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411
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vino mi padre del solar de Vega:
así a los padres la nobleza exhorta.
Siguióle hasta Madrid, de celos ciega,
su amorosa mujer, porque él quería
una española Elena, entonces griega.
Hicieron amistades, y aquel día
fue piedra en mi primero fundamento
la paz de su amorosa fantasía. | 21 | 8 |
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal? | 4 | 8 |
La cual, según he sabido,
no fue hecha de madera
ofrecida como quiera,
sino de palo escogido,
plantado para lo que era;
que Adán, según supe yo,
en grave vejez venido,
en enfermedad cayó,
de la cual al fin murió
por escotar lo comido. | 6 | 10 |
Alí es el etíope bello;
negro hermoso, alto y fornido;
de ojo brillante, encendido,
y de encrespado cabello;
sobre la faz lleva el sello
de un vigor que no se doma;
según el rumbo que toma,
él es en su alma altanera
feroz como una pantera,
tierno como una paloma. | 14 | 10 |
Los hinojos inclinados
de los tres, uno repuso,
tan altamente propuso
por sus cursos ordenados,
Diciendo: «Los diputados,
oh idea, que a ti venimos
humildemente pedimos
que seamos escuchados. | 3 | 8 |
De la red y del hilado
hemos de tomar, señora,
que echáis de vos en un hora
todo el trabajo pasado;
y si el vuestro se ha de dar
a los que se pasearen,
lo que por vos trabajaren
¿dónde lo pensáis echar? | 4 | 8 |
El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando;
y, con paso callado,
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va hurtando. | 19 | 5 |
Hay algunos devotos
de ciertos santos,
que la devocian dura
lo que el milagro:
Quien necesita
pide y ofrece a todos,
y luego olvida. | 31 | 7 |
¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
¡Repuestos valles, de mil bienes llenos! | 19 | 5 |
Fuiste envidioso, descuidado y tardo,
y a las Ninfas de Henares y pastores
como a enemigos les tiraste un dardo; | 43 | 3 |
¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que, de tu bien divino
olvidado, perdido
sigue la vana sombra, el bien fingido? | 19 | 5 |
Busca a tu complementario
que marcha siempre contigo
y suele ser tu contrario. | 42 | 3 |
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas, | 0 | 4 |
Si quisiereis, señores, oír un buen solaz,
escuchad el romance; sosegaos en paz,
no diré una mentira en cuanto dentro yaz:
todo es como en el mundo se acostumbra y se haz. | 8 | 4 |
Yo no pongo en duda que si de Catulo
hubiese la lengua o muy virgiliana,
y me socorriesen Proporcio y Tibulo,
y Libio, escribiente la gesta romana,
a tarde podría, ni Tulio, que explana
y cendra los cursos del gentil hablar,
con pluma abondosa decir y notar
cuánto de virtudes es fija cercana. | 2 | 8 |
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro? | 27 | 4 |
¿Con que cortes tan lucidas,
Del Yemen los claros reyes
Dónde están?
¿En dónde los Sasánidas,
Que dieron las sabias leyes
Al Irán? | 16 | 6 |
Yo supe de dolor desde mi infancia,
mi juventud.... ¿fue juventud la mía?
Sus rosas aún me dejan su fragancia...
una fragancia de melancolía... | 35 | 4 |
La payita se llama Sidonia;
llegó a México en una barriga:
en el vientre de infecta mendiga
que, del fango sacada en Bolonia,
formó parte de cierta colonia,
y acabó de miseria y fatiga.(...) | 37 | 6 |
¡Oh! ¡Quién así, pensaba,
dejar pudiera deslizarse el tiempo!
¡Oh, si las flores duermen,
qué dulcísimo sueño! | 40 | 4 |
Pide, niña, a tu madre
los andadores
que, aunque quince ya tienes
das tropezones | 30 | 4 |
¿Quién zanjará mi dolor?
¡Amor!
Aquel instante sagrado:
¡Ansiado!
Cuando tu abrazo yo evoco:
¡Sofoco!
