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411
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de gloria y que pasaron Pirineos y Andes;
por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes; | 7 | 2 |
Vi la Circe tan cruel que me persigue,
de las hojas y flor de mi esperanza,
antes de tiempo y sin razón cortadas,
hacer encantos duros. | 15 | 4 |
Tu crítica majadera
de los versos que escribí
Pedancio, poco me altera.
Más pesadumbre tuviera
si te gustaran a ti. | 26 | 5 |
Irene no conoce todavía
la palabra resaca.
Descentrada
con el raro bullicio de la gente
que hubo anoche en la casa,
duerme poco, penetra
ese olvido absoluto al que recurro
en mañanas difíciles,
salta por los barrotes
de su horario, se anuncia
con un grito de selva inexplorada,
corre por el pasillo hasta la cama,
de mi pelo se cuelga, con mi espalda fabrica
una pista de baile,
insiste repartida, telefónica,
parece que se escapa por fin, pero regresa
con urgencia de liebre despiadada.
Irene no conoce todavía
la palabra resaca.
Están así las cosas...
Es la primera vez
que la ira no afecta al importuno.
Juro que no repetiré, sé que no debo
acostarme tan tarde, tan borracho,
bajo un sol que ya tenga
mala cara de sueño y aspirina. | 45 | 26 |
Yo sólo, que nací para tormentos,
estoy en todos estos elementos : | 7 | 2 |
En un campo de rosas
Tendrás tu cena mística
Al final del camino:
Pan sin acedo y vino
De la viña eucarística.
¡Y en las palmas llagadas
Habrá una rosa mística! | 34 | 7 |
Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido. | 40 | 4 |
Allá se aluenga el mar, allá se avengan
los mal regidos súbditos del fiero
Eolo con soberbios navegantes,
que su furor desprecian. | 15 | 4 |
Soleá del alma mía,
tanto te quiero e noche
como te quiero e día. | 41 | 3 |
Parece como las flores
en el tiempo del estío,
a quien fallece rocío
y fatigan las calores:
perdió todos sus valores,
perdiendo vuestra presencia,
cuya imagen y prudencia
vence buenas y mejores. | 3 | 9 |
Y al punto dese por muerto
si el alcalde lo bolea,
pues ay nomás se le apea
con una felpa de palos ,
y después dicen que es malo
el gaucho si los pelea. | 39 | 6 |
Si le envías recados, sea tu embajadora
una parienta tuya; no sea servidora
de tu dama y así no te será traidora:
todo aquel que mal casa, después su mal deplora. | 8 | 4 |
De cómo debilitas a todos y los dañas
muchos libros se han hecho; de cómo los engañas
con tus muchas zalemas y con tus malas mañas;
siempre vences al fuerte; se cuenta en tus hazañas.” | 8 | 4 |
La causa de sus enojos
muy claro allí la mostraba;
si lágrimas derramaba
pregúntenlo a aquellos ojos
con que a Sireno mataba.
Si su amor era sin par
su calor no lo encubría,
y si la ausencia temía
pregúntenlo a este cantar,
que con lágrimas decía: | 6 | 10 |
Al bello resplandor de vuestros ojos
mi pecho abrasó Amor en dulce llama
y desató el rigor de fría nieve,
que entorpecía el juego de mi alma,
y en los estrechos lazos de oro y hebras
sentí preso y sujeto al yugo el cuello. | 37 | 7 |
Maresita mía,
¡qué güena gitana!
De un peasito e pan que tenía
la mitá me daba. | 32 | 4 |
A veces despoja
de choza y apero
al mayor cabrero;
y a quien se le antoja,
la cabra más coja
parió dos cabritos.
Cuando pitos, flautas,
cuando flautas, pitos. | 21 | 8 |
Abujitas y arfileres
le clabaran a mi nobia
cuando la yamo y no biene. | 41 | 3 |
Grandes guerras se publican
en la tierra y en el mar
y al conde Sol le nombraron
por capitán general.
La condesa, como es niña,
no hacía sino llorar:
acaban de ser casados
y se tienen que apartar.
i Cuántos días, cuántos meses,
piensas estar por allá?
Deja los meses, condesa,
por años debes contar;
si a los tres años no vuelvo,
viuda te puedes llamar.
