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411
Corriendo iba por el parque, luciendo una amplia sonrisa, tan contenta, Cuando me dio un buen ataque por transitar más deprisa de la cuenta.
16
6
Son tantas las palabras que podría escribir, que el cielo quedaría cubierto, ni un solo rayo de sol acariciaría tu cara, ni la mía, por eso, dejare un hueco, un hueco que alumbre tu huerto, ese donde nacen las flores más hermosas cultivadas con amor, regadas con las lágrimas de tu desconsuelo.
45
10
Y como el falcón, que mira la tierra más despoblada, y la hambre allí lo tira, por hacer cierta bolada, así prise mi jornada contra lo más accesible, habiendo por imposible mi pena ser reparada.
23
8
Granada, Granada de tu poderío ya no queda nada.
42
3
De lejas tierras por incultas vías llegó el bravo irlandés don JUAN BATEO, Jerjes nuevo en memoria en nuestros días.
43
3
Delio a las rejas de Elisa Le canta en noche serena Sus amores. Raya la luna, y la brisa Al pasar plácida suena Por las flores.
16
6
La otra perra ventora que de lexos barruntaba y por el rastro sacaba cualquier bestia robadora, y las veredas sabía a donde el lobo acudía, y aun las cuevas raposeras, está echada allí en las eras doliente de modorría.
20
9
En la frente irán escritos Los secretos de la vida, Y las conciencias a gritos Apartarán los malditos De la prole bendecida.
26
5
Muchas veces se paraba vueltos los ojos al suelo, y con tan gran desconsuelo otras veces los alzaba, que los hincaba en el cielo. Diciendo, con más dolor que cabe en entendimiento: pues el bien trae tal descuento, de hoy más bien puedes, amor, guardar tu contentamiento.
6
10
Avive el seso y no pare de hacer a Dios su servicio si quisiere: porque si a Dios contentare hallará que es muy gran vicio si ver quiere.
16
6
Como la tortolita te andube buscando, compañerita, e olibo en olibo, e ramito en ramo.
32
4
Oh, lúdico Jove, la mi mano guía despierta el ingenio y aviva la mente, el rústico modo aparta y desvía y torna mi lengua de ruda, elocuente. Y vos, las hermanas que cabe la fuente de Helicón hicisteis continua morada, sed todas conmigo en esta jornada porque el triste caso denuncie y recuente.
2
8
Yo he visto muchos cantores, con famas bien obtenidas, y que después de alquiridas no las quieren sustentar : parece que sin largar se cansaron en partidas.
39
6
La luna puñal de plata. Me mata. Sus pestañas como un broche de noche. Una mañana temprana. Ana. Cuando suena la campana la calle está desierta pensando cierro su puerta me mata de noche Ana.
24
10
Llamáralo, aunque muda, mas no sabe el nombre articular que más querría; ni lo ha visto, si bien pincel süave lo ha bosquejado ya en su fantasía. Al pie no tanto ya, del temor, grave fía su intento; y, tímida, en la umbría cama de campo y campo de batalla, fingiendo sueño al cauto garzón halla.
22
8
El aire se embalsama con aromas de heno, Y los surcos abiertos esperan el centeno, Y en el húmedo fondo de los verdes herbales, Pacen vacas bermejas, entre niños zagales, Cuando en la santidad azul de la mañana, Canta húmeda de aurora la campana aldeana.
37
6
De las aves que vuelan me gusta el chancho porque vuela bajito como el carancho.
30
4
El sudor mi rostro quema, Y en ardiente sangre rojos Brillan inciertos mis ojos, Se me salta el corazón. Huye, mujer; te detesto, Siento tu mano en la mía, Y tu mano siento fría, Y tus besos hielos son.
23
8
Nos abruman de cadenas; Hartan con sangre su sed Los cristianos. ¡Doleos de nuestras penas! Nuestra cuita socorred Como hermanos!
