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411
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El naranjo sabe a vida
y el olivo a tiempo sabe.
Y entre el clamor de los dos
mis pasiones se debaten. | 0 | 4 |
¡Ay!, cadenas de amar,
¡cuán malas sois de quebrar! | 7 | 2 |
Pero como yo temí
al Esposo que ofendía,
busqué su vida y la mía,
y al fin huyendo vencí. | 27 | 4 |
y, ardiendo en amor divino,
donde nuestro bien se fragua,
apartando el manto al agua,
por el fuego haréis camino; | 27 | 4 |
¡Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros;
pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco! | 40 | 4 |
Mas ¡ay!, que de los ángeles
parecían decirme las miradas:
—¡El umbral de esta puerta
sólo Dios lo traspasa! | 40 | 4 |
Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma, engendradora de deseos;
la expresión, fuente eterna de poesía. | 11 | 4 |
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor. | 9 | 4 |
La verónica cruje.
Suenan caireles.
Que nadie la dibuje.
Fuera pinceles. | 30 | 4 |
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana. | 8 | 4 |
Pero tú voladora no te obstines
Para cantar de ti dame tu huella
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama» | 36 | 6 |
Hola amor,
¿es que no escuchas como palpita mi corazón?
¡escúchalo! es ese bum, bum.
el sonido de un corazón
prendado de ¡ti!
¿Qué puedo hacer yo?
si no sientes lo que siento ¡yo!
Siguen pasando los días
y ¡tú! no te das cuenta
que mi corazón solo late por ¡ti!
Vivo por tus besos,
por volver a sentir tus caricias
vivo de tu sonrisa,
de la alegría de sentir tu amor.
Soy yo quien te espera,
el que sueña con volver
a sentir tus besos,
me muero por tenerte
entre mis brazos
hacerte vibrar y que sientas
que eres ¡tú! la que hace latir
este corazón, con un fuerte bum, bum,
que sigue prendado de ¡ti!
LOCURA DE AMOR
Cuantas bellas palabras escritas desde mi corazón
tanto decir que le amo y ahora todo queda
guardado en un cajón,
yo le decía que le amo y usted no creía en mi amor,
no me importo perder la vida
aunque usted no creyera en mí.
Ahora es tarde señora este amor
quedo encerrado en un triste cajón
ya no puedo decirle que le amo
aunque mi alma este perdida por su amor.
Ahora es usted la que llora en un rincón,
pero ya es tarde señora
ya no llore más por mí,
fue usted quien ignoro
el amor de este desdichado corazón
que no le importo perderse entre la locura del amor.
Ahora es tarde señora
ya no busque más mi amor,
por más que busque no lo encontrara
a menos que mire bajo esta fría piedra
que guarda un corazón que se perdió
por culpa de su amor. | 45 | 46 |
Deja tu alcoba: el jazmín
no en blando reposo olvides,
que te aguarda tu escarpín,
tu pequeño nomeolvides. | 9 | 4 |
Que te quiero bien lo sabes,
pero no lo comunico
ni contigo ni con naide. | 41 | 3 |
Si los honores mudan
nuestras costumbres,
Váyanse los honores,
Vengan virtudes:
Porque sin ellas,
Las pompas de este mundo
Son muy funestas. | 31 | 7 |
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud. | 39 | 6 |
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán! | 11 | 4 |
Para aliviar los dolores,
doctores.
¿Y si fracasa la ciencia?:
paciencia.
Y puesto que es concluyente
la mente.
En el ser inteligente
contra todo sufrimiento
cuando llega ese momento,
doctores, paciencia y mente. | 24 | 10 |
Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma engendradora de deseos.
