en abundancia. La Biblia describe esto de una forma muy bonita en el libro de los Salmos. Salmo 72:16: “En la tierra habrá grano en abundancia, [...] abundancia en las cumbres de las montañas. Los frutos del rey crecerán como en el Líbano, y en las ciudades la gente florecerá como la vegetación de la tierra”. Todos hemos visto esas imágenes terribles de niños hambrientos y desamparados. Y en la pandemia puede que hayamos visto las largas filas para recibir comida. Pero, bajo el gobierno de Dios, a nadie le faltará alimento, ni pasará hambre. La pobreza y la escasez de alimento desaparecerán. ¡Y qué cuadro tan hermoso nos pinta este versículo de cómo la Tierra producirá alimento en abundancia! Dice que en las montañas habrá grano desde las laderas hasta arriba, hasta las cumbres. ¿Se da cuenta de cuántas cosas buenas nos esperan? Para cumplir la siguiente promesa, Dios utilizará su poder de crear y hará uno de los mayores milagros de la historia. Volvamos a Isaías. Isaías 25:8. Aquí dice: “Él eliminará la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová secará las lágrimas de todos los rostros. Quitará de toda la tierra la deshonra de su pueblo, porque Jehová mismo lo ha dicho”. Para muchos, esta es la mejor noticia de todas. ¡Qué alegría sentiremos cuando la muerte haya desaparecido para siempre! Todos los que hemos perdido a alguien a quien queríamos mucho sabemos el vacío, la angustia, las dolorosas cicatrices que provoca la muerte. Es algo que nos afecta a todos. ¿A cuántos funerales ha tenido que asistir durante la pandemia? Para algunos es demasiado duro pensarlo. Un hermano dijo lo siguiente: “Ya no estoy deseando que lleguen los sábados. Parece que el sábado ahora es el día para los discursos de funeral”. Podemos entenderlo ¿verdad? Pero ¿vio lo que dice la Biblia? Dice que Dios “eliminará la muerte para siempre”. Él va a acabar con ella, desaparecerá para siempre. ¡Qué felices seremos cuando eso ocurra! Pero las buenas noticias no acaban ahí, porque Jehová no solamente eliminará la muerte, sino que hará algo más. Veámoslo en el capítulo 26, el versículo 19. Dice: “Tus muertos vivirán. Mis cadáveres se levantarán. ¡Despierten y griten de alegría, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de la mañana, y la tierra dejará que los que están impotentes en la muerte vuelvan a vivir”. Estamos hablando de la resurrección. Nuestros seres queridos volverán a vivir. ¿Se fijaron en la frase “despierten y griten de alegría”? Es interesante cómo traduce esta frase otra versión de la Biblia: “Los que duermen en la tierra se despertarán y darán gritos de alegría”. ¿Verdad que eso describe muy bien el estado en que se encuentran nuestros seres queridos? Están durmiendo. Tal como un bebé que no ha nacido está protegido en el vientre de su madre, los muertos están en el lugar más seguro que existe, totalmente seguros y protegidos en la memoria de Jehová. Y en su debido momento volverán a la vida. Y podemos estar allí, podemos estar allí para darles la bienvenida, tal como cuando nace un bebé su familia lo recibe con alegría. Nos esperan bendiciones maravillosas. Y estas bendiciones de las que hemos hablado son solo unos cuantos ejemplos de las buenas noticias. El Reino de Dios conseguirá muchísimo más. Según el Salmo 46:9, las guerras dejarán de existir. En Apocalipsis 11:18 hay una advertencia para cualquiera que esté contaminando la tierra, el aire o el agua, o que esté acabando con la vida salvaje. Dios promete que destruirá “a los que están destruyendo [o contaminando] la tierra”. Ya tenemos la respuesta a la primera pregunta. ¿Qué son las buenas noticias? Las buenas noticias son las noticias sobre el Reino de Dios. Este gobierno celestial gobernará a la humanidad obediente y traerá muchísimas bendiciones. Así que nos esperan bendiciones maravillosas, ¿se le ocurren noticias mejores que estas? ¿No cree que vale la pena estudiar estas promesas de Dios? Claro que sí. Pero a algunos les pasa esto: les cuesta aceptar la idea de que se pueda vivir para siempre en condiciones como estas, especialmente cuando piensan en cómo es la vida en la actualidad. ¿Qué pasa si a alguien le cuesta creer estas buenas noticias, si piensa que son demasiado buenas para ser verdad? Pues la segunda pregunta tiene que ver exactamente con esto: ¿por qué podemos tener fe en las buenas noticias? En otras palabras, ¿por qué podemos estar seguros de que estas cosas de las que hemos hablado, estas promesas de Dios, son confiables y se van a cumplir? Bueno, como pasa con cualquier noticia o información que recibimos, primero tenemos que asegurarnos de que la fuente sea confiable. Las buenas noticias vienen directamente de Dios, Jehová. Vamos a ver lo que dice la Biblia sobre él. Busquen conmigo la carta a Tito. Tito 1:1, 2: “De Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo según la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento exacto de la verdad, que está de acuerdo con la devoción a Dios y que se basa en la esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió hace mucho tiempo”. Así que podemos estar seguros de que estas promesas se cumplirán, porque tenemos base para ello, pues como acabamos de ver en la Biblia “Dios, que no puede mentir”, es el que hizo estas promesas. ¿Esto qué significa exactamente? Vamos a poner un ejemplo. Supongamos que le pide a un amigo que vaya a buscarle a su casa, y él le dice: “No hay problema, estaré allí a las siete”. Pero, en cuanto lo dice, usted ya sabe que no llegará antes de las siete y media, o las ocho. Todos conocemos a alguien así, ¿verdad? Pero ¿por qué sabemos esto sobre nuestro amigo? Probablemente por lo que ya ha hecho en el pasado. Si nuestro amigo, aunque tiene buenas intenciones, siempre llega tarde, nos ha dado razones para dudar de lo que dijo. Claro, somos humanos e imperfectos. Pero el punto es que lo que hayamos hecho en el pasado determinará si somos confiables. ¿Y qué podemos decir de nuestro Dios todopoderoso? ¿Qué podemos decir de Jehová, la fuente de las buenas noticias, el que no puede mentir? Si examinamos lo que ha hecho en el pasado, veremos que tenemos razones para confiar en él. Él ha cumplido el 100 % de sus promesas. No ha fallado ni una. Y sus profecías no se cumplen de manera general, se cumple hasta el último detalle. Por ejemplo, el profeta Isaías predijo que la poderosa ciudad de Babilonia sería destruida, pero además dio detalles específicos de cómo sería conquistada: las aguas del río se secarían, las puertas se quedarían abiertas, hasta dijo el nombre del que la conquistaría unos 200 años antes de que sucediera. Y la historia confirma que cada detalle de esta profecía se cumplió. Incluso se predijo que Babilonia acabaría en ruinas y que nunca volvería a ser habitada. Y así ha sido hasta el día de hoy. Y esta es solo una de muchas profecías. Cuando sacamos tiempo para investigar, podemos estudiar otras profecías, como la de cuántos años estaría desolada la tierra de Judá, el año exacto en el que vendría el Mesías, dónde nacería, qué haría, cómo moriría y sería resucitado... Todas se cumplieron al pie de la letra. El hecho de que tantas profecías de la Biblia ya se hayan cumplido demuestra que podemos confiar en lo que la Biblia dice sobre el futuro. Hay otra razón por la que podemos tener fe en las buenas noticias. Volvamos a la Biblia, esta vez a Mateo 9:35: “Y Jesús comenzó a recorrer todas las ciudades y aldeas. Iba enseñando en sus sinagogas, predicando las buenas noticias del Reino y curando todo tipo de enfermedades y todo tipo de dolencias”. Ya dijimos antes lo mucho que se esforzó Jesús por predicar las buenas noticias. Pero, además, cuando visitaba aquellas ciudades y aldeas no solo predicaba, sino que gracias al poder de Dios hacía milagros que demostraban que aquellas buenas noticias eran confiables. Y algunos de esos milagros fueron vistos por miles de personas, por eso ni siquiera sus enemigos podían negarlos. Hasta ahora hemos visto qué son las buenas noticias: las noticias sobre el Reino. También hemos visto por qué podemos tener fe en las buenas noticias. La fuente de las buenas noticias es Jehová, un Dios que no puede mentir y que siempre ha cumplido todas sus promesas. Además, el Hijo de Dios, Jesucristo, el Rey de ese Reino, nos dio una garantía cuando estuvo aquí en la Tierra al demostrar que puede curar las enfermedades y las dolencias. Hoy día, hay millones de personas de diferentes antecedentes que han sacado tiempo para estudiar las promesas del Reino de Dios. Han visto que son confiables, y estas buenas noticias les han ayudado. Sus vidas han mejorado, y ahora tienen una esperanza para el futuro. Le invitamos a ver el siguiente video. Verá cómo se han beneficiado algunos de las buenas noticias. El miedo y la guerra eran algo normal en mi país de origen. Tenía muchas preguntas. ¿Por qué tiene que morir la gente joven? ¿Por qué tienen que pasar mis hijos por esto? Dios no nos creó para estar en guerra. Los líderes de mi iglesia siempre me decían que era la voluntad de Dios. Huir de mi país fue horrible. Más de una vez creí que íbamos a morir. Al final llegamos a Alemania, y estaba convencida de que allí podría encontrar la respuesta a mis preguntas. Fui a diferentes iglesias, pero no obtuve respuestas. Yo les decía: “Estoy buscando algo. No sé lo que es, pero ustedes no me están dando lo que busco”. Algunas veces pensaba que estaba buscando algo que nadie sería capaz de darme. Un día, una mujer alemana se acercó y me habló en árabe. Fue realmente increíble. Nunca había tenido una buena opinión de los testigos de Jehová. Pensé que no tendría nada interesante que enseñarme, pero le di una oportunidad. Y respondió todas mis preguntas con mucha lógica. En mi país de origen hay personas de diferentes religiones y nacionalidades que se odian y se pelean. Pero en las reuniones de los testigos de Jehová he visto que todo tipo de personas pueden vivir en paz unos con otros si conocen a Dios. Él nos da amor y paz. Por fin encontré lo que estaba buscando. Yo llevaba una vida sin normas. Me emborrachaba, fumaba mucho y era adicto al juego. Era un completo desastre. Mi esposa quería separarse de mí. Aquella época fue horrible. Mi esposa empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Yo tenía muchas dudas, pero empecé a observar una cosa que me hizo verlo todo de una manera diferente. Tanto mi esposa como mis hijos eran más tranquilos, más serenos, más felices. Por eso, yo también empecé a estudiar la Biblia. Me di cuenta de que Jehová nos ama a cada uno de nosotros individualmente. Eso me dio una esperanza real para el futuro. Todo lo que yo estaba aprendiendo al estudiar la Biblia me ayudó a entender que obedecer a Jehová siempre es lo mejor para nosotros. Eso me ayudó a dejar los malos hábitos, a tratar mejor a mi familia y a respetar a mi esposa. Si Jehová no me hubiera buscado y traído a su pueblo, si yo no hubiera llegado a conocerlo, mi familia estaría rota. Pero hoy somos una familia feliz, una familia unida, más unida que nunca. Solamente Jehová podía hacer un milagro como este. Contestemos ahora la última pregunta: ¿cómo podemos desarrollar fe en las buenas noticias? Al igual que la hermana del video, puede que estemos pasando por situaciones en la vida que nos lleven a querer buscar respuestas. Pero podríamos encontrar información que diga cosas que no son ciertas sobre Dios. Así que vuelve a surgir la pregunta: ¿Cómo podemos saber en qué cosas podemos creer? La Biblia nos da la respuesta. Busquemos Hebreos 11:1. Aquí dice: “La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera, la prueba convincente de que existen realidades que no se ven”. ¿Se fijó en qué dice que debe basarse nuestra fe? Debe basarse en “pruebas convincentes”. Eso nos ayuda a ver que la verdadera fe no es credulidad. Igual que con los estafadores y los engaños de los que hablamos al principio, no nos creemos las cosas simplemente porque suenan bien. No, como dice el texto, debe haber pruebas convincentes de que las cosas que no se ven existen. Supongamos que un niño pregunta: “¿Cómo sabemos que el aire existe?”. No podríamos decirle: “Pues porque es así. Y ya está”. No, tendríamos que ayudar al niño a ver las pruebas de que el aire existe: como el hecho de que puede tomar y expulsar aire, los efectos del viento... y ejemplos así. Y, cuando el niño vea que hay pruebas convincentes, podrá aceptar la existencia de algo que no puede ver, en este caso, el aire. Pues lo mismo debe pasar con la fe. Debe basarse en pruebas sólidas y convincentes. Los testigos de Jehová de todo el mundo tienen fe en las buenas noticias. Han estudiado las promesas de la Biblia y han visto las pruebas por ellos mismos. Igual que el hermano del video, también hemos visto que las buenas noticias han mejorado nuestra vida y que son una prueba de que Jehová, nuestro Dios, nos ama. Algunos de los que están escuchando este programa quizás conocen a los Testigos desde hace poco, y queremos que sepan que estamos muy contentos de que hayan sacado tiempo para verlo. Y es posible que también tengan preguntas, y necesitan respuestas, respuestas confiables. Si es su caso, deles una oportunidad a los Testigos, la oportunidad de ayudarle a encontrar las respuestas en la Biblia. Cuando hable con ellos, pregúnteles qué les llevó a creer en las buenas noticias y por qué tienen fe en ellas. Y, cuando tenga más fe, se dará cuenta de lo importante que es este mensaje. Se sentirá motivado a hacer los cambios necesarios en su vida. Sentirá una felicidad tan grande que tendrá muchísimas ganas de compartir todo lo que haya aprendido con otros. Y eso es bueno, porque al hacerlo fortalecerá su fe en lo que dice la Biblia. Después de todo lo que hemos analizado, ¿a qué conclusión llegamos? Si tenemos fe en las buenas noticias, estaremos convencidos de que todo lo que dice Jehová es cierto y se cumplirá sin falta. Y lo demostraremos con nuestras acciones. En este mundo saturado de tantas malas noticias, le damos las gracias a Dios por darnos razones para confiar en sus buenas noticias y por demostrarnos que nos quiere y que se preocupa por cada uno de nosotros. Estas noticias no son demasiado buenas para ser ciertas. Se harán realidad muy pronto. Tengamos fe en las buenas noticias. Si nos acercamos a Dios, experimentaremos de primera mano el amor de Jehová, porque él recompensa a todos los que lo buscan con fe.
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William Turner: Discurso público: “Tengan fe en las buenas noticias”
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2021-09-13T16:29:21.081Z
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Un edificio que esté construido con hormigón armado puede aguantar fuertes terremotos. Un árbol con raíces fuertes y profundas puede permanecer de pie aunque tenga que soportar muchas tormentas. Un atleta, después de un riguroso entrenamiento, puede acabar con éxito un decatlón, una competencia de atletismo de 10 pruebas. Bueno, tal como un edificio, un árbol o un atleta pueden ser poderosos, los siervos de Jehová también podemos ser poderosos gracias a la fe. En este discurso hablaremos de cómo la fe —que viene del espíritu santo, la fuerza más poderosa del universo— puede fortalecernos para superar cualquier —y repito, cualquier— prueba, problema o tentación que se nos presente. Y, aunque no nos sintamos poderosos física o emocionalmente, la fe nos hace poderosos en sentido espiritual. Y el poder espiritual es mucho más valioso que el físico o el emocional. Si somos fuertes espiritualmente, seremos como Abrahán. Busquemos juntos Romanos 4 y veamos qué dice sobre Abrahán, desde el versículo 18: “Aunque no había esperanza, se basó en la esperanza y tuvo fe en que sería padre de muchas naciones, tal como se había dicho: ‘Así de numerosa será tu descendencia’. Y, aunque su fe no se debilitó, sí se daba cuenta de que su cuerpo ya estaba como muerto (pues él tenía unos 100 años) y de que la matriz de Sara también estaba muerta. Pero, a causa de la promesa de Dios, no dudó por falta de fe”. “Más bien”, noten, “se hizo poderoso por su fe, de modo que le dio gloria a Dios y estuvo plenamente convencido de que Dios [Jehová] podía hacer lo que le había prometido”. Aunque Abrahán tenía casi 100 años, y probablemente a veces se sintiera débil física y emocionalmente, su fe lo hizo poderoso. De hecho, su fe lo hizo tan poderoso que estaba segurísimo de que se cumpliría la promesa tan extraordinaria de que Sara, su esposa, con 90 años, daría a luz un hijo. Estaba totalmente convencido. Y, aunque aquello parecía imposible desde un punto de vista humano, él no tenía la más mínima duda. De la misma manera, si tenemos una fe fuerte, estaremos seguros de que todas las promesas de Jehová se cumplirán, sin importar lo extraordinarias que parezcan. No vamos a tener ni la más mínima duda. Teniendo presente el ejemplo de Abrahán, piense en un siervo de Jehová muy mayor y con enfermedades crónicas. Podría parecer débil, pero esa apariencia externa puede ser muy engañosa. Si ese hermano tiene el poder de la fe, es realmente fuerte, como lo fue Abrahán. Esta maravillosa asamblea se preparó para fortalecer nuestra fe, para que sea tan fuerte, tan poderosa, que podamos aguantar cualquier prueba, problema o tentación que se nos presente. Y no habrá nada que impida que seamos leales a Dios. Vamos a repasar ahora cómo cada día de esta asamblea y la emocionante historia de Daniel han fortalecido nuestra fe. Hablemos primero del viernes. El texto temático estaba tomado de Lucas 17:5: “Danos más fe”. Esas fueron las sinceras palabras de los apóstoles de Jesús al darse cuenta de que necesitaban más fe, y con humildad se la estaban pidiendo. ¿No nos pasa a nosotros lo mismo? Sabemos que necesitamos más fe, y humildemente le pedimos a Jehová que nos la dé. Pero la pregunta es ¿contestará Jehová nuestras súplicas y nos dará fe? ¡Claro que sí! El viernes vimos algunas de las maneras en las que Jehová nos contesta cuando somos humildes y le pedimos fe. Como aprendimos el viernes, Jehová nos da fe principalmente por medio de dos libros: la Biblia y el libro de la creación. La primera serie de discursos nos mostró que la Biblia nos ayuda a tener fe en la existencia de Dios, en la propia Biblia —la Palabra de Dios—, en las normas morales de Dios y, por supuesto, a tener fe en el amor de Dios. Hablando de la primera parte, ¿cómo nos ayuda la Biblia a tener fe en la existencia de Dios? Pues, por ejemplo, en sus páginas encontramos argumentos con una lógica aplastante, como el de Hebreos 3:4. ¿Recuerdan qué dice? Dice: “Claro, toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios”. Ninguna persona que esté en sus cabales creería que una casa bonita se diseñó y se construyó sola. Con mucha más razón, nadie en su sano juicio debería aceptar la idea de que todas las cosas bonitas que vemos en la naturaleza se diseñaron y se construyeron solas, o que son el resultado de la casualidad. Donde hay diseño, hay siempre un diseñador. Vamos a poner un ejemplo. ¿Cuántas veces tendría que arrojar pintura negra de una lata en una pared blanca hasta conseguir un mapa perfecto de la ciudad de Nueva York, hasta que cada gota de pintura se esparza perfectamente y dibuje sus calles, autopistas, túneles, puentes, pasos elevados y monumentos, y cada cosa con su nombre? ¡Podría hacer eso millones de veces! Y jamás conseguiría un mapa perfecto de la ciudad de Nueva York. ¿Y qué le parece esto? Supongamos que sigue intentándolo durante 100.000 millones de años, y, al final, le sale el mapa de una ciudad. Pero no, no es la ciudad de Nueva York, es Warwick, Nueva York. Ahora tiene que empezar de nuevo si quiere conseguir la ciudad de Nueva York. Claro, esto es solo una broma. Pero piense en esto: una célula del cuerpo humano tiene un diseño mucho más complejo, mucho más detallado que el mapa de una ciudad. El cuerpo de una persona está compuesto de unos 100 billones de estas impresionantes células, que trabajan perfectamente coordinadas. En la segunda parte, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en la Palabra de Dios. ¿Cómo lo hace? Todos los consejos que encontramos en ella funcionan. No hay consejos mejores. Cómo criar a los hijos, cómo tener un matrimonio feliz y así por el estilo. Piénselo, los seres humanos no somos tan inteligentes como para dar consejos que sean infalibles. Los consejos humanos tienen que ser revisados y actualizados constantemente. Pero, aunque la Biblia se escribió hace miles de años, nunca ha necesitado ningún cambio. Sus consejos siguen siendo los mejores. Tiene que venir de una fuente superior al ser humano. En el tercer discurso, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en las normas de Dios. Nos dice cuáles son, nos anima a obedecerlas, y, al hacerlo, nos protegemos física, emocional y espiritualmente. Somos felices, tenemos una buena conciencia y nos va bien en la vida. Así no nos veremos obligados a aprender a base de malas experiencias. Un refrán dice que “la experiencia es la mejor maestra”. ¡Totalmente falso! La experiencia te enseña a base de golpes. Jehová es el mejor maestro. Nuestro Dios, Jehová, hace “sabio al inexperto”, según Salmo 19:7. En el cuarto discurso, vimos que la Biblia nos ayuda a tener fe en el amor de Dios. Lo hace principalmente explicándonos que Dios entregó a su Hijo primogénito para que muriera por nosotros y tuviéramos vida eterna. Pensémoslo, cuando la gente da algo, ¿qué es lo que suele dar? Algo que les sobra o lo que no vayan a necesitar. Pero Jehová dio lo más valioso que tenía, y eso le causó mucho dolor. La evolución dice que los humanos descendemos de los simios. ¿Cómo podemos sentirnos felices y amados pensando que nuestro padre fue un simio? Pero nuestro auténtico Padre, Jehová, es la personificación del amor. En la tarde del viernes, vimos la segunda serie de discursos, que abrió el libro de la creación. Adentrarnos en este libro puede fortalecer nuestra fe. Hablemos del primer discurso, que era sobre las estrellas. Isaías 40:26 dice que Jehová creó las estrellas y que “a todas las llama por su nombre”. Párese a pensar en esto: ¿cuánto tiempo le tomaría a usted nombrar solamente las estrellas de la Vía Láctea si dijera un nombre por segundo? José, Pablo, Raquel, Sara... Bueno, los científicos calculan que hay cerca de 400.000 millones de estrellas tan solo en la Vía Láctea. Si dijera una por segundo, tardaría 400.000 millones de segundos. ¿Y cuánto es eso? ¡12.684 años! Más del doble del tiempo que ha pasado desde la creación de Adán. Y después puede empezar con la siguiente galaxia. Y los científicos calculan que debe haber dos billones de galaxias en el universo. Eso es igual a cinco veces la cantidad de estrellas que hay en la Vía Láctea. Pensar en estos números puede dar dolor de cabeza. Pero Jehová las creó, las mantiene y llama a cada una por su nombre. En el discurso se explicó que, si Jehová puede hacer eso, no tendrá ningún problema en recordar y volver a crear a todos los que están durmiendo en las tumbas. El segundo discurso se centró en la página del libro de la creación que habla de los océanos. ¡Qué poderosos son! Pero el que los hizo es muchísimo más poderoso. No hay duda de que nuestro poderoso Dios puede protegernos ahora y hasta el final de la gran tribulación. El tercer discurso analizó la página que habla de los bosques, y se nos explicó que los bosques tienen la impresionante capacidad de repararse y renovarse a sí mismos. Y el asunto es que aquel que tuvo la sabiduría para crear estos bosques sin duda sabe cómo reparar todo el daño que el hombre le ha causado al planeta Tierra. El cuarto discurso se centró en el viento y el agua. Y vimos que Jehová, en el pasado, usó el viento y el agua —especialmente en forma de granizo— para vencer a sus enemigos y salvar a su pueblo. Y los volverá a utilizar en el Armagedón. El quinto discurso nos enseñó el fascinante mundo de los animales marinos, y vimos el animal más grande que existe en la Tierra: la ballena azul. ¡Y menudo apetito tiene esta ballena! Según el video, puede comer toneladas de alimento al día. Pero Jehová la alimenta. Y, si puede hacer eso, ¿acaso no puede alimentarnos y cuidarnos si seguimos buscando primero el Reino? Ahora tenemos más fe en que puede hacerlo y lo hará. El último discurso habló del increíble cuerpo humano. Como se explicó, tiene la asombrosa capacidad de curarse y autorrepararse cuando sufre daños. Piense en esto, si su auto se estropea o se araña, ¿se arregla solo? No creo. ¿Qué pasaría si, cada vez que nos arañamos, nos golpeamos o nos hacemos daño, nuestro cuerpo no se curara? En poco tiempo nuestro aspecto sería lamentable. Pero Jehová, que hizo el cuerpo con esa gran capacidad, podrá curar todas las enfermedades, rejuvenecernos y evitar que nos enfermemos en el nuevo mundo. Y él ha prometido que lo hará. La tercera serie de discursos volvió a hablar del libro que más fortalece nuestra fe, la Biblia. Se habló de algunas personas que llegaron a tener una gran fe y de lo que hicieron para conseguirla. Y, aunque estaban rodeados de personas sin fe, ellos lograron tenerla. Seguro que fortaleció nuestra fe analizar el ejemplo de Abel, Enoc, Noé, Moisés y los discípulos de Jesús. Estamos más decididos que nunca a imitar a estos siervos fieles y no a aquella gente sin fe. Y sabemos que nos irá muy bien, porque tenemos el mismo Padre y ayudante, que nos dará espíritu santo, como lo hizo con ellos. Las tres series de discursos del viernes nos mostraron claramente que Jehová nos responde cuando le pedimos más fe por medio de dos libros: la Biblia y el libro de la creación. Una pregunta sobre la historia de Daniel: ¿cómo le dio Jehová a Daniel la fe que le había pedido en oración? Una manera fue mediante su Palabra escrita. ¿Recuerdan que, en la historia, Daniel leía a menudo de un rollo que le había regalado su padre? ¿Se acuerdan de ese rollo? Aquel rollo contenía lo que hoy conocemos como el Salmo 27. Cuando sus enemigos trataron de desacreditarlo, Daniel meditó en el Salmo 27:11, 12, que dice en parte: “No me entregues a mis adversarios, porque testigos falsos se han levantado contra mí y me amenazan con violencia”. Cuando lo amenazaron de muerte, vimos a Daniel meditar en el Salmo 27:7-9, que dice en parte: “Tú eres quien me ayuda; no me abandones, no me dejes, mi Dios de salvación”. Seguro que esos versículos fortalecieron muchísimo la fe de Daniel. Claro, no podemos asegurar que Daniel estuviera pensando en esos versículos específicos, pero la Biblia sí muestra que las Escrituras ayudaron a Daniel a fortalecer su fe. Y sabemos que Daniel era un buen estudiante de las profecías bíblicas. Él dijo de sí mismo en Daniel 9:2: “Yo, Daniel, deduje por los libros [o sea, los libros sagrados] el número de años”. Y luego habla sobre la desolación y la restauración de Jerusalén, y de que pasarían 70 años. Bueno, la pregunta es ¿nos dará Jehová más fe cuando se la pidamos? Desde luego que sí. Una ayuda importante que ya nos ha dado son las profecías que encontramos en la Biblia. Tan solo las profecías de Daniel han ayudado a millones de personas a tener una fe muy fuerte. Por ejemplo, las profecías que se han cumplido sobre el rey del norte y el rey del sur nos han fortalecido mucho. A continuación veremos un video sobre este tema, que apareció en el programa de mayo de JW Broadcasting®, presentado por el hermano Cook. A Daniel se le dio una profecía acerca de dos reyes rivales: “el rey del norte” y “el rey del sur”. ¿Cómo se ha cumplido hasta ahora? A finales del siglo 19, el Imperio alemán se convirtió en el rey del norte. Alemania reunió “fuerzas y valor para ir contra el rey del sur con un gran ejército”. De hecho, su fuerza naval llegó a ser la segunda más grande del mundo. ¿Quién llegó a ser el rey del sur? La alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Este rey luchó en la Primera Guerra Mundial “con un ejército inmensamente grande y poderoso”. Arrasó y humilló al rey del norte. Pero ese no fue el final del rey del norte. Durante la Segunda Guerra Mundial, descargó “su furia contra el pacto santo”. También quitó “el sacrificio constante”, es decir, intentó frenar la predicación. ¿Cómo lo hizo? Prohibiéndola, metiendo en prisión a muchos cristianos ungidos y a sus compañeros, y matando a cientos de ellos. Después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética se convirtió en el rey del norte. Este rey colaboró con el rey del sur para crear “la cosa repugnante y devastadora”: la Organización de las Naciones Unidas. A principios del siglo 20, la Unión Soviética trató de acabar con las religiones en los territorios que controlaba. Así se cumplió la profecía que decía que no mostraría “respeto por el Dios de sus padres”. De esta manera, el rey del norte no le dio gloria al Dios de los cielos, sino “al dios de las fortalezas”. Tal como se profetizó, el rey del norte utilizó su fuerza militar y se envolvió “en un conflicto” contra el rey del sur, la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta potencia compitió con la Unión Soviética para controlar el mundo y apoyó guerras y conflictos políticos por toda la Tierra. Después de la caída de la Unión Soviética en 1991, no estaba claro quién sería el rey del norte. Durante un tiempo, el pueblo de Jehová pudo predicar y adorar a Dios en paz. Pero, en los últimos años, Rusia y sus aliados se han enfrentado de nuevo al rey del sur. Los dos reyes se han acusado mutuamente de ataques cibernéticos para perjudicar sus economías y sistemas políticos. Pero los ataques del rey del norte han ido más allá. Como se predijo, ha invadido “la Tierra Hermosa”, es decir, ha comenzado a oponerse a nuestras actividades espirituales. Hoy día, el gobierno ruso sigue atacando al pueblo de Dios. Los cristianos sabemos que vamos a sufrir persecución, pero también sabemos que no durará para siempre. Nuestro rey, Jesucristo, es más poderoso que cualquier gobierno humano. Muy pronto, destruirá al rey del norte, al rey del sur y a todos sus enemigos, y liberará a los siervos leales de Jehová. ¡Qué video tan impactante! ¿Se fortaleció su fe al ver la exactitud del cumplimiento de estas profecías? Estamos seguros de que sí. Y estamos completamente convencidos de que el resto de esa profecía, incluida nuestra salvación, se va a cumplir. Pronto, Cristo defenderá al pueblo de Dios y pondrá fin a este sistema malvado. Sigamos estudiando a fondo estas y otras profecías. Si lo hacemos, la fe que tenemos en nuestro sabio, todopoderoso y amoroso Padre seguro que será más fuerte. Hablemos ahora del programa del sábado, que tuvo como texto temático Judas 3: “Luchen con todas sus fuerzas por la fe”. En la serie de discursos “Luchan con éxito por la fe”, vimos que muchos que no están casados y muchos que están casados con alguien que no sirve a Jehová están venciendo en su lucha por la fe. Deseamos felicitarlos y decirles que los queremos. El discurso de bautismo animó a los nuevos discípulos a seguir fortaleciendo su fe. Les damos una calurosa bienvenida a todos los recién bautizados. Jehová los ama mucho, el Cuerpo Gobernante los ama mucho, sus hermanos también los aman mucho, y estamos muy felices de que ahora formen parte de la familia unida de incansables luchadores por la fe. Las dos series de discursos de la tarde nos ayudaron a ver que podemos demostrar nuestra fe dando de nuestro tiempo, energías y cosas materiales para apoyar la obra del Reino y ayudar a otros. Y se habló de cosas específicas que podemos hacer. Por ejemplo, aprender un nuevo idioma, mudarnos adonde se necesite ayuda, solicitar ir a la Escuela para Evangelizadores, colaborar en un proyecto de construcción o apartar algo para la obra del Reino. El discurso “Luchen con todas sus fuerzas por la fe” nos recordó que, como sucede en todas las luchas, en nuestra lucha tenemos enemigos. Por ejemplo, tenemos que rechazar las mentiras de los apóstatas y los cuentos falsos de otros opositores que pretenden sembrar dudas y debilitar nuestra fe. Satanás es muy hábil usando insinuaciones, medias verdades y mentiras. Por eso, no nos sorprende que los medios de comunicación, a menudo manipulados por apóstatas, líderes religiosos y otros opositores, también se valgan con frecuencia de insinuaciones, medias verdades y mentiras para atacar a la organización de Jehová. Piensen en esto: la fe es parte del fruto del espíritu, es algo que Jehová nos da para fortalecernos, mientras que las dudas son una herramienta que el Diablo utiliza para debilitarnos. ¿Recuerdan lo que le dijo Satanás a Eva? “¿De veras les dijo Dios que no pueden comer de todos los árboles del jardín?”. “¿De verdad les dijo eso?”. ¿Por qué lo preguntó así? Para sembrar dudas y acabar con su fe; y lo consiguió. Y, en nuestro caso, si no tenemos cuidado, las dudas pueden acabar con nuestra fe. Pero una fe fuerte impide que entren dudas en nuestra mente y corazón. Sigamos hablando un poquito más de los apóstatas. Supongamos que un apóstata toca a su puerta y le dice: “Me gustaría entrar en su casa, sentarme con usted y enseñarle algunas ideas apóstatas”. No lo escucharíamos ni un minuto, le diríamos que se fuera por donde vino. Pero ¿y si ese mismo apóstata tratara de entrar en su casa a través de la televisión o la computadora? Pues, hermanos, deberíamos rechazarlo con la misma contundencia. Segunda de Juan 10 dice que “si alguien viene a ustedes y no trae estas enseñanzas, no lo reciban en sus casas”. Que no entren ni por la puerta ni por la televisión o la computadora. Es triste que algunos se engañen a sí mismos pensando: “Si escucho a este apóstata en la televisión o en internet, o leo su libro, veré lo equivocado que está y tendré una fe más fuerte. Y, si alguien usa sus argumentos en la predicación, estaré preparado para responder. ¡Qué forma de pensar tan insensata! Sería como si pensáramos: “Si pruebo comida apestosa y podrida de la basura, eso me ayudará a reconocer cualquier comida en mal estado”. Pues no sería muy sabio, ¿verdad? En vez de envenenar nuestra mente con ideas apóstatas, escuchamos a Dios todos los días leyendo la Biblia, así fortalecemos nuestra fe. Y, por cierto, ¿cómo luchó Daniel con todas sus fuerzas por la fe? Algo que hizo fue no ceder ante la presión. ¿Se imaginan la presión a la que tuvo que enfrentarse cuando le ofrecieron los manjares y el vino del rey? ¿Cómo fue capaz de rechazarlos? La respuesta la podemos encontrar en Daniel 1:8. Ahí dice: “Pero Daniel decidió en su corazón que no iba a contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía. Así que le pidió permiso al funcionario principal de la corte para no consumir esas cosas que lo contaminarían”. ¿Se fijaron? Daniel ya había decidido “en su corazón” lo que iba a hacer. Y lo hizo porque estaba convencido de que cualquier cosa que Jehová le pidiera era por su bien. Igual que Daniel, tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas por la fe. ¿Lo están presionando ahora —en la escuela, en el trabajo o incluso en casa— para que ceda? Si es así, por favor, no se rinda y no ceda. Medite en el ejemplo de Daniel y luche por su fe. Decídase a obedecer a Jehová, porque obedecerlo siempre es lo mejor, y, si lo hace, nunca se arrepentirá. A Daniel también lo presionaron con amenazas. ¿Se imaginan cómo se sintió Daniel cuando se enteró de que su siguiente oración podría costarle la vida? ¿Qué lo ayudó a mantenerse fiel? Vamos a buscar Daniel 6:10 para encontrar la respuesta. Daniel 6:10: “Pero, tan pronto como Daniel se enteró de que el decreto se había firmado, fue a su casa, que tenía las ventanas de la habitación de la azotea abiertas hacia Jerusalén. Y siguió arrodillándose, orando y alabando a su Dios tres veces al día, tal como siempre había hecho hasta ese momento”. Él sabía que eso era lo correcto y no dudó en hacerlo. Daniel era constante en su adoración. Daniel 6:16 dice que el profeta servía “con constancia” a su Dios. La Atalaya explicó que la palabra original que se traduce como constancia básicamente significa “moverse en círculo”, que da la idea de continuidad. Daniel nunca interrumpió su adoración a Jehová, tal como la línea de un círculo no se interrumpe, no tiene fin. Por favor, presten atención a la siguiente escenificación, en la que un hermano se enfrenta a un posible arresto. Pero pensar en el ejemplo de Daniel lo ayuda a seguir sirviendo a Jehová con constancia en medio de esas circunstancias tan difíciles. En muchas partes de la ciudad, la situación es caótica. El ejército está arrestando a todo aquel que no apoye al nuevo gobierno. ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a ir hoy a la reunión? Quería hacer lo que fuera mejor para mi esposa y mi hija. Pero ya habían arrestado a algunos de los ancianos. ¿Y si me arrestaban a mí? ¿Qué sería de mi familia? ¿No irás a casa a orar, verdad? Oro con la ventana abierta tres veces al día, todos los días. Si cediera, aunque fuera un poco, ¿qué pensarían? Conozco a Jehová y, si confío en él, me premiará. No sé cómo lo hará, pero lo hará. Pídanle a Jehová que yo no pierda la fe, que todos la mantengamos, sin importar lo que pase. La Biblia es clara. Tenemos que seguir reuniéndonos, en grupos pequeños si es necesario. Pidámosle a Jehová que pase lo que pase nos dé fuerzas para aguantar. Nuestro querido Padre, Jehová, por favor... Al final me arrestaron. Te extrañamos mucho, pero estamos muy orgullosas de ti. Sabemos que pase lo que pase en el juicio mantendrás tu fe, y nosotras también. ¿Te asustaste? Tuve mucho miedo. Pero Jehová nos ayuda cuando tenemos miedo. Sabía que yo estaría bien y que Jehová cuidaría a mi familia. Tal como le ocurrió al hermano del video, a nosotros nos perseguirán. Segunda a Timoteo 3:12 dice: “Todos los que desean vivir con devoción a Dios en unión con Cristo Jesús también serán perseguidos”. No dice “puede ser”, “quién sabe”, “a lo mejor”; “serán perseguidos”, garantizado. Pero, como el hermano del video, cuando nos persigan, meditemos en el ejemplo de Daniel y luchemos por nuestra fe, y oremos con la confianza de que nuestro Dios es mucho más poderoso que nuestros enemigos. Seamos como el joven David cuando fue a pelear contra Goliat. Él vio el cuadro completo, ¿verdad? Él podía ver lo grande que era Goliat, pero, en el cuadro completo, también podía ver lo diminuto que era Goliat comparado con su todopoderoso Dios, Jehová. Daniel también pudo ver de una manera especial el poder de Jehová cuando lo arrojaron al foso de los leones. Jehová envió a un ángel para cerrarles la boca a aquellos leones. Y, piénselo, está claro que aquellos leones estaban muy hambrientos, porque, poco después, cuando echaron a otros al foso, los devoraron antes de tocar el suelo. Tenían mucha hambre, y Daniel debió haberles parecido un aperitivo sabroso. Pero, por mucho que lo intentaran, aquellos leones no pudieron abrir la boca para comerse a Daniel. Daniel también nos puso un buen ejemplo al no perder la esperanza a pesar de la vejez y la debilidad física. ¿Se imaginan cómo se sintió Daniel, que tenía ya casi 100 años, cuando vio a muchos judíos volver a su amada tierra pero él no podía ir con ellos? ¿Qué ayudó a Daniel a mantener viva la esperanza? Vayamos a Daniel 10, por favor, y veamos una cosa que lo ayudó. En Daniel 10:18, 19, Daniel dice: “El que parecía un hombre volvió a tocarme y me fortaleció. Entonces dijo: ‘No tengas miedo, hombre muy valioso. Ten paz. Sé fuerte, sí, sé fuerte’. Al hablar conmigo, me sentí más fuerte y dije: ‘Habla, mi señor, porque me has fortalecido’ ”. Mediante un ángel, Jehová le aseguró a Daniel que era valioso y que seguía siendo útil para él. Daniel se dejó animar por Jehová. Y, después, Jehová le reveló la emocionante profecía del rey del norte y del rey del sur, que Daniel escribió para nuestro beneficio. Aunque era mayor y estaba débil, este valioso hombre seguía siendo muy útil para Jehová. Por favor, vean la siguiente escenificación, en la que un hermano mayor que se siente inútil medita en cómo el ángel animó a Daniel. ¡Qué rápido se pasa la vida! Fui precursor, prediqué en otro idioma, estuve en la obra de circuito... y hubo un tiempo en el que era yo el que animaba a los mayores. ¡Extraño mucho aquellos tiempos! Y ahora soy yo el que está en un hogar para mayores. A veces pienso que ya no tengo nada que ofrecer. Daniel, eres un hombre muy valioso. He sido enviado a ti. No tengas miedo, Daniel. Tus palabras han sido oídas desde el primer día en que te decidiste de corazón a entender. No me queda aliento. Y no tengo fuerzas. No tengas miedo, hombre muy valioso. Ten paz. Sé fuerte. Sé fuerte. Feliz el que se mantiene a la expectativa. Sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte. Hola, vine a ver cómo está. ¿Tienes un minuto? Me gustaría enseñarte algo. Sí, claro. Jehová sí se acuerda de mí, y yo todavía tengo mucho que ofrecer. ¡Qué video tan conmovedor! ¿No es cierto? Y usted, ¿no puede hacer todo lo que le gustaría por culpa de los achaques de la edad? Entonces, piense en el ejemplo de Daniel y deje que Jehová lo anime. Y recuerde, las cosas que hizo en el pasado todavía son muy valiosas para Jehová. Nunca las olvidará. Y todo lo que haga ahora por él, aunque parezca poco, también es muy valioso para Dios. Los animamos a todos, sean jóvenes o mayores, a imitar a Daniel y a no dejar de luchar con todas sus fuerzas por la fe. Hablemos ahora del programa de hoy, el texto temático está sacado de Mateo 21:21: “Si tienen fe [...] pasará”. Por la mañana fortaleció mucho nuestra fe escuchar la serie de discursos “Imitemos a las mujeres de fe”. En cada uno de los discursos, se habló del ejemplo de una mujer de fe que se enfrentó a desafíos enormes como montañas. Sara tuvo que dejar una vida cómoda para empezar a vivir como una nómada. Y, durante muchos años, no pudo tener hijos. Rahab tuvo que actuar con decisión y arriesgar su vida para proteger a los espías israelitas y ponerse del lado del pueblo de Dios. Además, tuvo que dejar la vida inmoral que llevaba. Ana continuó sirviendo a Jehová a pesar de que durante muchos años fue estéril y Peniná se burlaba de ella. A la niña israelita prisionera, una banda de saqueadores sirios la separó por la fuerza de su familia, pero ella nunca dejó de hablar con valor a otros sobre Jehová. María aceptó una misión difícil, la de dar a luz, cuidar y educar al Hijo de Dios. La mujer fenicia fue valiente y le pidió a Jesús con insistencia que ayudara a su hija, que estaba poseída por un demonio. Y consiguió que la ayudara. Marta tuvo que pasar por la triste pérdida de su hermano, pero siguió creyendo en que Jesús tenía el poder de resucitarlo. Las hermanas Ishii y Toom, de las que se habló en el último discurso, son ejemplos de fe de tiempos modernos. Las dos se negaron con valor a renunciar a su fe aunque eso les costó estar en prisión muchos años. Y todo por ser testigos de Jehová. Todas y cada una de estas mujeres se enfrentaron a obstáculos como montañas, pero Jehová las recompensó por su fe. Ellas tenían fe en que Jehová las ayudaría, y Jehová no las decepcionó nunca. Y nosotros, ¿qué cosas buenas podemos esperar de Jehová si tenemos una fe fuerte? Pues, hablemos de algunas de las cosas que esperamos que ocurran dentro de poco. Por ejemplo, la parte final del sueño de la imagen de Nabucodonosor, que se describe en Daniel 2, se cumplirá. Las cuatro partes superiores de la imagen de Nabucodonosor son cuatro potencias mundiales que llegaron y se fueron, tal como se profetizó. Hoy día, la potencia mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña —simbolizada por los pies de hierro y barro— es la que domina. Y está cada vez más claro que esta última potencia mundial es una mezcla de hierro y barro que no se mantiene unida. Y tal como el hierro mezclado con barro es más débil que el hierro sólido, la potencia de Estados Unidos y Gran Bretaña es más débil que el Imperio romano, del que salió, que era de hierro. La capacidad de Estados Unidos y Gran Bretaña de actuar con la fuerza del hierro se debilita por culpa del barro; personas que se alzan contra los gobiernos para reclamar sus derechos mediante revueltas, campañas por los derechos civiles y movimientos independentistas. Ya se profetizó en Daniel 2:42: “El reino será en parte fuerte y en parte frágil”. Y, hoy día, este hecho está más claro que nunca. Pero, aunque esta potencia mundial está debilitada, no va a acabar sencillamente autodestruyéndose. Busquemos Daniel 2 y veamos cuál será su final. Es un texto muy conocido, Daniel 2:44: “En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido ni pasará a manos de ningún otro pueblo. [...] Hará añicos y pondrá fin a todos esos reinos, y será el único que permanecerá para siempre, tal como viste que pasaba cuando se cortó una piedra de la montaña, aunque no con manos humanas [sino las de Jehová], y la piedra hizo añicos el hierro, el cobre, el barro, la plata y el oro. El Gran Dios le ha revelado al rey lo que sucederá en el futuro. El sueño es verdadero y su interpretación es digna de confianza”. Este pasaje describe cómo el Reino de Dios, representado por la piedra, hará añicos a todos los gobiernos humanos en el Armagedón. Y es interesante que Daniel 2:34 diga que la piedra —el Reino de Dios— golpeará la imagen —los gobiernos humanos— en los pies de hierro y barro. Esto deja claro que el Armagedón vendrá mientras aún domine la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña, la última potencia mundial humana. Igual que Daniel, nosotros tenemos fe en lo que dice el versículo 45: “El sueño es verdadero y su interpretación es digna de confianza”. No hay ninguna duda, el Reino de Dios destruirá a todos los gobiernos en el Armagedón mientras aún exista la potencia de Estados Unidos y Gran Bretaña. Tal como la parte final del sueño de la imagen se cumplirá dentro de poco, también se cumplirá la parte final de la visión de Daniel que está en el capítulo 7. En ese capítulo, Daniel describe cuatro bestias salvajes que simbolizan cuatro potencias mundiales de la antigüedad. Es apropiado que se las describa como bestias salvajes, porque no gobernaron con bondad, sino con dureza, como si fueran bestias. Esas cuatro potencias mundiales son Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma; son las mismas cuatro potencias mundiales representadas por los cuatro metales de la parte superior de la imagen de Nabucodonosor. Pero en el versículo 8 Daniel describe un cuerno que salió de la cabeza de la cuarta bestia —Roma—, y ese cuerno tenía ojos, ese cuerno tenía boca, y esa boca hablaba con arrogancia. Pues, este cuerno arrogante simboliza la potencia formada por Estados Unidos y Gran Bretaña; de nuevo, la última potencia. ¿Y qué se predijo que pasaría a continuación? Busquemos Daniel 7 para ver qué pasa después. Daniel 7, y leeremos a partir del versículo 26: “Pero el Tribunal se sentó y le quitaron su dominio [es decir, al cuerno] para acabar con él y destruirlo completamente. Y el reino, el dominio y la grandeza de los reinos que hay bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que forman los santos del Supremo. Su reino es un reino eterno y todos los gobiernos les servirán y los obedecerán”. A este cuerno arrogante se le quita su dominio y, además, es destruido y reemplazado por el Reino de Dios. Tal como se describe en la visión, el Reino de Dios destruirá a todos los gobiernos humanos mientras Estados Unidos y Gran Bretaña sigan siendo la potencia mundial, y por fin gobernará toda la Tierra. ¡Qué emocionante va a ser ver el cumplimiento de todo esto dentro de muy poco! Piénselo, hasta ahora el resto de la profecía se ha cumplido. Así que confiamos plenamente, tenemos fe, en que la parte final también va a cumplirse. Ahora bien, hay muchas otras profecías en el libro de Daniel, que no tenemos tiempo de ver ahora, que se han cumplido al pie de la letra. Y el cumplimiento de tantas profecías nos convence por completo de que estamos muy adentrados “en el tiempo del fin”. Muy pronto seremos testigos del cumplimiento de Daniel 12:1, donde dice que “Miguel, el gran príncipe”, se levantará, y habrá un tiempo de gran angustia. Pero el pueblo de Dios se salvará, “todo el que esté anotado en el libro”. En el video que vimos al principio de este discurso aparecía Miguel —Jesucristo glorificado— viniendo desde el cielo con sus ángeles para salvar al pueblo de Jehová y destruir este sistema malvado. Pero, si se fijaron bien en el video, habrán visto que los malos estaban disparando sus armas hacia arriba, contra Miguel. Es como para reírse, ¿no es cierto? Porque hasta las armas más poderosas del hombre son como pistolas de juguete comparadas con el enorme poder de Miguel. De hecho, en el video, a Miguel se le ve avanzando sin ninguna protección, sin coraza ni escudo. ¡No le hacen falta! Solo lleva una espada, un arma de ataque. A veces, en nuestras ilustraciones se le dibuja con arco y flecha, de nuevo, solo con un arma de ataque. Pero las armas de Jesucristo son poderosas, mucho más poderosas de lo necesario para cumplir la misión de rescatar al pueblo de Jehová y borrar del mapa al malvado sistema de Satanás. Y, después del Armagedón, comenzará el glorioso Reinado de Mil Años de Cristo. Durante ese periodo maravilloso, veremos el cumplimiento del último versículo del libro de Daniel. Leámoslo, el último versículo de este libro. Daniel 12:13. Esto es lo que se le dijo a Daniel: “En cuanto a ti, sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte”. Daniel le sirvió a Jehová fielmente hasta el final de su vida. Siguió adelante “hasta el fin”, y ahora está descansando. Pero pronto se levantará, cuando resucite durante el Reinado Milenario de Cristo para recibir su parte en el nuevo mundo. Una pregunta: ¿tenía fe Daniel en la promesa que Jehová le hizo mediante el ángel? Por supuesto que sí. Él ya había demostrado su fe durante décadas, mantuvo su pureza negándose a comer alimentos prohibidos. Nunca dejó de orar, incluso cuando hacerlo podía costarle la vida. Nunca dejó de fortalecer su fe estudiando la Biblia. Estamos seguros de que Daniel confiaba totalmente en la promesa que Jehová le hizo mediante el ángel de que se levantaría en la resurrección y recibiría su parte en el nuevo mundo. La cuestión es ¿cómo podemos nosotros tener una fe tan fuerte como la de Daniel? Manteniendo nuestra pureza moral y espiritual al no dejar que nada contamine nuestra fe. Orando constantemente con la total confianza de que Jehová contestará nuestras oraciones. Y escuchando a Jehová al estudiar con regularidad su Palabra. Jehová quiere que tengamos fe en que él nos recompensará. Hebreos 11:6 dice que “el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe [que de verdad está ahí] y que recompensa a los que lo buscan con empeño”. ¿Recuerdan a los dos hermanos que vimos anteriormente, el que era padre y el que estaba enfermo? El padre terminó entre rejas y el hermano enfermo no se curó milagrosamente. ¿Fue inútil su fe? Por supuesto que no. ¿Los recompensará Jehová? Por supuesto que sí. Si usted está pasando por algo parecido, ¿lo recompensará Jehová? Por supuesto que sí. Por favor, vean el siguiente video en el que escucharán la canción que luego cantaremos para concluir esta asamblea. Les gustará mucho. ♪♪ No digas “Tengo miedo”. No digas “¿Qué pasará?”. Dios te puede proteger, no tienes que temer, estás al lado de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Tantos ejemplos fieles, tantas vidas de lealtad. Por su fe y amor, aguante y valor, muy pronto se levantarán. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Si tienes fe, eres poderoso, le haces frente al “león”. Puede rugir, mas Dios está detrás de ti, brindándote su protección. Dios cumplirá muy pronto lo que nos prometió. Ya ves el final, muy poco queda ya para la victoria de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Si tienes fe. ♪♪ ¡Qué video tan emocionante! Ya tenemos muchas ganas de cantar juntos esa canción al final del programa. Queridos hermanos, queridos niños y amigos que nos escuchan, no hay duda de que ahora mismo nos enfrentamos a poderosos enemigos. Para empezar, tenemos un poderoso enemigo en nuestro interior, el pecado heredado. Y tenemos que luchar constantemente contra él si queremos hacer lo correcto. En segundo lugar, tenemos a nuestros grandes enemigos, Satanás y sus demonios. A Satanás se le describe como un león rugiente, una serpiente astuta, un dragón feroz, un sigiloso pajarero y con otras descripciones negativas. Efesios 6:12 dice que “tenemos una lucha” —según la nota “una lucha cuerpo a cuerpo”— “contra las fuerzas espirituales malvadas en los lugares celestiales”. Como explican nuestras publicaciones, puede haber decenas de miles de estos poderosos y malvados espíritus en la región invisible, que no dejan de luchar contra nosotros. En tercer lugar, está este mundo malvado que nos rodea, que quiere atraparnos y presionarnos para hacer lo que Jehová odia. Y, pensando en proporciones, en este mundo, por cada 900 personas hay un solo testigo de Jehová, solo uno. Pero, aunque estos tres enemigos son poderosos, nuestra fe —que viene del espíritu santo, una fuerza invencible— nos hace más poderosos, como grupo y como individuos, que estos tres enemigos juntos. Muy pronto nos atacará otro poderoso enemigo. Este intimidante adversario es una coalición de naciones llamada Gog en Ezequiel 38. Ese capítulo dice que Gog vendrá con “un ejército enorme, una gran fuerza militar”. “Como nubes que cubren el país”, vendrán contra el pueblo de Dios. Este escenario puede parecer aterrador. Pero, queridos hermanos, gracias a la fe, ustedes serán más fuertes que Gog, y lo seguirán siendo hasta que Jehová intervenga milagrosamente en el Armagedón. En realidad, el Armagedón es una operación de rescate. Dios intervendrá y eliminará a Gog para siempre, lo barrerá con “la escoba del exterminio”. En el pasado, la fe ayudó al pueblo de Dios a superar hasta los desafíos más difíciles. Y esa fe, que viene del espíritu santo, nos ayudará a hacer lo mismo. A lo largo de los siglos, igual que hoy, siervos de Dios como Daniel han sido poderosos, no por sus propias fuerzas, sino gracias a la fe. Así que, queridos hermanos, queridos niños, amigos que nos escuchan, sigan pidiendo más fe. ¡Nunca dejen de fortalecerla! Y no tengan ninguna duda de que, si tienen fe, fortalecen su fe y demuestran fe, muy pronto verán el cumplimiento de todas y cada una de las promesas de Jehová.
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Stephen Lett: Podemos ser poderosos gracias a la fe
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En nombre del Cuerpo Gobernante y de todos los hermanos que trabajan en la central mundial de los testigos de Jehová, es un placer darles la bienvenida a la asamblea regional del 2022, “Busquen la paz”. Las sesiones de esta asamblea se publicarán en programas especiales de JW Broadcasting® durante este mes y el siguiente, y se han traducido a más de 500 idiomas. El texto temático para esta sesión y la siguiente es Salmo 29:11: “Jehová bendecirá a su pueblo con paz”. Mientras ven el siguiente video musical, fíjense en la paz que podemos sentir al observar la creación de Jehová, al leer su Palabra y al llevar su mensaje a otros. Esperamos que les guste mucho. Estamos encantados de que puedan acompañarnos a esta sesión de la Asamblea Regional “Busquen la paz”. Cantemos juntos la canción 86: Necesitamos que Jehová nos enseñe. Canción número 86. ¿Cómo es la paz que Jehová da y a quiénes se la da? El hermano Stephen Lett, del Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová, contestará estas preguntas en el primer discurso del programa. Por favor, presten atención a este discurso, titulado “Jehová es ‘el Dios que da paz’ ”. Es un gran placer para mí darles la bienvenida a todos ustedes y decirles “¡Shalom!”. ¿Por qué les dije esa expresión? Shalom es la palabra hebrea para paz, y aparece más de 200 veces en la Biblia. Y, cuando se usa como saludo, como hice yo ahora, significa “que tengas paz”. Así que esta es una buena manera de darles la bienvenida a todos ustedes a la asamblea de los testigos de Jehová del 2022 “Busquen la paz”. Estamos muy contentos de que estén aquí, y les aseguro que les va a encantar el programa. Sin duda van a disfrutar mucho durante estos tres días averiguando lo que dice la Biblia sobre cómo obtener paz y mantenerla en todos los aspectos de la vida. Pero vamos a comenzar hablando de aquel que nos ha reunido a todos en esta asamblea, Jehová. ¡Y cuánto nos gusta hablar de nuestro maravilloso Padre celestial! Filipenses 4:9 llama a Jehová “el Dios de la paz”. Y es cierto que él tiene muchas cualidades: amor, justicia, sabiduría, poder… Pero también posee otra cualidad importante, la paz. Y es que Jehová está en paz consigo mismo, en paz con los ángeles y en paz con los humanos obedientes. Jehová es el Dios de la paz. Pero una pregunta, ¿comparte Dios con otros su paz? Bueno, veamos la respuesta en Romanos 15:33: “Que el Dios que da paz esté con todos ustedes. Amén”. Así que él da paz con generosidad, como ya veremos. De hecho, “todos los regalos buenos” vienen de Jehová, como dice Santiago 1:17. Y uno de sus mejores regalos es el de la paz. Bueno, y una pregunta más. ¿Qué tipo de paz nos da Jehová? Muchos piensan que la paz es la ausencia de conflictos y de problemas en la vida. Pero la paz que Dios da implica mucho más. Ese tipo de paz que solo él puede dar hace que nos sintamos bien, seguros y a salvo. Y esta paz de Dios se describe muy bien en Filipenses 4. Busquémoslo, Filipenses 4, desde el versículo 6: “No se angustien por nada. Más bien, en cualquier situación, mediante oraciones y ruegos y dando gracias, háganle saber a Dios sus peticiones, y la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender, protegerá sus corazones y sus mentes por medio de Cristo Jesús”. ¿Se dan cuenta de que Jehová nos dice: “No se angustien por nada”? ¿Nos pediría Jehová que hiciéramos algo que es imposible para nosotros? No. Lo que él nos dice es que no nos preocupemos demasiado. Preocuparse un poco puede ser hasta bueno incluso. Puede motivarnos a estar pendientes de otros o puede hacer que nos esforcemos mucho para cumplir con una asignación. Pero ¿y qué pasa si nos preocupamos demasiado? Eso podría enfermarnos y causarnos depresión, por ejemplo, y agobiarnos, debilitarnos, consumirnos… Ahora, ¿qué podemos hacer para no angustiarnos demasiado pase lo que pase? La respuesta está en lo que sigue diciendo Filipenses 4:6, 7. Después de decir que no nos angustiemos Jehová nos da el antídoto. Básicamente nos dice que le oremos y le supliquemos que nos ayude, y entonces recibiremos “la paz de Dios”. Pero ¿a qué se refiere este texto cuando dice que la paz de Dios está más allá de lo que podemos entender? Pues que es tan sorprendente, tan poderosa, que los humanos como estamos limitados no podemos entenderla. No tiene lógica desde un punto de vista humano. A veces estamos tan preocupados y tenemos tanto miedo y ansiedad que no vemos la salida. Pero, cuando le rogamos a Jehová que nos dé la paz que él puede dar, ¿qué sucede? Que en nuestra mente y nuestro corazón nos sentimos calmados, tranquilos, seguros. Loraine era jovencita cuando su mamá murió de cáncer. Ella dijo: “Me encontraba en la habitación cuando mi madre murió. Le pedí a Jehová que me diera las fuerzas para soportarlo, y al instante sentí la paz de Dios”. ¿Y qué significa la expresión “la paz de Dios […] protegerá sus corazones y sus mentes”? La palabra griega para “proteger” es un término militar que nos hace pensar en los soldados que mantienen la guardia de día y de noche. De la misma manera, la paz de Dios puede proteger 24 horas al día nuestro corazón y nuestra mente para que sintamos calma, seguridad y tranquilidad. Y la pregunta es ¿qué tenemos que hacer si queremos recibir esta paz de Dios tan milagrosa? La respuesta: hacernos buenos amigos de Jehová. El apóstol Pablo sabía por experiencia propia que la paz interior no depende de las circunstancias que tengamos, sino de tener una amistad muy estrecha con Jehová. Por ejemplo, en una ocasión Pablo y Silas habían estado predicando con valor. Y entonces les desgarraron la ropa, les dieron muchos golpes con varas, los metieron en la prisión y les sujetaron los pies en el cepo. Pero ¿qué se pusieron a hacer estos hombres a medianoche? Empezaron a orar y a cantarle alabanzas a Jehová. ¡Qué sorprendidos debieron quedarse los demás prisioneros al escucharlos! Así que Pablo y Silas, aunque tenían unas circunstancias muy muy malas, no permitieron que aquello les robara la paz de Dios. Entonces, ¿cuál es la lección que aprendemos de Pablo y Silas? Que tener la paz de Dios no depende de nuestras circunstancias. De lo que sí depende es de tener una amistad con Jehová estrecha, íntima. Hasta ahora hemos hablado de que Jehová es el Dios de la paz, de que él la comparte, y también vimos qué clase de paz da Dios. Y ahora la pregunta es: ¿a quiénes les da Jehová esa paz? Pues es muy sencillo. Jehová les da paz a quienes se acercan a él y quieren hacer lo que él dice. Así que lo primero que hay que hacer es llevar una vida limpia y seguir sus justas normas morales. Muchas personas en este mundo piensan que Dios las aceptará tal y como son, que rebajará sus normas para adaptarse a ellos. Pero ¡cuánto orgullo, ¿no?! Eso es como si una vasija le dijera a la persona que la hace cuál debería ser su función. Y el artesano tiene que aceptarlo le guste o no. Pero las cosas no funcionan así, ¿verdad? Nosotros tenemos que estar a la altura de las normas de Dios. Él nos ayuda, pero somos nosotros los que tenemos que cambiar, no Jehová. Y qué interesante, Santiago 3:17 dice que “la sabiduría de arriba es en primer lugar pura, luego es pacífica”. Por lo tanto, si queremos sentir la paz de Dios en nuestra vida, tenemos que ser puros de acuerdo con las normas morales de Jehová. Isaías 48:22 afirma: “No hay paz”, dice Jehová, “para los malvados”. O, dicho de otra manera, las personas que siguen sus propias normas morales para hacer cosas que están mal no contarán con la paz de Dios en su vida. Pero nosotros nos esforzamos por cumplir con las normas de Dios. Es cierto que Jehová hace su parte y nos ayuda, pero él espera que nosotros hagamos la nuestra. En cierto modo, podemos comparar las bendiciones que Jehová nos da a una multiplicación. ¿Y eso por qué? Si nosotros no nos esforzamos, Jehová no tiene nada que multiplicar. ¿Cuánto es 10 por cero? Cero. ¿Y 100 por cero? ¿Y 1.000 por cero? ¿Y un millón por cero? Sigue siendo cero. Así que, si no hacemos nada, Jehová no tiene nada que multiplicar. Gálatas 5:22 dice que la paz es parte del “fruto del espíritu”. Así que el espíritu santo nos ayuda a tener y a demostrar paz. De hecho, en Juan 14:26 se llama al espíritu santo “el ayudante”. Pero que tengamos un ayudante no significa que vayamos a recibir paz de manera milagrosa sin que nosotros hagamos nada. Vamos a explicarlo con un ejemplo. Imagínese que lleva todo el día pintando la fachada de su casa. Y ahora un buen amigo viene a ayudarlo, y se ponen a pintar juntos. Pero luego usted piensa: “Voy a entrar en la casa, me voy a relajar”. ¿Seguirá pintando su amigo solo? Si sigue pintando, ya no es su ayudante, está haciendo el trabajo por usted. Lucas 11:13 dice que Jehová “les dará espíritu santo a quienes se lo piden”. Así que, si pedimos espíritu santo y nos esforzamos mucho por colaborar con este ayudante, estaremos en paz con Dios y además fomentaremos la unidad, la paz y un buen ambiente con los demás. ¡Y cuánto nos gusta estar con las personas que demuestran paz, este importante aspecto del fruto del espíritu! Cuando un bebé que está dormido se despierta de repente en mitad de la noche porque oye un ruido, se asusta, ¿verdad?, y empieza a llorar. Pero, si sus padres lo toman en brazos y lo calman hablándole con cariño, entonces se tranquiliza. Bueno, David, en Salmo 55:16-18, dijo que cuando estaba intranquilo le pedía ayuda a Dios, y Jehová oía su voz y le daba paz. Igual que David, cuando estemos angustiados, podemos suplicarle a Dios que nos ayude, y él nos calmará y hará que sintamos paz de nuevo. De hecho, nuestro cariñoso Padre está deseando ayudarnos. Busquen, por favor, Jeremías 29 y fíjense en que Jehová quiere quitarnos la ansiedad y darnos su paz. Jeremías 29:11: “Porque sé muy bien lo que tengo en mente para ustedes —afirma Jehová—. Quiero que tengan paz, no calamidad. Quiero darles un futuro y una esperanza. Ustedes me llamarán, acudirán a mí en oración, y yo los escucharé”. ¡Qué bonito! Nuestro Dios Jehová quiere y puede reemplazar nuestra ansiedad por la impresionante paz que solo él puede darnos. Bueno, ya vimos que Jehová es el Dios de la paz y también a quiénes se la da: a los que se acercan a él y se esfuerzan por buscar la paz de Dios. Pero veamos ahora lo que podemos hacer para fomentar la paz con los demás. En el siguiente video, el hermano Kenneth Cook, del Cuerpo Gobernante, nos explicará cómo el programa de esta asamblea nos ayudará a buscar la paz. En nombre del Cuerpo Gobernante, queremos decirles que estamos muy contentos de que estén viendo la asamblea “Busquen la paz”. Y, hablando de paz, nos encanta la calma que se respira aquí, en Blue Lake, donde está la central mundial, en el estado de Nueva York. A veces, el agua del lago parece un espejo. Y de vez en cuando hasta se ven águilas y halcones. Durante la época del otoño, cuando las hojas cambian de color, el bosque está espectacular. Pero, más importante que la paz que se respira aquí, es la abundante paz que Jehová le está dando a su organización. Y es que entre nosotros hay paz y unidad independientemente de nuestra nacionalidad, idioma, raza, tribu o antecedentes sociales. Eso sí que es espectacular, y mucho más si lo comparamos con la situación en la que se encuentra el mundo y lo dividida que está la gente a nivel social, político y religioso. Eso sí, no podemos dar por sentada nuestra paz, no surge de manera automática. Cada uno de nosotros debe buscar la paz para obtener la aprobación de Jehová. Dios quiere que todos sus siervos disfruten de paz duradera. Eso es lo que siempre ha querido. Él le pidió a Moisés que los sacerdotes le dijeran al pueblo unas palabras muy tranquilizadoras. Fíjense en lo que dice Números 6:24-26. Esto es lo que los sacerdotes debían decirle a Israel: Y el 27 añade: Jehová también ha puesto su nombre sobre nosotros y nos está bendiciendo mucho. Hablemos un poco de lo que se analizará durante el programa de la asamblea. Estamos seguros de que nos ayudará a seguir disfrutando de la paz que Dios nos da. Primero, veremos cómo estar en paz con Dios. La auténtica paz se consigue siendo amigos de Jehová. Si Dios es nuestro mejor amigo, somos felices, y él nos ayuda a tener paz en los demás campos de la vida. ¿Qué podemos hacer para tener una amistad íntima con Dios? No basta con saber unas cuantas cosas sobre él. Tenemos que llegar a conocer la personalidad de Jehová y admirar sus cualidades y sus obras. Así podremos amar lo que él ama y odiar lo que él odia. Durante esta asamblea, fíjese en cosas que le gusten de Jehová y que le acerquen todavía más a él. Segundo, hablaremos de cómo estar en paz con otros. El hogar debe ser un refugio donde la familia esté en paz. Pero no basta con no discutir, debemos poner las necesidades de nuestra familia por delante de las nuestras. Como veremos en la asamblea, esto abarca mostrarse amor y respeto, trabajar en equipo, tener una buena comunicación y adorar a Jehová juntos. Tercero, veremos cómo tener paz a pesar de las pruebas y de la situación mundial. Durante el programa, viajaremos a distintos lugares del mundo para ver cómo, a pesar de la oposición, las enfermedades, los problemas económicos y los desastres naturales, los hermanos se ayudan de verdad unos a otros, reciben el apoyo de la organización de Jehová y siguen adelante con sus actividades espirituales. Incluso si nuestra vida está en peligro o tenemos problemas económicos, podemos estar seguros de que Jehová nos ayudará a aguantar, a estar tranquilos y a tener paz mental. Cuarto, veremos cómo disfrutar de paz para siempre. Cuando el Reino de Dios haya logrado que la humanidad alcance la perfección, ya no habrá que seguir buscando la paz. Salmo 72:7 promete: “En sus días el justo florecerá, y habrá paz en abundancia hasta que la luna ya no exista”. En otras palabras, la paz durará para siempre. Esta asamblea nos ayudará a visualizar lo que Jehová nos dará en el futuro. ¿Ven por qué “Busquen la paz” es un buen título para esta asamblea regional? Buscar algo a veces implica perseguirlo hasta atraparlo. Por culpa de la influencia de Satanás y de su mundo, y por nuestra imperfección, la paz muchas veces se nos escapa. Así que tenemos que perseguirla para que vuelva a nuestra vida. El programa de esta asamblea nos ayudará a lograrlo. ¡Que el Dios de la paz esté con todos ustedes ahora y para siempre! Ese es el sincero deseo de todos los miembros del Cuerpo Gobernante, porque los amamos de verdad. Esperamos que les guste mucho esta asamblea. Le damos las gracias al hermano Cook por destacar algunas de las maneras en las que esta asamblea nos ayudará a buscar la paz. Ahora repasemos brevemente el programa de esta asamblea para ver lo que el Dios de la paz tiene preparado para nosotros, y si lo desean pueden seguirme en su programa de esta asamblea regional. Verán que el primer día lleva el tema “Jehová bendecirá a su pueblo con paz”. En la primera serie de discursos veremos por qué el amor a Dios, al prójimo y a la Palabra de Dios son la clave para lograr la auténtica paz. La lectura bíblica dramatizada trata sobre la vida de Jacob. Como ya verán, Jacob es un excelente ejemplo que nos enseña a seguir “buscando las cosas que fomentan la paz”. Después escucharemos el discurso “El resultado de la verdadera rectitud será paz”, y en él veremos cómo podemos resistir las tentaciones. Cuando un león devora a su presa, esta llega a ser parte de su cuerpo. Pues, Satanás intenta que caigamos en las tentaciones para poder devorarnos y que formemos parte de su mundo. Pero en ese discurso aprenderemos a rechazar las tentaciones. Luego, en la segunda parte del primer día, tendremos la segunda serie de discursos de la asamblea, “La paz que Dios promete nos hace felices”. Las promesas de paz de Jehová que se encuentran en el libro de Isaías nos animarán muchísimo. Por ejemplo, uno de los discursos se titula “El lobo y el cordero comerán juntos”. Ahora no se nos ocurriría darles de comer a un lobo y a un cordero juntos. Si lo hiciéramos probablemente el lobo acabaría comiendo costillas de cordero. Pero la promesa de Jehová en Isaías nos asegura que habrá paz entre los humanos y los animales, y que también habrá paz entre los propios animales. La tercera serie de discursos tiene un título muy llamativo, “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia”. Veremos que, a pesar de los problemas, los matrimonios, los padres y los hijos pueden tener éxito si siguen esa ruta, la de la paz en la familia. Después escucharemos el discurso “Apoyemos con lealtad al ‘Príncipe de paz’ ”. En este discurso recordaremos que es muy importante ser neutrales y no tomar partido en asuntos políticos. Y, para acabar el primer día, un discurso muy intrigante: “No se deje engañar por la paz de imitación”. Se hará un contraste entre la paz de este mundo y la verdadera paz que Jesús les da a sus discípulos. ¿Y cuál es el tema del segundo día? Mantengámonos “sin mancha, sin defectos y en paz”. El segundo día comienza con una serie que está pensada para que prediquemos con entusiasmo y estemos listos para hablar de las buenas noticias de la paz. Después seguiremos con el discurso “¡Joven, elige un camino en la vida que te dé paz!”. Animará a los jóvenes a empezar el servicio de tiempo completo. Y, queridos jóvenes, que no les quepa la menor duda, si hacen eso serán felices y no se arrepentirán. Luego, veremos un video en el que conoceremos a hermanos de diferentes partes del mundo que siguen adorando a Jehová y sienten paz a pesar de las dificultades. Después, algo que todos esperamos, el bautismo de nuevos discípulos de Jesús. En el discurso de bautismo se animará a todos los candidatos a seguir andando “por el camino de la paz”. ¿Y por qué? Porque no hay mejor manera de vivir. También tendremos otras dos series de discursos con videos que muestran que los enemigos de la paz son muy diferentes a las personas que la fomentan. Y es que hay un contraste muy grande entre estos dos grupos de personas. Son tan distintos como el día y la noche. En la parte uno de la producción audiovisual, veremos cómo algunos siervos de Dios del pasado buscaron la paz y qué podemos hacer para imitar su ejemplo cuando nosotros pasemos por pruebas en la vida. Y el día acabará con un discurso titulado “Protejamos nuestro ‘vínculo de la paz’ ”. Aprenderemos a poner en práctica los principios de la Biblia en vez de dejarnos llevar por nuestra cultura o las tradiciones. El tema del tercer día es “Que el Dios que da esperanza los llene de felicidad y paz”. En la primera serie de discursos veremos el ejemplo de siete personas que sembraron paz y cosecharon paz. Hablaremos de José y sus hermanos, los gabaonitas, Gedeón, Abigaíl, Mefibóset, Pablo y Bernabé, y de ejemplos de la actualidad. Esperamos que muchas personas acepten la invitación para escuchar el interesante discurso público titulado “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. Y es que no nacemos siendo amigos de Dios, porque somos descendientes imperfectos de Adán. De hecho, hasta podemos decir que nacemos siendo enemigos de Dios. A veces alguien ve un bebé y dice: “Míralo, si es un angelito”. Pero sería más exacto decir: “Mira, es un pequeño enemigo de Dios”. Claro que queremos a ese bebé, y además tiene esperanza, porque nuestro amoroso Creador ha hecho posible que todo el mundo pueda reconciliarse con él. Podemos ser buenos amigos de Dios. Y esa amistad íntima con Jehová será nuestra posesión más valiosa. Después de ver la segunda parte de la producción audiovisual, el último discurso de esta asamblea nos animará con una maravillosa perspectiva: “La paz universal será una realidad”. Lo garantiza el Dios “que no puede mentir”. Por último, cantaremos juntos una canción preciosa y concluiremos con una oración para alabar a Jehová, la fuente de la paz. Queridos hermanos, este fue un pequeño resumen de la maravillosa asamblea regional que el Dios de la paz ha preparado para nosotros. Y, a lo largo del programa, veremos decenas de videos que muestran experiencias de hermanos en la vida real o escenificaciones de situaciones en las que nos podemos encontrar. Ahora veremos un video que es solo una pequeña muestra de todos los videos que veremos durante la asamblea. Hola a todos… Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Yo quería levantarme y destrozarles los teléfonos. ¿Neutral? ¿Cómo que neutral? ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! Cuando estaba en Nueva York, me sentía todo el tiempo triste, no sentía paz. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels. ¿No será que sientes un poquito de envidia? En junio de 2018, un grupo enorme de hombres armados vino a nuestra casa. Ellos representaban los ideales que yo tenía de niño. ¿Tienes idea de lo que nos va a costar esto? ¡Y qué iba a hacer! Tú no me consultaste. ¿Y tu mascarilla? ¿Sabes cuántas personas se han contagiado? Cero. Cuando estás a punto de quedarte sin aire, Jehová hace algo para darte ese oxígeno que necesitas. Menos mal que hicimos las paces antes de que el mundo se viniera abajo. Y una pregunta importante para todos nosotros: ¿cómo podemos preparar el corazón para recibir la paz de Dios durante esta asamblea? Esdras 7:10 dice que Esdras preparó su corazón para consultar la Ley de Jehová, ponerla en práctica y enseñársela a los israelitas. ¿Cuál fue el resultado? El versículo 11 dice que se convirtió en “un experto en el estudio de los mandamientos de Jehová”. Y queremos imitar a Esdras, así que ¿cómo podemos preparar el corazón para todo lo que nos espera en esta asamblea? Bueno, lo primero y más importante, orar y meditar. Si hacemos eso, nuestro corazón estará listo, resuelto a aceptar la guía que Jehová nos dé. Y estaremos dispuestos en nuestro interior a poner en práctica lo que Jehová nos enseñe. Otra cosa que podemos hacer es estar muy atentos a los videos musicales que se presentarán antes de que comience cada sesión de la asamblea. Estos videos están muy bien pensados para preparar nuestro corazón antes de cada sesión. Se dedicó mucho tiempo, esfuerzo y dinero para producir estos videos tan bonitos. Así que, mientras los estén viendo, dejen que las imágenes y la música los preparen para la información espiritual que vendrá después. Así que esforcémonos por estar concentrados y escuchar con atención lo que Jehová nos enseñará. De esta manera, imitaremos al salmista, que fue humilde y dijo en Salmo 85:8: “Escucharé lo que el Dios verdadero, Jehová, va a decir, porque él le hablará de paz a su pueblo”. Si lo hacemos, aprenderemos a estar en paz con todas las personas. Y así alabaremos a Jehová, el Dios de la paz, que bendice a su pueblo con paz. Gracias a él, sabremos buscar la paz hasta que llegue el día en el que ya no tengamos que seguir buscándola. ¿Por qué lo decimos? Piense en esto: ¿necesita Jehová buscar la paz? ¿Tiene que esforzarse para poder alcanzarla? No. La paz simplemente forma parte de él. Y, en el nuevo mundo, qué bonito será disfrutar de paz sin tener que buscarla, será parte de nosotros, como sucede con Jehová. Pero, mientras tanto, estemos decididos a seguir buscando la paz. Seguro que esta asamblea tan especial que está a punto de empezar nos ayudará a lograrlo. Gracias, hermano Lett, por ayudarnos a preparar el corazón para el resto del programa. Estamos listos para que Jehová nos enseñe a buscar la paz. ¿Qué relación tiene la paz con el amor? ¿Cómo podemos demostrar amor? Y ¿qué bendiciones recibimos si lo hacemos? La primera serie de discursos de esta asamblea contestará esas preguntas. El hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio del Cuerpo Gobernante, empezará con el discurso “El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor a Dios”. ¿Qué piensa? ¿Hay alguna conexión o relación entre el amor y la paz? Y, si la hay, ¿de qué manera nos ayuda el amor a conseguir la verdadera paz? La Biblia nos ayuda a entender que sin amor es totalmente imposible conseguir la auténtica paz. Así que queremos mostrar amor. Los que estudiamos la Biblia sabemos que fuimos creados a la imagen de Dios, y por esa razón usted y yo podemos amar. Pero también sabemos que vivimos en un mundo que tiene un concepto muy distorsionado de lo que es el amor. Además, somos imperfectos, así que, si no tenemos cuidado, podríamos entender mal lo que es el amor. ¿Cómo podemos evitar que nos pase eso? Dejando que sea Jehová el que nos enseñe a amar. Y, si lo pensamos bien, ¿qué mejor maestro podríamos tener? La Biblia dice que “Dios es amor”. Eso significa que Jehová, nuestro Creador, que nos conoce mejor que nosotros mismos, que es puro amor, la personificación del amor, está dispuesto a enseñarnos a amar. ¿Y cómo lo hace? Bueno, por medio de su Palabra, la Biblia, y también con su propio ejemplo, que es perfecto. A medida que conocemos a Jehová, vamos aprendiendo lo que de verdad es el amor. Y, cuando les mostramos ese amor a otros, como hizo Jesús, empezamos a disfrutar de lo que es verdadera paz. En esta serie vamos a analizar por qué el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor a la Palabra de Dios son la clave para lograr la auténtica paz. Primero, hablaremos del amor a Dios. ¿Por qué es tan importante si queremos tener auténtica paz? Jesús dijo algo que puede ayudarnos a responder esta pregunta. Se encuentra en la Biblia, en Mateo, capítulo 22. Vamos a buscarlo. Mateo 22:37. Para ponernos en contexto, en una ocasión, un hombre que tenía mucho conocimiento de la Ley le preguntó a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”. Fíjese en la respuesta de Jesús. Le dijo al hombre: “ ‘Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primero y el más importante de los mandamientos”. Tenemos que amar a nuestro Dios, Jehová, es un mandamiento. Amar a Jehová es esencial. Nuestra relación con él debe ser la más importante de nuestra vida. Debe estar por encima de cualquier persona, de cualquier cosa. Queremos amar a Jehová. ¿Hasta qué grado? Bueno, Jesús dijo: “Con todo tu corazón”. ¿Qué significa eso? El contexto de lo que dijo Jesús nos ayuda a entender que él estaba hablando de los sentimientos, las emociones, los deseos de una persona. Por lo tanto, amar a Dios implica nuestras emociones. No hay duda de eso. Pero amar a Jehová implica todavía más que nuestros sentimientos y emociones. ¿Por qué decimos eso? Bueno, ¿qué dijo Jesús después? “Con toda tu alma”, es decir, con todo nuestro ser. Usamos todo lo que tenemos para alabar a Jehová y demostrarle cuánto lo amamos. Pero aún hace falta algo más. Jesús concluye diciendo: “Con toda tu mente”. Así que amar a Dios también implica nuestra capacidad de pensar. Estemos dispuestos a sacar tiempo para conocer la manera de pensar de Jehová y hacer que también sea la nuestra. Queremos pensar como Jehová piensa. Queremos entender su propósito y saber lo que él espera de nosotros. Y queremos conocer su personalidad. Está claro que el amor del que estamos hablando implica todo esto, nuestros pensamientos, palabras y acciones, todo lo que somos. Y esa clase de amor hace posible que tengamos una amistad con Dios. Y, si la tenemos, estaremos en paz con él. Así se relaciona el amor con la paz. Amar a Jehová con todo el corazón, el alma y la mente lleva a la paz con Dios. Y, si estamos en paz con Dios, también tendremos paz interior y estaremos en paz con las personas que nos rodean. ¿Y por qué sucede eso? Porque, cuando amamos a Jehová, queremos imitarlo y desarrollar las cualidades que él demuestra, por ejemplo, paciencia, amabilidad, apacibilidad… cualidades que hacen que otros quieran ser nuestros amigos, cualidades que fomentan la paz con los demás. Estoy seguro de que todos queremos estar en paz con Dios. Pero algunas cosas pueden amenazar nuestra paz. Quizá estemos bajo presión. O puede que seamos víctimas de una injusticia o que alguien nos haga algo malo, y que eso nos robe la paz. Y ahora el asunto es ¿haremos las cosas de una manera que agrade a Jehová? ¿O nos precipitaremos y haremos las cosas como a nosotros nos parezca mejor? En la siguiente escenificación, fíjese en cómo ayuda a una familia un relato de la Biblia que destaca la importancia de amar y respetar la soberanía de Jehová. ¡Olivia! ¡Olivia! ¡Vamos, que llegas tarde a la escuela! Gracias. Mamá, me voy a predicar. Adiós. —Los quiero. —Chao, mamá. Te quiero. Que tengan un buen día. Adiós, mamá. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. —Es una santa. —Qué va, es puro teatro. —Lo está deseando. —Sí. Ups, parece que nos vio. Lo subo, ups, se fue. Súper. Okey, lo tienen. Hola a todos… ¿Qué estás viendo? Mira, mira. Hola a todos… —Qué fuerte. —Oh, Dios mío. Hola a todos… Aquí Brenda. Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Qué va, es puro teatro. Lo está deseando. Ups, parece que nos vio. Mira esto. ¿Qué vas a poner? No tengo ni idea. Yo creo que no le gustan los chicos. ¿Y si es lesbiana? —Es verdad. —Sí. —Están comentando… —Todos lo están viendo. Yo creo que todavía es virgen. Oye, ¿puedo ver eso? Sí, claro. Es tuyo. Disfrute de la vida para siempre… Y ¿cómo vas a lograr eso? Pues… esa es una buena pregunta. Dios promete… No, Dios no, ¡tú!, ¿qué estás haciendo tú? Bueno, yo trato de ayudar a otros. ¿Tratas? Tú estás plantado ahí al lado de ese carrito mientras los demás luchamos por tus derechos. Bueno, yo soy neutral… ¿Neutral? ¿Cómo que neutral? ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! ¿Qué tal, cariño? He tenido días mejores, pero estoy bien. Aquí Brenda. Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Olivia, ¿qué te pasa? Hola a todos… —Aquí Brenda. —Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Qué va, es puro teatro. Lo está deseando. Ups, parece que nos vio. Siento mucho que te pasara esto. Cariño, esto me recuerda a lo que le pasó a Pablo. Creo que está en Hechos 16:23: “Después de haberles dado muchos golpes, los metieron en la prisión y le ordenaron al carcelero que los vigilara muy bien. Al recibir semejante orden, él los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo. Como a medianoche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios con canciones, y los presos los estaban escuchando”. ¿Por qué crees que se pusieron a cantar? Ellos amaban a Jehová. Y ¿cómo crees que se sintieron al centrase en eso? Yo creo que sintieron paz. Seguro. ¿Por qué no investigamos un poquito más? —Okey. —Okey. ¿Qué les pareció? Javi y Olivia están siendo presionados, Olivia por sus compañeros y Javi en la predicación. ¿Reaccionarán de tal manera que sigan conservando la paz con Jehová? Es una buena pregunta. Y en realidad todos tenemos que hacernos esta pregunta cuando estemos bajo presión. Nuestro Dios siempre hace las cosas de la mejor manera. Estamos convencidos de que su forma de gobernar es la mejor. Pero, cuando estamos bajo presión, ya sea porque estemos siendo víctimas de una injusticia o porque nos estén haciendo algo malo, podemos sentirnos tentados a hacer las cosas a nuestra manera. Si hacemos eso, podemos poner en peligro la paz. ¿Qué podemos hacer para demostrar que respetamos la soberanía de Jehová? El consejo inspirado de Romanos 12 nos ayuda. Vayamos juntos a Romanos 12, empezaremos en el versículo 17: “No devuelvan mal por mal a nadie”. Esto nos ayuda a entender lo que el apóstol Pablo dice después. Es posible que nos hagan cosas malas. “No devuelvan mal por mal a nadie. Tengan en cuenta lo que toda la gente piensa que está bien”. Y fíjense en el 18: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes, vivan en paz [busquen la paz] con todos”. Estas palabras nos ayudan a entender mucho mejor lo razonable que es Jehová. ¿Por qué decimos eso? Porque Jehová no nos pide que hagamos algo que no podamos hacer. No podemos controlar lo que hacen los demás, no. “Hasta donde dependa de ustedes”. Jehová lo que nos pide es que nos controlemos a nosotros mismos, que controlemos nuestra reacción ante los problemas y que busquemos la paz. Y el 19 añade algo más. Ahí dice: “Amados, no se venguen, sino cédanle el lugar a la ira”. ¿Por qué? “Porque está escrito: ‘ “Mía es la venganza; yo les daré su merecido”, dice Jehová’ ”. Así que el consejo es buscar la paz y dejarle la ira a Dios. Dejemos que él decida si tiene que vengarse, de quién y cuándo es mejor hacerlo. Esto es fácil decirlo, ¿pero es siempre sencillo hacerlo? No. El ejemplo del rey David puede ayudarnos muchísimo. Aunque él no le hizo nada, el rey Saúl empezó a odiar a David. Lo odiaba tanto que quería matarlo. Y, de hecho, en varias ocasiones intentó asesinarlo. Durante años, David tuvo que huir de Saúl. Pero en aquel tiempo hubo varias ocasiones en las que David tuvo la oportunidad de vengarse de Saúl. Pudo haberlo matado. David podría haber pensado que tenía razones para hacerlo. Pero ¿no creen que si hubiera hecho eso habría puesto en peligro su paz, especialmente su paz con Jehová? Sabemos que sí. ¿Cómo reaccionó David? En una ocasión les dijo a sus hombres: “Sabiendo cómo ve Jehová las cosas, jamás se me ocurriría ponerle la mano encima al ungido de Jehová”. ¿Por qué pensó así? Porque vio el cuadro completo. No solo estaban David y Saúl. En el cuadro estaban David, Saúl y Jehová. Y David sabía que el que tenía que corregir a Saúl era Jehová, a su debido tiempo y a su manera. Por eso David estuvo dispuesto a ser paciente, y se esforzó por mantener la paz: la paz con Jehová, la paz interior y la paz con las personas que lo rodeaban. ¡Qué buen ejemplo! Podemos estar seguros de que, si nosotros también demostramos que amamos a Jehová respetando su soberanía y siendo pacientes, podremos disfrutar de paz, como David. Jehová ha prometido que bendecirá a su pueblo, y lo hará dándonos su paz. Así que estemos decididos a amar a Jehová con todo nuestro corazón, alma y mente. Y demostremos ese amor esperando con paciencia a que Jehová actúe y respetando su soberanía, su manera de hacer las cosas. Si lo hacemos, disfrutaremos de la incomparable paz de Dios. Ahora, el hermano Ralph Walls, ayudante del Comité de Personal, presentará la siguiente parte, “El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor al prójimo”. La Biblia predijo cómo serían las personas en los últimos días. 2 Timoteo 3 dice: “La gente solo se amará a sí misma”. ¿Está mal amarnos a nosotros mismos? No, es normal. De hecho, el amor propio es saludable hasta cierto grado. Incluso hasta Jesús dijo: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”. Aunque de eso hablaremos después. Pero amarse solo a uno mismo está mal y es egoísta. Y, como nos impide amar al prójimo, se convierte en una barrera para la paz. Algunos expertos creen que el apóstol Pablo mencionó esto al principio de la lista de 2 Timoteo 3:1-5 porque es la raíz del resto de las características negativas que le siguen. Y estas cosas también son una barrera para la paz. Por ejemplo, no estar “dispuestos a llegar a ningún acuerdo”, como dice 2 Timoteo 3:3, a menudo acaba en “furia, ira, gritería y palabras hirientes”. Lejos de darnos paz, esa falta de autocontrol provoca conflictos. Por otro lado, el amor al prójimo tiene el efecto contrario: nos da verdadera paz. Busquemos, por favor, Mateo 22:36. Uno de los fariseos, que conocía bien la Ley, le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”. Jesús le respondió con las palabras del versículo 37, que ya analizamos en el discurso anterior: “Ama a Jehová tu Dios”. Pero ahora Jesús va aún más allá y cita un segundo mandamiento. Leamos el 39: “El segundo, que es parecido, dice: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’ ”. Jesús está diciendo que los dos mandamientos —amar a Dios y amar al prójimo— van juntos. Pero ¿a quiénes nos referimos cuando decimos “prójimo”? Por favor, busquen Lucas, capítulo 10. Veamos cómo contesta Jesús la pregunta “¿Quién en realidad es mi prójimo?”. Él responde claramente contando la famosa historia del buen samaritano. En los días de Jesús, los judíos despreciaban a los samaritanos. Y Jesús aprovechó para enseñar una poderosa lección. En la parábola, Jesús dijo que el samaritano hizo todo lo que estaba en su mano para ayudar a un judío. Al judío lo habían atacado unos ladrones. Y hombres de su propia nación lo ignoraron y lo dejaron medio muerto. Los que escuchaban a Jesús debieron quedarse atónitos. Lucas 10:33, 34 dice: “Pero cierto samaritano […] llegó adonde él estaba y, al verlo, se conmovió profundamente. Así que se le acercó, le echó en sus heridas aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propio animal, lo llevó a una posada y lo cuidó”. Jesús hizo entonces una pregunta buenísima en el versículo 36. Le preguntó al hombre: “¿Cuál de los tres piensas que se hizo prójimo?”. Y lo que dice en el versículo 37 es también para usted y para mí: “Vete y haz tú lo mismo”. El prójimo incluye no solo a nuestros familiares y a los hermanos de la congregación, sino a todas las personas que vemos a diario. Es decir, nosotros amamos a todas las personas, sin importar su raza, tribu, nacionalidad o religión. ¿Y cómo lo demostramos? Busquemos, por favor, Romanos, capítulo 13. Como amamos a nuestro prójimo, evitamos hacer cualquier cosa que pueda acabar con la paz. Más bien, nos esforzamos por aplicar el consejo inspirado de Romanos 13:8-10: “No le deban nada a nadie excepto amarse unos a otros; porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley. Porque los mandamientos —‘no cometas adulterio, no asesines, no robes, no codicies’ y cualquier otro mandamiento que haya— se resumen en estas palabras: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’. El amor no le hace nada malo al prójimo. Por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley”. Tenemos la responsabilidad de fomentar la paz cuando estamos con otras personas. Y, si nos tratan mal, nos esforzamos por imitar a Jesús. Cuando lo insultaron, no devolvió los insultos. Cuando sufrió, no amenazó a nadie. Imitar al Príncipe de Paz y al Dios de la paz nos da a nosotros paz interior. En la siguiente escenificación, fíjense en cómo ayudó a una familia el ejemplo de Pablo, que demostró amor al prójimo incluso cuando lo trataron mal. ¿Qué estás haciendo tú? ¡Eres un cobarde! Plantado ahí al lado de ese carrito. ¡Tú no haces nada! ¡Eres un cobarde! Plantado ahí al lado de ese carrito. ¿Cómo que neutral? Mientras los demás luchamos por tus derechos. ¡Eres un cobarde! Javi, ¿qué te pasó hoy? No es la primera vez que me gritan en la predicación, pero hoy me dieron ganas de… no sé. Yo quería levantarme y destrozarles los teléfonos. Me alegro de que no lo hicieras. Sí, pero yo me siento culpable, porque estaba tan furioso… Te entiendo. Vamos a seguir leyendo, nos quedamos en el versículo 26. “De repente hubo un terremoto tan grande que sacudió los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Cuando el carcelero se despertó y vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, sacó su espada y estaba a punto de matarse porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo gritó con fuerza: ‘¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!’. De modo que el carcelero pidió luz, corrió adentro y cayó temblando a los pies de Pablo y Silas”. Piensa en lo que el carcelero le había hecho a Pablo, podría haberlo odiado por eso. Es verdad, pero supongo que se puso en el lugar del carcelero. Pablo amaba al prójimo, por eso quiso salvarle la vida. ¡Eh, tú! ¿Cómo te atreves a seguir viniendo aquí? Tenías razón sobre lo que dijiste. No está bien no hacer nada mientras la gente sufre injusticias. Pues haz algo. Lucha, como nosotros. Esta es mi forma de ayudar a la gente, es lo único que sé que puede cambiar el mundo. ¿En serio? ¿La Biblia? Sé lo que estás pensando, pero déjame leerte solo un texto. Okey, solo uno. Mira, este es el versículo que me hizo ver cómo puedo ayudar a la gente. Es Mateo 24:14: “Y las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. El apóstol Pablo pudo haber aprovechado la oportunidad para vengarse del carcelero. Sin embargo, a pesar de lo mal que lo habían tratado, él demostró amor al prójimo. Aquello tuvo un gran impacto en el carcelero y le dio gloria a Jehová. Como somos imperfectos, tenemos que esforzarnos mucho por desarrollar amor al prójimo. Lo que le pasó al apóstol Pedro es un buen ejemplo de esto. Antes de hacerse seguidor de Jesús, él no tenía trato con los que no eran judíos. Pero después de hacerse cristiano, Dios le enseñó que aquella división entre judíos y gentiles no podía seguir, y Pedro lo entendió. En Hechos 10:34, 35, el apóstol Pedro dice: “Ahora de veras entiendo que Dios no es parcial, sino que acepta a los que le temen y hacen lo que está bien, sea cual sea su nación”. Pedro hasta se quedó en la casa de unos gentiles durante días. Y a menudo comía con cristianos que no eran de origen judío. Sin embargo, 13 años más tarde, cuando estaba en Antioquía, Pedro de repente dejó de asociarse con los cristianos gentiles. ¿Por qué? Porque tenía miedo de lo que pudieran pensar de él algunos cristianos judíos. Esto demuestra que los prejuicios pueden estar muy arraigados. Y hay que seguir esforzándose para vencerlos. Debemos ser imparciales, como Jehová, y evitar el favoritismo. Queremos tratar a los demás como lo hace Jehová. En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo les digo que amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen”. Luego, como vemos en Mateo 5:45, él explica por qué debemos mostrar este tipo de amor: “Así demostrarán que son hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos”. Este amor, que es parte del fruto del espíritu, es muy diferente al tipo de amor que se ve en este mundo. Se basa en algo muy superior. Jesús dijo que hasta los pecadores aman a quienes los aman. Pero, si queremos demostrar que somos hijos de nuestro “Padre que está en los cielos”, debemos ser diferentes. Recibamos con gusto a otros, tal como Dios y Cristo hicieron con nosotros. En Romanos 15:7, la Biblia nos dice: “Recíbanse con gusto […], tal como el Cristo también los recibió […] a ustedes”. La palabra griega que se usa aquí transmite la idea de recibir a alguien con hospitalidad, como cuando uno recibe a sus amigos en su casa. Los prejuicios se vencen con mucho amor. Recordemos que hace un tiempo todos éramos unos extraños. Estábamos alejados de Jehová. Pero él nos atrajo con las “cuerdas del amor”. Cristo nos recibió con gusto. Él nos abrió la puerta para que pudiéramos ser parte de la familia de Dios. Si Jesús nos aceptó con gusto a nosotros con lo imperfectos que somos, ni siquiera debería pasársenos por la mente rechazar a nadie. Queridos hermanos, a medida que se acerca el fin, podemos esperar que los prejuicios, las divisiones y los conflictos aumenten cada vez más en este sistema. En cambio, los siervos de Dios buscamos “la sabiduría de arriba”, que es imparcial y fomenta la paz. Somos felices, porque tenemos muy buenos amigos de diferentes países, aceptamos las diferencias culturales y hasta estamos dispuestos a aprender otros idiomas. Cuando hacemos eso, la paz fluye “igual que un río”, y la justicia “como las olas del mar”. Hacemos “el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos”. El amor al prójimo nos motiva a hacer sacrificios por los demás y a anunciar las buenas noticias a todo el mundo. Nuestro Amo, Jesús, dijo: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado”. ¿Qué bendiciones tendremos por amar al prójimo? Jesús contesta esta pregunta en Juan 15:8-10. La primera: “Esto glorifica a mi Padre: que den siempre mucho fruto y demuestren ser mis discípulos”. Segunda bendición, versículo 9: “Igual que el Padre me ha amado a mí, yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”. El hermano Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará la última parte, “El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor a la Palabra de Dios”. ¿Puede imaginarse una colección de 40 millones de libros? Llenarían más de 1.300 kilómetros de estanterías. Justo eso es lo que podemos encontrar en la que hasta ahora es la biblioteca más grande del mundo, la Biblioteca del Congreso, en Washington D. C., en Estados Unidos. De entre todos esos millones de libros, ¿cuál diría que es el más importante? Dejemos que el apóstol Pablo responda esta pregunta. En 2 Timoteo 3:15, él habló de “los santos escritos”, que pueden darnos “la sabiduría necesaria para la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. Sabemos que se refiere a la Palabra escrita de Dios, que conocemos como la Biblia. Este libro contiene la sabiduría que necesitamos para conseguir la salvación. Y eso lo convierte en el libro más importante de la Tierra. Pero ¿cómo puede un libro tener un impacto tan grande en una persona? Hablando sobre los libros y sus autores, el escritor Gilbert Highet dijo una vez: “Los libros no son montones de papel sin vida, sino mentes vivas en los estantes. Cada uno tiene su propia voz. […] Así que, cuando sacamos uno de ellos y lo abrimos, podemos escuchar la voz de un hombre, el autor, atravesando el espacio y el tiempo, dejándonos ver lo que hay en su mente, en su corazón”. Cuando sacamos este libro, la Biblia, del estante y lo abrimos, podemos escuchar la voz de su Autor, Jehová. ¿Y nos dice Jehová lo que hay en su mente, en su corazón? Por supuesto que sí. Por ejemplo, en Jeremías 29:11, Jehová nos dice: “Sé muy bien lo que tengo en mente para ustedes […]. Quiero que tengan paz, no calamidad. Quiero darles un futuro”. Y, en Proverbios 27:11, Jehová nos dice: “Sé sabio […] y alegra mi corazón para que yo le pueda responder al que me desafía”. Qué agradecidos estamos de que Jehová nos haya dado su valiosa Palabra, la Biblia, que nos cuenta lo que él piensa y lo que siente, que nos acerca a él, que nos enseña cómo conseguir la vida eterna. Como amamos a Jehová, también amamos y valoramos lo que él nos dice en las páginas de su Palabra escrita. Y es así como se sintió el salmista que escribió el Salmo 119. Por favor, busquen en su biblia Salmo 119:161. La última parte dice: “Pero tus palabras despiertan reverencia en mi corazón”. Vamos a leer también los versículos 167 y 168: “Hago caso de tus recordatorios, los amo profundamente. Obedezco tus órdenes y tus recordatorios porque estás al tanto de todo lo que hago”. Para este escritor bíblico, las órdenes de Dios y sus recordatorios no eran una fría lista de leyes y decretos. Y estamos seguros de que no los consideraba una carga. Él sabía que son el fundamento para tener una vida feliz. Por eso, no solo quería conocer las órdenes de Dios, sino que deseaba seguirlas, obedecerlas. El salmista creía que lo que más vale la pena estudiar es la Palabra de Dios y que los que conocemos sus órdenes y sus recordatorios somos mucho más sabios que los que saben de todo menos de la Palabra de Dios. Veamos qué más escribió, en el versículo 165: “Los que aman tu ley disfrutan de abundante paz; nada será un obstáculo para ellos”. Esta es una de las principales razones por las que amamos la Biblia. Si seguimos lo que dice, conseguimos auténtica paz. Todo el mundo desea tener paz en su vida. Y las páginas de la Biblia nos ayudan a obtenerla. Por eso nosotros seguimos lo que dice la Biblia, incluso cuando nos enfrentamos a problemas en la vida, problemas que podrían robarnos nuestra paz interior. Pero Jehová sabe por lo que estamos pasando cada día de nuestra vida, y está dispuesto a ayudarnos. Si amamos y obedecemos la Palabra de Dios, nada será un obstáculo para nosotros, ni lo que hagan o digan otras personas ni nada que pueda pasarnos en la vida. Pero ¿cómo nos ayuda el amor a la Palabra de Dios a evitar hacer cosas que nos quiten la paz? Sabemos que “toda la Escritura está inspirada por Dios”, así que la Biblia es la mejor guía para todo aspecto de la vida. La sabiduría de Dios es infinitamente superior a la nuestra. Leer la Biblia nos ayuda a ver las cosas desde el elevado punto de vista de Dios. Es tal como el profeta Isaías escribió en Isaías 55:8, 9. Búsquenlo conmigo, por favor. Isaías 55:8, 9. Dice: “ ‘Porque mis pensamientos no son los […] de ustedes, y los caminos de ustedes no son mis caminos’, afirma Jehová. ‘ […] Tal como los cielos están por encima de la tierra, […] mis caminos están  por encima de los […] de ustedes, y mis pensamientos, de los […] de ustedes’ ”. Imagínese, los pensamientos y el lenguaje de Jehová deben ser muy superiores a los de los seres humanos. Así que, cuando se comunica con nosotros, como lo hace por medio de la Biblia, simplifica su manera de expresar lo que piensa para que podamos entenderle. Y, cuando sabemos cómo piensa Jehová, podemos esforzarnos por pensar como él. Leer la Biblia se puede comparar a mirarse en un espejo, porque su mensaje tiene el poder de hacernos ver cómo somos en realidad. Y nos muestra lo que debemos cambiar en nuestra personalidad y conducta. En esta serie de discursos, ya hemos visto cómo funciona esto. Vimos dos videos en los que una madre viuda ayuda con la Biblia a sus dos hijos adolescentes a mantenerse firmes ante la presión de otros jóvenes que los estaban acosando. ¿Lo recuerdan? A su hijo, Javi, lo llamaron cobarde unos chicos muy agresivos mientras él predicaba con el carrito. Y a su hija, Olivia, sus compañeras en la escuela le estaban haciendo bullying por no querer salir con un chico de la clase. La madre usó un relato que escribió el apóstol Pablo por inspiración en el que se muestra cómo pudo mantener la paz en una situación tan difícil como la de estar en prisión. Eso ayudó a Olivia y a Javi a proteger su propia paz. Veamos cómo la madre vuelve a usar la Biblia para ayudar a Olivia a evitar hacer algo que le pudiera quitar la paz. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. ¿Se atreverá? Lo está deseando. Yo creo que no le gustan los chicos. ¿Y si es lesbiana? Yo creo que todavía es virgen. Olivia, ¿qué piensas? No sé por qué me hacen esto. Ni siquiera me conocen. Pero, si no paran, no sé si podré... Eres fuerte. No dejes que esto te afecte. Es complicado, ¿verdad? Okey. Pensemos en otro ejemplo de la Biblia. ¿Recuerdan lo que estudiamos sobre la sulamita? Sí, lo recuerdo. ¿Quién la presionaba? Salomón. Pero ella no estaba interesada en él, como me pasa a mí, que no me interesa nada ese chico. Pero no era solo él. Estaban las hijas de Jerusalén, de la corte de Salomón. Intentaron convencerla para que se fijara en él. Y ¿recuerdas lo que ella dijo, en El Cantar de los Cantares, capítulo 2? Dice: “Oh, hijas de Jerusalén, las pongo bajo juramento por las gacelas y por las ciervas del campo: hasta que el amor no lo quiera, no traten de despertarlo ni provocarlo en mí”. Así que, aunque la estaban presionando, ¿quién tenía el control? Ella. No se dejó llevar por la presión. Incluso dijo: “Soy una muralla”. Tú eres igual de fuerte. Si de verdad crees eso, verás cómo puedes con la presión. Ven, dame un abrazo. Hola, chicos. Seguimos hablando del tema. Parece que con Jake no funcionó. Pues será con otro. Acabo de subirlo, dale like. Lo que quieren es que les siga el juego. Hola, chicos. Seguimos hablando del tema. Parece que con Jake... No voy a darles ese gusto. Si hago lo correcto, me sentiré en paz. No van a poder conmigo. “Soy una muralla”. La madre de Olivia pensó en otro ejemplo de la Biblia, el de la sulamita, que fue presionada por las jóvenes de la corte de Salomón para que ella se interesara por él. A pesar de la presión, la sulamita se mantuvo firme. Nadie la iba a obligar a hacer algo que ella no quería hacer. Olivia captó el punto, y se dijo a sí misma: “Si hago lo correcto, me sentiré en paz. No van a poder conmigo. ‘Soy una muralla’ ”. Está claro que la madre amaba la Palabra de Dios, la conocía bien, y con calma y habilidad la usó para ayudar a sus hijos a no desanimarse o hacer algo malo. Muchas personas hoy día no quieren ni pensar en la Biblia para que no influya en sus vidas. Vivimos en un mundo sucio, pero nosotros nos apegamos a la Palabra de Dios. Queremos mantenernos limpios y pensar como él. Estamos decididos a vivir de acuerdo con sus normas. Eso es justo lo que el apóstol Pablo nos animó a hacer en Romanos 12:2. Vamos a buscarlo, Romanos 12:2. Pablo dice: “Y dejen de amoldarse a este sistema; más bien, transfórmense renovando su mente, para que comprueben por ustedes mismos cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios”. La Palabra de Dios nos da fuerzas para resistir la influencia del depravado mundo de Satanás y no caer en la tentación de hacer algo malo. Y, cuando comprobamos por nosotros mismos que la voluntad de Dios es buena y perfecta, nos damos cuenta de que obedecerlo es lo mejor que podemos hacer en la vida. Hay una relación directa entre poner en práctica lo que dice la Biblia y disfrutar de la auténtica paz, que solo Dios nos da. Pero, para que la Palabra de Dios tenga ese efecto en nuestras vidas, tenemos que leerla todos los días y meditar en cómo nos benefician sus consejos. Y para eso tenemos que leerla a un ritmo que nos permita pensar en lo que leemos. Así podremos recordar los puntos que más puedan ayudarnos. Cuando se le preguntó a un hermano por qué leía la Biblia todos los días, él respondió: “Si oro a Dios varias veces al día y espero que me escuche, ¿no debería yo también escucharlo a él leyendo su Palabra a diario? Un buen amigo no habla todo el tiempo, también escucha”. Es interesante lo que dice, ¿verdad? Cuando leemos la Biblia, estamos escuchando a Jehová, y así nos enteramos de cuáles son sus opiniones. Y usted, ¿permite que Jehová le hable todos los días? Si realmente escuchamos a Dios, lo notaremos en nuestra personalidad y nuestra conducta. Y, si nuestra paz se ve amenazada, podemos buscar la guía de Dios en su Palabra escrita. Una profecía sobre los cristianos ungidos que se encuentra en Isaías 54:13 dice: “Todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante”. Estas palabras también son aplicables a las otras ovejas de Cristo. Nos alegra que los ungidos que componen el esclavo fiel y prudente, cuando preparan alimento espiritual, como el de esta asamblea, se apeguen con lealtad a la Palabra de Dios y nunca traten de suavizarla. El alimento espiritual que recibimos siempre está de acuerdo con las elevadas normas morales de Jehová. Y, cuando seguimos la guía de Dios y sus normas, podemos obtener abundante paz. Isaías también escribió otra profecía que se está cumpliendo hoy. La encontramos en Isaías 2:2-4. Predijo que en los últimos días personas de todas las naciones adorarían a Dios. ¿Y por qué lo harían? Isaías dijo sobre Jehová: “Él nos enseñará sus caminos, y nosotros andaremos en sus sendas”. ¿Y cuál sería el resultado? El profeta dice: “Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas. Las naciones no alzarán la espada unas contra otras ni aprenderán más a hacer la guerra”. Jehová es tan bueno que está dispuesto a enseñarnos a nosotros, seres humanos imperfectos, a conseguir auténtica paz. Y lo hace a través de su Palabra la Biblia. ¡Qué gran honor que nuestro Dios nos enseñe! Sin importar los problemas que amenacen nuestra paz individual, la de nuestra familia o la de la congregación, estamos seguros de que la Palabra de Dios puede ayudarnos. Como vimos en esta serie de discursos, si seguimos amando a Jehová, al prójimo, y amamos la Palabra de Dios, podremos disfrutar de paz para siempre en el nuevo mundo. Gracias, hermanos, por explicarnos cómo el amor nos motiva a buscar la paz. Ahora podemos alabar a Jehová juntos cantando una canción. Será la canción 24, titulada Subamos a la montaña de Jehová. Canción 24.
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Viernes mañana (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Siempre necesitamos voluntarios para trabajar en Betel y también en los proyectos de construcción. Debido a la pandemia del COVID-19, todavía no podemos invitar a tantos como nos gustaría. Pero seguimos necesitando voluntarios. Mientras ve el siguiente video, fíjese en la actitud que demuestran los hermanos que se hacen disponibles para servir en Betel. Ofrecerse para servir en Betel es como llamar a una puerta que lleva a muchos privilegios en el servicio a Jehová. Claro, para servir en Betel hay que ser sacrificado y estar dispuesto a trabajar donde sea necesario. El profeta Isaías mostró esa actitud, como leemos en Isaías 6:8: Cuando a Isaías se le presentó la oportunidad de hacer más en el servicio a Jehová, la aceptó encantado, y eso que no sabía exactamente qué trabajo tendría que realizar. Pero para él fue suficiente saber que Jehová lo estaba invitando a llevar a cabo una labor especial, y quiso ofrecerse. Esa es la misma actitud que tienen los hermanos de todo el mundo que sirven en Betel. Si el Comité de Sucursal opina que se necesitan tus servicios, ellos decidirán en qué lugar será más útil tu trabajo, si en Betel o quizás en un proyecto de construcción. Entregar la solicitud puede darte la oportunidad de servir a Jehová y de ayudar a su organización de muchas maneras. Este era un fragmento del video titulado ¿Qué tienes que hacer para servir en Betel? Los que estén interesados en servir en Betel o en la construcción de instalaciones teocráticas, ya sea a tiempo parcial o completo, pueden ver todo el video en nuestro sitio de internet. Todos los cristianos bautizados mayores de 19 años que estén interesados pueden llenar la solicitud. Hable con el secretario de la congregación si quiere más información. Si es posible, llene la solicitud electrónica en jw.org. ¿Ha pasado alguna vez por una situación en la que su paz se vio amenazada? ¿Qué fue lo que hizo? Podemos aprender mucho del ejemplo del fiel Jacob y de cómo él buscó la paz. Por favor, abran sus biblias en Génesis, capítulo 26. Sigan la lectura mientras el hermano Mark Sanderson, del Cuerpo Gobernante, explica algunos puntos de la lectura bíblica dramatizada, titulada Jacob, un hombre que amaba la paz. ¿Alguna vez ha sido víctima de una injusticia o lo han tratado mal? ¿Alguna vez se ha enojado por lo que alguien dijo o hizo? A todos nos ha pasado. En situaciones como estas, las personas que no sirven a Jehová a menudo reaccionan de formas muy poco pacíficas. Buscan venganza, pelean, contraatacan. Pero nosotros sabemos que Jehová ve lo que está pasando y que puede solucionar las cosas. Hacemos bien en recordar las palabras de Jesús: “Felices los que son apacibles”. “Felices los que fomentan la paz”. La Biblia habla de un hombre que fue amable y pacífico hasta en situaciones que fueron muy complicadas o estresantes. A menudo, en vez de pelear con otras personas, se esforzó por lograr la paz. Ese hombre fue Jacob. Jacob aprendió a ser pacífico gracias al ejemplo de su padre, Isaac. Había mucha hambre en el país, así que Isaac se mudó con su familia a Guerar, una ciudad gobernada por Abimélec, el rey de los filisteos. Veamos a qué problemas se enfrentó Isaac y lo que hizo para resolverlos. Por favor, busquen Génesis 26:12. “Pues bien, Isaac empezó a sembrar en aquel lugar, y ese año recogió 100 veces más de lo que había sembrado, porque Jehová lo estaba bendiciendo. El hombre se enriqueció y, como siguió prosperando, llegó a ser muy rico. Adquirió rebaños de ovejas, manadas de vacas y un gran grupo de siervos. Pero los filisteos empezaron a envidiarlo. Así que los filisteos taparon con tierra los pozos que habían cavado los siervos de su padre Abrahán cuando él vivía. Entonces Abimélec le dijo a Isaac: ‘Vete a vivir lejos de nosotros, porque te has vuelto mucho más poderoso que nosotros’. De modo que Isaac se fue de donde estaba, acampó en el valle de Guerar y se estableció allí. Isaac volvió a abrir los pozos que se habían cavado cuando vivía su padre Abrahán pero que los filisteos habían tapado tras la muerte de Abrahán. Además, les puso los mismos nombres que su padre les había puesto. Mientras estaban cavando en el valle, los siervos de Isaac encontraron un pozo de agua dulce. Pero los pastores de Guerar se pusieron a discutir con los pastores de Isaac y a decirles: ‘¡El agua es nuestra!’ Por lo tanto, Isaac llamó al pozo Ésec, porque habían discutido con él. Y empezaron a cavar otro pozo, y también se pusieron a discutir por ese pozo. Así que él lo llamó Sitná. Más tarde se fue de allí y cavó otro pozo, pero ya no discutieron por él. Por eso, él lo llamó Rehobot y dijo: ‘Todo esto es gracias a Jehová, quien ahora nos ha dado suficiente espacio y ha hecho que seamos muchos en el país’. Después subió de allí a Beer-Seba. Esa noche se le apareció Jehová y le dijo: ‘Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No tengas miedo, porque yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia debido a mi siervo Abrahán’”. Los filisteos, llenos de envidia, tapan todos los pozos que Abrahán había cavado. Y el rey le pide a Isaac que se vaya a vivir a otro lugar. Isaac ahora tiene que tomar una decisión. Puede que algunos le aconsejen que se quede. Imagine lo que podrían haberle dicho: “Tú no has hecho nada malo, Isaac. Jehová te dijo que tú y tu descendencia serían los dueños de esta tierra. Además, no tienes nada que temer. Tienes muchos siervos, y son más fuertes que los filisteos. Deberías vengarte y hacerles pagar por haber tapado tus pozos”. En una situación así, ¿qué habría hecho usted? Isaac decide mantener la paz. Prefiere marcharse de allí. Pero no es nada fácil. Isaac tiene muchos siervos, rebaños de ovejas, manadas de vacas. Había preparado la tierra, la había sembrado, y estaba dando mucho fruto. Pero él deja atrás esa tierra y se marcha. ¿Acaban ahí sus problemas? No. Donde vive ahora, sus siervos cavan pozos y encuentran agua dulce, pero los pastores de la zona dicen: “¡El agua es nuestra!”. Así que Isaac cava otro pozo. Pero los pastores se ponen a discutir también por ese. De nuevo, en vez de ponerse a pelear, Isaac se va, y al final encuentra un lugar en el que puede vivir en paz. Lo que hizo Isaac le enseñó a su hijo Jacob que buscar la paz da buenos resultados. Y Jacob vio que Jehová bendijo a su padre por actuar así. ¿Cuál es la lección? Padres, pueden influir en sus hijos mucho más de lo que creen poniéndoles un buen ejemplo. No lo olviden nunca. Jacob tiene un hermano gemelo, Esaú, que por cierto es el primero que nació. Pero Jehová había predicho que, aunque no era la costumbre, el hermano mayor, Esaú, serviría a su hermano menor. Jehová sabía con antelación qué clase de personalidad tendría cada uno. Y también sabía que Esaú valoraría muy poco las cosas espirituales. Esto queda claro cuando Esaú le vende su derecho de primogénito a Jacob por un simple plato de lentejas. Y sella el acuerdo con un juramento. Pero con esto renuncia a algo más. Al vender su derecho de primogénito está renunciando a su derecho a recibir una bendición profética de parte de su padre. Los años pasan, Isaac se hace mayor y decide que ha llegado el momento de bendecir a su primogénito. Quizás no sabe que Esaú vendió su derecho de primogénito. En cualquier caso, le dice a Esaú que le dará su bendición, pero que primero vaya al campo, cace algo para él y le prepare un plato sabroso. Rebeca, la madre de los gemelos, está escuchando la conversación, así que convence a Jacob de que se haga pasar por su hermano mientras él está cazando. El plan funciona. Sin darse cuenta, Isaac bendice a Jacob. Cuando Esaú se entera, se pone furioso. Leamos lo que pasa después en Génesis 27:41. “Desde entonces, Esaú le tuvo profundo rencor a Jacob por la bendición que su padre le había dado. Y Esaú decía en su corazón: ‘Pronto morirá mi padre. Después de los días de duelo mataré a mi hermano Jacob’. Cuando le contaron a Rebeca lo que su hijo mayor Esaú estaba planeando, ella enseguida mandó llamar a su hijo menor Jacob y le dijo: ‘¡Escucha! Tu hermano Esaú planea matarte para vengarse. Así que haz lo que voy a decirte, hijo mío. Huye cuanto antes a Harán, donde está mi hermano Labán. Quédate a vivir con él durante un tiempo, hasta que se le pase la furia a tu hermano, hasta que se le pase el enojo y se olvide de lo que le hiciste. Entonces te mandaré avisar para que vuelvas. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?’. Luego Rebeca empezó a decirle a Isaac: ‘Las hijas de Het han hecho que odie la vida. Si alguna vez Jacob se casa con una de las hijas de Het, con alguna como estas hijas del país, ¿para qué quiero seguir viviendo?’ Así que Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le dio este mandato: ‘No debes casarte con ninguna de las hijas de Canaán. Vete a Padán-Aram, a la casa de Betuel —el padre de tu madre—, y allí cásate con una de las hijas de Labán, que es hermano de tu madre. El Dios Todopoderoso te bendecirá, hará que tengas hijos y multiplicará tus descendientes. Y tú de veras llegarás a ser un gran grupo de pueblos. Él te dará la bendición de Abrahán —a ti y a tu descendencia— para que ocupes el país en el que has estado viviendo como extranjero y que Dios le ha dado a Abrahán’. De modo que Isaac despidió a Jacob. Entonces Jacob fue a Padán-Aram adonde estaba Labán hijo de Betuel el arameo. Él era hermano de Rebeca, la madre de Jacob y Esaú”. Los padres de Jacob le dicen que viaje adonde vive su tío, Labán, para buscar una esposa. Claro, la razón principal es el problema que tiene con Esaú. Recuerde que, tiempo atrás, Isaac tuvo un problema con los filisteos, un problema que al parecer no podía resolverse pacíficamente. Y ¿qué fue lo que hizo Isaac? Decidió irse. Ahora Jacob se enfrenta a una situación parecida. Su hermano lo odia a muerte. Así que Jacob decide irse, marcharse de allí. Eso significa dejar su casa, su familia. Tiene que hacer un largo viaje. Jacob podía haber decidido quedarse. Él tenía el derecho de primogénito. Podía haberse puesto a discutir con sus padres: “¡No soy ningún niño! ¡Tengo 77 años!”. Pero Jacob no hizo nada de eso. La Biblia solo dice que Jacob obedeció a su padre y a su madre y se fue. ¿Cuál es la lección? Cuando nos enfrentemos a una situación que no se puede resolver pacíficamente, es probable que no tengamos que huir por nuestra vida a un lugar lejano. Pero, a veces, lo mejor que podemos hacer es alejarnos de la situación. Proverbios 17:14 dice: “Empezar una pelea es como abrir una compuerta; antes de que estalle la discusión, vete de allí”. Jacob va de camino a la casa de su tío. Jehová se le aparece en un sueño y le asegura que estará con él y lo protegerá. Pero eso no significa que sus problemas se hayan acabado. Después del largo viaje, Jacob se queda a vivir en la casa de su tío. Con el tiempo, surge una situación difícil, y Jacob vuelve a demostrar que es un hombre que ama la paz. Leamos esta historia, que comienza en Génesis 29:16. “Pues bien, Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lea, y la menor, Raquel. Pero los ojos de Lea no tenían brillo. En cambio, Raquel se había convertido en una mujer muy hermosa y atractiva. Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a Labán: ‘Estoy dispuesto a trabajar para ti siete años por tu hija menor Raquel’. Labán le contestó: ‘Es mejor dártela a ti que a cualquier otro hombre. Quédate a vivir conmigo’. Y Jacob trabajó siete años por Raquel, pero a él le parecieron unos cuantos días por el amor que le tenía. Al final, Jacob le dijo a Labán: ‘Ya se ha cumplido el plazo. Dame a mi esposa y deja que tenga relaciones con ella’. Así que Labán reunió a todos los vecinos e hizo un banquete. Pero, al llegar la noche, tomó a su hija Lea y se la llevó a Jacob para que tuviera relaciones con ella. Y, a su hija Lea, Labán le dio una sierva suya llamada Zilpá para que le sirviera. Pues bien, a la mañana siguiente, Jacob vio que quien estaba con él era Lea. Entonces, le dijo a Labán: ‘¿Pero qué me has hecho? ¿No fue por Raquel por la que trabajé para ti? ¿Por qué me has engañado?’. Pero Labán le contestó: ‘Aquí no es costumbre entregar a la hija menor antes de entregar a la mayor. Termina de celebrar la semana de bodas de esta mujer. Después también recibirás a esta otra mujer a cambio de que trabajes para mí siete años más’. Jacob aceptó, y celebró la semana de bodas de esa mujer. Luego Labán le entregó a su hija Raquel por esposa. Y, a su hija Raquel, Labán le dio una sierva suya llamada Bilhá para que le sirviera”. Jacob tenía razones para estar enojado. Él había acordado con Labán que trabajaría siete años por Raquel. Cuando pasan los siete años, se organiza un banquete de bodas, pero la mujer que le traen a Jacob con el rostro prácticamente cubierto no es Raquel, ¡es Lea! Jacob no puede creer lo que está pasando. Y Labán, en vez de admitir que lo engañó, le pone excusas. ¿Qué estará pensando Jacob? ¿Pensará que Jehová tiene algo que ver con esto?, ¿que así se cumplirá la promesa de que sus descendientes serían “tan numerosos como las partículas de polvo que hay en la tierra”? No lo sabemos. Pero lo cierto es que Lea le dará a Jacob seis hijos, incluidos Leví y Judá, que con el tiempo llegarán a ser dos de las tribus más importantes de Israel. Claro, Jacob no sabe lo que va a pasar. Pero, como es un hombre pacífico, acepta tanto a Lea como la propuesta tan poco razonable de su suegro, Labán, de trabajar siete años más por Raquel. ¿Cuál es la lección? Nos sentimos decepcionados cuando alguien no cumple lo que nos promete. Al igual que Jacob, ¿estaremos dispuestos a esforzarnos por perdonar y buscaremos la manera de mantener la paz? Jacob trabaja para Labán durante 14 años por sus 2 esposas y trabaja otros 6 años más para conseguir su propio rebaño. Al final, tal como le dice Jehová, reúne a su familia y a todos sus animales, y sin decirle nada a Labán se va de allí. Cuando Labán se entera de esto, se pone muy furioso, persigue a Jacob y lo alcanza. Es una situación muy peligrosa, porque puede acabar de manera violenta. Tratemos de imaginar la escena. Jacob está en una región montañosa. Quizá es por la mañana y hace frío. Se perciben los olores y los sonidos de las ovejas, de los burros y de los camellos. Hay muchísimos animales. Y los siervos están preparándolo todo para continuar con el viaje. Pero entonces se oyen gritos de alarma. Ahí viene Labán, y no viene solo. Lo acompañan hombres fuertes. Vienen galopando en camellos. Llegan y se bajan. Esta no es una visita amistosa. Los hombres de Labán están listos para recibir sus órdenes. Y los siervos de Jacob vienen rápidamente a ayudarlo. Jacob y Labán discuten. Todo el mundo los está mirando fijamente. La noche anterior, Jehová le había advertido en un sueño a Labán que tuviera cuidado con lo que le decía a Jacob. Aun así, Labán está furioso y agresivo. Labán acusa a Jacob de dos cosas. Primero, le dice: “¿Por qué me engañaste y te llevaste a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra? ¿Por qué me engañaste y te fuiste a escondidas sin avisarme?”. Bueno, la respuesta es obvia. Jacob le responde a Labán: “Me fui a escondidas porque tenía miedo de que me fueras a quitar a tus hijas por la fuerza”. Labán también lo acusa de haberle robado sus ídolos domésticos. Y es cierto que Raquel se los había llevado. Pero Jacob no sabe nada de eso. Se ponen a buscarlos, pero no son capaces de encontrarlos. Entonces Jacob se defiende. Sigamos leyendo en Génesis 31:36. “Entonces Jacob se enojó con Labán y se puso a recriminarle: ‘¿Cuál ha sido mi delito? ¿Qué pecado he cometido para que me persigas con tanto afán? Ahora que ya terminaste de buscar entre todas mis cosas, ¿encontraste algo que pertenezca a tu casa? Sácalo delante de mis hermanos y tus hermanos, y que ellos decidan quién de los dos tiene la razón. Durante los 20 años que he estado contigo, ninguna de tus ovejas ni de tus cabras abortó y nunca comí ni un carnero de tu rebaño. Nunca te llevé ningún animal despedazado por fieras. Yo me hacía cargo de la pérdida. Y, si robaban algún animal —fuera de día o de noche—, tú me exigías que te lo compensara. Durante el día me consumía el calor y durante la noche me moría de frío. Hasta el sueño se me iba. Llevo 20 años trabajando para ti en tu casa: 14 años por tus dos hijas y 6 por tu rebaño, y me cambiaste el salario hasta 10 veces. Si el Dios de mi padre —el Dios de Abrahán y el Dios a quien Isaac teme— no hubiera estado conmigo, ahora me estarías mandando de regreso con las manos vacías. Pero Dios vio mi sufrimiento y mi duro trabajo. Por eso te reprendió anoche’. Entonces Labán le respondió a Jacob: ‘Estas mujeres son mis hijas, estos niños son mis hijos y este rebaño es mi rebaño. Todo lo que estás mirando es mío y de mis hijas. ¿Cómo voy a hacer algo contra ellas o contra los hijos que ellas han dado a luz? Vamos, hagamos un pacto tú y yo, y que esto sirva de testigo entre nosotros dos’. Así que Jacob tomó una piedra y la colocó como una columna. Luego Jacob les dijo a sus hermanos: ‘Recojan piedras’. Y ellos recogieron piedras y las amontonaron. Después comieron sobre ese montón de piedras. Labán lo llamó Jegar-Sahadutá, pero Jacob lo llamó Galeed. Y Labán dijo: ‘Este montón de piedras es hoy testigo entre tú y yo’. Por eso fue llamado Galeed y también Atalaya, porque Labán dijo: ‘Que Jehová nos vigile a ti y a mí cuando no nos estemos viendo el uno al otro. Si maltratas a mis hijas o si te casas con otras mujeres además de ellas, aunque no haya ningún hombre con nosotros que lo vea, recuerda que Dios será testigo entre tú y yo’. Labán pasó a decirle a Jacob: ‘Aquí están el montón de piedras y la columna que he levantado como testigos entre tú y yo. Este montón de piedras y esta columna son testigos de que yo no pasaré más allá de este montón para hacerte daño y de que tú no pasarás más allá de este montón y de esta columna para hacerme daño. Que juzgue entre nosotros el Dios de Abrahán y el Dios de Nacor, es decir, el Dios del padre de ellos’. Y Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. Después, Jacob ofreció un sacrificio en la montaña e invitó a comer a sus hermanos. De modo que comieron y pasaron la noche en la montaña. Y Labán se levantó temprano por la mañana, besó a sus nietos y a sus hijas y los bendijo. Luego se fue de regreso a su hogar”. Jacob trabajó para Labán sin parar durante 20 años, aunque Labán lo había explotado y engañado. En vez de reconocer eso, Labán dice algo que no es cierto, que él es el verdadero dueño de todo lo que tiene Jacob. Entonces Labán le propone a Jacob hacer un acuerdo de paz para que ninguna de las dos familias ataque a la otra o le haga daño. Pero Labán no lo hace porque ame la paz. Lo que quiere es asegurarse de que el día de mañana, una vez que él haya muerto, Jacob no pueda regresar con los ídolos domésticos y quitarles a sus hijos la herencia que les pertenece. Sea como sea, Jacob está de acuerdo. Todo el mundo se relaja. No va a haber violencia. Entonces levantan una columna como recordatorio del pacto. A pesar de todo el maltrato que ha soportado, Jacob está de acuerdo en hacer un pacto de paz. No le guarda rencor a Labán ni quiere vengarse. Un problema menos del que preocuparse. Pero está a punto de enfrentarse a otro. Jacob le manda mensajeros a su hermano. Le dicen a Esaú que Jacob está de vuelta y que quiere estar en paz con él. Los mensajeros vuelven y le dicen a Jacob que Esaú viene a su encuentro con nada menos que 400 hombres. ¡Oh, Dios mío! ¿Seguirá Esaú enojado? Es lógico que Jacob esté preocupado. Lo último que quiere es pelear con su hermano. Veamos cómo maneja la situación. Por favor, busque Génesis 32:13. “Y pasó la noche allí. Luego juntó algunos de sus bienes para regalárselos a Esaú, su hermano: 200 hembras de las cabras, 20 machos de las cabras, 200 ovejas, 20 carneros, 30 camellas con sus crías, 40 vacas, 10 toros, 20 burras y 10 burros. Entonces les entregó a sus siervos un grupo de animales tras otro y les dijo: ‘Crucen delante de mí y mantengan cierta distancia entre cada grupo’. Además, le ordenó al que iba primero: ‘Si te encuentras con mi hermano Esaú y te pregunta “¿De quién eres siervo y adónde vas? ¿De quién son estos animales que van delante de ti?”, entonces le debes contestar “De tu siervo Jacob. Esto es un regalo para ti, mi señor Esaú. Y él mismo viene detrás de nosotros”’. También les dio órdenes al segundo, al tercero y a todos los que iban detrás de cada grupo de animales. Les dijo: ‘Eso es lo que deben decirle a Esaú cuando se encuentren con él. También deben decirle: “Tu siervo Jacob viene detrás de nosotros”’. Porque Jacob pensaba: ‘Si logro aplacarlo enviándole antes un regalo, entonces, cuando yo lo vea, quizás me reciba amablemente”’. Jacob quiere estar en paz con su hermano. Y, para conseguirlo, le envía un regalo muy generoso, cientos de animales. ¿Es que Jacob es débil, demasiado cobarde para enfrentarse a su hermano? Para nada. De hecho, poco antes de encontrarse con Esaú, Jacob lucha con un ángel hasta el amanecer para asegurarse de contar con la bendición de Jehová. Veamos lo que sucede cuando se encuentran los dos hermanos. Vayamos a Génesis 33:1. “Cuando Jacob levantó la vista, vio que Esaú venía con 400 hombres. Así que repartió a los niños entre Lea, Raquel y sus dos siervas. Puso a las siervas con sus hijos en primer lugar, a Lea con sus hijos después y a Raquel con José en último lugar. Entonces Jacob se adelantó a todos y, a medida que se iba acercando a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces. Pero Esaú fue corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó, y los dos se echaron a llorar. Cuando Esaú levantó la vista, vio a las mujeres y a los niños y preguntó: ‘¿Quiénes son estos que vienen contigo?’. Jacob le contestó: ‘Son los hijos con los que Dios ha bendecido a tu siervo’. Enseguida se acercaron las siervas con sus hijos y se inclinaron, y también se acercaron Lea y sus hijos y se inclinaron. Finalmente, se acercaron José y Raquel y se inclinaron. Esaú le preguntó a Jacob: ‘¿Para qué enviaste toda esa caravana con la que me he encontrado?’. Y él le respondió: ‘Para ganarme tu favor, mi señor’. Entonces Esaú le dijo: ‘Yo ya tengo muchísimos bienes, hermano mío. Esto es tuyo. Quédatelo’. Pero Jacob le dijo: ‘No, si me he ganado tu favor, te ruego que aceptes este regalo de mi parte, porque lo traje para poder ver tu rostro. He visto tu rostro y ha sido como ver el rostro de Dios, pues me has recibido con gusto. Por favor, acepta el regalo que te he traído, porque Dios me ha bendecido y tengo todo lo que necesito’. Y siguió insistiéndole hasta que Esaú lo aceptó”. ¡Qué alegría! ¡Qué final tan feliz! En vez de acabar en una batalla, los dos hermanos se reconcilian. Se dan un fuerte abrazo y lloran juntos. De nuevo, es Jacob quien busca la paz. ¿Y cómo lo hizo? Oró, y actuó de acuerdo con sus oraciones. Le envió regalos a su hermano y le mostró honra y respeto llamándolo señor e inclinándose ante él siete veces. ¡Qué gran lección! ¿Verdad que esta historia nos muestra claramente todo lo que deberíamos estar dispuestos a hacer para mantener la paz con nuestros hermanos? Jacob siempre buscó la paz. ¡Qué buen ejemplo para nosotros! Cuando su hermano amenazó con matarlo, él se fue. Cuando Labán lo engañó en el asunto de Raquel y Lea, él cedió. Cuando Labán lo persiguió y lo acusó, Jacob aceptó hacer un pacto con él. Y, para evitar un enfrentamiento con Esaú, él le hizo un regalo. Y tengamos en cuenta que, en ninguno de estos casos, era Jacob el que tenía que pedir perdón. Pero, a lo largo de toda su vida, demostró que amaba la paz. Jacob confiaba en Jehová, y él lo bendijo. Jehová nunca olvidó a Jacob ni lo mucho que se esforzó por buscar la paz con otros. Si nosotros hacemos lo mismo, si buscamos la paz —cuando suframos injusticias, cuando afrontemos oposición, tengamos problemas pequeños o problemas enormes—, Jehová tampoco se olvidará de nosotros. Él nos bendecirá muchísimo si amamos la paz tanto como Jacob amó la paz. Cuánto nos anima pensar en lo mucho que Jehová ama y apoya a los que buscan la paz. Este relato bíblico está lleno de buenos ejemplos que todos podemos imitar. Les alegrará saber que la lectura bíblica dramatizada Jacob, un hombre que amaba la paz ya se puede descargar desde el sitio jw.org y en la aplicación JW Library®. ¿Cómo podemos mantener la paz que Dios nos da a pesar de vivir en un mundo que ignora a Dios? Por favor, presten atención al hermano David Schafer, ayudante del Comité de Enseñanza, quien contestará esta pregunta en el discurso “El resultado de la verdadera rectitud será paz”. Antes hablamos de la paz de Dios mencionada en Filipenses 4:7, “que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender”. Esa paz es la tranquilidad que sentimos por tener una relación tan estrecha con Jehová. ¡Qué bendición tan especial! Aunque disfrutamos de la paz que Dios da, nuestra vida en este sistema no está libre de problemas, ¿verdad? En Salmo 34:19, la propia Biblia lo reconoce: “Muchas son las dificultades del justo, pero Jehová lo libera de todas ellas”. Puede que haya un desastre natural o que nos persiga el gobierno nuestra familia, o que suframos por una enfermedad. Pero ninguna de estas cosas puede separarnos del amor de Dios. “Ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras”… nada de esto puede robarnos la paz que viene de Dios. Ahora bien, eso no significa que no podamos perderla. Acompáñenme a Isaías 32:17, y notarán que dice que la paz es el resultado de algo. El resultado. ¿Ha pensado en que la paz es el resultado de algo? Si la paz es un resultado, ¿qué la causa? Isaías 32:17: “El resultado de la verdadera rectitud será paz, y el fruto de la verdadera rectitud será tranquilidad y seguridad permanentes”. ¡Imagínense! ¡Tranquilidad y seguridad permanentes! Entonces, ¿qué causa esa paz? La verdadera rectitud. Pero ¿valdrá la pena esforzarse por ser alguien recto y justo, tomar buenas decisiones y hacer tantos sacrificios? Si de todas formas vamos a sufrir tantas dificultades, mejor hacemos lo que nos dé la gana. ¿Estará bien pensar así? ¿No demostraría que no agradecemos la paz ni todo lo que Jehová ha hecho para dárnosla? La paz es un resultado. Y eso significa que hay algo que la causa. Si queremos tener paz, tenemos que ser justos y hacer lo correcto. Una persona desobediente no puede estar en paz con Dios. Si alguien ha pecado contra Jehová, no podrá tener una buena relación con él. Piensen en el rey David, en lo que dijo en el Salmo 38:3. Como sabía que le había fallado a Jehová, escribió: “No hay paz en mis huesos por culpa de mi pecado”. Quien no es justo y recto siempre cosechará lo que está sembrando, y acabará perdiendo la paz. ¿Qué es la rectitud y cómo la demostramos? Somos personas rectas o justas cuando hacemos lo que está bien de acuerdo con las normas de Dios. Y no es que Jehová nos haya dado una larga lista de reglas; nos dio principios para saber cómo tratar a los demás. Como es el Soberano Universal y nuestro Creador, tiene derecho de decidir lo que es justo o bueno. ¿No era eso lo que representaba “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”? En el jardín de Edén, Jehová les prohibió a Adán y Eva comer de su fruto. Aquel árbol representaba el derecho que tenía Dios de decidir lo que era bueno y lo que era malo para ellos. Y aunque Jehová nos ha dado a todos nosotros libertad para tomar decisiones, no nos dio a los humanos, ni siquiera a los perfectos, el derecho a decidir por nosotros mismos lo que es justo y lo que no. Repasemos brevemente lo que dice Isaías 32:17: “el resultado de la verdadera rectitud será paz”. Noten que lo repite dos veces, para énfasis. Porque no todo el mundo tiene la misma idea de lo que es la justicia y la rectitud. Para muchos, una persona justa y recta es sencillamente la que sigue las reglas y hace lo que le dicen. En Mateo 23:28, Jesucristo dijo que los fariseos parecían personas justas, pero por dentro eran malos. Eclesiastés 7:16 habla de los que se creen demasiado justos, incluso más justos que Dios. Y en Romanos 10:3, el apóstol Pablo habló de las personas que tratan de establecer su propia justicia. Pero ni parecer justo ni ser demasiado justo o creerse justo tienen algo que ver con la rectitud de la que se habla en Isaías 32. Hoy día muchas personas desean que se acepten tipos de conducta que Jehová prohíbe. Y muchos que no conocen a Dios o no lo respetan quizás les den su apoyo. Pero el hecho de que muchas personas acepten un tipo de conducta no quiere decir que esté bien, que sea justa. Eso no es la verdadera rectitud. Quien decide lo que está bien es nuestro cariñoso Creador, no somos nosotros mismos ni la comunidad que nos rodea. Bien, ya que estamos en Isaías, acompáñenme al capítulo 48. Si queremos que Jehová nos vea como personas justas, es importante que estemos convencidos de que él es quien decide lo que está bien y lo que está mal. Además, tenemos que demostrar con lo que decimos y hacemos que estamos de acuerdo con sus normas, y obedecerlo. Y eso, en un mundo tan malvado, exige valor. Pero, si lo hacemos, tendremos buenos resultados. Noten lo que dice Isaías 48:17, 18: “Esto es lo que dice Jehová, tu Recomprador, el Santo de Israel: ‘Yo, Jehová, soy tu Dios, el que te enseña por tu propio bien [o, como dice la nota, “para que te beneficies a ti mismo”], el que te guía por el camino en que debes andar. ¡Si tan solo prestaras atención a mis mandamientos! Entonces, tu paz llegaría a ser igual que un río, y tu justicia, como las olas del mar’ ”. Prestar atención a los mandamientos de Dios tiene dos resultados. El primero, nuestra paz, como dice el texto, será como un río, que es sereno y fluye en abundancia constantemente. Y segundo, nuestra justicia será “como las olas del mar”. ¿Alguna vez han ido a la playa? Tal vez se puso a contemplar el mar desde la orilla o desde algún punto elevado y vio cómo iban entrando las olas: una tras otra, tras otra, como han hecho siempre. Es algo que nunca termina, es constante. Jehová nos dice que continuaremos haciendo obras de justicia como las olas, que no se acaban. Él nos guiará por el camino de la justicia y nos dará paz eterna. Y, en el proceso, aprendemos de la experiencia. Comprobamos que las cariñosas y sabias normas de Jehová son siempre para nuestro bien. Pero, si no obedecemos, tendremos una vida llena de problemas e inquietudes. Como dice el versículo 22, “ ‘No hay paz para los malvados’, dice Jehová”. Y no es que Jehová amenace a la gente para manipularla. Jehová no necesita hacer eso. Es que es la verdad, un hecho, un principio infalible. Dios es amor. Nos enseña por nuestro propio bien y el resultado, si le obedecemos, será paz, como dice Isaías 48:17, 18. Y estos versículos nos demuestran que Dios puede considerar justos a seres humanos imperfectos. Vamos a hablar más de esto. ¿Saben dónde aparece por primera vez la palabra justo en las Santas Escrituras? Acompáñenme, por favor, al capítulo 6 de Génesis. Seguro que recordarán que aquí se habla de Noé. Y Noé vivía en un mundo muy malvado, un mundo invadido por ángeles rebeldes que dejaron sus puestos en los cielos y se hicieron cuerpos humanos para acostarse con mujeres. Y tuvieron hijos sobrehumanos, gigantescos y violentos. ¿Y cómo se sintió Jehová al ver toda esa maldad, tanta violencia? Según Génesis 6:6, Jehová sintió “un gran dolor en el corazón”. ¡Qué cosa!, ¿no creen? Pensar que lo que hacemos le afecta al Creador todopoderoso porque de verdad le importamos. Las personas de aquella época eran tan malas que Jehová decidió destruirlas a todas. Y, aunque vivía rodeado de tanta perversión, Noé fue muy diferente. Fíjense en lo que dice Génesis 6:8, 9: “Noé tuvo la aprobación de Jehová. Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo”. Ahí lo tienen. ¿Y por qué dice la Biblia que era un hombre justo? Noé “resultó ser intachable entre la gente de su tiempo”. Noé no era como los ángeles rebeldes o sus hijos sobrehumanos, ni como el resto de la gente malvada, “él andaba con el Dios verdadero”. Poco después encontramos por segunda vez la palabra justo. La encontramos en Génesis 7:1: “Después de eso, Jehová le dijo a Noé: ‘Entra tú con toda tu familia en el arca, porque he visto que, a diferencia de esta generación, tú eres justo’ ”. Ahí lo tienen, una vez más. Como Noé fue justo, él y su familia sobrevivieron al Diluvio y pudieron vivir en paz en un mundo nuevo. Es más, cuando bajaron las aguas y la familia pudo salir del arca, vieron algo espectacular, algo nunca visto. En el cielo apareció un arco de colores, hermoso: el arcoíris, el cual sellaba una promesa de paz con Dios. Sí, paz, el resultado de la rectitud. Y ¿dónde más nos encontramos con la palabra justo en la Biblia? Todos recordaremos aquella famosa conversación que tuvo Abrahán con Jehová en el capítulo 18 de Génesis. Jehová le prometió que, si encontraba a tan solo 10 hombres justos en la ciudad de Sodoma, no destruiría aquella ciudad. Pero ¿qué era lo que distinguía a Abrahán? ¿Por qué Jehová sí lo veía a él como alguien justo? Al leer los capítulos 12 a 22 de Génesis, nos damos cuenta de que Abrahán tenía una fe incondicional. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Jehová le pidiera. Resumiendo lo que dicen Génesis 15:6 y otros versículos, Santiago 2:23 dice: “Abrahán puso su fe en Jehová y fue considerado justo [es decir, recto]. Y él fue llamado amigo de Jehová”. ¿Lo vieron? “Amigo”. De nuevo, la paz es el resultado de la rectitud. ¿Y son justos hoy los siervos de Dios? Acompáñenme, por favor, a Isaías, capítulo 60. Isaías, capítulo 60. Para Jehová, tanto Noé como Abrahán eran justos, pero ¿qué diría él de usted o de mí? Veamos lo que dice aquí, al final del capítulo 60 de Isaías, versículos 21 y 22. “Y todo tu pueblo será justo; ellos poseerán esta tierra para siempre. Son el brote que yo planté, la obra de mis manos, para embellecerme. El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo”. Sí, los miembros de la futura gran muchedumbre han sido declarados justos porque son amigos de Dios, como Abrahán. A los ojos de Jehová, como dice Apocalipsis 7:9, están “vestidos con túnicas largas blancas”. Y, claro, ellos sirven junto con los cristianos ungidos, que han sido declarados justos para recibir vida. Jehová, nuestro Recomprador, el Santo de Israel, ha comprado nuestra libertad de la esclavitud al pecado y la muerte, pagando un alto precio: el sacrificio de Jesús. Y, si demostramos fe en ese sacrificio redentor de Jesús, aun siendo imperfectos, se nos considerará justos a los ojos de Dios. Claro, como todos sabemos, somos personas imperfectas. Así que nunca se nos podría considerar justos de no ser por el sacrificio de Jesús. Pero ¿quiere decir eso que nunca pecaremos? No, eso no es lo que significa. Para seguir siendo justos y tener paz necesitamos obedecer a Jehová. Vayan conmigo, por favor, a Romanos, capítulo 1. Igual que Noé y Abrahán, vivimos en un mundo lleno de gente malvada, violenta y rebelde. Y Satanás quiere que formemos parte de ese mundo y que adoptemos su forma de pensar y actuar. Ya nadie le ve nada de malo a la inmoralidad, y los homosexuales están orgullosos de lo que hacen. Pero Jehová nos dice claramente que los actos homosexuales están mal. Dios les advirtió a los israelitas que este tipo de conducta, y otras formas de inmoralidad, estaban prohibidas. En Levítico 18:22, los actos homosexuales se condenan, diciendo que son detestables. ¿Sigue pensando Jehová de la misma manera? Miren las palabras que les dirigió tanto a los judíos como a los que no lo eran en las Escrituras Griegas Cristianas, en Romanos 1:26, 27: “Por eso Dios los entregó a una pasión sexual vergonzosa, porque las mujeres cambiaron las relaciones sexuales naturales por otras que son antinaturales. Del mismo modo, los hombres dejaron las relaciones sexuales naturales con las mujeres, ardieron de pasión unos por otros y hombres con hombres hicieron lo que es obsceno, y ellos mismos recibieron el castigo completo que se merecían por su error”. Sí, Jehová sigue pensando igual. Nuestro Padre y Creador piensa que los actos homosexuales son detestables, obscenos y están mal. Muchos no lo ven así. El versículo 28 explica que algunos sencillamente no quisieron reconocer a Dios. Pero ¿con qué resultado? Un estado turbulento, una mentalidad desaprobada, lo contrario a la paz. Y con tan solo aceptar esa conducta, vamos a desagradar a Jehová. Noten cómo se resalta esto en el versículo 32: “Aunque ellos conocen muy bien el justo decreto de Dios —es decir, que los que practican esas cosas merecen la muerte—, no solo siguen haciendo esas cosas, sino que también aplauden a los que las practican”. Sin embargo, no odiamos a las personas que llevan vidas inmorales, ni las juzgamos. Les hablamos de las buenas noticias del Reino, sabemos que todos hemos nacido débiles e imperfectos y que tenemos inclinaciones hacia el pecado, pero que también todos hemos nacido con necesidades espirituales. Y reconocemos que las demás personas pueden disfrutar de la misma paz, los mismos privilegios y la misma esperanza que tenemos nosotros si prestan atención a Jehová. 1 Timoteo 2:3, 4 dice que Jehová quiere “que toda clase de personas se salven y lleguen a tener un conocimiento exacto de la verdad”. Personas injustas, personas que han hecho muchas cosas malas, han aceptado la verdad. “Algunos de ustedes eran eso”, dice 1 Corintios 6:11. Somos imparciales y hablamos con todas las personas, pero odiamos lo que es malo y nos negamos a pasar por alto los principios bíblicos. A veces, estos temas morales se convierten en debates políticos muy polémicos, y nosotros no participamos en tales debates. Pero ¿a qué tipo de debates nos podríamos enfrentar? En el siguiente video, fíjense en cómo pueden los adultos responder cuando se les pregunta sobre un asunto muy polémico. Aquí están. ¿Recibieron el correo que les mandé? Sí van a ir, ¿verdad? No lo vi. Tuve un montón de llamadas. ¿De qué se trata? Todos vamos a salir temprano. Vamos al centro a apoyar la marcha por los derechos de los gais. Ella no viene. ¿Por qué? Por su religión. Unos Testigos estuvieron en mi casa y les pregunté. Dijeron que ellos no apoyan el matrimonio gay. ¿Es cierto? Sí, es cierto. Los Testigos apoyamos lo que dice la Biblia sobre el matrimonio, que debe ser entre un hombre y una mujer. Y somos neutrales en temas políticos. ¡Qué ignorantes! Bueno, comprendo que es un tema delicado. Mi hija merece que respeten sus derechos. Créeme, Marta. Los Testigos pensamos que todo el mundo tiene derecho a elegir cómo vivir su vida. Yo nunca obligaría a nadie a aceptar mis creencias. Pero no vas a venir. Yo nunca obligaría a nadie a pensar como yo, solo pido ese mismo respeto. Y no, no voy a ir. Tengo trabajo. Irene, obviamente yo no lo veo como tú. Pero valoro el respeto que les muestras a tus compañeros. Gracias. A diferencia del mundo en el que vivimos, que está tan dividido, los cristianos verdaderos estamos unidos. Todos tenemos a Jehová como Soberano. Nosotros no somos los que ponemos las normas y no tratamos de resolver los problemas del mundo porque tenemos fe en el Reino de Dios. Como vimos en el video, estos temas morales y políticos pueden surgir en el trabajo. Pero a menudo son los jóvenes, y a veces hasta los niños, los que se enfrentan a estos temas. ¿Cómo responderán ellos? ¿Están sus hijos preparados? En el siguiente video, fíjense en cómo Olivia defiende las normas justas de Jehová. Buen debate, chicos. Recuerden, el viernes hay examen. ¡Estudien! Tú también, Jordan. Olivia, hoy estuviste muy callada durante el debate. Ah, ¿sí? Supongo que no tenía mucho que decir. Los derechos de los gais ¿no te importan? Bueno, parece que es un tema político, y como soy neutral no opino sobre esas cosas. Pero no se trata de política, sino de derechos humanos. Profe, es que ella es superreligiosa. Oye, no hay nada de malo en eso. No, usted no lo entiende. Los testigos de Jehová odian a los homosexuales. ¡Eso no es verdad, no odiamos a nadie! Yo he hablado con los Testigos. Creen en la igualdad, ¿no? Sí, es cierto. La Biblia dice que “Dios no es parcial”, así que creemos que hay que tratar a todos por igual. Bien, así que supongo que hay gais en tu iglesia. No, no hay. ¿No dijiste que hay que tratar a todos por igual? No lo entiendo. Se lo dije. Jordan, ¿no tienes que irte a otra clase? Mira, Olivia, ¿no crees que es un poco hipócrita decir que amas a todo el mundo si en realidad rechazas a algunos? ¿Sabe una cosa, profesor? Yo me pregunté lo mismo. Okey. ¿Y…? Bueno, investigué en la Biblia, y me di cuenta de que Dios acepta a todo el mundo, pero no acepta cualquier conducta. ¿Qué quieres decir? Pues, que no se puede ser Testigo si consumes drogas o robas o eres una persona violenta. O sea, hay algunas cosas que Dios no aprueba. ¿Y eso incluye la manera en la que se expresa la sexualidad? Pues, en algunos casos, sí. Seguimos la norma de Dios de no tener sexo sin estar casados. Bueno, si esa es tu opinión, estás en tu derecho. Para mí, es un poco anticuada, pero eres libre. —¡Hey! —¡Hey! ¿De verdad dice la Biblia todo eso? Sí, sí lo dice. Okey, ¿me lo muestras algún día? Claro, cuenta con ello. Súper. Ya queremos ver qué sigue después en esta historia, ¿verdad? Pero ¿se dieron cuenta de la manera tan buena en la que pudo defender Olivia las normas justas de Jehová? Mantuvo una actitud pacífica y tranquila. Reconoció que había tenido la misma duda que tenía el profesor, pero ella investigó el asunto más a fondo. ¿Se dieron cuenta de la forma sutil en la que Olivia demostró que las normas de Jehová benefician al individuo y a la comunidad? Por ejemplo, dijo que los testigos de Jehová no consumimos drogas ni robamos, cosas que ella sabía que su profesor valoraría. Padres, ¿están sus hijos preparados para explicar por qué los Testigos hacemos o no hacemos ciertas cosas? ¿Saben ustedes qué piensan sus hijos realmente sobre las normas de Jehová? ¿Siguen las normas sencillamente para que usted no se enoje? Si es así, ¿creen que con eso sea suficiente? Animen a sus hijos a comprobar por sí mismos por qué las normas de Jehová son sabias. Ayúdenlos a explicarles a los demás por qué quieren seguir esas normas. Enséñenles cómo combatir la presión del mundo. ¡Qué agradecidos estamos! Incluso durante estos tiempos “críticos y difíciles de soportar” podemos tener la paz interior que Jehová da a los justos. Recordemos ahora lo que Jehová promete que va a suceder cuando el sistema malvado de Satanás desaparezca. Busquen conmigo el Salmo 37. Estos versículos que tan bien conocemos nos dan una hermosa descripción de lo que nos espera. Y noten que aquí también la Biblia relaciona la paz con la justicia o la rectitud. Vamos a leer. Salmo 37:29. ¿Ya lo tienen? ¿Qué nos dice? ¿Quiénes heredarán la tierra? “Los justos”. ¿Y por cuánto tiempo vivirán en ella? “Para siempre”. Y según el versículo 11, ¿de qué disfrutarán una vez allí? De paz. El resultado de la verdadera rectitud será paz. ¿Y cuánta paz tendrán? ¿Tendrán solo un poco de paz? ¿Paz en la familia? ¿Paz interior? Los justos ya tienen paz con Dios a pesar de vivir rodeados de tanta maldad. Pero ¿qué les dará Jehová a todos los que sigan demostrando su amor por él? Una abundancia de paz. ¿Disfrutaremos de esa paz? ¡Sin duda! Sí. Plenamente. Así que, hermanos, sigamos leales a Jehová. En esta asamblea, sigan buscando la relación entre la paz y la rectitud. Sigamos por el camino de la justicia y de la paz y ayudemos a otros a encontrarlo. De este modo, tendremos paz con Dios ahora, durante lo que le quede a este mundo malvado y en el futuro, cuando Jesucristo gobierne un mundo nuevo, en el que “el justo florecerá y habrá paz en abundancia”. Gracias, hermano Schafer, por ayudarnos a entender que si defendemos las justas normas de Dios disfrutaremos de verdadera paz. Cuánto hemos aprendido durante la primera sesión de nuestra asamblea, ¿verdad? Estamos deseando ver la siguiente sesión, en la que se analizarán más detalles sobre la paz que Dios promete en su Palabra. También veremos principios bíblicos que ayudan a las familias a tener más paz ahora y cómo evitar que nos engañen con una paz de imitación. Ahora terminemos la sesión cantando la canción 97, titulada Nuestra vida depende de la Palabra de Dios. Después de la canción pueden hacer una oración para finalizar. Canción número 97.
