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411
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Corriendo iba por el parque,
luciendo una amplia sonrisa,
tan contenta,
Cuando me dio un buen ataque
por transitar más deprisa
de la cuenta. | 16 | 6 |
Son tantas las palabras que podría escribir,
que el cielo quedaría cubierto,
ni un solo rayo de sol acariciaría tu cara,
ni la mía,
por eso, dejare un hueco,
un hueco que alumbre
tu huerto,
ese donde nacen las flores más hermosas
cultivadas con amor,
regadas con las lágrimas de tu desconsuelo. | 45 | 10 |
Y como el falcón, que mira
la tierra más despoblada,
y la hambre allí lo tira,
por hacer cierta bolada,
así prise mi jornada
contra lo más accesible,
habiendo por imposible
mi pena ser reparada. | 23 | 8 |
Granada, Granada
de tu poderío
ya no queda nada. | 42 | 3 |
De lejas tierras por incultas vías
llegó el bravo irlandés don JUAN BATEO,
Jerjes nuevo en memoria en nuestros días. | 43 | 3 |
Delio a las rejas de Elisa
Le canta en noche serena
Sus amores.
Raya la luna, y la brisa
Al pasar plácida suena
Por las flores. | 16 | 6 |
La otra perra ventora
que de lexos barruntaba
y por el rastro sacaba
cualquier bestia robadora,
y las veredas sabía
a donde el lobo acudía,
y aun las cuevas raposeras,
está echada allí en las eras
doliente de modorría. | 20 | 9 |
En la frente irán escritos
Los secretos de la vida,
Y las conciencias a gritos
Apartarán los malditos
De la prole bendecida. | 26 | 5 |
Muchas veces se paraba
vueltos los ojos al suelo,
y con tan gran desconsuelo
otras veces los alzaba,
que los hincaba en el cielo.
Diciendo, con más dolor
que cabe en entendimiento:
pues el bien trae tal descuento,
de hoy más bien puedes, amor,
guardar tu contentamiento. | 6 | 10 |
Avive el seso y no pare
de hacer a Dios su servicio
si quisiere:
porque si a Dios contentare
hallará que es muy gran vicio
si ver quiere. | 16 | 6 |
Como la tortolita
te andube buscando,
compañerita, e olibo en olibo,
e ramito en ramo. | 32 | 4 |
Oh, lúdico Jove, la mi mano guía
despierta el ingenio y aviva la mente,
el rústico modo aparta y desvía
y torna mi lengua de ruda, elocuente.
Y vos, las hermanas que cabe la fuente
de Helicón hicisteis continua morada,
sed todas conmigo en esta jornada
porque el triste caso denuncie y recuente. | 2 | 8 |
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar :
parece que sin largar
se cansaron en partidas. | 39 | 6 |
La luna puñal de plata.
Me mata.
Sus pestañas como un broche
de noche.
Una mañana temprana.
Ana.
Cuando suena la campana
la calle está desierta
pensando cierro su puerta
me mata de noche Ana. | 24 | 10 |
Llamáralo, aunque muda, mas no sabe
el nombre articular que más querría;
ni lo ha visto, si bien pincel süave
lo ha bosquejado ya en su fantasía.
Al pie no tanto ya, del temor, grave
fía su intento; y, tímida, en la umbría
cama de campo y campo de batalla,
fingiendo sueño al cauto garzón halla. | 22 | 8 |
El aire se embalsama con aromas de heno,
Y los surcos abiertos esperan el centeno,
Y en el húmedo fondo de los verdes herbales,
Pacen vacas bermejas, entre niños zagales,
Cuando en la santidad azul de la mañana,
Canta húmeda de aurora la campana aldeana. | 37 | 6 |
De las aves que vuelan
me gusta el chancho
porque vuela bajito
como el carancho. | 30 | 4 |
El sudor mi rostro quema,
Y en ardiente sangre rojos
Brillan inciertos mis ojos,
Se me salta el corazón.
Huye, mujer; te detesto,
Siento tu mano en la mía,
Y tu mano siento fría,
Y tus besos hielos son. | 23 | 8 |
Nos abruman de cadenas;
Hartan con sangre su sed
Los cristianos.
¡Doleos de nuestras penas!