la expresión, fuente eterna de poesía. | 40 | 4 |
Yo canto las armas de los Palestinos
príncipes doce del Omnipotente,
sus doce triunfos de don excelente,
triunfos de gloria seráfica dinos,
y pongo la tierra debajo los sinos
del cinto dorado de los animales,
y pinto las altas celestes señales
y los fortunados y casos indinos
de los pasado e vivos mortales. | 20 | 9 |
Entre armas, guerra, fuego, ira y furores
que al soberbio francés tienen opreso,
cuando el aire es más turbio y más espeso,
allí me aprieta el fiero ardor de amores. | 10 | 4 |
Dos veces al justo son
las que el sol ha declinado
hasta el Capricornio helado
desde el ardiente León,
después que, hijo querido,
puse tanta tierra en medio,
más por buscar tu remedio
que mi descanso cumplido. | 4 | 8 |
¿Y ríe y llora, y aborrece y ama,
y guarda un rastro del dolor y el gozo,
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro? | 40 | 4 |
Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados
si más dificil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas | 36 | 6 |
Y porque mejor me admitas
de tus gustos a la parte,
cien melcochas pienso darte
y avellanas infinitas,
mazapanes y turrón,
dátiles y confitura,
y entre alcorzada blancura
el rosado canelón. | 4 | 8 |
¿Y a este teclado tan rengo
que tengo?
Lo he condenado a quemarme
y atarme
con hilados sin enredos
los dedos.
Porque si afirmo mis credos,
y escribirte ya no cabe,
no queda opción ya se sabe:
¡Tengo que atarme los dedos! | 24 | 11 |
¡Ay, otra vez y ciento
otras seguro puerto deseado!
no me falte tu asiento,
y falte cuanto amado,
cuanto del ciego error es cudiciado. | 19 | 5 |
A la concha de Venus amarrado
y al recio galopar de los tritones,
por formar comités para elecciones
cual César, cruza el mar alborotado. | 10 | 4 |
Y serán al fin postrero
remate de la jornada,
quando vuelva el primer nada
y cierren ellas el cero.
Las horas son para orar,
el que lo olvida un orate
como el que espera combate
sin armas para lidiar, | 4 | 8 |
Las hermanas, el caso oído habiendo,
al padre vuelven con angustia y lloro,
y de aquel monte al fin, Amor queriendo,
Céfiro las levanta y trae al coro
de Psique, que, con gozo recibiendo
las hermanas, les da muy gran tesoro.
Después, por no enojar a Amor, al viento
manda las vuelva al monte en un momento. | 21 | 8 |
De fúlgidas luces empapo los días;
los tristes crepúsculos de gayo color;
los huecos espacios de un mar de armonías
y un mar de fragancias; las noches sombrías
de encantos, de risas, de besos, ¡de amor! | 25 | 5 |
Ya muerde aquí, sucumbe allá,
cazando aquí, cazando allá. | 7 | 2 |
«¡Oh sagrado mar de España,
famosa playa serena,
teatro donde se han hecho
cien mil navales tragedias!: | 0 | 4 |
A mil gentes que agraviadas
tenéis con vuestra porfía,
dejaréis en aquel día
alegras y bien vengadas.
Y por mil partes, volando,
publicando
el amor dirá este cuento,
para aviso y escarmiento
de quien huye de su bando. | 20 | 9 |
SAN SERENÍN, padre maestro,
Tu grande saber doctoral
Que aconseja á Papas y Reyes,
Puede mi alma aconsejar
Y un cirio de cándida cera
Encender en su oscuridad? | 37 | 6 |
En primavera
besé tus lindos labios
color rosáceo. | 18 | 3 |
Cuando miro el azul horizonte
perderse a lo lejos
a través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho. | 40 | 9 |
¡Ay, levantad los ojos
aquesta celestial eterna esfera!
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
vida, con cuanto teme y cuanto espera. | 19 | 5 |
Si alguna vez se muestra lisonjera,
es con tanta elegancia y artificio,
que no castigo sino premio espera. | 43 | 3 |
¡Ay!, nube, envidïosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! | 19 | 5 |
Sería, si menosprecio.
Un necio.
Me doblego a su vez.
Ante usted.
Mi memez no le salpica.
Claudica.
Es su cultura muy rica,
es señor y caballero,
como rival no lo quiero,
un necio ante usted claudica. | 24 | 10 |
Sin los puntales de la fe, algún día
la bóveda del cielo se caería. | 7 | 2 |
"Haikus! del euro
Enfrentados por un fin.
Ir al principio. | 18 | 3 |
Por las mal enjutas sendas
delante el ganado baja,
que a un mismo tiempo paciendo
come yelo y bebe escarcha.
