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411
vino mi padre del solar de Vega: así a los padres la nobleza exhorta. Siguióle hasta Madrid, de celos ciega, su amorosa mujer, porque él quería una española Elena, entonces griega. Hicieron amistades, y aquel día fue piedra en mi primero fundamento la paz de su amorosa fantasía.
21
8
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?
4
8
La cual, según he sabido, no fue hecha de madera ofrecida como quiera, sino de palo escogido, plantado para lo que era; que Adán, según supe yo, en grave vejez venido, en enfermedad cayó, de la cual al fin murió por escotar lo comido.
6
10
Alí es el etíope bello; negro hermoso, alto y fornido; de ojo brillante, encendido, y de encrespado cabello; sobre la faz lleva el sello de un vigor que no se doma; según el rumbo que toma, él es en su alma altanera feroz como una pantera, tierno como una paloma.
14
10
Los hinojos inclinados de los tres, uno repuso, tan altamente propuso por sus cursos ordenados, Diciendo: «Los diputados, oh idea, que a ti venimos humildemente pedimos que seamos escuchados.
3
8
De la red y del hilado hemos de tomar, señora, que echáis de vos en un hora todo el trabajo pasado; y si el vuestro se ha de dar a los que se pasearen, lo que por vos trabajaren ¿dónde lo pensáis echar?
4
8
El hombre está entregado al sueño, de su suerte no cuidando; y, con paso callado, el cielo, vueltas dando, las horas del vivir le va hurtando.
19
5
Hay algunos devotos de ciertos santos, que la devocian dura lo que el milagro: Quien necesita pide y ofrece a todos, y luego olvida.
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7
¡Oh campos verdaderos! ¡Oh prados con verdad frescos y amenos! ¡Riquísimos mineros! ¡Oh deleitosos senos! ¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!
19
5
Fuiste envidioso, descuidado y tardo, y a las Ninfas de Henares y pastores como a enemigos les tiraste un dardo;
43
3
¿Qué mortal desatino de la verdad aleja así el sentido, que, de tu bien divino olvidado, perdido sigue la vana sombra, el bien fingido?
19
5
Busca a tu complementario que marcha siempre contigo y suele ser tu contrario.
42
3
Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas,
0
4
Si quisiereis, señores, oír un buen solaz, escuchad el romance; sosegaos en paz, no diré una mentira en cuanto dentro yaz: todo es como en el mundo se acostumbra y se haz.
8
4
Yo no pongo en duda que si de Catulo hubiese la lengua o muy virgiliana, y me socorriesen Proporcio y Tibulo, y Libio, escribiente la gesta romana, a tarde podría, ni Tulio, que explana y cendra los cursos del gentil hablar, con pluma abondosa decir y notar cuánto de virtudes es fija cercana.
2
8
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?
27
4
¿Con que cortes tan lucidas, Del Yemen los claros reyes Dónde están? ¿En dónde los Sasánidas, Que dieron las sabias leyes Al Irán?
16
6
Yo supe de dolor desde mi infancia, mi juventud.... ¿fue juventud la mía? Sus rosas aún me dejan su fragancia... una fragancia de melancolía...
35
4
La payita se llama Sidonia; llegó a México en una barriga: en el vientre de infecta mendiga que, del fango sacada en Bolonia, formó parte de cierta colonia, y acabó de miseria y fatiga.(...)
37
6
¡Oh! ¡Quién así, pensaba, dejar pudiera deslizarse el tiempo! ¡Oh, si las flores duermen, qué dulcísimo sueño!
40
4
Pide, niña, a tu madre los andadores que, aunque quince ya tienes das tropezones
30
4
¿Quién zanjará mi dolor? ¡Amor! Aquel instante sagrado: ¡Ansiado! Cuando tu abrazo yo evoco: ¡Sofoco! Si en mis sueños te convoco todo mi ser se estremece y por mi piel enardece amor, ansiado sofoco.
24
10
La virtud es un manto con que tapa y cubre su indecencia la estrecheza, que esenta y libre de la envidia escapa».
43
3
Ay comienzan sus desgracias, ay principia el pericón; porque ya no hay salvación, y que usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera o lo echan a un batallón.