Nuestra cuita socorred
Como hermanos! | 16 | 6 |
Ya era entrada la noche, cuando Ñuño
Dio á su relato fin : roncas crujían
Las techumbres, del viento contrastadas,
Al peso de la nieve, que caía
En gruesos copos desde media larde ;
Y de Lara y de Ñuño solicila,
Que honren aquella choza el arcipreste,
Porqué desmantelado y á ruinas
Reducido el palacio, poco abrigo
A tales personajes dar podía.
Aceptó Lara tan cordial convite :
Lo que dio nuevo campo al ama activa,
De aumentar de su fama los aplausos,
Demostrando tener igual pericia
En aprestar las cámaras y lechos,
Que en fraguar de repente una comida. | 29 | 17 |
Cuando el alba me despierta
los recuerdos de otras albas
me renacen en el pecho
las que fueron esperanzas.
Quiero olvidar la miseria
que te abate, pobre España,
la fatal pordiosería
del desierto de tu casa.
Por un mendrugo mohoso
vendéis, hermanos, la entraña
de sangre cocida en siesta
que os hace las veces de alma. | 28 | 13 |
La alegría vivaz que vierten en las venas
rubia es también,
idéntica a la piel que asoman;
no les dejéis marchar porque sonríen
como la libertad sonríe,
luz cegadora erguida sobre el mar. | 37 | 6 |
Pide quietud el Tracio que es tan fiero,
Quietud el Medo, a quien adorna aljaba,
Quietud, oh Grosfo, que no compran perlas,
Rica púrpura ni oro. | 15 | 4 |
Porque no es tan poderoso
vuestro no que me defienda
De seguir la tal contienda
Aunque viva congojoso
Vuestro gesto desdeñoso
No me hará, ni yo lo creo,
Doncella, que mi deseo,
No vos recuente quejoso. | 3 | 8 |
Hemos pisado el vértice del aire.
Se deshizo ya el bálago del miedo.
Voltean las campanas
en viejos campanarios:
el eterno retorno
de un claro mediodía
que ilumina palabras
y revela el recuerdo.
¿Qué anuncian con su toque esas campanas?
No distingo los límites del día
no sé si he despertado y estoy vivo
o si sigo la estela
—vagabundo en el sueño—
de una alada caricia que devuelva
a mis ojos las lágrimas del mar.
¿Qué anuncian con su toque esas campanas?
Suena tibio su son
más allá de la noche
agrietando la calma
de este abril sin retorno:
su canción enamora
pero hiere el silencio
de su lento cantar. | 45 | 23 |
A Silvia, tu gran amiga,
vo a buscar medio mortal,
por si a dicha de mi mal
le has dicho algo, me lo diga;
mas como no habla en ti,
digo: "¿Que esta cruda fiera,
no dice a su compañera
ninguna cosa de mí?" | 4 | 8 |
que al Instituto fieles
y fervientes en celo,
cojan sobre tus huellas
las dulces palmas de la Cruz en premio. | 13 | 4 |
Como las altas naves
te apartas animosa
de la vecina tierra
y al fiero mar te arrojas.
Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeña en las defensas,
incitas a las ondas. | 21 | 8 |
Entré por fin en Córdoba, aun cubierta
De luto, de terror, de angustia y llanto;
Aunque era gran consuelo en tal desastre
Ver á Giafar depuesto y humillado."
" Alman/or generoso ya ocupaba
De excelso Hagib el merecido cargo,
Y viendo en mí á su amigo de la infancia,
Caricias mil me prodigcS y aplausos."
" A restaurar el vacilante imperio
Aplicó su saber, y sospechando
Que la pasada rota alentaría
A los siempre rebeldes mauritanos;"
"Trató de asegurar paz duradera
Con Castilla y León, para a su salvo
El África observar; y de entablarla
Me dió al momento el importante encargo."
Restablecido apenas, el recinto
Dejé de esta ciudad, acompañado,
Por séquito y decoro en mi embajada,
De doce musulmanes ilustrados»"
"De tejidos de Persia, de jaeces,
De damasquinas armas, de caballos
Árabes y andaluzes, y de alfombras,
Filigranas, perfumes y penachos,
Lleve rico presente y de Toledo
Las giganlescas torres saludando,
Y las nevadas cumbres de Fonfría,
El confín penetré del castellano."
" Pronto avisté de Burgos las almenas ;
Y su nuevo señor, el conde Sancho,
Asistido de nobles y magnates,
Afable recibióme en su palacio."
" Era don Sancho el sucesor y el hijo
Del conde don García, que lidiando
Murió en la última guerra, y tan mancebo,
Que aun el celro regir no le era dado."