Por otra parte venía
de sus tristezas la causa,
hermosa como ella misma,
pues ella sola se iguala. | 21 | 8 |
Gastas mucha parola,
niño querido
cierra un poco la boca
y abre el bolsillo
porque es de bobos
pensar que con palabras
se gana todo. | 31 | 7 |
Y siempre al anochecer,
sin dueña y sin escudero,
en un manto una mujer
el campo salía a ver
al alto del Miradero. | 26 | 5 |
La soledad, que el campo le presenta
Para entregarse á sus delirios, mueve
Al mancebo gentil enamorado,
A anhelar cada instante recorrerle;
Y el primero que en él tuvo por guia,
Que le indicó las sendas y vertientes,
Y los sitios do acaso se encamaban
El jabalí cerdoso, el gamo y liebre.
Fué su acompañador, el podenquero,
Aquel mendigo que del vino alegre
Bajo el influjo, descubrió en Mudarra
El alma de Gonzalo. Vasco Pérez
Era su nombre j y aunqué el torpe vicio
Acomodo tener no le consiente,
Lograba fama en adiestrar aleones,
En armar lazos á la caza y redes,
En adobar ballestas y venablos,
Y en amaestrar pachones y lebreles
Y los momentos, en verdad muy pocos.
En que en sana razón llegaba á verse,
Era tan servicial y entretenido,
Cantaba tantas trobas y motetes
De la pasada edad, que recogía
Abundante limosna y era huésped
Recibido con gusto en las tabernas.
Tras de él andaban los muchachos siempre,
O á escuchar boquiabiertos sus romances,
Guando estaba en ayunas ó á romperle
La cabeza con grita y con pedradas,
Rasgarle los andrajos, y en la nieve
en el lodo mas sucio á revolearle,
Cuando estaba de vino hasta el gollete.
Pero, bebido ó sin beber, guardaba
Tanta lealtad, amor tan reverente
A la casa de Lara, a los Infantes
Sin ventura, y al que era de los siete
El menor, sobre todos, a Gonzalo,
De quien también hermano fué de leche
Y favorito, y diversión que el pobre
Tuvo persecuciones diferentes,
Sufrió cárcel y azotes, porqué osado
Insultó á Rui Velázquez varias veces :
Hallando acaso en la embriaguez disculpa
Para el cuello librar de los cordeles.
Esta lealtad y amor le compelieron
Desque llegó Mudarra, (pues no puede
Nadie, nadie en el mundo disuadirle
De que es Gonzalo, que á la vida vuelve,
O por disposición del justo cielo,
por mágicas artes) á ofrecerle
Sus servicios en todo, y á seguirle,
Como el fiel can seguir al dueño suele
Y aun se notó empezaba á dar enmienda
Á su antigua afición. Aunque le viese
Con desprecio Mudarra en el principio,
Supo el sagaz borracho merecerse
Su atención y su gracia en el momento.
Cantándole en romances diferentes,
Del conde de Saldaría y de Jimena
El amor infeliz, encierro y muerte ;
Y de Bernardo los famosos hechos,
Y cómo exterminó de los franceses
El poder y orgullosos paladines ;
Con que inflamó del cordobés la mente. | 29 | 65 |
Pues la santa Inquisición
suele ser tan diligente
en castigar con razón
cualquier secta y opinión
levantada nuevamente,
resucítese Lucero,
a corregir en España
una tan nueva y extraña,
como aquella de Lutero
en las partes de Alemaña. | 6 | 10 |
¿Quién sería la madre
que parió a Judas?
¡Qué hijos tan indinos
paren algunas! | 30 | 4 |
Mi atávico ritual en el silencio,
con la intensa fragancia de la tierra,
es gozo en el hallazgo de tu gesto,
el triunfo de la Vida ante la muerte.
La llama de tu amor en mí palpita
y olvido la agonía de la senda | 37 | 6 |
Ar subí la escala,
le ijo ar berdugo,
que le quitara la túnica blanca,
lo pusiea e luto. | 32 | 4 |
Venid, venid, amadores,
de la mi flecha feridos,
e sientan vuestros sentidos
tormentos, cuytas, dolores ;
pues que la muerte llamar
ha querido e rebatar
la mejor de las mejores. | 5 | 7 |
a un tiempo mismo en rápida tormenta,
mi alma alborotaban de contino,
cual las olas que azota con violenta
cólera, impetuoso torbellino.
