text
stringlengths 41
14.1k
| label
int64 0
45
| n_verses
int64 2
411
|
---|---|---|
Mas hoy le llamo en vano, y oiga al tiempo
que le agotó, decir:
—¡ah, barro miserable, eternamente
no podrás ni aun sufrir! | 40 | 4 |
Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra
el cantar mi gloria labra
y poniéndome a cantar,
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra. | 39 | 6 |
¡Amar y no ser amado!
¡Sentir y no consentir!
¡Morir viviendo olvidado!
¡Ay! ¡Morir de enamorado
Y no poderlo decir! | 26 | 5 |
Á la Virgen del Cármen
Quiero y adoro;
Porque saca las almas
Del purgatorio. | 30 | 4 |
Si tuvieras, aldeana,
la condición como el talle,
fueras reina de tu aldea,
tuvieras vasallos grandes.
Opuestas al sol de tus ojos
la luna de tu donaire,
la tierra de tu aspereza
forma eclipses, sombras hace. | 21 | 8 |
Así, pues, el Señor cuando el Cielo creó
puso en él sus señales, planetas ordenó,
poderes e influencia a todos otorgó,
pero poder más grande para sí reservó. | 8 | 4 |
Viejas historias
salían de su boca
igual que dientes | 18 | 3 |
Capote de paseo.
Seda amarilla.
Prieta para el toreo
la taleguilla. | 30 | 4 |
HAY una casa hidalga
A un lado del camino,
Y en el balcón de piedra
Que decora la hiedra,
Ladra un perro cansino.
¡Ladra a la caravana
Que va por el camino! | 34 | 7 |
Escribir una quintilla
no resulta complicado;
fíjate que ya he llegado
casi al fin, ¡qué maravilla!,
y con esto, está acabado. | 26 | 5 |
Marítimo alcïón roca eminente
sobre sus huevos coronaba, el día
que espejo de zafiro fue luciente
la playa azul, de la persona mía.
Miréme, y lucir vi un sol en mi frente,
cuando en el cielo un ojo se veía;
neutra el agua dudaba a cuál fe preste,
o al cielo humano, o al cíclope celeste. | 22 | 8 |
Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio. | 45 | 14 |
por ti el mayor amigo
l´es importuno, grave y enojoso:
yo puedo ser testigo,
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo, | 19 | 5 |
A fe que de mi amador
Sospechar nunca pudiera
Que tan presto convirtiera
A Cupido en orador.
Mas faltan al trovador,
Para cautivarme, galas.
No son las endechas malas;
Pero yo nunca he podido
Imaginarme un Cupido
Con levi sac y sin alas. | 14 | 10 |
¿Qué vas a hacer esta tarde?
Ligarte.
¿Traes rosas y chocolates?
Y hojaldres.
¿Es tu intención camelarme?
Y holgarme.
Así que punto y aparte,
que, aunque te falte el anillo,
ya tienes bastante brillo
con ligue, hojaldres y holgarte. | 24 | 10 |
Los labios que un tiempo dieron
Blando y sacrílego son
Con los besos que vertieron,
Que torpe hoguera encendieron
En el brutal corazón; | 26 | 5 |
Mientras preludian jubilosos himnos
Coros volubles de pintadas aves,
Trisca el rebaño, y hasta el toro fiero
Brama de gozo: | 17 | 4 |
Arenas amarillas,
palcos de oro.