Si en mis sueños te convoco
todo mi ser se estremece
y por mi piel enardece
amor, ansiado sofoco. | 24 | 10 |
La virtud es un manto con que tapa
y cubre su indecencia la estrecheza,
que esenta y libre de la envidia escapa». | 43 | 3 |
Ay comienzan sus desgracias,
ay principia el pericón;
porque ya no hay salvación,
y que usté quiera o no quiera,
lo mandan a la frontera
o lo echan a un batallón. | 39 | 6 |
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían? | 39 | 6 |
Al trueno formidable
que sorprendió la tierra,
se adoró el misterioso
rayo de la Divina Providencia. | 13 | 4 |
En tanto ablanda, oh público severo,
y muéstrame la cara lisonjera;
esto le pido a Dios, y algún dinero,
mientras sigo en el mundo mi carrera;
y porque fatigarte más no quiero,
caro lector, al otro canto espera,
el cual sin falta seguirá, se entiende,
si éste te gusta y la edición se vende. | 22 | 8 |
«¡Oh, beata Madrigal
ora pro nobis a Dios!»
«¡Oh, santa Villa Real,
señora, ruega por nos!» | 9 | 4 |
Procura mensajera de esas negras pacatas
que tratan mucho a frailes, a monjas y a beatas,
son grandes andariegas, merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas. | 8 | 4 |
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza... | 7 | 2 |
con quien la gala, discreción y aviso
tienen poco que ver, y tú los pones
dos leguas más allá del Paraíso. | 43 | 3 |
Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento. | 35 | 4 |
Lloraba la bella Inés
su vuelta aguardando en vano;
oraba un mes y otro mes
del crucifijo a los pies
do puso el galán su mano. | 26 | 5 |
A tu voz, de pasión estremecidos,
Para entregarse a la morisca zambra,
Surgirán los espíritus dormidos,
Como duermen las aves en sus nidos
Entre los arabescos de la Alhambra. | 25 | 5 |
Como el viento continuo, no es sentida
la eterna pesadez de nuestra vida. | 7 | 2 |
Si a devanar te pones
Una madeja
Siguiendo tu costumbre,
Toda la enredas. | 30 | 4 |
Por aquel lirón abajo
un triste pastor venía;
buen pastor debía ser
por lo bien que disponía.
A la su mano derecha
traía mortal herida
que le hizo otro pastor
por celos que le tenía;
hablaba con sus ovejas;
a sus corderos decía:
Buscaréis otro pastor
que os guarde de noche y día
y os lleve a la majada
a beber del agua fría.
Ya le entierran al pastor
al pie de una verde oliva
al son de un triste cencerro,
porque campanas no había;
tres serranitas le lloran
desde el alta serranía ;
la una decía : ¡ Ay, hermano !,
la otra, ¡Ay, hermano!, decía,
y la más chiquita délias,
¡ Adiós el bien de mi vida ! | 28 | 24 |
Del su modo inconsonable
no escribe tal Lucano
de la selva inhabitable
que taló el bravo romano.
Si por metros no esplano
mi proceso, y menguare,
el que defecto fallare
tome la pluma en la mano | 23 | 8 |
Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva;
llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita. | 40 | 4 |
Sacadme ya de cadenas,
señora, y hacedme libre:
que Nuestro Señor os libre
de las infernales penas.
Éstas sean mis estrenas,
esto sólo vos demando,
este sea mi aguilando;
que vos farden fadas buenas. | 3 | 9 |
¿Sabe a lo que matermino?
A ejá mi pare y mi mare
y a guiyámelas contigo. | 41 | 3 |
Tengo de ti lo mejor,
tu amor,
pues, si me agita la duda,
me ayuda,
me anima siempre a seguir,
a vivir.
Por eso quiero decir
a los que quieran oirme
mi convencimiento firme:
¡Tu amor me ayuda a vivir! | 24 | 10 |
y por uno y otro lado
andáis tomando consejo
tan prolijas, que el espejo
da bostezos de cansado; | 27 | 4 |
Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso. | 7 | 2 |
¿A quién daré mis rimas
y amorosos cuidados,
de aquella luz traslados,
de aquella esfinge enimas?
¿A quién mis escarmientos?
¿A quién mis castigados pensamientos? | 38 | 6 |
Si fuese en nuestro poder
hacer la cara hermosa
corporal,
como podemos hacer
el alma tan gloriosa,
angelical, | 39 | 6 |
Yo, sin mí, con vos, sin vos,
por veros, que no debiera,
mal conmigo, mal con Dios,
si mal me va con los dos,
más con vos, hasta que muera;
mi esperanza desespera,
mi mal es más que mortal.