Soñaba al héroe ya, la plebe atenta
en mi voz escuchaba su destino;
ya al caballero, al trovador soñaba,
y de gloria y de amores suspiraba. | 22 | 8 |
Cuando más a gusto estaba,
mapartaron e tu bera
por una persona mala. | 41 | 3 |
En él por admiración
me quiso mostrar Fortuna
la grand clarificación,
más candida que la luna,
Venus, a quien sola una
non vi por aquivalente
discreta, sabia, prudente,
digna de gelsa tribuna. | 23 | 8 |
Por sueño...¡El alma enamora!
Por encanto ¡Azul parece!
Por estrella ¡No anochece!
Y por sol¡Alumbra y dora!
Y tanto os amo, señora,
Por lo gallarda y lo bella,
Que hasta en la mísera huella
Que imprimís a vuestro paso,
Ve este amor en que me abraso
Sueño, encanto, sol y estrella. | 14 | 10 |
Ar venir er día
yegan mis tormentos;
pero en yegando á las orasiones
recobro el aliento. | 32 | 4 |
Haz que a mi falso corazón castigue
cuanto las cuevas del Averno ofrecen;
cuanto padecen los malvados, cuanto
Sísisfo sufre. | 17 | 4 |
Yo siento ahora que en mi ser se agita
grandiosa inspiración, cual fuego hirviente
que se resuelve en el profundo seno
de combusto volcán, y rudamente
a las rocas conmueve. Se levanta
y se eleva mi ardiente fantasía
en alas de lo ideal y mi voz canta. | 33 | 7 |
Aborreced la riqueza
aquellos que la tuviereis
en el suelo.
Y amad siempre la pobreza,
porque cuando de acá fuereis
hayáis cielo. | 16 | 6 |
Ah Mingo Revulgo, Mingo,
Ah Mingo Revulgo, ahao
¿qué eso de tu sayo de blao?
¿no le vistes en domingo?
¿Qué es de tu jabón bermejo?
¿por qué tras tal sobrecejo?
Andas esta madrugada
la cabeza desgreñada
¿no te llotras de buen rejo? | 20 | 9 |
Más vale estarse quieto
sin hacer nada
que ocuparse en las cosas
cuando son malas:
que la pereza
tan solo en este caso
parece buena. | 31 | 7 |
No pienses, fiero enemigo,
volverme al mundo jamás;
que esto que a mis ojos das,
te pienso dar en castigo. | 27 | 4 |
i O mar de quexas y agrauios,
donde miro tantos leños
çoçobrar y dar balaços
desde el abismo hasta el cielo,
gracias a Dios que seguro
de tus escollos me veo,
dando desde tus orillas
escarmentados consejos! | 21 | 8 |
Esto ofrezco en aguinando,
Señora, esta navidad
A vos, por quien ledo ando
Sin error y torpedad
Al no quiero ni demando
Sino vuestra amistad:
Con tanto me gozaré. | 34 | 7 |
Será con todos igual,
Justiciero para todos
El tremendo tribunal,
E irán de distintos modos
El justo y el criminal. | 26 | 5 |
¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas! | 44 | 3 |
Al sol y de los vientos al socaire
sin sacudirse moscas, con la legra
más tajante que lengua de una suegra
afeita perros muertos el pelaire. | 10 | 4 |
Sus pábilos en hilera
simulan negro rosario;
por la torcida escalera
baja el cuervo al santuario. | 9 | 4 |
la que le traxo a un portal
en una noche de invierno,
temblando delante de ella,
estando de amor ardiendo; | 0 | 4 |
Fui ladrón de caminos,
mientras tú me esperabas,
serpientes encontré,
en cruces que se abrían al alba.
Tu paciente seguías
esperando mi llegada,
promesas que no cumplía,
no, porque no te amara,
no, porque no te quería.