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Viernes mañana (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Bienvenidos, queridos hermanos, a la segunda sesión de la asamblea regional del 2022, “Busquen la paz”. Esta sesión corresponde a la sección del viernes por la tarde en su programa. Seguiremos hablando del tema del viernes, que está basado en Salmo 29:11: “Jehová bendecirá a su pueblo con paz”. Para comenzar, veamos un video musical. A los siervos de Jehová nos encanta hablar con otros de Dios y de nuestra esperanza. En el siguiente video, verán a hermanos predicando “las buenas noticias de paz” por todo el mundo. También veremos el trabajo que se hace desde algunas sucursales para apoyar la predicación mundial. ¡Que lo disfruten! ¡Qué felices nos sentimos al meditar en la paz que Dios nos promete! Cuando pensamos en cómo será la vida en el nuevo mundo, sentimos un profundo agradecimiento y crece nuestro amor por Jehová. Vamos a expresar esos sentimientos cantando la canción 144, titulada No dejes de mirar allí. Canción 144. El libro bíblico de Isaías contiene muchas promesas para el futuro. ¿Saca tiempo para meditar en cómo será ese futuro? La siguiente serie de cinco discursos nos ayudará a imaginar las maravillas que nos esperan. También veremos que Jehová está cumpliendo su promesa de cuidar de sus siervos incluso ahora. El hermano Samuel Herd, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el primer discurso, titulado “La paz que Dios promete nos hace felices: Los siervos de Jehová ‘comerán’ y ‘beberán’ ”. En su Palabra, Jehová ha prometido darles paz a sus siervos fieles. Pero, como ya vimos, la paz no se refiere solo a la ausencia de conflictos. También implica nuestro bienestar, que incluye buena salud y seguridad. Las tranquilizadoras promesas de Dios nos hacen sentir agradecidos y nos dan esperanza. En el Salmo 145:15, 16, dice: En el libro de Isaías encontramos algunas profecías que hablan sobre la paz. Y en esta serie de discursos vamos a analizar su cumplimiento en el pasado, en el presente y en el futuro. Para empezar, Jehová promete darnos alimento en abundancia, tanto físico como espiritual. Cuando los israelitas eran leales a Jehová, recibían las bendiciones predichas en Isaías 49:10. Hoy día, los siervos de Jehová estamos viendo cómo se cumplen las palabras de Isaías 65:13, 14. Vamos a leerlo. Ahí dice: Aunque puede que en ocasiones pasemos hambre en sentido físico, la verdad es que tenemos muchísimo alimento espiritual. Y, en el futuro, Jehová eliminará el hambre por completo. A continuación, mientras ve el siguiente video, piense en todas las bendiciones que tenemos ahora y en las que tendremos muy pronto. Por medio de Isaías, Jehová prometió que alimentaría a sus siervos en sentido físico y espiritual. En la actualidad, Jehová nos invita a un banquete de alimento espiritual que fortalece nuestra fe. Las publicaciones y los videos basados en la Biblia nos acercan a Dios y sacian nuestra sed de la verdad. En el nuevo mundo, la abundancia de alimento saludable ya no será una promesa, sino una realidad. ¡Qué gran bendición es formar parte del pueblo de Jehová! El alimento espiritual fluye hacia nosotros como un río cada vez más ancho y más profundo. ¡No nos falta nada! Ni una pizca de sal ni una rebanada de pan ni un poquito de mantequilla. Como no podemos comer tanto alimento espiritual de una sola vez, hay que sentarse a la mesa de Jehová varias veces a la semana. Así nuestra fe se mantendrá fuerte y sana, y podremos seguir participando en la obra que se nos ha encomendado: la predicación del Reino. Tenemos muchísimo alimento nutritivo: libros y revistas, grabaciones y videos, reuniones y asambleas, y nuestro sitio de internet. Jehová está cumpliendo todo lo que nos prometió. Es tal como dice el Salmo 72:16: Isaías 30:23 dice algo parecido: Jehová nos ofrece una mesa bien servida. Así que tenemos que sentarnos a la mesa y comer de buena gana. Claro, él no nos obliga a comer. No es como esas madres que tienen que obligar a sus hijos a que dejen de jugar para que se sienten a la mesa. Él no hace eso. Ah, y no olvidemos darle las gracias por todo el alimento espiritual que nos da. El Salmo 100:2, 3 nos recuerda: Seamos agradecidos. ¿Y cómo? Siendo buenos estudiantes y aplicando lo que aprendemos. Si ahora tenemos poco en sentido material, seremos felices meditando en el futuro que nos espera. Jehová cumplirá sus promesas. ¡Y ni se le ocurra dudar que lo hará! Eso es lo que nos promete en Isaías 55:10, 11: A continuación, el hermano Ronald Curzan, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “La paz que Dios promete nos hace felices. ‘Construirán casas’ y ‘plantarán viñas’ ”. “Si es demasiado bueno para ser verdad es que no es verdad”. Puede que este dicho popular sea cierto en el caso de promesas humanas, pero no es cierto en el caso de las promesas de Jehová, que siempre se cumplen. Poco antes de morir, cuando Josué tenía 110 años, les recordó a los israelitas por qué siempre podemos confiar en las promesas de Jehová. Él dijo: “Ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová su Dios les hizo ha fallado. Todas se han cumplido a favor de ustedes”. Entre todas aquellas promesas de Jehová estaba la promesa que les había hecho a los judíos sobre cómo sería su vida cuando volvieran de Babilonia a Israel. Claro, aquella tierra había estado deshabitada 70 años, así que los judíos sabían que cuando llegaran no iban a encontrar casas nuevas y campos listos para cosechar. Cuando llegaran allí, tendrían mucho trabajo que hacer. Había muchas cosas sobre su futuro que no sabían y que podían causarles mucha preocupación o ansiedad. Puede que algunos padres se preguntaran: “¿Dónde vamos a vivir? ¿Y cómo voy a mantener y a proteger a mi familia?”. Pero Jehová los tranquilizó y les hizo la promesa que encontramos en Isaías 65:21 y 22. Vamos a leerla. Isaías 65:21 y 22. Dice así: “Construirán casas y vivirán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán casas para que otros vivan en ellas ni plantarán para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los días de un árbol, y mis escogidos disfrutarán al máximo del fruto de su trabajo”. Seguro que estas promesas fortalecieron mucho a los judíos. Dios no les dijo: “Puede que construyan casas y vivan en ellas” o “puede que planten viñas y coman su fruto”. No. Él les aseguró a sus queridos siervos que sí disfrutarían por completo de todas esas promesas. Aunque Jehová no les dio muchos detalles, y tal vez tenían muchas dudas sobre su futuro, conocían muy bien a su Dios. Sabían que él quería lo mejor para ellos y que sus promesas siempre se cumplen. Y eso fue exactamente lo que pasó. Saber que todas las promesas de Dios se cumplieron en el pasado fortalece nuestra confianza en que todas las promesas para el futuro, como la que se encuentra en Isaías 65, también se cumplirán para nuestro propio bien. ¿Se imaginan qué lindo será construir nuestra propia casa? Ya no tendremos que preocuparnos por perderla en un desastre natural o en una crisis económica. Tristemente, muchos de nuestros hermanos y hermanas hoy día sufren la dura realidad de vivir en este viejo sistema. Por ejemplo, una hermana de Polonia llamada Gabriela perdió casi todo cuando su casa quedó prácticamente destruida por una inundación. ¿Qué hizo para no desanimarse? Ella misma dijo: “No quiero hablar de lo que perdí, […] son solo cosas materiales. Prefiero hablar de lo mucho que gané. Lo que viví me confirmó que formar parte de la congregación cristiana es un honor incomparable y una fuente de felicidad”. Aunque Gabriela vivió momentos muy difíciles, ella se centra en lo que ganó, en la felicidad. Ahora hablemos de una hermana de Puerto Rico llamada Anel. Ella pasó por una prueba muy difícil en el año 2017 cuando el huracán María destruyó su casa. Y por culpa del huracán también perdió su trabajo. Miren lo que ella cuenta: “En aquellos días tan terribles, sentía mucho temor. Pero aprendí a apoyarme en Jehová mediante la oración y a no dejar que la ansiedad me paralizara”. También dijo: “Seguir las instrucciones de la organización me ayudó a mantener la calma. El ánimo espiritual y la ayuda material que recibí de los hermanos me ayudó a ver la mano de Jehová”. Luego añadió: “Jehová me dio mucho más de lo que podría haber imaginado, y mi fe se fortaleció muchísimo”. Como vemos, Jehová la ayudó mediante su organización, y su fe se hizo más fuerte. ¿Y usted? ¿Está sufriendo algún tipo de tormenta en su vida? Quizás también ha vivido un desastre natural, o tiene un problema familiar o de salud, o sufre alguna injusticia. Bueno, es normal que en momentos así sintamos algo de ansiedad o que nos preocupe nuestro futuro o nuestra familia. Pero no permita que esos sentimientos lo paralicen. Como Gabriela y Anel, haga todo lo que pueda y no deje de confiar en Jehová. Además, confíe también en la hermandad. Nuestros hermanos y hermanas son amigos de verdad que nos demuestran su cariño cuando pasamos por malos momentos. Ellos acuden rápidamente, nos ayudan en lo que haga falta y nos dan lo que necesitamos. Nos ayudan a reconstruir nuestra casa e incluso nuestra vida. Con sus palabras, nos animan a mantener fuerte nuestra fe. Así que, cuando confiamos completamente en Jehová y en sus promesas, tenemos la mejor protección que existe. Por favor, veamos lo que escribió el salmista en el Salmo 91:1, 2. Dice: “El que viva en el lugar secreto del Altísimo se hospedará bajo la sombra del Todopoderoso. Le diré a Jehová: ‘Tú eres mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confío’ ”. ¡Qué palabras tan bonitas sobre la protección que nos da Jehová! Pero ¿qué es “el lugar secreto del Altísimo”? Es un lugar simbólico de protección y seguridad espiritual. Los que vivan, o se alojen, como invitados personales de Dios y se queden ahí estarán a salvo de cualquier cosa o persona que pueda debilitar su fe o su amor por Dios. Podemos estar seguros de que Jehová nunca abandonará a quienes confían en él. ¡Ni ahora ni nunca! A continuación veremos un video. Mientras lo mira, imagínese la seguridad con la que viviremos en el futuro. ¿Sueña con tener su propia casa? Jehová les prometió a los exiliados que, cuando volvieran, iban a construir sus propias casas y a vivir en ellas. Jehová también se preocupa por nosotros, tanto si perdemos nuestra casa como si nos obligan a abandonarla. Cuando servimos a Jehová, disfrutamos de una seguridad espiritual que solo él nos puede dar. El hogar espiritual que tenemos ahora nos recuerda que, en el nuevo mundo, Jehová nos dará un lugar al que podremos llamar nuestro hogar. ¡Qué video más bonito! Nos ayuda a imaginarnos cómo será nuestra vida en el futuro, cuando todas las promesas de Jehová se hagan realidad en el Paraíso en la Tierra. Viviremos seguros y Jehová nos cuidará en todo sentido: físico, espiritual y emocional. ¿Les gustaría que leyéramos otra promesa que nos consuela? La encontramos en Isaías 65:23. Dice así: “No se esforzarán en vano ni traerán hijos al mundo para que sufran, porque son la descendencia compuesta por los que Jehová ha bendecido, ellos y sus descendientes”. Seguro que estas palabras tranquilizaron a los judíos. ¿Y verdad que también nos tranquilizan a nosotros? En el nuevo mundo, todas las familias tendrán la bendición de Dios y disfrutarán del resultado de su trabajo. Mientras tanto, si usted ha perdido su casa o sus posesiones, o si las perdiera en el futuro, concéntrese en las promesas que nos hace Jehová. Una fe fuerte lo ayudará a superar cualquier tormenta, sea una tormenta literal o no. Confíe en que Jehová le dará todo lo que necesita incluso antes de que usted se dé cuenta. Jehová promete que abrirá su mano y satisfará el deseo de todos los seres vivos. Y esa promesa también es para usted y para su familia. Espere con alegría que se cumplan todas las promesas de Jehová. Y recuerde que ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová su Dios le ha hecho ha fallado, todas se cumplirán para usted. El hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción, presentará la siguiente parte de esta serie: “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘El lobo y el cordero comerán juntos’ ”. Sigamos nuestro análisis de las promesas de paz que encontramos en el libro de Isaías. Imagine que usted es un israelita que vive en Babilonia. Se acaba de enterar de que puede regresar a Jerusalén a reconstruir el templo. Y ahora usted y su familia deben decidir si harán el largo viaje hasta Jerusalén. Tienen mucho en qué pensar. Seguro que la tierra ha cambiado mucho en 70 años. Los campos estarán llenos de mala hierba. Habrá lobos, leopardos, leones y osos por todas partes, y serpientes por todos lados. Así que quizás se pregunte: “¿Atacarán esos animales salvajes a mis rebaños? ¿Morderán las serpientes a mis hijitos? ¿Y qué vamos a hacer si nos atacan personas peligrosas por el camino?”. Pues todos esos miedos desaparecerían al pensar en la profecía de Isaías 11:6-9. Vamos a leerla. Isaías 11:6. Fíjense en esta promesa de paz. Dice: “El lobo estará con el cordero, el leopardo se echará con el cabrito, y el ternero, el león y el animal engordado estarán todos juntos; y un niño pequeño los guiará. La vaca y la osa comerán juntas y sus crías se echarán juntas. El león comerá paja como el toro. El bebé jugará sobre el agujero de una cobra, y un niñito pondrá la mano sobre el nido de una serpiente venenosa. No causarán ningún daño ni destrucción en toda mi santa montaña, porque la tierra de seguro estará llena del conocimiento de Jehová tal como las aguas cubren el mar”. ¡Qué hermosa promesa de paz! Los judíos no debían tener miedo de los animales o de la gente, ni por el camino ni al llegar a su tierra. Con estas poéticas palabras Jehová le aseguró a su pueblo que tanto ellos como sus animales estarían a salvo. ¿Se fijaron en lo que dice el 7? Dice que el león comería paja. Esta es una manera de decir que no atacaría al ganado. Los judíos fieles no tenían que tener miedo ni de los animales ni de las personas. ¿Se está cumpliendo esta profecía hoy día? No con los animales, pero sí en sentido espiritual. Veamos de nuevo el versículo 9. Dice que “la tierra de seguro estará llena del conocimiento de Jehová”. ¿Cambia ese conocimiento a los animales? No. Pero sí cambia a las personas. El conocimiento de Jehová ya está ayudando a personas violentas a transformar su personalidad y ser pacíficas. Como dice Colosenses 3:10, estas personas se han vestido con la nueva personalidad, se han quitado actitudes violentas como las de los animales y han transformado su personalidad para vivir como enseña la Biblia. Ahora se llevan bien con los demás. Quizás conozca a alguien que haya hecho esos cambios. O quizás sea usted mismo el que los hizo y dejó de ser una persona violenta. Voy a contarles una experiencia. Un hombre llamado José era experto en artes marciales y en el manejo de armas. Cometió tantos delitos que lo sentenciaron a 20 años de cárcel al declararlo culpable de 22 cargos. Era tan violento que lo tenían en una celda de máxima seguridad y hasta los otros presos le tenían miedo. Su hermana, que era testigo de Jehová, estuvo visitándolo durante siete años, pero él nunca quería hablar de la Biblia. Pero con el tiempo aceptó una publicación y comenzó un curso bíblico. Enseguida empezó a hacer grandes cambios. Una semana después, les predicó a 200 presos, y la siguiente semana a otros 600. Hasta le dieron permiso para hablar con reclusos de otras secciones de la prisión. Gracias a todos los cambios que hizo José, le redujeron la sentencia a 15 años. Sin embargo, lo dejaron salir cuando solo habían pasado 10. Y tiempo después se bautizó como testigo de Jehová. Como dice la Biblia, “el lobo estará con el cordero”. ¿Y qué hay del cumplimiento futuro de Isaías 11:6-9? Pues Dios promete que en el Paraíso habrá paz entre los seres humanos y también con los animales. ¿Verdad que ya queremos estar allí? En el siguiente video, fíjese en la paz que hay entre los siervos de Dios hoy, e imagine la paz de la que disfrutaremos en el Paraíso. ¿Cómo se sentiría si tuviera que viajar por un camino en el que pudiera encontrarse con animales salvajes y delincuentes? Jehová les prometió a los exiliados que regresarían de Babilonia sanos y salvos, y que vivirían en paz. En el paraíso espiritual en el que vivimos, personas que fueron violentas ahora son humildes, amorosas y pacíficas. Imagine la paz que reinará en el nuevo mundo. Podremos viajar libremente por este hermoso planeta, recorrer cada rincón y admirar la creación del Dios verdadero sin ningún temor. Como vimos en el video, personas que fueron violentas ahora son humildes, cariñosas y pacíficas. ¿Y cómo se sintió al ver esas escenas donde las personas están tan cerca de los animales salvajes? Dios ha prometido que habrá paz entre los humanos y con los animales. ¡Qué emocionante! Fíjense en qué más dice Isaías sobre esto, pero esta vez en el capítulo 65. Busquemos juntos Isaías 65. Estas palabras se parecen mucho a lo que leímos antes en el capítulo 11. Isaías 65:25: “ ‘El lobo y el cordero comerán juntos, el león comerá paja igual que el toro, y la serpiente se alimentará de polvo. No harán ningún daño ni destruirán nada en toda mi santa montaña’, dice Jehová”. Y qué bien representan los hermanos del Departamento de Arte estas hermosas escenas que se ven en nuestras publicaciones, ¿verdad? Pero Isaías no está describiendo cosas imaginarias. Son cosas reales. Piense en cómo se sentirá cuando no le tenga miedo a los animales ni ellos le tengan miedo a usted. Hasta que se cumpla esa promesa en el futuro, ¿qué podemos hacer ahora para fomentar la paz? Por un lado, podemos contribuir a la paz de nuestro paraíso espiritual, que es el ambiente pacífico que disfrutamos cuando adoramos a Jehová con nuestros hermanos. En Mateo 5:9, Jesús dijo: “Felices los que fomentan la paz”. Alguien que fomenta la paz ayuda a otros a resolver los desacuerdos. Y, más importante aún, se esfuerza por no ser él el que provoque los problemas. ¿Es usted alguien así? ¿Está contribuyendo a la paz de nuestro paraíso espiritual? Otra cosa que podemos hacer mientras se cumple la promesa de que el lobo comerá con el cordero es meditar en cómo ayudaremos a ser pacíficos a personas que resuciten y que antes eran violentas. ¿Se imagina cómo será estudiar con alguien que antes era agresivo y que tal vez murió de forma violenta por culpa de su personalidad? ¿Cómo usará la Palabra de Dios para ayudarle a entender que debe ser una persona pacífica? ¿Qué ejemplos le mostrará para que vea que puede cambiar? ¿Y cómo le explicará las profecías de paz de Isaías 11:6-9 y 65:25? Así que lo invitamos a meditar, a meditar en cómo se cumplió esta promesa de paz en el tiempo de los judíos, en cómo se está cumpliendo hoy y en cómo será la vida en la Tierra cuando se cumpla en el futuro. No hay duda, nos hace muy felices la promesa de Dios de que el lobo y el cordero comerán juntos. El hermano James Mantz, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso: “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘Ningún habitante dirá: “Estoy enfermo” ’ ”. Jehová puede curar cualquier enfermedad. Solo él puede hacer esta promesa: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. ¿Por qué estamos seguros de que Jehová cumplirá su promesa de acabar con todas las enfermedades? Por las palabras que leemos en Isaías 35:5, 6. Por favor, busquemos juntos ese texto. En estos versículos, Jehová promete que curará a la nación de Israel. Esta promesa nos da esperanza porque en realidad ya se cumplió a escala menor hace mucho tiempo, hace más de 2.500 años. Isaías 35:5, 6: “En ese tiempo, los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos de los sordos serán destapados. En ese tiempo, el cojo trepará como un ciervo y la lengua del mudo gritará de alegría. Pues brotarán aguas en el desierto y torrentes en la llanura desértica”. Isaías escribió esta promesa 125 años antes de que el ejército de Babilonia destruyera Jerusalén. Y Jehová la cumplió después de liberar a los israelitas de Babilonia en el año 537 antes de nuestra era y de llevarlos de vuelta a su tierra en Israel. Pero pensemos: “¿De verdad se sanaron los ciegos, los sordos, los cojos y los mudos en esa época?”. Para responder, tenemos que aplicar un principio básico: Jehová restaura o devuelve lo que se ha perdido. Durante los 70 años de exilio, Jehová no hizo daño a los israelitas ni los castigó dejándolos ciegos, sordos, cojos ni tampoco mudos. Por eso, para cumplir su promesa, no era necesario que Jehová los sanara en sentido físico. En realidad, las palabras de Isaías describían muy bien la enfermedad espiritual que los israelitas mismos se habían causado y que les hundió en la apostasía y les hizo perder el favor de Jehová. Jehová vio que estaban arrepentidos y que de verdad querían restaurar la adoración pura en Jerusalén. Los curó en sentido espiritual cuando les perdonó sus pecados y les concedió nuevamente su amistad. Con su ayuda, los israelitas recuperaron su salud espiritual. Recuperaron su visión espiritual y la capacidad de escuchar, hablar y obedecer la palabra de Jehová. Ya no estaban cojeando. Ahora tenían fuerzas para seguir dándole a Jehová adoración pura. En la actualidad pasa algo parecido. Se está produciendo una curación espiritual por toda la Tierra, y nosotros nos beneficiamos de ella. Jehová nos ha sanado, liberándonos de enseñanzas religiosas falsas y de prácticas impuras. Y nos ha traído a un paraíso espiritual donde nuestras energías se renuevan día a día. En sentido espiritual, los ciegos están aprendiendo a ver y los sordos están aprendiendo a oír. ¿Pero la promesa de curación solamente se cumple en sentido espiritual? No. Por favor, leamos juntos Isaías 33:24. Mientras leemos estas palabras, fijémonos en la última parte, porque nos da la clave para comprender por qué en la promesa de Jehová de que “ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”, también se incluye la curación física. Isaías 33:24 dice: “Y ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’. La gente que viva en esta tierra será perdonada por su pecado”. ¿Se dieron cuenta de que el versículo relaciona el fin de las enfermedades con el perdón de nuestros pecados? Claro, esto muestra que habrá una curación espiritual. Sin embargo, la razón por la que enfermamos físicamente es que somos imperfectos y pecadores. Por eso en el nuevo mundo, gracias al maravilloso poder sanador del sacrificio de Jesucristo, a todos se nos curará de nuestras enfermedades físicas. La promesa de Jehová de que “ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ” se hará realidad en todos los sentidos. Mientras vemos el siguiente video, pensemos en las bendiciones espirituales que tenemos ahora e imaginemos cómo será nuestra vida en el futuro cuando todas nuestras enfermedades desaparezcan. La guía tan clara que nos da Jehová nos acerca a él y nos ayuda a estar sanos en sentido espiritual. Muchas personas son prisioneras de las enseñanzas falsas, pero Jehová ofrece verdadera libertad. La salud espiritual que tenemos ahora nos recuerda que también tendremos salud perfecta en sentido físico y mental en el Paraíso. Imagínese lo que será despertar cada día sintiéndose limpio, sano, feliz y con ganas de vivir. Jehová promete: ¡Qué felicidad! ¡Qué emoción! Muy pronto ya no habrá nadie enfermo en la Tierra. Y estamos seguros de que esto va a pasar. ¿Por qué? Porque ya hemos visto que Jehová nos ha sanado en sentido espiritual. No lo olvidemos. Es como decía esta frase del video: “La salud espiritual que tenemos ahora nos recuerda que también tendremos salud perfecta en sentido físico y mental en el Paraíso”. En el video también vimos que la guía tan clara que nos da Jehová nos acerca a él y nos ayuda a estar sanos en sentido espiritual. ¡Qué bendición tan grande es ser enseñados por Jehová! Para demostrarle a Jehová que agradecemos esta curación espiritual, podemos orarle y darle las gracias. En Salmo 40:5, vemos otra manera en la que podemos darle gracias a Jehová por todo lo que ha hecho y lo que hará por nosotros. Vamos a leerlo. Salmo 40:5 dice: “¡Cuántas cosas has hecho, oh, Jehová mi Dios! Son muchas tus obras maravillosas y tus pensamientos a nuestro favor —nadie puede compararse contigo—. Si tratara de narrarlos y hablar de ellos, serían demasiados, más de los que puedo contar”. Si estamos agradecidos, haremos eso, hablaremos a otros de las obras maravillosas de Jehová. Les contaremos todas las cosas que Jehová ha hecho. Y la verdad es que siempre tendremos cosas buenas que decir sobre Jehová. Los que acepten las buenas noticias tendrán la bendición de ser sanados por Jehová y de disfrutar de su amistad para siempre. Claro, muchos de nosotros tenemos problemas de salud graves, pero hacemos todo lo posible por decirles a los demás que pronto no habrá enfermedades. Y pensar en esas promesas nos hace muy felices porque se cumplirán sin falta. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, tenía el poder para curar todo tipo de enfermedades, ya fueran físicas, mentales o emocionales. En el nuevo mundo, Jesús acabará con las enfermedades por toda la Tierra y nadie volverá a enfermarse nunca más. ¿Qué va a pasar con los miembros de la gran muchedumbre que estén enfermos cuando acabe la gran tribulación? Nuestras publicaciones han dicho que es razonable esperar que, poco tiempo después de la destrucción del mundo de Satanás, ocurran milagros como los que hizo Jesús en el pasado pero a una escala mucho mayor por toda la Tierra. De este modo, todos los que sobrevivan a la gran tribulación podrán disfrutar del trabajo que se hará para convertir la Tierra en un precioso paraíso. Y, al final del Reinado de Mil Años de Jesús, serán en todo sentido seres humanos perfectos. Ahora, mientras disfrutamos de las bendiciones del paraíso espiritual, no olvidemos que esas bendiciones son una prueba de que todas las promesas de Jehová se harán realidad. Y qué felices seremos cuando Jehová cumpla por completo la promesa: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. El hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, titulado “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘Eliminará la muerte para siempre’ ”. ¡Qué maravilloso y qué impresionante es saber que Jehová ha prometido que muchas personas resucitarán y que la muerte desaparecerá para siempre! Los invito a leer conmigo esta consoladora promesa que está en Isaías 25. Hablando de Jehová Dios, Isaías 25:7, 8 dice: En La Atalaya del 15 de septiembre de 2014, en la página 25, dice: “Con razón, la Biblia compara el pecado y la muerte con una ‘envoltura que está [...] sobre todos los pueblos’ y ‘entretejida sobre todas las naciones’. Esa tela pesada y asfixiante envuelve a toda la humanidad”. Es decir, nadie puede librarse del pecado y de la muerte. Pero ¿cómo sabemos que Jehová puede resucitar a los muertos? Porque en el pasado Jehová ya resucitó a su pueblo en sentido simbólico. En el año 537 antes de nuestra era, Jehová resucitó, por decirlo así, a la nación de Israel. Eso fue cuando, después de 70 años, los israelitas regresaron del cautiverio en Babilonia a su tierra, y se reestableció la adoración pura. En el año 1919, Jehová liberó a su pueblo de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, y así pudieron realizar sus actividades con fuerzas renovadas. En Isaías 26:19 encontramos esta profecía: ¿Cuánto tiempo tuvo Babilonia la Grande prisionero al pueblo de Dios? Los siervos de Dios fueron prisioneros en sentido espiritual desde el siglo segundo hasta 1919, cuando los cristianos ungidos fueron reunidos para adorar a Jehová de la manera correcta. El pueblo de Dios pasó por una etapa de prueba y limpieza durante los años que siguieron al establecimiento del Reino en los cielos, que fue en 1914. Luego, en 1919, Jesús nombró al “esclavo fiel y prudente” para que diera “alimento al tiempo debido” al pueblo de Dios, que acababa de ser limpiado. En ese año, los siervos de Dios comenzaron a regresar a la tierra espiritual que Dios les había dado. Y también en ese año dejaron de ser prisioneros, de manera simbólica, de Babilonia la Grande. Qué felices nos hace saber que, después de siglos y siglos de sufrimiento, hoy día, los siervos de Dios no solo adoramos a Jehová en un ambiente pacífico y limpio, sino que también vemos cómo se cumplen las palabras de Isaías 25:8, que dice que Jehová se tragará la muerte para siempre. Así es, Jehová eliminará la muerte para siempre. Qué promesa de paz tan emocionante, ¿verdad? Porque ¿quién de nosotros no ha perdido a un ser querido por una enfermedad, quizás por el COVID-19, o en algún accidente o un desastre? Nuestro Padre, Jehová, nos promete que la muerte ya no existirá. Y, claro, eso nos hace pensar en que probablemente los niños que nazcan entonces ya no tendrán que envejecer ni morir. Apocalipsis 21:4 menciona algo similar a lo que dice la profecía de Isaías. Allí dice que “la muerte ya no existirá”. Mientras ve el siguiente video, piense en todo lo que Jehová ya ha hecho para demostrarnos que nos quiere y en lo que hará por nosotros en el futuro. Jehová cumplió lo que les prometió a los exiliados. Restauró aquella nación en ruinas, fue como si le devolviera la vida. En 1919, Jehová hizo algo parecido. Liberó a su pueblo de la religión falsa y le dio fuerzas para predicar. Tal como Jehová resucitó a su pueblo de una muerte simbólica, en el futuro, eliminará los efectos de la muerte física. Dios “eliminará la muerte para siempre”. Imagínese, podrá vivir más que cualquier árbol, porque “la muerte ya no existirá”. ¡Qué felices nos hace todo lo que Jehová nos da! Hermanos, tenemos el honor de formar parte del único grupo de personas que adora a Jehová siguiendo sus elevadas normas, tal como se profetizó en Isaías 2:2. Y pensemos en la inmensa alegría que sentiremos cuando Jehová resucite a nuestros seres queridos. ¡Démosle las gracias por esta maravillosa esperanza! 1 Tesalonicenses 4:13 dice: Meditar en esa esperanza fortalecerá nuestra fe y nos dará valor. ¿Por qué es importante que hagamos eso? Porque el miedo a la muerte es un arma muy poderosa. Los que están bajo el control de Satanás lo usan para que la gente traicione a sus amigos o renuncie a sus creencias. Pero esa amenaza no funciona con nosotros. Sabemos que, si nuestros enemigos nos matan, Jehová nos devolverá la vida. Estamos convencidos de que nada de lo que hagan puede separarnos de nuestro querido Padre, Jehová. La esperanza de la resurrección es una muestra de la gran sabiduría de Jehová. Con ella, le quita a Satanás una de sus armas más poderosas y, a la vez, nos da a todos nosotros una valentía indestructible. Recordemos que la muerte es temporal, pero la vida que Jehová nos ofrece a cada uno de nosotros es eterna. En esta serie de discursos, hemos visto cómo Jehová cumplió sus promesas en el pasado, cómo las está cumpliendo hoy y cómo las cumplirá en el futuro. Como hemos visto, la paz que Dios promete incluye: 1) abundante alimento físico y espiritual para todos; 2) un hogar y un trabajo que sean dignos; 3) un mundo en el que no haya violencia; 4) salud perfecta, y 5) el fin de la muerte. Si nos mantenemos al lado de Jehová, nuestro Dios y mejor amigo, disfrutaremos de “abundante paz” para siempre. Gracias, hermanos. Pocas cosas nos hacen más felices que meditar en lo que Jehová está haciendo por nosotros ahora y en lo que hará en un futuro cercano. Las bendiciones que nos esperan son increíbles. ¡Qué importante es que nos centremos en hacer la voluntad de nuestro cariñoso Padre celestial! Por eso, ahora los invitamos a cantar la canción 35, Asegurémonos de lo más importante. Canción 35.
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Viernes tarde (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Nos alegra mucho que usted esté entre los millones de personas que están viendo esta asamblea por todo el mundo. Joyce es una estudiante de la Biblia que está enferma. Vive en el Sureste Asiático y escribió lo siguiente para expresar su agradecimiento por programas como este: “Como la asamblea puede verse por internet, no me pierdo ni un solo discurso. Puedo verla al mismo tiempo que todos los hermanos del mundo. Le doy muchas gracias a Jehová por este regalo”. Quizás usted se siente igual que ella. Les damos muchas gracias por las generosas donaciones que han hecho a través de donate.jw.org y otros medios. Gracias a ellas es posible retransmitir estos programas. En estos difíciles últimos días, muchas familias no se muestran cariño, aunque Jehová nos creó con la necesidad de darlo y recibirlo. Sin embargo, la Biblia contiene principios que, cuando los seguimos, nos dan paz. Estamos seguros de que les gustarán los discursos y las escenificaciones de la siguiente serie. El hermano Joel Dellinger, ayudante del Comité de Servicio, presentará el primer discurso, “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Muéstrense amor y respeto”. Tener paz en la familia es algo muy valioso. De hecho, un proverbio bíblico dice: “Es mejor un pedazo de pan seco donde hay paz que muchos banquetes en una casa donde hay peleas”. Pero ¿qué significa tener paz en la familia? Hay quienes piensan: “Mientras no estemos discutiendo hay paz en la familia”. Pero ¿será eso tener paz? Imaginemos que hay guerra entre dos países, pero en cierto punto acuerdan un cese al fuego. ¿Significa eso que hay verdadera paz y que de ahora en adelante se van a llevar bien? No. Para que haya paz, se requiere mucho más. Lo mismo sucede en la familia. Nuestro Padre celestial sabe que la verdadera paz en la familia implica mucho más que simplemente no discutir; implica que la familia se esfuerce por estar unida y por que todos sean felices. ¿Cree que sea posible disfrutar de una paz como esa en la familia? Aunque ninguna familia es perfecta, la respuesta es sí. Aunque requiere esfuerzo, tal vez dejar malas costumbres y aprender otras nuevas que fomenten la paz, ese esfuerzo vale la pena. En esta serie de discursos, veremos que, para que haya paz en la familia, hay que seguir los principios que encontramos en la Biblia, porque los principios de la Biblia marcan la ruta que lleva a las familias a la paz. Durante estos discursos, queremos que ustedes: esposos, padres, esposas, madres, hijos, adolescentes, se imaginen que son como un viajero que estudia las indicaciones de la ruta para seguir en el camino a la paz. En este discurso hablaremos sobre cómo mostrar amor y respeto. ¿Por qué diría usted que estas dos cualidades son tan importantes para que haya paz en la familia? En pocas palabras: porque, cuando los miembros de la familia se aman y se respetan, se sienten seguros y valorados. Como consecuencia, los miembros de la familia se tienen confianza, se sienten queridos y se llevan bien. Pero, claro, tratarnos con amor y respeto puede ser difícil a veces. Veamos un ejemplo de esto en el siguiente video. Irene, —mira esto. —Qué bien estás aquí. Te ves preciosa. —Qué fotos tan bonitas. —Estás radiante. Qué bonito. ¡Guau, increíble! Nos casamos. Y, aquí, no te lo esperabas, ¿eh? Sabía que ibas a hacer algo así. Perdona, Olivia. ¿Estás bien? Sí, no te preocupes, Sue. Lo siento. Está bien. Ya terminé, esta era la última caja. —Papá, ¿son las fotos de la boda? —Ajá. Déjame ver. Mira esto. Están todos genial. —Ese vestido te quedaba muy bien. —Me encantan. Mírate en esta. Qué elegantes están todos. Sí, todo salió muy bien. —Es verdad, fue perfecto. —Sí. Olivia, todo esto es nuevo, mi niña. Ten paciencia. ¿Un huequito para mí? Sí, claro. Gracias. ¿Qué pasa? ¿Y el escritorio? Tuvimos que cambiarlo. Este es mejor para todos. Querrás decir para él. ¿Para Max? ¿Por qué dices eso? A ti te da igual. No me hables así. ¡Vuelve aquí! Olivia, ¿te gusta el escritorio? Ven, linda, ven. Para que nunca olvides cuánto te amo. Espero que te guste. Hoy, todas las familias se enfrentan a algún tipo de desafío. Así que veamos cuáles son las indicaciones que nos da la Biblia en Romanos 12:10. Vamos a leerlo. Romanos 12:10: “Con amor fraternal, muéstrense tierno cariño. Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. ¿Cuál es la indicación? Sin importar cuál sea nuestro papel en la familia, todos debemos tratar a nuestros familiares con cariño y respeto. Como dice la Biblia, tenemos que tomar la iniciativa. Ahora, vamos a analizar cuatro muy buenas costumbres que todos deberíamos adoptar. La primera es: muéstrense siempre tierno cariño. Las expresiones de cariño, cuando salen del corazón, son tan buenas como la luz del sol y el agua para las plantas: ayudan a todos a crecer y florecer. En el video que acabamos de ver, ¿se dieron cuenta de lo mucho que Olivia valoraba aquel escritorio verde? Fue un regalo de su padre, quien le dijo con cariño: “Para que nunca olvides cuánto te amo”. ¿Y notaron el cariño con el que se hablaban Irene y Max mientras la familia veía todas esas fotos de su boda? ¡Qué bonito!, ¿verdad? Pensemos en esto: ¿estamos tratando con tierno cariño a los miembros de nuestra familia? Eso tal vez no se nos hace fácil. Tampoco lo fue para cierto hombre que tuvo que esforzarse mucho para decirle a su esposa que la amaba, pero, cuando lo hizo, ella lloró de la felicidad y le dijo: “Yo también te quiero, pero esta es la primera vez en 25 años que me lo dices así de claro”. Bueno, ¿cuál es el punto? Que no deberíamos esperar tanto tiempo. Y, además, aunque no se nos dé de forma natural utilizar expresiones de cariño, hagámoslo de todas formas. Son muestras de amor que darán buenos resultados. Esa es la primera costumbre que debemos adoptar. Vamos a pasar a la segunda costumbre: mostrar bondad por medio de nuestras acciones, tono de voz y palabras. En el video, pudimos ver cómo Irene trató de reconfortar a su hija, Olivia. Le dijo: “Todo esto es nuevo, mi niña. Ten paciencia”. Ella mostró bondad, tanto en lo que dijo como en cómo lo dijo. Pero lo que Olivia dijo luego no fue muy bondadoso. Aunque sabemos que se sentía herida, la forma en como expresó sus sentimientos no fue la mejor. Durante la pandemia, todos nosotros estuvimos bajo mucha presión. Y lo más probable es que no siempre hayamos tratado a los miembros de nuestra familia de la forma correcta. Bueno, eso ya pasó. ¿Qué podemos hacer ahora para mejorar? Pidámosle a Jehová que nos ayude a tomar la iniciativa de mostrar bondad. Por ejemplo, todos los días salúdense con amabilidad, todos los días digan “por favor” y “gracias”. Dense regalos, aparten tiempo para hablar y escúchense. Todas estas cosas son actos de bondad. Esta es otra buena costumbre que debemos cultivar. ¿Cuál es la tercera costumbre? Pidamos perdón cuanto antes y estemos dispuestos a perdonar. En el video, la hermanastra de Olivia, Sue, le pidió perdón cuando, por accidente, chocó con ella con la caja que llevaba. Al pedir perdón, promovió la paz. Si nos damos cuenta de que hemos lastimado a alguien, aun sin querer, ¿qué tenemos que hacer? Hacer las paces cuanto antes. Una madre llamada Marina dijo lo siguiente: “Mi esposo y yo tratamos de darles un buen ejemplo a nuestros hijos perdonando […] y no ofendiéndonos”. “Cuando me equivoco, les pido perdón [a mis hijos] porque quiero que ellos aprendan a hacer lo mismo con los demás”. ¡Qué buena costumbre!, ¿no le parece? Vamos a ver una más. La cuarta costumbre: haga que los miembros de su familia se sientan respetados. Noten qué interesante comentario se hizo en un artículo de la revista ¡Despertad! Dice: “Cada uno siente el respeto de forma distinta”. ¿Y eso qué significa? Que, aunque nosotros pensemos que estamos siendo respetuosos, lo mejor es que nos preguntemos: “¿Sienten los miembros de mi familia que yo los trato con respeto? ¿Puedo hacer algo más para que mi cónyuge, mis hijos o mis padres se sientan amados y respetados?”. Queridos hermanos, cuando cumplimos con el papel que Jehová nos ha asignado en la familia y adoptamos costumbres como estas, mostramos respeto tanto a Jehová como a todos los miembros de nuestra familia. Pero ¿qué fue lo que pasó con Olivia y con su mamá? En el siguiente video, fíjense en cómo se puede recuperar la paz cuando se muestra respeto y cariño. No te preocupes, mamá. No lo sabías. Papá se lo hizo justo antes de morir. ¿Puedo hacer algo? Romanos 12:10: “Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. Olivia, hice tu plato favorito. Gracias. Perdóname, cariño. No entendí bien lo que pasaba. Es normal que te doliera lo del escritorio. Mamá, tú no lo sabías. Es que era algo que él hizo para mí. Sé que Max forma parte de nuestra vida, pero ojalá me hubiera preguntado antes. No fue Max, fui yo. Quería darle una sorpresa. Él necesita un sitio para trabajar. Así que ¿él no te pidió que cambiaras el escritorio? No. Creí que no les importaba nada. Olivia, tú nunca me dejarás de importar. ¡Qué bien terminaron las cosas! La familia volvió a estar unida y feliz con la ayuda de Jehová. La mamá, Irene, aplicó el principio de Romanos 12:10. Ella tomó la iniciativa para hacer las paces y le habló con bondad a su hija. Y, aunque Olivia estaba dolida, ella también mostró amor y respeto al estar dispuesta a escuchar a su mamá. ¿El resultado? El malentendido se aclaró e Irene aprovechó la oportunidad para demostrarle a su hija que la quería muchísimo cuando le dijo: “Olivia, tú nunca me dejarás de importar”. ¿Verdad que nos conmovió mucho ver cómo se abrazaron al final? Cuando nosotros tomamos la iniciativa para aplicar los principios bíblicos, promovemos verdadera paz en la familia. Así que, hermanos, estemos decididos a seguir mostrándole a nuestra familia que los amamos y los respetamos con hechos y palabras. Ahora, el hermano Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Tengan una buena comunicación”. En el discurso anterior vimos que es posible que las familias disfruten de paz. Pero eso requiere esfuerzo. Ahora veremos otra instrucción que nos ayudará a seguir en el camino a la paz: la buena comunicación. Podemos tener paz cuando todos en la familia nos comunicamos de manera honesta, abierta y tranquila. Pero ¿cómo es que la buena comunicación promueve la paz? Cuando todos mantienen buena comunicación en la familia, pues se mantienen unidos. Además, eso les permite darse cuenta de ciertos problemas y solucionarlos antes de que crezcan y les roben la paz. Eso quizá le parezca obvio. Pero ¿no es cierto que con el trabajo, la escuela, las reuniones, la predicación, el entretenimiento y, en fin, tantas cosas en la vida, se nos puede hacer difícil sacar tiempo para hablar y comunicarnos bien con la familia? ¿Le pasa eso a usted y a su familia? En la siguiente escenificación fíjese en qué costumbres pueden impedir que haya una buena comunicación. Hola, Steve. Sí, siento haber llegado tarde a la reunión. Tenía que haber estado a tiempo para ayudarte. Nos entretuvimos. ¡Es muy tarde! ¡Vamos, chicos! ¡Ya estamos aquí! ¡Lo siento! Sí, la familia bien. Todos nos estamos adaptando. ¿Alguien ha visto mis llaves? ¿Hola? Bueno, puede que estemos un poco desubicados, pero, ya sabes, todas las familias tienen sus cosas, ¿no? ¿Vas a salir con eso? Ajá. Y gracias por entenderlo. Okey. Cuídate. Chao. ¿Se dieron cuenta de qué cosas impidieron que hubiera una buena comunicación? Como pudieron ver en este caso, estaban tan ocupados con sus dispositivos que no sacaban tiempo para hablar. Y sí que tenían cosas de que hablar, ¿verdad? Por ejemplo, la puntualidad y la manera de vestir. Pero no lo hicieron. ¿Y esas escenas en las que estaban pegados a sus dispositivos sin saber qué pasaba a su alrededor? ¡Qué graciosas!, ¿no? Pero ¿se sintió identificado con ellas? Esto nos recuerda que no debemos dejar que la tecnología nos quite el tiempo que deberíamos dedicarle a la familia. Entonces ¿qué cosas podríamos hacer para mantener una buena comunicación? Lo vamos a ver en el segundo principio bíblico de esta serie de discursos. Acompáñenme a leer Efesios 5:15, 16. Efesios 5:15, 16: “Así que tengan muchísimo cuidado de no comportarse como tontos, sino como sabios, aprovechando el tiempo de la mejor manera, porque los días son malos”. Ahora veamos dos maneras en las que este principio nos puede ayudar. Primero, nos enseña que debemos apartar tiempo para tener comunicación de calidad. Y es que ¿sí vieron el versículo 16? Dice que “hay que aprovechar el tiempo de la mejor manera”. La nota de estudio dice que es literalmente comprar el tiempo, es decir, sacarlo de otras actividades. ¿Qué pueden hacer las familias para poner esto en práctica? Bueno ¿y qué tal si sacan todos los días tiempo para conversar en familia, hacer de esto su rutina? En esos espacios pueden dejar a un lado los dispositivos y la tecnología para así poder conversar más tranquilamente. Puede ser en las tardes o tal vez a la hora de la comida. Miren lo que dijo un hermano llamado Aaron: “Todos los días cenamos juntos. Así podemos conversar y enterarnos de lo que pasa en nuestras vidas. Mi esposa y yo hemos hecho todo lo posible por acompañar a nuestros hijos a la escuela y pasar por ellos. Así podemos estar más tiempo con ellos. Mi esposa y yo a menudo salimos a caminar y conversamos sobre lo que nos preocupa”. ¿Qué aprendemos de esto? Pues que hay que aprovechar bien el tiempo. Pero sin duda ellos tuvieron que sacar tiempo de otras actividades. Habían hecho ya su rutina. Y usted y su familia ¿están haciendo lo mismo? ¿Sacan tiempo para estar juntos y conversar todos los días? Si no lo han hecho, empiecen ahora. Ahora veamos la segunda manera en la que el principio de Efesios nos puede ayudar. Y tiene que ver con la forma en como nosotros reaccionamos cuando surgen problemas, porque van a surgir. Noten que en el versículo 15 del capítulo 5 dice que debemos comportarnos como sabios. Sí, como sabios. Necesitamos ser personas sabias para saber qué conviene que hagamos o qué no cuando surgen situaciones difíciles. Entonces ¿qué hay que hacer cuando surgen problemas? Bueno, la persona sabia sabe cuándo es un buen momento y cuándo no para hablar de un problema; sabe elegir el momento adecuado. Por ejemplo, todos sabemos muy bien que, cuando alguien está enojado, no es el mejor momento para hablar del problema, ni mucho menos solucionarlo. Un padre de familia dice: “A veces hay que esperar a que se calmen los ánimos, orarle a Jehová sobre el asunto, tal vez irse a dormir y, al día siguiente, hablar las cosas con más calma”. Eso es de sabios. Y también es de sabios saber escuchar. En Santiago 1:19 leemos que debemos “ser rápidos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para la ira”. Por eso podemos pedirle a Jehová en oración que nos ayude a escuchar con atención, a mantener la calma y a ser humildes. Una hermana llamada Dawn dice: “Cuando surge un problema, lo primero que hago es pedirle a Jehová que nos ayude a todos a solucionarlo de manera tranquila. Luego, los que tuvimos el problema hablamos en privado y nos esforzamos por entender el punto de vista del otro”. Eso es ser sabio. Además, una persona que es sabia y prudente piensa con cuidado lo que va a decir y cómo lo va a hacer. Por ejemplo, en vez de señalar que un familiar tiene un problema, démosle la vuelta al asunto y veamos cómo podemos solucionarlo como equipo. ¿Podríamos asegurarles a nuestros familiares que los queremos de verdad y que queremos comprenderlos y entender su punto de vista? De esta manera, no estaremos echándole la culpa a nadie, sino demostrando que queremos solucionar el problema. Como vimos, estos principios bíblicos son muy útiles, pues nos ayudan a mejorar la comunicación. ¿Se acuerdan de los dos puntos? El primero fue aprovechar el tiempo de la mejor manera y el segundo, comportarse como personas sabias. Es verdad que siempre habrá campo para mejorar en la comunicación en la familia. Pero el esfuerzo vale la pena, porque la buena comunicación es esencial para que haya paz en la familia. Ahora sigamos viendo la escenificación y notemos lo útil que es desarrollar buenas costumbres que fomenten la comunicación. No lo sé, ¿tú qué crees? Todos tenemos que mejorar, incluida yo. ¿Por qué no lo comentamos con los chicos y lo hablamos abiertamente? Me parece buena idea. Okey, Irene y yo estuvimos hablando sobre… la comunicación en nuestra familia. Queríamos hablar de teléfonos y esas cosas. Esto no es por mí, ¿verdad? —¡No puede ser! ¡Lo necesito! —No, no, quizá deberíamos tener más cuidado… —¿Bromean? Lo dicen por ellas. —Pero no nos los pueden quitar. Yo no he hecho nada malo. Yo tengo que usarlo. —Un momento... —Ustedes hacen lo mismo. Es cierto. Está bien, solo queremos hablar, ¿okey? Sue, ¿puedes leer Efesios 5:15, 16, por favor? “Tengan muchísimo cuidado de no comportarse como tontos, sino como sabios, aprovechando el tiempo de la mejor manera, porque los días son malos”. Así que ¿creen que estamos siendo equilibrados con los teléfonos? No decimos que estén haciendo algo incorrecto con ellos. Eso es, pero ¿nos estarán quitando tiempo de otras cosas? Cosas importantes, como hablar entre nosotros. Incluso puede que estén afectando la manera en la que nos hablamos. Sí, es buena idea ponernos límites. Sí, okey. Okey. Muy bien, veamos cómo podemos hacerlo. ¡Hey! Hola, Olivia. Hola. Está claro que todavía no sé cómo hablar con ella de la ropa. —Ya. —Ayúdame. Yo me encargo. Sé que te gustan, pero ¿crees que es una buena decisión? ¿Crees que este estilo es lo que Jehová llamaría “ropa apropiada”? Seguro que decidirás lo correcto. Okey, bien. Javi, ¿tú puedes llevarnos? Sí, claro. Bueno, familia… creo que no todos vemos igual lo de ser puntuales, pero necesito su ayuda para llegar a tiempo y cumplir con mis responsabilidades. ¿Creen que podemos negociarlo? —Okey. Sí, sí. —Claro. Gracias, ¡genial! Esta serie de discursos está basada en cuatro pasajes bíblicos con principios que ayudan a la familia a vivir en paz. El hermano Dellinger ya nos habló del primero: Romanos 12:10. Y en este rato hemos hablado de Efesios 5:15, 16. ¿Y vieron cómo se pusieron en práctica estas palabras en la escenificación? Ellos se dieron cuenta de que no estaban utilizando el tiempo de la mejor manera. Y se comprometieron a cambiar. Vieron la importancia de poner ciertos límites a fin de mejorar la comunicación en la familia. También vimos cómo Irene y Max se comportaron de manera sabia. ¿Lo recuerda? Buscaron el mejor momento para hablar con sus hijos sobre los problemas que tenía la familia, por ejemplo, el uso de los dispositivos electrónicos, la ropa y la puntualidad. ¿Y puede este texto bíblico ayudarlo a usted o ayudarme a mí a mejorar la comunicación? ¿Conviene que incluyamos este texto bíblico en la siguiente adoración en familia? Por supuesto, toma tiempo aprender a comunicarse bien en la familia, pero hacerlo es lo mejor. ¿Por qué? Porque, si se esfuerzan por comunicarse bien a diario, les será mucho más fácil arreglar las cosas cuando surjan problemas. Entonces, a partir de ahora, hagan todo lo que puedan por mejorar la comunicación en su familia. Si se comprometen y se esfuerzan, estarán siguiendo las indicaciones para ir por el camino que conduce a la paz. Ahora el hermano David Splane, del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Trabajen en equipo”. Jehová quiere que los matrimonios trabajen en equipo. Examinemos con cuidado lo que Jesús dijo en Mateo 19:6. Vamos a leerlo. Búsquenlo conmigo. Mateo 19. Los espero. Mateo, capítulo 19. Comenzaremos en el versículo 6. Antes de leerlo, quiero destacar que Jesús está citando Génesis 2:24. Y, hablando de los matrimonios, dice: “Así que ya no son dos, sino una sola carne”. Si recuerdan, fue Jehová quien dijo esas palabras en el jardín de Edén. Pero ahora Jesús agrega algo que no está en Génesis. Dice: “Por lo tanto, lo que Dios ha unido [“bajo el mismo yugo”, según la nota], que no lo separe ningún hombre”. Un yugo, como sabrán, es un instrumento de madera que une a dos animales para ayudarlos a arar el campo o a llevar una carreta. Cuando tiran juntos, su fuerza se duplica. Y lo mismo pasa cuando los miembros de la familia trabajan en equipo. Madres, padres: tienen muy buenas razones para trabajar en equipo. Cuando trabajan en equipo, es más fácil mantener la paz. ¿Y han pensado en el efecto que tiene en sus hijos? Ustedes, padres, les estarán enseñando a sus queridos hijos varones a ser padres y esposos amorosos, y las madres les enseñarán a sus hijitas a ser esposas colaboradoras. ¿Pero qué pasa si un miembro del equipo se detiene y se planta en su lugar o si los dos empiezan a ir en direcciones opuestas? Vamos a verlo en un video. Antes, les cuento. Por muchos años, esta hermana crio sola a sus dos hijos, e hizo un excelente trabajo. Y, después, se casó con un muy buen hermano. Ahora hay un nuevo cabeza. Vamos a ver qué tal le está yendo a esta hermana con su nuevo papel. Las últimas adoraciones en familia han sido buenas, ¿verdad? Sí. Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén. Amén. —Esta semana… —Estamos en el capítulo 5. Sí, eso es. Y la semana pasada leyó Javi, así que… Le toca a Sue. Eso es. Le toca a Sue. Así que aquí la idea es que, cuando… Cariño, creo que es mejor si ponemos un ejemplo. Okey. Los pájaros… Bueno, espero haberte aclarado un poquito la duda que tenías, Olivia. Sí, gracias. Pero, Max, eso no es cierto. Salió hace poco una aclaración sobre esto en La Atalaya. Gracias. Creo que nos está yendo muy bien, ¿no? Pues, ya que lo dices… Hola. Mejor hablamos después. Okey. La hermana no es una mala persona. Sin embargo, ¿qué le está enseñando a su hija sobre el papel de la esposa en la familia? ¿Y qué está aprendiendo el hijo sobre el papel del esposo como cabeza? Él se ha criado sin un padre por muchos años, y ahora tiene uno de nuevo. Es más probable que los hijos lleguen a ser buenos esposos y esposas en el futuro si ven a sus padres trabajar en equipo. En un momento, vamos a ver cómo el esposo maneja la situación. Y, esposos, presten mucha atención. Lo que hace es buenísimo. Las familias son más felices cuando el padre, la madre y los hijos trabajan juntos en equipo. El cabeza es como el capitán. Su misión es que todos los miembros de la familia sepan qué objetivos tiene la familia y qué es lo que cada uno tiene que hacer para alcanzar esos objetivos. Cuando a su familia le toque limpiar el Salón del Reino, o el lugar donde se celebrará la asamblea, no dejen a los niños en casa. Ellos son parte del equipo. No vayan con el equipo incompleto. Dejen que vivan en carne propia la felicidad que viene de servir. Que trabajen con ustedes. Si les piden que laven los baños, no traten de zafarse. Y háganlo con gusto. Así, les enseñarán a sus hijos que, cuando hay trabajo que hacer, sencillamente se hace y que aceptamos cualquier trabajo sin quejarnos ni refunfuñar. Ah, y que no despreciamos ningún tipo de tarea. Y esto va de acuerdo con lo que Pablo enseñó en Filipenses 2:3, 4. Vamos a buscarlo; para movernos un poco. Filipenses 2:3, 4. Recuerden que dijimos que la familia es un equipo. “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes, mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”. Cuando hay trabajo, alguien tiene que hacerlo. ¿Sentimos que somos demasiado especiales como para hacerlo? Algunas familias se ofrecen para ayudar con el mantenimiento del salón. Si los hijos tienen la edad suficiente, también pueden colaborar en otros proyectos. ¡Y qué bien la pasan! Allí tanto ustedes como sus hijos pueden conocer amigos que les durarán para siempre. ¿Y saben qué más? Cuando sus hijos vayan a una asamblea de circuito o a una regional, tendrán buenos amigos con los cuales juntarse, tanto jóvenes como mayores, hermanos con los que trabajaron. ¿Y ayudan sus hijos con las tareas de la casa? Hay padres que sienten que no deberían pedirles a sus hijos que ayuden en la casa porque tienen tareas de la escuela. Claro, ellos tienen que hacer las tareas de la escuela por su propio bien, pero ellos también tienen el deber de ayudar a la familia. Si no lo hacen, ¿cómo aprenderán a ayudar a los demás con gusto? Es bueno para los niños sentir que son miembros importantes del equipo y que su familia cuenta con ellos. Se lo aseguro: eso les fortalecerá su autoestima. Un padre llamado Steven dijo: “Si no se les pide que hagan nada en casa, los hijos piensan que todo el mundo debe estar a su servicio y crecen con una idea distorsionada de la vida”. La verdad, ¿podría un joven que crece con esa actitud ser siquiera capaz de conservar su trabajo? ¿Ha visto que algunas personas que pierden su empleo permanecen desempleadas por mucho tiempo? El dinero se les agota, incluso cuando hay otras oportunidades de trabajo disponibles. Pero piensan: “¿Yo? ¿Trabajar en eso?”. Por cierto, ¿cuál es una de las peores actitudes que puede tener un empleado? Pregúntele a cualquier jefe. Que cuando se le pide a alguien ayuda con algo te conteste: “No, ese no es mi trabajo”. Enséñenles a sus hijos que es su responsabilidad hacer cualquier cosa que haga falta hacer, si tiene la edad y la capacidad para hacerla. ¿Y a partir de qué edad deberían los padres asignarles tareas a sus hijos? Los expertos han dicho que niños con tan solo tres años de edad, o incluso menos, pueden aprender a ayudar en la casa. Pueden aprender a guardar sus juguetes, limpiar lo que derramen y echar la ropa a lavar. Los más grandes pueden barrer, lavar el auto o preparar la comida. Me alegra decir que aquí en Betel tenemos muchachos que son excelentes cocineros, y eso en parte se debe a que han aprendido bien en casa. ¿Recuerdan el video en el que le enseñaron a Caleb a limpiar su cuarto y guardar sus juguetes? Ese video les enseñó una importante lección a los niños. Ahora querían que su habitación estuviera como la de Caleb. Y, luego, cuando entraban a su habitación, había lugar por donde pasar. Bueno, y, cuando hay un problema, busquemos soluciones, no culpables. No piense: “¿Cómo salgo ganando yo?”, sino: “¿Cómo ganamos todos?”. Verán un excelente ejemplo de eso en el siguiente video. Vamos a verlo. Oye, ¿quieres un té? ¡Claro! Gracias. Mi amor, tú y yo somos un equipo, ¿verdad? Sí, por supuesto. Cuando leí esto, pensé en nosotros. “Así que ya no son dos, sino una sola carne”. Yo sé que antes tenías que encargarte de todo tú sola, durante años. Lo hiciste muy bien. Criaste a dos hijos maravillosos, que aman a Jehová. Ahora me tienes a mí. Sí, lo sé. ¿Crees que no siempre somos un equipo? Es solo que a veces en la adoración en familia… Me emociono tanto que te interrumpo, ya lo sé. He estado tantos años haciéndolo yo que… Yo sé que no estás tratando de dirigir tú. Y, escucha, a mí me encanta cómo enseñas. Tú a veces les llegas a los chicos mejor que yo, y quiero que sigas haciéndolo. Solo déjame dirigir a mí. Gracias, cielo. Gracias por tu paciencia. Gracias por tu paciencia. Sé que tengo mucho que mejorar, pero te tengo a ti. ¿Qué tal si miramos juntos lo que vamos a estudiar en la próxima adoración? Fantástico. ¿Vieron qué bien lo hicieron? Ellos buscaron soluciones, y no culpables. Ni discutieron ni levantaron la voz ni le echaron la culpa al otro. El esposo se puso en el lugar de su esposa. No pensó que tenía mala intención. Él entendía que ella llevaba mucho tiempo atendiendo las necesidades de sus hijos ella sola. ¿Y notaron cómo ella reaccionó a lo que él le pidió con cariño? No cabe duda de que ahora les será fácil a los muchachos respetar a su padrastro y de que van a aprender cómo los esposos deben tratarse el uno al otro y trabajar en equipo. Hermanos, ¿qué tal si conversan pronto sobre estas cuestiones? Primero, ¿en qué cosas trabajamos bien como equipo en el matrimonio? Y, segundo, ¿cómo podemos mejorar? Cuando las familias trabajan en equipo, les es más fácil vivir en paz. Y además alegran a Jehová, pues Jehová es “el Dios de la paz”. Ahora, el hermano John Ekrann presentará la última parte de esta serie de discursos: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Adoren juntos a Jehová”. Jehová quiere que haya paz y felicidad en las familias. Pero él no se conforma con decirnos: “Bueno, espero que tengan paz”; él nos da todas las indicaciones que necesitamos. Es como si Jehová nos dijera que por ese camino que lleva a la paz hay ciertas señales. Y esas señales que vamos a encontrar nos ayudarán a saber que vamos bien. En esta serie de discursos, hemos visto ya algunas señales, como mostrar amor y respeto, tener una buena comunicación y trabajar en equipo. Y en este último discurso, veremos una señal más: adorar a Jehová juntos en familia. Adorar a Jehová juntos fomenta la paz y trae bendiciones. Aunque no todos los miembros de su familia adoren a Jehová, usted puede fomentar la paz si tiene una buena rutina espiritual. En la siguiente escenificación, fíjese en por qué a veces es difícil adorar a Jehová en familia. Hola. Hola, mi amor. ¿Qué haremos en la adoración en familia esta semana? Creo que tengo algunas ideas. ¿Ah, sí? Ajá. Gracias por leerlo. Vamos a hacer la pregunta. Sí, la pregunta. Párrafos 13 y 14: “¿Cómo podemos ser generosos?”. ¿Quién se anima? La nota que acabamos de leer nos ayuda mucho a entender el significado de esa cualidad. Sin saber lo que significa sería difícil entender la relación que tiene con lo que estamos estudiando esta tarde. Javi, ¿puedes leer el siguiente, por favor? Ajá. Gracias. En la Biblia encontramos muchos ejemplos de personas que se sometían a la autoridad. Así que ¿hay ejemplos? Sue. Sí. Eso es. Y, hablando de ejemplos, sabemos que hay muchos. Tenemos los ejemplos del pasado, los del presente, y nosotros también podemos ser ejemplos. Por eso son tan importantes. Vamos a seguir. No hacemos más que leer. Sí, ¡qué aburrimiento! Quiero disfrutar de estudiar en familia, pero los temas de los que estamos hablando no son lo que necesito ahora mismo. Ya. ¿Sabes? No sé si esto es lo que necesitan ahora mismo. Mmm. Seguiremos intentándolo. Esas sesiones de estudio pudieron haber salido mejor. Parece que nadie las disfrutó. Sin duda, Max e Irene tienen que hacer ciertos cambios para no perder la costumbre de adorar a Jehová en familia. Claro que, para mantener una buena costumbre, hace falta determinación. Y ese es el primer paso que hay que dar: hay que tomar la firme decisión de adorar a Jehová como familia. Hubo una familia que mostró esa determinación. Lean conmigo Josué 24:15. De nuevo, Josué 24:15: “Ahora, si no les parece bien servir a Jehová, elijan hoy a quién van a servir: a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río o a los dioses de los amorreos, de quienes es la tierra donde ustedes viven. Pero los de mi casa y yo, nosotros serviremos a Jehová”. Sí, tienen que decidirse a que la adoración a Jehová sea lo más importante para la familia. Claro está, adorar a Jehová en familia es mucho más que estudiar juntos todas las semanas. Vamos a ver cinco maneras en las que los miembros de las familias pueden adorar juntos a Jehová. Uno: orar. Padres, no se imaginan el buen efecto que pueden tener sus oraciones en sus hijos. Cuando los hijos ven que sus padres les abren el corazón a Jehová, se dan cuenta de que Jehová es muy real para ellos. Aún recuerdo las oraciones que hacía mi papá cuando yo era pequeño. De niño, pensaba que sus oraciones eran muy largas. Pero, según fui creciendo, aprendí a escuchar con atención las cosas que decía y me di cuenta de que tenía una muy buena amistad con Jehová. Dos: analizar el texto diario. Es una buena costumbre que les ayuda a empezar su día con algo espiritual. Tres: ir a las reuniones. Y no solamente ir y hacer acto de presencia, sino que todos presten atención y las disfruten. Hagan todo lo posible por estudiar de antemano, así podrán participar en ellas. Cuatro: salir a predicar juntos con frecuencia. Y es que salir a predicar con los miembros de nuestra familia nos une más a ellos. Los vemos defender la verdad, los escuchamos cuando hacen llamadas o vemos las cartas que escribieron. Así, percibimos su fe. A mí me encantaba ir a predicar con mi mamá y ver con cuánta facilidad contestaba preguntas con la Biblia. Y cinco: tener una rutina de adoración en familia que sea interesante y significativa para todos. Veamos lo que eso implica. Primero: tener una rutina. En el video, Max estaba tratando de mantener su rutina semanal de adoración en familia. ¿Tienen ustedes su adoración todas las semanas? Segundo: ¿es aburrida o interesante? En el video, los chicos se aburrían. Estaban todo el tiempo mirando el teléfono o el reloj. Todas las semanas era lo mismo: preguntas y respuestas. Y eran preguntas que se respondían con sí o no. ¡Qué aburrido!, ¿verdad? ¿Dirían los miembros de su familia que sus sesiones de estudio son interesantes? Y, finalmente, ¿son útiles? Max pensaba que estaban estudiando información útil, significativa. Pero eso no era realmente lo que la familia necesitaba. Los temas que estudian ustedes, ¿son útiles y significativos para todos? Ahora bien, con todo esto que hemos dicho, no queremos que se desanimen si se les hace difícil mantener una rutina semanal. Mientras vivamos en este sistema, siempre habrá obstáculos y surgirán imprevistos. Piensen en lo que han logrado. Y, si fallan alguna semana o pierden la costumbre, piensen en qué cambios pueden hacer para mejorar y recuperar esa buena rutina espiritual que llevaban. No dejen de pedirle ayuda a Jehová y no se rindan. En la siguiente escenificación, piense en cómo Max e Irene trabajan en equipo para que todos disfruten de su adoración en familia. La Atalaya del 15 de marzo de 2014, “Su Adoración en Familia: ¿podrían hacerla más entretenida?”: “Adorar a Jehová no debería ser aburrido”. “Atender las necesidades de cada uno”. ¿Qué necesitan nuestros hijos? ¿A qué se estarán enfrentando? Deberíamos incluir esos temas. Quizá deberíamos averiguar qué le preocupa a cada uno, hablar con ellos, escucharlos. Te mandaré un enlace a un artículo muy bueno. Estoy deseando leerlo. Max y yo cambiamos de método. Averiguamos lo que les importa a nuestros hijos, como los amigos, adaptarse a nuestra nueva familia, el amor. Así que hicimos cambios, y en la adoración en familia empezamos a centrarnos en lo que nuestros hijos necesitan y en prepararnos para las pruebas que puedan venir en el futuro. Buenas noches. Que descansen. —Adiós. —Buenas noches. Lo que hicimos hoy estuvo superbién. Muy bien. Qué bien que les gustara. Gracias. Adiós. —Buenas noches. —Que descansen. ¡Hey! ¿Saben qué? ¿Qué pasa? Cuenta. Me ofrecí para Betel. —¿De verdad? —Sí. ¡Qué noticia! Estoy orgullosa de ti. Gracias. Felicidades. Gracias. Vengan, una selfi, todos juntos. Okey, a las tres decimos Betel, ¿de acuerdo? —Okey. —¿Listos? Una, dos, tres. ¡Betel! Hemos superado muchas cosas. Y, durante todo este tiempo, Jehová nos ha enseñado a mostrar amor y nos ha dado paz. Max e Irene lograron identificar cuál era el problema e hicieron los cambios necesarios. Hablemos un poco de lo que hicieron y de lo que podemos aprender. ¿Cómo lograron que su adoración en familia fuera significativa para todos? Los padres tuvieron que preguntarse qué le preocupaba a cada uno de sus hijos y qué temas podrían incluir en su adoración en familia que podrían ser útiles para ellos. ¡Qué gracioso cuando a Max casi se le cae el vaso cuando supo que a su hija le gusta alguien! Pero, ahora que Max e Irene entendían cuáles eran las necesidades de sus hijos, la adoración en familia fue mucho mejor. Y ¿qué hicieron para que disfrutaran más de ella? ¿Notaron los rostros de todos durante las sesiones? ¡Qué gran diferencia! Los chicos sonreían, los temas les interesaban. Les llegaban al corazón, estaba claro. Así que hagan todo lo que puedan para que todos se sientan contentos y relajados. Debería ser una ocasión feliz porque, a fin de cuentas, Jehová es “el Dios feliz”. Muy probablemente, cuando los miembros de su familia recuerden esas sesiones de estudio, pensarán en cómo se sintieron y no en lo que aprendieron. Sigan adorando a Jehová en familia, tengan sesiones interesantes, significativas, y háganlo parte de su rutina. Trabajen juntos para superar los obstáculos. Hagan como Max, Irene y sus hijos, que trabajaron en equipo para resolver los problemas y tener un ambiente de paz. ¡Qué bonito fue ver todo lo que lograron gracias a que pusieron en práctica los principios bíblicos! En resumen: en esta serie de discursos hemos visto que los principios de la Biblia nos indican la ruta que nos lleva a la paz. Esfuércense por mostrarse amor y respeto, tener una buena comunicación, trabajar en equipo y adorar juntos a Jehová. Y, por favor, sean pacientes unos con otros mientras desarrollan hábitos que los ayudan a tener paz. Con la ayuda de Jehová, usted y su familia podrán disfrutar de la paz que solo él puede dar. Gracias, hermanos, por explicarnos cómo poner en práctica los principios bíblicos que mencionaron y por enseñarnos las lecciones que aprendemos de los videos. Todos deseamos que haya paz verdadera en la Tierra. ¿Cómo se conseguirá eso? ¿Y cómo demostramos que apoyamos al Rey que Jehová nombró, Jesucristo? Escuchemos al hermano Mark Noumair, ayudante del Comité de Enseñanza, que contestará estas preguntas en su discurso titulado “Apoyemos con lealtad al ‘Príncipe de Paz’ ”. Imagine la escena: Es de noche. Usted está en el jardín de Getsemaní con sus amigos y su querido Maestro. De repente oye llegar a una multitud. Al frente viene alguien que conoce: Judas Iscariote. Él se acerca a Jesús, lo besa en la mejilla, y luego se aparta mientras unos hombres arrestan a Jesús. A usted le hierve la sangre. ¡Están arrestando a su Maestro y Señor, al Hijo de Dios! Pero ¿cómo es posible? ¿Qué puede hacer? Pero entonces Pedro se le adelanta, saca la espada y le corta la oreja al esclavo del sumo sacerdote. Luego Jesús mira a Pedro y le dice: “Guarda tu espada, porque todos los que usan la espada morirán a espada”. Entonces pasa algo increíble: Jesús le cura la oreja al hombre. Pedro tal vez pensó que era muy bueno y noble luchar a favor del Hijo de Dios. Pero Jesús no lo vio así. Con tan solo tres palabras, “Guarda tu espada”, Jesús les enseñó a sus discípulos una importante lección: no era la lucha de ellos, ni era el momento de luchar. Así que en este discurso vamos a centrarnos en una forma muy sutil en la que cualquiera, como Pedro, puede llegar a envolverse poco a poco en los conflictos de este mundo, sin siquiera darse cuenta. Y también hablaremos sobre cómo no caer en ese grave error. Pero, antes, hablemos de por qué Jesús no le pidió a su Padre que le enviara “12 legiones de ángeles” para que lo ayudaran cuando lo arrestaron. Tiene que ver con un título de Jesús. Por favor, abran sus biblias en Isaías, capítulo 9. Leamos el versículo 6. Isaías, capítulo 9, versículo 6. Sabemos que Jesús tiene muchos títulos, pero en este versículo nos centraremos solo en uno. Ahí dice: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo; y el gobierno estará en sus manos. Se le llamará por nombre Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. ¿Por qué se le llama a Jesús “Príncipe de Paz”? Notemos lo que los ángeles de Dios les dijeron a los pastores el día en que Jesús nació, según Lucas 2, versículo 14. Dijeron: “Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra para las personas que él aprueba”. Tiene sentido que, cuando nació el futuro Príncipe de Paz, los ángeles anunciaran que Dios les daría paz a quienes tuvieran su aprobación. Pero ¿cuándo se cumplirá esa promesa? No fue cuando Jesús estuvo en la Tierra, y está claro que hoy tampoco. En vez de paz, ¿qué vemos? Vemos a las naciones compitiendo con violencia y agresividad para dominar el mundo. Por todas partes hay luchas sangrientas. Pero no hay que desanimarse. Aunque no vemos la paz ahora, es innegable que viene. Lo que dice Isaías 9:6 no es una fantasía. Es una promesa del Todopoderoso, y Jehová no puede mentir. Todas sus profecías se cumplen. De hecho, leamos la última parte del versículo 7 de Isaías 9. La última parte del versículo 7 dice: “El celo de Jehová de los ejércitos lo hará realidad”. ¿Qué significa eso? Significa que Jehová no hace nada de mala gana. Está deseoso de traer la paz, y la traerá, no hay duda. Todo lo que Jehová promete lo cumplirá sin falta. Y ¿cómo se logrará la paz en la Tierra? ¿Nos dio alguna pista el Príncipe de Paz? Claro que sí. De hecho, la clave para la paz eterna está en boca de millones de personas por todo el mundo, la recitan de memoria. Veámosla en Mateo, capítulo 6, versículos 9 y 10. Mateo, capítulo 6, versículo 9. ¡Qué palabras tan hermosas! Así es como se logrará la paz eterna: depende del cumplimiento… del cumplimiento de estos versículos. Versículo 9: “Ustedes deben orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, que tu nombre [el nombre de Jehová] sea santificado’ ”. El nombre de Dios es importante, y no es solo cuestión de conocimiento religioso. Todos deben conocer el nombre de Dios y tratarlo como algo santo y digno de respeto. Debe verse como sagrado. Debe quedar limpio de todas las calumnias que se han lanzado contra él. De hecho, el bienestar de todo el universo y sus habitantes depende de la santificación del nombre de Dios. Veamos ahora el versículo 10: “Que venga tu Reino. Que se haga tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra”. El Reino de Dios: cuatro palabras… pero ¡qué importantes! El Reino de Dios es el gobierno más poderoso que verá la humanidad. Ninguna nación ni imperio puede hacer frente al gran poder del Reino de Dios. Y cualquier nación que piense que puede detener la venida de este Reino es como una hormiga que se planta en las vías del ferrocarril, y entonces alza la mano desafiante y le grita al tren: “¡Detente! No te dejaré pasar”. Pero el gobierno celestial de Dios tiene el poder para destruir a todos los gobiernos violentos, son como hormigas para Jehová. Él acabará con su capacidad para hacer la guerra, fomentar conflictos y derramar sangre. Lo que dice Mateo 6:9, 10 es muy importante para lograr una paz duradera. El Reino de Dios es el único camino para lograr esa paz. Y, en su papel de Rey, Apocalipsis, capítulo 19, versículo 15, dice que Jesús pastoreará a las naciones con vara de hierro. Pronto Jehová le dará la orden a su Hijo para que destruya todas las cosas que quitan la paz. Desaparecerá para siempre el temor con que hemos vivido día tras día. ¿Y qué pasará después? Esto es lo que pasará: Salmo 37:10, 11. Abramos nuestras biblias en Salmo 37:10, 11 y dejemos que esta profecía nos llegue a la mente y el corazón y nos dé una esperanza para el futuro. Salmo 37, versículo 10: “Solo un poco más, y los malvados ya no existirán [solo un poco más]; mirarás adonde estaban, y ya no estarán allí”. Solo un poco más… Es como cuando una familia va de viaje y los niños preguntan: “¿Falta mucho?”, y los padres responden: “Solo un poco más”, y eso los tranquiliza. Lo mismo pasa con nosotros. ¿Se lo imagina? Al salir a la calle, trata de encontrar algún malvado y no… no puede ver ni siquiera uno. “Los malvados ya no existirán”. “Pero los mansos heredarán la tierra”. Eso es lo que dice el versículo 11. Vamos a leerlo: “Pero los mansos heredarán la tierra y disfrutarán plenamente de abundante paz”. ¡Qué maravilla! Todos vivirán en paz: en paz consigo mismos, con el prójimo, con Dios. ¿Qué le parece eso? Piense en ello. ¿Se imagina usted allí? En un nuevo mundo en paz donde las únicas noticias que recibiremos serán quién resucitará ese día o a quién tendrá uno que enseñarle acerca de Jehová. ¿Se imagina el placer de enseñarle a otra persona no solo de otra cultura, sino de otra época, mirando a través de sus ojos, a medida que llega a amar a Jehová tanto como usted? Pronto el Príncipe de Paz hará que este mundo sea una delicia: sin fronteras, sin preocupaciones, sin peligro, solo paz abundante entre todos los hermanos. ¿Le gustaría estar allí? ¡A mí también! ¿Cómo podemos apoyar lealmente al Príncipe de Paz? Notemos, en el siguiente video, de qué maneras podemos hacerlo hoy en día. “Yo no soy parte del mundo”. Pero ¿es el mundo parte de mí? Cada día me siento presionada a tomar parte en asuntos políticos que afectan a la sociedad, al medio ambiente y a la economía. Esa presión podría quitarme la paz e influir en mi forma de pensar. Podría dejar de ser neutral incluso sin darme cuenta. Pero yo sé que Jehová solucionará todos los problemas de la humanidad. Y lo hará por medio de su Reino, gobernado por su Hijo, Jesucristo. Demuestro que le apoyo con mis oraciones, con mis pensamientos y mis sentimientos, y enseñándoles a otros lo que el Reino hará por la humanidad. Sé que hay millones de hermanos por todo el mundo que apoyan al “Príncipe de Paz”, igual que yo, porque yo… yo… yo no soy parte del mundo. ¿Qué altera la paz en el país donde usted vive? ¿O en su comunidad, en su ciudad o en su entorno? Seguramente las cuestiones sociales más controversiales. ¿Vio cómo los dos hermanos y la hermana apoyaron lealmente al Príncipe de Paz? ¿Qué cuestiones los afectaban? Las subidas de impuestos, la injusticia descarada, el daño al medio ambiente… Todos estos asuntos parecen causas nobles en las que implicarse. “¡No pueden salirse con la suya! ¡No es justo! ¡Habría que hacer algo!”. ¿Le suena familiar? Seguro que no tenemos una espada como Pedro, pero a veces todos nos podemos sentir como él. Y, si nos descuidamos, las cuestiones que nos tocan de cerca pueden afectarnos y hacernos perder el equilibrio espiritual. ¿Qué puede ayudarnos cuando vemos cosas que no están bien? Recordemos lo que el Príncipe de Paz le dijo a Pedro en aquel momento tan intenso. Le dijo: “Guarda tu espada”. En otras palabras: “Esta no es tu lucha”. Entonces, ¿qué haremos? Algo mucho mejor que luchar: predicar. Cada vez que llevamos el mensaje del Reino, proclamamos nuestro apoyo al gobierno de Jesús. Pero no olvidemos que, si de verdad creemos en las buenas noticias del Reino, no haremos nada que nos impida anunciarlas con buena conciencia. Me gustaría subrayarlo: si de verdad creemos en las buenas noticias del Reino, no haremos nada que nos impida anunciarlas con buena conciencia. ¿Por qué? Veamos. Leamos las propias palabras de Pedro en 1 Pedro, capítulo 2, versículo 12. 1 Pedro, capítulo 2, versículo 12. Pedro nos ayuda a entender por qué debemos cuidar nuestra conducta. 1 Pedro 2:12: “Mantengan una conducta ejemplar entre las naciones para que, cuando los acusen de actuar mal, ellos sean testigos oculares de sus buenas obras y, como resultado, le den gloria a Dios el día que haga su inspección”. Pedro tuvo que aprender esto. ¿Vemos la relación? Nuestros actos y palabras influyen en lo que otros piensan de Dios. Cuando la gente nos ve, está viendo a un pueblo que adora a Jehová. Y, cuando la gente nos oye, está oyendo a un pueblo que adora a Jehová. ¿Cómo podríamos anunciar las buenas noticias del Reino de Dios con buena conciencia si empezáramos a tomar partido en cuestiones políticas? Puede pasar fácilmente. Puede pasarnos en el trabajo, en la escuela, con familiares, etc. Satanás pone sus trampas muy bien, solo tiene que esperar. Si tan solo logra que salgamos “espada en mano” a luchar contra todo lo que nos molesta o nos indigna o si solo logra que nuestro corazón “muerda la carnada” y que se alteren nuestras emociones, luego solo tiene que “recoger el anzuelo”. El nuevo mundo, nuestra esperanza de paz… todo pasaría a un segundo plano. No le demos esa oportunidad. Estemos resueltos a hacer lo que dice Tito 3, versículos 1 y 2. Leámoslo. Tito, capítulo 3, versículos 1 y 2. Aquí vemos este consejo bíblico: “Sigue recordándoles que se sometan y sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades, que estén dispuestos a hacer […] buenas obras, que no hablen mal de nadie, que no sean conflictivos, que sean razonables y que siempre sean apacibles con todos los hombres”. Sométanse y sean obedientes a los gobiernos y las autoridades. Miremos esto en detalle. En el día a día, ¿qué implica? Implica obedecer las leyes y pagar impuestos, nunca hablar mal de las autoridades superiores y resistirse a tomar partido en cuestiones políticas, ni siquiera en el corazón. ¿Recuerdan esa frase del video? “Yo no soy parte del mundo, pero ¿es el mundo parte de mí?”. Claro, cuando se trata de elegir entre la ley del César o la de Dios, ya sabemos qué hacer. Seguimos Hechos 5:29 y obedecemos a Dios como gobernante más bien que a los hombres, no hay duda. Al igual que Jesús le curó la oreja a Malco, un enemigo armado, queremos reaccionar de forma apacible cuando nos irriten la injusticia o la crueldad de este mundo. En conclusión, tenemos el grandísimo privilegio de honrar al Príncipe de Paz. Y cuánto nos tranquiliza saber que Jesús comprende nuestras emociones. Entiende cómo nos sentimos cuando vemos que se hacen cosas malas. Él sabe el dolor que nos produce, que deseamos arreglar las cosas. Pero recordemos la importante lección que les enseñó a sus apóstoles en Getsemaní: “Esta no es su lucha”. En realidad, Jehová, el Rey de la eternidad, y Jesús, el Príncipe de Paz, nos dicen: “Esta es nuestra lucha. Déjenla en nuestras manos”. Pronto la profecía de Isaías 9, versículos 6 y 7, se cumplirá por completo. Mientras tanto, sigamos predicando el Reino. No digamos ni hagamos nada que dé a entender que tomamos partido en cuestiones políticas. No salgamos “espada en mano” a luchar contra las injusticias y las causas de conflictos de este viejo mundo. Pedro lo intentó, pero no funcionó. Aquel día aprendió en el jardín una lección que nunca olvidaría. Que nunca la olvidemos nosotros. Ahora es el momento de apoyar de forma activa y leal al Príncipe de Paz siguiendo las palabras del apóstol en 2 Pedro 3:14. Hagan todo lo posible para que al final Jehová y el Príncipe de Paz los encuentren sin mancha, sin defectos y en paz. Gracias, hermano Noumair, por fortalecer nuestra determinación de apoyar incondicionalmente al Rey nombrado por Dios, Jesucristo. Ahora escucharemos el último discurso de la sesión. Jesús prometió que les daría paz a sus seguidores. ¿Por qué es la paz que Jesús nos da muy superior a cualquier otra paz que nos prometa este mundo? Y ¿cómo podemos proteger la paz que Jesús nos ha regalado? Prestemos mucha atención al hermano Anthony Morris, miembro del Cuerpo Gobernante, que presentará el discurso “No se deje engañar por la paz de imitación”. Jesús nos enseñó que Satanás es “el padre de la mentira”. Sabemos que engañó a Eva, una mujer perfecta. Le mintió sobre nuestro amado Dios. Y bueno, muchos de ustedes saben lo que dice Apocalipsis 12. Les invito a buscarlo. Apocalipsis, capítulo 12. Y aquí, en los versículos 7 y 8, se menciona que “estalló una guerra en el cielo”. Fíjense en lo que ocurre cuando se echa al Diablo del cielo. Versículo 9: “Así que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, al que llaman Diablo y Satanás, que está engañando a toda la tierra habitada. Él fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. Y ¿saben? Lo leí así con una intención, porque el versículo 9 no dice hacia la mitad: “Satanás está intentando engañar a toda la tierra habitada”. No, “está engañando a toda la tierra habitada”. Es importante entender esto, por lo que dice el título de este discurso: no queremos dejarnos engañar por la paz de imitación, que viene del “gobernante de este mundo”. Él está aquí para engañarnos. Ahora vamos a buscar 2 Corintios, capítulo 11. Ahí se explica el método que usa el Diablo para engañarnos. Está bien conocerlo, porque nos sirve de advertencia. Además, hay un punto interesante en la revisión de la Traducción del Nuevo Mundo. Los que estaban en la verdad antes de que se revisara esta traducción seguro que recuerdan lo que decía. 2 Corintios 11:14: “Y no me sorprende, porque el propio Satanás se disfraza de ángel de luz”. Sin embargo, la Traducción del Nuevo Mundo, antes de que se hiciera la revisión, decía que se transforma en ángel de luz. Ahora bien, la idea de transformarse nos recuerda al proceso mediante el cual una oruga se convierte en una mariposa, la metamorfosis, que viene de una palabra griega. Pero esa palabra no estaba en el versículo 14. No, porque Satanás no puede transformarse en un “ángel de luz”, pero lo que sí hace es disfrazarse. Por eso esta traducción es mejor. Se hace pasar por quien no es. Y eso mismo es lo que hace con la paz. Su mundo dice que puede ofrecernos paz, pero en realidad es una paz de imitación. Sin embargo, la paz que ofrece Jesús es una paz auténtica. Busquen, por favor, Juan, capítulo 14. Aquí Jesús habla de la paz que él da. ¡Cuánto nos ayudan estos relatos! Versículo 27: “La paz les dejo; mi paz les doy. No se la doy como el mundo la da. Que no se les angustie ni acobarde el corazón”. Así que Jesús nos da su paz. Y esta paz que él nos da es la sensación de calma que sentimos cuando conocemos la verdad y al saber que tanto él como su Padre nos aman y están contentos con nosotros. Esto nos permite estar en paz con ellos y tener una buena conciencia. Y nos da la esperanza de ver cómo el Reino acabará con las guerras y la muerte. Ahora un punto importante: Satanás quiere que cambiemos la paz que Jesús nos da por la paz de imitación que su mundo promueve. En este discurso analizaremos tres tipos de paz de imitación y veremos por qué la paz que Jesús nos da es superior. El primer tipo tiene que ver con las cosas materiales. No nos darán auténtica paz. Y, para entender esto bien, busquemos Mateo, capítulo 4. Citaremos de este capítulo varias veces a lo largo del discurso. Nos ayudará a reconocer la paz de imitación. En este caso, la que ofrecen las cosas materiales. Jesús se negó a cambiar su paz por estas cosas. Mateo 4:1: “Entonces el espíritu dirigió a Jesús al desierto para que fuera tentado por el Diablo. Después de haber ayunado 40 días y 40 noches, Jesús tenía hambre. Y el Tentador se le acercó y le dijo: ‘Si eres hijo de Dios, diles a estas piedras que se conviertan en panes’. Pero él le respondió: ‘Está escrito: “No solo de pan debe vivir el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Jehová” ’ ”. ¿Verdad que es una buena respuesta? Jesús se negó a cambiar su paz por las cosas materiales —en este caso pan— aunque tenía hambre. Servir a Jehová era más importante para él que las cosas materiales. Y ya saben que la gente en este mundo piensa: “Bueno, tengo que ahorrar mucho dinero para la jubilación”. Están constantemente centrados en las cosas materiales, al contrario que Jesús. Él consideraba superior la paz de Jehová. Así que las cosas materiales que la gente persigue a lo largo de su vida solo dan una felicidad temporal. Pero nosotros somos felices de verdad porque es Jehová quien nos cuida. Y conocemos muchas historias que demuestran que esto es cierto. En el siguiente video, veremos lo que aprendió un hermano sobre la paz que ofrece el mundo en el que vivimos. Mi familia estaba muy bien en sentido espiritual. Teníamos nuestra adoración en familia, salíamos a predicar e íbamos juntos a las reuniones. En cierto momento empezamos a tener problemas económicos. Hubo días en los que no nos alcanzaba el dinero para comprar la comida. Mucha gente de nuestra zona se iba a Sudáfrica a trabajar para poder mantener a sus familias. Yo también decidí irme, y mi esposa se quedó cuidando a nuestros siete hijos. Esta decisión me afectó espiritualmente. Como no sabía el idioma, no podía predicar ni tampoco entendía lo que se decía en las reuniones, y no podía cumplir con mi responsabilidad de ayudar a mi familia espiritualmente estando tan lejos. Así que la fe de mi familia se debilitó. Los extrañaba mucho, y ellos a mí. Me di cuenta de que había cometido un error al irme a otro país. Me empezó a molestar la conciencia, me sentía muy mal por haberme ido. Y entonces me acordé del ejemplo de Baruc, que está en Jeremías 45:5. Baruc quería tener más cosas materiales, igual que yo, pero recibió ayuda y cambió de actitud. Así que puse a Jehová primero y dejé de centrarme en las cosas materiales. Empecé a hacer planes para volver a casa y ayudar a mi familia en sentido espiritual. Ya llevaba seis meses sin ver a mi familia, así que cuando llegué a la frontera de Malaui empecé a sentirme superfeliz, y ahora sigo sintiéndome igual de feliz. Estudiar la Biblia me ha ayudado muchísimo. Seguimos teniendo problemas económicos, pero sé que en el mundo de Satanás no hay un lugar en el que no haya problemas. Ahora soy anciano de la congregación, y mi familia está mucho más cerca de Jehová. Mi amistad con Jehová está más fuerte que nunca, por eso me siento muy feliz. Pues, el hermano aprendió la lección. Se fue a Sudáfrica, no iba a las reuniones, no salía a predicar. Pero un día se acordó de Baruc, el secretario de Jeremías, y decidió volver con su familia y poner en primer lugar el Reino. Agradecemos mucho su sinceridad. Está claro que las cosas materiales solo ofrecen paz de imitación. La siguiente idea es muy interesante. Así que presten mucha atención, porque puede que alguno necesite este consejo. El mundo de Satanás dice que a veces hay que ignorar, pasar por alto, las normas de la Biblia si quieres tener paz mental. En este discurso vamos a analizar dos ejemplos. Quizá hay quien piense que, si se casa con alguien que no es Testigo o se divorcia sin tener base bíblica, su vida será más fácil. Y empiezan a pensar: “Bueno, es que yo lo que quiero es casarme. Es verdad, no es Testigo, pero es una buena persona”. Es el corazón el que los está traicionando. Y de nuevo tenemos el ejemplo de nuestro Maestro, Jesús. Leeremos ahora Mateo 4:5-7: “Entonces el Diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: ‘Si eres hijo de Dios, arrójate abajo, porque está escrito: “Les dará a sus ángeles órdenes acerca de ti”, y “Te llevarán en sus manos para que no te golpees el pie con ninguna piedra” ’. Jesús le contestó: ‘Pero también está escrito: “No pongas a prueba a Jehová tu Dios” ’ ”. Ya ven, Jesús lo dejó muy claro. Él iba a obedecer a su Padre y ni se le pasaba por la cabeza la idea de poner a prueba a Dios con lo que el Diablo le proponía. ¿Lo ven? Obediencia. En dos ocasiones, y vamos a ver una tercera, Jesús dice: “Está escrito”. Se apega a las Escrituras, a la forma de pensar de Jehová, y se niega a desobedecerlo. Ahora les hago una pregunta: ¿Por qué es mejor la paz que Jesús nos da que intentar solucionar los problemas pasando por alto lo que dice la Biblia? Lo repito: ¿Por qué es la paz que Jesús nos da mejor que intentar solucionar los problemas pasando por alto la Biblia? Por ejemplo, casarse con quien no es Testigo. Quien hace eso, y de vez en cuando pasa, quizá llegue a tener un sufrimiento mayor que la soledad que sentía cuando estaba soltero. Esto es algo que yo he visto demasiadas veces en algunas de las congregaciones en las que he estado sirviendo. Hablemos del segundo ejemplo: el divorcio sin base bíblica. A menudo lleva a una conducta inmoral. Sin duda, a tener una mala conciencia. Provoca daños emocionales y se pierden los privilegios de servicio. Es muy importante tener esto presente. Bueno, es cierto que cuando dos personas imperfectas se casan van a tener problemas y van a enfrentarse a desafíos. Pero deben pararse y meditar en esto: cuando tengan problemas, no olviden que el matrimonio es una institución sagrada. El mundo lo ha olvidado por completo. Ahora bien, Jehová va a ayudarlos a ustedes a tener éxito. Recuerden que Jehová les dará fuerzas y los ayudará para que les vaya bien porque para él el matrimonio es sagrado. El Diablo no ha dejado de atacar a las familias a lo largo de estos últimos días, y cada vez sus ataques son más fuertes porque sabe que dentro de poco se le arrojará al abismo. En el siguiente video, fíjense en los resultados que produce perseguir la paz de imitación. Poco después de casarnos ya empezamos a tener muchísimos problemas. Antes de casarte piensas que todo va a ser maravilloso. Pero la realidad es muy diferente. Discutíamos todo el tiempo, y a veces ni nos hablábamos. No les pedimos ayuda a los ancianos. No queríamos molestarlos. Pensamos que podíamos solucionarlo nosotros solos. Decidimos vender la casa y separarnos. Separarnos no fue una buena idea, porque algunas cosas incluso empeoraron. La separación afectó mucho a nuestros hijos. Se hicieron rebeldes. Una vez hasta tuvieron problemas con la policía. Sentía mucha soledad porque antes tenía a mi esposo, y ahora no tenía a nadie a mi lado. Pero las tareas eran las mismas: tenía que limpiar, cocinar, lavar la ropa y trabajar. Me sentía muy mal. Me costaba mucho levantarme por las mañanas y enfrentarme a la vida. Y ahí fue cuando me di cuenta de que necesitaba hablar con los ancianos y pedirles ayuda. Le oraba a Jehová para que me guiara. Pero me preguntaba por qué no contestaba mis oraciones. Claro, ahora me doy cuenta de que era porque estábamos separados. La verdad es que al separarme no fui lo feliz que creí que iba a ser. Reflexioné en los votos del matrimonio. Y empecé a pensar en una hermana de la congregación. Cuando ella conoció la verdad, su esposo se opuso. Y él era muy muy violento. Le pegaba, le quemaba los libros, le quemaba la ropa. No le dejaba llevar a los niños a las reuniones. Mi situación con Darrel era muy diferente, y me dije: “Bueno, Darrel es una buena persona, él nunca me hizo nada así”. Y pensé: “Tenemos que solucionar esto. Tenemos que esforzarnos de verdad, esforzarnos por seguir los consejos de la Biblia y por poner a Jehová en primer lugar en nuestra vida, lograr que Jehová estuviera de nuevo contento con nuestro matrimonio”. Entendí que no se trataba de lo que yo quería, sino de lo que Jehová quería. Era la única manera, Jehová no nos iba a bendecir si no volvíamos a estar juntos. Y eso fue lo que hicimos, pero todavía teníamos mucho trabajo por delante. En este mundo, ningún matrimonio es perfecto, pero seguro que te irá mejor si pones a Jehová en primer lugar. Empezamos a disfrutar de estar juntos de nuevo, me sentía más cerca de Debbie. Ya llevamos casados 48 años. La separación no soluciona nada en absoluto. Con que solo haya un poquito de amor en un matrimonio, si los dos se esfuerzan, pueden hacer que ese amor crezca, y Jehová los bendecirá. No hemos dejado de recibir bendiciones. Nuestros hijos aman muchísimo a Jehová. “Prueben y vean que Jehová es bueno”. Eso es lo que tenemos que hacer. ¡Cuánto agradecemos que esta pareja haya decidido compartir con todos nosotros su experiencia! Él recapacitó, ya lo vieron. Estaban siempre discutiendo. No hacían otra cosa que discutir, discutir y discutir. Y claro, eso afectó a sus hijos. Así que decidieron separarse para estar en paz. “No quiero verla” o “No quiero tenerlo cerca”. Al final, el hermano se dio cuenta de que su amistad con Jehová se había dañado y decidió hablar con los ancianos. Vio que Jehová no escuchaba sus oraciones, fue muy honrado. Y nuestra querida hermana también fue muy sincera en la entrevista. Ella dijo que no se trata de lo que quiera uno, sino de lo que quiera Jehová. Cuando al final te das cuenta de eso, Jehová te ayuda para que logres tener paz en tu matrimonio. Siguiente punto. Leeremos dos versículos de los que nunca me canso de hablar. Me gusta leerlos, repasarlos y escuchar a otros hermanos hablar de ellos en los discursos. Predicen lo que sucederá dentro de poco. Busquen 1 Tesalonicenses, capítulo 5. Muchos estarán pensando: “Ah, sí, ya sé lo que va a leer”. Se trata de una profecía que aún no se ha cumplido. Es muy emocionante saber que dentro de muy poco ocurrirá todo esto. 1 Tesalonicenses 5:2, 3: “Porque ustedes saben muy bien que el día de Jehová vendrá exactamente como un ladrón en la noche. Cuando ellos estén diciendo ‘¡Paz y seguridad!’, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores de parto de una mujer embarazada, y de ninguna manera escaparán”. Cuando aquí dice “el día de Jehová”, se está refiriendo a la gran tribulación, que comienza con la destrucción de Babilonia la Grande y termina con el Armagedón. Eso es “el día de Jehová” en este contexto. Y lo que sucede antes de esto es la proclamación de paz y seguridad. ¿Participarán en ella los líderes religiosos? Son parte del sistema de Satanás, así que es probable. Tenemos que esperar para saberlo. ¿Será un anuncio o serán varios? No lo sabemos. Pero esto va a pasar. Y los que estén cerca de Jehová y tengan la paz que él y su Hijo dan no se dejarán engañar por esta proclamación de paz, una paz falsa, de imitación. Y si volvemos a Mateo, capítulo 4, veremos otra situación en la que Jesús se negó a cambiar su paz por la paz de imitación que le ofrecía el Diablo. Versículos 8 a 11. Aquí dice: “Luego el Diablo lo llevó a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Y le dijo: ‘Te daré todas estas cosas si te arrodillas y realizas ante mí un solo acto de adoración’. Jesús entonces le contestó [sin rodeos]: ‘¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él” ’. Entonces el Diablo lo dejó, y en eso vinieron unos ángeles y se pusieron a atender a Jesús”. Ya lo ven, por tercera vez: “Está escrito”. Jesús no quería saber nada de esa oferta de tener todos los reinos. Aquello era paz de imitación, toda esa gloria y poder. Y algo que siempre me ha parecido increíble es que alguien que conocía a Jesús desde antes de que viniera a la Tierra tuviera el atrevimiento de pedirle que se inclinara para adorarlo. Está claro, Satanás actúa como un loco. Jesús respondió de la misma manera cuando la gente trató de hacerlo rey aquí en la Tierra. No quería saber nada de eso. Ellos pensaban que él les traería la paz. Pero Jesús sabía que no puede haber paz si no es a la manera de Jehová. La paz que traerá el Reino de Dios es muy superior a la paz de imitación que puedan conseguir los humanos. Veamos por qué. Piensen en esto: Jesús acabará con el Diablo, Jesús acabará con los gobiernos humanos, Jesús acabará con el pecado. Así que no volverá a haber nada que pueda amenazar la paz. Yo agradezco mucho que vaya a acabar con todos los problemas. Y nos referimos a todas las cosas que causan dolor, no solo dolor físico, sino también dolor emocional. Es maravilloso pensar en el tiempo en el que podamos disfrutar de la paz que solo Jehová y Jesús pueden darnos. Y ahora, en el siguiente video, fíjense en por qué una hermana dejó de creer en las promesas de paz de este mundo. Mi padre siempre me enseñó que necesitamos a Dios para que haya paz. Y él siempre se preguntaba: “¿Puede un cristiano ir a la guerra?”. ¿No está eso en contra de lo que Jesús enseñó? Pero el pastor nunca pudo contestarnos esa pregunta. Así que pensé: “Voy a buscar la respuesta en la política”. En aquel tiempo se estaban formando movimientos por la paz, y me uní a uno de ellos. Decidíamos dónde haríamos las protestas, qué panfletos repartiríamos… Pero cuando acababa la protesta todo el mundo estaba muy emocionado, la gente se ponía a aplaudir y a aclamar a los líderes del movimiento. Pensé: “Esto no es lo que yo quiero. Yo no quiero dar gloria a los hombres. Yo quiero que haya paz en el mundo, y eso todavía no lo hemos conseguido”. Empecé a sentirme muy sola y muy insegura en este mundo. Y me preguntaba: “Si la paz no es posible, ¿qué sentido tiene la vida?”. Fui a visitar a unos amigos para tomar un café, y allí vi a un hombre que no conocía. Mis amigos me dijeron que quería hablar con nosotros de la Biblia. Así que le pregunté: “Perdone, ¿usted qué piensa? ¿Pueden los cristianos unirse al ejército?”. Y el hombre dijo: “No, eso no puede ser, porque la Biblia dice que hay que amar a los enemigos”. Eso me recordó a lo que mi padre siempre decía, que necesitamos a Dios para que haya paz. Entonces llamó a mi puerta un día una mujer muy amable, que llevaba un libro naranja en la mano. El libro decía: “Verdadera paz y seguridad”. Y después de leerlo pensé: “¡Aquí está! ¡Esta es! Esta es la organización que quiere paz de verdad”. Así que fui a hablar con mis compañeros del movimiento por la paz, y les dije que Dios iba a convertir la Tierra en un lugar maravilloso, donde habría verdadera paz. Todos se quedaron mirándome y pensaron que me había vuelto loca. Estaba tan feliz con mi nueva vida… Me sentía parte de una familia en la que las personas de verdad se cuidan unas a otras y están en paz. El texto de Isaías 14:7 me caló muy hondo, porque ahí Dios promete que la Tierra será un lugar pacífico y tranquilo. ¡Qué gran lección aprendió! Ella apoyaba la política y las protestas para lograr la paz mundial. Aunque sus intenciones eran buenas, se dio cuenta de que aquella paz era falsa. La verdadera paz y seguridad viene de Jehová. Bueno, pues después de haber explicado estos tres tipos diferentes de paz de imitación, quiero usar unos minutos para animarlos a que protejan la paz que Jesús les ha dado. En Juan, capítulo 14 —sé que se lo saben, pero quiero destacar algo en particular—, en el versículo 6: “Jesús le contestó: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí’ ”. Qué bonito, ¿verdad? Quiero centrarme en la idea de que Jesús es “la verdad”. Podemos confiar en todas sus promesas, porque él es “la verdad”. Él nos dará paz, bueno, ya lo hace, y en el futuro nos dará aún más paz. Nuestro Señor Jesús es “la verdad”. También les dio paz a los primeros cristianos. Las cosas por las que tuvieron que pasar fueron increíbles. Conocemos las experiencias de Pablo, de Pedro y de otros. Fueron perseguidos, pero aguantaron y no perdieron la alegría. ¡Impresionante! Y, si lo lograron, fue gracias a la paz que les dio Jesús. No lo olviden: Jesús también les dará a ustedes la paz que necesiten ahora para obedecer a Jehová y hacerle feliz. Hermanos, por favor, protejan la paz que Jesús les da, es un regalo que les hace. Satanás y su mundo nos prometen una paz que es de imitación. ¡No se dejen engañar! No, más bien, “que la paz del Cristo reine en sus corazones”. Y “demuestren su agradecimiento”. Mediante su hijo, Jehová nos bendecirá con paz para siempre. Gracias, hermano Morris, por ayudarnos a confiar más en la promesa de Jesús de darnos paz ahora y durante los momentos que pronto vamos a vivir. La segunda sesión de esta asamblea nos ayudó a ver que Jehová nos está bendiciendo con paz. ¿Qué nos espera en la siguiente sesión? El tema del día se basa en 2 Pedro 3:14: “Mantengámonos ‘sin mancha, sin defectos y en paz’ ”. El programa empezará con una serie de discursos que nos ayudará a aprovechar cada oportunidad de llevar “las buenas noticias de la paz”. Jóvenes, también habrá un discurso especial solo para ustedes. Lo dará un hermano del Cuerpo Gobernante. Además, conoceremos las historias de algunos hermanos que tienen paz a pesar de las enfermedades, los problemas económicos, los desastres naturales y otras dificultades. Y, por supuesto, escucharemos el discurso de bautismo. Después, aquellos que hayan sido aprobados para ello podrán bautizarse. ¡Un programa muy completo! Para concluir la sesión, cantaremos la canción 112, titulada Jehová, el Dios de la paz. Canción 112. Después de la canción, pueden hacer una oración de conclusión.
