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2
411
«No tengamos tiempo ya en esta vida mezquina por tal modo, que mi voluntad está conforme con la divina para todo;
39
6
que podría ser, señora, que una circunstancia nueva te diese amor más prueba que te he dado hasta ahora. Y a quien no le duele un mal, ni ablanda un firme querer, podría quizá doler otro que no fuese tal.
4
8
y que sonría, oh rey Óscar, por un instante; y tiemble en la flor áurea el más puro brillante
7
2
por ti con diestra mano no resuelve la espada presurosa, y en el dudoso llano huye la polvorosa palestra como sierpe ponzoñosa;
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5
¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces! La vida baja como un ancho río, y cuando lleva al mar alto navío va con cieno verdoso y turbias heces
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4
Siguiendo el placiente estilo a la gran diosa Diana, pasada, o cerca del filo, la hora más meridiana, vi lo que persona humana tengo que jamás no vio Ni Valerio que escribió la gran historia romana.
3
8
Así ocurrió que Roma de leyes carecía; pidióselas a Grecia, que buenas las tenía. Respondieron los griegos que no las merecía ni había de entenderlas, ya que nada sabía.
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4
Bien podría yo dejar mi rebaño y mi pastor, y buscar otro señor; mas si el fin voy a mirar, no conviene a nuestro amor. Que dejando este rebaño, y tomando otro cualquiera, dime tú, ¿de qué manera podré venir sin tu daño por esta verde ribera?
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¿Qué es amor sin esperanza? la danza. ¿Quien responde a las razones? los sones. ¿Y qué predicen los pasos? Fracasos. Se perciben los ocasos cuando el sol se aleja en calma y en los espejos del alma, danzan sones los fracasos.
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¡Oh, tierra, pobre abuela olvidada y mendiga, Bésame con tu alma ingenua de cantiga! Y que aromen mis versos como aquellas manzanas Que otra abuela solía poner en las ventanas, Donde el sol del invierno daba por las mañanas. ¡Oh las viejas abuelas, las memorias lejanas!
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6
Nunca mi pena fue dicha. Desdicha. ¿Qué guarda mi pretensión? Ocasión. ¿Quién hace a amor resistencia? Ausencia. Pues ¿dónde hallará paciencia, aunque a la muerte le pida, si me han de acabar la vida desdicha, ocasión y ausencia?
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10
Masomé a la puerta por be si benía la compañera e las mis entrañas, e buscá la bía.
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4
diciendo: «Buen caballero dejad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago;
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Cuando expiró de su dolor el grito, como sombría estatua de granito quedó Moisés en la montaña inerte, esperando que el Ángel de la Muerte su espíritu llevara a lo infinito
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Pero son preguntas viles; ya sé lo que puede ser: con este negro beber se acrecientan los candiles. Probemos lo del pichel, alto licor celestial; no es el aloquillo tal, no tiene que ver con el.
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8
Estábase una molinera de su molino en el umbral: En la cinta tiene la rueca Y en los labios tiene un cantar. Aquel molino el ermitaño No lo había visto jamás.
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a l l í los río s, p o r lo s va lles hondos con su ave y dulce murmurar corriendo, aqu í y allí fe cun d id ad llevaban con su apacible y delicioso riego. El Cauca, sobre todos majestuoso,
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5
Mejor si es de noche y hay luna. Mejor si es un poema. Mejor si nos tumbamos a su lado y le aullamos al oído hasta que por fin llegue el sueño. Mucho mejor. Luego llega el descuento.
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9
Amador como el doncel, Prendado de su misterio, Trae consigo un cementerio Para prendarme con él. Y no le basta al cruel: Para decir que me ama, Fuego doquiera derrama Por donde el paso detiene, Y cuando a verme se viene, Viene convertido en llama.
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Y se cierra, como la sensitiva, si la llega a tocar la mano viva.
7
2
mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello;
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4
Hatos ciento en tu campo, y cien novillas Oyes mugir, y relinchar tus yeguas Y lanas viste que tiñó dos veces La púrpura de Tiro.
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4
Yo vi de Macrobio, de Guido y Valerio escritos los sueños que algunos soñaron, los cuales denotan insigne misterio, según los efectos que de sí mostraron; oían atentos los que se admiraron y de tales casos hicieron mención, ca no será menos la mi narración, mediante las musas, que a ellos guiaron.
2
8
Te sé en mí: como el sol a la luna de luz te cubro...
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3
A mí se me da mu poco que er pájaro en la lamea se múe de un árbo a otro.
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3
La brilladora luz es la alegría; la temerosa sombra es el pesar: ¡ay! en la obscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá?
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4
Si tu deidad en escoger se engaña, y yo sólo aprobé lo que él me dijo, ¿por qué este simple contra mí se ensaña?