Mis andares eran limpios,
rápidos, pero el veneno
de las serpientes temía,
es por eso que mi llegada fue tardía,
no, porque no te amara,
no, porque no te quería.
El camino fue duro,
mucho más de lo que creía,
al fin llegue, magullado y cansado
y encontré la cama vacía,
te cansaste de esperar
vida mía, pero aunque mis pies sangren
y el veneno de las serpientes
sigan ahí esperándome,
ya no tengo miedo,
ahora caminare más deprisa.
Espérame vida mía,
ya que cuando llegue tendrás que curar
mis heridas.
tú eres la única que puede curarlas
y si esta vez vuelas antes que ¡yo! llegue,
ya no podre caminar más,
el veneno oculto entre mis venas
me arrancara la vida y yo
con mi alma rota moriré,
llorando tu partida. | 45 | 35 |
¡Oh vida dulce y sabrosa,
si no fuese ya pasada;
sazón bienaventurada,
Temporada venturosa!
¡Oh descanso en que me vi!
¡Oh bien de mil bienes lleno!
Tiempo bueno, tiempo bueno,
¿Quién te me apartó de mí? | 4 | 8 |
¿Comprenderéis ahora al pobre pensamiento,
Al ver correspondido a su feliz rival?
¿No comprendéis su horrible, su bárbaro tormento
Al verse condenado a suerte tan fatal? | 35 | 4 |
Entre los sueltos caballos
de los vencidos Cenetes
que por el campo buscaban
entre la sangre lo verde,
aquel español de Oran
un suelto caballo prende,
por sus relinchos lozano,
y por sus cernejas fuerte,
para que le lleve a él
y a un moro cautivo lleve,
un moro que ha cautivado,
capitán de cien jinetes.
En el ligero caballo
suben ambos, y él parece,
de cuatro espuelas herido,
que cuatro alas le mueven.
Triste camina el alarbe
y lo más bajo que puede
ardientes suspiros lanza
y amargas lágrimas vierte.
Admirado el español
de ver cada vez que vuelve
que tan tiernamente llora
quien tan duramente hiere,
con razones le pregunta,
comedidas y corteses,
de sus suspiros la causa,
si la causa lo consiente.
El cautivo como tal
sin excusas le obedece
y a su piadosa demanda
satisface desta suerte:
Valiente eres, Capitán,
y cortés como valiente;
por tu espada y por tu trato
me has cautivado dos veces.
Preguntado me has la causa
de mis suspiros ardientes
y débote la respuesta
por quien soy y por quien eres.
En los Gelves nací, el año
que os perdisteis en los Gelves,
de una berberisca noble
v de un turco matasiete.
En Tremecén me crié
con mi madre y mis parientes,
después que perdí a mi padre,
corsario de tres bajeles.
Junto a mi casa vivía,
porque más cerca muriese,
una mora del linaje
de los nobles Melioneses,
extremo de las hermosas,
cuando no de las crueles,
hija al fin de estas arenas
engendradoras de sierpes;
cada vez que la miraba
salía un sol por su frente
de tantos rayos ceñidos
cuantos cabellos contiene.
Juntos así nos criamos
y amor en nuestras niñeces
hirió nuestros corazones
con harpones diferentes:
labró el oro en mis entrañas
dulces lazos, tiernas redes,
mientras el plomo en las suyas
libertades v desdenes.
Apenas vide trocada
la dureza de esta sierpe
cuando tú me cautivaste,
¡mira si es bien que lamente! | 28 | 72 |
Y no habrá para ninguno
Privilegio ni exención,
Sin justicia no habrá alguno,
Porque iremos uno a uno
Por pena o por remisión. | 26 | 5 |
con el manjar salvaje que le ofreciste un día,
y Herakles, descuidando su maza, en la harmonía | 7 | 2 |
Entrad en hora buena, excelso Carlos,
del popular aplauso precedido,
en ese regio alcázar que os previene
de larga edad felices vaticinios.
Entrad en hora buena, pues sus puertas,
movidas por sí mismas de sus quicios,
en fe de ser su dueño ya os franquean
en augustos salones solio digno.
Aquí donde Vulcano de los reyes
consumió los alcázares antiguos,
siendo retrato del troyano incendio,
dorados techos, altos obeliscos.