" El gobierno supremo de Castilla,
Aunque siempre en su nombre, oslaba á cargo
De su madre doña Ava, del Ulema,
Que llaman arzobispo los cristianos,"
" Y del gran Gúslios, el señor de Lara,
Mi amigo y vencedor, por cuyo amparo
Hallé grata acogida, y cuyo influjo
Facilitó la paz que fui buscando."
" Los usos y costumbres castellanas.
Sus raras leyes y su rito extraño.
Que observé á mi placer aquellos dias,
Be admiración y asombro me llenaron
Advertí la ignorancia y la rudeza
De aquel naciente reino, que fundado
A fuerza de valor y de altos hechos,
Hierro y ferocidad son sus ornatos. "
" j Ay de nuestro florido y ancho imperio,
Si ántes de corromperse los cristianos,
Sus discordias domésticas olvidan,
Y procuran unidos derribarlo ! | 29 | 57 |
Y llora al ver sus vergeles,
Al ver sus vegas lozanas
Ya marchitas,
Y que afean los infieles
Con cruces y con campanas
Las mezquitas. | 16 | 6 |
Y apenas el horizonte
empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar,
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar. | 39 | 6 |
Aún para combatir mi firme empeño
viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar! | 40 | 4 |
El padre, que buscar desea partido,
al dios que está en Milesio sacrifica.
"En el yermo más solo y ascondido
dejalda sola —en su respuesta explica—:
llevalda como a muerta, que marido
mortal no debe haber —le certifica—,
mas un dios volador, desnudo y ciego,
que el mundo abrasa con ponzoña y fuego." | 21 | 8 |
Sentado, a la alta palma no perdona
su dulce fruto mi robusta mano;
en pie, sombra capaz es mi persona
de innumerables cabras el verano.
¿Qué mucho, si de nubes se corona
por igualarme la montaña en vano,
y en los cielos, desde esta roca, puedo
escribir mis desdichas con el dedo? | 22 | 8 |
Bendita vos y loada
entre todas las mujeres,
pues pueden vuestros poderes
abrir la puerta cerrada
de los eternos placeres;
y bendito también sea
el fruto, que se desea,
de vuestro vientre bendito.
El cual, siendo en sí infinito,
se viste nuestra librea. | 6 | 10 |
Feliz quien, despertando cuando nace,
En ilusiones de esperanza crece,
Y un bello mundo de ilusiones hace
Donde loco soñando se adormece.
Que mientras duerme y delirando yace, | 25 | 5 |
Yo hice el mundo en mi lengua castellana
y aprendí el nombre exacto de las cosas
—madre, tierra, silencio,
hermano y compañía—,
supe entonces que sólo las palabras
eran de cuanto existe la medida.
El mundo se hizo en mí
a fuerza de palabras
y el verbo transformado en realidades
fue de pronto madera,
canción y sentimiento.
Nada quedaba fuera de los nombres,
las plantas se nombraban una a una,
los pájaros, el fruto de los árboles,
el nombre conseguido de los nombres.
Supe entonces que todo era ya mío,
que nada se escapaba a la palabra,
era entonces mi mundo
de luz y de esperanza. | 45 | 19 |
Cuando a su nido vuela el ave pasajera
A quien amparo disteis, abrigo y amistad
Es justo que os dirija su cántiga postrera,
Antes que triste deje, vuestra natal ciudad. | 35 | 4 |
¿Qué es lo contrario a morir?
¡Vivir!
Y vivir, ¿qué es en su esencia?
¡Conciencia!
Y ésta en sí, ¿cómo se escribe?
¡Ser libre!
Si lo que aquí se transcribe
en todo lleva razón
es mejor, en conclusión,
vivir, en conciencia, libre. | 24 | 13 |
En un vaciado de escayola suave
como lava en Pompeya, así los cuerpos
entierra la Memoria. Queda claro
e intocado el fulgor como el de un vino
ritual. Consagraciones de las pieles
a la escayola negra de la noche. | 37 | 6 |
Uniforme, monótono y cansado
es sin duda este mundo en que vivimos.
En Oriente de rayos coronado,
el sol que vemos hoy, ayer le vimos.
De flores vuelve a engalanarse el prado,
vuelve el otoño pródigo en racimos,
y tras los hielos del invierno frío,
coronado de espigas el estío. | 22 | 8 |
Pues que el mundo es opiniones,
Amigos, adivinad
¿Cuál es la que tantos dones
Heredó en su mocedad?