¡Oh pasión muy lastimera,
ya no sé quién bien me quiera
pues que yo me quiero mal! | 12 | 11 |
Estos viven después desesperados,
del ministro además desatendidos,
en el mundo político ignorados,
y del pueblo también desconocidos;
andan en la cuestión extraviados,
siempre sin tino, torpes los sentidos,
donde a saber con pruebas tan acerbas,
que pierden fuerzas en mudando yerbas. | 22 | 8 |
Eran cual reyes ayer,
Que de pompa se rodean;
Y son luego
Los que en bajo menester,
Viles esclavos, se emplean
Sin sosiego. | 16 | 6 |
el amor es la única llave que te abrirá las puertas del
cielo.
mira alma mía
en este profundo y pesado sueño
me veo sumido,
mira alma mía, mira
como mi cuerpo suspira
tratando de salir de este sueño
que me agota.
Vivo de ilusiones, a veces lloro
por no poder encontrar mi norte
pero te pido alma mía
que no abandones este cuerpo
que intentó llevar a cabo
los designios del señor,
un cuerpo soñador que sufre
en el frio helador y
ante el insoportable calor
pero al fin y al cabo
trata de cumplir la tarea que
Dios le encomendó.
Mira alma mía, mira este
cuerpo desnudo, que escribe,
llora, ríe, vibra y reza pero sobre todo
ama, todo lo que Dios en su infinita
gracia le ha regalado. | 45 | 26 |
Tú heredaste sus penas,
sus virtudes y ejemplos,
su oprobio, su agonía,
su cruz, al fin, su muerte y sus trofeos. | 13 | 4 |
Es el cantar que entonan las edades;
El lenguaje sublime de las hadas;
El ritmo de los ejes de la tierra;
El canto del torrente y la cascada;
El son del huracán; las dulces trovas
Que las aves entonan en las ramas;
El placer de la corte y de la aldea:
Del amoroso labio la palabra;
Las sentidas canciones populares...
Arte del sentimiento, arte formada
De notas, ruiseñores invisibles
Cuyo precioso nido son las almas. | 29 | 12 |
Y me iré por los campos en la noche estrellada,
con los brazos abiertos y la frente desnuda,
cantando aires ingenuos con las mismas palabras
que en la noche se dicen los campos y la luna. | 35 | 4 |
sujetos dignos de incesable loa;
y don DIEGO JIMÉNEZ Y DE ANCISO
dio un salto a tierra desde la alta proa. | 43 | 3 |
No tuvo la Muerte en él
más resistencia que en uno
del ganado;
ni le bastó su tropel,
porque esto fue de consuno
acordado. | 16 | 6 |
las entrañas heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura, | 19 | 5 |
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno. | 9 | 4 |
es el doctor FRANCISCO SÁNCHEZ; dalle
puede, cual debe, Apolo la alabanza,
que pueda sobre el cielo levantalle; | 43 | 3 |
En dulce charla de sobremesa,
mientras devoro fresa tras fresa
y abajo ronca tu perro Bob,
te haré el retrato de la duquesa
que adora a veces el duque Job. | 25 | 5 |
aun del dardo herakleo muestras la roja herida
por do salir no pudo la esencia de tu vida. | 7 | 2 |
Lo que tú has jecho conmigo,
no lo pagas hecho cuartos
y puesto por los caminos. | 41 | 3 |
Que es la tierra de lágrimas camino,
Valle de tumbas que pasando vemos;
Féretro y cuna nos abrió el destino
Para entrar y salir, en los extremos;
Fantástico al entrar y peregrino, | 25 | 5 |
por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro. | 19 | 5 |
Mi marido no es sabio
pero es prudente
no es hombre de fortuna
pero es de suerte
tengoe speranza
que a la ocasión primera
salga a la plaza. | 31 | 7 |
Un forzado de Dragut
en la playa de Marbella
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena. | 0 | 4 |
OTRA escena se ofrece ante mis ojos :
Ya no son las florestas y campiñas
Por donde el curso majestoso extiende
Guadalquivir , gran rey de Andalucía ;
Ni l a sierra feraz, que al puro cielo ,
Ignorando que hay nieve, alza l a cima
De peñascos y musgo coronada,
De flores odorantes y de olivas j
Mientras verjeles , huertas y jardines
Sus deliciosas faldas entapizan ,
Embalsamando el vaporoso ambiente,
Que azahares y jazmin blando respira;
Ni la insigne ciudad , cuyo alto nombre ,
Gigantesco poder y gloria antigua
La fama ensalza, las historias cuentan ,
Y su templo y sus muros testifican.