16
6
Ya era entrada la noche, cuando Ñuño Dio á su relato fin : roncas crujían Las techumbres, del viento contrastadas, Al peso de la nieve, que caía En gruesos copos desde media larde ; Y de Lara y de Ñuño solicila, Que honren aquella choza el arcipreste, Porqué desmantelado y á ruinas Reducido el palacio, poco abrigo A tales personajes dar podía. Aceptó Lara tan cordial convite : Lo que dio nuevo campo al ama activa, De aumentar de su fama los aplausos, Demostrando tener igual pericia En aprestar las cámaras y lechos, Que en fraguar de repente una comida.
29
17
Cuando el alba me despierta los recuerdos de otras albas me renacen en el pecho las que fueron esperanzas. Quiero olvidar la miseria que te abate, pobre España, la fatal pordiosería del desierto de tu casa. Por un mendrugo mohoso vendéis, hermanos, la entraña de sangre cocida en siesta que os hace las veces de alma.
28
13
La alegría vivaz que vierten en las venas rubia es también, idéntica a la piel que asoman; no les dejéis marchar porque sonríen como la libertad sonríe, luz cegadora erguida sobre el mar.
37
6
Pide quietud el Tracio que es tan fiero, Quietud el Medo, a quien adorna aljaba, Quietud, oh Grosfo, que no compran perlas, Rica púrpura ni oro.
15
4
Porque no es tan poderoso vuestro no que me defienda De seguir la tal contienda Aunque viva congojoso Vuestro gesto desdeñoso No me hará, ni yo lo creo, Doncella, que mi deseo, No vos recuente quejoso.
3
8
Hemos pisado el vértice del aire. Se deshizo ya el bálago del miedo. Voltean las campanas en viejos campanarios: el eterno retorno de un claro mediodía que ilumina palabras y revela el recuerdo. ¿Qué anuncian con su toque esas campanas? No distingo los límites del día no sé si he despertado y estoy vivo o si sigo la estela —vagabundo en el sueño— de una alada caricia que devuelva a mis ojos las lágrimas del mar. ¿Qué anuncian con su toque esas campanas? Suena tibio su son más allá de la noche agrietando la calma de este abril sin retorno: su canción enamora pero hiere el silencio de su lento cantar.
45
23
A Silvia, tu gran amiga, vo a buscar medio mortal, por si a dicha de mi mal le has dicho algo, me lo diga; mas como no habla en ti, digo: "¿Que esta cruda fiera, no dice a su compañera ninguna cosa de mí?"
4
8
que al Instituto fieles y fervientes en celo, cojan sobre tus huellas las dulces palmas de la Cruz en premio.
13
4
Como las altas naves te apartas animosa de la vecina tierra y al fiero mar te arrojas. Igual en las fortunas, mayor en las congojas, pequeña en las defensas, incitas a las ondas.
21
8
Entré por fin en Córdoba, aun cubierta De luto, de terror, de angustia y llanto; Aunque era gran consuelo en tal desastre Ver á Giafar depuesto y humillado." " Alman/or generoso ya ocupaba De excelso Hagib el merecido cargo, Y viendo en mí á su amigo de la infancia, Caricias mil me prodigcS y aplausos." " A restaurar el vacilante imperio Aplicó su saber, y sospechando Que la pasada rota alentaría A los siempre rebeldes mauritanos;" "Trató de asegurar paz duradera Con Castilla y León, para a su salvo El África observar; y de entablarla Me dió al momento el importante encargo." Restablecido apenas, el recinto Dejé de esta ciudad, acompañado, Por séquito y decoro en mi embajada, De doce musulmanes ilustrados»" "De tejidos de Persia, de jaeces, De damasquinas armas, de caballos Árabes y andaluzes, y de alfombras, Filigranas, perfumes y penachos, Lleve rico presente y de Toledo Las giganlescas torres saludando, Y las nevadas cumbres de Fonfría, El confín penetré del castellano." " Pronto avisté de Burgos las almenas ; Y su nuevo señor, el conde Sancho, Asistido de nobles y magnates, Afable recibióme en su palacio." " Era don Sancho el sucesor y el hijo Del conde don García, que lidiando Murió en la última guerra, y tan mancebo, Que aun el celro regir no le era dado." " El gobierno supremo de Castilla, Aunque siempre en su nombre, oslaba á cargo De su madre doña Ava, del Ulema, Que llaman arzobispo los cristianos," " Y del gran Gúslios, el señor de Lara, Mi amigo y vencedor, por cuyo amparo Hallé grata acogida, y cuyo influjo Facilitó la paz que fui buscando." " Los usos y costumbres castellanas. Sus raras leyes y su rito extraño. Que observé á mi placer aquellos dias, Be admiración y asombro me llenaron Advertí la ignorancia y la rudeza De aquel naciente reino, que fundado A fuerza de valor y de altos hechos, Hierro y ferocidad son sus ornatos. " " j Ay de nuestro florido y ancho imperio, Si ántes de corromperse los cristianos, Sus discordias domésticas olvidan, Y procuran unidos derribarlo !