Que yo ya en fin de razones
Non pensando malestad,
Siempre la obedeceré. | 34 | 7 |
"Recuerde el alma dormida"
dice don Jorge Manrique;
y muéstrese muy sentida
de cosa tan atrevida,
por que más no se platique.
Garci Sánchez respondió:
"¡Quién me otorgase, señora,
vida y seso en esta hora
para entrar en campo yo
con gente tan pecadora!" | 6 | 10 |
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras? | 39 | 6 |
Ante mi vista se aparece Filis;
en mis oídos su lamento suena;
todo me llena de terror, y al suelo
tímido caigo. | 17 | 4 |
Calma a los Dioses pide el afligido
Nauta del Egeo, cuando negra nube
la luna esconde y que segura estrella
que nunca marca el rumbo. | 15 | 4 |
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste? | 19 | 5 |
De aquella muda y pálida
mujer me acuerdo y digo:
¡oh qué amor tan callado el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo! | 40 | 4 |
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte. | 35 | 4 |
Pues no alcanzo a contemplaros,
Madre de Dios glorïosa,
escusado es alabaros;
pero quiero suplicaros
que me digáis una cosa,
que aquí se debe encerrar,
algún misterio profundo:
¿cómo quesiste morar,
siendo Señora del mundo,
en tan áspero lugar? | 6 | 10 |
Dió juicio a cierta loca,
i Raro portento!,
y el marido decía:
¿Si será cierto?
¡Mi mujer cuerda!
i Mi mujer buena, padre,
Mi mujer buena! | 31 | 7 |
Yo, como estaba solo, sin tener compañía,
codiciaba la que otro para sí mantenía:
eché el ojo a una dama, no santa; yo sentía
y cruciaba por ella, que de otro era baldía. | 8 | 4 |
Sola entre lirios
la niña oye el rugido
de los leones. | 18 | 3 |
De su mirada largamente verde
la luz caía como un agua seca
en transparentes y profundos círculos
de fresca fuerza. | 17 | 4 |
Gran ofensa os tengo hecha
hasta aquí en haber hablado,
pues en cosa os he enojado
que tan poco me aprovecha.
Derramaré desde aquí
mis lágrimas no hablando,
porque quien muere callando
tiene quien hable por sí. | 4 | 8 |
Como riqueza soñada
que despierta el soñador,
y al hallarse sin nada
toda la gloria pasada
se le trastorna en dolor;
así son, mundo, a mi ver,
como soñado placer,
pues luego se ha de volver
en ansia muy dolorida. | 20 | 9 |
Un clérigo. Empiece el canto.
El doctor. ¡Cesó el sufrir!
El padre. ¡Me ahoga el llanto!
La madre. ¡Quiero morir! | 9 | 4 |
Esa luna que nada en lo caliente
de los besos que arrastran la lujuria,
en tu mar, con tus olas y tu furia.
Nuestras piernas unidas por un puente
donde llega el placer a la centuria. | 25 | 5 |
¿Qué quieres tú que yo tenga?
Que te busco y no te encuentro;
me ajoga la pena negra. | 41 | 3 |
Aunque vaya descalza
Santa Teresa
pues hoy sale de gala
lleve chamberga:
su afecto
viste color de fuego
su esposo
le guarnece con oro
por armas
le da Elías su espada. | 1 | 10 |
Con el ritmo que vuelan las estrellas
acordaba su ritmo la resaca,
y peregrina en las doradas huellas
fue sobre el mar una nocturna vaca. | 35 | 4 |
Empezó refiriendo que en el campo,
Do los Infantes perecido habían,
Quedó bañado en sangre, moribundo.
Destrozado el arnés, lleno de heridas.
De que mostró las hondas cicatrices.
Recordó, que llevado á una alquería,
Encontró grato auxilio; y que curado,
Tornó sin detenerse acia Castilla,
Donde sabiendo la prisión de Lara,
A Lerma fué, juzgando que podría
Verle y hablarle; mas que vanas fueron
Todas sus diferentes tentativas.
Con lo que despachado, fuese á Búrgos
Para implorar del conde la justicia;
Y allí en prisión estrecha le encerraron.