Quién viera a las mulillas
llevarme el toro. | 30 | 4 |
Los campos y mieses ya decoloraban
y los deseados tributos rendían
los vientos pluviosos las nubes bogaban
y las verdes frondes el aire temían
Dejado el estilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela
diré lo que prendo mi última cela
y cómicos oigan si bien los oían. | 2 | 8 |
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo. | 0 | 4 |
A pasar fatigas
estoy ya tan hecho
que las alegrías se me vuelven penas
dentro de mi pecho. | 32 | 4 |
Qué decir de aquel sucio político
Que con su ardiente discurso embriaga,
Los oídos de ingenuo público
Que alivio busca de la vida aciaga. | 35 | 4 |
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña. | 0 | 4 |
¡Mi crimen acaso ven
Con turbios ojos inciertos,
Y me abominan los muertos,
Alzando la hedionda sien
De los sepulcros abiertos! | 26 | 5 |
Y la tarde en Oriente
Deshojaba una flor,
E iba la caravana
Por la senda aldeana
Tan llena de verdor,
¡Y las llagas en sangre
Eran como otra flor! | 34 | 7 |
Soy gaucho, y entiendanló
como mi lengua lo esplica,
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor,
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el Sol. | 39 | 6 |
Sus remansos ceñidos de espadañas,
umbrosos sauces y sonoras cañas,
eran abrevaderos de palomas;
y hueros mil ornaban sus montañas
de uvas cargadas y fragantes pomas | 25 | 5 |
Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
copa es de Baco, huerto de Pomona;
tanto de frutas ésta la enriquece,
cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
a sus campañas Ceres no perdona,
de cuyas siempre fértiles espigas
las provincias de Europa son hormigas. | 22 | 8 |
Tente, mentido Fidias que, profano,
dando al mármol inerte alma fingida
tornar imaginabas a la vida
a Cintia bella con esfuerzo vano. | 10 | 4 |
Que los reyes justicieros
y verdaderos y francos,
facen llanos los barrancos,
y los castillos roqueros;
que a justicia con franqueza
y con verdad esmaltada,
nunca fue tal fortaleza,
tal constancia, tal firmeza,
que no fuese sojuzgada. | 20 | 9 |
Mañana voy, nazarena,
A Córdoba la sultana;
Mi amorosa cantilena
Ya no sentirás mañana
Al compás de mi cadena. | 26 | 5 |
«Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío, pío. | 38 | 6 |
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol. | 35 | 4 |
Que conbenga o no conbenga,
el hombre para queré
no ha e tené mala lengua. | 41 | 3 |
Para que en fe de su amor
a Carlos más frutos rinda,
será de hoy en adelante
más florida la Florida. | 0 | 4 |
¿De quién tuvo amor e insania?
¡De Tania!
¿Quién, al final, fue dañina?
¡Dina!
¿Y es hoy dueña de su pene?
¡Irene!
Ser macho alfa es lo que tiene.
¿Qué tiene? Un desgaste enorme.
(A la espera del informe
de Tania, Dina e Irene). | 24 | 10 |
Canto la vida la canto
tus ojos son tan hermosos
placeres quiero fogosos
y oigo nuestro encuentro
dentro de mí con encanto
boca destino pureza
dibuja con gran delicadeza
sabes que eres mi centro | 23 | 8 |
O tu, en amor hermano,
nascido para morir,
pues lo no puedes fuyr,
el tiempo de tu biuir
no lo despiendas en vano;
que vicios, bienes, honores
quep procuras,
passanse como frescuras
delas flores. | 20 | 9 |
la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora; | 19 | 5 |
¿Qué más consuelo queréis
pues con la vida volvéis? | 7 | 2 |
Águila, si en la pluma no, en la vista,
el togado es legista,
atento al pleito de su litigante,
si no a la rutilante
bolsa, de cuatro mil soles esfera.
¡Ciego de aquel que espera
vista, aunque no sea poca,
de un aguileño! ¡Cósanme esta boca! | 21 | 8 |
Aquella muy manso hablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Boccaccio, aquel que trató
de tantas materias, que yo no comprendo
que otro poeta a ti se igualó?
¿Eres tú, Boccaccio, el que compiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que no fue ninguna semblante que yo.» | 2 | 8 |
Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared. | 40 | 4 |
¿quién es el que esto mira
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira
y rompe lo que encierra
el alma y destos bienes la destierra? | 19 | 5 |
Rendida, al fin, la reina no consiente
que la muerte le den, que ya esperaba,
y a su palacio la conduce esclava
donde la cuida tierna y diligente. | 10 | 4 |
Dice la lanzadera el olor del ropero,
Donde se guarda el lino, el buen lino casero:
Y el molino complica con la vid su entrada,
Campesinos enigmas de la Historia Sagrada:
Bajo la parra canta el esponsal divino
De la sangre y la carne, de la Borona y el Vino. | 37 | 6 |
Bajo el álamo que hojoso
cubre con su pompa umbría
la pacífica cabaña
del enamorado Aminta,
él y la sensible Lisi
en plácido sueño un día
vieron al hermoso niño
que es su gloria y sus delicias:
la faz graciosa inclinada
del un lado, las mejillas
bien cual dos rosas fragantes
por el calor encendidas,
como bañada la boca
en una grata sonrisa,
y sobre su lácteo pecho
dobladas las manecitas.