29
57
Y llora al ver sus vergeles, Al ver sus vegas lozanas Ya marchitas, Y que afean los infieles Con cruces y con campanas Las mezquitas.
16
6
Y apenas el horizonte empezaba a coloriar, los pájaros a cantar, y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar.
39
6
Aún para combatir mi firme empeño viene a mi mente su visión tenaz... ¡Cuándo podré dormir con ese sueño en que acaba el soñar!
40
4
El padre, que buscar desea partido, al dios que está en Milesio sacrifica. "En el yermo más solo y ascondido dejalda sola —en su respuesta explica—: llevalda como a muerta, que marido mortal no debe haber —le certifica—, mas un dios volador, desnudo y ciego, que el mundo abrasa con ponzoña y fuego."
21
8
Sentado, a la alta palma no perdona su dulce fruto mi robusta mano; en pie, sombra capaz es mi persona de innumerables cabras el verano. ¿Qué mucho, si de nubes se corona por igualarme la montaña en vano, y en los cielos, desde esta roca, puedo escribir mis desdichas con el dedo?
22
8
Bendita vos y loada entre todas las mujeres, pues pueden vuestros poderes abrir la puerta cerrada de los eternos placeres; y bendito también sea el fruto, que se desea, de vuestro vientre bendito. El cual, siendo en sí infinito, se viste nuestra librea.
6
10
Feliz quien, despertando cuando nace, En ilusiones de esperanza crece, Y un bello mundo de ilusiones hace Donde loco soñando se adormece. Que mientras duerme y delirando yace,
25
5
Yo hice el mundo en mi lengua castellana y aprendí el nombre exacto de las cosas —madre, tierra, silencio, hermano y compañía—, supe entonces que sólo las palabras eran de cuanto existe la medida. El mundo se hizo en mí a fuerza de palabras y el verbo transformado en realidades fue de pronto madera, canción y sentimiento. Nada quedaba fuera de los nombres, las plantas se nombraban una a una, los pájaros, el fruto de los árboles, el nombre conseguido de los nombres. Supe entonces que todo era ya mío, que nada se escapaba a la palabra, era entonces mi mundo de luz y de esperanza.
45
19
Cuando a su nido vuela el ave pasajera A quien amparo disteis, abrigo y amistad Es justo que os dirija su cántiga postrera, Antes que triste deje, vuestra natal ciudad.
35
4
¿Qué es lo contrario a morir? ¡Vivir! Y vivir, ¿qué es en su esencia? ¡Conciencia! Y ésta en sí, ¿cómo se escribe? ¡Ser libre! Si lo que aquí se transcribe en todo lleva razón es mejor, en conclusión, vivir, en conciencia, libre.
24
13
En un vaciado de escayola suave como lava en Pompeya, así los cuerpos entierra la Memoria. Queda claro e intocado el fulgor como el de un vino ritual. Consagraciones de las pieles a la escayola negra de la noche.
37
6
Uniforme, monótono y cansado es sin duda este mundo en que vivimos. En Oriente de rayos coronado, el sol que vemos hoy, ayer le vimos. De flores vuelve a engalanarse el prado, vuelve el otoño pródigo en racimos, y tras los hielos del invierno frío, coronado de espigas el estío.
