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2
411
Mas hoy le llamo en vano, y oiga al tiempo que le agotó, decir: —¡ah, barro miserable, eternamente no podrás ni aun sufrir!
40
4
Que no se trabe mi lengua ni me falte la palabra el cantar mi gloria labra y poniéndome a cantar, cantando me han de encontrar aunque la tierra se abra.
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6
¡Amar y no ser amado! ¡Sentir y no consentir! ¡Morir viviendo olvidado! ¡Ay! ¡Morir de enamorado Y no poderlo decir!
26
5
Á la Virgen del Cármen Quiero y adoro; Porque saca las almas Del purgatorio.
30
4
Si tuvieras, aldeana, la condición como el talle, fueras reina de tu aldea, tuvieras vasallos grandes. Opuestas al sol de tus ojos la luna de tu donaire, la tierra de tu aspereza forma eclipses, sombras hace.
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8
Así, pues, el Señor cuando el Cielo creó puso en él sus señales, planetas ordenó, poderes e influencia a todos otorgó, pero poder más grande para sí reservó.
8
4
Viejas historias salían de su boca igual que dientes
18
3
Capote de paseo. Seda amarilla. Prieta para el toreo la taleguilla.
30
4
HAY una casa hidalga A un lado del camino, Y en el balcón de piedra Que decora la hiedra, Ladra un perro cansino. ¡Ladra a la caravana Que va por el camino!
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7
Escribir una quintilla no resulta complicado; fíjate que ya he llegado casi al fin, ¡qué maravilla!, y con esto, está acabado.
26
5
Marítimo alcïón roca eminente sobre sus huevos coronaba, el día que espejo de zafiro fue luciente la playa azul, de la persona mía. Miréme, y lucir vi un sol en mi frente, cuando en el cielo un ojo se veía; neutra el agua dudaba a cuál fe preste, o al cielo humano, o al cíclope celeste.
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8
Ya sé que tus palabras no tendrán ese tono lujoso, que los aires inquietos de tu pelo guardarán la nostalgia artificial del sótano sin luz donde me esperas, y que, por fin, mañana al despertarte, entre olvidos a medias y detalles sacados de contexto, tendrás piedad o miedo de ti misma, vergüenza o dignidad, incertidumbre y acaso el lujurioso malestar, el golpe que nos dejan las historias contadas una noche de insomnio.
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14
por ti el mayor amigo l´es importuno, grave y enojoso: yo puedo ser testigo, que ya del peligroso naufragio fui su puerto y su reposo,
19
5
A fe que de mi amador Sospechar nunca pudiera Que tan presto convirtiera A Cupido en orador. Mas faltan al trovador, Para cautivarme, galas. No son las endechas malas; Pero yo nunca he podido Imaginarme un Cupido Con levi sac y sin alas.
14
10
¿Qué vas a hacer esta tarde? Ligarte. ¿Traes rosas y chocolates? Y hojaldres. ¿Es tu intención camelarme? Y holgarme. Así que punto y aparte, que, aunque te falte el anillo, ya tienes bastante brillo con ligue, hojaldres y holgarte.
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10
Los labios que un tiempo dieron Blando y sacrílego son Con los besos que vertieron, Que torpe hoguera encendieron En el brutal corazón;
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5
Mientras preludian jubilosos himnos Coros volubles de pintadas aves, Trisca el rebaño, y hasta el toro fiero Brama de gozo:
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4
Arenas amarillas, palcos de oro. Quién viera a las mulillas llevarme el toro.
30
4
Los campos y mieses ya decoloraban y los deseados tributos rendían los vientos pluviosos las nubes bogaban y las verdes frondes el aire temían Dejado el estilo de los que fingían metáforas vanas con dulce locuela diré lo que prendo mi última cela y cómicos oigan si bien los oían.
2
8
Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo.
0
4
A pasar fatigas estoy ya tan hecho que las alegrías se me vuelven penas dentro de mi pecho.
32
4
Qué decir de aquel sucio político Que con su ardiente discurso embriaga, Los oídos de ingenuo público Que alivio busca de la vida aciaga.
35
4
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña.
0
4
¡Mi crimen acaso ven Con turbios ojos inciertos, Y me abominan los muertos, Alzando la hedionda sien De los sepulcros abiertos!