Pasan los tres y los cuatro,
pasan seis y pasan más,
y el conde Sol no volvía,
ni nuevas suyas fué a dar;
ojos de la condesita
no dejaban de llorar.
Un día estando a la mesa,
su padre la empieza a hablar:
Deja el llanto, condesita,
nueva vida tomarás;
condes y duques te piden,
te debes, hija, casar.
Carta en mi corazón tengo
de que el conde vivo está;
no lo quiera Dios del cielo
que yo me vuelva a casar.
Dadme licencia, mi padre,
para salirle a encontrar.
La licencia tienes, hija,
mi bendición además.
Se retiró a su aposento,
llora que te llorarás;
se quitó medias de seda,
de lana las fué a calzar;
dejó zapatos de raso,
los puso de cordobán,
un brial de seda verde
que valía una ciudad,
y encima del brial puso
un hábito de sayal.
Esportilla de romera
sobre el hombro se echó atrás,
cogió el bordón en la mano
y se fué a peregrinar.
Anduvo siete reinados,
morería y cristiandad;
anduvo por mar y tierra,
no pudo al conde encontrar.
Cansada va la romera
que ya no puede andar más;
subió a un puerto, miró a un valle,
un castillo vio asomar.
Si aquel castillo es de moros,
allí me cautivarán;
mas si es de buenos cristianos,
ellos me han de remediar.
Y bajando unos pinares,
gran vacada fué a encontrar.
Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
que me niegues la mentira
y me digas la verdad:
¿de quién llevas tantas vacas
de un mismo hierro y señal?
Del conde Sol son, señora,
que en aquel castillo está.
Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
si es el conde Sol tu amo,
más te quiero preguntar:
¿cómo vive por acá?
De la guerra llegó rico,
mañana se va a casar;
ya están muertas las gallinas,
ya están amasando el pan;
muchas gentes convidadas
de lejos llegando van.
Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
por el camino más corto
me has de encaminar allá.
Jornada de todo un día
en medio la hubo de andar;
llegado ha frente al castillo,
al conde Sol fué a encontrar,
y arriba vio estar la novia
en un alto ventanal.
Dame limosna, buen conde,
por Dios y su caridad.
¡Oh qué ojos de romera,
en mi vida los vi tal!
Sí los habrás visto, conde,
si en Sevilla estado has.
¿La romera es de Sevilla?
¿ qué se cuenta por allá ?
Del conde Sol, mi señor,
poco bien y mucho mal.
Echó la mano al bolsillo,
un real de plata le da.
Para tan grande señor
poca limosna es un real.
Pues pida la romerica,
que lo que pida tendrá.
Yo pido ese anillo de oro
que en tu dedo chico está.
Abrióse de arriba abajo
el hábito de sayal.
¿No me conoces, buen conde?
Mira si conocerás
el brial de seda verde
que me diste al desposar.
Al mirarla en aquel traje,
cayóse el conde hacia atrás;
ni con agua ni con vino
no le pueden recordar,
si no es con palabras dulces
que la romera le da.
La novia bajó llorando,
al ver al conde mortal,
y abrazado a la romera
se lo ha venido a encontrar.
Malas mañas sacas, conde,
no las podrás olvidar,
que en viendo una nueva moza,
luego la vas a abrazar.
Malhaya la romerica,
quién te trajo por acá.
No la maldiga ninguno
que es mi mujer natural,
con ella vuelvo a mi tierra;
adiós, señores, quedad;
que los amores primeros
son muy malos de olvidar.
Quédese con Dios, la novia,
vestidica y sin casar,
que quien de lo ajeno viste
desnudo suele quedar. | 28 | 141 |
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda! | 0 | 4 |
Todas envidian tu brío,
y en tus galas, siempre iguales,
aprenden cuidados todas
de los descuidos que traes.
Pareces la primavera,
que las flores y las aves
todas despiertan a verte
y al sol de tus ojos salen. | 21 | 8 |
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis. | 27 | 4 |
En Santa Águeda de Burgos,
do juran los hijosdalgo,
allí toma juramento
el Cid al rey castellano.
Villanos te maten, Alonso:
villanos, que no hidalgos;
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos;
caballeros vayan en yeguas,
en yeguas, que no en caballos;
las riendas traigan de cuerda
y no con frenos dorados,
abarcas traigan calzadas
y no zapatos con lazo,
las piernas traigan desnudas,
no calzas de fino paño ;
traigan capas aguaderas,
no capuces ni tabardos,
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados.
Mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados.
Mátente por las aradas,
no por caminos hollados;
sáquente el corazón
por el derecho costado,
si no dices la verdad
de lo que te es preguntado:
si tú fuiste o consentiste
en la muerte de tu hermano.
Allí respondió el buen rey,
bien oiréis lo que ha hablado:
Mucho me aprietas, Rodrigo;
Rodrigo, mal me has tratado;
mas hoy me tomas la jura
eras me besarás la mano.
Allí respondió el buen Cid
como hombre muy enojado:
Aqueso será, buen rey,
como fuer galardonado,
que allá en las otras tierras
dan sueldo a los hijosdalgo.
Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.
Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado;
vete, no mentres en ellas
hasta un año pasado.
Que me place, dijo el Cid;
que me place de buen grado
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.
Ya se partía el buen Cid
de Bivar esos palacios;
las puertas deja cerradas,
los alamudes echados,
las cadenas deja llenas
de podencos y de galgos;
con él lleva sus halcones,
los pollos y los mudados;
con él van cien caballeros,
todos eran hijos de algo;
los unos iban a muía
y los otros a caballo;
por una ribera arriba
al Cid van acompañando,
acompañándolo iban
mientras él iba cazando. | 28 | 74 |
Otros te siguen, engañosa gloria,
que allá en sus pueblos son pozos de ciencia,
que creyéndose dignos de la historia,
varones de gobierno y experiencia,
ansiosos de alcanzar alta memoria
o abusos corregir con su elocuencia,
diputados al fin se hacen nombrar
tontos de buena fe para callar. | 22 | 8 |
Aquí mil nobles, rendidos
A mis pies, nombre me dieron
De su Príncipe, y sirvieron
Galas, joyas y vestidos.
La calma de mis sentidos
Tú, trocaste en alegría.
Diciendo la dicha mía.
Que, aunque estoy desta manera,
Príncipe en Polonia era.
Buenas albricias tendría. | 14 | 10 |
ven, y movida a mi ardoroso llanto,
envuelve y llena en tu tiniebla fría
el malicioso resplandor del día,
testigo y causador de mi quebranto. | 10 | 4 |
Ambos a dos se abrazaron;
y esta fue la vez primera,
y pienso fue la postrera,
porque los tiempos mudaron
el amor de otra manera.
Y aunque a Diana le dio
pena rabiosa y mortal
la ausencia de su zagal,
en ella misma halló
el remedio de su mal.» | 6 | 10 |
Enloquecidos trae a muchos tu saber;
les estorbas el sueño, el comer y el beber,
haces a muchos hombres a tanto se atrever
por ti, que cuerpo y alma llegarán a perder. | 8 | 4 |
¿Es tu palabra de fe? .
Te la daré. .
A mí nadie me creyó. .
Yo. .
¿Cómo debo comer eso?
Con queso. .
Pues por ser conmigo obseso,
si tú me engañaste a mí,
mi reto no es baladí:
¡Te la daré yo con queso! | 24 | 11 |
Es cuestión de palabras, y no obstante,
ni tú ni yo jamás,
después de lo pasado, convendremos
en quién la culpa está. | 40 | 4 |
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía. | 9 | 4 |
Con sus palomas Venus sube al cielo,
pide a Mercurio, a Júpiter; y a Nido
le ruega que corriendo el mundo a vuelo
el destierro de Psique sea sabido.
Él la pregona, y dice en su libelo
que la hermosa Venus ha ofrescido
siete besos a aquel que se la entregue
y la muerte a cualquier que se la niegue. | 21 | 9 |
No crio naturaleza
ni Reyes ni Emperadores
En la baja redondeza,
Ni donas dignas de honores,
Poetas ni sabidores,
Que no vi ser aguardantes
Aquellos estos dos ilustrantes,
Dios y deesa de amores. | 3 | 8 |
Tened aqueste conçepto,
amadores, vos supplico,
Cón quien riñen en público
fasen la pas en secreto;
dissimulan el entender,
denuestan lo que desean,
fingen de enoio plaser,
lo que quieren non querer
y dubdar quando más crean. | 20 | 9 |
Ninfa, de Doris hija, la más bella
adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
el terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
lucientes ojos de su blanca pluma;
si roca de cristal no es de Neptuno,
pavón de Venus es, cisne de Juno. | 22 | 8 |
Consuelo de los que afligen
Virgen.