Los brazos entrelazados
Aminta y Lisi, una misma
la acción, los rostros unidos,
y fija en su amor la vista,
por no turbar su reposo
ni a respirar se atrevían,
embebecidos gozando
de su beldad peregrina.
«¡Ay!», dijo la amable Lisi,
suspirando enternecida,
«¡cuánto en sus felices sueños
es la inocencia tranquila!
¡Cómo la paz la acompaña!,
¡cómo el contento la anima
y con su risa los cielos
benévolos la acarician!
Goza, dulce esposo, goza
como tu Lisi querida
mirando el clavel hermoso
que mi fino amor te cría.
Goza, y si es posible, el lazo
que afortunados nos liga,
contemplándolo, se estreche,
y en él crezcan nuestras dichas.
¡Ve con qué indecible gracia
aun dormido está!, ¡qué linda
su frente aparece ornada
de su cabellera riza!,
¡cuál entreabiertos los ojos
como dos luceros brillan,
y aun entre sueños parece
que cariñosos nos miran!
El alhelí más florido,
la más fresca clavellina,
la más hermosa azucena,
la rosa que ámbar espira,
nada son con nuestro amado:
mayor es su lozanía,
sus gracias más acabadas,
más su belleza divina.
Su rostro es la misma gloria;
la paz, el gozo, la risa,
la candidez, la inocencia
se unen en él a porfía.
¡Oh rostro en que venturosos
todos mis gustos se cifran!
¡Oh sol!, ¡oh adorado hijo,
mi embeleso y mi alegría!
Feliz descansa; y tu sueño
disfruta en calma benigna,
que solícita en tu guarda
vela la ternura mía,
cual la cándida paloma
sus pichoncitos abriga
y de su seno amoroso
los sustenta y vivifica.
Descansa, vástago tierno
que bajo la sombra amiga
de mis cuidados floreces
para hacer mi gloria un día;
descansa, y que tu reposo,.
tus sueños, tu amable vida,
los ángeles tus hermanos
velando en torno bendigan.
Álamo feliz, tus ramas
sobre él blandamente inclina,
y con tus sonantes hojas
oficioso le cobija.
Trinad, oh canoras aves,
con más dulce melodía
para no turbar su sueño;
y a verle llegad festivas.
Tú, agradable cefirillo,
haz a mi bien compañía,
y en su congojada frente
plácido el sudor mitiga.
Cielos, una madre os ruega:
en vuestra bondad propicia
acoged mi hijo querido,
y honrado y dichoso viva.
Haced, haced que en su seno
a una pululen unidas
la caridad oficiosa,
la piedad y la justicia,
incesantes de él brotando,
como de una vena rica,
cuanto de noble y de grande
más la humanidad sublima.
Y tú, idolatrado esposo,
ve en nuestro hechizo dormida
a la inocencia, que apenas
en su placidez respira.
Ve al lustre de nuestros años
en su juventud florida,
a nuestro arrimo y consuelo
en la ancianidad tardía.
Ve al serafín, al lucero
más radiante...» Una ramita,
súbito al soplo del viento
del álamo desprendida,
cayendo en la faz del niño
nubló a los padres su dicha,
que a un tiempo, al verle despierto
y que asustadillo grita,
¡ay, hijo adorado!, exclaman;
y sobre él con mil caricias
para acallarle en sus brazos
riendo se precipitan. | 28 | 124 |
Escribir un serventesio es cosa complicada
Con verso alejandrino mucho más imbricado,
Todo el día pensando, con la mente cansada,
Unas pocas letras más… ¡zaz! hemos terminado. | 35 | 4 |
De las que han gran locura
galanes nunca os fieis
sabed que gran amargura
se torna según veréis.