26
5
Y la tarde en Oriente Deshojaba una flor, E iba la caravana Por la senda aldeana Tan llena de verdor, ¡Y las llagas en sangre Eran como otra flor!
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7
Soy gaucho, y entiendanló como mi lengua lo esplica, para mí la tierra es chica y pudiera ser mayor, ni la víbora me pica ni quema mi frente el Sol.
39
6
Sus remansos ceñidos de espadañas, umbrosos sauces y sonoras cañas, eran abrevaderos de palomas; y hueros mil ornaban sus montañas de uvas cargadas y fragantes pomas
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5
Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece, copa es de Baco, huerto de Pomona; tanto de frutas ésta la enriquece, cuanto aquél de racimos la corona. En carro que estival trillo parece, a sus campañas Ceres no perdona, de cuyas siempre fértiles espigas las provincias de Europa son hormigas.
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8
Tente, mentido Fidias que, profano, dando al mármol inerte alma fingida tornar imaginabas a la vida a Cintia bella con esfuerzo vano.
10
4
Que los reyes justicieros y verdaderos y francos, facen llanos los barrancos, y los castillos roqueros; que a justicia con franqueza y con verdad esmaltada, nunca fue tal fortaleza, tal constancia, tal firmeza, que no fuese sojuzgada.
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9
Mañana voy, nazarena, A Córdoba la sultana; Mi amorosa cantilena Ya no sentirás mañana Al compás de mi cadena.
26
5
«Esta leche vendida, en limpio me dará tanto dinero, y con esta partida un canasto de huevos comprar quiero, para sacar cien pollos, que al estío me rodeen cantando el pío, pío.
38
6
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo. No se ganan, se heredan elegancia y blasón... Pero el lema de casa, el mote del escudo, es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
35
4
Que conbenga o no conbenga, el hombre para queré no ha e tené mala lengua.
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3
Para que en fe de su amor a Carlos más frutos rinda, será de hoy en adelante más florida la Florida.
0
4
¿De quién tuvo amor e insania? ¡De Tania! ¿Quién, al final, fue dañina? ¡Dina! ¿Y es hoy dueña de su pene? ¡Irene! Ser macho alfa es lo que tiene. ¿Qué tiene? Un desgaste enorme. (A la espera del informe de Tania, Dina e Irene).
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10
Canto la vida la canto tus ojos son tan hermosos placeres quiero fogosos y oigo nuestro encuentro dentro de mí con encanto boca destino pureza dibuja con gran delicadeza sabes que eres mi centro
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8
O tu, en amor hermano, nascido para morir, pues lo no puedes fuyr, el tiempo de tu biuir no lo despiendas en vano; que vicios, bienes, honores quep procuras, passanse como frescuras delas flores.
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9
la noche sosegada, en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora;
19
5
¿Qué más consuelo queréis pues con la vida volvéis?
7
2
Águila, si en la pluma no, en la vista, el togado es legista, atento al pleito de su litigante, si no a la rutilante bolsa, de cuatro mil soles esfera. ¡Ciego de aquel que espera vista, aunque no sea poca, de un aguileño! ¡Cósanme esta boca!
21
8
Aquella muy manso hablaba, diciendo: «¿Eres tú, Boccaccio, aquel que trató de tantas materias, que yo no comprendo que otro poeta a ti se igualó? ¿Eres tú, Boccaccio, el que compiló los casos perversos del curso mundano? Señor, si tú eres, apresta la mano, que no fue ninguna semblante que yo.»
2
8
Dejé la luz a un lado, y en el borde de la revuelta cama me senté, mudo, sombrío, la pupila inmóvil clavada en la pared.
40
4
¿quién es el que esto mira y precia la bajeza de la tierra, y no gime y suspira y rompe lo que encierra el alma y destos bienes la destierra?
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5
Rendida, al fin, la reina no consiente que la muerte le den, que ya esperaba, y a su palacio la conduce esclava donde la cuida tierna y diligente.
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4
Dice la lanzadera el olor del ropero, Donde se guarda el lino, el buen lino casero: Y el molino complica con la vid su entrada, Campesinos enigmas de la Historia Sagrada: Bajo la parra canta el esponsal divino De la sangre y la carne, de la Borona y el Vino.