22
8
Pues que el mundo es opiniones, Amigos, adivinad ¿Cuál es la que tantos dones Heredó en su mocedad? Que yo ya en fin de razones Non pensando malestad, Siempre la obedeceré.
34
7
"Recuerde el alma dormida" dice don Jorge Manrique; y muéstrese muy sentida de cosa tan atrevida, por que más no se platique. Garci Sánchez respondió: "¡Quién me otorgase, señora, vida y seso en esta hora para entrar en campo yo con gente tan pecadora!"
6
10
¿Fueron sino devaneos, qué fueron sino verduras de las eras, las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras?
39
6
Ante mi vista se aparece Filis; en mis oídos su lamento suena; todo me llena de terror, y al suelo tímido caigo.
17
4
Calma a los Dioses pide el afligido Nauta del Egeo, cuando negra nube la luna esconde y que segura estrella que nunca marca el rumbo.
15
4
¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste?
19
5
De aquella muda y pálida mujer me acuerdo y digo: ¡oh qué amor tan callado el de la muerte! ¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!
40
4
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia el Bien supo elegir la mejor parte; y si hubo áspera hiel en mi existencia, melificó toda acritud el Arte.
35
4
Pues no alcanzo a contemplaros, Madre de Dios glorïosa, escusado es alabaros; pero quiero suplicaros que me digáis una cosa, que aquí se debe encerrar, algún misterio profundo: ¿cómo quesiste morar, siendo Señora del mundo, en tan áspero lugar?
6
10
Dió juicio a cierta loca, i Raro portento!, y el marido decía: ¿Si será cierto? ¡Mi mujer cuerda! i Mi mujer buena, padre, Mi mujer buena!
31
7
Yo, como estaba solo, sin tener compañía, codiciaba la que otro para sí mantenía: eché el ojo a una dama, no santa; yo sentía y cruciaba por ella, que de otro era baldía.
8
4
Sola entre lirios la niña oye el rugido de los leones.
18
3
De su mirada largamente verde la luz caía como un agua seca en transparentes y profundos círculos de fresca fuerza.
17
4
Gran ofensa os tengo hecha hasta aquí en haber hablado, pues en cosa os he enojado que tan poco me aprovecha. Derramaré desde aquí mis lágrimas no hablando, porque quien muere callando tiene quien hable por sí.
4
8
Como riqueza soñada que despierta el soñador, y al hallarse sin nada toda la gloria pasada se le trastorna en dolor; así son, mundo, a mi ver, como soñado placer, pues luego se ha de volver en ansia muy dolorida.
20
9
Un clérigo. Empiece el canto. El doctor. ¡Cesó el sufrir! El padre. ¡Me ahoga el llanto! La madre. ¡Quiero morir!
9
4
Esa luna que nada en lo caliente de los besos que arrastran la lujuria, en tu mar, con tus olas y tu furia. Nuestras piernas unidas por un puente donde llega el placer a la centuria.
25
5
¿Qué quieres tú que yo tenga? Que te busco y no te encuentro; me ajoga la pena negra.
41
3
Aunque vaya descalza Santa Teresa pues hoy sale de gala lleve chamberga: su afecto viste color de fuego su esposo le guarnece con oro por armas le da Elías su espada.
1
10
Con el ritmo que vuelan las estrellas acordaba su ritmo la resaca, y peregrina en las doradas huellas fue sobre el mar una nocturna vaca.