Que yo en esperar debía
de mi deseo alcanzar
pero toda mi alegría
me fue tornada en pesar
en la triste canción mía
ya no soy quien ser solía. | 12 | 11 |
pero diole todavía
un ramo que se llevase
y en el monte lo plantase,
porque ya que Adán moría,
en su memoria durase;
y dijo: «No te adolezca
ni desmaye el mal de Adán
aunque grave te parezca;
que cuando este árbol crezca
Él y muchos sanarán». | 6 | 10 |
Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mí;
y pasa sonriéndose, y yo digo:
¿Cómo puede reír? | 11 | 4 |
Andan sus pasos prudentes y sabios,
Andan de frente, cuartean apenas,
Suben y bajan sus brazos. Atenas
Nace de nuevo. | 17 | 4 |
Por ti, como solía,
del áspero caballo no corrige
la furia y gallardía,
ni con freno la rige,
ni con vivas espuelas ya la aflige; | 19 | 5 |
la que le puso de suerte
que los grandes de su reino,
diz que se maravillaron
como tan otro le vieron; | 0 | 4 |
Han querido enturbiarnos la memoria
—rastrojo y cuenta nueva—
desteñir nuestra sangre
con el color azul de las infamias
nuestra sangre encarnada
y rebelde y bravía
como un vaso de vino
con regusto de madre
con sabor de madera
con la dulce añoranza
del trujal y la lluvia. | 45 | 11 |
Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme implacables tus enojos;
y si otro amor del tuyo me divierte,
tú, que has sido mi vida, me des muerte. | 38 | 6 |
Cuando me paro a contemplar mi vida
Y echo los ojos con mi pensamiento
A ver los lasos miembros sin aliento
Y la robusta edad enflaquecida, | 10 | 4 |
En un jardín, las áureas mariposas
embriagadas están por los sutiles
aromas de los cálices abiertos
que el Sol espolvoreaba de rubíes,
esmeraldas, topacios, amatistas
y zafiros. Encajes invisibles
extienden en silencio las arañas
por las ramas nudosas de las vides
cuajadas de racimos. Aletean
los flamencos rosados que se irguen
después de picotear las fresas rojas
nacidas entre pálidos jazmines.
Graznan los pavos reales.
de mármoles bruñidos, que recibe
la sombra de los árboles coposos,
un joven soñador está muy triste,
viendo que el aura arroja en un estanque,
jaspeado de metálicos matices,
los pétalos fragantes de los lirios
y las plumas sedosas de los cisnes. | 40 | 20 |
Deja que afuera, por siniestro caso,
En son medroso la tormenta brame,
Y el peregrino a nuestra puerta llame,
Treguas cediendo al fatigado paso. | 10 | 4 |
Merece el nombre de feliz quien digno,
superior sabe hacerse a la pobreza
y vive satisfecho; no quien mora
en opulento alcázar. | 15 | 4 |
¿No ves, cuitado, que el hinchado río
trae en sus remolinos polvorosos
las imitadas mal seguras alas
de un atrevido pájaro? | 15 | 4 |
Mucho quiero a la virgen
de los Dolores,
consuelo de los tristes
y del os pobres | 30 | 4 |
Uno dice que os dessea
y que vos le amáis y os ama;
yo no sé si me lo crea,
mas assí suena la fama.
Ya paresce por razón,
si por obra lo ponéis,
no errava en el coraçón
cuando dixe en mi canción:
Quiera Dios no me toquéis. | 20 | 9 |
¡Mira! Las auras arrullando pasan
De la corriente los flotantes rizos:
Llanto de gozo la apacible noche
Vierte y silencio. | 17 | 4 |
de la tierra andaluza y la Alhambra del moro;
por la sangre solar de una raza de oro; | 7 | 2 |
Traidor y amigo sin pudor te engaña,
Se compran tus tesoros con escorias,
Tus monumentos ¡ay! y tus historias,
Vendidos llevan a la tierra extraña. | 10 | 4 |
¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos
áridos ni una lágrima brotaban,
cuando ya su color tus labios rojos
en cárdenos matices cambiaban,
cuando de tu dolor tristes despojos
la vida y su ilusión te abandonaban
y consumía lenta calentura
tu corazón al par de tu amargura. | 22 | 8 |
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. | 35 | 4 |
para quien sobre brillos de corona y de nombre,
con labios de monarca lanza un grito de hombre! | 7 | 2 |
Y en el gabinete del café galante
Ella se encontraba con su nuevo amante,
Peregrino pálido de un país distante. | 44 | 3 |
¿no ve que se sirve Dios?
Tome esos cuatro doblones.
Para santas ocasiones,
y siendo santos los dos, | 27 | 4 |
Oh tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y tedio
Ruégote, Cipria! | 17 | 4 |
Allí se fablaba de Proteselao
y cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Diana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sutil mensajero. | 2 | 8 |
No sé si vale la pena
tan enorme sacrificio
me pregunto
si esto es como una condena
hacer tamaño ejercicio
¡vaya asunto! | 16 | 6 |
Me han hecho sufrir tanto, que he dudado
si el amor será un odio disfrazado. | 7 | 2 |
Con dos prisiones nos ata
el amor cuando se enciende
hermosura es la que prende,
y la gracia es la que mata.