39
6
¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían? ¿Qué se hizo aquel danzar, aquellas ropas chapadas que traían?
39
6
Al trueno formidable que sorprendió la tierra, se adoró el misterioso rayo de la Divina Providencia.
13
4
En tanto ablanda, oh público severo, y muéstrame la cara lisonjera; esto le pido a Dios, y algún dinero, mientras sigo en el mundo mi carrera; y porque fatigarte más no quiero, caro lector, al otro canto espera, el cual sin falta seguirá, se entiende, si éste te gusta y la edición se vende.
22
8
«¡Oh, beata Madrigal ora pro nobis a Dios!» «¡Oh, santa Villa Real, señora, ruega por nos!»
9
4
Procura mensajera de esas negras pacatas que tratan mucho a frailes, a monjas y a beatas, son grandes andariegas, merecen sus zapatas: esas trotaconventos hacen muchas contratas.
8
4
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza, más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
7
2
con quien la gala, discreción y aviso tienen poco que ver, y tú los pones dos leguas más allá del Paraíso.
43
3
Pasó una piedra que lanzó una honda; pasó una flecha que aguzó un violento. La piedra de la honda fue a la onda, y la flecha del odio fuese al viento.
35
4
Lloraba la bella Inés su vuelta aguardando en vano; oraba un mes y otro mes del crucifijo a los pies do puso el galán su mano.
26
5
A tu voz, de pasión estremecidos, Para entregarse a la morisca zambra, Surgirán los espíritus dormidos, Como duermen las aves en sus nidos Entre los arabescos de la Alhambra.
25
5
Como el viento continuo, no es sentida la eterna pesadez de nuestra vida.
7
2
Si a devanar te pones Una madeja Siguiendo tu costumbre, Toda la enredas.
30
4
Por aquel lirón abajo un triste pastor venía; buen pastor debía ser por lo bien que disponía. A la su mano derecha traía mortal herida que le hizo otro pastor por celos que le tenía; hablaba con sus ovejas; a sus corderos decía: Buscaréis otro pastor que os guarde de noche y día y os lleve a la majada a beber del agua fría. Ya le entierran al pastor al pie de una verde oliva al son de un triste cencerro, porque campanas no había; tres serranitas le lloran desde el alta serranía ; la una decía : ¡ Ay, hermano !, la otra, ¡Ay, hermano!, decía, y la más chiquita délias, ¡ Adiós el bien de mi vida !
28
24
Del su modo inconsonable no escribe tal Lucano de la selva inhabitable que taló el bravo romano. Si por metros no esplano mi proceso, y menguare, el que defecto fallare tome la pluma en la mano
23
8
Ríe, y su carcajada tiene notas del agua fugitiva; llora, y es cada lágrima un poema de ternura infinita.
40
4
Sacadme ya de cadenas, señora, y hacedme libre: que Nuestro Señor os libre de las infernales penas. Éstas sean mis estrenas, esto sólo vos demando, este sea mi aguilando; que vos farden fadas buenas.
3
9
¿Sabe a lo que matermino? A ejá mi pare y mi mare y a guiyámelas contigo.
41
3
Tengo de ti lo mejor, tu amor, pues, si me agita la duda, me ayuda, me anima siempre a seguir, a vivir. Por eso quiero decir a los que quieran oirme mi convencimiento firme: ¡Tu amor me ayuda a vivir!
24
10
y por uno y otro lado andáis tomando consejo tan prolijas, que el espejo da bostezos de cansado;
27
4
Doy pena de lirio fresco para un corazón de yeso.
7
2
¿A quién daré mis rimas y amorosos cuidados, de aquella luz traslados, de aquella esfinge enimas? ¿A quién mis escarmientos? ¿A quién mis castigados pensamientos?
38
6
Si fuese en nuestro poder hacer la cara hermosa corporal, como podemos hacer el alma tan gloriosa, angelical,
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6
Yo, sin mí, con vos, sin vos, por veros, que no debiera, mal conmigo, mal con Dios, si mal me va con los dos, más con vos, hasta que muera; mi esperanza desespera, mi mal es más que mortal. ¡Oh pasión muy lastimera, ya no sé quién bien me quiera pues que yo me quiero mal!