C ó r d o b a insigne!... O patria, dulce patria!
E n cuyo seno de la l u z del dia
Gozé l a primer vez , en cuyo seno
D i s f r u t é el tierno amor y las caricias ,
Tesoro de la infancia. Si en tus bosques,
Encantadas llanuras y colinas ,
De m i n i ñ e z y juventud llenaron
Las horas, que han pasado fugitivas ,
De tu grandeza insigne los recuerdos
Volando en torno de la mente mia
Las sombras de tus h é r o e s generosos ,
Cual de una planta nueva en torno giran
Las mariposas del r i s u e ñ o mayo;
Jamas mi amor á t i , jamas se entibia ,
N i de mi pensamiento un punto sales ,
Desde que arrastro en extrangeros climas
La vida, ha tantos años sustentada
Con el amargo pan de la desdicha ,
Y aun mas con la esperanza de que al cabo
Logren en ti reposo mis cenizas.
Tú reinas en mi pecho, aunque mi mente,
De tus h é r o e s en pos, hoy por distintas
Tierras se espacie , y por remotos siglos,
Sus hazañas buscando esclarecidas.
S í , de Mudarra y del prudente Zaide
Se arroja en pos mi suelta fantasía ,
Del imperio andaluz salva los l i n d e s,
Y vuela por los campos de Castilla.
Oscuro el cielo entre reacias nubes ,
Y entre nieblas oculto blanquecinas;
Desnudo el suelo, donde invierno crudo
Su rigor y sus sañas ejercita;
Y un horizonte de h ó r r i d a s montafías ,
Que con peñascos áridos se erizan,
Do nacen solo verdinegros pinos,
Y que abruman las nieves me lo iadican.
Allí el Arlanza , allí : si en el estío
Ufano se corona con espigas.
Ahora entre hielos ásperos sus aguas,
Turbias y perezosas se deslizan.
Ya la ciudad descubro belicosa,
Que es de los condes castellanos silla:
i De l a corte de Hixcen el poderoso,
En iodo cuán diversa y cuán distinta
No, cual Córdoba, al cielo de zaíiro
A l z a opulenla las gallardas cimbrias
Burgos nacienle, ni de m á r m o l y oro
Alminares a l t í s i m o s empina.
Gruesos muros levanta y torreones
De tosca piedra, donde el sol no b r i l l a;
Pero que á las tormentas y huracanes,
Y al furor de l a guerra desafían.
No de riquezas b á r b a r a s henchidos
Sus palacios están , n i de exquisitas
Telas del rico oriente entapizados,
Ni el regalo y las ciencias los habitan
No suena, al despuntar la clara aurora.
La voz del Almuhcden, que el nuevo dia
Anunciando á los hombres, á que acudan
Con sus ruegos al templo, íes convida,.
En su lugar l a atmósfera ensordecen
Gruesas campanas de metal, que vibran
Melancólicos sones, convocando
A celebrar las p r á c t i c a s divinas.
No en las calles l a voz de las escuelas
Se escucha, n i el b u l l i c i o y alegría
E n abundantes plazas, ni el estruendo
De talleres, telares y oficinas;
Solo resuena en Burgos el m a r t i l l o,
Que sobre el duro ayunque se ejercita ,
En arneses tornando el fuerte acero,
Ya templado en las fraguas encendidas :
E l monótono canto de los coros
De conventos , parroquias y capillas,
Y el confuso rumor de un pueblo pobre
Y taciturno, que en las calles gira.
Y l o s campos ó Dios, cuan diferentes í
Allá los labradores cu cuadrilla,
Casi desnudos, y cantando ledos
Tras de los tardos bueyes fecundizan
Los p i n g ü e s sulcos, y feraz cosecha.
Premio de su sudor, segura m i r a n;
Mientras pobre gañan a q u í , luchando
Con tierra ingrata y con adusto clima,
En pos de ágiles muías rompe el suelo,
Temiendo de su afán y su fatiga
E l fruto ver en su verdor talado
Por invasoras huestes enemigas ;
O robado si no, cuando maduro,
Por el monje sagaz, por l a codicia
Del tirano s e ñ o r , ó cou violencia
Por forajidos que en el monte habitan
Finalmente aquel siglo el sol eterno
E n las tierras de Bétis descubría
Un imperio ilustrado y poderoso.