¿Qué nombre mejor te cuadre?
Madre
Por castellana y risueña
Alcarreña.
Si Brihuega nos enseña
a tener amores fijos,
¡Cuenta con todos tus hijos!
Virgen, Madre y Alcarreña. | 24 | 10 |
La pastora a esta sazón
respondió con gran dolor:
"Para dejarme, pastor,
¿cómo has hallado razón,
pues que no la hay en amor?
Mala señal es hallarse,
pues vemos por experiencia
que aquel que sabe en presencia
dar disculpa de ausentarse,
sabrá sufrir el ausencia. | 6 | 10 |
Con asombro de mirarte,
Con admiración de oirte.
Ni sé qué pueda decirte.
Ni qué pueda preguntarte:
Solo diré que á esta parte
Hoy el cielo me ha guiado
Para haberme consolado,
Si consuelo puede ser
Del que es desdichado, ver
Otro que es más desdichado. | 14 | 10 |
Mi cante no es tu canto,
qué más quisiera
que enronquecerme en coplas
cartageneras. | 30 | 4 |
La zozobra de alma enamorada,
la dulce vaguedad del sentimiento,
la esperanza de nubes rodeada,
de la memoria el dolorido acento,
los sueños de la mente arrebatada,
la fábrica del mundo y su portento,
sin regla ni compás canta mi lira.
¡Sólo mi ardiente corazón me inspira! | 22 | 8 |
Ya toda me entregué y dí,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado. | 9 | 4 |
De allí, volando al cielo, al gran Tonante
ruega, porque de amor obrar se siente,
que por mujer le dé a Psique, su amante.
Él lo besa y abraza dulcemente;
el águila de Júpiter volante
tiene en el pico el fuego fiero ardiente;
Mercurio, en el celeste territorio,
todos los dioses llama a consistorio. | 21 | 8 |
Porque quiere está de holgueta
el poeta.
La perdición del muchacho
borracho.
No come por falta de cobre
el pobre.
Aunque la razón me sobre
lo direis en nuestros días
que aquí tenéis a Matías
poeta, borracho y pobre. | 24 | 10 |
divisé seis personas religiosas,
al parecer de honroso y grave aspecto,
de luengas togas, limpias y pomposas. | 43 | 3 |
Al ocioso y muy amigo
de vivir sin trabajarlo
si lo hallás
no se le tarda el castigo
bien que sea el castigarlo
por demás. | 16 | 6 |
Mi gala en las pulperías
era en habiendo más gente,
ponerme medio caliente
pues cuando puntiao me encuentro
me salen coplas de adentro
como agua de la virtiente. | 39 | 6 |
Mira que mala es mi mare;
porque testoy manteniendo
me echa la ropa a la caye. | 41 | 3 |
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejonos harto consuelo
su memoria. | 39 | 6 |
Así Inés desesperaba
sin acabar de esperar,
y su tez se marchitaba,
y su llanto se secaba
para volver a brotar. | 26 | 5 |
Me perfilo. La espada.
Los dedos mojo.
Abanico y mirada.
Clavel y antojo. | 30 | 4 |
Y si él es Polifemo
para qué finge
que encerrar a los vientos
traza es de viles
Que cauto
se salió por un lado.
Llevaba
todo el cuerpo de lana
Y vea
como deja la cueva | 1 | 11 |
Rosita y mosquetas,
claveles y nardos,
en sus andares la mi compañera
los va derramando. | 32 | 4 |
Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina
Yo peces te traeré (entre crisantemos)
tan diminutos que los dos lloremos | 36 | 6 |
¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar. | 9 | 4 |
Esperanzas y deseo
son en tan gran división
que según la perfección
de tu gran bondad, yo creo,
aunque Dios te perdonase,
y la gente
no lo pudiese creer,
que tu merced no pecase,
solamente
por tu virtud mantener. | 12 | 10 |
Turbando la quietud de los espacios,
de la Luna a los fúlgidos destellos,
como de un cofre azul joyas brillantes,
surgen de pronto del marino seno
ejércitos de oceánidas hermosas
de garzos ojos y rosados cuerpos
que, con ramos de algas en las manos
y perlas en los húmedos cabellos
color de oro verdoso, quieren todas
subir a consolar a Prometeo
hasta el alto peñón, donde el heroico
titán por levantarse hizo un esfuerzo
y al mirarlas, después de oír sus cantos,
así les dijo con viril acento. | 29 | 14 |
Lo que esta mi trova reza
no fue, señora, escusado,
pues sirve de haber mostrado
a do llega mi simpleza.