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Viernes tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Les damos una calurosa bienvenida. La sesión de hoy comenzará con un video musical que muestra las bendiciones que Jehová nos tiene preparadas para el futuro. Nos animará a compartir la verdad con otras personas. Espero que les guste. Durante esta sesión y la siguiente, escucharemos los discursos y veremos los videos que corresponden al sábado en su programa impreso. El tema del día para estas dos sesiones está basado en 2 Pedro 3:14, donde se nos anima a mantenernos “sin mancha, sin defectos y en paz”. Aprenderemos lo que podemos hacer cada uno de nosotros para buscar “la paz con todos”. Pero, antes, cantaremos la canción 58, Voy a buscar a los amigos de la paz. Canción 58. A los siervos de Jehová nos enorgullece hablar del Dios de la paz y anunciar su Reino. ¿Cómo podemos mejorar nuestra predicación y ayudar a quien lo desee a progresar? En la primera serie de discursos de la sesión, se contestarán estas preguntas. El hermano Kenneth Flodin, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el primer discurso de la serie. “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: No pierda el entusiasmo”. Esta serie de discursos es sobre predicar “las buenas noticias de la paz”. ¿No es un honor ayudar a la gente a tener una relación pacífica con Jehová? Hablando sobre esta obra, en Efesios 6:15 Pablo dice algo interesante sobre nuestros pies. Él nos compara con soldados. Como bien sabía Pablo, los soldados romanos marchaban cientos de kilómetros por las calzadas que cruzaban el Imperio. Así que, en Efesios 6:15, dijo lo siguiente: “Teniendo los pies calzados y [¡listos!] listos para anunciar las buenas noticias de la paz”. Así es, todos tenemos que estar listos para predicar en cualquier momento. En esta serie veremos cinco cosas que nos ayudarán a estar listos para predicar y enseñar. Primero, hablaremos de cómo conservar el entusiasmo. A modo de comparación, digamos que el entusiasmo es como el fuego. Cuando alguien tiene mucho entusiasmo, a veces decimos que tiene un fuego por dentro. ¿Y cómo se manifiesta ese entusiasmo? Vean conmigo Romanos 1:14, 15. No nos vamos a encontrar aquí con la palabra entusiasmo, pero veremos que describe a quien lo siente, a quien tiene un fuego por dentro, al rojo vivo, que quema. ¿Ya lo tienen? Romanos 1:14, 15: “Tengo una deuda con griegos y con extranjeros, con sabios y con insensatos. Así que estoy deseando [¿Lo vieron? ¡Con entusiasmo, con fervor!] anunciarles las buenas noticias”. Como Pablo, quienes sienten entusiasmo por la predicación están al rojo vivo, quieren con todo el corazón que la gente conozca a Jehová. ¿Pero podría algo ir apagando ese fuego? ¿O existe la posibilidad de que se extinga por completo, de que perdamos el deseo de ayudar a la gente que, aun sin darse cuenta, anhela la paz? Sí. Es muy difícil mantener ese fuego en el corazón cuando nos enfrentamos a problemas como un territorio apático, la crítica, la persecución o la oposición de familiares, o las dificultades de la vida diaria. Esos problemas también se pueden comparar a un fuego, pero a un fuego que destruye, como los grandes incendios que ha habido últimamente en la parte oeste de Estados Unidos. Sí, tales problemas pueden ahogar nuestro entusiasmo por la predicación. Y ¿qué podemos hacer? Hay una expresión que suelen utilizar a menudo los bomberos. Y es esta: “El fuego se combate con fuego”. Para detener un incendio que se ha salido de control, a veces se enciende un fuego que se pueda controlar. Ese fuego controlado consume todo el material combustible que hay. Y, cuando llega allí el fuego descontrolado, no tiene nada que consumir, así que se apaga. El fuego se combate con fuego. Y el fuego del entusiasmo apaga el fuego de los problemas. Acompáñenme a 1 Timoteo 4:16. Si nos falta entusiasmo, si el entusiasmo se nos apaga, podríamos perder oportunidades de ayudar a otros a salvarse, a vivir en paz con Dios. Vean lo que dice 1 Timoteo 4:16: “Presta constante atención a tu conducta y a tu enseñanza. [Tenemos que prestar atención a cómo enseñamos, tenemos que enseñar con entusiasmo. Y dice:] No dejes de hacer estas cosas, pues así te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan”. Sí, hay que esforzarse por mantener el entusiasmo en la predicación. En el siguiente video, veremos a una pareja que se da cuenta de que la predicación ya no los entusiasma tanto. No es que el fuego se les haya apagado por completo, pero tienen que encontrar la manera de avivarlo para así estar listos para predicar. No sé en qué momento nuestro día de predicación se convirtió en algo tan rutinario. Ya no teníamos el mismo entusiasmo que antes. Y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo al respecto. Es cierto que hay personas que no quieren escuchar, pero no queríamos que fuera por culpa nuestra. No nos hizo falta investigar demasiado para encontrar buenas ideas, que nos ayudaron a ponernos algunas metas, como predicar con hermanos que nos animaran. Con Ryota y Ami siempre hablamos de lo que podemos hacer para llegar al corazón de la gente. Nos centramos en cosas sencillas: ser amables, escuchar, dejar que la conversación fluya de manera natural, tratar de leer un versículo animador… Y no nos rendimos. Nuestro entusiasmo puede hacer que personas sinceras se acerquen a la verdad. Según el video, ¿qué problemas, comparables a incendios, ahogaban el entusiasmo por la predicación de esta pareja? Pues de los cuatro que vimos antes, es posible que esta pareja haya perdido el entusiasmo porque, al parecer, predicaban en un territorio apático. Y, por la cara de cansado que tenía el esposo al principio, seguro que también tenían que combatir las dificultades de la vida. ¿Cómo se dieron cuenta de que tenían un problema, de que tenían que combatir fuego con fuego? ¿Recuerdan cuando se sentaron a conversar? El esposo pensaba que es verdad que hay personas que no quieren escuchar, pero dijo que no querían que fuera por culpa de ellos, es decir, por su forma de predicar. Así que decidieron combatir fuego con fuego. Encendieron un fuego controlado, su entusiasmo, para combatir los problemas que los estaban desanimando. ¿Qué cosas hicieron para lograrlo? Lo primero fue orar a Jehová. ¿Habrá incluido el hermano en su oración las palabras de Romanos 12:11? Sí. Bien pudiera haberle pedido a Jehová que su espíritu los llenara a ambos de fervor. ¿Recuerdan cuando dijo: “No sé en qué momento nuestro día de predicación se convirtió en algo tan rutinario”? Pidámosle a Jehová que nos “llene de fervor” para predicar con entusiasmo. Que la falta de interés de la gente del territorio no sea un reflejo de nuestra falta de entusiasmo. ¿Qué más notaron que hizo la pareja para avivar su entusiasmo? Consultaron las publicaciones para ver qué sugerencias útiles encontraban. Si estudiamos la Biblia con regularidad, tendremos presente por qué nos esforzamos en la obra de hacer discípulos. Pensemos en todo lo que aprendemos de la actitud de Jesús, del valor con el que predicaron los apóstoles a pesar de la persecución, del ejemplo de Pablo, de Áquila y Priscila, de Esteban y de otros siervos del pasado. Todos ellos pueden contagiarnos su entusiasmo. También, dele variedad a su ministerio. ¿Cómo puede hacerlo? Si ve que a la hora que suele salir a predicar nadie contesta el teléfono —que viene a ser lo mismo que salir a predicar de casa en casa y que nadie salga—, pues intente predicar a otra hora del día, cuando es más probable que haya alguien en casa. ¿O por qué no prueba otras formas de predicar? Y, curiosamente, la pandemia nos obligó a muchos que solo nos gustaba ir de puerta en puerta —y nada más— a variar, a predicar por teléfono, a escribir cartas… Haber aprendido a utilizar todos estos distintos métodos nos da más oportunidades de predicar y nos mantiene alegres. ¿Y notaron cuál fue el objetivo que se puso la pareja del video? Decidieron salir a predicar de vez en cuando con hermanos que los mantuvieran animados. Y, sea que estuvieran llamando a las personas por teléfono o predicando de casa en casa, siempre hablaban de lo que podían hacer para predicar mejor. Jehová valora nuestros esfuerzos en el ministerio sin importar cómo respondan las personas. Hebreos 6:10. Lo conocen bien, ¿verdad que sí? Allí no dice nada como: “Jehová no se olvida de cuántas revisitas hacen”. Tampoco dice: “Él no se olvida de cuántos cursos bíblicos dirigen”. No. Dice que él “no se olvida de las obras de ustedes ni del amor que demostraron por su nombre”. El entusiasmo que mostramos en el ministerio demuestra lo mucho que amamos a Jehová y a Jesús. Si, como el matrimonio del video, usted siente que los días que sale a predicar se están volviendo un poco rutinarios, ¡combata el fuego con fuego! Mantenga vivo ese entusiasmo y esté listo para “predicar las buenas noticias de la paz”. El hermano Robert Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Prepárese bien”. ¿Cómo se sentirían si yo me presentara para dar este discurso, pero no hubiera hecho nada por saber qué decir y prepararme; si no tuviera ni idea de cuál es el tema, no hubiera estudiado el bosquejo, no supiera cuáles son los puntos principales y tuviera que estar adivinando qué textos voy a utilizar? Seguro que lo que diría no tendría mucho sentido y sería muy incómodo para todos. Yo estoy seguro de que, a mí, los nervios me matarían y de que ustedes pensarían que tal vez no me importan, al menos no lo suficiente para prepararme y ayudarlos a que se beneficien al máximo de esta información. ¿Ya saben adónde voy con esto? ¿Podría pasar lo mismo si salimos a predicar sin que tengamos la menor idea de qué es lo que vamos a decir, sin haber repasado las ideas para conversar que se nos dan, sin saber cómo vamos a empezar la conversación y sin saber qué texto vamos a leer? ¿No se sentiría nervioso? ¿Y qué cree que pensaría la persona? Seguro que sería una conversación corta, y también muy incómoda, ¿verdad? Y es muy probable que la persona no quiera que la vuelva a visitar después. Debemos tomarnos el tiempo para prepararnos bien antes de ir a predicar. ¿Por qué? Porque el mensaje que llevamos es el mejor de todos. ¡Llevamos las buenas noticias de la paz! Así que debemos esforzarnos por hacer que ese mensaje llame la atención de la gente. Jesús les ayudó a sus discípulos a prepararse para la predicación. En el capítulo 10 de Lucas, vemos que, antes de que enviara a 70 de sus discípulos a predicar, él les enseñó a saludar de forma amigable, les dijo sobre qué hablarían —el Reino de Dios— y también los ayudó a estar preparados para la forma en como respondería la gente del territorio. Y el resultado fue que, como estaban bien preparados, los discípulos tuvieron experiencias emocionantes. Cuando nos preparamos bien, nos sentimos más seguros, predicamos con entusiasmo y disfrutamos más. En el siguiente video, verá los buenos resultados de prepararse bien. Hicimos algunos cambios, pero teníamos que hacer más. Le pregunté a Yuri de qué había pensado hablar. Y, como siempre, empezamos a buscar algo rápido. Y lo encontramos: las ideas para conversar. Con eso basta. Pero, claro, para hacerlo bien tenía que acordarme del texto. Los dos estábamos un poquito despistados esa mañana. Sí, teníamos que prepararnos mejor. Estábamos confiando en nosotros mismos y no tanto en Jehová. Así que primero preparamos nuestro corazón. Y luego preparamos nuestra mente. Y descubrimos nuevas formas de usar las herramientas que tenemos. Con prepararnos un poquito para conversar con la gente y para hacer revisitas, nos fue mucho mejor. El esposo dijo: “Sí, teníamos que prepararnos mejor”. ¿Se ha sentido alguna vez así? Igual que la pareja del video, podemos, primero, preparar nuestro corazón y nuestra mente y después ver cómo podemos usar nuestras herramientas. Nuestra meta debe ser la misma que la del apóstol Pablo. En 1 Corintios 9:23, él escribió que quería hacer “todas las cosas por las buenas noticias, para compartirlas con otros”. Así que vamos a hablar de algunas cosas específicas que podemos hacer para prepararnos bien. Primero veremos lo que podemos decir durante la primera conversación, ya sea que la tengamos en persona o por teléfono. En cada Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, encontramos ideas para conversar que suelen ser muy útiles. Y, claro, podemos adaptar esas ideas o usar otras diferentes. Tal vez un tema que se haya usado en meses pasados o un texto bíblico diferente le guste más a la gente de su territorio. Lo primero que le decimos a la persona es de las cosas más importantes, así que pensemos bien en eso. Si no logramos captar el interés de la gente, lo más seguro es que nos cierren la puerta antes de que podamos citar el texto. Nos va a ir mucho mejor si nos esforzamos por preparar bien las primeras dos o tres frases que le diremos a la persona después de saludarla. Podríamos decir: “A muchas personas les preocupa…” o “¿Usted qué opina sobre tal cosa?” o algo parecido. Escoja un tema que le interese a la gente de su territorio y haga una pregunta bien pensada que invite a la persona a conversar con usted. Y ¿cómo nos podemos preparar para la revisita? Pues en la revisita se responde la pregunta que dejamos pendiente, así que debemos preparar bien esa primera conversación para saber qué preguntaremos. Este es el modelo que se nos da en la Guía de actividades para la primera conversación y para la revisita. Si hacemos una pregunta que ponga a pensar a la persona al final de cada visita, es más probable que podamos continuar con la conversación la próxima vez que vayamos. Se podría comparar con esto: imagínese un tren que lleva al frente una locomotora y detrás lleva vagones de carga, uno detrás del otro. ¿Qué es lo que les permite a todos esos vagones seguir avanzando unidos por las vías? En cada extremo de los vagones existe un mecanismo llamado acople. Este sirve para enganchar los vagones unos con otros. Gracias a ese mecanismo que los engancha, todos los vagones pueden avanzar unidos por las vías del tren. Bueno, la pregunta que le dejamos pendiente a la persona al final de la visita es a lo que nos podemos enganchar para comenzar la siguiente conversación. De esa manera podremos mantener el hilo de la conversación entre visita y visita. Por ejemplo, tal vez en la primera conversación usted puede hablar con la persona sobre por qué sufrimos. Y, al final de la conversación, puede preguntarle: “¿Qué siente Dios al vernos sufrir?”. Pero no le responda a la pregunta sino hasta la siguiente visita. Y, después de que le responda a esa pregunta en la primera revisita, hágale a la persona esta pregunta: “¿Qué hará Dios para acabar con el sufrimiento?” y contéstesela en la en la siguiente visita. También es importante que tengamos muy claro lo que queremos lograr en cada revisita. Sí, antes de visitar a la persona, piense bien en qué objetivo quiere alcanzar. Si dejó una pregunta pendiente, seguro que su objetivo será responder esa pregunta usando la Biblia. Y, claro, nuestro objetivo final es iniciar un curso bíblico con el folleto ¡Disfrute de la vida para siempre! Bueno, ¿y cómo podemos prepararnos para los cursos bíblicos que dirigimos? Aunque conozcamos muy bien la información, tenemos que prepararnos para cada sesión pensando en el estudiante. Eso implica pensar de antemano en sus necesidades y en las preguntas u objeciones que pueda tener. ¿Qué puntos podría costarle trabajo entender o aceptar? También implica familiarizarse con la lección que van a estudiar esa semana del curso interactivo. Estudie bien la lección, entienda por qué hay que leer los textos que se nos dice que leamos, vea los videos que tiene que mostrar durante la lección y repase los temas de la sección “Descubra algo más” para ver cuáles de ellos podrían ser especialmente útiles para su estudiante. Así estará bien preparado para dirigir la lección. Recuerde que es Dios quien hace crecer la semilla de la verdad en el corazón de una persona, así que debemos pedirle a Jehová que nos ayude a prepararnos bien para la lección. De esa manera, nuestro estudiante podrá conocerlo mejor. Y nos irá mejor en el ministerio si nos mantenemos al día con el contenido y la información de jw.org y de JW Library®. Así que aprenda a usar el sitio de internet y la aplicación. Dos secciones muy útiles en nuestro sitio son “Preguntas sobre la Biblia”, bajo la pestaña “Enseñanzas bíblicas”, y “Preguntas frecuentes”, bajo la pestaña “Sobre nosotros”. También las puede encontrar en la aplicación bajo “Catálogo de artículos”. En 1 Corintios 3:10, Pablo se describió a sí mismo como un maestro de obras experto. Lo dijo porque estaba trabajando en una obra de construcción espiritual: la obra de hacer discípulos. Nosotros participamos en la misma obra —también estamos construyendo—, pero para poder hacerlo bien debemos aprender a usar nuestras herramientas. Primero que nada, tenemos que aprender a usar bien nuestra herramienta principal, la Biblia. Y también debemos aprender a usar de la mejor manera nuestras publicaciones del kit de enseñanza. Cuando un constructor se prepara bien antes de empezar la obra puede evitar errores y fracasos. ¿Recuerdan lo que el hermano dijo al final del video? “Con prepararnos un poquito […], nos fue mucho mejor”. Y seguro que a usted también le irá mejor si se prepara para la predicación. Es como Pablo recomendó en 2 Timoteo 2:15. Por favor, sigan la lectura en su Biblia. 2 Timoteo 2:15. “Haz todo lo posible para presentarte ante Dios como alguien aprobado, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente”. Si hace esto, estará listo y muy bien preparado para la obra de hacer discípulos y será muy feliz al dar a conocer a otros las buenas noticias de la paz. El hermano Anthony Morris, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Tome la iniciativa”. En este discurso de la serie “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’ ”, vamos a ver la importancia de tomar la iniciativa. Primero, vamos a ver por qué debemos tomar la iniciativa, cómo lo podemos hacer y, por último, veremos quién está con nosotros, dirigiéndonos, en esta obra tan importante. Entonces, primero: por qué tomar la iniciativa. Bueno, es que piensen en esto: somos testigos de Jehová y, como testigos de Jehová, siempre estamos de guardia. En ningún momento, nunca, nos tomamos un descanso de dar testimonio, sin importar dónde estemos. No pensamos que somos Testigos solo cuando salimos a predicar con nuestro grupo de predicación. Recuerde: somos testigos de Jehová todo el tiempo. Somos Testigos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Ahora, para que se hagan una idea de la gran importancia que tiene aprovechar bien las oportunidades, les voy a dar un dato. Hace unos años, se hizo una encuesta a un grupo de hermanos, y tal vez se sorprendan del resultado. Participaron más de 200 hermanos bautizados y, noten: más del 40 % —casi la mitad— aprendió la verdad gracias a la predicación informal. Increíble, ¿cierto? Sabemos que ir de casa en casa es importante. Aunque, claro, durante la pandemia no ha sido posible. Hemos tenido que escribir cartas y llamar por teléfono... Pero el asunto es que aún nos surgen oportunidades de predicar informalmente. Así que veamos cómo podemos hacerlo. Y el mejor ejemplo de cómo predicar de manera informal fue Jesús, por supuesto. Hay un relato que todos conocemos muy bien en el Evangelio de Juan. Síganme, por favor, al capítulo 4. Y veamos con cuidado cómo fue que Jesús tomó la iniciativa, para así poder imitarlo. Veamos qué aprendemos de él. Aquí, en el capítulo 4 de Juan, primero se nos da un poco de contexto. Jesús estaba pasando por Samaria y, aquí, en el versículo 6, leemos: “De hecho, allí estaba el pozo de Jacob. Y Jesús, que estaba cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta”. Son detalles interesantes, ¿verdad? Jesús estaba cansado. Un hombre perfecto, pero humano al fin. Así que el viaje lo había agotado. Y eran las 12 del mediodía, estaba sentado junto al pozo, y noten lo que pasó. Versículo 7: “En eso llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: ‘Dame de beber’ ”. Solo dijo eso, “Dame de beber”. Bien, ¿y qué aprendemos de esto? Como dijimos, Jesús estaba cansado, y nosotros también nos cansamos, y con facilidad; difícil evitarlo. Si Jesús, que era perfecto, se cansaba, nosotros más aún. Puede que a veces pensemos: “Bueno, creo que le puedo predicar a esta persona, pero es que no tengo ganas. Estoy cansado”. Jesús no pensó así. ¿Queremos imitar a Jesús? Pues, incluso cuando estemos cansados, pensemos en los demás y aprovechemos la oportunidad para empezar una conversación. Ese es el primer paso. Ahora, veamos qué más aprendemos de esta conversación. Aquí, en el capítulo 4 de Juan, versículo 9. Dice: “Pero la samaritana le preguntó: ‘¿Cómo es que tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?’ ”. Y se nos hace una aclaración aquí, entre paréntesis, que dice: “Porque los judíos no tienen trato con los samaritanos”. Y viceversa tampoco. Así es, por el prejuicio, no tenían trato. Y encima era una mujer. Y lo que sucede es que a las mujeres no se las trataba nada bien durante esa época. Entonces, era una mujer, una samaritana, pero Jesús le pidió agua, y así empezó una conversación con ella. Bueno, de esto aprendemos una lección valiosa. Jesús no permitió que el hecho de que ella fuera una mujer —y una samaritana (porque él andaba en territorio samaritano)— lo llevara a retenerse de hablar con ella. Nada de eso. La lección, entonces, ¿cuál es? No juzguen a las personas por las apariencias, cosas como el color de piel, la cultura… Este mundo ya tiene muchos jueces. Pero los testigos de Jehová no estamos para juzgar. Son Jehová y Jesús los que tienen que juzgar. Y jamás piensen que no van a querer escucharlos. Eso está mal. Jesús no hizo eso. Y, como dijimos, él fue el modelo perfecto. Inténtelo. Y, si se siente muy nervioso, pídale a Jehová que lo ayude con su espíritu, que le dé el valor que necesita para poder hablar con otros sobre su nombre y su propósito. Y de aquí también podemos sacar otra lección muy importante. Al conversar, no se apresure a predicar de inmediato, sino que deje que la conversación fluya. Justo eso hizo Jesús. En los versículos 8 y 9 empiezan a hablar y conversar, y así siguen por un buen rato. Y llegamos al versículo 24, donde Jesús dice que Dios es un espíritu y que hay que adorarlo con espíritu y con verdad… Y noten lo que pasó después de esta conversación que empezó con algo tan sencillo como pedir agua. Versículo 25: “La mujer le dijo: ‘Yo sé que va a venir el Mesías, al que llaman Cristo. Cuando él venga, nos lo explicará todo’ ”. ¿Vieron? La mujer dijo lo que estaba en su corazón. Sigamos con el versículo 26. “Jesús le contestó: ‘Ese soy yo, el que está hablando contigo’ ”. ¡Guau! ¿Se imaginan? ¡Qué honor tan grande! ¡Ella estaba hablando con el mismo Mesías! Pero pónganse ustedes a pensar en lo siguiente: ¿qué tal si Jesús, en vez de esto, hubiese empezado la conversación diciendo: “Soy el Mesías. Dame de beber”? ¡Quién sabe! Pero Jesús, quien era muy sabio y tenía el espíritu santo de Jehová, primero empezó a conversar con ella. Pues nosotros deberíamos tratar de hacer lo mismo: intentar conversar primero. Podríamos empezar con un comentario sincero que despierte el interés de la persona. Por ejemplo, imagínese que va al médico y está en la sala de espera. Y usted se pone a pensar un poco y ve que hay alguien ahí que lo está mirando y usted le dice: “Ay, ojalá llegue el día en el que ya no me enferme más”. Bueno, podrían verlo y pensar para sus adentros: “¿Y este loco qué?”. O podrían decirle: “Eso no suena mal. ¿Usted de verdad cree que eso sea posible?”. En cualquiera de los dos casos, usted empezó a conversar, tomó la iniciativa. Ahora queda en manos de Jehová. Él es quien se lleva la honra, pase lo que pase. Bueno, ahora vamos a ver un video. Y, mientras lo vaya viendo, fíjese en cómo una hermana logra tomar la iniciativa y predicar informalmente. Parecían amables. Sabía lo que estaba pensando Yuri. Quería conversar con ellos, pero no quería molestarlos. Y, cuando tuve una oportunidad, me quedé paralizada. Terminé predicándole a toda prisa. Fue muy forzado. Me consoló saber que no soy la única a la que le ha pasado algo así. Cuando no forzamos las cosas y tratamos de hablar con las personas de algo que tengamos en común, las oportunidades de predicarles suelen surgir solas. Le llamó la atención cómo íbamos vestidos. Y resulta que ella nunca había hablado con los testigos de Jehová. Bueno, todos pudimos ver cómo tomó la iniciativa, aunque, claro, al principio se congeló un poco, no supo qué decir… Es normal ponerse un poquito nerviosos. Después de todo, nadie es perfecto. Y, cuando vio que la señora se iba a ir, salió corriendo a entregarle un tratado. Mejor vaya con calma. Sencillamente empiece una conversación y deje que el espíritu de Jehová la dirija, tal como hizo Jesús. Y así, poco a poco, podrá ir introduciendo el mensaje en la conversación con la persona de manera natural. Ahí tenemos, mis hermanos, una buena técnica. Inténtenlo. Jehová los va a bendecir. Y, por último, quiero que recuerden esta idea que los va a animar y a ayudar a siempre tomar la iniciativa al conversar con otros sobre las buenas noticias de la paz. No la olviden porque, aunque muchos la conocen, es un excelente recordatorio. Está aquí, en Apocalipsis 14. Vamos al versículo 6, que, como dije, ya seguramente conocen. Y dice: “Vi a otro ángel que volaba en medio del cielo. Tenía buenas noticias eternas que anunciarles a los que viven en la tierra: a toda nación, tribu, lengua y pueblo”. Noten ahí un punto muy importante. Ahí habla de un ángel que vuela en medio del cielo. La nota nos ayuda a entender que el ángel está “en lo alto”, es decir, donde vuelan los pájaros y los podemos ver. Entonces, el ángel está ahí, muy cerca de nosotros. Sí, tan cerca. Y vale la pena que meditemos en eso. Recuerdo cuando estaba en la obra de circuito y a veces salía a predicar con algún hermano, o alguna hermana, y había cierta hostilidad en el territorio en el que predicamos ese día, y veía que se sentían muy mal por la reacción que tenían algunas personas o por cómo los trataban. Y algo que solía hacer en esos casos, y que a los hermanos les gustaba —claro, cuando entendían—, era que, mientras iba caminando, me detenía, miraba y les decía: “¿Lo ve?”. Y se quedaban: “¿Quién?”. “Pues el que está allí, por encima de los árboles”. Y me miraban como diciendo: “Este hermano ya se volvió loco”. Pero les decía: “Ahí está”. Y después les mostraba Apocalipsis 14:6. Entonces, cuando estamos en la predicación —sea de manera informal o de manera formal, de puerta en puerta—, los cosechadores son los ángeles. Siempre hay por lo menos uno con nosotros. ¡Cuánto nos anima esta idea!, ¿verdad? Ellos son los cosechadores. Ellos son los que nos conducen a las personas que tienen un buen corazón. Nunca lo olviden. Para estar listos para poder predicar informalmente solo es cuestión de tomar la iniciativa y empezar una conversación. Seguro que tendrán muchas oportunidades para predicar las buenas noticias de la paz. Ahora el hermano Gary Breaux, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Vuelva a hablar con quien muestre interés”. Para que entendamos por qué debemos volver a hablar con las personas que han mostrado interés, Pablo comparó nuestra obra con la que hace un agricultor que siembra una semilla. ¿Qué tiene que hacer el agricultor para que una plantita crezca? Los expertos dicen: “De todas las cosas que ayudan a una planta a crecer, el agua es, en definitiva, la más importante”. Y también se ha dicho: “Hasta que la semilla germine, la tierra debe mantenerse húmeda, no se debe permitir que se seque”. Así que ¿qué sucederá con una semilla sin agua? Nada, no crecerá. Es de suma importancia regar la semilla para que esta germine y eche raíces, y para que siga creciendo. Pues, de las palabras de Pablo en 1 Corintios 3:6 podemos aprender que algo parecido sucede con las semillas de la verdad que sembramos al predicar. Leamos lo que dijo Pablo aquí, en 1 Corintios 3:6: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer”. Aunque toda la gloria va a Jehová por hacer que esa semilla crezca, ¡qué bonito es que nos permita contribuir en el proceso! ¿Notaron la importante función que cumplió Apolos? Él fue quien regó. Por decirlo así, Apolos mantuvo húmeda la tierrita en el corazón de cada uno de ellos. No dejó que esta se secara. Muchas personas que muestran interés en nuestro mensaje andan en busca de la verdad acerca de Dios. Para que su interés crezca y sigan aprendiendo, hay que visitarlas una y otra vez. Esto requerirá que nos preparemos bien y que hagamos buenos planes. Si visitamos cuanto antes a quien muestra interés, demostramos que de verdad nos importa esa persona, que queremos que crezca en sentido espiritual y llegue a tener una amistad con Jehová. En el siguiente video, fíjense en lo que hace una hermana para cultivar el interés de una persona. Ami dejó una pregunta pendiente muy interesante. ¡Ay, mi revisita! ¡La señora Iwata! Le dije que pasaría por la mañana, pero no le dije la hora. Al menos puedo intentarlo antes de irme. Otra vez no hay nadie. Si no hago algo diferente, no la voy a encontrar nunca en su casa. Primero, quería que supiera que no me había olvidado de ella. “Querida señora Iwata, espero que se encuentre bien. La semana que viene, pasaré a visitarla más temprano, a las once. Por cierto, sus flores están preciosas”. Entonces hice un horario para mi día de predicación. Porque, si quedas en volver, no puedes dejarlo a la casualidad. Cuando haga planes para salir a predicar, imite el ejemplo de la hermana que vimos en el video y aparte un tiempo específico para hacer revisitas. Las revisitas son igual de importantes que otros aspectos de nuestro ministerio. Esas visitas que hacemos para cultivar el interés de las personas son esenciales para poder comenzar un curso bíblico. Muchas veces felicitamos a las personas en la predicación cuando vemos las bonitas flores que tienen en su jardín, ¿no?, tal como hizo la hermana del video que vimos. Pero ¿por qué se ven tan bonitas? Porque seguramente la persona las regó en un cierto horario. Quizás hasta tiene programado uno de esos sistemas de riego automático para que riegue las plantas cada cierto tiempo. Para que las plantas estén fuertes y saludables, hay que asegurarse de regarlas a menudo. Y ¿cuál es la lección para nuestro ministerio? Pues, antes de despedirnos de alguien que haya mostrado interés, intente establecer el tiempo para regar la semilla con el agua pura de la verdad. A lo mejor podría preguntar: “¿Cuándo cree que puedo regresar para seguir conversando o para contestar la pregunta?”. Esta es una buena manera de mostrar respeto por la persona, pues así podrá decirnos qué hora le conviene más. Es muy importante que esa semilla la reguemos en el momento que la persona diga que es más conveniente para ella. Entonces, fije un recordatorio. Anótelo donde no se le vaya a olvidar. La hermana del video lo anotó en el calendario de su teléfono; así recibiría un recordatorio. Si le dijo a una persona que volvería, cumpla su promesa. ¿Recuerdan esas palabras tan conocidas de Mateo 5:37? Jesús dijo: “Cuando digan ‘sí’, que sea sí”. Imagínense, si tiene interés, puede que haga hasta lo imposible por recibirlo. ¡Cuán decepcionada se sentirá si no le cumplimos! Hacer estas visitas es muy importante. ¡No podemos dejarlo a la casualidad! Por supuesto, debido a que las personas andan tan ocupadas en estos días, a veces es difícil encontrarlas en casa, aunque nos hayan dicho que van a estar. Así que, en ciertos casos, una opción podría ser pedir los datos de contacto, tal vez su teléfono. Para poder hablar de nuevo con las personas, algunos publicadores preguntan: “¿Le envío un mensaje?”. Quizás por este medio sea posible seguir en contacto con la persona y cultivar su interés. Y, si no es posible conseguir los datos de contacto y la persona no está en casa en el momento acordado, tal vez podría dejarle una notita, tal como hizo la hermana del video. Así la persona se dará cuenta de que usted no se olvidó de ella. La obra de hacer discípulos requiere que seamos pacientes y que no nos rindamos. Con respecto a esto, miren lo que dice Eclesiastés 11:6. Eclesiastés 11:6 dice: “Siembra tu semilla por la mañana, y que no descansen tus manos hasta el atardecer; pues no sabes cuál dará buenos resultados, esta o aquella, o si las dos serán buenas”. Cuando uno siembra semillas de verdad, no sabe exactamente dónde o cuándo germinarán. Puede que haya muchas cosas que no se puedan controlar. Lo mismo sucede con nuestra obra de hacer discípulos. Hay que tener paciencia y ser positivos, porque no sabemos quién va a aceptar la verdad. Finalmente, pero no menos importante, aunque la conversación sea breve, léale un versículo de la Biblia. Lo que distingue nuestras visitas de cualquier otra es que nosotros vamos a compartir los pensamientos de Dios. Puede que tengan vecinos, familiares o compañeros de trabajo que vayan a ver cómo están, pero ¿los ayuda eso a crecer en sentido espiritual? No, porque para eso hay que regarlos con el agua de la verdad que está en la Biblia. Con leerles un breve pensamiento de la Biblia probablemente baste para mantener la tierrita del corazón húmeda. Cultivar el interés de las personas que han escuchado el mensaje es muy importante. Y Jehová confía en que lo hagamos. Con esto en cuenta, volvamos a la comparación que hizo Pablo y notemos ahora cómo nos ve Jehová. Esta vez leeremos 1 Corintios 3:9. Dice así: “Somos colaboradores de Dios. […] El campo de Dios que él está cultivando, el edificio de Dios”. ¡Qué privilegio! ¡Poder ser colaboradores de Dios y así demostrar que lo amamos a él y también a nuestro prójimo! ¿Verdad que nos da mucha alegría poder volver a hablar con quienes ya han mostrado interés en las buenas noticias? Y no lo duden. Las personas a quienes les prediquen jamás olvidarán los esfuerzos que hagan por volver a hablar con ellas cuanto antes y enseñarles la verdad. El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará ahora el discurso final de esta serie: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Ayude a sus estudiantes a madurar espiritualmente”. Las enseñanzas fundamentales de la Biblia son maravillosas. De hecho, son esas enseñanzas fundamentales, las enseñanzas básicas de la Biblia, las que atraen a la gente a la verdad. Pero las enseñanzas básicas de la Biblia son solo el comienzo. Hace falta más para conocer a Jehová. En Hebreos 6:1, el apóstol Pablo invita a todos los que estudiamos la Biblia a ir más allá de las enseñanzas básicas. Vamos a leer lo que dice Hebreos 6:1: “Por lo tanto, ya que hemos dejado atrás las enseñanzas básicas acerca del Cristo, avancemos hacia la madurez”. ¿Y no es eso lo que queremos que nuestros estudiantes hagan? Que no se queden solo con las enseñanzas básicas de la Biblia, sino que maduren espiritualmente. Y esa madurez de la que habla Pablo se obtiene a medida que los estudiantes van aprendiendo y valorando lo que aprenden sobre la verdad. Nuestros estudiantes tienen que aprender a amar a Dios y sus normas. Tienen que darse cuenta de que todo lo que él nos dice que hagamos es para nuestro bien. Él nos ama de verdad. Cuando los estudiantes de la Biblia ven los buenos resultados de obedecer a Jehová y de hacer las cosas como él dice, su amor por él crece. Fijen su atención en el siguiente video. Por favor, noten cómo una hermana ayuda a su estudiante a progresar y madurar espiritualmente. El curso con la señora Iwata iba muy bien. Ya estábamos en la lección 10. Tenía muchas ganas de que empezara a ir a las reuniones. Comentamos el texto de Hebreos 10:24, 25 y vimos el video. ¿Hice algo mal? Supongo que sí. Estaba tan concentrada en acabar las lecciones que no me daba cuenta de lo que ella necesitaba. Su esposo le dijo que, si iba a las reuniones, sería una deshonra para su familia. Él quería que dejara el curso. La señora Iwata quería seguir, pero cada vez que hablaban del tema terminaban discutiendo. Le mostramos dónde encontrar información que la ayudara y sacamos tiempo en las clases para hablar más del tema. Y todos le pedimos a Jehová que bendijera su esfuerzo. Hicimos todo lo que pudimos por predicar “las buenas noticias de la paz”, y Jehová hizo el resto. Como vimos, la estudiante dio un paso importante para madurar espiritualmente: empezó a asistir a las reuniones. Cuando esté estudiando con su estudiante las lecciones 7 a la 11 del libro Disfrute de la vida, no se olvide de destacar las bonitas cualidades que demuestra Jehová a medida que repasan la información. Por ejemplo, la lección 7 habla sobre las cualidades de Jehová y destaca el hecho de que él es amor. Cuando la estudien, ayuden a sus estudiantes a entender que Jehová de verdad los quiere a cada uno de ellos y que su deseo es que logren alcanzar la vida eterna. De hecho, el apóstol Juan, en 1 Juan 4:9, destaca el amor de Dios. Menciona que Jehová envió a Jesús a la Tierra para que muriera por nosotros. Con su sacrificio, pagó por nuestros pecados y nos liberó de esa esclavitud. Sí, por amor, Jehová nos dio la magnífica oportunidad de tener una estrecha relación con él. Esta es una de las formas en las que Jehová nos muestra su amor. Y la lección 8 nos enseña cómo ser amigos de Jehová. Esta es una posibilidad que a muchas personas jamás se les hubiera ocurrido. ¿Se lo imaginan? ¡Qué privilegio! Ser amigos de Dios. Así que ayuden a sus estudiantes a entender que, si son leales y obedientes a Jehová, podrán llegar a ser amigos de él. Proverbios 3:5, 6 nos dice específicamente qué es lo que Jehová quiere que hagamos. Proverbios 3:5, 6 dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. Tómalo en cuenta en todos tus caminos, y él hará rectas tus sendas”. Si hacemos todo lo que él nos manda, le demostramos que confiamos en él. Como resultado, él nos verá como sus amigos. Y Jehová cuida muy bien de sus amigos. Él nunca les va a fallar. En la lección 9 se habla sobre lo importante que es orar. Enséñenles a sus estudiantes cómo deben orarle a Jehová. Y que, además de orar, también tienen que leer la Biblia todos los días para crecer en sentido espiritual. En Salmos 1:2, 3 se nos anima a leer la Biblia. Vamos a buscarlo juntos. Salmos, capítulo 1. Y estaremos leyendo los versículos 2 y 3. Aquí se habla sobre la persona que valora las enseñanzas de Dios. Dice así: “Sino que disfruta con la ley de Jehová”. Y, bueno, la ley de Jehová se encuentra en la Biblia. El salmo sigue diciendo: “Día y noche lee su ley y medita en ella. Será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, un árbol que da fruto a su tiempo y cuyas hojas no se marchitan. Todo lo que él haga tendrá éxito”. Así es: todo lo que él haga como cristiano, lo que haga por obedecer a Dios, tendrá éxito. Si leemos la Biblia y ponemos en práctica lo que dice, Jehová nos bendecirá. Ahora, si su estudiante siente que no es capaz de entender lo que la Biblia dice —tal vez porque no tenga muchos estudios—, por favor, dígale que le ore a Jehová y que le pida constantemente y sin cesar que le dé la ayuda que necesita para comprender su Palabra. Santiago 1:5 nos asegura que Jehová está listo para darle sabiduría a todo el que le pida su ayuda constantemente. Hablemos ahora sobre la lección 10. Se nos ha dicho que tenemos que invitar a nuestros estudiantes a las reuniones lo antes posible, porque lo que escuchen y observen en las reuniones puede tocar sus corazones y ayudarlos a madurar espiritualmente. Así que, cuando muestre el video ¿Cómo son nuestras reuniones?, que está en la lección 10, ese será un buen momento para invitarlo con cariño a que asista a las reuniones. También tenga la costumbre de invitar a diferentes hermanos a que lo acompañen al curso. De esa manera, su estudiante conocerá a varias personas de la congregación y eso lo ayudará a sentirse más cómodo cuando asista a las reuniones. Lección 11. Esta lección es para que les enseñemos a nuestros estudiantes a usar JW Library y jw.org para que hagan su estudio personal. Así que enséñenles cómo usar estas herramientas. Y, si usted se siente incapaz de enseñarle a su estudiante cómo utilizar su dispositivo electrónico para buscar información, no dude en pedirles ayuda a los hermanos de la congregación. Seguro que ellos estarán encantados de ayudarle. Enseñarles la verdad a las personas nos llena de felicidad. Es tal y como dijo el apóstol Juan en su tercera carta, en el versículo 4: “Nada me da más alegría que oír que mis hijos siguen andando en la verdad”. Sí, Juan estaba hablando de sus hijos espirituales. Y esa felicidad también puede ser nuestra. ¿Qué nos ha enseñado toda esta serie de discursos? Hemos visto cómo podemos mantener el entusiasmo al predicar. También nos ha enseñado a prepararnos bien para hablar de la verdad con otros. Aprendimos a tomar la iniciativa para predicar informalmente, a volver a hablar con quien muestra interés y a ayudar a los estudiantes a madurar espiritualmente. Si hacemos nuestro mejor esfuerzo en la predicación, sea que la gente nos escuche o no, tendremos paz, porque sabremos que Jehová está contento con nosotros. Hebreos 13:15, 16 nos dice cómo agradar a Dios. Y, sin duda, eso es algo que todos queremos hacer, ¿verdad? Leamos Hebreos 13:15, 16. Dice así: “Por medio de él [es decir, de Jesús] ofrezcamos siempre a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios, que declaran públicamente su nombre. Además, no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con los demás, porque estos sacrificios le agradan mucho a Dios”. Cuando ustedes se esfuerzan por predicar “las buenas noticias de la paz”, le están haciendo un sacrificio a Dios y pueden estar seguros de que Jehová estará muy contento al ver todo lo que, por amor y lealtad, hacen por él. Gracias, hermanos, por ayudarnos a estar mejor preparados para predicar las buenas noticias de la paz en cada oportunidad. La organización de Jehová sigue creciendo y hay mucho trabajo que hacer. Los jóvenes en particular tienen muchas oportunidades de hacer más por el Reino. ¿Qué bendiciones puedes obtener ahora y en el futuro si decides servir a Jehová a tiempo completo? ¿Qué obstáculos podrían impedirte empezar el servicio de tiempo completo? Y ¿cómo puedes superarlos? Jóvenes, los animamos a prestar mucha atención a lo que escucharán ahora. El hermano Mark Sanderson, miembro del Cuerpo Gobernante, dará el discurso “¡Joven, elige un camino en la vida que te dé paz!”. Un hermano de 18 años tenía que decidir qué iba a hacer cuando terminara la escuela. Se había criado en la verdad y tenía el deseo de ser precursor regular. Pero también lo habían aceptado en una universidad y le habían ofrecido una beca y otras ayudas para pagar sus estudios. Tenía muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo iba a poder mantenerse? Sus profesores y otras personas en la escuela lo presionaban para que fuera a la universidad. ¿Qué decisión iba a tomar el hermano? La verdad es que puede que tú, que estás escuchando este discurso ahora, estés pasando por una situación parecida o tengas que tomar la decisión en un año o dos. ¿Qué camino vas a elegir? Hay algo que debes tener claro: Jehová quiere que tengas no solo una vida normal, una vida más o menos buena; quiere que tengas una vida genial, increíble. Quiere que seas feliz ahora, pero también durante el resto de tu vida. Por eso, en Eclesiastés 11:9 la Biblia dice: “Joven, disfruta de tu juventud, y que tu corazón esté feliz mientras seas joven”. Muchos jóvenes han encontrado verdadera paz y felicidad al escoger una vida en el servicio de tiempo completo. Pero ¿qué significa esto de servir a tiempo completo? El servicio de tiempo completo no es solo una cosa. En realidad, pueden ser muchas cosas. Puede ser servir de precursor, quizás en tu propia congregación, o servir en otro lugar: en otra ciudad, provincia, estado o incluso en otro país. O también puedes hacer otras cosas, como trabajar en proyectos de construcción, quizás haciendo Salones del Reino o de Asambleas o construir oficinas remotas de traducción o incluso construir o remodelar una sucursal. O si prefieres puedes llenar una solicitud para servir en Betel y hacerte betelita. De verdad, hay tantas cosas geniales que puedes hacer para servir a Jehová, cosas que un joven como tú puede disfrutar en el servicio de tiempo completo. Pero, una pregunta: ¿qué obstáculos podrían hacer que no empezaras o que dejaras el servicio de tiempo completo? Y aún más importante: ¿cómo puedes superar esos obstáculos? Veamos tres de ellos y qué te ayudará a superarlos. Este es el primero: la preocupación por el dinero. “¿Qué voy a hacer para mantenerme?”. Vamos a ver algo que dijo Jesús en Mateo 6:33. En Mateo 6:33 Jesús dijo: “Por lo tanto, sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”. Bueno, OK. Aquí dice: “todas esas cosas”. ¿Qué son esas cosas? ¿De qué cosas está hablando Jesús? Para descubrir la respuesta, vayamos al versículo 25. Aquí vamos a ver de qué estaba hablando Jesús cuando dijo las palabras que leímos antes. Mateo 6:25: “Por eso les digo: dejen de angustiarse por su vida, por lo que van a comer y beber; o por su cuerpo, por lo que van a ponerse. Al fin y al cabo, ¿no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que la ropa?”. Bueno, ahora ya lo entendemos. Ya sabemos de qué cosas está hablando Jesús. De nuestras necesidades: comida, techo y ropa. Pero ahora veamos los ejemplos que pone Jesús comenzando desde el versículo 26: “Observen con atención las aves del cielo. No siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, pero su Padre celestial las alimenta. ¿Y acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, por angustiarse, puede alargar un solo codo la duración de su vida? Además, ¿por qué se angustian por la ropa? Aprendan una lección de cómo crecen los lirios del campo. No trabajan duro ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Entonces, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, gente de poca fe? Así que nunca se angustien y digan: ‘¿Qué vamos a comer?’, o ‘¿Qué vamos a beber?’, o ‘¿Qué vamos a ponernos?’. Porque es la gente de las naciones la que busca todas estas cosas con tanto empeño. Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas”. Bueno, ¿captas cuál es la idea? Jesús quería decir que, si Jehová puede darle lo necesario a toda su creación, también te dará lo necesario a ti. Solo tenemos que fortalecer nuestra fe en que Jehová nos dará las cosas que necesitamos si ponemos en primer lugar su servicio. ¿Significa esto que Jehová hará que aparezcan milagrosamente las cosas que necesitamos? No. Jehová espera que usemos las capacidades que nos ha dado y nuestro tiempo para mantenernos y ganarnos la vida. Así que sería muy bueno que pensaras ahora qué vas a hacer en el futuro y que consigas las habilidades que necesitas para poder cubrir tus gastos. Y, bueno, en algunos lugares puedes aprender un oficio mientras todavía estás en casa. Puede que te lo enseñe tu papá o tu mamá, o a lo mejor te lo enseña algún otro familiar. En otros lugares, los jóvenes que todavía están en la enseñanza media superior tienen otra opción. En su escuela pueden aprender un oficio que les permita trabajar. Pero este es el punto: hay que hacer planes. Por eso, hazte esta pregunta: “¿Qué habilidades tengo que me podrían servir para trabajar y ganarme la vida?”. Una hermana que se llama Kelly tenía claro que quería ser precursora regular. ¿Qué hizo para lograrlo? Bueno, esto es lo que ella dice: “Busqué algo que me permitiera cubrir mis necesidades y mantenerme en el ministerio”. Así que Kelly decidió aprender un oficio en su escuela y, gracias a eso, pudo hacerse precursora. Mira lo que ella dice: “Lo que más quería era servir a tiempo completo. Lo demás era secundario”. ¿Y qué piensa Kelly ahora de la decisión que tomó? Ella misma responde diciendo: “Creo que mi decisión fue la mejor”. Como ven, queridos jóvenes, para superar este primer obstáculo es bueno que hagan planes y que se aseguren de adquirir alguna habilidad práctica para poder mantenerse. Hablemos del segundo obstáculo: la presión de otros. “Mi familia quiere que me centre en ganar dinero”. Si te está pasando eso, explícales cuáles son tus metas con calma y de forma respetuosa. Colosenses 4:6 nos dice: “Que sus palabras sean siempre agradables, sazonadas con sal”. ¿Verdad que cuando la comida no tiene sal no tiene muy buen sabor? Pero le pones un poquito de sal y ¿qué pasa? Ahora está muy rica. Por eso, recuerda: cuando vayas a hablar con tu familia, échale un poquito de sal a tus palabras. Así estarán más dispuestos a escucharte y podrás ayudarlos a ver lo buena que es tu decisión. Pero también puede ser que tu familia no esté de acuerdo contigo. Si es así, mira lo que dijo Jesús en Lucas 7:35. Aquí Jesús dijo: “En cualquier caso, la sabiduría queda demostrada”, fíjate, “queda demostrada por todos sus resultados”. ¿Cuál es el punto? Que, a veces, cuando tomamos una decisión, no siempre está claro desde el principio si fue una buena decisión. Pero, cuando da buenos resultados, cuando las cosas te salen bien, cuando tu familia ve que estás contento, que te va bien, ven tu felicidad, tu satisfacción… entonces, ¿qué pasa? Bueno, puede que tus familiares vean que la decisión que tomaste fue buena, y así queda demostrado que lo que decidiste fue sabio. Ahora veamos el tercer obstáculo: desafíos que no te esperabas. “Pensaba que esto iba a ser más fácil”. Bueno, puede haber muchos desafíos inesperados. Puede ser que tengas que acostumbrarte a vivir con un compañero o una compañera o tal vez te cueste llevarte bien con alguien o hasta puede ser que eches de menos tu casa. Esta es la clave: no te rindas. Mira lo que dijo Santiago aquí en Santiago 1. Santiago 1:4. Si te fijas un momento en el versículo 2, verás que Santiago está hablando de las pruebas y de cómo las pruebas pueden tener un efecto positivo en nosotros. Ahora fíjate en el versículo 4: “Pero dejen que el aguante complete su obra, para que ustedes sean completos y sanos en todos los sentidos, y no les falte nada”. ¿Qué quiso decir Santiago? ¿Cuál es el punto? Bueno, en inglés tenemos esta expresión: “No pain, no gain”. Algo como: “Sin dolor —o sin esfuerzo— no hay recompensa”. Si quieres estar en forma o ser muy bueno en un deporte, seguro que a veces vas a estar cansado y te va a doler el cuerpo. Y, como puede que al principio no seas muy bueno en lo que estás haciendo, quizás algún día te duela un poquito el orgullo. ¿Pero qué haces? Si quieres ser bueno, si quieres lograr esa meta, no te puedes rendir. Tienes que seguir esforzándote. Nos pasa algo parecido cuando nos ponemos metas espirituales. Lo que Santiago dijo nos enseña que las pruebas nos ayudan a descubrir nuestras debilidades. Quizás nos damos cuenta de que tenemos que mejorar algo en nuestra forma de ser, nuestra personalidad, o quizás algo en nuestra relación con Jehová. Quizás necesitamos más fe o necesitamos más confianza en Jehová. Si seguimos adelante, si aguantamos durante las pruebas y no nos rendimos nunca, nos hacemos más fuertes, nos hacemos más fuertes en sentido espiritual. Y nuestra relación con Jehová, nuestro amor por él, nuestra fe en él, nuestra confianza en él sigue y sigue creciendo. Así, como escribió Santiago, llegaremos a ser “completos y sanos en todos los sentidos”, y no nos faltará nada. Por eso, cuando vengan estas pruebas, porque van a venir, no renuncies enseguida al tiempo completo. Aguanta, sigue luchando, ¡no te rindas! Pídeles consejo a hermanos y hermanas que han pasado por pruebas como las tuyas y las han superado, y entonces tú también podrás superarlas. En el siguiente video, fíjate en cómo algunos siervos de tiempo completo han encontrado paz a pesar de los tres obstáculos: la preocupación por el dinero, la presión de otros y los desafíos inesperados. Yo le dije a Jehová: “Si es tu voluntad, me encantaría ser precursor”. Pero tenía que trabajar mucho para ayudar a mi familia económicamente, porque mi papá había muerto cuando tenía apenas 45 años. Hablé con un anciano y me dijo que no fuera muy exigente a la hora de aceptar un trabajo. Me recordó lo que dice Mateo 6:33 y me dijo que no me preocupara demasiado. Hablamos del tema en familia y se nos ocurrieron varias ideas. Mis hermanos fueron conscientes de que ellos también tenían que ayudar a cubrir las necesidades de la familia. Cuando llevaba un año como precursor, los hermanos me animaron a mandar una solicitud para Betel. ¡Y ahora estoy en Betel! He podido ver el amor de Jehová —cómo me quiere, cómo me cuida— y que valora todo lo que hago para servirle. Mis primos me presionaron para que estudiara una carrera. Yo sabía que lo hacían porque me quieren. Si no estudiaba la carrera, ellos se iban a sentir decepcionados, y eso afectaría nuestra relación. Yo estaba muy angustiado. Quería ser precursor para demostrarle a Jehová que confío en él. Estaba seguro de que él me ayudaría a disfrutar de mi servicio y a ser feliz. También quería que mis primos supieran que los valoro mucho. Así que pensé en maneras de demostrarles mi cariño con lo que decía y hacía. Ellos han podido ver que ahora soy mejor persona y que me intereso más por los demás. Y también se han dado cuenta de que estamos aprendiendo cosas buenas y de que somos más felices y nuestra vida tiene verdadero sentido. Quería servir donde se necesitara ayuda. Y, cuando llegué allí, pensé: “Estar aquí es genial”. Pero, aunque sabía que había mucha pobreza, verla con mis propios ojos me afectó mucho más de lo que esperaba. Y solo pensaba en volver a casa. Cuando iba al Salón, veía a los hermanos… y ellos tenían problemas, pero siempre salían adelante porque se apoyaban en Jehová. Así que fijarme en su ejemplo me ayudó mucho. Y entendí que mi actitud no tenía que depender de las circunstancias que tuviera. Proverbios 15:15 me impresionó mucho, porque ahí dice que el que tiene un corazón alegre disfruta de un banquete continuamente, sin importar sus circunstancias. Leí un artículo que hablaba de ese texto, y después de analizarlo me pregunté: “¿Cómo puedo aprovechar lo que estoy viviendo y aprendiendo para ayudar a otros?”. Y decidí servir en un grupo de habla extranjera. Todo aquello, todo lo que viví, me hizo querer mucho más a la gente, y desde luego cambió mi vida. Algunos familiares que no son Testigos tal vez te den consejos sobre qué estudiar o qué trabajo te conviene más. Tienen buenas intenciones y te están diciendo lo que creen que es mejor para ti porque te quieren mucho. Pero, querido joven, estamos convencidos de que las bendiciones que disfrutarás en el tiempo completo serán mucho mayores que cualquier obstáculo que encuentres. Recuerda lo que nos contaron los hermanos que salían en el video. Las decisiones de Harley le permitieron ir a Betel y lo ayudaron a sentir que Jehová lo amaba mucho. Anjil tuvo que ser muy valiente, pero las decisiones que tomó lo ayudaron a preocuparse más por los demás, y sus familiares pudieron ver que había tomado una buena decisión. Y Carlee no se rindió cuando le llegaron las pruebas. En vez de eso, aprendió a amar aún más a las personas y se convirtió en una cristiana mucho más fuerte en sentido espiritual. Queridos jóvenes, ¿por qué estamos tan convencidos de que el servicio de tiempo completo los ayudará a tener una vida increíble de verdad? Porque esa es la decisión que muchos de nosotros tomamos cuando éramos jóvenes. ¿Se acuerdan de ese joven de 18 años que tenía que decidir qué hacer con su vida? Bueno, ese era yo hace unos cuantos años. Y estoy tan feliz de que, gracias a Jehová, gracias a mis padres y gracias a la ayuda de hermanos maduros de la congregación, tomé la decisión, como muchos otros hermanos y hermanas por todo el mundo, de no aceptar la beca que me ofrecieron, de no ir a la universidad y comenzar inmediatamente a servir a tiempo completo. Esa es una decisión de la que nunca me he arrepentido. Es una decisión de la que jamás me arrepentiré. Querido joven: Jehová te ama. Él quiere que tengas una vida increíble y emocionante. Si puedes hacerlo, elige el camino del tiempo completo. Nunca te arrepentirás. Ese será un camino que te ayudará a ser feliz y a tener paz al lado de nuestro maravilloso Dios, Jehová. Gracias, hermano Sanderson, por animar a los jóvenes a servir a Jehová a tiempo completo lo antes posible. Ahora queremos invitarlos a todos a cantar la canción 135, Jehová te pide: “Sé sabio, hijo mío”. Canción 135.
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Sábado mañana (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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¿Llenó la solicitud de la Escuela para Evangelizadores del Reino pero no lo han invitado? ¿O le gustaría hacerlo pero duda de si este es el momento? No es el único. Por culpa de la pandemia, las clases siguen suspendidas. Pero, si usted es precursor, tiene entre 23 y 65 años, y le gustaría asistir en el futuro a esta escuela, hable con el secretario de su congregación y llene una solicitud por internet, para que se le tenga en cuenta cuando se reanuden las clases. Le recordamos que su solicitud será válida durante un año. Así que debe mandar una todos los años que desee ser invitado. Además, nos alegra informarles que quienes hayan asistido a la Escuela de Entrenamiento Ministerial o a la Escuela Bíblica para Varones Solteros, y sigan solteros y en el servicio de tiempo completo, ya pueden solicitar ir a la Escuela para Evangelizadores. ¿Es posible sentir paz si estamos pasando por pruebas muy difíciles? ¿Cómo nos cuida Jehová cuando estamos bajo mucha presión? En el siguiente video, conoceremos a hermanos que han sentido la paz de Jehová en sus vidas. Se titula Nuestros hermanos tienen paz a pesar de las dificultades: la oposición, las enfermedades, los problemas económicos y los desastres naturales. Mientras vivamos en este mundo de Satanás, todos pasaremos por situaciones que pueden robarnos la paz. Recuperar la paz puede ser difícil, pero no es imposible. En este video, escucharemos a tres hermanas y dos matrimonios que hablarán abiertamente sobre sus pruebas y lo difícil que ha sido sobrellevarlas. Pero, a pesar de todo lo que han tenido que aguantar, fíjense en sus sonrisas, en su alegría y en lo que hicieron para recuperar y mantener la paz. Pero, sobre todo, fíjense en cómo los está ayudando Jehová. El Cuerpo Gobernante sabe que muchos de ustedes están pasando por cosas parecidas a las que estos hermanos van a contarnos. Y confía en que el ejemplo de estos hermanos pueda ayudarles a ustedes a mantener la paz y a aguantar las dificultades. Por todo el mundo, los hermanos se están enfrentando a desastres naturales, problemas económicos, enfermedades y persecución. A pesar de todo, están felices y en paz. Puedo aprender mucho de ellos. Me llamo Antoinette, vivo en Las Vegas (Nevada), con mi supermamá y mi hermana, que es muy traviesa. Me encanta estar con mi familia y mis amigos. Cuando era niña, vivía con mi mamá y mi papá, y estaba muy unida a la familia de mi papá. Era muy divertido, nos queremos un montón. Yo era muy feliz. Pero ya estaba notando los efectos del cáncer. Aunque no sabíamos bien qué pasaba. Yo estaba bien, pero un día empecé a sentirme mal, ¿sabes? Cuando era niño, jugaba un juego un poco raro. Atrapaba insectos, los metía en un frasco y me los llevaba a casa. Y luego buscaba libros, como el libro del Código Penal. Los abría y empezaba a juzgar a un insecto. Hacía de investigador y de juez al mismo tiempo. Nací en una familia en la que todos, empezando por mis abuelos, o llevaban uniforme de policía o toga de juez. Por eso yo tenía un sentido de la justicia muy fuerte. Pero en 1989 mi mamá tuvo un accidente de tránsito terrible. Y se hizo quemaduras graves en la cara, las manos y el cuerpo. Y entonces mi padre, al ver cómo había quedado mi mamá, decidió abandonarnos, sí. Y creo que fue en aquel momento que mi mundo y mis ideales se derrumbaron. Cuando era pequeña quería estar con toda mi familia. Pero, cuando nos fuimos a vivir a Nueva York, por mi tratamiento, los tenía lejos. Cuando estaba en Nueva York, me sentía todo el tiempo triste, no sentía paz. Aquí, en California, estamos acostumbrados a los incendios. Pero, cuando me llamaron esa mañana para que saliera de la casa, no me imaginaba que por la tarde todo el pueblo de Paradise desaparecería. Justo antes del incendio, en una parte de la reunión se nos dijo lo que tendríamos que hacer en caso de un desastre. Yo tenía el auto lleno de gasolina, la bolsa de emergencia lista y también un mapa de donde tenía que ir. Estaba preparada. Los hermanos nos recordaron que teníamos que obedecer a las autoridades de tránsito. El guardia dijo que giráramos a la derecha, y yo no quería ir a la derecha. Pero, como nos dijeron que obedeciéramos, giré a la derecha aunque pensaba que no era una buena idea. Cada vez había más y más humo, cada vez estaba más oscuro, hasta que ya no se veía nada. Según mi mamá, yo siempre he sido una cuidadora, incluso cuando era muy pequeña. Es parte de mi personalidad. No me gusta ver sufrir a la gente, me afecta muchísimo. Recuerdo cuando empecé a trabajar como enfermera. Siempre estaba llorando. Es que, literalmente, lloraba cada día que tenía que ir a trabajar. Por un lado, me agobiaba porque era nueva y, por otro, es que estaba luchando contra la depresión. En el año 2017, yo era el tesorero de un banco de prestigio en Nicaragua. Y ya era padre de familia, tenía un niño de un año. Entonces estábamos muy felices. Pero perdí mi trabajo. Pues, yo dije: “Tengo la experiencia, y Jehová me va a ayudar a buscar otro trabajo parecido”. Y empecé a buscar, pero se me cerraban las puertas. Me sentía muy tenso, muy… Me hacía sentir inútil, como un mantenido decimos aquí. Eso era muy difícil para mí. Estos hermanos han vivido situaciones muy duras. Quizá en algún momento se sintieron como Job, cuando dijo: “Siento asco de mi vida”. Eso es algo que podríamos sentir todos. En la vida, las cosas a veces no salen como esperábamos, y eso nos puede doler mucho. ¿Significa eso que somos víctimas indefensas de nuestras circunstancias? ¡Claro que no! Por favor, presten atención y fíjense en por qué decimos que Margaret, Félix, Miguel, Nikki y Antoinette no son víctimas indefensas. Al contrario, son luchadores. Y, mientras siguen escuchándolos, vean qué cosas específicas hicieron ellos para mantener la paz. Y, por favor, piensen detenidamente en lo que pueden hacer para imitar su fe. Cuando era joven, yo me preguntaba: “Si Dios es el Juez Supremo”, ¿por qué permite tantas injusticias y sufrimiento?. Y, en mi interior, sentía la necesidad de que se hiciera justicia. Era un deseo muy fuerte que yo tenía. Y esa es la razón por la que me fui a Rusia a vivir con mi hermana. Ella había empezado a estudiar la Biblia y estaba entusiasmada con la verdad. Hablábamos durante horas, hasta la madrugada. Así fue como empezó mi amistad con Jehová. Y comencé a recordar lo que es tener un padre cariñoso. Hacía tiempo que no sentía eso. El día de mi bautismo estaba muy contenta. De repente tenía una familia espiritual enorme. Y ves que te quieren muchísimo. Me bauticé y me parecía que en mi vida ocurrían milagros, uno tras otro. Fue maravilloso. Pero entonces empezó la persecución, cuando arrestaron al hermano Christensen. Luego hubo una oleada de arrestos, y nos llegó el turno. En junio de 2018, un grupo enorme de hombres armados vino a nuestra casa. Ellos representaban los ideales que yo tenía de niño, pero estas personas… este sistema judicial ahora estaba cometiendo una injusticia contra mí. Me encontraba en una jaula, como los insectos que yo metía en un frasco. Creo que me sentía igual que ellos. El momento en el que escuchas el veredicto y te dicen que vas a ir a la cárcel es como si te golpearan en la cabeza y te dejaran inconsciente, solo oyes un zumbido en los oídos. Luego me llevaron esposado. Y la verdad es que estaba muy desanimado. Y entonces las puertas se abrieron, y ahí estaban: un montón de hermanos aplaudiendo con todas sus fuerzas. Algunos lloraban, no porque estuvieran tristes, sino porque nos querían y se sentían orgullosos. Eso es lo que siempre pasa. Cuando estás a punto de quedarte sin aire, Jehová hace algo para darte ese oxígeno que necesitas. Ese aplauso, ese cariño, esas lágrimas, esos gritos —“¡Aguanta, todo va a salir bien!”—. Eso fue como aire puro, justo lo que necesitaba para seguir corriendo la siguiente parte de la carrera. Un guardia se sorprendió tanto que me dijo: “¡Cómo te apoyan tus amigos!, ¿ah?”. Yo creo que sin amigos me sentiría muy sola. Estaría pensando todo el tiempo en mi enfermedad. Un día conocí a Marissa, en una asamblea. Ella es muy buena conmigo y muy espiritual. Cuando me llevaba al hospital, nos íbamos a comer juntas. Yo creo que la comida es algo que une a la gente, ¿verdad? Cuando hablas de comida es como “Ah, sí, hablamos el mismo idioma”. Me encantaba que me llevara ella al hospital. Es que siempre me hace reír. Me hace sentir bien, pase lo que pase. La verdad es que los amigos siempre te animan. Proverbios 17:17 dice: “El verdadero amigo ama en todo momento y es un hermano en tiempos de angustia”. Y lo he visto cumplirse en mi vida. Cuando perdí mi trabajo en el banco, me sentía muy deprimido, muy atribulado, tenso. Y yo con este amigo tengo una muy buena comunicación. Le contaba cómo me sentía. Y él me dice: “Mira, Miguel, deja de buscar el mismo perfil. Quizás lo que tengas que hacer es un ajuste en tu vida y, mientras, haces trabajos un poco más simples que no sean de oficina. Eso te va a ayudar a mantener tu ojo sencillo y no vas a dejar de traer el sustento a casa”. Aprendí al ver a mi esposa, ella hacía pan para la casa. Y un día le dije: “Yo voy a hacer ese pan, pero no lo voy a hacer para la casa. Lo voy a hacer para vender”. Entonces, ella me dijo: “¡No! ¿Estás loco?”. Era un cambio, ¿verdad? Pasar de ser una persona bancaria, de manejar mucho dinero, a vender en la calle. Y le dije: “Mira, me voy a poner este gorro”. Y me puse un gorro así como de chef. Y entonces le digo: “En menos de una hora yo regreso, venda o no venda”. Y así fue. Y, para sorpresa de ella, no regresó ni un pan. Así que ella, cuando fui a vender por segunda vez, me dice: “Vete pero ahora sin ese gorro”. Y empecé a planchar ropa a domicilio. Se miraba extraño, porque normalmente ese trabajo aquí lo hace una mujer, pero un varón que vaya a planchar ropa a una casa no se ve. Pero no me quería quedar de brazos cruzados viendo a ver qué pasa. ¡No! Tenía que poner mis manos ágiles para buscar el pan. Luego predicaba un día y otro día iba a planchar. Y al otro día a predicar y al otro día a vender pan. Entonces mi mente seguía ocupada en hacer algo, ya sea por el Reino, ya sea por mi hogar, ¿verdad? Y eso me ayudó mucho. Estaba muy triste. De verdad que necesitaba la ayuda de Jehová para entender qué me estaba pasando. Y recuerdo que en el 2009 salió un artículo que hablaba de la depresión. Y pensé: “Bueno, Jehová, me estás diciendo que esto es lo que tengo. Así que ya sé lo que me pasa. Lo que tengo que hacer es aprender a sobrellevarlo”. Entonces cambié mi alimentación, empecé a hacer más ejercicio. Y me di cuenta de que tanto una dieta sana como el ejercicio son muy muy importantes. También hice un cuaderno, lo dividí en diferentes secciones con aspectos de la depresión que tenía que tratar. En cada sección escribía textos bíblicos, ponía artículos. Y pegaba dibujos, imágenes que dicen muchísimo sin usar ni una palabra. Jehová nos escucha, él se preocupa por nosotros. Cuando llevaba un tiempo en prisión, me cambiaron a otra zona. Allí había presos que seguían las órdenes de los investigadores. Ellos hacían todo lo posible por que tu vida fuera insoportable. Y ¿por qué hacían eso? Para derrumbarte. Lo hacen para que la gente colabore y confiese. Y hay quienes confiesan para que los lleven a otra zona de la cárcel. Salmo 37:3: “Confía en Jehová y haz el bien”. Le decía a Jehová: “Por favor, Dios mío, ayúdame a ser leal”. Mis oraciones eran muy sencillas. En realidad, solo tenían dos palabras: “¡Jehová, ayúdame! ¡Jehová, ayúdame!”. Y, aunque los otros presos me trataran mal, yo intentaba tratarlos bien a ellos. Estas personas hacían que tu vida fuera insoportable. Pero, cuando los tratabas bien, ellos se ablandaban y te trataban mejor. Cuando estaban a punto de trasladarme a otra área, un preso, que era el que controlaba aquella zona, me llamó, y me dijo: “Siéntate conmigo”. Me senté, y me dijo: “Si a alguien se le ocurre tocarte, dile que se las verá conmigo”. Y dijo: “¡Saquen sus cosas!”. Se lo dijo a los demás presos. Las puertas se abrieron y los guardias vieron cómo un montón de presos estaban agarrando mis cosas y colocándolas en el pasillo. Yo no tuve que sacar ni una cosa. El guardia cerró mi celda y, antes de irme, los presos se despidieron y hasta me abrazaron. Y me dijeron: “Aguanta, todo va a salir bien”. Volvieron a sus celdas, y el guardia me preguntó: “Oye, ¿cuánto tiempo estuviste aquí?”. Y le dije: “Tres semanas”. Y dijo: “Normalmente, la gente sale de aquí llena de golpes, y son los presos los que los echan de la celda. Y tú tienes que cargar tus cosas, eso si los presos no las han arrojado antes”. Él no podía creer lo que estaba pasando. Fue Jehová. El ejercicio, llevar una dieta saludable, las publicaciones y el cuaderno… todo eso me ayudó mucho durante bastante tiempo. Fue como un salvavidas. Pero llegó un punto en el que todo aquello ya no funcionaba tanto. Recuerdo que me preparaba para ir a la reunión. Y yo estaba bien, pero, cuando estaba a punto de salir por la puerta, no podía. Me invadía una angustia, me invadía una tristeza que me sentía sobrepasada, era demasiado. Y me venía abajo, me ponía a llorar… y es que no podía controlarlo, era imposible. Estaba mal, fatal. Tenía una depresión muy grande. Me costaba mucho decirles a los ancianos que necesitaba ayuda. Pero en aquel momento me di cuenta de que, si no lo hacía, podía pasar algo peor. Así que pensé: “¿Sabes qué? Voy a pedirles una visita de pastoreo a los ancianos”. Porque no tenían ni idea de mi depresión, no sabían nada. Esa fue la primera vez que hablé con ellos. Y resulta que uno de los hermanos, uno de los ancianos, también sufría de depresión. Y él me sugirió: “¿Has pensado en comentárselo a un médico?”. Yo no quería ir a un médico de ninguna manera. Pensé que no lo necesitaba, pero a veces uno llega a un punto en el que necesita que lo ayuden, porque tú solo ya no puedes. A mucha gente le parece que es algo malo, que es vergonzoso decir que uno tiene depresión, y que no hace falta ir al médico por eso, que no es necesario. Pero yo me di cuenta de que, si quería seguir sirviendo bien a Jehová, tenía que buscar la ayuda de un profesional. Esa era mi responsabilidad. No todo el mundo tiene que dar ese paso, pero yo tuve que hacerlo. Y puedo decir que estoy muy contenta de haberlo hecho, porque no me he sentido así de bien en toda mi vida. Alrededor de un año después nos liberaron. Pero mi esposa y yo sabíamos que podía volver a la cárcel. Así que teníamos que aprovechar todo el tiempo que tuviéramos al máximo. ¿Qué fue lo que hicimos? Salmo 119:165: “Los que aman tu ley disfrutan de abundante paz”. Leíamos la Biblia, hacíamos la adoración en familia y orábamos juntos. Eso fue lo que hicimos los cuatro meses que estuve libre. Entonces me condenaron a tres años de prisión. Cuando me dijeron que ya no tenía cáncer, estaba supercontenta, muy feliz. Y pensé: “Bueno, por fin puedo hacer las cosas que hacen los niños de mi edad. Ya no voy a estar preocupada ni a tener miedo”. Desgraciadamente, el cáncer volvió. Y, básicamente, ahora en mi situación, ya no hay nada más que hacer. Y están esperando a que pase lo que tenga que pasar… y, nada, ya está. De acuerdo con lo que dice Efesios 4:26, tenía que asimilar la noticia y darme tiempo para estar triste y enojada. Tienes que sacar esos sentimientos, no te los guardes. Pero puedes controlar lo que piensas, lo que haces. La verdad es que he estado enferma la mayor parte de mi vida, pero aprendí a cambiar el chip. No me centro en mí todo el tiempo. Pienso en otros y en sus problemas, que son diferentes pero duros también. Leo las noticias de jw.org, por ejemplo, las de los hermanos de Rusia. Oro mucho por ellos porque están sufriendo mucho. “Hay más felicidad en dar que en recibir”. Y en nuestra situación ha sido así. Y hasta diría que dar te ayuda a aliviar el dolor. Si solo te centras en ti mismo, el dolor empeora. Pero, si te centras en los demás y en sus problemas, tu dolor es menor. ¡Holaaa! ¡Hola! Antoinette, cuando me dijeron que íbamos a hablar tú y yo, me puse muy contento. Y yo también. Cuando los hermanos me dijeron que nos íbamos a ver, me emocioné mucho. Muchas gracias por las oraciones que haces por los hermanos de Rusia. Valen mucho. Eres un ejemplo para nosotros. Gracias. Es muy bonito que me digas tú eso. Los dos hemos pasado por cosas muy difíciles. Seguro que estar en la cárcel fue superduro. ¿Sabes, Antoinette? En la cárcel, los hermanos tenían un dicho: “Si te preguntas ‘¿hay algo peor que esto?’, no tienes que esperar mucho para averiguarlo”. En otras palabras, cuando piensas “no puede haber nada peor”, está a punto de pasarte algo peor. Y, cuando nos dijeron la sentencia, pensamos: “Ya está. Esto es lo peor que podía pasar”. Y, por supuesto, había algo peor. Al llegar a la cárcel nos golpearon y nos humillaron durante horas. Pensamos: “¿Hay algo peor que esto?”. Al día siguiente nos dijeron: “¡Todos ustedes, a la celda de castigo!”. Y pensamos: “Ya está, no hay nada peor que esto”. Al principio pusieron a los pacientes con COVID en una zona, y luego en otra, y al final todo el hospital estaba lleno de pacientes con COVID. Esa fue una de las peores cosas que he vivido como enfermera en todos los años que llevo ejerciendo. Y muchos de mis compañeros murieron. Estaban en la primera línea de batalla, igual que yo. Se esforzaron mucho. Perdimos a muchas personas buenas. Es verdad, yo tenía mi tratamiento para la depresión, te ayuda, pero no te la quita del todo. Y dices: “Pero ¿esto qué es? No puedo salvar a nadie, no puedo ayudar a nadie”. Fue horroroso, en serio, fue algo devastador. ¿Alguna vez se ha sentido como Félix cuando se preguntaba “¿Hay algo peor que esto?”? Aun así, una persona espiritual puede ver los problemas como oportunidades para confiar en Jehová. Mientras ven la última parte de este video, fíjense en cómo Jehová fortaleció a estos hermanos y en cómo ellos se acercaron todavía más a él. Piense en sus propios problemas y en cómo Jehová lo ha ayudado a enfrentarse a ellos. Y tenga la completa seguridad de que él seguirá haciéndolo. Y entonces decidí que iba a dejar de preguntarme “¿Hay algo peor que esto?”. Le pedí a Jehová que me ayudara a aguantar y a ser feliz ese día, nada más, ese día. Y, en momentos así, yo le oro a Jehová, le explico cómo me siento y le suplico que me ayude y que me dé paz. Siempre hablo con Jehová de manera cercana y sincera, pero nunca como cuando estaba allí tan sola. Me di cuenta de que me iba a morir. Le dije a Jehová que si veía algo bueno en mí que, por favor, me resucitara, que me encantaría estar en el nuevo mundo y volver a ver a mi esposo y a mis hijos. Y le di las gracias por la vida que había tenido. Y sentí una paz como la que no había sentido nunca. Entonces me di cuenta de que fue Jehová quien me sacó de allí. La obediencia, hacer lo que nos dijeron… venía de Jehová, era así de sencillo. Le di algo que pudiera bendecir, y quizá eso me salvó. Yo nunca he querido ser una carga para nadie, pero vinieron hermanos de todo el país a trabajar en mi casa y en las de otros hermanos. Me hicieron sentir querida, me hicieron sentir amada. Ver que Jehová se preocupa tanto por mí, creo que yo no me lo merezco. Y todos esos hermanos aquí cuidando de mí… y los miras y piensas: “Soy parte de esta organización, tengo que mejorar, ser como ellos y hacer felices a los demás”. Cuando puedo ayudar a alguien que también tiene depresión, siento que Jehová me está usando de algún modo. Y la verdad es que me hace muy feliz saber que soy útil para Jehová. Me encanta esa sensación de sentirte bien de nuevo, de ser feliz otra vez, de volver a sonreír, de poder disfrutar de las cosas pequeñas, de la creación de Jehová. O sea, me alegro mucho de estar viva. Así que… sí, eso siento. Ahora tengo un trabajo estable. Es en una ferretería. Y me siento más tranquilo. Las adversidades me han hecho más fuerte, y sobre todo mi relación con Jehová se ha hecho más fuerte. Pero sigo haciendo pan, y yo soy el que plancha la ropa en casa. Un día, me enteré de que me iban a deportar. Recuerdo que, cuando salí del tren, me sacaron por la puerta trasera de la estación. Pero mi esposa estaba en la entrada principal. Ella estaba con el teléfono y no podía verme, porque estaba mirando a la entrada principal. Tiré mi maleta y corrí hacia ella. Yevguenia vio de reojo a alguien corriendo. Se sorprendió, hasta se asustó. Y allí estaba yo abrazando a la persona a la que más amo. Fue uno de los días más bonitos de mi vida. ¡Hola! Privet. ¡Hola! Cuando me enteré de que estabas orando por nosotros y por todos los hermanos de Rusia, a Félix y a mí nos animó mucho. Para mí eres todo un ejemplo. Lo mencionamos ayer en la oración. Félix dijo que tú nos has puesto el ejemplo de lo que tenemos que hacer para demostrar que amamos a los hermanos. Te queremos muchísimo. —Chao. —Adiós. —Me encantó conocerlos. —Chao. Sé que mi cáncer no tiene cura. La solución está en el nuevo mundo. ¡Esa es la cura! Me gusta imaginar… Cuando llegue ese momento, ¿qué estaré haciendo? Seguro que voy a estar saltando de alegría porque no tendré cáncer. Y voy a comer todo lo que no he podido probar todavía. Tendré muchísimos animales y voy a hacerme una casa. Bueno, tendré que aprender primero. Tener paz ahora no significa no estar enfermo o no estar en peligro o no ser perseguido o no tener problemas económicos. Lo que te da paz ahora es obedecer lo que Jehová dice, orar a Jehová constantemente, meditar en la Palabra de Dios y en sus promesas. Tener buenos amigos a tu lado también te da paz. Y tener sentido del humor. Lo que aprendí de todo esto es que la paz no viene de afuera, no depende de lo que esté sucediendo. Aprendí que la paz está en el interior y que es Jehová quien te la da. Estos ejemplos que acabamos de ver son de personas normales con “los mismos sentimientos que nosotros”. Pero ellos sintieron paz incluso cuando pasaron por pruebas muy difíciles. ¿Cómo lo lograron? Cuando Miguel perdió su trabajo, siguió centrado en servir a Jehová. Además, estuvo dispuesto a hacer trabajos humildes para mantener a su familia. Margaret estaba preparada para un desastre natural. Y, cuando sintió mucha angustia, le abrió su corazón a Jehová. Para afrontar la depresión, Nikki buscó información en nuestras publicaciones y les pidió ayuda a los ancianos. Aunque se enfrentó a una persecución brutal, Félix trató bien a quienes lo maltrataban. Él sabía que actuando de esa manera demostraría ser un buen cristiano. Y nuestra querida Antoinette, a pesar de su enfermedad, no se centra en ella misma, sino en ayudar a los demás. Y, como ella dice, la cura para ella —igual que para todos nosotros— es el Reino de Dios. Si usted está pasando por una prueba, céntrese en lo que sí pueda controlar, ayude a los demás, sea agradecido y apóyese en Jehová y en su organización. Y, si no está pasando por pruebas difíciles, prepárese para cuando lleguen fortaleciendo su amistad con Jehová. No se angustie, el miedo a lo que pudiera pasar a menudo es peor que la propia prueba. Confíe en Jehová. Y no olvide que él jamás abandona a sus amigos. Los hermanos y hermanas a los que acabamos de escuchar son grandes amigos de Jehová. Les damos las gracias por participar en estas entrevistas. También les damos las gracias a todos los hermanos que trabajan en los hospitales. Ellos han dado la milla extra durante esta pandemia. Santiago 5:11 dice: “Consideramos felices a los que han aguantado. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto lo que al final Jehová hizo por él, así que saben que Jehová es muy cariñoso y misericordioso”. Las bendiciones que recibimos cuando aguantamos una prueba nos dan fuerzas para el futuro y nos ayudan a ser la clase de personas que Jehová quiere que seamos. La paz interior y la felicidad que sentimos son un regalo de Jehová. Estos hermanos de distintas partes del mundo nos recordaron que no debemos dudar nunca de que nuestro maravilloso Padre celestial bendecirá a todos los que lo aman. Les damos las gracias a los hermanos que fueron entrevistados por sus comentarios tan sinceros. Podemos aprender muchas lecciones de sus experiencias. Las historias que contaron demuestran que podemos seguir sintiendo paz aunque estemos pasando por pruebas difíciles. Jehová siempre ayuda y cuida a sus siervos leales. Llegó el momento del discurso de bautismo. Animamos a los que se van a bautizar a prestar mucha atención. ¿Por qué andar por el camino de Jehová conduce a la paz? ¿Qué tenemos que hacer para no salirnos de ese camino? Escuchemos con atención al hermano William Turner, ayudante del Comité de Servicio, en el discurso “Sigan andando ‘por el camino de la paz’ ”. Cuánta alegría nos da, queridos candidatos al bautismo de todo el mundo, estar con ustedes hoy, en esta ocasión tan especial. Ya han tomado la decisión más importante que se pueda tomar: dedicarle su vida a Dios. Y hoy están aquí para demostrarlo. Sus circunstancias son diferentes. Algunos de ustedes conocen a Jehová desde niños, pero tuvieron que cultivar su propia amistad con él. Y otros están dando este paso aunque llevan menos tiempo conociendo a Jehová. Pero, sea como sea, esto ha sido como un viaje, una especie de camino que han tenido que recorrer hasta este punto. De hecho, la Biblia también compara la adoración pura a un sendero, a una ruta, a un camino por el que debemos andar. En Hechos 9:2 vemos que, cuando se estableció la congregación cristiana, los discípulos de Jesús usaban la expresión “el Camino” para referirse a su nueva forma de adorar a Jehová. Entendieron que, al bautizarse como cristianos, su nueva forma de adoración —o camino— tendría que influir en todo aspecto de su vida. Y en su caso debe ocurrir lo mismo. Esto se ve claramente en lo que dice la Biblia en la Carta a los Efesios. Vamos a buscar, por favor, Efesios 4:22-24: “Aprendieron que deben quitarse la vieja personalidad, que se corresponde con su comportamiento anterior y que se va corrompiendo debido a los deseos engañosos de ella. Deben seguir renovando su forma de pensar y deben ponerse la nueva personalidad que fue creada según la voluntad de Dios, de acuerdo con la justicia y la lealtad verdaderas”. Igual que los cristianos del siglo primero, ustedes aprendieron la verdad acerca de Jehová, y todo lo que aprendieron los ha motivado a bautizarse. Ustedes han hecho lo que todos los siervos de Dios: se han quitado la vieja personalidad. Pero hay otra cosa más. Deben hacer lo que dice el versículo 23, “seguir renovando su forma de pensar”. La mente, nuestros pensamientos…, debemos cuidar las cosas que pensamos. Fíjense que la nota de ese versículo dice que eso también se puede traducir como “la fuerza que impulsa su mente”, o de manera literal, “el espíritu de su mente”. ¡Qué interesante! Por ejemplo, a veces, para describir a alguien, decimos que tiene un espíritu positivo. Y, para describir a otra persona, decimos que tiene un espíritu negativo. Estamos hablando de su forma de pensar, de cómo es esa persona, de sus pensamientos, de sus motivos…, de lo que impulsa a esa persona a hacer las cosas que hace. Todos los siervos bautizados de Jehová tenemos una meta muy importante en común: que nuestra forma de pensar esté en armonía con la de Dios. Eso no siempre es fácil; requiere tiempo y mucho esfuerzo. Los que andan por el camino de la paz suelen encontrar obstáculos. Y para permanecer en el camino tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios. Quizás también seamos perseguidos, como les ocurrió a los cristianos del siglo primero. Pero, si seguimos andando en el camino de Jehová, seremos felices y él nos bendecirá. En Lucas 1:79, Jehová nos asegura que va a “guiar nuestros pies por el camino de la paz”. Cuánto nos tranquiliza eso, ¿no? Así que estamos muy emocionados. Muy emocionados de que ustedes hayan emprendido este viaje. Y no olviden que hay unos ocho millones y medio de Testigos en este mismo camino. Hoy, es un honor darles la bienvenida al camino de Jehová, darles la bienvenida al camino de la paz, un camino que lleva a la vida. En este discurso vamos a responder tres preguntas. 1) ¿Por qué es importante que no nos rindamos al andar en el camino de la paz? 2) ¿En qué sentido nos da paz ir por este camino? 3) ¿Qué debemos hacer para seguir andando en el camino de la paz? Respondamos la primera pregunta: ¿por qué es importante que no nos rindamos al andar por el camino de la paz? Encontramos la respuesta en 2 Corintios 4:16-18. Allí dice: “Por lo tanto, no nos rendimos. Aunque la persona que somos por fuera vaya desgastándose, la persona que somos por dentro sin duda va renovándose cada día. Porque, aunque las dificultades son momentáneas y livianas, producen en nosotros una gloria de una grandeza cada vez más extraordinaria, una gloria eterna, mientras mantenemos la vista fija en las cosas que no se ven, y no en las cosas que se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. ¿Ven por qué no nos podemos rendir? Porque, como testigos de Jehová, se espera que siempre estemos activos, que andemos en el camino de la paz. Ustedes ya han demostrado que no se rinden, que quieren agradar a Jehová y que se han esforzado por ser parte de su pueblo. ¿Y por qué? Porque aman a Jehová. Y, si piensan en la vida eterna y feliz que tendremos en el nuevo mundo, veremos que todas las dificultades de hoy son “momentáneas y livianas”. A partir de hoy tendrán una amistad especial con Jehová. No dejen que nada ni nadie ponga en peligro esa amistad. Debe ser algo muy valioso para ustedes, porque es una amistad para toda la vida. Así que sigan andando por el camino de la paz. Piensen en lo maravilloso que es tener a Jehová como amigo, guiando sus pasos. Si nunca se rinden y aguantan cualquier prueba, seguirán contando con la bendición de Jehová. Y estamos seguros de que lo harán. Para ver cómo esto sí es posible, a continuación, hablaremos con la hermana Indira Alfonso. Ella se bautizó en el año 2006 y actualmente sirve con su esposo en el Betel de Warwick. Hermana Alfonso, ¿puedes contarnos, por favor, cómo llegaste hasta aquí, es decir, cómo te hiciste testigo de Jehová? Nací en Cuba, pero mi mamá y yo nos mudamos a Estados Unidos. Aunque tenía 9 años, para mí era importante buscar a Dios, así que cada vez que nos mudábamos visitaba las Iglesias de la zona y hasta me bauticé en algunas religiones. A los 11 años, mi mamá me dejó mudarme con mi tía, que era testigo de Jehová. Y entonces ella le preguntó a mi madre si me dejaba estudiar la Biblia con una precursora, y ella dijo que sí. ¡Qué bien! Qué bueno que desde que eras una niña querías conocer a Dios. Pero, durante todo ese tiempo que pasó antes de que te hicieras Testigo, ¿pasaste por alguna prueba que te desanimara? Sí, claro que sí. La verdad es que hice cambios muy rápidos y dejé de celebrar las fiestas y de usar imágenes. Pero mi madre no entendía aquellos cambios y se le hacía difícil aceptarlos, tenía miedo de que me hubieran lavado el cerebro. Así que, después de unos meses, me obligó a volver a casa con ella, y por eso tuve que dejar de estudiar y de asistir a las reuniones. Poco después, empecé a juntarme con gente que influyó en mi manera de hablar y de comportarme. Me afectó tanto que hasta empecé a celebrar mi cumpleaños de nuevo. Sentía que en vez de acercarme a Jehová me estaba alejando de él. Seguro que eso fue muy difícil. Entonces, ¿qué te ayudó a no rendirte y a seguir andando en el camino de la paz? Me ayudó mucho el texto de Mateo 10:37, donde Jesús dijo: “El que quiere más a su padre o a su madre que a mí no es digno de mí”. Me di cuenta de que estar en paz con Jehová podía implicar no estar en paz con mi familia. Pero sabía que, para que mamá aceptara la verdad, yo tenía que andar en el camino de Jehová y no rendirme. Por eso, una noche, llorando le pedí a Jehová que me perdonara y que me ayudara. Y, sin darme ninguna explicación, unos días después, mi madre me envió a vivir de vuelta con mi tía. Así que volví a estudiar la Biblia y un año después, a los 15, me bauticé. ¡Qué bien! Se ve que Jehová te escuchó y contestó tu oración. Y, desde entonces, ¿sientes que Jehová ha seguido guiando tus pasos? Una buena amiga me ayudó a ver que tenía que hablarle a mi mamá de otra forma. Así que un día la llamé y le dije que la quería mucho y que la valoraba, y que quería que nos lleváramos mejor. Le expliqué que nunca había dejado de quererla, pero que ahora mi amor por Jehová estaba en primer lugar. Aquella conversación fue un antes y un después. Ahora conversamos más y entiende mucho mejor por qué decidí hacerme Testigo. Ver cómo Jehová guía mi vida hace que esté más decidida a seguir andando en el camino de la paz. Muchísimas gracias, hermana Alfonso, por tus comentarios y por el buen ejemplo que nos pones. Vamos a ver el segundo punto: ¿en qué sentido nos da paz andar por el camino de Jehová? Para responder, vamos a comparar el recorrido que han hecho hasta hoy, el día de su bautismo, con un camino o una carretera. Y al hacer esta comparación encontraremos muchas cosas parecidas. Por ejemplo, los dos caminos tienen límites, un propósito y un destino. Empecemos hablando de los límites. En un camino podemos ver señales de ceda el paso, o prohibido el paso, o barreras a la orilla del camino, o líneas que nos ayudan a permanecer en nuestro carril. Todas esas cosas son límites, y esos límites están allí para protegernos, porque, si no les hacemos caso, podríamos resultar heridos o perdernos. Nos gustaría decirles que ahora, después de su bautismo, no van a tener nunca ningún problema y que, a partir de este momento, el resto de su vida será como un camino de rosas. Pero la realidad es que su fe se pondrá a prueba y habrá retos. El Diablo se encargará de eso; se asegurará de que se sientan tentados a hacer lo que está mal. Él va a hacer todo lo posible por dañar su amistad con Jehová. Pero estamos seguros de que no lo logrará. Les va a ir muy bien y evitarán los peligros si se mantienen dentro de los límites del camino de Jehová. ¿Y cómo pueden hacer eso? Deben seguir aprendiendo sobre las leyes y los principios de Jehová, y obedecerlos. Su obediencia no solo los protegerá, también tendrán una conciencia limpia. Y, como resultado de eso, paz interior. Un camino o carretera y el camino a la vida también se parecen en otra cosa: los dos tienen un propósito. Miren, cuando tomamos una carretera, no sería muy normal entrar allí y quedarnos detenidos sin movernos, solamente para mirar a las personas que pasan o a los vehículos que circulan por ahí. No, estamos ahí por algo. El propósito de un camino es ayudarnos a avanzar, llevarnos de un lugar a otro. De manera parecida, estar en el camino de la paz nos ayuda a avanzar en sentido espiritual, a progresar de manera constante. Claro, hay muchas maneras de progresar, de acercarnos más a Jehová. Una forma en la que todos podemos avanzar es cultivando cualidades espirituales, cualidades que le agradan a Jehová. Vamos a ver un ejemplo de eso en Gálatas 6:10. Dice: “Por eso, mientras tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe”. Como vimos, algo que todos podemos hacer es buscar formas de hacer cosas buenas por los demás, sean testigos de Jehová o no. Por ejemplo, la pandemia nos ha dado muchas oportunidades de ayudar a los demás. Hemos estado pendientes unos de otros y hemos distribuido comida y otras cosas. Y piensen en lo que hacen nuestros hermanos una y otra vez para ayudar a los que sufren por los desastres naturales. Piensen unos minutos en las personas que tienen alrededor. ¿Qué cosas buenas podrían hacer por ellas? ¿Qué creen? ¿Hay alguien que necesite un favor o comida? ¿Pueden pensar en alguien que esté triste y necesita quizás que lo animemos? ¿Conocemos a alguien a quien se le haya muerto un ser querido que necesite que lo consolemos o simplemente un hombro para llorar? Así que demostrar cualidades que le agradan a Dios, como la compasión, la bondad, la hospitalidad o la generosidad, eso va a hacer que sientan que Jehová los está recompensando o bendiciendo. Y Jehová se sentirá muy contento porque demostrarán que su propósito al andar por el camino de la paz no es solo salvarse a sí mismos, sino ayudar a los demás. Veamos la tercera similitud entre un camino o carretera y el camino a la vida. ¿Cuál es? En ambos casos tenemos un destino, un lugar al que queremos llegar. Cuando vamos por un camino, en algún momento llegamos a nuestro destino. Y, como testigos de Jehová, nuestro viaje, el camino que recorremos, nos lleva a nuestro destino: disfrutar de la paz y la amistad de Dios para siempre. Es cierto que ya queremos estar en el nuevo mundo, pero incluso ahora podemos tener las bendiciones y la paz interior que vienen cuando le servimos a Jehová toda la vida. Ahora vamos a entrevistar a la hermana Gloria Herd. La hermana Herd lleva más de 70 años bautizada y ha disfrutado de una vida maravillosa en el servicio especial de tiempo completo junto a su esposo, el hermano Samuel Herd, del Cuerpo Gobernante. Hermana Herd, Jehová te ha dado muchas bendiciones maravillosas, pero sabemos que en el camino te has enfrentado a muchas dificultades. ¿Qué es lo que te ha ayudado a mantener tu paz interior durante todos estos años en los que has tenido asignaciones tan diferentes? He aprendido que, cuando Jehová nos asigna una tarea, también nos da lo que necesitamos para cumplirla. Los superintendentes viajantes y sus esposas me han enseñado mucho. Para mí es un honor trabajar con estos hermanos tan fieles, y algunos de ellos nos visitaban a mi familia y a mí cuando era una niña. Ver su lealtad, lo felices que eran y la paz interior que tenían me hizo mucho bien. Aprendí mucho de todos ellos y tomé la decisión de seguir su buen ejemplo. Sí, la ayuda de otros es muy valiosa. ¿Qué otras cosas te han servido? Otra cosa que me ha ayudado a tener paz es orarle mucho a Jehová. Muchas veces teníamos muy poco dinero, o incluso nada, pero nunca nos faltó qué comer y nunca nos perdimos ninguna reunión ni asamblea. Algo que he aprendido es que no necesitamos dinero para que Jehová nos bendiga. Él escucha nuestras oraciones, las contesta, y uno siente como si su respuesta cayera del cielo. ¡Cuánto poder tiene la oración! Gracias por mencionarlo. Ahora, dinos: ¿cómo te ha ayudado a mantener la paz con otros andar en el camino de la paz? He trabajado y he vivido con muchas hermanas, y todas eran muy diferentes. He tenido que aplicar las palabras de Romanos 12:18, que dice que, hasta donde dependa de mí, viva en paz con todos (y todas). Así que, para mantener la paz, algunas veces he tenido que adaptar mi personalidad. Por ejemplo, en una de aquellas ocasiones, llegamos a casa de una hermana un martes. Y algo de lo que le dije la molestó mucho, y se enojó conmigo. Pensé: “No voy a echarle más leña al fuego, porque tenemos que estar juntas toda la semana”. Así que decidí que era mejor que ella viera por mi conducta que me había malinterpretado. Así que pasaron los días y la tensión fue disminuyendo. Y el lunes, cuando nos íbamos, ya éramos muy buenas amigas, me dio un fuerte abrazo y nunca más volvimos a hablar del tema. Se ve que resolviste muy bien la situación. Está claro que eres una mujer muy espiritual. Por último, ¿cómo te ha ayudado a tener paz con Dios andar en el camino de la paz? Bueno, cuando ves que Jehová te está ayudando una y otra vez, sientes que tienes su aprobación. Ahora que Sam y yo ya somos mayores, hemos visto que Jehová nos ha concedido el deseo que teníamos por muchos años, la meta de servir en Betel. Y estoy convencida de que, mientras le sea leal a Jehová, él continuará dándome paz. Y nosotros también estamos seguros de eso. Muchísimas gracias, hermana Herd. Gracias por tus comentarios tan animadores y por todo lo que nos has contado. Hablemos ahora del último punto. ¿Qué debemos hacer para seguir andando en el camino de la paz? Volvamos al ejemplo del camino. Cuando vamos por la carretera, a veces tenemos que ir adaptándonos si encontramos algunos obstáculos en el camino o si hay mal tiempo. De modo parecido, a medida que ustedes avancen por el camino de la paz, tendrán que ir ajustando su manera de pensar y actuar cuando sea necesario. Hace poco, un viajante dijo algo interesante sobre nuestros pensamientos y nuestra actitud ante las cosas. Dijo que podían ser como una cárcel o como un pasaporte. Nuestros pensamientos y acciones pueden ser como una cárcel si nos hacen sentir atrapados, o como un pasaporte si nos ayudan a llegar adonde queremos llegar. Pues nosotros queremos estar y permanecer en el camino de la vida. Así que tenemos que asegurarnos de hacer todos los cambios necesarios en nuestros pensamientos y nuestras acciones para no quedarnos atrapados, para avanzar en sentido espiritual. ¿En qué cosas es posible que necesitemos hacer cambios? Fíjense en lo que dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 13:11: “Por último, hermanos, sigan alegrándose, corrigiéndose, aceptando el consuelo, teniendo la misma forma de pensar y viviendo en paz, y así el Dios de amor y de paz estará con ustedes”. ¿Observaron tres áreas en las que podemos hacer ajustes, según dijo el apóstol Pablo? En primer lugar, dijo: “Sigan alegrándose”. Si permiten que las preocupaciones de la vida les angustien demasiado, pueden perder la paz y la alegría. Así que, para que eso no suceda, ¿por qué no se enfocan en cosas que los hagan sentir felices y no tristes? Por ejemplo, si no se sienten bien o tienen un dolor crónico, ¿por qué no meditan en la promesa de Dios de que nadie dirá “estoy enfermo”? Si hay alguien que se opone a sus creencias, recuerden que tienen una familia espiritual, una hermandad que los apoya y que ora por ustedes, y que la organización nos cuida para que estemos fuertes. O, si los desanima lo que pasa en el mundo, pueden alegrarse si piensan que ustedes tienen una esperanza para el futuro, ustedes saben lo que va a pasar y saben el maravilloso futuro que les espera. El punto es que no permitan que los pensamientos negativos sean un obstáculo para su progreso espiritual. En vez de eso, hagan todos los cambios necesarios para seguir avanzando y para seguir alegrándose. Veamos una segunda área en la que podemos hacer ajustes. Pablo dijo: “Sigan […] teniendo la misma forma de pensar”. En el siglo primero, algunos miembros de la congregación estaban promoviendo ideas apóstatas. Y otros planteaban ideas que no necesariamente eran antibíblicas, pero eran polémicas y causaban divisiones. Eso provocaba discusiones sobre cosas de poca importancia y creaba un mal ambiente en la congregación. Entonces, ¿qué nos puede ayudar a nosotros a seguir el consejo de Pablo? Recuerden lo que él mismo dijo en 2 Timoteo 2:23: “Rechaza los debates tontos y sin sentido, pues sabes que provocan peleas”. Obviamente, cuando algo está en contra de las leyes de Dios, lo rechazamos de inmediato. Pero, si no se pasa por alto ningún principio bíblico, lo mejor sería que no tratáramos de imponer nuestras opiniones. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para no empezar ni participar en discusiones que puedan acabar con la paz de la congregación. Veamos una tercera área que Pablo menciona en el versículo 11. Él aquí dijo: “Sigan […] viviendo en paz”. Piensen en las hermanas que entrevistamos hace un rato, ¿recuerdan lo que ellas hicieron? Ellas se enfrentaron a situaciones que amenazaban la paz. Pero le hablaron a Jehová sobre el asunto. También pensaron en textos bíblicos que pudieran ayudarlas y reflexionaron en cómo esos textos podían servirles en su situación en particular. Eso no solo las ayudó a conservar su paz interior, sino a conservar la paz con los demás. Por eso, ¡demuestren sus cualidades espirituales! Sigan promoviendo la paz. Y sean cariñosos y generosos con todos, especialmente con sus familiares cercanos, tanto si son Testigos como si no lo son. Para concluir queremos recordarles a ustedes, los que se van a bautizar, que el día de hoy no solo marcará el resto de su vida, sino también su relación con Jehová. Así que reflexionen en lo importante que es este día. Estamos orgullosos de ustedes. Nunca se van a arrepentir de la decisión que han tomado: dedicarle su vida a Jehová. Pero no olviden esto: tienen que seguir adelante, el camino no se ha terminado, en realidad acaba de empezar. Así que les pedimos que hagan todo lo posible por seguir en el camino a la vida. Recuerden lo que hemos aprendido hoy. Primero, nunca se rindan, no abandonen el camino de la paz; su vida depende de eso. Dejen que Jehová guíe sus pasos. Segundo, no se salgan de los límites de este camino. Recuerden, caminan con un propósito, y eso los va a llevar a su destino: disfrutar de paz y amistad con Dios para siempre. Y, por último, sigan ajustando sus pensamientos, sus actitudes y sus acciones para que puedan mantener la paz con Jehová y con los demás. Si siguen haciendo estas cosas, no solo van a tener paz, pues como dice al final de 2 Corintios 13:11: “El Dios de amor y de paz estará con ustedes”. Nunca olviden esta promesa, es una promesa que Jehová les hace a todos los que andan por el camino de la paz. Gracias, hermano Turner. Al igual que el año pasado, los preparativos para el bautismo pueden variar. Los ancianos de cada congregación han hecho planes, de acuerdo con las circunstancias locales, para que los candidatos puedan bautizarse después de que concluya esta sesión. Le damos gracias a Jehová por el alimento espiritual tan oportuno que hemos recibido en esta sesión. En la siguiente sesión, veremos cómo evitar algunas cosas que pudieran acabar con la paz. También aprenderemos qué podemos hacer para promover la paz. Y veremos la primera parte de la producción audiovisual. Ahora vamos a cantar juntos la última canción de esta sesión, la canción 54, “Este es el camino”. Después de la canción, pueden hacer una oración de conclusión. Canción 54.
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Sábado mañana (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Les damos una cordial bienvenida a todos. En esta sesión, que corresponde en el programa al sábado por la tarde, aprenderemos qué puede hacer cada uno para buscar la paz con los demás. Comenzaremos la sesión con un video musical. El video nos animará a dar la bienvenida a quienes se unen a la hermandad mundial donde reina la paz. ¡Que lo disfruten! Cantemos juntos la canción 29, titulada Hagamos honor a nuestro nombre. Canción 29. A veces, la imperfección podría perturbar tanto nuestra paz como la de otras personas. En esta serie de discursos, analizaremos qué cosas tenemos que evitar para poder estar en paz con los demás. Escuchemos el discurso del hermano Harold Corkern, ayudante del Comité de Publicación: “Evitemos las cosas que destruyen la paz: Presumir de lo que no debemos”. ¿Qué nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra evitar? Quizá pensemos en cosas con las que tenemos que tener cuidado: algo malo, un peligro, una trampa… ¿Y qué tuvimos que evitar para ser cristianos? En Efesios 4:22 vemos algo que tuvimos que evitar, algo que tuvimos que quitar de nuestra vida. Leamos Efesios 4:22: “Ustedes aprendieron que deben quitarse la vieja personalidad, que se corresponde con su comportamiento anterior y que se va corrompiendo debido a los deseos engañosos de ella”. Así que tuvimos que quitarnos la vieja personalidad. Pero, una vez que nos la quitamos, hay que evitar ponérsela otra vez. Por eso, en el versículo siguiente, en el versículo 23, Pablo nos dice algo que debemos hacer: “Deben seguir renovando su forma de pensar”. Como la vieja personalidad tiene características que pueden destruir la paz, es muy importante que no volvamos a ponérnosla. En esta serie de discursos veremos cinco cosas que pueden destruir la paz y que debemos evitar. En cada discurso se explicarán tres puntos: 1) definiremos un elemento que puede acabar con la paz, 2) explicaremos por qué ese elemento puede destruir la paz y 3) analizaremos cómo podemos evitarlo. ¿Cuál es el primer elemento del que vamos a hablar? Es este: presumir de lo que no debemos. ¿Y qué significa esto? Es alabarnos a nosotros mismos. Y la Biblia condena que hagamos eso. En Proverbios 27:2 dice algo muy interesante: “Que te alabe otro, no tu propia boca; que lo haga otro, no tus propios labios”. Cuando nos alabamos, estamos siendo orgullosos y damos a entender que estamos por encima de los demás. Puede que algunos presuman de sus logros, incluso del éxito que tienen en el ministerio. Esto pasó en el siglo primero. Pablo le escribió a la congregación de Corinto porque los hermanos estaban teniendo desacuerdos y estaban perdiendo la paz. ¿Y por qué? Bueno, algunos se habían llenado de orgullo o mostraban favoritismo a algunos hermanos, como a Pablo, a Apolos o a Cefas. Estaban demasiado pendientes de sí mismos y de otros hombres. ¿Podría pasarnos algo así? Imaginemos a unos hermanos que están hablando, y uno de ellos dice: “Después de intentarlo mucho y de orarle mucho a Jehová, por fin comencé un curso de la Biblia”. Pero, justo después, otro hermano del grupo dice todo orgulloso: “Pues yo dirijo cuatro cursos. Dos están yendo a las reuniones y uno se va a bautizar muy pronto”. ¿Verdad que decir eso podría destruir la paz? ¿Por qué presumir de lo que no debemos destruye la paz? Bueno, no está mal que nos alegremos y que le demos gracias a Jehová por lo que conseguimos en su servicio, pero cuando presumimos de lo que hemos logrado podemos generar competiciones, envidias y rivalidades. Recordemos: cuando presumimos no estamos imitando a nuestro padre, “el Dios de la paz”. ¿A quién imitamos? 1 Juan 2:16 dice que la ostentación de las cosas que uno tiene no proviene del Padre, sino que proviene del mundo. ¿Y verdad que el mundo está lleno de personas que siempre están presumiendo? Esto lo vemos mucho en las redes sociales. Algunas personas publican en sus redes sociales fotos y videos con el objetivo de impresionar a los demás. Ostentan o presumen de sus logros en la vida, de las cosas que tienen o de las vacaciones de lujo que han disfrutado. En realidad, es como si dijeran: “Mírenme”. Queremos hacer todo lo posible por evitar esa actitud presumida que tiene el mundo porque destruye la paz. Para que podamos entender mejor lo destructivo que es presumir de lo que no debemos, hablemos brevemente de un personaje de la Biblia llamado Hamán. Era un hombre orgulloso y arrogante, y siempre estaba presumiendo. El capítulo 5 del libro de Ester nos cuenta que Hamán presumía de sus riquezas, de todos sus hijos, de que el rey le había dado un puesto importante, de que estaba por encima de todos los demás siervos y de que lo habían invitado a una comida especial con el rey y la reina. Hamán era detestable y arrogante, y estaba planeando matar a Mardoqueo, un siervo fiel de Jehová. Pero el rey se enteró de sus planes y de sus verdaderos motivos. ¿Y qué pasó? Que en el mismo madero que Hamán mandó hacer para colgar a Mardoqueo lo colgaron a él. Esto nos recuerda lo que dice Isaías 29:20: “Los fanfarrones llegarán a su fin”. Presumir de lo que no debemos puede traer consecuencias terribles para nosotros y los demás, así que ni siquiera queremos dar la impresión de que presumimos. En la siguiente escenificación, fijémonos en cómo se malinterpreta la manera de actuar de una hermana. “Líbrense de todo amargo rencor, furia, ira, gritería y palabras hirientes, y también de toda maldad”. ¿Alguno se levantó esta mañana pensando “hoy voy a ser rencoroso con algún hermano”? Claro que no, aunque podría suceder, ¿verdad? Pero el cariño sincero evita que perdamos la paz. Y, cuanto más conocemos a nuestros hermanos, más cariño les tenemos, porque nos acordamos de sus alegrías y sus penas, de los sacrificios que han hecho, de lo mucho que aman a Jehová y de las cosas por las que están pasando. Vuelvo enseguida. Te quiero. Adiós. ¡Oh, no! Clara, un momento. Lo siento, tengo prisa. Okey, te llamo después. —Gracias, adiós. —Adiós. —Chao. —Prefiero por la tarde. ¡Abuelita! Hola, Clara, cariño. Lo siento muchísimo. No pasa nada. Yo te ayudo. ¡Ay! ¿Cómo estás? Bien, pero lo siento tanto… Pobrecita, voy a recoger esto. Gracias. Abuelita, hoy es domingo, ¿no? Mira, es esta. —Fue un día largo hoy, ¿verdad? —Sí, fue un día largo, sí. Gracias, que duermas bien. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels, con más ideas para tu look natural y elegante. A mis nuevos seguidores, bienvenidos. Y gracias a todos por suscribirse a mi canal. Hoy les quiero mostrar este juego de accesorios superlindo. Como ven, para estos elegí un tono pastel que combina muy bien con todo. ¿Lo puedes creer? ¿Te refieres a lo que vende Clara? ¿Y qué tienen de especial estos accesorios? Pues, que son un conjunto elegante pero discreto a la vez. Si todavía no lo has hecho, dale al botón y suscríbete, porque, ya lo sabes: si te ves así de bien, te sentirás genial. ¿Estaba la hermana del video presumiendo de lo que no debía? No. En realidad, Clara era una hermana humilde que cuidaba de su abuela con mucho cariño y paciencia. Pero ¿se fijaron? ¿Oyeron la manera en la que anunciaba sus productos de joyería en las redes sociales? Clara dijo: “Si te ves así de bien, te sentirás genial”. Pero a la otra hermana no le gustó nada. Sintió que Clara estaba presumiendo. La malinterpretó. Este video nos recuerda que debemos pensar en lo que podríamos dar a entender con nuestras palabras y acciones. Ahora vamos a analizar el tercer punto: ¿cómo podemos evitar presumir de lo que no debemos? Algo muy importante que debemos recordar es lo que Pablo escribió en 1 Corintios 4:7: “Pues ¿quién hace que tú seas diferente a los demás? En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Entonces, si lo recibiste, ¿por qué vas presumiendo como si no lo hubieras recibido?”. ¿Qué nos enseñan estas palabras? En vez de presumir de nuestros logros, queremos darle a Jehová todo el mérito por las cosas que hacemos. Algunas personas se sienten orgullosas de su aspecto físico, su popularidad, su dinero, su posición social, su fuerza física, su talento musical… Pero pensemos en David. Él era rey de Israel y tenía todas estas cosas. Aun así, nunca presumió, nunca se volvió una persona orgullosa. Siempre fue humilde. ¿Por qué? En Salmo 113:5-8, David le da todo el mérito a Jehová. Dijo, hablando de sí mismo, que Jehová se había agachado para levantar “al humilde”, para alzarlo y “sentarlo con nobles”. Y, siempre que tenía la oportunidad, David les decía a los demás: “Alaben a Jehová, hablen con orgullo de su nombre”. Como el rey David, hablemos con orgullo de Jehová. Pablo nos animó a hacer esto en 1 Corintios 1:31: “El que presume, que presuma de Jehová”. ¿Qué quiere decir eso? Que nos llena de orgullo tener el privilegio de conocer al Dios verdadero y tener la oportunidad de que él nos use para cumplir su propósito. Algo que también nos ayudará a evitar presumir de lo que no debemos es no hablar tanto de nosotros mismos, sino hablar de las bonitas y excelentes cualidades que tienen nuestros hermanos. Las personas humildes no presumen de lo que ellas hacen. Más bien, dirigen la atención hacia los demás y se fijan en cómo Jehová bendice y usa a otros en su servicio. Si hacemos eso, habrá paz y felicidad en la congregación. Por eso, hermanos, sigamos esforzándonos al máximo y evitemos presumir de lo que no debemos. ¿Cómo? Dándole a Jehová las gracias, la honra y la alabanza por nuestros logros y elogiando a nuestros hermanos y hermanas por sus bonitas cualidades y por todo lo que están haciendo en el servicio a Jehová. Si lo hacemos, seguiremos disfrutando de esa paz tan valiosa que tenemos con Jehová y con nuestros hermanos. El hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie, “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La envidia”. ¿Qué es la envidia? ¿Lo sabe? Es muy importante que sepamos identificar los síntomas de la envidia. ¿Por qué? Porque la envidia es una forma de odio y es enemiga de la paz. Si no luchamos contra ella, podríamos llegar a morir en sentido espiritual. La Biblia nos enseña que la envidia tiene dos síntomas. El primero quizás es el más conocido. Una persona envidiosa quiere lo que otra persona tiene. El segundo síntoma hace que la envidia sea especialmente peligrosa. La persona envidiosa no solo quiere lo que otro tiene; también quiere que la otra persona lo pierda. Veamos un ejemplo. En el siglo primero los líderes religiosos judíos envidiaban a Jesús porque a la gente le encantaba pasar tiempo con él. Jesús trataba a las personas, incluso a las más pobres, de una manera muy respetuosa. Y por eso la gente lo quería. Los líderes religiosos lo envidiaban. Pero, en vez de esforzarse por cambiar y tratar mejor a la gente, atacaron verbalmente a Jesús haciendo lo posible por acabar con su buena reputación. Difundieron calumnias sobre él. No solo querían lo que Jesús tenía; tampoco querían que Jesús lo tuviera. Con razón la envidia está en la lista de las obras de la carne que aparece en Gálatas 5:21. Es un sentimiento muy peligroso que tenemos que evitar. ¿Por qué puede la envidia destruir la paz? La envidia debilita, daña o incluso puede destruir las relaciones, tanto en la familia como en la congregación. Pensemos en el relato bíblico de Jacob y sus 12 hijos. Jacob le tenía un cariño especial a uno de sus hijos, a José. Por eso sus hermanos empezaron a tenerle envidia. ¿Y qué hicieron por culpa de ese sentimiento? ¿Hasta dónde llegaron? Llegaron al punto de traicionar a José y venderlo como esclavo. Y, por si eso no fuera suficiente, agravaron su pecado al mentirle a su padre, Jacob, diciéndole que José había muerto. Según el relato bíblico, Jacob no quería que nadie lo consolara. Estuvo de duelo por José durante años. La envidia tuvo consecuencias horribles. Está claro: la persona que es envidiosa no muestra ni amor ni compasión ni bondad. Esas cualidades desaparecen, y son reemplazadas por cosas malas, como por ejemplo el odio, las peleas, los arrebatos de ira... ¿Podría la envidia acabar con la paz de la congregación? Pensemos en los ejemplos de Coré, Datán y Abiram. Ellos envidiaban a Moisés y a Aarón por las responsabilidades que tenían. ¿Qué cosas hicieron debido a esa envidia? Empezaron a criticarlos, a hablar mal de los representantes de Jehová en Israel. Incluso acusaron a Moisés de querer gobernarlos y de creerse superior a los demás. Se habían olvidado de que era Jehová el que había dado a Moisés y Aarón esos puestos de responsabilidad. ¿Y cómo reaccionó Jehová? ¿Qué hizo con estos envidiosos? Acabó con ellos y con todas las personas que los apoyaban. Por culpa de ellos, la nación perdió la paz por un tiempo. Cuando leemos este relato, entendemos muy bien lo que piensa Jehová de la envidia. Pero seguramente usted piense: “Yo nunca desearía algo con tantas ganas como para hacerle daño a alguien con tal de conseguirlo”. Pero, como somos imperfectos y el corazón es traicionero, sin darnos cuenta, podríamos hacernos envidiosos. En la siguiente escenificación, fíjese en cómo la envidia podría acabar con la paz. ¿En serio? ¿Pasa algo? Es un amor. Por cierto, tengo que hablar con ella de un collar. ¿Tú también? ¿No crees que está presumiendo? No. Yo… Todo el mundo piensa que es “Miss Universo”, y ella se lo está creyendo. ¿Seguro que el problema es Clara? Por supuesto que es Clara. Se te está enfriando. Y tú me estás cambiando de tema. No, pero es que no es la primera vez que dices esto. ¿Qué pasa? Son amigas, precursoras, predican juntas. Sí, y por eso me preocupa. Está bien, pero ¿no será que sientes un poquito de envidia? ¿Vieron lo que pasó? Bueno, Emily estaba empezando a sentir envidia. ¿Se fijaron en que estaba cuestionando los motivos de Clara? Es más, estaba diciendo cosas que podrían manchar su reputación. Esto podría pasarnos a nosotros. Por eso, hermanos, ¿qué podemos hacer para luchar contra la envidia? Hay dos cosas que son muy importantes: ser humildes y estar contentos con lo que tenemos. Veamos lo que la Biblia dice sobre la humildad. Leamos, por favor, Filipenses, capítulo 2, y empezaremos leyendo el versículo 3. Filipenses 2:3: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico”. ¿Qué es ser egocéntrico? Es pensar que uno es más importante de lo que en realidad es. ¿Creen que los líderes religiosos del tiempo de Jesús, los hermanos de José, Coré, Datán y Abiram eran egocéntricos? ¿Se creían más importantes de lo que eran? Sin ninguna duda. Bueno, no olvidemos que esto también podría pasarnos a nosotros. ¿Cómo lo evitamos? Pablo sigue diciendo: “Humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”, o piensen que los demás son más importantes que ustedes. Si tenemos esa actitud, será más fácil que hagamos lo que dice el versículo 4: “Mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”. La persona que es humilde trata de ayudar a los demás. No piensa que merece más que otras personas. Claro que no. Por otro lado, el que está contento con lo que tiene se siente satisfecho. No anda comparando sus privilegios o sus posesiones con los privilegios y las posesiones de otra persona. Está satisfecho. Ser humildes y estar satisfechos. Con la ayuda de Jehová, podemos cultivar estas valiosas cualidades. Si las tenemos, nunca sentiremos envidia. De esta manera, conseguiremos paz: paz interior, paz en nuestra familia y paz en la congregación. Y estamos seguros de que esto hará muy feliz a Jehová. El hermano Gajus Glockentin, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La falta de honradez”. ¿En quién piensan cuando escuchan hablar de la falta de honradez? Quizás en Satanás, “el padre de la mentira”. O tal vez piensen en Ananías y su esposa. ¿Recuerdan? Ellos perdieron la vida por mentirosos. Nosotros no queremos parecernos a ellos, no queremos mentir. ¿Qué significa esto?, ¿que para ser honrado basta con no mentir? Como nuestro Dios, Jehová, es santo, él quiere que también seamos santos. Por eso, Dios les mandó a los israelitas que no engañaran a otros, tal como menciona Levítico 19:11. ¿Notaron lo que implica la falta de honradez? Una persona no es honrada, si —y, por favor, presten atención a esto—, a propósito hace que alguien llegue a una conclusión equivocada. Por ejemplo, al manipular los hechos o también al omitir ciertos detalles, pudiéramos poner en peligro la paz. ¿Por qué lo decimos? ¿Por qué la falta de honradez destruye la paz? Pensemos en esto: una relación pacífica se basa en la confianza. Cuando sabemos que podemos confiar en alguien, nos sentimos tranquilos y seguros, estamos a gusto con él. Donde no hay confianza, no puede haber paz. ¿Y cómo llegamos a confiar en los demás? La confianza va creciendo cuando pasamos tiempo juntos y cuando nos decimos siempre la verdad. Confiamos en las personas que no son egoístas y que no usan “palabras tramposas”, como dice la Biblia. Si alguien nos engaña una sola vez o no es honesto con nosotros, pudiéramos empezar a dudar de todo lo que diga. Una persona puede arruinar su reputación con un solo acto deshonesto. Y, por si esto fuera poco, la falta de honradez puede hacer aún más daño. La falta de honradez es como un virus que se contagia fácilmente. Un acto deshonesto provoca más actos deshonestos. Si alguien está en contacto con personas que no son honradas, puede contagiarse y actuar como ellas. La falta de honradez no solo puede destruir una relación, puede destruir muchas, y puede acabar con la paz y la armonía de todo un grupo. Esto nos recuerda el relato bíblico de Labán y Jacob, que, como sabemos, encontramos en el libro de Génesis. Tal y como había acordado con Labán, Jacob trabajó muy duro por siete años para poder casarse con Raquel. Es cierto que tuvo que trabajar mucho, ¡nada menos que siete años! Pero como la quería tanto, esos años pasaron volando. Tristemente, en vez de a Raquel, Labán le dio como esposa a su hija mayor, Lea. Lo engañó, y Lea también participó en el engaño. ¿Y qué pasó cuando Jacob se dio cuenta de que Labán lo había engañado? Perdió la confianza en él y su relación nunca volvió a ser la misma. La falta de honradez de Labán destruyó la paz de su familia y le hizo sufrir a Jacob los siguientes siete años. ¡Qué triste! De hecho, su falta de honradez llegó a convertirse en una costumbre. ¡Se atrevió a cambiarle el salario a Jacob 10 veces! Fue injusto con Jacob. La falta de honradez de Labán destruyó la paz de toda su familia. A continuación, sigamos viendo lo que pasa con Emily y Celia. Recordarán que estaban en una cafetería conversando. Presten mucha atención y fíjense en cómo Emily se ve tentada a manipular la verdad. Predican juntas. Sí, y por eso me preocupa. Está bien, pero ¿no será que sientes un poquito de envidia? Creí que me entenderías. Creo que entiendo lo que sientes. No con lo de Clara. La verdad, no he visto todo lo que puso. ¿Hay algo inmoral? No. Claro, ella no haría eso. Pero, si tú crees que debería tener más cuidado para que no la malinterpreten, ¿por qué no hablas con ella? Tal vez. Emily, tú eres una mujer bella y espiritual. ¿Sabes? Durante años tuve la mala costumbre de compararme con otros. La inseguridad que yo tenía me hizo daño, a mí y a mis mejores amigos. ¿Crees que estuvo mal que hablara con Celia? No, me alegro de que hayas hablado con ella, es tu amiga. ¿Qué te dijo? Ella dice que me entiende perfectamente. Okey. Y, de Clara, ¿qué piensa? Celia no ha visto todo lo que ha publicado. Mmm… Aunque sí dijo que Clara debería tener más cuidado, para que no la malinterpreten. ¿Y qué sugiere? Que le diga que tiene que dejar esto, pero estoy muy molesta con ella. Mira, si las dos están de acuerdo en que Clara está haciendo algo que no debe, habla con ella. Encontrarás el momento. Gracias por entenderme. Tengo hambre. ¿Harías la oración? Claro. Jehová, queremos darte las gracias por ser tan generoso con nosotros. ¿Se dieron cuenta de que Emily solo escuchó lo que le convenía? Y, cuando habló con Jake, su esposo, solo le contó parte de la conversación. No le dijo que Celia no le había dado su opinión sobre lo que Clara había publicado en las redes. Además, Celia no la animó a decirle a Clara que dejara de publicar cosas, como le dijo a su esposo. Nuestros hermanos merecen que les digamos la verdad, pero Emily no hizo eso, ¿no es cierto? No fue honesta, y eso es algo que puede hacer mucho daño, como veremos más tarde. Por eso, Jehová quiere que evitemos la falta de honradez, porque destruye la paz. Jehová quiere que siempre digamos la verdad, incluso en cosas pequeñas. Entonces, ¿cómo podemos evitar la falta de honradez? Veamos lo que dice Efesios 4. Aquí, el apóstol Pablo nos recuerda una de las razones para ser honrados. Así que leamos juntos Efesios 4:25: “Por tanto, ahora que han abandonado todo tipo de engaño, que cada uno de ustedes le diga la verdad a su prójimo, porque todos somos miembros que nos pertenecemos unos a otros”. ¿Notaron por qué no debemos engañar a nuestros hermanos y decirles siempre la verdad? Porque, como Pablo dijo, “todos somos miembros que nos pertenecemos unos a otros”. Es decir, Pablo nos recuerda que nuestra falta de honradez puede perjudicar a otras personas, a nuestros hermanos y a nuestra amistad con ellos. Así que, teniendo esto en cuenta, ¿qué nos puede ayudar a evitar la falta de honradez? Pensar en lo siguiente: en los beneficios de ser honestos y en las consecuencias de no serlo. Esto nos ayudará a hacer siempre lo correcto. Ahora, ¿cuáles son las consecuencias de la falta de honradez? Como vimos antes en el relato de Labán y Jacob, podríamos romper nuestra paz con los demás. Y, como Jehová odia la falta de honradez, podríamos romper nuestra paz con él, con Jehová. Por otro lado, ¿cuáles son algunos beneficios de ser honestos? Aunque en el momento pudiera parecernos que lo más fácil es no ser honestos, a la larga, ser honrados nos ayudará a tener buenos amigos. Nuestros hermanos también aman la paz y por eso desean tener amigos en los que puedan confiar. Y de esta manera seremos como miembros de un cuerpo que nos pertenecemos unos a otros. Y, lo que es más importante, tendremos la conciencia tranquila y estaremos en paz con Dios. Por lo tanto, evitemos la falta de honradez, pues destruye la paz, y digamos la verdad, incluso en cosas pequeñas. Queridos hermanos, Jehová sabe que somos imperfectos y que hacer esto no siempre es fácil. Pero Jehová promete ayudarnos y bendecir nuestros esfuerzos por ganarnos la confianza de nuestros hermanos y mantener la paz. Ahora, el hermano Patrick LaFranca, ayudante del Comité de Personal, presentará el siguiente discurso de la serie: “Evitemos las cosas que destruyen la paz: El chisme”. ¿Habla usted de los demás? ¿No? Bueno, cada vez que contamos algo sobre alguien estamos hablando de los demás. Como nos interesamos por otros, tal vez digamos: “Me tiene muy preocupado la salud del hermano Luis” o “¿Escuchaste la experiencia que tuvo la hermana María en la predicación?”. ¿Está mal que hablemos así de otros? No necesariamente. Aun así, debemos tener cuidado. En 1 Timoteo 5:13 Pablo habló de la mala conducta de algunas hermanas que eran chismosas y que se metían en los asuntos de otras personas. No es necesario que sepamos todos los detalles sobre la vida de los demás ni que se los andemos contando a otros. Por ejemplo, ¿qué pasaría si el hermano Luis no quisiera que se supieran detalles sobre su problema de salud? Hay que respetar la privacidad de los demás. O imagínense que, al contar la experiencia de la hermana María, acabáramos diciendo: “Ya sabes cómo es ella, siempre presumiendo de lo bien que le va en la predicación”. Hablar de forma negativa de los demás podría transformarse en calumnia. Y calumniar es decir algo falso sobre una persona con la intención de dañar su reputación. Ahora vamos a analizar por qué los chismes pueden acabar con la paz. Imagine que usted contó un chisme sobre alguien y esa persona se enteró. ¿Qué cara cree que tendrá cuando se la encuentre la próxima vez? Leamos juntos Proverbios 25:23: “El viento del norte trae un aguacero, y la lengua chismosa, malas caras”. Igual que en Palestina el viento del norte traía nubes negras y lluvia, el chisme trae malas caras. Porque si la persona se entera de que usted contó un chisme de ella, cuando se la encuentre, verá que está triste o enojada. Habrá una tormenta y la relación se enfriará. Claro, si eso ocurre, seguramente usted se sienta mal y pida perdón. Pero quizás ya dañó la reputación de esa persona, y ese daño tal vez sea muy difícil de reparar. Quizás haya escuchado este cuento judío... Había una vez un hombre que estuvo diciendo mentiras del sabio del pueblo. Con el tiempo, aquel hombre chismoso se dio cuenta de que había actuado mal y fue a pedirle perdón al sabio. Le dijo que haría lo que fuera necesario para corregir su error. El sabio le pidió solo una cosa. Le dijo al hombre chismoso que tenía que tomar una almohada, romperla y esparcir todas las plumas al viento. El chismoso se quedó extrañado por lo que el sabio le pidió, pero decidió hacerlo. Luego volvió a ver al sabio. “¿Ya estoy perdonado?”, le preguntó. “Primero tienes que ir a recoger todas las plumas”, le respondió el sabio. “¡Eso es imposible! El viento ya las esparció por todos lados”. Entonces el sabio dijo: “Recuperar todas esas plumas que esparciste es igual de imposible que reparar el daño que causaste con tus palabras”. Así es, cuando hablamos mal de alguien, ya no hay vuelta atrás. El daño ya está hecho. Por eso nunca esparzamos plumas en el viento. Si esparcimos rumores, podríamos llegar a dañar gravemente la paz de nuestra congregación. Encontramos un ejemplo de esto en Hechos 21:20, 21. Los ancianos de la congregación de Jerusalén le dijeron al apóstol Pablo que algunos judíos habían esparcido el rumor entre los cristianos de origen judío de que las enseñanzas de Pablo eran apóstatas y de que hablaba en contra de la Ley de Moisés. Obviamente, estaban tergiversando los hechos. Pablo nunca habló de la Ley con falta de respeto; incluso iba a las sinagogas y usaba las Escrituras Hebreas para razonar con la gente. Esos rumores podían hacer que algunos cristianos judíos recién convertidos pensaran que Pablo no respetaba la manera de Jehová de hacer las cosas, y esto podría haber acabado con la paz de la congregación. En la siguiente escenificación, fíjese en el efecto que los chismes pueden tener en la paz de la congregación. ¿Lo pueden creer? ¡Y es una precursora! ¿Qué clase de ejemplo está poniendo? ¿Y Emily ha dejado de seguirla? Todavía no, pero yo creo que lo hará. Alan, ¿tú qué piensas? ¿Sobre qué? Sobre el canal de Clara en QuicPost. ¿Hay algún problema? Emily me dice que siempre está “Mírenme, miren mi ropa, mi pelo, mi maquillaje”. Y hasta Celia piensa lo mismo. Bueno, es fácil hacerse una imagen equivocada de alguien en las redes sociales. Yo lo hice, pero luego me di cuenta de que estaba equivocado. Sí, es cierto eso que dices. Miren, sé que estaban hablando, pero, si tienes un minuto, ¿me podrías ayudar con estas cajas? Claro. Gracias por la ayuda. Con gusto. Jake, sé que lo de antes no lo estabas diciendo con mala intención, pero me gustaría que pensaras en esto. Este texto es uno de mis favoritos. Es el de Proverbios 18:17. “El primero en presentar su caso parece tener la razón, hasta que viene la otra parte y lo interroga”. No sé lo que quieres decir. Aquí da la idea de que a veces solo sabemos un lado de la historia. Y no deberíamos sacar ninguna conclusión hasta que hayamos escuchado a las dos partes. Incluso después de eso, no haríamos comentarios negativos de los demás, porque a nosotros no nos gustaría que nos hicieran lo mismo. No lo había pensado. Gracias. Voy a disculparme con Harry y Mary. Y le diré a Emily que hable con Clara. Buena idea. ¿Se fijaron en lo que dijo Jake cuando el anciano, con mucho cariño, lo ayudó a razonar en lo que dice Proverbios 18:17? Dijo: “No lo había pensado”. Así es, el problema es que Jake no se detuvo a pensar antes de decir esas cosas feas sobre Clara. Por eso, ¿cómo evitamos los chismes, tanto contarlos como repetirlos? Leamos Proverbios 15:28: “El corazón del justo medita antes de responder, pero la boca de los malvados suelta cosas malas”. Así que, antes de decir algo malo sobre alguien, tenemos que meditar. Eso no significa que tengamos que estar mucho rato meditando, solo que pensemos un poquito. ¿En qué podría haber pensado Jake para evitar repetir lo que su esposa dijo sobre el video de Clara? Pudo haberse preguntado: “¿Es verdad lo que estoy a punto de decir? ¿Es amoroso? ¿Es bueno? ¿Qué van a pensar Harry y Mary sobre Clara si digo estas cosas negativas sobre ella?”. Otro principio que nos ayudará a evitar el chisme es el que se conoce como la Regla de Oro, que encontramos en Lucas 6:31. Jesús dijo: “Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes”. Así que hay que mostrar empatía, hay que ponerse en el lugar de la otra persona y preguntarse: “¿Cómo me sentiría yo si alguien dijera estas cosas sobre mí?”. Hay una situación en la que podríamos sentirnos tentados a decir un chisme de alguien: cuando creemos que esa persona nos trató mal. En vez de poner en práctica el consejo de Mateo 5:23, 24 y el del capítulo 18, versículo 15, de hablar con la persona en privado, quizás empecemos a comentarlo con personas que no tienen nada que ver en el asunto. ¿Qué pasaría si hiciéramos eso y después cuando hablamos con la persona nos damos cuenta de que todo era un malentendido? Habríamos complicado mucho más las cosas. Pero, incluso si tenemos la razón, hablar mal de la otra persona nunca va a mejorar la situación. Para que se cuente un chisme, hace falta alguien que hable y alguien que escuche. ¿Está mal simplemente escuchar un chisme? Sí. Mire lo que dice Proverbios 17:4: “El malvado presta atención a las palabras hirientes y el hombre que engaña escucha a la lengua maliciosa”. Piense en eso. Si prestamos atención a palabras hirientes o palabras maliciosas sobre alguien, Jehová también nos considera culpables. Si estamos dispuestos a escuchar, animamos al chismoso a seguir hablando. Entonces, ¿qué podemos hacer? Sin dar a entender que nos creemos superiores, podríamos decir: “¿Por qué no hablamos de otra cosa?” o “La verdad es que no me siento muy cómodo hablando de esto. Además, la persona no está aquí para defenderse”. Y, si nos damos cuenta de que un hermano o hermana siempre está contando chismes, quizás lo que tengamos que hacer en esta situación sea limitar la cantidad de tiempo que pasamos con esa persona. Proverbios 20:19 lo dice muy claro: “No te juntes con los que disfrutan del chismorreo”. Así que, hermanos, hagamos todo lo posible por evitar el chisme. Si hacemos eso, conservaremos la paz y la unidad en la congregación. El hermano Kenneth Cook, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La ira descontrolada”. Satanás es el principal destructor de la paz. La Biblia nos explica que él está “lleno de furia”. Su ira es descontrolada y también es perversa. ¿Querría algún siervo de Dios en su sano juicio reflejar la despiadada ira de Satanás? Por supuesto que no. Por eso, todos los siervos de Jehová estamos decididos a evitar la ira descontrolada. Pero ¿y si no es descontrolada? ¿Está siempre mal sentir ira? La Biblia no dice que siempre esté mal sentir ira; lo que dice que está mal es que la ira sea descontrolada o injustificada. En Efesios 4:26, la Biblia nos dice: “Cuando se enojen, no pequen”. En ocasiones, la ira es un sentimiento muy fuerte de enojo o indignación que tenemos cuando sentimos que algo es injusto o algo es incorrecto. Esto en sí mismo no es malo. Lo que está mal es que sintamos tanta ira que no podamos controlarla y demos rienda suelta a nuestras emociones. Si eso ocurre, puede que terminemos haciendo o diciendo algo sin pensar. Las personas que tienen arrebatos de ira con frecuencia no obtendrán la salvación. En Gálatas 5:20 se incluyen los “arrebatos de ira” entre “las obras de la carne” que impedirían a una persona heredar el Reino de Dios. En el nuevo mundo no habrá lugar para personas así. Para entender por qué la ira descontrolada es tan grave, veamos cómo esta puede acabar con nuestra paz y la de los demás. Si no controlamos nuestra ira, nos hacemos daño a nosotros mismos y también a los que nos rodean. En Proverbios 29:22 leemos que la persona propensa a la ira “provoca conflictos” y “comete muchas ofensas”. Una de estas ofensas es hacer comentarios hirientes. Debemos controlarnos cuando hablamos con compañeros de trabajo, con las personas a las que predicamos, con los hermanos y hermanas de nuestra congregación y con los miembros de nuestra familia. Debemos controlar las emociones negativas. Los insultos, las burlas, las faltas de respeto y los arrebatos de ira están mal. Dar rienda suelta a las emociones negativas puede destruir la amistad que tenemos con otras personas y nuestra amistad con Jehová. No seamos como un volcán que no deja de echar lava. Igual que un volcán en erupción hace mucho daño a quienes viven a su alrededor, una persona que no es capaz de controlar su ira hace mucho daño a quienes la rodean. Pero también se hace daño a sí misma. ¿De qué manera? Al expresar nuestra ira, lo más probable es que nos enfurezcamos aún más. Así que la ira descontrolada también afecta nuestra propia paz. Puede llevarnos a hacer algo de lo que después nos arrepintamos. Incluso puede ser mala para nuestra salud. Estudios médicos muestran que no controlar la ira puede subir la presión arterial y causar problemas respiratorios. Puede dañar el hígado y el páncreas, y también puede hacer que tengamos problemas digestivos. Cuando una persona se enoja, no siempre piensa con claridad. Y después de un arranque de ira puede pasar por periodos depresivos. Con razón en Proverbios 14:30 leemos que “un corazón calmado es vida para el cuerpo”. Las desastrosas consecuencias de la ira descontrolada se ven claramente en el relato bíblico sobre lo que les pasó a Simeón y a Leví, dos de los hijos del patriarca Jacob. Fíjense en cómo reaccionaron cuando un hombre llamado Siquem violó a su hermana Dina. En Génesis 34:7 dice que “estaban ofendidos y muy enojados”. Tenían buenas razones para enojarse, pero dieron rienda suelta a su ira. No supieron controlarla. Simeón y Leví se vengaron de Siquem. Le tendieron una trampa y terminaron matando a todos los hombres de su ciudad. Después, junto con el resto de sus hermanos, saquearon la ciudad y se llevaron cautivos a los niños y a las mujeres. Aunque lo que sufrió Dina seguro que entristeció mucho a Jacob, él condenó enérgicamente la ira descontrolada de sus hijos. A pesar de que Simeón y Leví intentaron justificarse, sufrieron las consecuencias. A Jehová también le desagradó mucho lo que hicieron, y por eso, más tarde, Jacob predijo que los descendientes de Simeón y Leví serían esparcidos entre las tribus de Israel. Por no controlar su ira, perdieron el favor de Jehová y también el de su padre, Jacob. Sigamos prestando atención a relatos de la Biblia como este y esforcémonos por evitar la ira descontrolada y todo el daño que esta produce. En la siguiente escenificación, fíjese en lo que podría hacer que una persona se dejara llevar por la ira. ¿Abuela? Cariño, no olvides los huevos. No, no te preocupes. ¿Seguro, cielo? No, no se me olvida. Muchísimas gracias. Okey. Te quiero, chao. ¡Oh, no! ¡Hey, Clara, al fin te veo! ¿Tienes un minuto? Hola, Emily. ¿Podemos hablar más tarde? He tenido una mañana horrible. Mira, hace días que quiero hablar contigo, pero estás tan ocupada… Es que tengo que decirte algo. Okey, ¿qué pasa? Es que me preocupa lo que has estado poniendo en QuicPost. Y… ¿por qué? ¿Tú crees que algo así es propio de una precursora? ¿Qué? ¿De qué estás hablando? Los hermanos podrían pensar que presumes. ¿Los hermanos? ¿Quiénes? ¡Es mi negocio!, ¡tengo que mostrar lo que vendo! Lo sé, lo entiendo. Es que podrían pensar que estás llamando demasiado la atención. Pero ¿quién pensaría eso? ¿Tú? No, no soy solo yo. Celia dice lo mismo. ¡¿Hablaste con Celia de esto?! Mira, no quería molestarte. Jake me dijo que hablara contigo de esto. ¡Jake! Así que todo el mundo piensa que lo que hago no es apropiado. Todo el mundo no, Clara. No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! ¡No puedo creerlo! ¿Con quién más hablaste? ¡¡Es que eres una chismosa!! —No estoy chismeando… —¿Cómo que no? Yo solo intentaba ayudarte. Y deberías escucharme, Clara. —¡Me tienes envidia! —Pero ¿quieres escucharme? —Ah, sí, escuchar esto. —Pero espera. No me lo esperaba de ti. Clara, ¿por qué me dices eso? Por lo que dijiste de mi canal. ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? Clara, ¡espera, por favor! ¿Los dejó tensos este video? Si es así ya saben lo que puede pasar cuando no se controla la ira. Ya hemos explicado lo que es la ira descontrolada y también hemos visto sus consecuencias. La siguiente pregunta es: ¿cómo podemos evitar la ira descontrolada? Primero tenemos que ser conscientes de lo peligroso que es no controlar la ira. Proverbios 25:28 dice: “Como una ciudad invadida que no tiene muralla, así es el hombre que no controla su genio”. En la antigüedad, las ciudades necesitaban murallas fuertes porque sin ellas podían ser invadidas muy fácilmente. Eso mismo les pasa a los que no controlan su genio. Cuando alguien pierde el control se vuelve vulnerable, y es más fácil que lo invadan los malos pensamientos. Esos pensamientos le pueden hacer daño a él y a los demás. Como vemos, no controlar la ira causa muchos problemas. Pero, además de reconocer los peligros, cuando nos enojemos, debemos detenernos y controlar la ira antes de hacer algo de lo que luego nos arrepintamos. Lo que podemos hacer en esos momentos es recordar lo que les pasó a Simeón y a Leví. También podemos recordar lo que les pasó a las hermanas de la escenificación que acabamos de ver. Si lo piensan, en cada caso, detenerse antes de dejarse llevar por la ira les habría ahorrado mucho dolor, ¿verdad? Por eso encontramos este consejo en Proverbios 17:14: “Antes de que estalle la discusión, vete de allí”. Con estas palabras en mente, preguntémonos: “¿Suelo sacar conclusiones rápidamente sin tener toda la información? Si hago eso, ¿seré capaz de irme si en cierta situación veo que voy a perder el control?”. El consejo que nos da Jehová en Santiago 1:19 nos ayudará mucho. Pero, claro, esto solo funcionará si nos esforzamos de verdad por ponerlo en práctica. Leámoslo, entonces. Santiago 1:19. Este texto nos dice algunas cosas que podemos hacer para evitar la ira descontrolada. Dice: “Quiero que sepan, mis queridos hermanos, que todos deben ser rápidos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para la ira”. Si le pedimos a Jehová que nos ayude a hacer estas cosas, a ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira, él seguro que nos responderá. Nos ayudará a ver el cuadro completo del asunto y a ser comprensivos. Así podremos evitar la ira descontrolada. Pero una advertencia: para que logremos evitar la ira, debemos elegir muy bien a nuestros amigos. Toda la ayuda que nos da Jehová y todos los esfuerzos que hacemos no servirán de nada si los amigos que tenemos son arrogantes, testarudos o se enojan con mucha facilidad. Por eso, Proverbios 22:25 dice que no aprendamos a andar por los caminos de las personas que tienen tendencia a la furia. Bueno, hemos disfrutado de otra serie de discursos que nos ayudará a mantenernos despiertos, a tener una buena conducta y a librarnos del castigo que muy pronto recibirá este mundo malvado. Como hemos visto en estos discursos, debemos esforzarnos mucho por evitar las cosas que destruyen la paz, como presumir de lo que no debemos, la envidia, la falta de honradez, el chisme y, por último, la ira descontrolada. Si nos cuesta poner en práctica alguna de las sugerencias para fomentar la paz que hemos visto hoy, pidámosle a Jehová que nos ayude a cambiar y esforcémonos por hacerlo. Si nos esforzamos de corazón por buscar la paz con nuestros hermanos, demostraremos que estamos esperando con muchas ganas que llegue “el día de Jehová” y el nuevo mundo que él ha prometido. Los esfuerzos que hagamos tendrán un efecto positivo en nosotros y harán que Jehová se sienta muy feliz. Entonces, nuestro misericordioso Dios nos considerará, como dice en su Palabra, la Biblia, “sin mancha, sin defectos y en paz”, en paz con él y con todos nuestros hermanos. Gracias, hermanos, por ayudarnos a fortalecer nuestra unidad. Desde la rebelión en Edén, la mayoría de los seres humanos no han tenido paz. Aun así, Jehová les concede su paz a quienes confían en él. ¿Cómo lo hizo en el pasado y por qué fortalece esto nuestra fe? Los invitamos a ver la parte 1 del documental Jehová nos guía por el camino de la paz. Debemos buscar la paz, por encima de todo. Nuestro ejército está comprometido con la paz. Queremos la paz. Deseamos la paz y oramos por ella. Anhelamos la paz, oramos por la paz. Durante miles de años, los humanos han tratado de lograr la paz: la paz interior, la paz en la familia y la paz para toda la humanidad. Tenemos que sentar las bases para la paz ahora. Queremos que nuestros hijos y nuestros nietos vivan en un mundo pacífico. Este es el futuro que queremos: oportunidades y seguridad para nuestras familias, mejores condiciones de vida y un planeta para nuestros hijos que sea sostenible y pacífico. Todo eso está a nuestro alcance. Pero, por más que lo han intentado, los humanos no han conseguido la paz. Durante miles de años, los gobernantes se han esforzado por conseguir la paz mediante tratados, resoluciones, acuerdos y, aunque parezca contradictorio, guerras. La paz ahora es más frágil que nunca. Los intentos por conseguir la paz han fracasado, una y otra vez. Y esto no nos extraña en absoluto. Jeremías 10:23 nos dice que al hombre no le corresponde “dirigir sus pasos”. Los humanos no fueron creados para gobernarse a sí mismos. La buena salud, la seguridad, el bienestar en general, es cada vez más difícil de conseguir a medida que nos adentramos en lo que la Biblia llama “los últimos días”. Mientras gobiernen los seres humanos, siempre habrá conflictos. Es cierto que los humanos no pueden lograr por sí mismos la paz mundial. Pero quienes están cerca de Dios pueden tener paz mental ahora mismo. Isaías 48:17, 18 dice: Solo Jehová tiene la capacidad de hacer que los humanos tengan una paz real, duradera. Él ha prometido que esto se cumplirá, y mientras tanto nos proporciona lo necesario para que podamos disfrutar de paz ahora. ¿Cómo lo hace? Dándonos la paz de Dios, que está más allá de lo que podemos entender. Esta no es la primera vez que nuestra paz se ve amenazada. La Palabra de Dios está llena de relatos en los que los gobernantes amenazaron la paz de siervos fieles. Al estudiar esas historias y meditar en ellas, podemos extraer lecciones que nos ayudan a confiar en Jehová mientras él nos guía por el camino de la paz. Estos relatos bíblicos nos ayudan a entender que Jehová traerá la paz por medio de su Reino, y eso nos da confianza. Sabemos que su propósito se cumplirá, y que él siempre nos apoyará y nos guiará. Uno de los profetas de Jehová que experimentó esto en carne propia fue Jonás. Jonás vivió en el siglo noveno antes de nuestra era. Jehová le pidió a este profeta que fuera a Nínive, una ciudad del Imperio asirio. Jonás sabía cómo era Nínive, por eso se sintió muy asustado, atemorizado. Los guerreros asirios eran muy violentos. Y a Nínive se la conocía como la ciudad que derrama sangre. Así que podemos entender que a Jonás le diera miedo cuando Jehová le ordenó que le llevara un mensaje de condena a esta imponente ciudad y sus habitantes paganos. Jonás lo que quería era paz. Así que decidió irse lejos de Nínive y se subió a un barco que se dirigía a Tarsis. Tarsis suele asociarse con lo que hoy día conocemos como España. Así que Jonás se fue en dirección contraria a Nínive. Pero lo que menos encontró fue paz. ¡Miren! Por los dioses. ¡Alcen la vela! Desde luego, esta tormenta no era normal. Era tan fuerte que el barco estaba a punto de partirse en dos. Capitán, ¡está entrando mucha agua! ¡Viene de los dioses! ¡Baal! ¡Esmun! Los marineros llamaban a sus dioses. Pero Jonás sabía de dónde venía la tormenta. Así que reconoció que lo que pasaba era culpa suya. Láncenme, láncenme por la borda, así el mar se irá calmando, porque sé que es por mi culpa que ha comenzado esta tormenta. Jonás tuvo que tener mucho valor para pedir que lo tiraran del barco. Él no sabía si Jehová lo iba a salvar o no. Pero no quería que otros murieran por su culpa. Jehová fue compasivo con él, y le salvó la vida. ¡Estoy vivo! ¿Qué me va a pasar ahora? Cuando se le encargó algo que era difícil, Jonás decidió huir de Jehová e irse a Tarsis. Seguro que la conciencia le molestaba y se arrepentía de su decisión. Había intentado hacer las cosas a su manera, encontrar su propia paz. ¿Adónde lo llevó eso? Al vientre de un pez. Y allí, desesperado, le pidió ayuda a Jehová. Oh, Jehová, desde el vientre de la Tumba, te suplico que me ayudes. Por favor, oye mi voz. Los votos que te hecho, te los pagaré. Jonás pudo haber pensado que aquí acababa su labor como profeta. Después de todo, había desobedecido a Jehová. Así que seguro que se sorprendió cuando escuchó la voz de Dios por segunda vez. ¡Jonás! Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella lo que yo te diga. Sí. Sí. Gracias. Al principio, Jonás confió en sí mismo y no tuvo en cuenta que Jehová lo iba a proteger de los violentos asirios. Pero, cuando se le dio una segunda oportunidad, ¿qué hizo? Dejó de lado todos sus miedos y buscó la protección de Jehová. ¡En cuarenta días más, Nínive va a ser derribada! Jehová, el Dios vivo, lo ha dicho. La ciudad será destruida. Nínive va a ser derribada. ¡Dios va a derribar Nínive! Jehová lo ha dicho. Finalmente, hasta el rey se arrepintió y ordenó que todos los ninivitas hicieran lo mismo. Jonás aprendió una lección muy valiosa de todo esto. Cuando él decidió irse lejos de Nínive, estaba confiando en sí mismo en vez de confiar en Jehová. ¿Eres Jonás? Ajá. Mami dice que nos salvaste. No, Jehová los salvó. Yo solo... solo era el mensajero. Jonás aprendió que Jehová siempre protege a los que confían en él y lo obedecen. Si Jehová nos pide que hagamos algo, si él me pide que haga algo yo, si nos da instrucciones, podemos estar seguros de que nos va a ayudar. La historia de Jonás nos lo garantiza. Aunque los ninivitas se arrepintieron, y Jehová los perdonó, más tarde los habitantes de Asiria volvieron a actuar con maldad. Unos 100 años después del mensaje de Jonás, el rey Senaquerib de Asiria atacó con su ejército las ciudades de Judá. Y sitió Jerusalén, la ciudad que más le interesaba. El rey Ezequías de Judá fue muy buen rey. “Él se aferró a Jehová”. Desde el principio de su reinado, defendió la adoración verdadera no solo en Judá, sino en todo Israel. Ezequías había hecho mucho a favor de la adoración pura. Pero ahora se enfrentaba a otro problema: Senaquerib y su ejército venían contra Jerusalén. Ezequías aceptó pagarle un tributo a Senaquerib para conseguir la paz. Pero el ejército de Senaquerib siguió adelante con sus conquistas, y sitiaron la ciudad amurallada de Lakís. Desde allí, Senaquerib envió a parte de su ejército y a algunos jefes militares a Jerusalén para convencer a Ezequías de que se rindiera. El portavoz del grupo fue el rabsaqué, que hablaba bien hebreo. Este hombre se puso a gritar burlándose de Ezequías y desafiando a Jehová. Decía que Jehová no era nadie al lado de Senaquerib. ¿Cómo se sentirían los soldados de Ezequías? El ejército de Senaquerib estaba en pie de guerra, conquistando una ciudad tras otra. Para Ezequías, este era un momento crítico. Tenía que decidir si confiaría en él mismo o si confiaría en Jehová. Hermanos, debemos recordar que Jehová es capaz de salvarnos como lo hizo en el pasado. —La Palabra de Dios... —¡Rey Ezequías!... ¿aún no ves la realidad?... ¡No hay escape!... Los asirios están a las puertas, ¿y sigues creyendo que no va a pasar nada? Vas a destruir lo que tanto quieres proteger: el templo, Jerusalén, nuestras vidas. Sebná, no niego que estamos en peligro. También me aterra. Si Jehová deja que Jerusalén caiga, que así sea. Pero ¿por qué entregar lo que es de Jehová? Como Ezequías era un hombre de fe, confió en la capacidad de Jehová de salvar a su pueblo, a pesar de que Senaquerib seguía acercándose a Jerusalén. Me da curiosidad ese “rey” tuyo. ¿Quién cree él que vendrá a protegerlo de mí? Jehová, tu Dios... ¡es débil! Se arrastrará ante mi dios Asur. Ezequías estaba decidido a confiar en Jehová. Esta decisión requería muchísima fe de su parte, porque nada menos que 185.000 soldados asirios se estaban acercando a Jerusalén. Aunque el ataque parecía inminente, Ezequías no confió en sí mismo. Más bien, siguió acudiendo a Jehová como la fuente de verdadera paz. Y, una vez más, Jehová demostró lo insignificantes que son los gobernantes humanos en comparación con él. Ezequías aprendió que, hasta cuando parece que no hay salida, para Jehová todo es posible. Este rey confió en Jehová, y él le dio la victoria. Esta es una buena lección para nosotros, ahora y en el futuro. Puede haber situaciones en las que parece que no hay salida. Pero no lo olvidemos: Jehová es todopoderoso. Él está guiando a su pueblo, y podemos seguir su guía con total confianza. En el Armagedón, Jehová protegerá a los que confían en él. La ciudad de Jerusalén se libró de este ataque. Pero la paz no duró mucho. Manasés, el hijo de Ezequías, hizo lo que estaba mal a los ojos de Jehová. Promovió la adoración a Baal y él mismo hizo cosas horribles. Hasta metió la imagen tallada de un dios falso dentro del templo de Jehová. Estamos hablando de un rey que tenía la obligación de proteger al pueblo de la idolatría pero que estaba haciendo justo lo contrario. Construyó altares a dioses falsos, y llegó hasta el punto de sacrificar a sus propios hijos a esos dioses quemándolos en el fuego. Ezequías se había esforzado mucho para que la nación estuviera en paz con Dios. Y ahora los actos de su hijo la echaron a perder. Jehová castigó a Manasés severamente. Permitió que el rey de Asiria se lo llevara como prisionero a Babilonia. Mientras estaba allí, Manasés terminó arrepintiéndose. Se humilló y se mantuvo fiel hasta el final de su vida. ¡Abuelo! Podemos imaginárnoslo enseñándole a su nieto Josías la importancia de ser fiel a Jehová. Escúchame. Jehová es santo, y debes servirle como a él le gusta. Los otros dioses no tienen poder. A pesar de todo esto, la gente seguía pensando que podía adorar a Jehová y a Baal al mismo tiempo. Así que, cuando Josías ya era rey, comenzó una campaña contra la idolatría. Están muy caras. Ese es su precio. ¡Empiecen aquí! ¡No! Esto es lo que haremos con todos los dioses falsos. Josías destruyó los altares para la adoración falsa, los postes sagrados y las imágenes. Estaba resuelto a acabar con la idolatría. Pero tuvo que ser muy valiente para defender la adoración pura, porque en aquel tiempo muy pocos lo hacían. Sin duda fue una tarea difícil, y puede que a veces incluso dudara de estar haciendo lo correcto. Es posible que Jehová lo animara mediante el profeta Jeremías. Esto es lo que Jehová dice: “¡Mira! ¡Le nacerá un hijo llamado Josías a la casa de David! Él sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que hacen humo de sacrificio sobre ti, y quemará huesos humanos sobre ti”. Aquella profecía, que se hizo unos 300 años antes, confirmaba que Josías era aquel que eliminaría la religión falsa. Puede que aquello motivara a Josías y le diera aún más valor para seguir con su campaña, que ahora incluía también la reparación del templo. Lo que hizo Josías ayudó al pueblo a adorar de nuevo a Jehová y a vivir en condiciones pacíficas. Josías se esforzó mucho por restaurar la adoración pura, y por eso lo queremos. Pero el pueblo seguía adorando a dioses falsos, así que Jehová tuvo que castigarlos. Jeremías profetizó que los babilonios conquistarían Judá. Toda esta tierra se convertirá en ruinas. Y sus habitantes tendrán que servir al rey de Babilonia por 70 años. Puede que el propio Daniel escuchara a Jeremías decir estas palabras, y vio cómo se cumplieron cuando su familia y él fueron desterrados a Babilonia. Tuvo que haber sido muy duro para él. Daniel era un joven príncipe judío que había sido arrancado de su país y separado de su familia. Se le eligió para recibir una educación especial en la corte del rey Nabucodonosor, y eso fue otro desafío para él. La cultura de los babilonios era muy diferente, y sus costumbres iban en contra de la ley de Jehová. Daniel estaba decidido a no contaminarse con los alimentos que Jehová no aprobaba. Jehová bendijo la lealtad inquebrantable de Daniel, y él llegó a ser uno de los sabios del rey Nabucodonosor. Nabucodonosor era un rey guerrero que quería formar un gran imperio. Después de llegar al trono, en el 624 antes de nuestra era, Nabucodonosor conquistó muchos territorios. Babilonia se convirtió en un importante centro de comercio. Nabucodonosor llevó a cabo grandes proyectos de construcción que hicieron que la ciudad pareciera impenetrable. Imagine la seguridad que sentían los habitantes de Babilonia protegidos por las murallas de aquella ciudad. Nabucodonosor les atribuía a sus dioses falsos toda aquella prosperidad y seguridad. El más importante de aquellos dioses era Marduk, el dios de la guerra. Pero aquellos dioses falsos y sus sacerdotes no servirían para nada. Una noche, el rey Nabucodonosor tuvo un sueño muy extraño. ¡Llamen a los sabios! ¡Oh, rey, vive eternamente! Cuéntales el sueño a tus siervos. Y te diremos su interpretación. ¡No! Si no me revelan el sueño y su interpretación, serán desmembrados y sus casas se convertirán en letrinas públicas. No hay ningún hombre en la Tierra capaz de hacer lo que pide el rey. Lo que el rey pide es difícil. Y no hay nadie que pueda revelarle eso al rey salvo... salvo los dioses. ¡Detenlos! ¡Mátenlos! Jérah. ¡Estás en peligro! ¿Qué? ¿Qué pasó? No lo escuché todo. Pero los sabios enfurecieron al rey, y ordenó ejecutarlos a todos. Busca a Ananías, a Misael y a Azarías. Tráelos. Veré qué averiguo. Esta orden de ejecutar a todos los sabios incluía a Daniel y sus compañeros. Pongámonos en el lugar de Daniel por un momento: un joven, en un país extranjero, sirviendo en la corte de uno de los hombres más poderosos y violentos del planeta. Y este hombre está pidiendo nada más y nada menos que alguien le lea la mente: “Díganme el sueño y su interpretación”. Oh, rey. Las interpretaciones vienen de mi Dios, Jehová. Él sabe qué soñaste y lo que significa. ¿Y dónde está tu Dios? ¿Dónde? Yo creo que él... Yo sé que él me revelará tu sueño. Por favor, dame tiempo. Hasta ahora, Daniel no ha hecho nada así. Jehová no le ha revelado la interpretación de ningún sueño todavía. Está actuando por fe, una fe que ha desarrollado estudiando los libros sagrados de su tiempo. Estos libros probablemente incluían los escritos inspirados de Moisés, David, Salomón, Isaías, Jeremías y otros profetas. Podemos imaginarnos a Daniel estudiando con cuidado aquellos rollos, abriéndole su corazón a Jehová, suplicándole que le diera sabiduría y entendimiento. Le encantaba hacer eso. Está claro que, a medida que iba estudiando estos relatos, su fe se fortalecía y se sentía cada vez más unido a Jehová. Aunque Daniel no tenía ni idea de lo que había soñado el rey, estaba convencido de que Jehová le revelaría el sueño y su interpretación, y le salvaría la vida. ¿Sabemos exactamente qué relatos tenía Daniel disponibles en su tiempo? No podemos saberlo con seguridad. Pero sí sabemos que tenía acceso a “los libros”. Él cita de las profecías de Jeremías. Daniel pudo ver que Jehová había bendecido a hombres fieles en el pasado. Cuando le pidió a Nabucodonosor que le diera tiempo, no fue porque tuviera miedo a morir, así le daba la oportunidad a Jehová de recompensar su fe revelándole el sueño. Daniel muestra mucho equilibrio aquí. Aunque él confía en que Jehová le va a revelar el sueño, no se queda de brazos cruzados esperando a que Jehová actúe. Hizo lo que cualquier siervo fiel de Dios hubiera hecho: rogarle a Jehová que lo ayudara. Jehová, sé que no nos trajiste aquí para morir. ¿Qué diría la gente? Les dijimos que tú eres el Dios de los cielos, el único que puede revelar secretos. Por favor, defiende tu nombre. Encontré a un hombre entre los desterrados de Judá que puede revelarle la interpretación al rey. Ya sé quién es. ¿De veras puedes revelarme el sueño que vi y su interpretación? Hay un Dios en los cielos que revela los secretos. Y él le ha anunciado al rey Nabucodonosor lo que va a suceder en la parte final de los días. Este es tu sueño: Viste una estatua enorme. Esa estatua estaba de pie enfrente de ti. Tú mismo eres la cabeza de oro. Pero después de ti surgirá otro reino inferior a ti. Luego surgirá un tercer reino, uno de cobre, que gobernará toda la Tierra. El cuarto reino será fuerte como el hierro. El reino estará dividido. Y, como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de barro, del mismo modo el reino será en parte fuerte y en parte frágil. Daniel necesitó muchísima fe y valor para hacer aquello. Puede que también amenacen nuestra paz, y que incluso nuestra vida esté en peligro. En esos momentos, podemos abrirle nuestro corazón a Jehová, rogarle que nos ayude, y confiar en que él nos apoyará. Como en el caso de Daniel y de Jonás, a nosotros también se nos ha dado la tarea de proclamar un mensaje. Y tenemos que ser valientes para hablar de lo que Jehová les hará a aquellos que no reconocen su derecho a gobernar. Estos dos profetas son claros ejemplos de que Jehová apoya a los que confían en él. Jehová estará con nosotros siempre que confiemos en él. Cuando nos enfrentemos a problemas que parezcan imposibles de superar, como le pasó a Ezequías, tenemos la posibilidad de acceder a la fuerza más poderosa que existe. A medida que el fin se acerque, nos enfrentaremos a situaciones en las que habrá que ser valientes y que amenazarán nuestra paz. Tendremos que defender la adoración pura, como Josías, y eso no les gustará a muchos. Pero, con Jehová de nuestro lado, podremos afrontar esos momentos con confianza. Él es todopoderoso, y contamos con su ayuda. Y aquí viene lo más interesante: algunas de las profecías que Daniel escribió no solo tenían que ver con el futuro del Imperio babilónico, sino que también se relacionan con sucesos mundiales de nuestros días y del futuro. Y estas profecías se están cumpliendo justo delante de nuestros ojos. ¡Qué video tan impresionante! Hasta cuando amenazan nuestra paz debemos recordar cómo se relaciona nuestra lealtad con el propósito de Jehová. Así podremos aguantar con alegría. Ya estamos deseando ver la parte 2 de este interesante video. Será en la última sesión de la asamblea. Ahora cantemos la canción 130, titulada Aprendamos a perdonar. Canción 130.