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3
Su influjo y su reflujo las corrientes del mar y su profundo le mostraban, y el ser padre de ríos y de fuentes.
43
3
Por cogé la sarsamora me clabaíto una espina que hasta er corasón me yora.
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3
Mas di, ¿no adoras y aprecias la morcilla ilustre y rica? ¡Cómo la traidora pica; tal debe tener de especias! ¡Qué llena está de piñones! Morcilla de cortesanos, y asada por esas manos hechas a cebar lechones.
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8
Mil ocasiones hallamos con las damas que queremos y cuando más las tenemos de cortos no las gozamos.
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4
Juzga el tiempo inexorable Estos delitos de leso Corazón, Y aplica siempre al culpable La dura ley sin proceso Del Talión.
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6
Porque te han informado, dices, de que mi pecho te ha ofendido, me has, fiero, condenado. ¿Y pueden, en tu pecho endurecido más la noticia incierta, que no es ciencia, que de tantas verdades la experiencia?
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Y tras la fortuna fiera son las vistas más suaves ver llegar a la ribera la destrozada madera de las anegadas naves. Ven a la dulce floresta, do natura no fué escasa, donde haciendo alegre fiesta la más calurosa siesta con más deleite se pasa.
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¡Válgame, Dios! ¿hasta cuándo querrá el Cielo que lleguemos, humildemente que estemos, uno hacia el otro mirando? Verás que he estado pensando, para cuando nos casemos ya tú sabes mis pobrezas, y te enseñaré a querer. Para traerte de comer, no te prometo grandezas;
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Los que el imperio feliz De España con alta honra Sustentaron, Al fin la enhiesta cerviz Al peso de la deshonra Doblegaron.
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Júrolo, Filis, por mi amor y el tuyo, por Venus misma, por el sol y la luna por la laguna que venera el mismo Omnipotente.
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4
Ven conmigo, bella flor, vente conmigo a gozar; mil prendas te voy a dar como te he dado mi amor—. Y cargando con vigor la niña, salió en efeto del jardín, y a un vericueto se dirigió, do tenía el corcel que ya quería correr afanoso, inquieto.
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Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y obsequiar bien a la gente, y ansí, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchage.
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6
No abandones tu dama, no dejes que esté quieta, siempre requieren uso mujer, molino y huerta; no quieren en su casa pasar días de fiesta, no quieren el olvido; cosa probada y cierta.
8
4
cuando pides limosna molestas tanto, que la gana me quitas de darte un cuarto: marcha a otroa parte, porque al pobre y soberbio no hay quien le aguante.
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7
Por él, mi adorada hermosa, Por esos labios de rosa De ti imploro Que le escuches con ternura, Y le oirás cómo murmura: «Yo te adoro».
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6
Estos dos personajes el palacio Recorren en silencio, aunque se oían En sus labios ahogados los suspiros. Mas de pronto el primero los piés fija E n medio de un salón, á todos lados Torna l a ciega faz, cual si l a vista No le faltase, y conocer pudiera El sitio aquel y luego en abatida Voz prorrumpió, lanzando un ay profundo: “Es sueño?… es ilusión?…mis plantas piaN “El palacio de Sálas?…Estoy libre “De la larga prisión, donde las iras,"
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¡Qué lástima será er be la gachí que uno camela camelando a otro gaché!
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3
Del polvo de la tierra, saco yo coplas; No bien se acaba una, Ya tengo otra.
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4
Si dice que tu dama no tiene miembros grandes, ni los brazos delgados, tú luego le demandes si tiene pechos chicos; si dice sí, demandes por su figura toda, y así seguro andes.
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4
Lo dice Tolomeo y dícelo Platón, otros muchos maestros tienen esta opinión: que según sea el signo y la constelación del que nace, así luego su vida y hechos son.
8
4
Mira Ñero de Tarpeya a Roma cómo se ardía; gritos dan niños y viejos y él de nada se dolía. El grito de las matronas sobre los cielos subía; como ovejas sin pastor unas tras otras corrían, perdidas, descarriadas, llorando a lágrima viva. Todas las gentes huyendo a las torres se acogían; los siete montes romanos fuego y lloro los hundía. En el grande Capitolio suena muy gran vocería; por el collado Aventino gran gentío discurría, y en Cabalo y en Rotundo la gente apenas cabía; por el rico Coliseo gran número se subía; lloraban los dictadores, los cónsules a porfía; daban voces los tribunos; los magistrados plañían; los cuestores lamentaban; los senadores gemían; llora la orden ecuestre, toda la caballería, por la crueldad de Nerón que lo ve con alegría. Siete días con sus noches la ciudad toda se ardía; por tierra yacen las casas, los templos de tallería, los palacios más antiguos de alabastro y sillería; las moradas de los dioses han triste postrimería; el templo capitolino do Júpiter se servía; el grande templo de Apolo y el que de Mars se decía, sus tesoros y riquezas el fuego los derretía; por los carneros y osarios la gente se defendía. De la torre de Mecenas lo miraba todo y vía el ahijado de Claudio, que a su padre parescía: el que a Séneca dio muerte; el que matara a su tía; el que antes de nueve meses que Tiberio se moría con prodigios y señales en este mundo nascía; el que persiguió a cristianos, el padre de tiranía, de ver abrasar a Roma gran deleite rescebía. Vestido en cénico traje decantaba en poesía. Todos le ruegan que amanse su crueldad y porfía. Doriforo le rogaba, Esporo lo combatía, Claudio Augusto se lo ruega, Alégaselo Mesalina; ni lo hace por Popea, ni por su madre Agripina; no hace caso de Antonia, que la mayor se decía; Anco Planio se lo habla, Rufino se lo pedía; por Británico ni Trusco ninguna cuenta hacía; a sus pies se tiende Octavia, ésa que ya no quería: cuanto más todos le ruegan él de nadie se dolía.