De que logró fugarse á pocos dias,
Huyéndose á León, porqué esperaba
Tal vez hallar la protección anligua;
Pero hecho monje Alfonso, y la corona
Por el audaz Ordeño pretendida,
Encontró el reino aquel mísera presa
De discordias y guerras intestinas.
Y pasó al de Navarra, en cuya corte
El indolente y sin valor García
Sus ruegos desoyó. Buscó en la Francia
Amparo y protección: pero fatiga
Inútil fué, porqué su rey huyendo
Del conde de Paris, y de la altiva
Ambición de los duques de Borgoña,
Allende el mar en las britanas islas
Asilo y vengador buscó, llevando
Sus tesoros consigo y su familiar
Dijo Ñuño, que entónces ir á Boma
Determinó, por ver si lograría
La protección del jefe de la Iglesia
Para el señor de Lara; y como había
Visto al paso en Milán la ceremonia
Con que de hierro la corona antigua
Tomó el conde de Arles, cual rey de Italia,
Befirió largamente, (lo enemiga
Que fué la suerte injusta demostrando
A todas sus honradas tentativas,
Y cómo inexorables las estrellas
En contrariar su plan se complacían)
Que llegó á Roma en el fatal momento,
En que el décimo Juan, por la perfidia
De Marozzia, de Güido de Toscana
Esposa, si del padre concubina.
Cayó al golpe traidor de daga infame
Por sacrilegas manos esgrimida,
Dejando yermo el solio pontificio
Y despierta la cólera divina.
Prosiguió Ñuño, que cansado entónces
De mirar tan sin fruto sus fatigas,
Y despechado de encontrar do quiera
En el orbe cristiano alevosías,
Guerras, ferocidad, asesinatos,
Perjurios, parricidios y ruina,
Resolvió abandonar por siempre á Europa,
Y dirigirse á los remotos climas,
El gran sepulcro á visitar de Cristo,
Y los lugares do nació la vida :
Ruscando luego paz en los desiertos,
Entre los penitentes cenobitas.
En tal resolución sus culpas todas
Con un prelado de virtud eximia
Humilde confesó, y en griega nave
Zarpó de Anoona con el rumbo á Siria.
Pero aun no satisfecha la Fortuna
Ni las estrellas ver logró propicias:
Del Adriático mar las bravas olas
De invierno duro las tenantes iras
Le opusieron constantes ; y en el punto
En que calmado el tiempo, de Gorcira
Saludaba los montes, fué cautivo
De una armada galera berberisca ;
Y á Malta conducido, donde esclavo
De sarracenos, que de aquellas islas
Eran dominadores, largo tiempo
Arrastró hierros y apuró desdichas. | 29 | 81 |
Llega el silencio, se mueve
bajo la piel, ¡qué tristeza!
La vida es una promesa
que tiene filo de nieve.
El luto se asusta y llueve
sobre los siglos; la edad
se pulveriza, equidad:
soplo de barro confeso
en una paz sin regreso
se aburre la soledad. | 14 | 10 |
El dulce anhelo del amor que aguarda,
tal vez inquieto y con mortal recelo;
la fortuna bella que cruzó gallarda,
allá en la noche, entre el medroso velo.
La ansiada cita que en llegar se tarda
al impaciente y amoroso anhelo,
la mujer y la voz de su dulzura,
que inspira al alma celestial ternura; | 22 | 8 |
Antes que tú me moriré: escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal. | 40 | 4 |
Quien buscare unaboda
Con mayorazgo,
Eche el ojo a una vieja ;
y échela el gancho ;
Mas vaya alerta, .
Que hay dotes que se dicen
y no se cuentan.. . | 31 | 7 |
En un pastoral albergue
que la guerra entre unos robles
lo dejó por escondido
o lo perdonó por pobre. | 0 | 4 |
Oja, oja los ganados
y a la burra con los perros,
¡cuáles andan por los cerros
perdidos, descarriados!
Por los sanctos te prometo
que este daño baltrueto
(que nol medre Dios las cejas)
ha dexado las ovejas
por holgar tras cada seto. | 20 | 9 |
Yo moriré tan ufano
si tu merced lo consiente,
que sentiré solamente
no auer muerto más temprano | 27 | 4 |
Irá el pálido mendigo
En pos del rico avariento
Acusador y testigo,
Demandando pan y abrigo
De su alcázar opulento. | 26 | 5 |
El santo amor, castísimos amores;
la dulce paz, su quïetud sabrosa;
la guerra amarga, todos sus rigores. | 43 | 3 |
Al adverso de Faetón
por lo más alto del cielo
veía facer su vuelo
con estensa operación;
acatando en Escurpión
su lucífera corona,
discurriendo por la zona,
a la parte de Aquilón. | 23 | 8 |
Doña Lambra con fantasía
grandes tablados armara.