Ya no dejará de ser
invención de alguna cosa,
pues os será nueva glosa
de mi poquito saber. | 4 | 8 |
Reina de Pafos y de amores madre.
Tú que a las almas llenas de placeres,
¿Por qué no quieres que Dalmiro triunfe?
Mándalo, Venus. | 17 | 4 |
Ya por el leñador pasa grosero,
sin que a cargar le ayuda, aunque lo pida.
En tanto ya de Estigie al lago fiero
llegó, y en la gran barca es ya metida.
Del pasaje a Carón paga un dinero,
y otro guarda, que pague a la salida.
Ves el viejo que ruega y la conjura
que lo embarque, mas Psique no se cura | 21 | 8 |
para traer la Eurídice dormida
hasta la superficie de la vida. | 7 | 2 |
en sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste;
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste. | 19 | 5 |
Este Pensil tranquilo
nunca se ciega
blandos céfiros siempre
le lisonjean.
El Cierzo
causa su desconcierto
y el Noto
fiero atruena en sus cotos
Abrego
mete ruido en su pecho. | 1 | 11 |
¿Mudanzas e ingratitudes,
son el merecido premio
de dolores tan crueles
y de tan duros tormentos?
¿En nada, perjura, en nada
estimas el juramento
que de ser mía me hiciste
en el valle de tu pueblo?
Decías: querido amigo,
juro por los altos cielos
de ser tuya hasta que muera,
sin conocer otro dueño. | 28 | 13 |
Sire de ojos azules, gracias: por los laureles
de cien bravos vestidos de honor; por los claveles | 7 | 2 |
¿A quién daré mis rimas
y amorosos cuidados,
de aquella luz traslados,
de aquella esfinge enigmas?
¿A quién mis escarmientos?
¿A quién mis castigados pensamientos? | 38 | 6 |
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto. | 19 | 5 |
Mas tengo gran confianza
en el que esta devoción
me puso en el corazón,
que cumplirá mi esperanza
y mi final intención;
y mi seso determina
de cavar en esta hoya,
confiando que, aunque indina,
verán mis ojos ahína
esta riquísima joya. | 6 | 10 |
Con penas macuesto
con más malebanto;
la curpa la tiene mi compañerita,
por quererla tanto. | 32 | 4 |
Quiéreme como te quiero;
luego me berás morí
como Cristo en er maero. | 41 | 3 |
¡Cuántas noches, mi torre, no te he visto
a la unción de la Luna melancólica
despertar en mi pecho los recuerdos
de tras la vida! | 17 | 4 |
En aqueste raso suelo
a guardar tu hermosa cara
no basta sombrero o velo;
que estando al abierto cielo,
el sol morena te para.
No escuchas dulces concentos,
sino el espantoso estruendo,
con que los bravosos vientos
con soberbios movimientos
van las aguas revolviendo. | 6 | 10 |
un buscado imposible, una imposible hazaña,
una América oculta que hallar, vivirá España! | 7 | 2 |
De rubíes y diamantes
era la masonería,
y de gruesa perlería
las liseras circunstantes:
Esmeraldas rutilantes,
y zafires orientales
había tantos y tales,
que no bastan consonantes. | 3 | 8 |
«¡Santo Luque, yo te pido
que ruegues a Dios por mí;
y no pongas en olvido
de me dar vino de ti!» | 9 | 4 |
¿Quién a Morfeo echar osa?
¡Qué losa!
¿Quién destapa al frío mi mano?
¡Insano!
¿Quién me golpea con fragor?
¡Cuán dolor!
El ingrato despertador
que lucha con mi pereza
y lo hace con tal dureza
que se encumbra en vencedor. | 24 | 10 |
¡Bullir en el pensamiento
El bello ser de otro ser...