37
6
Bajo el álamo que hojoso cubre con su pompa umbría la pacífica cabaña del enamorado Aminta, él y la sensible Lisi en plácido sueño un día vieron al hermoso niño que es su gloria y sus delicias: la faz graciosa inclinada del un lado, las mejillas bien cual dos rosas fragantes por el calor encendidas, como bañada la boca en una grata sonrisa, y sobre su lácteo pecho dobladas las manecitas. Los brazos entrelazados Aminta y Lisi, una misma la acción, los rostros unidos, y fija en su amor la vista, por no turbar su reposo ni a respirar se atrevían, embebecidos gozando de su beldad peregrina. «¡Ay!», dijo la amable Lisi, suspirando enternecida, «¡cuánto en sus felices sueños es la inocencia tranquila! ¡Cómo la paz la acompaña!, ¡cómo el contento la anima y con su risa los cielos benévolos la acarician! Goza, dulce esposo, goza como tu Lisi querida mirando el clavel hermoso que mi fino amor te cría. Goza, y si es posible, el lazo que afortunados nos liga, contemplándolo, se estreche, y en él crezcan nuestras dichas. ¡Ve con qué indecible gracia aun dormido está!, ¡qué linda su frente aparece ornada de su cabellera riza!, ¡cuál entreabiertos los ojos como dos luceros brillan, y aun entre sueños parece que cariñosos nos miran! El alhelí más florido, la más fresca clavellina, la más hermosa azucena, la rosa que ámbar espira, nada son con nuestro amado: mayor es su lozanía, sus gracias más acabadas, más su belleza divina. Su rostro es la misma gloria; la paz, el gozo, la risa, la candidez, la inocencia se unen en él a porfía. ¡Oh rostro en que venturosos todos mis gustos se cifran! ¡Oh sol!, ¡oh adorado hijo, mi embeleso y mi alegría! Feliz descansa; y tu sueño disfruta en calma benigna, que solícita en tu guarda vela la ternura mía, cual la cándida paloma sus pichoncitos abriga y de su seno amoroso los sustenta y vivifica. Descansa, vástago tierno que bajo la sombra amiga de mis cuidados floreces para hacer mi gloria un día; descansa, y que tu reposo,. tus sueños, tu amable vida, los ángeles tus hermanos velando en torno bendigan. Álamo feliz, tus ramas sobre él blandamente inclina, y con tus sonantes hojas oficioso le cobija. Trinad, oh canoras aves, con más dulce melodía para no turbar su sueño; y a verle llegad festivas. Tú, agradable cefirillo, haz a mi bien compañía, y en su congojada frente plácido el sudor mitiga. Cielos, una madre os ruega: en vuestra bondad propicia acoged mi hijo querido, y honrado y dichoso viva. Haced, haced que en su seno a una pululen unidas la caridad oficiosa, la piedad y la justicia, incesantes de él brotando, como de una vena rica, cuanto de noble y de grande más la humanidad sublima. Y tú, idolatrado esposo, ve en nuestro hechizo dormida a la inocencia, que apenas en su placidez respira. Ve al lustre de nuestros años en su juventud florida, a nuestro arrimo y consuelo en la ancianidad tardía. Ve al serafín, al lucero más radiante...» Una ramita, súbito al soplo del viento del álamo desprendida, cayendo en la faz del niño nubló a los padres su dicha, que a un tiempo, al verle despierto y que asustadillo grita, ¡ay, hijo adorado!, exclaman; y sobre él con mil caricias para acallarle en sus brazos riendo se precipitan.
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Escribir un serventesio es cosa complicada Con verso alejandrino mucho más imbricado, Todo el día pensando, con la mente cansada, Unas pocas letras más… ¡zaz! hemos terminado.
35
4
De las que han gran locura galanes nunca os fieis sabed que gran amargura se torna según veréis. Que yo en esperar debía de mi deseo alcanzar pero toda mi alegría me fue tornada en pesar en la triste canción mía ya no soy quien ser solía.
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pero diole todavía un ramo que se llevase y en el monte lo plantase, porque ya que Adán moría, en su memoria durase; y dijo: «No te adolezca ni desmaye el mal de Adán aunque grave te parezca; que cuando este árbol crezca Él y muchos sanarán».