Aquí pues, donde el fuego impetuoso
murallas derribó, torres deshizo,
envidioso tal vez de los blasones
del austríaco César Carlos Quinto.
A influjos de otro Quinto, el gran Felipe,
primer Borbón a España concedido,
el que fue de cenizas monumento
cual Fénix renació noble edificio;
tan corpulentamente artificioso,
que tal vez le juzgaron los sentidos
monte de mármol sólido a que el arte
dio ilustre forma con sudor prolijo.
Pues hierro y mármol solos combinados
contra el poder del tiempo y del olvido
unen su inmensidad, sin tener parte
ni el duro roble o cedro peregrino.
En vano así las lluvias importunas,
el furioso aquilón, ni el fuego activo
contra él conspirarán, y aun a la tierra
inmoble la tendrá su peso mismo.
Los atrios interiores, que sustentan
columnas mil de dórico artificio,
de esplendideces nobles y riquezas
vasto tesoro son, capaz archivo.
Los mármoles y jaspes resplandecen,
haciendo que resalten más sus brillos;
el oro que por todas partes viste
muros, cornisas, bóvedas y frisos.
Su hermosa situación nuevo realce
de su mérito es, y el extendido
término delicioso que descubre
por cualquiera sección de su recinto.
Pues sobre una colina edificado
goza de aires más puros y más limpios,
con que alcanza la vista libremente
cuanto comprende en sí largo distrito.
Por aquí su Real Palacio Febo
descubre en los albores matutinos,
y por allá las lóbregas estancias
en que sepulta su esplendor occiduo.
Por esta parte más templado el bóreas,
por la otra sopla el austro menos frío;
de modo que por todos cuatro aspectos
logra del cielo influjos más benignos.
Descúbrense de allí por largo trecho
los campos abundantes y floridos,
de que Ceres y Baco a competencia
disputan igualmente el señorío.
Al contorno también se ven los montes,
en tal forma dispuestos que sus visos
figuran un augusto anfiteatro
de selvas florecientes guarnecido.
Vese el inmenso pueblo que, estrechando
el ámbito espacioso en mayor circo,
acude a ver ansioso a su monarca
de reverente afecto compelido.
Aquí, mientras que España feliz fuere
en gozaros por Rey, Príncipe invicto,
seréis pasmo del orbe, acostumbrado
a ser regido de español dominio;
pues supo España de su ilustre seno
Césares producir esclarecidos,
sembrando por el orbe mil coronas,
y aun hoy no olvida su anterior estilo.
Desde aquí contaréis en larga serie
tantos ínclitos reyes como hijos,
cuyos hijos después de muchos años
por maestro os tendrán y ejemplo vivo.
Y entretanto esta Regia Biblioteca,
que tanto vuestro amor ha merecido
y logra hoy de más cerca contemplaros,
último esmero de un feliz destino,
al orbe extenderá vuestras grandezas;
pues la suerte propicia la ha ofrecido
(porque pueda elogiarlas dignamente)
la ventura de ser de ellas testigo.
Y en tanto que a esta empresa se dedica,
porque conste, Señor, el gran motivo
de la fe con que os ama, un monumento
en estos versos dejará erigido. | 29 | 92 |
Alzo los ojos al verter el vaso
De leche blanca y el de miel sabrosa,
Ciño con rosa, mirtos y jazmines
Ésta mi frente. | 17 | 4 |
Al oírla, a mis ojos un mundo risueño
vi abrirse, a mis plantas hallé dichas mil...
Mas, cuando ya de ella creíame dueño,
de mí se alejaba lo mismo que un sueño,
lo mismo que un soplo de brisa sutil... | 25 | 5 |
Entre las llamaradas amarillas y verdes
se alumbró el lampadario de un sol desconocido,
que rasgó las azules llanuras del Oeste
y volcó en las montañas, sus fuentes y sus ríos. | 35 | 4 |
Esa serraniya perra
me está jasiendo pasá
er purgatorio en la tierra. | 41 | 3 |
Maresita mía,
yo no sé por dónde
al espejito donde me miraba
se le fue el asogue. | 32 | 4 |
¿Qué vale humana defensa
a divino poderío?