35
4
Empezó refiriendo que en el campo, Do los Infantes perecido habían, Quedó bañado en sangre, moribundo. Destrozado el arnés, lleno de heridas. De que mostró las hondas cicatrices. Recordó, que llevado á una alquería, Encontró grato auxilio; y que curado, Tornó sin detenerse acia Castilla, Donde sabiendo la prisión de Lara, A Lerma fué, juzgando que podría Verle y hablarle; mas que vanas fueron Todas sus diferentes tentativas. Con lo que despachado, fuese á Búrgos Para implorar del conde la justicia; Y allí en prisión estrecha le encerraron. De que logró fugarse á pocos dias, Huyéndose á León, porqué esperaba Tal vez hallar la protección anligua; Pero hecho monje Alfonso, y la corona Por el audaz Ordeño pretendida, Encontró el reino aquel mísera presa De discordias y guerras intestinas. Y pasó al de Navarra, en cuya corte El indolente y sin valor García Sus ruegos desoyó. Buscó en la Francia Amparo y protección: pero fatiga Inútil fué, porqué su rey huyendo Del conde de Paris, y de la altiva Ambición de los duques de Borgoña, Allende el mar en las britanas islas Asilo y vengador buscó, llevando Sus tesoros consigo y su familiar Dijo Ñuño, que entónces ir á Boma Determinó, por ver si lograría La protección del jefe de la Iglesia Para el señor de Lara; y como había Visto al paso en Milán la ceremonia Con que de hierro la corona antigua Tomó el conde de Arles, cual rey de Italia, Befirió largamente, (lo enemiga Que fué la suerte injusta demostrando A todas sus honradas tentativas, Y cómo inexorables las estrellas En contrariar su plan se complacían) Que llegó á Roma en el fatal momento, En que el décimo Juan, por la perfidia De Marozzia, de Güido de Toscana Esposa, si del padre concubina. Cayó al golpe traidor de daga infame Por sacrilegas manos esgrimida, Dejando yermo el solio pontificio Y despierta la cólera divina. Prosiguió Ñuño, que cansado entónces De mirar tan sin fruto sus fatigas, Y despechado de encontrar do quiera En el orbe cristiano alevosías, Guerras, ferocidad, asesinatos, Perjurios, parricidios y ruina, Resolvió abandonar por siempre á Europa, Y dirigirse á los remotos climas, El gran sepulcro á visitar de Cristo, Y los lugares do nació la vida : Ruscando luego paz en los desiertos, Entre los penitentes cenobitas. En tal resolución sus culpas todas Con un prelado de virtud eximia Humilde confesó, y en griega nave Zarpó de Anoona con el rumbo á Siria. Pero aun no satisfecha la Fortuna Ni las estrellas ver logró propicias: Del Adriático mar las bravas olas De invierno duro las tenantes iras Le opusieron constantes ; y en el punto En que calmado el tiempo, de Gorcira Saludaba los montes, fué cautivo De una armada galera berberisca ; Y á Malta conducido, donde esclavo De sarracenos, que de aquellas islas Eran dominadores, largo tiempo Arrastró hierros y apuró desdichas.
29
81
Llega el silencio, se mueve bajo la piel, ¡qué tristeza! La vida es una promesa que tiene filo de nieve. El luto se asusta y llueve sobre los siglos; la edad se pulveriza, equidad: soplo de barro confeso en una paz sin regreso se aburre la soledad.
14
10
El dulce anhelo del amor que aguarda, tal vez inquieto y con mortal recelo; la fortuna bella que cruzó gallarda, allá en la noche, entre el medroso velo. La ansiada cita que en llegar se tarda al impaciente y amoroso anhelo, la mujer y la voz de su dulzura, que inspira al alma celestial ternura;
22
8
Antes que tú me moriré: escondido en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la ancha herida mortal.
40
4
Quien buscare unaboda Con mayorazgo, Eche el ojo a una vieja ; y échela el gancho ; Mas vaya alerta, . Que hay dotes que se dicen y no se cuentan.. .
31
7
En un pastoral albergue que la guerra entre unos robles lo dejó por escondido o lo perdonó por pobre.
0
4
Oja, oja los ganados y a la burra con los perros, ¡cuáles andan por los cerros perdidos, descarriados! Por los sanctos te prometo que este daño baltrueto (que nol medre Dios las cejas) ha dexado las ovejas por holgar tras cada seto.
20
9
Yo moriré tan ufano si tu merced lo consiente, que sentiré solamente no auer muerto más temprano
27
4
Irá el pálido mendigo En pos del rico avariento Acusador y testigo, Demandando pan y abrigo De su alcázar opulento.
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5
El santo amor, castísimos amores; la dulce paz, su quïetud sabrosa; la guerra amarga, todos sus rigores.