6
10
Alguna vez la encuentro por el mundo y pasa junto a mí; y pasa sonriéndose, y yo digo: ¿Cómo puede reír?
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4
Andan sus pasos prudentes y sabios, Andan de frente, cuartean apenas, Suben y bajan sus brazos. Atenas Nace de nuevo.
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4
Por ti, como solía, del áspero caballo no corrige la furia y gallardía, ni con freno la rige, ni con vivas espuelas ya la aflige;
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la que le puso de suerte que los grandes de su reino, diz que se maravillaron como tan otro le vieron;
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4
Han querido enturbiarnos la memoria —rastrojo y cuenta nueva— desteñir nuestra sangre con el color azul de las infamias nuestra sangre encarnada y rebelde y bravía como un vaso de vino con regusto de madre con sabor de madera con la dulce añoranza del trujal y la lluvia.
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11
Si a otros ojos he visto, mátenme, Fabio, tus airados ojos; si a otro cariño asisto, asístanme implacables tus enojos; y si otro amor del tuyo me divierte, tú, que has sido mi vida, me des muerte.
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6
Cuando me paro a contemplar mi vida Y echo los ojos con mi pensamiento A ver los lasos miembros sin aliento Y la robusta edad enflaquecida,
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4
En un jardín, las áureas mariposas embriagadas están por los sutiles aromas de los cálices abiertos que el Sol espolvoreaba de rubíes, esmeraldas, topacios, amatistas y zafiros. Encajes invisibles extienden en silencio las arañas por las ramas nudosas de las vides cuajadas de racimos. Aletean los flamencos rosados que se irguen después de picotear las fresas rojas nacidas entre pálidos jazmines. Graznan los pavos reales. de mármoles bruñidos, que recibe la sombra de los árboles coposos, un joven soñador está muy triste, viendo que el aura arroja en un estanque, jaspeado de metálicos matices, los pétalos fragantes de los lirios y las plumas sedosas de los cisnes.
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Deja que afuera, por siniestro caso, En son medroso la tormenta brame, Y el peregrino a nuestra puerta llame, Treguas cediendo al fatigado paso.
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4
Merece el nombre de feliz quien digno, superior sabe hacerse a la pobreza y vive satisfecho; no quien mora en opulento alcázar.
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¿No ves, cuitado, que el hinchado río trae en sus remolinos polvorosos las imitadas mal seguras alas de un atrevido pájaro?
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4
Mucho quiero a la virgen de los Dolores, consuelo de los tristes y del os pobres
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4
Uno dice que os dessea y que vos le amáis y os ama; yo no sé si me lo crea, mas assí suena la fama. Ya paresce por razón, si por obra lo ponéis, no errava en el coraçón cuando dixe en mi canción: Quiera Dios no me toquéis.
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9
¡Mira! Las auras arrullando pasan De la corriente los flotantes rizos: Llanto de gozo la apacible noche Vierte y silencio.
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de la tierra andaluza y la Alhambra del moro; por la sangre solar de una raza de oro;
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2
Traidor y amigo sin pudor te engaña, Se compran tus tesoros con escorias, Tus monumentos ¡ay! y tus historias, Vendidos llevan a la tierra extraña.
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¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos áridos ni una lágrima brotaban, cuando ya su color tus labios rojos en cárdenos matices cambiaban, cuando de tu dolor tristes despojos la vida y su ilusión te abandonaban y consumía lenta calentura tu corazón al par de tu amargura.
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8
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
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para quien sobre brillos de corona y de nombre, con labios de monarca lanza un grito de hombre!
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2
Y en el gabinete del café galante Ella se encontraba con su nuevo amante, Peregrino pálido de un país distante.
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3
¿no ve que se sirve Dios? Tome esos cuatro doblones. Para santas ocasiones, y siendo santos los dos,
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Oh tú en cien tronos Afrodita reina, Hija de Zeus, inmortal, dolosa: No me acongojes con pesar y tedio Ruégote, Cipria!
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Allí se fablaba de Proteselao y cómo tomara el puerto primero; allí del oprobrio del rey Menelao, allí de Tideo, el buen caballero, allí de Medea, allí del Carnero, allí de Latona, allí de Fitón, allí de Diana, allí de Anteón, allí de Mercurio, sutil mensajero.