El que asaya desvarío,
rescibir espera ofensa.
Desque la flama es estensa
e carcunda los sentidos,
sus remedios son gemidos,
cuita e dolor inmensa. | 23 | 8 |
Lavaba larga en lloro
al que su torpe mal lavando estaba;
limpiaba con el oro,
que la cabeza ornaba,
a su limpieza, y paz a su paz daba. | 19 | 5 |
Si pan es lo que vemos, ¿cómo dura,
sin que comiendo dél se nos acabe?
Si Dios, ¿cómo en el gusto a pan nos sabe?
¿Cómo de sólo pan tiene figura? | 10 | 4 |
Y vi más de un caballero,
que delante ellos estaba,
y muy manso razonaba
y con bulto falaguero:
Mas por hablar verdadero
su razón no la diría,
maguer que me parecía
en la loquera extranjero. | 3 | 8 |
Ni tú ni yo creemos
en la inmortalidad. Pero hay momentos
—oscuros, de penumbra o luz abierta—
donde se roza el mundo de los libros
y las ventajas de la eternidad.
Escribo este poema celebrando
que pasado y presente
coincidan todavía con nosotros
y haya recuerdos vivos
y besos tan dorados como el beso
aquel de la memoria. | 45 | 11 |
Porque la que nunca venga
al señor rey se le vaya,
concertemos una arenga
tal que de menos no tenga
ni de más nada no explaya.
Pues tenéis el atalaya
vos, señor, en todo más,
dad el nudo por compás,
que yo no me tome atrás
a guisa del andarraya... | 12 | 11 |
Muerta de los caireles,
ven, que de amores
pretenden requerirte
los matadores. | 30 | 4 |
Viéndose tan bizarra
su valor supo
aun mejor que Alejandro
vencer el mundo
con esto
conquistar quiso el cielo
dispuesta
para entrarle por fuerza
y en tanto
le valió mucho el saco. | 1 | 10 |
Las invisibles siervas obedece
Psique y de los vestidos se despoja,
y en el baño que allí luego aparece,
de la cabeza al pie se baña y moja.
Un vaso preciosísimo se ofrece
con mil varios olores en que escoja,
y, después de lavada y de él untarse,
entra en un rico lecho a recrearse. | 21 | 8 |
¿Cuándo pensé ver mi grey
sin rey?
¿Cuándo mi leal y fiel porte
sin norte?
¿Y cuándo (¡oh pena feroz!)
sin Dios?
Lloro yo mi suerte atroz,
pues que veo en un instante
a la que era tan amante
sin rey, sin norte y sin Dios. | 24 | 10 |
En mi casa hay un libro:
dice la letra:
en cuidados agenos
nadie se meta. | 30 | 4 |
Va y viene la tristeza con sus sábanas
y en el sombrío cuello de la noche
clava la voz el áureo rehilete
de la agonía. | 17 | 4 |
El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos. | 45 | 13 |
Sabed que los triunfantes
en grado superiores
onorables dominantes
Cupido, Venus, señores
de los nobles amadores,
delibraron su pasaje
por este espeso salvaje
con todos sus servidores | 23 | 8 |
te quiero tanto aún, dejó en mi pecho
tu amor huellas tan hondas,
que sólo con que tú borrases una,
¡las borraba yo todas! | 40 | 4 |
Me conmueve la magia de tu gesto,
mi cuerpo es ceremonia de la tierra
hacia tu irrealidad que en mí palpita
al ritmo de la vida y de la muerte.
Descubro la razón de tu silencio
en don de libertad, de humana senda. | 37 | 6 |
La llaga cierto ya es mía,
aunque, ojos, vos no queráis;
mas si la muerte me dais,
el morir me es alegría.
Y así digo que acabéis,
oh ojos, ya de matarme;
mas muerto, volvé á mirarme,
porque me resucitéis. | 4 | 8 |
¿Qué importa que la niña
le diese pique
si él no tenía cartas
para repiques?
Qué malo
es perder de su mano.
no es bueno
si entra el conocimiento
Te duele
si conoces que pierdes. | 1 | 11 |