43
3
Al adverso de Faetón por lo más alto del cielo veía facer su vuelo con estensa operación; acatando en Escurpión su lucífera corona, discurriendo por la zona, a la parte de Aquilón.
23
8
Doña Lambra con fantasía grandes tablados armara. Allí salió un caballero de los de Córdoba la llana, caballero en un caballo y en su mano una vara; arremete su caballo; al tablado la tirara, diciendo: Amad, señoras, cada cual como es amada, que más vale un caballero de los de Córdoba la llana, más vale que cuatro o cinco de los de la flor de Lara. Doña Lambra que lo oyera de ello mucho se holgara. Oídolo había el ayo que a los infantes criaba; de allí se había salido, triste se fué a su posada; halló que estaban jugando los infantes a las tablas, sino era el menor de ellos, Gonzalo González se llama; recostado lo halló de pechos en una baranda. ¿Cómo venís triste, amo? Decí: ¿quién os enojara? Tanto le rogó Gonzalo que el ayo se lo contara. Mas mucho os ruego, mi hijo, que no salgáis a la plaza. No lo quiso hacer Gonzalo, mas antes tomó una lanza; caballero en su caballo vase derecho a la plaza; vido estar el tablado, que nadie lo derribara; enderezóse en la silla, con él en el suelo daba; desque lo hubo derribado, de esta manera hablara: Amad, amad, damas ruines, cada cual como es amada, que más vale un caballero de los de la casa de Lara que cuarenta ni cincuenta de los de Córdoba la llana.
28
48
En cambio ¡qué jubilosas, qué frescas y qué elegantes están las jóvenes rosas! ¡Qué indevotos sus amantes!
9
4
Quedó Zaide en silencio, y en silencio Trémulo, confundido, helado queda También, cubierto de sudor, Mudarra, Y con el alma de terror deshecha. Mas al cabo repúsose, exclamando : " Gracias, cielos, os doy de que la empresa " Guardasteis para estreno al brazo mió " De libertar de monstruo tal la tierra!!! " Zaide !...Zaide !. .¿es posible que los hombres " De tanta atrocidad capaces sean?... " Mas decidme, decidme : ¿el noble Lara Tornó á la vida?"—"Sí; y aun mejor fuera" " Que no tornara, " respondióle Zaide; Y prosiguió diciendo: Las tinieblas "Reinaban de la noche, cuando el triste " E n sí volvió, y atado con cadenas Se halia en medio del campo, y en los hombros De dos esclavos negros, que á gran priesa, Cercado de una escolta silenciosa, De los muros de Córdoba le alejan." " Mas no estaban del todo sus sentidos Despiertos, ni expeditas sus potencias; Y en desorden su mísero cerebro, Ya de impresión ninguna capaz era." u Nada pregunta , nadie le bace caso; Llévanle cual vil fardo j y triste presa Del mental desarreglo, ni aun memoria De lo que acaba de pasar, conserva." " Unas veces tomaba el alimento, Otras lo rechazaba con violencia Ya prorumpe en horrendos alaridos, Ya insensible cadáver ni aun alienta." " Al confín castellano á pocos dias Así llegó, y al punto de él se entregan Armígeros dispuestos de antemano, Que también mudos y con gran presteza," " A un lejano castillo le conducen. Dominio de Velázquez, y le encierran En solitaria torre, al mismo tiempo Que por traidor en Burgos le condenan Veinte crudos inviernos han cercado De nieves, lluvias, tempestades, nieblas La prisión, donde gime el noble Lara, Y aguarda al vengador de su inocencia."— Y qué ! gritó Mudarra : en los cristianos No hay honra, no hay valor, no hay quien emprenda De tan esclarecido caballero, Ya que no la venganza, la defensa? " " Yo volaré á Castilla, y lanza a lanza, A Velázquez, al conde, á cuantos sean De tanto crimen y crueldad culpables, Combatiré cual bueno Tal empresa," " A que el honor y la virtud me llaman, " El cielo mismo acometer me ordena. " Sí, volaré á vengar al noble anciano".... No pudo proseguir, porqué le estrecha Entre los brazos Zaide, que mil besos Le imprime en la mejilla, se la riega Con llanto copiosísimo, y le dice : " Tal es tu obligación, cumple con ella." " Hijo eres tú del desdichado Lara. "Que de ti solo su remedio espera." " Yo su hijo?...granDios!...Zaide!"el mancebo Exclama absorto, helado, y manifiesta Tan grande agitación, que mas no puede Su labio articular; y calla, y tiembla. Respóndele el aciano :"Sí, hijo suyo, <Y de Zahira."— A nombre tal se llena La medida del pecho de Mudarra, Casi pierde el sentido, y dice apenas : "Mi leal corazón ya lo sabía— " Madre!.. .ay de mí infelice!.. .madre tierna!".. Que destino cruel tan dulce nombre, "Entre tus brazos le negó á mi lengua? Su voz ahogóse en lágrimas; y Zaide, Repuesto, prosiguió de esta manera.