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Sábado tarde (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Después de ver la asamblea regional del 2020 en su idioma, el chichewa, Lisa, una hermana de Malaui de 16 años, dijo: “Con esta asamblea vi que Jehová está cumpliendo su promesa de Hebreos 13:5: “Nunca te dejaré y jamás te abandonaré”. Otros también han expresado su agradecimiento después de ver la asamblea en su propio idioma. Muchos han enviado sus donativos a través de donate.jw.org y de otros medios. ¡Gracias! Su generosidad permite que se traduzca este programa a tantos idiomas. Hace un rato vimos cinco cosas que destruyen la paz y que debemos evitar. Pero ¿qué podemos hacer si ya perdimos la paz? ¿Podemos recuperarla? Y, si es así, ¿cómo? Los invitamos a escuchar con mucha atención la siguiente serie de cuatro discursos. El hermano John Ekrann, ayudante del Comité de Coordinadores, comenzará con el discurso “ ‘Busque la paz y vaya tras ella’: No se ofenda fácilmente”. El título de esta serie de cuatro discursos es “Busque la paz y vaya tras ella”. Está basado en 1 Pedro 3:11. Leámoslo juntos. “Que se aparte de lo que está mal y que haga lo que está bien; que busque la paz y vaya tras ella”. Así que tenemos que ir tras la paz, y hacer eso requiere esfuerzo. ¿Les ha pasado alguna vez que tenían un trozo de papel en la mano y se lo llevó el viento? Y, cuando ya casi lo alcanzaban, se volaba de nuevo una y otra vez. Puede que tengamos que esforzarnos mucho para recuperar el papel. Solo por quedarnos ahí parados mirando cómo se va volando el papel no vamos a hacer que vuelva. Pues la paz puede ser como ese papel. De repente, puede salir volando, y entonces tenemos que ir tras ella o perseguirla para recuperarla. En esta serie de discursos, veremos cuatro maneras de buscar la paz: no ofendiéndonos fácilmente, pidiendo disculpas, estando dispuestos a perdonar y, por último, siendo prudentes al hablar. Veamos la primera forma de ir tras la paz: no ofendiéndonos fácilmente. Como somos imperfectos, es fácil juzgar mal a otros y ofendernos con facilidad. Fíjense que dijimos “con facilidad”. Esto es importante. Tenemos que evitar sacar conclusiones precipitadas sin tener todos los hechos. Incluso siervos fieles del pasado se ofendieron con facilidad. ¿Recuerdan cuando Jesús y sus apóstoles buscaron alojamiento en una aldea samaritana? Los samaritanos no quisieron que se quedaran allí. Como vemos en Lucas 9:54-56, Santiago y Juan le dijeron a Jesús: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y acabe con ellos?”. Pero Jesús los reprendió por su reacción precipitada y violenta. Pensemos en lo que hubiera pasado si Jesús hubiera hecho caso de lo que Santiago y Juan le pedían. Los samaritanos no habrían querido escuchar el mensaje del Reino. Así que Jesús optó por buscar una solución pacífica. El relato dice que sencillamente “se fueron a otra aldea”. Entonces, ¿significa eso que no podemos ofendernos nunca? No. Puede que tengamos una razón válida para quejarnos. La clave está en no ofendernos fácilmente sacando conclusiones antes de conocer todos los hechos. Proverbios 18:13 dice: “Responder a un asunto antes de oír los hechos es tonto y humillante”. En el siguiente video, fíjense en lo que ayuda a una hermana a pasar por alto una ofensa. No me lo esperaba de ti. Clara, ¿por qué me dices eso? Por lo que dijiste de mi canal. ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? Clara, ¡espera, por favor! No sé de qué estás hablando. ¿Hablaste con Emily de mi canal? Sí, pero yo… Así que me criticaste. No, yo nunca… Creí que eras mi amiga. —¡Yo jamás haría eso! —Se suponía que eras la madura, y eres como Emily, hablando mal de los demás. ¡Clara! Mira, sé que estás molesta, pero créeme, todo esto es un malentendido. Yo te quiero. Clara, yo nunca, jamás, hablaría de ti a tus espaldas. Así que, por favor, cálmate. A veces me siento tan sola. Y mi abuela, el trabajo… y ahora resulta que todos hablan de mí. Te lo prometo, eso no es lo que está pasando. Estás cansada y llevas demasiada carga. ¿Por qué no intentamos calmarnos un poco? Mira, las reuniones a mí siempre me ayudan, hasta cuando tengo un mal día. ¿Por qué no entramos, nos sentamos juntas y disfrutamos de la reunión? Y, cuando termine, hablamos las tres. Ya verás. Todo saldrá bien. Clara estaba muy enojada. Dio por hecho que estaba hablando mal de ella todo el mundo. Si nos pasa como a Clara y alguien nos hiere, ¿cómo podemos evitar ofendernos fácilmente? Debemos detenernos y pensar. En Eclesiastés 7:9 encontramos un consejo muy bueno para situaciones como esta. Eclesiastés 7:9 dice: “No te enojes fácilmente, porque enojarse está en el corazón de los tontos”. Deberíamos seguir el consejo que le dio Celia a Clara: “Por favor, cálmate”. En estos casos es importante pensar en lo que sabemos, pero también en lo que no sabemos. Quizás solo sabemos lo que nos han contado, pero ¿sabemos todos los detalles? Clara enseguida creyó lo que le habían contado. ¡Ni siquiera le preguntó a Celia qué es lo que había dicho! O puede que sepamos lo que se dijo, pero no con qué intención se dijo. Clara le preguntó: “¿Hablaste […] de mi canal?”. Y, cuando Celia dijo que sí, Clara automáticamente pensó lo peor. O quizás juzgamos mal a la persona que nos hirió. Eso fue lo que hizo Clara cuando le dijo a Celia: “Eres tan mala como Emily”. ¡Y aún no había escuchado la versión de Celia! Clara le dijo a Celia que ella era la madura, alguien a quien admiraba. Aun así, enseguida la juzgó mal. Clara no se detuvo a pensar. No pensó en lo que estaba diciendo. Quizás tenía un mal día. Sin embargo, Celia lo hizo muy bien. Aunque Clara le habló mal, ella mantuvo la calma y la escuchó. Mientras Clara le contaba que se sentía sola y que estaba cuidando de su abuelita, Celia la escuchaba con mucho cariño e interés. ¡Y eso que hacía un momento le había hablado realmente mal! Además de detenernos a pensar antes de actuar, debemos recordar que lo que de verdad cuenta es lo que Jehová opina de nosotros. Esto es especialmente importante cuando surgen malentendidos o nos acusan falsamente. ¿Saben? Jehová ve todo lo que ocurre. Imagínense la siguiente situación. Acaban de tener un accidente. Estaban detenidos con su vehículo y, de repente, llegó otro auto y los golpeó. Así que viene la policía, y la persona que golpeó su auto dice que ha sido usted quien lo ha golpeado a él. ¡Y la policía le cree a él! Así que decide ir a juicio. En el juicio, la otra persona le cuenta al juez que fue usted quien lo golpeó. Pero, antes de que usted pueda decir una palabra, el juez dice: “No. Eso no fue lo que pasó. Yo iba caminando por esa calle ese día y vi todo lo que ocurrió”. Claro, es muy poco probable que uno vaya a un juicio y el propio juez sea testigo ocular de los hechos. Pero este ejemplo nos enseña que podemos estar muy tranquilos de saber que Jehová ve absolutamente todo. Así que, hermanos, si se nos acusa de algo o hay un malentendido que no podemos aclarar, podemos tener la tranquilidad de saber que Jehová estuvo ahí ese día y vio todo lo que ocurrió. Además, no tenemos por qué ofendernos por todo lo que los demás dicen o hacen; ni pensar que tenemos que defendernos siempre de todo lo que digan de nosotros. Si no, acabaríamos agotados. Y probablemente tendríamos muy pocos amigos. Así que pasemos por alto las pequeñas ofensas. Ahora vayamos a Proverbios 19:11. ¿Qué puede ayudarnos? Ahí, dice: “La perspicacia del hombre frena su furia, y es un gesto hermoso que él pase por alto una ofensa”. ¿Estamos dispuestos a pasar por alto las ofensas? Como leímos, hacerlo “es un gesto hermoso”. Pero si no es posible y se trata de un asunto serio, tratemos de solucionarlo a la manera de Jehová. Mostremos perspicacia, frenemos o controlemos nuestra furia, detengámonos a pensar, escuchemos con paciencia y, antes de ofendernos o tomar cualquier acción, asegurémonos de que sabemos los detalles. ¿Recuerdan el papel que teníamos en las manos y que se llevaba el viento vez tras vez? ¿Y si fuera un billete de 100 dólares? Seguro que haríamos todo lo posible para ir tras él y recuperarlo, porque tiene mucho valor. Pues la paz con nuestros hermanos es mucho más valiosa que cualquier billete. Cuando la paz con nuestros hermanos y hermanas sale volando por culpa de los malentendidos y la imperfección, debemos ir tras ella y esforzarnos por recuperarla. En conclusión, si evitamos ofendernos fácilmente, estaremos honrando a Jehová y promoveremos la paz. El hermano Ralph Walls, ayudante del Comité de Personal, presentará el siguiente discurso de esta serie, “ ‘Busque la paz y vaya tras ella’: Pida disculpas”. “Lo siento muchísimo”. “Fue culpa mía. Por favor, perdóname”. No importa qué palabras usemos, disculparse puede ser muy difícil. ¿Por qué puede ser tan difícil? Por muchas razones: por miedo a la confrontación, al rechazo o a que nos echen la culpa. O quizás nos dé vergüenza y el orgullo nos lo impida. Podríamos pensar: “Disculpándome no voy a arreglar mi metedura de pata”. O puede que estemos muy molestos. Este tema preocupa tanto a muchos que, en julio del 2000, en Estados Unidos, el estado de California aprobó una ley que decía que, en el caso de que hubiera un accidente, el que alguien pida perdón a los que han resultado heridos no significa que esté admitiendo su culpa. Se hizo porque muchas personas no querían disculparse por miedo a que se interpretara como un reconocimiento de culpa en caso de ir a juicio. En la Biblia, encontramos el relato de un hombre fiel, el apóstol Pablo, que nos puso un buen ejemplo sobre pedir disculpas. El relato se encuentra en Hechos 23. ¿El contexto? Un comandante militar romano quería saber por qué los judíos estaban acusando a Pablo. Así que llevó a Pablo ante los sacerdotes principales y ordenó al Sanedrín, que era el tribunal supremo judío, que se reuniera. Cuando leemos el relato de Hechos 23:1-5, nos impresiona ver el valor que mostró Pablo para defender lo correcto. Pero fíjense también, mientras leemos el relato, en la humildad que demostró. Hechos 23:1: “Mirando fijamente al Sanedrín, Pablo dijo: ‘Hermanos, hasta este día he actuado con una conciencia completamente limpia ante Dios’. Al oír esto, el sumo sacerdote Ananías les ordenó a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca. Entonces Pablo le dijo: ‘Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada. ¿Tú te sientas a juzgarme según la Ley y al mismo tiempo violas la Ley mandando que me golpeen?’. Los que estaban junto a él le dijeron: ‘¿Estás insultando al sumo sacerdote de Dios?’. Pablo les respondió: ‘Hermanos, no sabía que era el sumo sacerdote. Porque está escrito: “No insultes a ninguno de los jefes de tu pueblo” ’ ”. Pablo admitió inmediatamente su error. Lo que dijo, que un juez no debería recurrir a la violencia, era cierto. Aun así, Pablo se disculpó. En el siguiente video, veremos cómo una hermana pone en práctica lo que dice Tito 2:3-5 y aconseja a unas hermanas más jóvenes para que tengan buen juicio. También veremos cómo una de las hermanas jóvenes evita más problemas y fomenta la paz al ser humilde y disculparse. No sé lo que pasó. Pero, Clara, ¡lo siento! Me duele mucho verte así de mal. No puedo creer lo que hicieron. Para empezar, lo que tú oíste no es lo que yo dije. Pues eso es lo que yo entendí. Y, aunque yo estuviera equivocada, ¿todo este drama era necesario? Emily, ¡no! Vamos, chicas. Clara, acércate un poquito. “El amor es paciente y bondadoso”. “No es celoso”. “No se irrita con facilidad” aunque las cosas se pongan difíciles. ¿Qué creen que debemos hacer? Yo creía que… Yo… Lo siento, Clara. De verdad, no debí pensar mal de ti, no debí juzgarte. Y perdóname por meterte en esto. No dije la verdad. Está bien, no pasa nada. Todos cometemos errores. No debí hablarte de esa manera, Celia. Bueno, a ninguna de las dos. Me voy, que mi abuela está sola. Te llamo mañana. Adiós. La hermana más mayor pidió perdón, aunque no tenía culpa de nada. Y, además, animó a las jóvenes a hacer las paces. Se necesita valor, humildad y determinación para disculparse. Es interesante lo que dice aquí, en Filipenses 2:3: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”. Así que nuestro objetivo no es ganar una discusión, eso podría ser conflictivo. Y, cuando hablamos con nuestros hermanos, no buscamos que nos digan que nosotros tenemos la razón. Eso indicaría que somos egocéntricos o egoístas. Más bien, como acabamos de leer en Filipenses, queremos ser humildes. Nuestra meta es ir tras la paz. Aunque pensemos que la otra persona está siendo poco razonable, debemos disculparnos. ¿Por qué es tan importante que lo hagamos? Porque de esta forma Jehová aceptará nuestra adoración. Jesús dejó este punto muy claro en Mateo 5:23, 24: “Por eso, si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete. Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda”. Un experto en temas bíblicos describió así la escena: “El ofrendante ha entrado al templo, ha atravesado los patios que rodean el lugar santo, el Patio de los Gentiles, el Patio de las Mujeres, el Patio de los Hombres. Más allá estaba el Patio de los Sacerdotes, en el cual ningún laico podía entrar. De pie junto a la baranda, espera que le toque el turno de entregar su ofrenda al sacerdote”. Y, justo en ese momento, el hombre recuerda que su hermano tiene algo contra él. ¿Y qué tenía que hacer? “Deja tu ofrenda allí, delante del altar [dijo Jesús], y vete”. ¿Qué mencionó él que era más importante que hacer un sacrificio? “Primero haz las paces con tu hermano” y luego, cuando vuelvas, “presenta tu ofrenda”. La expresión traducida aquí “hacer las paces” significa “reconciliarse”. De esto aprendemos una valiosa lección: reconciliarse o hacer las paces va antes que los sacrificios. Y es que la forma de tratar a nuestros hermanos influye directamente en nuestra amistad con Jehová. Como muy bien dice 1 Juan 4:20: “El que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”. Por lo tanto, si nos damos cuenta de que hemos ofendido a un hermano, debemos poner en práctica el consejo de Jesús. Debemos tomar la iniciativa e ir a hablar con él. Quizás debamos reconocer que lo hemos herido. Quizás tengamos que preguntar: “¿Qué puedo hacer para arreglarlo?”. Muchas veces, solo se necesita una disculpa sincera. Claro, hoy día no ofrecemos sacrificios de animales para adorar a Dios. Pero lo que Jesús enseñó nos muestra claramente que hay una estrecha relación entre estar en paz con los hermanos y que Jehová acepte nuestra adoración. Cuando hay un problema entre dos hermanos, es posible que los dos tengan algo de culpa, pues todos somos imperfectos y cometemos errores. Así que muchas veces ambos tienen que ceder. Aunque el que pida perdón no tenga la culpa, no es tan importante quién tiene la razón y quién no, sino quién tomará la iniciativa en hacer las paces. Cuando el apóstol Pablo se enteró de que algunos cristianos de Corinto estaban llevando a otros ante los tribunales por desacuerdos personales, les dijo: “¿No es mejor dejar que cometan injusticias contra ustedes? ¿No es mejor dejar que los estafen?”. El principio está claro. La paz con nuestros hermanos es más importante que probar quién tiene la razón y quién no. Si tenemos esto presente, nos será más fácil pedir perdón a alguien que cree que lo hemos ofendido. Y una disculpa sincera puede abrir la puerta a una conversación positiva. Disculparse minimiza los problemas y restaura la paz. Ahora, el hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie, “ ‘Busque la paz y vaya tras ella’: Esté dispuesto a perdonar”. Está claro que para estar en paz con los demás tenemos que estar dispuestos a perdonar. Veamos dos ejemplos. Un padre y su hija adolescente no se llevan bien. Sus pequeñas discusiones muchas veces terminan en gritos. La situación se pone tan difícil que el padre la echa de la casa. Con el tiempo, ella se da cuenta de que tiene la culpa y le pide perdón a su padre. Pero, en vez de dejar pasar sus errores, el padre no quiere perdonarla. No está dispuesto a perdonar a su propia hija. El segundo ejemplo es muy diferente. Un hombre inocente es condenado a muerte por un delito que no ha cometido. Poco antes de morir, dice estas palabras: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Estas palabras de Jesús se encuentran en Lucas 23:34. Tal vez se refería a los soldados romanos que lo clavaron al madero y que no sabían realmente quién era. O tal vez estuviera pensando en algunos de los que pidieron su ejecución pero más tarde pusieron fe en él. ¿El punto? Jesús estuvo dispuesto a perdonar. ¿Con cuál de estos ejemplos nos identificamos más? ¿Somos como Jesús, dispuestos a perdonar? ¿O a veces tendemos a ser como el hombre que no perdonó a su hija? Perdonar no siempre es fácil. La imperfección ejerce mucha influencia en nosotros y, a veces, nos impide ser compasivos. Cuando alguien nos hace daño, tal vez tendamos a guardar resentimiento o rencor. Y puede que a algunos nos hayan enseñado a no perdonar. No es de extrañar que estar dispuestos a perdonar y buscar la paz sea tan difícil. Aun así, la Biblia nos anima a perdonar con generosidad. Analicemos ahora el ejemplo que nos dio Job sobre perdonar. Todos sabemos lo que le pasó: perdió sus bienes y a sus 10 hijos, tuvo una enfermedad repugnante y su mujer le dijo: “¡Maldice a Dios y muérete!”. Tres amigos suyos se enteraron de lo sucedido y decidieron ir a consolarlo. Job 2:13 dice que, cuando llegaron, se sentaron con él en el suelo “durante siete días y siete noches” y no le dijeron ni una palabra. ¡Y ojalá hubieran seguido así!, porque, cuando abrieron la boca, hicieron muchísimo daño a Job con sus acusaciones falsas. Pero fijémonos en un detalle muy interesante de este relato. Job 42. Cuando por fin pasó todo, Jehová le pidió a Job que hiciera algo por sus falsos amigos. Noten lo que dijo Jehová en Job 42, en la parte b del versículo 8: “Mi siervo Job orará por ustedes. Les aseguro que aceptaré la petición de él y no los trataré de acuerdo con lo tontos que han sido”. ¿Notaron? A pesar de todo lo que habían dicho de él, Jehová le pidió a Job que orara por ellos. ¿Le dijo Job a Jehová: “Jehová, después de lo que me han hecho, no pienso perdonarlos”? ¿Les guardaría rencor Job? Veámoslo. Versículo 9, parte b: “Y Jehová aceptó la oración de Job”. Job hizo lo que Jehová le dijo. ¿Qué pasó gracias a que Job fue leal y estuvo dispuesto a perdonar? Versículo 10: “Después de que Job oró por sus amigos, Jehová acabó con el sufrimiento de Job y le devolvió la prosperidad que había perdido. Jehová le dio el doble de lo que tenía antes”. El relato sigue diciendo que Job tuvo otros 10 hijos, que vivió 140 años más, y el versículo 17 dice: “Finalmente, Job murió satisfecho tras una larga vida”. Al estar dispuesto a perdonar, Job recibió la bendición de Jehová y nos dejó un buen ejemplo. En el siguiente video de Celia y Clara, veamos por qué Clara finalmente decide perdonar. Hola, soy yo. Estaba pensando en ti. Me encantó el broadcasting. ¿Te gustó la canción? Llámame, por favor. Ojalá me dejara tranquila. ¿Qué decías? No, nada. Bueno, es Emily, que no para de escribirme. ¿Cuál es el problema, cariño? No es un problema, es que… Te cuesta perdonarla… No es tan fácil. No, no lo es. Tú quieres hacerlo… Pero ¿y si me hace daño otra vez? No lo olvides, perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejes pasar esa oportunidad. Nunca lo había visto así. Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran más que nada en la vida. ¿Cómo te sentiste? Y tu abuela también, ella se preocupa mucho por ti. Te sientes fatal cuando decepcionas a los que te quieren. Tú vales mucho. Gracias. Y, cuando te perdonan, enseguida te sientes bien. Emily, siento no haberte respondido. ¿Tienes planes para mañana? ¡Qué bien razonó Celia con ella! ¿Recuerdan lo que le dijo a Clara para llegarle al corazón? “Perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejes pasar esa oportunidad”. Así que, si alguien nos trata mal, no perdamos la oportunidad de imitar a Jehová perdonando con generosidad. Esta es la idea que se destaca en Colosenses 3:13. Cuando analizamos el ejemplo de Job, vimos que Jehová le pidió que orara por sus compañeros. Eso lo ayudó a estar dispuesto a perdonar. Veamos ahora lo que Jehová nos pide. Colosenses 3:13: “Sigan soportándose unos a otros y perdonándose con generosidad incluso si alguno tiene una razón para quejarse de otro. Jehová los perdonó con generosidad a ustedes, así que hagan ustedes igual”. El verbo griego para “perdonar con generosidad” se relaciona con una palabra que se traduce como “bondad inmerecida” o “favor”. Cuando este verbo significa “perdonar”, transmite la idea de hacerlo de forma altruista, generosa. Igual que cuando le hacemos un regalo a alguien sin esperar nada a cambio. Jehová quiere que perdonemos con generosidad, tal como él hace. ¿Recuerdan el final del versículo? “Así que hagan ustedes igual”. Y si lo que nos hicieron no es grave, pasémoslo por alto. 1 Corintios 13:5 dice que el amor “no lleva cuenta del daño”. Y Proverbios 19:11 dice que “es un gesto hermoso” pasar “por alto una ofensa”. Sin embargo, si pensamos que debemos hablar del tema con el hermano o la hermana que nos ofendió, ¿cuál sería el mejor modo de hacerlo? Primero, debemos pedirle a Jehová que nos ayude. Después, pensando en las buenas cualidades del hermano, digámosle con bondad que queremos hacer las paces. Escuchémoslo con atención y empatía. No lo interrumpamos, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que diga. Puede que su punto de vista esté equivocado, pero es su punto de vista. Luego, cuando nos toque hablar, seamos amables. Digámosle al hermano que lo apreciamos mucho y pidámosle perdón por cualquier parte de culpa que tengamos. Si logramos arreglar las cosas, demos gracias a Jehová. Pero si no, sigamos pidiendo a Jehová que nos dirija y buscando oportunidades para hacer las paces. Cuando perdonamos de verdad, tomamos la firme decisión de no guardar rencor. ¡Y qué paz sentimos al hacerlo! Perdonar no significa aprobar una mala acción, quitarle importancia o fingir que no pasó nada. Si se nos ha tratado injustamente y tenemos razón para quejarnos, esforcémonos por buscar la paz y solucionar el asunto. Después, dejémoslo todo en manos de Jehová. Así que, hermanos, ¿qué queremos llevarnos de este discurso? Estarán de acuerdo en que a veces es muy difícil perdonar. Pero no seamos como el hombre del que hablamos al principio, que no perdonó ni a su propia hija. Sigamos el ejemplo de Jehová, Jesús, Job y Clara, y estemos dispuestos a perdonar. Recuerden, perdonar a alguien nos da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejemos pasar esa oportunidad. Así que vayamos tras la paz estando dispuestos a perdonar. El hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, “‘Busque la paz y vaya tras ella’: Sea prudente al hablar”. ¿Por qué resulta tan difícil ser prudentes al hablar? Porque tenemos que luchar con una fuerza muy poderosa. ¿Qué fuerza? La imperfección. La lengua tiene mucho poder. Puede hacer mucho bien, pero, por culpa de la imperfección, también puede causar mucho dolor. Esta idea se expresa muy bien en el libro de Proverbios. Por ejemplo, Proverbios 12:18 dice lo siguiente: “Las palabras dichas sin pensar son como los golpes de una espada, pero la lengua de los sabios cura las heridas”. Y en Proverbios 18:21 leemos: “Muerte y vida están en el poder de la lengua; los que disfrutan usándola comerán de su fruto”. Las palabras tienen poder, así que debemos tener cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos. Es posible que todos recordemos alguna ocasión en la que alguien nos habló mal y nos hizo mucho daño. Pero unas palabras bien pensadas pueden curar un corazón herido y recuperar una amistad. Como somos imperfectos, a todos nos resulta difícil controlar lo que decimos. Esto también le pasaba a Santiago, un discípulo del siglo primero. En el tercer capítulo de la carta que escribió, él reconoció humildemente que esto es un desafío para todas las personas. Veamos lo que él escribió en Santiago 3:3-6, 8: Y ahora el versículo 8 dice: No solo la imperfección influye en cómo hablamos, también puede influir nuestra crianza. La Atalaya del 15 de septiembre de 2006, en la página 21, párrafo 6, dice: “Además de la imperfección humana, el ambiente familiar es otro factor implicado en el mal uso de la lengua. Algunas personas se han criado en hogares con padres ‘no dispuestos a ningún acuerdo, [...] sin autodominio, feroces’ ”. Pero, a pesar de estos desafíos, todos podemos buscar la paz e ir tras ella. Jesús nos puso un buen ejemplo de cómo usar bien nuestra capacidad de hablar. Con sus palabras, él animaba y consolaba a los demás. Cuando estuvo en la Tierra, dijo que las palabras de Isaías 61:1 se cumplían en él. Ahí dice lo siguiente: Mateo, en su Evangelio, aplicó las palabras de Isaías 42:1-3 a Jesús. En Mateo 12:20 dijo: De estos versículos aprendemos una lección importante. Jesús reconoció que la lengua tiene mucho poder: poder para herir y poder para sanar. La Atalaya del 15 de febrero de 2015, página 13, párrafo 11, dijo lo siguiente —cito textualmente—: “Las palabras y acciones de Jesús dieron testimonio de su buen juicio”. ¿Podemos esforzarnos por imitar mejor a Jesús? Entonces, ¿qué haremos la próxima vez que nos surja la oportunidad de hablar con prudencia, y así usar bien nuestra capacidad de hablar? En el siguiente video, fíjense en lo beneficioso que puede ser hablar con prudencia. Amigas, necesito ayuda. ¿Qué puedo incluir en mi colección de invierno? No sé, pero me encantó lo último que hiciste, en especial… este de aquí. Ah, gracias. Todas me dieron buenísimas ideas. Pero tú eres la artista. Ja, ja, ja. Chicas, ¿nos vamos? ¡Te encanta! ¡Aaah, mi canción favorita! ¡Y la mía! “Tú vales un montón, eres especial, no dudes más [más]…”. Es que canto fatal. ¡Que no! Vamos… Sé de alguien que cuando la canta hay que taparse los oídos. ¡Verónica! ¡Ay, por favor! Está enamorada de su voz. ¿Se han sentado alguna vez cerca de ella en el Salón? Canta superalto. Se cree que es una diva. Lo primero que pensé fue: “¡Oh, no! ¡Otra vez no! Esta historia ya me la sé”. ¿No crees que está presumiendo? ¿Seguro que el problema es Clara? Por supuesto que es Clara. ¿No será que sientes un poquito de envidia? Esto ya lo viví. Si tú crees que debería tener más cuidado para que no la malinterpreten… ¿Y qué sugiere? Que le diga que tiene que dejar esto. ¿Lo pueden creer? ¡Y es una precursora! ¿Qué clase de ejemplo está poniendo? ¡Qué rápido se extiende un fuego! No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! ¡No puedo creerlo! ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? ¡Clara! Y qué difícil puede ser apagarlo. De verdad, no debí pensar mal de ti, no debí juzgarte. Perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran. ¿Será que nadie le ha dicho nunca nada de esto? ¿Saben lo que me encanta de Verónica? Creo que es la persona más hospitalaria que conozco. Siempre tiene gente en su casa. Y cocina de lujo. —¿Han probado sus arepas? —Ay, sí, sí, es que están deliciosas. —Sííí, están buenísimas. —Yo no las he probado todavía. —Están para chuparse los dedos. —Estoy deseando probarlas. Y cuando hace la noche de arepas… Pues le voy a preguntar. Oh, ya verás… Nuestras palabras deberían honrar a Dios y ayudar a los demás. Y si alguien se enoja con nosotros y respondemos amablemente, podemos contribuir a que la situación se calme. Eso es lo que dice Proverbios 15:1: “Una respuesta amable aparta la furia, pero una palabra hiriente provoca la ira”. Además, nuestras palabras también pueden consolar y animar a otros. En 1 Tesalonicenses 5:11 leemos: Y el 14 dice: La verdad es que incluso los siervos fieles de Jehová a veces sufren depresión. ¿Cómo los podemos ayudar? Podemos elogiar con sinceridad alguna de sus cualidades para que vean lo valiosos que son para Jehová. Mostrémosles textos bíblicos animadores que demuestren claramente que Jehová se preocupa muchísimo por “los que tienen el corazón destrozado” y “están hundidos en el desánimo”. También podemos usar el poder de la lengua para darles a otros el ánimo que tanto necesitan. ¿Ha perdido algún hermano que usted conozca a un ser querido? Si le habla con cariño y se preocupa por él, lo consolará en esos momentos difíciles. ¿Siente un hermano de edad avanzada que nadie lo necesita? Tranquilicémoslo con palabras bien pensadas para que se sienta valorado y querido. ¿Conoce a alguien que tenga una enfermedad crónica? Hablarle de forma amable, ya sea por teléfono o en persona, puede consolarlo mucho y levantarle el ánimo. Seguro que a nuestro Creador le alegra muchísimo que utilicemos la facultad del habla para animar a otros y edificarlos. Es verdad que probablemente no podamos solucionar sus problemas, pero podemos decirles que los queremos y que nos preocupamos por ellos. Por ejemplo, ¿por qué no hacemos planes para pasar un ratito juntos? Y recuerde utilizar la Palabra de Dios para animarlos. Si se da cuenta de que alguien de su congregación está desanimado o muy triste, podría leerle un texto animador de la Biblia e incluso orar con él. Confírmeles a estos hermanos que todos en la congregación de verdad los quieren. Y hable de forma que se note que usted realmente siente y cree lo que dice. Esta serie de discursos nos ha dado a todos mucho en qué pensar, ¿verdad? Por ejemplo, nos ha recordado que buscar la paz no siempre es fácil. También hemos aprendido que ir tras la paz requiere mucho esfuerzo. ¿De qué maneras específicas nos hemos propuesto buscar la paz e ir tras ella de ahora en adelante? Podemos hacerlo de las formas que hemos analizado: 1) no ofendiéndonos fácilmente; 2) pidiendo disculpas; 3) estando dispuestos a perdonar, y 4) hablando con prudencia para animar y consolar a los demás. Si lo hacemos, Jehová, “el Dios de la paz”, nos bendecirá muchísimo. Gracias, hermanos, por recordarnos que, si nosotros disfrutamos de paz, no es por casualidad. Necesitamos esforzarnos constantemente, pero podemos lograrlo con la ayuda de Jehová. Ya hemos llegado al último discurso de esta sesión. Los verdaderos cristianos tenemos antecedentes y culturas muy diferentes. Cada uno tiene su propia conciencia. ¿Cómo podemos mantenernos unidos a pesar de las diferencias? Por favor, presten atención al hermano David Splane, miembro del Cuerpo Gobernante, que presentará el discurso titulado “Protejamos nuestro ‘vínculo de la paz’ ”. Cuando pensamos en la unidad, puede que recordemos las palabras de Salmo 133:1, vamos a leerlas. El texto no va a aparecer en la pantalla, así que hay que buscarlo en la Biblia. Les doy un momento. Es Salmo 133:1. Dice: “¡Miren qué bueno es y qué gusto da que los hermanos vivan juntos en unidad!”. ¿Verdad que estamos de acuerdo con estas palabras de David? Hablando de David, él sabía lo valiosa que es la unidad. Recordemos que, a lo largo de su vida, hubo muchas ocasiones en las que él no vio unidad. Tanto al principio como al final de su reinado vivió guerras civiles, justo lo opuesto a la unidad. Alguien podría pensar que debió haber sido fácil para los israelitas estar unidos. Después de todo, tenían las mismas raíces, todos eran descendientes de Abrahán, hablaban el mismo idioma, el hebreo. Además, tenían antecedentes sociales parecidos. Sus antepasados fueron esclavos en Egipto, así que ninguno de ellos tenía razones para presumir de su origen. Aun así, los israelitas buscaron razones para odiarse unos a otros. El primer rey de Israel era benjaminita. El segundo rey era de Judá. Y eso fue razón suficiente para empezar una guerra en Israel. Saltemos ahora al siglo primero. La unidad es tan importante que Jesús pensó en ella la noche antes de morir. ¿Lo recuerdan? Le pidió a su Padre que sus discípulos fueran uno, así como él y su Padre son uno. Pero eso no iba a ser sencillo, ¿por qué lo decimos? Desde un punto de vista humano, no había razones para que los cristianos estuvieran unidos. A diferencia de los israelitas, ellos no tenían un antepasado común, no hablaban todos el mismo idioma y sus antecedentes sociales eran muy diferentes. Piénsenlo: los primeros cristianos eran judíos o judíos prosélitos. A ellos les habían enseñado que los gentiles eran impuros, no debían entrar en la casa de un gentil, y mucho menos predicarle. Pero los cristianos gentiles venían “de todas las naciones que hay bajo el cielo”. La mayoría no conocía el idioma hebreo ni las Escrituras Hebreas. Habían adorado a dioses falsos. Algunos habían estudiado en lugares como Atenas, Alejandría y otras ciudades importantes. Otros apenas habían recibido educación. Pero, cuando aprendieron la verdad, los cristianos se unieron y estaban en paz unos con otros. El apóstol Pablo quería ayudarlos a proteger ese vínculo de la paz. Y ese es precisamente el título de este discurso. Vamos a leer lo que Pablo escribió en Efesios 4:3-6 y vamos a fijarnos en una expresión en particular que encontramos en estos versículos. Efesios 4, les doy un momento. Efesios 4:3-6. Aquí Pablo habla de lo importante que es la unidad. Veamos cómo explica esta idea. Dice: “Hagan todo lo posible [así que hace falta esfuerzo] por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como hay una sola esperanza a la que han sido llamados [y ahora repite la idea]. Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos”. Volvamos al versículo 3 y fijémonos en la expresión “vínculo de la paz”. El título de este discurso es “Protejamos nuestro ‘vínculo de la paz’ ”. La Biblia de estudio en inglés tiene aquí una nota que dice algo muy interesante. Dice que la palabra que se traduce como “vínculo” también se puede traducir como “ligamento”. De hecho, así es como se traduce en otros versículos. Ya sabemos lo que es un ligamento, es un tejido muy fuerte que mantiene unidos los huesos. Así que, en esta expresión que usa Pablo —“el vínculo de la paz”— la paz es como un ligamento. Es el tejido que mantiene unido al pueblo de Dios. Eso era cierto en el siglo primero y también lo es ahora. Igual que los primeros cristianos, nosotros tenemos distintos antecedentes, hablamos idiomas diferentes… Pero Jehová nos ha enseñado a estar unidos y en paz. Ahora bien, ¿a qué nos referimos con estar unidos? Estar unidos no significa que a todos tengan que gustarnos las mismas cosas o que debamos pensar igual. Hay margen para una variedad de gustos y opiniones. Podemos ver esa variedad en este programa. No todos llevamos el mismo tipo de traje o las corbatas del mismo color. ¿Y qué hay de usted? ¿Cuál es su color favorito?, ¿su comida favorita? y ¿su mascota favorita? En la organización de Jehová hay amantes de los perros y amantes de los gatos. Y no a todos nos gusta la misma raza de perro o de gato. ¿Alguna vez ha visitado a alguien que tiene una mascota que para él es lo más bonito del mundo? Y usted, al verle la cara, se preguntó “¿Cómo a alguien le puede gustar algo tan feo?”. ¡Pues al dueño sí! Somos diferentes, y las mascotas agradecen mucho eso. La variedad que vemos hoy en el pueblo de Dios seguirá existiendo en el nuevo mundo. A Jehová le encanta la variedad. ¿Cuántos colores hay? ¿Cuántas especies de plantas, aves y animales hay? En la creación encontramos cosas sencillas y complejas, simples y sofisticadas, dulces y amargas, ásperas y suaves. Las personas también son diferentes. Incluso en el nuevo mundo, los humanos perfectos tendrán diferentes personalidades, talentos y habilidades. ¿Siempre ha querido tocar el violín? Pues no piense que cuando sea perfecto simplemente podrá agarrar uno y tocarlo. Y no hay ninguna garantía de que pueda llegar a tocar en nuestra orquesta. Una manera de mantener la unidad es respetando la conciencia de los demás. Esto es muy importante, porque a menudo cuando no hay unidad es porque no respetamos el derecho de otros hermanos a tomar sus propias decisiones. Pero ¿a qué nos referimos con la conciencia? Muy sencillo. Es la capacidad que nos permite diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Voy a repetirlo. La conciencia es la capacidad de diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Hablemos de cómo nuestra crianza y nuestra cultura pueden determinar nuestro criterio sobre lo que está bien y lo que está mal. En algunas culturas, hay familias muy grandes, y todos hablan muy alto cuando se juntan a comer. Aquello parece un gallinero. Los niños se molestan unos a otros y no les da vergüenza hablar de cualquier tema. Las niñas usan la ropa de sus hermanas, a veces sin pedir permiso. Hay quienes creen que eso está mal, pero para ellas es algo normal, y a sus padres no les importa. En otras culturas, todos en la familia son educados y corteses. Pero no hablan mucho de sus planes ni de sus sentimientos. Los padres no suelen hablar de su pasado, porque valoran su privacidad. Los que se han criado en ese ambiente puede que tiendan a ser estrictos consigo mismos y con los demás. Para ellos todo es o blanco o negro. Si tomas su ropa sin permiso, te dirán: “Eso es robar. Voy a llamar a los ancianos”. Para ellos no hay zonas grises. Por supuesto, hay excepciones, y no estamos diciendo que todos los de la misma cultura sean iguales. Pero ustedes me entienden. Bien, ¿qué sucede cuando un hermano se muda a otra congregación en la que la mayoría son de una cultura diferente a la suya? Si no cambia su manera de ver a los demás, va a sufrir mucho. ¿Hay solo una forma de hacer las cosas bien? No. Las dos culturas tienen cosas de las que se puede aprender. Hablando de la cultura, podríamos preguntarnos: “¿Qué pienso de los hermanos que vienen de culturas muy diferentes a la mía?”. A lo mejor tienen otro acento, su manera de vestir es diferente… Puede que tengan otros modales o que su comida sea distinta. Supongamos que hay un anciano más joven que nosotros o de otra raza. ¿Aceptaremos su consejo? ¿Iríamos a pedirle consejo? ¿O preferiríamos hablar con un anciano mayor y de nuestra misma cultura? ¿Nos alegra ser diferentes, o permitimos que eso acabe con la unidad? Pensemos en ello. Hablemos ahora de nuestras experiencias en la vida. Lo que hemos vivido también influye en lo que consideramos que está bien o que está mal. Algunos crecieron en un hogar en el que el alcohol era un problema. Su niñez no fue feliz. Y, ahora, de adultos, evitan el alcohol a toda costa. Y piensan mal de quienes sí lo beben, aunque sea con moderación. Para ellos beber alcohol está mal. Otros solo tienen buenos recuerdos de su niñez, y en su casa siempre había vino en la mesa, pero nadie bebía demasiado. Alguien que haya llevado una vida inmoral en el pasado puede que sea muy sensible con el tema de la ropa. Puede que para él sean inapropiadas algunas formas de vestir que para otros son aceptables. Si no tienen cuidado, quienes tienden a ser estrictos consigo mismos podrían tratar de imponer su opinión a otros. Pongamos por ejemplo una situación muy común. Cuatro hermanas están predicando juntas en un territorio rural. Van en auto, y hay muchos kilómetros o millas entre cada casa. En la primera casa, la que conduce y su compañera se bajan del auto, y las otras dos se quedan. No tienen otra opción, aquello está desierto. La señora de la casa hace muchas preguntas. Comienzan un curso de la Biblia. Ya es mediodía cuando las hermanas vuelven al auto, muy contentas. Y saben lo que pasa ahora, ¿verdad? Una de las hermanas que se quedó en el auto dice: “Genial. Nosotras no podremos informar ni un minuto de predicación”. ¿Qué acaba de hacer? Pues, hablar por ella y por su compañera. Y, sin darse cuenta, le estaba imponiendo su opinión a su amiga. Si ella no quiere informar ese tiempo es asunto suyo. Pero habría sido mejor que se hubiera reservado su opinión. Cuando vas de visita a algunos países y haces un tour con guía, es muy probable que uno de los monumentos que quiera mostrarte sea una iglesia, para ver su arquitectura. Algunos hermanos no tienen ningún problema en entrar en una iglesia si forma parte de un tour, para ellos es como visitar un museo. Pero otros, que antes eran miembros de una religión falsa, no entrarían en una iglesia por nada del mundo, ni siquiera para una boda o un funeral. Para ellos ir a una iglesia está mal. Los hermanos pueden tomar decisiones diferentes de acuerdo con su conciencia, y eso hay que respetarlo. En un momento, hablaremos más de este tema. Bueno, solo hemos visto algunos ejemplos que muestran la gran variedad de personalidades y de opiniones que hay en el pueblo de Dios. Y la pregunta es: ¿cómo podemos lograr mantener la unidad? ¿Qué fue lo que dijo Pablo? “Hagan todo lo posible por mantener” —mantener— este vínculo de la paz. Eso quiere decir que tenemos que esforzarnos para mantener la unidad. En primer lugar, nos puede ayudar conocer bien a los hermanos que tienen otra manera de pensar. Conocer su historia. Eso nos ayudará a no reaccionar mal cuando tengan una opinión con la que no estamos de acuerdo. Nos ayudará a no juzgarlos. Pablo fue muy claro al hablar de este tema en Romanos 14:4, una frase sencilla pero impactante. Vamos a leerla juntos en Romanos 14, les doy un momento, versículo 4. Pablo dice: “¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de otro? Es asunto de su amo que él se mantenga en pie o que caiga. De hecho, él se mantendrá en pie porque Jehová puede mantenerlo en pie”. Volvamos a leer la primera frase del versículo: “¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de otro?”. Sabemos lo que hace un juez: declarar a la gente culpable o inocente. Ese no es nuestro trabajo, el Juez es Jehová. Si cada uno se centra en su interior, en entrenar su conciencia, mantendremos la paz y la unidad de la congregación. Todos queremos ser razonables a la hora de decidir si algo está bien o está mal. Queremos tener un punto de vista equilibrado de las cosas. ¿Cómo podemos ser equilibrados a la hora de determinar si algo está bien o está mal? En algunos casos, la Biblia nos da la respuesta. Pero en otros hay que tomar una decisión. Por ejemplo, pensemos en la situación de la que hablamos antes, la de entrar en una iglesia. Puede que donde usted viva esto no sea un problema, pero en algunos lugares sí lo es. Recuerden que estos discursos son para toda la hermandad mundial. Así que el tema del que vamos a hablar es un problema para muchos hermanos, y esperamos que esto les ayude. Esta es la situación: dos hermanas están casadas con hombres que no son Testigos. En los dos casos, la madre del esposo acaba de morir. El funeral será en una iglesia. Una de las hermanas decide ir, la otra decide no ir. La hermana que decide ir al funeral tiene en cuenta que en esa iglesia el pastor solo dará un discurso. No se cantarán canciones ni se harán oraciones ni habrá ritos religiosos. Aunque esas cosas no le afectarían porque ella nunca fue muy religiosa. Su esposo y su familia estarán contentos con que ella simplemente esté allí sentada. Las circunstancias de la segunda hermana son muy diferentes. Ella antes iba a esa iglesia, y allí la gente participa en las ceremonias. Ella también participaba activamente. Así que tiene miedo de hacer algo indebido. La familia del esposo es muy expresiva en los funerales. Y seguramente se enojarán si ella no participa. Al final, le dice con respeto a su esposo que si va podría hacerle pasar vergüenza y que prefiere no asistir. Como ven, las dos situaciones son diferentes. Ahora vamos a analizar cuatro preguntas que podemos hacernos siempre que tengamos que tomar una decisión difícil. Y voy a repetir cada pregunta para que los que estén tomando notas tengan tiempo de apuntarlas. Estas preguntas son muy muy buenas. Por eso deberíamos hacérnoslas antes de tomar decisiones difíciles. ¿Están listos? La primera: “¿Qué hará feliz a Jehová?”. La repito. “¿Qué hará feliz a Jehová?”. Eso debería ser lo más importante, complacer a Jehová. ¿Cómo sabemos qué hará feliz a Jehová? Pues, tenemos que saber cuáles son los principios bíblicos implicados. Una manera de averiguarlo es buscando en el Índice o en la Guía de estudio. ¿Qué principios bíblicos podría tener en cuenta una hermana con un esposo que no es Testigo al decidir si va a ir a un funeral en una iglesia? ¿Se le ocurre alguno? ¿Qué tal 1 Pedro 3:1? “Esposas, estén en sujeción a sus esposos”. A Jehová le gusta que una mujer cristiana respete a su esposo, sea Testigo o no. Pero la sujeción que le debe es relativa. Ella está dedicada a Jehová, no a su esposo. Ella está dedicada a Jehová, no a su esposo. 1 Pedro 3:1. ¿Qué hay de Isaías 52:11? “¡No toquen nada impuro!”. “Manténganse limpios”. Bajo la Ley de Moisés, si una persona tocaba algo impuro, se hacía impura. A muchos hermanos les resultaría muy difícil escuchar a un pastor decir mentiras sobre la condición de los muertos. Para ellos sería como tocar algo impuro. Sin embargo, para otros es como cuando un joven está escuchando en silencio a su profesor decir mentiras sobre el origen de la vida. Si alguien toma la decisión de ir a un funeral en una iglesia, debe estar totalmente decidido a no participar en ningún ritual religioso, ya sea cantar canciones o incluso decir “amén” después de que se haga una oración. Recordemos la meta: agradar a Jehová. Esa fue la primera pregunta: ¿qué hará feliz a Jehová? Pregunta número dos: “¿Cómo puede afectar a otros mi decisión?”. ¿La tienen? “¿Cómo puede afectar a otros mi decisión?”. No queremos hacer tropezar a nadie. Incluso si es un asunto familiar, como asistir a una boda o a un funeral en una iglesia. Es una decisión personal, pero debemos tener en cuenta el efecto que pueda tener en otros. Puede afectarles de dos maneras. La primera es fácil de imaginar. En algunos lugares, si un Testigo entra en una iglesia, los hermanos podrían dejar de respetarlo. ¿De qué otra manera puede afectar a otros su decisión? Quizás él asista al funeral y no haga nada incorrecto. Pero supongamos que un hermano nuevo decide seguir su ejemplo cuando muere un familiar. Podría ceder a la presión de su familia y participar en actos de idolatría. ¡Qué triste sería eso! El apóstol Pablo nunca adoró ídolos. Así que a él no le molestaba la conciencia cuando compraba carne en el mercado que había sido sacrificada a ídolos. Él sabía que un ídolo no era nada. Pero algunos de sus hermanos habían adorado esos mismos ídolos antes de hacerse cristianos. Ellos se habrían sentido culpables comiendo esa carne. Para ellos habría sido como compartir mesa con los ídolos. La opinión de los hermanos era importante para Pablo. Él estaba dispuesto a sacrificar sus derechos por el bien de los demás. No queremos ser desconsiderados y pensar: “Si ese hermano se ofende con lo que yo hago, el problema es suyo”. Por otro lado, si somos nosotros los que nos ofendemos fácilmente por lo que hacen los demás, debemos pedirle a Jehová que nos ayude a ser más razonables. Hasta ahora, hemos visto que tenemos que hacer feliz a Jehová y tener en cuenta la opinión de los hermanos. Pregunta número tres: “¿He pedido consejo?”. ¿La apuntaron? “¿He pedido consejo?”. Puede que los ancianos no hayan pasado por la misma situación que nosotros, pero ellos conocen a mucha gente. Puede que conozcan a alguien que sí haya pasado por esa situación y sepan cómo la manejó. O puede que sepan el efecto que tuvo en otros esa decisión. Por ejemplo, quizá recuerden cómo reaccionó la congregación la última vez que alguien fue a una boda o a un funeral en una iglesia. Otra situación en la que los hermanos a menudo les piden consejo a los ancianos tiene que ver con el uso de las fracciones sanguíneas. “¿Deberíamos aceptarlas o no?”. El Cuerpo Gobernante no quiere imponerles su conciencia a los hermanos. ¿Qué dice la Biblia? Bueno, sabemos que dice que nos abstengamos de la sangre. Pero, cuando se divide en fracciones y estas se dividen en fracciones cada vez más pequeñas, ¿en qué momento la sangre deja de ser sangre? Cada uno tiene que decidir por sí mismo. Puede que algunos piensen: “Bueno, si es una fracción tan tan pequeñita, yo no tengo problema en aceptarla”. Pero otros dirán: “A mí me da igual. Viene de la sangre. No la quiero”. Y también se debe respetar ese punto de vista. Pongamos un ejemplo: el aire está compuesto de nitrógeno y oxígeno. Esos dos gases componen el 99 % del aire. Así que queda un 1 %. El 1 % está compuesto de una variedad de gases: dióxido de carbono, hidrógeno, neón… fracciones pequeñas. Cuando hablen sobre este tema, los ancianos deben tener cuidado. No deben influir en los hermanos dando su opinión personal. Por ejemplo, diciendo: “Yo no aceptaría ninguna”. Deberían limitarse a ayudar a los hermanos a entender los principios bíblicos, para que ellos tomen su decisión. Bueno, ¿por dónde vamos? Queremos hacer feliz a Jehová, tener en cuenta la opinión de nuestros hermanos y pedir consejo. Pregunta cuatro: “¿Saqué tiempo…?”. Repito: “¿Saqué tiempo para orar y meditar antes de tomar la decisión?”. “¿Saqué tiempo para orar y meditar antes de tomar la decisión?”. La meta es hacer feliz a Jehová. No queremos tomar una decisión precipitada y luego pedirle que la bendiga. Es mejor pedirle guía a Jehová primero que pedirle que bendiga una decisión que ya hemos tomado. ¿Alguna vez ha escuchado esto?: “A mí mi conciencia me lo permite”. Pero pensemos: ¿cómo llegó a esa conclusión? ¿Siguió los cuatro pasos que ya mencionamos? ¿Buscó información para saber qué haría feliz a Jehová? ¿Pensó en el efecto que tendría en otros? ¿Pidió consejo? ¿Oró y meditó antes de tomar su decisión, o solo está haciendo lo que a él le parece bien? No se trata de hacer lo que nos parezca bien, sino de tener una conciencia entrenada por la Biblia. Voy a repetirlo: no se trata de hacer lo que nos parezca bien, sino de tener una conciencia entrenada por la Biblia. Tenemos que entrenar nuestra conciencia de acuerdo con los principios bíblicos. A Pablo no le molestaba la conciencia mientras perseguía a los cristianos. Él pensaba que le estaba haciendo un favor a Dios. Pero, cuando se dio cuenta de cómo veía Jehová las cosas, supo que tenía que cambiar. Debemos asegurarnos de saber lo que Jehová piensa sobre los asuntos. Recuerden lo que dice Jeremías 17:9. Es muy sencillo pero muy cierto. Jeremías 17:9. Dice: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”. El corazón es traicionero. Las emociones podrían traicionarnos sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando expulsan a alguien de nuestra familia. Si el familiar no vive en nuestra casa, sabemos que tenemos que limitar el trato con él a lo estrictamente necesario. Si no estábamos muy unidos, tal vez eso no sea un problema. Pero supongamos que la familia estaba muy unida, entonces no es tan sencillo. Si nos dejamos llevar por las emociones en vez de seguir los principios bíblicos, podríamos estirar el significado de “lo estrictamente necesario” para que incluya casi cualquier cosa. El corazón es traicionero. Hacernos las cuatro preguntas que ya analizamos nos ayudará a tomar decisiones basadas en los principios de la Biblia en vez de simplemente dejarnos llevar por los sentimientos. Veamos ahora cómo unos cristianos maduros siguen estos principios y cómo los ayudan los ancianos. Las entrevistas que vamos a escuchar tratan sobre bodas y funerales, un tema delicado en muchas culturas, como podrán ver. En Japón, hay rituales religiosos relacionados con cada etapa de la vida y con cada estación del año. Los testigos de Jehová queremos que la congregación esté siempre unida y limpia. Hay un asunto relacionado con esto que suele ser muy delicado: cuando hay que decidir si asistir o no al funeral de alguien que no es Testigo. Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de decidir si ir a un funeral es si va a haber ritos religiosos o actos de adoración que la Biblia condena. De acuerdo con lo que dice 2 Corintios 6:14, no queremos participar en formas de adoración pagana. Además, aunque no participemos en ningún acto o ritual religioso, tenemos que tener en cuenta si nuestra decisión de asistir al funeral hará tropezar a otros en la congregación. Queremos seguir el principio bíblico de Lucas 17:2, y así evitar que otros en la congregación se sientan mal por culpa de nuestras decisiones. Lo tercero en lo que hay que pensar es en nuestra propia conciencia. Tenemos que pensar seriamente en el principio bíblico de Gálatas 6:5, que dice que cada uno debe llevar su propia carga de responsabilidad. Los ancianos también deben recordar este principio cuando aconsejan a otros. Claro está, los hermanos pueden preguntarles cuando tengan alguna duda sobre los funerales. Pero los ancianos deben recordar que en asuntos de conciencia no pueden tomar decisiones por los demás. Así que no sería correcto establecer normas sobre asistir a funerales de personas que no son Testigos. Cuando cada hermano toma sus decisiones basándose en los principios de la Biblia, en la congregación se respira un ambiente de paz y tranquilidad, y se respetan las circunstancias de cada uno. Esto es algo que une mucho a los hermanos. Así todos pueden tener la conciencia tranquila y seguir sirviendo a Jehová con alegría. En mi cultura, la oshiwambo, de Namibia, como en muchas otras culturas africanas, hay muchas costumbres espiritistas relacionadas con las bodas, que se practican el día de la celebración. En mi familia, soy la única testigo de Jehová. Así que Ben y yo estábamos muy preocupados, porque ellos no entienden nuestra adoración a Dios ni que sigamos lo que dice la Biblia en vez de sus tradiciones. Después de comprometernos, empezó la pandemia. Como nuestra boda sería por videoconferencia, no podríamos tener el control sobre todo lo que pudiera pasar. Así que pensamos en posibles situaciones que pudieran hacer tropezar a los hermanos y afectar a la congregación. Repasamos algunos principios bíblicos que pudieran ayudarnos en nuestro caso, pero también nos resultó muy útil hablar con un anciano de experiencia. Él nos mencionó un consejo que está en Proverbios 14:15. Nos dijo que no nos confiáramos cuando alguien dijera “Voy a hacer esto o no voy a hacer lo otro en la boda”. La verdad es que era nuestra responsabilidad asegurarnos de que todo lo que se hiciera en nuestra boda estuviera de acuerdo con los principios bíblicos. Otro principio que tuvimos en cuenta fue el de 1 Corintios 10:23. Nosotros sabíamos que teníamos derecho a hacer muchas cosas, pero también debíamos tener presente lo que pensarían los hermanos sobre nuestra boda. No queríamos que ningún invitado a nuestra boda se sintiera incómodo o incluso que tropezara. Tenemos muy buenos recuerdos de aquel día. Todo salió muy bien. Obedecer los consejos de la Biblia no significa que no podamos divertirnos. Seguir los principios de la Biblia une mucho a los hermanos. Todos los que asistieron a nuestra boda disfrutaron mucho del día. No tienes que preocuparte pensando “¿Pasará algo que ofenda a los demás?”. Disfrutas del día y solo te quedan buenos recuerdos. Como vieron, los hermanos de muchos países tienen que tomar decisiones difíciles sobre el tema de las bodas y los funerales. La ayuda de los ancianos es muy valiosa. Algunos médicos se quejan de que sus pacientes Testigos se contradicen entre ellos, porque no todos opinan lo mismo sobre ciertos tratamientos médicos. Tal vez un Testigo dice que acepta algunas fracciones o tratamientos, y su doctor piensa que ya sabe lo que creen todos los Testigos. Pero entonces llega otro Testigo que los rechaza todos. Y el médico se confunde. Esos médicos no entienden el papel de la conciencia. Y no debería preocuparnos que ellos no entiendan por qué tenemos distintos puntos de vista. A nosotros nos alegra mucho tener un Dios que nos da la libertad de tomar nuestras propias decisiones. El apóstol Pablo mencionó cuatro cualidades que nos ayudarán a mantener el vínculo de la paz. Vamos a ver cuáles son en Efesios, capítulo 4. Y nos centraremos en el versículo 2. Vamos a buscar Efesios 4:2. Cuando leímos los versículos 3 a 6 antes, vimos que a Pablo le importaba mucho la unidad. Pensaba mucho en ello. Y ahora nos dice que estas cuatro cualidades nos van a ayudar a mantener la unidad. El 3 decía: “Hagan todo lo posible por mantener la unidad del espíritu”. Tenemos que esforzarnos mucho por promover la unidad. Versículo 2: “Sean […] humildes, apacibles y pacientes; sopórtense unos a otros con amor”. ¡Qué bonito! ¿Cuáles son las cualidades? Humildad, apacibilidad, paciencia y amor. Cuando somos humildes, reconocemos que no siempre tenemos la razón. La humildad también evitará que les impongamos nuestra conciencia a los demás como si Jehová nos hubiera nombrado jueces sobre ellos. ¿Y qué hay de la apacibilidad? Nos ayudará a pensar en el efecto que puedan tener nuestras palabras en los demás. No queremos hacerles daño, ni siquiera cuando no estamos de acuerdo con ellos. También queremos darles el beneficio de la duda. Si alguien le dice algo que le molesta mucho, ore antes de hablar. Ore antes de hablar. “El amor cubre una multitud de pecados” y fomenta la paz en la congregación. ¿Verdad que agradecemos que los demás sean pacientes con nosotros? Pues nosotros debemos ser pacientes con ellos, porque cada uno progresa a un ritmo diferente en sentido espiritual. Tenemos que recordarlo. Bueno, ya hemos hablado de tomar decisiones que hagan feliz a Jehová. Pero también podemos hacer feliz a Jehová fomentando la paz en la congregación. Y, a veces, para conseguirlo hay que esforzarse mucho. A veces hay que trabajar y poner de nuestra parte para que haya paz en la congregación. ¿Qué hay de los ancianos? Ellos son un ejemplo de lo que es trabajar unidos. Cuando se expresen, siempre deben reflejar esa unidad. Si no lo hacen, la congregación verá que están divididos, y eso hará que los hermanos se sientan incómodos. Cuando no estén de acuerdo, deben solucionarlo en privado, tratándose siempre con mucho respeto. Que alguien no esté de acuerdo con nosotros no lo convierte en una mala persona. Nunca olvidemos eso. Y, si alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, eso puede enseñarnos algo. Puede ser que nosotros tengamos que darle una vuelta más al asunto. Siempre hay que pensar que la otra persona puede tener razón. ¿Y nosotros, los publicadores? Si nos está costando llevarnos bien con alguien, en vez de pedirle a Jehová que esa persona cambie, deberíamos pedirle que nos moldee a nosotros, como el Gran Alfarero que es. Pidámosle que nos muestre por qué trajo a esa persona a la congregación. Recordemos lo que dijo Jesús: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre […] lo traiga”. ¿Qué ve Jehová en esa persona que yo no estoy viendo? Todos tenemos la responsabilidad de contribuir a que haya paz y unidad en la congregación. Que Jehová bendiga nuestro esfuerzo por lograrlo. Gracias, hermano Splane, por ese alentador discurso. Estamos decididos a hacer nuestra parte para proteger nuestro “vínculo de la paz”. En esta sesión aprendimos lecciones muy valiosas. ¿Y qué nos esperará en la siguiente? El tema del día se basa en Romanos 15:13, que dice en parte: “Que el Dios que da esperanza los llene de felicidad y paz”. Veremos una serie de siete discursos que trata sobre siervos de Dios que sembraron y cosecharon paz. Y deseamos invitar a todos los que podamos a escuchar el discurso público, titulado “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. Y ahora cantemos juntos la canción número 113, que nos ayuda a entender lo que significa tener la paz de Dios. Esta canción se titula La paz del pueblo de Dios. Después de la canción, pueden hacer una oración de conclusión. Repetimos, canción número 113.
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Sábado tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Bienvenidos a la quinta sesión de la asamblea “Busquen la paz”, que corresponde a la mañana del domingo en el programa. El video musical está a punto de comenzar. Al verlo, notemos la felicidad que se obtiene al buscar la paz con Dios. Esperamos que les guste mucho. ¡Aquí estamos de nuevo, hermanos! El tema de esta sesión y la siguiente está sacado de las palabras inspiradas de Romanos 15:13, que dice en parte: “Que el Dios que da esperanza los llene de felicidad y paz”. Los invitamos a todos a cantar la canción 101, Sirvamos a Dios en unidad. Nuevamente, canción 101. A veces, los siervos de Jehová pasamos por situaciones que nos dificultan buscar la paz. ¿Cuáles son estas situaciones y cómo podemos superarlas? Responderemos esas preguntas en una serie de siete discursos. Veremos cómo podemos imitar el ejemplo de quienes cosecharon paz porque antes la habían sembrado. Primero, escuchemos al hermano William Turner, ayudante del Comité de Servicio, quien dará el discurso “Sembraron y cosecharon paz. José y sus hermanos”. En la Biblia encontramos muchos principios que nos ayudan a todos a tomar buenas decisiones. Por ejemplo, Proverbios 13:20 nos dice que, si andamos con sabios, nos haremos sabios también. Y Proverbios 28:20 dice que, si somos fieles, recibiremos muchas bendiciones. Seguro que hay muchos otros principios por los que usted se guía. Ahora bien, si de veras queremos fomentar la paz, hay un principio muy importante que tenemos que seguir. Veamos cuál es. Acompáñenme a Gálatas, capítulo 6. Leamos juntos Gálatas 6:7, 8. Dice así: “No se engañen: nadie puede burlarse de Dios. Porque lo que uno esté sembrando es lo que cosechará. El que siembra pensando en su carne cosechará de su carne la corrupción, pero el que siembra pensando en el espíritu cosechará del espíritu la vida eterna”. ¿Cuál es el principio? Cosechamos lo que sembramos. Pensemos en un agricultor. Él sabe muy bien que tiene que sembrar lo que quiere cosechar y que esa cosecha no se va a dar enseguida, sino que, al debido tiempo, esa planta dará su fruto. Lo mismo nos pasa con la paz. La única manera en la que podemos cosecharla es sembrándola. Gradualmente hay que ir cultivándola, pero, al debido tiempo, cosecharemos los frutos. En esta serie de discursos veremos ejemplos del pasado y de la actualidad de siervos de Jehová que, a pesar de ciertos desafíos, cosecharon la paz porque primero la habían sembrado. Bien, hablemos de uno de los desafíos más comunes: los problemas en la familia. Debido a la imperfección, no es nada raro que surjan desacuerdos, o hasta que las cosas se pongan tensas. Pudiéramos tener distintas razones para enojarnos con un familiar. Muchas veces, son cosas sin importancia y enseguida podemos sembrar y cosechar la paz. Pero ¿qué hay si se trata de un asunto más grave? Imagine que un familiar le hace algo que le rompe el corazón. Aun así, sigue siendo posible sembrar y cosechar paz. Esto quedó demostrado por la historia de José y sus hermanos. Ya la hemos leído en la Biblia: los hermanos de José lo vendieron como esclavo por envidia. Estamos de acuerdo en que eso no fue cualquier cosa. Primero, a José lo llevaron a Egipto. Tiempo después, lo acusaron falsamente y lo metieron preso. Durante 13 años, José sufrió injusticias y no había hecho nada para merecerlo. Pudiera haber sido fácil para José pensar que, si alguna vez volvía a ver a sus hermanos, la mejor forma de conservar la paz era no tener absolutamente nada que ver con ellos. ¿Alguna vez ha pensado usted lo mismo? Pero José no hizo eso. De hecho, con el paso de los años, tanto José como sus hermanos sembraron la paz. Para ver cómo lo lograron, leamos Salmo 105:19. Notemos lo que nos dice aquí este salmo sobre José. Aquí dice: “Hasta el tiempo en que se cumplió su palabra, la declaración de Jehová lo purificó”. José dejó que Jehová lo purificara. Confió en él. Dejó que moldeara su forma de pensar y de ser, y no se amargó. Es más, nos llama muchísimo la atención que no hay nada en las Escrituras que indique que José le contara alguna vez a alguien, ni siquiera al faraón, que habían sido sus hermanos los que lo secuestraron y lo vendieron luego como esclavo. ¿Y qué hay de sus hermanos? Años después de lo que le hicieron, se lo encontraron en Egipto. José ahora los pone a prueba. Trata a su hermano menor, Benjamín, mucho mejor que a todos los demás. Y nota que sus hermanos han cambiado. Ya no son personas envidiosas. Demuestran que están muy preocupados por su hermano y por su padre, Jacob. José se da cuenta de que sus hermanos se han arrepentido y los perdona. Como José y sus hermanos se esforzaron por sembrar la paz, pudieron cosecharla y, con el tiempo, fueron capaces de tener una buena relación. ¿Cómo puede el ejemplo de José y sus hermanos ayudarnos a nosotros? En la siguiente escenificación, note cómo un hermano siembra la paz en su familia. Y cada mañana, repito, cada mañana, ahí estaba Jeremy, cantando a todo pulmón. —Pero yo no era el único. —No, pero solo se te oía a ti. Habló mi hermano mayor. Siempre me llamó la atención lo bien que se llevaban los dos. Bueno, no siempre fue así. No. Bueno, al principio sí. Nick y yo no éramos solo hermanos, éramos amigos. Pero, cuando surgieron problemas con nuestro negocio, lo que empezó con una discusión terminó siendo una guerra. ¡Tú no sabes cómo funciona esto! Siempre estás criticando. ¿Podrías por una vez…? ¡Jeremy! ¿Tienes idea de lo que nos va a costar esto? ¡Y qué iba a hacer! Tú no me consultaste. ¿Pero qué problema tienes? ¡Tú! Tú eres el problema. Tratamos de solucionarlo. Pero la cosa se puso peor. Fue como si se levantara un muro entre nosotros. Por fuera, parecía que todo estaba bien. Pero, por dentro, seguía muy enojado. Me sentía como un hipócrita. Había que hacer algo. Necesité mucha ayuda de Jehová para pasar la página, dejar el resentimiento y hacer las paces con Nick. Pasó tiempo hasta que se cerraron las heridas… … y volvimos a confiar el uno en el otro como antes. Pero lo logramos. Menos mal que hicimos las paces antes de que el mundo se viniera abajo. ¿Cómo podemos nosotros también imitar a José y sus hermanos? Hay tres cosas que podemos hacer. La primera la encontramos en Efesios 4:32. Vamos a leerlo. Efesios 4:32: “Sean bondadosos unos con otros, trátense con ternura y compasión, y perdónense con generosidad, así como Dios los perdonó generosamente a ustedes mediante Cristo”. Así que, primero, tenemos que estar dispuestos a perdonar. Si dejamos que el dolor y el resentimiento se apoderen de nuestro corazón, se nos hará mucho más difícil perdonar. Lo vimos en el video. El problema entre Nick y Jeremy empezó como una pequeña discusión, pero explotó y terminó siendo una guerra. ¿Por qué? Porque Jeremy aún estaba muy resentido con su hermano. Tenemos que esforzarnos por perdonar a los demás tal y como Jehová nos perdona a nosotros. El segundo punto: no le dé más vueltas al asunto. Proverbios 17:9 dice: “El que saca el tema una y otra vez separa a los buenos amigos”. ¿Y no fue eso lo que dijo Jeremy que había sucedido? Se había levantado un muro entre él y su hermano. Hubo que tomar medidas para sembrar la paz; hablaron con sinceridad sobre cómo se sentían, pasaron tiempo juntos, salieron a predicar de casa en casa… solo así comenzaron a sanar las heridas. Y recuerden, las cosas no volvieron a la normalidad enseguida. Les tomó tiempo cosechar la paz. Sí, tuvo que pasar tiempo hasta que volvieron a confiar el uno en el otro. No podemos esperar milagros, pero sí que las cosas mejoren. Como el agricultor, tenga la seguridad de que, al debido tiempo, cosechará los resultados de sus esfuerzos. La tercera cosa que podemos hacer es la más importante: pídale a Jehová que lo ayude a dejar atrás el enojo y el resentimiento. Salmo 105:19 decía que la declaración de Jehová purificó a José. Lo ayudó a ser el tipo de persona que deja las cosas pasar sin amargarse ni guardar rencor. En el video, Jeremy reconoció que necesitó la ayuda de Jehová para no seguir enojado y pasar la página. Jehová puede hacer lo mismo por nosotros. No es nada fácil resolver problemas que amenazan la paz de la familia. Pero dejémonos guiar por este principio fundamental: se cosecha lo que se siembra. No tenga ninguna duda. Si está dispuesto a perdonar, busca oportunidades para sembrar la paz y le ruega a Jehová que lo ayude, él le dará su bendición. Y, al debido tiempo, usted y su familia cosecharán los resultados y disfrutarán de verdadera paz. Ahora Ronald Curzan, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Los gabaonitas”. Durante siglos se ha librado una batalla, una batalla que sigue hasta nuestros días. Los seres humanos desobedientes luchan por hacer las cosas como ellos quieren, en vez de hacer la voluntad de Jehová. La mayoría de los humanos no quieren someterse ni hacer las cosas a la manera de Dios. Prefieren ponerse en su contra y hacerle la guerra en lugar de sembrar la paz. Pero, durante siglos, ha habido millones de personas que humildemente se han sometido a la voluntad de Jehová. Hacen lo que él quiere porque ellos quieren. De esta manera, ellos siembran la paz. Al cultivar la paz con Jehová, han cosechado bendiciones, como disfrutar de una relación íntima y personal con él y tener la esperanza de vivir para siempre en un mundo pacífico. Ahora bien, tenemos que admitir que habrá veces en las que se nos hará difícil aceptar y poner en práctica las normas de Dios o las instrucciones que recibamos de su organización, en especial si no entendemos qué razones hay detrás de esas instrucciones o si no es lo que preferiríamos hacer. ¿Qué hace falta para sembrar y cosechar paz? Humildad. La persona humilde no se da tanta importancia. No es orgullosa ni arrogante. No anda buscando salirse siempre con la suya. Más bien, anda buscando formas de sembrar la paz tanto con Jehová como con los demás. Es alguien que fomenta la paz. ¿Y cuál es el resultado de ser humilde y sembrar la paz? Miren lo que dice Proverbios 22:4: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es [fíjense ahora] riqueza, gloria y vida”. Sí, vida eterna. En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que sembraron y cosecharon la paz porque fueron humildes y se sometieron a Jehová. Examinemos el ejemplo de los gabaonitas. ¿Los gabaonitas? ¿No fueron ellos enemigos de los israelitas? Sí. Pero, más adelante, ellos sembraron y cosecharon paz con Jehová y con su pueblo. ¿Recuerdan cuando Josué, junto con los israelitas, cruzó el río Jordán para llegar a la Tierra Prometida? Bueno, pues Jehová dijo que tenían que quitar a todas esas naciones cananeas que vivían allí, y uno de esos pueblos eran los gabaonitas. En el capítulo 9 de Josué podemos ver que a los gabaonitas se les dijo claramente que la voluntad de Jehová era que a los cananeos los aniquilaran. Y, cuando vieron lo que los israelitas hicieron en Jericó y en Hai, no les quedó la menor duda de que era Jehová quien estaba luchando por su pueblo. Obviamente, no querían que les pasara lo mismo. Pero ¿qué podían hacer, si esa era la voluntad de Jehová? Pues ingeniaron un plan muy interesante. Enviaron embajadores para hacer un pacto de paz con los israelitas y con Jehová también. Miren lo que tenían que decirles. Versículo 11. “Seremos siervos de ustedes; hagan un pacto con nosotros”. Ese era el mensaje que tenían que dar los embajadores. Lo interesante de esto fue que ellos actuaron con astucia. Trataron de engañar a los israelitas. Usaron ropa gastada y llevaron provisiones viejas. ¿Para qué? Para hacerles creer que venían de una tierra muy lejana, cuando en realidad vivían a solo unos kilómetros. ¿Funcionó su plan? Es verdad que mintieron. Pero sí, su plan funcionó. De hecho, en el versículo 15, vemos que Josué hizo un pacto de paz con ellos. Y, al final de cuentas, Jehová estuvo de acuerdo con la decisión que se tomó. Los gabaonitas fueron humildes y buscaron hacer la paz con Jehová y con su pueblo. Y siguieron demostrando humildad siendo obedientes a Jehová y a su representante, Josué. Sí, ellos obedecieron todas las instrucciones que les dieron. Veamos, por ejemplo, esta del versículo 27. Dice: “Josué les impuso el deber de recoger leña y buscar agua para el pueblo y para el altar de Jehová”. Aunque seguramente los gabaonitas eran excelentes guerreros, ellos realizaron con gusto todos los trabajos que les asignaron para apoyar la adoración pura. Lo que les salvó la vida y les dio paz fue ser humildes y seguir las instrucciones. ¿Cómo podemos nosotros imitar a los gabaonitas? Haciendo los cambios que tengamos que hacer para seguir las normas de Jehová. Puede que algunos tengan que hacer cambios muy grandes, ya sea en su forma de pensar o dejando atrás malas costumbres o, también, malas amistades. También podemos imitar a los gabaonitas estando dispuestos a realizar cualquier tarea que se nos asigne para apoyar la adoración verdadera. La lección queda clara: para sembrar y cosechar la paz, tenemos que ser humildes y seguir las instrucciones. Y esto se destaca en el video que veremos a continuación. Fíjense en los beneficios de obedecer las normas de Jehová. La pandemia duró mucho más de lo que esperábamos. Y las noticias eran contradictorias. Eso nos inquietaba más. Mi hermana perdió su trabajo, y tuvo que venir a vivir con nosotros. Así que estábamos Kelly y yo, Nicole y papá. Veinte segundos, Eddy, veinte segundos. —Nos vemos. —Ajá. —¿Y tu mascarilla? —Da igual. Toma, llévate esta. No voy a acercarme a nadie. Eddy. Oye, en el almacén nadie se pone la mascarilla. Y ¿sabes cuántas personas se han contagiado? Cero. Por ahora. Ya viste el último informe del Cuerpo Gobernante. No podemos bajar la guardia. —Aún no. —Papá, ya lo sé. Yo creo que está muy bien que los hermanos traten de protegernos, pero… ¿Pero qué? ¿No creen que están —no sé— exagerando un poco? Pero, claro, no eran los hermanos los que estaban equivocados, era yo. Una semana después, me enteré de que un hermano de nuestro grupo de predicación estaba en el hospital con COVID. Era joven y había estado tomando todas las precauciones. Y yo había bajado la guardia. Ahora no es el momento de relajarnos y dejar de protegernos. No bajen la guardia. No piensen que ustedes y sus familias no se van a enfermar. Me di cuenta de lo mucho que la organización se preocupaba por nosotros… y de cuánto afectaban a los demás mis decisiones, incluidas las personas a las que más quiero. A medida que avanzaba la pandemia, aprendí lo importante que es ser humilde y obediente. Seguir las instrucciones de Jehová nos ayudó a estar a salvo y también nos dio paz. ¡Qué lecciones tan buenas! ¡Y qué oportunas en estos momentos en los que vivimos! Igual que Eddy, habrá ocasiones en las que tendremos que ajustar nuestra forma de pensar y hacer a un lado nuestra opinión o lo que queramos hacer. Hay que ser siempre leales y humildes, y obedecer a Jehová o a los representantes que él ha nombrado aquí en la Tierra, “el esclavo fiel y prudente”. Eddy aprendió una importante lección. Ser humildes y seguir las instrucciones no solo puede ayudar a nuestras familias a mantenerse a salvo, sino que también les da paz y felicidad. ¡Qué lección tan importante para todos! ¿Qué nos ayudará a ser humildes y obedecer las instrucciones que nos den hoy y en el futuro? Noten lo que el apóstol Pablo dijo en Efesios 5:17. Dice: “Dejen de ser insensatos y comprendan cuál es la voluntad de Jehová”. En la Biblia, vemos lo que Dios piensa sobre diferentes asuntos. Pero ¿y si no entendemos el porqué de una instrucción? O tal vez nos cueste trabajo entender cómo podemos poner en práctica principios bíblicos en determinadas situaciones. Recuerden lo que dijo Pablo. Dijo: “Comprendan cuál es la voluntad de Jehová”. Pero ¿cómo se hace eso? Imagine que es un minero que está buscando piedras preciosas. Va a tener que excavar profundo en la tierra. Tenemos que hacer lo mismo. No nos podemos quedar en la superficie, por así decirlo. Tenemos que profundizar en nuestro estudio de la Biblia y tenemos que buscar, igual que el minero, las piedras preciosas, los principios. Y, entonces, hay que meditar en esos principios. Así, entenderemos lo que piensa Jehová y nosotros pensaremos igual que él. Si comprendemos cuál es la voluntad de Jehová, no estaremos peleando o insistiendo en hacer las cosas a nuestro modo, sino que haremos lo que él nos diga, ya sea mediante la Biblia o mediante el Cuerpo Gobernante. Como los gabaonitas, seamos personas que buscan la paz. Sigamos sembrando la paz tanto con Jehová como con los demás. Si hacemos la voluntad de Jehová porque nosotros queremos hacerla, porque somos humildes, cosecharemos paz por siempre. El hermano Kenneth Flodin, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Gedeón”. ¿Recuerdan a Gedeón? De él vamos a hablar en este discurso. Pero ¿cuál es el desafío del que vamos a estar hablando ahora? Prepárense para escucharlo: problemas con hermanos de la congregación. ¡Pero no! ¿Cómo va a ser eso posible, si Jesús dijo que lo que identificaría a sus discípulos sería el amor, no los problemas? Bueno, eso es cierto. Como testigos de Jehová, sí nos queremos, sí nos mostramos amor; eso es lo que nos identifica. Pero la realidad es que también somos tan imperfectos que tarde o temprano tendremos problemas con nuestros hermanos. Santiago 3:2 no se anda con rodeos cuando dice que “todos [todos] tropezamos muchas veces”. No siempre, no en cada momento, pero sí reconoce que tropezaremos muchas veces. Puede que un hermano o una hermana diga algo que nos duela. O puede ser que nosotros digamos algo que los provoque o que sean ellos los que nos provoquen. No es que se haga con mala intención; a veces son simples malentendidos. Alguien dice algo sin ánimo de ofender, y unos se lo toman bien y otros se lo toman mal. O puede que uno diga algo y haya alguien que lo interprete de una manera que a uno jamás se le hubiese ocurrido. Pero eso pasa, y ahora nos toca sembrar paz para poder cosecharla. Y, cuando sembramos semillas, algunas brotan mucho más rápido que otras. Pero, tal como vimos en el primer discurso de esta serie, un agricultor confía en que su plantita va a brotar y en que verá resultados al debido tiempo. Si alguna vez llegamos a tener un problema con un hermano, el ejemplo bíblico de Gedeón nos puede ayudar a sembrar y cosechar paz. En una batalla entre Gedeón y los madianitas, Gedeón les pidió a los hombres de Efraín que lo ayudaran a perseguir a sus enemigos. Eso está en Jueces, capítulo 8. Y les fue bien. Ganaron la batalla. Pero, después de la victoria, los hombres de Efraín fueron a reclamarle a Gedeón. Estaban indignados porque no  los habían llamado antes a la guerra. Leamos Jueces 8:1: “Entonces los hombres de Efraín le preguntaron a Gedeón: ‘¿Qué nos hiciste? ¿Por qué no nos avisaste cuando fuiste a luchar contra Madián?’. Y se lo reprocharon violentamente”. Esta era una discusión entre guerreros armados. Las cosas pudieron haber acabado muy mal, haberse salido de control muy fácilmente. ¿Se lo pueden imaginar: los de Efraín y los de Gedeón atacándose sin piedad? Pero eso no pasó. Gedeón sembró la paz con lo que dijo. Leamos los versículos 2 y 3: “Pero él les contestó: ‘¿Y qué hice yo en comparación con lo que han hecho ustedes? ¿No es mejor lo que sobra de la cosecha de Efraín que toda la vendimia de Abí-Ézer? Dios entregó a Oreb y a Zeeb, los príncipes de Madián, en sus manos. ¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?’ ”. Y noten: “Cuando les habló así, ellos se calmaron”. En este caso la plantita de la paz brotó en poco tiempo. Gedeón escogió muy bien sus palabras para sembrar la paz, y la cosechó en una sola conversación. En el siguiente video, fíjense en cómo un hermano evita que cierta situación termine convirtiéndose en una discusión. Y ya saben cómo es el pueblo de Jehová. Cuando hay una necesidad, los hermanos están ahí. Incluso cuando teníamos muchas cosas que hacer, se ofrecían muchos hermanos, tantos que algunos empezaron a sentir que no los estábamos teniendo en cuenta. Hola, Ray, ¿todo bien? Hola, Matt, me enteré de que tú estás encargado de la distribución de comida. Ah, sí, aquí vamos. Pues, ¿crees que podría ayudar? Tengo la camioneta lista. Acabamos de terminar ahora mismo. Así que por hoy ya está. Pero, oye, muchísimas gracias por ofrecerte. Okey, ¿y cuándo es la próxima? Perdona, Ray, el camión está a punto de salir. ¿Te puedo llamar luego? Sí, claro. Ray trabajaba muy duro. No sabíamos ni la mitad de lo que hacía. Cuando trabajaba en algo, lo hacía de todo corazón. ¿Quién era? Cuando le dije que no necesitábamos más ayuda, no se lo tomó muy bien. Ray, creo que estás silenciado. Así que me estás diciendo que no estoy a la altura de este trabajo. No, no, es que sabemos lo ocupadísimo que estás cuidando a tu mamá, no queríamos… ¿Está Paul Thompson en tu equipo? Sí, pero… ¿Y también está Oliver? Oliver es mi auxiliar. Sí, pero… ¿Y me puedes explicar eso, Matt? ¿Usas a tus amigos y al resto nos dejas fuera? ¿Crees que no me doy cuenta de que están ignorándome? Ray, te debo una disculpa. Lo siento mucho. Debí haber hablado contigo desde el principio. Estás tan ocupado cuidando a tu mamá que lo último que queríamos era complicarte más la vida. Pero, sobre todo, no queríamos pedirte algo que pusiera en peligro a tu madre o a ti. Es cierto. A mí también me preocupa eso. ¿Sabes? Tu mamá para nosotros es un tesoro. No queremos que le pase nada. Lo sé. Y a ti también te queremos. En serio, eres todo un ejemplo. Jehová debe estar muy contento con todo lo que estás haciendo por nosotros y por tu mamá. Gracias. Gracias por decírmelo. Pero, si surge algo en lo que pueda colaborar, aunque sea un poco, desde mi casa… Ah, pues, es buena idea. Quizá nos podrías dar alguna sugerencia sobre cómo hacer… Dos excelentes hermanos, pero, que debido a la imperfección, estaban mirando el mismo asunto desde dos puntos de vista muy diferentes. Matt tenía las mejores intenciones y quería ayudar a Ray. Sabía que la madre de Ray estaba muy enferma, y quería protegerlos. Pero Ray no lo veía así. Pensaba que Matt solo estaba usando a sus amigos y estaba dejando a los demás fuera. Pero ¿cómo se calmaron las cosas? Bueno, en primer lugar, Ray hizo bien y fue a hablar con Matt. Le contó cómo se sentía y conversaron a solas. ¿Y por qué fue esto una buena idea? Porque así Matt pudo escuchar con atención a Ray y logró entender cómo se sentía. ¡Qué bueno que eso se logró! Y, entonces, ¿qué hizo Matt después? ¿Lo recuerdan? Cuando entendió a Ray, enseguida le pidió disculpas. Al igual que Gedeón, escogió bien las palabras y logró calmar a Ray. Creció en poco tiempo la plantita. Sembró y cosechó la paz en una sola conversación. ¿Y cómo podemos imitar a Gedeón cuando nosotros tengamos un problema con algún hermano? 2 Timoteo 2:24. ¿Recuerdan cómo estaban los hombres de Efraín? Cuando fueron a hablar con Gedeón, estaban muy enojados. Querían pelear con él. Habían agarrado las espadas. Pero aquí Pablo nos representa muy bien la actitud que demostró Gedeón. 2 Timoteo 2:24: “El esclavo del Señor no tiene que pelear [ni con palabras ni con armas], sino que [como Gedeón] debe ser amable con todos, […] capacitado para enseñar, [y tiene que] controlarse cuando lo tratan mal”. Eso no es para nada fácil (poder controlarse cuando lo tratan mal), pero es una manera de cultivar la paz. Si lo que nos hacen no es algo tan grave, tal vez podríamos preguntarnos: “¿Puedo pasarlo por alto y dejar las cosas así?”. Pero, claro, en el caso de Ray, él estaba muy ofendido. Era obvio que Ray no veía las cosas como Matt. Pero recuerden que al final Matt admitió que debió haber hablado con Ray primero. De esta manera, Matt sembró las semillas de la paz. ¡Qué interesante que, siglos antes, Gedeón vivió de acuerdo con un principio cristiano registrado en el siglo primero! En Filipenses 2:3 dice: “Humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”. ¿Recuerdan cuáles fueron las palabras de Gedeón? Dos veces él dijo: “¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?”. Fue humilde y así pudo calmar a los hombres de Efraín. ¿Y nosotros qué aprendemos? Que hay que pedir perdón por lo que uno haya hecho para contribuir al problema, sin importar si sentimos que debería ser el otro el que pida disculpas. También podríamos orar por él, felicitarlo por lo que haya hecho bien o hacer algo bueno por él. Y, si tenemos que hablar del problema, hagámoslo con tacto y seamos amables. ¡Qué bueno sería que todos los problemas se resolvieran enseguida y que las semillas de la paz brotaran en corto tiempo! Pero hay diferentes circunstancias, personalidades y tipos de problemas que hacen que eso no siempre sea posible. Pero que usted y yo, todos, nos esforcemos por sembrar la paz en todo momento, esperando, como el agricultor, que dé fruto a su debido tiempo. Uy, sí, ¡qué rico es el fruto de la verdadera paz! Ahora el hermano Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Abigaíl”. Fomentar la paz pudiera ser difícil. Todos somos imperfectos y la vida es sumamente complicada. Así que, por lo general, estar en paz requiere esfuerzo. Y aún más si hay una persona que promueve la paz, y la otra no desea hacerlo. Cuando esto sucede, pudieran surgir distintos problemas, tanto entre los hermanos en la congregación como en la familia. Por ejemplo, en la congregación pudiéramos tener un amigo que no se lleva bien con otro de nuestros amigos en la congregación, pero no hace nada para resolver el asunto y hacer las paces. Y, en la familia, a alguien se le podría hacer difícil promover la paz con su pareja si esta no quiere poner en práctica los principios bíblicos. ¿Qué vamos a hacer? En situaciones como esa nos puede ayudar el relato bíblico de Abigaíl. Acompáñenme a leer el primer libro de Samuel, capítulo 25, donde se nos habla de Abigaíl y de su esposo Nabal. En el versículo 3 se dice que Nabal es un hombre “áspero”. En el versículo 25, Abigaíl añade que es “insensato”. Y, en el versículo 17, uno de sus trabajadores dice que Nabal es “despreciable”, “que no se puede hablar con él”. Con esa descripción de su personalidad, no nos sorprende que haya tratado mal a los hombres de David. Y David quería vengarse. ¿Qué puede hacer alguien para promover la paz en una situación así? ¿Qué fue lo que hizo Abigaíl? Pensémoslo un momento: ¿qué pudo haber hecho? Ella pudo haber dejado las cosas así. Nos podemos imaginar que la vida con este hombre no era nada fácil para Abigaíl. Ella muy bien pudo haber dicho: “Adelante, David, haz todo lo que quieras”. O pudo haber ido adonde David y empeorar la situación. Decirle que sí, que Nabal es un hombre malo y que la maltrata a ella también. Cualquiera de estas dos cosas habría sido una salida fácil para ella, pero no hizo eso. Ella no podía hacer nada para cambiar la personalidad de Nabal, pero sí podía hacer todo lo posible por promover la paz. De hecho, fíjense en el tacto y el respeto que reflejan las palabras de Abigaíl a David. Leamos los versículos 27 a 31: “Y ahora, mi señor, deja que los hombres que te acompañan reciban este regalo que tu sierva te ha traído. Perdona, por favor, si tu sierva te ha ofendido. Yo sé que Jehová sin falta hará que tu casa sea duradera, mi señor. Porque tú peleas las guerras de Jehová y en toda tu vida no se ha encontrado nada malo en ti. Mi señor, cuando alguien te persiga y trate de quitarte la vida, Jehová tu Dios tendrá tu vida bien guardada en la bolsa de la vida. Pero la vida de tus enemigos la lanzará lejos, como se lanza una piedra con la honda. Y, cuando Jehová haya cumplido todas las cosas buenas que te ha prometido y te haga líder de Israel, no tendrás que lamentarte ni arrepentirte en tu corazón por haberte tomado la justicia por tu mano y haber derramado sangre sin motivo. Mi señor, cuando Jehová te bendiga, acuérdate de tu sierva”. ¿Vieron lo que hizo Abigaíl? Se presenta con un regalo. Se inclina ante David. Ella misma le pide disculpas por lo que pasó. Y pone a David a pensar usando principios bíblicos. Con lo que hizo, Abigaíl calmó a David y evitó que ocurriera una desgracia. Abigaíl promovió la paz. Ella no se concentró en sus propios sentimientos, sino en lo que le daría honra a Jehová. Y eso no siempre es fácil de hacer. ¿Y qué pasó al final? Como promovió la paz y sembró la paz, cosechó la paz. ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de Abigaíl? ¿Por qué es importante que lo hagamos ya? Veamos juntos la siguiente escenificación. Y, después, cuando las cosas empeoraron, tuvimos que esforzarnos por mantener la paz. Sí, pero, Tim, tú siempre conseguías mantenernos unidos. Bueno, eso lo aprendí de mi media naranja. Amy siempre ha sabido unir a la gente. Por ejemplo, justo antes de la pandemia, había un problema entre dos precursoras de la congregación. Becky tenía mucha energía, era muy trabajadora y muy valiente en la predicación. Y Lena era una hermana de experiencia, entregada y muy buena maestra. Pero no eran muy amigas, que se diga. ¿Estás lista? ¿Todo bien? Sí, es Becky. Es que es una precursora fantasma. Nunca se la ve. Lo siento, pero debería tomarse más en serio la predicación. Ella está en la predicación metropolitana y… Sí, sí, ya sé, y en el LDC también, ¿no? —Cortando madera. —Hierro. Es que tiene mucha energía. Nosotras éramos así antes. No recuerdo haber sido nunca como Becky. No, qué va. Tú eras más Becky que Becky. Yo no podía ir a tu ritmo. Todo el día predicando de sol a sol… Sí, cuando íbamos en mi auto rojo. Sí. En serio, Becky me recuerda mucho a ti, bueno, a nosotras, 20 años atrás. Está esforzándose un montón. Y ha hecho muchos sacrificios por la verdad, igual que tú. Deberíamos juntarnos un día las tres, para que la conozcas mejor. La semana siguiente, las invité a las dos a mi casa. Y desde entonces cuanto más se conocían mejor se llevaban. Un proverbio dice: “La lengua de los sabios cura las heridas”. Eso hacía Amy. Okey, ¡todo el mundo fuera! Cuando de repente las cosas cambiaron y nos metieron a todos en la cárcel, yo intenté hacer lo mismo, para que pudiéramos mantenernos unidos. Y con la ayuda de Jehová lo conseguimos. Hablemos ahora de lo que hizo y de lo que no hizo Amy. Pudo haberlo dejado pasar, pudo haber permitido que quien la acompañaba, Lena, siguiera pensando así de Becky. Y también pudo haber empeorado aún más la situación, dándole la razón a Lena o contándole algunas de las cosas que le han pasado a ella con Becky. Pero ella no hizo eso. Como Amy quería sembrar la paz, ayudó a Lena a ver las cosas desde otra perspectiva. Así, la congregación se mantuvo unida y pudo cosechar la paz. Noten cuál es la actitud que, según nos explica Pablo, todos deberíamos tener. Busquen en su Biblia Romanos 12:18. Romanos 12:18: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes, vivan en paz con todos”. “Hasta donde dependa de ustedes”. Así es, siempre que podamos sembrar semillas de paz antes de que la situación se salga de control, todos nos beneficiaremos. Imagínese que algo se empieza a quemar en su casa. ¿Qué va a hacer? ¿Se queda de lo más tranquilo, sin hacer nada? ¿Se pone a avivar las llamas? ¿Le echa combustible? No. ¿Por qué? Porque usted sabe que ese fuego podría salirse de control y destruir su casa. La situación es muy parecida cuando surge un problema que amenaza la paz. Hay que hacer algo. Porque, si no lo hacemos, si ignoramos el problema y lo dejamos así, se saldrá de control y destruirá a la familia o a la congregación. Pero, entonces, ¿cómo se siembran las semillas de la paz? Abigaíl nos puso el ejemplo. ¿Notaron lo que hizo? Se nota que pensó muy bien en cómo manejar la situación. Puso manos a la obra. No esperó a que el problema se resolviera solo. Le habló a David con respeto, tratando de calmarlo. Tuvo cuidado de no avivar las llamas y empeorar la situación. Cosas muy prácticas, ¿no es cierto? Nosotros también contamos con otras ayudas. Podemos buscar en la Biblia y en nuestras publicaciones cómo otros han sembrado la paz en situaciones similares. Y podemos ir a los ancianos y consultarlos. Ahora bien, sabemos que esto es particularmente difícil si el problema es en el matrimonio, como en el caso de Abigaíl. Para ella no fue nada fácil. Si está en esa situación, concéntrese en las buenas cualidades de su pareja y no se centre tanto en lo que hace mal. Ahora, tampoco olvide que hay que ser realista. ¿Recuerda lo que decía Pablo en Romanos 12:18? Note: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes”. El apóstol Pablo reconoce que estar en paz con otros no siempre será posible. ¿Qué hacemos entonces? Hacemos todo lo que podamos y le dejamos el resto a Jehová. Así que póngase hoy la meta de promover la paz siempre que dependa de usted. Tanto en la congregación como en la familia, puede estar seguro de que, si siembra la paz, la va a cosechar, aunque los demás no lo hagan. ¿Cómo así? Bueno, tendremos paz con Jehová, paz interior y la tranquilidad de que hicimos lo correcto. Además, estaremos listos para el futuro, para cuando nuestra vida y la de nuestros compañeros dependa de que mantengamos la paz. El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Mefibóset”. Hemos heredado la imperfección y, aunque no nos guste, no tenemos otra opción. Por el hecho de que todos somos imperfectos, todos cometemos errores. Y es muy probable que alguien nos trate injustamente; incluso uno de nuestros hermanos. En contadas ocasiones, hasta pudiéramos ser víctimas de calumnia o de fraude. Vamos a hablar de alguien que fue calumniado. Esto sucedió en la nación de Israel cuando David era el rey. Vamos a hablar sobre lo que le pasó a Mefibóset. Quien lo calumnió fue un hombre llamado Zibá. Examinar la forma en cómo Mefibóset reaccionó ante esta situación nos puede ayudar a nosotros a sembrar y cosechar la paz. Mefibóset era el hijo de Jonatán y el nieto del rey Saúl. Cuando Jonatán y Saúl murieron, el rey David le entregó a Mefibóset todas las tierras de su abuelo. Luego asignó a Zibá como el siervo que administraría esas tierras que él le entregó a Mefibóset. Tiempo después, hubo una rebelión en contra del rey David. Así que él tuvo que huir de Jerusalén. Y Zibá fue a encontrarse con David. Cuando David le preguntó a Zibá por Mefibóset para saber cuál era la razón por la que no había venido a apoyarlo, Zibá calumnió a su amo Mefibóset. Le dijo que él buscaba recuperar el reino de su abuelo. Y tristemente David se creyó esa calumnia y le dio la tierra de Mefibóset a Zibá. Pasado un tiempo, Mefibóset se presentó ante el rey David. Y David le pregunta a Mefibóset por qué no lo había acompañado. Mefibóset le explicó que Zibá le había mentido. Y, después de oír la versión de los hechos de Mefibóset, David ahora decide que él y Zibá van a compartir la tierra. Pero, en vez de quejarse o de buscar venganza, Mefibóset demostró magníficas cualidades espirituales y buscó la paz. Estuvo dispuesto a sufrir la injusticia. Le dijo a David lo que está escrito en 2 Samuel 19:30. Vamos a leerlo. “Entonces Mefibóset le dijo al rey: ‘Que se lo quede todo él, ya que mi señor el rey ha llegado a su casa en paz’ ”. Sí, Mefibóset estaba más preocupado por el reinado de David que por sus propios intereses. En la siguiente escenificación, fíjese en cómo reacciona inicialmente un hermano cuando cree que se le ha tratado injustamente y cómo después se esfuerza por sembrar la paz con sus hermanos. A David lo conocimos en la cárcel. Vi muchas cosas cuando era guardia, pero nada como la paz que tenían ustedes. Puede que las cadenas de la prisión fueran fuertes, pero todos teníamos algo mucho más fuerte. Aunque hubo que luchar por mantener la paz, ¿verdad, Phil? Es cierto. Una vez, hubo un malentendido que se convirtió en un problema serio. Y yo no reaccioné de la mejor manera. Cuanto más me defendía, más empeoraba las cosas. Hermanos, tiene que haber un error. Esto no es verdad. ¡Me conocen! Nunca pensé que aquello llegaría tan lejos. …esta tarde. Tenemos un anuncio más. El hermano Philip Kim ya no es anciano. Y con esto terminamos la reunión. Ahora pueden ponerse en pie. Los siguientes meses fueron muy duros. Pero, cuando se aclararon algunas cosas, pensé que me nombrarían de nuevo. Y no lo hicieron. ¡Phil! No podía entender por qué. ¡Phil, espera! Estaba cada vez más amargado,… ¡Por favor! … más resentido. Mira, escúchame. Solo pensaba en mí mismo. En lo que yo sentía, en lo que me merecía. Era como una neblina que me impedía ver lo que Jehová se merecía. Necesitaba su ayuda. Me consoló mucho leer relatos de siervos de Jehová que fueron víctimas de injusticias o malentendidos pero siguieron siendo leales a él. Me ayudaron a darme cuenta de que solo estar en la organización de Jehová ya es un honor. Estar en paz con mis hermanos era más importante que cualquier nombramiento. Sin esa paz no habría podido superar lo que estaba por llegar. La artritis, ¿verdad? Voy a ser tu secretario, como Baruc con Jeremías. No sé qué haría sin ti. La pregunta que todos debemos hacernos ahora es: “¿Cómo podemos nosotros imitar el ejemplo de Mefibóset?”. Primero, si alguien habla mal de usted o tal vez no lo trata muy bien que digamos, ¿por qué no elige dejarlo pasar? No haga una tormenta en un vaso de agua. ¿No es ese el consejo que nos da 1 Pedro 4:8? Miren, vamos a leer ese versículo. Dice: “Ante todo, sientan amor intenso unos por otros”. Y luego nos explica lo que ese amor puede hacer. Miren: “Porque el amor cubre una multitud de pecados”. Así es, el amor puede cubrir los pecados y las imperfecciones siempre y cuando dejemos que el amor lleve a cabo su obra. Pero ¿qué pasa si somos víctimas de una injusticia más grave? Por ejemplo, el hermano del video sintió que había sufrido una injusticia cuando fue dado de baja como anciano. Él trató de aclarar las cosas, pero, como los hermanos no reaccionaron tal y como él esperaba, se molestó muchísimo. Perdió la paz tanto consigo mismo como con sus compañeros ancianos. Para recuperar la paz, el hermano tuvo que indagar en las Escrituras y buscar ejemplos que le pudieran ayudar. También le pidió en oración a Jehová que lo ayudara. Él recordó la importancia de saber controlarse y de dejarse guiar por el espíritu de Dios. Como resultado, el hermano logró estar en paz consigo mismo y sembró la paz con los demás. Ahora pensemos un momento en la decisión injusta que tomó David cuando le dijo a Mefibóset que él y Zibá iban a compartir la tierra. Zibá fue el que había actuado mal, no Mefibóset. Sin embargo, Mefibóset demostró que realmente era un hombre espiritual. Él no buscó solo sus propios intereses. Fue muy paciente y jamás trató de vengarse. Vamos a leer 2 Samuel 19:25-28. 2 Samuel 19:25-28 dice: “Cuando llegó a Jerusalén [aquí habla de cuando Mefibóset llegó a Jerusalén] para recibir al rey, el rey le preguntó: ‘¿Por qué no fuiste conmigo, Mefibóset?’. Él le contestó: ‘Mi señor el rey, es que mi siervo me engañó. Como estoy lisiado, yo había dicho: “Déjame preparar mi burro para montarlo y acompañar al rey”. Pero él [sigue diciendo Mefibóset] le contó calumnias a mi señor el rey sobre este siervo tuyo. Sin embargo, mi señor el rey es como un ángel del Dios verdadero, así que haz lo que te parezca bien. Mi señor el rey pudo haber condenado a muerte a todos los de la casa de mi padre, pero en vez de eso pusiste a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo de reclamarle algo más al rey?’ ”. ¡Qué gran ejemplo! Mefibóset agradecía lo que tenía y no buscaba nada más. Él estaba en paz consigo mismo, tranquilo. Si un hermano llega a ser víctima de calumnia o fraude por parte de otro hermano, quizás decida seguir las instrucciones que se encuentran en Mateo 18:15-17. Pero, si por alguna razón seguir esas instrucciones no resuelve el asunto del todo, el hermano quizás decida dejar las cosas así y sufrir daño, en vez de perturbar la paz de la congregación. Podemos dejar cualquier asunto que no se haya resuelto en manos de Jehová. Él sabe lo que nosotros hemos hecho y lo que los demás han hecho, y estamos seguros de que él va a hacer justicia a su debido tiempo. Por nuestro propio bien, es importante que nos esforcemos por no guardar resentimiento, porque hacerlo en realidad nos perjudica. En cambio, si perdonamos, Jehová nos va a perdonar. Pero no por eso vamos a pensar que lo que el hermano hizo estuvo bien o que no fue nada grave. No. Lo que estamos haciendo es imitar a Mefibóset liberándonos del resentimiento y fomentando la paz. Esto nos va a acercar a Jehová, tal como nos dice Salmo 55:22: “Arroja tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás permitirá que caiga el justo”. Y, como dice Romanos 15:13, Jehová nos llenará de felicidad y de paz por nuestra confianza en él. El hermano Joel Dellinger, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Pablo y Bernabé”. ¿Cuál es el siguiente desafío del que hablaremos? Los desacuerdos entre ancianos. ¿Ha tenido usted problemas con otros ancianos? ¿Se han levantado la voz? ¿El enojo los hizo estallar? ¿Se ha enfriado su relación con algún otro anciano? Se espera que los hermanos nombrados se comporten de manera ejemplar. Pero la realidad es que todos, incluidos los ancianos, somos imperfectos. Los diferentes antecedentes, personalidades, experiencias y opiniones pueden causar desacuerdos. Y los desacuerdos que se quedan sin resolver nos roban la paz a nosotros y a los demás. En este discurso veremos cómo dos ancianos del siglo primero, Pablo y Bernabé, sembraron y cosecharon paz. Analizaremos cómo su ejemplo puede ayudar a los ancianos y a todos los hermanos nombrados de hoy en día a resolver desacuerdos. Busquemos juntos en la Biblia Hechos 15:36-39. Mientras leemos, fijémonos en el problema que surgió entre Pablo y Bernabé. Hechos 15:36: “Algunos días después, Pablo le dijo a Bernabé: ‘Regresemos ya a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde predicamos la palabra de Jehová para ver cómo están’. Bernabé estaba decidido a llevarse con ellos a Juan, al que llamaban Marcos. Pero a Pablo no le parecía bien llevárselo porque se había separado de ellos en Panfilia y no los había acompañado en la obra. Esto provocó un fuerte estallido de ira, y cada uno se fue por su lado. Bernabé se llevó a Marcos con él y se embarcó hacia Chipre”. ¿Cuál fue el problema? Estos dos ancianos no estaban para nada de acuerdo en si se llevarían o no en su próximo viaje a Marcos. Claro, no es que expresar una opinión diferente tenga nada de malo. En el versículo 7 de este mismo capítulo se dice que los apóstoles y otros hermanos de Jerusalén tuvieron una fuerte discusión y al final llegaron a un acuerdo. Pero, en este caso, ¿qué sucedió? Miren otra vez el versículo 39. Hubiera estado bien leer que Pablo y Bernabé, ante esta situación, oraron a Jehová y llegaron a un acuerdo. Pero no. En esta ocasión, aquella discusión provocó “un fuerte estallido de ira” entre Pablo y Bernabé, “y cada uno se fue por su lado”. Como resultado, estos dos hombres dejaron de ser amigos por un tiempo. ¿Cómo sabemos que fue solo por un tiempo? Porque todo indica que, más adelante, Pablo y Bernabé dejaron sus diferencias atrás. Poco después, cuando escribió su carta a los gálatas, Pablo les contó lo mucho que había disfrutado trabajando con Bernabé y no mencionó para nada aquella discusión. Además, cuando Pablo escribió sus cartas a los colosenses y a Timoteo, habló muy bien de Marcos. De hecho, en su última carta inspirada, la segunda a Timoteo, dijo: “Trae a Marcos contigo, porque me es útil en el ministerio”. En efecto, al parecer, Pablo y Bernabé resolvieron su desacuerdo. Ahora surge la pregunta, hermanos, ¿qué los ayudó a hacer las paces? Pensemos en esto: ellos se conocían desde hacía mucho tiempo y habían compartido muchas cosas juntos. Su ministerio los había unido en lo que la Biblia llama un vínculo de paz. Aunque entre Pablo y Bernabé hubo cierta tensión, el vínculo que los unía era tan fuerte que su amistad sobrevivió. ¿Y qué aprendemos nosotros? En la siguiente escenificación, fíjese en lo que hace un anciano para sembrar la paz. Pero la historia no acaba ahí. Phil no sabía lo tensas que estaban las cosas entre Tim y yo. Ni idea. Teníamos que haber hablado, haber hablado seriamente, pero lo hicimos tarde. Carlos, tenemos que hablar. Creo que debemos pensar mejor lo del nombramiento de Phil. Tú sabes que no es del tipo de hermanos que… ¡Basta! No más. No hables más de Phil. —Ya sé que es tu amigo…, —¿Mi amigo? —… pero el cuerpo de ancianos ya decidió —¿Mi amigo? —que Phil no cumple —¿Mi amigo? —con los requisitos para ser anciano. —¡Ha estado con nosotros durante años! Todos los ancianos estuvimos de acuerdo —en que Phil dejara de ser anciano. —¡Porque tú los presionaste! ¿Qué dijiste? ¡Bastante tenemos con la presión de afuera de la congregación! —¡No necesitamos más aquí! —¿Estás hablando en serio? Aquella conversación, aquella discusión, fue horrible. Los dos dijimos cosas que no queríamos decir. Después de eso, los dos manejamos mal la situación. Teníamos que arreglar las cosas. No fue fácil, pero hablamos. Y con la ayuda de Jehová hicimos las paces. ¿Te imaginas lo que habría sido estar juntos en la cárcel enojados? Al final, decidimos contarle todo a Phil cuando estábamos en la celda. ¡Guau! ¡Listos! A cantar. “Es un mundo sin fe, injusto y cruel, feroz como la tempestad. Pero hoy por fin, podemos ya sentir los vientos de cambio soplar. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás…”. Ancianos, esta es la pregunta que todos debemos hacernos: “¿Cómo puedo imitar a Pablo y Bernabé?”. Primero, debemos poner en práctica los consejos de la Biblia en la manera de tratarnos entre nosotros. En el video vimos cómo la imperfección traicionó a Tim y a Carlos. Se les veía en la cara, en su tono de voz, en lo que dijeron. Como dijo Tim, aquella discusión fue horrible. Pero, después de la discusión, ¿qué hicieron estos ancianos para poder resolver el asunto? Pusieron en práctica los consejos de la Biblia para hacer las paces. Por ejemplo, Santiago 3:17 nos recuerda la importancia de ser pacíficos y razonables. Una Atalaya explicó cómo los ancianos podemos aplicar este consejo. Les leo: “Los pacificadores expresan con modestia sus ideas y escuchan con respeto las de los demás. En vez de insistir en su opinión, [quienes buscan la paz] analizan con oración la de sus hermanos. Si no se viola ningún principio bíblico, por lo general hay lugar para diversos pareceres. […] Los ancianos experimentados saben que es más importante conservar la paz que lograr que las cosas se hagan a su modo”. Fin de la cita. ¡Qué bonito!, ¿no? ¿Cuál es la primera lección? Si nosotros, los ancianos, nos tratamos unos a otros tal y como nos aconseja la Biblia, nunca permitiremos que las diferencias de opinión nos conviertan en enemigos. Romanos 12:10 destaca otra lección. Por favor, leámoslo juntos. Bajo inspiración, Pablo escribió en Romanos 12:10 lo siguiente: “Con amor fraternal, muéstrense tierno cariño. Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. Compañeros ancianos, es ahora, antes de que las cosas empeoren, que tenemos que poner esto en práctica. Tenemos que fortalecer el amor y el cariño que nos tenemos. ¿Cómo lo haremos? Hablando siempre bien de nuestros compañeros ancianos, tanto en público como en privado. Evitando las quejas y los comentarios negativos sobre los desacuerdos que hayan surgido. Y pensando a menudo en las buenas cualidades de nuestros compañeros ancianos y en los buenos recuerdos que tenemos de ellos. En el video, ¿recuerdan lo bien que Tim y Carlos imitaron a Pablo y Bernabé, y cómo lograron cosechar la paz? Aunque no fue fácil, pusieron en práctica los consejos de la Biblia para resolver las cosas. La cara de Carlos cuando llegó a la casa de Tim… ¿No se le notaba el cariño? ¿Y el regalo? ¡Quizás era el postre favorito de Tim! ¡Qué conversación tan sincera! Y se nota que siguieron siendo amigos, incluso en la prisión. Todo esto demuestra que de verdad sentían amor y cariño el uno por el otro. Mis queridos ancianos, hagamos todos lo mismo. Arreglemos las cosas enseguida y de manera pacífica. Si así lo hacemos, no solo cosecharemos paz, sino que también seremos un ejemplo para el rebaño, tal y como lo fueron Pablo y Bernabé. El hermano Stephen Lett, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Ejemplos de la actualidad”. ¿Cómo reacciona la gente cuando ve tanta corrupción y tantas injusticias? Muchos se indignan; quieren hacer algo al respecto. ¿Y cuál creen ellos que es la solución? Meterse en política o en movimientos sociales que, según ellos, luchan en contra de la corrupción y de las injusticias. Por otro lado, los testigos de Jehová no tomamos partido en movimientos políticos ni sociales. ¿Sabe por qué? Porque hemos aprendido que los seres humanos somos incapaces de resolver los problemas de este mundo. Eclesiastés 1:15 dice: “Lo que está torcido no se puede enderezar”. Imagínense un árbol que tiene el tronco torcido, un árbol tan enroscado que no se puede enderezar. Así es el mundo de Satanás. Los testigos de Jehová sabemos que sería inútil gastar nuestro tiempo y energías tratando de solucionar algo que Jehová nos ha dicho que no tiene solución. Además, los Testigos hemos aprendido cómo y dónde se consigue la auténtica paz incluso ahora. Hablando de esto, veamos el ejemplo de dos personas que adoptaron la forma de pensar de Jehová sobre este asunto. Vamos a hablar de Egidio Nahakbria y Frede Bruun. Hablemos de Egidio. Él nació en una zona remota de Timor Oriental. Durante su niñez sufrió los estragos de una guerra. Muchos de sus vecinos murieron o desaparecieron, y él temía que le pasara lo mismo. Unos años después se mudó a Dili, la capital, y entró en una universidad donde conoció a muchos jóvenes que habían pasado cosas parecidas. Se unió a un grupo de estudiantes que querían lograr cambios sociales por medio de la lucha política. Su grupo organizó muchas manifestaciones, pero la mayoría terminaban en disturbios. A veces sus amigos salían heridos, y algunos murieron. Pero entonces, Egidio comenzó a estudiar la Biblia gracias a un familiar que estudiaba con los Testigos. Fíjense en lo que dijo cuando comenzó a estudiar: “A medida que estudiaba la Biblia, comprendí que nunca había sabido lo que era [el] amor. […] A pesar de mi aspecto y mi carácter rudo, los Testigos me trataron ‘como compañeros’ y con ‘cariño fraternal’ ”. Al poco tiempo, se bautizó y se hizo precursor regular. Y se sentía muy feliz, porque sabía que ahora sí estaba ayudando a las personas. Su biografía termina con estas palabras: “Antes me sentía furioso, sin amor y sin derecho a tenerlo. Pero, gracias a Jehová, por fin encontré paz y amor verdaderos”. Ahora hablemos de Frede. Desde pequeño, le molestaba mucho todo el odio, la guerra y la violencia que había en el mundo. Pero había algo que le molestaba en especial: el papel que jugaba la religión en todo esto. Él se dio cuenta de que detrás de muchos conflictos y guerras estaba la religión —que no los condenaba e incluso los fomentaba—. En 1955, Frede asistió a una asamblea de los testigos de Jehová, y después de la asamblea aceptó un curso de la Biblia. Estudiando la Biblia, aprendió cosas maravillosas. Pero hubo algo que llamó mucho su atención. Él aprendió quién era Babilonia la Grande, “la gran prostituta” de la que habla Apocalipsis 17 y 18. Pudo ver que esta prostituta es el conjunto de todas las religiones falsas. Y, cuando le mostraron Apocalipsis 18:24, le sorprendió lo que leyó. Ahí dice que en esa prostituta “se encontró la sangre de […] todos los que han sido asesinados en la tierra”. Él comprendió que las religiones de este mundo nunca podrán lograr la paz mundial, porque no son neutrales, están divididas y participan en las guerras. Por otro lado, se dio cuenta de que los testigos de Jehová son una hermandad internacional y ponen en práctica lo que Jesús enseñó. Frede progresó muy rápidamente, se bautizó, se hizo precursor y asistió a la clase 50 de Galaad. Y estuvo sirviendo muchos años en Guatemala, ayudando a otras personas a encontrar la verdadera Fuente de paz. Entonces, ¿cómo puede usted imitar a Egidio y a Frede? Bueno, les compartiré tres formas. La primera: nunca podremos acabar con la corrupción ni las injusticias de este mundo valiéndonos de la política o de los movimientos sociales. Eso me recuerda a una comparación que hizo un hermano. Él comparó los problemas de este mundo con telarañas. ¿Qué suele pasar con las telarañas? Un día la quitas y al día siguiente, ahí está. La quitas y ahí está. ¡Porque ahí sigue la araña! Bueno, en esta comparación, la araña representa a Satanás. Como él es la causa de la corrupción y de las injusticias, mientras él exista, siempre habrá esos problemas. Y simples seres humanos no podrán acabar con él. Él es sobrehumano. Así que quién lo elimine también tiene que ser sobrehumano. Por eso, Dios tiene que intervenir. Él utilizará su Reino para eliminar tanto las telarañas como a la araña que las crea, Satanás, el Diablo. La segunda cosa que aprendemos. Piensen en esto: ¿en qué suele terminar el activismo político? En violencia, que es lo contrario a la paz. Y si buscamos la paz, no haremos nada que pueda provocar actos violentos. Y la tercera cosa: los testigos de Jehová queremos estar en paz con todos, algo que las religiones de este mundo no se esfuerzan por conseguir. Por eso nosotros nunca vamos a tener nada que ver con las guerras de este mundo de Satanás. Esto me hace pensar en lo que le pasó a un joven en la predicación. Una señora que perdió a su hijo en la guerra le dijo: “Mi hijo dio su vida para que tú tengas libertad. ¡¿Por qué tú no peleas por tu país?!”. Sin perder la calma, el hermano le respondió: “Siento muchísimo que perdiera a su hijo, señora. Pero hay algo que le puedo asegurar. Sé que la persona que mató a su hijo no era testigo de Jehová. No sé si usted puede asegurar eso sobre su religión, pero yo sí puedo hacerlo”. Resulta que la señora era católica, así que definitivamente ella no pudo asegurar lo mismo. Por favor, hermanos, nunca olvidemos esas tres lecciones que nos enseñaron Egidio y Frede. Si usted todavía no está estudiando la Biblia con los Testigos y le interesa saber lo que esta enseña, nos gustaría ofrecerle un curso bíblico gratuito. ¡Lo invitamos! Podrá comprobar que mostrar amor verdadero es la mejor forma de vivir y es la única solución a los problemas que dividen a la gente hoy día. Jesús dejó perfectamente claro que la marca que identifica a los cristianos verdaderos es el amor. En Juan 13:35, dijo: “De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros”. Entonces, amigos, vean por sí mismos si este amor verdadero existe entre los testigos de Jehová. Y ahora queremos decirles a todos los que ya son Testigos que por favor sigan mostrándoles amor a los hermanos de todo el mundo. Para eso, es importante que no tomemos partido en ninguno de esos asuntos por los que la gente discute ni en temas políticos. Debemos imitar a nuestro líder, que fue neutral. Hablando de sus discípulos, Jesús dijo en Juan 17:14: “No son parte del mundo, igual que yo no soy parte del mundo”. Al conversar con las personas en el ministerio o en cualquier otra situación, seamos estrictamente neutrales en lo que tenga que ver con política. No opine sobre qué leyes deberían aprobarse, rechazarse o cambiarse, ni obligue a otros a pensar como usted. Para mantener nuestra neutralidad, debemos tener cuidado para que los medios de comunicación no nos manipulen. Muchas noticias se presentan de forma que favorecen una opinión o una postura. Y no queremos que las opiniones de un periodista influyan en nosotros. Solo si somos neutrales en nuestra forma de pensar, seremos neutrales también en lo que decimos y hacemos. Y recuerden: si se esfuerzan por amar a los demás y por ser neutrales, tal vez atraigan a algunos de buen corazón a la verdad. Ahora hermanos, hagamos un resumen de todo lo que hemos visto hasta ahora. Vamos a destacar algunas de las lecciones que aprendimos en esta serie de discursos. Sobre el discurso de José y sus hermanos, ¿qué aprendemos? Que sembramos paz cuando no guardamos resentimiento. En el discurso sobre los gabaonitas, vimos que hay que obedecer a Jehová con humildad aunque haya que dejar de lado nuestras preferencias. Y el discurso de Gedeón: podemos evitar que un problema empeore si usamos palabras que calmen, amables y positivas. El cuarto fue sobre Abigaíl. Hagamos lo que podamos por fomentar la paz y que Jehová se encargue de resolver los asuntos. ¿Y qué aprendimos de Mefibóset? Que a veces es mejor sufrir un daño antes que perturbar la paz de la congregación. Y otra idea que extraemos de ese discurso es que defender nuestro nombre y reputación no es lo más importante; lo más importante es el nombre de Jehová. Sí, a veces hay que hacer sacrificios para conservar la paz de la congregación. Y también hemos visto ejemplos de la actualidad. Y vimos que si formamos parte del pueblo que sirve al Dios de la paz, nosotros también tendremos paz. Así es, hermanos, en esta serie de discursos hemos visto muchas formas en las que podemos sembrar la paz. Así que esforcémonos siempre por hacer eso. ¿Y qué lograremos si lo hacemos? ¿Quiere saberlo? Entonces vamos a ver el último video de esta serie de discursos. Hay una historia más que contar. Aunque yo no lo sabía, la semilla de la verdad estaba brotando en mi corazón. Ustedes eran diferentes. Yo no entendía por qué. Eran prisioneros, pero se sentían libres, libres de verdad. Cuando los liberaron, me di cuenta de que Dios está con ustedes. Y quería saber por qué. Phil me ayudó a encontrar la respuesta. “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Phil me animó a vivir la verdad. Pero al principio no se me hizo fácil. Con todo lo que estaba pasando en aquellos días, la idea de ser pacífico y esperar a que llegara el Reino de Dios era difícil de aceptar. Pero, gracias a la ayuda de Jehová y a la paciencia de estas buenas personas, me bauticé antes de que empezara la gran tribulación. José, cuando estábamos en la cárcel, la historia de tu vida —el tiempo en la prisión y cómo te cuidó siempre Jehová— nos animaba a todos mucho. Recuerdo que un día Carlos dijo… ¿qué dijiste? Dije: “Un día comeremos con José y le diremos ‘Gracias’ ”. ¡Y aquí estamos! Soy yo el que tendría que dar las gracias. Las historias de cada uno de ustedes de verdad me impresionaron. Ya saben mucho de mi vida, pero ¿les gustaría que les contara algunos detalles más? ¡Sí, por favor! ¡Tenemos muchas preguntas! Cuéntanos algo de Egipto. ¿Cómo era el faraón? ¡Y los sueños! Tienes que hablarnos de los sueños. ¡Pues, sí, tienen muchas preguntas! Y yo tengo mucho que contarles. Gracias a nuestro Dios, Jehová, tenemos todo el tiempo del mundo. ¡Qué video tan conmovedor! Si hacemos todo lo posible por sembrar la paz, nos salvaremos a nosotros mismos y también a los que nos escuchan. Si lo pensamos, vemos que toda esta serie de discursos está basada en una verdad fundamental. De hecho, se encuentra en Gálatas 6:7: “Lo que uno esté sembrando es lo que cosechará”. Si sembramos semillas de tomate, siempre cosecharemos tomates. Esta verdad básica también sirve para la paz. Si sembramos paz, siempre vamos a cosechar paz. Claro, puede que en ocasiones esa paz que sembremos tarde un tiempo en producir frutos. Pero si no dejamos de sembrar la paz, vamos a cosechar paz mental, paz con los demás y, lo más importante, paz con Jehová. Gracias a eso tendremos la oportunidad de vivir en un mundo donde abundará la paz. Por lo tanto, hermanos, sembremos paz ahora y cosecharemos paz para siempre. Pensémoslo: es la mejor inversión de tiempo y esfuerzo que podemos hacer. ¿Sembrará paz ahora? Si lo hace, cosechará paz para siempre. Gracias, hermanos, por la información tan práctica. Nunca olvidemos estos buenos ejemplos y sigamos sembrando paz ahora para cosecharla por la eternidad. Cantemos la canción 28, Cómo hacernos amigos de Jehová. Canción 28.