Y ese roedor tormento,
Que hemos bebido en el viento,
En la voz de una mujer! | 26 | 5 |
De flores matizadas se vista el verde prado,
retumbre el hueco de voces deleitosas,
olor tengan más fino las coloradas rosas,
floridos ramos mueva el viento sosegado.
El río apresurado
sus aguas acresciente,
y pues tan libre queda la fatigada gente
del congojoso llanto
moved, hermosas ninfas, regocijado canto. | 20 | 9 |
En derredor de tu frente
Leve soplo vuela apenas
Muy callado,
Y allí esparcido se siente
Dulce aroma de azucenas
Regalado, | 16 | 6 |
Mis alegrías nunca las sabrás, hermanita,
y mi dolor es ése, no te las puedo dar:
vinieron como pájaros a posarse en mi vida,
una palabra dura las haría volar. | 35 | 4 |
Al rico que a los pobres
los favorece,
no le falta socorro
cuando padece:
que en este mundo,
quien lo ageno pretende
de antes lo suyo. | 31 | 7 |
Llegó a mí triunfante: la vi, y la sorpresa
como un licor grato mi alma embargó...
¿Quién eres?... le dije: ¿Divina princesa?
¿Hermoso fantasma? Su boca de fresa
se abrió dulcemente y así musitó: | 25 | 5 |
Jubón negro acuchillado,
banda azul, lazo en la hombrera,
y sin pluma al diestro lado
el sombrero derribado
tocando con la gorguera. | 26 | 5 |
Éste se ata las espuelas
se sale el otro cantando,
uno busca un pellón blando,
éste un lazo, otro un rebenque,
y los pingos relinchando
los llaman desde el palenque. | 39 | 6 |
por el siniestro lado
cada qual era ferido
en el pecho, muy llagado,
de grand golpe dolorido;
por el cual fuego encendido
salía, que los quemaba;
presumid quien tal pasava
si debiera ser nacido. | 23 | 8 |
Una noche mi padre, siendo yo niño,
mirando que la pena me consumía,
con las frases que dicta sólo el cariño,
lanzó de mi destino la profecía,
una noche mi padre, siendo yo niño. | 25 | 5 |
Es tu queré como er biento,
y el mío como la piera,
que no tiene movimiento. | 41 | 3 |
Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.
No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras. | 21 | 8 |
Toíta la tierra
la andaré cien veces,
y volveré a andarla pasito a pasito,
hasta que la encuentre. | 32 | 4 |
¡Niño temido por los dioses y hombres!
¡Hijo de Venus! ¡Ciego de amor! ¡Tirano!
¿Con débil mano, vencedor del mundo!
¡Dulce Cupido! | 17 | 4 |
Que se pique e cangrena
la boca con que me riñes,
la mano con que me pegas. | 41 | 3 |
¡Que seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos y dañosos,
qué león! | 39 | 6 |
Yo del todo he ya perdido
saber, seso y discreción:
fuerza, sentido, razón
ya buscan otro partido.
Placer de quien favorido
era en aquella sazón
que vos vi, con tal canción
ya de mí se ha despedido: | 3 | 9 |
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. | 35 | 4 |
Sí, yo pequé. Señor, te lo confieso,
culpable tu castigo me revela,
mi vida sin sufrir ya no es mi vida,
más... ¿por qué sufro? | 17 | 4 |
Un pobre topo, el más mandria
y apocado, barre el coro.
¡Hoy va a cantar la calandria,
la calandria de voz de oro! | 9 | 4 |
Trozos de barro,
por la senda en penumbra,
saltan los sapos. | 18 | 3 |
Saliste de tu casa por venir a la mía,
cuando salir quisiste hiciste una folía:
piensas sin penitencia cumplir tal romería;
no te agradecerá esto Santa María.» | 8 | 4 |
Si me quitas la vida,
tú te lo pierdes
porque quedas entonces
sin alfileres;
porque el morirme
puede que me acomode
por verme libre. | 31 | 7 |
Y porque mejor sea de todos escuchado,
os hablaré por trovas y por cuento rimado,
es un decir hermoso y es arte sin pecado,
razón más placentera, hablar más delicado | 8 | 4 |
Después de todo,
para nada sirvió
que lo intentáramos. | 18 | 3 |