Una grande nación, afcorde y r i c a,
Y a en la alta cumbre, y anunciando acaso
Su p r ó x i m o descenso y su ruina
E l supremo poder de sus monarcas,
Y del pueblo el amor á las delicias ;
Y en la que A r l a n z a con sus aguas mide,
Un estado naciente, una conquista,
Gobierno sin v i g o r, inciertas leyes^
Crasa ignorancia á l a pobreza unida,
Bandos feroces mas tan noble b r i o,
Constancia tal y tanta valentía,
Que presagiaban la grandeza inmensa
Que los cielos guardaban á Castilla. | 29 | 125 |
Sé que vos entráis allá.
Yo no le digo que no,
que allá voy mil veces yo
para saber cómo está. | 27 | 4 |
No muy buenas: por traidor,
Con pecho atrevido y fuerte,
Dos veces te daba muerte.
¿Para mí tanto rigor?
De todos era señor,
Y de todos me vengaba;
Solo á una mujer amaba ...
Que fué verdad, creo yo,
En que todo se acabó,
Y esto solo no se acaba. | 14 | 10 |
Este rey y gran señor,
avisado de este hecho,
hallóse puesto en estrecho,
porque temor con amor
batallaban en su pecho;
y hizo luego buscar
este palo, y enterrólo
en un honesto lugar,
el misterio singular
guardando para sí solo. | 6 | 10 |
Juro a Dios hidalgo franco
si con saña me desflemo
o del todo me apostemo,
que os pique muy bien un zanco
o que os arme tal retranco
que resuene el contrapunto,
que señor según barrunto
si mi daga la despunto
reniego si yo no os unto
u os tire por un barranco. | 12 | 10 |
Purpúreas rosas sobre Galatea
la Alba entre lilios cándidos deshoja:
duda el Amor cuál más su color sea,
o púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, eritrea,
émula vana. El ciego dios se enoja,
y, condenado su esplendor, la deja
pender en oro al nácar de su oreja. | 22 | 8 |
Ven acá, pensamiento,
¿Qué es lo que quieres?
¿No te miras contento
Con lo que tlenes?
¿ No es fuerte cosa,
Que nadie esté contento
Con lo que goza? | 31 | 7 |
Y al fin resbala, y cae como gota
de rocío, al pensar
que, cual hoy por ayer, por hoy mañana,
volveremos los dos a suspirar. | 40 | 4 |
Y volviendo la trasera
respondió de esta manera:
"Lámpara, ¡con que deleite
te chupara yo el aceite
si tu luz no me ofendiera". | 26 | 5 |
¿Que te pasa, amado mío?
El frío.
¿No te calienta mi beso?
No es eso.
¿Entonces qué, prenda mía?
La tía.
Que me ha dejado la arpía
para ventilar abierta
la puerta que da a la huerta.
¡No es eso, hace frío, tía! | 24 | 10 |
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
la tarde cayendo está, | 27 | 4 |
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevía a cruzar, al divisarme,
el paso aceleraba. | 40 | 4 |
Cansado estoy de la Corte,
que tiene en breve confín
buen cielo, malas ausencias,
poco amor, mucho alguacil.
Ahíto me tiene España,
provincia, si antes feliz,
hoy tan trocada, que trajes
cuida y olvida la lid.
No quiero ver ciertos godos,
muy puestos a concebir
que, trampeando la barba,
la desmienten con barniz.
Doncellas que en un instante
hilarán a su candil
con su huso y su costumbre
el cerro de Potosí.
Casadas que en la partida
del marido becerril,
a los Partos y a los Medos
cubren con el faldellín.
Maridito melecina
que con ingenio sutil
se retira cuando quiere
chupar humor para sí.
Contra bolsa remontada
ver de un tintero civil
salir la volatería
de tanta pluma neblí.
Un abogado, que quiere
por barbado corregir
con más zalea que leyes
menos textos que nariz.
Muy cordón y muy rosario
un ropero Malgesí;
tercero, que por un cuarto
será segundo Caín.
Una niña concebida
en original pedir;
para quien muere gusano,
para quien vive arestín.
Un obligado de aceite,
que antaño fue volatín
y ya regidor lechuza
se llama Don Belianís.