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Domingo mañana (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Les damos una cordial bienvenida a quienes han aceptado la invitación para acompañarnos. Vivimos en un mundo hostil, donde es difícil encontrar buenos amigos. ¿Será posible acercarse a Dios y tener su amistad? Si es así, ¿qué deberíamos hacer para lograrlo? El hermano Kenneth Cook, del Cuerpo Gobernante, contestará estas preguntas en el discurso titulado “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. ¿Cree usted que es posible ser amigo de Dios? Tal vez crea que eso no es realista. Pero piense en esto: la vida de millones de personas hoy día demuestra que eso sí es posible, que ahora sí podemos tener una vida tranquila y con sentido, y la esperanza de vivir para siempre y en paz. ¿Le gustaría eso para usted y los suyos? Entonces escuche con atención este discurso. Mire, a muchísimas personas no les interesa tener una amistad con Dios; ni se lo proponen. Pero esa es una cuestión muy importante. ¿Por qué a tanta gente este tema le es indiferente? Por varias razones. Por ejemplo, algunos piensan que Dios es una fuerza impersonal o que no existe o que no se interesa en los seres humanos. Les han enseñado que es cruel, que es exigente y que es imposible conocerlo. Muchos líderes religiosos dicen que Dios castiga a la gente mala atormentándola para siempre. ¿A quién le gustaría ser amigo de un Dios así? A nadie que tenga sentido común, ¿verdad? Otras personas, al ver toda la injusticia y el sufrimiento que hay en el mundo, creen que Dios está muerto o que nunca ha existido. Y hay quienes piensan que han hecho tantas cosas malas en su vida que nunca podrán ser amigos de Dios. ¿Se siente identificado con alguna de esas ideas? Si es así, preste atención a los siguientes cuatro puntos clave. Nos ayudarán a ver que sí podemos ser amigos de Dios. Examinémoslos uno por uno. Primero, analizaremos que el pecado nos aleja de Dios. Segundo, veremos qué pasos ya ha dado Dios para reconciliarnos con él, para que podamos acercarnos a él y ser sus amigos. Tercero, veremos qué podemos hacer nosotros para ser amigos de Dios y que esa amistad dure para siempre. Por último, analizaremos por qué ser amigos de Dios nos da paz ahora y en el futuro. Entonces, punto número uno: ¿qué es lo que nos separa de Dios? En una palabra, el pecado. ¿Y por qué nos separa de él el pecado? Porque el Dios verdadero es santo, es puro, y todo lo que hace es perfecto. Él no tiene ni una pizca de pecado; es puro en el sentido más elevado. De hecho, ningún ser humano puede ser tan santo como él. Piense en las palabras humano e imperfecto. ¿Verdad que siempre van juntas? No podemos describir a los seres humanos sin hablar de la imperfección, forma parte de nosotros. Y, triste y dolorosamente, así lo demuestra la historia. Así que nuestros pecados e imperfecciones forman una barrera que nos separa de Dios. Isaías 59:2 habla de esta separación. En parte, ahí dice: “Lo que los ha separado de su Dios son los errores de ustedes. Sus pecados han hecho que él oculte su rostro de ustedes”. ¿Notamos? Separados de Dios, así es como nacemos todos. Pero Dios no nos creó para que fuéramos pecadores. Nuestros pecados no son culpa suya. Jehová creó perfectos a Adán y Eva, los primeros humanos. Pero ellos fueron desagradecidos y egoístas, y no quisieron ser amigos de Dios. Al pecar contra Dios, destruyeron la paz que tenían con él y se volvieron sus enemigos. Entonces Adán les transmitió la muerte y el pecado a sus descendientes. Leemos acerca de esta terrible herencia en Romanos 5:12. En este versículo, el apóstol Pablo explica en pocas palabras que, por culpa del pecado, todos morimos. Dice: “Por medio de un solo hombre, el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte, y así fue como la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos habían pecado”. “La muerte se extendió a todos los hombres”. El pecado es como una pandemia que contagia al 100 % de la población y que mata al 100 % de los contagiados. Nadie puede escaparse. Como leímos, “la muerte se extendió […] porque todos habían pecado”. Ser pecadores es algo que nosotros no podemos cambiar. Es como si estuviéramos en un hoyo profundo del que no podemos salir. ¿Significa eso que no hay esperanza? No. Es cierto que Dios ve a algunos como sus enemigos, pero otros, para él, son sus amigos. Piense, por ejemplo, en el caso de Abrahán. La Biblia dice en Santiago 2:23 que “Abrahán puso su fe en Jehová” y que “fue considerado justo”, y que por eso “él fue llamado amigo de Jehová”. Abrahán era tan imperfecto como nosotros. Pero, para Dios, era su amigo. Entonces, ¿qué ha hecho Dios para que podamos ganarnos su aprobación y su amistad? En pocas palabras, nuestro Creador ha dado el primer paso. Dios ha tomado la iniciativa para que nos reconciliemos con él, para que se pueda cerrar la brecha que el pecado creó. ¿De qué manera? Primero: las Santas Escrituras dicen que Dios quiere que lo conozcamos y que estemos en paz con él. De hecho, nos pide que lo hagamos. La Biblia dice en Hechos 17:27 que Dios quiere que lo busquemos de corazón, con sinceridad, y que, si lo hacemos, veremos que “no está muy lejos de cada uno de nosotros”. Segundo y muy importante: tengamos en cuenta que fue Dios el que tomó la iniciativa al ofrecer a su Hijo, Jesús, como sacrificio para liberarnos del pecado. Ese ha sido el mayor acto de amor de la historia. Vamos a leer lo que dice 1 Juan 4:10. Y, mientras leemos lo que dice sobre este incomparable acto de amor de parte de Dios, que no se nos olvide nunca que fue Jehová quien tomó la iniciativa para reconciliarnos con él. 1 Juan 4:10 dice: “El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio de reconciliación por nuestros pecados”. ¿Qué hizo Dios? Aquí dice que Dios “nos amó” y que “envió a su Hijo”. Gracias al sacrificio de Jesús, se nos perdonan los pecados. Y por eso podemos reconciliarnos con Dios. Pero ¿cómo es eso posible? Lo que Jesús sacrificó por nosotros fue lo mismo que lo que Adán había perdido: una vida humana perfecta. Adán cambió su vida perfecta por la muerte cuando se rebeló contra Dios. Y, como ya dijimos, así fue como Adán les transmitió el pecado a sus descendientes. Y eso nos alejó de Dios, perdimos su amistad. En cambio, la muerte de Jesús fue un rescate, una manera de recuperar lo que Adán había perdido y, a la vez, cumplir con la justicia perfecta de Dios. Este regalo inmerecido de Dios tuvo un costo muy alto. Y eso demuestra que nuestro Creador quiere que lo conozcamos y que disfrutemos de una hermosa amistad con él. Deberíamos estar muy agradecidos por todo lo que Dios ha hecho para poner a nuestro alcance su amistad y así cerrar la brecha que nos separa de él. Ahora bien, el siguiente paso tenemos que darlo nosotros. ¿Cuál es? Debemos ser humildes para aceptar el regalo de Dios, para reconocer que necesitamos su misericordia. Y entonces demostraremos que la valoramos. ¿Cómo? En Hechos 3:19, la Biblia nos dice que tenemos que arrepentirnos y dar media vuelta. Así que, para recibir el regalo de Dios —que incluye su misericordia—, debemos cambiar nuestra forma de pensar, o arrepentirnos, y hacer todos los cambios que sean necesarios en nuestra vida, o dar media vuelta. Todo el mundo puede beneficiarse del regalo de Dios. Jehová, nuestro Creador, les muestra su misericordia y les ofrece su amistad a todos. Como nos quiere tanto, lo tiene todo preparado. Lo único que tenemos que hacer es ser agradecidos, humildes y dar un paso más. Ese paso incluye aceptar a Jesús y sus enseñanzas. Jehová Dios nos pide que sigamos el ejemplo de su Hijo. ¿Y por qué es eso tan importante? En Juan 14:6, Jesús lo explica: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí”. Nadie. Así que, para ser amigos de Dios, tenemos que seguir a su Hijo, a Jesucristo. Hasta ahora hemos visto que el pecado alejó a los seres humanos de Dios. Luego vimos lo que Dios ha hecho para cerrar esa brecha, o reconciliarnos con él, y así poder volver a ser sus amigos. Ahora vamos a analizar qué otras cosas debemos hacer. Y eso nos lleva al tercer punto clave: ¿cómo puede alguien hacerse amigo de Dios? Los animo a que leamos juntos lo que dice Santiago 4:8. Si tienen su Biblia a la mano, por favor, ábranla en Santiago 4:8. Al leerlo, fíjense en la invitación que hace Dios, en lo que él promete y en lo que tenemos que hacer nosotros. Dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos”. ¿Se fijaron en cuál es la invitación? Que nos acerquemos a Dios. Luego vemos lo que Dios promete que hará: se acercará a nosotros. Pero ¿qué tenemos que hacer nosotros para demostrar que aceptamos su invitación? Debemos limpiarnos y purificarnos para estar a la altura de sus normas. Y eso requiere esfuerzo. Por ejemplo, tenemos que aprender sus normas, reconocer que seguirlas es lo que más nos conviene y entonces decidirnos a obedecerlas. Hacemos esto sobre todo porque queremos agradar a Dios y queremos ser sus amigos. ¿Y cómo lograremos ese objetivo? Tomando la iniciativa y esforzándonos. Piense en una plantita que tenga, ¿verdad que necesita que la cuide para que crezca? Tiene que regarla y mantenerla en un ambiente que le permita crecer, ¿no es cierto? Con nuestra amistad con Dios ocurre algo parecido. Cultivamos esa amistad leyendo y estudiando la Biblia. Cuando lo hacemos, aprendemos cosas muy importantes sobre Dios. Por ejemplo, aprendemos que su nombre es Jehová. Y es muy importante que usemos su nombre; es lo que haríamos con cualquier buen amigo, ¿verdad? Si nos esforzamos de corazón para acercarnos a Jehová, como dice Santiago 4:8, Jehová se acercará a nosotros. Y él nunca nunca abandona a sus amigos. De hecho, Juan 17:3 dice que llegar a ser sus amigos “significa vida eterna”. ¡Qué regalo tan valioso y tan inmerecido les da Jehová a sus verdaderos amigos! ¿Le gustaría disfrutar de ese futuro tan maravilloso? Pues lo animamos a aceptar el curso interactivo de la Biblia que ofrecemos los testigos de Jehová. Usamos la publicación titulada Disfrute de la vida. Mire, es esta. Con gusto lo ayudaremos a conseguir la edición electrónica o impresa de este manual. Las primeras lecciones son “¿Cómo puede ayudarle la Biblia?”, “La Biblia nos da esperanza” y “¿Se puede confiar en la Biblia?”. Es importante que aprenda esto y que adore a Dios tal como su Palabra, la Biblia, nos dice que hay que hacerlo. Entonces, ¿qué ideas hemos visto hasta ahora que nos ayudarán a hacernos amigos de Dios? Primero, hay que conocer a Dios leyendo y estudiando su Palabra. Jesús dijo que hacer eso “significa vida eterna”. Y también hay que aprender el nombre de Dios y usarlo. Ahora, veamos cuatro cosas más que debemos hacer los que queremos ser amigos de Dios. Son estas: imitar las cualidades de Dios, evitar las maneras de pensar y actuar que lo ofenden, relacionarse con quienes también quieren ser sus amigos y evitar la amistad de quienes pasan por alto las normas de Dios o se burlan de ellas. Algunas de estas cosas son bastante obvias, ¿verdad?, como relacionarse con quienes también quieren ser amigos de Dios, o evitar la amistad de quienes pasan por alto las normas de Dios o se burlan de ellas. Pensemos de nuevo en el ejemplo de la plantita. No solo necesita agua y cuidados, también hay que ponerla en el ambiente correcto, uno que la ayude a crecer. Pues, en nuestro caso, el ambiente correcto es estar con personas que también quieren ser amigas de Dios. ¿Y qué podemos decir sobre imitar las cualidades de Dios? ¿Puede una persona imperfecta hacer eso? Vamos a analizar durante unos minutos dos cualidades de Dios y cómo podemos imitarlas. Hablemos primero del amor de Jehová. Una forma de imitar el amor de Dios y hacernos sus amigos es poniendo en práctica lo que Jesús nos enseñó. Por ejemplo, él dijo: “Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes”. Eso es fácil de decir pero muy difícil de hacer, ¿verdad? ¿Podemos lograrlo? ¡Claro! Si queremos ser amigos de Dios, haremos todo lo posible para conseguirlo. ¿Y qué tenemos que hacer usted y yo para imitar el amor de Dios? Ver a la gente como él la ve. Tenemos que ponernos en el lugar de los demás, y así entender sus necesidades, sus preocupaciones y lo que los hace sufrir. Algunos tienen que vivir con una lesión, una enfermedad o los achaques de la edad. Y otros luchan con problemas emocionales, como la ansiedad o la depresión. Puede que algunas de estas cosas nosotros no las hayamos vivido. Por ejemplo, tal vez a un joven le cueste entender lo que siente una persona mayor y tenga que ponerse en su lugar para comprender lo que implica tener su edad. Si a usted le ocurre eso, ¿cómo podría imitar el amor de Dios? Algo importante es escuchar con atención, hasta que entienda lo que realmente siente la otra persona. Si hace eso, le será más fácil imitar el amor de Dios. Los que desean ser amigos de Jehová se sienten motivados a imitar su amor dándoles a los demás lo que necesitan. Hablemos de una segunda cualidad relacionada con el amor. Es la bondad. Para ser amigos de Dios, tenemos que ser buenos y amables con los demás. Una vez más, podemos aprender mucho de lo que Jesús dijo e hizo. Él dijo que el Altísimo “es bondadoso hasta con los desagradecidos y malvados”. A Jesús le gustaba mucho esa cualidad tan bonita de su Padre, y por eso se esforzó por imitarla. ¿Y qué hacía para imitar esa cualidad? Jesús se detenía a pensar en el efecto que podría tener en los demás lo que decía y lo que hacía. Por ejemplo, en una ocasión, una mujer de mala reputación se acercó a Jesús llorando y mojándole los pies con sus lágrimas. Al ver que estaba arrepentida de sus pecados, Jesús pensó que ella se iba a sentir muy mal si él le decía que se fuera de allí. Al igual que Jehová, Jesús se centró en sus buenas cualidades. ¿Cómo lo sabemos? Porque primero la felicitó y luego la perdonó. ¿Cómo podemos imitar la bondad que demuestran Jehová y Jesús? Siendo amables con todas las personas siempre que sea posible. La bondad nos ayuda a saber cómo actuar ante situaciones delicadas. La bondad evita que hiramos los sentimientos de los demás. La bondad nos ayuda a pensar de antemano en cómo nuestras palabras y acciones afectan a otros. No hay duda, los verdaderos amigos de Dios demuestran esta cualidad. Bueno, este repaso de algunas de las muchas cualidades tan impresionantes que tiene Jehová nos demuestra lo útil que es leer la Biblia y cuánto nos beneficia poner en práctica sus enseñanzas. Sí, podemos ser amigos de Dios. Y, sí, podemos imitar sus magníficas cualidades. En el siguiente video, fíjense en cómo podemos usar la Biblia para hacernos amigos de Dios. ¿Alguna vez ha querido preguntarle a Dios “¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Te importo?”? Usted no es el único. Durante siglos, mucha gente ha sentido la necesidad de conocer a su Creador. Piense en una mujer que nunca conoció a su padre. Le han estado mintiendo durante toda su vida diciéndole que su padre la abandonó. Pero, en el fondo, ella sabe que eso no es cierto. Un día, ella recibe una carta de su padre. Se entera de que está vivo y de que, aunque ella no lo supiera, él ha estado intentando formar parte de su vida desde que ella nació. La hija descubre quién es su padre. Y por fin lo encuentra. Se conocen, y desarrollan una amistad tan fuerte que se hacen inseparables. La Biblia es una colección de cartas de nuestro Padre celestial. Este libro nos enseña cómo hablar con Dios, cómo él nos responde y las diferentes maneras en las que nos muestra su cariño. La Biblia puede ayudarnos a lograr algo que quizás le parezca imposible: ser amigos de Dios. Para hacerse amigo de su Padre celestial, lo primero que debe saber es su nombre. Y él mismo nos dice cuál es: “Que la gente sepa que tu nombre es Jehová, que solo tú eres el Altísimo”. Jehová le asegura que, si usted se acerca a él, él se acercará a usted. Nuestro cariñoso Padre les ofrece su amistad a todos los que lo buscan. ¿Aceptará usted esa invitación? Si quiere saber más de lo que dice la Biblia sobre este tema y muchos otros, visite jw.org. ¿Qué le parece lo que vimos en este video? ¿Siente usted también la necesidad de conocer a su Creador? ¿Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para aceptar la invitación de Dios y convertirse en su amigo? Si es así, en la Biblia encontrará la guía que necesita. Y, si usted aplica lo que aprende, no solo tendrá bendiciones en el futuro. Los amigos de Dios ya disfrutan de paz ahora. No lo dude, la amistad con Dios le dará tranquilidad y propósito a su vida. Además, Dios promete que escuchará sus oraciones y que le mostrará compasión. Y, cuando sienta que Jehová lo ha perdonado, sentirá una paz indescriptible. El Salmo 32:1, 2 dice: “Feliz aquel al que se le perdona la ofensa, al que se le cubre su pecado. Feliz el hombre a quien Jehová no le atribuye la culpa”. ¡Qué bendición es saber que Jehová nos perdona! El perdón de Dios puede quitarle la carga de sentirse culpable por los errores del pasado. Eso incluye errores que haya cometido antes de conocer a Dios y hacerse su amigo. ¿De verdad Dios puede perdonarlo? ¡Claro que sí! Como vimos en el video, la Biblia nos enseña cómo orar a Dios y cómo responde él nuestras oraciones. Puede estar totalmente seguro de que él escucha sus oraciones, incluso cuando le pide perdón o su ayuda. En Proverbios 15:29 dice que Jehová “oye la oración del justo”. ¿A quién se refiere? Se refiere a la persona que se esfuerza por cumplir las normas de Dios. ¡Qué alivio es saber que podemos ser amigos de Dios, que él ve todos nuestros esfuerzos y que nos escucha! Pero eso no es todo. La amistad con Dios también nos ayuda a estar en paz con los demás. De hecho, Jesús nos pide eso, que busquemos la paz con otros. Incluso dijo que deberíamos amar a nuestros enemigos y hacer el bien sin esperar nada a cambio. Y en Lucas 6:36 él añadió: “Sean misericordiosos, así como su Padre es misericordioso”. Nuestro buen ejemplo puede llegar al corazón de otras personas y motivarlas a que también busquen la amistad de Dios. Eso es justo lo que le pasó a José. Él aprendió lo que es el amor gracias a los amigos de Dios. Cuando tenía 13 años, José se metió en un grupo guerrillero. Allí le enseñaron a odiar a todas las personas que él consideraba responsables de las injusticias que veía a su alrededor. Así que se propuso acabar con todos ellos. Al ver morir a muchos compañeros suyos, José se llenó de amargura y también de sed de venganza. Mientras fabricaba granadas y bombas, se preguntaba: “¿Por qué hay tanto sufrimiento? Si existe Dios, ¿le importa lo que pasa?”. José lloraba muchas veces. Estaba deprimido y confundido. Con el tiempo, conoció a los testigos de Jehová de una congregación de su zona. La primera vez que fue a una reunión, percibió de inmediato el amor de los hermanos. Todos fueron muy amables y lo saludaron con cariño. Además, escuchó un discurso que hablaba de por qué permite Dios la maldad, y allí obtuvo la respuesta a muchas de sus preguntas. Al ir aprendiendo más cosas de la Biblia, hizo cambios en su vida y en su manera de pensar. José aprendió a imitar el amor de Dios y se fue acercando a él. Claro, no fue fácil romper los lazos con sus amigos. Cada vez que José iba al Salón del Reino, lo seguían. Algunos incluso llegaron a asistir a varias reuniones para entender por qué José había cambiado tanto. Pero, cuando vieron que no era ninguna amenaza para ellos, lo dejaron tranquilo. Cuando tenía 17 años, se bautizó como testigo de Jehová y decidió dedicar la mayor parte de su tiempo a hablar a otros de lo que había aprendido. Ahora José ya no planea matar a nadie, sino que comparte con otros un mensaje de amor y esperanza. ¿Verdad que es una bonita recompensa por elegir hacerse amigo de Dios? Hasta los que antes eran enemigos pueden aprender a vivir en paz y tener una amistad con Dios. Entonces, hermanos, hoy hemos aprendido que es posible ser amigos de Dios; es una idea realista. La Biblia dice que, desde la antigüedad, Dios ha considerado a algunos humanos sus amigos. También hemos visto lo que Dios ha hecho para reconciliarnos con él o cerrar la brecha que nos separa de él. ¿Y qué es lo que ha hecho? Entregó a su Hijo, Jesús. De esa manera, Jehová suministró el rescate que hacía falta para liberarnos del pecado. Luego vimos lo que debemos hacer nosotros para beneficiarnos de la misericordia de Dios. Si queremos ser sus amigos, tenemos que estudiar su Palabra e imitar sus maravillosas cualidades. Y, por último, vimos que es posible tener una vida con sentido y vivir en paz unos con otros. Jehová, nuestro Creador, promete que sus amigos podrán vivir en paz por toda la eternidad. ¿Le gustaría a usted recibir ese regalo de Dios? Si es así, por favor, ¡no lo dude! ¡Acepte nuestra invitación para estudiar la Biblia! En el curso aprenderá que Dios promete eliminar las lágrimas de los ojos de todos sus amigos. Nos espera un futuro maravilloso, un futuro en el que podremos vivir para siempre sin que haya nada que nos haga sufrir. Estamos seguros de que es algo real porque nuestro Dios, Jehová, nos lo promete. Gracias, hermano Cook, por ayudarnos a ver que la amistad con Dios produce verdadera paz. Millones de personas están buscando la paz y desarrollando fe en Jehová y en su Palabra. Si quiere recibir un curso de la Biblia gratuito en el lugar y a la hora que más le convenga, por favor, hable con un testigo de Jehová o visite jw.org, donde puede llenar la solicitud para un curso bíblico. Le pondremos en contacto con un testigo de Jehová para que lo ayude. Además, en jw.org podrá encontrar un curso de la Biblia autodidáctico en algunos idiomas. Llegamos al final de la sesión. Estamos deseando que llegue la siguiente con la segunda parte del documental titulado Jehová nos guía por el camino de la paz. Luego oiremos el discurso final de la asamblea. Cantemos una canción que expresa nuestra confianza en las promesas de Dios. Los invitamos a cantar la canción 147, titulada Dios nos promete la vida eterna. Es la 147, y después pueden hacer una oración de conclusión.
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Domingo mañana (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Es un gran placer para mí darles la bienvenida a todos ustedes y decirles “¡Shalom!”. ¿Por qué les dije esa expresión? Shalom es la palabra hebrea para paz, y aparece más de 200 veces en la Biblia. Y, cuando se usa como saludo, como hice yo ahora, significa “que tengas paz”. Así que esta es una buena manera de darles la bienvenida a todos ustedes a la asamblea de los testigos de Jehová del 2022 “Busquen la paz”. Estamos muy contentos de que estén aquí, y les aseguro que les va a encantar el programa. Sin duda van a disfrutar mucho durante estos tres días averiguando lo que dice la Biblia sobre cómo obtener paz y mantenerla en todos los aspectos de la vida. Pero vamos a comenzar hablando de aquel que nos ha reunido a todos en esta asamblea, Jehová. ¡Y cuánto nos gusta hablar de nuestro maravilloso Padre celestial! Filipenses 4:9 llama a Jehová “el Dios de la paz”. Y es cierto que él tiene muchas cualidades: amor, justicia, sabiduría, poder… Pero también posee otra cualidad importante, la paz. Y es que Jehová está en paz consigo mismo, en paz con los ángeles y en paz con los humanos obedientes. Jehová es el Dios de la paz. Pero una pregunta, ¿comparte Dios con otros su paz? Bueno, veamos la respuesta en Romanos 15:33: “Que el Dios que da paz esté con todos ustedes. Amén”. Así que él da paz con generosidad, como ya veremos. De hecho, “todos los regalos buenos” vienen de Jehová, como dice Santiago 1:17. Y uno de sus mejores regalos es el de la paz. Bueno, y una pregunta más. ¿Qué tipo de paz nos da Jehová? Muchos piensan que la paz es la ausencia de conflictos y de problemas en la vida. Pero la paz que Dios da implica mucho más. Ese tipo de paz que solo él puede dar hace que nos sintamos bien, seguros y a salvo. Y esta paz de Dios se describe muy bien en Filipenses 4. Busquémoslo, Filipenses 4, desde el versículo 6: “No se angustien por nada. Más bien, en cualquier situación, mediante oraciones y ruegos y dando gracias, háganle saber a Dios sus peticiones, y la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender, protegerá sus corazones y sus mentes por medio de Cristo Jesús”. ¿Se dan cuenta de que Jehová nos dice: “No se angustien por nada”? ¿Nos pediría Jehová que hiciéramos algo que es imposible para nosotros? No. Lo que él nos dice es que no nos preocupemos demasiado. Preocuparse un poco puede ser hasta bueno incluso. Puede motivarnos a estar pendientes de otros o puede hacer que nos esforcemos mucho para cumplir con una asignación. Pero ¿y qué pasa si nos preocupamos demasiado? Eso podría enfermarnos y causarnos depresión, por ejemplo, y agobiarnos, debilitarnos, consumirnos… Ahora, ¿qué podemos hacer para no angustiarnos demasiado pase lo que pase? La respuesta está en lo que sigue diciendo Filipenses 4:6, 7. Después de decir que no nos angustiemos Jehová nos da el antídoto. Básicamente nos dice que le oremos y le supliquemos que nos ayude, y entonces recibiremos “la paz de Dios”. Pero ¿a qué se refiere este texto cuando dice que la paz de Dios está más allá de lo que podemos entender? Pues que es tan sorprendente, tan poderosa, que los humanos como estamos limitados no podemos entenderla. No tiene lógica desde un punto de vista humano. A veces estamos tan preocupados y tenemos tanto miedo y ansiedad que no vemos la salida. Pero, cuando le rogamos a Jehová que nos de la paz que él puede dar, ¿qué sucede? Que en nuestra mente y nuestro corazón nos sentimos calmados, tranquilos, seguros. Loraine era jovencita cuando su mamá murió de cáncer. Ella dijo: “Me encontraba en la habitación cuando mi madre murió. Le pedí a Jehová que me diera las fuerzas para soportarlo, y al instante sentí la paz de Dios”. ¿Y qué significa la expresión “la paz de Dios […] protegerá sus corazones y sus mentes”? La palabra griega para “proteger” es un término militar que nos hace pensar en los soldados que mantienen la guardia de día y de noche. De la misma manera, la paz de Dios puede proteger 24 horas al día nuestro corazón y nuestra mente para que sintamos calma, seguridad y tranquilidad. Y la pregunta es ¿qué tenemos que hacer si queremos recibir esta paz de Dios tan milagrosa? La respuesta: hacernos buenos amigos de Jehová. El apóstol Pablo sabía por experiencia propia que la paz interior no depende de las circunstancias que tengamos, sino de tener una amistad muy estrecha con Jehová. Por ejemplo, en una ocasión Pablo y Silas habían estado predicando con valor. Y entonces les desgarraron la ropa, les dieron muchos golpes con varas, los metieron en la prisión y les sujetaron los pies en el cepo. Pero ¿qué se pusieron a hacer estos hombres a medianoche? Empezaron a orar y a cantarle alabanzas a Jehová. ¡Qué sorprendidos debieron quedarse los demás prisioneros al escucharlos! Así que Pablo y Silas, aunque tenían unas circunstancias muy muy malas, no permitieron que aquello les robara la paz de Dios. Entonces, ¿cuál es la lección que aprendemos de Pablo y Silas? Que tener la paz de Dios no depende de nuestras circunstancias. De lo que sí depende es de tener una amistad con Jehová estrecha, íntima. Hasta ahora hemos hablado de que Jehová es el Dios de la paz, de que él la comparte, y también vimos qué clase de paz da Dios. Y ahora la pregunta es: ¿a quiénes les da Jehová esa paz? Pues es muy sencillo. Jehová les da paz a quienes se acercan a él y quieren hacer lo que él dice. Así que lo primero que hay que hacer es llevar una vida limpia y seguir sus justas normas morales. Muchas personas en este mundo piensan que Dios las aceptará tal y como son, que rebajará sus normas para adaptarse a ellos. Pero ¡cuánto orgullo, ¿no?! Eso es como si una vasija le dijera a la persona que la hace cuál debería ser su función. Y el artesano tiene que aceptarlo le guste o no. Pero las cosas no funcionan así, ¿verdad? Nosotros tenemos que estar a la altura de las normas de Dios. Él nos ayuda, pero somos nosotros los que tenemos que cambiar, no Jehová. Y qué interesante, Santiago 3:17 dice que “la sabiduría de arriba es en primer lugar pura, luego es pacífica”. Por lo tanto, si queremos sentir la paz de Dios en nuestra vida, tenemos que ser puros de acuerdo con las normas morales de Jehová. Isaías 48:22 afirma: “No hay paz”, dice Jehová, “para los malvados”. O, dicho de otra manera, las personas que siguen sus propias normas morales para hacer cosas que están mal no contarán con la paz de Dios en su vida. Pero nosotros nos esforzamos por cumplir con las normas de Dios. Es cierto que Jehová hace su parte y nos ayuda, pero él espera que nosotros hagamos la nuestra. En cierto modo, podemos comparar las bendiciones que Jehová nos da a una multiplicación. ¿Y eso por qué? Si nosotros no nos esforzamos, Jehová no tiene nada que multiplicar. ¿Cuánto es 10 por cero? Cero. ¿Y 100 por cero? ¿Y 1.000 por cero? ¿Y un millón por cero? Sigue siendo cero. Así que, si no hacemos nada, Jehová no tiene nada que multiplicar. Gálatas 5:22 dice que la paz es parte del “fruto del espíritu”. Así que el espíritu santo nos ayuda a tener y a demostrar paz. De hecho, en Juan 14:26 se llama al espíritu santo “el ayudante”. Pero que tengamos un ayudante no significa que vayamos a recibir paz de manera milagrosa sin que nosotros hagamos nada. Vamos a explicarlo con un ejemplo. Imagínese que lleva todo el día pintando la fachada de su casa. Y ahora un buen amigo viene a ayudarlo, y se ponen a pintar juntos. Pero luego usted piensa: “Voy a entrar en la casa, me voy a relajar”. ¿Seguirá pintando su amigo solo? Si sigue pintando, ya no es su ayudante, está haciendo el trabajo por usted. Lucas 11:13 dice que Jehová “les dará espíritu santo a quienes se lo piden”. Así que, si pedimos espíritu santo y nos esforzamos mucho por colaborar con este ayudante, estaremos en paz con Dios y además fomentaremos la unidad, la paz y un buen ambiente con los demás. ¡Y cuánto nos gusta estar con las personas que demuestran paz, este importante aspecto del fruto del espíritu! Cuando un bebé que está dormido se despierta de repente en mitad de la noche porque oye un ruido, se asusta, ¿verdad?, y empieza a llorar. Pero, si sus padres lo toman en brazos y lo calman hablándole con cariño, entonces se tranquiliza. Bueno, David, en Salmo 55:16-18, dijo que cuando estaba intranquilo le pedía ayuda a Dios, y Jehová oía su voz y le daba paz. Igual que David, cuando estemos angustiados, podemos suplicarle a Dios que nos ayude, y él nos calmará y hará que sintamos paz de nuevo. De hecho, nuestro cariñoso Padre está deseando ayudarnos. Busquen, por favor, Jeremías 29 y fíjense en que Jehová quiere quitarnos la ansiedad y darnos su paz. Jeremías 29:11: “Porque sé muy bien lo que tengo en mente para ustedes —afirma Jehová—. Quiero que tengan paz, no calamidad. Quiero darles un futuro y una esperanza. Ustedes me llamarán, acudirán a mí en oración, y yo los escucharé”. ¡Qué bonito! Nuestro Dios Jehová quiere y puede reemplazar nuestra ansiedad por la impresionante paz que solo él puede darnos. Bueno, ya vimos que Jehová es el Dios de la paz y también a quiénes se la da: a los que se acercan a él y se esfuerzan por buscar la paz de Dios. Pero veamos ahora lo que podemos hacer para fomentar la paz con los demás. En el siguiente video, el hermano Kenneth Cook, del Cuerpo Gobernante, nos explicará cómo el programa de esta asamblea nos ayudará a buscar la paz. En nombre del Cuerpo Gobernante, queremos decirles que estamos muy contentos de que estén viendo la asamblea “Busquen la paz”. Y, hablando de paz, nos encanta la calma que se respira aquí, en Blue Lake, donde está la central mundial, en el estado de Nueva York. A veces, el agua del lago parece un espejo. Y de vez en cuando hasta se ven águilas y halcones. Durante la época del otoño, cuando las hojas cambian de color, el bosque está espectacular. Pero, más importante que la paz que se respira aquí, es la abundante paz que Jehová le está dando a su organización. Y es que entre nosotros hay paz y unidad independientemente de nuestra nacionalidad, idioma, raza, tribu o antecedentes sociales. Eso sí que es espectacular, y mucho más si lo comparamos con la situación en la que se encuentra el mundo y lo dividida que está la gente a nivel social, político y religioso. Eso sí, no podemos dar por sentada nuestra paz, no surge de manera automática. Cada uno de nosotros debe buscar la paz para obtener la aprobación de Jehová. Dios quiere que todos sus siervos disfruten de paz duradera. Eso es lo que siempre ha querido. Él le pidió a Moisés que los sacerdotes le dijeran al pueblo unas palabras muy tranquilizadoras. Fíjense en lo que dice Números 6:24-26. Esto es lo que los sacerdotes debían decirle a Israel: Y el 27 añade: Jehová también ha puesto su nombre sobre nosotros y nos está bendiciendo mucho. Hablemos un poco de lo que se analizará durante el programa de la asamblea. Estamos seguros de que nos ayudará a seguir disfrutando de la paz que Dios nos da. Primero, veremos cómo estar en paz con Dios. La auténtica paz se consigue siendo amigos de Jehová. Si Dios es nuestro mejor amigo, somos felices, y él nos ayuda a tener paz en los demás campos de la vida. ¿Qué podemos hacer para tener una amistad íntima con Dios? No basta con saber unas cuantas cosas sobre él. Tenemos que llegar a conocer la personalidad de Jehová y admirar sus cualidades y sus obras. Así podremos amar lo que él ama y odiar lo que él odia. Durante esta asamblea, fíjese en cosas que le gusten de Jehová y que le acerquen todavía más a él. Segundo, hablaremos de cómo estar en paz con otros. El hogar debe ser un refugio donde la familia esté en paz. Pero no basta con no discutir, debemos poner las necesidades de nuestra familia por delante de las nuestras. Como veremos en la asamblea, esto abarca mostrarse amor y respeto, trabajar en equipo, tener una buena comunicación y adorar a Jehová juntos. Tercero, veremos cómo tener paz a pesar de las pruebas y de la situación mundial. Durante el programa, viajaremos a distintos lugares del mundo para ver cómo, a pesar de la oposición, las enfermedades, los problemas económicos y los desastres naturales, los hermanos se ayudan de verdad unos a otros, reciben el apoyo de la organización de Jehová y siguen adelante con sus actividades espirituales. Incluso si nuestra vida está en peligro o tenemos problemas económicos, podemos estar seguros de que Jehová nos ayudará a aguantar, a estar tranquilos y a tener paz mental. Cuarto, veremos cómo disfrutar de paz para siempre. Cuando el Reino de Dios haya logrado que la humanidad alcance la perfección, ya no habrá que seguir buscando la paz. Salmo 72:7 promete: “En sus días el justo florecerá, y habrá paz en abundancia hasta que la luna ya no exista”. En otras palabras, la paz durará para siempre. Esta asamblea nos ayudará a visualizar lo que Jehová nos dará en el futuro. ¿Ven por qué “Busquen la paz” es un buen título para esta asamblea regional? Buscar algo a veces implica perseguirlo hasta atraparlo. Por culpa de la influencia de Satanás y de su mundo, y por nuestra imperfección, la paz muchas veces se nos escapa. Así que tenemos que perseguirla para que vuelva a nuestra vida. El programa de esta asamblea nos ayudará a lograrlo. ¡Que el Dios de la paz esté con todos ustedes ahora y para siempre! Ese es el sincero deseo de todos los miembros del Cuerpo Gobernante, porque los amamos de verdad. Esperamos que les guste mucho esta asamblea. Le damos las gracias al hermano Cook por destacar algunas de las maneras en las que esta asamblea nos ayudará a buscar la paz. Ahora repasemos brevemente el programa de esta asamblea para ver lo que el Dios de la paz tiene preparado para nosotros, y si lo desean pueden seguirme en su programa de esta asamblea regional. Verán que el primer día lleva el tema “Jehová bendecirá a su pueblo con paz”. En la primera serie de discursos veremos por qué el amor a Dios, al prójimo y a la Palabra de Dios son la clave para lograr la auténtica paz. La lectura bíblica dramatizada trata sobre la vida de Jacob. Como ya verán, Jacob es un excelente ejemplo que nos enseña a seguir “buscando las cosas que fomentan la paz”. Después escucharemos el discurso “El resultado de la verdadera rectitud será paz”, y en él veremos cómo podemos resistir las tentaciones. Cuando un león devora a su presa, esta llega a ser parte de su cuerpo. Pues, Satanás intenta que caigamos en las tentaciones para poder devorarnos y que formemos parte de su mundo. Pero en ese discurso aprenderemos a rechazar las tentaciones. Luego, en la segunda parte del primer día, tendremos la segunda serie de discursos de la asamblea, “La paz que Dios promete nos hace felices”. Las promesas de paz de Jehová que se encuentran en el libro de Isaías nos animarán muchísimo. Por ejemplo, uno de los discursos se titula “El lobo y el cordero comerán juntos”. Ahora no se nos ocurriría darles de comer a un lobo y a un cordero juntos. Si lo hiciéramos probablemente el lobo acabaría comiendo costillas de cordero. Pero la promesa de Jehová en Isaías nos asegura que habrá paz entre los humanos y los animales, y que también habrá paz entre los propios animales. La tercera serie de discursos tiene un título muy llamativo, “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia”. Veremos que, a pesar de los problemas, los matrimonios, los padres y los hijos pueden tener éxito si siguen esa ruta, la de la paz en la familia. Después escucharemos el discurso “Apoyemos con lealtad al ‘Príncipe de paz’ ”. En este discurso recordaremos que es muy importante ser neutrales y no tomar partido en asuntos políticos. Y, para acabar el primer día, un discurso muy intrigante: “No se deje engañar por la paz de imitación”. Se hará un contraste entre la paz de este mundo y la verdadera paz que Jesús les da a sus discípulos. ¿Y cuál es el tema del segundo día? Mantengámonos “sin mancha, sin defectos y en paz”. El segundo día comienza con una serie que está pensada para que prediquemos con entusiasmo y estemos listos para hablar de las buenas noticias de la paz. Después seguiremos con el discurso “¡Joven, elige un camino en la vida que te dé paz!”. Animará a los jóvenes a empezar el servicio de tiempo completo. Y, queridos jóvenes, que no les quepa la menor duda, si hacen eso serán felices y no se arrepentirán. Luego, veremos un video en el que conoceremos a hermanos de diferentes partes del mundo que siguen adorando a Jehová y sienten paz a pesar de las dificultades. Después, algo que todos esperamos, el bautismo de nuevos discípulos de Jesús. En el discurso de bautismo se animará a todos los candidatos a seguir andando “por el camino de la paz”. ¿Y por qué? Porque no hay mejor manera de vivir. También tendremos otras dos series de discursos con videos que muestran que los enemigos de la paz son muy diferentes a las personas que la fomentan. Y es que hay un contraste muy grande entre estos dos grupos de personas. Son tan distintos como el día y la noche. En la parte uno de la producción audiovisual, veremos cómo algunos siervos de Dios del pasado buscaron la paz y qué podemos hacer para imitar su ejemplo cuando nosotros pasemos por pruebas en la vida. Y el día acabará con un discurso titulado “Protejamos nuestro ‘vínculo de la paz’ ”. Aprenderemos a poner en práctica los principios de la Biblia en vez de dejarnos llevar por nuestra cultura o las tradiciones. El tema del tercer día es “Que el Dios que da esperanza los llene de felicidad y paz”. En la primera serie de discursos veremos el ejemplo de siete personas que sembraron paz y cosecharon paz. Hablaremos de José y sus hermanos, los gabaonitas, Gedeón, Abigaíl, Mefibóset, Pablo y Bernabé, y de ejemplos de la actualidad. Esperamos que muchas personas acepten la invitación para escuchar el interesante discurso público titulado “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. Y es que no nacemos siendo amigos de Dios, porque somos descendientes imperfectos de Adán. De hecho, hasta podemos decir que nacemos siendo enemigos de Dios. A veces alguien ve un bebé y dice: “Míralo, si es un angelito”. Pero sería más exacto decir: “Mira, es un pequeño enemigo de Dios”. Claro que queremos a ese bebé, y además tiene esperanza, porque nuestro amoroso Creador ha hecho posible que todo el mundo pueda reconciliarse con él. Podemos ser buenos amigos de Dios. Y esa amistad íntima con Jehová será nuestra posesión más valiosa. Después de ver la segunda parte de la producción audiovisual, el último discurso de esta asamblea nos animará con una maravillosa perspectiva: “La paz universal será una realidad”. Lo garantiza el Dios “que no puede mentir”. Por último, cantaremos juntos una canción preciosa y concluiremos con una oración para alabar a Jehová, la fuente de la paz. Queridos hermanos, este fue un pequeño resumen de la maravillosa asamblea regional que el Dios de la paz ha preparado para nosotros. Y, a lo largo del programa, veremos decenas de videos que muestran experiencias de hermanos en la vida real o escenificaciones de situaciones en las que nos podemos encontrar. Ahora veremos un video que es solo una pequeña muestra de todos los videos que veremos durante la asamblea. Hola a todos… Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Yo quería levantarme y destrozarles los teléfonos. ¿Neutral? ¿Cómo que neutral? ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! Cuando estaba en Nueva York, me sentía todo el tiempo triste, no sentía paz. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels. ¿No será que sientes un poquito de envidia? En junio de 2018, un grupo enorme de hombres armados vino a nuestra casa. Ellos representaban los ideales que yo tenía de niño. ¿Tienes idea de lo que nos va a costar esto? ¡Y qué iba a hacer! Tú no me consultaste. ¿Y tu mascarilla? ¿Sabes cuántas personas se han contagiado? Cero. Cuando estás a punto de quedarte sin aire, Jehová hace algo para darte ese oxígeno que necesitas. Menos mal que hicimos las paces antes de que el mundo se viniera abajo. Y una pregunta importante para todos nosotros: ¿Cómo podemos preparar el corazón para recibir la paz de Dios durante esta asamblea? Esdras 7:10 dice que Esdras preparó su corazón para consultar la Ley de Jehová, ponerla en práctica y enseñársela a los israelitas. ¿Cuál fue el resultado? El versículo 11 dice que se convirtió en “un experto en el estudio de los mandamientos de Jehová”. Y queremos imitar a Esdras, así que ¿cómo podemos preparar el corazón para todo lo que nos espera en esta asamblea? Bueno, lo primero y más importante, orar y meditar. Si hacemos eso, nuestro corazón estará listo, resuelto a aceptar la guía que Jehová nos dé. Y estaremos dispuestos en nuestro interior a poner en práctica lo que Jehová nos enseñe. Otra cosa que podemos hacer es estar muy atentos a los videos musicales que se presentarán antes de que comience cada sesión de la asamblea. Estos videos están muy bien pensados para preparar nuestro corazón antes de cada sesión. Se dedicó mucho tiempo, esfuerzo y dinero para producir estos videos tan bonitos. Así que, mientras los estén viendo, dejen que las imágenes y la música los preparen para la información espiritual que vendrá después. Así que esforcémonos por estar concentrados y escuchar con atención lo que Jehová nos enseñará. De esta manera, imitaremos al salmista, que fue humilde y dijo en Salmo 85:8: “Escucharé lo que el Dios verdadero, Jehová, va a decir, porque él le hablará de paz a su pueblo”. Si lo hacemos, aprenderemos a estar en paz con todas las personas. Y así alabaremos a Jehová, el Dios de la paz, que bendice a su pueblo con paz. Gracias a él, sabremos buscar la paz hasta que llegue el día en el que ya no tengamos que seguir buscándola. ¿Por qué lo decimos? Piense en esto: ¿Necesita Jehová buscar la paz? ¿Tiene que esforzarse para poder alcanzarla? No. La paz simplemente forma parte de él. Y, en el nuevo mundo, qué bonito será disfrutar de paz sin tener que buscarla, será parte de nosotros, como sucede con Jehová. Pero, mientras tanto, estemos decididos a seguir buscando la paz. Seguro que esta asamblea tan especial que está a punto de empezar nos ayudará a lograrlo.
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Stephen Lett: Jehová es "el Dios que da paz"
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¿Qué piensa? ¿Hay alguna conexión o relación entre el amor y la paz? Y, si la hay, ¿de qué manera nos ayuda el amor a conseguir la verdadera paz? La Biblia nos ayuda a entender que sin amor es totalmente imposible conseguir la auténtica paz. Así que queremos mostrar amor. Los que estudiamos la Biblia sabemos que fuimos creados a la imagen de Dios, y por esa razón usted y yo podemos amar. Pero también sabemos que vivimos en un mundo que tiene un concepto muy distorsionado de lo que es el amor. Además, somos imperfectos, así que, si no tenemos cuidado, podríamos entender mal lo que es el amor. ¿Cómo podemos evitar que nos pase eso? Dejando que sea Jehová el que nos enseñe a amar. Y, si lo pensamos bien, ¿qué mejor maestro podríamos tener? La Biblia dice que “Dios es amor”. Eso significa que Jehová, nuestro Creador, que nos conoce mejor que nosotros mismos, que es puro amor, la personificación del amor, está dispuesto a enseñarnos a amar. ¿Y cómo lo hace? Bueno, por medio de su Palabra, la Biblia, y también con su propio ejemplo, que es perfecto. A medida que conocemos a Jehová, vamos aprendiendo lo que de verdad es el amor. Y, cuando les mostramos ese amor a otros, como hizo Jesús, empezamos a disfrutar de lo que es verdadera paz. En esta serie vamos a analizar por qué el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor a la Palabra de Dios son la clave para lograr la auténtica paz. Primero, hablaremos del amor a Dios. ¿Por qué es tan importante si queremos tener auténtica paz? Jesús dijo algo que puede ayudarnos a responder esta pregunta. Se encuentra en la Biblia, en Mateo, capítulo 22. Vamos a buscarlo. Mateo 22:37. Para ponernos en contexto, en una ocasión, un hombre que tenía mucho conocimiento de la Ley le preguntó a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”. Fíjese en la respuesta de Jesús. Le dijo al hombre: “ ‘Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primero y el más importante de los mandamientos”. Tenemos que amar a nuestro Dios, Jehová, es un mandamiento. Amar a Jehová es esencial. Nuestra relación con él debe ser la más importante de nuestra vida. Debe estar por encima de cualquier persona, de cualquier cosa. Queremos amar a Jehová. ¿Hasta qué grado? Bueno, Jesús dijo: “Con todo tu corazón”. ¿Qué significa eso? El contexto de lo que dijo Jesús nos ayuda a entender que él estaba hablando de los sentimientos, las emociones, los deseos de una persona. Por lo tanto, amar a Dios implica nuestras emociones. No hay duda de eso. Pero amar a Jehová implica todavía más que nuestros sentimientos y emociones. ¿Por qué decimos eso? Bueno, ¿qué dijo Jesús después? “Con toda tu alma”, es decir, con todo nuestro ser. Usamos todo lo que tenemos para alabar a Jehová y demostrarle cuánto lo amamos. Pero aún hace falta algo más. Jesús concluye diciendo: “Con toda tu mente”. Así que amar a Dios también implica nuestra capacidad de pensar. Estemos dispuestos a sacar tiempo para conocer la manera de pensar de Jehová y hacer que también sea la nuestra. Queremos pensar como Jehová piensa. Queremos entender su propósito y saber lo que él espera de nosotros. Y queremos conocer su personalidad. Está claro que el amor del que estamos hablando implica todo esto, nuestros pensamientos, palabras y acciones, todo lo que somos. Y esa clase de amor hace posible que tengamos una amistad con Dios. Y, si la tenemos, estaremos en paz con él. Así se relaciona el amor con la paz. Amar a Jehová con todo el corazón, el alma y la mente lleva a la paz con Dios. Y, si estamos en paz con Dios, también tendremos paz interior y estaremos en paz con las personas que nos rodean. ¿Y por qué sucede eso? Porque, cuando amamos a Jehová, queremos imitarlo y desarrollar las cualidades que él demuestra, por ejemplo, paciencia, amabilidad, apacibilidad… cualidades que hacen que otros quieran ser nuestros amigos, cualidades que fomentan la paz con los demás. Estoy seguro de que todos queremos estar en paz con Dios. Pero algunas cosas pueden amenazar nuestra paz. Quizá estemos bajo presión. O puede que seamos víctimas de una injusticia o que alguien nos haga algo malo, y que eso nos robe la paz. Y ahora el asunto es ¿haremos las cosas de una manera que agrade a Jehová? ¿O nos precipitaremos y haremos las cosas como a nosotros nos parezca mejor? En la siguiente escenificación, fíjese en cómo ayuda a una familia un relato de la Biblia que destaca la importancia de amar y respetar la soberanía de Jehová. ¡Olivia! ¡Olivia! ¡Vamos, que llegas tarde a la escuela! Gracias. Mamá, me voy a predicar. Adiós. —Los quiero. —Chao, mamá. Te quiero. Que tengan un buen día. Adiós, mamá. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. —Es una santa. —Qué va, es puro teatro. —Lo está deseando. —Sí. Ups, parece que nos vio. Lo subo, ups, se fue. Súper. Okey, lo tienen. Hola a todos… ¿Qué estás viendo? Mira, mira. Hola a todos… —Qué fuerte. —Oh, Dios mío. Hola a todos… Aquí Brenda. Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Qué va, es puro teatro. Lo está deseando. Ups, parece que nos vio. Mira esto. ¿Qué vas a poner? No tengo ni idea. Yo creo que no le gustan los chicos. ¿Y si es lesbiana? —Es verdad. —Sí. —Están comentando… —Todos lo están viendo. Yo creo que todavía es virgen. Oye, ¿puedo ver eso? Sí, claro. Es tuyo. Disfrute de la vida para siempre… Y ¿cómo vas a lograr eso? Pues… esa es una buena pregunta. Dios promete… No, Dios no, ¡tú!, ¿qué estás haciendo tú? Bueno, yo trato de ayudar a otros. ¿Tratas? Tú estás plantado ahí al lado de ese carrito mientras los demás luchamos por tus derechos. Bueno, yo soy neutral… ¿Neutral? ¿Cómo que neutral? ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! ¿Qué tal, cariño? He tenido días mejores, pero estoy bien. Aquí Brenda. Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Olivia, ¿qué te pasa? Hola a todos… —Aquí Brenda. —Y Amanda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. La encuesta del día: ¿se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Qué va, es puro teatro. Lo está deseando. Ups, parece que nos vio. Siento mucho que te pasara esto. Cariño, esto me recuerda a lo que le pasó a Pablo. Creo que está en Hechos 16:23: “Después de haberles dado muchos golpes, los metieron en la prisión y le ordenaron al carcelero que los vigilara muy bien. Al recibir semejante orden, él los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo. Como a medianoche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios con canciones, y los presos los estaban escuchando”. ¿Por qué crees que se pusieron a cantar? Ellos amaban a Jehová. Y ¿cómo crees que se sintieron al centrase en eso? Yo creo que sintieron paz. Seguro. ¿Por qué no investigamos un poquito más? —Okey. —Okey. ¿Qué les pareció? Javi y Olivia están siendo presionados, Olivia por sus compañeros y Javi en la predicación. ¿Reaccionarán de tal manera que sigan conservando la paz con Jehová? Es una buena pregunta. Y en realidad todos tenemos que hacernos esta pregunta cuando estemos bajo presión. Nuestro Dios siempre hace las cosas de la mejor manera. Estamos convencidos de que su forma de gobernar es la mejor. Pero, cuando estamos bajo presión, ya sea porque estemos siendo víctimas de una injusticia o porque nos estén haciendo algo malo, podemos sentirnos tentados a hacer las cosas a nuestra manera. Si hacemos eso, podemos poner en peligro la paz. ¿Qué podemos hacer para demostrar que respetamos la soberanía de Jehová? El consejo inspirado de Romanos 12 nos ayuda. Vayamos juntos a Romanos 12, empezaremos en el versículo 17: “No devuelvan mal por mal a nadie”. Esto nos ayuda a entender lo que el apóstol Pablo dice después. Es posible que nos hagan cosas malas. “No devuelvan mal por mal a nadie. Tengan en cuenta lo que toda la gente piensa que está bien”. Y fíjense en el 18: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes, vivan en paz [busquen la paz] con todos”. Estas palabras nos ayudan a entender mucho mejor lo razonable que es Jehová. ¿Por qué decimos eso? Porque Jehová no nos pide que hagamos algo que no podamos hacer. No podemos controlar lo que hacen los demás, no. “Hasta donde dependa de ustedes”. Jehová lo que nos pide es que nos controlemos a nosotros mismos, que controlemos nuestra reacción ante los problemas y que busquemos la paz. Y el 19 añade algo más. Ahí dice: “Amados, no se venguen, sino cédanle el lugar a la ira”. ¿Por qué? “Porque está escrito: ‘ “Mía es la venganza; yo les daré su merecido”, dice Jehová’ ”. Así que el consejo es buscar la paz y dejarle la ira a Dios. Dejemos que él decida si tiene que vengarse, de quién y cuándo es mejor hacerlo. Esto es fácil decirlo, ¿pero es siempre sencillo hacerlo? No. El ejemplo del rey David puede ayudarnos muchísimo. Aunque él no le hizo nada, el rey Saúl empezó a odiar a David. Lo odiaba tanto que quería matarlo. Y, de hecho, en varias ocasiones intentó asesinarlo. Durante años, David tuvo que huir de Saúl. Pero en aquel tiempo hubo varias ocasiones en las que David tuvo la oportunidad de vengarse de Saúl. Pudo haberlo matado. David podría haber pensado que tenía razones para hacerlo. Pero ¿no creen que si hubiera hecho eso habría puesto en peligro su paz, especialmente su paz con Jehová? Sabemos que sí. ¿Cómo reaccionó David? En una ocasión les dijo a sus hombres: “Sabiendo cómo ve Jehová las cosas, jamás se me ocurriría ponerle la mano encima al ungido de Jehová”. ¿Por qué pensó así? Porque vio el cuadro completo. No solo estaban David y Saúl. En el cuadro estaban David, Saúl y Jehová. Y David sabía que el que tenía que corregir a Saúl era Jehová, a su debido tiempo y a su manera. Por eso David estuvo dispuesto a ser paciente, y se esforzó por mantener la paz: la paz con Jehová, la paz interior y la paz con las personas que lo rodeaban. ¡Qué buen ejemplo! Podemos estar seguros de que, si nosotros también demostramos que amamos a Jehová respetando su soberanía y siendo pacientes, podremos disfrutar de paz, como David. Jehová ha prometido que bendecirá a su pueblo, y lo hará dándonos su paz. Así que estemos decididos a amar a Jehová con todo nuestro corazón, alma y mente. Y demostremos ese amor esperando con paciencia a que Jehová actúe y respetando su soberanía, su manera de hacer las cosas. Si lo hacemos, disfrutaremos de la incomparable paz de Dios. Ahora, el hermano Ralph Walls, ayudante del Comité de Personal, presentará la siguiente parte, “El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor al prójimo”.
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Seth Hyatt: El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor a Dios
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La Biblia predijo cómo serían las personas en los últimos días. 2 Timoteo 3 dice: “La gente solo se amará a sí misma”. ¿Está mal amarnos a nosotros mismos? No, es normal. De hecho, el amor propio es saludable hasta cierto grado. Incluso hasta Jesús dijo: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”. Aunque de eso hablaremos después. Pero amarse solo a uno mismo está mal y es egoísta. Y, como nos impide amar al prójimo, se convierte en una barrera para la paz. Algunos expertos creen que el apóstol Pablo mencionó esto al principio de la lista de 2 Timoteo 3:1-5 porque es la raíz del resto de las características negativas que le siguen. Y estas cosas también son una barrera para la paz. Por ejemplo, no estar “dispuestos a llegar a ningún acuerdo”, como dice 2 Timoteo 3:3, a menudo acaba en “furia, ira, gritería y palabras hirientes”. Lejos de darnos paz, esa falta de autocontrol provoca conflictos. Por otro lado, el amor al prójimo tiene el efecto contrario: nos da verdadera paz. Busquemos, por favor, Mateo 22:36. Uno de los fariseos, que conocía bien la Ley, le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”. Jesús le respondió con las palabras del versículo 37, que ya analizamos en el discurso anterior: “Ama a Jehová tu Dios”. Pero ahora Jesús va aún más allá y cita un segundo mandamiento. Leamos el 39: “El segundo, que es parecido, dice: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’ ”. Jesús está diciendo que los dos mandamientos —amar a Dios y amar al prójimo— van juntos. Pero ¿a quiénes nos referimos cuando decimos “prójimo”? Por favor, busquen Lucas, capítulo 10. Veamos cómo contesta Jesús la pregunta “¿Quién en realidad es mi prójimo?”. Él responde claramente contando la famosa historia del buen samaritano. En los días de Jesús, los judíos despreciaban a los samaritanos. Y Jesús aprovechó para enseñar una poderosa lección. En la parábola, Jesús dijo que el samaritano hizo todo lo que estaba en su mano para ayudar a un judío. Al judío lo habían atacado unos ladrones. Y hombres de su propia nación lo ignoraron y lo dejaron medio muerto. Los que escuchaban a Jesús debieron quedarse atónitos. Lucas 10:33, 34 dice: “Pero cierto samaritano […] llegó adonde él estaba y, al verlo, se conmovió profundamente. Así que se le acercó, le echó en sus heridas aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propio animal, lo llevó a una posada y lo cuidó”. Jesús hizo entonces una pregunta buenísima en el versículo 36. Le preguntó al hombre: “¿Cuál de los tres piensas que se hizo prójimo?”. Y lo que dice en el versículo 37 es también para usted y para mí: “Vete y haz tú lo mismo”. El prójimo incluye no solo a nuestros familiares y a los hermanos de la congregación, sino a todas las personas que vemos a diario. Es decir, nosotros amamos a todas las personas, sin importar su raza, tribu, nacionalidad o religión. ¿Y cómo lo demostramos? Busquemos, por favor, Romanos, capítulo 13. Como amamos a nuestro prójimo, evitamos hacer cualquier cosa que pueda acabar con la paz. Más bien, nos esforzamos por aplicar el consejo inspirado de Romanos 13:8-10: “No le deban nada a nadie excepto amarse unos a otros; porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley. Porque los mandamientos —‘no cometas adulterio, no asesines, no robes, no codicies’ y cualquier otro mandamiento que haya— se resumen en estas palabras: ‘Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo’. El amor no le hace nada malo al prójimo. Por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley”. Tenemos la responsabilidad de fomentar la paz cuando estamos con otras personas. Y, si nos tratan mal, nos esforzamos por imitar a Jesús. Cuando lo insultaron, no devolvió los insultos. Cuando sufrió, no amenazó a nadie. Imitar al Príncipe de Paz y al Dios de la paz nos da a nosotros paz interior. En la siguiente escenificación, fíjense en cómo ayudó a una familia el ejemplo de Pablo, que demostró amor al prójimo incluso cuando lo trataron mal. ¿Qué estás haciendo tú? ¡Eres un cobarde! Plantado ahí al lado de ese carrito. ¡Tú no haces nada! ¡Eres un cobarde! Plantado ahí al lado de ese carrito. ¿Cómo que neutral? Mientras los demás luchamos por tus derechos. ¡Eres un cobarde! Javi, ¿qué te pasó hoy? No es la primera vez que me gritan en la predicación, pero hoy me dieron ganas de… no sé. Yo quería levantarme y destrozarles los teléfonos. Me alegro de que no lo hicieras. Sí, pero yo me siento culpable, porque estaba tan furioso… Te entiendo. Vamos a seguir leyendo, nos quedamos en el versículo 26. “De repente hubo un terremoto tan grande que sacudió los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Cuando el carcelero se despertó y vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, sacó su espada y estaba a punto de matarse porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo gritó con fuerza: ‘¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!’. De modo que el carcelero pidió luz, corrió adentro y cayó temblando a los pies de Pablo y Silas”. Piensa en lo que el carcelero le había hecho a Pablo, podría haberlo odiado por eso. Es verdad, pero supongo que se puso en el lugar del carcelero. Pablo amaba al prójimo, por eso quiso salvarle la vida. ¡Eh, tú! ¿Cómo te atreves a seguir viniendo aquí? Tenías razón sobre lo que dijiste. No está bien no hacer nada mientras la gente sufre injusticias. Pues haz algo. Lucha, como nosotros. Esta es mi forma de ayudar a la gente, es lo único que sé que puede cambiar el mundo. ¿En serio? ¿La Biblia? Sé lo que estás pensando, pero déjame leerte solo un texto. Okey, solo uno. Mira, este es el versículo que me hizo ver cómo puedo ayudar a la gente. Es Mateo 24:14: “Y las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. El apóstol Pablo pudo haber aprovechado la oportunidad para vengarse del carcelero. Sin embargo, a pesar de lo mal que lo habían tratado, él demostró amor al prójimo. Aquello tuvo un gran impacto en el carcelero y le dio gloria a Jehová. Como somos imperfectos, tenemos que esforzarnos mucho por desarrollar amor al prójimo. Lo que le pasó al apóstol Pedro es un buen ejemplo de esto. Antes de hacerse seguidor de Jesús, él no tenía trato con los que no eran judíos. Pero después de hacerse cristiano, Dios le enseñó que aquella división entre judíos y gentiles no podía seguir, y Pedro lo entendió. En Hechos 10:34, 35, el apóstol Pedro dice: “Ahora de veras entiendo que Dios no es parcial, sino que acepta a los que le temen y hacen lo que está bien, sea cual sea su nación”. Pedro hasta se quedó en la casa de unos gentiles durante días. Y a menudo comía con cristianos que no eran de origen judío. Sin embargo, 13 años más tarde, cuando estaba en Antioquía, Pedro de repente dejó de asociarse con los cristianos gentiles. ¿Por qué? Porque tenía miedo de lo que pudieran pensar de él algunos cristianos judíos. Esto demuestra que los prejuicios pueden estar muy arraigados. Y hay que seguir esforzándose para vencerlos. Debemos ser imparciales, como Jehová, y evitar el favoritismo. Queremos tratar a los demás como lo hace Jehová. En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo les digo que amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen”. Luego, como vemos en Mateo 5:45, él explica por qué debemos mostrar este tipo de amor: “Así demostrarán que son hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos”. Este amor, que es parte del fruto del espíritu, es muy diferente al tipo de amor que se ve en este mundo. Se basa en algo muy superior. Jesús dijo que hasta los pecadores aman a quienes los aman. Pero, si queremos demostrar que somos hijos de nuestro “Padre que está en los cielos”, debemos ser diferentes. Recibamos con gusto a otros, tal como Dios y Cristo hicieron con nosotros. En Romanos 15:7, la Biblia nos dice: “Recíbanse con gusto […], tal como el Cristo también los recibió […] a ustedes”. La palabra griega que se usa aquí transmite la idea de recibir a alguien con hospitalidad, como cuando uno recibe a sus amigos en su casa. Los prejuicios se vencen con mucho amor. Recordemos que hace un tiempo todos éramos unos extraños. Estábamos alejados de Jehová. Pero él nos atrajo con las “cuerdas del amor”. Cristo nos recibió con gusto. Él nos abrió la puerta para que pudiéramos ser parte de la familia de Dios. Si Jesús nos aceptó con gusto a nosotros con lo imperfectos que somos, ni siquiera debería pasársenos por la mente rechazar a nadie. Queridos hermanos, a medida que se acerca el fin, podemos esperar que los prejuicios, las divisiones y los conflictos aumenten cada vez más en este sistema. En cambio, los siervos de Dios buscamos “la sabiduría de arriba”, que es imparcial y fomenta la paz. Somos felices, porque tenemos muy buenos amigos de diferentes países, aceptamos las diferencias culturales y hasta estamos dispuestos a aprender otros idiomas. Cuando hacemos eso, la paz fluye “igual que un río”, y la justicia “como las olas del mar”. Hacemos “el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos”. El amor al prójimo nos motiva a hacer sacrificios por los demás y a anunciar las buenas noticias a todo el mundo. Nuestro Amo, Jesús, dijo: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado”. ¿Qué bendiciones tendremos por amar al prójimo? Jesús contesta esta pregunta en Juan 15:8-10. La primera: “Esto glorifica a mi Padre: que den siempre mucho fruto y demuestren ser mis discípulos”. Segunda bendición, versículo 9: “Igual que el Padre me ha amado a mí, yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”. El hermano Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará la última parte, “El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor a la Palabra de Dios”.
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Ralph Walls: El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor al prójimo
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¿Puede imaginarse una colección de 40 millones de libros? Llenarían más de 1.300 kilómetros de estanterías. Justo eso es lo que podemos encontrar en la que hasta ahora es la biblioteca más grande del mundo, la Biblioteca del Congreso, en Washington D. C., en Estados Unidos. De entre todos esos millones de libros, ¿cuál diría que es el más importante? Dejemos que el apóstol Pablo responda esta pregunta. En 2 Timoteo 3:15, él habló de “los santos escritos”, que pueden darnos “la sabiduría necesaria para la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. Sabemos que se refiere a la Palabra escrita de Dios, que conocemos como la Biblia. Este libro contiene la sabiduría que necesitamos para conseguir la salvación. Y eso lo convierte en el libro más importante de la Tierra. Pero ¿cómo puede un libro tener un impacto tan grande en una persona? Hablando sobre los libros y sus autores, el escritor Gilbert Highet dijo una vez: “Los libros no son montones de papel sin vida, sino mentes vivas en los estantes. Cada uno tiene su propia voz. […] Así que, cuando sacamos uno de ellos y lo abrimos, podemos escuchar la voz de un hombre, el autor, atravesando el espacio y el tiempo, dejándonos ver lo que hay en su mente, en su corazón”. Cuando sacamos este libro, la Biblia, del estante y lo abrimos, podemos escuchar la voz de su Autor, Jehová. ¿Y nos dice Jehová lo que hay en su mente, en su corazón? Por supuesto que sí. Por ejemplo, en Jeremías 29:11, Jehová nos dice: “Sé muy bien lo que tengo en mente para ustedes […]. Quiero que tengan paz, no calamidad. Quiero darles un futuro”. Y, en Proverbios 27:11, Jehová nos dice: “Sé sabio […] y alegra mi corazón para que yo le pueda responder al que me desafía”. Qué agradecidos estamos de que Jehová nos haya dado su valiosa Palabra, la Biblia, que nos cuenta lo que él piensa y lo que siente, que nos acerca a él, que nos enseña cómo conseguir la vida eterna. Como amamos a Jehová, también amamos y valoramos lo que él nos dice en las páginas de su Palabra escrita. Y es así como se sintió el salmista que escribió el Salmo 119. Por favor, busquen en su biblia Salmo 119:161. La última parte dice: “Pero tus palabras despiertan reverencia en mi corazón”. Vamos a leer también los versículos 167 y 168: “Hago caso de tus recordatorios, los amo profundamente. Obedezco tus órdenes y tus recordatorios porque estás al tanto de todo lo que hago”. Para este escritor bíblico, las órdenes de Dios y sus recordatorios no eran una fría lista de leyes y decretos. Y estamos seguros de que no los consideraba una carga. Él sabía que son el fundamento para tener una vida feliz. Por eso, no solo quería conocer las órdenes de Dios, sino que deseaba seguirlas, obedecerlas. El salmista creía que lo que más vale la pena estudiar es la Palabra de Dios y que los que conocemos sus órdenes y sus recordatorios somos mucho más sabios que los que saben de todo menos de la Palabra de Dios. Veamos qué más escribió, en el versículo 165: “Los que aman tu ley disfrutan de abundante paz; nada será un obstáculo para ellos”. Esta es una de las principales razones por las que amamos la Biblia. Si seguimos lo que dice, conseguimos auténtica paz. Todo el mundo desea tener paz en su vida, Y las páginas de la Biblia nos ayudan a obtenerla. Por eso nosotros seguimos lo que dice la Biblia, incluso cuando nos enfrentamos a problemas en la vida, problemas que podrían robarnos nuestra paz interior. Pero Jehová sabe por lo que estamos pasando cada día de nuestra vida, y está dispuesto a ayudarnos. Si amamos y obedecemos la Palabra de Dios, nada será un obstáculo para nosotros, ni lo que hagan o digan otras personas ni nada que pueda pasarnos en la vida. Pero ¿cómo nos ayuda el amor a la Palabra de Dios a evitar hacer cosas que nos quiten la paz? Sabemos que “toda la Escritura está inspirada por Dios”, así que la Biblia es la mejor guía para todo aspecto de la vida. La sabiduría de Dios es infinitamente superior a la nuestra. Leer la Biblia nos ayuda a ver las cosas desde el elevado punto de vista de Dios. Es tal como el profeta Isaías escribió en Isaías 55:8, 9. Búsquenlo conmigo, por favor. Isaías 55:8, 9. Dice: “ ‘Porque mis pensamientos no son los […] de ustedes, y los caminos de ustedes no son mis caminos’, afirma Jehová. ‘ […] Tal como los cielos están por encima de la tierra, […] mis caminos están  por encima de los […] de ustedes, y mis pensamientos, de los […] de ustedes’ ”. Imagínese, los pensamientos y el lenguaje de Jehová deben ser muy superiores a los de los seres humanos. Así que, cuando se comunica con nosotros, como lo hace por medio de la Biblia, simplifica su manera de expresar lo que piensa para que podamos entenderle. Y, cuando sabemos cómo piensa Jehová, podemos esforzarnos por pensar como él. Leer la Biblia se puede comparar a mirarse en un espejo, porque su mensaje tiene el poder de hacernos ver cómo somos en realidad. Y nos muestra lo que debemos cambiar en nuestra personalidad y conducta. En esta serie de discursos, ya hemos visto cómo funciona esto. Vimos dos videos en los que una madre viuda ayuda con la Biblia a sus dos hijos adolescentes a mantenerse firmes ante la presión de otros jóvenes que los estaban acosando. ¿Lo recuerdan? A su hijo, Javi, lo llamaron cobarde unos chicos muy agresivos mientras él predicaba con el carrito. Y a su hija, Olivia, sus compañeras en la escuela le estaban haciendo bullying por no querer salir con un chico de la clase. La madre usó un relato que escribió el apóstol Pablo por inspiración en el que se muestra cómo pudo mantener la paz en una situación tan difícil como la de estar en prisión. Eso ayudó a Olivia y a Javi a proteger su propia paz. Veamos cómo la madre vuelve a usar la Biblia para ayudar a Olivia a evitar hacer algo que le pudiera quitar la paz. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. ¿Se atreverá? Lo está deseando. Yo creo que no le gustan los chicos. ¿Y si es lesbiana? Yo creo que todavía es virgen. Olivia, ¿qué piensas? No sé por qué me hacen esto. Ni siquiera me conocen. Pero, si no paran, no sé si podré... Eres fuerte. No dejes que esto te afecte. Es complicado, ¿verdad? Okey. Pensemos en otro ejemplo de la Biblia. ¿Recuerdan lo que estudiamos sobre la sulamita? Sí, lo recuerdo. ¿Quién la presionaba? Salomón. Pero ella no estaba interesada en él, como me pasa a mí, que no me interesa nada ese chico. Pero no era solo él. Estaban las hijas de Jerusalén, de la corte de Salomón. Intentaron convencerla para que se fijara en él. Y ¿recuerdas lo que ella dijo, en El Cantar de los Cantares capítulo 2? Dice: “Oh, hijas de Jerusalén, las pongo bajo juramento por las gacelas y por las ciervas del campo: hasta que el amor no lo quiera, no traten de despertarlo ni provocarlo en mí”. Así que, aunque la estaban presionando, ¿quién tenía el control? Ella. No se dejó llevar por la presión. Incluso dijo: “Soy una muralla”. Tú eres igual de fuerte. Si de verdad crees eso, verás cómo puedes con la presión. Ven, dame un abrazo. Hola, chicos. Seguimos hablando del tema. Parece que con Jake no funcionó. Pues será con otro. Acabo de subirlo, dale like. Lo que quieren es que les siga el juego. Hola, chicos. Seguimos hablando del tema. Parece que con Jake... No voy a darles ese gusto. Si hago lo correcto, me sentiré en paz. No van a poder conmigo. “Soy una muralla”. La madre de Olivia pensó en otro ejemplo de la Biblia, el de la sulamita, que fue presionada por las jóvenes de la corte de Salomón para que ella se interesara por él. A pesar de la presión, la sulamita se mantuvo firme. Nadie la iba a obligar a hacer algo que ella no quería hacer. Olivia captó el punto, y se dijo a sí misma: “Si hago lo correcto, me sentiré en paz. No van a poder conmigo. ‘Soy una muralla’ ”. Está claro que la madre amaba la Palabra de Dios, la conocía bien, y con calma y habilidad la usó para ayudar a sus hijos a no desanimarse o hacer algo malo. Muchas personas hoy día no quieren ni pensar en la Biblia para que no influya en sus vidas. Vivimos en un mundo sucio, pero nosotros nos apegamos a la Palabra de Dios. Queremos mantenernos limpios y pensar como él. Estamos decididos a vivir de acuerdo con sus normas. Eso es justo lo que el apóstol Pablo nos animó a hacer en Romanos 12:2. Vamos a buscarlo, Romanos 12:2. Pablo dice: “Y dejen de amoldarse a este sistema; más bien, transfórmense renovando su mente, para que comprueben por ustedes mismos cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios”. La Palabra de Dios nos da fuerzas para resistir la influencia del depravado mundo de Satanás y no caer en la tentación de hacer algo malo. Y, cuando comprobamos por nosotros mismos que la voluntad de Dios es buena y perfecta, nos damos cuenta de que obedecerlo es lo mejor que podemos hacer en la vida. Hay una relación directa entre poner en práctica lo que dice la Biblia y disfrutar de la auténtica paz, que solo Dios nos da. Pero, para que la Palabra de Dios tenga ese efecto en nuestras vidas, tenemos que leerla todos los días y meditar en cómo nos benefician sus consejos. Y para eso tenemos que leerla a un ritmo que nos permita pensar en lo que leemos. Así podremos recordar los puntos que más puedan ayudarnos. Cuando se le preguntó a un hermano por qué leía la Biblia todos los días, él respondió: “Si oro a Dios varias veces al día y espero que me escuche, ¿no debería yo también escucharlo a él leyendo su Palabra a diario? Un buen amigo no habla todo el tiempo, también escucha”. Es interesante lo que dice, ¿verdad? Cuando leemos la Biblia, estamos escuchando a Jehová, y así nos enteramos de cuáles son sus opiniones. Y usted, ¿permite que Jehová le hable todos los días? Si realmente escuchamos a Dios, lo notaremos en nuestra personalidad y nuestra conducta. Y, si nuestra paz se ve amenazada, podemos buscar la guía de Dios en su Palabra escrita. Una profecía sobre los cristianos ungidos que se encuentra en Isaías 54:13 dice: “Todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante”. Estas palabras también son aplicables a las otras ovejas de Cristo. Nos alegra que los ungidos que componen el esclavo fiel y prudente, cuando preparan alimento espiritual, como el de esta asamblea, se apeguen con lealtad a la Palabra de Dios y nunca traten de suavizarla. El alimento espiritual que recibimos siempre está de acuerdo con las elevadas normas morales de Jehová. Y, cuando seguimos la guía de Dios y sus normas, podemos obtener abundante paz. Isaías también escribió otra profecía que se está cumpliendo hoy. La encontramos en Isaías 2:2-4. Predijo que en los últimos días personas de todas las naciones adorarían a Dios. ¿Y por qué lo harían? Isaías dijo sobre Jehová: “Él nos enseñará sus caminos, y nosotros andaremos en sus sendas”. ¿Y cuál sería el resultado? El profeta dice: “Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas. Las naciones no alzarán la espada unas contra otras ni aprenderán más a hacer la guerra”. Jehová es tan bueno que está dispuesto a enseñarnos a nosotros, seres humanos imperfectos, a conseguir auténtica paz. Y lo hace a través de su Palabra la Biblia. ¡Qué gran honor que nuestro Dios nos enseñe! Sin importar los problemas que amenacen nuestra paz individual, la de nuestra familia o la de la congregación, estamos seguros de que la Palabra de Dios puede ayudarnos. Como vimos en esta serie de discursos, si seguimos amando a Jehová, al prójimo, y amamos la Palabra de Dios, podremos disfrutar de paz para siempre en el nuevo mundo.
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Robert Ciranko: El amor: la clave para lograr la auténtica paz. El amor a la Palabra de Dios
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Antes hablamos de la paz de Dios mencionada en Filipenses 4:7, “que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender”. Esa paz es la tranquilidad que sentimos por tener una relación tan estrecha con Jehová. ¡Qué bendición tan especial! Aunque disfrutamos de la paz que Dios da, nuestra vida en este sistema no está libre de problemas, ¿verdad? En Salmo 34:19, la propia Biblia lo reconoce: “Muchas son las dificultades del justo, pero Jehová lo libera de todas ellas”. Puede que haya un desastre natural o que nos persiga el gobierno, nuestra familia, o que suframos por una enfermedad. Pero ninguna de estas cosas puede separarnos del amor de Dios. “Ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras”… nada de esto puede robarnos la paz que viene de Dios. Ahora bien, eso no significa que no podamos perderla. Acompáñenme a Isaías 32:17, y notarán que dice que la paz es el resultado de algo. El resultado. ¿Ha pensado en que la paz es el resultado de algo? Si la paz es un resultado, ¿qué la causa? Isaías 32:17: “El resultado de la verdadera rectitud será paz, y el fruto de la verdadera rectitud será tranquilidad y seguridad permanentes”. ¡Imagínense! ¡Tranquilidad y seguridad permanentes! Entonces, ¿qué causa esa paz? La verdadera rectitud. Pero ¿valdrá la pena esforzarse por ser alguien recto y justo, tomar buenas decisiones y hacer tantos sacrificios? Si de todas formas vamos a sufrir tantas dificultades, mejor hacemos lo que nos dé la gana. ¿Estará bien pensar así? ¿No demostraría que no agradecemos la paz ni todo lo que Jehová ha hecho para dárnosla? La paz es un resultado. Y eso significa que hay algo que la causa. Si queremos tener paz, tenemos que ser justos y hacer lo correcto. Una persona desobediente no puede estar en paz con Dios. Si alguien ha pecado contra Jehová, no podrá tener una buena relación con él. Piensen en el rey David, en lo que dijo en el Salmo 38:3. Como sabía que le había fallado a Jehová, escribió: “No hay paz en mis huesos por culpa de mi pecado”. Quien no es justo y recto siempre cosechará lo que está sembrando, y acabará perdiendo la paz. ¿Qué es la rectitud y cómo la demostramos? Somos personas rectas o justas cuando hacemos lo que está bien de acuerdo con las normas de Dios. Y no es que Jehová nos haya dado una larga lista de reglas; nos dio principios para saber cómo tratar a los demás. Como es el Soberano Universal y nuestro Creador, tiene derecho de decidir lo que es justo o bueno. ¿No era eso lo que representaba “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”? En el jardín de Edén, Jehová les prohibió a Adán y Eva comer de su fruto. Aquel árbol representaba el derecho que tenía Dios de decidir lo que era bueno y lo que era malo para ellos. Y aunque Jehová nos ha dado a todos nosotros libertad para tomar decisiones, no nos dio a los humanos, ni siquiera a los perfectos, el derecho a decidir por nosotros mismos lo que es justo y lo que no. Repasemos brevemente lo que dice Isaías 32:17: “el resultado de la verdadera rectitud será paz”. Noten que lo repite dos veces, para énfasis. Porque no todo el mundo tiene la misma idea de lo que es la justicia y la rectitud. Para muchos, una persona justa y recta es sencillamente la que sigue las reglas y hace lo que le dicen. En Mateo 23:28, Jesucristo dijo que los fariseos parecían personas justas, pero por dentro eran malos. Eclesiastés 7:16 habla de los que se creen demasiado justos, incluso más justos que Dios. Y en Romanos 10:3, el apóstol Pablo habló de las personas que tratan de establecer su propia justicia. Pero ni parecer justo ni ser demasiado justo o creerse justo tienen algo que ver con la rectitud de la que se habla en Isaías 32. Hoy día muchas personas desean que se acepten tipos de conducta que Jehová prohíbe. Y muchos que no conocen a Dios o no lo respetan quizás les den su apoyo. Pero el hecho de que muchas personas acepten un tipo de conducta no quiere decir que esté bien, que sea justa. Eso no es la verdadera rectitud. Quien decide lo que está bien es nuestro cariñoso Creador, no somos nosotros mismos ni la comunidad que nos rodea. Bien, ya que estamos en Isaías, acompáñenme al capítulo 48. Si queremos que Jehová nos vea como personas justas, es importante que estemos convencidos de que él es quien decide lo que está bien y lo que está mal. Además, tenemos que demostrar con lo que decimos y hacemos que estamos de acuerdo con sus normas, y obedecerlo. Y eso, en un mundo tan malvado, exige valor. Pero, si lo hacemos, tendremos buenos resultados. Noten lo que dice Isaías 48:17, 18: “Esto es lo que dice Jehová, tu Recomprador, el Santo de Israel: ‘Yo, Jehová, soy tu Dios, el que te enseña por tu propio bien [o, como dice la nota, “para que te beneficies a ti mismo”], el que te guía por el camino en que debes andar. ¡Si tan solo prestaras atención a mis mandamientos! Entonces, tu paz llegaría a ser igual que un río, y tu justicia, como las olas del mar’ ”. Prestar atención a los mandamientos de Dios tiene dos resultados. El primero, nuestra paz, como dice el texto, será como un río, que es sereno y fluye en abundancia constantemente. Y segundo, nuestra justicia será “como las olas del mar”. ¿Alguna vez han ido a la playa? Tal vez se puso a contemplar el mar desde la orilla o desde algún punto elevado y vio cómo iban entrando las olas: una tras otra, tras otra, como han hecho siempre. Es algo que nunca termina, es constante. Jehová nos dice que continuaremos haciendo obras de justicia como las olas, que no se acaban. Él nos guiará por el camino de la justicia y nos dará paz eterna. Y, en el proceso, aprendemos de la experiencia. Comprobamos que las cariñosas y sabias normas de Jehová son siempre para nuestro bien. Pero, si no obedecemos, tendremos una vida llena de problemas e inquietudes. Como dice el versículo 22, “ ‘No hay paz para los malvados’, dice Jehová”. Y no es que Jehová amenace a la gente para manipularla. Jehová no necesita hacer eso. Es que es la verdad, un hecho, un principio infalible. Dios es amor. Nos enseña por nuestro propio bien y el resultado, si le obedecemos, será paz, como dice Isaías 48:17, 18. Y estos versículos nos demuestran que Dios puede considerar justos a seres humanos imperfectos. Vamos a hablar más de esto. ¿Saben dónde aparece por primera vez la palabra justo en las Santas Escrituras? Acompáñenme, por favor, al capítulo 6 de Génesis. Seguro que recordarán que aquí se habla de Noé. Y Noé vivía en un mundo muy malvado, un mundo invadido por ángeles rebeldes que dejaron sus puestos en los cielos y se hicieron cuerpos humanos para acostarse con mujeres. Y tuvieron hijos sobrehumanos, gigantescos y violentos. ¿Y cómo se sintió Jehová al ver toda esa maldad, tanta violencia? Según Génesis 6:6, Jehová sintió “un gran dolor en el corazón”. ¡Qué cosa!, ¿no creen? Pensar que lo que hacemos le afecta al Creador todopoderoso porque de verdad le importamos. Las personas de aquella época eran tan malas que Jehová decidió destruirlas a todas. Y, aunque vivía rodeado de tanta perversión, Noé fue muy diferente. Fíjense en lo que dice Génesis 6:8, 9: “Noé tuvo la aprobación de Jehová. Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo”. Ahí lo tienen. ¿Y por qué dice la Biblia que era un hombre justo? Noé “resultó ser intachable entre la gente de su tiempo”. Noé no era como los ángeles rebeldes o sus hijos sobrehumanos, ni como el resto de la gente malvada, “él andaba con el Dios verdadero”. Poco después encontramos por segunda vez la palabra justo. La encontramos en Génesis 7:1: “Después de eso, Jehová le dijo a Noé: ‘Entra tú con toda tu familia en el arca, porque he visto que, a diferencia de esta generación, tú eres justo’ ”. Ahí lo tienen, una vez más. Como Noé fue justo, él y su familia sobrevivieron al Diluvio y pudieron vivir en paz en un mundo nuevo. Es más, cuando bajaron las aguas y la familia pudo salir del arca, vieron algo espectacular, algo nunca visto. En el cielo apareció un arco de colores, hermoso: el arcoíris, el cual sellaba una promesa de paz con Dios. Sí, paz, el resultado de la rectitud. Y ¿dónde más nos encontramos con la palabra justo en la Biblia? Todos recordaremos aquella famosa conversación que tuvo Abrahán con Jehová en el capítulo 18 de Génesis. Jehová le prometió que, si encontraba a tan solo 10 hombres justos en la ciudad de Sodoma, no destruiría aquella ciudad. Pero ¿qué era lo que distinguía a Abrahán? ¿Por qué Jehová sí lo veía a él como alguien justo? Al leer los capítulos 12 a 22 de Génesis, nos damos cuenta de que Abrahán tenía una fe incondicional. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Jehová le pidiera. Resumiendo lo que dicen Génesis 15:6 y otros versículos, Santiago 2:23 dice: “Abrahán puso su fe en Jehová y fue considerado justo [es decir, recto]. Y él fue llamado amigo de Jehová”. ¿Lo vieron? “Amigo”. De nuevo, la paz es el resultado de la rectitud. ¿Y son justos hoy los siervos de Dios? Acompáñenme, por favor, a Isaías, capítulo 60. Isaías, capítulo 60. Para Jehová, tanto Noé como Abrahán eran justos, pero ¿qué diría él de usted o de mí? Veamos lo que dice aquí, al final del capítulo 60 de Isaías, versículos 21 y 22. “Y todo tu pueblo será justo; ellos poseerán esta tierra para siempre. Son el brote que yo planté, la obra de mis manos, para embellecerme. El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo”. Sí, los miembros de la futura gran muchedumbre han sido declarados justos porque son amigos de Dios, como Abrahán. A los ojos de Jehová, como dice Apocalipsis 7:9, están “vestidos con túnicas largas blancas”. Y, claro, ellos sirven junto con los cristianos ungidos, que han sido declarados justos para recibir vida. Jehová, nuestro Recomprador, el Santo de Israel, ha comprado nuestra libertad de la esclavitud al pecado y la muerte, pagando un alto precio: el sacrificio de Jesús. Y, si demostramos fe en ese sacrificio redentor de Jesús, aun siendo imperfectos, se nos considerará justos a los ojos de Dios. Claro, como todos sabemos, somos personas imperfectas. Así que nunca se nos podría considerar justos de no ser por el sacrificio de Jesús. Pero ¿quiere decir eso que nunca pecaremos? No, eso no es lo que significa. Para seguir siendo justos y tener paz necesitamos obedecer a Jehová. Vayan conmigo, por favor, a Romanos, capítulo 1. Igual que Noé y Abrahán, vivimos en un mundo lleno de gente malvada, violenta y rebelde. Y Satanás quiere que formemos parte de ese mundo y que adoptemos su forma de pensar y actuar. Ya nadie le ve nada de malo a la inmoralidad, y los homosexuales están orgullosos de lo que hacen. Pero Jehová nos dice claramente que los actos homosexuales están mal. Dios les advirtió a los israelitas que este tipo de conducta, y otras formas de inmoralidad, estaban prohibidas. En Levítico 18:22, los actos homosexuales se condenan, diciendo que son detestables. ¿Sigue pensando Jehová de la misma manera? Miren las palabras que les dirigió tanto a los judíos como a los que no lo eran en las Escrituras Griegas Cristianas, en Romanos 1:26, 27: “Por eso Dios los entregó a una pasión sexual vergonzosa, porque las mujeres cambiaron las relaciones sexuales naturales por otras que son antinaturales. Del mismo modo, los hombres dejaron las relaciones sexuales naturales con las mujeres, ardieron de pasión unos por otros y hombres con hombres hicieron lo que es obsceno, y ellos mismos recibieron el castigo completo que se merecían por su error”. Sí, Jehová sigue pensando igual. Nuestro Padre y Creador piensa que los actos homosexuales son detestables, obscenos y están mal. Muchos no lo ven así. El versículo 28 explica que algunos sencillamente no quisieron reconocer a Dios. Pero ¿con qué resultado? Un estado turbulento, una mentalidad desaprobada, lo contrario a la paz. Y con tan solo aceptar esa conducta, vamos a desagradar a Jehová. Noten cómo se resalta esto en el versículo 32: “Aunque ellos conocen muy bien el justo decreto de Dios —es decir, que los que practican esas cosas merecen la muerte—, no solo siguen haciendo esas cosas, sino que también aplauden a los que las practican”. Sin embargo, no odiamos a las personas que llevan vidas inmorales, ni las juzgamos. Les hablamos de las buenas noticias del Reino, sabemos que todos hemos nacido débiles e imperfectos y que tenemos inclinaciones hacia el pecado, pero que también todos hemos nacido con necesidades espirituales. Y reconocemos que las demás personas pueden disfrutar de la misma paz, los mismos privilegios y la misma esperanza que tenemos nosotros si prestan atención a Jehová. 1 Timoteo 2:3, 4 dice que Jehová quiere “que toda clase de personas se salven y lleguen a tener un conocimiento exacto de la verdad”. Personas injustas, personas que han hecho muchas cosas malas, han aceptado la verdad. “Algunos de ustedes eran eso”, dice 1 Corintios 6:11. Somos imparciales y hablamos con todas las personas, pero odiamos lo que es malo y nos negamos a pasar por alto los principios bíblicos. A veces, estos temas morales se convierten en debates políticos muy polémicos, y nosotros no participamos en tales debates. Pero ¿a qué tipo de debates nos podríamos enfrentar? En el siguiente video, fíjense en cómo pueden los adultos responder cuando se les pregunta sobre un asunto muy polémico. Aquí están. ¿Recibieron el correo que les mandé? Sí van a ir, ¿verdad? No lo vi. Tuve un montón de llamadas. ¿De qué se trata? Todos vamos a salir temprano. Vamos al centro a apoyar la marcha por los derechos de los gais. Ella no viene. ¿Por qué? Por su religión. Unos Testigos estuvieron en mi casa y les pregunté. Dijeron que ellos no apoyan el matrimonio gay. ¿Es cierto? Sí, es cierto. Los Testigos apoyamos lo que dice la Biblia sobre el matrimonio, que debe ser entre un hombre y una mujer. Y somos neutrales en temas políticos. ¡Qué ignorantes! Bueno, comprendo que es un tema delicado. Mi hija merece que respeten sus derechos. Créeme, Marta. Los Testigos pensamos que todo el mundo tiene derecho a elegir cómo vivir su vida. Yo nunca obligaría a nadie a aceptar mis creencias. Pero no vas a venir. Yo nunca obligaría a nadie a pensar como yo, solo pido ese mismo respeto. Y no, no voy a ir. Tengo trabajo. Irene, obviamente yo no lo veo como tú. Pero valoro el respeto que les muestras a tus compañeros. Gracias. A diferencia del mundo en el que vivimos, que está tan dividido, los cristianos verdaderos estamos unidos. Todos tenemos a Jehová como Soberano. Nosotros no somos los que ponemos las normas y no tratamos de resolver los problemas del mundo porque tenemos fe en el Reino de Dios. Como vimos en el video, estos temas morales y políticos pueden surgir en el trabajo. Pero a menudo son los jóvenes, y a veces hasta los niños, los que se enfrentan a estos temas. ¿Cómo responderán ellos? ¿Están sus hijos preparados? En el siguiente video, fíjense en cómo Olivia defiende las normas justas de Jehová. Buen debate, chicos. Recuerden, el viernes hay examen. ¡Estudien! Tú también, Jordan. Olivia, hoy estuviste muy callada durante el debate. Ah, ¿sí? Supongo que no tenía mucho que decir. Los derechos de los gais ¿no te importan? Bueno, parece que es un tema político, y como soy neutral no opino sobre esas cosas. Pero no se trata de política, sino de derechos humanos. Profe, es que ella es superreligiosa. Oye, no hay nada de malo en eso. No, usted no lo entiende. Los testigos de Jehová odian a los homosexuales. ¡Eso no es verdad, no odiamos a nadie! Yo he hablado con los Testigos. Creen en la igualdad, ¿no? Sí, es cierto. La Biblia dice que “Dios no es parcial”, así que creemos que hay que tratar a todos por igual. Bien, así que supongo que hay gais en tu iglesia. No, no hay. ¿No dijiste que hay que tratar a todos por igual? No lo entiendo. Se lo dije. Jordan, ¿no tienes que irte a otra clase? Mira, Olivia, ¿no crees que es un poco hipócrita decir que amas a todo el mundo si en realidad rechazas a algunos? ¿Sabe una cosa, profesor? Yo me pregunté lo mismo. Okey. ¿Y…? Bueno, investigué en la Biblia, y me di cuenta de que Dios acepta a todo el mundo, pero no acepta cualquier conducta. ¿Qué quieres decir? Pues, que no se puede ser Testigo si consumes drogas o robas o eres una persona violenta. O sea, hay algunas cosas que Dios no aprueba. ¿Y eso incluye la manera en la que se expresa la sexualidad? Pues, en algunos casos, sí. Seguimos la norma de Dios de no tener sexo sin estar casados. Bueno, si esa es tu opinión, estás en tu derecho. Para mí, es un poco anticuada, pero eres libre. —¡Hey! —¡Hey! ¿De verdad dice la Biblia todo eso? Sí, sí lo dice. Okey, ¿me lo muestras algún día? Claro, cuenta con ello. Súper. Ya queremos ver qué sigue después en esta historia, ¿verdad? Pero ¿se dieron cuenta de la manera tan buena en la que pudo defender Olivia las normas justas de Jehová? Mantuvo una actitud pacífica y tranquila. Reconoció que había tenido la misma duda que tenía el profesor, pero ella investigó el asunto más a fondo. ¿Se dieron cuenta de la forma sutil en la que Olivia demostró que las normas de Jehová benefician al individuo y a la comunidad? Por ejemplo, dijo que los testigos de Jehová no consumimos drogas ni robamos, cosas que ella sabía que su profesor valoraría. Padres, ¿están sus hijos preparados para explicar por qué los Testigos hacemos o no hacemos ciertas cosas? ¿Saben ustedes qué piensan sus hijos realmente sobre las normas de Jehová? ¿Siguen las normas sencillamente para que usted no se enoje? Si es así, ¿creen que con eso sea suficiente? Animen a sus hijos a comprobar por sí mismos por qué las normas de Jehová son sabias. Ayúdenlos a explicarles a los demás por qué quieren seguir esas normas. Enséñenles cómo combatir la presión del mundo. ¡Qué agradecidos estamos! Incluso durante estos tiempos “críticos y difíciles de soportar” podemos tener la paz interior que Jehová da a los justos. Recordemos ahora lo que Jehová promete que va a suceder cuando el sistema malvado de Satanás desaparezca. Busquen conmigo el Salmo 37. Estos versículos que tan bien conocemos nos dan una hermosa descripción de lo que nos espera. Y noten que aquí también la Biblia relaciona la paz con la justicia o la rectitud. Vamos a leer. Salmo 37:29. ¿Ya lo tienen? ¿Qué nos dice? ¿Quiénes heredarán la tierra? “Los justos”. ¿Y por cuánto tiempo vivirán en ella? “Para siempre”. Y según el versículo 11, ¿de qué disfrutarán una vez allí? De paz. El resultado de la verdadera rectitud será paz. ¿Y cuánta paz tendrán? ¿Tendrán solo un poco de paz? ¿Paz en la familia? ¿Paz interior? Los justos ya tienen paz con Dios a pesar de vivir rodeados de tanta maldad. Pero ¿qué les dará Jehová a todos los que sigan demostrando su amor por él? Una abundancia de paz. ¿Disfrutaremos de esa paz? ¡Sin duda! Sí. Plenamente. Así que, hermanos, sigamos leales a Jehová. En esta asamblea, sigan buscando la relación entre la paz y la rectitud. Sigamos por el camino de la justicia y de la paz y ayudemos a otros a encontrarlo. De este modo, tendremos paz con Dios ahora, durante lo que le quede a este mundo malvado y en el futuro, cuando Jesucristo gobierne un mundo nuevo, en el que “el justo florecerá y habrá paz en abundancia”.
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David Schafer: "El resultado de la verdadera rectitud será paz"
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En su Palabra, Jehová ha prometido darles paz a sus siervos fieles. Pero, como ya vimos, la paz no se refiere solo a la ausencia de conflictos. También implica nuestro bienestar, que incluye buena salud y seguridad. Las tranquilizadoras promesas de Dios nos hacen sentir agradecidos y nos dan esperanza. En el Salmo 145:15, 16, dice: En el libro de Isaías encontramos algunas profecías que hablan sobre la paz. Y en esta serie de discursos vamos a analizar su cumplimiento en el pasado, en el presente y en el futuro. Para empezar, Jehová promete darnos alimento en abundancia, tanto físico como espiritual. Cuando los israelitas eran leales a Jehová, recibían las bendiciones predichas en Isaías 49:10. Hoy día, los siervos de Jehová estamos viendo cómo se cumplen las palabras de Isaías 65:13, 14. Vamos a leerlo. Ahí dice: Aunque puede que en ocasiones pasemos hambre en sentido físico, la verdad es que tenemos muchísimo alimento espiritual. Y, en el futuro, Jehová eliminará el hambre por completo. A continuación, mientras ve el siguiente video, piense en todas las bendiciones que tenemos ahora y en las que tendremos muy pronto. Por medio de Isaías, Jehová prometió que alimentaría a sus siervos en sentido físico y espiritual. En la actualidad, Jehová nos invita a un banquete de alimento espiritual que fortalece nuestra fe. Las publicaciones y los videos basados en la Biblia nos acercan a Dios y sacian nuestra sed de la verdad. En el nuevo mundo, la abundancia de alimento saludable ya no será una promesa, sino una realidad. ¡Qué gran bendición es formar parte del pueblo de Jehová! El alimento espiritual fluye hacia nosotros como un río cada vez más ancho y más profundo. ¡No nos falta nada! Ni una pizca de sal ni una rebanada de pan ni un poquito de mantequilla. Como no podemos comer tanto alimento espiritual de una sola vez, hay que sentarse a la mesa de Jehová varias veces a la semana. Así nuestra fe se mantendrá fuerte y sana, y podremos seguir participando en la obra que se nos ha encomendado: la predicación del Reino. Tenemos muchísimo alimento nutritivo: libros y revistas, grabaciones y videos, reuniones y asambleas, y nuestro sitio de internet. Jehová está cumpliendo todo lo que nos prometió. Es tal como dice el Salmo 72:16: Isaías 30:23 dice algo parecido: Jehová nos ofrece una mesa bien servida. Así que tenemos que sentarnos a la mesa y comer de buena gana. Claro, él no nos obliga a comer. No es como esas madres que tienen que obligar a sus hijos a que dejen de jugar para que se sienten a la mesa. Él no hace eso. Ah, y no olvidemos darle las gracias por todo el alimento espiritual que nos da. El Salmo 100:2, 3 nos recuerda: Seamos agradecidos. ¿Y cómo? Siendo buenos estudiantes y aplicando lo que aprendemos. Si ahora tenemos poco en sentido material, seremos felices meditando en el futuro que nos espera. Jehová cumplirá sus promesas. ¡Y ni se le ocurra dudar que lo hará! Eso es lo que nos promete en Isaías 55:10, 11: A continuación, el hermano Ronald Curzan, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “La paz que Dios promete nos hace felices. ‘Construirán casas’ y ‘plantarán viñas’ ”.
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Samuel Herd: La paz que Dios promete nos hace felices. Los siervos de Jehová “comerán” y “beberán”
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2022-07-04T15:25:51.716Z
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“Si es demasiado bueno para ser verdad es que no es verdad”. Puede que este dicho popular sea cierto en el caso de promesas humanas, pero no es cierto en el caso de las promesas de Jehová, que siempre se cumplen. Poco antes de morir, cuando Josué tenía 110 años, les recordó a los israelitas por qué siempre podemos confiar en las promesas de Jehová. Él dijo: “Ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová su Dios les hizo ha fallado. Todas se han cumplido a favor de ustedes”. Entre todas aquellas promesas de Jehová estaba la promesa que les había hecho a los judíos sobre cómo sería su vida cuando volvieran de Babilonia a Israel. Claro, aquella tierra había estado deshabitada 70 años, así que los judíos sabían que cuando llegaran no iban a encontrar casas nuevas y campos listos para cosechar. Cuando llegaran allí, tendrían mucho trabajo que hacer. Había muchas cosas sobre su futuro que no sabían y que podían causarles mucha preocupación o ansiedad. Puede que algunos padres se preguntaran: “¿Dónde vamos a vivir? ¿Y cómo voy a mantener y a proteger a mi familia?”. Pero Jehová los tranquilizó y les hizo la promesa que encontramos en Isaías 65:21 y 22. Vamos a leerla. Isaías 65:21 y 22. Dice así: “Construirán casas y vivirán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán casas para que otros vivan en ellas ni plantarán para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los días de un árbol, y mis escogidos disfrutarán al máximo del fruto de su trabajo”. Seguro que estas promesas fortalecieron mucho a los judíos. Dios no les dijo: “Puede que construyan casas y vivan en ellas” o “puede que planten viñas y coman su fruto”. No. Él les aseguró a sus queridos siervos que sí disfrutarían por completo de todas esas promesas. Aunque Jehová no les dio muchos detalles, y tal vez tenían muchas dudas sobre su futuro, conocían muy bien a su Dios. Sabían que él quería lo mejor para ellos y que sus promesas siempre se cumplen. Y eso fue exactamente lo que pasó. Saber que todas las promesas de Dios se cumplieron en el pasado fortalece nuestra confianza en que todas las promesas para el futuro, como la que se encuentra en Isaías 65, también se cumplirán para nuestro propio bien. ¿Se imaginan qué lindo será construir nuestra propia casa? Ya no tendremos que preocuparnos por perderla en un desastre natural o en una crisis económica. Tristemente, muchos de nuestros hermanos y hermanas hoy día sufren la dura realidad de vivir en este viejo sistema. Por ejemplo, una hermana de Polonia llamada Gabriela perdió casi todo cuando su casa quedó prácticamente destruida por una inundación. ¿Qué hizo para no desanimarse? Ella misma dijo: “No quiero hablar de lo que perdí, […] son solo cosas materiales. Prefiero hablar de lo mucho que gané. Lo que viví me confirmó que formar parte de la congregación cristiana es un honor incomparable y una fuente de felicidad”. Aunque Gabriela vivió momentos muy difíciles, ella se centra en lo que ganó, en la felicidad. Ahora hablemos de una hermana de Puerto Rico llamada Anel. Ella pasó por una prueba muy difícil en el año 2017 cuando el huracán María destruyó su casa. Y por culpa del huracán también perdió su trabajo. Miren lo que ella cuenta: “En aquellos días tan terribles, sentía mucho temor. Pero aprendí a apoyarme en Jehová mediante la oración y a no dejar que la ansiedad me paralizara”. También dijo: “Seguir las instrucciones de la organización me ayudó a mantener la calma. El ánimo espiritual y la ayuda material que recibí de los hermanos me ayudó a ver la mano de Jehová”. Luego añadió: “Jehová me dio mucho más de lo que podría haber imaginado, y mi fe se fortaleció muchísimo”. Como vemos, Jehová la ayudó mediante su organización, y su fe se hizo más fuerte. ¿Y usted? ¿Está sufriendo algún tipo de tormenta en su vida? Quizás también ha vivido un desastre natural, o tiene un problema familiar o de salud, o sufre alguna injusticia. Bueno, es normal que en momentos así sintamos algo de ansiedad o que nos preocupe nuestro futuro o nuestra familia. Pero no permita que esos sentimientos lo paralicen. Como Gabriela y Anel, haga todo lo que pueda y no deje de confiar en Jehová. Además, confíe también en la hermandad. Nuestros hermanos y hermanas son amigos de verdad que nos demuestran su cariño cuando pasamos por malos momentos. Ellos acuden rápidamente, nos ayudan en lo que haga falta y nos dan lo que necesitamos. Nos ayudan a reconstruir nuestra casa e incluso nuestra vida. Con sus palabras, nos animan a mantener fuerte nuestra fe. Así que, cuando confiamos completamente en Jehová y en sus promesas, tenemos la mejor protección que existe. Por favor, veamos lo que escribió el salmista en el Salmo 91:1, 2. Dice: “El que viva en el lugar secreto del Altísimo se hospedará bajo la sombra del Todopoderoso. Le diré a Jehová: ‘Tú eres mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confío’ ”. ¡Qué palabras tan bonitas sobre la protección que nos da Jehová! Pero ¿qué es “el lugar secreto del Altísimo”? Es un lugar simbólico de protección y seguridad espiritual. Los que vivan, o se alojen, como invitados personales de Dios y se queden ahí estarán a salvo de cualquier cosa o persona que pueda debilitar su fe o su amor por Dios. Podemos estar seguros de que Jehová nunca abandonará a quienes confían en él. ¡Ni ahora ni nunca! A continuación veremos un video. Mientras lo mira, imagínese la seguridad con la que viviremos en el futuro. ¿Sueña con tener su propia casa? Jehová les prometió a los exiliados que, cuando volvieran, iban a construir sus propias casas y a vivir en ellas. Jehová también se preocupa por nosotros, tanto si perdemos nuestra casa como si nos obligan a abandonarla. Cuando servimos a Jehová, disfrutamos de una seguridad espiritual que solo él nos puede dar. El hogar espiritual que tenemos ahora nos recuerda que, en el nuevo mundo, Jehová nos dará un lugar al que podremos llamar nuestro hogar. ¡Qué video más bonito! Nos ayuda a imaginarnos cómo será nuestra vida en el futuro, cuando todas las promesas de Jehová se hagan realidad en el Paraíso en la Tierra. Viviremos seguros y Jehová nos cuidará en todo sentido: físico, espiritual y emocional. ¿Les gustaría que leyéramos otra promesa que nos consuela? La encontramos en Isaías 65:23. Dice así: “No se esforzarán en vano ni traerán hijos al mundo para que sufran, porque son la descendencia compuesta por los que Jehová ha bendecido, ellos y sus descendientes”. Seguro que estas palabras tranquilizaron a los judíos. ¿Y verdad que también nos tranquilizan a nosotros? En el nuevo mundo, todas las familias tendrán la bendición de Dios y disfrutarán del resultado de su trabajo. Mientras tanto, si usted ha perdido su casa o sus posesiones, o si las perdiera en el futuro, concéntrese en las promesas que nos hace Jehová. Una fe fuerte lo ayudará a superar cualquier tormenta, sea una tormenta literal o no. Confíe en que Jehová le dará todo lo que necesita incluso antes de que usted se dé cuenta. Jehová promete que abrirá su mano y satisfará el deseo de todos los seres vivos. Y esa promesa también es para usted y para su familia. Espere con alegría que se cumplan todas las promesas de Jehová. Y recuerde que ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová su Dios le ha hecho ha fallado, todas se cumplirán para usted. El hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción, presentará la siguiente parte de esta serie: “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘El lobo y el cordero comerán juntos’ ”.
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Ronald Curzan: La paz que Dios promete nos hace felices. “Construirán casas” y “plantarán viñas”
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2022-07-04T15:26:17.429Z
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Sigamos nuestro análisis de las promesas de paz que encontramos en el libro de Isaías. Imagine que usted es un israelita que vive en Babilonia. Se acaba de enterar de que puede regresar a Jerusalén a reconstruir el templo. Y ahora usted y su familia deben decidir si harán el largo viaje hasta Jerusalén. Tienen mucho en qué pensar. Seguro que la tierra ha cambiado mucho en 70 años. Los campos estarán llenos de mala hierba. Habrá lobos, leopardos, leones y osos por todas partes, y serpientes por todos lados. Así que quizás se pregunte: “¿Atacarán esos animales salvajes a mis rebaños? ¿Morderán las serpientes a mis hijitos? ¿Y qué vamos a hacer si nos atacan personas peligrosas por el camino?”. Pues todos esos miedos desaparecerían al pensar en la profecía de Isaías 11:6-9. Vamos a leerla. Isaías 11:6. Fíjense en esta promesa de paz. Dice: “El lobo estará con el cordero, el leopardo se echará con el cabrito, y el ternero, el león y el animal engordado estarán todos juntos; y un niño pequeño los guiará. La vaca y la osa comerán juntas y sus crías se echarán juntas. El león comerá paja como el toro. El bebé jugará sobre el agujero de una cobra, y un niñito pondrá la mano sobre el nido de una serpiente venenosa. No causarán ningún daño ni destrucción en toda mi santa montaña, porque la tierra de seguro estará llena del conocimiento de Jehová tal como las aguas cubren el mar”. ¡Qué hermosa promesa de paz! Los judíos no debían tener miedo de los animales o de la gente, ni por el camino ni al llegar a su tierra. Con estas poéticas palabras Jehová le aseguró a su pueblo que tanto ellos como sus animales estarían a salvo. ¿Se fijaron en lo que dice el 7? Dice que el león comería paja. Esta es una manera de decir que no atacaría al ganado. Los judíos fieles no tenían que tener miedo ni de los animales ni de las personas. ¿Se está cumpliendo esta profecía hoy día? No con los animales, pero sí en sentido espiritual. Veamos de nuevo el versículo 9. Dice que “la tierra de seguro estará llena del conocimiento de Jehová”. ¿Cambia ese conocimiento a los animales? No. Pero sí cambia a las personas. El conocimiento de Jehová ya está ayudando a personas violentas a transformar su personalidad y ser pacíficas. Como dice Colosenses 3:10, estas personas se han vestido con la nueva personalidad, se han quitado actitudes violentas como las de los animales y han transformado su personalidad para vivir como enseña la Biblia. Ahora se llevan bien con los demás. Quizás conozca a alguien que haya hecho esos cambios. O quizás sea usted mismo el que los hizo y dejó de ser una persona violenta. Voy a contarles una experiencia. Un hombre llamado José era experto en artes marciales y en el manejo de armas. Cometió tantos delitos que lo sentenciaron a 20 años de cárcel al declararlo culpable de 22 cargos. Era tan violento que lo tenían en una celda de máxima seguridad y hasta los otros presos le tenían miedo. Su hermana, que era testigo de Jehová, estuvo visitándolo durante siete años, pero él nunca quería hablar de la Biblia. Pero con el tiempo aceptó una publicación y comenzó un curso bíblico. Enseguida empezó a hacer grandes cambios. Una semana después, les predicó a 200 presos, y la siguiente semana a otros 600. Hasta le dieron permiso para hablar con reclusos de otras secciones de la prisión. Gracias a todos los cambios que hizo José, le redujeron la sentencia a 15 años. Sin embargo, lo dejaron salir cuando solo habían pasado 10. Y tiempo después se bautizó como testigo de Jehová. Como dice la Biblia, “el lobo estará con el cordero”. ¿Y qué hay del cumplimiento futuro de Isaías 11:6-9? Pues Dios promete que en el Paraíso habrá paz entre los seres humanos y también con los animales. ¿Verdad que ya queremos estar allí? En el siguiente video, fíjese en la paz que hay entre los siervos de Dios hoy, e imagine la paz de la que disfrutaremos en el Paraíso. ¿Cómo se sentiría si tuviera que viajar por un camino en el que pudiera encontrarse con animales salvajes y delincuentes? Jehová les prometió a los exiliados que regresarían de Babilonia sanos y salvos, y que vivirían en paz. En el paraíso espiritual en el que vivimos, personas que fueron violentas ahora son humildes, amorosas y pacíficas. Imagine la paz que reinará en el nuevo mundo. Podremos viajar libremente por este hermoso planeta, recorrer cada rincón y admirar la creación del Dios verdadero sin ningún temor. Como vimos en el video, personas que fueron violentas ahora son humildes, cariñosas y pacíficas. ¿Y cómo se sintió al ver esas escenas donde las personas están tan cerca de los animales salvajes? Dios ha prometido que habrá paz entre los humanos y con los animales. ¡Qué emocionante! Fíjense en qué más dice Isaías sobre esto, pero esta vez en el capítulo 65. Busquemos juntos Isaías 65. Estas palabras se parecen mucho a lo que leímos antes en el capítulo 11. Isaías 65:25: “ ‘El lobo y el cordero comerán juntos, el león comerá paja igual que el toro, y la serpiente se alimentará de polvo. No harán ningún daño ni destruirán nada en toda mi santa montaña’, dice Jehová”. Y qué bien representan los hermanos del Departamento de Arte estas hermosas escenas que se ven en nuestras publicaciones, ¿verdad? Pero Isaías no está describiendo cosas imaginarias. Son cosas reales. Piense en cómo se sentirá cuando no le tenga miedo a los animales ni ellos le tengan miedo a usted. Hasta que se cumpla esa promesa en el futuro, ¿qué podemos hacer ahora para fomentar la paz? Por un lado, podemos contribuir a la paz de nuestro paraíso espiritual, que es el ambiente pacífico que disfrutamos cuando adoramos a Jehová con nuestros hermanos. En Mateo 5:9, Jesús dijo: “Felices los que fomentan la paz”. Alguien que fomenta la paz ayuda a otros a resolver los desacuerdos. Y, más importante aún, se esfuerza por no ser él el que provoque los problemas. ¿Es usted alguien así? ¿Está contribuyendo a la paz de nuestro paraíso espiritual? Otra cosa que podemos hacer mientras se cumple la promesa de que el lobo comerá con el cordero es meditar en cómo ayudaremos a ser pacíficos a personas que resuciten y que antes eran violentas. ¿Se imagina cómo será estudiar con alguien que antes era agresivo y que tal vez murió de forma violenta por culpa de su personalidad? ¿Cómo usará la Palabra de Dios para ayudarle a entender que debe ser una persona pacífica? ¿Qué ejemplos le mostrará para que vea que puede cambiar? ¿Y cómo le explicará las profecías de paz de Isaías 11:6-9 y 65:25? Así que lo invitamos a meditar, a meditar en cómo se cumplió esta promesa de paz en el tiempo de los judíos, en cómo se está cumpliendo hoy y en cómo será la vida en la Tierra cuando se cumpla en el futuro. No hay duda, nos hace muy felices la promesa de Dios de que el lobo y el cordero comerán juntos. El hermano James Mantz, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso: “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘Ningún habitante dirá: “Estoy enfermo” ’ ”.
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Leonard Myers: La paz que Dios promete nos hace felices. “El lobo y el cordero comerán juntos”
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2022-07-04T15:26:34.250Z
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¡Bienvenidos, hermanos! La última sesión de esta asamblea está a punto de comenzar. Mientras ven el siguiente video musical, piensen en cómo aprender de nuestro Creador y hablar de él con otros puede ayudarnos a aguantar cualquier prueba de fe con alegría y paz. Que disfruten del video. Bienvenidos a la parte final de esta asamblea, que corresponde a la sesión del domingo por la tarde en el programa. El texto temático es Romanos 15:13, que dice en parte: “Que el Dios que da esperanza los llene de felicidad y paz”. Para empezar, cantemos una canción que habla sobre las bendiciones que nos dará el Reino. Canción 23, se titula Jehová ha empezado su gobierno. Canción 23. En la primera parte de la producción audiovisual, vimos que Jehová les dio paz a sus siervos en el pasado. El fin de este sistema se acerca rápidamente, ¿cómo podemos fortalecer nuestra confianza en que Jehová cumplirá las promesas que ha hecho para el futuro? Los invitamos a ver la segunda parte del documental Jehová nos guía por el camino de la paz. Las profecías bíblicas son fascinantes. Son mucho más que predicciones sobre lo que pasará en el futuro. Jehová sabe todo lo que ocurre. Incluso puede controlar las cosas y cambiarlas para que se cumpla lo que él desea. En Isaías 55:11, él dice: Las profecías que Jehová ha hecho siempre se han cumplido. Él guio a su pueblo en el pasado, así que, cuando promete que guiará a su pueblo para que tenga una paz auténtica, duradera, en el futuro, ¡eso no es una predicción, es una garantía! Las profecías que recibió Daniel lo dejan claro: el Reino de Dios traerá paz duradera para toda la humanidad. Encontré a un hombre entre los desterrados de Judá que puede revelarle la interpretación al rey. Ya sé quién es. ¿De veras puedes revelarme el sueño que vi y su interpretación? Este es tu sueño. Jehová es el Señor del Tiempo. Las profecías del libro de Daniel nos ayudan a tener fe porque demuestran que Jehová sabe lo que va a ocurrir con cientos e incluso miles de años de antelación. Aunque algunas partes de esas profecías se cumplieron en los días de Daniel, muchos detalles se están cumpliendo ahora, en nuestros días. Cuando descubrimos el significado de estas profecías, nos emociona pensar en el futuro, y nuestra confianza en Jehová aumenta porque vemos que él ha estado guiando a su pueblo desde el principio. En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido. El sueño que tuvo el rey Nabucodonosor —y que Daniel le interpretó— es una profecía que tiene que cumplirse para que la humanidad tenga auténtica paz. Es la promesa de Jehová de establecer un gobierno que será muy superior a los gobiernos humanos. La historia ha demostrado que todas las formas de gobierno que los humanos han probado han fracasado. Así que ¿cómo se establecerá el gobierno de Dios? ¿Cuándo llegará? Seguro que el propio Daniel se hacía preguntas como estas. Jehová es el Dios “que revela los secretos”. Él contestaría estas preguntas en su debido momento. Como Daniel era un buen estudiante de las Escrituras, confiaba totalmente en la capacidad de Jehová de determinar cuándo ocurrirán las cosas y de hacer que se cumplan. Y, ahora, Daniel, con quizás más de 90 años, está muy interesado en las profecías de restauración de su amada ciudad, Jerusalén. “Cuando se cumplan 70 años en Babilonia, yo dirigiré mi atención a ustedes y [entonces] cumpliré mi promesa trayéndolos de vuelta a este lugar”. Las profecías de Jeremías le dieron esperanza a Daniel porque prometían que los judíos pronto volverían a su Judá natal y reconstruirían Jerusalén y su templo. Y tiene sentido que Daniel estuviera interesado en la restauración del templo, porque, desde la época del rey Salomón, el templo de Jerusalén había sido el centro de la adoración a Jehová. Así que era importantísimo para los judíos. En la Biblia, al templo muchas veces se le llama “la casa de Jehová”. Pero Dios permitió que se llevaran cautivos a Babilonia a Daniel y al resto de los israelitas, y un tiempo después tanto Jerusalén como el templo fueron destruidos. Así que es lógico que un siervo fiel de Jehová como Daniel deseara ver el templo reconstruido. Y de nuevo, con su inmensa fe, Daniel le hace un ruego a Jehová. Oh, Jehová, escucha, perdona. ¡Oh, Jehová, presta atención y actúa! No tardes, oh, Dios mío, por causa de ti mismo. Daniel, he venido a ayudarte a comprender y entender. Gracias a la visita del ángel, Daniel obtuvo respuestas y una esperanza. El mensajero de Jehová le dio muchos más detalles sobre las promesas de Dios. Jehová le confirmó a Daniel que los judíos volverían a su tierra. El destierro en Babilonia estaba a punto de acabar. Pero eso no fue todo lo que le dijo el ángel, también le ayudó a Daniel a entender algo mucho más importante aún. A Daniel se le dijo cuándo podía esperar el pueblo de Dios la llegada del Mesías. El Mesías sería el gobernante que haría posible que los humanos obedientes recuperaran la vida perfecta, sin enfermedades, sin muerte. El Mesías prepararía el camino para que la humanidad tuviera paz duradera. ¡Cuánto debieron fortalecer a Daniel aquellas palabras! Pero seguro que le surgieron preguntas. El ángel le dijo a Daniel que Jerusalén y su templo serían reconstruidos antes de la llegada del Mesías. Pero, en aquel tiempo, Jerusalén y su templo estaban en ruinas. ¿Cómo se reconstruiría? y ¿quién sería el responsable de las obras? Babilonia fue derrotada por Medopersia, representada por el pecho y los brazos de plata de la imagen del sueño. Poco después de que Medopersia se convirtiera en la potencia dominante, el rey Ciro emitió un decreto: permitió que los judíos volvieran a Jerusalén y reconstruyeran el templo. Ciro decidió liberar a los judíos. Eso fue muy diferente a lo que habían hecho los babilonios, que los mantuvieron cautivos. Hasta aportó fondos de la casa real para cubrir los gastos de la reconstrucción. ¿Por qué iba a estar interesado un rey pagano, primero, en liberar a los judíos de su cautiverio y, segundo, en financiar la reconstrucción de su templo en Jerusalén? Esdras escribió en 2 Crónicas 36:22: Dios puede manejar los asuntos para hacer que su palabra se cumpla. Puede usar a cualquiera para cumplir su propósito, incluso a un rey que no lo adore, como Ciro. Así que con este decreto los judíos volvieron a Judá. Poner en marcha un proyecto de construcción y repoblar de nuevo toda una ciudad era una tarea muy difícil. El sumo sacerdote Jesúa y el gobernador Zorobabel se encargaron de levantar el altar y de reconstruir el templo. Pero surgieron algunos problemas. Los enemigos de Judá trataron de impedir que se construyera el templo y de acabar con la paz. Al principio no lograron nada. Pero finalmente estos enemigos consiguieron que el rey emitiera un decreto y prohibiera las obras de construcción del templo. ¿Qué pasó después? Los judíos llevaban 14 años aguantando constante oposición y, al final, por culpa del temor al hombre, pararon las obras. Ahora bien, aquí había implicado algo muy importante. Recordemos que la profecía de Daniel decía que Jerusalén y su templo se reconstruirían antes de que llegara el Mesías. ¿Cómo se iba a cumplir esto con las obras de construcción paradas? ¿Cuándo se terminaría el templo? Jesúa y Zorobabel necesitaban ayuda. Y ahí es cuando Jehová decide intervenir y los fortalece por medio del profeta Ageo. Ageo les dijo a los judíos exactamente cuál era el problema y lo que tenían que hacer. Jehová quería que se pusieran a trabajar y que reconstruyeran el templo a pesar de la oposición. Los judíos tenían que tomar una decisión: ¿se dejarían intimidar por sus enemigos, o escucharían lo que Jehová les decía por medio de Ageo y seguirían con la reconstrucción? Para darles aún más guía, Jehová les habló mediante el profeta Zacarías. Él recibió visiones con un mensaje para ellos. Zacarías les aseguró a los judíos que Jehová no iba a permitir que sus enemigos les hicieran daño o impidieran la reconstrucción del templo. Y si tuvieron éxito fue gracias a la ayuda de Jehová. Con las fuerzas renovadas gracias a los mensajes que Jehová les había mandado, fueron valientes y retomaron la construcción del templo, que se inauguró en el año 515 antes de nuestra era. Pero parece que unas décadas más tarde los judíos perdieron aquel entusiasmo. El templo se reconstruyó y se inauguró. Pero las murallas y las puertas de Jerusalén todavía estaban sin terminar, tenían brechas enormes. Eso era un problema porque la ciudad estaba rodeada de naciones enemigas. Sin la protección de sus murallas Jerusalén parecía estar indefensa. Cuando Nehemías se enteró de aquello, se disgustó mucho. ¿Qué pasa, Hananí? ¿Cómo está nuestro pueblo? Mal. La situación es terrible. Las murallas de Jerusalén están destrozadas, y sus puertas fueron quemadas. ¿Qué fue del templo? Sigue en pie. Pero los sacrificios no tienen ningún valor. La mayoría de la gente y los sacerdotes desobedecen la ley de Dios. A Nehemías debió afectarle mucho enterarse de aquello. En aquel momento, él era el copero del rey persa en Susa. El viaje de Susa a Jerusalén era de unos 1.600 kilómetros (1.000 millas). Pero Nehemías sentía que tenía que hacer algo. A Nehemías le hacía muy feliz la idea de reconstruir las murallas. Los judíos todavía tenían miedo de sus enemigos, pero Nehemías quería ayudarlos a vencerlo. Él sabía que Jehová apoyaba aquella obra. Y, si Jehová apoya algo, no existe ningún enemigo que pueda detenerlo. Así que comenzaron a reparar las murallas. Claro, eso no quiere decir que no tuvieran problemas por el camino. Los enemigos no se iban a rendir. ¿Qué les parece si acusamos de sedición a Nehemías? Es muy buena idea. Sí, vendrá a suplicarnos. Los enemigos de los judíos los amenazaron, tramaron planes para detenerlos e incluso acusaron a Nehemías de traidor. Querían atemorizarlos, que perdieran la paz, que dejaran de trabajar. Pero, a pesar de los esfuerzos de los enemigos, Nehemías y los judíos acudieron a Jehová por ayuda y siguieron adelante. Cuando Jehová se propone algo, no hay nada que pueda impedirle que lo lleve a cabo. Así que, si Jehová quería que se reconstruyera Jerusalén con la muralla incluida, Nehemías no tenía absolutamente ninguna duda de que Dios apoyaría el proyecto. Y, efectivamente, con la ayuda de Jehová, la muralla se terminó en solo 52 días. ¡Nehemías, terminamos la muralla! ¡Increíble! Ahora, con las murallas y el templo reconstruidos, la ciudad se encontraba en buenas condiciones. Y, 12 años más tarde, Nehemías vuelve a Susa. Durante su ausencia, la espiritualidad de los judíos se debilitó. Fue algo lamentable. Muchos de ellos volvieron a hacer cosas malas. Algunos sacerdotes, entre ellos el sumo sacerdote Eliasib, dejaron de tomarse en serio sus responsabilidades. Así que Jehová envió al profeta Malaquías para corregirlos. ¿Por qué están despreciando el nombre de Jehová? ¿Nosotros? Ofrecen animales ciegos, cojos o enfermos ¿y dicen que no está mal? ¿Debería Jehová aceptarlos? Y hay otra cosa que hacen por la que Jehová no mira con agrado nada de lo que ofrecen. Ustedes han traicionado a la esposa de su juventud, aunque es su compañera y su esposa legítima. Los labios de un sacerdote deben proteger el conocimiento, y el pueblo tiene que buscar la Ley en su boca. Pero ustedes están haciendo tropezar a muchos. Por lo que sabemos, los sacerdotes no hicieron caso a las advertencias de Malaquías. El pueblo se negó a cambiar a pesar de todo lo que les había dicho. Cuando Nehemías regresó, se indignó al ver la situación. Los sacerdotes y los levitas no se han tomado en serio sus responsabilidades. Así que el pueblo ha dejado de traer el diezmo. Y por eso muchos levitas se han ido a sus propios campos. ¿Y Eliasib no le ha dicho al pueblo que traiga las provisiones? Cuando tú no estabas, Malaquías habló con él y con todos los demás. Pero Eliasib vino a este almacén, mandó sacar nuestras provisiones y se lo dio a Tobías para que lo usara. El pueblo dejó de llevar sus contribuciones al templo, pero además empezó a hacer negocios en sábado. ¿Qué vendes hoy? Traigo pescado de la mejor calidad, de Tiro. Se casaron con mujeres extranjeras. Hoy me caso con Gizlá. Gizlá... ¿la moabita? Yo te oí jurar que no te casarías nunca con una mujer extranjera. Esta situación pudo haber interrumpido la línea de antepasados del Mesías y haber contaminado la adoración pura. Estos hombres estaban haciendo que la nación perdiera de nuevo la aprobación de Jehová. Por esa misma razón Jehová había permitido que Babilonia destruyera Jerusalén en el pasado. Así que Nehemías tomó medidas contra estos hombres infieles. Por favor, limpien este cuarto y traigan los utensilios. —No. —Sí, señor. Y traigan a los levitas, a los cantores, a los gobernadores subordinados. Que vuelvan todos a sus puestos. Se aseguró de que se respetara el sábado. Pero ¿qué pasa aquí? He tenido que dormir afuera esta noche. ¿Qué dice la Ley? En sábado, ni se trabaja ni se hacen negocios. ¡Fuera! Vigilen las puertas tú y los levitas. Mantengan santo el sábado. ¡Que no entre nadie! Reprendió a los que se habían casado con extranjeras. ¿No juraste que no te casarías con nadie que no sirviera a Jehová? Nehemías, si a nadie le importa. ¡¿Sí o no?! ¡Sí! ¡Sí! Entonces, ¿por qué no obedeciste a Jehová? ¡Tú lo juraste! No hay duda, Jehová estaba detrás de todo lo que estaba haciendo Nehemías. Una vez que el pueblo adoró a Jehová como él aprueba, volvieron a estar en paz con él. Y así se arrancó de raíz la apostasía. Con este impactante relato terminan las Escrituras Hebreas. La Biblia no habla sobre todo lo que ocurrió en los siglos anteriores al nacimiento de Jesús. Pero la historia nos dice que hubo varios cambios en Jerusalén durante ese tiempo. El Imperio medopersa fue reemplazado por Grecia, representada por el vientre y los muslos de cobre de la imagen. Aunque la ciudad de Jerusalén no sufrió daños bajo el dominio de los griegos, el pueblo se alejó de Jehová. El idioma, la cultura y las creencias religiosas griegas se extendieron por todo el imperio. Y eso también influyó en el pueblo de Israel. Tiempo después, el rey Antíoco IV se propuso acabar con la religión y las costumbres judías. Llegó al punto de sacrificar un cerdo al dios griego Zeus en el templo de Jehová. Aquello fue un intento malicioso de erradicar la adoración pura. Sin embargo, este acto tuvo el efecto contrario. Desencadenó una rebelión entre los judíos. Y, tres años más tarde, purificaron el templo y se lo dedicaron de nuevo a Jehová. Un siglo después, Jerusalén experimentó otro cambio de gobierno, cuando Roma se convirtió en la potencia mundial dominante. Roma corresponde a las piernas de hierro de la imagen de Nabucodonosor. Bajo el reinado de Herodes el Grande, Jerusalén llegó a ser una ciudad rica. La obra más importante de Herodes fue la reconstrucción del templo y sus alrededores. Los judíos continuaron haciendo sacrificios en el templo hasta los días de Jesús. Las Escrituras Griegas retoman la historia poco antes de que él naciera. ¡Qué Jehová se apiade de nosotros! ¿Qué pasa? ¿Ya es de día? ¿Qué son...? ¿Ángeles? No teman, porque, ¡miren!, les declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. El nacimiento y el ministerio de Jesús cumplieron muchas profecías. En el año 29 Jehová ungió a Jesús con espíritu santo. Esto cumple al pie de la letra las palabras de una profecía que Jehová le dio a Daniel más de 500 años antes. El Mesías prometido había llegado. Poco después de su bautismo, Jesús leyó estas palabras de la profecía de Isaías. Isaías el profeta escribió: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar a los quebrantados con una liberación, para predicar el año acepto de Jehová”. Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír. El espíritu santo le dio a Jesús el poder de hacer muchos milagros en solo unos pocos años. Esto tuvo un poderoso efecto en las personas de su tiempo. Y yo estoy muy enferma. Llevo 12 años padeciendo flujo de sangre. ¡Él me puede curar! ¡Simplemente con tocar el borde de su vestidura, me pondré bien! ¿Quién tocó mi vestidura? ¿Quién ha sido? Por favor..., le ruego que me perdone, mi Señor. Sí, fui yo. ¡Tengo fe! Sabía que, si simplemente tocaba el borde de su vestidura, me curaría. Tranquila, hija. Tu fe te ha devuelto la salud. Las personas de aquel tiempo no habían visto nada parecido a los milagros que Jesús hizo. Por fin tenían esperanza de un futuro mejor, de disfrutar de paz. Jesús incluso les demostró que era mucho más poderoso que cualquier gobernante humano. ¡Señor, aquí está mi hermana! ¡Señor! ¡Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto! ¡Lázaro! ¡Sal! ¡Quítenle las vendas! Podemos aprender muchas lecciones de los milagros, las obras y las enseñanzas de Jesús. Nos muestran el propósito de Jehová y su poder, y también lo maravillosa y lo pacífica que será la vida bajo el reinado del Mesías. La gente de aquel tiempo vio esto con sus propios ojos. Jesús logró muchísimas cosas en tan solo tres años y medio. Y las profecías sobre el Mesías siguieron cumpliéndose cuando sus enemigos consiguieron acabar con su vida. El sacrificio de la vida humana perfecta de Jesús cambió por completo la manera de adorar a Jehová. Ya no era necesario sacrificar animales y tampoco había que ir al templo de Jerusalén a adorar a Jehová. La única manera de adorar a Dios correctamente era mediante el Mesías. Cualquier persona del mundo podía encontrar el camino de la paz si tenía fe en el sacrificio de Jesús. El sistema de adoración judío, basado en la Ley mosaica, había terminado. Jerusalén y su templo ya no contaban con la aprobación de Jehová. El sacrificio de Jesús era el único medio para conseguir la paz eterna. ¿Qué significó esto para la ciudad de Jerusalén y el templo? Antes de su muerte, Jesús les advirtió a sus discípulos que la ciudad de Jerusalén sería destruida. En Lucas 21:20, 21, dice: Un buen gobernante guía a su pueblo. Aunque todavía no había llegado el momento de que Jesús se convirtiera en el Rey del Reino de Dios, con sus acciones nos demostró qué clase de gobernante sería. Al darles instrucciones a los cristianos del siglo primero para que huyeran de Jerusalén y de Judea, los estaba guiando, los estaba protegiendo. Jesús predijo la destrucción de la ciudad. Y, solo unas décadas más tarde, esa profecía se cumplió. El Imperio romano todavía tenía el control de Judea, y las tensiones entre los judíos y los romanos aumentaban. Finalmente, los judíos se rebelaron contra el gobierno romano. El ejército romano rodeó la ciudad, y parecía que no había escapatoria. Pero todas las cosas que dice Jehová se cumplen. De forma inesperada, las tropas romanas se retiraron. Esta era la oportunidad para los cristianos fieles. ¿Qué ocurrió? Los que siguieron las instrucciones de Jesús de irse de Judea se salvaron. Pero los que tardaron lo tuvieron muy difícil o imposible. Estaba claro, Jerusalén ya no contaba con la aprobación y la protección de Jehová. Los romanos destruyeron por completo la ciudad y el templo. La advertencia que Jesús dio para los cristianos del siglo primero se parece bastante a la que dio para nuestros días. La señal que Jesús nos dio indica que la destrucción de este sistema en el que vivimos está muy cerca. Las profecías de la Biblia dejan muy claro que estamos en “los últimos días”. Jehová no nos ha dado todos los detalles sobre cómo se desarrollarán las cosas. Pero sabemos que lo que sí nos ha contado se va a cumplir. Esto incluye detalles de lo que iría ocurriendo a nivel mundial durante el tiempo del fin, justo antes de que la humanidad tenga auténtica paz. Recordemos, la profecía de Daniel decía que habría solo una potencia mundial dominante en el tiempo del fin, la que corresponde a los pies de hierro y barro de la imagen de Nabucodonosor. Durante la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido y Estados Unidos formaron una alianza que continuó durante la Segunda Guerra Mundial. Esto implica una relación especial entre el Imperio británico y los Estados Unidos de América. No se podrá evitar que haya guerras ni lograr que el mundo avance si no existe una colaboración estrecha entre las naciones de habla inglesa. Estas dos naciones siguen trabajando juntas como una sola potencia. Y tiene mucho sentido que esta potencia esté representada por una mezcla de hierro y barro. Y, como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de barro, del mismo modo el reino será en parte fuerte y en parte frágil. En ocasiones, el Reino Unido y Estados Unidos han demostrado ser fuertes como el hierro, especialmente en las guerras. Pero, si el hierro se mezcla con barro, se debilita mucho. Eso es lo que le ha ocurrido a esta potencia cuando los ciudadanos han impedido que estas naciones actúen con la fuerza del hierro. Al ver que se cumple lo que la Biblia predijo que sucedería a nivel político y social, sentimos cierto grado de paz. Sabemos que Jehová nos seguirá guiando aunque este mundo se hunda cada vez más en sentido moral y espiritual. En la Jerusalén del siglo primero, muchos siguieron viviendo como si no pasara nada. Hoy sucede lo mismo, muchos siguen adelante con sus vidas. Pero nosotros nos mantenemos alerta mientras se cumplen las profecías de la Biblia delante de nuestros ojos. En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido. Apocalipsis nos dice lo que pasará muy pronto. Los gobiernos de este mundo le darán a las Naciones Unidas un poder como el que no ha tenido hasta ahora. El apóstol Pablo predijo que las naciones anunciarían: “Paz y seguridad”. Pero esa paz no será real. Las naciones que forman parte de la ONU acabarán con la religión falsa. Entonces, una coalición o grupo de naciones, que el profeta Ezequiel llama “Gog de la tierra de Magog”, atacará al pueblo de Dios. Pero no hay nada que temer. En ese momento, pondremos en práctica todo lo que hemos aprendido. Los que confían en Jehová y obedecen sus instrucciones pueden mirar al futuro con confianza. Como hemos visto, Jehová siempre ha tenido la situación bajo control. Él nunca ha guiado a su pueblo en una dirección para luego dejarlo abandonado. Por eso podemos decir que las historias de los siervos de Dios del pasado que analizamos no solo nos enseñan lecciones, demuestran que Jehová ha estado preparando el camino para la paz desde el principio. Al mirar atrás, podemos ver claramente que Jehová siempre ha guiado a su pueblo. Por miles de años, siempre ha estado al mando de la situación. ¿Sería lógico pensar que ahora ya no tiene el control? No hay nadie, ni en el cielo ni en la Tierra, que pueda impedir que Jehová cumpla lo que él ha dicho que va a hacer. Él nunca ha cedido el control, y sigue guiando a su pueblo. Ahora pensemos en esto: si Jehová ha guiado a su pueblo hasta este momento, podemos tener la plena confianza de que si obedecemos sus instrucciones lograremos salvarnos, aunque parezca que no hay salida, que es imposible. Jehová es todopoderoso. Él va a ayudarnos pase lo que pase. No tendremos que luchar. No podrán acabar con nosotros, Jehová lo tiene todo bajo control. Ni pasará a manos de ningún otro pueblo. Hará añicos y pondrá fin a todos esos reinos. Y será el único que permanecerá para siempre. El Reino de Dios convertirá toda la Tierra en un paraíso. Todas las promesas de Jehová se cumplirán. Por fin la humanidad podrá disfrutar de auténtica paz. Piense por un momento en lo maravillosa que será la vida para los siervos de Dios bajo el reinado de Cristo. Jesús será capaz de lograr lo que ningún humano ha conseguido. ¿Se hace una idea de lo que eso significa? “Porque, ¡miren!, voy a crear unos nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas del pasado no serán recordadas ni vendrán al corazón”. “Los justos heredarán la tierra y vivirán en ella para siempre”. “Él eliminará la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová secará las lágrimas de todos los rostros”. “Les secará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya no existirá”. “Ni habrá más tristeza ni llanto ni dolor. Las cosas anteriores han desaparecido”. “En ese tiempo, los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos de los sordos serán destapados. En ese tiempo, el cojo trepará como un ciervo y la lengua del mudo gritará de alegría. Pues brotarán aguas en el desierto y torrentes en la llanura desértica”. “Construirán casas y vivirán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto”. “Porque los días de mi pueblo serán como los días de un árbol, y mis escogidos disfrutarán al máximo del fruto de su trabajo”. “Los mansos heredarán la tierra y disfrutarán plenamente de abundante paz”. ¡Qué documental tan animador! Nos da paz saber que Jehová lo tiene todo bajo control. Seguro que les alegrará saber que la parte 1 y la parte 2 del documental Jehová nos guía por el camino de la paz ya se pueden descargar en jw.org y en la aplicación JW Library®. ¿Les gustaron las canciones que se publicaron en las últimas asambleas? Pues, ahora vamos a escuchar una selección de esas canciones. Meditemos en las lecciones que aprendimos a lo largo de los años en estas asambleas. ¡Ahí va! ♪♪ Vienen tiempos duros, de dudas y temor. Son momentos muy oscuros, ayúdame, Señor. Tú me das confianza, jamás me rendiré. Abriré con esperanza los ojos de la fe. Jehová Dios, fortaléceme, acércame a ti. Haz que vea que de mi lado hay más que contra mí. Quiero ser valiente y no dudar jamás. Por ti seré valiente. ¡Muy pronto, vencerás! Dale valentía a este corazón. Necesito de tu guía y de tu protección. Haz que sea fuerte, Jehová, mi Dios leal. Ni la cárcel ni la muerte me van a derrotar. Jehová Dios, fortaléceme, acércame a ti. Haz que vea que de mi lado hay más que contra mí. Quiero ser valiente y no dudar jamás. Por ti seré valiente. ¡Muy pronto, vencerás! ¿Puedes escuchar tantas voces cantar juntas a tu alrededor? En sus ojos ves con total nitidez la brillante luz del amor. ¡Que viva para siempre en nuestro corazón! Es puro amor lo que Jehová nos da, no fallará. Es puro amor lo que yo mostraré, un amor muy real, un amor sin final. Es puro amor lo que Jehová nos da, no fallará. Es puro amor lo que yo mostraré, un amor muy real, un amor sin final, no fallará. No fallará. No fallará. No digas “Tengo miedo”. No digas “¿Qué pasará?”. Dios te puede proteger, no tienes que temer, estás al lado de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Dios cumplirá muy pronto lo que nos prometió. Ya ves el final, muy poco queda ya para la victoria de Jehová. Si tienes fe, podrás mover montañas. Si tienes fe, el miedo se te va. Con los ojos de la fe, si miras, puedes ver la potente mano de Jehová. Si tienes fe. Si tienes fe. Al observar tu creación, tus obras sin fin, mi alma y mi corazón sonríen por ti. Sentir el sol, oír el mar, oler las flores, ver nevar... Me hace feliz. Tú me llenas cada día de amor y alegría, y de ganas de vivir. Eres lo que yo más quiero, un amigo verdadero, mi mayor felicidad por la eternidad. Son tantas cosas tan preciosas las que nos das. El sacrificio de tu Hijo es lo más grande, Jehová. Tú me llenas cada día de amor y alegría, y de ganas de vivir. Eres lo que yo más quiero, un amigo verdadero, mi mayor felicidad por la eternidad. ♪♪ Cantemos una canción que nos anima a mirar al futuro con confianza. La canción se titula ¿Te ves en el nuevo mundo? Es la 139. Canción 139.
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Domingo tarde (parte 1) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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Jehová puede curar cualquier enfermedad. Solo él puede hacer esta promesa: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. ¿Por qué estamos seguros de que Jehová cumplirá su promesa de acabar con todas las enfermedades? Por las palabras que leemos en Isaías 35:5, 6. Por favor, busquemos juntos ese texto. En estos versículos, Jehová promete que curará a la nación de Israel. Esta promesa nos da esperanza porque en realidad ya se cumplió a escala menor hace mucho tiempo, hace más de 2.500 años. Isaías 35:5, 6: “En ese tiempo, los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos de los sordos serán destapados. En ese tiempo, el cojo trepará como un ciervo y la lengua del mudo gritará de alegría. Pues brotarán aguas en el desierto y torrentes en la llanura desértica”. Isaías escribió esta promesa 125 años antes de que el ejército de Babilonia destruyera Jerusalén. Y Jehová la cumplió después de liberar a los israelitas de Babilonia en el año 537 antes de nuestra era y de llevarlos de vuelta a su tierra en Israel. Pero pensemos: “¿De verdad se sanaron los ciegos, los sordos, los cojos y los mudos en esa época?”. Para responder, tenemos que aplicar un principio básico: Jehová restaura o devuelve lo que se ha perdido. Durante los 70 años de exilio, Jehová no hizo daño a los israelitas ni los castigó dejándolos ciegos, sordos, cojos ni tampoco mudos. Por eso, para cumplir su promesa, no era necesario que Jehová los sanara en sentido físico. En realidad, las palabras de Isaías describían muy bien la enfermedad espiritual que los israelitas mismos se habían causado y que les hundió en la apostasía y les hizo perder el favor de Jehová. Jehová vio que estaban arrepentidos y que de verdad querían restaurar la adoración pura en Jerusalén. Los curó en sentido espiritual cuando les perdonó sus pecados y les concedió nuevamente su amistad. Con su ayuda, los israelitas recuperaron su salud espiritual. Recuperaron su visión espiritual y la capacidad de escuchar, hablar y obedecer la palabra de Jehová. Ya no estaban cojeando. Ahora tenían fuerzas para seguir dándole a Jehová adoración pura. En la actualidad pasa algo parecido. Se está produciendo una curación espiritual por toda la Tierra, y nosotros nos beneficiamos de ella. Jehová nos ha sanado, liberándonos de enseñanzas religiosas falsas y de prácticas impuras. Y nos ha traído a un paraíso espiritual donde nuestras energías se renuevan día a día. En sentido espiritual, los ciegos están aprendiendo a ver y los sordos están aprendiendo a oír. ¿Pero la promesa de curación solamente se cumple en sentido espiritual? No. Por favor, leamos juntos Isaías 33:24. Mientras leemos estas palabras, fijémonos en la última parte, porque nos da la clave para comprender por qué en la promesa de Jehová de que “ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”, también se incluye la curación física. Isaías 33:24 dice: “Y ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’. La gente que viva en esta tierra será perdonada por su pecado”. ¿Se dieron cuenta de que el versículo relaciona el fin de las enfermedades con el perdón de nuestros pecados? Claro, esto muestra que habrá una curación espiritual. Sin embargo, la razón por la que enfermamos físicamente es que somos imperfectos y pecadores. Por eso en el nuevo mundo, gracias al maravilloso poder sanador del sacrificio de Jesucristo, a todos se nos curará de nuestras enfermedades físicas. La promesa de Jehová de que “ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ” se hará realidad en todos los sentidos. Mientras vemos el siguiente video, pensemos en las bendiciones espirituales que tenemos ahora e imaginemos cómo será nuestra vida en el futuro cuando todas nuestras enfermedades desaparezcan. La guía tan clara que nos da Jehová nos acerca a él y nos ayuda a estar sanos en sentido espiritual. Muchas personas son prisioneras de las enseñanzas falsas, pero Jehová ofrece verdadera libertad. La salud espiritual que tenemos ahora nos recuerda que también tendremos salud perfecta en sentido físico y mental en el Paraíso. Imagínese lo que será despertar cada día sintiéndose limpio, sano, feliz y con ganas de vivir. Jehová promete: ¡Qué felicidad! ¡Qué emoción! Muy pronto ya no habrá nadie enfermo en la Tierra. Y estamos seguros de que esto va a pasar. ¿Por qué? Porque ya hemos visto que Jehová nos ha sanado en sentido espiritual. No lo olvidemos. Es como decía esta frase del video: “La salud espiritual que tenemos ahora nos recuerda que también tendremos salud perfecta en sentido físico y mental en el Paraíso”. En el video también vimos que la guía tan clara que nos da Jehová nos acerca a él y nos ayuda a estar sanos en sentido espiritual. ¡Qué bendición tan grande es ser enseñados por Jehová! Para demostrarle a Jehová que agradecemos esta curación espiritual, podemos orarle y darle las gracias. En Salmo 40:5, vemos otra manera en la que podemos darle gracias a Jehová por todo lo que ha hecho y lo que hará por nosotros. Vamos a leerlo. Salmo 40:5 dice: “¡Cuántas cosas has hecho, oh, Jehová mi Dios! Son muchas tus obras maravillosas y tus pensamientos a nuestro favor —nadie puede compararse contigo—. Si tratara de narrarlos y hablar de ellos, serían demasiados, más de los que puedo contar”. Si estamos agradecidos, haremos eso, hablaremos a otros de las obras maravillosas de Jehová. Les contaremos todas las cosas que Jehová ha hecho. Y la verdad es que siempre tendremos cosas buenas que decir sobre Jehová. Los que acepten las buenas noticias tendrán la bendición de ser sanados por Jehová y de disfrutar de su amistad para siempre. Claro, muchos de nosotros tenemos problemas de salud graves, pero hacemos todo lo posible por decirles a los demás que pronto no habrá enfermedades. Y pensar en esas promesas nos hace muy felices porque se cumplirán sin falta. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, tenía el poder para curar todo tipo de enfermedades, ya fueran físicas, mentales o emocionales. En el nuevo mundo, Jesús acabará con las enfermedades por toda la Tierra y nadie volverá a enfermarse nunca más. ¿Qué va a pasar con los miembros de la gran muchedumbre que estén enfermos cuando acabe la gran tribulación? Nuestras publicaciones han dicho que es razonable esperar que, poco tiempo después de la destrucción del mundo de Satanás, ocurran milagros como los que hizo Jesús en el pasado pero a una escala mucho mayor por toda la Tierra. De este modo, todos los que sobrevivan a la gran tribulación podrán disfrutar del trabajo que se hará para convertir la Tierra en un precioso paraíso. Y, al final del Reinado de Mil Años de Jesús, serán en todo sentido seres humanos perfectos. Ahora, mientras disfrutamos de las bendiciones del paraíso espiritual, no olvidemos que esas bendiciones son una prueba de que todas las promesas de Jehová se harán realidad. Y qué felices seremos cuando Jehová cumpla por completo la promesa: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”. El hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, titulado “La paz que Dios promete nos hace felices: ‘Eliminará la muerte para siempre’ ”.