12
11
Estos viven después desesperados, del ministro además desatendidos, en el mundo político ignorados, y del pueblo también desconocidos; andan en la cuestión extraviados, siempre sin tino, torpes los sentidos, donde a saber con pruebas tan acerbas, que pierden fuerzas en mudando yerbas.
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8
Eran cual reyes ayer, Que de pompa se rodean; Y son luego Los que en bajo menester, Viles esclavos, se emplean Sin sosiego.
16
6
el amor es la única llave que te abrirá las puertas del cielo. mira alma mía en este profundo y pesado sueño me veo sumido, mira alma mía, mira como mi cuerpo suspira tratando de salir de este sueño que me agota. Vivo de ilusiones, a veces lloro por no poder encontrar mi norte pero te pido alma mía que no abandones este cuerpo que intentó llevar a cabo los designios del señor, un cuerpo soñador que sufre en el frio helador y ante el insoportable calor pero al fin y al cabo trata de cumplir la tarea que Dios le encomendó. Mira alma mía, mira este cuerpo desnudo, que escribe, llora, ríe, vibra y reza pero sobre todo ama, todo lo que Dios en su infinita gracia le ha regalado.
45
26
Tú heredaste sus penas, sus virtudes y ejemplos, su oprobio, su agonía, su cruz, al fin, su muerte y sus trofeos.
13
4
Es el cantar que entonan las edades; El lenguaje sublime de las hadas; El ritmo de los ejes de la tierra; El canto del torrente y la cascada; El son del huracán; las dulces trovas Que las aves entonan en las ramas; El placer de la corte y de la aldea: Del amoroso labio la palabra; Las sentidas canciones populares... Arte del sentimiento, arte formada De notas, ruiseñores invisibles Cuyo precioso nido son las almas.
29
12
Y me iré por los campos en la noche estrellada, con los brazos abiertos y la frente desnuda, cantando aires ingenuos con las mismas palabras que en la noche se dicen los campos y la luna.
35
4
sujetos dignos de incesable loa; y don DIEGO JIMÉNEZ Y DE ANCISO dio un salto a tierra desde la alta proa.
43
3
No tuvo la Muerte en él más resistencia que en uno del ganado; ni le bastó su tropel, porque esto fue de consuno acordado.
16
6
las entrañas heladas tornaron poco a poco en piedra dura; por las venas cuitadas la sangre su figura iba desconociendo y su natura,
19
5
Descansar de esta labor de huracán, amor o infierno no es posible, y el dolor me hará a mi pesar eterno.
9
4
es el doctor FRANCISCO SÁNCHEZ; dalle puede, cual debe, Apolo la alabanza, que pueda sobre el cielo levantalle;
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3
En dulce charla de sobremesa, mientras devoro fresa tras fresa y abajo ronca tu perro Bob, te haré el retrato de la duquesa que adora a veces el duque Job.
25
5
aun del dardo herakleo muestras la roja herida por do salir no pudo la esencia de tu vida.
7
2
Lo que tú has jecho conmigo, no lo pagas hecho cuartos y puesto por los caminos.
41
3
Que es la tierra de lágrimas camino, Valle de tumbas que pasando vemos; Féretro y cuna nos abrió el destino Para entrar y salir, en los extremos; Fantástico al entrar y peregrino,
25
5
por las amenas liras y canto de serenas os conjuro que cesen vuestras iras y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro.
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5
Mi marido no es sabio pero es prudente no es hombre de fortuna pero es de suerte tengoe speranza que a la ocasión primera salga a la plaza.
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7
Un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena.