Allí salió un caballero
de los de Córdoba la llana,
caballero en un caballo
y en su mano una vara;
arremete su caballo;
al tablado la tirara,
diciendo: Amad, señoras,
cada cual como es amada,
que más vale un caballero
de los de Córdoba la llana,
más vale que cuatro o cinco
de los de la flor de Lara.
Doña Lambra que lo oyera
de ello mucho se holgara.
Oídolo había el ayo
que a los infantes criaba;
de allí se había salido,
triste se fué a su posada;
halló que estaban jugando
los infantes a las tablas,
sino era el menor de ellos,
Gonzalo González se llama;
recostado lo halló
de pechos en una baranda.
¿Cómo venís triste, amo?
Decí: ¿quién os enojara?
Tanto le rogó Gonzalo
que el ayo se lo contara.
Mas mucho os ruego, mi hijo,
que no salgáis a la plaza.
No lo quiso hacer Gonzalo,
mas antes tomó una lanza;
caballero en su caballo
vase derecho a la plaza;
vido estar el tablado,
que nadie lo derribara;
enderezóse en la silla,
con él en el suelo daba;
desque lo hubo derribado,
de esta manera hablara:
Amad, amad, damas ruines,
cada cual como es amada,
que más vale un caballero
de los de la casa de Lara
que cuarenta ni cincuenta
de los de Córdoba la llana. | 28 | 48 |
En cambio ¡qué jubilosas,
qué frescas y qué elegantes
están las jóvenes rosas!
¡Qué indevotos sus amantes! | 9 | 4 |
Quedó Zaide en silencio, y en silencio
Trémulo, confundido, helado queda
También, cubierto de sudor, Mudarra,
Y con el alma de terror deshecha.
Mas al cabo repúsose, exclamando :
" Gracias, cielos, os doy de que la empresa
" Guardasteis para estreno al brazo mió
" De libertar de monstruo tal la tierra!!! "
Zaide !...Zaide !. .¿es posible que los hombres
" De tanta atrocidad capaces sean?...
" Mas decidme, decidme : ¿el noble Lara
Tornó á la vida?"—"Sí; y aun mejor fuera"
" Que no tornara, " respondióle Zaide;
Y prosiguió diciendo: Las tinieblas
"Reinaban de la noche, cuando el triste
" E n sí volvió, y atado con cadenas
Se halia en medio del campo, y en los hombros
De dos esclavos negros, que á gran priesa,
Cercado de una escolta silenciosa,
De los muros de Córdoba le alejan."
" Mas no estaban del todo sus sentidos
Despiertos, ni expeditas sus potencias;
Y en desorden su mísero cerebro,
Ya de impresión ninguna capaz era."
u Nada pregunta , nadie le bace caso;
Llévanle cual vil fardo j y triste presa
Del mental desarreglo, ni aun memoria
De lo que acaba de pasar, conserva."
" Unas veces tomaba el alimento,
Otras lo rechazaba con violencia
Ya prorumpe en horrendos alaridos,
Ya insensible cadáver ni aun alienta."
" Al confín castellano á pocos dias
Así llegó, y al punto de él se entregan
Armígeros dispuestos de antemano,
Que también mudos y con gran presteza,"
" A un lejano castillo le conducen.
Dominio de Velázquez, y le encierran
En solitaria torre, al mismo tiempo
Que por traidor en Burgos le condenan
Veinte crudos inviernos han cercado
De nieves, lluvias, tempestades, nieblas
La prisión, donde gime el noble Lara,
Y aguarda al vengador de su inocencia."—
Y qué ! gritó Mudarra : en los cristianos
No hay honra, no hay valor, no hay quien emprenda
De tan esclarecido caballero,
Ya que no la venganza, la defensa? "
" Yo volaré á Castilla, y lanza a lanza,
A Velázquez, al conde, á cuantos sean
De tanto crimen y crueldad culpables,
Combatiré cual bueno Tal empresa,"
" A que el honor y la virtud me llaman,
" El cielo mismo acometer me ordena.
" Sí, volaré á vengar al noble anciano"....