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James Mantz: La paz que Dios promete nos hace felices. "Ningún habitante dirá: 'Estoy enfermo'"
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2022-07-04T15:26:53.821Z
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¡Qué maravilloso y qué impresionante es saber que Jehová ha prometido que muchas personas resucitarán y que la muerte desaparecerá para siempre! Los invito a leer conmigo esta consoladora promesa que está en Isaías 25. Hablando de Jehová Dios, Isaías 25:7, 8 dice: En La Atalaya del 15 de septiembre de 2014, en la página 25, dice: “Con razón, la Biblia compara el pecado y la muerte con una ‘envoltura que está [...] sobre todos los pueblos’ y ‘entretejida sobre todas las naciones’. Esa tela pesada y asfixiante envuelve a toda la humanidad”. Es decir, nadie puede librarse del pecado y de la muerte. Pero ¿cómo sabemos que Jehová puede resucitar a los muertos? Porque en el pasado Jehová ya resucitó a su pueblo en sentido simbólico. En el año 537 antes de nuestra era, Jehová resucitó, por decirlo así, a la nación de Israel. Eso fue cuando, después de 70 años, los israelitas regresaron del cautiverio en Babilonia a su tierra, y se reestableció la adoración pura. En el año 1919, Jehová liberó a su pueblo de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, y así pudieron realizar sus actividades con fuerzas renovadas. En Isaías 26:19 encontramos esta profecía: ¿Cuánto tiempo tuvo Babilonia la Grande prisionero al pueblo de Dios? Los siervos de Dios fueron prisioneros en sentido espiritual desde el siglo segundo hasta 1919, cuando los cristianos ungidos fueron reunidos para adorar a Jehová de la manera correcta. El pueblo de Dios pasó por una etapa de prueba y limpieza durante los años que siguieron al establecimiento del Reino en los cielos, que fue en 1914. Luego, en 1919, Jesús nombró al “esclavo fiel y prudente” para que diera “alimento al tiempo debido” al pueblo de Dios, que acababa de ser limpiado. En ese año, los siervos de Dios comenzaron a regresar a la tierra espiritual que Dios les había dado. Y también en ese año dejaron de ser prisioneros, de manera simbólica, de Babilonia la Grande. Qué felices nos hace saber que, después de siglos y siglos de sufrimiento, hoy día, los siervos de Dios no solo adoramos a Jehová en un ambiente pacífico y limpio, sino que también vemos cómo se cumplen las palabras de Isaías 25:8, que dice que Jehová se tragará la muerte para siempre. Así es, Jehová eliminará la muerte para siempre Qué promesa de paz tan emocionante, ¿verdad? Porque ¿quién de nosotros no ha perdido a un ser querido por una enfermedad, quizás por el COVID-19, o en algún accidente o un desastre? Nuestro Padre, Jehová, nos promete que la muerte ya no existirá. Y, claro, eso nos hace pensar en que probablemente los niños que nazcan entonces ya no tendrán que envejecer ni morir. Apocalipsis 21:4 menciona algo similar a lo que dice la profecía de Isaías. Allí dice que “la muerte ya no existirá”. Mientras ve el siguiente video, piense en todo lo que Jehová ya ha hecho para demostrarnos que nos quiere y en lo que hará por nosotros en el futuro. Jehová cumplió lo que les prometió a los exiliados. Restauró aquella nación en ruinas, fue como si le devolviera la vida. En 1919, Jehová hizo algo parecido. Liberó a su pueblo de la religión falsa y le dio fuerzas para predicar. Tal como Jehová resucitó a su pueblo de una muerte simbólica, en el futuro, eliminará los efectos de la muerte física. Dios “eliminará la muerte para siempre”. Imagínese, podrá vivir más que cualquier árbol, porque “la muerte ya no existirá”. ¡Qué felices nos hace todo lo que Jehová nos da! Hermanos, tenemos el honor de formar parte del único grupo de personas que adora a Jehová siguiendo sus elevadas normas, tal como se profetizó en Isaías 2:2. Y pensemos en la inmensa alegría que sentiremos cuando Jehová resucite a nuestros seres queridos. ¡Démosle las gracias por esta maravillosa esperanza! 1 Tesalonicenses 4:13 dice: Meditar en esa esperanza fortalecerá nuestra fe y nos dará valor. ¿Por qué es importante que hagamos eso? Porque el miedo a la muerte es un arma muy poderosa. Los que están bajo el control de Satanás lo usan para que la gente traicione a sus amigos o renuncie a sus creencias. Pero esa amenaza no funciona con nosotros. Sabemos que, si nuestros enemigos nos matan, Jehová nos devolverá la vida. Estamos convencidos de que nada de lo que hagan puede separarnos de nuestro querido Padre, Jehová. La esperanza de la resurrección es una muestra de la gran sabiduría de Jehová. Con ella, le quita a Satanás una de sus armas más poderosas y, a la vez, nos da a todos nosotros una valentía indestructible. Recordemos que la muerte es temporal, pero la vida que Jehová nos ofrece a cada uno de nosotros es eterna. En esta serie de discursos, hemos visto cómo Jehová cumplió sus promesas en el pasado, cómo las está cumpliendo hoy y cómo las cumplirá en el futuro. Como hemos visto, la paz que Dios promete incluye: 1) abundante alimento físico y espiritual para todos; 2) un hogar y un trabajo que sean dignos; 3) un mundo en el que no haya violencia; 4) salud perfecta, y 5) el fin de la muerte. Si nos mantenemos al lado de Jehová, nuestro Dios y mejor amigo, disfrutaremos de “abundante paz” para siempre.
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Gerrit Lösch: La paz que Dios promete nos hace felices. “Eliminará la muerte para siempre”
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Tener paz en la familia es algo muy valioso. De hecho, un proverbio bíblico dice: “Es mejor un pedazo de pan seco donde hay paz que muchos banquetes en una casa donde hay peleas”. Pero ¿qué significa tener paz en la familia? Hay quienes piensan: “Mientras no estemos discutiendo hay paz en la familia”. Pero ¿será eso tener paz? Imaginemos que hay guerra entre dos países, pero en cierto punto acuerdan un cese al fuego. ¿Significa eso que hay verdadera paz y que de ahora en adelante se van a llevar bien? No. Para que haya paz, se requiere mucho más. Lo mismo sucede en la familia. Nuestro Padre celestial sabe que la verdadera paz en la familia implica mucho más que simplemente no discutir; implica que la familia se esfuerce por estar unida y por que todos sean felices. ¿Cree que sea posible disfrutar de una paz como esa en la familia? Aunque ninguna familia es perfecta, la respuesta es sí. Aunque requiere esfuerzo, tal vez dejar malas costumbres y aprender otras nuevas que fomenten la paz, ese esfuerzo vale la pena. En esta serie de discursos, veremos que, para que haya paz en la familia, hay que seguir los principios que encontramos en la Biblia, porque los principios de la Biblia marcan la ruta que lleva a las familias a la paz. Durante estos discursos, queremos que ustedes: esposos, padres, esposas, madres, hijos, adolescentes, se imaginen que son como un viajero que estudia las indicaciones de la ruta para seguir en el camino a la paz. En este discurso hablaremos sobre cómo mostrar amor y respeto. ¿Por qué diría usted que estas dos cualidades son tan importantes para que haya paz en la familia? En pocas palabras: porque, cuando los miembros de la familia se aman y se respetan, se sienten seguros y valorados. Como consecuencia, los miembros de la familia se tienen confianza, se sienten queridos y se llevan bien. Pero, claro, tratarnos con amor y respeto puede ser difícil a veces. Veamos un ejemplo de esto en el siguiente video. Irene, —mira esto. —Qué bien estás aquí. Te ves preciosa. —Qué fotos tan bonitas. —Estás radiante. Qué bonito. ¡Guau, increíble! Nos casamos. Y, aquí, no te lo esperabas, ¿eh? Sabía que ibas a hacer algo así. Perdona, Olivia. ¿Estás bien? Sí, no te preocupes, Sue. Lo siento. Está bien. Ya terminé, esta era la última caja. —Papá, ¿son las fotos de la boda? —Ajá. Déjame ver. Mira esto. Están todos genial. —Ese vestido te quedaba muy bien. —Me encantan. Mírate en esta. Qué elegantes están todos. Sí, todo salió muy bien. —Es verdad, fue perfecto. —Sí. Olivia, todo esto es nuevo, mi niña. Ten paciencia. ¿Un huequito para mí? Sí, claro. Gracias. ¿Qué pasa? ¿Y el escritorio? Tuvimos que cambiarlo. Este es mejor para todos. Querrás decir para él. ¿Para Max? ¿Por qué dices eso? A ti te da igual. No me hables así. ¡Vuelve aquí! Olivia, ¿te gusta el escritorio? Ven, linda, ven. Para que nunca olvides cuánto te amo. Espero que te guste. Hoy, todas las familias se enfrentan a algún tipo de desafío. Así que veamos cuáles son las indicaciones que nos da la Biblia en Romanos 12:10. Vamos a leerlo. Romanos 12:10: “Con amor fraternal, muéstrense tierno cariño. Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. ¿Cuál es la indicación? Sin importar cuál sea nuestro papel en la familia, todos debemos tratar a nuestros familiares con cariño y respeto. Como dice la Biblia, tenemos que tomar la iniciativa. Ahora, vamos a analizar cuatro muy buenas costumbres que todos deberíamos adoptar. La primera es: muéstrense siempre tierno cariño. Las expresiones de cariño, cuando salen del corazón, son tan buenas como la luz del sol y el agua para las plantas: ayudan a todos a crecer y florecer. En el video que acabamos de ver, ¿se dieron cuenta de lo mucho que Olivia valoraba aquel escritorio verde? Fue un regalo de su padre, quien le dijo con cariño: “Para que nunca olvides cuánto te amo”. ¿Y notaron el cariño con el que se hablaban Irene y Max mientras la familia veía todas esas fotos de su boda? ¡Qué bonito!, ¿verdad? Pensemos en esto: ¿estamos tratando con tierno cariño a los miembros de nuestra familia? Eso tal vez no se nos hace fácil. Tampoco lo fue para cierto hombre que tuvo que esforzarse mucho para decirle a su esposa que la amaba, pero, cuando lo hizo, ella lloró de la felicidad y le dijo: “Yo también te quiero, pero esta es la primera vez en 25 años que me lo dices así de claro”. Bueno, ¿cuál es el punto? Que no deberíamos esperar tanto tiempo. Y, además, aunque no se nos dé de forma natural utilizar expresiones de cariño, hagámoslo de todas formas. Son muestras de amor que darán buenos resultados. Esa es la primera costumbre que debemos adoptar. Vamos a pasar a la segunda costumbre: mostrar bondad por medio de nuestras acciones, tono de voz y palabras. En el video, pudimos ver cómo Irene trató de reconfortar a su hija, Olivia. Le dijo: “Todo esto es nuevo, mi niña. Ten paciencia”. Ella mostró bondad, tanto en lo que dijo como en cómo lo dijo. Pero lo que Olivia dijo luego no fue muy bondadoso. Aunque sabemos que se sentía herida, la forma en como expresó sus sentimientos no fue la mejor. Durante la pandemia, todos nosotros estuvimos bajo mucha presión. Y lo más probable es que no siempre hayamos tratado a los miembros de nuestra familia de la forma correcta. Bueno, eso ya pasó. ¿Qué podemos hacer ahora para mejorar? Pidámosle a Jehová que nos ayude a tomar la iniciativa de mostrar bondad. Por ejemplo, todos los días salúdense con amabilidad, todos los días digan “por favor” y “gracias”. Dense regalos, aparten tiempo para hablar y escúchense. Todas estas cosas son actos de bondad. Esta es otra buena costumbre que debemos cultivar. ¿Cuál es la tercera costumbre? Pidamos perdón cuanto antes y estemos dispuestos a perdonar. En el video, la hermanastra de Olivia, Sue, le pidió perdón cuando, por accidente, chocó con ella con la caja que llevaba. Al pedir perdón, promovió la paz. Si nos damos cuenta de que hemos lastimado a alguien, aun sin querer, ¿qué tenemos que hacer? Hacer las paces cuanto antes. Una madre llamada Marina dijo lo siguiente: “Mi esposo y yo tratamos de darles un buen ejemplo a nuestros hijos perdonando […] y no ofendiéndonos”. “Cuando me equivoco, les pido perdón [a mis hijos] porque quiero que ellos aprendan a hacer lo mismo con los demás”. ¡Qué buena costumbre!, ¿no le parece? Vamos a ver una más. La cuarta costumbre: haga que los miembros de su familia se sientan respetados. Noten qué interesante comentario se hizo en un artículo de la revista ¡Despertad! Dice: “Cada uno siente el respeto de forma distinta”. ¿Y eso qué significa? Que, aunque nosotros pensemos que estamos siendo respetuosos, lo mejor es que nos preguntemos: “¿Sienten los miembros de mi familia que yo los trato con respeto? ¿Puedo hacer algo más para que mi cónyuge, mis hijos o mis padres se sientan amados y respetados?”. Queridos hermanos, cuando cumplimos con el papel que Jehová nos ha asignado en la familia y adoptamos costumbres como estas, mostramos respeto tanto a Jehová como a todos los miembros de nuestra familia. Pero ¿qué fue lo que pasó con Olivia y con su mamá? En el siguiente video, fíjense en cómo se puede recuperar la paz cuando se muestra respeto y cariño. No te preocupes, mamá. No lo sabías. Papá se lo hizo justo antes de morir. ¿Puedo hacer algo? Romanos 12:10: “Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. Olivia, hice tu plato favorito. Gracias. Perdóname, cariño. No entendí bien lo que pasaba. Es normal que te doliera lo del escritorio. Mamá, tú no lo sabías. Es que era algo que él hizo para mí. Sé que Max forma parte de nuestra vida, pero ojalá me hubiera preguntado antes. No fue Max, fui yo. Quería darle una sorpresa. Él necesita un sitio para trabajar. Así que ¿él no te pidió que cambiaras el escritorio? No. Creí que no les importaba nada. Olivia, tú nunca me dejarás de importar. ¡Qué bien terminaron las cosas! La familia volvió a estar unida y feliz con la ayuda de Jehová. La mamá, Irene, aplicó el principio de Romanos 12:10. Ella tomó la iniciativa para hacer las paces y le habló con bondad a su hija. Y, aunque Olivia estaba dolida, ella también mostró amor y respeto al estar dispuesta a escuchar a su mamá. ¿El resultado? El malentendido se aclaró e Irene aprovechó la oportunidad para demostrarle a su hija que la quería muchísimo cuando le dijo: “Olivia, tú nunca me dejarás de importar”. ¿Verdad que nos conmovió mucho ver cómo se abrazaron al final? Cuando nosotros tomamos la iniciativa para aplicar los principios bíblicos, promovemos verdadera paz en la familia. Así que, hermanos, estemos decididos a seguir mostrándole a nuestra familia que los amamos y los respetamos con hechos y palabras. Ahora, el hermano Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Tengan una buena comunicación”.
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Joel Dellinger: Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia. Muéstrense amor y respeto
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En el discurso anterior vimos que es posible que las familias disfruten de paz. Pero eso requiere esfuerzo. Ahora veremos otra instrucción que nos ayudará a seguir en el camino a la paz: la buena comunicación. Podemos tener paz cuando todos en la familia nos comunicamos de manera honesta, abierta y tranquila. Pero ¿cómo es que la buena comunicación promueve la paz? Cuando todos mantienen buena comunicación en la familia, pues se mantienen unidos. Además, eso les permite darse cuenta de ciertos problemas y solucionarlos antes de que crezcan y les roben la paz. Eso quizá le parezca obvio. Pero ¿no es cierto que con el trabajo, la escuela, las reuniones, la predicación, el entretenimiento y, en fin, tantas cosas en la vida, se nos puede hacer difícil sacar tiempo para hablar y comunicarnos bien con la familia? ¿Le pasa eso a usted y a su familia? En la siguiente escenificación fíjese en qué costumbres pueden impedir que haya una buena comunicación. Hola, Steve. Sí, siento haber llegado tarde a la reunión. Tenía que haber estado a tiempo para ayudarte. Nos entretuvimos. ¡Es muy tarde! ¡Vamos, chicos! ¡Ya estamos aquí! ¡Lo siento! Sí, la familia bien. Todos nos estamos adaptando. ¿Alguien ha visto mis llaves? ¿Hola? Bueno, puede que estemos un poco desubicados, pero, ya sabes, todas las familias tienen sus cosas, ¿no? ¿Vas a salir con eso? Ajá. Y gracias por entenderlo. Okey. Cuídate. Chao. ¿Se dieron cuenta de qué cosas impidieron que hubiera una buena comunicación? Como pudieron ver en este caso, estaban tan ocupados con sus dispositivos que no sacaban tiempo para hablar. Y sí que tenían cosas de que hablar, ¿verdad? Por ejemplo, la puntualidad y la manera de vestir. Pero no lo hicieron. ¿Y esas escenas en las que estaban pegados a sus dispositivos sin saber qué pasaba a su alrededor? ¡Qué graciosas!, ¿no? Pero ¿se sintió identificado con ellas? Esto nos recuerda que no debemos dejar que la tecnología nos quite el tiempo que deberíamos dedicarle a la familia. Entonces ¿qué cosas podríamos hacer para mantener una buena comunicación? Lo vamos a ver en el segundo principio bíblico de esta serie de discursos. Acompáñenme a leer Efesios 5:15, 16. Efesios 5:15, 16: “Así que tengan muchísimo cuidado de no comportarse como tontos, sino como sabios, aprovechando el tiempo de la mejor manera, porque los días son malos”. Ahora veamos dos maneras en las que este principio nos puede ayudar. Primero, nos enseña que debemos apartar tiempo para tener comunicación de calidad. Y es que ¿sí vieron el versículo 16? Dice que “hay que aprovechar el tiempo de la mejor manera”. La nota de estudio dice que es literalmente comprar el tiempo, es decir, sacarlo de otras actividades. ¿Qué pueden hacer las familias para poner esto en práctica? Bueno ¿y qué tal si sacan todos los días tiempo para conversar en familia, hacer de esto su rutina? En esos espacios pueden dejar a un lado los dispositivos y la tecnología para así poder conversar más tranquilamente. Puede ser en las tardes o tal vez a la hora de la comida. Miren lo que dijo un hermano llamado Aaron: “Todos los días cenamos juntos. Así podemos conversar y enterarnos de lo que pasa en nuestras vidas. Mi esposa y yo hemos hecho todo lo posible por acompañar a nuestros hijos a la escuela y pasar por ellos. Así podemos estar más tiempo con ellos. Mi esposa y yo a menudo salimos a caminar y conversamos sobre lo que nos preocupa”. ¿Qué aprendemos de esto? Pues que hay que aprovechar bien el tiempo. Pero sin duda ellos tuvieron que sacar tiempo de otras actividades. Habían hecho ya su rutina. Y usted y su familia ¿están haciendo lo mismo? ¿Sacan tiempo para estar juntos y conversar todos los días? Si no lo han hecho, empiecen ahora. Ahora veamos la segunda manera en la que el principio de Efesios nos puede ayudar. Y tiene que ver con la forma en como nosotros reaccionamos cuando surgen problemas, porque van a surgir. Noten que en el versículo 15 del capítulo 5 dice que debemos comportarnos como sabios. Sí, como sabios. Necesitamos ser personas sabias para saber qué conviene que hagamos o qué no cuando surgen situaciones difíciles. Entonces ¿qué hay que hacer cuando surgen problemas? Bueno, la persona sabia sabe cuándo es un buen momento y cuándo no para hablar de un problema; sabe elegir el momento adecuado. Por ejemplo, todos sabemos muy bien que, cuando alguien está enojado, no es el mejor momento para hablar del problema, ni mucho menos solucionarlo. Un padre de familia dice: “A veces hay que esperar a que se calmen los ánimos, orarle a Jehová sobre el asunto, tal vez irse a dormir y, al día siguiente, hablar las cosas con más calma”. Eso es de sabios. Y también es de sabios saber escuchar. En Santiago 1:19 leemos que debemos “ser rápidos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para la ira”. Por eso podemos pedirle a Jehová en oración que nos ayude a escuchar con atención, a mantener la calma y a ser humildes. Una hermana llamada Dawn dice: “Cuando surge un problema, lo primero que hago es pedirle a Jehová que nos ayude a todos a solucionarlo de manera tranquila. Luego, los que tuvimos el problema hablamos en privado y nos esforzamos por entender el punto de vista del otro”. Eso es ser sabio. Además, una persona que es sabia y prudente piensa con cuidado lo que va a decir y cómo lo va a hacer. Por ejemplo, en vez de señalar que un familiar tiene un problema, démosle la vuelta al asunto y veamos cómo podemos solucionarlo como equipo. ¿Podríamos asegurarles a nuestros familiares que los queremos de verdad y que queremos comprenderlos y entender su punto de vista? De esta manera, no estaremos echándole la culpa a nadie, sino demostrando que queremos solucionar el problema. Como vimos, estos principios bíblicos son muy útiles, pues nos ayudan a mejorar la comunicación. ¿Se acuerdan de los dos puntos? El primero fue aprovechar el tiempo de la mejor manera y el segundo, comportarse como personas sabias. Es verdad que siempre habrá campo para mejorar en la comunicación en la familia. Pero el esfuerzo vale la pena, porque la buena comunicación es esencial para que haya paz en la familia. Ahora sigamos viendo la escenificación y notemos lo útil que es desarrollar buenas costumbres que fomenten la comunicación. No lo sé, ¿tú qué crees? Todos tenemos que mejorar, incluida yo. ¿Por qué no lo comentamos con los chicos y lo hablamos abiertamente? Me parece buena idea. Okey, Irene y yo estuvimos hablando sobre… la comunicación en nuestra familia. Queríamos hablar de teléfonos y esas cosas. Esto no es por mí, ¿verdad? —¡No puede ser! ¡Lo necesito! —No, no, quizá deberíamos tener más cuidado… —¿Bromean? Lo dicen por ellas. —Pero no nos los pueden quitar. Yo no he hecho nada malo. Yo tengo que usarlo. —Un momento... —Ustedes hacen lo mismo. Es cierto. Está bien, solo queremos hablar, ¿okey? Sue, ¿puedes leer Efesios 5:15, 16, por favor? “Tengan muchísimo cuidado de no comportarse como tontos, sino como sabios, aprovechando el tiempo de la mejor manera, porque los días son malos”. Así que ¿creen que estamos siendo equilibrados con los teléfonos? No decimos que estén haciendo algo incorrecto con ellos. Eso es, pero ¿nos estarán quitando tiempo de otras cosas? Cosas importantes, como hablar entre nosotros. Incluso puede que estén afectando la manera en la que nos hablamos. Sí, es buena idea ponernos límites. Sí, okey. Okey. Muy bien, veamos cómo podemos hacerlo. ¡Hey! Hola, Olivia. Hola. Está claro que todavía no sé cómo hablar con ella de la ropa. —Ya. —Ayúdame. Yo me encargo. Sé que te gustan, pero ¿crees que es una buena decisión? ¿Crees que este estilo es lo que Jehová llamaría “ropa apropiada”? Seguro que decidirás lo correcto. Okey, bien. Javi, ¿tú puedes llevarnos? Sí, claro. Bueno, familia… creo que no todos vemos igual lo de ser puntuales, pero necesito su ayuda para llegar a tiempo y cumplir con mis responsabilidades. ¿Creen que podemos negociarlo? —Okey. Sí, sí. —Claro. Gracias, ¡genial! Esta serie de discursos está basada en cuatro pasajes bíblicos con principios que ayudan a la familia a vivir en paz. El hermano Dellinger ya nos habló del primero: Romanos 12:10. Y en este rato hemos hablado de Efesios 5:15, 16. ¿Y vieron cómo se pusieron en práctica estas palabras en la escenificación? Ellos se dieron cuenta de que no estaban utilizando el tiempo de la mejor manera. Y se comprometieron a cambiar. Vieron la importancia de poner ciertos límites a fin de mejorar la comunicación en la familia. También vimos cómo Irene y Max se comportaron de manera sabia. ¿Lo recuerda? Buscaron el mejor momento para hablar con sus hijos sobre los problemas que tenía la familia, por ejemplo, el uso de los dispositivos electrónicos, la ropa y la puntualidad. ¿Y puede este texto bíblico ayudarlo a usted o ayudarme a mí a mejorar la comunicación? ¿Conviene que incluyamos este texto bíblico en la siguiente adoración en familia? Por supuesto, toma tiempo aprender a comunicarse bien en la familia, pero hacerlo es lo mejor. ¿Por qué? Porque, si se esfuerzan por comunicarse bien a diario, les será mucho más fácil arreglar las cosas cuando surjan problemas. Entonces, a partir de ahora, hagan todo lo que puedan por mejorar la comunicación en su familia. Si se comprometen y se esfuerzan, estarán siguiendo las indicaciones para ir por el camino que conduce a la paz. Ahora el hermano David Splane, del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Trabajen en equipo”.
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Robert Luccioni: Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia. Tengan una buena comunicación
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Jehová quiere que los matrimonios trabajen en equipo. Examinemos con cuidado lo que Jesús dijo en Mateo 19:6. Vamos a leerlo. Búsquenlo conmigo. Mateo 19. Los espero. Mateo, capítulo 19. Comenzaremos en el versículo 6. Antes de leerlo, quiero destacar que Jesús está citando Génesis 2:24. Y, hablando de los matrimonios, dice: “Así que ya no son dos, sino una sola carne”. Si recuerdan, fue Jehová quien dijo esas palabras en el jardín de Edén. Pero ahora Jesús agrega algo que no está en Génesis. Dice: “Por lo tanto, lo que Dios ha unido [“bajo el mismo yugo”, según la nota], que no lo separe ningún hombre”. Un yugo, como sabrán, es un instrumento de madera que une a dos animales para ayudarlos a arar el campo o a llevar una carreta. Cuando tiran juntos, su fuerza se duplica. Y lo mismo pasa cuando los miembros de la familia trabajan en equipo. Madres, padres: tienen muy buenas razones para trabajar en equipo. Cuando trabajan en equipo, es más fácil mantener la paz. ¿Y han pensado en el efecto que tiene en sus hijos? Ustedes, padres, les estarán enseñando a sus queridos hijos varones a ser padres y esposos amorosos, y las madres les enseñarán a sus hijitas a ser esposas colaboradoras. ¿Pero qué pasa si un miembro del equipo se detiene y se planta en su lugar o si los dos empiezan a ir en direcciones opuestas? Vamos a verlo en un video. Antes, les cuento. Por muchos años, esta hermana crio sola a sus dos hijos, e hizo un excelente trabajo. Y, después, se casó con un muy buen hermano. Ahora hay un nuevo cabeza. Vamos a ver qué tal le está yendo a esta hermana con su nuevo papel. Las últimas adoraciones en familia han sido buenas, ¿verdad? Sí. Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén. Amén. —Esta semana… —Estamos en el capítulo 5. Sí, eso es. Y la semana pasada leyó Javi, así que… Le toca a Sue. Eso es. Le toca a Sue. Así que aquí la idea es que, cuando… Cariño, creo que es mejor si ponemos un ejemplo. Okey. Los pájaros… Bueno, espero haberte aclarado un poquito la duda que tenías, Olivia. Sí, gracias. Pero, Max, eso no es cierto. Salió hace poco una aclaración sobre esto en La Atalaya. Gracias. Creo que nos está yendo muy bien, ¿no? Pues, ya que lo dices… Hola. Mejor hablamos después. Okey. La hermana no es una mala persona. Sin embargo, ¿qué le está enseñando a su hija sobre el papel de la esposa en la familia? ¿Y qué está aprendiendo el hijo sobre el papel del esposo como cabeza? Él se ha criado sin un padre por muchos años, y ahora tiene uno de nuevo. Es más probable que los hijos lleguen a ser buenos esposos y esposas en el futuro si ven a sus padres trabajar en equipo. En un momento, vamos a ver cómo el esposo maneja la situación. Y, esposos, presten mucha atención. Lo que hace es buenísimo. Las familias son más felices cuando el padre, la madre y los hijos trabajan juntos en equipo. El cabeza es como el capitán. Su misión es que todos los miembros de la familia sepan qué objetivos tiene la familia y qué es lo que cada uno tiene que hacer para alcanzar esos objetivos. Cuando a su familia le toque limpiar el Salón del Reino, o el lugar donde se celebrará la asamblea, no dejen a los niños en casa. Ellos son parte del equipo. No vayan con el equipo incompleto. Dejen que vivan en carne propia la felicidad que viene de servir. Que trabajen con ustedes. Si les piden que laven los baños, no traten de zafarse. Y háganlo con gusto. Así, les enseñarán a sus hijos que, cuando hay trabajo que hacer, sencillamente se hace y que aceptamos cualquier trabajo sin quejarnos ni refunfuñar. Ah, y que no despreciamos ningún tipo de tarea. Y esto va de acuerdo con lo que Pablo enseñó en Filipenses 2:3, 4. Vamos a buscarlo; para movernos un poco. Filipenses 2:3, 4. Recuerden que dijimos que la familia es un equipo. “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes, mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”. Cuando hay trabajo, alguien tiene que hacerlo. ¿Sentimos que somos demasiado especiales como para hacerlo? Algunas familias se ofrecen para ayudar con el mantenimiento del salón. Si los hijos tienen la edad suficiente, también pueden colaborar en otros proyectos. ¡Y qué bien la pasan! Allí tanto ustedes como sus hijos pueden conocer amigos que les durarán para siempre. ¿Y saben qué más? Cuando sus hijos vayan a una asamblea de circuito o a una regional, tendrán buenos amigos con los cuales juntarse, tanto jóvenes como mayores, hermanos con los que trabajaron. ¿Y ayudan sus hijos con las tareas de la casa? Hay padres que sienten que no deberían pedirles a sus hijos que ayuden en la casa porque tienen tareas de la escuela. Claro, ellos tienen que hacer las tareas de la escuela por su propio bien, pero ellos también tienen el deber de ayudar a la familia. Si no lo hacen, ¿cómo aprenderán a ayudar a los demás con gusto? Es bueno para los niños sentir que son miembros importantes del equipo y que su familia cuenta con ellos. Se lo aseguro: eso les fortalecerá su autoestima. Un padre llamado Steven dijo: “Si no se les pide que hagan nada en casa, los hijos piensan que todo el mundo debe estar a su servicio y crecen con una idea distorsionada de la vida”. La verdad, ¿podría un joven que crece con esa actitud ser siquiera capaz de conservar su trabajo? ¿Ha visto que algunas personas que pierden su empleo permanecen desempleadas por mucho tiempo? El dinero se les agota, incluso cuando hay otras oportunidades de trabajo disponibles. Pero piensan: “¿Yo? ¿Trabajar en eso?”. Por cierto, ¿cuál es una de las peores actitudes que puede tener un empleado? Pregúntele a cualquier jefe. Que cuando se le pide a alguien ayuda con algo te conteste: “No, ese no es mi trabajo”. Enséñenles a sus hijos que es su responsabilidad hacer cualquier cosa que haga falta hacer, si tiene la edad y la capacidad para hacerla. ¿Y a partir de qué edad deberían los padres asignarles tareas a sus hijos? Los expertos han dicho que niños con tan solo tres años de edad, o incluso menos, pueden aprender a ayudar en la casa. Pueden aprender a guardar sus juguetes, limpiar lo que derramen y echar la ropa a lavar. Los más grandes pueden barrer, lavar el auto o preparar la comida. Me alegra decir que aquí en Betel tenemos muchachos que son excelentes cocineros, y eso en parte se debe a que han aprendido bien en casa. ¿Recuerdan el video en el que le enseñaron a Caleb a limpiar su cuarto y guardar sus juguetes? Ese video les enseñó una importante lección a los niños. Ahora querían que su habitación estuviera como la de Caleb. Y, luego, cuando entraban a su habitación, había lugar por donde pasar. Bueno, y, cuando hay un problema, busquemos soluciones, no culpables. No piense: “¿Cómo salgo ganando yo?”, sino: “¿Cómo ganamos todos?”. Verán un excelente ejemplo de eso en el siguiente video. Vamos a verlo. Oye, ¿quieres un té? ¡Claro! Gracias. Mi amor, tú y yo somos un equipo, ¿verdad? Sí, por supuesto. Cuando leí esto, pensé en nosotros. “Así que ya no son dos, sino una sola carne”. Yo sé que antes tenías que encargarte de todo tú sola, durante años. Lo hiciste muy bien. Criaste a dos hijos maravillosos, que aman a Jehová. Ahora me tienes a mí. Sí, lo sé. ¿Crees que no siempre somos un equipo? Es solo que a veces en la adoración en familia… Me emociono tanto que te interrumpo, ya lo sé. He estado tantos años haciéndolo yo que… Yo sé que no estás tratando de dirigir tú. Y, escucha, a mí me encanta cómo enseñas. Tú a veces les llegas a los chicos mejor que yo, y quiero que sigas haciéndolo. Solo déjame dirigir a mí. Gracias, cielo. Gracias por tu paciencia. Gracias por tu paciencia. Sé que tengo mucho que mejorar, pero te tengo a ti. ¿Qué tal si miramos juntos lo que vamos a estudiar en la próxima adoración? Fantástico. ¿Vieron qué bien lo hicieron? Ellos buscaron soluciones, y no culpables. Ni discutieron ni levantaron la voz ni le echaron la culpa al otro. El esposo se puso en el lugar de su esposa. No pensó que tenía mala intención. Él entendía que ella llevaba mucho tiempo atendiendo las necesidades de sus hijos ella sola. ¿Y notaron cómo ella reaccionó a lo que él le pidió con cariño? No cabe duda de que ahora les será fácil a los muchachos respetar a su padrastro y de que van a aprender cómo los esposos deben tratarse el uno al otro y trabajar en equipo. Hermanos, ¿qué tal si conversan pronto sobre estas cuestiones? Primero, ¿en qué cosas trabajamos bien como equipo en el matrimonio? Y, segundo, ¿cómo podemos mejorar? Cuando las familias trabajan en equipo, les es más fácil vivir en paz. Y además alegran a Jehová, pues Jehová es “el Dios de la paz”. Ahora, el hermano John Ekrann presentará la última parte de esta serie de discursos: “Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia: Adoren juntos a Jehová”.
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David Splane: Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia. Trabajen en equipo
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Jehová quiere que haya paz y felicidad en las familias. Pero él no se conforma con decirnos: “Bueno, espero que tengan paz”; él nos da todas las indicaciones que necesitamos. Es como si Jehová nos dijera que por ese camino que lleva a la paz hay ciertas señales. Y esas señales que vamos a encontrar nos ayudarán a saber que vamos bien. En esta serie de discursos, hemos visto ya algunas señales, como mostrar amor y respeto, tener una buena comunicación y trabajar en equipo. Y en este último discurso, veremos una señal más: adorar a Jehová juntos en familia. Adorar a Jehová juntos fomenta la paz y trae bendiciones. Aunque no todos los miembros de su familia adoren a Jehová, usted puede fomentar la paz si tiene una buena rutina espiritual. En la siguiente escenificación, fíjese en por qué a veces es difícil adorar a Jehová en familia. Hola. Hola, mi amor. ¿Qué haremos en la adoración en familia esta semana? Creo que tengo algunas ideas. ¿Ah, sí? Ajá. Gracias por leerlo. Vamos a hacer la pregunta. Sí, la pregunta. Párrafos 13 y 14: “¿Cómo podemos ser generosos?”. ¿Quién se anima? La nota que acabamos de leer nos ayuda mucho a entender el significado de esa cualidad. Sin saber lo que significa sería difícil entender la relación que tiene con lo que estamos estudiando esta tarde. Javi, ¿puedes leer el siguiente, por favor? Ajá. Gracias. En la Biblia encontramos muchos ejemplos de personas que se sometían a la autoridad. Así que ¿hay ejemplos? Sue. Sí. Eso es. Y, hablando de ejemplos, sabemos que hay muchos. Tenemos los ejemplos del pasado, los del presente, y nosotros también podemos ser ejemplos. Por eso son tan importantes. Vamos a seguir. No hacemos más que leer. Sí, ¡qué aburrimiento! Quiero disfrutar de estudiar en familia, pero los temas de los que estamos hablando no son lo que necesito ahora mismo. Ya. ¿Sabes? No sé si esto es lo que necesitan ahora mismo. Mmm. Seguiremos intentándolo. Esas sesiones de estudio pudieron haber salido mejor. Parece que nadie las disfrutó. Sin duda, Max e Irene tienen que hacer ciertos cambios para no perder la costumbre de adorar a Jehová en familia. Claro que, para mantener una buena costumbre, hace falta determinación. Y ese es el primer paso que hay que dar: hay que tomar la firme decisión de adorar a Jehová como familia. Hubo una familia que mostró esa determinación. Lean conmigo Josué 24:15. De nuevo, Josué 24:15: “Ahora, si no les parece bien servir a Jehová, elijan hoy a quién van a servir: a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río o a los dioses de los amorreos, de quienes es la tierra donde ustedes viven. Pero los de mi casa y yo, nosotros serviremos a Jehová”. Sí, tienen que decidirse a que la adoración a Jehová sea lo más importante para la familia. Claro está, adorar a Jehová en familia es mucho más que estudiar juntos todas las semanas. Vamos a ver cinco maneras en las que los miembros de las familias pueden adorar juntos a Jehová. Uno: orar. Padres, no se imaginan el buen efecto que pueden tener sus oraciones en sus hijos. Cuando los hijos ven que sus padres les abren el corazón a Jehová, se dan cuenta de que Jehová es muy real para ellos. Aún recuerdo las oraciones que hacía mi papá cuando yo era pequeño. De niño, pensaba que sus oraciones eran muy largas. Pero, según fui creciendo, aprendí a escuchar con atención las cosas que decía y me di cuenta de que tenía una muy buena amistad con Jehová. Dos: analizar el texto diario. Es una buena costumbre que les ayuda a empezar su día con algo espiritual. Tres: ir a las reuniones. Y no solamente ir y hacer acto de presencia, sino que todos presten atención y las disfruten. Hagan todo lo posible por estudiar de antemano, así podrán participar en ellas. Cuatro: salir a predicar juntos con frecuencia. Y es que salir a predicar con los miembros de nuestra familia nos une más a ellos. Los vemos defender la verdad, los escuchamos cuando hacen llamadas o vemos las cartas que escribieron. Así, percibimos su fe. A mí me encantaba ir a predicar con mi mamá y ver con cuánta facilidad contestaba preguntas con la Biblia. Y cinco: tener una rutina de adoración en familia que sea interesante y significativa para todos. Veamos lo que eso implica. Primero: tener una rutina. En el video, Max estaba tratando de mantener su rutina semanal de adoración en familia. ¿Tienen ustedes su adoración todas las semanas? Segundo: ¿es aburrida o interesante? En el video, los chicos se aburrían. Estaban todo el tiempo mirando el teléfono o el reloj. Todas las semanas era lo mismo: preguntas y respuestas. Y eran preguntas que se respondían con sí o no. ¡Qué aburrido!, ¿verdad? ¿Dirían los miembros de su familia que sus sesiones de estudio son interesantes? Y, finalmente, ¿son útiles? Max pensaba que estaban estudiando información útil, significativa. Pero eso no era realmente lo que la familia necesitaba. Los temas que estudian ustedes, ¿son útiles y significativos para todos? Ahora bien, con todo esto que hemos dicho, no queremos que se desanimen si se les hace difícil mantener una rutina semanal. Mientras vivamos en este sistema, siempre habrá obstáculos y surgirán imprevistos. Piensen en lo que han logrado. Y, si fallan alguna semana o pierden la costumbre, piensen en qué cambios pueden hacer para mejorar y recuperar esa buena rutina espiritual que llevaban. No dejen de pedirle ayuda a Jehová y no se rindan. En la siguiente escenificación, piense en cómo Max e Irene trabajan en equipo para que todos disfruten de su adoración en familia. La Atalaya del 15 de marzo de 2014, “Su Adoración en Familia: ¿podrían hacerla más entretenida?”: “Adorar a Jehová no debería ser aburrido”. “Atender las necesidades de cada uno”. ¿Qué necesitan nuestros hijos? ¿A qué se estarán enfrentando? Deberíamos incluir esos temas. Quizá deberíamos averiguar qué le preocupa a cada uno, hablar con ellos, escucharlos. Te mandaré un enlace a un artículo muy bueno. Estoy deseando leerlo. Max y yo cambiamos de método. Averiguamos lo que les importa a nuestros hijos, como los amigos, adaptarse a nuestra nueva familia, el amor. Así que hicimos cambios, y en la adoración en familia empezamos a centrarnos en lo que nuestros hijos necesitan y en prepararnos para las pruebas que puedan venir en el futuro. Buenas noches. Que descansen. —Adiós. —Buenas noches. Lo que hicimos hoy estuvo superbién. Muy bien. Qué bien que les gustara. Gracias. Adiós. —Buenas noches. —Que descansen. ¡Hey! ¿Saben qué? ¿Qué pasa? Cuenta. Me ofrecí para Betel. —¿De verdad? —Sí. ¡Qué noticia! Estoy orgullosa de ti. Gracias. Felicidades. Gracias. Vengan, una selfi, todos juntos. Okey, a las tres decimos Betel, ¿de acuerdo? —Okey. —¿Listos? Una, dos, tres. ¡Betel! Hemos superado muchas cosas. Y, durante todo este tiempo, Jehová nos ha enseñado a mostrar amor y nos ha dado paz. Max e Irene lograron identificar cuál era el problema e hicieron los cambios necesarios. Hablemos un poco de lo que hicieron y de lo que podemos aprender. ¿Cómo lograron que su adoración en familia fuera significativa para todos? Los padres tuvieron que preguntarse qué le preocupaba a cada uno de sus hijos y qué temas podrían incluir en su adoración en familia que podrían ser útiles para ellos. ¡Qué gracioso cuando a Max casi se le cae el vaso cuando supo que a su hija le gusta alguien! Pero, ahora que Max e Irene entendían cuáles eran las necesidades de sus hijos, la adoración en familia fue mucho mejor. Y ¿qué hicieron para que disfrutaran más de ella? ¿Notaron los rostros de todos durante las sesiones? ¡Qué gran diferencia! Los chicos sonreían, los temas les interesaban. Les llegaban al corazón, estaba claro. Así que hagan todo lo que puedan para que todos se sientan contentos y relajados. Debería ser una ocasión feliz porque, a fin de cuentas, Jehová es “el Dios feliz”. Muy probablemente, cuando los miembros de su familia recuerden esas sesiones de estudio, pensarán en cómo se sintieron y no en lo que aprendieron. Sigan adorando a Jehová en familia, tengan sesiones interesantes, significativas, y háganlo parte de su rutina. Trabajen juntos para superar los obstáculos. Hagan como Max, Irene y sus hijos, que trabajaron en equipo para resolver los problemas y tener un ambiente de paz. ¡Qué bonito fue ver todo lo que lograron gracias a que pusieron en práctica los principios bíblicos! En resumen: en esta serie de discursos hemos visto que los principios de la Biblia nos indican la ruta que nos lleva a la paz. Esfuércense por mostrarse amor y respeto, tener una buena comunicación, trabajar en equipo y adorar juntos a Jehová. Y, por favor, sean pacientes unos con otros mientras desarrollan hábitos que los ayudan a tener paz. Con la ayuda de Jehová, usted y su familia podrán disfrutar de la paz que solo él puede dar.
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John Ekrann: Sigan la ruta que lleva a la paz en la familia. Adoren juntos a Jehová
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Imagine la escena: Es de noche. Usted está en el jardín de Getsemaní con sus amigos y su querido Maestro. De repente oye llegar a una multitud. Al frente viene alguien que conoce: Judas Iscariote. Él se acerca a Jesús, lo besa en la mejilla, y luego se aparta mientras unos hombres arrestan a Jesús. A usted le hierve la sangre. ¡Están arrestando a su Maestro y Señor, al Hijo de Dios! Pero ¿cómo es posible? ¿Qué puede hacer? Pero entonces Pedro se le adelanta, saca la espada y le corta la oreja al esclavo del sumo sacerdote. Luego Jesús mira a Pedro y le dice: “Guarda tu espada, porque todos los que usan la espada morirán a espada”. Entonces pasa algo increíble: Jesús le cura la oreja al hombre. Pedro tal vez pensó que era muy bueno y noble luchar a favor del Hijo de Dios. Pero Jesús no lo vio así. Con tan solo tres palabras, “Guarda tu espada”, Jesús les enseñó a sus discípulos una importante lección: no era la lucha de ellos, ni era el momento de luchar. Así que en este discurso vamos a centrarnos en una forma muy sutil en la que cualquiera, como Pedro, puede llegar a envolverse poco a poco en los conflictos de este mundo, sin siquiera darse cuenta. Y también hablaremos sobre cómo no caer en ese grave error. Pero, antes, hablemos de por qué Jesús no le pidió a su Padre que le enviara “12 legiones de ángeles” para que lo ayudaran cuando lo arrestaron. Tiene que ver con un título de Jesús. Por favor, abran sus biblias en Isaías, capítulo 9. Leamos el versículo 6. Isaías, capítulo 9, versículo 6. Sabemos que Jesús tiene muchos títulos, pero en este versículo nos centraremos solo en uno. Ahí dice: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo; y el gobierno estará en sus manos. Se le llamará por nombre Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. ¿Por qué se le llama a Jesús “Príncipe de Paz”? Notemos lo que los ángeles de Dios les dijeron a los pastores el día en que Jesús nació, según Lucas 2, versículo 14. Dijeron: “Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra para las personas que él aprueba”. Tiene sentido que, cuando nació el futuro Príncipe de Paz, los ángeles anunciaran que Dios les daría paz a quienes tuvieran su aprobación. Pero ¿cuándo se cumplirá esa promesa? No fue cuando Jesús estuvo en la Tierra, y está claro que hoy tampoco. En vez de paz, ¿qué vemos? Vemos a las naciones compitiendo con violencia y agresividad para dominar el mundo. Por todas partes hay luchas sangrientas. Pero no hay que desanimarse. Aunque no vemos la paz ahora, es innegable que viene. Lo que dice Isaías 9:6 no es una fantasía. Es una promesa del Todopoderoso, y Jehová no puede mentir. Todas sus profecías se cumplen. De hecho, leamos la última parte del versículo 7 de Isaías 9. La última parte del versículo 7 dice: “El celo de Jehová de los ejércitos lo hará realidad”. ¿Qué significa eso? Significa que Jehová no hace nada de mala gana. Está deseoso de traer la paz, y la traerá, no hay duda. Todo lo que Jehová promete lo cumplirá sin falta. Y ¿cómo se logrará la paz en la Tierra? ¿Nos dio alguna pista el Príncipe de Paz? Claro que sí. De hecho, la clave para la paz eterna está en boca de millones de personas por todo el mundo, la recitan de memoria. Veámosla en Mateo, capítulo 6, versículos 9 y 10. Mateo, capítulo 6, versículo 9. ¡Qué palabras tan hermosas! Así es como se logrará la paz eterna: depende del cumplimiento… del cumplimiento de estos versículos. Versículo 9: “Ustedes deben orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, que tu nombre [el nombre de Jehová] sea santificado’ ”. El nombre de Dios es importante, y no es solo cuestión de conocimiento religioso. Todos deben conocer el nombre de Dios y tratarlo como algo santo y digno de respeto. Debe verse como sagrado. Debe quedar limpio de todas las calumnias que se han lanzado contra él. De hecho, el bienestar de todo el universo y sus habitantes depende de la santificación del nombre de Dios. Veamos ahora el versículo 10: “Que venga tu Reino. Que se haga tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra”. El Reino de Dios: cuatro palabras… pero ¡qué importantes! El Reino de Dios es el gobierno más poderoso que verá la humanidad. Ninguna nación ni imperio puede hacer frente al gran poder del Reino de Dios. Y cualquier nación que piense que puede detener la venida de este Reino es como una hormiga que se planta en las vías del ferrocarril, y entonces alza la mano desafiante y le grita al tren: “¡Detente! No te dejaré pasar”. Pero el gobierno celestial de Dios tiene el poder para destruir a todos los gobiernos violentos, son como hormigas para Jehová. Él acabará con su capacidad para hacer la guerra, fomentar conflictos y derramar sangre. Lo que dice Mateo 6:9, 10 es muy importante para lograr una paz duradera. El Reino de Dios es el único camino para lograr esa paz. Y, en su papel de Rey, Apocalipsis, capítulo 19, versículo 15, dice que Jesús pastoreará a las naciones con vara de hierro. Pronto Jehová le dará la orden a su Hijo para que destruya todas las cosas que quitan la paz. Desaparecerá para siempre el temor con que hemos vivido día tras día. ¿Y qué pasará después? Esto es lo que pasará: Salmo 37:10, 11. Abramos nuestras biblias en Salmo 37:10, 11 y dejemos que esta profecía nos llegue a la mente y el corazón y nos dé una esperanza para el futuro. Salmo 37, versículo 10: “Solo un poco más, y los malvados ya no existirán [solo un poco más]; mirarás adonde estaban, y ya no estarán allí”. Solo un poco más… Es como cuando una familia va de viaje y los niños preguntan: “¿Falta mucho?”, y los padres responden: “Solo un poco más”, y eso los tranquiliza. Lo mismo pasa con nosotros. ¿Se lo imagina? Al salir a la calle, trata de encontrar algún malvado y no… no puede ver ni siquiera uno. “Los malvados ya no existirán”. “Pero los mansos heredarán la tierra”. Eso es lo que dice el versículo 11. Vamos a leerlo: “Pero los mansos heredarán la tierra y disfrutarán plenamente de abundante paz”. ¡Qué maravilla! Todos vivirán en paz: en paz consigo mismos, con el prójimo, con Dios. ¿Qué le parece eso? Piense en ello. ¿Se imagina usted allí? En un nuevo mundo en paz donde las únicas noticias que recibiremos serán quién resucitará ese día o a quién tendrá uno que enseñarle acerca de Jehová. ¿Se imagina el placer de enseñarle a otra persona no solo de otra cultura, sino de otra época, mirando a través de sus ojos, a medida que llega a amar a Jehová tanto como usted? Pronto el Príncipe de Paz hará que este mundo sea una delicia: sin fronteras, sin preocupaciones, sin peligro, solo paz abundante entre todos los hermanos. ¿Le gustaría estar allí? ¡A mí también! ¿Cómo podemos apoyar lealmente al Príncipe de Paz? Notemos, en el siguiente video, de qué maneras podemos hacerlo hoy en día. “Yo no soy parte del mundo”. Pero ¿es el mundo parte de mí? Cada día me siento presionada a tomar parte en asuntos políticos que afectan a la sociedad, al medio ambiente y a la economía. Esa presión podría quitarme la paz e influir en mi forma de pensar. Podría dejar de ser neutral incluso sin darme cuenta. Pero yo sé que Jehová solucionará todos los problemas de la humanidad. Y lo hará por medio de su Reino, gobernado por su Hijo, Jesucristo. Demuestro que le apoyo con mis oraciones, con mis pensamientos y mis sentimientos, y enseñándoles a otros lo que el Reino hará por la humanidad. Sé que hay millones de hermanos por todo el mundo que apoyan al “Príncipe de Paz”, igual que yo, porque yo… yo… yo no soy parte del mundo. ¿Qué altera la paz en el país donde usted vive? ¿O en su comunidad, en su ciudad o en su entorno? Seguramente las cuestiones sociales más controversiales. ¿Vio cómo los dos hermanos y la hermana apoyaron lealmente al Príncipe de Paz? ¿Qué cuestiones los afectaban? Las subidas de impuestos, la injusticia descarada, el daño al medio ambiente… Todos estos asuntos parecen causas nobles en las que implicarse. “¡No pueden salirse con la suya! ¡No es justo! ¡Habría que hacer algo!”. ¿Le suena familiar? Seguro que no tenemos una espada como Pedro, pero a veces todos nos podemos sentir como él. Y, si nos descuidamos, las cuestiones que nos tocan de cerca pueden afectarnos y hacernos perder el equilibrio espiritual. ¿Qué puede ayudarnos cuando vemos cosas que no están bien? Recordemos lo que el Príncipe de Paz le dijo a Pedro en aquel momento tan intenso. Le dijo: “Guarda tu espada”. En otras palabras: “Esta no es tu lucha”. Entonces, ¿qué haremos? Algo mucho mejor que luchar: predicar. Cada vez que llevamos el mensaje del Reino, proclamamos nuestro apoyo al gobierno de Jesús. Pero no olvidemos que, si de verdad creemos en las buenas noticias del Reino, no haremos nada que nos impida anunciarlas con buena conciencia. Me gustaría subrayarlo: si de verdad creemos en las buenas noticias del Reino, no haremos nada que nos impida anunciarlas con buena conciencia. ¿Por qué? Veamos. Leamos las propias palabras de Pedro en 1 Pedro, capítulo 2, versículo 12. 1 Pedro, capítulo 2, versículo 12. Pedro nos ayuda a entender por qué debemos cuidar nuestra conducta. 1 Pedro 2:12: “Mantengan una conducta ejemplar entre las naciones para que, cuando los acusen de actuar mal, ellos sean testigos oculares de sus buenas obras y, como resultado, le den gloria a Dios el día que haga su inspección”. Pedro tuvo que aprender esto. ¿Vemos la relación? Nuestros actos y palabras influyen en lo que otros piensan de Dios. Cuando la gente nos ve, está viendo a un pueblo que adora a Jehová. Y, cuando la gente nos oye, está oyendo a un pueblo que adora a Jehová. ¿Cómo podríamos anunciar las buenas noticias del Reino de Dios con buena conciencia si empezáramos a tomar partido en cuestiones políticas? Puede pasar fácilmente. Puede pasarnos en el trabajo, en la escuela, con familiares, etc. Satanás pone sus trampas muy bien, solo tiene que esperar. Si tan solo logra que salgamos “espada en mano” a luchar contra todo lo que nos molesta o nos indigna o si solo logra que nuestro corazón “muerda la carnada” y que se alteren nuestras emociones, luego solo tiene que “recoger el anzuelo”. El nuevo mundo, nuestra esperanza de paz… todo pasaría a un segundo plano. No le demos esa oportunidad. Estemos resueltos a hacer lo que dice Tito 3, versículos 1 y 2. Leámoslo. Tito, capítulo 3, versículos 1 y 2. Aquí vemos este consejo bíblico: “Sigue recordándoles que se sometan y sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades, que estén dispuestos a hacer […] buenas obras, que no hablen mal de nadie, que no sean conflictivos, que sean razonables y que siempre sean apacibles con todos los hombres”. Sométanse y sean obedientes a los gobiernos y las autoridades. Miremos esto en detalle. En el día a día, ¿qué implica? Implica obedecer las leyes y pagar impuestos, nunca hablar mal de las autoridades superiores y resistirse a tomar partido en cuestiones políticas, ni siquiera en el corazón. ¿Recuerdan esa frase del video? “Yo no soy parte del mundo, pero ¿es el mundo parte de mí?”. Claro, cuando se trata de elegir entre la ley del César o la de Dios, ya sabemos qué hacer. Seguimos Hechos 5:29 y obedecemos a Dios como gobernante más bien que a los hombres, no hay duda. Al igual que Jesús le curó la oreja a Malco, un enemigo armado, queremos reaccionar de forma apacible cuando nos irriten la injusticia o la crueldad de este mundo. En conclusión, tenemos el grandísimo privilegio de honrar al Príncipe de Paz. Y cuánto nos tranquiliza saber que Jesús comprende nuestras emociones. Entiende cómo nos sentimos cuando vemos que se hacen cosas malas. Él sabe el dolor que nos produce, que deseamos arreglar las cosas. Pero recordemos la importante lección que les enseñó a sus apóstoles en Getsemaní: “Esta no es su lucha”. En realidad, Jehová, el Rey de la eternidad, y Jesús, el Príncipe de Paz, nos dicen: “Esta es nuestra lucha. Déjenla en nuestras manos”. Pronto la profecía de Isaías 9, versículos 6 y 7, se cumplirá por completo. Mientras tanto, sigamos predicando el Reino. No digamos ni hagamos nada que dé a entender que tomamos partido en cuestiones políticas. No salgamos “espada en mano” a luchar contra las injusticias y las causas de conflictos de este viejo mundo. Pedro lo intentó, pero no funcionó. Aquel día aprendió en el jardín una lección que nunca olvidaría. Que nunca la olvidemos nosotros. Ahora es el momento de apoyar de forma activa y leal al Príncipe de Paz siguiendo las palabras del apóstol en 2 Pedro 3:14. Hagan todo lo posible para que al final Jehová y el Príncipe de Paz los encuentren sin mancha, sin defectos y en paz.
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Mark Noumair: Apoyemos con lealtad al “Príncipe de Paz”
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Jesús nos enseñó que Satanás es “el padre de la mentira”. Sabemos que engañó a Eva, una mujer perfecta. Le mintió sobre nuestro amado Dios. Y bueno, muchos de ustedes saben lo que dice Apocalipsis 12. Les invito a buscarlo. Apocalipsis, capítulo 12. Y aquí, en los versículos 7 y 8, se menciona que “estalló una guerra en el cielo”. Fíjense en lo que ocurre cuando se echa al Diablo del cielo. Versículo 9: “Así que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, al que llaman Diablo y Satanás, que está engañando a toda la tierra habitada. Él fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. Y ¿saben? Lo leí así con una intención, porque el versículo 9 no dice hacia la mitad: “Satanás está intentando engañar a toda la tierra habitada”. No, “está engañando a toda la tierra habitada”. Es importante entender esto, por lo que dice el título de este discurso: no queremos dejarnos engañar por la paz de imitación, que viene del “gobernante de este mundo”. Él está aquí para engañarnos. Ahora vamos a buscar 2 Corintios, capítulo 11. Ahí se explica el método que usa el Diablo para engañarnos. Está bien conocerlo, porque nos sirve de advertencia. Además, hay un punto interesante en la revisión de la Traducción del Nuevo Mundo. Los que estaban en la verdad antes de que se revisara esta traducción seguro que recuerdan lo que decía. 2 Corintios 11:14: “Y no me sorprende, porque el propio Satanás se disfraza de ángel de luz”. Sin embargo, la Traducción del Nuevo Mundo, antes de que se hiciera la revisión, decía que se transforma en ángel de luz. Ahora bien, la idea de transformarse nos recuerda al proceso mediante el cual una oruga se convierte en una mariposa, la metamorfosis, que viene de una palabra griega. Pero esa palabra no estaba en el versículo 14. No, porque Satanás no puede transformarse en un “ángel de luz”, pero lo que sí hace es disfrazarse. Por eso esta traducción es mejor. Se hace pasar por quien no es. Y eso mismo es lo que hace con la paz. Su mundo dice que puede ofrecernos paz, pero en realidad es una paz de imitación. Sin embargo, la paz que ofrece Jesús es una paz auténtica. Busquen, por favor, Juan, capítulo 14. Aquí Jesús habla de la paz que él da. ¡Cuánto nos ayudan estos relatos! Versículo 27: “La paz les dejo; mi paz les doy. No se la doy como el mundo la da. Que no se les angustie ni acobarde el corazón”. Así que Jesús nos da su paz. Y esta paz que él nos da es la sensación de calma que sentimos cuando conocemos la verdad y al saber que tanto él como su Padre nos aman y están contentos con nosotros. Esto nos permite estar en paz con ellos y tener una buena conciencia. Y nos da la esperanza de ver cómo el Reino acabará con las guerras y la muerte. Ahora un punto importante: Satanás quiere que cambiemos la paz que Jesús nos da por la paz de imitación que su mundo promueve. En este discurso analizaremos tres tipos de paz de imitación y veremos por qué la paz que Jesús nos da es superior. El primer tipo tiene que ver con las cosas materiales. No nos darán auténtica paz. Y, para entender esto bien, busquemos Mateo, capítulo 4. Citaremos de este capítulo varias veces a lo largo del discurso. Nos ayudará a reconocer la paz de imitación. En este caso, la que ofrecen las cosas materiales. Jesús se negó a cambiar su paz por estas cosas. Mateo 4:1: “Entonces el espíritu dirigió a Jesús al desierto para que fuera tentado por el Diablo. Después de haber ayunado 40 días y 40 noches, Jesús tenía hambre. Y el Tentador se le acercó y le dijo: ‘Si eres hijo de Dios, diles a estas piedras que se conviertan en panes’. Pero él le respondió: ‘Está escrito: “No solo de pan debe vivir el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Jehová” ’ ”. ¿Verdad que es una buena respuesta? Jesús se negó a cambiar su paz por las cosas materiales —en este caso pan— aunque tenía hambre. Servir a Jehová era más importante para él que las cosas materiales. Y ya saben que la gente en este mundo piensa: “Bueno, tengo que ahorrar mucho dinero para la jubilación”. Están constantemente centrados en las cosas materiales, al contrario que Jesús. Él consideraba superior la paz de Jehová. Así que las cosas materiales que la gente persigue a lo largo de su vida solo dan una felicidad temporal. Pero nosotros somos felices de verdad porque es Jehová quien nos cuida. Y conocemos muchas historias que demuestran que esto es cierto. En el siguiente video, veremos lo que aprendió un hermano sobre la paz que ofrece el mundo en el que vivimos. Mi familia estaba muy bien en sentido espiritual. Teníamos nuestra adoración en familia, salíamos a predicar e íbamos juntos a las reuniones. En cierto momento empezamos a tener problemas económicos. Hubo días en los que no nos alcanzaba el dinero para comprar la comida. Mucha gente de nuestra zona se iba a Sudáfrica a trabajar para poder mantener a sus familias. Yo también decidí irme, y mi esposa se quedó cuidando a nuestros siete hijos. Esta decisión me afectó espiritualmente. Como no sabía el idioma, no podía predicar ni tampoco entendía lo que se decía en las reuniones, y no podía cumplir con mi responsabilidad de ayudar a mi familia espiritualmente estando tan lejos. Así que la fe de mi familia se debilitó. Los extrañaba mucho, y ellos a mí. Me di cuenta de que había cometido un error al irme a otro país. Me empezó a molestar la conciencia, me sentía muy mal por haberme ido. Y entonces me acordé del ejemplo de Baruc, que está en Jeremías 45:5. Baruc quería tener más cosas materiales, igual que yo, pero recibió ayuda y cambió de actitud. Así que puse a Jehová primero y dejé de centrarme en las cosas materiales. Empecé a hacer planes para volver a casa y ayudar a mi familia en sentido espiritual. Ya llevaba seis meses sin ver a mi familia, así que cuando llegué a la frontera de Malaui empecé a sentirme superfeliz, y ahora sigo sintiéndome igual de feliz. Estudiar la Biblia me ha ayudado muchísimo. Seguimos teniendo problemas económicos, pero sé que en el mundo de Satanás no hay un lugar en el que no haya problemas. Ahora soy anciano de la congregación, y mi familia está mucho más cerca de Jehová. Mi amistad con Jehová está más fuerte que nunca, por eso me siento muy feliz. Pues, el hermano aprendió la lección. Se fue a Sudáfrica, no iba a las reuniones, no salía a predicar. Pero un día se acordó de Baruc, el secretario de Jeremías, y decidió volver con su familia y poner en primer lugar el Reino. Agradecemos mucho su sinceridad. Está claro que las cosas materiales solo ofrecen paz de imitación. La siguiente idea es muy interesante. Así que presten mucha atención, porque puede que alguno necesite este consejo. El mundo de Satanás dice que a veces hay que ignorar, pasar por alto, las normas de la Biblia si quieres tener paz mental. En este discurso vamos a analizar dos ejemplos. Quizá hay quien piense que, si se casa con alguien que no es Testigo o se divorcia sin tener base bíblica, su vida será más fácil. Y empiezan a pensar: “Bueno, es que yo lo que quiero es casarme. Es verdad, no es Testigo, pero es una buena persona”. Es el corazón el que los está traicionando. Y de nuevo tenemos el ejemplo de nuestro Maestro, Jesús. Leeremos ahora Mateo 4:5-7: “Entonces el Diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: ‘Si eres hijo de Dios, arrójate abajo, porque está escrito: “Les dará a sus ángeles órdenes acerca de ti”, y “Te llevarán en sus manos para que no te golpees el pie con ninguna piedra” ’. Jesús le contestó: ‘Pero también está escrito: “No pongas a prueba a Jehová tu Dios” ’ ”. Ya ven, Jesús lo dejó muy claro. Él iba a obedecer a su Padre y ni se le pasaba por la cabeza la idea de poner a prueba a Dios con lo que el Diablo le proponía. ¿Lo ven? Obediencia. En dos ocasiones, y vamos a ver una tercera, Jesús dice: “Está escrito”. Se apega a las Escrituras, a la forma de pensar de Jehová, y se niega a desobedecerlo. Ahora les hago una pregunta: ¿Por qué es mejor la paz que Jesús nos da que intentar solucionar los problemas pasando por alto lo que dice la Biblia? Lo repito: ¿Por qué es la paz que Jesús nos da mejor que intentar solucionar los problemas pasando por alto la Biblia? Por ejemplo, casarse con quien no es Testigo. Quien hace eso, y de vez en cuando pasa, quizá llegue a tener un sufrimiento mayor que la soledad que sentía cuando estaba soltero. Esto es algo que yo he visto demasiadas veces en algunas de las congregaciones en las que he estado sirviendo. Hablemos del segundo ejemplo: el divorcio sin base bíblica. A menudo lleva a una conducta inmoral. Sin duda, a tener una mala conciencia. Provoca daños emocionales y se pierden los privilegios de servicio. Es muy importante tener esto presente. Bueno, es cierto que cuando dos personas imperfectas se casan van a tener problemas y van a enfrentarse a desafíos. Pero deben pararse y meditar en esto: cuando tengan problemas, no olviden que el matrimonio es una institución sagrada. El mundo lo ha olvidado por completo. Ahora bien, Jehová va a ayudarlos a ustedes a tener éxito. Recuerden que Jehová les dará fuerzas y los ayudará para que les vaya bien porque para él el matrimonio es sagrado. El Diablo no ha dejado de atacar a las familias a lo largo de estos últimos días, y cada vez sus ataques son más fuertes porque sabe que dentro de poco se le arrojará al abismo. En el siguiente video, fíjense en los resultados que produce perseguir la paz de imitación. Poco después de casarnos ya empezamos a tener muchísimos problemas. Antes de casarte piensas que todo va a ser maravilloso. Pero la realidad es muy diferente. Discutíamos todo el tiempo, y a veces ni nos hablábamos. No les pedimos ayuda a los ancianos. No queríamos molestarlos. Pensamos que podíamos solucionarlo nosotros solos. Decidimos vender la casa y separarnos. Separarnos no fue una buena idea, porque algunas cosas incluso empeoraron. La separación afectó mucho a nuestros hijos. Se hicieron rebeldes. Una vez hasta tuvieron problemas con la policía. Sentía mucha soledad porque antes tenía a mi esposo, y ahora no tenía a nadie a mi lado. Pero las tareas eran las mismas: tenía que limpiar, cocinar, lavar la ropa y trabajar. Me sentía muy mal. Me costaba mucho levantarme por las mañanas y enfrentarme a la vida. Y ahí fue cuando me di cuenta de que necesitaba hablar con los ancianos y pedirles ayuda. Le oraba a Jehová para que me guiara. Pero me preguntaba por qué no contestaba mis oraciones. Claro, ahora me doy cuenta de que era porque estábamos separados. La verdad es que al separarme no fui lo feliz que creí que iba a ser. Reflexioné en los votos del matrimonio. Y empecé a pensar en una hermana de la congregación. Cuando ella conoció la verdad, su esposo se opuso. Y él era muy muy violento. Le pegaba, le quemaba los libros, le quemaba la ropa. No le dejaba llevar a los niños a las reuniones. Mi situación con Darrel era muy diferente, y me dije: “Bueno, Darrel es una buena persona, él nunca me hizo nada así”. Y pensé: “Tenemos que solucionar esto. Tenemos que esforzarnos de verdad, esforzarnos por seguir los consejos de la Biblia y por poner a Jehová en primer lugar en nuestra vida, lograr que Jehová estuviera de nuevo contento con nuestro matrimonio”. Entendí que no se trataba de lo que yo quería, sino de lo que Jehová quería. Era la única manera, Jehová no nos iba a bendecir si no volvíamos a estar juntos. Y eso fue lo que hicimos, pero todavía teníamos mucho trabajo por delante. En este mundo, ningún matrimonio es perfecto, pero seguro que te irá mejor si pones a Jehová en primer lugar. Empezamos a disfrutar de estar juntos de nuevo, me sentía más cerca de Debbie. Ya llevamos casados 48 años. La separación no soluciona nada en absoluto. Con que solo haya un poquito de amor en un matrimonio, si los dos se esfuerzan, pueden hacer que ese amor crezca, y Jehová los bendecirá. No hemos dejado de recibir bendiciones. Nuestros hijos aman muchísimo a Jehová. “Prueben y vean que Jehová es bueno”. Eso es lo que tenemos que hacer. ¡Cuánto agradecemos que esta pareja haya decidido compartir con todos nosotros su experiencia! Él recapacitó, ya lo vieron. Estaban siempre discutiendo. No hacían otra cosa que discutir, discutir y discutir. Y claro, eso afectó a sus hijos. Así que decidieron separarse para estar en paz. “No quiero verla” o “No quiero tenerlo cerca”. Al final, el hermano se dio cuenta de que su amistad con Jehová se había dañado y decidió hablar con los ancianos. Vio que Jehová no escuchaba sus oraciones, fue muy honrado. Y nuestra querida hermana también fue muy sincera en la entrevista. Ella dijo que no se trata de lo que quiera uno, sino de lo que quiera Jehová. Cuando al final te das cuenta de eso, Jehová te ayuda para que logres tener paz en tu matrimonio. Siguiente punto. Leeremos dos versículos de los que nunca me canso de hablar. Me gusta leerlos, repasarlos y escuchar a otros hermanos hablar de ellos en los discursos. Predicen lo que sucederá dentro de poco. Busquen 1 Tesalonicenses, capítulo 5. Muchos estarán pensando: “Ah, sí, ya sé lo que va a leer”. Se trata de una profecía que aún no se ha cumplido. Es muy emocionante saber que dentro de muy poco ocurrirá todo esto. 1 Tesalonicenses 5:2, 3: “Porque ustedes saben muy bien que el día de Jehová vendrá exactamente como un ladrón en la noche. Cuando ellos estén diciendo ‘¡Paz y seguridad!’, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores de parto de una mujer embarazada, y de ninguna manera escaparán”. Cuando aquí dice “el día de Jehová”, se está refiriendo a la gran tribulación, que comienza con la destrucción de Babilonia la Grande y termina con el Armagedón. Eso es “el día de Jehová” en este contexto. Y lo que sucede antes de esto es la proclamación de paz y seguridad. ¿Participarán en ella los líderes religiosos? Son parte del sistema de Satanás, así que es probable. Tenemos que esperar para saberlo. ¿Será un anuncio o serán varios? No lo sabemos. Pero esto va a pasar. Y los que estén cerca de Jehová y tengan la paz que él y su Hijo dan no se dejarán engañar por esta proclamación de paz, una paz falsa, de imitación. Y si volvemos a Mateo, capítulo 4, veremos otra situación en la que Jesús se negó a cambiar su paz por la paz de imitación que le ofrecía el Diablo. Versículos 8 a 11. Aquí dice: “Luego el Diablo lo llevó a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Y le dijo: ‘Te daré todas estas cosas si te arrodillas y realizas ante mí un solo acto de adoración’. Jesús entonces le contestó [sin rodeos]: ‘¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él” ’. Entonces el Diablo lo dejó, y en eso vinieron unos ángeles y se pusieron a atender a Jesús”. Ya lo ven, por tercera vez: “Está escrito”. Jesús no quería saber nada de esa oferta de tener todos los reinos. Aquello era paz de imitación, toda esa gloria y poder. Y algo que siempre me ha parecido increíble es que alguien que conocía a Jesús desde antes de que viniera a la Tierra tuviera el atrevimiento de pedirle que se inclinara para adorarlo. Está claro, Satanás actúa como un loco. Jesús respondió de la misma manera cuando la gente trató de hacerlo rey aquí en la Tierra. No quería saber nada de eso. Ellos pensaban que él les traería la paz. Pero Jesús sabía que no puede haber paz si no es a la manera de Jehová. La paz que traerá el Reino de Dios es muy superior a la paz de imitación que puedan conseguir los humanos. Veamos por qué. Piensen en esto: Jesús acabará con el Diablo, Jesús acabará con los gobiernos humanos, Jesús acabará con el pecado. Así que no volverá a haber nada que pueda amenazar la paz. Yo agradezco mucho que vaya a acabar con todos los problemas. Y nos referimos a todas las cosas que causan dolor, no solo dolor físico, sino también dolor emocional. Es maravilloso pensar en el tiempo en el que podamos disfrutar de la paz que solo Jehová y Jesús pueden darnos. Y ahora, en el siguiente video, fíjense en por qué una hermana dejó de creer en las promesas de paz de este mundo. Mi padre siempre me enseñó que necesitamos a Dios para que haya paz. Y él siempre se preguntaba: “¿Puede un cristiano ir a la guerra?”. ¿No está eso en contra de lo que Jesús enseñó? Pero el pastor nunca pudo contestarnos esa pregunta. Así que pensé: “Voy a buscar la respuesta en la política”. En aquel tiempo se estaban formando movimientos por la paz, y me uní a uno de ellos. Decidíamos dónde haríamos las protestas, qué panfletos repartiríamos… Pero cuando acababa la protesta todo el mundo estaba muy emocionado, la gente se ponía a aplaudir y a aclamar a los líderes del movimiento. Pensé: “Esto no es lo que yo quiero. Yo no quiero dar gloria a los hombres. Yo quiero que haya paz en el mundo, y eso todavía no lo hemos conseguido”. Empecé a sentirme muy sola y muy insegura en este mundo. Y me preguntaba: “Si la paz no es posible, ¿qué sentido tiene la vida?”. Fui a visitar a unos amigos para tomar un café, y allí vi a un hombre que no conocía. Mis amigos me dijeron que quería hablar con nosotros de la Biblia. Así que le pregunté: “Perdone, ¿usted qué piensa? ¿Pueden los cristianos unirse al ejército?”. Y el hombre dijo: “No, eso no puede ser, porque la Biblia dice que hay que amar a los enemigos”. Eso me recordó a lo que mi padre siempre decía, que necesitamos a Dios para que haya paz. Entonces llamó a mi puerta un día una mujer muy amable, que llevaba un libro naranja en la mano. El libro decía: “Verdadera paz y seguridad”. Y después de leerlo pensé: “¡Aquí está! ¡Esta es! Esta es la organización que quiere paz de verdad”. Así que fui a hablar con mis compañeros del movimiento por la paz, y les dije que Dios iba a convertir la Tierra en un lugar maravilloso, donde habría verdadera paz. Todos se quedaron mirándome y pensaron que me había vuelto loca. Estaba tan feliz con mi nueva vida… Me sentía parte de una familia en la que las personas de verdad se cuidan unas a otras y están en paz. El texto de Isaías 14:7 me caló muy hondo, porque ahí Dios promete que la Tierra será un lugar pacífico y tranquilo. ¡Qué gran lección aprendió! Ella apoyaba la política y las protestas para lograr la paz mundial. Aunque sus intenciones eran buenas, se dio cuenta de que aquella paz era falsa. La verdadera paz y seguridad viene de Jehová. Bueno, pues después de haber explicado estos tres tipos diferentes de paz de imitación, quiero usar unos minutos para animarlos a que protejan la paz que Jesús les ha dado. En Juan, capítulo 14 —sé que se lo saben, pero quiero destacar algo en particular—, en el versículo 6: “Jesús le contestó: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí’ ”. Qué bonito, ¿verdad? Quiero centrarme en la idea de que Jesús es “la verdad”. Podemos confiar en todas sus promesas, porque él es “la verdad”. Él nos dará paz, bueno, ya lo hace, y en el futuro nos dará aún más paz. Nuestro Señor Jesús es “la verdad”. También les dio paz a los primeros cristianos. Las cosas por las que tuvieron que pasar fueron increíbles. Conocemos las experiencias de Pablo, de Pedro y de otros. Fueron perseguidos, pero aguantaron y no perdieron la alegría. ¡Impresionante! Y, si lo lograron, fue gracias a la paz que les dio Jesús. No lo olviden: Jesús también les dará a ustedes la paz que necesiten ahora para obedecer a Jehová y hacerle feliz. Hermanos, por favor, protejan la paz que Jesús les da, es un regalo que les hace. Satanás y su mundo nos prometen una paz que es de imitación. ¡No se dejen engañar! No, más bien, “que la paz del Cristo reine en sus corazones”. Y “demuestren su agradecimiento”. Mediante su hijo, Jehová nos bendecirá con paz para siempre.
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Anthony Morris: No se deje engañar por la paz de imitación
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Esta serie de discursos es sobre predicar “las buenas noticias de la paz”. ¿No es un honor ayudar a la gente a tener una relación pacífica con Jehová? Hablando sobre esta obra, en Efesios 6:15 Pablo dice algo interesante sobre nuestros pies. Él nos compara con soldados. Como bien sabía Pablo, los soldados romanos marchaban cientos de kilómetros por las calzadas que cruzaban el Imperio. Así que, en Efesios 6:15, dijo lo siguiente: “Teniendo los pies calzados y [¡listos!] listos para anunciar las buenas noticias de la paz”. Así es, todos tenemos que estar listos para predicar en cualquier momento. En esta serie veremos cinco cosas que nos ayudarán a estar listos para predicar y enseñar. Primero, hablaremos de cómo conservar el entusiasmo. A modo de comparación, digamos que el entusiasmo es como el fuego. Cuando alguien tiene mucho entusiasmo, a veces decimos que tiene un fuego por dentro. ¿Y cómo se manifiesta ese entusiasmo? Vean conmigo Romanos 1:14, 15. No nos vamos a encontrar aquí con la palabra entusiasmo, pero veremos que describe a quien lo siente, a quien tiene un fuego por dentro, al rojo vivo, que quema. ¿Ya lo tienen? Romanos 1:14, 15: “Tengo una deuda con griegos y con extranjeros, con sabios y con insensatos. Así que estoy deseando [¿Lo vieron? ¡Con entusiasmo, con fervor!] anunciarles las buenas noticias”. Como Pablo, quienes sienten entusiasmo por la predicación están al rojo vivo, quieren con todo el corazón que la gente conozca a Jehová. ¿Pero podría algo ir apagando ese fuego? ¿O existe la posibilidad de que se extinga por completo, de que perdamos el deseo de ayudar a la gente que, aun sin darse cuenta, anhela la paz? Sí. Es muy difícil mantener ese fuego en el corazón cuando nos enfrentamos a problemas como un territorio apático, la crítica, la persecución o la oposición de familiares, o las dificultades de la vida diaria. Esos problemas también se pueden comparar a un fuego, pero a un fuego que destruye, como los grandes incendios que ha habido últimamente en la parte oeste de Estados Unidos. Sí, tales problemas pueden ahogar nuestro entusiasmo por la predicación. Y ¿qué podemos hacer? Hay una expresión que suelen utilizar a menudo los bomberos. Y es esta: “El fuego se combate con fuego”. Para detener un incendio que se ha salido de control, a veces se enciende un fuego que se pueda controlar. Ese fuego controlado consume todo el material combustible que hay. Y, cuando llega allí el fuego descontrolado, no tiene nada que consumir, así que se apaga. El fuego se combate con fuego. Y el fuego del entusiasmo apaga el fuego de los problemas. Acompáñenme a 1 Timoteo 4:16. Si nos falta entusiasmo, si el entusiasmo se nos apaga, podríamos perder oportunidades de ayudar a otros a salvarse, a vivir en paz con Dios. Vean lo que dice 1 Timoteo 4:16: “Presta constante atención a tu conducta y a tu enseñanza. [Tenemos que prestar atención a cómo enseñamos, tenemos que enseñar con entusiasmo. Y dice:] No dejes de hacer estas cosas, pues así te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan”. Sí, hay que esforzarse por mantener el entusiasmo en la predicación. En el siguiente video, veremos a una pareja que se da cuenta de que la predicación ya no los entusiasma tanto. No es que el fuego se les haya apagado por completo, pero tienen que encontrar la manera de avivarlo para así estar listos para predicar. No sé en qué momento nuestro día de predicación se convirtió en algo tan rutinario. Ya no teníamos el mismo entusiasmo que antes. Y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo al respecto. Es cierto que hay personas que no quieren escuchar, pero no queríamos que fuera por culpa nuestra. No nos hizo falta investigar demasiado para encontrar buenas ideas, que nos ayudaron a ponernos algunas metas, como predicar con hermanos que nos animaran. Con Ryota y Ami siempre hablamos de lo que podemos hacer para llegar al corazón de la gente. Nos centramos en cosas sencillas: ser amables, escuchar, dejar que la conversación fluya de manera natural, tratar de leer un versículo animador… Y no nos rendimos. Nuestro entusiasmo puede hacer que personas sinceras se acerquen a la verdad. Según el video, ¿qué problemas, comparables a incendios, ahogaban el entusiasmo por la predicación de esta pareja? Pues de los cuatro que vimos antes, es posible que esta pareja haya perdido el entusiasmo porque, al parecer, predicaban en un territorio apático. Y, por la cara de cansado que tenía el esposo al principio, seguro que también tenían que combatir las dificultades de la vida. ¿Cómo se dieron cuenta de que tenían un problema, de que tenían que combatir fuego con fuego? ¿Recuerdan cuando se sentaron a conversar? El esposo pensaba que es verdad que hay personas que no quieren escuchar, pero dijo que no querían que fuera por culpa de ellos, es decir, por su forma de predicar. Así que decidieron combatir fuego con fuego. Encendieron un fuego controlado, su entusiasmo, para combatir los problemas que los estaban desanimando. ¿Qué cosas hicieron para lograrlo? Lo primero fue orar a Jehová. ¿Habrá incluido el hermano en su oración las palabras de Romanos 12:11? Sí. Bien pudiera haberle pedido a Jehová que su espíritu los llenara a ambos de fervor. ¿Recuerdan cuando dijo: “No sé en qué momento nuestro día de predicación se convirtió en algo tan rutinario”? Pidámosle a Jehová que nos “llene de fervor” para predicar con entusiasmo. Que la falta de interés de la gente del territorio no sea un reflejo de nuestra falta de entusiasmo. ¿Qué más notaron que hizo la pareja para avivar su entusiasmo? Consultaron las publicaciones para ver qué sugerencias útiles encontraban. Si estudiamos la Biblia con regularidad, tendremos presente por qué nos esforzamos en la obra de hacer discípulos. Pensemos en todo lo que aprendemos de la actitud de Jesús, del valor con el que predicaron los apóstoles a pesar de la persecución, del ejemplo de Pablo, de Áquila y Priscila, de Esteban y de otros siervos del pasado. Todos ellos pueden contagiarnos su entusiasmo. También, dele variedad a su ministerio. ¿Cómo puede hacerlo? Si ve que a la hora que suele salir a predicar nadie contesta el teléfono —que viene a ser lo mismo que salir a predicar de casa en casa y que nadie salga—, pues intente predicar a otra hora del día, cuando es más probable que haya alguien en casa. ¿O por qué no prueba otras formas de predicar? Y, curiosamente, la pandemia nos obligó a muchos que solo nos gustaba ir de puerta en puerta —y nada más— a variar, a predicar por teléfono, a escribir cartas… Haber aprendido a utilizar todos estos distintos métodos nos da más oportunidades de predicar y nos mantiene alegres. ¿Y notaron cuál fue el objetivo que se puso la pareja del video? Decidieron salir a predicar de vez en cuando con hermanos que los mantuvieran animados. Y, sea que estuvieran llamando a las personas por teléfono o predicando de casa en casa, siempre hablaban de lo que podían hacer para predicar mejor. Jehová valora nuestros esfuerzos en el ministerio sin importar cómo respondan las personas. Hebreos 6:10. Lo conocen bien, ¿verdad que sí? Allí no dice nada como: “Jehová no se olvida de cuántas revisitas hacen”. Tampoco dice: “Él no se olvida de cuántos cursos bíblicos dirigen”. No. Dice que él “no se olvida de las obras de ustedes ni del amor que demostraron por su nombre”. El entusiasmo que mostramos en el ministerio demuestra lo mucho que amamos a Jehová y a Jesús. Si, como el matrimonio del video, usted siente que los días que sale a predicar se están volviendo un poco rutinarios, ¡combata el fuego con fuego! Mantenga vivo ese entusiasmo y esté listo para “predicar las buenas noticias de la paz”. El hermano Robert Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Prepárese bien”.
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Kenneth Flodin: Esté listo para predicar “las buenas noticias de la paz”. No pierda el entusiasmo
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2022-07-18T14:39:21.905Z
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¿Cómo se sentirían si yo me presentara para dar este discurso, pero no hubiera hecho nada por saber qué decir y prepararme; si no tuviera ni idea de cuál es el tema, no hubiera estudiado el bosquejo, no supiera cuáles son los puntos principales y tuviera que estar adivinando qué textos voy a utilizar? Seguro que lo que diría no tendría mucho sentido y sería muy incómodo para todos. Yo estoy seguro de que, a mí, los nervios me matarían y de que ustedes pensarían que tal vez no me importan, al menos no lo suficiente para prepararme y ayudarlos a que se beneficien al máximo de esta información. ¿Ya saben adónde voy con esto? ¿Podría pasar lo mismo si salimos a predicar sin que tengamos la menor idea de qué es lo que vamos a decir, sin haber repasado las ideas para conversar que se nos dan, sin saber cómo vamos a empezar la conversación y sin saber qué texto vamos a leer? ¿No se sentiría nervioso? ¿Y qué cree que pensaría la persona? Seguro que sería una conversación corta, y también muy incómoda, ¿verdad? Y es muy probable que la persona no quiera que la vuelva a visitar después. Debemos tomarnos el tiempo para prepararnos bien antes de ir a predicar. ¿Por qué? Porque el mensaje que llevamos es el mejor de todos. ¡Llevamos las buenas noticias de la paz! Así que debemos esforzarnos por hacer que ese mensaje llame la atención de la gente. Jesús les ayudó a sus discípulos a prepararse para la predicación. En el capítulo 10 de Lucas, vemos que, antes de que enviara a 70 de sus discípulos a predicar, él les enseñó a saludar de forma amigable, les dijo sobre qué hablarían —el Reino de Dios— y también los ayudó a estar preparados para la forma en como respondería la gente del territorio. Y el resultado fue que, como estaban bien preparados, los discípulos tuvieron experiencias emocionantes. Cuando nos preparamos bien, nos sentimos más seguros, predicamos con entusiasmo y disfrutamos más. En el siguiente video, verá los buenos resultados de prepararse bien. Hicimos algunos cambios, pero teníamos que hacer más. Le pregunté a Yuri de qué había pensado hablar. Y, como siempre, empezamos a buscar algo rápido. Y lo encontramos: las ideas para conversar. Con eso basta. Pero, claro, para hacerlo bien tenía que acordarme del texto. Los dos estábamos un poquito despistados esa mañana. Sí, teníamos que prepararnos mejor. Estábamos confiando en nosotros mismos y no tanto en Jehová. Así que primero preparamos nuestro corazón. Y luego preparamos nuestra mente. Y descubrimos nuevas formas de usar las herramientas que tenemos. Con prepararnos un poquito para conversar con la gente y para hacer revisitas, nos fue mucho mejor. El esposo dijo: “Sí, teníamos que prepararnos mejor”. ¿Se ha sentido alguna vez así? Igual que la pareja del video, podemos, primero, preparar nuestro corazón y nuestra mente y después ver cómo podemos usar nuestras herramientas. Nuestra meta debe ser la misma que la del apóstol Pablo. En 1 Corintios 9:23, él escribió que quería hacer “todas las cosas por las buenas noticias, para compartirlas con otros”. Así que vamos a hablar de algunas cosas específicas que podemos hacer para prepararnos bien. Primero veremos lo que podemos decir durante la primera conversación, ya sea que la tengamos en persona o por teléfono. En cada Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, encontramos ideas para conversar que suelen ser muy útiles. Y, claro, podemos adaptar esas ideas o usar otras diferentes. Tal vez un tema que se haya usado en meses pasados o un texto bíblico diferente le guste más a la gente de su territorio. Lo primero que le decimos a la persona es de las cosas más importantes, así que pensemos bien en eso. Si no logramos captar el interés de la gente, lo más seguro es que nos cierren la puerta antes de que podamos citar el texto. Nos va a ir mucho mejor si nos esforzamos por preparar bien las primeras dos o tres frases que le diremos a la persona después de saludarla. Podríamos decir: “A muchas personas les preocupa…” o “¿Usted qué opina sobre tal cosa?” o algo parecido. Escoja un tema que le interese a la gente de su territorio y haga una pregunta bien pensada que invite a la persona a conversar con usted. Y ¿cómo nos podemos preparar para la revisita? Pues en la revisita se responde la pregunta que dejamos pendiente, así que debemos preparar bien esa primera conversación para saber qué preguntaremos. Este es el modelo que se nos da en la Guía de actividades para la primera conversación y para la revisita. Si hacemos una pregunta que ponga a pensar a la persona al final de cada visita, es más probable que podamos continuar con la conversación la próxima vez que vayamos. Se podría comparar con esto: imagínese un tren que lleva al frente una locomotora y detrás lleva vagones de carga, uno detrás del otro. ¿Qué es lo que les permite a todos esos vagones seguir avanzando unidos por las vías? En cada extremo de los vagones existe un mecanismo llamado acople. Este sirve para enganchar los vagones unos con otros. Gracias a ese mecanismo que los engancha, todos los vagones pueden avanzar unidos por las vías del tren. Bueno, la pregunta que le dejamos pendiente a la persona al final de la visita es a lo que nos podemos enganchar para comenzar la siguiente conversación. De esa manera podremos mantener el hilo de la conversación entre visita y visita. Por ejemplo, tal vez en la primera conversación usted puede hablar con la persona sobre por qué sufrimos. Y, al final de la conversación, puede preguntarle: “¿Qué siente Dios al vernos sufrir?”. Pero no le responda a la pregunta sino hasta la siguiente visita. Y, después de que le responda a esa pregunta en la primera revisita, hágale a la persona esta pregunta: “¿Qué hará Dios para acabar con el sufrimiento?” y contéstesela en la en la siguiente visita. También es importante que tengamos muy claro lo que queremos lograr en cada revisita. Sí, antes de visitar a la persona, piense bien en qué objetivo quiere alcanzar. Si dejó una pregunta pendiente, seguro que su objetivo será responder esa pregunta usando la Biblia. Y, claro, nuestro objetivo final es iniciar un curso bíblico con el folleto ¡Disfrute de la vida para siempre! Bueno, ¿y cómo podemos prepararnos para los cursos bíblicos que dirigimos? Aunque conozcamos muy bien la información, tenemos que prepararnos para cada sesión pensando en el estudiante. Eso implica pensar de antemano en sus necesidades y en las preguntas u objeciones que pueda tener. ¿Qué puntos podría costarle trabajo entender o aceptar? También implica familiarizarse con la lección que van a estudiar esa semana del curso interactivo. Estudie bien la lección, entienda por qué hay que leer los textos que se nos dice que leamos, vea los videos que tiene que mostrar durante la lección y repase los temas de la sección “Descubra algo más” para ver cuáles de ellos podrían ser especialmente útiles para su estudiante. Así estará bien preparado para dirigir la lección. Recuerde que es Dios quien hace crecer la semilla de la verdad en el corazón de una persona, así que debemos pedirle a Jehová que nos ayude a prepararnos bien para la lección. De esa manera, nuestro estudiante podrá conocerlo mejor. Y nos irá mejor en el ministerio si nos mantenemos al día con el contenido y la información de jw.org y de JW Library®. Así que aprenda a usar el sitio de internet y la aplicación. Dos secciones muy útiles en nuestro sitio son “Preguntas sobre la Biblia”, bajo la pestaña “Enseñanzas bíblicas”, y “Preguntas frecuentes”, bajo la pestaña “Sobre nosotros”. También las puede encontrar en la aplicación bajo “Catálogo de artículos”. En 1 Corintios 3:10, Pablo se describió a sí mismo como un maestro de obras experto. Lo dijo porque estaba trabajando en una obra de construcción espiritual: la obra de hacer discípulos. Nosotros participamos en la misma obra —también estamos construyendo—, pero para poder hacerlo bien debemos aprender a usar nuestras herramientas. Primero que nada, tenemos que aprender a usar bien nuestra herramienta principal, la Biblia. Y también debemos aprender a usar de la mejor manera nuestras publicaciones del kit de enseñanza. Cuando un constructor se prepara bien antes de empezar la obra puede evitar errores y fracasos. ¿Recuerdan lo que el hermano dijo al final del video? “Con prepararnos un poquito […], nos fue mucho mejor”. Y seguro que a usted también le irá mejor si se prepara para la predicación. Es como Pablo recomendó en 2 Timoteo 2:15. Por favor, sigan la lectura en su Biblia. 2 Timoteo 2:15. “Haz todo lo posible para presentarte ante Dios como alguien aprobado, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente”. Si hace esto, estará listo y muy bien preparado para la obra de hacer discípulos y será muy feliz al dar a conocer a otros las buenas noticias de la paz. El hermano Anthony Morris, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Tome la iniciativa”.
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Robert Ciranko: Esté listo para predicar “las buenas noticias de la paz”. Prepárese bien
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Todos los años tenemos muchas ganas de ver los videos de alta calidad que se preparan para la asamblea regional. Ya se está trabajando en los próximos videos y producciones audiovisuales. Todo el trabajo necesario para poder grabar la serie “Las buenas noticias según Jesús” va avanzando. Además, la construcción de nuestros nuevos estudios de grabación en Estados Unidos también va muy bien. Todo esto es posible gracias a las donaciones voluntarias. ¿Le gustaría apoyar la obra mundial de los testigos de Jehová? Una forma de hacerlo es contribuyendo económicamente. Si desea más información, visite donate.jw.org. Como vimos, Jehová nos promete que en el futuro disfrutaremos de felicidad y paz. ¿Cómo se logrará la paz universal? ¿Y qué significará para la humanidad? Prestemos mucha atención al hermano Geoffrey Jackson, miembro del Cuerpo Gobernante, que contestará estas preguntas en el último discurso de la asamblea, “La paz universal será una realidad”. ¿Qué es la paz verdadera? Hay muchas personas que viven en zonas en guerra. Para ellos, la paz sobre todo significa que no haya más conflictos, más peleas, que no haya más guerras. Y es cierto que para que haya paz no debe haber guerras. En muchos casos, los seres humanos han intentado lograr la paz solamente parando las guerras. Pero eso es como intentar curar una herida grave con una curita. Supongamos que alguien tiene una herida en la mano horrible, incluso podría ser cancerosa. Si simplemente tapa la herida con una curita, puede que la haya escondido y no se vea, pero eso no soluciona el problema, ¿verdad? Pues, la paz tampoco es solo la ausencia de guerras. Seguro que está de acuerdo en que, aunque viva en un país en el que no hay guerras, si está preocupado por la salud, por el bienestar, por la seguridad, si está enfermo o si está pasando hambre, no diría que tiene verdadera paz en su vida. ¡Claro que no! Según la Biblia, la palabra paz significa mucho más que la ausencia de guerras. Implica bienestar, salud y seguridad. Y en esta asamblea hemos visto todo lo que incluye la paz auténtica. Incluye estar en paz con nuestro Dios, Jehová. También, estar en paz con las personas que nos rodean. Y, además, incluye tener la paz interior que nos ayuda a estar tranquilos. Pero en este discurso final vamos a analizar un asunto más importante: la paz universal. ¿A qué nos referimos con paz universal? Cuando decimos “paz universal” nos referimos a la paz que lo abarca todo: el cielo, la Tierra y todos los aspectos de la vida. Es el tipo de paz que solo el Dios de la paz, Jehová, puede traer, y lo hará mediante el “Príncipe de Paz”, Jesucristo. Pronto, ellos darán pasos muy impactantes para restaurar la paz universal. Abramos la Biblia y busquemos juntos Romanos 16:20. Veremos lo que hará Dios para restaurar la paz universal. Romanos 16:20: “Por su parte, el Dios que da paz aplastará dentro de poco a Satanás bajo los pies de ustedes. Que la bondad inmerecida de nuestro Señor Jesús esté con ustedes”. Así es, para que pueda restaurarse la paz universal, Satanás, el Diablo, será aplastado. Y ahora en el discurso final, el último discurso de esta asamblea, contestaremos cuatro preguntas importantes. La primera es ¿cuándo se perdió la paz universal? La segunda, ¿quién restaurará la paz universal? Tercera, ¿cómo se restaurará? Y la última pregunta es ¿qué bendiciones nos esperan cuando por fin se haya conseguido esa paz? Pero, antes de contestar estas preguntas, repasemos juntos lo que vimos en esta asamblea. Seguro que están de acuerdo en que fue una asamblea preciosa, en la que se nos animó a todos a buscar la paz. ¿Qué puntos del programa de la asamblea le parecieron interesantes? Como mencionamos antes, hay tres aspectos de la paz que repasaremos. El primero, la paz con Jehová. El programa del viernes acabó con un discurso que hablaba sobre no dejarse engañar por la paz de imitación. ¡Y qué discurso público tan bonito tuvimos el domingo! Se titulaba “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. El segundo aspecto de la paz que analizamos es la paz con los demás. El primer día tuvimos una serie de discursos muy buena sobre la paz en la familia. ¿Qué cosas tenemos que hacer si queremos tener paz en la familia? Bueno, el amor y el respeto son importantes. También debemos mejorar la comunicación entre nosotros, adorar a Jehová juntos y trabajar en equipo. Y el sábado tuvimos otra serie de discursos muy interesante, sobre las cosas que destruyen la paz, las que pueden acabar con ella. ¿Recuerdan algunas? Presumir de lo que no debemos, la envidia, la falta de honradez, el chisme y la ira descontrolada. Y el tercer aspecto de la paz es la paz interior, la calma que sentimos a pesar de los problemas. El sábado escuchamos un discurso muy interesante que nos animó a proteger nuestro vínculo de la paz. Y el domingo hubo otra serie de discursos, en la que vimos ejemplos de personas que sembraron paz y cosecharon paz. Si le echan un vistazo al programa, seguro que recuerdan un montón de partes que les gustaron mucho. En todas las asambleas hay una parte muy importante. Es el bautismo. Si usted se bautizó en esta asamblea, le damos la bienvenida. ¡Bienvenido a nuestra hermandad mundial! Estamos seguros de que se está esforzando mucho por estar en paz con Dios. Y, llegados a este punto, veremos un video que hará un repaso de algunas de las lecciones que aprendimos con los videos de esta asamblea. Aquí lo tienen. Hola a todos… Aquí Brenda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. ¿Se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Es complicado, ¿verdad? ¿Recuerdan lo que estudiamos sobre la sulamita? ¿Quién tenía el control? Ella. Tú eres igual de fuerte. Si de verdad crees eso, verás cómo puedes con la presión. Si hago lo correcto, me sentiré en paz. “Soy una muralla”. ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! Piensa en lo que el carcelero le había hecho a Pablo, podría haberlo odiado por eso. Es verdad, pero supongo que se puso en el lugar del carcelero. Déjame leerte solo un texto. Okey, solo uno. Jehová nos ha enseñado a mostrar amor y nos ha dado paz. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels. ¿No crees que está presumiendo? ¿Seguro que el problema es Clara? ¿Lo puedes creer? La verdad, no he visto todo lo que puso. Si las dos están de acuerdo en que Clara está haciendo algo que no debe, habla con ella. Me preocupa lo que has estado poniendo en QuicPost. Y… ¿por qué? Los hermanos podrían pensar que presumes. Pero ¿quién pensaría eso? ¿Tú? Mira, no quería molestarte. Jake me dijo —que hablara contigo de esto. —¡Jake! Así que todo el mundo piensa que lo que hago no es apropiado. No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran. “El amor es paciente y bondadoso”. “No es celoso”. Lo siento, Clara. El cariño sincero evita que perdamos la paz. Y, cuanto más conocemos a nuestros hermanos, más cariño les tenemos. Siempre me llamó la atención lo bien que se llevaban los dos. Bueno, no siempre fue así. No. Lo que empezó con una discusión terminó siendo una guerra. ¡Tú! Tú eres el problema. Necesité mucha ayuda de Jehová para pasar la página y hacer las paces con Nick. Hubo un malentendido que se convirtió en un problema serio. Y yo no reaccioné de la mejor manera. Tuvimos que esforzarnos por mantener la paz. Todos los ancianos estuvimos de acuerdo —en que Phil dejara de ser anciano. —¡Porque tú los presionaste! Phil no sabía lo tensas que estaban las cosas entre Tim y yo. Me consoló mucho leer relatos de siervos de Jehová. Me ayudaron a darme cuenta de que estar en paz con mis hermanos era más importante que cualquier nombramiento. No fue fácil, pero hablamos. Y con la ayuda de Jehová hicimos las paces. Sin esa paz no habría podido superar lo que estaba por llegar. El momento en el que escuchas el veredicto y te dicen que vas a ir a la cárcel es como si te golpearan en la cabeza y te dejaran inconsciente. Y entonces las puertas se abrieron, y ahí estaban… Fue Jehová. Cuando estás a punto de quedarte sin aire, Jehová hace algo para darte ese oxígeno que necesitas. Los hermanos de Rusia… oro mucho por ellos porque están sufriendo mucho. Lo que aprendí de todo esto es que la paz no viene de afuera, no depende de lo que esté sucediendo. Aprendí que la paz está en el interior y que es Jehová quien te la da. ¡Qué lecciones tan valiosas aprendimos! Pero, hermanos, ahora vamos a centrarnos en ese asunto tan importante: la paz universal. ¿Recuerdan cuál era la primera pregunta? ¿Cuándo se perdió la paz universal? Antes de que la humanidad fuera creada, hubo paz en el universo durante muchísimo tiempo. Era como un precioso lago con aguas muy quietas, no se movían, no había ondas. Era como un espejo. Es decir, había una armonía perfecta entre Jehová y todos los ángeles. Pero de repente alguien tiró una piedra en medio de ese precioso lago, y la paz empezó a perderse. ¿Cuándo creen que pasó eso? Encontraremos la respuesta a esta pregunta si abrimos la Biblia, esta vez por 1 Juan 3:8. Tratemos de contestar la pregunta ¿cuándo empezó el problema? Ahí dice: “El que practica el pecado proviene del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue manifestado con este propósito: para deshacer las obras del Diablo”. ¿Encontraron la respuesta a la pregunta? “Porque el Diablo ha estado pecando desde el principio” o, como dice la nota, “desde que comenzó”. ¿Se refiere esto al momento en el que el Diablo fue creado? No. Él no era el Diablo en ese momento, era un ángel perfecto. Entonces, ¿en qué momento empezó a perderse la paz universal? ¿Cuándo fue que las ondas empezaron a propagarse por las aguas? Bueno, quizá recuerden que no fue en el momento en el que él engañó a Eva. Esto es como cuando una mujer da a luz. Sabemos lo que dice la Biblia sobre esto. La vida del bebé no comienza cuando nace, comienza mucho antes. De modo parecido, la paz universal empezó a perderse en primer lugar en el cielo, cuando el ángel que acabó convirtiéndose en Satanás empezó a codiciar la adoración que solo le pertenece a Jehová. Al hacer eso, él mismo se alejó de Dios y dejó de estar en armonía con Jehová. Más tarde, manifestó aquel pecado con lo que hizo en el jardín de Edén. Fue allí donde dio el siguiente paso: empezó a perturbar la paz de Adán y Eva. Y ellos al final perdieron la paz con Dios. Pero parémonos un momento a pensar en esto. Lo que sucedió en el jardín de Edén no solo provocó que ellos perdieran esa paz. Surgieron cuestiones muy importantes allí. Pensemos en lo que le dijo Satanás a Eva, le hizo una pregunta que no tenía ningún sentido: “¿De veras les dijo Dios que no pueden comer de todos los árboles del jardín, están todos prohibidos?”. Él sabía que eso no era cierto, pero con esa pregunta estaba cuestionando las intenciones de Jehová, estaba insinuando que Jehová no era tan generoso, que era tacaño, que quizás no les estaba dando a Adán y a Eva algo que debían tener. Luego Satanás fue aún más allá. Le dijo: “De ningún modo morirán”. Con eso en realidad estaba diciendo: “Jehová es un mentiroso”. ¡Qué acusación tan horrible! Lamentablemente, Eva no defendió a Jehová. Lo lógico hubiera sido que le dijera a Satanás: “¡¿Quién eres tú? Yo no te conozco. ¿Por qué debería creerte?! Yo sé muy bien cómo es mi Padre, Jehová”. Pero no, se puso de parte del Diablo. ¿Cómo reaccionaría Jehová? Bueno, imagínese por un momento que otra persona lo acusa a usted delante de todo el mundo de ser un mentiroso y se pone a hablar muy mal de usted. ¿Qué haría? ¿Le daría un puño en la cara? No estaría bien hacer eso, ¿verdad? Y, además, tampoco probaría que las acusaciones son falsas. Es decir, ¿tenía razón la otra persona o no? ¿Qué haría usted para solucionar esto? Quizá podría acudir a los tribunales. Y allí, en la corte, la persona puede presentar las pruebas que tenga que demuestren que usted es un mentiroso. Por otro lado, usted puede buscar testigos que demuestren que usted no es un mentiroso, sino que dice la verdad. Y al final el tribunal decidirá quién tiene la razón y quién no. De manera parecida, con estas cuestiones que surgieron en el jardín de Edén, se abrió un caso judicial simbólico. ¿Qué fue lo que hizo Jehová? Fue muy sabio, y dejó que pasara tiempo para que se resolviera el asunto. Permitió que Satanás tuviera la oportunidad de gobernar a la humanidad y de hacer las cosas a su manera. Pero al mismo tiempo, por amor, les dio una esperanza a los futuros descendientes de Adán y Eva. Sabemos que Génesis 3:15 dice que una “descendencia”, o un Hijo, vendría en el futuro y que más tarde repararía todo el daño que Satanás hizo al principio. Y además liberaría a los humanos del pecado y la muerte. ¿Qué ha estado haciendo Satanás desde que se le dio la oportunidad de gobernar? Sigue obsesionado con que lo adoren, quiere que la gente se incline ante él y lo considere su dios. También sigue usando la mentira y el engaño para cegar la mente de las personas. Además, está lleno de furia, especialmente ahora, en nuestros días, porque sabe que le queda poco tiempo. Así que influye en las personas para que odien a cualquiera que se ponga del lado de Jehová. Pero ahora pensemos en una pregunta interesante. ¿Es posible estar en paz con Dios hasta cierto grado aunque vivamos en un mundo gobernado por Satanás, el Diablo? Estamos pasando por tantas cosas difíciles en la vida, puede ser oposición, enfermedades, problemas económicos, desastres… ¿Es posible tener cierto grado de paz? La respuesta la encontramos de nuevo en la Biblia. Esta vez busquen conmigo 2 Corintios 1. 2 Corintios 1:3, 4. Fíjense en esta bonita promesa: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras pruebas para que nosotros podamos consolar con el consuelo que recibimos de Dios a los que están sufriendo cualquier clase de prueba”. ¡Qué texto tan bonito!, ¿verdad? ¿Qué nos enseña? Está claro que Jehová sabe por todo lo que estamos pasando. Él siente nuestro dolor y quiere ayudarnos. Aquí dice que él es “el Padre de tiernas misericordias”. Pero nosotros también sabemos que Jehová no va a solucionar todos nuestros problemas ahora, ¿por qué? Porque este es el tiempo que le queda a Satanás para gobernar el mundo y demostrar si tiene razón. Y sabemos que los problemas que hay en el mundo son culpa del Diablo. Así que ahora no esperamos que Jehová intervenga y se ponga a solucionar los problemas. Eso sería como ayudar a Satanás. Pero llegará el momento en el que Satanás será eliminado y se acabarán los problemas. Podemos comparar el papel de Jehová al de un padre que tiene un hijo que está corriendo en una maratón. Está viendo a su hijo correr en la carrera y se da cuenta de que empieza a cansarse. Y quizás ve que otros están saltándose las reglas de la carrera. ¿Debería el padre saltar a la pista para ocupar el lugar de su hijo o para ayudarlo a seguir corriendo? No, las reglas no lo permiten. Pero lo que el padre sí puede hacer es seguir animando a su hijo: “¡Sigue corriendo! ¡Vamos, tú puedes!”. Jehová hace algo parecido, como vimos en el texto que leímos. Ahí dice que Jehová nos consuela, nos anima. Y ¿cómo lo hace? Nos da paz por medio de su Palabra, la Biblia, de su espíritu santo y de la cariñosa hermandad que tenemos. Llegados a este punto, vamos a ver un video que destaca cómo Jehová nos ayuda cuando pasamos por pruebas. Estamos viviendo en tiempos críticos y difíciles de soportar. Muchas personas han perdido la esperanza, y los siervos de Jehová también tenemos problemas. Puede que perdamos nuestro hogar, nuestra salud y a nuestros seres queridos. Puede que pasemos por situaciones traumáticas o que nos metan en la cárcel por nuestra fe. Nuestros problemas se parecen a los de Job, un siervo fiel de Jehová que estuvo tan hundido en la tristeza que llegó a decir: “¿Por qué no morí al nacer?”. Quizás nos hemos sentido así alguna vez, pero no debemos perder la esperanza. ¿Por qué? Porque Jehová siempre nos ayuda cuando pasamos por pruebas. Recibimos su ayuda de tres maneras: en sentido material, emocional y espiritual. Aunque de momento Jehová no nos quite todos los problemas, sabemos que con su ayuda podremos aguantarlos y que desaparecerán cuando llegue “la vida que realmente es vida”. Salmo 34:17, 18 dice: Vemos que, aunque ahora no haya paz universal, podemos disfrutar de paz con Dios. Ahora hablemos de la segunda pregunta. ¿Recuerdan la pregunta? ¿Quién restaurará la paz universal? Bueno, ya vimos la respuesta cuando hablamos de Génesis 3:15, la primera profecía de la Biblia. Menciona a la “descendencia”, o el Hijo, y ese es Jesucristo, el Príncipe de Paz. Él es la clave para que se restaure la paz en el universo. Muy pronto él va a tomar medidas contundentes para acabar con este mundo. Y después dará pasos progresivos para conseguir la paz universal. Pero ¿por qué estamos tan seguros de que Jesús actuará pronto? La respuesta es sencilla: por todo lo que está sucediendo en el mundo en la actualidad. Están pasando muchísimas cosas a nuestro alrededor que demuestran que Jesús actuará muy pronto a nuestro favor. ¿Por qué decimos eso? Bueno, leamos juntos la famosa profecía que se encuentra en Mateo 24:3. Recuerden que en esta ocasión los apóstoles de Jesús le hicieron una pregunta muy importante. Se trata de la segunda parte del versículo 3. Le dijeron a Jesús: “Dinos, ¿cuándo pasarán esas cosas, y qué señal habrá de tu presencia y de la conclusión del sistema?”. Seguro que recordarán que a continuación Jesús hizo una lista de muchos acontecimientos que tendrían lugar durante los últimos días. Mencionó guerras, terremotos, también hambre y todo tipo de epidemias. Todo esto se está cumpliendo ahora, delante de nuestros ojos. Y, además de todo eso, Mateo 24:14 dice que se predicarían las “buenas noticias del Reino”. Pero puede que haya personas que tengan algunas dudas y digan: “Bueno, siempre ha habido guerras a lo largo de la historia. También ha habido terremotos en otras épocas, no solo en los últimos días, y gente pasando hambre”. ¿Por qué podemos estar tan seguros de que esto se cumple ahora, de que muy pronto Jesucristo hará lo necesario para acabar con la maldad? Bueno, pongamos un ejemplo. La mayoría de nosotros usamos computadoras. Cuando va a usar su computadora, ¿qué es lo primero que tiene que hacer después de encenderla? Normalmente, tiene que escribir una contraseña. Y tiene que ser la correcta. Debe poner cada letra y cada número en su lugar. De lo contrario, no podrá empezar a usar su computadora. En la actualidad, para muchas personas es importante tener contraseñas seguras. Supongamos que usted tiene una contraseña con 24 letras y números diferentes. Es una contraseña muy segura. Sería prácticamente imposible que alguien, poniendo números y letras al azar, adivine cuál es su contraseña y entre en su computadora. ¿Y esto qué tiene que ver con la señal que dio Jesús? Si volvemos a Mateo 24:3, verán que la pregunta no fue “¿Qué señales habrá?”, sino “¿Qué señal?”. Como una contraseña, una señal. Pero esa señal está compuesta por diferentes elementos. De hecho, tiene al menos 24 elementos distintos. Así que, aunque es cierto que siempre ha habido guerras, este es el momento en el que todos esos elementos se están dando al mismo tiempo. Podríamos decir que tenemos la contraseña completa de la profecía bíblica. Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor o poner las noticias para darnos cuenta de que se está cumpliendo lo que Jesús dijo. No hay duda, el fin está cerca. Por poner otra comparación, es como un rompecabezas. Cuando uno tiene ahí las piezas encima de la mesa y empieza a colocarlas poco a poco, al final cada una está en su sitio y se ve la imagen completa. Y es exactamente así como deberíamos ver la profecía que dio Jesús. Pronto, muy pronto, Jesucristo va a tomar medidas. Pero puede que a veces pensemos: “Sí, pero si eso ya lo sabemos hace tiempo”. Y es verdad, ya han pasado muchos años. Pero eso no quiere decir que no estemos viviendo en los últimos días. Vamos a poner otro ejemplo. Casi todos hemos ido al aeropuerto a buscar a un amigo que viene de otro país o de otra parte del país. En la mayoría de los aeropuertos, por razones de seguridad, no te dejan ir a la pista y quedarte allí hasta que el avión aterrice. ¿Qué es lo que se hace? Cuando llegas al aeropuerto, entras en un lugar donde hay más personas y lo que ves son los monitores en la pared. ¿Qué información dan los monitores? Pues, te dicen que el avión ya salió. Más tarde puede que indiquen la hora de llegada. Luego dicen: “El avión aterrizó”. Y después: “Se dirige a su puerta”. Y, por último: “En la puerta”. Y ahora uno empieza a emocionarse, ¿verdad? Aunque uno no haya visto el avión y no haya visto a su amigo todavía, por la información que ha ido recibiendo en los monitores sabe que lo verá pronto. Y de repente se abren las puertas y empiezan a salir los pasajeros, y ahora uno está superemocionado porque por fin va a poder ver a su amigo. Pues, algo parecido nos pasa con los últimos días. Han estado sucediendo muchas cosas que no podemos ver, pero sí tenemos indicaciones de que han sucedido. Y sabemos que muy pronto Jesús, los ángeles y los 144.000 acabarán con este sistema malvado y después darán más pasos para restaurar la paz universal. ¡Qué esperanza tan bonita! Pues, esto nos lleva a la tercera pregunta. ¿Cómo se restaurará la paz universal? ¿Qué tendrá que hacer Jesús? Podríamos decir que tendrá que hacer básicamente dos cosas. La primera, quitar de en medio a Satanás y a los enemigos de la paz. Y, en segundo lugar, deshacer todo el daño que Satanás ha causado. No basta con una solución como la de la curita, o sea, ocultar una herida grave poniéndole encima una curita. Por eso, Jesús no solo tiene que eliminar a todos los enemigos de la paz, también tiene que hacer lo necesario para sanar a la humanidad y sanar la Tierra. De esa manera podrá reparar todo el daño que Satanás ha causado. Pensemos un momento en esto que tiene que hacer Jesús. Lo primero que tiene que hacer es eliminar a los enemigos de la paz. ¿Qué pasos tiene que dar para lograrlo? Recuerden, se trata de una acción progresiva. Si abren sus biblias y buscan el libro de Apocalipsis, verán que se trata de un proceso, de una serie de pasos. Algunos Jesús ya los dio, y otros los tiene que dar para poder eliminar a todos los enemigos de la paz. Busquen conmigo, por favor, Apocalipsis 12, y vamos a leer el versículo 9. Apocalipsis 12. Estoy seguro de que recuerdan que en este capítulo se habla del tiempo en el que Jesús comenzó a gobernar, cuando el Reino fue establecido en el cielo. Ocurrió en 1914. En el versículo 9 se menciona lo que sucedió muy poco después de eso. Vamos a leerlo: “Así que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, al que llaman Diablo y Satanás, que está engañando a toda la tierra habitada. Él fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. ¿Se fijaron en la palabra que se repite varias veces? Arrojado. ¿Lo vieron? Jesús no fue a decirle a Satanás: “Oye, mira, ¿no te importaría mudarte a la Tierra? Pero cuando tú quieras”. No, fue arrojado. Y eso nos da muchísima seguridad, porque sabemos que Jesús tuvo el poder para echar a Satanás del cielo. Y eso nos da una idea de lo que sucederá en el futuro en la Tierra. Claro, como Satanás y sus demonios están viviendo en la Tierra en la actualidad, están causando muchos problemas. ¿Cuál es el siguiente paso que tendrá que dar Jesús para eliminar a todos los enemigos de la paz? Busquemos otro capítulo en este mismo libro, Apocalipsis 19. Apocalipsis 19:19-21. Pero antes‏ de leerlo me gustaría mencionarles que aquí se habla de organizaciones políticas, de reyes y de quienes se oponen a Jehová y a Jesús. De manera simbólica se les describe como bestias. Se habla de organizaciones que son enemigas de la paz. Veamos lo que les pasa: “Y vi a la bestia salvaje, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, todos reunidos para guerrear contra el jinete de aquel caballo y contra su ejército [el jinete es Jesucristo]. Y la bestia salvaje fue atrapada, y junto con ella el falso profeta que realizó delante de ella las señales con las que engañó a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que adoran a la imagen de ella. Mientras todavía estaban vivos, los dos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre”. Entonces, ¿qué ocurrirá con las organizaciones políticas que se oponen a Jehová y a Jesús? Se vuelve a usar la palabra arrojados, al lago de fuego. ¿Y qué pasará con el resto de los humanos que se oponen al gobierno de Jesús? Leamos el versículo 21. Allí dice: “Pero al resto se le dio muerte con la espada larga que salía de la boca del jinete de aquel caballo. Y todas las aves se saciaron con la carne de ellos”. Lo que acabamos de leer es muy interesante, ¿verdad? Nos ayuda a comprender que todos los que se oponen a Jesús serán eliminados en la batalla de Armagedón. Este es otro paso necesario para que haya paz universal. Primero, Satanás es arrojado del cielo. Y, segundo, en Armagedón, todos los humanos que se rebelan contra Jesús y rechazan su gobierno son eliminados por completo. Pero tiene que pasar algo más. Vayamos al capítulo 20 de Apocalipsis. Apocalipsis 20:1-3: “Vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Atrapó al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por 1.000 años. Y [otra vez la palabra] lo arrojó al abismo, donde lo encerró, y selló la entrada para que no volviera a engañar a las naciones hasta que se terminaran los 1.000 años. Después de eso tiene que ser liberado por un poco de tiempo”. ¿A qué conclusión llegamos con esta descripción? Que, como ya dijimos, de una manera progresiva, Jesús dará los pasos necesarios para acabar con los enemigos de la paz. Satanás y sus demonios son arrojados a la Tierra. En la batalla de Armagedón se elimina a todos los rebeldes. Y entonces se encierra a Satanás y a sus demonios durante 1.000 años en una prisión simbólica, en el abismo. Esto es lo primero que tiene que hacer Jesús: deshacerse de los enemigos de la paz. En ese momento, comenzará el Reinado de Mil Años del que habla la Biblia, en el que Cristo y los 144.000 gobernarán la Tierra. ¿Y qué va a pasar durante el Reinado de Mil Años? Recuerden, es una solución definitiva, no como la de la curita. Jesús sanará a la humanidad y sanará la Tierra. Fíjense en cómo se explica esto en un texto que ya leímos antes. Busquémoslo de nuevo, 1 Juan 3:8. Recuerden que en la primera parte del versículo es donde se explica que la paz universal se perdió desde el principio, cuando el ángel que acabo siendo el Diablo empezó a pecar. Pero fijémonos ahora en lo que dice la segunda parte del versículo: “El Hijo de Dios fue manifestado con este propósito [¿para qué?]: para deshacer [o “destruir”] las obras del Diablo”. ¿Verdad que es una idea maravillosa? Jesús no solo acabará con los enemigos de la paz, sino que deshará “las obras del Diablo”, todo el daño que ha hecho durante los miles de años que lleva gobernando la Tierra. Eliminará toda la maldad, todo el sufrimiento, la muerte… Él acabará con todo eso. Y poco a poco la humanidad se curará. Ahora bien, Jesús empezó a deshacer las obras del Diablo cuando entregó su vida como rescate. Así que incluso ahora podemos disfrutar de cierta medida de paz con Jehová y con los demás. Gracias al sacrificio de rescate podemos pedirle a Jehová que nos perdone. Pero, durante el Reinado de Mil Años, Jesús logrará todavía más cosas. Ahora veamos tres de ellas. Reparará todo el daño, todo el daño que han causado las enfermedades, las guerras, el hambre… Todos estos grandes problemas desaparecerán. Además, acabará con la muerte al resucitar a los que hayan perdido la vida. También eliminará el pecado, y así ayudará a la humanidad a alcanzar la perfección. ¡Qué ganas tenemos de verlo! ¡Todo lo malo será cosa del pasado! Y luego, al final de los 1.000 años, ¿en qué condiciones estará la Tierra? Será un paraíso. Será exactamente como Jehová quería que fuera desde el principio. Cristo, como gobernante del Reino de Dios, habrá destruido por completo las obras del Diablo. ¿Será entonces cuando se restaure la paz universal? No, todavía no. ¿Por qué no? Tiene que pasar algo más. Vamos a leer de nuevo un texto. Es el de Romanos 16. Recuerden que lo leímos al principio. Y aquí veremos una relación interesante entre dos cosas diferentes. Romanos 16:20: “Por su parte, el Dios que da paz [¿qué hará?] aplastará dentro de poco a Satanás bajo los pies de ustedes”. ¿Vemos la conexión que hay? La paz universal está relacionada con aplastar a Satanás, el Diablo. La paz universal solo se habrá conseguido una vez que Satanás haya sido destruido. Ahora bien, ¿qué cosas pasarán antes de la destrucción de Satanás? Bueno, pues, como leímos antes en Apocalipsis, a Satanás se le permitirá salir del abismo, aquella prisión simbólica, y entonces tendrá la oportunidad de engañar a las personas que vivan en la Tierra en ese momento. Los que se unan a Satanás serán destruidos para siempre. Y el propio Satanás será destruido. Pero ¿qué les sucederá a las personas perfectas que sean leales a Jehová? Pues vamos a ver lo que dice la Biblia en el libro de Romanos, Romanos 8:21: “La creación misma también será liberada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. ¿Qué significa eso? Eso significa que en ese momento todo el mundo será parte de la familia universal de Jehová. Todos los seres inteligentes del cielo y de la Tierra formarán una familia unida que le dará adoración pura al único Dios verdadero. ¡Eso será impresionante! ¿Qué otras bendiciones recibirá la humanidad mientras se va restaurando la paz universal? Durante el Reinado de Mil Años de Cristo habrá bendiciones extraordinarias. Los que sean obedientes a Jehová y a Jesús vivirán las cosas que se describen en el libro de Salmos, en el Salmo 72. Vamos a leerlo juntos. Salmo 72. En este salmo podemos leer algunas profecías muy interesantes sobre el Reinado de Mil Años. Verán que arriba dice: “Acerca de Salomón”. Y, aunque es verdad que a pequeña escala esto se cumplió en el tiempo de Salomón, según la Biblia, Jesús es el Salomón Mayor, así que esto tiene un cumplimiento profético durante el Reinado de Mil Años. Veamos lo que dice sobre la paz. Desde el versículo 1, y llegamos hasta el 4: “Oh, Dios, concédele al rey tus decisiones judiciales, otórgale tu justicia al hijo del rey. Que defienda con rectitud la causa de tu pueblo y, con justicia, la de tus humildes. Que las montañas le traigan paz al pueblo, y las colinas, justicia. Que él defienda a los humildes del pueblo, que salve a los hijos del pobre, que aplaste al explotador”. ¡Qué preciosa descripción de lo que pasará durante los 1.000 años! Bajo el gobierno de Satanás había personas pobres, oprimidas, desfavorecidas… pero ahora su vida cambia por completo bajo el gobierno justo de Jesucristo. Vamos a leer un poco más abajo, los versículos 12 a 14. Aquí se nos explican más cosas que logra Jesús. El versículo 12 comienza diciendo: “Porque él rescatará al pobre que grita por ayuda, también al humilde y a todo el que no tiene quien lo ayude. Tendrá compasión del humilde y del pobre, y a los pobres les salvará la vida. Los rescatará de la opresión y de la violencia [y fíjense qué interesante lo que dice ahora], y la sangre de ellos será muy valiosa a sus ojos”. ¿Qué quiere decir esto? “La sangre de ellos será muy valiosa a sus ojos”. Normalmente, en la Biblia la palabra sangre está relacionada con la vida. Así que dice que la vida de cada persona es valiosa para Jesucristo. ¡Qué bonita descripción de lo que pasará durante el Reinado de Mil Años! Volvamos atrás ahora, al versículo 5. Veremos que, en esta parte del salmo, se describe lo extendida que estará la paz en ese momento. Aquí se usa un lenguaje poético. Desde el versículo 5. Dice: “Ellos te temerán mientras haya sol [y sabemos que el Sol va a estar siempre ahí, así que lo temerán siempre], mientras exista la luna, generación tras generación. Él será como la lluvia que cae sobre la hierba cortada, como los aguaceros que riegan la tierra. En sus días el justo florecerá, y habrá paz en abundancia hasta que la luna ya no exista. Él gobernará de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra”. ¡Qué forma tan bonita de explicar que la paz reinará en todas partes durante el Reinado de Mil Años, con Jesús en el trono! Pero los 1.000 años terminarán, ¿qué podemos esperar que suceda después? Seguro que les va a gustar mucho analizar una parte muy especial de la Biblia, 1 Corintios 15. Por favor, búsquenlo conmigo. Vamos a leerlo juntos y luego iremos viendo lo que pasará después de que terminen los 1.000 años. La parte de la Biblia que leeremos es 1 Corintios 15:24-28. Veamos lo que dice a partir del 24: “Luego, el fin, cuando él le entregue el Reino a su Dios y Padre, cuando haya destruido todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo, la muerte, será destruido. Porque Dios ‘sometió todas las cosas bajo sus pies’. Pero, cuando él dice que todas las cosas han sido sometidas, es evidente que esto no incluye a aquel que sometió a él todas las cosas. Y, cuando todas las cosas hayan sido sometidas a él, entonces el Hijo mismo también se someterá a aquel que sometió todas las cosas a él, para que Dios sea todas las cosas para todos”. ¿Qué es lo que nos dicen estos versículos sobre el fin de los 1.000 años? Veamos de nuevo el versículo 24. Comienza diciendo: “Luego, el fin”. Este “fin” no se refiere al Armagedón, es el final del Reinado Milenario. Cuando lleguemos al final de este periodo, ¿qué otras cosas también habrán terminado? Ya no será necesario el reinado de Jesucristo. También será el fin del pecado, lo que significa que la humanidad ya no necesitará un rescate, un mediador, un sacerdocio… Y, en el versículo 26, fijémonos bien… “El último enemigo, la muerte, será destruido”. Así que las tumbas estarán vacías. Los que hayan muerto por culpa del pecado de Adán habrán resucitado. Toda la humanidad será perfecta al haber desaparecido el pecado que heredamos de Adán. Y, en ese momento, algo muy muy especial va a suceder, ¿qué es? Bueno, volvamos al comienzo de este discurso, cuando hablamos de los problemas que surgieron en el jardín de Edén. Recordemos que Satanás, el Diablo, hizo algunas acusaciones, y esto dio lugar a un caso judicial simbólico que está relacionado con la santificación del nombre de Jehová. Satanás dio a entender que Jehová es un mentiroso, que no gobierna a la humanidad por amor. Y más tarde incluso cuestionó los motivos de los que sirven a Jehová. Esta cuestión, la santificación del nombre de Jehová, continúa hasta nuestros días. Y una y otra vez el nombre de Dios se ha santificado, su reputación se ha vindicado. Sabemos que Dios es amor, al contrario de Satanás, que es un ser horrible. Se ha demostrado que Jehová, nuestro Padre celestial, nos quiere mucho. Entonces, al final de los 1.000 años, podríamos decir que se da por terminado el caso judicial universal. La cuestión se soluciona y se da un veredicto. ¿De qué manera? Bueno, Jesús ya terminó de gobernar a la humanidad durante 1.000 años, junto a los 144.000. La Tierra es un paraíso, los humanos ya no pecan, son perfectos. Los problemas se resolvieron… Y, llegados a este momento, ¿qué hace Jesús? ¿Sigue el ejemplo de Satanás y dice: “Bueno, creo que hicimos un muy buen trabajo durante estos 1.000 años. Así que vamos a dejar las cosas como están y seguimos gobernando nosotros”? No, ya leímos lo que hace. En este preciso momento, sucede algo maravilloso con este caso, porque Jesús entrega el Reino de vuelta a su Padre. Él se somete al gobierno de Jehová. Es como si el mismo Jesús le dijera a su amado Padre: “Siempre tuviste razón. Todo esto ha sido sumamente injusto para ti. Satanás es un gran mentiroso”. Entonces toda la humanidad, junto con Jesús y los 144.000, se someten al gobierno de Jehová. Ahora sí se resuelve la cuestión universal. A partir de ahí, Jehová gobernará directamente a la humanidad perfecta. Pero ¿se conseguirá la paz universal en este momento? No, recuerden que tienen que suceder otras cosas. Ya dijimos antes que a Satanás se le libera de la prisión simbólica. Tendrá la oportunidad de engañar a algunos. ¿Y qué hay de los que lo apoyen? Jehová no tendrá la obligación ética y moral de esperar más y decir: “Vamos a abrir otro caso”. No, serán ejecutados inmediatamente. ¿Y qué hay del resto de la humanidad? Se convertirán en hijos e hijas de Jehová. Podrán hablar directamente con él, sin intermediarios. Y sus nombres estarán escritos permanentemente en “el libro de la vida”. Se les permitirá vivir para siempre en el Paraíso. Así que ahora, mientras pensamos en todas las cosas maravillosas que ocurrirán, veamos el último video de la asamblea, que destaca las bendiciones que recibiremos durante los 1.000 años y después. También vamos a escuchar la canción que cantaremos al final de esta asamblea. ♪♪ Es un mundo sin fe, injusto y cruel, feroz como la tempestad. Pero hoy por fin podemos ya sentir los vientos de cambio soplar. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. Reinará la bondad, la unidad, en el nuevo mundo de Dios. Cristo nos dará la paz universal, un Reino de puro amor. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad... Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. ¡Solo paz! ♪♪ ¡Qué canción tan preciosa! ¡Y cuánto nos han animado estas bellas imágenes! Queridos hermanos, hemos disfrutado muchísimo de esta asamblea, ¿verdad? Estamos más decididos que nunca a seguir buscando la paz. Pero no la paz de imitación, la paz verdadera. Así recibiremos muchas bendiciones. Estaremos en paz con nuestro Dios, Jehová. También lograremos mantener la paz con todos los demás. Y tendremos paz interior, un sentimiento de calma y tranquilidad que solo sienten los amigos del Dios que da esperanza, una esperanza que nos ayuda a mirar hacia el futuro, aunque ahora pasemos por problemas. ¡Cuántas ganas tenemos de ver la paz universal por fin restaurada! Pero, mientras tanto, ¡que el Dios de la paz esté con cada uno de ustedes, ahora y para siempre! Gracias, hermano Jackson. Tanto tu discurso como el resto de esta asamblea fortalecieron nuestra confianza en las profecías de Jehová y nos ayudaron a entender lo poco que falta para que se cumplan. En nombre del Cuerpo Gobernante, de todos los miembros de las familias Betel y de los equipos de traducción de todo el mundo, les damos las gracias por ver la asamblea regional del 2022. Hermanos, los valoramos mucho a todos ustedes, y los queremos. Le pedimos a Jehová que siga bendiciéndolos con paz. Para acabar, cantaremos una canción que muestra la paz tan grande que Jehová traerá dentro de poco. Los invitamos a cantar la canción Solo paz. Ya la escuchamos en el discurso final. Después de la canción, pueden hacer una oración de conclusión para darle gracias a Jehová. Los invitamos a todos a cantar junto al coro de la Watchtower la canción Solo paz.
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Domingo tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz"
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En este discurso de la serie “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’ ”, vamos a ver la importancia de tomar la iniciativa. Primero, vamos a ver por qué debemos tomar la iniciativa, cómo lo podemos hacer y, por último, veremos quién está con nosotros, dirigiéndonos, en esta obra tan importante. Entonces, primero: por qué tomar la iniciativa. Bueno, es que piensen en esto: somos testigos de Jehová y, como testigos de Jehová, siempre estamos de guardia. En ningún momento, nunca, nos tomamos un descanso de dar testimonio, sin importar dónde estemos. No pensamos que somos Testigos solo cuando salimos a predicar con nuestro grupo de predicación. Recuerde: somos testigos de Jehová todo el tiempo. Somos Testigos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Ahora, para que se hagan una idea de la gran importancia que tiene aprovechar bien las oportunidades, les voy a dar un dato. Hace unos años, se hizo una encuesta a un grupo de hermanos, y tal vez se sorprendan del resultado. Participaron más de 200 hermanos bautizados y, noten: más del 40 % —casi la mitad— aprendió la verdad gracias a la predicación informal. Increíble, ¿cierto? Sabemos que ir de casa en casa es importante. Aunque, claro, durante la pandemia no ha sido posible. Hemos tenido que escribir cartas y llamar por teléfono... Pero el asunto es que aún nos surgen oportunidades de predicar informalmente. Así que veamos cómo podemos hacerlo. Y el mejor ejemplo de cómo predicar de manera informal fue Jesús, por supuesto. Hay un relato que todos conocemos muy bien en el Evangelio de Juan. Síganme, por favor, al capítulo 4. Y veamos con cuidado cómo fue que Jesús tomó la iniciativa, para así poder imitarlo. Veamos qué aprendemos de él. Aquí, en el capítulo 4 de Juan, primero se nos da un poco de contexto. Jesús estaba pasando por Samaria y, aquí, en el versículo 6, leemos: “De hecho, allí estaba el pozo de Jacob. Y Jesús, que estaba cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta”. Son detalles interesantes, ¿verdad? Jesús estaba cansado. Un hombre perfecto, pero humano al fin. Así que el viaje lo había agotado. Y eran las 12 del mediodía, estaba sentado junto al pozo, y noten lo que pasó. Versículo 7: “En eso llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: ‘Dame de beber’ ”. Solo dijo eso, “Dame de beber”. Bien, ¿y qué aprendemos de esto? Como dijimos, Jesús estaba cansado, y nosotros también nos cansamos, y con facilidad; difícil evitarlo. Si Jesús, que era perfecto, se cansaba, nosotros más aún. Puede que a veces pensemos: “Bueno, creo que le puedo predicar a esta persona, pero es que no tengo ganas. Estoy cansado”. Jesús no pensó así. ¿Queremos imitar a Jesús? Pues, incluso cuando estemos cansados, pensemos en los demás y aprovechemos la oportunidad para empezar una conversación. Ese es el primer paso. Ahora, veamos qué más aprendemos de esta conversación. Aquí, en el capítulo 4 de Juan, versículo 9. Dice: “Pero la samaritana le preguntó: ‘¿Cómo es que tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?’ ”. Y se nos hace una aclaración aquí, entre paréntesis, que dice: “Porque los judíos no tienen trato con los samaritanos”. Y viceversa tampoco. Así es, por el prejuicio, no tenían trato. Y encima era una mujer. Y lo que sucede es que a las mujeres no se las trataba nada bien durante esa época. Entonces, era una mujer, una samaritana, pero Jesús le pidió agua, y así empezó una conversación con ella. Bueno, de esto aprendemos una lección valiosa. Jesús no permitió que el hecho de que ella fuera una mujer —y una samaritana (porque él andaba en territorio samaritano)— lo llevara a retenerse de hablar con ella. Nada de eso. La lección, entonces, ¿cuál es? No juzguen a las personas por las apariencias, cosas como el color de piel, la cultura… Este mundo ya tiene muchos jueces. Pero los testigos de Jehová no estamos para juzgar. Son Jehová y Jesús los que tienen que juzgar. Y jamás piensen que no van a querer escucharlos. Eso está mal. Jesús no hizo eso. Y, como dijimos, él fue el modelo perfecto. Inténtelo. Y, si se siente muy nervioso, pídale a Jehová que lo ayude con su espíritu, que le dé el valor que necesita para poder hablar con otros sobre su nombre y su propósito. Y de aquí también podemos sacar otra lección muy importante. Al conversar, no se apresure a predicar de inmediato, sino que deje que la conversación fluya. Justo eso hizo Jesús. En los versículos 8 y 9 empiezan a hablar y conversar, y así siguen por un buen rato. Y llegamos al versículo 24, donde Jesús dice que Dios es un espíritu y que hay que adorarlo con espíritu y con verdad… Y noten lo que pasó después de esta conversación que empezó con algo tan sencillo como pedir agua. Versículo 25: “La mujer le dijo: ‘Yo sé que va a venir el Mesías, al que llaman Cristo. Cuando él venga, nos lo explicará todo’ ”. ¿Vieron? La mujer dijo lo que estaba en su corazón. Sigamos con el versículo 26. “Jesús le contestó: ‘Ese soy yo, el que está hablando contigo’ ”. ¡Guau! ¿Se imaginan? ¡Qué honor tan grande! ¡Ella estaba hablando con el mismo Mesías! Pero pónganse ustedes a pensar en lo siguiente: ¿qué tal si Jesús, en vez de esto, hubiese empezado la conversación diciendo: “Soy el Mesías. Dame de beber”? ¡Quién sabe! Pero Jesús, quien era muy sabio y tenía el espíritu santo de Jehová, primero empezó a conversar con ella. Pues nosotros deberíamos tratar de hacer lo mismo: intentar conversar primero. Podríamos empezar con un comentario sincero que despierte el interés de la persona. Por ejemplo, imagínese que va al médico y está en la sala de espera. Y usted se pone a pensar un poco y ve que hay alguien ahí que lo está mirando y usted le dice: “Ay, ojalá llegue el día en el que ya no me enferme más”. Bueno, podrían verlo y pensar para sus adentros: “¿Y este loco qué?”. O podrían decirle: “Eso no suena mal. ¿Usted de verdad cree que eso sea posible?”. En cualquiera de los dos casos, usted empezó a conversar, tomó la iniciativa. Ahora queda en manos de Jehová. Él es quien se lleva la honra, pase lo que pase. Bueno, ahora vamos a ver un video. Y, mientras lo vaya viendo, fíjese en cómo una hermana logra tomar la iniciativa y predicar informalmente. Parecían amables. Sabía lo que estaba pensando Yuri. Quería conversar con ellos, pero no quería molestarlos. Y, cuando tuve una oportunidad, me quedé paralizada. Terminé predicándole a toda prisa. Fue muy forzado. Me consoló saber que no soy la única a la que le ha pasado algo así. Cuando no forzamos las cosas y tratamos de hablar con las personas de algo que tengamos en común, las oportunidades de predicarles suelen surgir solas. Le llamó la atención cómo íbamos vestidos. Y resulta que ella nunca había hablado con los testigos de Jehová. Bueno, todos pudimos ver cómo tomó la iniciativa, aunque, claro, al principio se congeló un poco, no supo qué decir… Es normal ponerse un poquito nerviosos. Después de todo, nadie es perfecto. Y, cuando vio que la señora se iba a ir, salió corriendo a entregarle un tratado. Mejor vaya con calma. Sencillamente empiece una conversación y deje que el espíritu de Jehová la dirija, tal como hizo Jesús. Y así, poco a poco, podrá ir introduciendo el mensaje en la conversación con la persona de manera natural. Ahí tenemos, mis hermanos, una buena técnica. Inténtenlo. Jehová los va a bendecir. Y, por último, quiero que recuerden esta idea que los va a animar y a ayudar a siempre tomar la iniciativa al conversar con otros sobre las buenas noticias de la paz. No la olviden porque, aunque muchos la conocen, es un excelente recordatorio. Está aquí, en Apocalipsis 14. Vamos al versículo 6, que, como dije, ya seguramente conocen. Y dice: “Vi a otro ángel que volaba en medio del cielo. Tenía buenas noticias eternas que anunciarles a los que viven en la tierra: a toda nación, tribu, lengua y pueblo”. Noten ahí un punto muy importante. Ahí habla de un ángel que vuela en medio del cielo. La nota nos ayuda a entender que el ángel está “en lo alto”, es decir, donde vuelan los pájaros y los podemos ver. Entonces, el ángel está ahí, muy cerca de nosotros. Sí, tan cerca. Y vale la pena que meditemos en eso. Recuerdo cuando estaba en la obra de circuito y a veces salía a predicar con algún hermano, o alguna hermana, y había cierta hostilidad en el territorio en el que predicamos ese día, y veía que se sentían muy mal por la reacción que tenían algunas personas o por cómo los trataban. Y algo que solía hacer en esos casos, y que a los hermanos les gustaba —claro, cuando entendían—, era que, mientras iba caminando, me detenía, miraba y les decía: “¿Lo ve?”. Y se quedaban: “¿Quién?”. “Pues el que está allí, por encima de los árboles”. Y me miraban como diciendo: “Este hermano ya se volvió loco”. Pero les decía: “Ahí está”. Y después les mostraba Apocalipsis 14:6. Entonces, cuando estamos en la predicación —sea de manera informal o de manera formal, de puerta en puerta—, los cosechadores son los ángeles. Siempre hay por lo menos uno con nosotros. ¡Cuánto nos anima esta idea!, ¿verdad? Ellos son los cosechadores. Ellos son los que nos conducen a las personas que tienen un buen corazón. Nunca lo olviden. Para estar listos para poder predicar informalmente solo es cuestión de tomar la iniciativa y empezar una conversación. Seguro que tendrán muchas oportunidades para predicar las buenas noticias de la paz. Ahora el hermano Gary Breaux, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Vuelva a hablar con quien muestre interés”.