Ver al doctor Parce mihi,
pestilencia de ormesí,
fabricando calaveras
a puro sen y pujín.
Al resuello de la cárcel,
al vaho del perseguir
hecho siempre Juan de Espera
no en Dios, sino en corchapín.
No quiero ver la vïuda,
entre cuaresma y monjil,
hacer las tocas manteles
y el plato de su vivir.
Una vieja sempiterna,
calavera carmesí,
con más nietos que cabellos,
orejón dado matiz.
Ver arremedar privanzas
un hablador y un malsín,
encajando el despachamos
y un poco de Arosteguí.
Más lana hubiera en Segovia
si desquilara Madrid
los petos y pantorrillas
de galán tanto arlequín.
Con la barriga a la boca,
anda en días de parir
y sus tripas de pelota
todo jubón varonil.
Un ginovés a caballo
¿quién le ha de poder sufrir
más guarismo que jinete,
aunque lleve borceguí?
Harto de ser castellano
desde el dia en que nací,
quisiera ser otra cosa
por remudar de país.
Si no mirara adelante,
ya me hiciera florentín
que, el tener sangre en el ojo,
es calidad de por sí.
Fuera alemán o tudesco;
mas ¿de qué puede servir?
Que ya los brindis de Tajo
no le deben nada al Rhin.
Sed a sed los españoles
aguardaremos al Cid;
que a pie bebemos a Toro,
y a caballo a San Martín.
Ser inglés no añade nada
a nuestro ciego vivir;
que la fe de las mujeres
es ya Lutero y Calvín.
Franceses son por la vida
mis huesos de Antón Martín;
mas mi flor es la del berro,
antes que la flor de lis.
Todo hoy ministro es Turquía
en el español cenit,
donde el zancarrón se adora
y tiene templo y atril.
A tener alma melosa
fuera portugués machín,
por hartarme de bayeta
y para dar que reír.
Mas no quiero llorar muerto
al rey valiente y infeliz
que de guitarra en guitarra
quiso llegar al Sofí.
Pero ya estoy antojado
de irme a Galicia a vivir,
por emplear en lugares
catorce maravedís:
Tierra donde el Sol influye
esportillos y mandil;
a todo ventero mozas,
ayos a todo rocín:
en donde cuatro vasallos
valen un maravedí
y es ajuar de titulado
sardesco, choza y mastín.
En donde, como el tocino,
anda el hidalgo en pernil;
ellos cargados de barba
ellas tomadas de orín.
Región copiosa de pueblos;
pues en medio celemín
parten términos un grajo,
dos señores y una vid.
Tierra donde las doncellas
llaman hígado al rubí
y andan hechas San Antones
con su fuego y su gorrín.
En donde las regaladas
llevan su cuerpo gentil
en talegos como cuartos,
huyendo del caniquí:
muy góticas de faciones
y de pelo muy espín,
virginidades monteses
aman a lo jabalí.
Pero, como fuere, sea;
pues Santiago quedó allí,
no debe de ser Galicia
de todo punto ruin.
Ribadavia, mi garganta
la tengo ofrecida a ti,
por el San Blas de sus secas,
sin humedades del Sil.
Si a mal me lo tienen todos,
y bien, ¿qué se me da a mí?
¿Quien antes quiere ser chinche
alto a no dejar dormir? | 28 | 194 |
Vuelo en la vertical bajo tu gesto,
asciendo por el monte de la tierra
que se renueva en Ti desde la muerte
y te transfiere a mí desde el silencio.
Por sacramento en mi tu ser palpita
y tu presencia es gloria de mi senda. | 37 | 6 |
¡ay!, aquella mujer, tan sólo aquélla,
tanto delirio a realizar alcanza,
y esa mujer tan cándida y tan bella,
es mentida ilusión de la esperanza.
Es el alma que vívida destella
tu luz al mundo cuando en él se lanza.
Y el mundo con su magia y galanura
es espejo no más de su hermosura. | 22 | 8 |
Viendo tal desgobierno,
su amo le reprende,
pues, aunque quiere flores,
regalarse con peces también quiere; | 13 | 4 |
Es el sol un bello lucero,
que cada mañana me despierta al despuntar por el mar,
después de bañarse y asearse, sale reluciente
por el horizonte, entre las aguas mediterráneas
de mi tierra natal.