0
4
OTRA escena se ofrece ante mis ojos : Ya no son las florestas y campiñas Por donde el curso majestoso extiende Guadalquivir , gran rey de Andalucía ; Ni l a sierra feraz, que al puro cielo , Ignorando que hay nieve, alza l a cima De peñascos y musgo coronada, De flores odorantes y de olivas j Mientras verjeles , huertas y jardines Sus deliciosas faldas entapizan , Embalsamando el vaporoso ambiente, Que azahares y jazmin blando respira; Ni la insigne ciudad , cuyo alto nombre , Gigantesco poder y gloria antigua La fama ensalza, las historias cuentan , Y su templo y sus muros testifican. C ó r d o b a insigne!... O patria, dulce patria! E n cuyo seno de la l u z del dia Gozé l a primer vez , en cuyo seno D i s f r u t é el tierno amor y las caricias , Tesoro de la infancia. Si en tus bosques, Encantadas llanuras y colinas , De m i n i ñ e z y juventud llenaron Las horas, que han pasado fugitivas , De tu grandeza insigne los recuerdos Volando en torno de la mente mia Las sombras de tus h é r o e s generosos , Cual de una planta nueva en torno giran Las mariposas del r i s u e ñ o mayo; Jamas mi amor á t i , jamas se entibia , N i de mi pensamiento un punto sales , Desde que arrastro en extrangeros climas La vida, ha tantos años sustentada Con el amargo pan de la desdicha , Y aun mas con la esperanza de que al cabo Logren en ti reposo mis cenizas. Tú reinas en mi pecho, aunque mi mente, De tus h é r o e s en pos, hoy por distintas Tierras se espacie , y por remotos siglos, Sus hazañas buscando esclarecidas. S í , de Mudarra y del prudente Zaide Se arroja en pos mi suelta fantasía , Del imperio andaluz salva los l i n d e s, Y vuela por los campos de Castilla. Oscuro el cielo entre reacias nubes , Y entre nieblas oculto blanquecinas; Desnudo el suelo, donde invierno crudo Su rigor y sus sañas ejercita; Y un horizonte de h ó r r i d a s montafías , Que con peñascos áridos se erizan, Do nacen solo verdinegros pinos, Y que abruman las nieves me lo iadican. Allí el Arlanza , allí : si en el estío Ufano se corona con espigas. Ahora entre hielos ásperos sus aguas, Turbias y perezosas se deslizan. Ya la ciudad descubro belicosa, Que es de los condes castellanos silla: i De l a corte de Hixcen el poderoso, En iodo cuán diversa y cuán distinta No, cual Córdoba, al cielo de zaíiro A l z a opulenla las gallardas cimbrias Burgos nacienle, ni de m á r m o l y oro Alminares a l t í s i m o s empina. Gruesos muros levanta y torreones De tosca piedra, donde el sol no b r i l l a; Pero que á las tormentas y huracanes, Y al furor de l a guerra desafían. No de riquezas b á r b a r a s henchidos Sus palacios están , n i de exquisitas Telas del rico oriente entapizados, Ni el regalo y las ciencias los habitan No suena, al despuntar la clara aurora. La voz del Almuhcden, que el nuevo dia Anunciando á los hombres, á que acudan Con sus ruegos al templo, íes convida,. En su lugar l a atmósfera ensordecen Gruesas campanas de metal, que vibran Melancólicos sones, convocando A celebrar las p r á c t i c a s divinas. No en las calles l a voz de las escuelas Se escucha, n i el b u l l i c i o y alegría E n abundantes plazas, ni el estruendo De talleres, telares y oficinas; Solo resuena en Burgos el m a r t i l l o, Que sobre el duro ayunque se ejercita , En arneses tornando el fuerte acero, Ya templado en las fraguas encendidas : E l monótono canto de los coros De conventos , parroquias y capillas, Y el confuso rumor de un pueblo pobre Y taciturno, que en las calles gira. Y l o s campos ó Dios, cuan diferentes í Allá los labradores cu cuadrilla, Casi desnudos, y cantando ledos Tras de los tardos bueyes fecundizan Los p i n g ü e s sulcos, y feraz cosecha. Premio de su sudor, segura m i r a n; Mientras pobre gañan a q u í , luchando Con tierra ingrata y con adusto clima, En pos de ágiles muías rompe el suelo, Temiendo de su afán y su fatiga E l fruto ver en su verdor talado Por invasoras huestes enemigas ; O robado si no, cuando maduro, Por el monje sagaz, por l a codicia Del tirano s e ñ o r , ó cou violencia Por forajidos que en el monte habitan Finalmente aquel siglo el sol eterno E n las tierras de Bétis descubría Un imperio ilustrado y poderoso. Una grande nación, afcorde y r i c a, Y a en la alta cumbre, y anunciando acaso Su p r ó x i m o descenso y su ruina E l supremo poder de sus monarcas, Y del pueblo el amor á las delicias ; Y en la que A r l a n z a con sus aguas mide, Un estado naciente, una conquista, Gobierno sin v i g o r, inciertas leyes^ Crasa ignorancia á l a pobreza unida, Bandos feroces mas tan noble b r i o, Constancia tal y tanta valentía, Que presagiaban la grandeza inmensa Que los cielos guardaban á Castilla.