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Anthony Morris: Esté listo para predicar “las buenas noticias de la paz”. Tome la iniciativa
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Para que entendamos por qué debemos volver a hablar con las personas que han mostrado interés, Pablo comparó nuestra obra con la que hace un agricultor que siembra una semilla. ¿Qué tiene que hacer el agricultor para que una plantita crezca? Los expertos dicen: “De todas las cosas que ayudan a una planta a crecer, el agua es, en definitiva, la más importante”. Y también se ha dicho: “Hasta que la semilla germine, la tierra debe mantenerse húmeda, no se debe permitir que se seque”. Así que ¿qué sucederá con una semilla sin agua? Nada, no crecerá. Es de suma importancia regar la semilla para que esta germine y eche raíces, y para que siga creciendo. Pues, de las palabras de Pablo en 1 Corintios 3:6 podemos aprender que algo parecido sucede con las semillas de la verdad que sembramos al predicar. Leamos lo que dijo Pablo aquí, en 1 Corintios 3:6: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer”. Aunque toda la gloria va a Jehová por hacer que esa semilla crezca, ¡qué bonito es que nos permita contribuir en el proceso! ¿Notaron la importante función que cumplió Apolos? Él fue quien regó. Por decirlo así, Apolos mantuvo húmeda la tierrita en el corazón de cada uno de ellos. No dejó que esta se secara. Muchas personas que muestran interés en nuestro mensaje andan en busca de la verdad acerca de Dios. Para que su interés crezca y sigan aprendiendo, hay que visitarlas una y otra vez. Esto requerirá que nos preparemos bien y que hagamos buenos planes. Si visitamos cuanto antes a quien muestra interés, demostramos que de verdad nos importa esa persona, que queremos que crezca en sentido espiritual y llegue a tener una amistad con Jehová. En el siguiente video, fíjense en lo que hace una hermana para cultivar el interés de una persona. Ami dejó una pregunta pendiente muy interesante. ¡Ay, mi revisita! ¡La señora Iwata! Le dije que pasaría por la mañana, pero no le dije la hora. Al menos puedo intentarlo antes de irme. Otra vez no hay nadie. Si no hago algo diferente, no la voy a encontrar nunca en su casa. Primero, quería que supiera que no me había olvidado de ella. “Querida señora Iwata, espero que se encuentre bien. La semana que viene, pasaré a visitarla más temprano, a las once. Por cierto, sus flores están preciosas”. Entonces hice un horario para mi día de predicación. Porque, si quedas en volver, no puedes dejarlo a la casualidad. Cuando haga planes para salir a predicar, imite el ejemplo de la hermana que vimos en el video y aparte un tiempo específico para hacer revisitas. Las revisitas son igual de importantes que otros aspectos de nuestro ministerio. Esas visitas que hacemos para cultivar el interés de las personas son esenciales para poder comenzar un curso bíblico. Muchas veces felicitamos a las personas en la predicación cuando vemos las bonitas flores que tienen en su jardín, ¿no?, tal como hizo la hermana del video que vimos. Pero ¿por qué se ven tan bonitas? Porque seguramente la persona las regó en un cierto horario. Quizás hasta tiene programado uno de esos sistemas de riego automático para que riegue las plantas cada cierto tiempo. Para que las plantas estén fuertes y saludables, hay que asegurarse de regarlas a menudo. Y ¿cuál es la lección para nuestro ministerio? Pues, antes de despedirnos de alguien que haya mostrado interés, intente establecer el tiempo para regar la semilla con el agua pura de la verdad. A lo mejor podría preguntar: “¿Cuándo cree que puedo regresar para seguir conversando o para contestar la pregunta?”. Esta es una buena manera de mostrar respeto por la persona, pues así podrá decirnos qué hora le conviene más. Es muy importante que esa semilla la reguemos en el momento que la persona diga que es más conveniente para ella. Entonces, fije un recordatorio. Anótelo donde no se le vaya a olvidar. La hermana del video lo anotó en el calendario de su teléfono; así recibiría un recordatorio. Si le dijo a una persona que volvería, cumpla su promesa. ¿Recuerdan esas palabras tan conocidas de Mateo 5:37? Jesús dijo: “Cuando digan ‘sí’, que sea sí”. Imagínense, si tiene interés, puede que haga hasta lo imposible por recibirlo. ¡Cuán decepcionada se sentirá si no le cumplimos! Hacer estas visitas es muy importante. ¡No podemos dejarlo a la casualidad! Por supuesto, debido a que las personas andan tan ocupadas en estos días, a veces es difícil encontrarlas en casa, aunque nos hayan dicho que van a estar. Así que, en ciertos casos, una opción podría ser pedir los datos de contacto, tal vez su teléfono. Para poder hablar de nuevo con las personas, algunos publicadores preguntan: “¿Le envío un mensaje?”. Quizás por este medio sea posible seguir en contacto con la persona y cultivar su interés. Y, si no es posible conseguir los datos de contacto y la persona no está en casa en el momento acordado, tal vez podría dejarle una notita, tal como hizo la hermana del video. Así la persona se dará cuenta de que usted no se olvidó de ella. La obra de hacer discípulos requiere que seamos pacientes y que no nos rindamos. Con respecto a esto, miren lo que dice Eclesiastés 11:6. Eclesiastés 11:6 dice: “Siembra tu semilla por la mañana, y que no descansen tus manos hasta el atardecer; pues no sabes cuál dará buenos resultados, esta o aquella, o si las dos serán buenas”. Cuando uno siembra semillas de verdad, no sabe exactamente dónde o cuándo germinarán. Puede que haya muchas cosas que no se puedan controlar. Lo mismo sucede con nuestra obra de hacer discípulos. Hay que tener paciencia y ser positivos, porque no sabemos quién va a aceptar la verdad. Finalmente, pero no menos importante, aunque la conversación sea breve, léale un versículo de la Biblia. Lo que distingue nuestras visitas de cualquier otra es que nosotros vamos a compartir los pensamientos de Dios. Puede que tengan vecinos, familiares o compañeros de trabajo que vayan a ver cómo están, pero ¿los ayuda eso a crecer en sentido espiritual? No, porque para eso hay que regarlos con el agua de la verdad que está en la Biblia. Con leerles un breve pensamiento de la Biblia probablemente baste para mantener la tierrita del corazón húmeda. Cultivar el interés de las personas que han escuchado el mensaje es muy importante. Y Jehová confía en que lo hagamos. Con esto en cuenta, volvamos a la comparación que hizo Pablo y notemos ahora cómo nos ve Jehová. Esta vez leeremos 1 Corintios 3:9. Dice así: “Somos colaboradores de Dios. […] El campo de Dios que él está cultivando, el edificio de Dios”. ¡Qué privilegio! ¡Poder ser colaboradores de Dios y así demostrar que lo amamos a él y también a nuestro prójimo! ¿Verdad que nos da mucha alegría poder volver a hablar con quienes ya han mostrado interés en las buenas noticias? Y no lo duden. Las personas a quienes les prediquen jamás olvidarán los esfuerzos que hagan por volver a hablar con ellas cuanto antes y enseñarles la verdad. El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará ahora el discurso final de esta serie: “Esté listo para predicar ‘las buenas noticias de la paz’: Ayude a sus estudiantes a madurar espiritualmente”.
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Gary Breaux: Esté listo para predicar “las buenas noticias de la paz”. Vuelva a hablar con quien muestre interés
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Las enseñanzas fundamentales de la Biblia son maravillosas. De hecho, son esas enseñanzas fundamentales, las enseñanzas básicas de la Biblia, las que atraen a la gente a la verdad. Pero las enseñanzas básicas de la Biblia son solo el comienzo. Hace falta más para conocer a Jehová. En Hebreos 6:1, el apóstol Pablo invita a todos los que estudiamos la Biblia a ir más allá de las enseñanzas básicas. Vamos a leer lo que dice Hebreos 6:1: “Por lo tanto, ya que hemos dejado atrás las enseñanzas básicas acerca del Cristo, avancemos hacia la madurez”. ¿Y no es eso lo que queremos que nuestros estudiantes hagan? Que no se queden solo con las enseñanzas básicas de la Biblia, sino que maduren espiritualmente. Y esa madurez de la que habla Pablo se obtiene a medida que los estudiantes van aprendiendo y valorando lo que aprenden sobre la verdad. Nuestros estudiantes tienen que aprender a amar a Dios y sus normas. Tienen que darse cuenta de que todo lo que él nos dice que hagamos es para nuestro bien. Él nos ama de verdad. Cuando los estudiantes de la Biblia ven los buenos resultados de obedecer a Jehová y de hacer las cosas como él dice, su amor por él crece. Fijen su atención en el siguiente video. Por favor, noten cómo una hermana ayuda a su estudiante a progresar y madurar espiritualmente. El curso con la señora Iwata iba muy bien. Ya estábamos en la lección 10. Tenía muchas ganas de que empezara a ir a las reuniones. Comentamos el texto de Hebreos 10:24, 25 y vimos el video. ¿Hice algo mal? Supongo que sí. Estaba tan concentrada en acabar las lecciones que no me daba cuenta de lo que ella necesitaba. Su esposo le dijo que, si iba a las reuniones, sería una deshonra para su familia. Él quería que dejara el curso. La señora Iwata quería seguir, pero cada vez que hablaban del tema terminaban discutiendo. Le mostramos dónde encontrar información que la ayudara y sacamos tiempo en las clases para hablar más del tema. Y todos le pedimos a Jehová que bendijera su esfuerzo. Hicimos todo lo que pudimos por predicar “las buenas noticias de la paz”, y Jehová hizo el resto. Como vimos, la estudiante dio un paso importante para madurar espiritualmente: empezó a asistir a las reuniones. Cuando esté estudiando con su estudiante las lecciones 7 a la 11 del libro Disfrute de la vida, no se olvide de destacar las bonitas cualidades que demuestra Jehová a medida que repasan la información. Por ejemplo, la lección 7 habla sobre las cualidades de Jehová y destaca el hecho de que él es amor. Cuando la estudien, ayuden a sus estudiantes a entender que Jehová de verdad los quiere a cada uno de ellos y que su deseo es que logren alcanzar la vida eterna. De hecho, el apóstol Juan, en 1 Juan 4:9, destaca el amor de Dios. Menciona que Jehová envió a Jesús a la Tierra para que muriera por nosotros. Con su sacrificio, pagó por nuestros pecados y nos liberó de esa esclavitud. Sí, por amor, Jehová nos dio la magnífica oportunidad de tener una estrecha relación con él. Esta es una de las formas en las que Jehová nos muestra su amor. Y la lección 8 nos enseña cómo ser amigos de Jehová. Esta es una posibilidad que a muchas personas jamás se les hubiera ocurrido. ¿Se lo imaginan? ¡Qué privilegio! Ser amigos de Dios. Así que ayuden a sus estudiantes a entender que, si son leales y obedientes a Jehová, podrán llegar a ser amigos de él. Proverbios 3:5, 6 nos dice específicamente qué es lo que Jehová quiere que hagamos. Proverbios 3:5, 6 dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. Tómalo en cuenta en todos tus caminos, y él hará rectas tus sendas”. Si hacemos todo lo que él nos manda, le demostramos que confiamos en él. Como resultado, él nos verá como sus amigos. Y Jehová cuida muy bien de sus amigos. Él nunca les va a fallar. En la lección 9 se habla sobre lo importante que es orar. Enséñenles a sus estudiantes cómo deben orarle a Jehová. Y que, además de orar, también tienen que leer la Biblia todos los días para crecer en sentido espiritual. En Salmos 1:2, 3 se nos anima a leer la Biblia. Vamos a buscarlo juntos. Salmos, capítulo 1. Y estaremos leyendo los versículos 2 y 3. Aquí se habla sobre la persona que valora las enseñanzas de Dios. Dice así: “Sino que disfruta con la ley de Jehová”. Y, bueno, la ley de Jehová se encuentra en la Biblia. El salmo sigue diciendo: “Día y noche lee su ley y medita en ella. Será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, un árbol que da fruto a su tiempo y cuyas hojas no se marchitan. Todo lo que él haga tendrá éxito”. Así es: todo lo que él haga como cristiano, lo que haga por obedecer a Dios, tendrá éxito. Si leemos la Biblia y ponemos en práctica lo que dice, Jehová nos bendecirá. Ahora, si su estudiante siente que no es capaz de entender lo que la Biblia dice —tal vez porque no tenga muchos estudios—, por favor, dígale que le ore a Jehová y que le pida constantemente y sin cesar que le dé la ayuda que necesita para comprender su Palabra. Santiago 1:5 nos asegura que Jehová está listo para darle sabiduría a todo el que le pida su ayuda constantemente. Hablemos ahora sobre la lección 10. Se nos ha dicho que tenemos que invitar a nuestros estudiantes a las reuniones lo antes posible, porque lo que escuchen y observen en las reuniones puede tocar sus corazones y ayudarlos a madurar espiritualmente. Así que, cuando muestre el video ¿Cómo son nuestras reuniones?, que está en la lección 10, ese será un buen momento para invitarlo con cariño a que asista a las reuniones. También tenga la costumbre de invitar a diferentes hermanos a que lo acompañen al curso. De esa manera, su estudiante conocerá a varias personas de la congregación y eso lo ayudará a sentirse más cómodo cuando asista a las reuniones. Lección 11. Esta lección es para que les enseñemos a nuestros estudiantes a usar JW Library y jw.org para que hagan su estudio personal. Así que enséñenles cómo usar estas herramientas. Y, si usted se siente incapaz de enseñarle a su estudiante cómo utilizar su dispositivo electrónico para buscar información, no dude en pedirles ayuda a los hermanos de la congregación. Seguro que ellos estarán encantados de ayudarle. Enseñarles la verdad a las personas nos llena de felicidad. Es tal y como dijo el apóstol Juan en su tercera carta, en el versículo 4: “Nada me da más alegría que oír que mis hijos siguen andando en la verdad”. Sí, Juan estaba hablando de sus hijos espirituales. Y esa felicidad también puede ser nuestra. ¿Qué nos ha enseñado toda esta serie de discursos? Hemos visto cómo podemos mantener el entusiasmo al predicar. También nos ha enseñado a prepararnos bien para hablar de la verdad con otros. Aprendimos a tomar la iniciativa para predicar informalmente, a volver a hablar con quien muestra interés y a ayudar a los estudiantes a madurar espiritualmente. Si hacemos nuestro mejor esfuerzo en la predicación, sea que la gente nos escuche o no, tendremos paz, porque sabremos que Jehová está contento con nosotros. Hebreos 13:15, 16 nos dice cómo agradar a Dios. Y, sin duda, eso es algo que todos queremos hacer, ¿verdad? Leamos Hebreos 13:15, 16. Dice así: “Por medio de él [es decir, de Jesús] ofrezcamos siempre a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios, que declaran públicamente su nombre. Además, no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con los demás, porque estos sacrificios le agradan mucho a Dios”. Cuando ustedes se esfuerzan por predicar “las buenas noticias de la paz”, le están haciendo un sacrificio a Dios y pueden estar seguros de que Jehová estará muy contento al ver todo lo que, por amor y lealtad, hacen por él.
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William Malenfant: Esté listo para predicar “las buenas noticias de la paz”. Ayude a sus estudiantes a madurar espiritualmente
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Un hermano de 18 años tenía que decidir qué iba a hacer cuando terminara la escuela. Se había criado en la verdad y tenía el deseo de ser precursor regular. Pero también lo habían aceptado en una universidad y le habían ofrecido una beca y otras ayudas para pagar sus estudios. Tenía muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo iba a poder mantenerse? Sus profesores y otras personas en la escuela lo presionaban para que fuera a la universidad. ¿Qué decisión iba a tomar el hermano? La verdad es que puede que tú, que estás escuchando este discurso ahora, estés pasando por una situación parecida o tengas que tomar la decisión en un año o dos. ¿Qué camino vas a elegir? Hay algo que debes tener claro: Jehová quiere que tengas no solo una vida normal, una vida más o menos buena; quiere que tengas una vida genial, increíble. Quiere que seas feliz ahora, pero también durante el resto de tu vida. Por eso, en Eclesiastés 11:9 la Biblia dice: “Joven, disfruta de tu juventud, y que tu corazón esté feliz mientras seas joven”. Muchos jóvenes han encontrado verdadera paz y felicidad al escoger una vida en el servicio de tiempo completo. Pero ¿qué significa esto de servir a tiempo completo? El servicio de tiempo completo no es solo una cosa. En realidad, pueden ser muchas cosas. Puede ser servir de precursor, quizás en tu propia congregación, o servir en otro lugar: en otra ciudad, provincia, estado o incluso en otro país. O también puedes hacer otras cosas, como trabajar en proyectos de construcción, quizás haciendo Salones del Reino o de Asambleas o construir oficinas remotas de traducción o incluso construir o remodelar una sucursal. O si prefieres puedes llenar una solicitud para servir en Betel y hacerte betelita. De verdad, hay tantas cosas geniales que puedes hacer para servir a Jehová, cosas que un joven como tú puede disfrutar en el servicio de tiempo completo. Pero, una pregunta: ¿qué obstáculos podrían hacer que no empezaras o que dejaras el servicio de tiempo completo? Y aún más importante: ¿cómo puedes superar esos obstáculos? Veamos tres de ellos y qué te ayudará a superarlos. Este es el primero: la preocupación por el dinero. “¿Qué voy a hacer para mantenerme?”. Vamos a ver algo que dijo Jesús en Mateo 6:33. En Mateo 6:33 Jesús dijo: “Por lo tanto, sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”. Bueno, OK. Aquí dice: “todas esas cosas”. ¿Qué son esas cosas? ¿De qué cosas está hablando Jesús? Para descubrir la respuesta, vayamos al versículo 25. Aquí vamos a ver de qué estaba hablando Jesús cuando dijo las palabras que leímos antes. Mateo 6:25: “Por eso les digo: dejen de angustiarse por su vida, por lo que van a comer y beber; o por su cuerpo, por lo que van a ponerse. Al fin y al cabo, ¿no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que la ropa?”. Bueno, ahora ya lo entendemos. Ya sabemos de qué cosas está hablando Jesús. De nuestras necesidades: comida, techo y ropa. Pero ahora veamos los ejemplos que pone Jesús comenzando desde el versículo 26: “Observen con atención las aves del cielo. No siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, pero su Padre celestial las alimenta. ¿Y acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, por angustiarse, puede alargar un solo codo la duración de su vida? Además, ¿por qué se angustian por la ropa? Aprendan una lección de cómo crecen los lirios del campo. No trabajan duro ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Entonces, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, gente de poca fe? Así que nunca se angustien y digan: ‘¿Qué vamos a comer?’, o ‘¿Qué vamos a beber?’, o ‘¿Qué vamos a ponernos?’. Porque es la gente de las naciones la que busca todas estas cosas con tanto empeño. Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas”. Bueno, ¿captas cuál es la idea? Jesús quería decir que, si Jehová puede darle lo necesario a toda su creación, también te dará lo necesario a ti. Solo tenemos que fortalecer nuestra fe en que Jehová nos dará las cosas que necesitamos si ponemos en primer lugar su servicio. ¿Significa esto que Jehová hará que aparezcan milagrosamente las cosas que necesitamos? No. Jehová espera que usemos las capacidades que nos ha dado y nuestro tiempo para mantenernos y ganarnos la vida. Así que sería muy bueno que pensaras ahora qué vas a hacer en el futuro y que consigas las habilidades que necesitas para poder cubrir tus gastos. Y, bueno, en algunos lugares puedes aprender un oficio mientras todavía estás en casa. Puede que te lo enseñe tu papá o tu mamá, o a lo mejor te lo enseña algún otro familiar. En otros lugares, los jóvenes que todavía están en la enseñanza media superior tienen otra opción. En su escuela pueden aprender un oficio que les permita trabajar. Pero este es el punto: hay que hacer planes. Por eso, hazte esta pregunta: “¿Qué habilidades tengo que me podrían servir para trabajar y ganarme la vida?”. Una hermana que se llama Kelly tenía claro que quería ser precursora regular. ¿Qué hizo para lograrlo? Bueno, esto es lo que ella dice: “Busqué algo que me permitiera cubrir mis necesidades y mantenerme en el ministerio”. Así que Kelly decidió aprender un oficio en su escuela y, gracias a eso, pudo hacerse precursora. Mira lo que ella dice: “Lo que más quería era servir a tiempo completo. Lo demás era secundario”. ¿Y qué piensa Kelly ahora de la decisión que tomó? Ella misma responde diciendo: “Creo que mi decisión fue la mejor”. Como ven, queridos jóvenes, para superar este primer obstáculo es bueno que hagan planes y que se aseguren de adquirir alguna habilidad práctica para poder mantenerse. Hablemos del segundo obstáculo: la presión de otros. “Mi familia quiere que me centre en ganar dinero”. Si te está pasando eso, explícales cuáles son tus metas con calma y de forma respetuosa. Colosenses 4:6 nos dice: “Que sus palabras sean siempre agradables, sazonadas con sal”. ¿Verdad que cuando la comida no tiene sal no tiene muy buen sabor? Pero le pones un poquito de sal y ¿qué pasa? Ahora está muy rica. Por eso, recuerda: cuando vayas a hablar con tu familia, échale un poquito de sal a tus palabras. Así estarán más dispuestos a escucharte y podrás ayudarlos a ver lo buena que es tu decisión. Pero también puede ser que tu familia no esté de acuerdo contigo. Si es así, mira lo que dijo Jesús en Lucas 7:35. Aquí Jesús dijo: “En cualquier caso, la sabiduría queda demostrada”, fíjate, “queda demostrada por todos sus resultados”. ¿Cuál es el punto? Que, a veces, cuando tomamos una decisión, no siempre está claro desde el principio si fue una buena decisión. Pero, cuando da buenos resultados, cuando las cosas te salen bien, cuando tu familia ve que estás contento, que te va bien, ven tu felicidad, tu satisfacción… entonces, ¿qué pasa? Bueno, puede que tus familiares vean que la decisión que tomaste fue buena, y así queda demostrado que lo que decidiste fue sabio. Ahora veamos el tercer obstáculo: desafíos que no te esperabas. “Pensaba que esto iba a ser más fácil”. Bueno, puede haber muchos desafíos inesperados. Puede ser que tengas que acostumbrarte a vivir con un compañero o una compañera o tal vez te cueste llevarte bien con alguien o hasta puede ser que eches de menos tu casa. Esta es la clave: no te rindas. Mira lo que dijo Santiago aquí en Santiago 1. Santiago 1:4. Si te fijas un momento en el versículo 2, verás que Santiago está hablando de las pruebas y de cómo las pruebas pueden tener un efecto positivo en nosotros. Ahora fíjate en el versículo 4: “Pero dejen que el aguante complete su obra, para que ustedes sean completos y sanos en todos los sentidos, y no les falte nada”. ¿Qué quiso decir Santiago? ¿Cuál es el punto? Bueno, en inglés tenemos esta expresión: “No pain, no gain”. Algo como: “Sin dolor —o sin esfuerzo— no hay recompensa”. Si quieres estar en forma o ser muy bueno en un deporte, seguro que a veces vas a estar cansado y te va a doler el cuerpo. Y, como puede que al principio no seas muy bueno en lo que estás haciendo, quizás algún día te duela un poquito el orgullo. ¿Pero qué haces? Si quieres ser bueno, si quieres lograr esa meta, no te puedes rendir. Tienes que seguir esforzándote. Nos pasa algo parecido cuando nos ponemos metas espirituales. Lo que Santiago dijo nos enseña que las pruebas nos ayudan a descubrir nuestras debilidades. Quizás nos damos cuenta de que tenemos que mejorar algo en nuestra forma de ser, nuestra personalidad, o quizás algo en nuestra relación con Jehová. Quizás necesitamos más fe o necesitamos más confianza en Jehová. Si seguimos adelante, si aguantamos durante las pruebas y no nos rendimos nunca, nos hacemos más fuertes, nos hacemos más fuertes en sentido espiritual. Y nuestra relación con Jehová, nuestro amor por él, nuestra fe en él, nuestra confianza en él sigue y sigue creciendo. Así, como escribió Santiago, llegaremos a ser “completos y sanos en todos los sentidos”, y no nos faltará nada. Por eso, cuando vengan estas pruebas, porque van a venir, no renuncies enseguida al tiempo completo. Aguanta, sigue luchando, ¡no te rindas! Pídeles consejo a hermanos y hermanas que han pasado por pruebas como las tuyas y las han superado, y entonces tú también podrás superarlas. En el siguiente video, fíjate en cómo algunos siervos de tiempo completo han encontrado paz a pesar de los tres obstáculos: la preocupación por el dinero, la presión de otros y los desafíos inesperados. Yo le dije a Jehová: “Si es tu voluntad, me encantaría ser precursor”. Pero tenía que trabajar mucho para ayudar a mi familia económicamente, porque mi papá había muerto cuando tenía apenas 45 años. Hablé con un anciano y me dijo que no fuera muy exigente a la hora de aceptar un trabajo. Me recordó lo que dice Mateo 6:33 y me dijo que no me preocupara demasiado. Hablamos del tema en familia y se nos ocurrieron varias ideas. Mis hermanos fueron conscientes de que ellos también tenían que ayudar a cubrir las necesidades de la familia. Cuando llevaba un año como precursor, los hermanos me animaron a mandar una solicitud para Betel. ¡Y ahora estoy en Betel! He podido ver el amor de Jehová —cómo me quiere, cómo me cuida— y que valora todo lo que hago para servirle. Mis primos me presionaron para que estudiara una carrera. Yo sabía que lo hacían porque me quieren. Si no estudiaba la carrera, ellos se iban a sentir decepcionados, y eso afectaría nuestra relación. Yo estaba muy angustiado. Quería ser precursor para demostrarle a Jehová que confío en él. Estaba seguro de que él me ayudaría a disfrutar de mi servicio y a ser feliz. También quería que mis primos supieran que los valoro mucho. Así que pensé en maneras de demostrarles mi cariño con lo que decía y hacía. Ellos han podido ver que ahora soy mejor persona y que me intereso más por los demás. Y también se han dado cuenta de que estamos aprendiendo cosas buenas y de que somos más felices y nuestra vida tiene verdadero sentido. Quería servir donde se necesitara ayuda. Y, cuando llegué allí, pensé: “Estar aquí es genial”. Pero, aunque sabía que había mucha pobreza, verla con mis propios ojos me afectó mucho más de lo que esperaba. Y solo pensaba en volver a casa. Cuando iba al Salón, veía a los hermanos… y ellos tenían problemas, pero siempre salían adelante porque se apoyaban en Jehová. Así que fijarme en su ejemplo me ayudó mucho. Y entendí que mi actitud no tenía que depender de las circunstancias que tuviera. Proverbios 15:15 me impresionó mucho, porque ahí dice que el que tiene un corazón alegre disfruta de un banquete continuamente, sin importar sus circunstancias. Leí un artículo que hablaba de ese texto, y después de analizarlo me pregunté: “¿Cómo puedo aprovechar lo que estoy viviendo y aprendiendo para ayudar a otros?”. Y decidí servir en un grupo de habla extranjera. Todo aquello, todo lo que viví, me hizo querer mucho más a la gente, y desde luego cambió mi vida. Algunos familiares que no son Testigos tal vez te den consejos sobre qué estudiar o qué trabajo te conviene más. Tienen buenas intenciones y te están diciendo lo que creen que es mejor para ti porque te quieren mucho. Pero, querido joven, estamos convencidos de que las bendiciones que disfrutarás en el tiempo completo serán mucho mayores que cualquier obstáculo que encuentres. Recuerda lo que nos contaron los hermanos que salían en el video. Las decisiones de Harley le permitieron ir a Betel y lo ayudaron a sentir que Jehová lo amaba mucho. Anjil tuvo que ser muy valiente, pero las decisiones que tomó lo ayudaron a preocuparse más por los demás, y sus familiares pudieron ver que había tomado una buena decisión. Y Carlee no se rindió cuando le llegaron las pruebas. En vez de eso, aprendió a amar aún más a las personas y se convirtió en una cristiana mucho más fuerte en sentido espiritual. Queridos jóvenes, ¿por qué estamos tan convencidos de que el servicio de tiempo completo los ayudará a tener una vida increíble de verdad? Porque esa es la decisión que muchos de nosotros tomamos cuando éramos jóvenes. ¿Se acuerdan de ese joven de 18 años que tenía que decidir qué hacer con su vida? Bueno, ese era yo hace unos cuantos años. Y estoy tan feliz de que, gracias a Jehová, gracias a mis padres y gracias a la ayuda de hermanos maduros de la congregación, tomé la decisión, como muchos otros hermanos y hermanas por todo el mundo, de no aceptar la beca que me ofrecieron, de no ir a la universidad y comenzar inmediatamente a servir a tiempo completo. Esa es una decisión de la que nunca me he arrepentido. Es una decisión de la que jamás me arrepentiré. Querido joven: Jehová te ama. Él quiere que tengas una vida increíble y emocionante. Si puedes hacerlo, elige el camino del tiempo completo. Nunca te arrepentirás. Ese será un camino que te ayudará a ser feliz y a tener paz al lado de nuestro maravilloso Dios, Jehová.
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Mark Sanderson: ¡Joven, elige un camino en la vida que te dé paz!
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Cuánta alegría nos da, queridos candidatos al bautismo de todo el mundo, estar con ustedes hoy, en esta ocasión tan especial. Ya han tomado la decisión más importante que se pueda tomar: dedicarle su vida a Dios. Y hoy están aquí para demostrarlo. Sus circunstancias son diferentes. Algunos de ustedes conocen a Jehová desde niños, pero tuvieron que cultivar su propia amistad con él. Y otros están dando este paso aunque llevan menos tiempo conociendo a Jehová. Pero, sea como sea, esto ha sido como un viaje, una especie de camino que han tenido que recorrer hasta este punto. De hecho, la Biblia también compara la adoración pura a un sendero, a una ruta, a un camino por el que debemos andar. En Hechos 9:2 vemos que, cuando se estableció la congregación cristiana, los discípulos de Jesús usaban la expresión “el Camino” para referirse a su nueva forma de adorar a Jehová. Entendieron que, al bautizarse como cristianos, su nueva forma de adoración —o camino— tendría que influir en todo aspecto de su vida. Y en su caso debe ocurrir lo mismo. Esto se ve claramente en lo que dice la Biblia en la Carta a los Efesios. Vamos a buscar, por favor, Efesios 4:22-24: “Aprendieron que deben quitarse la vieja personalidad, que se corresponde con su comportamiento anterior y que se va corrompiendo debido a los deseos engañosos de ella. Deben seguir renovando su forma de pensar y deben ponerse la nueva personalidad que fue creada según la voluntad de Dios, de acuerdo con la justicia y la lealtad verdaderas”. Igual que los cristianos del siglo primero, ustedes aprendieron la verdad acerca de Jehová, y todo lo que aprendieron los ha motivado a bautizarse. Ustedes han hecho lo que todos los siervos de Dios: se han quitado la vieja personalidad. Pero hay otra cosa más. Deben hacer lo que dice el versículo 23, “seguir renovando su forma de pensar”. La mente, nuestros pensamientos…, debemos cuidar las cosas que pensamos. Fíjense que la nota de ese versículo dice que eso también se puede traducir como “la fuerza que impulsa su mente”, o de manera literal, “el espíritu de su mente”. ¡Qué interesante! Por ejemplo, a veces, para describir a alguien, decimos que tiene un espíritu positivo. Y, para describir a otra persona, decimos que tiene un espíritu negativo. Estamos hablando de su forma de pensar, de cómo es esa persona, de sus pensamientos, de sus motivos…, de lo que impulsa a esa persona a hacer las cosas que hace. Todos los siervos bautizados de Jehová tenemos una meta muy importante en común: que nuestra forma de pensar esté en armonía con la de Dios. Eso no siempre es fácil; requiere tiempo y mucho esfuerzo. Los que andan por el camino de la paz suelen encontrar obstáculos. Y para permanecer en el camino tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios. Quizás también seamos perseguidos, como les ocurrió a los cristianos del siglo primero. Pero, si seguimos andando en el camino de Jehová, seremos felices y él nos bendecirá. En Lucas 1:79, Jehová nos asegura que va a “guiar nuestros pies por el camino de la paz”. Cuánto nos tranquiliza eso, ¿no? Así que estamos muy emocionados. Muy emocionados de que ustedes hayan emprendido este viaje. Y no olviden que hay unos ocho millones y medio de Testigos en este mismo camino. Hoy, es un honor darles la bienvenida al camino de Jehová, darles la bienvenida al camino de la paz, un camino que lleva a la vida. En este discurso vamos a responder tres preguntas. 1) ¿Por qué es importante que no nos rindamos al andar en el camino de la paz? 2) ¿En qué sentido nos da paz ir por este camino? 3) ¿Qué debemos hacer para seguir andando en el camino de la paz? Respondamos la primera pregunta: ¿por qué es importante que no nos rindamos al andar por el camino de la paz? Encontramos la respuesta en 2 Corintios 4:16-18. Allí dice: “Por lo tanto, no nos rendimos. Aunque la persona que somos por fuera vaya desgastándose, la persona que somos por dentro sin duda va renovándose cada día. Porque, aunque las dificultades son momentáneas y livianas, producen en nosotros una gloria de una grandeza cada vez más extraordinaria, una gloria eterna, mientras mantenemos la vista fija en las cosas que no se ven, y no en las cosas que se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. ¿Ven por qué no nos podemos rendir? Porque, como testigos de Jehová, se espera que siempre estemos activos, que andemos en el camino de la paz. Ustedes ya han demostrado que no se rinden, que quieren agradar a Jehová y que se han esforzado por ser parte de su pueblo. ¿Y por qué? Porque aman a Jehová. Y, si piensan en la vida eterna y feliz que tendremos en el nuevo mundo, veremos que todas las dificultades de hoy son “momentáneas y livianas”. A partir de hoy tendrán una amistad especial con Jehová. No dejen que nada ni nadie ponga en peligro esa amistad. Debe ser algo muy valioso para ustedes, porque es una amistad para toda la vida. Así que sigan andando por el camino de la paz. Piensen en lo maravilloso que es tener a Jehová como amigo, guiando sus pasos. Si nunca se rinden y aguantan cualquier prueba, seguirán contando con la bendición de Jehová. Y estamos seguros de que lo harán. Para ver cómo esto sí es posible, a continuación, hablaremos con la hermana Indira Alfonso. Ella se bautizó en el año 2006 y actualmente sirve con su esposo en el Betel de Warwick. Hermana Alfonso, ¿puedes contarnos, por favor, cómo llegaste hasta aquí, es decir, cómo te hiciste testigo de Jehová? Nací en Cuba, pero mi mamá y yo nos mudamos a Estados Unidos. Aunque tenía 9 años, para mí era importante buscar a Dios, así que cada vez que nos mudábamos visitaba las Iglesias de la zona y hasta me bauticé en algunas religiones. A los 11 años, mi mamá me dejó mudarme con mi tía, que era testigo de Jehová. Y entonces ella le preguntó a mi madre si me dejaba estudiar la Biblia con una precursora, y ella dijo que sí. ¡Qué bien! Qué bueno que desde que eras una niña querías conocer a Dios. Pero, durante todo ese tiempo que pasó antes de que te hicieras Testigo, ¿pasaste por alguna prueba que te desanimara? Sí, claro que sí. La verdad es que hice cambios muy rápidos y dejé de celebrar las fiestas y de usar imágenes. Pero mi madre no entendía aquellos cambios y se le hacía difícil aceptarlos, tenía miedo de que me hubieran lavado el cerebro. Así que, después de unos meses, me obligó a volver a casa con ella, y por eso tuve que dejar de estudiar y de asistir a las reuniones. Poco después, empecé a juntarme con gente que influyó en mi manera de hablar y de comportarme. Me afectó tanto que hasta empecé a celebrar mi cumpleaños de nuevo. Sentía que en vez de acercarme a Jehová me estaba alejando de él. Seguro que eso fue muy difícil. Entonces, ¿qué te ayudó a no rendirte y a seguir andando en el camino de la paz? Me ayudó mucho el texto de Mateo 10:37, donde Jesús dijo: “El que quiere más a su padre o a su madre que a mí no es digno de mí”. Me di cuenta de que estar en paz con Jehová podía implicar no estar en paz con mi familia. Pero sabía que, para que mamá aceptara la verdad, yo tenía que andar en el camino de Jehová y no rendirme. Por eso, una noche, llorando le pedí a Jehová que me perdonara y que me ayudara. Y, sin darme ninguna explicación, unos días después, mi madre me envió a vivir de vuelta con mi tía. Así que volví a estudiar la Biblia y un año después, a los 15, me bauticé. ¡Qué bien! Se ve que Jehová te escuchó y contestó tu oración. Y, desde entonces, ¿sientes que Jehová ha seguido guiando tus pasos? Una buena amiga me ayudó a ver que tenía que hablarle a mi mamá de otra forma. Así que un día la llamé y le dije que la quería mucho y que la valoraba, y que quería que nos lleváramos mejor. Le expliqué que nunca había dejado de quererla, pero que ahora mi amor por Jehová estaba en primer lugar. Aquella conversación fue un antes y un después. Ahora conversamos más y entiende mucho mejor por qué decidí hacerme Testigo. Ver cómo Jehová guía mi vida hace que esté más decidida a seguir andando en el camino de la paz. Muchísimas gracias, hermana Alfonso, por tus comentarios y por el buen ejemplo que nos pones. Vamos a ver el segundo punto: ¿en qué sentido nos da paz andar por el camino de Jehová? Para responder, vamos a comparar el recorrido que han hecho hasta hoy, el día de su bautismo, con un camino o una carretera. Y al hacer esta comparación encontraremos muchas cosas parecidas. Por ejemplo, los dos caminos tienen límites, un propósito y un destino. Empecemos hablando de los límites. En un camino podemos ver señales de ceda el paso, o prohibido el paso, o barreras a la orilla del camino, o líneas que nos ayudan a permanecer en nuestro carril. Todas esas cosas son límites, y esos límites están allí para protegernos, porque, si no les hacemos caso, podríamos resultar heridos o perdernos. Nos gustaría decirles que ahora, después de su bautismo, no van a tener nunca ningún problema y que, a partir de este momento, el resto de su vida será como un camino de rosas. Pero la realidad es que su fe se pondrá a prueba y habrá retos. El Diablo se encargará de eso; se asegurará de que se sientan tentados a hacer lo que está mal. Él va a hacer todo lo posible por dañar su amistad con Jehová. Pero estamos seguros de que no lo logrará. Les va a ir muy bien y evitarán los peligros si se mantienen dentro de los límites del camino de Jehová. ¿Y cómo pueden hacer eso? Deben seguir aprendiendo sobre las leyes y los principios de Jehová, y obedecerlos. Su obediencia no solo los protegerá, también tendrán una conciencia limpia. Y, como resultado de eso, paz interior. Un camino o carretera y el camino a la vida también se parecen en otra cosa: los dos tienen un propósito. Miren, cuando tomamos una carretera, no sería muy normal entrar allí y quedarnos detenidos sin movernos, solamente para mirar a las personas que pasan o a los vehículos que circulan por ahí. No, estamos ahí por algo. El propósito de un camino es ayudarnos a avanzar, llevarnos de un lugar a otro. De manera parecida, estar en el camino de la paz nos ayuda a avanzar en sentido espiritual, a progresar de manera constante. Claro, hay muchas maneras de progresar, de acercarnos más a Jehová. Una forma en la que todos podemos avanzar es cultivando cualidades espirituales, cualidades que le agradan a Jehová. Vamos a ver un ejemplo de eso en Gálatas 6:10. Dice: “Por eso, mientras tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe”. Como vimos, algo que todos podemos hacer es buscar formas de hacer cosas buenas por los demás, sean testigos de Jehová o no. Por ejemplo, la pandemia nos ha dado muchas oportunidades de ayudar a los demás. Hemos estado pendientes unos de otros y hemos distribuido comida y otras cosas. Y piensen en lo que hacen nuestros hermanos una y otra vez para ayudar a los que sufren por los desastres naturales. Piensen unos minutos en las personas que tienen alrededor. ¿Qué cosas buenas podrían hacer por ellas? ¿Qué creen? ¿Hay alguien que necesite un favor o comida? ¿Pueden pensar en alguien que esté triste y necesita quizás que lo animemos? ¿Conocemos a alguien a quien se le haya muerto un ser querido que necesite que lo consolemos o simplemente un hombro para llorar? Así que demostrar cualidades que le agradan a Dios, como la compasión, la bondad, la hospitalidad o la generosidad, eso va a hacer que sientan que Jehová los está recompensando o bendiciendo. Y Jehová se sentirá muy contento porque demostrarán que su propósito al andar por el camino de la paz no es solo salvarse a sí mismos, sino ayudar a los demás. Veamos la tercera similitud entre un camino o carretera y el camino a la vida. ¿Cuál es? En ambos casos tenemos un destino, un lugar al que queremos llegar. Cuando vamos por un camino, en algún momento llegamos a nuestro destino. Y, como testigos de Jehová, nuestro viaje, el camino que recorremos, nos lleva a nuestro destino: disfrutar de la paz y la amistad de Dios para siempre. Es cierto que ya queremos estar en el nuevo mundo, pero incluso ahora podemos tener las bendiciones y la paz interior que vienen cuando le servimos a Jehová toda la vida. Ahora vamos a entrevistar a la hermana Gloria Herd. La hermana Herd lleva más de 70 años bautizada y ha disfrutado de una vida maravillosa en el servicio especial de tiempo completo junto a su esposo, el hermano Samuel Herd, del Cuerpo Gobernante. Hermana Herd, Jehová te ha dado muchas bendiciones maravillosas, pero sabemos que en el camino te has enfrentado a muchas dificultades. ¿Qué es lo que te ha ayudado a mantener tu paz interior durante todos estos años en los que has tenido asignaciones tan diferentes? He aprendido que, cuando Jehová nos asigna una tarea, también nos da lo que necesitamos para cumplirla. Los superintendentes viajantes y sus esposas me han enseñado mucho. Para mí es un honor trabajar con estos hermanos tan fieles, y algunos de ellos nos visitaban a mi familia y a mí cuando era una niña. Ver su lealtad, lo felices que eran y la paz interior que tenían me hizo mucho bien. Aprendí mucho de todos ellos y tomé la decisión de seguir su buen ejemplo. Sí, la ayuda de otros es muy valiosa. ¿Qué otras cosas te han servido? Otra cosa que me ha ayudado a tener paz es orarle mucho a Jehová. Muchas veces teníamos muy poco dinero, o incluso nada, pero nunca nos faltó qué comer y nunca nos perdimos ninguna reunión ni asamblea. Algo que he aprendido es que no necesitamos dinero para que Jehová nos bendiga. Él escucha nuestras oraciones, las contesta, y uno siente como si su respuesta cayera del cielo. ¡Cuánto poder tiene la oración! Gracias por mencionarlo. Ahora, dinos: ¿cómo te ha ayudado a mantener la paz con otros andar en el camino de la paz? He trabajado y he vivido con muchas hermanas, y todas eran muy diferentes. He tenido que aplicar las palabras de Romanos 12:18, que dice que, hasta donde dependa de mí, viva en paz con todos (y todas). Así que, para mantener la paz, algunas veces he tenido que adaptar mi personalidad. Por ejemplo, en una de aquellas ocasiones, llegamos a casa de una hermana un martes. Y algo de lo que le dije la molestó mucho, y se enojó conmigo. Pensé: “No voy a echarle más leña al fuego, porque tenemos que estar juntas toda la semana”. Así que decidí que era mejor que ella viera por mi conducta que me había malinterpretado. Así que pasaron los días y la tensión fue disminuyendo. Y el lunes, cuando nos íbamos, ya éramos muy buenas amigas, me dio un fuerte abrazo y nunca más volvimos a hablar del tema. Se ve que resolviste muy bien la situación. Está claro que eres una mujer muy espiritual. Por último, ¿cómo te ha ayudado a tener paz con Dios andar en el camino de la paz? Bueno, cuando ves que Jehová te está ayudando una y otra vez, sientes que tienes su aprobación. Ahora que Sam y yo ya somos mayores, hemos visto que Jehová nos ha concedido el deseo que teníamos por muchos años, la meta de servir en Betel. Y estoy convencida de que, mientras le sea leal a Jehová, él continuará dándome paz. Y nosotros también estamos seguros de eso. Muchísimas gracias, hermana Herd. Gracias por tus comentarios tan animadores y por todo lo que nos has contado. Hablemos ahora del último punto. ¿Qué debemos hacer para seguir andando en el camino de la paz? Volvamos al ejemplo del camino. Cuando vamos por la carretera, a veces tenemos que ir adaptándonos si encontramos algunos obstáculos en el camino o si hay mal tiempo. De modo parecido, a medida que ustedes avancen por el camino de la paz, tendrán que ir ajustando su manera de pensar y actuar cuando sea necesario. Hace poco, un viajante dijo algo interesante sobre nuestros pensamientos y nuestra actitud ante las cosas. Dijo que podían ser como una cárcel o como un pasaporte. Nuestros pensamientos y acciones pueden ser como una cárcel si nos hacen sentir atrapados, o como un pasaporte si nos ayudan a llegar adonde queremos llegar. Pues nosotros queremos estar y permanecer en el camino de la vida. Así que tenemos que asegurarnos de hacer todos los cambios necesarios en nuestros pensamientos y nuestras acciones para no quedarnos atrapados, para avanzar en sentido espiritual. ¿En qué cosas es posible que necesitemos hacer cambios? Fíjense en lo que dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 13:11: “Por último, hermanos, sigan alegrándose, corrigiéndose, aceptando el consuelo, teniendo la misma forma de pensar y viviendo en paz, y así el Dios de amor y de paz estará con ustedes”. ¿Observaron tres áreas en las que podemos hacer ajustes, según dijo el apóstol Pablo? En primer lugar, dijo: “Sigan alegrándose”. Si permiten que las preocupaciones de la vida les angustien demasiado, pueden perder la paz y la alegría. Así que, para que eso no suceda, ¿por qué no se enfocan en cosas que los hagan sentir felices y no tristes? Por ejemplo, si no se sienten bien o tienen un dolor crónico, ¿por qué no meditan en la promesa de Dios de que nadie dirá “estoy enfermo”? Si hay alguien que se opone a sus creencias, recuerden que tienen una familia espiritual, una hermandad que los apoya y que ora por ustedes, y que la organización nos cuida para que estemos fuertes. O, si los desanima lo que pasa en el mundo, pueden alegrarse si piensan que ustedes tienen una esperanza para el futuro, ustedes saben lo que va a pasar y saben el maravilloso futuro que les espera. El punto es que no permitan que los pensamientos negativos sean un obstáculo para su progreso espiritual. En vez de eso, hagan todos los cambios necesarios para seguir avanzando y para seguir alegrándose. Veamos una segunda área en la que podemos hacer ajustes. Pablo dijo: “Sigan […] teniendo la misma forma de pensar”. En el siglo primero, algunos miembros de la congregación estaban promoviendo ideas apóstatas. Y otros planteaban ideas que no necesariamente eran antibíblicas, pero eran polémicas y causaban divisiones. Eso provocaba discusiones sobre cosas de poca importancia y creaba un mal ambiente en la congregación. Entonces, ¿qué nos puede ayudar a nosotros a seguir el consejo de Pablo? Recuerden lo que él mismo dijo en 2 Timoteo 2:23: “Rechaza los debates tontos y sin sentido, pues sabes que provocan peleas”. Obviamente, cuando algo está en contra de las leyes de Dios, lo rechazamos de inmediato. Pero, si no se pasa por alto ningún principio bíblico, lo mejor sería que no tratáramos de imponer nuestras opiniones. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para no empezar ni participar en discusiones que puedan acabar con la paz de la congregación. Veamos una tercera área que Pablo menciona en el versículo 11. Él aquí dijo: “Sigan […] viviendo en paz”. Piensen en las hermanas que entrevistamos hace un rato, ¿recuerdan lo que ellas hicieron? Ellas se enfrentaron a situaciones que amenazaban la paz. Pero le hablaron a Jehová sobre el asunto. También pensaron en textos bíblicos que pudieran ayudarlas y reflexionaron en cómo esos textos podían servirles en su situación en particular. Eso no solo las ayudó a conservar su paz interior, sino a conservar la paz con los demás. Por eso, ¡demuestren sus cualidades espirituales! Sigan promoviendo la paz. Y sean cariñosos y generosos con todos, especialmente con sus familiares cercanos, tanto si son Testigos como si no lo son. Para concluir queremos recordarles a ustedes, los que se van a bautizar, que el día de hoy no solo marcará el resto de su vida, sino también su relación con Jehová. Así que reflexionen en lo importante que es este día. Estamos orgullosos de ustedes. Nunca se van a arrepentir de la decisión que han tomado: dedicarle su vida a Jehová. Pero no olviden esto: tienen que seguir adelante, el camino no se ha terminado, en realidad acaba de empezar. Así que les pedimos que hagan todo lo posible por seguir en el camino a la vida. Recuerden lo que hemos aprendido hoy. Primero, nunca se rindan, no abandonen el camino de la paz; su vida depende de eso. Dejen que Jehová guíe sus pasos. Segundo, no se salgan de los límites de este camino. Recuerden, caminan con un propósito, y eso los va a llevar a su destino: disfrutar de paz y amistad con Dios para siempre. Y, por último, sigan ajustando sus pensamientos, sus actitudes y sus acciones para que puedan mantener la paz con Jehová y con los demás. Si siguen haciendo estas cosas, no solo van a tener paz, pues como dice al final de 2 Corintios 13:11: “El Dios de amor y de paz estará con ustedes”. Nunca olviden esta promesa, es una promesa que Jehová les hace a todos los que andan por el camino de la paz.
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William Turner: Discurso de bautismo: Sigan andando “por el camino de la paz”
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¿Qué nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra evitar? Quizá pensemos en cosas con las que tenemos que tener cuidado: algo malo, un peligro, una trampa… ¿Y qué tuvimos que evitar para ser cristianos? En Efesios 4:22 vemos algo que tuvimos que evitar, algo que tuvimos que quitar de nuestra vida. Leamos Efesios 4:22: “Ustedes aprendieron que deben quitarse la vieja personalidad, que se corresponde con su comportamiento anterior y que se va corrompiendo debido a los deseos engañosos de ella”. Así que tuvimos que quitarnos la vieja personalidad. Pero, una vez que nos la quitamos, hay que evitar ponérsela otra vez. Por eso, en el versículo siguiente, en el versículo 23, Pablo nos dice algo que debemos hacer: “Deben seguir renovando su forma de pensar”. Como la vieja personalidad tiene características que pueden destruir la paz, es muy importante que no volvamos a ponérnosla. En esta serie de discursos veremos cinco cosas que pueden destruir la paz y que debemos evitar. En cada discurso se explicarán tres puntos: 1) definiremos un elemento que puede acabar con la paz, 2) explicaremos por qué ese elemento puede destruir la paz y 3) analizaremos cómo podemos evitarlo. ¿Cuál es el primer elemento del que vamos a hablar? Es este: presumir de lo que no debemos. ¿Y qué significa esto? Es alabarnos a nosotros mismos. Y la Biblia condena que hagamos eso. En Proverbios 27:2 dice algo muy interesante: “Que te alabe otro, no tu propia boca; que lo haga otro, no tus propios labios”. Cuando nos alabamos, estamos siendo orgullosos y damos a entender que estamos por encima de los demás. Puede que algunos presuman de sus logros, incluso del éxito que tienen en el ministerio. Esto pasó en el siglo primero. Pablo le escribió a la congregación de Corinto porque los hermanos estaban teniendo desacuerdos y estaban perdiendo la paz. ¿Y por qué? Bueno, algunos se habían llenado de orgullo o mostraban favoritismo a algunos hermanos, como a Pablo, a Apolos o a Cefas. Estaban demasiado pendientes de sí mismos y de otros hombres. ¿Podría pasarnos algo así? Imaginemos a unos hermanos que están hablando, y uno de ellos dice: “Después de intentarlo mucho y de orarle mucho a Jehová, por fin comencé un curso de la Biblia”. Pero, justo después, otro hermano del grupo dice todo orgulloso: “Pues yo dirijo cuatro cursos. Dos están yendo a las reuniones y uno se va a bautizar muy pronto”. ¿Verdad que decir eso podría destruir la paz? ¿Por qué presumir de lo que no debemos destruye la paz? Bueno, no está mal que nos alegremos y que le demos gracias a Jehová por lo que conseguimos en su servicio, pero cuando presumimos de lo que hemos logrado podemos generar competiciones, envidias y rivalidades. Recordemos: cuando presumimos no estamos imitando a nuestro padre, “el Dios de la paz”. ¿A quién imitamos? 1 Juan 2:16 dice que la ostentación de las cosas que uno tiene no proviene del Padre, sino que proviene del mundo. ¿Y verdad que el mundo está lleno de personas que siempre están presumiendo? Esto lo vemos mucho en las redes sociales. Algunas personas publican en sus redes sociales fotos y videos con el objetivo de impresionar a los demás. Ostentan o presumen de sus logros en la vida, de las cosas que tienen o de las vacaciones de lujo que han disfrutado. En realidad, es como si dijeran: “Mírenme”. Queremos hacer todo lo posible por evitar esa actitud presumida que tiene el mundo porque destruye la paz. Para que podamos entender mejor lo destructivo que es presumir de lo que no debemos, hablemos brevemente de un personaje de la Biblia llamado Hamán. Era un hombre orgulloso y arrogante, y siempre estaba presumiendo. El capítulo 5 del libro de Ester nos cuenta que Hamán presumía de sus riquezas, de todos sus hijos, de que el rey le había dado un puesto importante, de que estaba por encima de todos los demás siervos y de que lo habían invitado a una comida especial con el rey y la reina. Hamán era detestable y arrogante, y estaba planeando matar a Mardoqueo, un siervo fiel de Jehová. Pero el rey se enteró de sus planes y de sus verdaderos motivos. ¿Y qué pasó? Que en el mismo madero que Hamán mandó hacer para colgar a Mardoqueo lo colgaron a él. Esto nos recuerda lo que dice Isaías 29:20: “Los fanfarrones llegarán a su fin”. Presumir de lo que no debemos puede traer consecuencias terribles para nosotros y los demás, así que ni siquiera queremos dar la impresión de que presumimos. En la siguiente escenificación, fijémonos en cómo se malinterpreta la manera de actuar de una hermana. “Líbrense de todo amargo rencor, furia, ira, gritería y palabras hirientes, y también de toda maldad”. ¿Alguno se levantó esta mañana pensando “hoy voy a ser rencoroso con algún hermano”? Claro que no, aunque podría suceder, ¿verdad? Pero el cariño sincero evita que perdamos la paz. Y, cuanto más conocemos a nuestros hermanos, más cariño les tenemos, porque nos acordamos de sus alegrías y sus penas, de los sacrificios que han hecho, de lo mucho que aman a Jehová y de las cosas por las que están pasando. Vuelvo enseguida. Te quiero. Adiós. ¡Oh, no! Clara, un momento. Lo siento, tengo prisa. Okey, te llamo después. —Gracias, adiós. —Adiós. —Chao. —Prefiero por la tarde. ¡Abuelita! Hola, Clara, cariño. Lo siento muchísimo. No pasa nada. Yo te ayudo. ¡Ay! ¿Cómo estás? Bien, pero lo siento tanto… Pobrecita, voy a recoger esto. Gracias. Abuelita, hoy es domingo, ¿no? Mira, es esta. —Fue un día largo hoy, ¿verdad? —Sí, fue un día largo, sí. Gracias, que duermas bien. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels, con más ideas para tu look natural y elegante. A mis nuevos seguidores, bienvenidos. Y gracias a todos por suscribirse a mi canal. Hoy les quiero mostrar este juego de accesorios superlindo. Como ven, para estos elegí un tono pastel que combina muy bien con todo. ¿Lo puedes creer? ¿Te refieres a lo que vende Clara? ¿Y qué tienen de especial estos accesorios? Pues, que son un conjunto elegante pero discreto a la vez. Si todavía no lo has hecho, dale al botón y suscríbete, porque, ya lo sabes: si te ves así de bien, te sentirás genial. ¿Estaba la hermana del video presumiendo de lo que no debía? No. En realidad, Clara era una hermana humilde que cuidaba de su abuela con mucho cariño y paciencia. Pero ¿se fijaron? ¿Oyeron la manera en la que anunciaba sus productos de joyería en las redes sociales? Clara dijo: “Si te ves así de bien, te sentirás genial”. Pero a la otra hermana no le gustó nada. Sintió que Clara estaba presumiendo. La malinterpretó. Este video nos recuerda que debemos pensar en lo que podríamos dar a entender con nuestras palabras y acciones. Ahora vamos a analizar el tercer punto: ¿cómo podemos evitar presumir de lo que no debemos? Algo muy importante que debemos recordar es lo que Pablo escribió en 1 Corintios 4:7: “Pues ¿quién hace que tú seas diferente a los demás? En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Entonces, si lo recibiste, ¿por qué vas presumiendo como si no lo hubieras recibido?”. ¿Qué nos enseñan estas palabras? En vez de presumir de nuestros logros, queremos darle a Jehová todo el mérito por las cosas que hacemos. Algunas personas se sienten orgullosas de su aspecto físico, su popularidad, su dinero, su posición social, su fuerza física, su talento musical… Pero pensemos en David. Él era rey de Israel y tenía todas estas cosas. Aun así, nunca presumió, nunca se volvió una persona orgullosa. Siempre fue humilde. ¿Por qué? En Salmo 113:5-8, David le da todo el mérito a Jehová. Dijo, hablando de sí mismo, que Jehová se había agachado para levantar “al humilde”, para alzarlo y “sentarlo con nobles”. Y, siempre que tenía la oportunidad, David les decía a los demás: “Alaben a Jehová, hablen con orgullo de su nombre”. Como el rey David, hablemos con orgullo de Jehová. Pablo nos animó a hacer esto en 1 Corintios 1:31: “El que presume, que presuma de Jehová”. ¿Qué quiere decir eso? Que nos llena de orgullo tener el privilegio de conocer al Dios verdadero y tener la oportunidad de que él nos use para cumplir su propósito. Algo que también nos ayudará a evitar presumir de lo que no debemos es no hablar tanto de nosotros mismos, sino hablar de las bonitas y excelentes cualidades que tienen nuestros hermanos. Las personas humildes no presumen de lo que ellas hacen. Más bien, dirigen la atención hacia los demás y se fijan en cómo Jehová bendice y usa a otros en su servicio. Si hacemos eso, habrá paz y felicidad en la congregación. Por eso, hermanos, sigamos esforzándonos al máximo y evitemos presumir de lo que no debemos. ¿Cómo? Dándole a Jehová las gracias, la honra y la alabanza por nuestros logros y elogiando a nuestros hermanos y hermanas por sus bonitas cualidades y por todo lo que están haciendo en el servicio a Jehová. Si lo hacemos, seguiremos disfrutando de esa paz tan valiosa que tenemos con Jehová y con nuestros hermanos. El hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie, “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La envidia”.
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Harold Corkern: Evitemos las cosas que destruyen la paz. Presumir de lo que no debemos
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¿Qué es la envidia? ¿Lo sabe? Es muy importante que sepamos identificar los síntomas de la envidia. ¿Por qué? Porque la envidia es una forma de odio y es enemiga de la paz. Si no luchamos contra ella, podríamos llegar a morir en sentido espiritual. La Biblia nos enseña que la envidia tiene dos síntomas. El primero quizás es el más conocido. Una persona envidiosa quiere lo que otra persona tiene. El segundo síntoma hace que la envidia sea especialmente peligrosa. La persona envidiosa no solo quiere lo que otro tiene; también quiere que la otra persona lo pierda. Veamos un ejemplo. En el siglo primero los líderes religiosos judíos envidiaban a Jesús porque a la gente le encantaba pasar tiempo con él. Jesús trataba a las personas, incluso a las más pobres, de una manera muy respetuosa. Y por eso la gente lo quería. Los líderes religiosos lo envidiaban. Pero, en vez de esforzarse por cambiar y tratar mejor a la gente, atacaron verbalmente a Jesús haciendo lo posible por acabar con su buena reputación. Difundieron calumnias sobre él. No solo querían lo que Jesús tenía; tampoco querían que Jesús lo tuviera. Con razón la envidia está en la lista de las obras de la carne que aparece en Gálatas 5:21. Es un sentimiento muy peligroso que tenemos que evitar. ¿Por qué puede la envidia destruir la paz? La envidia debilita, daña o incluso puede destruir las relaciones, tanto en la familia como en la congregación. Pensemos en el relato bíblico de Jacob y sus 12 hijos. Jacob le tenía un cariño especial a uno de sus hijos, a José. Por eso sus hermanos empezaron a tenerle envidia. ¿Y qué hicieron por culpa de ese sentimiento? ¿Hasta dónde llegaron? Llegaron al punto de traicionar a José y venderlo como esclavo. Y, por si eso no fuera suficiente, agravaron su pecado al mentirle a su padre, Jacob, diciéndole que José había muerto. Según el relato bíblico, Jacob no quería que nadie lo consolara. Estuvo de duelo por José durante años. La envidia tuvo consecuencias horribles. Está claro: la persona que es envidiosa no muestra ni amor ni compasión ni bondad. Esas cualidades desaparecen, y son reemplazadas por cosas malas, como por ejemplo el odio, las peleas, los arrebatos de ira... ¿Podría la envidia acabar con la paz de la congregación? Pensemos en los ejemplos de Coré, Datán y Abiram. Ellos envidiaban a Moisés y a Aarón por las responsabilidades que tenían. ¿Qué cosas hicieron debido a esa envidia? Empezaron a criticarlos, a hablar mal de los representantes de Jehová en Israel. Incluso acusaron a Moisés de querer gobernarlos y de creerse superior a los demás. Se habían olvidado de que era Jehová el que había dado a Moisés y Aarón esos puestos de responsabilidad. ¿Y cómo reaccionó Jehová? ¿Qué hizo con estos envidiosos? Acabó con ellos y con todas las personas que los apoyaban. Por culpa de ellos, la nación perdió la paz por un tiempo. Cuando leemos este relato, entendemos muy bien lo que piensa Jehová de la envidia. Pero seguramente usted piense: “Yo nunca desearía algo con tantas ganas como para hacerle daño a alguien con tal de conseguirlo”. Pero, como somos imperfectos y el corazón es traicionero, sin darnos cuenta, podríamos hacernos envidiosos. En la siguiente escenificación, fíjese en cómo la envidia podría acabar con la paz. ¿En serio? ¿Pasa algo? Es un amor. Por cierto, tengo que hablar con ella de un collar. ¿Tú también? ¿No crees que está presumiendo? No. Yo… Todo el mundo piensa que es “Miss Universo”, y ella se lo está creyendo. ¿Seguro que el problema es Clara? Por supuesto que es Clara. Se te está enfriando. Y tú me estás cambiando de tema. No, pero es que no es la primera vez que dices esto. ¿Qué pasa? Son amigas, precursoras, predican juntas. Sí, y por eso me preocupa. Está bien, pero ¿no será que sientes un poquito de envidia? ¿Vieron lo que pasó? Bueno, Emily estaba empezando a sentir envidia. ¿Se fijaron en que estaba cuestionando los motivos de Clara? Es más, estaba diciendo cosas que podrían manchar su reputación. Esto podría pasarnos a nosotros. Por eso, hermanos, ¿qué podemos hacer para luchar contra la envidia? Hay dos cosas que son muy importantes: ser humildes y estar contentos con lo que tenemos. Veamos lo que la Biblia dice sobre la humildad. Leamos, por favor, Filipenses, capítulo 2, y empezaremos leyendo el versículo 3. Filipenses 2:3: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico”. ¿Qué es ser egocéntrico? Es pensar que uno es más importante de lo que en realidad es. ¿Creen que los líderes religiosos del tiempo de Jesús, los hermanos de José, Coré, Datán y Abiram eran egocéntricos? ¿Se creían más importantes de lo que eran? Sin ninguna duda. Bueno, no olvidemos que esto también podría pasarnos a nosotros. ¿Cómo lo evitamos? Pablo sigue diciendo: “Humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”, o piensen que los demás son más importantes que ustedes. Si tenemos esa actitud, será más fácil que hagamos lo que dice el versículo 4: “Mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”. La persona que es humilde trata de ayudar a los demás. No piensa que merece más que otras personas. Claro que no. Por otro lado, el que está contento con lo que tiene se siente satisfecho. No anda comparando sus privilegios o sus posesiones con los privilegios y las posesiones de otra persona. Está satisfecho. Ser humildes y estar satisfechos. Con la ayuda de Jehová, podemos cultivar estas valiosas cualidades. Si las tenemos, nunca sentiremos envidia. De esta manera, conseguiremos paz: paz interior, paz en nuestra familia y paz en la congregación. Y estamos seguros de que esto hará muy feliz a Jehová. El hermano Gajus Glockentin, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie, titulado “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La falta de honradez”.
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Seth Hyatt: Evitemos las cosas que destruyen la paz. La envidia
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¿En quién piensan cuando escuchan hablar de la falta de honradez? Quizás en Satanás, “el padre de la mentira”. O tal vez piensen en Ananías y su esposa. ¿Recuerdan? Ellos perdieron la vida por mentirosos. Nosotros no queremos parecernos a ellos, no queremos mentir. ¿Qué significa esto?, ¿que para ser honrado basta con no mentir? Como nuestro Dios, Jehová, es santo, él quiere que también seamos santos. Por eso, Dios les mandó a los israelitas que no engañaran a otros, tal como menciona Levítico 19:11. ¿Notaron lo que implica la falta de honradez? Una persona no es honrada, si —y, por favor, presten atención a esto—, a propósito hace que alguien llegue a una conclusión equivocada. Por ejemplo, al manipular los hechos o también al omitir ciertos detalles, pudiéramos poner en peligro la paz. ¿Por qué lo decimos? ¿Por qué la falta de honradez destruye la paz? Pensemos en esto: una relación pacífica se basa en la confianza. Cuando sabemos que podemos confiar en alguien, nos sentimos tranquilos y seguros, estamos a gusto con él. Donde no hay confianza, no puede haber paz. ¿Y cómo llegamos a confiar en los demás? La confianza va creciendo cuando pasamos tiempo juntos y cuando nos decimos siempre la verdad. Confiamos en las personas que no son egoístas y que no usan “palabras tramposas”, como dice la Biblia. Si alguien nos engaña una sola vez o no es honesto con nosotros, pudiéramos empezar a dudar de todo lo que diga. Una persona puede arruinar su reputación con un solo acto deshonesto. Y, por si esto fuera poco, la falta de honradez puede hacer aún más daño. La falta de honradez es como un virus que se contagia fácilmente. Un acto deshonesto provoca más actos deshonestos. Si alguien está en contacto con personas que no son honradas, puede contagiarse y actuar como ellas. La falta de honradez no solo puede destruir una relación, puede destruir muchas, y puede acabar con la paz y la armonía de todo un grupo. Esto nos recuerda el relato bíblico de Labán y Jacob, que, como sabemos, encontramos en el libro de Génesis. Tal y como había acordado con Labán, Jacob trabajó muy duro por siete años para poder casarse con Raquel. Es cierto que tuvo que trabajar mucho, ¡nada menos que siete años! Pero como la quería tanto, esos años pasaron volando. Tristemente, en vez de a Raquel, Labán le dio como esposa a su hija mayor, Lea. Lo engañó, y Lea también participó en el engaño. ¿Y qué pasó cuando Jacob se dio cuenta de que Labán lo había engañado? Perdió la confianza en él y su relación nunca volvió a ser la misma. La falta de honradez de Labán destruyó la paz de su familia y le hizo sufrir a Jacob los siguientes siete años. ¡Qué triste! De hecho, su falta de honradez llegó a convertirse en una costumbre. ¡Se atrevió a cambiarle el salario a Jacob 10 veces! Fue injusto con Jacob. La falta de honradez de Labán destruyó la paz de toda su familia. A continuación, sigamos viendo lo que pasa con Emily y Celia. Recordarán que estaban en una cafetería conversando. Presten mucha atención y fíjense en cómo Emily se ve tentada a manipular la verdad. Predican juntas. Sí, y por eso me preocupa. Está bien, pero ¿no será que sientes un poquito de envidia? Creí que me entenderías. Creo que entiendo lo que sientes. No con lo de Clara. La verdad, no he visto todo lo que puso. ¿Hay algo inmoral? No. Claro, ella no haría eso. Pero, si tú crees que debería tener más cuidado para que no la malinterpreten, ¿por qué no hablas con ella? Tal vez. Emily, tú eres una mujer bella y espiritual. ¿Sabes? Durante años tuve la mala costumbre de compararme con otros. La inseguridad que yo tenía me hizo daño, a mí y a mis mejores amigos. ¿Crees que estuvo mal que hablara con Celia? No, me alegro de que hayas hablado con ella, es tu amiga. ¿Qué te dijo? Ella dice que me entiende perfectamente. Okey. Y, de Clara, ¿qué piensa? Celia no ha visto todo lo que ha publicado. Mmm… Aunque sí dijo que Clara debería tener más cuidado, para que no la malinterpreten. ¿Y qué sugiere? Que le diga que tiene que dejar esto, pero estoy muy molesta con ella. Mira, si las dos están de acuerdo en que Clara está haciendo algo que no debe, habla con ella. Encontrarás el momento. Gracias por entenderme. Tengo hambre. ¿Harías la oración? Claro. Jehová, queremos darte las gracias por ser tan generoso con nosotros. ¿Se dieron cuenta de que Emily solo escuchó lo que le convenía? Y, cuando habló con Jake, su esposo, solo le contó parte de la conversación. No le dijo que Celia no le había dado su opinión sobre lo que Clara había publicado en las redes. Además, Celia no la animó a decirle a Clara que dejara de publicar cosas, como le dijo a su esposo. Nuestros hermanos merecen que les digamos la verdad, pero Emily no hizo eso, ¿no es cierto? No fue honesta, y eso es algo que puede hacer mucho daño, como veremos más tarde. Por eso, Jehová quiere que evitemos la falta de honradez, porque destruye la paz. Jehová quiere que siempre digamos la verdad, incluso en cosas pequeñas. Entonces, ¿cómo podemos evitar la falta de honradez? Veamos lo que dice Efesios 4. Aquí, el apóstol Pablo nos recuerda una de las razones para ser honrados. Así que leamos juntos Efesios 4:25: “Por tanto, ahora que han abandonado todo tipo de engaño, que cada uno de ustedes le diga la verdad a su prójimo, porque todos somos miembros que nos pertenecemos unos a otros”. ¿Notaron por qué no debemos engañar a nuestros hermanos y decirles siempre la verdad? Porque, como Pablo dijo, “todos somos miembros que nos pertenecemos unos a otros”. Es decir, Pablo nos recuerda que nuestra falta de honradez puede perjudicar a otras personas, a nuestros hermanos y a nuestra amistad con ellos. Así que, teniendo esto en cuenta, ¿qué nos puede ayudar a evitar la falta de honradez? Pensar en lo siguiente: en los beneficios de ser honestos y en las consecuencias de no serlo. Esto nos ayudará a hacer siempre lo correcto. Ahora, ¿cuáles son las consecuencias de la falta de honradez? Como vimos antes en el relato de Labán y Jacob, podríamos romper nuestra paz con los demás. Y, como Jehová odia la falta de honradez, podríamos romper nuestra paz con él, con Jehová. Por otro lado, ¿cuáles son algunos beneficios de ser honestos? Aunque en el momento pudiera parecernos que lo más fácil es no ser honestos, a la larga, ser honrados nos ayudará a tener buenos amigos. Nuestros hermanos también aman la paz y por eso desean tener amigos en los que puedan confiar. Y de esta manera seremos como miembros de un cuerpo que nos pertenecemos unos a otros. Y, lo que es más importante, tendremos la conciencia tranquila y estaremos en paz con Dios. Por lo tanto, evitemos la falta de honradez, pues destruye la paz, y digamos la verdad, incluso en cosas pequeñas. Queridos hermanos, Jehová sabe que somos imperfectos y que hacer esto no siempre es fácil. Pero Jehová promete ayudarnos y bendecir nuestros esfuerzos por ganarnos la confianza de nuestros hermanos y mantener la paz. Ahora, el hermano Patrick LaFranca, ayudante del Comité de Personal, presentará el siguiente discurso de la serie: “Evitemos las cosas que destruyen la paz: El chisme”.
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Gajus Glockentin: Evitemos las cosas que destruyen la paz. La falta de honradez
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¿Habla usted de los demás? ¿No? Bueno, cada vez que contamos algo sobre alguien estamos hablando de los demás. Como nos interesamos por otros, tal vez digamos: “Me tiene muy preocupado la salud del hermano Luis” o “¿Escuchaste la experiencia que tuvo la hermana María en la predicación?”. ¿Está mal que hablemos así de otros? No necesariamente. Aun así, debemos tener cuidado. En 1 Timoteo 5:13 Pablo habló de la mala conducta de algunas hermanas que eran chismosas y que se metían en los asuntos de otras personas. No es necesario que sepamos todos los detalles sobre la vida de los demás ni que se los andemos contando a otros. Por ejemplo, ¿qué pasaría si el hermano Luis no quisiera que se supieran detalles sobre su problema de salud? Hay que respetar la privacidad de los demás. O imagínense que, al contar la experiencia de la hermana María, acabáramos diciendo: “Ya sabes cómo es ella, siempre presumiendo de lo bien que le va en la predicación”. Hablar de forma negativa de los demás podría transformarse en calumnia. Y calumniar es decir algo falso sobre una persona con la intención de dañar su reputación. Ahora vamos a analizar por qué los chismes pueden acabar con la paz. Imagine que usted contó un chisme sobre alguien y esa persona se enteró. ¿Qué cara cree que tendrá cuando se la encuentre la próxima vez? Leamos juntos Proverbios 25:23: “El viento del norte trae un aguacero, y la lengua chismosa, malas caras”. Igual que en Palestina el viento del norte traía nubes negras y lluvia, el chisme trae malas caras. Porque si la persona se entera de que usted contó un chisme de ella, cuando se la encuentre, verá que está triste o enojada. Habrá una tormenta y la relación se enfriará. Claro, si eso ocurre, seguramente usted se sienta mal y pida perdón. Pero quizás ya dañó la reputación de esa persona, y ese daño tal vez sea muy difícil de reparar. Quizás haya escuchado este cuento judío... Había una vez un hombre que estuvo diciendo mentiras del sabio del pueblo. Con el tiempo, aquel hombre chismoso se dio cuenta de que había actuado mal y fue a pedirle perdón al sabio. Le dijo que haría lo que fuera necesario para corregir su error. El sabio le pidió solo una cosa. Le dijo al hombre chismoso que tenía que tomar una almohada, romperla y esparcir todas las plumas al viento. El chismoso se quedó extrañado por lo que el sabio le pidió, pero decidió hacerlo. Luego volvió a ver al sabio. “¿Ya estoy perdonado?”, le preguntó. “Primero tienes que ir a recoger todas las plumas”, le respondió el sabio. “¡Eso es imposible! El viento ya las esparció por todos lados”. Entonces el sabio dijo: “Recuperar todas esas plumas que esparciste es igual de imposible que reparar el daño que causaste con tus palabras”. Así es, cuando hablamos mal de alguien, ya no hay vuelta atrás. El daño ya está hecho. Por eso nunca esparzamos plumas en el viento. Si esparcimos rumores, podríamos llegar a dañar gravemente la paz de nuestra congregación. Encontramos un ejemplo de esto en Hechos 21:20, 21. Los ancianos de la congregación de Jerusalén le dijeron al apóstol Pablo que algunos judíos habían esparcido el rumor entre los cristianos de origen judío de que las enseñanzas de Pablo eran apóstatas y de que hablaba en contra de la Ley de Moisés. Obviamente, estaban tergiversando los hechos. Pablo nunca habló de la Ley con falta de respeto; incluso iba a las sinagogas y usaba las Escrituras Hebreas para razonar con la gente. Esos rumores podían hacer que algunos cristianos judíos recién convertidos pensaran que Pablo no respetaba la manera de Jehová de hacer las cosas, y esto podría haber acabado con la paz de la congregación. En la siguiente escenificación, fíjese en el efecto que los chismes pueden tener en la paz de la congregación. ¿Lo pueden creer? ¡Y es una precursora! ¿Qué clase de ejemplo está poniendo? ¿Y Emily ha dejado de seguirla? Todavía no, pero yo creo que lo hará. Alan, ¿tú qué piensas? ¿Sobre qué? Sobre el canal de Clara en QuicPost. ¿Hay algún problema? Emily me dice que siempre está “Mírenme, miren mi ropa, mi pelo, mi maquillaje”. Y hasta Celia piensa lo mismo. Bueno, es fácil hacerse una imagen equivocada de alguien en las redes sociales. Yo lo hice, pero luego me di cuenta de que estaba equivocado. Sí, es cierto eso que dices. Miren, sé que estaban hablando, pero, si tienes un minuto, ¿me podrías ayudar con estas cajas? Claro. Gracias por la ayuda. Con gusto. Jake, sé que lo de antes no lo estabas diciendo con mala intención, pero me gustaría que pensaras en esto. Este texto es uno de mis favoritos. Es el de Proverbios 18:17. “El primero en presentar su caso parece tener la razón, hasta que viene la otra parte y lo interroga”. No sé lo que quieres decir. Aquí da la idea de que a veces solo sabemos un lado de la historia. Y no deberíamos sacar ninguna conclusión hasta que hayamos escuchado a las dos partes. Incluso después de eso, no haríamos comentarios negativos de los demás, porque a nosotros no nos gustaría que nos hicieran lo mismo. No lo había pensado. Gracias. Voy a disculparme con Harry y Mary. Y le diré a Emily que hable con Clara. Buena idea. ¿Se fijaron en lo que dijo Jake cuando el anciano, con mucho cariño, lo ayudó a razonar en lo que dice Proverbios 18:17? Dijo: “No lo había pensado”. Así es, el problema es que Jake no se detuvo a pensar antes de decir esas cosas feas sobre Clara. Por eso, ¿cómo evitamos los chismes, tanto contarlos como repetirlos? Leamos Proverbios 15:28: “El corazón del justo medita antes de responder, pero la boca de los malvados suelta cosas malas”. Así que, antes de decir algo malo sobre alguien, tenemos que meditar. Eso no significa que tengamos que estar mucho rato meditando, solo que pensemos un poquito. ¿En qué podría haber pensado Jake para evitar repetir lo que su esposa dijo sobre el video de Clara? Pudo haberse preguntado: “¿Es verdad lo que estoy a punto de decir? ¿Es amoroso? ¿Es bueno? ¿Qué van a pensar Harry y Mary sobre Clara si digo estas cosas negativas sobre ella?”. Otro principio que nos ayudará a evitar el chisme es el que se conoce como la Regla de Oro, que encontramos en Lucas 6:31. Jesús dijo: “Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes”. Así que hay que mostrar empatía, hay que ponerse en el lugar de la otra persona y preguntarse: “¿Cómo me sentiría yo si alguien dijera estas cosas sobre mí?”. Hay una situación en la que podríamos sentirnos tentados a decir un chisme de alguien: cuando creemos que esa persona nos trató mal. En vez de poner en práctica el consejo de Mateo 5:23, 24 y el del capítulo 18, versículo 15, de hablar con la persona en privado, quizás empecemos a comentarlo con personas que no tienen nada que ver en el asunto. ¿Qué pasaría si hiciéramos eso y después cuando hablamos con la persona nos damos cuenta de que todo era un malentendido? Habríamos complicado mucho más las cosas. Pero, incluso si tenemos la razón, hablar mal de la otra persona nunca va a mejorar la situación. Para que se cuente un chisme, hace falta alguien que hable y alguien que escuche. ¿Está mal simplemente escuchar un chisme? Sí. Mire lo que dice Proverbios 17:4: “El malvado presta atención a las palabras hirientes y el hombre que engaña escucha a la lengua maliciosa”. Piense en eso. Si prestamos atención a palabras hirientes o palabras maliciosas sobre alguien, Jehová también nos considera culpables. Si estamos dispuestos a escuchar, animamos al chismoso a seguir hablando. Entonces, ¿qué podemos hacer? Sin dar a entender que nos creemos superiores, podríamos decir: “¿Por qué no hablamos de otra cosa?” o “La verdad es que no me siento muy cómodo hablando de esto. Además, la persona no está aquí para defenderse”. Y, si nos damos cuenta de que un hermano o hermana siempre está contando chismes, quizás lo que tengamos que hacer en esta situación sea limitar la cantidad de tiempo que pasamos con esa persona. Proverbios 20:19 lo dice muy claro: “No te juntes con los que disfrutan del chismorreo”. Así que, hermanos, hagamos todo lo posible por evitar el chisme. Si hacemos eso, conservaremos la paz y la unidad en la congregación. El hermano Kenneth Cook, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, “Evitemos las cosas que destruyen la paz: La ira descontrolada”.
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Patrick LaFranca: Evitemos las cosas que destruyen la paz. El chisme
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Satanás es el principal destructor de la paz. La Biblia nos explica que él está “lleno de furia”. Su ira es descontrolada y también es perversa. ¿Querría algún siervo de Dios en su sano juicio reflejar la despiadada ira de Satanás? Por supuesto que no. Por eso, todos los siervos de Jehová estamos decididos a evitar la ira descontrolada. Pero ¿y si no es descontrolada? ¿Está siempre mal sentir ira? La Biblia no dice que siempre esté mal sentir ira; lo que dice que está mal es que la ira sea descontrolada o injustificada. En Efesios 4:26, la Biblia nos dice: “Cuando se enojen, no pequen”. En ocasiones, la ira es un sentimiento muy fuerte de enojo o indignación que tenemos cuando sentimos que algo es injusto o algo es incorrecto. Esto en sí mismo no es malo. Lo que está mal es que sintamos tanta ira que no podamos controlarla y demos rienda suelta a nuestras emociones. Si eso ocurre, puede que terminemos haciendo o diciendo algo sin pensar. Las personas que tienen arrebatos de ira con frecuencia no obtendrán la salvación. En Gálatas 5:20 se incluyen los “arrebatos de ira” entre “las obras de la carne” que impedirían a una persona heredar el Reino de Dios. En el nuevo mundo no habrá lugar para personas así. Para entender por qué la ira descontrolada es tan grave, veamos cómo esta puede acabar con nuestra paz y la de los demás. Si no controlamos nuestra ira, nos hacemos daño a nosotros mismos y también a los que nos rodean. En Proverbios 29:22 leemos que la persona propensa a la ira “provoca conflictos” y “comete muchas ofensas”. Una de estas ofensas es hacer comentarios hirientes. Debemos controlarnos cuando hablamos con compañeros de trabajo, con las personas a las que predicamos, con los hermanos y hermanas de nuestra congregación y con los miembros de nuestra familia. Debemos controlar las emociones negativas. Los insultos, las burlas, las faltas de respeto y los arrebatos de ira están mal. Dar rienda suelta a las emociones negativas puede destruir la amistad que tenemos con otras personas y nuestra amistad con Jehová. No seamos como un volcán que no deja de echar lava. Igual que un volcán en erupción hace mucho daño a quienes viven a su alrededor, una persona que no es capaz de controlar su ira hace mucho daño a quienes la rodean. Pero también se hace daño a sí misma. ¿De qué manera? Al expresar nuestra ira, lo más probable es que nos enfurezcamos aún más. Así que la ira descontrolada también afecta nuestra propia paz. Puede llevarnos a hacer algo de lo que después nos arrepintamos. Incluso puede ser mala para nuestra salud. Estudios médicos muestran que no controlar la ira puede subir la presión arterial y causar problemas respiratorios. Puede dañar el hígado y el páncreas, y también puede hacer que tengamos problemas digestivos. Cuando una persona se enoja, no siempre piensa con claridad. Y después de un arranque de ira puede pasar por periodos depresivos. Con razón en Proverbios 14:30 leemos que “un corazón calmado es vida para el cuerpo”. Las desastrosas consecuencias de la ira descontrolada se ven claramente en el relato bíblico sobre lo que les pasó a Simeón y a Leví, dos de los hijos del patriarca Jacob. Fíjense en cómo reaccionaron cuando un hombre llamado Siquem violó a su hermana Dina. En Génesis 34:7 dice que “estaban ofendidos y muy enojados”. Tenían buenas razones para enojarse, pero dieron rienda suelta a su ira. No supieron controlarla. Simeón y Leví se vengaron de Siquem. Le tendieron una trampa y terminaron matando a todos los hombres de su ciudad. Después, junto con el resto de sus hermanos, saquearon la ciudad y se llevaron cautivos a los niños y a las mujeres. Aunque lo que sufrió Dina seguro que entristeció mucho a Jacob, él condenó enérgicamente la ira descontrolada de sus hijos. A pesar de que Simeón y Leví intentaron justificarse, sufrieron las consecuencias. A Jehová también le desagradó mucho lo que hicieron, y por eso, más tarde, Jacob predijo que los descendientes de Simeón y Leví serían esparcidos entre las tribus de Israel. Por no controlar su ira, perdieron el favor de Jehová y también el de su padre, Jacob. Sigamos prestando atención a relatos de la Biblia como este y esforcémonos por evitar la ira descontrolada y todo el daño que esta produce. En la siguiente escenificación, fíjese en lo que podría hacer que una persona se dejara llevar por la ira. ¿Abuela? Cariño, no olvides los huevos. No, no te preocupes. ¿Seguro, cielo? No, no se me olvida. Muchísimas gracias. Okey. Te quiero, chao. ¡Oh, no! ¡Hey, Clara, al fin te veo! ¿Tienes un minuto? Hola, Emily. ¿Podemos hablar más tarde? He tenido una mañana horrible. Mira, hace días que quiero hablar contigo, pero estás tan ocupada… Es que tengo que decirte algo. Okey, ¿qué pasa? Es que me preocupa lo que has estado poniendo en QuicPost. Y… ¿por qué? ¿Tú crees que algo así es propio de una precursora? ¿Qué? ¿De qué estás hablando? Los hermanos podrían pensar que presumes. ¿Los hermanos? ¿Quiénes? ¡Es mi negocio!, ¡tengo que mostrar lo que vendo! Lo sé, lo entiendo. Es que podrían pensar que estás llamando demasiado la atención. Pero ¿quién pensaría eso? ¿Tú? No, no soy solo yo. Celia dice lo mismo. ¡¿Hablaste con Celia de esto?! Mira, no quería molestarte. Jake me dijo que hablara contigo de esto. ¡Jake! Así que todo el mundo piensa que lo que hago no es apropiado. Todo el mundo no, Clara. No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! ¡No puedo creerlo! ¿Con quién más hablaste? ¡¡Es que eres una chismosa!! —No estoy chismeando… —¿Cómo que no? Yo solo intentaba ayudarte. Y deberías escucharme, Clara. —¡Me tienes envidia! —Pero ¿quieres escucharme? —Ah, sí, escuchar esto. —Pero espera. No me lo esperaba de ti. Clara, ¿por qué me dices eso? Por lo que dijiste de mi canal. ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? Clara, ¡espera, por favor! ¿Los dejó tensos este video? Si es así ya saben lo que puede pasar cuando no se controla la ira. Ya hemos explicado lo que es la ira descontrolada y también hemos visto sus consecuencias. La siguiente pregunta es: ¿cómo podemos evitar la ira descontrolada? Primero tenemos que ser conscientes de lo peligroso que es no controlar la ira. Proverbios 25:28 dice: “Como una ciudad invadida que no tiene muralla, así es el hombre que no controla su genio”. En la antigüedad, las ciudades necesitaban murallas fuertes porque sin ellas podían ser invadidas muy fácilmente. Eso mismo les pasa a los que no controlan su genio. Cuando alguien pierde el control se vuelve vulnerable, y es más fácil que lo invadan los malos pensamientos. Esos pensamientos le pueden hacer daño a él y a los demás. Como vemos, no controlar la ira causa muchos problemas. Pero, además de reconocer los peligros, cuando nos enojemos, debemos detenernos y controlar la ira antes de hacer algo de lo que luego nos arrepintamos. Lo que podemos hacer en esos momentos es recordar lo que les pasó a Simeón y a Leví. También podemos recordar lo que les pasó a las hermanas de la escenificación que acabamos de ver. Si lo piensan, en cada caso, detenerse antes de dejarse llevar por la ira les habría ahorrado mucho dolor, ¿verdad? Por eso encontramos este consejo en Proverbios 17:14: “Antes de que estalle la discusión, vete de allí”. Con estas palabras en mente, preguntémonos: “¿Suelo sacar conclusiones rápidamente sin tener toda la información? Si hago eso, ¿seré capaz de irme si en cierta situación veo que voy a perder el control?”. El consejo que nos da Jehová en Santiago 1:19 nos ayudará mucho. Pero, claro, esto solo funcionará si nos esforzamos de verdad por ponerlo en práctica. Leámoslo, entonces. Santiago 1:19. Este texto nos dice algunas cosas que podemos hacer para evitar la ira descontrolada. Dice: “Quiero que sepan, mis queridos hermanos, que todos deben ser rápidos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para la ira”. Si le pedimos a Jehová que nos ayude a hacer estas cosas, a ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira, él seguro que nos responderá. Nos ayudará a ver el cuadro completo del asunto y a ser comprensivos. Así podremos evitar la ira descontrolada. Pero una advertencia: para que logremos evitar la ira, debemos elegir muy bien a nuestros amigos. Toda la ayuda que nos da Jehová y todos los esfuerzos que hacemos no servirán de nada si los amigos que tenemos son arrogantes, testarudos o se enojan con mucha facilidad. Por eso, Proverbios 22:25 dice que no aprendamos a andar por los caminos de las personas que tienen tendencia a la furia. Bueno, hemos disfrutado de otra serie de discursos que nos ayudará a mantenernos despiertos, a tener una buena conducta y a librarnos del castigo que muy pronto recibirá este mundo malvado. Como hemos visto en estos discursos, debemos esforzarnos mucho por evitar las cosas que destruyen la paz, como presumir de lo que no debemos, la envidia, la falta de honradez, el chisme y, por último, la ira descontrolada. Si nos cuesta poner en práctica alguna de las sugerencias para fomentar la paz que hemos visto hoy, pidámosle a Jehová que nos ayude a cambiar y esforcémonos por hacerlo. Si nos esforzamos de corazón por buscar la paz con nuestros hermanos, demostraremos que estamos esperando con muchas ganas que llegue “el día de Jehová” y el nuevo mundo que él ha prometido. Los esfuerzos que hagamos tendrán un efecto positivo en nosotros y harán que Jehová se sienta muy feliz. Entonces, nuestro misericordioso Dios nos considerará, como dice en su Palabra, la Biblia, “sin mancha, sin defectos y en paz”, en paz con él y con todos nuestros hermanos.
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Kenneth Cook: Evitemos las cosas que destruyen la paz. La ira descontrolada
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El título de esta serie de cuatro discursos es “Busque la paz y vaya tras ella”. Está basado en 1 Pedro 3:11. Leámoslo juntos. “Que se aparte de lo que está mal y que haga lo que está bien; que busque la paz y vaya tras ella”. Así que tenemos que ir tras la paz, y hacer eso requiere esfuerzo. ¿Les ha pasado alguna vez que tenían un trozo de papel en la mano y se lo llevó el viento? Y, cuando ya casi lo alcanzaban, se volaba de nuevo una y otra vez. Puede que tengamos que esforzarnos mucho para recuperar el papel. Solo por quedarnos ahí parados mirando cómo se va volando el papel no vamos a hacer que vuelva. Pues la paz puede ser como ese papel. De repente, puede salir volando, y entonces tenemos que ir tras ella o perseguirla para recuperarla. En esta serie de discursos, veremos cuatro maneras de buscar la paz: no ofendiéndonos fácilmente, pidiendo disculpas, estando dispuestos a perdonar y, por último, siendo prudentes al hablar. Veamos la primera forma de ir tras la paz: no ofendiéndonos fácilmente. Como somos imperfectos, es fácil juzgar mal a otros y ofendernos con facilidad. Fíjense que dijimos “con facilidad”. Esto es importante. Tenemos que evitar sacar conclusiones precipitadas sin tener todos los hechos. Incluso siervos fieles del pasado se ofendieron con facilidad. ¿Recuerdan cuando Jesús y sus apóstoles buscaron alojamiento en una aldea samaritana? Los samaritanos no quisieron que se quedaran allí. Como vemos en Lucas 9:54-56, Santiago y Juan le dijeron a Jesús: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y acabe con ellos?”. Pero Jesús los reprendió por su reacción precipitada y violenta. Pensemos en lo que hubiera pasado si Jesús hubiera hecho caso de lo que Santiago y Juan le pedían. Los samaritanos no habrían querido escuchar el mensaje del Reino. Así que Jesús optó por buscar una solución pacífica. El relato dice que sencillamente “se fueron a otra aldea”. Entonces, ¿significa eso que no podemos ofendernos nunca? No. Puede que tengamos una razón válida para quejarnos. La clave está en no ofendernos fácilmente sacando conclusiones antes de conocer todos los hechos. Proverbios 18:13 dice: “Responder a un asunto antes de oír los hechos es tonto y humillante”. En el siguiente video, fíjense en lo que ayuda a una hermana a pasar por alto una ofensa. No me lo esperaba de ti. Clara, ¿por qué me dices eso? Por lo que dijiste de mi canal. ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? Clara, ¡espera, por favor! No sé de qué estás hablando. ¿Hablaste con Emily de mi canal? Sí, pero yo… Así que me criticaste. No, yo nunca… Creí que eras mi amiga. —¡Yo jamás haría eso! —Se suponía que eras la madura, y eres como Emily, hablando mal de los demás. ¡Clara! Mira, sé que estás molesta, pero créeme, todo esto es un malentendido. Yo te quiero. Clara, yo nunca, jamás, hablaría de ti a tus espaldas. Así que, por favor, cálmate. A veces me siento tan sola. Y mi abuela, el trabajo… y ahora resulta que todos hablan de mí. Te lo prometo, eso no es lo que está pasando. Estás cansada y llevas demasiada carga. ¿Por qué no intentamos calmarnos un poco? Mira, las reuniones a mí siempre me ayudan, hasta cuando tengo un mal día. ¿Por qué no entramos, nos sentamos juntas y disfrutamos de la reunión? Y, cuando termine, hablamos las tres. Ya verás. Todo saldrá bien. Clara estaba muy enojada. Dio por hecho que estaba hablando mal de ella todo el mundo. Si nos pasa como a Clara y alguien nos hiere, ¿cómo podemos evitar ofendernos fácilmente? Debemos detenernos y pensar. En Eclesiastés 7:9 encontramos un consejo muy bueno para situaciones como esta. Eclesiastés 7:9 dice: “No te enojes fácilmente, porque enojarse está en el corazón de los tontos”. Deberíamos seguir el consejo que le dio Celia a Clara: “Por favor, cálmate”. En estos casos es importante pensar en lo que sabemos, pero también en lo que no sabemos. Quizás solo sabemos lo que nos han contado, pero ¿sabemos todos los detalles? Clara enseguida creyó lo que le habían contado. ¡Ni siquiera le preguntó a Celia qué es lo que había dicho! O puede que sepamos lo que se dijo, pero no con qué intención se dijo. Clara le preguntó: “¿Hablaste […] de mi canal?”. Y, cuando Celia dijo que sí, Clara automáticamente pensó lo peor. O quizás juzgamos mal a la persona que nos hirió. Eso fue lo que hizo Clara cuando le dijo a Celia: “Eres tan mala como Emily”. ¡Y aún no había escuchado la versión de Celia! Clara le dijo a Celia que ella era la madura, alguien a quien admiraba. Aun así, enseguida la juzgó mal. Clara no se detuvo a pensar. No pensó en lo que estaba diciendo. Quizás tenía un mal día. Sin embargo, Celia lo hizo muy bien. Aunque Clara le habló mal, ella mantuvo la calma y la escuchó. Mientras Clara le contaba que se sentía sola y que estaba cuidando de su abuelita, Celia la escuchaba con mucho cariño e interés. ¡Y eso que hacía un momento le había hablado realmente mal! Además de detenernos a pensar antes de actuar, debemos recordar que lo que de verdad cuenta es lo que Jehová opina de nosotros. Esto es especialmente importante cuando surgen malentendidos o nos acusan falsamente. ¿Saben? Jehová ve todo lo que ocurre. Imagínense la siguiente situación. Acaban de tener un accidente. Estaban detenidos con su vehículo y, de repente, llegó otro auto y los golpeó. Así que viene la policía, y la persona que golpeó su auto dice que ha sido usted quien lo ha golpeado a él. ¡Y la policía le cree a él! Así que decide ir a juicio. En el juicio, la otra persona le cuenta al juez que fue usted quien lo golpeó. Pero, antes de que usted pueda decir una palabra, el juez dice: “No. Eso no fue lo que pasó. Yo iba caminando por esa calle ese día y vi todo lo que ocurrió”. Claro, es muy poco probable que uno vaya a un juicio y el propio juez sea testigo ocular de los hechos. Pero este ejemplo nos enseña que podemos estar muy tranquilos de saber que Jehová ve absolutamente todo. Así que, hermanos, si se nos acusa de algo o hay un malentendido que no podemos aclarar, podemos tener la tranquilidad de saber que Jehová estuvo ahí ese día y vio todo lo que ocurrió. Además, no tenemos por qué ofendernos por todo lo que los demás dicen o hacen; ni pensar que tenemos que defendernos siempre de todo lo que digan de nosotros. Si no, acabaríamos agotados. Y probablemente tendríamos muy pocos amigos. Así que pasemos por alto las pequeñas ofensas. Ahora vayamos a Proverbios 19:11. ¿Qué puede ayudarnos? Ahí, dice: “La perspicacia del hombre frena su furia, y es un gesto hermoso que él pase por alto una ofensa”. ¿Estamos dispuestos a pasar por alto las ofensas? Como leímos, hacerlo “es un gesto hermoso”. Pero si no es posible y se trata de un asunto serio, tratemos de solucionarlo a la manera de Jehová. Mostremos perspicacia, frenemos o controlemos nuestra furia, detengámonos a pensar, escuchemos con paciencia y, antes de ofendernos o tomar cualquier acción, asegurémonos de que sabemos los detalles. ¿Recuerdan el papel que teníamos en las manos y que se llevaba el viento vez tras vez? ¿Y si fuera un billete de 100 dólares? Seguro que haríamos todo lo posible para ir tras él y recuperarlo, porque tiene mucho valor. Pues la paz con nuestros hermanos es mucho más valiosa que cualquier billete. Cuando la paz con nuestros hermanos y hermanas sale volando por culpa de los malentendidos y la imperfección, debemos ir tras ella y esforzarnos por recuperarla. En conclusión, si evitamos ofendernos fácilmente, estaremos honrando a Jehová y promoveremos la paz. El hermano Ralph Walls, ayudante del Comité de Personal, presentará el siguiente discurso de esta serie, “ ‘Busque la paz y vaya tras ella’: Pida disculpas”.
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John Ekrann: “Busque la paz y vaya tras ella”. No se ofenda fácilmente
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“Lo siento muchísimo”. “Fue culpa mía. Por favor, perdóname”. No importa qué palabras usemos, disculparse puede ser muy difícil. ¿Por qué puede ser tan difícil? Por muchas razones: por miedo a la confrontación, al rechazo o a que nos echen la culpa. O quizás nos dé vergüenza y el orgullo nos lo impida. Podríamos pensar: “Disculpándome no voy a arreglar mi metedura de pata”. O puede que estemos muy molestos. Este tema preocupa tanto a muchos que, en julio del 2000, en Estados Unidos, el estado de California aprobó una ley que decía que, en el caso de que hubiera un accidente, el que alguien pida perdón a los que han resultado heridos no significa que esté admitiendo su culpa. Se hizo porque muchas personas no querían disculparse por miedo a que se interpretara como un reconocimiento de culpa en caso de ir a juicio. En la Biblia, encontramos el relato de un hombre fiel, el apóstol Pablo, que nos puso un buen ejemplo sobre pedir disculpas. El relato se encuentra en Hechos 23. ¿El contexto? Un comandante militar romano quería saber por qué los judíos estaban acusando a Pablo. Así que llevó a Pablo ante los sacerdotes principales y ordenó al Sanedrín, que era el tribunal supremo judío, que se reuniera. Cuando leemos el relato de Hechos 23:1-5, nos impresiona ver el valor que mostró Pablo para defender lo correcto. Pero fíjense también, mientras leemos el relato, en la humildad que demostró. Hechos 23:1: “Mirando fijamente al Sanedrín, Pablo dijo: ‘Hermanos, hasta este día he actuado con una conciencia completamente limpia ante Dios’. Al oír esto, el sumo sacerdote Ananías les ordenó a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca. Entonces Pablo le dijo: ‘Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada. ¿Tú te sientas a juzgarme según la Ley y al mismo tiempo violas la Ley mandando que me golpeen?’. Los que estaban junto a él le dijeron: ‘¿Estás insultando al sumo sacerdote de Dios?’. Pablo les respondió: ‘Hermanos, no sabía que era el sumo sacerdote. Porque está escrito: “No insultes a ninguno de los jefes de tu pueblo” ’ ”. Pablo admitió inmediatamente su error. Lo que dijo, que un juez no debería recurrir a la violencia, era cierto. Aun así, Pablo se disculpó. En el siguiente video, veremos cómo una hermana pone en práctica lo que dice Tito 2:3-5 y aconseja a unas hermanas más jóvenes para que tengan buen juicio. También veremos cómo una de las hermanas jóvenes evita más problemas y fomenta la paz al ser humilde y disculparse. No sé lo que pasó. Pero, Clara, ¡lo siento! Me duele mucho verte así de mal. No puedo creer lo que hicieron. Para empezar, lo que tú oíste no es lo que yo dije. Pues eso es lo que yo entendí. Y, aunque yo estuviera equivocada, ¿todo este drama era necesario? Emily, ¡no! Vamos, chicas. Clara, acércate un poquito. “El amor es paciente y bondadoso”. “No es celoso”. “No se irrita con facilidad” aunque las cosas se pongan difíciles. ¿Qué creen que debemos hacer? Yo creía que… Yo… Lo siento, Clara. De verdad, no debí pensar mal de ti, no debí juzgarte. Y perdóname por meterte en esto. No dije la verdad. Está bien, no pasa nada. Todos cometemos errores. No debí hablarte de esa manera, Celia. Bueno, a ninguna de las dos. Me voy, que mi abuela está sola. Te llamo mañana. Adiós. La hermana más mayor pidió perdón, aunque no tenía culpa de nada. Y, además, animó a las jóvenes a hacer las paces. Se necesita valor, humildad y determinación para disculparse. Es interesante lo que dice aquí, en Filipenses 2:3: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”. Así que nuestro objetivo no es ganar una discusión, eso podría ser conflictivo. Y, cuando hablamos con nuestros hermanos, no buscamos que nos digan que nosotros tenemos la razón. Eso indicaría que somos egocéntricos o egoístas. Más bien, como acabamos de leer en Filipenses, queremos ser humildes. Nuestra meta es ir tras la paz. Aunque pensemos que la otra persona está siendo poco razonable, debemos disculparnos. ¿Por qué es tan importante que lo hagamos? Porque de esta forma Jehová aceptará nuestra adoración. Jesús dejó este punto muy claro en Mateo 5:23, 24: “Por eso, si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete. Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda”. Un experto en temas bíblicos describió así la escena: “El ofrendante ha entrado al templo, ha atravesado los patios que rodean el lugar santo, el Patio de los Gentiles, el Patio de las Mujeres, el Patio de los Hombres. Más allá estaba el Patio de los Sacerdotes, en el cual ningún laico podía entrar. De pie junto a la baranda, espera que le toque el turno de entregar su ofrenda al sacerdote”. Y, justo en ese momento, el hombre recuerda que su hermano tiene algo contra él. ¿Y qué tenía que hacer? “Deja tu ofrenda allí, delante del altar [dijo Jesús], y vete”. ¿Qué mencionó él que era más importante que hacer un sacrificio? “Primero haz las paces con tu hermano” y luego, cuando vuelvas, “presenta tu ofrenda”. La expresión traducida aquí “hacer las paces” significa “reconciliarse”. De esto aprendemos una valiosa lección: reconciliarse o hacer las paces va antes que los sacrificios. Y es que la forma de tratar a nuestros hermanos influye directamente en nuestra amistad con Jehová. Como muy bien dice 1 Juan 4:20: “El que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”. Por lo tanto, si nos damos cuenta de que hemos ofendido a un hermano, debemos poner en práctica el consejo de Jesús. Debemos tomar la iniciativa e ir a hablar con él. Quizás debamos reconocer que lo hemos herido. Quizás tengamos que preguntar: “¿Qué puedo hacer para arreglarlo?”. Muchas veces, solo se necesita una disculpa sincera. Claro, hoy día no ofrecemos sacrificios de animales para adorar a Dios. Pero lo que Jesús enseñó nos muestra claramente que hay una estrecha relación entre estar en paz con los hermanos y que Jehová acepte nuestra adoración. Cuando hay un problema entre dos hermanos, es posible que los dos tengan algo de culpa, pues todos somos imperfectos y cometemos errores. Así que muchas veces ambos tienen que ceder. Aunque el que pida perdón no tenga la culpa, no es tan importante quién tiene la razón y quién no, sino quién tomará la iniciativa en hacer las paces. Cuando el apóstol Pablo se enteró de que algunos cristianos de Corinto estaban llevando a otros ante los tribunales por desacuerdos personales, les dijo: “¿No es mejor dejar que cometan injusticias contra ustedes? ¿No es mejor dejar que los estafen?”. El principio está claro. La paz con nuestros hermanos es más importante que probar quién tiene la razón y quién no. Si tenemos esto presente, nos será más fácil pedir perdón a alguien que cree que lo hemos ofendido. Y una disculpa sincera puede abrir la puerta a una conversación positiva. Disculparse minimiza los problemas y restaura la paz. Ahora, el hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie, “ ‘Busque la paz y vaya tras ella’: Esté dispuesto a perdonar”.
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Ralph Walls: “Busque la paz y vaya tras ella”. Pida disculpas
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Está claro que para estar en paz con los demás tenemos que estar dispuestos a perdonar. Veamos dos ejemplos. Un padre y su hija adolescente no se llevan bien. Sus pequeñas discusiones muchas veces terminan en gritos. La situación se pone tan difícil que el padre la echa de la casa. Con el tiempo, ella se da cuenta de que tiene la culpa y le pide perdón a su padre. Pero, en vez de dejar pasar sus errores, el padre no quiere perdonarla. No está dispuesto a perdonar a su propia hija. El segundo ejemplo es muy diferente. Un hombre inocente es condenado a muerte por un delito que no ha cometido. Poco antes de morir, dice estas palabras: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Estas palabras de Jesús se encuentran en Lucas 23:34. Tal vez se refería a los soldados romanos que lo clavaron al madero y que no sabían realmente quién era. O tal vez estuviera pensando en algunos de los que pidieron su ejecución pero más tarde pusieron fe en él. ¿El punto? Jesús estuvo dispuesto a perdonar. ¿Con cuál de estos ejemplos nos identificamos más? ¿Somos como Jesús, dispuestos a perdonar? ¿O a veces tendemos a ser como el hombre que no perdonó a su hija? Perdonar no siempre es fácil. La imperfección ejerce mucha influencia en nosotros y, a veces, nos impide ser compasivos. Cuando alguien nos hace daño, tal vez tendamos a guardar resentimiento o rencor. Y puede que a algunos nos hayan enseñado a no perdonar. No es de extrañar que estar dispuestos a perdonar y buscar la paz sea tan difícil. Aun así, la Biblia nos anima a perdonar con generosidad. Analicemos ahora el ejemplo que nos dio Job sobre perdonar. Todos sabemos lo que le pasó: perdió sus bienes y a sus 10 hijos, tuvo una enfermedad repugnante y su mujer le dijo: “¡Maldice a Dios y muérete!”. Tres amigos suyos se enteraron de lo sucedido y decidieron ir a consolarlo. Job 2:13 dice que, cuando llegaron, se sentaron con él en el suelo “durante siete días y siete noches” y no le dijeron ni una palabra. ¡Y ojalá hubieran seguido así!, porque, cuando abrieron la boca, hicieron muchísimo daño a Job con sus acusaciones falsas. Pero fijémonos en un detalle muy interesante de este relato. Job 42. Cuando por fin pasó todo, Jehová le pidió a Job que hiciera algo por sus falsos amigos. Noten lo que dijo Jehová en Job 42, en la parte b del versículo 8: “Mi siervo Job orará por ustedes. Les aseguro que aceptaré la petición de él y no los trataré de acuerdo con lo tontos que han sido”. ¿Notaron? A pesar de todo lo que habían dicho de él, Jehová le pidió a Job que orara por ellos. ¿Le dijo Job a Jehová: “Jehová, después de lo que me han hecho, no pienso perdonarlos”? ¿Les guardaría rencor Job? Veámoslo. Versículo 9, parte b: “Y Jehová aceptó la oración de Job”. Job hizo lo que Jehová le dijo. ¿Qué pasó gracias a que Job fue leal y estuvo dispuesto a perdonar? Versículo 10: “Después de que Job oró por sus amigos, Jehová acabó con el sufrimiento de Job y le devolvió la prosperidad que había perdido. Jehová le dio el doble de lo que tenía antes”. El relato sigue diciendo que Job tuvo otros 10 hijos, que vivió 140 años más, y el versículo 17 dice: “Finalmente, Job murió satisfecho tras una larga vida”. Al estar dispuesto a perdonar, Job recibió la bendición de Jehová y nos dejó un buen ejemplo. En el siguiente video de Celia y Clara, veamos por qué Clara finalmente decide perdonar. Hola, soy yo. Estaba pensando en ti. Me encantó el broadcasting. ¿Te gustó la canción? Llámame, por favor. Ojalá me dejara tranquila. ¿Qué decías? No, nada. Bueno, es Emily, que no para de escribirme. ¿Cuál es el problema, cariño? No es un problema, es que… Te cuesta perdonarla… No es tan fácil. No, no lo es. Tú quieres hacerlo… Pero ¿y si me hace daño otra vez? No lo olvides, perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejes pasar esa oportunidad. Nunca lo había visto así. Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran más que nada en la vida. ¿Cómo te sentiste? Y tu abuela también, ella se preocupa mucho por ti. Te sientes fatal cuando decepcionas a los que te quieren. Tú vales mucho. Gracias. Y, cuando te perdonan, enseguida te sientes bien. Emily, siento no haberte respondido. ¿Tienes planes para mañana? ¡Qué bien razonó Celia con ella! ¿Recuerdan lo que le dijo a Clara para llegarle al corazón? “Perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejes pasar esa oportunidad”. Así que, si alguien nos trata mal, no perdamos la oportunidad de imitar a Jehová perdonando con generosidad. Esta es la idea que se destaca en Colosenses 3:13. Cuando analizamos el ejemplo de Job, vimos que Jehová le pidió que orara por sus compañeros. Eso lo ayudó a estar dispuesto a perdonar. Veamos ahora lo que Jehová nos pide. Colosenses 3:13: “Sigan soportándose unos a otros y perdonándose con generosidad incluso si alguno tiene una razón para quejarse de otro. Jehová los perdonó con generosidad a ustedes, así que hagan ustedes igual”. El verbo griego para “perdonar con generosidad” se relaciona con una palabra que se traduce como “bondad inmerecida” o “favor”. Cuando este verbo significa “perdonar”, transmite la idea de hacerlo de forma altruista, generosa. Igual que cuando le hacemos un regalo a alguien sin esperar nada a cambio. Jehová quiere que perdonemos con generosidad, tal como él hace. ¿Recuerdan el final del versículo? “Así que hagan ustedes igual”. Y si lo que nos hicieron no es grave, pasémoslo por alto. 1 Corintios 13:5 dice que el amor “no lleva cuenta del daño”. Y Proverbios 19:11 dice que “es un gesto hermoso” pasar “por alto una ofensa”. Sin embargo, si pensamos que debemos hablar del tema con el hermano o la hermana que nos ofendió, ¿cuál sería el mejor modo de hacerlo? Primero, debemos pedirle a Jehová que nos ayude. Después, pensando en las buenas cualidades del hermano, digámosle con bondad que queremos hacer las paces. Escuchémoslo con atención y empatía. No lo interrumpamos, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que diga. Puede que su punto de vista esté equivocado, pero es su punto de vista. Luego, cuando nos toque hablar, seamos amables. Digámosle al hermano que lo apreciamos mucho y pidámosle perdón por cualquier parte de culpa que tengamos. Si logramos arreglar las cosas, demos gracias a Jehová. Pero si no, sigamos pidiendo a Jehová que nos dirija y buscando oportunidades para hacer las paces. Cuando perdonamos de verdad, tomamos la firme decisión de no guardar rencor. ¡Y qué paz sentimos al hacerlo! Perdonar no significa aprobar una mala acción, quitarle importancia o fingir que no pasó nada. Si se nos ha tratado injustamente y tenemos razón para quejarnos, esforcémonos por buscar la paz y solucionar el asunto. Después, dejémoslo todo en manos de Jehová. Así que, hermanos, ¿qué queremos llevarnos de este discurso? Estarán de acuerdo en que a veces es muy difícil perdonar. Pero no seamos como el hombre del que hablamos al principio, que no perdonó ni a su propia hija. Sigamos el ejemplo de Jehová, Jesús, Job y Clara, y estemos dispuestos a perdonar. Recuerden, perdonar a alguien nos da la oportunidad de imitar a Jehová. No dejemos pasar esa oportunidad. Así que vayamos tras la paz estando dispuestos a perdonar. El hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie, “‘Busque la paz y vaya tras ella’: Sea prudente al hablar”.
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Leonard Myers: “Busque la paz y vaya tras ella”. Esté dispuesto a perdonar
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¿Por qué resulta tan difícil ser prudentes al hablar? Porque tenemos que luchar con una fuerza muy poderosa. ¿Qué fuerza? La imperfección. La lengua tiene mucho poder. Puede hacer mucho bien, pero, por culpa de la imperfección, también puede causar mucho dolor. Esta idea se expresa muy bien en el libro de Proverbios. Por ejemplo, Proverbios 12:18 dice lo siguiente: “Las palabras dichas sin pensar son como los golpes de una espada, pero la lengua de los sabios cura las heridas”. Y en Proverbios 18:21 leemos: “Muerte y vida están en el poder de la lengua; los que disfrutan usándola comerán de su fruto”. Las palabras tienen poder, así que debemos tener cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos. Es posible que todos recordemos alguna ocasión en la que alguien nos habló mal y nos hizo mucho daño. Pero unas palabras bien pensadas pueden curar un corazón herido y recuperar una amistad. Como somos imperfectos, a todos nos resulta difícil controlar lo que decimos. Esto también le pasaba a Santiago, un discípulo del siglo primero. En el tercer capítulo de la carta que escribió, él reconoció humildemente que esto es un desafío para todas las personas. Veamos lo que él escribió en Santiago 3:3-6, 8: Y ahora el versículo 8 dice: No solo la imperfección influye en cómo hablamos, también puede influir nuestra crianza. La Atalaya del 15 de septiembre de 2006, en la página 21, párrafo 6, dice: “Además de la imperfección humana, el ambiente familiar es otro factor implicado en el mal uso de la lengua. Algunas personas se han criado en hogares con padres ‘no dispuestos a ningún acuerdo, [...] sin autodominio, feroces’ ”. Pero, a pesar de estos desafíos, todos podemos buscar la paz e ir tras ella. Jesús nos puso un buen ejemplo de cómo usar bien nuestra capacidad de hablar. Con sus palabras, él animaba y consolaba a los demás. Cuando estuvo en la Tierra, dijo que las palabras de Isaías 61:1 se cumplían en él. Ahí dice lo siguiente: Mateo, en su Evangelio, aplicó las palabras de Isaías 42:1-3 a Jesús. En Mateo 12:20 dijo: De estos versículos aprendemos una lección importante. Jesús reconoció que la lengua tiene mucho poder: poder para herir y poder para sanar. La Atalaya del 15 de febrero de 2015, página 13, párrafo 11, dijo lo siguiente —cito textualmente—: “Las palabras y acciones de Jesús dieron testimonio de su buen juicio”. ¿Podemos esforzarnos por imitar mejor a Jesús? Entonces, ¿qué haremos la próxima vez que nos surja la oportunidad de hablar con prudencia, y así usar bien nuestra capacidad de hablar? En el siguiente video, fíjense en lo beneficioso que puede ser hablar con prudencia. Amigas, necesito ayuda. ¿Qué puedo incluir en mi colección de invierno? No sé, pero me encantó lo último que hiciste, en especial… este de aquí. Ah, gracias. Todas me dieron buenísimas ideas. Pero tú eres la artista. Ja, ja, ja. Chicas, ¿nos vamos? ¡Te encanta! ¡Aaah, mi canción favorita! ¡Y la mía! “Tú vales un montón, eres especial, no dudes más [más]…”. Es que canto fatal. ¡Que no! Vamos… Sé de alguien que cuando la canta hay que taparse los oídos. ¡Verónica! ¡Ay, por favor! Está enamorada de su voz. ¿Se han sentado alguna vez cerca de ella en el Salón? Canta superalto. Se cree que es una diva. Lo primero que pensé fue: “¡Oh, no! ¡Otra vez no! Esta historia ya me la sé”. ¿No crees que está presumiendo? ¿Seguro que el problema es Clara? Por supuesto que es Clara. ¿No será que sientes un poquito de envidia? Esto ya lo viví. Si tú crees que debería tener más cuidado para que no la malinterpreten… ¿Y qué sugiere? Que le diga que tiene que dejar esto. ¿Lo pueden creer? ¡Y es una precursora! ¿Qué clase de ejemplo está poniendo? ¡Qué rápido se extiende un fuego! No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! ¡No puedo creerlo! ¿Estás tan sola que no tienes nada mejor que hacer? ¡Clara! Y qué difícil puede ser apagarlo. De verdad, no debí pensar mal de ti, no debí juzgarte. Perdonar a alguien te da la oportunidad de imitar a Jehová. Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran. ¿Será que nadie le ha dicho nunca nada de esto? ¿Saben lo que me encanta de Verónica? Creo que es la persona más hospitalaria que conozco. Siempre tiene gente en su casa. Y cocina de lujo. —¿Han probado sus arepas? —Ay, sí, sí, es que están deliciosas. —Sííí, están buenísimas. —Yo no las he probado todavía. —Están para chuparse los dedos. —Estoy deseando probarlas. Y cuando hace la noche de arepas… Pues le voy a preguntar. Oh, ya verás… Nuestras palabras deberían honrar a Dios y ayudar a los demás. Y si alguien se enoja con nosotros y respondemos amablemente, podemos contribuir a que la situación se calme. Eso es lo que dice Proverbios 15:1: “Una respuesta amable aparta la furia, pero una palabra hiriente provoca la ira”. Además, nuestras palabras también pueden consolar y animar a otros. En 1 Tesalonicenses 5:11 leemos: Y el 14 dice: La verdad es que incluso los siervos fieles de Jehová a veces sufren depresión. ¿Cómo los podemos ayudar? Podemos elogiar con sinceridad alguna de sus cualidades para que vean lo valiosos que son para Jehová. Mostrémosles textos bíblicos animadores que demuestren claramente que Jehová se preocupa muchísimo por “los que tienen el corazón destrozado” y “están hundidos en el desánimo”. También podemos usar el poder de la lengua para darles a otros el ánimo que tanto necesitan. ¿Ha perdido algún hermano que usted conozca a un ser querido? Si le habla con cariño y se preocupa por él, lo consolará en esos momentos difíciles. ¿Siente un hermano de edad avanzada que nadie lo necesita? Tranquilicémoslo con palabras bien pensadas para que se sienta valorado y querido. ¿Conoce a alguien que tenga una enfermedad crónica? Hablarle de forma amable, ya sea por teléfono o en persona, puede consolarlo mucho y levantarle el ánimo. Seguro que a nuestro Creador le alegra muchísimo que utilicemos la facultad del habla para animar a otros y edificarlos. Es verdad que probablemente no podamos solucionar sus problemas, pero podemos decirles que los queremos y que nos preocupamos por ellos. Por ejemplo, ¿por qué no hacemos planes para pasar un ratito juntos? Y recuerde utilizar la Palabra de Dios para animarlos. Si se da cuenta de que alguien de su congregación está desanimado o muy triste, podría leerle un texto animador de la Biblia e incluso orar con él. Confírmeles a estos hermanos que todos en la congregación de verdad los quieren. Y hable de forma que se note que usted realmente siente y cree lo que dice. Esta serie de discursos nos ha dado a todos mucho en qué pensar, ¿verdad? Por ejemplo, nos ha recordado que buscar la paz no siempre es fácil. También hemos aprendido que ir tras la paz requiere mucho esfuerzo. ¿De qué maneras específicas nos hemos propuesto buscar la paz e ir tras ella de ahora en adelante? Podemos hacerlo de las formas que hemos analizado: 1) no ofendiéndonos fácilmente; 2) pidiendo disculpas; 3) estando dispuestos a perdonar, y 4) hablando con prudencia para animar y consolar a los demás. Si lo hacemos, Jehová, “el Dios de la paz”, nos bendecirá muchísimo.
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Gerrit Lösch: “Busque la paz y vaya tras ella”. Sea prudente al hablar
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Cuando pensamos en la unidad, puede que recordemos las palabras de Salmo 133:1, vamos a leerlas. El texto no va a aparecer en la pantalla, así que hay que buscarlo en la Biblia. Les doy un momento. Es Salmo 133:1. Dice: “¡Miren qué bueno es y qué gusto da que los hermanos vivan juntos en unidad!”. ¿Verdad que estamos de acuerdo con estas palabras de David? Hablando de David, él sabía lo valiosa que es la unidad. Recordemos que, a lo largo de su vida, hubo muchas ocasiones en las que él no vio unidad. Tanto al principio como al final de su reinado vivió guerras civiles, justo lo opuesto a la unidad. Alguien podría pensar que debió haber sido fácil para los israelitas estar unidos. Después de todo, tenían las mismas raíces, todos eran descendientes de Abrahán, hablaban el mismo idioma, el hebreo. Además, tenían antecedentes sociales parecidos. Sus antepasados fueron esclavos en Egipto, así que ninguno de ellos tenía razones para presumir de su origen. Aun así, los israelitas buscaron razones para odiarse unos a otros. El primer rey de Israel era benjaminita. El segundo rey era de Judá. Y eso fue razón suficiente para empezar una guerra en Israel. Saltemos ahora al siglo primero. La unidad es tan importante que Jesús pensó en ella la noche antes de morir. ¿Lo recuerdan? Le pidió a su Padre que sus discípulos fueran uno, así como él y su Padre son uno. Pero eso no iba a ser sencillo, ¿por qué lo decimos? Desde un punto de vista humano, no había razones para que los cristianos estuvieran unidos. A diferencia de los israelitas, ellos no tenían un antepasado común, no hablaban todos el mismo idioma y sus antecedentes sociales eran muy diferentes. Piénsenlo: los primeros cristianos eran judíos o judíos prosélitos. A ellos les habían enseñado que los gentiles eran impuros, no debían entrar en la casa de un gentil, y mucho menos predicarle. Pero los cristianos gentiles venían “de todas las naciones que hay bajo el cielo”. La mayoría no conocía el idioma hebreo ni las Escrituras Hebreas. Habían adorado a dioses falsos. Algunos habían estudiado en lugares como Atenas, Alejandría y otras ciudades importantes. Otros apenas habían recibido educación. Pero, cuando aprendieron la verdad, los cristianos se unieron y estaban en paz unos con otros. El apóstol Pablo quería ayudarlos a proteger ese vínculo de la paz. Y ese es precisamente el título de este discurso. Vamos a leer lo que Pablo escribió en Efesios 4:3-6 y vamos a fijarnos en una expresión en particular que encontramos en estos versículos. Efesios 4, les doy un momento. Efesios 4:3-6. Aquí Pablo habla de lo importante que es la unidad. Veamos cómo explica esta idea. Dice: “Hagan todo lo posible [así que hace falta esfuerzo] por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como hay una sola esperanza a la que han sido llamados [y ahora repite la idea]. Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos”. Volvamos al versículo 3 y fijémonos en la expresión “vínculo de la paz”. El título de este discurso es “Protejamos nuestro ‘vínculo de la paz’ ”. La Biblia de estudio en inglés tiene aquí una nota que dice algo muy interesante. Dice que la palabra que se traduce como “vínculo” también se puede traducir como “ligamento”. De hecho, así es como se traduce en otros versículos. Ya sabemos lo que es un ligamento, es un tejido muy fuerte que mantiene unidos los huesos. Así que, en esta expresión que usa Pablo —“el vínculo de la paz”— la paz es como un ligamento. Es el tejido que mantiene unido al pueblo de Dios. Eso era cierto en el siglo primero y también lo es ahora. Igual que los primeros cristianos, nosotros tenemos distintos antecedentes, hablamos idiomas diferentes… Pero Jehová nos ha enseñado a estar unidos y en paz. Ahora bien, ¿a qué nos referimos con estar unidos? Estar unidos no significa que a todos tengan que gustarnos las mismas cosas o que debamos pensar igual. Hay margen para una variedad de gustos y opiniones. Podemos ver esa variedad en este programa. No todos llevamos el mismo tipo de traje o las corbatas del mismo color. ¿Y qué hay de usted? ¿Cuál es su color favorito?, ¿su comida favorita? y ¿su mascota favorita? En la organización de Jehová hay amantes de los perros y amantes de los gatos. Y no a todos nos gusta la misma raza de perro o de gato. ¿Alguna vez ha visitado a alguien que tiene una mascota que para él es lo más bonito del mundo? Y usted, al verle la cara, se preguntó “¿Cómo a alguien le puede gustar algo tan feo?”. ¡Pues al dueño sí! Somos diferentes, y las mascotas agradecen mucho eso. La variedad que vemos hoy en el pueblo de Dios seguirá existiendo en el nuevo mundo. A Jehová le encanta la variedad. ¿Cuántos colores hay? ¿Cuántas especies de plantas, aves y animales hay? En la creación encontramos cosas sencillas y complejas, simples y sofisticadas, dulces y amargas, ásperas y suaves. Las personas también son diferentes. Incluso en el nuevo mundo, los humanos perfectos tendrán diferentes personalidades, talentos y habilidades. ¿Siempre ha querido tocar el violín? Pues no piense que cuando sea perfecto simplemente podrá agarrar uno y tocarlo. Y no hay ninguna garantía de que pueda llegar a tocar en nuestra orquesta. Una manera de mantener la unidad es respetando la conciencia de los demás. Esto es muy importante, porque a menudo cuando no hay unidad es porque no respetamos el derecho de otros hermanos a tomar sus propias decisiones. Pero ¿a qué nos referimos con la conciencia? Muy sencillo. Es la capacidad que nos permite diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Voy a repetirlo. La conciencia es la capacidad de diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Hablemos de cómo nuestra crianza y nuestra cultura pueden determinar nuestro criterio sobre lo que está bien y lo que está mal. En algunas culturas, hay familias muy grandes, y todos hablan muy alto cuando se juntan a comer. Aquello parece un gallinero. Los niños se molestan unos a otros y no les da vergüenza hablar de cualquier tema. Las niñas usan la ropa de sus hermanas, a veces sin pedir permiso. Hay quienes creen que eso está mal, pero para ellas es algo normal, y a sus padres no les importa. En otras culturas, todos en la familia son educados y corteses. Pero no hablan mucho de sus planes ni de sus sentimientos. Los padres no suelen hablar de su pasado, porque valoran su privacidad. Los que se han criado en ese ambiente puede que tiendan a ser estrictos consigo mismos y con los demás. Para ellos todo es o blanco o negro. Si tomas su ropa sin permiso, te dirán: “Eso es robar. Voy a llamar a los ancianos”. Para ellos no hay zonas grises. Por supuesto, hay excepciones, y no estamos diciendo que todos los de la misma cultura sean iguales. Pero ustedes me entienden. Bien, ¿qué sucede cuando un hermano se muda a otra congregación en la que la mayoría son de una cultura diferente a la suya? Si no cambia su manera de ver a los demás, va a sufrir mucho. ¿Hay solo una forma de hacer las cosas bien? No. Las dos culturas tienen cosas de las que se puede aprender. Hablando de la cultura, podríamos preguntarnos: “¿Qué pienso de los hermanos que vienen de culturas muy diferentes a la mía?”. A lo mejor tienen otro acento, su manera de vestir es diferente… Puede que tengan otros modales o que su comida sea distinta. Supongamos que hay un anciano más joven que nosotros o de otra raza. ¿Aceptaremos su consejo? ¿Iríamos a pedirle consejo? ¿O preferiríamos hablar con un anciano mayor y de nuestra misma cultura? ¿Nos alegra ser diferentes, o permitimos que eso acabe con la unidad? Pensemos en ello. Hablemos ahora de nuestras experiencias en la vida. Lo que hemos vivido también influye en lo que consideramos que está bien o que está mal. Algunos crecieron en un hogar en el que el alcohol era un problema. Su niñez no fue feliz. Y, ahora, de adultos, evitan el alcohol a toda costa. Y piensan mal de quienes sí lo beben, aunque sea con moderación. Para ellos beber alcohol está mal. Otros solo tienen buenos recuerdos de su niñez, y en su casa siempre había vino en la mesa, pero nadie bebía demasiado. Alguien que haya llevado una vida inmoral en el pasado puede que sea muy sensible con el tema de la ropa. Puede que para él sean inapropiadas algunas formas de vestir que para otros son aceptables. Si no tienen cuidado, quienes tienden a ser estrictos consigo mismos podrían tratar de imponer su opinión a otros. Pongamos por ejemplo una situación muy común. Cuatro hermanas están predicando juntas en un territorio rural. Van en auto, y hay muchos kilómetros o millas entre cada casa. En la primera casa, la que conduce y su compañera se bajan del auto, y las otras dos se quedan. No tienen otra opción, aquello está desierto. La señora de la casa hace muchas preguntas. Comienzan un curso de la Biblia. Ya es mediodía cuando las hermanas vuelven al auto, muy contentas. Y saben lo que pasa ahora, ¿verdad? Una de las hermanas que se quedó en el auto dice: “Genial. Nosotras no podremos informar ni un minuto de predicación”. ¿Qué acaba de hacer? Pues, hablar por ella y por su compañera. Y, sin darse cuenta, le estaba imponiendo su opinión a su amiga. Si ella no quiere informar ese tiempo es asunto suyo. Pero habría sido mejor que se hubiera reservado su opinión. Cuando vas de visita a algunos países y haces un tour con guía, es muy probable que uno de los monumentos que quiera mostrarte sea una iglesia, para ver su arquitectura. Algunos hermanos no tienen ningún problema en entrar en una iglesia si forma parte de un tour, para ellos es como visitar un museo. Pero otros, que antes eran miembros de una religión falsa, no entrarían en una iglesia por nada del mundo, ni siquiera para una boda o un funeral. Para ellos ir a una iglesia está mal. Los hermanos pueden tomar decisiones diferentes de acuerdo con su conciencia, y eso hay que respetarlo. En un momento, hablaremos más de este tema. Bueno, solo hemos visto algunos ejemplos que muestran la gran variedad de personalidades y de opiniones que hay en el pueblo de Dios. Y la pregunta es: ¿cómo podemos lograr mantener la unidad? ¿Qué fue lo que dijo Pablo? “Hagan todo lo posible por mantener” —mantener— este vínculo de la paz. Eso quiere decir que tenemos que esforzarnos para mantener la unidad. En primer lugar, nos puede ayudar conocer bien a los hermanos que tienen otra manera de pensar. Conocer su historia. Eso nos ayudará a no reaccionar mal cuando tengan una opinión con la que no estamos de acuerdo. Nos ayudará a no juzgarlos. Pablo fue muy claro al hablar de este tema en Romanos 14:4, una frase sencilla pero impactante. Vamos a leerla juntos en Romanos 14, les doy un momento, versículo 4. Pablo dice: “¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de otro? Es asunto de su amo que él se mantenga en pie o que caiga. De hecho, él se mantendrá en pie porque Jehová puede mantenerlo en pie”. Volvamos a leer la primera frase del versículo: “¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de otro?”. Sabemos lo que hace un juez: declarar a la gente culpable o inocente. Ese no es nuestro trabajo, el Juez es Jehová. Si cada uno se centra en su interior, en entrenar su conciencia, mantendremos la paz y la unidad de la congregación. Todos queremos ser razonables a la hora de decidir si algo está bien o está mal. Queremos tener un punto de vista equilibrado de las cosas. ¿Cómo podemos ser equilibrados a la hora de determinar si algo está bien o está mal? En algunos casos, la Biblia nos da la respuesta. Pero en otros hay que tomar una decisión. Por ejemplo, pensemos en la situación de la que hablamos antes, la de entrar en una iglesia. Puede que donde usted viva esto no sea un problema, pero en algunos lugares sí lo es. Recuerden que estos discursos son para toda la hermandad mundial. Así que el tema del que vamos a hablar es un problema para muchos hermanos, y esperamos que esto les ayude. Esta es la situación: dos hermanas están casadas con hombres que no son Testigos. En los dos casos, la madre del esposo acaba de morir. El funeral será en una iglesia. Una de las hermanas decide ir, la otra decide no ir. La hermana que decide ir al funeral tiene en cuenta que en esa iglesia el pastor solo dará un discurso. No se cantarán canciones ni se harán oraciones ni habrá ritos religiosos. Aunque esas cosas no le afectarían porque ella nunca fue muy religiosa. Su esposo y su familia estarán contentos con que ella simplemente esté allí sentada. Las circunstancias de la segunda hermana son muy diferentes. Ella antes iba a esa iglesia, y allí la gente participa en las ceremonias. Ella también participaba activamente. Así que tiene miedo de hacer algo indebido. La familia del esposo es muy expresiva en los funerales. Y seguramente se enojarán si ella no participa. Al final, le dice con respeto a su esposo que si va podría hacerle pasar vergüenza y que prefiere no asistir. Como ven, las dos situaciones son diferentes. Ahora vamos a analizar cuatro preguntas que podemos hacernos siempre que tengamos que tomar una decisión difícil. Y voy a repetir cada pregunta para que los que estén tomando notas tengan tiempo de apuntarlas. Estas preguntas son muy muy buenas. Por eso deberíamos hacérnoslas antes de tomar decisiones difíciles. ¿Están listos? La primera: “¿Qué hará feliz a Jehová?”. La repito. “¿Qué hará feliz a Jehová?”. Eso debería ser lo más importante, complacer a Jehová. ¿Cómo sabemos qué hará feliz a Jehová? Pues, tenemos que saber cuáles son los principios bíblicos implicados. Una manera de averiguarlo es buscando en el Índice o en la Guía de estudio. ¿Qué principios bíblicos podría tener en cuenta una hermana con un esposo que no es Testigo al decidir si va a ir a un funeral en una iglesia? ¿Se le ocurre alguno? ¿Qué tal 1 Pedro 3:1? “Esposas, estén en sujeción a sus esposos”. A Jehová le gusta que una mujer cristiana respete a su esposo, sea Testigo o no. Pero la sujeción que le debe es relativa. Ella está dedicada a Jehová, no a su esposo. Ella está dedicada a Jehová, no a su esposo. 1 Pedro 3:1. ¿Qué hay de Isaías 52:11? “¡No toquen nada impuro!”. “Manténganse limpios”. Bajo la Ley de Moisés, si una persona tocaba algo impuro, se hacía impura. A muchos hermanos les resultaría muy difícil escuchar a un pastor decir mentiras sobre la condición de los muertos. Para ellos sería como tocar algo impuro. Sin embargo, para otros es como cuando un joven está escuchando en silencio a su profesor decir mentiras sobre el origen de la vida. Si alguien toma la decisión de ir a un funeral en una iglesia, debe estar totalmente decidido a no participar en ningún ritual religioso, ya sea cantar canciones o incluso decir “amén” después de que se haga una oración. Recordemos la meta: agradar a Jehová. Esa fue la primera pregunta: ¿qué hará feliz a Jehová? Pregunta número dos: “¿Cómo puede afectar a otros mi decisión?”. ¿La tienen? “¿Cómo puede afectar a otros mi decisión?”. No queremos hacer tropezar a nadie. Incluso si es un asunto familiar, como asistir a una boda o a un funeral en una iglesia. Es una decisión personal, pero debemos tener en cuenta el efecto que pueda tener en otros. Puede afectarles de dos maneras. La primera es fácil de imaginar. En algunos lugares, si un Testigo entra en una iglesia, los hermanos podrían dejar de respetarlo. ¿De qué otra manera puede afectar a otros su decisión? Quizás él asista al funeral y no haga nada incorrecto. Pero supongamos que un hermano nuevo decide seguir su ejemplo cuando muere un familiar. Podría ceder a la presión de su familia y participar en actos de idolatría. ¡Qué triste sería eso! El apóstol Pablo nunca adoró ídolos. Así que a él no le molestaba la conciencia cuando compraba carne en el mercado que había sido sacrificada a ídolos. Él sabía que un ídolo no era nada. Pero algunos de sus hermanos habían adorado esos mismos ídolos antes de hacerse cristianos. Ellos se habrían sentido culpables comiendo esa carne. Para ellos habría sido como compartir mesa con los ídolos. La opinión de los hermanos era importante para Pablo. Él estaba dispuesto a sacrificar sus derechos por el bien de los demás. No queremos ser desconsiderados y pensar: “Si ese hermano se ofende con lo que yo hago, el problema es suyo”. Por otro lado, si somos nosotros los que nos ofendemos fácilmente por lo que hacen los demás, debemos pedirle a Jehová que nos ayude a ser más razonables. Hasta ahora, hemos visto que tenemos que hacer feliz a Jehová y tener en cuenta la opinión de los hermanos. Pregunta número tres: “¿He pedido consejo?”. ¿La apuntaron? “¿He pedido consejo?”. Puede que los ancianos no hayan pasado por la misma situación que nosotros, pero ellos conocen a mucha gente. Puede que conozcan a alguien que sí haya pasado por esa situación y sepan cómo la manejó. O puede que sepan el efecto que tuvo en otros esa decisión. Por ejemplo, quizá recuerden cómo reaccionó la congregación la última vez que alguien fue a una boda o a un funeral en una iglesia. Otra situación en la que los hermanos a menudo les piden consejo a los ancianos tiene que ver con el uso de las fracciones sanguíneas. “¿Deberíamos aceptarlas o no?”. El Cuerpo Gobernante no quiere imponerles su conciencia a los hermanos. ¿Qué dice la Biblia? Bueno, sabemos que dice que nos abstengamos de la sangre. Pero, cuando se divide en fracciones y estas se dividen en fracciones cada vez más pequeñas, ¿en qué momento la sangre deja de ser sangre? Cada uno tiene que decidir por sí mismo. Puede que algunos piensen: “Bueno, si es una fracción tan tan pequeñita, yo no tengo problema en aceptarla”. Pero otros dirán: “A mí me da igual. Viene de la sangre. No la quiero”. Y también se debe respetar ese punto de vista. Pongamos un ejemplo: el aire está compuesto de nitrógeno y oxígeno. Esos dos gases componen el 99 % del aire. Así que queda un 1 %. El 1 % está compuesto de una variedad de gases: dióxido de carbono, hidrógeno, neón… fracciones pequeñas. Cuando hablen sobre este tema, los ancianos deben tener cuidado. No deben influir en los hermanos dando su opinión personal. Por ejemplo, diciendo: “Yo no aceptaría ninguna”. Deberían limitarse a ayudar a los hermanos a entender los principios bíblicos, para que ellos tomen su decisión. Bueno, ¿por dónde vamos? Queremos hacer feliz a Jehová, tener en cuenta la opinión de nuestros hermanos y pedir consejo. Pregunta cuatro: “¿Saqué tiempo…?”. Repito: “¿Saqué tiempo para orar y meditar antes de tomar la decisión?”. “¿Saqué tiempo para orar y meditar antes de tomar la decisión?”. La meta es hacer feliz a Jehová. No queremos tomar una decisión precipitada y luego pedirle que la bendiga. Es mejor pedirle guía a Jehová primero que pedirle que bendiga una decisión que ya hemos tomado. ¿Alguna vez ha escuchado esto?: “A mí mi conciencia me lo permite”. Pero pensemos: ¿cómo llegó a esa conclusión? ¿Siguió los cuatro pasos que ya mencionamos? ¿Buscó información para saber qué haría feliz a Jehová? ¿Pensó en el efecto que tendría en otros? ¿Pidió consejo? ¿Oró y meditó antes de tomar su decisión, o solo está haciendo lo que a él le parece bien? No se trata de hacer lo que nos parezca bien, sino de tener una conciencia entrenada por la Biblia. Voy a repetirlo: no se trata de hacer lo que nos parezca bien, sino de tener una conciencia entrenada por la Biblia. Tenemos que entrenar nuestra conciencia de acuerdo con los principios bíblicos. A Pablo no le molestaba la conciencia mientras perseguía a los cristianos. Él pensaba que le estaba haciendo un favor a Dios. Pero, cuando se dio cuenta de cómo veía Jehová las cosas, supo que tenía que cambiar. Debemos asegurarnos de saber lo que Jehová piensa sobre los asuntos. Recuerden lo que dice Jeremías 17:9. Es muy sencillo pero muy cierto. Jeremías 17:9. Dice: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”. El corazón es traicionero. Las emociones podrían traicionarnos sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando expulsan a alguien de nuestra familia. Si el familiar no vive en nuestra casa, sabemos que tenemos que limitar el trato con él a lo estrictamente necesario. Si no estábamos muy unidos, tal vez eso no sea un problema. Pero supongamos que la familia estaba muy unida, entonces no es tan sencillo. Si nos dejamos llevar por las emociones en vez de seguir los principios bíblicos, podríamos estirar el significado de “lo estrictamente necesario” para que incluya casi cualquier cosa. El corazón es traicionero. Hacernos las cuatro preguntas que ya analizamos nos ayudará a tomar decisiones basadas en los principios de la Biblia en vez de simplemente dejarnos llevar por los sentimientos. Veamos ahora cómo unos cristianos maduros siguen estos principios y cómo los ayudan los ancianos. Las entrevistas que vamos a escuchar tratan sobre bodas y funerales, un tema delicado en muchas culturas, como podrán ver. En Japón, hay rituales religiosos relacionados con cada etapa de la vida y con cada estación del año. Los testigos de Jehová queremos que la congregación esté siempre unida y limpia. Hay un asunto relacionado con esto que suele ser muy delicado: cuando hay que decidir si asistir o no al funeral de alguien que no es Testigo. Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de decidir si ir a un funeral es si va a haber ritos religiosos o actos de adoración que la Biblia condena. De acuerdo con lo que dice 2 Corintios 6:14, no queremos participar en formas de adoración pagana. Además, aunque no participemos en ningún acto o ritual religioso, tenemos que tener en cuenta si nuestra decisión de asistir al funeral hará tropezar a otros en la congregación. Queremos seguir el principio bíblico de Lucas 17:2, y así evitar que otros en la congregación se sientan mal por culpa de nuestras decisiones. Lo tercero en lo que hay que pensar es en nuestra propia conciencia. Tenemos que pensar seriamente en el principio bíblico de Gálatas 6:5, que dice que cada uno debe llevar su propia carga de responsabilidad. Los ancianos también deben recordar este principio cuando aconsejan a otros. Claro está, los hermanos pueden preguntarles cuando tengan alguna duda sobre los funerales. Pero los ancianos deben recordar que en asuntos de conciencia no pueden tomar decisiones por los demás. Así que no sería correcto establecer normas sobre asistir a funerales de personas que no son Testigos. Cuando cada hermano toma sus decisiones basándose en los principios de la Biblia, en la congregación se respira un ambiente de paz y tranquilidad, y se respetan las circunstancias de cada uno. Esto es algo que une mucho a los hermanos. Así todos pueden tener la conciencia tranquila y seguir sirviendo a Jehová con alegría. En mi cultura, la oshiwambo, de Namibia, como en muchas otras culturas africanas, hay muchas costumbres espiritistas relacionadas con las bodas, que se practican el día de la celebración. En mi familia, soy la única testigo de Jehová. Así que Ben y yo estábamos muy preocupados, porque ellos no entienden nuestra adoración a Dios ni que sigamos lo que dice la Biblia en vez de sus tradiciones. Después de comprometernos, empezó la pandemia. Como nuestra boda sería por videoconferencia, no podríamos tener el control sobre todo lo que pudiera pasar. Así que pensamos en posibles situaciones que pudieran hacer tropezar a los hermanos y afectar a la congregación. Repasamos algunos principios bíblicos que pudieran ayudarnos en nuestro caso, pero también nos resultó muy útil hablar con un anciano de experiencia. Él nos mencionó un consejo que está en Proverbios 14:15. Nos dijo que no nos confiáramos cuando alguien dijera “Voy a hacer esto o no voy a hacer lo otro en la boda”. La verdad es que era nuestra responsabilidad asegurarnos de que todo lo que se hiciera en nuestra boda estuviera de acuerdo con los principios bíblicos. Otro principio que tuvimos en cuenta fue el de 1 Corintios 10:23. Nosotros sabíamos que teníamos derecho a hacer muchas cosas, pero también debíamos tener presente lo que pensarían los hermanos sobre nuestra boda. No queríamos que ningún invitado a nuestra boda se sintiera incómodo o incluso que tropezara. Tenemos muy buenos recuerdos de aquel día. Todo salió muy bien. Obedecer los consejos de la Biblia no significa que no podamos divertirnos. Seguir los principios de la Biblia une mucho a los hermanos. Todos los que asistieron a nuestra boda disfrutaron mucho del día. No tienes que preocuparte pensando “¿Pasará algo que ofenda a los demás?”. Disfrutas del día y solo te quedan buenos recuerdos. Como vieron, los hermanos de muchos países tienen que tomar decisiones difíciles sobre el tema de las bodas y los funerales. La ayuda de los ancianos es muy valiosa. Algunos médicos se quejan de que sus pacientes Testigos se contradicen entre ellos, porque no todos opinan lo mismo sobre ciertos tratamientos médicos. Tal vez un Testigo dice que acepta algunas fracciones o tratamientos, y su doctor piensa que ya sabe lo que creen todos los Testigos. Pero entonces llega otro Testigo que los rechaza todos. Y el médico se confunde. Esos médicos no entienden el papel de la conciencia. Y no debería preocuparnos que ellos no entiendan por qué tenemos distintos puntos de vista. A nosotros nos alegra mucho tener un Dios que nos da la libertad de tomar nuestras propias decisiones. El apóstol Pablo mencionó cuatro cualidades que nos ayudarán a mantener el vínculo de la paz. Vamos a ver cuáles son en Efesios, capítulo 4. Y nos centraremos en el versículo 2. Vamos a buscar Efesios 4:2. Cuando leímos los versículos 3 a 6 antes, vimos que a Pablo le importaba mucho la unidad. Pensaba mucho en ello. Y ahora nos dice que estas cuatro cualidades nos van a ayudar a mantener la unidad. El 3 decía: “Hagan todo lo posible por mantener la unidad del espíritu”. Tenemos que esforzarnos mucho por promover la unidad. Versículo 2: “Sean […] humildes, apacibles y pacientes; sopórtense unos a otros con amor”. ¡Qué bonito! ¿Cuáles son las cualidades? Humildad, apacibilidad, paciencia y amor. Cuando somos humildes, reconocemos que no siempre tenemos la razón. La humildad también evitará que les impongamos nuestra conciencia a los demás como si Jehová nos hubiera nombrado jueces sobre ellos. ¿Y qué hay de la apacibilidad? Nos ayudará a pensar en el efecto que puedan tener nuestras palabras en los demás. No queremos hacerles daño, ni siquiera cuando no estamos de acuerdo con ellos. También queremos darles el beneficio de la duda. Si alguien le dice algo que le molesta mucho, ore antes de hablar. Ore antes de hablar. “El amor cubre una multitud de pecados” y fomenta la paz en la congregación. ¿Verdad que agradecemos que los demás sean pacientes con nosotros? Pues nosotros debemos ser pacientes con ellos, porque cada uno progresa a un ritmo diferente en sentido espiritual. Tenemos que recordarlo. Bueno, ya hemos hablado de tomar decisiones que hagan feliz a Jehová. Pero también podemos hacer feliz a Jehová fomentando la paz en la congregación. Y, a veces, para conseguirlo hay que esforzarse mucho. A veces hay que trabajar y poner de nuestra parte para que haya paz en la congregación. ¿Qué hay de los ancianos? Ellos son un ejemplo de lo que es trabajar unidos. Cuando se expresen, siempre deben reflejar esa unidad. Si no lo hacen, la congregación verá que están divididos, y eso hará que los hermanos se sientan incómodos. Cuando no estén de acuerdo, deben solucionarlo en privado, tratándose siempre con mucho respeto. Que alguien no esté de acuerdo con nosotros no lo convierte en una mala persona. Nunca olvidemos eso. Y, si alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, eso puede enseñarnos algo. Puede ser que nosotros tengamos que darle una vuelta más al asunto. Siempre hay que pensar que la otra persona puede tener razón. ¿Y nosotros, los publicadores? Si nos está costando llevarnos bien con alguien, en vez de pedirle a Jehová que esa persona cambie, deberíamos pedirle que nos moldee a nosotros, como el Gran Alfarero que es. Pidámosle que nos muestre por qué trajo a esa persona a la congregación. Recordemos lo que dijo Jesús: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre […] lo traiga”. ¿Qué ve Jehová en esa persona que yo no estoy viendo? Todos tenemos la responsabilidad de contribuir a que haya paz y unidad en la congregación. Que Jehová bendiga nuestro esfuerzo por lograrlo.