2
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No sé si vale la pena tan enorme sacrificio me pregunto si esto es como una condena hacer tamaño ejercicio ¡vaya asunto!
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Me han hecho sufrir tanto, que he dudado si el amor será un odio disfrazado.
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2
Con dos prisiones nos ata el amor cuando se enciende hermosura es la que prende, y la gracia es la que mata. Ya mi alma está en pasión; los miembros tengo difuntos en ver dos contrarios juntos contra un triste corazón.
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Y como raíz se hunde en la tierra lentamente para que la tierra inunde de paz y panes su frente.
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Un ladrón y otro perverso desterraron a Pedrosa, porque les predica en prosa lo que yo les digo en verso
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¡Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más de un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo!, ¡oh gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y nobleza!
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De gentil seda amarilla eran aquellas dos hopas, tales que nunca vi ropas tan lindas a maravilla: el guarnimiento y la silla de aquella linda señora. ciertas después ni de ahora no lo vi tal en Castilla.
3
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Nerval suspira a la Luna, Laforgue suspira de males de genio y fortuna. Va en silencio Mallarmé.
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Que si te huye, tomará a tus brazos, Y más propicio ofrecerte dones, Y cuando esquives el ardiente beso, Querrá besarte.
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Oh río —le decía—, que al tronco menos verde lo guarnecen de perlas tus espumas: si la enemiga mía pasos por aquí pierde, calzada el fugitivo pie de plumas, por que no vuele tanto deténganla tu música o mi llanto.
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Mi sien, florido balcón de mis edades tempranas, negra está, y mi corazón, y mi corazón con canas.
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4
Toma vieja que tenga oficio de herbolera, que va de casa en casa sirviendo de partera, con polvos, con afeites y con su alcoholera mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.
8
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La persiana de cristal que anoche tejió la escarcha en tu cámara nupcial, rompe de un soplo ¡y en marcha!
9
4
El que hace un apromesa tenga presente que ha de cumplir sin falta lo que pretende: que tanto obliga, que hasta los enemigos deben cumplirla.
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Acepto este dolor por merecido, mi culpa reconozco, pero dime, dime, Señor, Señor de vida y muerte, ¿cuál es mi culpa?
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Tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera camino de cualquier parte
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3
Dijo la dama cuerda a la mi mensajera: —“A muchas otras veo que convences parlera y se arrepienten luego; yo escarmiento, a manera de la aguda raposa, en ajena mollera.
8
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Ya no valen desengaños para hacerme entender cuán costoso es el querer que acarrea tantos daños. Que es tan ciega mi afición y está el mal tan arraigado, que en virtud de mi cuidado me sustenta mi pasión.
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Las sonantes cuerdas de aquel buen Anfión que fueron de Tebas muralla y arreo, jamás no tuvieron tanta perfección como aquellos cursos melifluos, yo creo. Pues de los más sabios alguno no leo ni jamás he visto que así los entienda; de su gran locuela reciben enmienda los que se coronan del árbol laureo.
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Calladas las bocinas a los tritones gratas, calladas las sirenas de labios escarlatas,
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2
Con su pluma de fuego triunfar nunca pudieran, aunque empapada en sangre de los dragones que la Libia engendra.
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Aunque en verme tomaréis las quejas de mis enojos, yo quiero, sin más antojos, querer lo que vos queréis; ya me parto, no dudéis, a veros sin más reyerta, que espero que viviréis y esperanza me despierta, aunque en ella va encubierta más pasión que vos tenéis.
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Mariposa ¡tú! qué vas de flor en flor, ¡tú! me provocas, mariposa que enamoras, vuela alto, vuela, regresa a tu nido, ten cuidado con el viento, eres ligera volando, pura seducción eres moviéndote de flor en flor moviendo tus alas al son del viento me haces sentir celos. En tus alas cobijas mis versos, en tu corazón, mi desconcierto.
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La esperanza es de los cielos precioso y funesto don, pues los amantes desvelos cambian la esperanza en celos, que abrasan el corazón.
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De su sentencia mortal Con un día y otro día Llenando el cupo fatal, Cual lámpara funeral Iluminando una orgía.
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Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata.
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pero aquellas cuajadas de rocío, cuyas gotas mirábamos temblar y caer, como lágrimas del día... ésas... ¡no volverán!
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