29
125
Sé que vos entráis allá. Yo no le digo que no, que allá voy mil veces yo para saber cómo está.
27
4
No muy buenas: por traidor, Con pecho atrevido y fuerte, Dos veces te daba muerte. ¿Para mí tanto rigor? De todos era señor, Y de todos me vengaba; Solo á una mujer amaba ... Que fué verdad, creo yo, En que todo se acabó, Y esto solo no se acaba.
14
10
Este rey y gran señor, avisado de este hecho, hallóse puesto en estrecho, porque temor con amor batallaban en su pecho; y hizo luego buscar este palo, y enterrólo en un honesto lugar, el misterio singular guardando para sí solo.
6
10
Juro a Dios hidalgo franco si con saña me desflemo o del todo me apostemo, que os pique muy bien un zanco o que os arme tal retranco que resuene el contrapunto, que señor según barrunto si mi daga la despunto reniego si yo no os unto u os tire por un barranco.
12
10
Purpúreas rosas sobre Galatea la Alba entre lilios cándidos deshoja: duda el Amor cuál más su color sea, o púrpura nevada, o nieve roja. De su frente la perla es, eritrea, émula vana. El ciego dios se enoja, y, condenado su esplendor, la deja pender en oro al nácar de su oreja.
22
8
Ven acá, pensamiento, ¿Qué es lo que quieres? ¿No te miras contento Con lo que tlenes? ¿ No es fuerte cosa, Que nadie esté contento Con lo que goza?
31
7
Y al fin resbala, y cae como gota de rocío, al pensar que, cual hoy por ayer, por hoy mañana, volveremos los dos a suspirar.
40
4
Y volviendo la trasera respondió de esta manera: "Lámpara, ¡con que deleite te chupara yo el aceite si tu luz no me ofendiera".
26
5
¿Que te pasa, amado mío? El frío. ¿No te calienta mi beso? No es eso. ¿Entonces qué, prenda mía? La tía. Que me ha dejado la arpía para ventilar abierta la puerta que da a la huerta. ¡No es eso, hace frío, tía!
24
10
¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero… la tarde cayendo está,
27
4
En las noches de invierno, si un medroso por la desierta plaza se atrevía a cruzar, al divisarme, el paso aceleraba.
40
4
Cansado estoy de la Corte, que tiene en breve confín buen cielo, malas ausencias, poco amor, mucho alguacil. Ahíto me tiene España, provincia, si antes feliz, hoy tan trocada, que trajes cuida y olvida la lid. No quiero ver ciertos godos, muy puestos a concebir que, trampeando la barba, la desmienten con barniz. Doncellas que en un instante hilarán a su candil con su huso y su costumbre el cerro de Potosí. Casadas que en la partida del marido becerril, a los Partos y a los Medos cubren con el faldellín. Maridito melecina que con ingenio sutil se retira cuando quiere chupar humor para sí. Contra bolsa remontada ver de un tintero civil salir la volatería de tanta pluma neblí. Un abogado, que quiere por barbado corregir con más zalea que leyes menos textos que nariz. Muy cordón y muy rosario un ropero Malgesí; tercero, que por un cuarto será segundo Caín. Una niña concebida en original pedir; para quien muere gusano, para quien vive arestín. Un obligado de aceite, que antaño fue volatín y ya regidor lechuza se llama Don Belianís. Ver al doctor Parce mihi, pestilencia de ormesí, fabricando calaveras a puro sen y pujín. Al resuello de la cárcel, al vaho del perseguir hecho siempre Juan de Espera no en Dios, sino en corchapín. No quiero ver la vïuda, entre cuaresma y monjil, hacer las tocas manteles y el plato de su vivir. Una vieja sempiterna, calavera carmesí, con más nietos que cabellos, orejón dado matiz. Ver arremedar privanzas un hablador y un malsín, encajando el