29
77
Ahora que los dones no cuestan nada, le he puesto yo a mi burra doña Mariana
30
4
No yores, que es tontería; nunca pasé yo una pena mientras mi mare bibía.
41
3
Esfuerza, opón el pecho, mas ¿cómo será parte un afligido que va, el leño deshecho, de flaca tabla asido, contra un abismo inmenso embravecido?
19
5
la sombra de una haya estava el moro Galvar mirando el castillo fuerte do vio Morïana estar. El yelmo tiene quitado por poder mejor mirar, de rienda tiene el caballo, que no lo quiere soltar, con la mano en la mejilla no cesando de llorar; cuando con solloços tristes, entre llanto y sospirar, començo el moro quejando desta manera a hablar: Morïana, Morïana, principio y fin de mi mal, ¿cómo es posible, señora, no doler te mi penar? Ay lastimera memoria! ¡Ay rabioso recordar! ¿Qués de los sabrosos días? ¿Qués del dulce conversar? ¿Qué s de los blandos regalos con que me solías tratar, cuando en aquel mi castillo un tiempo te vi yo estar; cuando por entretenerme comigo solias jugar, cuando ganaba perdiendo, porquera el perder ganar, cuando meresçía ganando tus bellas manos besar? Si esto no fue amor, señora, ¿cómo se podrá llamar? si fue amor, Moriana, ¿cómo se pudo olvidar? ¿Cómo se mudó tan presto tanto bien en tanto mal? Quien tal alta suerte pierde, ¿qué le queda en quesperar? Quien vive sin sperança, mejor le es desperar. Cuando aquesto dijo el moro con angustia y gran pesar, puesto el yelmo en su cabeça, apriesa fue a cabalgar, buscando medio en la muerte, que otro no tiene su mal.
28
48
No temas que mis ojos con su llanto sincero injurien una muerte digna de envidia, más que de lamento.
13
4
Cabalga Diego Laínez al buen rey besar la mano, consigo se los llevaba los trescientos hijosdalgos; entre ellos iba Rodrigo, el soberbio castellano. Todos cabalgan a muía, sólo Rodrigo a caballo; todos visten oro y seda, Rodrigo va bien armado. Andando por los caminos unos con otros hablando, allegados son a Burgos, con el rey se han encontrado. Los que vienen con el rey entre sí van razonando; unos lo dicen de quedo, otros lo van pregonando: Aquí viene, entre esta gente quien mató al conde Lozano. Como lo oyera Rodrigo en hito los ha mirado; con alta y soberbia voz de esta manera ha hablado: Si hay alguno entre vosotros su pariente o adeudado que le pese de su muerte, pase luego a demandallo; yo se lo defenderé, sea a pie, sea a caballo. Todos responden a una: Demándelo su pecado. Todos se apearon juntos para al rey besar la mano; Rodrigo se quedó solo encima de su caballo. Entonces habló su padre; bien oiréis lo que ha hablado: Apeaos vos, mi hijo, besaréis al rey la mano, porque él es vuestro señor, vos, hijo, sois su vasallo. Desque Rodrigo esto oyó, sintióse más agraviado: Si otro me lo dijera, ya me lo hubiera pagado; mas por mandarlo vos, padre, yo lo haré de buen grado. Ya se apeaba Rodrigo para al rey besar la mano; al hincar de la rodilla, el estoque se ha arrancado. Espantóse de esto el rey y dijo como turbado: Quítate, Rodrigo, allá; quítateme allá, diablo, que tienes el gesto de hombre y los hechos de león bravo. Como Rodrigo esto oyó, apriesa pide el caballo: Por besar mano de rey no me tengo por honrado; porque la besó mi padre, me tengo por afrentado. En diciendo estas palabras, salido se ha del palacio; consigo se los tornaba los trescientos hijosdalgos Si bien vinieron vestidos, volvieron mejor armados, y si vinieron en muías, todos vuelven en caballos.