No pudo proseguir, porqué le estrecha
Entre los brazos Zaide, que mil besos
Le imprime en la mejilla, se la riega
Con llanto copiosísimo, y le dice :
" Tal es tu obligación, cumple con ella."
" Hijo eres tú del desdichado Lara.
"Que de ti solo su remedio espera."
" Yo su hijo?...granDios!...Zaide!"el mancebo
Exclama absorto, helado, y manifiesta
Tan grande agitación, que mas no puede
Su labio articular; y calla, y tiembla.
Respóndele el aciano :"Sí, hijo suyo,
<Y de Zahira."— A nombre tal se llena
La medida del pecho de Mudarra,
Casi pierde el sentido, y dice apenas :
"Mi leal corazón ya lo sabía—
" Madre!.. .ay de mí infelice!.. .madre tierna!"..
Que destino cruel tan dulce nombre,
"Entre tus brazos le negó á mi lengua?
Su voz ahogóse en lágrimas; y Zaide,
Repuesto, prosiguió de esta manera. | 29 | 77 |
Ahora que los dones
no cuestan nada,
le he puesto yo a mi burra
doña Mariana | 30 | 4 |
No yores, que es tontería;
nunca pasé yo una pena
mientras mi mare bibía. | 41 | 3 |
Esfuerza, opón el pecho,
mas ¿cómo será parte un afligido
que va, el leño deshecho,
de flaca tabla asido,
contra un abismo inmenso embravecido? | 19 | 5 |
la sombra de una haya
estava el moro Galvar
mirando el castillo fuerte
do vio Morïana estar.
El yelmo tiene quitado
por poder mejor mirar,
de rienda tiene el caballo,
que no lo quiere soltar,
con la mano en la mejilla
no cesando de llorar;
cuando con solloços tristes,
entre llanto y sospirar,
començo el moro quejando
desta manera a hablar:
Morïana, Morïana,
principio y fin de mi mal,
¿cómo es posible, señora,
no doler te mi penar?
Ay lastimera memoria!
¡Ay rabioso recordar!
¿Qués de los sabrosos días?
¿Qués del dulce conversar?
¿Qué s de los blandos regalos
con que me solías tratar,
cuando en aquel mi castillo
un tiempo te vi yo estar;
cuando por entretenerme
comigo solias jugar,
cuando ganaba perdiendo,
porquera el perder ganar,
cuando meresçía ganando
tus bellas manos besar?
Si esto no fue amor, señora,
¿cómo se podrá llamar?
si fue amor, Moriana,
¿cómo se pudo olvidar?
¿Cómo se mudó tan presto
tanto bien en tanto mal?
Quien tal alta suerte pierde,
¿qué le queda en quesperar?
Quien vive sin sperança,
mejor le es desperar.
Cuando aquesto dijo el moro
con angustia y gran pesar,
puesto el yelmo en su cabeça,
apriesa fue a cabalgar,
buscando medio en la muerte,
que otro no tiene su mal. | 28 | 48 |
No temas que mis ojos
con su llanto sincero
injurien una muerte
digna de envidia, más que de lamento. | 13 | 4 |
Cabalga Diego Laínez
al buen rey besar la mano,
consigo se los llevaba
los trescientos hijosdalgos;
entre ellos iba Rodrigo,
el soberbio castellano.
Todos cabalgan a muía,
sólo Rodrigo a caballo;
todos visten oro y seda,
Rodrigo va bien armado.
Andando por los caminos
unos con otros hablando,
allegados son a Burgos,
con el rey se han encontrado.
Los que vienen con el rey
entre sí van razonando;
unos lo dicen de quedo,
otros lo van pregonando:
Aquí viene, entre esta gente
quien mató al conde Lozano.
Como lo oyera Rodrigo
en hito los ha mirado;
con alta y soberbia voz
de esta manera ha hablado:
Si hay alguno entre vosotros
su pariente o adeudado
que le pese de su muerte,
pase luego a demandallo;
yo se lo defenderé,
sea a pie, sea a caballo.
Todos responden a una:
Demándelo su pecado.
Todos se apearon juntos
para al rey besar la mano;
Rodrigo se quedó solo
encima de su caballo.
Entonces habló su padre;
bien oiréis lo que ha hablado:
Apeaos vos, mi hijo,
besaréis al rey la mano,
porque él es vuestro señor,
vos, hijo, sois su vasallo.