despachamos y un poco de Arosteguí. Más lana hubiera en Segovia si desquilara Madrid los petos y pantorrillas de galán tanto arlequín. Con la barriga a la boca, anda en días de parir y sus tripas de pelota todo jubón varonil. Un ginovés a caballo ¿quién le ha de poder sufrir más guarismo que jinete, aunque lleve borceguí? Harto de ser castellano desde el dia en que nací, quisiera ser otra cosa por remudar de país. Si no mirara adelante, ya me hiciera florentín que, el tener sangre en el ojo, es calidad de por sí. Fuera alemán o tudesco; mas ¿de qué puede servir? Que ya los brindis de Tajo no le deben nada al Rhin. Sed a sed los españoles aguardaremos al Cid; que a pie bebemos a Toro, y a caballo a San Martín. Ser inglés no añade nada a nuestro ciego vivir; que la fe de las mujeres es ya Lutero y Calvín. Franceses son por la vida mis huesos de Antón Martín; mas mi flor es la del berro, antes que la flor de lis. Todo hoy ministro es Turquía en el español cenit, donde el zancarrón se adora y tiene templo y atril. A tener alma melosa fuera portugués machín, por hartarme de bayeta y para dar que reír. Mas no quiero llorar muerto al rey valiente y infeliz que de guitarra en guitarra quiso llegar al Sofí. Pero ya estoy antojado de irme a Galicia a vivir, por emplear en lugares catorce maravedís: Tierra donde el Sol influye esportillos y mandil; a todo ventero mozas, ayos a todo rocín: en donde cuatro vasallos valen un maravedí y es ajuar de titulado sardesco, choza y mastín. En donde, como el tocino, anda el hidalgo en pernil; ellos cargados de barba ellas tomadas de orín. Región copiosa de pueblos; pues en medio celemín parten términos un grajo, dos señores y una vid. Tierra donde las doncellas llaman hígado al rubí y andan hechas San Antones con su fuego y su gorrín. En donde las regaladas llevan su cuerpo gentil en talegos como cuartos, huyendo del caniquí: muy góticas de faciones y de pelo muy espín, virginidades monteses aman a lo jabalí. Pero, como fuere, sea; pues Santiago quedó allí, no debe de ser Galicia de todo punto ruin. Ribadavia, mi garganta la tengo ofrecida a ti, por el San Blas de sus secas, sin humedades del Sil. Si a mal me lo tienen todos, y bien, ¿qué se me da a mí? ¿Quien antes quiere ser chinche alto a no dejar dormir?
28
194
Vuelo en la vertical bajo tu gesto, asciendo por el monte de la tierra que se renueva en Ti desde la muerte y te transfiere a mí desde el silencio. Por sacramento en mi tu ser palpita y tu presencia es gloria de mi senda.
37
6
¡ay!, aquella mujer, tan sólo aquélla, tanto delirio a realizar alcanza, y esa mujer tan cándida y tan bella, es mentida ilusión de la esperanza. Es el alma que vívida destella tu luz al mundo cuando en él se lanza. Y el mundo con su magia y galanura es espejo no más de su hermosura.
22
8
Viendo tal desgobierno, su amo le reprende, pues, aunque quiere flores, regalarse con peces también quiere;
13
4
Es el sol un bello lucero, que cada mañana me despierta al despuntar por el mar, después de bañarse y asearse, sale reluciente por el horizonte, entre las aguas mediterráneas de mi tierra natal. Aguas bendecidas por Dios y que son junto a ti, mi más bella inspiración.
45
8
De todas esas viejas escoge la mejor, dile que no te mienta, trátala con amor, que hasta la mala bestia vende el buen corredor y mucha mala ropa cubre el buen cobertor.
8
4
Y sus villas y sus tierras ocupadas de tiranos las halló; mas por cercos y por guerras y por fuerza de sus manos las cobró.