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Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El día, no queriendo morir, con garras de oro de los acantilados se prendía.
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4
Solo queda la semilla y también es algo bueno; mi placer no tiene freno de comerte por completa. Es el hambre del poeta que se sacia con la fruta de mujer que se disfruta desde el beso en la mejilla.
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8
Está en la sala familiar, sombría, y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano.
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4
Quietud. Los autos No dejan de pasar por la avenida.
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El casca nueces vacías, Colón de cien vanidades, vive de supercherías que vende como verdades.
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4
Una mujer me ha envenenado el alma, otra mujer me ha envenenado el cuerpo; ninguna de las dos vino a buscarme: yo de ninguna de las dos me quejo.
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¡A mí te quiés compará, siendo de tóos los metales y yo de un solo metá?...
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3
Trabaja, y mientras trabaja masculinamente serio, se unge de lluvia y se alhaja de carne de cementerio.
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4
ésta llegó desde la popa a proa cubierta de poetas, mercancía de quien hay saca en Calicut y en Goa.
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3
Ni los mirones salvaron de esa arriada de mi flor fue acoyarao el cantor con el gringo de la mona a uno sólo, por favor, logró salvar la patrona.
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6
Si un favor tuyo gozara, mi vida, aunque matalote, no dejara yo capote de noche que no quitara. Dos o tres bolsas llevara con muchas en el garrote, y con diligencias finas, aun que se siguieran daños, aguardara yo los paños parado en las cuatro esquinas.
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Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.
4
8
No gastes mal tantas perlas, no llores más, no me mates, que pienso que tus estrellas se están dividiendo en partes. Baste el enojo, Amarilis, sal por tu vida a escucharme, que a las niñas de tus ojos quiero cantar por que callen:
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8
Frente al sagrario se hinca, el agudo pico tiende y, lámpara azul, se enciende, tremulante, la pervinca.
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4
Desde que el mundo es mundo, si bien lo observas, no hallaras nuevo vicio, ni virtud nueva; que en todos tiempos ha habido muchos malos, y muchos buenos.
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7
El cristal se rompe del calor al frío, como se ha roto de alegría y pena mi corasonsiyo.
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Ve, mariposa; ve a volar por los cielos del ancho mundo.
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3
Y a quien quiso, llevado del odio injusto degollarle mil veces pero no pudo. Y guarda que el degüello le mata, y fuera cortarle la cabeza pues muerto olería más presto.
1
10
A Júpiter no menos tiene por padre presumiendo de ardiente y aun de tonante. Contento de tan gran parentesco, y a prueba ponen su descendencia de gentes que royeron sus frente.
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10
Un día por berte, inero yo daba; compañerita, ahora por no berte güerbo yo la cara.
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4
Me separa de los muertos un muro de malos sueños.
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2
En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!
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4
Impracticable juzga la supresión que anhelan de una religión santa, que las colunas de la fe sustenta
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4
Voy, perdido, Señor, ¿cómo encontrarme? De tu mano el castigo es quien me enseña que pequé, más ¿en qué, dime en qué estriba Señor, mi culpa?
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4
No puede durar el mundo, porque dicen, y lo creo, que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto.
0
4
Ese tono del tiempo, que completa lo que en el lienzo deja la pintura, hace rugoso el cutis de asceta, y a la tez de la virgen da frescura ese tono del tiempo que completa.
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5
Es tu imágen tan bella, tan peregrina que es forzoso adorarla cuando se mira
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4
Quiero vivir cuando el amor muere; muere, muere pronto, amor mío. Abre como una cola la victoria purpúrea del deseo, aunque el amante se crea sepultado en un súbito otoño, aunque grite: Vivir así es cosa de muerte.