Desque Rodrigo esto oyó,
sintióse más agraviado:
Si otro me lo dijera,
ya me lo hubiera pagado;
mas por mandarlo vos, padre,
yo lo haré de buen grado.
Ya se apeaba Rodrigo
para al rey besar la mano;
al hincar de la rodilla,
el estoque se ha arrancado.
Espantóse de esto el rey
y dijo como turbado:
Quítate, Rodrigo, allá;
quítateme allá, diablo,
que tienes el gesto de hombre
y los hechos de león bravo.
Como Rodrigo esto oyó,
apriesa pide el caballo:
Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre,
me tengo por afrentado.
En diciendo estas palabras,
salido se ha del palacio;
consigo se los tornaba
los trescientos hijosdalgos
Si bien vinieron vestidos,
volvieron mejor armados,
y si vinieron en muías,
todos vuelven en caballos. | 28 | 73 |
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo. | 44 | 3 |
Al caer asustada
del ruido grande
hijo de mis entrañas
dijo su madre.
Suspiro
que palpó los sentidos
de cuantos
le estaban escuchando
diciendo
malogrado mancebo. | 1 | 11 |
Oye a un pastor desdichado,
tan enemigo de sí
cuanto en perderse por ti
se halla bien empleado;
vuelve tus sordos oídos,
ablanda tu condición,
y pon ya ese corazón
en manos de los sentidos. | 4 | 8 |
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas! | 10 | 4 |
¿Qué se hizo el Rey Don Juan?
Los Infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
que trajeron? | 39 | 6 |
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela. | 42 | 3 |
¿Soy, me pregunto
(¿Es agua el agua sucia?)
soy cuando injurio? | 18 | 3 |
Verdadera relación
hirió las orejas mías
que en vuestros ancianos días
oyó Dios la petición
de vos y de Zacarías,
y en fin os ha consolado
con el fruto deseado,
otorgado en senectud,
que os ha sido en juventud
no sin misterio negado. | 6 | 10 |
Mi fe de niño ¿do está?
me hace falta, la deseo:
batió las alas y creo
que ya nunca volverá;
porque la fe que se va
del fondo del corazón
tiene origen y mansión
en lo profundo del cielo,
y cuando levanta el vuelo
jamás torna a su prisión. | 14 | 10 |
¡Una mujer! Deslízase en el cielo
allá en la noche desprendida estrella.
Si aroma el aire recogió en el suelo,
es el aroma que le presta ella,
blanca es la nube que en callado vuelo
cruza la esfera, y con su planta huella,
y en la tarde la mar olas la ofrece
de playa y de zafir donde se mece. | 22 | 8 |
de púrpura y de nieve
florida, la cabeza coronado,
y dulces pastos mueve,
sin honda ni cayado,
el Buen Pastor en ti su hato amado. | 19 | 5 |
Esto os doy, aunque veo
que es aqua en ruda mano.
El don es pobre y llano;
alto y rico el deseo.
Cisne de amor parezco;
la voz postrera a vuestro nombre ofrezco. | 38 | 6 |
¡Ábrete toda como una dulce fruta,
llena de rizos al pino de tu palma,
pon, africana, sobre mi amarga ruta,
la sombra fresca del pozo de tu alma! | 35 | 4 |
¡Ciego de luz de aurora
Que en su rueca de plata
Hila Nuestra Señora! | 42 | 3 |
por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire.
¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire, | 7 | 2 |
Y los imperios pasaron,
Cual una imagen ligera
En el sueño;
De Cosroes se allanaron
Las alcázares, do era
De Asia dueño. | 16 | 6 |
De los nudos, con esto, más süaves,
los dulces dos amantes desatados,
por duras guijas, por espinas graves
solicitan el mar con pies alados;
tal, redimiendo de importunas aves
incauto meseguero sus sembrados,
de liebres dirimió copia, así, amiga,
que vario sexo unió y un surco abriga. | 22 | 8 |
¡Y el juez también en su lecho
Duerme en paz! ¡y su dinero
El verdugo, placentero,
Entre sueños cuenta ya!
Tan solo rompe el silencio
En la sangrienta plazuela
El hombre del mal que vela
Un cadalso a levantar. | 23 | 8 |
Desátenme ya tus rayos,
que yo los perdonaré.
Viva mi fe.
Sepulcro el mar a su vuelo,
si no a Lícidas, le dé.
Viviré como desdichado,
viviré,
moriré. | 21 | 8 |