Aguas bendecidas por Dios
y que son junto a ti,
mi más bella inspiración. | 45 | 8 |
De todas esas viejas escoge la mejor,
dile que no te mienta, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen corredor
y mucha mala ropa cubre el buen cobertor. | 8 | 4 |
Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró. | 39 | 6 |
Yo para todo viaje
siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera,
voy ligero de equipaje. | 27 | 4 |
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran Caballería
de la Espada. | 39 | 6 |
No me parece, señor,
vuestro esfuerzo cual fingisteis
cuando vos me requeristeis
a tener con vos amor;
vos, que habéis de dar favor,
media muerte ya os espanta;
ved que quedo en gran dolor
y el cuchillo a la garganta,
que el vivir no se adelanta
por tener mucho temor. | 12 | 11 |
Allí arriba, en alta sierra,
alta sierra montesina,
donde cae la nieve a copos
y el agua menuda y fría,
donde canta la culebra
por el pedregal arriba,
allí había un ermitaño
que hacía muy santa vida.
Por allí venía un hombre,
de largas tierras venía;
encontróse al ermitaño,
más de cien años tenía.
El desdichado Rodrigo
yo soy, que ser rey solía;
el que por yerros de amor
tiene su alma perdida,
por cuyos negros pecados
toda España es destruida.
Por Dios te ruego, ermitaño,
por Dios y Santa María,
que me oigas en confesión,
porque finar me quería.
El ermitaño se espanta,
y con lágrimas decía:
Confesar, confesaréte;
absolverte no podía.
Estando en estas razones,
voz de los cielos se oía:
Absuélvelo, confesor;
absuélvelo por tu vida,
y dale la penitencia
en la sepultura misma.
Según le fué revelado,
por obra el rey lo ponía:
metióse en la sepultura
que a par de la ermita había;
dentro duerme una culebra,
mirarla espanto ponía;
tres roscas daba a la tumba,
siete cabezas tenía.
Ruega por mí, el ermitaño,
porque acabe bien mi vida.
El ermitaño lo esfuerza,
con la losa lo cubría,
rogaba a Dios a su lado
todas las horas del día.
¿Cómo te va, penitente,
con tu fuerte compañía?
Ya me come, ya me come,
por do más pecado había;
en derecho al corazón,
fuente de mi gran desdicha.
Las campanicas del cielo
sones hacen de alegría;
las campanas de la tierra
ellas solas se tañían;
el alma del penitente
para los cielos subía. | 28 | 58 |
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja. | 0 | 4 |
Pero deja tu recuerdo,
déjalo solo en mi pecho. | 7 | 2 |
allí, donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad....
¡todo cuanto los dos hemos callado
lo tenemos que hablar! | 40 | 4 |
Desparecieron en la sombra muda,
y sus nombres ilustres se borraron
cual nombres de cobardes: ¡sus hazañas
no eternizó la lira! | 15 | 4 |
Y bien como Ganamedes
al cielo fue rebatado
del águila que leedes,
según vos fue demostrado,
bien así fui yo llevado
que no supe de mi parte,
ni por cual manera y arte
fui de aquel centro librado. | 23 | 8 |
Tiempo bienaventurado,
en tiempo no conoscido,
antes de tiempo perdido,
y en todo tiempo llorado:
Yo navegaba por ti
con viento manso y sereno;
tiempo bueno, tiempo bueno,
¿quién te me apartó de mí? | 4 | 8 |
E como el que tal ofigio
lo más del tiempo seguía,
sirviendo daquel servicio
que a su diesa cumplía,
acabó su montería;
falagando los sus canes,
olvidando sus afanes,
cansancio e malenconía. | 23 | 8 |
He vuelto á ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra. | 37 | 6 |
Yo sueño que estoy aquí
Destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
Mas lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? — Un frenesí.
¿Qué es la vida? — Una ilusión,
Una sombra, una ficción,
Y el mayor bien es pequeño:
Que toda la vida es sueño,
Y los sueños sueño son. | 14 | 10 |
¿Quién pensara que el color
de tal suerte me engañara?
Pero ¿quién no lo pensara
como no tuviera amor?
Madre, en ellos me perdí
y es fuerza buscarme en ellos.
¡Ay, que me muero por ellos
y ellos se burlan de mí! | 21 | 8 |
¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo? | 17 | 4 |
¡Quién lo había e desí,
que una cosita tan durse
tubiera amarguito er fin! | 41 | 3 |