Ya mi alma está en pasión;
los miembros tengo difuntos
en ver dos contrarios juntos
contra un triste corazón. | 4 | 8 |
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente. | 9 | 4 |
Un ladrón y otro perverso
desterraron a Pedrosa,
porque les predica en prosa
lo que yo les digo en verso | 27 | 4 |
¡Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo!, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza! | 10 | 4 |
De gentil seda amarilla
eran aquellas dos hopas,
tales que nunca vi ropas
tan lindas a maravilla:
el guarnimiento y la silla
de aquella linda señora.
ciertas después ni de ahora
no lo vi tal en Castilla. | 3 | 9 |
Nerval suspira a la Luna,
Laforgue suspira de
males de genio y fortuna.
Va en silencio Mallarmé. | 9 | 4 |
Que si te huye, tomará a tus brazos,
Y más propicio ofrecerte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte. | 17 | 4 |
Oh río —le decía—,
que al tronco menos verde
lo guarnecen de perlas tus espumas:
si la enemiga mía
pasos por aquí pierde,
calzada el fugitivo pie de plumas,
por que no vuele tanto
deténganla tu música o mi llanto. | 21 | 8 |
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas. | 9 | 4 |
Toma vieja que tenga oficio de herbolera,
que va de casa en casa sirviendo de partera,
con polvos, con afeites y con su alcoholera
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera. | 8 | 4 |
La persiana de cristal
que anoche tejió la escarcha
en tu cámara nupcial,
rompe de un soplo ¡y en marcha! | 9 | 4 |
El que hace un apromesa
tenga presente
que ha de cumplir sin falta
lo que pretende:
que tanto obliga,
que hasta los enemigos
deben cumplirla. | 31 | 7 |
Acepto este dolor por merecido,
mi culpa reconozco, pero dime,
dime, Señor, Señor de vida y muerte,
¿cuál es mi culpa? | 17 | 4 |
Tu calle ya no es tu calle,
que es una calle cualquiera
camino de cualquier parte | 41 | 3 |
Dijo la dama cuerda a la mi mensajera:
—“A muchas otras veo que convences parlera
y se arrepienten luego; yo escarmiento, a manera
de la aguda raposa, en ajena mollera. | 8 | 4 |
Ya no valen desengaños
para hacerme entender
cuán costoso es el querer
que acarrea tantos daños.
Que es tan ciega mi afición
y está el mal tan arraigado,
que en virtud de mi cuidado
me sustenta mi pasión. | 4 | 8 |
Las sonantes cuerdas de aquel buen Anfión
que fueron de Tebas muralla y arreo,
jamás no tuvieron tanta perfección
como aquellos cursos melifluos, yo creo.
Pues de los más sabios alguno no leo
ni jamás he visto que así los entienda;
de su gran locuela reciben enmienda
los que se coronan del árbol laureo. | 2 | 8 |
Calladas las bocinas a los tritones gratas,
calladas las sirenas de labios escarlatas, | 7 | 2 |
Con su pluma de fuego
triunfar nunca pudieran,
aunque empapada en sangre
de los dragones que la Libia engendra. | 13 | 4 |
Aunque en verme tomaréis
las quejas de mis enojos,
yo quiero, sin más antojos,
querer lo que vos queréis;
ya me parto, no dudéis,
a veros sin más reyerta,
que espero que viviréis
y esperanza me despierta,
aunque en ella va encubierta
más pasión que vos tenéis. | 12 | 11 |
Mariposa ¡tú! qué vas de flor en flor,
¡tú! me provocas,
mariposa que enamoras,
vuela alto, vuela,
regresa a tu nido,
ten cuidado con el viento,
eres ligera volando,
pura seducción eres
moviéndote de flor en flor
moviendo tus alas al son del viento
me haces sentir celos.
En tus alas cobijas mis versos,
en tu corazón, mi desconcierto. | 45 | 13 |
La esperanza es de los cielos
precioso y funesto don,
pues los amantes desvelos
cambian la esperanza en celos,
que abrasan el corazón. | 26 | 5 |
De su sentencia mortal
Con un día y otro día
Llenando el cupo fatal,
Cual lámpara funeral
Iluminando una orgía. | 26 | 5 |
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata. | 0 | 4 |
pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán! | 11 | 4 |
Subsets and Splits