39
6
Yo para todo viaje siempre sobre la madera de mi vagón de tercera, voy ligero de equipaje.
27
4
Por su grande habilidad, por méritos y ancianía bien gastada, alcanzó la dignidad de la gran Caballería de la Espada.
39
6
No me parece, señor, vuestro esfuerzo cual fingisteis cuando vos me requeristeis a tener con vos amor; vos, que habéis de dar favor, media muerte ya os espanta; ved que quedo en gran dolor y el cuchillo a la garganta, que el vivir no se adelanta por tener mucho temor.
12
11
Allí arriba, en alta sierra, alta sierra montesina, donde cae la nieve a copos y el agua menuda y fría, donde canta la culebra por el pedregal arriba, allí había un ermitaño que hacía muy santa vida. Por allí venía un hombre, de largas tierras venía; encontróse al ermitaño, más de cien años tenía. El desdichado Rodrigo yo soy, que ser rey solía; el que por yerros de amor tiene su alma perdida, por cuyos negros pecados toda España es destruida. Por Dios te ruego, ermitaño, por Dios y Santa María, que me oigas en confesión, porque finar me quería. El ermitaño se espanta, y con lágrimas decía: Confesar, confesaréte; absolverte no podía. Estando en estas razones, voz de los cielos se oía: Absuélvelo, confesor; absuélvelo por tu vida, y dale la penitencia en la sepultura misma. Según le fué revelado, por obra el rey lo ponía: metióse en la sepultura que a par de la ermita había; dentro duerme una culebra, mirarla espanto ponía; tres roscas daba a la tumba, siete cabezas tenía. Ruega por mí, el ermitaño, porque acabe bien mi vida. El ermitaño lo esfuerza, con la losa lo cubría, rogaba a Dios a su lado todas las horas del día. ¿Cómo te va, penitente, con tu fuerte compañía? Ya me come, ya me come, por do más pecado había; en derecho al corazón, fuente de mi gran desdicha. Las campanicas del cielo sones hacen de alegría; las campanas de la tierra ellas solas se tañían; el alma del penitente para los cielos subía.
28
58
Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja.
0
4
Pero deja tu recuerdo, déjalo solo en mi pecho.
7
2
allí, donde el sepulcro que se cierra abre una eternidad.... ¡todo cuanto los dos hemos callado lo tenemos que hablar!
40
4
Desparecieron en la sombra muda, y sus nombres ilustres se borraron cual nombres de cobardes: ¡sus hazañas no eternizó la lira!
15
4
Y bien como Ganamedes al cielo fue rebatado del águila que leedes, según vos fue demostrado, bien así fui yo llevado que no supe de mi parte, ni por cual manera y arte fui de aquel centro librado.
23
8
Tiempo bienaventurado, en tiempo no conoscido, antes de tiempo perdido, y en todo tiempo llorado: Yo navegaba por ti con viento manso y sereno; tiempo bueno, tiempo bueno, ¿quién te me apartó de mí?
4
8
E como el que tal ofigio lo más del tiempo seguía, sirviendo daquel servicio que a su diesa cumplía, acabó su montería; falagando los sus canes, olvidando sus afanes, cansancio e malenconía.
23
8
He vuelto á ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria barbacana hacia Aragón, en castellana tierra.
37
6
Yo sueño que estoy aquí Destas prisiones cargado, Y soñé que en otro estado Mas lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? — Un frenesí. ¿Qué es la vida? — Una ilusión, Una sombra, una ficción, Y el mayor bien es pequeño: Que toda la vida es sueño, Y los sueños sueño son.
14
10
¿Quién pensara que el color de tal suerte me engañara? Pero ¿quién no lo pensara como no tuviera amor? Madre, en ellos me perdí y es fuerza buscarme en ellos. ¡Ay, que me muero por ellos y ellos se burlan de mí!
21
8
¿Arde de nuevo el corazón inquieto? ¿A quién pretendes enredar en suave Lazo de amores? ¿Quién tu red evita, Mísera Safo?
17
4
¡Quién lo había e desí, que una cosita tan durse tubiera amarguito er fin!
41
3