28
73
La tierra está preñada de dolor tan profundo que el soñador, imperial meditabundo, sufre con las angustias del corazón del mundo.
44
3
Al caer asustada del ruido grande hijo de mis entrañas dijo su madre. Suspiro que palpó los sentidos de cuantos le estaban escuchando diciendo malogrado mancebo.
1
11
Oye a un pastor desdichado, tan enemigo de sí cuanto en perderse por ti se halla bien empleado; vuelve tus sordos oídos, ablanda tu condición, y pon ya ese corazón en manos de los sentidos.
4
8
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas, que privilegia el cielo y dora el día! ¡Oh siempre glorïosa patria mía, tanto por plumas cuanto por espadas!
10
4
¿Qué se hizo el Rey Don Juan? Los Infantes de Aragón ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué de tanta invención que trajeron?
39
6
¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela.
42
3
¿Soy, me pregunto (¿Es agua el agua sucia?) soy cuando injurio?
18
3
Verdadera relación hirió las orejas mías que en vuestros ancianos días oyó Dios la petición de vos y de Zacarías, y en fin os ha consolado con el fruto deseado, otorgado en senectud, que os ha sido en juventud no sin misterio negado.
6
10
Mi fe de niño ¿do está? me hace falta, la deseo: batió las alas y creo que ya nunca volverá; porque la fe que se va del fondo del corazón tiene origen y mansión en lo profundo del cielo, y cuando levanta el vuelo jamás torna a su prisión.
14
10
¡Una mujer! Deslízase en el cielo allá en la noche desprendida estrella. Si aroma el aire recogió en el suelo, es el aroma que le presta ella, blanca es la nube que en callado vuelo cruza la esfera, y con su planta huella, y en la tarde la mar olas la ofrece de playa y de zafir donde se mece.
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de púrpura y de nieve florida, la cabeza coronado, y dulces pastos mueve, sin honda ni cayado, el Buen Pastor en ti su hato amado.
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Esto os doy, aunque veo que es aqua en ruda mano. El don es pobre y llano; alto y rico el deseo. Cisne de amor parezco; la voz postrera a vuestro nombre ofrezco.
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¡Ábrete toda como una dulce fruta, llena de rizos al pino de tu palma, pon, africana, sobre mi amarga ruta, la sombra fresca del pozo de tu alma!
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¡Ciego de luz de aurora Que en su rueca de plata Hila Nuestra Señora!
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por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire. ¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,
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Y los imperios pasaron, Cual una imagen ligera En el sueño; De Cosroes se allanaron Las alcázares, do era De Asia dueño.
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De los nudos, con esto, más süaves, los dulces dos amantes desatados, por duras guijas, por espinas graves solicitan el mar con pies alados; tal, redimiendo de importunas aves incauto meseguero sus sembrados, de liebres dirimió copia, así, amiga, que vario sexo unió y un surco abriga.
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¡Y el juez también en su lecho Duerme en paz! ¡y su dinero El verdugo, placentero, Entre sueños cuenta ya! Tan solo rompe el silencio En la sangrienta plazuela El hombre del mal que vela Un cadalso a levantar.
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Desátenme ya tus rayos, que yo los perdonaré. Viva mi fe. Sepulcro el mar a su vuelo, si no a Lícidas, le dé. Viviré como desdichado, viviré, moriré.
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