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David Splane: Protejamos nuestro “vínculo de la paz”
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En la Biblia encontramos muchos principios que nos ayudan a todos a tomar buenas decisiones. Por ejemplo, Proverbios 13:20 nos dice que, si andamos con sabios, nos haremos sabios también. Y Proverbios 28:20 dice que, si somos fieles, recibiremos muchas bendiciones. Seguro que hay muchos otros principios por los que usted se guía. Ahora bien, si de veras queremos fomentar la paz, hay un principio muy importante que tenemos que seguir. Veamos cuál es. Acompáñenme a Gálatas, capítulo 6. Leamos juntos Gálatas 6:7, 8. Dice así: “No se engañen: nadie puede burlarse de Dios. Porque lo que uno esté sembrando es lo que cosechará. El que siembra pensando en su carne cosechará de su carne la corrupción, pero el que siembra pensando en el espíritu cosechará del espíritu la vida eterna”. ¿Cuál es el principio? Cosechamos lo que sembramos. Pensemos en un agricultor. Él sabe muy bien que tiene que sembrar lo que quiere cosechar y que esa cosecha no se va a dar enseguida, sino que, al debido tiempo, esa planta dará su fruto. Lo mismo nos pasa con la paz. La única manera en la que podemos cosecharla es sembrándola. Gradualmente hay que ir cultivándola, pero, al debido tiempo, cosecharemos los frutos. En esta serie de discursos veremos ejemplos del pasado y de la actualidad de siervos de Jehová que, a pesar de ciertos desafíos, cosecharon la paz porque primero la habían sembrado. Bien, hablemos de uno de los desafíos más comunes: los problemas en la familia. Debido a la imperfección, no es nada raro que surjan desacuerdos, o hasta que las cosas se pongan tensas. Pudiéramos tener distintas razones para enojarnos con un familiar. Muchas veces, son cosas sin importancia y enseguida podemos sembrar y cosechar la paz. Pero ¿qué hay si se trata de un asunto más grave? Imagine que un familiar le hace algo que le rompe el corazón. Aun así, sigue siendo posible sembrar y cosechar paz. Esto quedó demostrado por la historia de José y sus hermanos. Ya la hemos leído en la Biblia: los hermanos de José lo vendieron como esclavo por envidia. Estamos de acuerdo en que eso no fue cualquier cosa. Primero, a José lo llevaron a Egipto. Tiempo después, lo acusaron falsamente y lo metieron preso. Durante 13 años, José sufrió injusticias y no había hecho nada para merecerlo. Pudiera haber sido fácil para José pensar que, si alguna vez volvía a ver a sus hermanos, la mejor forma de conservar la paz era no tener absolutamente nada que ver con ellos. ¿Alguna vez ha pensado usted lo mismo? Pero José no hizo eso. De hecho, con el paso de los años, tanto José como sus hermanos sembraron la paz. Para ver cómo lo lograron, leamos Salmo 105:19. Notemos lo que nos dice aquí este salmo sobre José. Aquí dice: “Hasta el tiempo en que se cumplió su palabra, la declaración de Jehová lo purificó”. José dejó que Jehová lo purificara. Confió en él. Dejó que moldeara su forma de pensar y de ser, y no se amargó. Es más, nos llama muchísimo la atención que no hay nada en las Escrituras que indique que José le contara alguna vez a alguien, ni siquiera al faraón, que habían sido sus hermanos los que lo secuestraron y lo vendieron luego como esclavo. ¿Y qué hay de sus hermanos? Años después de lo que le hicieron, se lo encontraron en Egipto. José ahora los pone a prueba. Trata a su hermano menor, Benjamín, mucho mejor que a todos los demás. Y nota que sus hermanos han cambiado. Ya no son personas envidiosas. Demuestran que están muy preocupados por su hermano y por su padre, Jacob. José se da cuenta de que sus hermanos se han arrepentido y los perdona. Como José y sus hermanos se esforzaron por sembrar la paz, pudieron cosecharla y, con el tiempo, fueron capaces de tener una buena relación. ¿Cómo puede el ejemplo de José y sus hermanos ayudarnos a nosotros? En la siguiente escenificación, note cómo un hermano siembra la paz en su familia. Y cada mañana, repito, cada mañana, ahí estaba Jeremy, cantando a todo pulmón. —Pero yo no era el único. —No, pero solo se te oía a ti. Habló mi hermano mayor. Siempre me llamó la atención lo bien que se llevaban los dos. Bueno, no siempre fue así. No. Bueno, al principio sí. Nick y yo no éramos solo hermanos, éramos amigos. Pero, cuando surgieron problemas con nuestro negocio, lo que empezó con una discusión terminó siendo una guerra. ¡Tú no sabes cómo funciona esto! Siempre estás criticando. ¿Podrías por una vez…? ¡Jeremy! ¿Tienes idea de lo que nos va a costar esto? ¡Y qué iba a hacer! Tú no me consultaste. ¿Pero qué problema tienes? ¡Tú! Tú eres el problema. Tratamos de solucionarlo. Pero la cosa se puso peor. Fue como si se levantara un muro entre nosotros. Por fuera, parecía que todo estaba bien. Pero, por dentro, seguía muy enojado. Me sentía como un hipócrita. Había que hacer algo. Necesité mucha ayuda de Jehová para pasar la página, dejar el resentimiento y hacer las paces con Nick. Pasó tiempo hasta que se cerraron las heridas… … y volvimos a confiar el uno en el otro como antes. Pero lo logramos. Menos mal que hicimos las paces antes de que el mundo se viniera abajo. ¿Cómo podemos nosotros también imitar a José y sus hermanos? Hay tres cosas que podemos hacer. La primera la encontramos en Efesios 4:32. Vamos a leerlo. Efesios 4:32: “Sean bondadosos unos con otros, trátense con ternura y compasión, y perdónense con generosidad, así como Dios los perdonó generosamente a ustedes mediante Cristo”. Así que, primero, tenemos que estar dispuestos a perdonar. Si dejamos que el dolor y el resentimiento se apoderen de nuestro corazón, se nos hará mucho más difícil perdonar. Lo vimos en el video. El problema entre Nick y Jeremy empezó como una pequeña discusión, pero explotó y terminó siendo una guerra. ¿Por qué? Porque Jeremy aún estaba muy resentido con su hermano. Tenemos que esforzarnos por perdonar a los demás tal y como Jehová nos perdona a nosotros. El segundo punto: no le dé más vueltas al asunto. Proverbios 17:9 dice: “El que saca el tema una y otra vez separa a los buenos amigos”. ¿Y no fue eso lo que dijo Jeremy que había sucedido? Se había levantado un muro entre él y su hermano. Hubo que tomar medidas para sembrar la paz; hablaron con sinceridad sobre cómo se sentían, pasaron tiempo juntos, salieron a predicar de casa en casa… solo así comenzaron a sanar las heridas. Y recuerden, las cosas no volvieron a la normalidad enseguida. Les tomó tiempo cosechar la paz. Sí, tuvo que pasar tiempo hasta que volvieron a confiar el uno en el otro. No podemos esperar milagros, pero sí que las cosas mejoren. Como el agricultor, tenga la seguridad de que, al debido tiempo, cosechará los resultados de sus esfuerzos. La tercera cosa que podemos hacer es la más importante: pídale a Jehová que lo ayude a dejar atrás el enojo y el resentimiento. Salmo 105:19 decía que la declaración de Jehová purificó a José. Lo ayudó a ser el tipo de persona que deja las cosas pasar sin amargarse ni guardar rencor. En el video, Jeremy reconoció que necesitó la ayuda de Jehová para no seguir enojado y pasar la página. Jehová puede hacer lo mismo por nosotros. No es nada fácil resolver problemas que amenazan la paz de la familia. Pero dejémonos guiar por este principio fundamental: se cosecha lo que se siembra. No tenga ninguna duda. Si está dispuesto a perdonar, busca oportunidades para sembrar la paz y le ruega a Jehová que lo ayude, él le dará su bendición. Y, al debido tiempo, usted y su familia cosecharán los resultados y disfrutarán de verdadera paz. Ahora Ronald Curzan, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Los gabaonitas”.
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William Turner: Sembraron y cosecharon paz. José y sus hermanos
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Durante siglos se ha librado una batalla, una batalla que sigue hasta nuestros días. Los seres humanos desobedientes luchan por hacer las cosas como ellos quieren, en vez de hacer la voluntad de Jehová. La mayoría de los humanos no quieren someterse ni hacer las cosas a la manera de Dios. Prefieren ponerse en su contra y hacerle la guerra en lugar de sembrar la paz. Pero, durante siglos, ha habido millones de personas que humildemente se han sometido a la voluntad de Jehová. Hacen lo que él quiere porque ellos quieren. De esta manera, ellos siembran la paz. Al cultivar la paz con Jehová, han cosechado bendiciones, como disfrutar de una relación íntima y personal con él y tener la esperanza de vivir para siempre en un mundo pacífico. Ahora bien, tenemos que admitir que habrá veces en las que se nos hará difícil aceptar y poner en práctica las normas de Dios o las instrucciones que recibamos de su organización, en especial si no entendemos qué razones hay detrás de esas instrucciones o si no es lo que preferiríamos hacer. ¿Qué hace falta para sembrar y cosechar paz? Humildad. La persona humilde no se da tanta importancia. No es orgullosa ni arrogante. No anda buscando salirse siempre con la suya. Más bien, anda buscando formas de sembrar la paz tanto con Jehová como con los demás. Es alguien que fomenta la paz. ¿Y cuál es el resultado de ser humilde y sembrar la paz? Miren lo que dice Proverbios 22:4: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es [fíjense ahora] riqueza, gloria y vida”. Sí, vida eterna. En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que sembraron y cosecharon la paz porque fueron humildes y se sometieron a Jehová. Examinemos el ejemplo de los gabaonitas. ¿Los gabaonitas? ¿No fueron ellos enemigos de los israelitas? Sí. Pero, más adelante, ellos sembraron y cosecharon paz con Jehová y con su pueblo. ¿Recuerdan cuando Josué, junto con los israelitas, cruzó el río Jordán para llegar a la Tierra Prometida? Bueno, pues Jehová dijo que tenían que quitar a todas esas naciones cananeas que vivían allí, y uno de esos pueblos eran los gabaonitas. En el capítulo 9 de Josué podemos ver que a los gabaonitas se les dijo claramente que la voluntad de Jehová era que a los cananeos los aniquilaran. Y, cuando vieron lo que los israelitas hicieron en Jericó y en Hai, no les quedó la menor duda de que era Jehová quien estaba luchando por su pueblo. Obviamente, no querían que les pasara lo mismo. Pero ¿qué podían hacer, si esa era la voluntad de Jehová? Pues ingeniaron un plan muy interesante. Enviaron embajadores para hacer un pacto de paz con los israelitas y con Jehová también. Miren lo que tenían que decirles. Versículo 11. “Seremos siervos de ustedes; hagan un pacto con nosotros”. Ese era el mensaje que tenían que dar los embajadores. Lo interesante de esto fue que ellos actuaron con astucia. Trataron de engañar a los israelitas. Usaron ropa gastada y llevaron provisiones viejas. ¿Para qué? Para hacerles creer que venían de una tierra muy lejana, cuando en realidad vivían a solo unos kilómetros. ¿Funcionó su plan? Es verdad que mintieron. Pero sí, su plan funcionó. De hecho, en el versículo 15, vemos que Josué hizo un pacto de paz con ellos. Y, al final de cuentas, Jehová estuvo de acuerdo con la decisión que se tomó. Los gabaonitas fueron humildes y buscaron hacer la paz con Jehová y con su pueblo. Y siguieron demostrando humildad siendo obedientes a Jehová y a su representante, Josué. Sí, ellos obedecieron todas las instrucciones que les dieron. Veamos, por ejemplo, esta del versículo 27. Dice: “Josué les impuso el deber de recoger leña y buscar agua para el pueblo y para el altar de Jehová”. Aunque seguramente los gabaonitas eran excelentes guerreros, ellos realizaron con gusto todos los trabajos que les asignaron para apoyar la adoración pura. Lo que les salvó la vida y les dio paz fue ser humildes y seguir las instrucciones. ¿Cómo podemos nosotros imitar a los gabaonitas? Haciendo los cambios que tengamos que hacer para seguir las normas de Jehová. Puede que algunos tengan que hacer cambios muy grandes, ya sea en su forma de pensar o dejando atrás malas costumbres o, también, malas amistades. También podemos imitar a los gabaonitas estando dispuestos a realizar cualquier tarea que se nos asigne para apoyar la adoración verdadera. La lección queda clara: para sembrar y cosechar la paz, tenemos que ser humildes y seguir las instrucciones. Y esto se destaca en el video que veremos a continuación. Fíjense en los beneficios de obedecer las normas de Jehová. La pandemia duró mucho más de lo que esperábamos. Y las noticias eran contradictorias. Eso nos inquietaba más. Mi hermana perdió su trabajo, y tuvo que venir a vivir con nosotros. Así que estábamos Kelly y yo, Nicole y papá. Veinte segundos, Eddy, veinte segundos. —Nos vemos. —Ajá. —¿Y tu mascarilla? —Da igual. Toma, llévate esta. No voy a acercarme a nadie. Eddy. Oye, en el almacén nadie se pone la mascarilla. Y ¿sabes cuántas personas se han contagiado? Cero. Por ahora. Ya viste el último informe del Cuerpo Gobernante. No podemos bajar la guardia. —Aún no. —Papá, ya lo sé. Yo creo que está muy bien que los hermanos traten de protegernos, pero… ¿Pero qué? ¿No creen que están —no sé— exagerando un poco? Pero, claro, no eran los hermanos los que estaban equivocados, era yo. Una semana después, me enteré de que un hermano de nuestro grupo de predicación estaba en el hospital con COVID. Era joven y había estado tomando todas las precauciones. Y yo había bajado la guardia. Ahora no es el momento de relajarnos y dejar de protegernos. No bajen la guardia. No piensen que ustedes y sus familias no se van a enfermar. Me di cuenta de lo mucho que la organización se preocupaba por nosotros… y de cuánto afectaban a los demás mis decisiones, incluidas las personas a las que más quiero. A medida que avanzaba la pandemia, aprendí lo importante que es ser humilde y obediente. Seguir las instrucciones de Jehová nos ayudó a estar a salvo y también nos dio paz. ¡Qué lecciones tan buenas! ¡Y qué oportunas en estos momentos en los que vivimos! Igual que Eddy, habrá ocasiones en las que tendremos que ajustar nuestra forma de pensar y hacer a un lado nuestra opinión o lo que queramos hacer. Hay que ser siempre leales y humildes, y obedecer a Jehová o a los representantes que él ha nombrado aquí en la Tierra, “el esclavo fiel y prudente”. Eddy aprendió una importante lección. Ser humildes y seguir las instrucciones no solo puede ayudar a nuestras familias a mantenerse a salvo, sino que también les da paz y felicidad. ¡Qué lección tan importante para todos! ¿Qué nos ayudará a ser humildes y obedecer las instrucciones que nos den hoy y en el futuro? Noten lo que el apóstol Pablo dijo en Efesios 5:17. Dice: “Dejen de ser insensatos y comprendan cuál es la voluntad de Jehová”. En la Biblia, vemos lo que Dios piensa sobre diferentes asuntos. Pero ¿y si no entendemos el porqué de una instrucción? O tal vez nos cueste trabajo entender cómo podemos poner en práctica principios bíblicos en determinadas situaciones. Recuerden lo que dijo Pablo. Dijo: “Comprendan cuál es la voluntad de Jehová”. Pero ¿cómo se hace eso? Imagine que es un minero que está buscando piedras preciosas. Va a tener que excavar profundo en la tierra. Tenemos que hacer lo mismo. No nos podemos quedar en la superficie, por así decirlo. Tenemos que profundizar en nuestro estudio de la Biblia y tenemos que buscar, igual que el minero, las piedras preciosas, los principios. Y, entonces, hay que meditar en esos principios. Así, entenderemos lo que piensa Jehová y nosotros pensaremos igual que él. Si comprendemos cuál es la voluntad de Jehová, no estaremos peleando o insistiendo en hacer las cosas a nuestro modo, sino que haremos lo que él nos diga, ya sea mediante la Biblia o mediante el Cuerpo Gobernante. Como los gabaonitas, seamos personas que buscan la paz. Sigamos sembrando la paz tanto con Jehová como con los demás. Si hacemos la voluntad de Jehová porque nosotros queremos hacerla, porque somos humildes, cosecharemos paz por siempre. El hermano Kenneth Flodin, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Gedeón”.
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Ronald Curzan: Sembraron y cosecharon paz. Los gabaonitas
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¿Recuerdan a Gedeón? De él vamos a hablar en este discurso. Pero ¿cuál es el desafío del que vamos a estar hablando ahora? Prepárense para escucharlo: problemas con hermanos de la congregación. ¡Pero no! ¿Cómo va a ser eso posible, si Jesús dijo que lo que identificaría a sus discípulos sería el amor, no los problemas? Bueno, eso es cierto. Como testigos de Jehová, sí nos queremos, sí nos mostramos amor; eso es lo que nos identifica. Pero la realidad es que también somos tan imperfectos que tarde o temprano tendremos problemas con nuestros hermanos. Santiago 3:2 no se anda con rodeos cuando dice que “todos [todos] tropezamos muchas veces”. No siempre, no en cada momento, pero sí reconoce que tropezaremos muchas veces. Puede que un hermano o una hermana diga algo que nos duela. O puede ser que nosotros digamos algo que los provoque o que sean ellos los que nos provoquen. No es que se haga con mala intención; a veces son simples malentendidos. Alguien dice algo sin ánimo de ofender, y unos se lo toman bien y otros se lo toman mal. O puede que uno diga algo y haya alguien que lo interprete de una manera que a uno jamás se le hubiese ocurrido. Pero eso pasa, y ahora nos toca sembrar paz para poder cosecharla. Y, cuando sembramos semillas, algunas brotan mucho más rápido que otras. Pero, tal como vimos en el primer discurso de esta serie, un agricultor confía en que su plantita va a brotar y en que verá resultados al debido tiempo. Si alguna vez llegamos a tener un problema con un hermano, el ejemplo bíblico de Gedeón nos puede ayudar a sembrar y cosechar paz. En una batalla entre Gedeón y los madianitas, Gedeón les pidió a los hombres de Efraín que lo ayudaran a perseguir a sus enemigos. Eso está en Jueces, capítulo 8. Y les fue bien. Ganaron la batalla. Pero, después de la victoria, los hombres de Efraín fueron a reclamarle a Gedeón. Estaban indignados porque no  los habían llamado antes a la guerra. Leamos Jueces 8:1: “Entonces los hombres de Efraín le preguntaron a Gedeón: ‘¿Qué nos hiciste? ¿Por qué no nos avisaste cuando fuiste a luchar contra Madián?’. Y se lo reprocharon violentamente”. Esta era una discusión entre guerreros armados. Las cosas pudieron haber acabado muy mal, haberse salido de control muy fácilmente. ¿Se lo pueden imaginar: los de Efraín y los de Gedeón atacándose sin piedad? Pero eso no pasó. Gedeón sembró la paz con lo que dijo. Leamos los versículos 2 y 3: “Pero él les contestó: ‘¿Y qué hice yo en comparación con lo que han hecho ustedes? ¿No es mejor lo que sobra de la cosecha de Efraín que toda la vendimia de Abí-Ézer? Dios entregó a Oreb y a Zeeb, los príncipes de Madián, en sus manos. ¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?’ ”. Y noten: “Cuando les habló así, ellos se calmaron”. En este caso la plantita de la paz brotó en poco tiempo. Gedeón escogió muy bien sus palabras para sembrar la paz, y la cosechó en una sola conversación. En el siguiente video, fíjense en cómo un hermano evita que cierta situación termine convirtiéndose en una discusión. Y ya saben cómo es el pueblo de Jehová. Cuando hay una necesidad, los hermanos están ahí. Incluso cuando teníamos muchas cosas que hacer, se ofrecían muchos hermanos, tantos que algunos empezaron a sentir que no los estábamos teniendo en cuenta. Hola, Ray, ¿todo bien? Hola, Matt, me enteré de que tú estás encargado de la distribución de comida. Ah, sí, aquí vamos. Pues, ¿crees que podría ayudar? Tengo la camioneta lista. Acabamos de terminar ahora mismo. Así que por hoy ya está. Pero, oye, muchísimas gracias por ofrecerte. Okey, ¿y cuándo es la próxima? Perdona, Ray, el camión está a punto de salir. ¿Te puedo llamar luego? Sí, claro. Ray trabajaba muy duro. No sabíamos ni la mitad de lo que hacía. Cuando trabajaba en algo, lo hacía de todo corazón. ¿Quién era? Cuando le dije que no necesitábamos más ayuda, no se lo tomó muy bien. Ray, creo que estás silenciado. Así que me estás diciendo que no estoy a la altura de este trabajo. No, no, es que sabemos lo ocupadísimo que estás cuidando a tu mamá, no queríamos… ¿Está Paul Thompson en tu equipo? Sí, pero… ¿Y también está Oliver? Oliver es mi auxiliar. Sí, pero… ¿Y me puedes explicar eso, Matt? ¿Usas a tus amigos y al resto nos dejas fuera? ¿Crees que no me doy cuenta de que están ignorándome? Ray, te debo una disculpa. Lo siento mucho. Debí haber hablado contigo desde el principio. Estás tan ocupado cuidando a tu mamá que lo último que queríamos era complicarte más la vida. Pero, sobre todo, no queríamos pedirte algo que pusiera en peligro a tu madre o a ti. Es cierto. A mí también me preocupa eso. ¿Sabes? Tu mamá para nosotros es un tesoro. No queremos que le pase nada. Lo sé. Y a ti también te queremos. En serio, eres todo un ejemplo. Jehová debe estar muy contento con todo lo que estás haciendo por nosotros y por tu mamá. Gracias. Gracias por decírmelo. Pero, si surge algo en lo que pueda colaborar, aunque sea un poco, desde mi casa… Ah, pues, es buena idea. Quizá nos podrías dar alguna sugerencia sobre cómo hacer… Dos excelentes hermanos, pero, que debido a la imperfección, estaban mirando el mismo asunto desde dos puntos de vista muy diferentes. Matt tenía las mejores intenciones y quería ayudar a Ray. Sabía que la madre de Ray estaba muy enferma, y quería protegerlos. Pero Ray no lo veía así. Pensaba que Matt solo estaba usando a sus amigos y estaba dejando a los demás fuera. Pero ¿cómo se calmaron las cosas? Bueno, en primer lugar, Ray hizo bien y fue a hablar con Matt. Le contó cómo se sentía y conversaron a solas. ¿Y por qué fue esto una buena idea? Porque así Matt pudo escuchar con atención a Ray y logró entender cómo se sentía. ¡Qué bueno que eso se logró! Y, entonces, ¿qué hizo Matt después? ¿Lo recuerdan? Cuando entendió a Ray, enseguida le pidió disculpas. Al igual que Gedeón, escogió bien las palabras y logró calmar a Ray. Creció en poco tiempo la plantita. Sembró y cosechó la paz en una sola conversación. ¿Y cómo podemos imitar a Gedeón cuando nosotros tengamos un problema con algún hermano? 2 Timoteo 2:24. ¿Recuerdan cómo estaban los hombres de Efraín? Cuando fueron a hablar con Gedeón, estaban muy enojados. Querían pelear con él. Habían agarrado las espadas. Pero aquí Pablo nos representa muy bien la actitud que demostró Gedeón. 2 Timoteo 2:24: “El esclavo del Señor no tiene que pelear [ni con palabras ni con armas], sino que [como Gedeón] debe ser amable con todos, […] capacitado para enseñar, [y tiene que] controlarse cuando lo tratan mal”. Eso no es para nada fácil (poder controlarse cuando lo tratan mal), pero es una manera de cultivar la paz. Si lo que nos hacen no es algo tan grave, tal vez podríamos preguntarnos: “¿Puedo pasarlo por alto y dejar las cosas así?”. Pero, claro, en el caso de Ray, él estaba muy ofendido. Era obvio que Ray no veía las cosas como Matt. Pero recuerden que al final Matt admitió que debió haber hablado con Ray primero. De esta manera, Matt sembró las semillas de la paz. ¡Qué interesante que, siglos antes, Gedeón vivió de acuerdo con un principio cristiano registrado en el siglo primero! En Filipenses 2:3 dice: “Humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”. ¿Recuerdan cuáles fueron las palabras de Gedeón? Dos veces él dijo: “¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?”. Fue humilde y así pudo calmar a los hombres de Efraín. ¿Y nosotros qué aprendemos? Que hay que pedir perdón por lo que uno haya hecho para contribuir al problema, sin importar si sentimos que debería ser el otro el que pida disculpas. También podríamos orar por él, felicitarlo por lo que haya hecho bien o hacer algo bueno por él. Y, si tenemos que hablar del problema, hagámoslo con tacto y seamos amables. ¡Qué bueno sería que todos los problemas se resolvieran enseguida y que las semillas de la paz brotaran en corto tiempo! Pero hay diferentes circunstancias, personalidades y tipos de problemas que hacen que eso no siempre sea posible. Pero que usted y yo, todos, nos esforcemos por sembrar la paz en todo momento, esperando, como el agricultor, que dé fruto a su debido tiempo. Uy, sí, ¡qué rico es el fruto de la verdadera paz! Ahora el hermano Robert Luccioni, ayudante del Comité de Publicación, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Abigaíl”.
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Kenneth Flodin: Sembraron y cosecharon paz. Gedeón
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Fomentar la paz pudiera ser difícil. Todos somos imperfectos y la vida es sumamente complicada. Así que, por lo general, estar en paz requiere esfuerzo. Y aún más si hay una persona que promueve la paz, y la otra no desea hacerlo. Cuando esto sucede, pudieran surgir distintos problemas, tanto entre los hermanos en la congregación como en la familia. Por ejemplo, en la congregación pudiéramos tener un amigo que no se lleva bien con otro de nuestros amigos en la congregación, pero no hace nada para resolver el asunto y hacer las paces. Y, en la familia, a alguien se le podría hacer difícil promover la paz con su pareja si esta no quiere poner en práctica los principios bíblicos. ¿Qué vamos a hacer? En situaciones como esa nos puede ayudar el relato bíblico de Abigaíl. Acompáñenme a leer el primer libro de Samuel, capítulo 25, donde se nos habla de Abigaíl y de su esposo Nabal. En el versículo 3 se dice que Nabal es un hombre “áspero”. En el versículo 25, Abigaíl añade que es “insensato”. Y, en el versículo 17, uno de sus trabajadores dice que Nabal es “despreciable”, “que no se puede hablar con él”. Con esa descripción de su personalidad, no nos sorprende que haya tratado mal a los hombres de David. Y David quería vengarse. ¿Qué puede hacer alguien para promover la paz en una situación así? ¿Qué fue lo que hizo Abigaíl? Pensémoslo un momento: ¿qué pudo haber hecho? Ella pudo haber dejado las cosas así. Nos podemos imaginar que la vida con este hombre no era nada fácil para Abigaíl. Ella muy bien pudo haber dicho: “Adelante, David, haz todo lo que quieras”. O pudo haber ido adonde David y empeorar la situación. Decirle que sí, que Nabal es un hombre malo y que la maltrata a ella también. Cualquiera de estas dos cosas habría sido una salida fácil para ella, pero no hizo eso. Ella no podía hacer nada para cambiar la personalidad de Nabal, pero sí podía hacer todo lo posible por promover la paz. De hecho, fíjense en el tacto y el respeto que reflejan las palabras de Abigaíl a David. Leamos los versículos 27 a 31: “Y ahora, mi señor, deja que los hombres que te acompañan reciban este regalo que tu sierva te ha traído. Perdona, por favor, si tu sierva te ha ofendido. Yo sé que Jehová sin falta hará que tu casa sea duradera, mi señor. Porque tú peleas las guerras de Jehová y en toda tu vida no se ha encontrado nada malo en ti. Mi señor, cuando alguien te persiga y trate de quitarte la vida, Jehová tu Dios tendrá tu vida bien guardada en la bolsa de la vida. Pero la vida de tus enemigos la lanzará lejos, como se lanza una piedra con la honda. Y, cuando Jehová haya cumplido todas las cosas buenas que te ha prometido y te haga líder de Israel, no tendrás que lamentarte ni arrepentirte en tu corazón por haberte tomado la justicia por tu mano y haber derramado sangre sin motivo. Mi señor, cuando Jehová te bendiga, acuérdate de tu sierva”. ¿Vieron lo que hizo Abigaíl? Se presenta con un regalo. Se inclina ante David. Ella misma le pide disculpas por lo que pasó. Y pone a David a pensar usando principios bíblicos. Con lo que hizo, Abigaíl calmó a David y evitó que ocurriera una desgracia. Abigaíl promovió la paz. Ella no se concentró en sus propios sentimientos, sino en lo que le daría honra a Jehová. Y eso no siempre es fácil de hacer. ¿Y qué pasó al final? Como promovió la paz y sembró la paz, cosechó la paz. ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de Abigaíl? ¿Por qué es importante que lo hagamos ya? Veamos juntos la siguiente escenificación. Y, después, cuando las cosas empeoraron, tuvimos que esforzarnos por mantener la paz. Sí, pero, Tim, tú siempre conseguías mantenernos unidos. Bueno, eso lo aprendí de mi media naranja. Amy siempre ha sabido unir a la gente. Por ejemplo, justo antes de la pandemia, había un problema entre dos precursoras de la congregación. Becky tenía mucha energía, era muy trabajadora y muy valiente en la predicación. Y Lena era una hermana de experiencia, entregada y muy buena maestra. Pero no eran muy amigas, que se diga. ¿Estás lista? ¿Todo bien? Sí, es Becky. Es que es una precursora fantasma. Nunca se la ve. Lo siento, pero debería tomarse más en serio la predicación. Ella está en la predicación metropolitana y… Sí, sí, ya sé, y en el LDC también, ¿no? —Cortando madera. —Hierro. Es que tiene mucha energía. Nosotras éramos así antes. No recuerdo haber sido nunca como Becky. No, qué va. Tú eras más Becky que Becky. Yo no podía ir a tu ritmo. Todo el día predicando de sol a sol… Sí, cuando íbamos en mi auto rojo. Sí. En serio, Becky me recuerda mucho a ti, bueno, a nosotras, 20 años atrás. Está esforzándose un montón. Y ha hecho muchos sacrificios por la verdad, igual que tú. Deberíamos juntarnos un día las tres, para que la conozcas mejor. La semana siguiente, las invité a las dos a mi casa. Y desde entonces cuanto más se conocían mejor se llevaban. Un proverbio dice: “La lengua de los sabios cura las heridas”. Eso hacía Amy. Okey, ¡todo el mundo fuera! Cuando de repente las cosas cambiaron y nos metieron a todos en la cárcel, yo intenté hacer lo mismo, para que pudiéramos mantenernos unidos. Y con la ayuda de Jehová lo conseguimos. Hablemos ahora de lo que hizo y de lo que no hizo Amy. Pudo haberlo dejado pasar, pudo haber permitido que quien la acompañaba, Lena, siguiera pensando así de Becky. Y también pudo haber empeorado aún más la situación, dándole la razón a Lena o contándole algunas de las cosas que le han pasado a ella con Becky. Pero ella no hizo eso. Como Amy quería sembrar la paz, ayudó a Lena a ver las cosas desde otra perspectiva. Así, la congregación se mantuvo unida y pudo cosechar la paz. Noten cuál es la actitud que, según nos explica Pablo, todos deberíamos tener. Busquen en su Biblia Romanos 12:18. Romanos 12:18: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes, vivan en paz con todos”. “Hasta donde dependa de ustedes”. Así es, siempre que podamos sembrar semillas de paz antes de que la situación se salga de control, todos nos beneficiaremos. Imagínese que algo se empieza a quemar en su casa. ¿Qué va a hacer? ¿Se queda de lo más tranquilo, sin hacer nada? ¿Se pone a avivar las llamas? ¿Le echa combustible? No. ¿Por qué? Porque usted sabe que ese fuego podría salirse de control y destruir su casa. La situación es muy parecida cuando surge un problema que amenaza la paz. Hay que hacer algo. Porque, si no lo hacemos, si ignoramos el problema y lo dejamos así, se saldrá de control y destruirá a la familia o a la congregación. Pero, entonces, ¿cómo se siembran las semillas de la paz? Abigaíl nos puso el ejemplo. ¿Notaron lo que hizo? Se nota que pensó muy bien en cómo manejar la situación. Puso manos a la obra. No esperó a que el problema se resolviera solo. Le habló a David con respeto, tratando de calmarlo. Tuvo cuidado de no avivar las llamas y empeorar la situación. Cosas muy prácticas, ¿no es cierto? Nosotros también contamos con otras ayudas. Podemos buscar en la Biblia y en nuestras publicaciones cómo otros han sembrado la paz en situaciones similares. Y podemos ir a los ancianos y consultarlos. Ahora bien, sabemos que esto es particularmente difícil si el problema es en el matrimonio, como en el caso de Abigaíl. Para ella no fue nada fácil. Si está en esa situación, concéntrese en las buenas cualidades de su pareja y no se centre tanto en lo que hace mal. Ahora, tampoco olvide que hay que ser realista. ¿Recuerda lo que decía Pablo en Romanos 12:18? Note: “Si es posible, hasta donde dependa de ustedes”. El apóstol Pablo reconoce que estar en paz con otros no siempre será posible. ¿Qué hacemos entonces? Hacemos todo lo que podamos y le dejamos el resto a Jehová. Así que póngase hoy la meta de promover la paz siempre que dependa de usted. Tanto en la congregación como en la familia, puede estar seguro de que, si siembra la paz, la va a cosechar, aunque los demás no lo hagan. ¿Cómo así? Bueno, tendremos paz con Jehová, paz interior y la tranquilidad de que hicimos lo correcto. Además, estaremos listos para el futuro, para cuando nuestra vida y la de nuestros compañeros dependa de que mantengamos la paz. El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Mefibóset”.
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Robert Luccioni: Sembraron y cosecharon paz. Abigaíl
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Hemos heredado la imperfección y, aunque no nos guste, no tenemos otra opción. Por el hecho de que todos somos imperfectos, todos cometemos errores. Y es muy probable que alguien nos trate injustamente; incluso uno de nuestros hermanos. En contadas ocasiones, hasta pudiéramos ser víctimas de calumnia o de fraude. Vamos a hablar de alguien que fue calumniado. Esto sucedió en la nación de Israel cuando David era el rey. Vamos a hablar sobre lo que le pasó a Mefibóset. Quien lo calumnió fue un hombre llamado Zibá. Examinar la forma en cómo Mefibóset reaccionó ante esta situación nos puede ayudar a nosotros a sembrar y cosechar la paz. Mefibóset era el hijo de Jonatán y el nieto del rey Saúl. Cuando Jonatán y Saúl murieron, el rey David le entregó a Mefibóset todas las tierras de su abuelo. Luego asignó a Zibá como el siervo que administraría esas tierras que él le entregó a Mefibóset. Tiempo después, hubo una rebelión en contra del rey David. Así que él tuvo que huir de Jerusalén. Y Zibá fue a encontrarse con David. Cuando David le preguntó a Zibá por Mefibóset para saber cuál era la razón por la que no había venido a apoyarlo, Zibá calumnió a su amo Mefibóset. Le dijo que él buscaba recuperar el reino de su abuelo. Y tristemente David se creyó esa calumnia y le dio la tierra de Mefibóset a Zibá. Pasado un tiempo, Mefibóset se presentó ante el rey David. Y David le pregunta a Mefibóset por qué no lo había acompañado. Mefibóset le explicó que Zibá le había mentido. Y, después de oír la versión de los hechos de Mefibóset, David ahora decide que él y Zibá van a compartir la tierra. Pero, en vez de quejarse o de buscar venganza, Mefibóset demostró magníficas cualidades espirituales y buscó la paz. Estuvo dispuesto a sufrir la injusticia. Le dijo a David lo que está escrito en 2 Samuel 19:30. Vamos a leerlo. “Entonces Mefibóset le dijo al rey: ‘Que se lo quede todo él, ya que mi señor el rey ha llegado a su casa en paz’ ”. Sí, Mefibóset estaba más preocupado por el reinado de David que por sus propios intereses. En la siguiente escenificación, fíjese en cómo reacciona inicialmente un hermano cuando cree que se le ha tratado injustamente y cómo después se esfuerza por sembrar la paz con sus hermanos. A David lo conocimos en la cárcel. Vi muchas cosas cuando era guardia, pero nada como la paz que tenían ustedes. Puede que las cadenas de la prisión fueran fuertes, pero todos teníamos algo mucho más fuerte. Aunque hubo que luchar por mantener la paz, ¿verdad, Phil? Es cierto. Una vez, hubo un malentendido que se convirtió en un problema serio. Y yo no reaccioné de la mejor manera. Cuanto más me defendía, más empeoraba las cosas. Hermanos, tiene que haber un error. Esto no es verdad. ¡Me conocen! Nunca pensé que aquello llegaría tan lejos. …esta tarde. Tenemos un anuncio más. El hermano Philip Kim ya no es anciano. Y con esto terminamos la reunión. Ahora pueden ponerse en pie. Los siguientes meses fueron muy duros. Pero, cuando se aclararon algunas cosas, pensé que me nombrarían de nuevo. Y no lo hicieron. ¡Phil! No podía entender por qué. ¡Phil, espera! Estaba cada vez más amargado,… ¡Por favor! … más resentido. Mira, escúchame. Solo pensaba en mí mismo. En lo que yo sentía, en lo que me merecía. Era como una neblina que me impedía ver lo que Jehová se merecía. Necesitaba su ayuda. Me consoló mucho leer relatos de siervos de Jehová que fueron víctimas de injusticias o malentendidos pero siguieron siendo leales a él. Me ayudaron a darme cuenta de que solo estar en la organización de Jehová ya es un honor. Estar en paz con mis hermanos era más importante que cualquier nombramiento. Sin esa paz no habría podido superar lo que estaba por llegar. La artritis, ¿verdad? Voy a ser tu secretario, como Baruc con Jeremías. No sé qué haría sin ti. La pregunta que todos debemos hacernos ahora es: “¿Cómo podemos nosotros imitar el ejemplo de Mefibóset?”. Primero, si alguien habla mal de usted o tal vez no lo trata muy bien que digamos, ¿por qué no elige dejarlo pasar? No haga una tormenta en un vaso de agua. ¿No es ese el consejo que nos da 1 Pedro 4:8? Miren, vamos a leer ese versículo. Dice: “Ante todo, sientan amor intenso unos por otros”. Y luego nos explica lo que ese amor puede hacer. Miren: “Porque el amor cubre una multitud de pecados”. Así es, el amor puede cubrir los pecados y las imperfecciones siempre y cuando dejemos que el amor lleve a cabo su obra. Pero ¿qué pasa si somos víctimas de una injusticia más grave? Por ejemplo, el hermano del video sintió que había sufrido una injusticia cuando fue dado de baja como anciano. Él trató de aclarar las cosas, pero, como los hermanos no reaccionaron tal y como él esperaba, se molestó muchísimo. Perdió la paz tanto consigo mismo como con sus compañeros ancianos. Para recuperar la paz, el hermano tuvo que indagar en las Escrituras y buscar ejemplos que le pudieran ayudar. También le pidió en oración a Jehová que lo ayudara. Él recordó la importancia de saber controlarse y de dejarse guiar por el espíritu de Dios. Como resultado, el hermano logró estar en paz consigo mismo y sembró la paz con los demás. Ahora pensemos un momento en la decisión injusta que tomó David cuando le dijo a Mefibóset que él y Zibá iban a compartir la tierra. Zibá fue el que había actuado mal, no Mefibóset. Sin embargo, Mefibóset demostró que realmente era un hombre espiritual. Él no buscó solo sus propios intereses. Fue muy paciente y jamás trató de vengarse. Vamos a leer 2 Samuel 19:25-28. 2 Samuel 19:25-28 dice: “Cuando llegó a Jerusalén [aquí habla de cuando Mefibóset llegó a Jerusalén] para recibir al rey, el rey le preguntó: ‘¿Por qué no fuiste conmigo, Mefibóset?’. Él le contestó: ‘Mi señor el rey, es que mi siervo me engañó. Como estoy lisiado, yo había dicho: “Déjame preparar mi burro para montarlo y acompañar al rey”. Pero él [sigue diciendo Mefibóset] le contó calumnias a mi señor el rey sobre este siervo tuyo. Sin embargo, mi señor el rey es como un ángel del Dios verdadero, así que haz lo que te parezca bien. Mi señor el rey pudo haber condenado a muerte a todos los de la casa de mi padre, pero en vez de eso pusiste a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo de reclamarle algo más al rey?’ ”. ¡Qué gran ejemplo! Mefibóset agradecía lo que tenía y no buscaba nada más. Él estaba en paz consigo mismo, tranquilo. Si un hermano llega a ser víctima de calumnia o fraude por parte de otro hermano, quizás decida seguir las instrucciones que se encuentran en Mateo 18:15-17. Pero, si por alguna razón seguir esas instrucciones no resuelve el asunto del todo, el hermano quizás decida dejar las cosas así y sufrir daño, en vez de perturbar la paz de la congregación. Podemos dejar cualquier asunto que no se haya resuelto en manos de Jehová. Él sabe lo que nosotros hemos hecho y lo que los demás han hecho, y estamos seguros de que él va a hacer justicia a su debido tiempo. Por nuestro propio bien, es importante que nos esforcemos por no guardar resentimiento, porque hacerlo en realidad nos perjudica. En cambio, si perdonamos, Jehová nos va a perdonar. Pero no por eso vamos a pensar que lo que el hermano hizo estuvo bien o que no fue nada grave. No. Lo que estamos haciendo es imitar a Mefibóset liberándonos del resentimiento y fomentando la paz. Esto nos va a acercar a Jehová, tal como nos dice Salmo 55:22: “Arroja tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás permitirá que caiga el justo”. Y, como dice Romanos 15:13, Jehová nos llenará de felicidad y de paz por nuestra confianza en él. El hermano Joel Dellinger, ayudante del Comité de Servicio, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Pablo y Bernabé”.
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William Malenfant: Sembraron y cosecharon paz. Mefibóset
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¿Cuál es el siguiente desafío del que hablaremos? Los desacuerdos entre ancianos. ¿Ha tenido usted problemas con otros ancianos? ¿Se han levantado la voz? ¿El enojo los hizo estallar? ¿Se ha enfriado su relación con algún otro anciano? Se espera que los hermanos nombrados se comporten de manera ejemplar. Pero la realidad es que todos, incluidos los ancianos, somos imperfectos. Los diferentes antecedentes, personalidades, experiencias y opiniones pueden causar desacuerdos. Y los desacuerdos que se quedan sin resolver nos roban la paz a nosotros y a los demás. En este discurso veremos cómo dos ancianos del siglo primero, Pablo y Bernabé, sembraron y cosecharon paz. Analizaremos cómo su ejemplo puede ayudar a los ancianos y a todos los hermanos nombrados de hoy en día a resolver desacuerdos. Busquemos juntos en la Biblia Hechos 15:36-39. Mientras leemos, fijémonos en el problema que surgió entre Pablo y Bernabé. Hechos 15:36: “Algunos días después, Pablo le dijo a Bernabé: ‘Regresemos ya a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde predicamos la palabra de Jehová para ver cómo están’. Bernabé estaba decidido a llevarse con ellos a Juan, al que llamaban Marcos. Pero a Pablo no le parecía bien llevárselo porque se había separado de ellos en Panfilia y no los había acompañado en la obra. Esto provocó un fuerte estallido de ira, y cada uno se fue por su lado. Bernabé se llevó a Marcos con él y se embarcó hacia Chipre”. ¿Cuál fue el problema? Estos dos ancianos no estaban para nada de acuerdo en si se llevarían o no en su próximo viaje a Marcos. Claro, no es que expresar una opinión diferente tenga nada de malo. En el versículo 7 de este mismo capítulo se dice que los apóstoles y otros hermanos de Jerusalén tuvieron una fuerte discusión y al final llegaron a un acuerdo. Pero, en este caso, ¿qué sucedió? Miren otra vez el versículo 39. Hubiera estado bien leer que Pablo y Bernabé, ante esta situación, oraron a Jehová y llegaron a un acuerdo. Pero no. En esta ocasión, aquella discusión provocó “un fuerte estallido de ira” entre Pablo y Bernabé, “y cada uno se fue por su lado”. Como resultado, estos dos hombres dejaron de ser amigos por un tiempo. ¿Cómo sabemos que fue solo por un tiempo? Porque todo indica que, más adelante, Pablo y Bernabé dejaron sus diferencias atrás. Poco después, cuando escribió su carta a los gálatas, Pablo les contó lo mucho que había disfrutado trabajando con Bernabé y no mencionó para nada aquella discusión. Además, cuando Pablo escribió sus cartas a los colosenses y a Timoteo, habló muy bien de Marcos. De hecho, en su última carta inspirada, la segunda a Timoteo, dijo: “Trae a Marcos contigo, porque me es útil en el ministerio”. En efecto, al parecer, Pablo y Bernabé resolvieron su desacuerdo. Ahora surge la pregunta, hermanos, ¿qué los ayudó a hacer las paces? Pensemos en esto: ellos se conocían desde hacía mucho tiempo y habían compartido muchas cosas juntos. Su ministerio los había unido en lo que la Biblia llama un vínculo de paz. Aunque entre Pablo y Bernabé hubo cierta tensión, el vínculo que los unía era tan fuerte que su amistad sobrevivió. ¿Y qué aprendemos nosotros? En la siguiente escenificación, fíjese en lo que hace un anciano para sembrar la paz. Pero la historia no acaba ahí. Phil no sabía lo tensas que estaban las cosas entre Tim y yo. Ni idea. Teníamos que haber hablado, haber hablado seriamente, pero lo hicimos tarde. Carlos, tenemos que hablar. Creo que debemos pensar mejor lo del nombramiento de Phil. Tú sabes que no es del tipo de hermanos que… ¡Basta! No más. No hables más de Phil. —Ya sé que es tu amigo…, —¿Mi amigo? —… pero el cuerpo de ancianos ya decidió —¿Mi amigo? —que Phil no cumple —¿Mi amigo? —con los requisitos para ser anciano. —¡Ha estado con nosotros durante años! Todos los ancianos estuvimos de acuerdo —en que Phil dejara de ser anciano. —¡Porque tú los presionaste! ¿Qué dijiste? ¡Bastante tenemos con la presión de afuera de la congregación! —¡No necesitamos más aquí! —¿Estás hablando en serio? Aquella conversación, aquella discusión, fue horrible. Los dos dijimos cosas que no queríamos decir. Después de eso, los dos manejamos mal la situación. Teníamos que arreglar las cosas. No fue fácil, pero hablamos. Y con la ayuda de Jehová hicimos las paces. ¿Te imaginas lo que habría sido estar juntos en la cárcel enojados? Al final, decidimos contarle todo a Phil cuando estábamos en la celda. ¡Guau! ¡Listos! A cantar. “Es un mundo sin fe, injusto y cruel, feroz como la tempestad. Pero hoy por fin, podemos ya sentir los vientos de cambio soplar. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás…”. Ancianos, esta es la pregunta que todos debemos hacernos: “¿Cómo puedo imitar a Pablo y Bernabé?”. Primero, debemos poner en práctica los consejos de la Biblia en la manera de tratarnos entre nosotros. En el video vimos cómo la imperfección traicionó a Tim y a Carlos. Se les veía en la cara, en su tono de voz, en lo que dijeron. Como dijo Tim, aquella discusión fue horrible. Pero, después de la discusión, ¿qué hicieron estos ancianos para poder resolver el asunto? Pusieron en práctica los consejos de la Biblia para hacer las paces. Por ejemplo, Santiago 3:17 nos recuerda la importancia de ser pacíficos y razonables. Una Atalaya explicó cómo los ancianos podemos aplicar este consejo. Les leo: “Los pacificadores expresan con modestia sus ideas y escuchan con respeto las de los demás. En vez de insistir en su opinión, [quienes buscan la paz] analizan con oración la de sus hermanos. Si no se viola ningún principio bíblico, por lo general hay lugar para diversos pareceres. […] Los ancianos experimentados saben que es más importante conservar la paz que lograr que las cosas se hagan a su modo”. Fin de la cita. ¡Qué bonito!, ¿no? ¿Cuál es la primera lección? Si nosotros, los ancianos, nos tratamos unos a otros tal y como nos aconseja la Biblia, nunca permitiremos que las diferencias de opinión nos conviertan en enemigos. Romanos 12:10 destaca otra lección. Por favor, leámoslo juntos. Bajo inspiración, Pablo escribió en Romanos 12:10 lo siguiente: “Con amor fraternal, muéstrense tierno cariño. Tomen la iniciativa de honrarse unos a otros”. Compañeros ancianos, es ahora, antes de que las cosas empeoren, que tenemos que poner esto en práctica. Tenemos que fortalecer el amor y el cariño que nos tenemos. ¿Cómo lo haremos? Hablando siempre bien de nuestros compañeros ancianos, tanto en público como en privado. Evitando las quejas y los comentarios negativos sobre los desacuerdos que hayan surgido. Y pensando a menudo en las buenas cualidades de nuestros compañeros ancianos y en los buenos recuerdos que tenemos de ellos. En el video, ¿recuerdan lo bien que Tim y Carlos imitaron a Pablo y Bernabé, y cómo lograron cosechar la paz? Aunque no fue fácil, pusieron en práctica los consejos de la Biblia para resolver las cosas. La cara de Carlos cuando llegó a la casa de Tim… ¿No se le notaba el cariño? ¿Y el regalo? ¡Quizás era el postre favorito de Tim! ¡Qué conversación tan sincera! Y se nota que siguieron siendo amigos, incluso en la prisión. Todo esto demuestra que de verdad sentían amor y cariño el uno por el otro. Mis queridos ancianos, hagamos todos lo mismo. Arreglemos las cosas enseguida y de manera pacífica. Si así lo hacemos, no solo cosecharemos paz, sino que también seremos un ejemplo para el rebaño, tal y como lo fueron Pablo y Bernabé. El hermano Stephen Lett, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el último discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Ejemplos de la actualidad”.
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Joel Dellinger: Sembraron y cosecharon paz. Pablo y Bernabé
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¿Cómo reacciona la gente cuando ve tanta corrupción y tantas injusticias? Muchos se indignan; quieren hacer algo al respecto. ¿Y cuál creen ellos que es la solución? Meterse en política o en movimientos sociales que, según ellos, luchan en contra de la corrupción y de las injusticias. Por otro lado, los testigos de Jehová no tomamos partido en movimientos políticos ni sociales. ¿Sabe por qué? Porque hemos aprendido que los seres humanos somos incapaces de resolver los problemas de este mundo. Eclesiastés 1:15 dice: “Lo que está torcido no se puede enderezar”. Imagínense un árbol que tiene el tronco torcido, un árbol tan enroscado que no se puede enderezar. Así es el mundo de Satanás. Los testigos de Jehová sabemos que sería inútil gastar nuestro tiempo y energías tratando de solucionar algo que Jehová nos ha dicho que no tiene solución. Además, los Testigos hemos aprendido cómo y dónde se consigue la auténtica paz incluso ahora. Hablando de esto, veamos el ejemplo de dos personas que adoptaron la forma de pensar de Jehová sobre este asunto. Vamos a hablar de Egidio Nahakbria y Frede Bruun. Hablemos de Egidio. Él nació en una zona remota de Timor Oriental. Durante su niñez sufrió los estragos de una guerra. Muchos de sus vecinos murieron o desaparecieron, y él temía que le pasara lo mismo. Unos años después se mudó a Dili, la capital, y entró en una universidad donde conoció a muchos jóvenes que habían pasado cosas parecidas. Se unió a un grupo de estudiantes que querían lograr cambios sociales por medio de la lucha política. Su grupo organizó muchas manifestaciones, pero la mayoría terminaban en disturbios. A veces sus amigos salían heridos, y algunos murieron. Pero entonces, Egidio comenzó a estudiar la Biblia gracias a un familiar que estudiaba con los Testigos. Fíjense en lo que dijo cuando comenzó a estudiar: “A medida que estudiaba la Biblia, comprendí que nunca había sabido lo que era [el] amor. […] A pesar de mi aspecto y mi carácter rudo, los Testigos me trataron ‘como compañeros’ y con ‘cariño fraternal’ ”. Al poco tiempo, se bautizó y se hizo precursor regular. Y se sentía muy feliz, porque sabía que ahora sí estaba ayudando a las personas. Su biografía termina con estas palabras: “Antes me sentía furioso, sin amor y sin derecho a tenerlo. Pero, gracias a Jehová, por fin encontré paz y amor verdaderos”. Ahora hablemos de Frede. Desde pequeño, le molestaba mucho todo el odio, la guerra y la violencia que había en el mundo. Pero había algo que le molestaba en especial: el papel que jugaba la religión en todo esto. Él se dio cuenta de que detrás de muchos conflictos y guerras estaba la religión —que no los condenaba e incluso los fomentaba—. En 1955, Frede asistió a una asamblea de los testigos de Jehová, y después de la asamblea aceptó un curso de la Biblia. Estudiando la Biblia, aprendió cosas maravillosas. Pero hubo algo que llamó mucho su atención. Él aprendió quién era Babilonia la Grande, “la gran prostituta” de la que habla Apocalipsis 17 y 18. Pudo ver que esta prostituta es el conjunto de todas las religiones falsas. Y, cuando le mostraron Apocalipsis 18:24, le sorprendió lo que leyó. Ahí dice que en esa prostituta “se encontró la sangre de […] todos los que han sido asesinados en la tierra”. Él comprendió que las religiones de este mundo nunca podrán lograr la paz mundial, porque no son neutrales, están divididas y participan en las guerras. Por otro lado, se dio cuenta de que los testigos de Jehová son una hermandad internacional y ponen en práctica lo que Jesús enseñó. Frede progresó muy rápidamente, se bautizó, se hizo precursor y asistió a la clase 50 de Galaad. Y estuvo sirviendo muchos años en Guatemala, ayudando a otras personas a encontrar la verdadera Fuente de paz. Entonces, ¿cómo puede usted imitar a Egidio y a Frede? Bueno, les compartiré tres formas. La primera: nunca podremos acabar con la corrupción ni las injusticias de este mundo valiéndonos de la política o de los movimientos sociales. Eso me recuerda a una comparación que hizo un hermano. Él comparó los problemas de este mundo con telarañas. ¿Qué suele pasar con las telarañas? Un día la quitas y al día siguiente, ahí está. La quitas y ahí está. ¡Porque ahí sigue la araña! Bueno, en esta comparación, la araña representa a Satanás. Como él es la causa de la corrupción y de las injusticias, mientras él exista, siempre habrá esos problemas. Y simples seres humanos no podrán acabar con él. Él es sobrehumano. Así que quién lo elimine también tiene que ser sobrehumano. Por eso, Dios tiene que intervenir. Él utilizará su Reino para eliminar tanto las telarañas como a la araña que las crea, Satanás, el Diablo. La segunda cosa que aprendemos. Piensen en esto: ¿en qué suele terminar el activismo político? En violencia, que es lo contrario a la paz. Y si buscamos la paz, no haremos nada que pueda provocar actos violentos. Y la tercera cosa: los testigos de Jehová queremos estar en paz con todos, algo que las religiones de este mundo no se esfuerzan por conseguir. Por eso nosotros nunca vamos a tener nada que ver con las guerras de este mundo de Satanás. Esto me hace pensar en lo que le pasó a un joven en la predicación. Una señora que perdió a su hijo en la guerra le dijo: “Mi hijo dio su vida para que tú tengas libertad. ¡¿Por qué tú no peleas por tu país?!”. Sin perder la calma, el hermano le respondió: “Siento muchísimo que perdiera a su hijo, señora. Pero hay algo que le puedo asegurar. Sé que la persona que mató a su hijo no era testigo de Jehová. No sé si usted puede asegurar eso sobre su religión, pero yo sí puedo hacerlo”. Resulta que la señora era católica, así que definitivamente ella no pudo asegurar lo mismo. Por favor, hermanos, nunca olvidemos esas tres lecciones que nos enseñaron Egidio y Frede. Si usted todavía no está estudiando la Biblia con los Testigos y le interesa saber lo que esta enseña, nos gustaría ofrecerle un curso bíblico gratuito. ¡Lo invitamos! Podrá comprobar que mostrar amor verdadero es la mejor forma de vivir y es la única solución a los problemas que dividen a la gente hoy día. Jesús dejó perfectamente claro que la marca que identifica a los cristianos verdaderos es el amor. En Juan 13:35, dijo: “De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros”. Entonces, amigos, vean por sí mismos si este amor verdadero existe entre los testigos de Jehová. Y ahora queremos decirles a todos los que ya son Testigos que por favor sigan mostrándoles amor a los hermanos de todo el mundo. Para eso, es importante que no tomemos partido en ninguno de esos asuntos por los que la gente discute ni en temas políticos. Debemos imitar a nuestro líder, que fue neutral. Hablando de sus discípulos, Jesús dijo en Juan 17:14: “No son parte del mundo, igual que yo no soy parte del mundo”. Al conversar con las personas en el ministerio o en cualquier otra situación, seamos estrictamente neutrales en lo que tenga que ver con política. No opine sobre qué leyes deberían aprobarse, rechazarse o cambiarse, ni obligue a otros a pensar como usted. Para mantener nuestra neutralidad, debemos tener cuidado para que los medios de comunicación no nos manipulen. Muchas noticias se presentan de forma que favorecen una opinión o una postura. Y no queremos que las opiniones de un periodista influyan en nosotros. Solo si somos neutrales en nuestra forma de pensar, seremos neutrales también en lo que decimos y hacemos. Y recuerden: si se esfuerzan por amar a los demás y por ser neutrales, tal vez atraigan a algunos de buen corazón a la verdad. Ahora hermanos, hagamos un resumen de todo lo que hemos visto hasta ahora. Vamos a destacar algunas de las lecciones que aprendimos en esta serie de discursos. Sobre el discurso de José y sus hermanos, ¿qué aprendemos? Que sembramos paz cuando no guardamos resentimiento. En el discurso sobre los gabaonitas, vimos que hay que obedecer a Jehová con humildad aunque haya que dejar de lado nuestras preferencias. Y el discurso de Gedeón: podemos evitar que un problema empeore si usamos palabras que calmen, amables y positivas. El cuarto fue sobre Abigaíl. Hagamos lo que podamos por fomentar la paz y que Jehová se encargue de resolver los asuntos. ¿Y qué aprendimos de Mefibóset? Que a veces es mejor sufrir un daño antes que perturbar la paz de la congregación. Y otra idea que extraemos de ese discurso es que defender nuestro nombre y reputación no es lo más importante; lo más importante es el nombre de Jehová. Sí, a veces hay que hacer sacrificios para conservar la paz de la congregación. Y también hemos visto ejemplos de la actualidad. Y vimos que si formamos parte del pueblo que sirve al Dios de la paz, nosotros también tendremos paz. Así es, hermanos, en esta serie de discursos hemos visto muchas formas en las que podemos sembrar la paz. Así que esforcémonos siempre por hacer eso. ¿Y qué lograremos si lo hacemos? ¿Quiere saberlo? Entonces vamos a ver el último video de esta serie de discursos. Hay una historia más que contar. Aunque yo no lo sabía, la semilla de la verdad estaba brotando en mi corazón. Ustedes eran diferentes. Yo no entendía por qué. Eran prisioneros, pero se sentían libres, libres de verdad. Cuando los liberaron, me di cuenta de que Dios está con ustedes. Y quería saber por qué. Phil me ayudó a encontrar la respuesta. “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Phil me animó a vivir la verdad. Pero al principio no se me hizo fácil. Con todo lo que estaba pasando en aquellos días, la idea de ser pacífico y esperar a que llegara el Reino de Dios era difícil de aceptar. Pero, gracias a la ayuda de Jehová y a la paciencia de estas buenas personas, me bauticé antes de que empezara la gran tribulación. José, cuando estábamos en la cárcel, la historia de tu vida —el tiempo en la prisión y cómo te cuidó siempre Jehová— nos animaba a todos mucho. Recuerdo que un día Carlos dijo… ¿qué dijiste? Dije: “Un día comeremos con José y le diremos ‘Gracias’ ”. ¡Y aquí estamos! Soy yo el que tendría que dar las gracias. Las historias de cada uno de ustedes de verdad me impresionaron. Ya saben mucho de mi vida, pero ¿les gustaría que les contara algunos detalles más? ¡Sí, por favor! ¡Tenemos muchas preguntas! Cuéntanos algo de Egipto. ¿Cómo era el faraón? ¡Y los sueños! Tienes que hablarnos de los sueños. ¡Pues, sí, tienen muchas preguntas! Y yo tengo mucho que contarles. Gracias a nuestro Dios, Jehová, tenemos todo el tiempo del mundo. ¡Qué video tan conmovedor! Si hacemos todo lo posible por sembrar la paz, nos salvaremos a nosotros mismos y también a los que nos escuchan. Si lo pensamos, vemos que toda esta serie de discursos está basada en una verdad fundamental. De hecho, se encuentra en Gálatas 6:7: “Lo que uno esté sembrando es lo que cosechará”. Si sembramos semillas de tomate, siempre cosecharemos tomates. Esta verdad básica también sirve para la paz. Si sembramos paz, siempre vamos a cosechar paz. Claro, puede que en ocasiones esa paz que sembremos tarde un tiempo en producir frutos. Pero si no dejamos de sembrar la paz, vamos a cosechar paz mental, paz con los demás y, lo más importante, paz con Jehová. Gracias a eso tendremos la oportunidad de vivir en un mundo donde abundará la paz. Por lo tanto, hermanos, sembremos paz ahora y cosecharemos paz para siempre. Pensémoslo: es la mejor inversión de tiempo y esfuerzo que podemos hacer. ¿Sembrará paz ahora? Si lo hace, cosechará paz para siempre.
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Stephen Lett: Sembraron y cosecharon paz. Ejemplos de la actualidad
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¿Cree usted que es posible ser amigo de Dios? Tal vez crea que eso no es realista. Pero piense en esto: la vida de millones de personas hoy día demuestra que eso sí es posible, que ahora sí podemos tener una vida tranquila y con sentido, y la esperanza de vivir para siempre y en paz. ¿Le gustaría eso para usted y los suyos? Entonces escuche con atención este discurso. Mire, a muchísimas personas no les interesa tener una amistad con Dios; ni se lo proponen. Pero esa es una cuestión muy importante. ¿Por qué a tanta gente este tema le es indiferente? Por varias razones. Por ejemplo, algunos piensan que Dios es una fuerza impersonal o que no existe o que no se interesa en los seres humanos. Les han enseñado que es cruel, que es exigente y que es imposible conocerlo. Muchos líderes religiosos dicen que Dios castiga a la gente mala atormentándola para siempre. ¿A quién le gustaría ser amigo de un Dios así? A nadie que tenga sentido común, ¿verdad? Otras personas, al ver toda la injusticia y el sufrimiento que hay en el mundo, creen que Dios está muerto o que nunca ha existido. Y hay quienes piensan que han hecho tantas cosas malas en su vida que nunca podrán ser amigos de Dios. ¿Se siente identificado con alguna de esas ideas? Si es así, preste atención a los siguientes cuatro puntos clave. Nos ayudarán a ver que sí podemos ser amigos de Dios. Examinémoslos uno por uno. Primero, analizaremos que el pecado nos aleja de Dios. Segundo, veremos qué pasos ya ha dado Dios para reconciliarnos con él, para que podamos acercarnos a él y ser sus amigos. Tercero, veremos qué podemos hacer nosotros para ser amigos de Dios y que esa amistad dure para siempre. Por último, analizaremos por qué ser amigos de Dios nos da paz ahora y en el futuro. Entonces, punto número uno: ¿qué es lo que nos separa de Dios? En una palabra, el pecado. ¿Y por qué nos separa de él el pecado? Porque el Dios verdadero es santo, es puro, y todo lo que hace es perfecto. Él no tiene ni una pizca de pecado; es puro en el sentido más elevado. De hecho, ningún ser humano puede ser tan santo como él. Piense en las palabras humano e imperfecto. ¿Verdad que siempre van juntas? No podemos describir a los seres humanos sin hablar de la imperfección, forma parte de nosotros. Y, triste y dolorosamente, así lo demuestra la historia. Así que nuestros pecados e imperfecciones forman una barrera que nos separa de Dios. Isaías 59:2 habla de esta separación. En parte, ahí dice: “Lo que los ha separado de su Dios son los errores de ustedes. Sus pecados han hecho que él oculte su rostro de ustedes”. ¿Notamos? Separados de Dios, así es como nacemos todos. Pero Dios no nos creó para que fuéramos pecadores. Nuestros pecados no son culpa suya. Jehová creó perfectos a Adán y Eva, los primeros humanos. Pero ellos fueron desagradecidos y egoístas, y no quisieron ser amigos de Dios. Al pecar contra Dios, destruyeron la paz que tenían con él y se volvieron sus enemigos. Entonces Adán les transmitió la muerte y el pecado a sus descendientes. Leemos acerca de esta terrible herencia en Romanos 5:12. En este versículo, el apóstol Pablo explica en pocas palabras que, por culpa del pecado, todos morimos. Dice: “Por medio de un solo hombre, el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte, y así fue como la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos habían pecado”. “La muerte se extendió a todos los hombres”. El pecado es como una pandemia que contagia al 100 % de la población y que mata al 100 % de los contagiados. Nadie puede escaparse. Como leímos, “la muerte se extendió […] porque todos habían pecado”. Ser pecadores es algo que nosotros no podemos cambiar. Es como si estuviéramos en un hoyo profundo del que no podemos salir. ¿Significa eso que no hay esperanza? No. Es cierto que Dios ve a algunos como sus enemigos, pero otros, para él, son sus amigos. Piense, por ejemplo, en el caso de Abrahán. La Biblia dice en Santiago 2:23 que “Abrahán puso su fe en Jehová” y que “fue considerado justo”, y que por eso “él fue llamado amigo de Jehová”. Abrahán era tan imperfecto como nosotros. Pero, para Dios, era su amigo. Entonces, ¿qué ha hecho Dios para que podamos ganarnos su aprobación y su amistad? En pocas palabras, nuestro Creador ha dado el primer paso. Dios ha tomado la iniciativa para que nos reconciliemos con él, para que se pueda cerrar la brecha que el pecado creó. ¿De qué manera? Primero: las Santas Escrituras dicen que Dios quiere que lo conozcamos y que estemos en paz con él. De hecho, nos pide que lo hagamos. La Biblia dice en Hechos 17:27 que Dios quiere que lo busquemos de corazón, con sinceridad, y que, si lo hacemos, veremos que “no está muy lejos de cada uno de nosotros”. Segundo y muy importante: tengamos en cuenta que fue Dios el que tomó la iniciativa al ofrecer a su Hijo, Jesús, como sacrificio para liberarnos del pecado. Ese ha sido el mayor acto de amor de la historia. Vamos a leer lo que dice 1 Juan 4:10. Y, mientras leemos lo que dice sobre este incomparable acto de amor de parte de Dios, que no se nos olvide nunca que fue Jehová quien tomó la iniciativa para reconciliarnos con él. 1 Juan 4:10 dice: “El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio de reconciliación por nuestros pecados”. ¿Qué hizo Dios? Aquí dice que Dios “nos amó” y que “envió a su Hijo”. Gracias al sacrificio de Jesús, se nos perdonan los pecados. Y por eso podemos reconciliarnos con Dios. Pero ¿cómo es eso posible? Lo que Jesús sacrificó por nosotros fue lo mismo que lo que Adán había perdido: una vida humana perfecta. Adán cambió su vida perfecta por la muerte cuando se rebeló contra Dios. Y, como ya dijimos, así fue como Adán les transmitió el pecado a sus descendientes. Y eso nos alejó de Dios, perdimos su amistad. En cambio, la muerte de Jesús fue un rescate, una manera de recuperar lo que Adán había perdido y, a la vez, cumplir con la justicia perfecta de Dios. Este regalo inmerecido de Dios tuvo un costo muy alto. Y eso demuestra que nuestro Creador quiere que lo conozcamos y que disfrutemos de una hermosa amistad con él. Deberíamos estar muy agradecidos por todo lo que Dios ha hecho para poner a nuestro alcance su amistad y así cerrar la brecha que nos separa de él. Ahora bien, el siguiente paso tenemos que darlo nosotros. ¿Cuál es? Debemos ser humildes para aceptar el regalo de Dios, para reconocer que necesitamos su misericordia. Y entonces demostraremos que la valoramos. ¿Cómo? En Hechos 3:19, la Biblia nos dice que tenemos que arrepentirnos y dar media vuelta. Así que, para recibir el regalo de Dios —que incluye su misericordia—, debemos cambiar nuestra forma de pensar, o arrepentirnos, y hacer todos los cambios que sean necesarios en nuestra vida, o dar media vuelta. Todo el mundo puede beneficiarse del regalo de Dios. Jehová, nuestro Creador, les muestra su misericordia y les ofrece su amistad a todos. Como nos quiere tanto, lo tiene todo preparado. Lo único que tenemos que hacer es ser agradecidos, humildes y dar un paso más. Ese paso incluye aceptar a Jesús y sus enseñanzas. Jehová Dios nos pide que sigamos el ejemplo de su Hijo. ¿Y por qué es eso tan importante? En Juan 14:6, Jesús lo explica: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí”. Nadie. Así que, para ser amigos de Dios, tenemos que seguir a su Hijo, a Jesucristo. Hasta ahora hemos visto que el pecado alejó a los seres humanos de Dios. Luego vimos lo que Dios ha hecho para cerrar esa brecha, o reconciliarnos con él, y así poder volver a ser sus amigos. Ahora vamos a analizar qué otras cosas debemos hacer. Y eso nos lleva al tercer punto clave: ¿cómo puede alguien hacerse amigo de Dios? Los animo a que leamos juntos lo que dice Santiago 4:8. Si tienen su Biblia a la mano, por favor, ábranla en Santiago 4:8. Al leerlo, fíjense en la invitación que hace Dios, en lo que él promete y en lo que tenemos que hacer nosotros. Dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos”. ¿Se fijaron en cuál es la invitación? Que nos acerquemos a Dios. Luego vemos lo que Dios promete que hará: se acercará a nosotros. Pero ¿qué tenemos que hacer nosotros para demostrar que aceptamos su invitación? Debemos limpiarnos y purificarnos para estar a la altura de sus normas. Y eso requiere esfuerzo. Por ejemplo, tenemos que aprender sus normas, reconocer que seguirlas es lo que más nos conviene y entonces decidirnos a obedecerlas. Hacemos esto sobre todo porque queremos agradar a Dios y queremos ser sus amigos. ¿Y cómo lograremos ese objetivo? Tomando la iniciativa y esforzándonos. Piense en una plantita que tenga, ¿verdad que necesita que la cuide para que crezca? Tiene que regarla y mantenerla en un ambiente que le permita crecer, ¿no es cierto? Con nuestra amistad con Dios ocurre algo parecido. Cultivamos esa amistad leyendo y estudiando la Biblia. Cuando lo hacemos, aprendemos cosas muy importantes sobre Dios. Por ejemplo, aprendemos que su nombre es Jehová. Y es muy importante que usemos su nombre; es lo que haríamos con cualquier buen amigo, ¿verdad? Si nos esforzamos de corazón para acercarnos a Jehová, como dice Santiago 4:8, Jehová se acercará a nosotros. Y él nunca nunca abandona a sus amigos. De hecho, Juan 17:3 dice que llegar a ser sus amigos “significa vida eterna”. ¡Qué regalo tan valioso y tan inmerecido les da Jehová a sus verdaderos amigos! ¿Le gustaría disfrutar de ese futuro tan maravilloso? Pues lo animamos a aceptar el curso interactivo de la Biblia que ofrecemos los testigos de Jehová. Usamos la publicación titulada Disfrute de la vida. Mire, es esta. Con gusto lo ayudaremos a conseguir la edición electrónica o impresa de este manual. Las primeras lecciones son “¿Cómo puede ayudarle la Biblia?”, “La Biblia nos da esperanza” y “¿Se puede confiar en la Biblia?”. Es importante que aprenda esto y que adore a Dios tal como su Palabra, la Biblia, nos dice que hay que hacerlo. Entonces, ¿qué ideas hemos visto hasta ahora que nos ayudarán a hacernos amigos de Dios? Primero, hay que conocer a Dios leyendo y estudiando su Palabra. Jesús dijo que hacer eso “significa vida eterna”. Y también hay que aprender el nombre de Dios y usarlo. Ahora, veamos cuatro cosas más que debemos hacer los que queremos ser amigos de Dios. Son estas: imitar las cualidades de Dios, evitar las maneras de pensar y actuar que lo ofenden, relacionarse con quienes también quieren ser sus amigos y evitar la amistad de quienes pasan por alto las normas de Dios o se burlan de ellas. Algunas de estas cosas son bastante obvias, ¿verdad?, como relacionarse con quienes también quieren ser amigos de Dios, o evitar la amistad de quienes pasan por alto las normas de Dios o se burlan de ellas. Pensemos de nuevo en el ejemplo de la plantita. No solo necesita agua y cuidados, también hay que ponerla en el ambiente correcto, uno que la ayude a crecer. Pues, en nuestro caso, el ambiente correcto es estar con personas que también quieren ser amigas de Dios. ¿Y qué podemos decir sobre imitar las cualidades de Dios? ¿Puede una persona imperfecta hacer eso? Vamos a analizar durante unos minutos dos cualidades de Dios y cómo podemos imitarlas. Hablemos primero del amor de Jehová. Una forma de imitar el amor de Dios y hacernos sus amigos es poniendo en práctica lo que Jesús nos enseñó. Por ejemplo, él dijo: “Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes”. Eso es fácil de decir pero muy difícil de hacer, ¿verdad? ¿Podemos lograrlo? ¡Claro! Si queremos ser amigos de Dios, haremos todo lo posible para conseguirlo. ¿Y qué tenemos que hacer usted y yo para imitar el amor de Dios? Ver a la gente como él la ve. Tenemos que ponernos en el lugar de los demás, y así entender sus necesidades, sus preocupaciones y lo que los hace sufrir. Algunos tienen que vivir con una lesión, una enfermedad o los achaques de la edad. Y otros luchan con problemas emocionales, como la ansiedad o la depresión. Puede que algunas de estas cosas nosotros no las hayamos vivido. Por ejemplo, tal vez a un joven le cueste entender lo que siente una persona mayor y tenga que ponerse en su lugar para comprender lo que implica tener su edad. Si a usted le ocurre eso, ¿cómo podría imitar el amor de Dios? Algo importante es escuchar con atención, hasta que entienda lo que realmente siente la otra persona. Si hace eso, le será más fácil imitar el amor de Dios. Los que desean ser amigos de Jehová se sienten motivados a imitar su amor dándoles a los demás lo que necesitan. Hablemos de una segunda cualidad relacionada con el amor. Es la bondad. Para ser amigos de Dios, tenemos que ser buenos y amables con los demás. Una vez más, podemos aprender mucho de lo que Jesús dijo e hizo. Él dijo que el Altísimo “es bondadoso hasta con los desagradecidos y malvados”. A Jesús le gustaba mucho esa cualidad tan bonita de su Padre, y por eso se esforzó por imitarla. ¿Y qué hacía para imitar esa cualidad? Jesús se detenía a pensar en el efecto que podría tener en los demás lo que decía y lo que hacía. Por ejemplo, en una ocasión, una mujer de mala reputación se acercó a Jesús llorando y mojándole los pies con sus lágrimas. Al ver que estaba arrepentida de sus pecados, Jesús pensó que ella se iba a sentir muy mal si él le decía que se fuera de allí. Al igual que Jehová, Jesús se centró en sus buenas cualidades. ¿Cómo lo sabemos? Porque primero la felicitó y luego la perdonó. ¿Cómo podemos imitar la bondad que demuestran Jehová y Jesús? Siendo amables con todas las personas siempre que sea posible. La bondad nos ayuda a saber cómo actuar ante situaciones delicadas. La bondad evita que hiramos los sentimientos de los demás. La bondad nos ayuda a pensar de antemano en cómo nuestras palabras y acciones afectan a otros. No hay duda, los verdaderos amigos de Dios demuestran esta cualidad. Bueno, este repaso de algunas de las muchas cualidades tan impresionantes que tiene Jehová nos demuestra lo útil que es leer la Biblia y cuánto nos beneficia poner en práctica sus enseñanzas. Sí, podemos ser amigos de Dios. Y, sí, podemos imitar sus magníficas cualidades. En el siguiente video, fíjense en cómo podemos usar la Biblia para hacernos amigos de Dios. ¿Alguna vez ha querido preguntarle a Dios “¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Te importo?”? Usted no es el único. Durante siglos, mucha gente ha sentido la necesidad de conocer a su Creador. Piense en una mujer que nunca conoció a su padre. Le han estado mintiendo durante toda su vida diciéndole que su padre la abandonó. Pero, en el fondo, ella sabe que eso no es cierto. Un día, ella recibe una carta de su padre. Se entera de que está vivo y de que, aunque ella no lo supiera, él ha estado intentando formar parte de su vida desde que ella nació. La hija descubre quién es su padre. Y por fin lo encuentra. Se conocen, y desarrollan una amistad tan fuerte que se hacen inseparables. La Biblia es una colección de cartas de nuestro Padre celestial. Este libro nos enseña cómo hablar con Dios, cómo él nos responde y las diferentes maneras en las que nos muestra su cariño. La Biblia puede ayudarnos a lograr algo que quizás le parezca imposible: ser amigos de Dios. Para hacerse amigo de su Padre celestial, lo primero que debe saber es su nombre. Y él mismo nos dice cuál es: “Que la gente sepa que tu nombre es Jehová, que solo tú eres el Altísimo”. Jehová le asegura que, si usted se acerca a él, él se acercará a usted. Nuestro cariñoso Padre les ofrece su amistad a todos los que lo buscan. ¿Aceptará usted esa invitación? Si quiere saber más de lo que dice la Biblia sobre este tema y muchos otros, visite jw.org. ¿Qué le parece lo que vimos en este video? ¿Siente usted también la necesidad de conocer a su Creador? ¿Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para aceptar la invitación de Dios y convertirse en su amigo? Si es así, en la Biblia encontrará la guía que necesita. Y, si usted aplica lo que aprende, no solo tendrá bendiciones en el futuro. Los amigos de Dios ya disfrutan de paz ahora. No lo dude, la amistad con Dios le dará tranquilidad y propósito a su vida. Además, Dios promete que escuchará sus oraciones y que le mostrará compasión. Y, cuando sienta que Jehová lo ha perdonado, sentirá una paz indescriptible. El Salmo 32:1, 2 dice: “Feliz aquel al que se le perdona la ofensa, al que se le cubre su pecado. Feliz el hombre a quien Jehová no le atribuye la culpa”. ¡Qué bendición es saber que Jehová nos perdona! El perdón de Dios puede quitarle la carga de sentirse culpable por los errores del pasado. Eso incluye errores que haya cometido antes de conocer a Dios y hacerse su amigo. ¿De verdad Dios puede perdonarlo? ¡Claro que sí! Como vimos en el video, la Biblia nos enseña cómo orar a Dios y cómo responde él nuestras oraciones. Puede estar totalmente seguro de que él escucha sus oraciones, incluso cuando le pide perdón o su ayuda. En Proverbios 15:29 dice que Jehová “oye la oración del justo”. ¿A quién se refiere? Se refiere a la persona que se esfuerza por cumplir las normas de Dios. ¡Qué alivio es saber que podemos ser amigos de Dios, que él ve todos nuestros esfuerzos y que nos escucha! Pero eso no es todo. La amistad con Dios también nos ayuda a estar en paz con los demás. De hecho, Jesús nos pide eso, que busquemos la paz con otros. Incluso dijo que deberíamos amar a nuestros enemigos y hacer el bien sin esperar nada a cambio. Y en Lucas 6:36 él añadió: “Sean misericordiosos, así como su Padre es misericordioso”. Nuestro buen ejemplo puede llegar al corazón de otras personas y motivarlas a que también busquen la amistad de Dios. Eso es justo lo que le pasó a José. Él aprendió lo que es el amor gracias a los amigos de Dios. Cuando tenía 13 años, José se metió en un grupo guerrillero. Allí le enseñaron a odiar a todas las personas que él consideraba responsables de las injusticias que veía a su alrededor. Así que se propuso acabar con todos ellos. Al ver morir a muchos compañeros suyos, José se llenó de amargura y también de sed de venganza. Mientras fabricaba granadas y bombas, se preguntaba: “¿Por qué hay tanto sufrimiento? Si existe Dios, ¿le importa lo que pasa?”. José lloraba muchas veces. Estaba deprimido y confundido. Con el tiempo, conoció a los testigos de Jehová de una congregación de su zona. La primera vez que fue a una reunión, percibió de inmediato el amor de los hermanos. Todos fueron muy amables y lo saludaron con cariño. Además, escuchó un discurso que hablaba de por qué permite Dios la maldad, y allí obtuvo la respuesta a muchas de sus preguntas. Al ir aprendiendo más cosas de la Biblia, hizo cambios en su vida y en su manera de pensar. José aprendió a imitar el amor de Dios y se fue acercando a él. Claro, no fue fácil romper los lazos con sus amigos. Cada vez que José iba al Salón del Reino, lo seguían. Algunos incluso llegaron a asistir a varias reuniones para entender por qué José había cambiado tanto. Pero, cuando vieron que no era ninguna amenaza para ellos, lo dejaron tranquilo. Cuando tenía 17 años, se bautizó como testigo de Jehová y decidió dedicar la mayor parte de su tiempo a hablar a otros de lo que había aprendido. Ahora José ya no planea matar a nadie, sino que comparte con otros un mensaje de amor y esperanza. ¿Verdad que es una bonita recompensa por elegir hacerse amigo de Dios? Hasta los que antes eran enemigos pueden aprender a vivir en paz y tener una amistad con Dios. Entonces, hermanos, hoy hemos aprendido que es posible ser amigos de Dios; es una idea realista. La Biblia dice que, desde la antigüedad, Dios ha considerado a algunos humanos sus amigos. También hemos visto lo que Dios ha hecho para reconciliarnos con él o cerrar la brecha que nos separa de él. ¿Y qué es lo que ha hecho? Entregó a su Hijo, Jesús. De esa manera, Jehová suministró el rescate que hacía falta para liberarnos del pecado. Luego vimos lo que debemos hacer nosotros para beneficiarnos de la misericordia de Dios. Si queremos ser sus amigos, tenemos que estudiar su Palabra e imitar sus maravillosas cualidades. Y, por último, vimos que es posible tener una vida con sentido y vivir en paz unos con otros. Jehová, nuestro Creador, promete que sus amigos podrán vivir en paz por toda la eternidad. ¿Le gustaría a usted recibir ese regalo de Dios? Si es así, por favor, ¡no lo dude! ¡Acepte nuestra invitación para estudiar la Biblia! En el curso aprenderá que Dios promete eliminar las lágrimas de los ojos de todos sus amigos. Nos espera un futuro maravilloso, un futuro en el que podremos vivir para siempre sin que haya nada que nos haga sufrir. Estamos seguros de que es algo real porque nuestro Dios, Jehová, nos lo promete.
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Kenneth Cook: Discurso público: ¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?
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¿Qué es la paz verdadera? Hay muchas personas que viven en zonas en guerra. Para ellos, la paz sobre todo significa que no haya más conflictos, más peleas, que no haya más guerras. Y es cierto que para que haya paz no debe haber guerras. En muchos casos, los seres humanos han intentado lograr la paz solamente parando las guerras. Pero eso es como intentar curar una herida grave con una curita. Supongamos que alguien tiene una herida en la mano horrible, incluso podría ser cancerosa. Si simplemente tapa la herida con una curita, puede que la haya escondido y no se vea, pero eso no soluciona el problema, ¿verdad? Pues, la paz tampoco es solo la ausencia de guerras. Seguro que está de acuerdo en que, aunque viva en un país en el que no hay guerras, si está preocupado por la salud, por el bienestar, por la seguridad, si está enfermo o si está pasando hambre, no diría que tiene verdadera paz en su vida. ¡Claro que no! Según la Biblia, la palabra paz significa mucho más que la ausencia de guerras. Implica bienestar, salud y seguridad. Y en esta asamblea hemos visto todo lo que incluye la paz auténtica. Incluye estar en paz con nuestro Dios, Jehová. También, estar en paz con las personas que nos rodean. Y, además, incluye tener la paz interior que nos ayuda a estar tranquilos. Pero en este discurso final vamos a analizar un asunto más importante: la paz universal. ¿A qué nos referimos con paz universal? Cuando decimos “paz universal” nos referimos a la paz que lo abarca todo: el cielo, la Tierra y todos los aspectos de la vida. Es el tipo de paz que solo el Dios de la paz, Jehová, puede traer, y lo hará mediante el “Príncipe de Paz”, Jesucristo. Pronto, ellos darán pasos muy impactantes para restaurar la paz universal. Abramos la Biblia y busquemos juntos Romanos 16:20. Veremos lo que hará Dios para restaurar la paz universal. Romanos 16:20: “Por su parte, el Dios que da paz aplastará dentro de poco a Satanás bajo los pies de ustedes. Que la bondad inmerecida de nuestro Señor Jesús esté con ustedes”. Así es, para que pueda restaurarse la paz universal, Satanás, el Diablo, será aplastado. Y ahora en el discurso final, el último discurso de esta asamblea, contestaremos cuatro preguntas importantes. La primera es ¿cuándo se perdió la paz universal? La segunda, ¿quién restaurará la paz universal? Tercera, ¿cómo se restaurará? Y la última pregunta es ¿qué bendiciones nos esperan cuando por fin se haya conseguido esa paz? Pero, antes de contestar estas preguntas, repasemos juntos lo que vimos en esta asamblea. Seguro que están de acuerdo en que fue una asamblea preciosa, en la que se nos animó a todos a buscar la paz. ¿Qué puntos del programa de la asamblea le parecieron interesantes? Como mencionamos antes, hay tres aspectos de la paz que repasaremos. El primero, la paz con Jehová. El programa del viernes acabó con un discurso que hablaba sobre no dejarse engañar por la paz de imitación. ¡Y qué discurso público tan bonito tuvimos el domingo! Se titulaba “¿Cómo puede hacerse amigo de Dios?”. El segundo aspecto de la paz que analizamos es la paz con los demás. El primer día tuvimos una serie de discursos muy buena sobre la paz en la familia. ¿Qué cosas tenemos que hacer si queremos tener paz en la familia? Bueno, el amor y el respeto son importantes. También debemos mejorar la comunicación entre nosotros, adorar a Jehová juntos y trabajar en equipo. Y el sábado tuvimos otra serie de discursos muy interesante, sobre las cosas que destruyen la paz, las que pueden acabar con ella. ¿Recuerdan algunas? Presumir de lo que no debemos, la envidia, la falta de honradez, el chisme y la ira descontrolada. Y el tercer aspecto de la paz es la paz interior, la calma que sentimos a pesar de los problemas. El sábado escuchamos un discurso muy interesante que nos animó a proteger nuestro vínculo de la paz. Y el domingo hubo otra serie de discursos, en la que vimos ejemplos de personas que sembraron paz y cosecharon paz. Si le echan un vistazo al programa, seguro que recuerdan un montón de partes que les gustaron mucho. En todas las asambleas hay una parte muy importante. Es el bautismo. Si usted se bautizó en esta asamblea, le damos la bienvenida. ¡Bienvenido a nuestra hermandad mundial! Estamos seguros de que se está esforzando mucho por estar en paz con Dios. Y, llegados a este punto, veremos un video que hará un repaso de algunas de las lecciones que aprendimos con los videos de esta asamblea. Aquí lo tienen. Hola a todos… Aquí Brenda. Adivinen quién acaba de entrar. Olivia. Y ahí está Jake. ¿Se atreverá? No, jamás lo haría. Es una santa. Es complicado, ¿verdad? ¿Recuerdan lo que estudiamos sobre la sulamita? ¿Quién tenía el control? Ella. Tú eres igual de fuerte. Si de verdad crees eso, verás cómo puedes con la presión. Si hago lo correcto, me sentiré en paz. “Soy una muralla”. ¡Eres un cobarde! ¡Quédate esta basura! Piensa en lo que el carcelero le había hecho a Pablo, podría haberlo odiado por eso. Es verdad, pero supongo que se puso en el lugar del carcelero. Déjame leerte solo un texto. Okey, solo uno. Jehová nos ha enseñado a mostrar amor y nos ha dado paz. Hola a todos, soy Clara, de Happy Jewels. ¿No crees que está presumiendo? ¿Seguro que el problema es Clara? ¿Lo puedes creer? La verdad, no he visto todo lo que puso. Si las dos están de acuerdo en que Clara está haciendo algo que no debe, habla con ella. Me preocupa lo que has estado poniendo en QuicPost. Y… ¿por qué? Los hermanos podrían pensar que presumes. Pero ¿quién pensaría eso? ¿Tú? Mira, no quería molestarte. Jake me dijo —que hablara contigo de esto. —¡Jake! Así que todo el mundo piensa que lo que hago no es apropiado. No es eso lo que estoy diciendo. ¡Tú eres una…! Seguro que alguna vez tú quisiste que te perdonaran. “El amor es paciente y bondadoso”. “No es celoso”. Lo siento, Clara. El cariño sincero evita que perdamos la paz. Y, cuanto más conocemos a nuestros hermanos, más cariño les tenemos. Siempre me llamó la atención lo bien que se llevaban los dos. Bueno, no siempre fue así. No. Lo que empezó con una discusión terminó siendo una guerra. ¡Tú! Tú eres el problema. Necesité mucha ayuda de Jehová para pasar la página y hacer las paces con Nick. Hubo un malentendido que se convirtió en un problema serio. Y yo no reaccioné de la mejor manera. Tuvimos que esforzarnos por mantener la paz. Todos los ancianos estuvimos de acuerdo —en que Phil dejara de ser anciano. —¡Porque tú los presionaste! Phil no sabía lo tensas que estaban las cosas entre Tim y yo. Me consoló mucho leer relatos de siervos de Jehová. Me ayudaron a darme cuenta de que estar en paz con mis hermanos era más importante que cualquier nombramiento. No fue fácil, pero hablamos. Y con la ayuda de Jehová hicimos las paces. Sin esa paz no habría podido superar lo que estaba por llegar. El momento en el que escuchas el veredicto y te dicen que vas a ir a la cárcel es como si te golpearan en la cabeza y te dejaran inconsciente. Y entonces las puertas se abrieron, y ahí estaban… Fue Jehová. Cuando estás a punto de quedarte sin aire, Jehová hace algo para darte ese oxígeno que necesitas. Los hermanos de Rusia… oro mucho por ellos porque están sufriendo mucho. Lo que aprendí de todo esto es que la paz no viene de afuera, no depende de lo que esté sucediendo. Aprendí que la paz está en el interior y que es Jehová quien te la da. ¡Qué lecciones tan valiosas aprendimos! Pero, hermanos, ahora vamos a centrarnos en ese asunto tan importante: la paz universal. ¿Recuerdan cuál era la primera pregunta? ¿Cuándo se perdió la paz universal? Antes de que la humanidad fuera creada, hubo paz en el universo durante muchísimo tiempo. Era como un precioso lago con aguas muy quietas, no se movían, no había ondas. Era como un espejo. Es decir, había una armonía perfecta entre Jehová y todos los ángeles. Pero de repente alguien tiró una piedra en medio de ese precioso lago, y la paz empezó a perderse. ¿Cuándo creen que pasó eso? Encontraremos la respuesta a esta pregunta si abrimos la Biblia, esta vez por 1 Juan 3:8. Tratemos de contestar la pregunta ¿cuándo empezó el problema? Ahí dice: “El que practica el pecado proviene del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue manifestado con este propósito: para deshacer las obras del Diablo”. ¿Encontraron la respuesta a la pregunta? “Porque el Diablo ha estado pecando desde el principio” o, como dice la nota, “desde que comenzó”. ¿Se refiere esto al momento en el que el Diablo fue creado? No. Él no era el Diablo en ese momento, era un ángel perfecto. Entonces, ¿en qué momento empezó a perderse la paz universal? ¿Cuándo fue que las ondas empezaron a propagarse por las aguas? Bueno, quizá recuerden que no fue en el momento en el que él engañó a Eva. Esto es como cuando una mujer da a luz. Sabemos lo que dice la Biblia sobre esto. La vida del bebé no comienza cuando nace, comienza mucho antes. De modo parecido, la paz universal empezó a perderse en primer lugar en el cielo, cuando el ángel que acabó convirtiéndose en Satanás empezó a codiciar la adoración que solo le pertenece a Jehová. Al hacer eso, él mismo se alejó de Dios y dejó de estar en armonía con Jehová. Más tarde, manifestó aquel pecado con lo que hizo en el jardín de Edén. Fue allí donde dio el siguiente paso: empezó a perturbar la paz de Adán y Eva. Y ellos al final perdieron la paz con Dios. Pero parémonos un momento a pensar en esto. Lo que sucedió en el jardín de Edén no solo provocó que ellos perdieran esa paz. Surgieron cuestiones muy importantes allí. Pensemos en lo que le dijo Satanás a Eva, le hizo una pregunta que no tenía ningún sentido: “¿De veras les dijo Dios que no pueden comer de todos los árboles del jardín, están todos prohibidos?”. Él sabía que eso no era cierto, pero con esa pregunta estaba cuestionando las intenciones de Jehová, estaba insinuando que Jehová no era tan generoso, que era tacaño, que quizás no les estaba dando a Adán y a Eva algo que debían tener. Luego Satanás fue aún más allá. Le dijo: “De ningún modo morirán”. Con eso en realidad estaba diciendo: “Jehová es un mentiroso”. ¡Qué acusación tan horrible! Lamentablemente, Eva no defendió a Jehová. Lo lógico hubiera sido que le dijera a Satanás: “¡¿Quién eres tú? Yo no te conozco. ¿Por qué debería creerte?! Yo sé muy bien cómo es mi Padre, Jehová”. Pero no, se puso de parte del Diablo. ¿Cómo reaccionaría Jehová? Bueno, imagínese por un momento que otra persona lo acusa a usted delante de todo el mundo de ser un mentiroso y se pone a hablar muy mal de usted. ¿Qué haría? ¿Le daría un puño en la cara? No estaría bien hacer eso, ¿verdad? Y, además, tampoco probaría que las acusaciones son falsas. Es decir, ¿tenía razón la otra persona o no? ¿Qué haría usted para solucionar esto? Quizá podría acudir a los tribunales. Y allí, en la corte, la persona puede presentar las pruebas que tenga que demuestren que usted es un mentiroso. Por otro lado, usted puede buscar testigos que demuestren que usted no es un mentiroso, sino que dice la verdad. Y al final el tribunal decidirá quién tiene la razón y quién no. De manera parecida, con estas cuestiones que surgieron en el jardín de Edén, se abrió un caso judicial simbólico. ¿Qué fue lo que hizo Jehová? Fue muy sabio, y dejó que pasara tiempo para que se resolviera el asunto. Permitió que Satanás tuviera la oportunidad de gobernar a la humanidad y de hacer las cosas a su manera. Pero al mismo tiempo, por amor, les dio una esperanza a los futuros descendientes de Adán y Eva. Sabemos que Génesis 3:15 dice que una “descendencia”, o un Hijo, vendría en el futuro y que más tarde repararía todo el daño que Satanás hizo al principio. Y además liberaría a los humanos del pecado y la muerte. ¿Qué ha estado haciendo Satanás desde que se le dio la oportunidad de gobernar? Sigue obsesionado con que lo adoren, quiere que la gente se incline ante él y lo considere su dios. También sigue usando la mentira y el engaño para cegar la mente de las personas. Además, está lleno de furia, especialmente ahora, en nuestros días, porque sabe que le queda poco tiempo. Así que influye en las personas para que odien a cualquiera que se ponga del lado de Jehová. Pero ahora pensemos en una pregunta interesante. ¿Es posible estar en paz con Dios hasta cierto grado aunque vivamos en un mundo gobernado por Satanás, el Diablo? Estamos pasando por tantas cosas difíciles en la vida, puede ser oposición, enfermedades, problemas económicos, desastres… ¿Es posible tener cierto grado de paz? La respuesta la encontramos de nuevo en la Biblia. Esta vez busquen conmigo 2 Corintios 1. 2 Corintios 1:3, 4. Fíjense en esta bonita promesa: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras pruebas para que nosotros podamos consolar con el consuelo que recibimos de Dios a los que están sufriendo cualquier clase de prueba”. ¡Qué texto tan bonito!, ¿verdad? ¿Qué nos enseña? Está claro que Jehová sabe por todo lo que estamos pasando. Él siente nuestro dolor y quiere ayudarnos. Aquí dice que él es “el Padre de tiernas misericordias”. Pero nosotros también sabemos que Jehová no va a solucionar todos nuestros problemas ahora, ¿por qué? Porque este es el tiempo que le queda a Satanás para gobernar el mundo y demostrar si tiene razón. Y sabemos que los problemas que hay en el mundo son culpa del Diablo. Así que ahora no esperamos que Jehová intervenga y se ponga a solucionar los problemas. Eso sería como ayudar a Satanás. Pero llegará el momento en el que Satanás será eliminado y se acabarán los problemas. Podemos comparar el papel de Jehová al de un padre que tiene un hijo que está corriendo en una maratón. Está viendo a su hijo correr en la carrera y se da cuenta de que empieza a cansarse. Y quizás ve que otros están saltándose las reglas de la carrera. ¿Debería el padre saltar a la pista para ocupar el lugar de su hijo o para ayudarlo a seguir corriendo? No, las reglas no lo permiten. Pero lo que el padre sí puede hacer es seguir animando a su hijo: “¡Sigue corriendo! ¡Vamos, tú puedes!”. Jehová hace algo parecido, como vimos en el texto que leímos. Ahí dice que Jehová nos consuela, nos anima. Y ¿cómo lo hace? Nos da paz por medio de su Palabra, la Biblia, de su espíritu santo y de la cariñosa hermandad que tenemos. Llegados a este punto, vamos a ver un video que destaca cómo Jehová nos ayuda cuando pasamos por pruebas. Estamos viviendo en tiempos críticos y difíciles de soportar. Muchas personas han perdido la esperanza, y los siervos de Jehová también tenemos problemas. Puede que perdamos nuestro hogar, nuestra salud y a nuestros seres queridos. Puede que pasemos por situaciones traumáticas o que nos metan en la cárcel por nuestra fe. Nuestros problemas se parecen a los de Job, un siervo fiel de Jehová que estuvo tan hundido en la tristeza que llegó a decir: “¿Por qué no morí al nacer?”. Quizás nos hemos sentido así alguna vez, pero no debemos perder la esperanza. ¿Por qué? Porque Jehová siempre nos ayuda cuando pasamos por pruebas. Recibimos su ayuda de tres maneras: en sentido material, emocional y espiritual. Aunque de momento Jehová no nos quite todos los problemas, sabemos que con su ayuda podremos aguantarlos y que desaparecerán cuando llegue “la vida que realmente es vida”. Salmo 34:17, 18 dice: Vemos que, aunque ahora no haya paz universal, podemos disfrutar de paz con Dios. Ahora hablemos de la segunda pregunta. ¿Recuerdan la pregunta? ¿Quién restaurará la paz universal? Bueno, ya vimos la respuesta cuando hablamos de Génesis 3:15, la primera profecía de la Biblia. Menciona a la “descendencia”, o el Hijo, y ese es Jesucristo, el Príncipe de Paz. Él es la clave para que se restaure la paz en el universo. Muy pronto él va a tomar medidas contundentes para acabar con este mundo. Y después dará pasos progresivos para conseguir la paz universal. Pero ¿por qué estamos tan seguros de que Jesús actuará pronto? La respuesta es sencilla: por todo lo que está sucediendo en el mundo en la actualidad. Están pasando muchísimas cosas a nuestro alrededor que demuestran que Jesús actuará muy pronto a nuestro favor. ¿Por qué decimos eso? Bueno, leamos juntos la famosa profecía que se encuentra en Mateo 24:3. Recuerden que en esta ocasión los apóstoles de Jesús le hicieron una pregunta muy importante. Se trata de la segunda parte del versículo 3. Le dijeron a Jesús: “Dinos, ¿cuándo pasarán esas cosas, y qué señal habrá de tu presencia y de la conclusión del sistema?”. Seguro que recordarán que a continuación Jesús hizo una lista de muchos acontecimientos que tendrían lugar durante los últimos días. Mencionó guerras, terremotos, también hambre y todo tipo de epidemias. Todo esto se está cumpliendo ahora, delante de nuestros ojos. Y, además de todo eso, Mateo 24:14 dice que se predicarían las “buenas noticias del Reino”. Pero puede que haya personas que tengan algunas dudas y digan: “Bueno, siempre ha habido guerras a lo largo de la historia. También ha habido terremotos en otras épocas, no solo en los últimos días, y gente pasando hambre”. ¿Por qué podemos estar tan seguros de que esto se cumple ahora, de que muy pronto Jesucristo hará lo necesario para acabar con la maldad? Bueno, pongamos un ejemplo. La mayoría de nosotros usamos computadoras. Cuando va a usar su computadora, ¿qué es lo primero que tiene que hacer después de encenderla? Normalmente, tiene que escribir una contraseña. Y tiene que ser la correcta. Debe poner cada letra y cada número en su lugar. De lo contrario, no podrá empezar a usar su computadora. En la actualidad, para muchas personas es importante tener contraseñas seguras. Supongamos que usted tiene una contraseña con 24 letras y números diferentes. Es una contraseña muy segura. Sería prácticamente imposible que alguien, poniendo números y letras al azar, adivine cuál es su contraseña y entre en su computadora. ¿Y esto qué tiene que ver con la señal que dio Jesús? Si volvemos a Mateo 24:3, verán que la pregunta no fue “¿Qué señales habrá?”, sino “¿Qué señal?”. Como una contraseña, una señal. Pero esa señal está compuesta por diferentes elementos. De hecho, tiene al menos 24 elementos distintos. Así que, aunque es cierto que siempre ha habido guerras, este es el momento en el que todos esos elementos se están dando al mismo tiempo. Podríamos decir que tenemos la contraseña completa de la profecía bíblica. Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor o poner las noticias para darnos cuenta de que se está cumpliendo lo que Jesús dijo. No hay duda, el fin está cerca. Por poner otra comparación, es como un rompecabezas. Cuando uno tiene ahí las piezas encima de la mesa y empieza a colocarlas poco a poco, al final cada una está en su sitio y se ve la imagen completa. Y es exactamente así como deberíamos ver la profecía que dio Jesús. Pronto, muy pronto, Jesucristo va a tomar medidas. Pero puede que a veces pensemos: “Sí, pero si eso ya lo sabemos hace tiempo”. Y es verdad, ya han pasado muchos años. Pero eso no quiere decir que no estemos viviendo en los últimos días. Vamos a poner otro ejemplo. Casi todos hemos ido al aeropuerto a buscar a un amigo que viene de otro país o de otra parte del país. En la mayoría de los aeropuertos, por razones de seguridad, no te dejan ir a la pista y quedarte allí hasta que el avión aterrice. ¿Qué es lo que se hace? Cuando llegas al aeropuerto, entras en un lugar donde hay más personas y lo que ves son los monitores en la pared. ¿Qué información dan los monitores? Pues, te dicen que el avión ya salió. Más tarde puede que indiquen la hora de llegada. Luego dicen: “El avión aterrizó”. Y después: “Se dirige a su puerta”. Y, por último: “En la puerta”. Y ahora uno empieza a emocionarse, ¿verdad? Aunque uno no haya visto el avión y no haya visto a su amigo todavía, por la información que ha ido recibiendo en los monitores sabe que lo verá pronto. Y de repente se abren las puertas y empiezan a salir los pasajeros, y ahora uno está superemocionado porque por fin va a poder ver a su amigo. Pues, algo parecido nos pasa con los últimos días. Han estado sucediendo muchas cosas que no podemos ver, pero sí tenemos indicaciones de que han sucedido. Y sabemos que muy pronto Jesús, los ángeles y los 144.000 acabarán con este sistema malvado y después darán más pasos para restaurar la paz universal. ¡Qué esperanza tan bonita! Pues, esto nos lleva a la tercera pregunta. ¿Cómo se restaurará la paz universal? ¿Qué tendrá que hacer Jesús? Podríamos decir que tendrá que hacer básicamente dos cosas. La primera, quitar de en medio a Satanás y a los enemigos de la paz. Y, en segundo lugar, deshacer todo el daño que Satanás ha causado. No basta con una solución como la de la curita, o sea, ocultar una herida grave poniéndole encima una curita. Por eso, Jesús no solo tiene que eliminar a todos los enemigos de la paz, también tiene que hacer lo necesario para sanar a la humanidad y sanar la Tierra. De esa manera podrá reparar todo el daño que Satanás ha causado. Pensemos un momento en esto que tiene que hacer Jesús. Lo primero que tiene que hacer es eliminar a los enemigos de la paz. ¿Qué pasos tiene que dar para lograrlo? Recuerden, se trata de una acción progresiva. Si abren sus biblias y buscan el libro de Apocalipsis, verán que se trata de un proceso, de una serie de pasos. Algunos Jesús ya los dio, y otros los tiene que dar para poder eliminar a todos los enemigos de la paz. Busquen conmigo, por favor, Apocalipsis 12, y vamos a leer el versículo 9. Apocalipsis 12. Estoy seguro de que recuerdan que en este capítulo se habla del tiempo en el que Jesús comenzó a gobernar, cuando el Reino fue establecido en el cielo. Ocurrió en 1914. En el versículo 9 se menciona lo que sucedió muy poco después de eso. Vamos a leerlo: “Así que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, al que llaman Diablo y Satanás, que está engañando a toda la tierra habitada. Él fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. ¿Se fijaron en la palabra que se repite varias veces? Arrojado. ¿Lo vieron? Jesús no fue a decirle a Satanás: “Oye, mira, ¿no te importaría mudarte a la Tierra? Pero cuando tú quieras”. No, fue arrojado. Y eso nos da muchísima seguridad, porque sabemos que Jesús tuvo el poder para echar a Satanás del cielo. Y eso nos da una idea de lo que sucederá en el futuro en la Tierra. Claro, como Satanás y sus demonios están viviendo en la Tierra en la actualidad, están causando muchos problemas. ¿Cuál es el siguiente paso que tendrá que dar Jesús para eliminar a todos los enemigos de la paz? Busquemos otro capítulo en este mismo libro, Apocalipsis 19. Apocalipsis 19:19-21. Pero antes‏ de leerlo me gustaría mencionarles que aquí se habla de organizaciones políticas, de reyes y de quienes se oponen a Jehová y a Jesús. De manera simbólica se les describe como bestias. Se habla de organizaciones que son enemigas de la paz. Veamos lo que les pasa: “Y vi a la bestia salvaje, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, todos reunidos para guerrear contra el jinete de aquel caballo y contra su ejército [el jinete es Jesucristo]. Y la bestia salvaje fue atrapada, y junto con ella el falso profeta que realizó delante de ella las señales con las que engañó a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que adoran a la imagen de ella. Mientras todavía estaban vivos, los dos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre”. Entonces, ¿qué ocurrirá con las organizaciones políticas que se oponen a Jehová y a Jesús? Se vuelve a usar la palabra arrojados, al lago de fuego. ¿Y qué pasará con el resto de los humanos que se oponen al gobierno de Jesús? Leamos el versículo 21. Allí dice: “Pero al resto se le dio muerte con la espada larga que salía de la boca del jinete de aquel caballo. Y todas las aves se saciaron con la carne de ellos”. Lo que acabamos de leer es muy interesante, ¿verdad? Nos ayuda a comprender que todos los que se oponen a Jesús serán eliminados en la batalla de Armagedón. Este es otro paso necesario para que haya paz universal. Primero, Satanás es arrojado del cielo. Y, segundo, en Armagedón, todos los humanos que se rebelan contra Jesús y rechazan su gobierno son eliminados por completo. Pero tiene que pasar algo más. Vayamos al capítulo 20 de Apocalipsis. Apocalipsis 20:1-3: “Vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Atrapó al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por 1.000 años. Y [otra vez la palabra] lo arrojó al abismo, donde lo encerró, y selló la entrada para que no volviera a engañar a las naciones hasta que se terminaran los 1.000 años. Después de eso tiene que ser liberado por un poco de tiempo”. ¿A qué conclusión llegamos con esta descripción? Que, como ya dijimos, de una manera progresiva, Jesús dará los pasos necesarios para acabar con los enemigos de la paz. Satanás y sus demonios son arrojados a la Tierra. En la batalla de Armagedón se elimina a todos los rebeldes. Y entonces se encierra a Satanás y a sus demonios durante 1.000 años en una prisión simbólica, en el abismo. Esto es lo primero que tiene que hacer Jesús: deshacerse de los enemigos de la paz. En ese momento, comenzará el Reinado de Mil Años del que habla la Biblia, en el que Cristo y los 144.000 gobernarán la Tierra. ¿Y qué va a pasar durante el Reinado de Mil Años? Recuerden, es una solución definitiva, no como la de la curita. Jesús sanará a la humanidad y sanará la Tierra. Fíjense en cómo se explica esto en un texto que ya leímos antes. Busquémoslo de nuevo, 1 Juan 3:8. Recuerden que en la primera parte del versículo es donde se explica que la paz universal se perdió desde el principio, cuando el ángel que acabo siendo el Diablo empezó a pecar. Pero fijémonos ahora en lo que dice la segunda parte del versículo: “El Hijo de Dios fue manifestado con este propósito [¿para qué?]: para deshacer [o “destruir”] las obras del Diablo”. ¿Verdad que es una idea maravillosa? Jesús no solo acabará con los enemigos de la paz, sino que deshará “las obras del Diablo”, todo el daño que ha hecho durante los miles de años que lleva gobernando la Tierra. Eliminará toda la maldad, todo el sufrimiento, la muerte… Él acabará con todo eso. Y poco a poco la humanidad se curará. Ahora bien, Jesús empezó a deshacer las obras del Diablo cuando entregó su vida como rescate. Así que incluso ahora podemos disfrutar de cierta medida de paz con Jehová y con los demás. Gracias al sacrificio de rescate podemos pedirle a Jehová que nos perdone. Pero, durante el Reinado de Mil Años, Jesús logrará todavía más cosas. Ahora veamos tres de ellas. Reparará todo el daño, todo el daño que han causado las enfermedades, las guerras, el hambre… Todos estos grandes problemas desaparecerán. Además, acabará con la muerte al resucitar a los que hayan perdido la vida. También eliminará el pecado, y así ayudará a la humanidad a alcanzar la perfección. ¡Qué ganas tenemos de verlo! ¡Todo lo malo será cosa del pasado! Y luego, al final de los 1.000 años, ¿en qué condiciones estará la Tierra? Será un paraíso. Será exactamente como Jehová quería que fuera desde el principio. Cristo, como gobernante del Reino de Dios, habrá destruido por completo las obras del Diablo. ¿Será entonces cuando se restaure la paz universal? No, todavía no. ¿Por qué no? Tiene que pasar algo más. Vamos a leer de nuevo un texto. Es el de Romanos 16. Recuerden que lo leímos al principio. Y aquí veremos una relación interesante entre dos cosas diferentes. Romanos 16:20: “Por su parte, el Dios que da paz [¿qué hará?] aplastará dentro de poco a Satanás bajo los pies de ustedes”. ¿Vemos la conexión que hay? La paz universal está relacionada con aplastar a Satanás, el Diablo. La paz universal solo se habrá conseguido una vez que Satanás haya sido destruido. Ahora bien, ¿qué cosas pasarán antes de la destrucción de Satanás? Bueno, pues, como leímos antes en Apocalipsis, a Satanás se le permitirá salir del abismo, aquella prisión simbólica, y entonces tendrá la oportunidad de engañar a las personas que vivan en la Tierra en ese momento. Los que se unan a Satanás serán destruidos para siempre. Y el propio Satanás será destruido. Pero ¿qué les sucederá a las personas perfectas que sean leales a Jehová? Pues vamos a ver lo que dice la Biblia en el libro de Romanos, Romanos 8:21: “La creación misma también será liberada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. ¿Qué significa eso? Eso significa que en ese momento todo el mundo será parte de la familia universal de Jehová. Todos los seres inteligentes del cielo y de la Tierra formarán una familia unida que le dará adoración pura al único Dios verdadero. ¡Eso será impresionante! ¿Qué otras bendiciones recibirá la humanidad mientras se va restaurando la paz universal? Durante el Reinado de Mil Años de Cristo habrá bendiciones extraordinarias. Los que sean obedientes a Jehová y a Jesús vivirán las cosas que se describen en el libro de Salmos, en el Salmo 72. Vamos a leerlo juntos. Salmo 72. En este salmo podemos leer algunas profecías muy interesantes sobre el Reinado de Mil Años. Verán que arriba dice: “Acerca de Salomón”. Y, aunque es verdad que a pequeña escala esto se cumplió en el tiempo de Salomón, según la Biblia, Jesús es el Salomón Mayor, así que esto tiene un cumplimiento profético durante el Reinado de Mil Años. Veamos lo que dice sobre la paz. Desde el versículo 1, y llegamos hasta el 4: “Oh, Dios, concédele al rey tus decisiones judiciales, otórgale tu justicia al hijo del rey. Que defienda con rectitud la causa de tu pueblo y, con justicia, la de tus humildes. Que las montañas le traigan paz al pueblo, y las colinas, justicia. Que él defienda a los humildes del pueblo, que salve a los hijos del pobre, que aplaste al explotador”. ¡Qué preciosa descripción de lo que pasará durante los 1.000 años! Bajo el gobierno de Satanás había personas pobres, oprimidas, desfavorecidas… pero ahora su vida cambia por completo bajo el gobierno justo de Jesucristo. Vamos a leer un poco más abajo, los versículos 12 a 14. Aquí se nos explican más cosas que logra Jesús. El versículo 12 comienza diciendo: “Porque él rescatará al pobre que grita por ayuda, también al humilde y a todo el que no tiene quien lo ayude. Tendrá compasión del humilde y del pobre, y a los pobres les salvará la vida. Los rescatará de la opresión y de la violencia [y fíjense qué interesante lo que dice ahora], y la sangre de ellos será muy valiosa a sus ojos”. ¿Qué quiere decir esto? “La sangre de ellos será muy valiosa a sus ojos”. Normalmente, en la Biblia la palabra sangre está relacionada con la vida. Así que dice que la vida de cada persona es valiosa para Jesucristo. ¡Qué bonita descripción de lo que pasará durante el Reinado de Mil Años! Volvamos atrás ahora, al versículo 5. Veremos que, en esta parte del salmo, se describe lo extendida que estará la paz en ese momento. Aquí se usa un lenguaje poético. Desde el versículo 5. Dice: “Ellos te temerán mientras haya sol [y sabemos que el Sol va a estar siempre ahí, así que lo temerán siempre], mientras exista la luna, generación tras generación. Él será como la lluvia que cae sobre la hierba cortada, como los aguaceros que riegan la tierra. En sus días el justo florecerá, y habrá paz en abundancia hasta que la luna ya no exista. Él gobernará de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra”. ¡Qué forma tan bonita de explicar que la paz reinará en todas partes durante el Reinado de Mil Años, con Jesús en el trono! Pero los 1.000 años terminarán, ¿qué podemos esperar que suceda después? Seguro que les va a gustar mucho analizar una parte muy especial de la Biblia, 1 Corintios 15. Por favor, búsquenlo conmigo. Vamos a leerlo juntos y luego iremos viendo lo que pasará después de que terminen los 1.000 años. La parte de la Biblia que leeremos es 1 Corintios 15:24-28. Veamos lo que dice a partir del 24: “Luego, el fin, cuando él le entregue el Reino a su Dios y Padre, cuando haya destruido todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo, la muerte, será destruido. Porque Dios ‘sometió todas las cosas bajo sus pies’. Pero, cuando él dice que todas las cosas han sido sometidas, es evidente que esto no incluye a aquel que sometió a él todas las cosas. Y, cuando todas las cosas hayan sido sometidas a él, entonces el Hijo mismo también se someterá a aquel que sometió todas las cosas a él, para que Dios sea todas las cosas para todos”. ¿Qué es lo que nos dicen estos versículos sobre el fin de los 1.000 años? Veamos de nuevo el versículo 24. Comienza diciendo: “Luego, el fin”. Este “fin” no se refiere al Armagedón, es el final del Reinado Milenario. Cuando lleguemos al final de este periodo, ¿qué otras cosas también habrán terminado? Ya no será necesario el reinado de Jesucristo. También será el fin del pecado, lo que significa que la humanidad ya no necesitará un rescate, un mediador, un sacerdocio… Y, en el versículo 26, fijémonos bien… “El último enemigo, la muerte, será destruido”. Así que las tumbas estarán vacías. Los que hayan muerto por culpa del pecado de Adán habrán resucitado. Toda la humanidad será perfecta al haber desaparecido el pecado que heredamos de Adán. Y, en ese momento, algo muy muy especial va a suceder, ¿qué es? Bueno, volvamos al comienzo de este discurso, cuando hablamos de los problemas que surgieron en el jardín de Edén. Recordemos que Satanás, el Diablo, hizo algunas acusaciones, y esto dio lugar a un caso judicial simbólico que está relacionado con la santificación del nombre de Jehová. Satanás dio a entender que Jehová es un mentiroso, que no gobierna a la humanidad por amor. Y más tarde incluso cuestionó los motivos de los que sirven a Jehová. Esta cuestión, la santificación del nombre de Jehová, continúa hasta nuestros días. Y una y otra vez el nombre de Dios se ha santificado, su reputación se ha vindicado. Sabemos que Dios es amor, al contrario de Satanás, que es un ser horrible. Se ha demostrado que Jehová, nuestro Padre celestial, nos quiere mucho. Entonces, al final de los 1.000 años, podríamos decir que se da por terminado el caso judicial universal. La cuestión se soluciona y se da un veredicto. ¿De qué manera? Bueno, Jesús ya terminó de gobernar a la humanidad durante 1.000 años, junto a los 144.000. La Tierra es un paraíso, los humanos ya no pecan, son perfectos. Los problemas se resolvieron… Y, llegados a este momento, ¿qué hace Jesús? ¿Sigue el ejemplo de Satanás y dice: “Bueno, creo que hicimos un muy buen trabajo durante estos 1.000 años. Así que vamos a dejar las cosas como están y seguimos gobernando nosotros”? No, ya leímos lo que hace. En este preciso momento, sucede algo maravilloso con este caso, porque Jesús entrega el Reino de vuelta a su Padre. Él se somete al gobierno de Jehová. Es como si el mismo Jesús le dijera a su amado Padre: “Siempre tuviste razón. Todo esto ha sido sumamente injusto para ti. Satanás es un gran mentiroso”. Entonces toda la humanidad, junto con Jesús y los 144.000, se someten al gobierno de Jehová. Ahora sí se resuelve la cuestión universal. A partir de ahí, Jehová gobernará directamente a la humanidad perfecta. Pero ¿se conseguirá la paz universal en este momento? No, recuerden que tienen que suceder otras cosas. Ya dijimos antes que a Satanás se le libera de la prisión simbólica. Tendrá la oportunidad de engañar a algunos. ¿Y qué hay de los que lo apoyen? Jehová no tendrá la obligación ética y moral de esperar más y decir: “Vamos a abrir otro caso”. No, serán ejecutados inmediatamente. ¿Y qué hay del resto de la humanidad? Se convertirán en hijos e hijas de Jehová. Podrán hablar directamente con él, sin intermediarios. Y sus nombres estarán escritos permanentemente en “el libro de la vida”. Se les permitirá vivir para siempre en el Paraíso. Así que ahora, mientras pensamos en todas las cosas maravillosas que ocurrirán, veamos el último video de la asamblea, que destaca las bendiciones que recibiremos durante los 1.000 años y después. También vamos a escuchar la canción que cantaremos al final de esta asamblea. ♪♪ Es un mundo sin fe, injusto y cruel, feroz como la tempestad. Pero hoy por fin podemos ya sentir los vientos de cambio soplar. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. Reinará la bondad, la unidad, en el nuevo mundo de Dios. Cristo nos dará la paz universal, un Reino de puro amor. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad... Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad. Donde mires, verás infinita paz. No dolor ni maldad, solo paz. ¡Solo paz! ♪♪ ¡Qué canción tan preciosa! ¡Y cuánto nos han animado estas bellas imágenes! Queridos hermanos, hemos disfrutado muchísimo de esta asamblea, ¿verdad? Estamos más decididos que nunca a seguir buscando la paz. Pero no la paz de imitación, la paz verdadera. Así recibiremos muchas bendiciones. Estaremos en paz con nuestro Dios, Jehová. También lograremos mantener la paz con todos los demás. Y tendremos paz interior, un sentimiento de calma y tranquilidad que solo sienten los amigos del Dios que da esperanza, una esperanza que nos ayuda a mirar hacia el futuro, aunque ahora pasemos por problemas. ¡Cuántas ganas tenemos de ver la paz universal por fin restaurada! Pero, mientras tanto, ¡que el Dios de la paz esté con cada uno de ustedes, ahora y para siempre!
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Geoffrey Jackson: La paz universal será una realidad
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Los siervos de Jehová son muy trabajadores. Como la organización de Jehová no para de crecer, la necesidad de escoger y capacitar a hermanos para ser superintendentes es cada vez mayor. La Atalaya de estudio de febrero de 2024 explicó: Así que, por esta razón, en la reunión anual del 2022 se anunció una nueva escuela: Principios de Superintendencia Divina. Los superintendentes de Betel y también los de construcción, así como hermanos jóvenes con potencial, aprenderán a ser superintendentes que siguen el ejemplo de nuestro Dios, Jehová, y su Hijo, Jesucristo, nuestro Rey. Echémosle un vistazo a este curso tan motivador. En este curso de cuatro días y medio, se incluyen discursos grabados de miembros del Cuerpo Gobernante y buenos consejos de superintendentes de experiencia de todo el mundo. También tiene 12 talleres muy prácticos en los que los estudiantes conversan, interactúan…, y todos participan y dan comentarios muy interesantes. Esos 12 talleres están divididos en 3 partes: Así que, aunque el objetivo de la escuela es ayudar a los superintendentes a mejorar sus habilidades, también tienen que asegurarse de hacer estas tres cosas. Primero tienen que seleccionar o encontrar hermanos que tengan potencial para ser superintendentes; capacitarlos —trazar un plan y esforzarse por seguirlo— y confiar en ellos dándoles más tareas y responsabilidades y compartiendo con ellos su experiencia. En la parte de los talleres en la que todos interactuamos, todos sentíamos que teníamos mucho que mejorar. Y, cuando hablas con hermanos de más experiencia, te das cuenta de que tienen los mismos retos que tú. Fueron conversaciones buenísimas, aprendimos unos de otros y nos animamos a seguir adelante. Además de las excelentes conversaciones, hay 70 videos muy realistas. Muestran ejemplos buenos y no tan buenos de cómo los superintendentes pueden manejar situaciones tanto en Betel como en la construcción. Por ejemplo, qué pueden hacer cuando se sienten abrumados, cómo pastorear a los voluntarios externos y a distancia o cómo delegar tareas tal como lo hacen Jehová y Jesucristo. Además de a los superintendentes y sus auxiliares, también se invita a jóvenes con potencial para que vengan a la escuela. Pero ¿por qué abrir las puertas y darles la oportunidad a estos jóvenes que aún no son superintendentes? Hoy en día se les están encargando más responsabilidades a hermanos cada vez más jóvenes. Y la capacitación que reciben en esta escuela les ayudará a cumplir bien con esas responsabilidades. Se recomendó que asistieran los superintendentes y los superintendentes auxiliares, pero también que se invitara a hermanos más jóvenes y sin experiencia, y eso es una buena mezcla. Se junta la experiencia con la inexperiencia. Y así tienes una clase muy equilibrada y en la que pueden aprender unos de otros. Como tengo poca experiencia, al principio me sorprendió mucho que me invitaran. Pero en la escuela pude ver que Jehová estaba invirtiendo mucho en mí, y eso me animó a esforzarme y a intentar devolverle un poquito de lo que él me había dado. Aunque las costumbres cambian de un país a otro, los principios de superintendencia divina son universales y aplican en todos los países. ¿Se han beneficiado los estudiantes? ¿Se ha notado algo en las sucursales? La escuela me ayudó a entender que, para cumplir con mi asignación, no solo tengo que preocuparme por las fechas límite o por sacar trabajo, hay mucho más. Nos recordaron que la prioridad de Jehová siempre ha sido el bienestar de su pueblo. Entonces, esa debe ser mi prioridad: las personas. Porque las personas son más importantes que la eficiencia o la productividad, y la escuela me mostró que tengo mucho que mejorar. Por ejemplo, tengo que ayudar a los hermanos y hermanas a disfrutar más su asignación, capacitarlos y delegar tareas, conocerlos mejor —saber sus circunstancias— y apoyarlos. Porque, si los hermanos están contentos, el trabajo fluye sin problemas. Siempre he trabajado muy bien con mi superintendente, pero desde que llegó de la escuela trabajar con él ha sido aún mejor. Un cambio que he notado en él es cómo contesta mis preguntas. Por ejemplo, se toma el tiempo de escucharme y no solo presta atención a lo que digo, sino también a los sentimientos que expreso. Entonces me pregunta: “¿Y qué crees tú? ¿Qué podemos hacer?”. Sé que mi superintendente confía en mí y que valora mis opiniones porque muchas veces las toma en cuenta. Incluso si no lo hace, la manera en que me escucha me hace sentir valorada. Normalmente, cuando alguien quiere aprender a ser supervisor o gerente, le toma muchos años y tiene que estudiar un montón de libros. Pero esta escuela es especial, porque aprendemos a hacerlo en solo una semana. En la escuela aprendí cuáles deben ser las prioridades de un buen superintendente, que lo importante no es solo el trabajo, sino las personas, y que tenemos que ser pastores —como Jehová— y capacitar a los que supervisamos. Me gustó el énfasis que se dio a que un superintendente debe ser un pastor cariñoso. Lo más importante en su departamento son las personas. Jesús dio la vida por las personas, no por un trabajo. Ahora los hermanos pueden ver su función de superintendentes y de pastores de otra manera, tanto en Betel y sus departamentos como en las congregaciones en las que sirven. Está claro que Jehová está usando esta escuela para ayudarnos a cumplir con nuestra labor hoy en día, pero también la seguirá usando en el nuevo mundo para que podamos cumplir con nuestro trabajo. La escuela les ha dado un aire nuevo a los departamentos, y sus beneficios se han sentido en todas las sucursales, y eso se ha notado en toda la hermandad. Jehová prometió en Isaías 60:17: Al mencionar a los “superintendentes” y a los “encargados”, Jehová predijo que vendrían mejoras, que cada vez se organizaría y se cuidaría mejor a su pueblo. Y así ha ocurrido. La escuela para superintendentes es una valiosa herramienta: está ayudando a hermanos de todo el mundo, tanto en Betel como en los proyectos de construcción, a cumplir con cariño con su labor. Es evidente que el Cuerpo Gobernante está decidido a preparar a hermanos competentes de las otras ovejas para que guíen al pueblo de Jehová, incluso después de que los ungidos hayan sido llevados al cielo. ¡Qué bueno es Jehová! ¡Cuánto le agradecemos que capacite a los hermanos que nos dirigen!
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Logros de la organización: Principios de Superintendencia Divina
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