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6
En tener dos no repara doña Fulana Interés, que solo de esgrima es esto de guardar la cara, de sí ya tan poco avara, que el cuatrín no menos pilla a Oliveros de Castilla que a un hilero de Olivenza
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Antes con sana doctrina y término composado, conforme soy obligado por ley humana y divina. Mas pues la vida es incierta y no ser por ser mortal si al entrar tú por su umbral saldré yo por la otra puerta.
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8
y cómo por ti sola y por tu gran valor y hermosura, convertido en vïola, llora su desventura el miserable amante en tu figura.
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¿Con qué muestras tal pujanza? ¡Con lanza! Arma antigua es esa tal. ¡Puñal! Ése ya es menos que nada.. ¡Con espada! ¡Me da igual una estocada que un disparo de escopeta! ¡Mato a quien no me respeta con lanza, puñal o espada!
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Pues cuando el tiempo llegó de padecer Jesucristo, el árbol de Dios bienquisto Sobre el agua se salió, y nuevamente fue visto; y el que en el templo no fue hábil para el edificio aquí le sobra la fe, pues se muestra para que le manden hacer su oficio.
6
10
Asióse a su estribo Inés, gritando: ¿Diego, eres tú? Y él, viéndola de través, dijo: ¡Voto a Belcebú, que no me acuerdo quién es!
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5
Mi bajel, en el claro de la luna, navegaba impulsado por la brisa, sobre ocultos caminos de fortuna… ¡Era el cielo cristal, canto y sonrisa!
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¿Qué como cuando hago rimas? Unas limas. ¿Qué pueblo es el que más quiero? Chamacuero. ¿Y quién murió alrededor? Comonfor. Por eso con gran sabrosor seguiré haciendo mis rimas y gustando de las limas de Chamacuero de Comonfor.
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10
De lo que da testimonio: por tus frescos, San Antonio; por tus brujas, el demonio.
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Apartar pueden a mí Señora de vos mirar Mas no de vos desear y seré por siempre así Por vos servir lealmente A vos fui a obedecer y de mi humilde querer En que a vos soy obediente Que el amor me hace pensar que yo no os podré olvidar.
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Venía la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra bien pisada los pasteles y el güen vino... pero ha querido el destino, que todo aquello acabara.
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España tan conmovida Al golpe rudo se siente Y al fragor, Que estremece su caída Al Arabia y al Oriente Con temblor.
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Entramos por la barrera del alcácar bien murado, fasta la puerta primera a do vi entretallado un título bien obrado de letras que concluía: "El que por Venus se guía entre a penar lo pasado".
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8
¿Qué es mejor en sociedad? ¡Igualdad! ¿Y quién hacerla es capaz? ¡La paz! ¿Y qué traen en su embeleso? ¡Progreso! Veo en tal razón de peso que en toda humana invención se cumpla tal condición de igualdad, paz y progreso.
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Que en el mundo hay placeres, bien lo concibo; mas también que a la vuelta lo venden tinto. No es cosa extraña, pues todos nuestros gustos caros se pagan
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Todos con la misma suerte, Muerte Escrita se ve en la historia, Gloria Tiene el pobre en el invierno, Infierno Tengo el corazón tan tierno; me dan ganas de llorar que nos falta liquidar Muerte, Gloria o Infierno.
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Cuando supo la dama que venía el pintor, muy deprisa llamó a su nuevo amador; dijo que le pintase, cual supiese mejor, en aquel mismo lugar, un cordero menor.
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Entre dos fuegos lançado, donde amor es repartido, del uno soy encendido, del otro cerca quemado; y no sé yo bien pensar quél será mejor hazer: dexame más encender o acabarme de quemar: dezid qué devo tomar.
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No quieras tú, señora, de Némesis airada las saetas probar, por Dios, agora; baste que tus perfetas obras y hermosura a los poetas
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A un médico muy sabio dijo un enfermo: ¿por qué cuanto yo como me sabe a cuerno? y él con presteza le dijo: eso procede de la cabeza.
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7
Y la mi triste partida no creáis me fue partido, pues ahora estoy metido en muerte más dolorida; mas pues que vos sois servida de aquejaros con mi lloro, desde aquí doy despedida a esta tierra en la que moro; mas por mí, vos, mi tesoro, mal podéis ser socorrida.
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¿De quién tuvo amor e insania? ¡De Tania¡ ¿Quién al final fue dañina? ¡Dina¡ ¿y es hoy dueña de su pene? ¡Irene¡ Ser macho alfa es lo que tiene. ¿Qué tiene? Un desgaste enorme. (A la espera del informe de Tania, Dina e Irene.
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Déjate de andar siempre buscando enredos desata los que tienes si alcanza el tiempo.
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4
Siempre con gran limpieza jugó las armas dentro de los cuarteles de las moradas: y en suma su cañón son las plumas que basta de papel a una bala y afirman que el cilicio la pica.
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10